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Historia Crítica

Print version ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.35 Bogotá Jan./June 2008

 

Las iras del azúcar: la huelga de 1976 en el Ingenio Riopaila**

The Wrath of Sugar: the 1976 Riopaila Sugar Mill Strike**

Ricardo Sánchez Ángel*

* Abogado, Magíster en Filosofía, estudiante del doctorado en Historia y miembro del "Grupo de estudios políticos y sociales Theseus", en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia y Profesor Titular (distinción honorífica) de la Universidad Externado de Colombia (Bogotá, Colombia). Sus áreas de interés son la Historia de Colombia, los Derechos Humanos, Democracia y Paz. Entre sus publicaciones recientes se destacan: La emancipación de los derechos humanos. Bogotá: Facultad de Derecho - Ciencias Políticas y Sociales - Universidad Nacional de Colombia, 2007; Bonapartismo presidencial en Colombia. Bogotá: Uniediciónes, 2005; "Aproximación al pensamiento político de Norberto Bobbio". Socialismo y participación 99 (Lima: 2005). rsangel49@gmail.com

Artículo recibido: 10 de julio de 2007; aprobado: 24 de septiembre de 2007; modificado: 30 de noviembre de 2007.


Resumen

Este artículo presenta las líneas gruesas del desarrollo de la industria azucarera, las pautas de concentración de la propiedad territorial y los cambios tecnológicos que la acompañan, además del proceso social de proletarización que conformará la inmensa masa de trabajadores en torno a esta agroindustria. Destaca las luchas obreras en distintos momentos, especialmente las huelgas de 1959 y la de 1975-76, con epicentro en el Ingenio Riopaila, que hacen parte de los más importantes conflictos de protesta laboral y social por el peso de la industria azucarera y la región vallecaucana en la economía nacional, por la fuerza de los trabajadores agrícolas y sus organizaciones, la solidaridad de sectores proletarios y populares; las repercusiones políticas y controversias jurídicas derivadas del conflicto, en el contexto internacional.

Palabras clave: Proletariado agrícola, Valle del Cauca, ingenios azucareros, huelgas, mujeres, afrocolombianos.


Abstract

This article broadly outlines the development of the sugar industry, the concentration of property and the technological changes that accompanied it, and the process of proletarianization that subsumed the immense majority of the industry";s workforce. It highlights the labor struggles that occurred at different moments, with particular focus on the 1959 and 1975-76 strikes centered in the Riopaila sugar mill. These strikes were some of the country";s most important labor and social conflicts due to the importance of the sugar industry and the Valle del Cauca in the national economy, the strength of the agricultural workers and their organizations, the solidarity of working class and popular groups, the political repercussions, the legal controversies stemming from the conflict, and the international context of the period.

Keywords: Agricultural proletariat, Valle del Cauca, sugar mills, strikes, women, Afro-Colombians.


INTRODUCCIÓN

El propósito del artículo es mostrar que el movimiento huelguístico de los trabajadores del azúcar en el Ingenio Riopaila, y por extensión en la agroindustria azucarera del Valle del Cauca, hace parte de un proceso de auge huelguístico nacional, en tanto es un capítulo del desarrollo del capitalismo histórico. No se trata de estudiar una huelga como un suceso, un acontecimiento, de lo cual se ocuparon tanto las crónicas y artículos periodísticos de la época, como aquí se documenta. Se trata, por el contrario, de un análisis histórico que implica mostrar las tendencias de tipo económico, político, cultural que concurren en las expresiones huelguísticas. Las expresiones cambian: la huelga es un proceso, dado que incorpora un pasado inmediato y hasta remoto.

En primer lugar, el artículo presenta el desarrollo de la agroindustria azucarera como un negocio de familia que prolonga herencia señoriales en conjunción con lógicas de sobreexplotación del capitalismo moderno; enseguida aborda el desarrollo del movimiento huelguístico de los trabajadores del azúcar en su doble condición de proletarios y campesinos, en un contexto de auge de la rebeldía y de efervescencia de las izquierdas. Finaliza con la presentación y análisis de la huelga de 1976 en el Ingenio Riopaila, sus impactos y consecuencias a nivel local, regional y nacional tanto para la clase trabajadora como para los propietarios y el gobierno nacional.

En un período de tres siglos, una larga duración, se han incoado y desarrollado profundas y radicales protestas y rebeliones de los negros e indios, de los trabajadores mestizos, de pobladores, estudiantes y mujeres en la región vallecaucana, en las que los trabajadores de las haciendas han tenido un protagonismo de primer orden. Sobre esa amalgama de protestas sociales, se explica el radicalismo de los trabajadores de la agroindustria del azúcar, la que aún hoy continúan dando muestras de beligerancia en la lucha por sus derechos sociales y laborales.

No puede ser de otra manera en un valle de 200.000 hectáreas de caña de azúcar, con trece ingenios y 36.000 empleos directos. Allí se desarrolló entre mayo y julio del 2005 un conflicto en ocho ingenios, en el que participaron cerca de 11.000 corteros1. No fue una lucha sindical, sino de los contratados por cooperativas de trabajo asociado y sus administradores, enfrentando una situación de sobreexplotación del capitalismo salvaje, que continúa en la tradición de los Códigos de Sol, instaurados por la Real Cédula firmada en Aranjuez el 31 de mayo de 1789, "con la pretensión de "proteger"; a los esclavos", y según los cuales los negros en las colonias de España sólo debían trabajar de sol a sol2.

1. La saga de los ingenios

La caña de azúcar arribó a Cartagena en 1538 y poco después, en 1540, sería introducida en el suroccidente por Buenaventura. Las primeras explotaciones de jugos de caña en la región del valle del alto Cauca se adelantaron mediante la encomienda, con mano de obra indígena a mediados del siglo XVI. Esta explotación, realizada en trapiches accionados por tracción animal y humana se mantuvo en la Colonia y buena parte de la República. En 1864 se inició la mecanización de la producción con la introducción de maquinaria y herramientas hecha por Santiago Eder, fundador del Ingenio Manuelita, el único con características de producción moderna durante un largo tiempo3. Eder adquirió las haciendas La Rita, La Primitiva, La Manuelita y Oriente, propiedad de Jorge Enrique Isaacs, en las que ya había producción de pan de azúcar y panela, también sembró y exportó tabaco, y fue cónsul de Estados Unidos en Buenaventura y Palmira por varios años. Entre 1927 y 1929 se moderniza el Ingenio con fluido eléctrico en todas las instalaciones y maquinarias, y "esta modalidad de instalación, como Ingenio eléctrico, pasa a ser la norma tecnológica hacia finales de la década del veinte"4. En 1933 se ampliará y en 1952 se instala la primera planta de refinación de azúcar y se consolida como agroindustria. Es el Ingenio modelo de la región.

Durante el período 1929-1950 se vive la diversificación empresarial con 22 ingenios. En 1928 se funda la Central Providencia de Modesto Cabal, el mismo año entra en funcionamiento Riopaila, con cerca de 600 obreros, propiedad de Hernando Caicedo, que tuvo un desarrollo promisorio por su cercanía a los mercados del antiguo Caldas y Antioquia5. El abogado Hernando Caicedo (1890-1966) se convirtió en el primer empresario colombiano del azúcar. Sintetiza su vocación de caballero de industria y capitán de empresa esta anécdota recogida por Antonio Oviedo: "- A usted doctor Caicedo se le acusa de estar enriqueciéndose a costa de los demás, se cuenta que le dijo un juez. [A lo que respondió Caicedo] - ¡No conozco todavía el primero que se haya enriquecido a costa de sí mismo!"6. La producción de los dos nuevos ingenios solamente entró al mercado nacional en 1933. En la década del treinta se fundan siete nuevos ingenios, tres de éstos en la zona del valle del alto Cauca: Castilla, Bengala y Mayagüez, dos en la Costa atlántica: Sincerín y Berástegui, uno en el Chocó: Sautatá y uno en Cundinamarca: San Antonio. Para 1945 ya había 18 ingenios en el área vallecaucana y 21 para 19557.

Caicedo descendía de la familia del primer Alférez Real de Cali en 1600, la cual tuvo por cédula real un mayorazgo hasta el período republicano. Los actuales municipios de Zarzal, Bugalagrande, Andalucía, Caicedonia y Génova constituían los predios de la Hacienda La Paila, propiedad de la familia Caicedo. En 1918, ya desaparecida esta heredad, Caicedo compró 400 plazas8 en bosques en Zarzal, en los márgenes del río La Paila. Aprendió del oficio azucarero en Cuba y fue exitoso empresario en el tabaco, la ganadería y otras actividades. Luego compra o se hace socio de otros ingenios como Providencia y funda la fábrica de dulces Colombina en 1927, que sería trasladada a Riopaila en 1931. Entre tanto, mantuvo su profesión de abogado litigante y asesor bancario, que le dio una prevalencia social que proyectó a la política. Caicedo se ocupó del estudio de asuntos económicosociales, en particular los atinentes al Valle del Cauca. Era un escritor sobrio y limpio, que indagaba con agudeza sobre la agricultura, la caña de azúcar, el carbón, la Amazonía, la tributación, la economía, las relaciones salariales y laborales, etc. Allí se encuentran algunas claves para explicar su conducta empresarial. Este texto es ilustrativo: "…aquí estamos enfrentados, casi en física guerra, empresarios y obreros, con la circunstancia que son los obreros, en definitiva, los que están dirigiendo la política laboral, que según el señor Presidente, es incumbencia privativa del Gobierno"9.

Caicedo era partidario de la primacía de la libertad de empresa y la propiedad privada, del congelamiento de los salarios dada la escasez de capital: "Colombia debe crear esa situación de bonanza antes de pensar en el alza de salarios"10. Consideraba que además del alza de salarios, los días feriados, cívicos y religiosos y el bajo rendimiento de los trabajadores del campo eran causantes de la inflación de costos, y declaraba con sentimiento de víctima: "En Colombia trabajamos dos días y descansamos uno, pero eso sí, el patrono tiene que pagarles a sus empleados los 365 días del calendario"11. Para él no debía mantenerse en "las discusiones entre empleadores y empleados la cuestión de salarios"12.

Para los setentas la importancia del Ingenio Riopaila en la economía del azúcar era de primer orden. En 1976, concentraba la mayor cantidad de tierras para la producción azucarera, entre arrendadas y propias, conservando dicho predominio en 1981. Para 1977 la familia Caicedo constituía el mayor poder de la industria azucarera colombiana, dueños del Ingenio Riopaila y Dulces Colombina, y socios en los Ingenios Bengala y Central Castilla, que también habían aumentado sus tierras en el período, eran igualmente socios de la Compañía Azucarera del Valle. Los tres ingenios concentraban más del 30% de la tierra destinada a la producción azucarera en la región. El poder de la familia no tenía discusión, era un actor clave en los sectores económicos y políticos decisivos de la región. Contaba con notable participación en el sector ganadero, financiero y de la construcción, así como también en los medios de comunicación.

2. El líder agrario

En los años sesenta el historiador del proletariado agrícola Nicolás Buenaventura realizó un balance del carácter del movimiento obrero, partiendo de esta afirmación: "En Colombia como en toda Latinoamérica el joven movimiento obrero ha sido agrarista desde sus inicios. Lo ha sido en el doble sentido del término: como "líder campesino"; (cabecilla no sólo de colonizaciones e "invasiones"; de tierras sino de grandes revoluciones agrarias) y como promotor y propagandista decidido de las soluciones que se basan en el "reparto negro"; de la tierra"13. Este historiador acoge explícitamente una perspectiva internacional: "…nos parece lo más sencillo echar mano de un material del economista Antonio García, porque a nuestro parecer es una visión panorámica que tiene las mejores condiciones de síntesis y objetividad"14. Se trata de un estudio sobre tres procesos revolucionarios en el Continente: México, Bolivia y Guatemala. Otro elemento central del método de Buenaventura y su equipo es la periodización histórica del desarrollo del movimiento obrero. Así, traza un arco histórico para el Valle del Cauca: "En el Valle por ejemplo podríamos decir que ella se abre con la huelga general de 1924, originada en un paro ferroviario por la jornada de ocho horas, y se cierra con el paro de transportadores de 1946, que convierte una huelga manufacturera en una formidable batalla política"15. Al lado de los sectores de transporte, la construcción, la minería, la nueva industria y las empresas medias, el sector azucarero es de gran relieve.

El primer sindicato del Ingenio Manuelita nace en 1935 y será legalizado en 1945. En 1936 adelanta la primera huelga reivindicativa, en que los trabajadores son reprimidos, despedidos "y la misma policía se encarga de sacarlos de los campamentos y <tirarlos a la carretera central>"16. No hay otras manifestaciones hasta 1944, año en que se crean nuevos sindicatos con patrocinio de las empresas y que en palabras de un sindicalista azucarero se hacen para "montarse en las organizaciones laborales de los ingenios"17. Lo que hace histórico al sector azucarero del proletariado y al sindicato de Manuelita es su perseverancia en las más duras condiciones, comenta Buenaventura: "A lo largo de "la violencia"; (segunda etapa de forzoso receso y destrucción de todo el viejo movimiento sindical), Manuelita se mantiene, sin embargo, como un "baluarte inexpugnable" y base permanente de lucha. En 1953 el sindicato presenta un pliego, y en 1956 toda la Junta Directiva es encarcelada y permanecen 83 días en presidio"18.

En 1960 los trabajadores del Ingenio Papayal pararon sus labores durante cinco meses buscando librarse de la tutela patronal. En 1964 estalla una huelga en la hacienda San José, propiedad de Manuelita, en 1966 en el Ingenio Arado y en 1969 en Papayal por despidos injustificados. En pequeñas industrias paneleras también se presentaron algunos paros durante los sesenta. La fundación de los sindicatos se dio así: Riopaila, 1944; Manuelita y Providencia, 1945; Central Castilla, 1954; Meléndez, 1955; Papayal, 1956; La Cabaña, La Carmelita y El Naranjo, 1959; El Porvenir, Pichichí y Tumaco, 1960; San Carlos, 1963; Bengala, 1969; y Cauca, 1971-1972. El contexto histórico de las luchas del proletariado agrario se va a situar con razón en la huelga bananera de 1928, con su antecedente en 1918, de la primera huelga en el sector. Además de ser un pleito de soberanía nacional, el movimiento buscaba emancipar al asalariado agrícola de su condición de paria, de "siervo sin tierra" a una condición de proletario moderno mediante un régimen laboral adecuado a ello19. Existió una intensa relación entre el problema agrario de carácter crónico en la sociedad colombiana y el proletariado agrario y su situación, conciencia y lucha con la clase trabajadora20.

A partir de la distinción en el seno de la clase trabajadora, Buenaventura centró buena parte del análisis en el proletariado agrícola, puesto que este fue junto con los mineros, petroleros y ferroviarios, fundadores del movimiento obrero en los veintes. Además, porque para 1968, con el desarrollo de la agricultura comercial era el sector más numeroso, con alrededor de un millón de asalariados. Aunque en el Ministerio del Trabajo se registran 335 sindicatos en 1962, eran "organizaciones muy pequeñas que mezclan asalariados con semiproletarios o campesinos pobres"21. La excepción a todo esto es la del proletariado azucarero, que en la plantación distingue entre el obrero de fábrica, el ingenio propiamente dicho y el de la plantación, el obrero agrícola. Es en el contexto de la empresa agrícola donde se realiza esta unidad de lo moderno fabril con lo asalariado rural. Entre 1960 y 1980, el porcentaje de obreros de campo frente a los de fábrica permaneció en un 70% del total de la mano de obra de los ingenios22.

La investigación de Buenaventura concluye, en lo referente a la conciencia de clase, que estos obreros ven a los explotadores más claramente a través del Estado y la política que de los patronos y los gremios, en tanto la ideología paternalista-patronal con sus valores y comportamientos marca la conciencia obrera23. Fueron los sindicalistas del dulce en el Valle, principalmente corteros y alzadores de caña, los que iniciaron en 1958-1959, la acción nacional por la estabilidad en el trabajo, cuyo punto culminante fue el paro general del azúcar en 1959, donde los huelguistas fueron baleados, con saldo de dos muertos. Esta participación de los corteros y alzadores se repite en la huelga de 1975-1976.

En 1967-1968, Buenaventura realizó su investigación en el momento de la destrucción del sindicalismo con la contratación en masa de los llamados "iguazos" y el aumento de la acumulación vía reducción de salarios24. En 1975, actualizó su objeto de estudio, mostrando la intensidad de la diáspora del campo a la ciudad, que las violencias de los cincuentas y sesentas habían incoado y disparado. La ecuación demográfica empieza a ser mayor para las ciudades en correspondencia con aumentos en la concentración de la propiedad territorial25. Se da un proceso de proletarización en la agricultura comercial del Valle del Cauca y otras regiones de país: asalariados de planta en haciendas e ingenios y temporeros (entre los que se cuentan los "iguazos") por el sistema de enganche de contratistas. La contradicción está en que los temporeros que eran el 91%, fueron campesinos sin tierra que se asumían como tales, participando en calidad de usuarios campesinos y, al mismo tiempo, vendiendo su fuerza de trabajo a un contratista-patrón, siendo proletarios de hecho.

Este temporero es trabajador sobreexplotado por un modelo de "capitalismo salvaje", con formas de despotismo propias de la constelación de poder del ingenio y la hacienda. Es un verdadero paria, sin estabilidad, seguridad social y que "tanto o más que el campesinado pobre y medio, está aplastado en todo su régimen de trabajo, por el monopolio de la tierra"26.

Nina S. de Friedemann singularizó esta condición de "iguazo" para el caso de hombres y mujeres negros que, "como los patos migratorios, se mueven de una plantación… a otra, rasguñando la tierra en busca de las sobras…", y dado que el hombre recorre el Valle en busca de trabajo, yendo de un contratista o ingenio a otro, "Es frecuente ver a las iguazas paradas con sus hijos, al borde de los potreros, esperando a que los guachimanes armados de escopetas les den luz verde para iniciar la requisa"27.

En su momento la Comisión coordinadora de los comités de peones agrícolas del norte del Valle, dio esta caracterización del proletariado agrícola:

"…conformado por dos sectores: Los obreros agrícolas o sea los asalaria-dos estables de las empresas agrícolas capitalistas, por ejemplo, los azucare-ros; los peones agrícolas, comprenden un mínimo de trabajadores estables y una inmensa mayoría de temporales llamados cosecheros, que se movilizan a distintos lugares según el ciclo de cosechas. Un amplio sector de los co-secheros son estables regionalmente, es decir, tienen un centro de actividad alrededor de su localidad de vivienda y desempeñan actividades distintas en los cultivos desde la limpia hasta la recolecta"28.

Y sobre el campesinado "propiamente dicho" este concepto: "compuesto por tres estamentos: campesinos pobres o semiproletarios (pequeña burguesía inferior del campo); campesinos medios (pequeña burguesía media del campo); y campesinos ricos (pequeña burguesía superior del campo)"29.

3. En el año de la Revolución cubana

Octavio Valverde en su libro nos recuerda: "Era el año 60 (…) Un año después de haber llegado a la HABANA, FIDEL, EL CHE GUEVARA y sus barbudos. En los cañales, se tenía la efigie de FIDEL, como la de un santo Bretón del antiguo cristianismo. La Revolución Cubana, había calado en la conciencia de miles y miles de explotados"30. Los activistas políticos y sindicales tenían conciencia histórica y clasista a pesar del atraso cultural que se daba en el entorno social del ingenio y en las poblaciones aledañas. Era una época de efervescencia de las izquierdas radicales y de politización de las aspiraciones y luchas. En un balance del movimiento se escribe esta síntesis, que ubica desde qué perspectiva se habla sobre esta huelga: "Así se gestan los ingenios con la expropiación y la dominación de una población de procedencia esclava y posteriormente peones, y campesinos pobres desalojados de su tierra. No es casual el odio, la radicalidad y explosividad que los cañeros demuestran en su lucha"31. Se señala como un hito de gran influencia el auge de masas a escala continental y su máxima expresión: la revolución cubana en 1959.

Es el período de la conformación de la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia, la CSTC, con dirección del Partido Comunista, que habiendo adquirido una influencia importante "consigue controlar los sindicatos obreros" ante el descontento por la cruenta violencia liberal-conservadora32. En julio de 1959, la Fedetav, seccional de la CSTC, pide al sindicato de Riopaila exigir la destitución de cinco obreros alegando que eran "pájaros" al servicio de la familia Caicedo. Ante la negativa de la empresa, estalla la huelga el 14 de julio. Los argumentos de la empresa ante el Ministerio son una paradoja para los trabajadores, porque aquella aparece defendiendo la convención colectiva vigente, que garantiza la estabilidad. El Ministerio del Trabajo declara la ilegalidad del movimiento según Resolución 918 de la misma fecha, y 92 trabajadores son despedidos. Sin embargo, todo el sector azucarero demuestra su solidaridad, presentándose varios paros entre el 3 y el 17 de agosto. Dicen estos memorialistas que "Los cañeros así unificados, realizan la gloriosa marcha del 59, que llega hasta el Paso del Comercio, donde caen asesinados por las balas oficiales dos compañeros: CHALACAN Y RODRÍGUEZ"33.

El sindicato que existía en el Ingenio desde 1944, al reactivarse la actividad sindical, luego de la caída del general Rojas Pinilla, eligió nueva Junta Directiva para el período 1958- 1959, y en octubre de 1958 se afilió a la Unión de Trabajadores del Valle, Utraval. Sin embargo, poco después hubo un nuevo cambio de presidente y vocales. La nueva Junta, presidida por Daniel Cortés desafilió el sindicato de Utraval y lo afilió a la Federación de Trabajadores del Valle, Fedetav. Ante el reclamo de Utraval, el sindicato se dividió en dos grupos, uno que apoyaba a la nueva junta y otro a favor de la destituida. Mientras esto ocurría la empresa decidió aumentar desde el 16 de marzo de 1959 -según sus datos-, en un 15% el pago a los trabajadores del Ingenio, tanto a los que estaban contratados a destajo como a los de planta, y dio conocimiento al Ministro de Trabajo, doctor Emiliani Román, de lo acontecido en el sindicato. El Ministerio anuló las decisiones tomadas en la asamblea de octubre y ordenó la realización de una nueva con todas las formalidades legales. "El 16 de mayo se reunió una nueva asamblea que ratificó lo hecho anteriormente y como esta asamblea se realizó con todas las formalidades, la directiva y las determinaciones tomadas fueron reconocidas por la Empresa"34. Por su parte la Fedetav elevó cargos ante el gobierno, acusando a la Empresa de parcialidad, dado que no procedía a sancionar a los trabajadores que amenazaban a sus afiliados.

Pasada la asamblea de mayo, la Junta Directiva presentó a la empresa un pliego de peticiones, que culminó en la firma de una nueva convención el 19 de junio, vigente hasta diciembre 31 de 1960, y que según la empresa representaba un aumento del 21.6% para los trabajadores. En opinión del árbitro Justo Díaz, sin necesidad de estudiar las cifras presentadas por la empresa, "es muy cierto que los trabajadores en virtud de la convención mejoraron notablemente y obtuvieron prestaciones extralegales". Aunque también "Puede ocurrir, dada la naturaleza del trabajo, que es bastante pesado, que esas prestaciones no satisfagan completamente las aspiraciones de los trabajadores…"35.

A partir del hecho objetivo de la disputa entre los miembros de los dos sindicatos, que estaba contaminada por las acusaciones y acciones de la violencia partidista, y de que la huelga realizada por el nuevo sindicato era producto de dicha confrontación, el magistrado Díaz optó por una interpretación ajustada al carácter formal-legal, y con esa perspectiva desestimó el trasfondo de la lucha de los trabajadores por el ejercicio autónomo del derecho de organización y defensa de sus intereses, y demostró la "ilegalidad" de la huelga por no responder a motivos estrictamente laborales. En la misma línea debe entenderse su consideración sobre las huelgas de solidaridad efectuadas por trabajadores de otros ingenios.

Que el paro del 14 de julio y los que se desarrollaron en solidaridad con los despedidos entre el 3 y el 18 de agosto de 1959 no hayan sido organizados por las directivas sindicales, fue argumento de duda en la declaración del presidente Lleras, quien exhortó a las directivas sindicales a recobrar el manejo de la política sindical "apartando a los elementos extremos que pretenden arrebatarle su dirección", advirtió que la ley colombiana no consideraba como ejercicio legítimo del derecho de huelga a los paros de solidaridad y expresó: "El Gobierno debe manifestar que no está seguro que dichos paros obedezcan a una directiva y a una organización sistemática, y que, al contrario, teme que a pesar de las reiteradas protestas de algunas directivas de no haber intervenido en su promoción hay motivos para creer que sus informaciones no son exactas"36.

El asunto de fondo en el conflicto fue la lucha por la independencia del sindicalismo patronal, que tuvo su punto más alto el 14 de agosto de 1959, cuando se realizó una marcha de cerca de 10.000 manifestantes, que partió en las horas de la tarde desde Palmira con destino a Cali, para reclamar del presidente Lleras Camargo, quien se encontraba en la Gobernación del Valle, el derecho de realización de acciones solidarias con los demás trabajadores en conflicto y para explorar el posible reintegro de los 92 trabajadores despedidos. Se paralizó la producción en 14 ingenios y en seis fábricas en Cali, estimándose en 50.000 trabajadores los participes, y según testimonio de Octavio Valverde, las mujeres de los trabajadores del Ingenio Central Castilla organizaron una movilización hacia Cali, la cual fue detenida en Candelaria37.

La controversia sobre la pertinencia y desarrollo de la huelga derrotada quedó planteada. El movimiento de los trabajadores y la actividad sindical entraron en reflujo. Hubo dispersión, confusión e ilusiones con las nuevas direcciones de la CTC (Confederación de Trabajadores de Colombia), hasta 1973, momento en que empezó a reanimarse el movimiento con la conformación del Sindicato de Industria del Dulce, que contó con la presencia de otras corrientes de izquierda y del sindicalismo. Se había perdido la hegemonía de la Fedetav-CSTC y por ende, del Partido Comunista en el movimiento trabajador, pero la UTC (Unión de Trabajadores de Colombia) y la CTC mantenían e, incluso, avanzaban en su presencia.

4. Noticias gordas

Para la gerencia del Ingenio Riopaila, desde el segundo semestre de 1973 y estando vigente la convención colectiva de trabajo hasta el 31 de diciembre de 1974, líderes de Fanal, la Federación Agraria Nacional, con dirigentes de la extrema izquierda revolucionaria crearon un ambiente de inconformidad y de descrédito de la Junta directiva del sindicato de base (con personería jurídica 195 de 1944), y "Como consecuencia de esta agitación se presentaron numerosos paros parciales, especialmente en el corte y alce de caña, sin que mediaran razones válidas"38.

El primer paro ocurrió el 27 de diciembre de 1973 en la sección de corteros y alzadores de caña de Tesorito, y fueron cancelados por la empresa 23 contratos, alegando violación e irrespeto con los funcionarios, y paralizar ilegalmente un frente de trabajo por varios días. El 2 de enero de 1974, se reanudó el paro "construyendo barricadas en las vías de acceso al Ingenio y en los frentes de corte"39. La fuerza pública intervino por la acción desatada. Empero, el paro se levantó por acuerdo, en virtud del reintegro de 13 de los 23 trabajadores despedidos y el pago de indemnización a los restantes diez que manifestaron su decisión de retiro. La desobediencia de los trabajadores al sindicato de base era creciente, y en los cuatro meses posteriores a este paro, hizo su aparición el Sindicato de la Industria del Dulce de Utraval -SID- afiliado a la UTC, logrando numerosas afiliaciones de trabajadores. Se desarrolló entonces, el dualismo sindical, legalizado por la Reforma Laboral de 1966. La empresa se entendió con los dos sindicatos, manteniendo, en su decir, "una posición de neutralidad"40.

Los protagonistas del conflicto estaban en su mayoría afiliados al SID, creado en 1970 y llegado a Riopaila en mayo de 197441, momento en que desplazó en importancia al sindicato de base afiliado a Festralva, que hacía parte de la CTC. Para 1975, el SID contaba con una sede central en Palmira y subdirectivas en Tulúa, Corinto, La Paila y Mayagüez, cobijando cerca de 7.000 trabajadores afiliados de los Ingenios Riopaila, San Carlos, Mayagüez, Trapiche, Paneleras y de la fábrica de Dulces Colombina, como del Ingenio Riopaila. Precisamente, la subdirectiva de La Paila reunía el mayor número afiliados, de aproximadamente 3.500 individuos.

Para la negociación de la nueva convención colectiva, la empresa recibió dos pliegos de peticiones, emanados de cada organización sindical. El Ministerio de Trabajo mediante resolución 44 de 29 de noviembre de 1974, de la División de Asuntos Colectivos, dispuso que la negociación se adelantara con una comisión integrada por partes iguales de los dos sindicatos, previa unificación de los pliegos. El sindicato de base la aceptó, al igual que la empresa, mientras el sindicato de industria rechazó la resolución. Conviene precisar que la ley laboral señalaba que la negociación debía adelantarse con el sindicato mayoritario. Los meses de noviembre y diciembre de 1974 y los tres primeros meses de 1975 fueron de permanente agitación, con paros escalonados e indisciplina laboral por parte del SID y de "dirigentes revolucionarios ajenos a la empresa"42, que buscaban se reconociera la potestad de este sindicato para adelantar las negociaciones. Del 13 al 17 de febrero de 1975, el sindicato de industria realizó un paro, y el 17 la División de Asuntos Colectivos lo reconoció como mayoritario, con todas las consecuencias legales.

Desde el 19 de febrero y por seis semanas se adelantaron negociaciones, lográndose en la etapa de conversación directa un acuerdo sobre la nueva convención, que fue firmada el 25 de marzo de 1975, con vigencia hasta el 31 de diciembre de 1976. La gerencia de la empresa señalaba que ello respondía a la tradición de lograr acuerdos convencionales en la negociación directa: "razón por la cual en la empresa jamás ha sido declarada una huelga legal, pues los paros que se han cumplido han sido ilegales, sin que haya mediado negociación de Pliego de Peticiones, tal como lo estipula el Código Laboral"43. Enfatizaba diciendo: "Se trata de una de las Convenciones Colectivas de Trabajo más amplias y generosas de cuantas se firmaron el año pasado en la Industria Azucarera y en otros sectores de la producción nacional". No obstante, "se implantó por parte del sindicato y de los trabajadores el sistema de realizar paros de actividades para respaldar cualquier exigencia", siendo "consignas de dirigentes de la extrema izquierda revolucionaria"44.

La situación que llevó a la declaratoria del paro el 14 de noviembre de 1975 fue confusa. Por un lado, los directivos sindicales firmaron un acta de acuerdo con la empresa y el Ministerio de Trabajo para superar reclamos presentados y, al mismo tiempo en Zarzal, un grupo numeroso de trabajadores decidió realizar el paro en toda la empresa, sin que los comités de Tuluá, Andalucía, Bugalagrande, El Overo, La Paila, La Victoria y Bolívar tomaran parte en las deliberaciones y decisiones. En este contexto de contradicciones se adelantó la huelga. A juicio del comité autor del balance, la empresa y la UTC veían bien la declaratoria del cese de actividades porque temían la fortaleza del sindicato de industria y veían debilitada su influencia. Decían: "Lo anterior no quita la responsabilidad que tiene aquel sector político de izquierda que en forma inconsecuente y aventurera, impulsa el paro sin hacer una análisis aproximado de la situación del momento, no solo en Colombia, sino en el sector y sus bases"45.

La razón alegada por el sindicato fue la constante violación de la Convención por parte de la empresa. Sin embargo, el jueves 13 de noviembre se firmó el Acta por parte de la Junta Directiva del Sindicato, la Empresa y el Inspector del Trabajo de Tuluá, en que se dice: "se pudo establecer que la empresa está cumpliendo estrictamente con los hechos denunciados…"46. El viernes 14, un grupo de trabajadores que había estado reunido la noche anterior en Zarzal con dirigentes revolucionarios declaró un paro en toda la empresa. Buscaron la intervención del Inspector del Trabajo de Tuluá, doctor Eutiquio Martínez para informar a la Ministra, Maria Elena de Crovo, quien mediante resolución 004730 de 17 de noviembre, decidió declarar la ilegalidad del movimiento, reconociendo a la empresa Riopaila el derecho de despedir a todos aquellos trabajadores que persistieran en el paro por cualquier causa, medida que cobijaba a los directivos con fuero sindical.

El sindicato buscó mantener el movimiento, e "hicieron mofa de esta disposición oficial". El 18, la empresa presentó ante el Inspector del Trabajo de Tuluá la autorización para el despido de 140 trabajadores, a lo que éste accedió. La empresa procedió a instar mediante boletines el regreso al trabajo, advirtiendo que si "persistían en su posición de rebeldía y desacato a la ley", se cancelarían los contratos y se incorporaría nuevo personal. Se acudió a la radiodifusora de Zarzal y Tuluá, para leer cada media hora el llamado de la empresa. La versión de la empresa fue, que si se daba el retorno al trabajo "no se tomarían represalias, ni se impondrían sanciones, ni se harían recriminaciones de ninguna naturaleza"47. Salta a la vista el carácter protocolario de esta promesa ante el despido de 140 trabajadores y la falta de reconocimiento del movimiento. Ante el rechazo a volver al trabajo se canceló el contrato a 298 trabajadores48.

5. Piedras versus bala

La relación con el aparato estatal fue candente. Especial papel en esta función jugó el Batallón Tesorito, ubicado en Zarzal, cuyo emplazamiento había sido financiado por los Caicedo González. Este contingente de 500 soldados, fue movilizado la noche anterior a la declaratoria del paro para controlar las instalaciones de la empresa: fábrica, oficinas, campo, cañal, vías. La empresa por su parte, puso a disposición su infraestructura y transporte para la tarea represiva, intimidando tanto a dirigentes como activistas y endosándoles la responsabilidad de lo que ocurriera. Se procedió a leer las disposiciones gubernamentales sobre estado de sitio y a disolver la concentración proletaria, mientras que los uniformados del batallón Tesorito en La Paila y Zarzal, reprimían el conato de paro de solidaridad. Por su parte la Policía también actuó en connivencia con la empresa. Trescientos agentes que recibían de ella 70 pesos diarios en alimentación, agentes del F-2 y del DAS completaban el cerco montado sobre el Ingenio y las poblaciones vecinas, con la misión de "mantener" el orden público. Asumieron el papel de vigilancia y seguimiento de los huelguistas, y detuvieron a los activistas solidarios que concurrían de distintos sitios del departamento y del país. Los agentes del DAS alimentaban las listas de despidos que el Gerente, Luis Sanclemente, publicó amparado en la resolución 004730, que declaraba ilegal la huelga y retiraba la personería jurídica al SID, congelando sus fondos. Según los trabajadores el número de despedidos llegó a 800, aunque la empresa sólo reconoció haber cancelado el contrato a 488 empleados. Eso sin contar los trabajadores de otros ingenios que fueron despedidos aprovechando la ilegalización del sindicato.

La empresa procedió entonces a la incorporación de nuevo personal "contando para ello con la abundante oferta de mano de obra debido al alto porcentaje de desempleo que padece el país".49 Es de destacar el énfasis de la gerencia en afirmar el cumplimiento de todos los requisitos laborales, obligaciones prestacionales y alzas salariales, al igual que indemnizaciones. Para los patronos, la empresa registró una completa y total normalidad "donde se viene laborando con orden, disciplina y entusiasmo"50. La plena actividad del Ingenio para febrero de 1976 era, según sus informes, una realidad.

Fueron varios los eventos que se desencadenaron el 19 de enero de 1976 con el asesinato de los trabajadores José Dolores Cardona y Gustavo Hurtado, día en que se dio también la represión de los estudiantes de bachillerato en Tuluá y el cadáver de Hurtado fue secuestrado por la policía. Las mujeres por su parte pusieron su cuota de sacrificio. De acuerdo al testimonio de una obrera herida, en el hospital San Rafael de Zarzal, "vio a Fabio Gómez, directivo del sindicato atravesado por una bala en la nuca" y a "Velsi Vanegas herida por una bala en la cabeza"51. Entre las consignas: "¡Contra el Estado de Sitio!", "¡Abajo la explotación capitalista!", "¡Camilo, Guevara el pueblo se prepara!", "¡Luchar, vencer, obreros al poder!", se encuentra "¡MUJER PROLETARIA APRENDE A LUCHAR POR TU CLASE!"52. El Comité Femenino fue decisivo en la organización de toda la huelga. Después de estos acontecimientos tres de sus organizadoras fueron llevadas al Buen Pastor donde realizaron huelga de hambre como protesta53.

La radicalización del 19 intentó llegar hasta Roldanillo, donde estarían al día siguiente los presidentes Omar Torrijos de Panamá y Alfonso López Michelsen de Colombia para denunciar en un escenario diplomático e internacional la situación de los trabajadores. Los hechos de ese día se resumen en la frase de Fabio Olaya, dirigente sindical de Riopaila, durante el conflicto: "Cambio de piedras por bala" 54.

En reacción, los comités de base y de los trabajadores de Bugalagrande, Roldanillo, Zarzal, La Paila realizaron protestas por casi una semana. Las formas de lucha popular fueron múltiples: barricadas, pedreas, mítines, enfrentamientos físicos, coordinación de la resistencia con cadenas humanas solidarias. Todo esto en un marco de ira e indignación del radicalismo proletario. Con la militarización de las carreteras y ciudades en la región, La Paila quedó convertida en un encierro con control militar. Una oleada de protestas, no sólo sindicales, sino también estudiantiles y populares se realizaron entre el 23 y el 26 de febrero, promovidas por el comité pro-encuentro del sindicalismo independiente55.

Sin embargo, la represión produjo más persecución y criminalización de los activistas y dirigentes. Un Consejo Verbal de Guerra a órdenes de la III Brigada y del juzgado 76 de Instrucción Penal Militar, fue convocado para el lunes 16 de febrero de 1976, bajo la acusación de asonada, incendio y asociación para delinquir56. Para ese entonces hacían presencia trabajadores de empresas como Sofasa de Medellín, Anchicayá de Cali, Aluminio Alcán de Cali, Tejidos Única de Manizales, IMPA de Palmira, Cicolac de Bugalagrande, el Comité Intersindical del Valle, Sintrapopular, Sidelpa, entre otras, para expresar su solidaridad, así como numerosos activistas políticos57.

El 17 de enero de 1976 fue enviada una carta a los presidentes López y Torrijos a través de su publicación en Alternativa, que le dio un amplio y documentado cubrimiento a esta huelga y a otros conflictos en el período58. La carta indica una conciencia política avanzada en la ubicación del carácter de clase del conflicto al mostrar sintéticamente la constelación de los poderes dominantes y su articulación con el Ingenio Riopaila y sus propietarios. En ella se buscaba a través del sistema de preguntas mostrar que el presidente López estaba encubriendo frente a su homólogo, el general presidente Omar Torrijos, la cruel realidad de explotación y represión del gobierno y el sistema. En la carta se destacaba la amenaza, que a juicio de los corresponsales, sufrían las esposas de los trabajadores, por parte de los Caicedo González59.

6. La tenaza de la prensa

Uno de los aspectos más relevantes de la constelación del poder fue el control informativo frente a la huelga. El diario Occidente era propiedad de Álvaro H. Caicedo, a su vez Senador y accionista de El Siglo en Bogotá, dirigido este último por Álvaro Gómez Hurtado. Con los propietarios de El País, los Lloreda Caicedo, existían vínculos familiares, políticos y económicos. Además el Ministro de Gobierno, Cornelio Reyes, era oriundo del Valle y mantenía fuertes relaciones políticas con los propietarios en su condición de conservador. Se había establecido toda una tenaza política y económica.

El País se limitó a resaltar las consecuencias negativas del conflicto. Informó de la captura del cura italiano Giorgio Bussoni, bajo la acusación de agitación del orden público, afirmando que ésta era resultado de una investigación adelantada en el Ingenio, y destacando que coincidía con las denuncias hechas por el Ministro de Gobierno Cornelio Reyes, "quien señaló la existencia de un numeroso grupo de religiosos que han venido participando en movimientos subversivos en diferentes regiones del país"60. Al día siguiente, indicó que el cura Bussoni había promovido la huelga "en asocio con presuntos miembros del MOIR" y presentó las siguientes declaraciones de un vocero del sindicato de base de los trabajadores azucareros: "desde el comienzo dejó entrever sus ideas revolucionarias (…) Insistía en el cambio social y en la igualdad de derechos, y sus predicaciones estaban dirigidas a los jóvenes"61. Bussoni fue detenido por el DAS la noche del 14 de noviembre y se le mantuvo prisionero frente al ingenio para escarmentar al pueblo. Posteriormente fue llevado a Roldanillo, Tuluá, Cali y Bogotá, donde se le incomunicó hasta su deportación. Una comisión del sindicato viajó a Bogotá para buscar la intervención de la embajada italiana, pero fue desatendida62. Por su parte, el pueblo de La Paila aclaró en documento público que las actividades del sacerdote fueron comunitarias y solidarias y que no se involucró en la huelga.

El 27 de diciembre de 1975, El País anunciaba una posible solución al "diferendo" en Riopaila. Según informe de Silvio Montaño Arango, de la Inspección Nacional del Trabajo de Tuluá, el conflicto estaría en vías de solucionarse mediante un "acta especial" firmada por la empresa el 19 de diciembre en la que "hace constar que no tomará represalia alguna contra los trabajadores que no han sido despedidos, y que participan en el paro, si éstos retornan a sus labores antes del 5 de enero". Informaba que "la mayor parte de los trabajadores estaban dispuestos a regresar a sus trabajos", pero su decisión se veía interferida por "elementos ajenos al sindicato" y al propio corregimiento que "tratan de capitalizar la inconformidad de los obreros con fines exclusivamente políticos"63. Resaltaba la preocupación de diversos sectores de Zarzal por los efectos económicos y sociales del conflicto, puesto que prácticamente un 50% de la actividad comercial de la población dependía de los ingresos de los trabajadores de Riopaila y por la confrontación entre miembros del Sindicato de la Industria del Dulce y Festralva64.

Los hechos del 19 de enero de 1976, recibieron tratamiento de problema de orden público. Se afirmaba que como resultado de los "violentos enfrentamientos" ocurridos en La Paila, cuando la policía buscaba despejar la carretera central que había sido bloqueada por "centenares de obreros huelguistas […] que exigen el reintegro de 500 trabajadores despedidos a raíz de otra huelga declarada ilegal", habían sido heridos "a bala y piedra" 35 civiles y cinco agentes y agregaba que "versiones no confirmadas oficialmente señalaron […] que un agente de la policía y dos obreros […] habrían sido muertos a bala"65. Por su parte el periódico El Pueblo, dirigido por Marino Rengifo de filiación liberal-Llerista vetó la información sobre el conflicto, lo que produjo la renuncia airada de seis periodistas: Daniel Samper Pizano, Héctor Rincón, Víctor Villanueva, Luis Guillermo Ángel, Pilar Tafur y Rosita Mora. Sólo se permitió la noticia sobre la expulsión del sacerdote italiano Giorgio Bussoni66.

7. La pelea por la pelea

De acuerdo con Fabio Olaya, el SID nació en el seno de la Federación Agraria Nacional (Fanal), controlada "por curas" de tendencia de derecha. Sin embargo, por el momento histórico de crecimiento de las luchas y de influjo revolucionario se convirtió rápidamente en el sindicato mayoritario, siendo una característica de su de su acción lo que Olaya califica de "la pelea por la pelea"67. Entre sus primeras actuaciones estuvo el reintegro de 25 trabajadores, despedidos en noviembre de 1974 y reinsertados en 1975, seguida de la negociación de la convención en febrero-marzo del mismo año, que sería sistemáticamente incumplida por la empresa, convirtiéndose en la causa fundamental de la huelga.

Los trabajadores de campo (siembra, corte, alce, transporte) pusieron el mayor número de personas y dirigentes. Entre ellos se destacaron Eliécer Meneses, entonces Presidente del Sindicato y Jesús María Muñoz, líderes del proletariado agrícola. Olaya calcula que el Ingenio pudo tener entre 1.800 a 2.000 trabajadores, de los cuales 4/5 partes eran de campo, entre los cuales habo entre 100 y 120 mujeres repartidas en tres turnos, en la sección de empaque, llamada el Azucarero. Desde abril los trabajadores denunciaron ante la Oficina Regional del Trabajo en Tulúa la violación de más de 40 puntos de la convención por parte de la empresa, sin que el Inspector del Trabajo adoptara ninguna medida, dilatando su respuesta, en un comportamiento que para los trabajadores evidenciaba la complicidad con el Ingenio, para darle tiempo de desvirtuar cada una de las reclamaciones68.

Dicha situación se prolongó por espacio de siete meses, mientras el malestar de los trabajadores crecía. El 12 de noviembre de 1975 se presentó un paro en una sección de corte de caña en Zarzal. Al día siguiente, se realizó una audiencia entre los representantes de los trabajadores y de la empresa, con la participación de ocho dirigentes sindicales, entre los cuales estuvieron Diosdado Mendoza, Jesús Valencia, Salazar, Olaya, Atahualpa y Nelson Varela. En la reunión, que duró aproximadamente ocho horas, se hicieron evidentes las divisiones en el interior de los obreros por posturas ideológicas. La fractura se presentó cuando dos miembros del PC-ML (Partido Comunista - Marxista Leninista), para los que la huelga ya estaba decidida y se iniciaría la madrugada del 14, se retiraron de la reunión sin dar explicación alguna. En palabras de Fabio Olaya, la huelga se debió afrontar y defender cuando ya era un hecho, lo sucedido a su entender fue una "traición que no tiene nombre". Además, en la reunión el Presidente del sindicato extrañamente sólo denunció la violación de 17 puntos de la convención69.

Producto de la intransigencia de los representantes de la empresa y del cansancio, los dirigentes que permanecieron en la reunión accedieron a firmar un documento el cual se reconocía que la empresa estaba cumpliendo con los acuerdos convencionales, un error que les causó mucho daño, pues la empresa utilizó el documento para desvirtuar las reclamaciones de los trabajadores y, por supuesto, el paro. Terminada la reunión, los miembros del sindicato se dirigieron a rendir informe de lo ocurrido a los Comités de Base que constituían el núcleo de la organización. Entre bases y dirigentes se daba un proceso permanente de retroalimentación y de corresponsabilidad, dinámica que fue definitiva para el sostenimiento del movimiento. Para Fabio Olaya estas lecciones de organización directa siguen vigentes en la actualidad.

Sobre el conflicto de sectores de la izquierda que dividía a los dirigentes, al punto de percibirse casi como enemigos, Olaya afirma que el paro les permitió reconocerse como luchadores en las mismas condiciones y con el mismo objetivo. Recuerda como dirigentes valiosos a Jesús Valencia y a los hermanos Diosdado y Oswaldo Mendoza.

Las corrientes políticas en el interior del sindicato fueron: el ML (Marxismo-Leninismo) y todas sus vertientes (20 o más), que lo hegemonizaron y "eso fue una gran falla"; el ELN, comandos camilistas; un sector pequeño de Espartaco70; el Bloque Socialista y el Moir; mientras que el Partido Comunista no apareció mucho. Recuerda a Fabián Estrada de Cartagena como un importante líder entre los socialistas. Entre los grupos culturales se destacaba El Son del Pueblo. Para Olaya es claro que la posición infantil de la izquierda en Riopaila dejó perder el mayor potencial en la industria del Valle del Cauca, por su postura paternalista, que no consulta a las bases. Al finalizar el movimiento, en mayo de 1976, unos 1.500 trabajadores quedaron despedidos. Esta situación fue considerada como "un golpe enorme"; en la que los trabajadores fueron remplazados por gente del Pacífico, Chocó, traídos por la empresa cubriéndoseles todos sus gastos. El SID quedó prácticamente destruido y la correlación de fuerzas regresó a la situación anterior: Festralva quedó con su sindicato de base de clara filiación patronalista. "Nos mataron el niño en la cuna, se perdió una gran oportunidad". "Terminada la huelga la desbandada fue terrible", muy pocos asumieron el trabajo del comité de despedidos, pero lo más doloroso, fue no haber hecho un balance propio, que no hubiese continuidad en la lucha71.

Olaya recuerda igualmente que la solidaridad en el interior del movimiento, así como la que recibieron de diversos sectores obreros, estudiantiles (de los colegios de La Paila, de Zarzal, del Gimnasio del Pacífico en Tulúa, de estudiantes de la Universidad del Valle, que realizaron varias marchas en Cali, con enfrentamientos con la policía y detenidos), campesinos, la ANUC (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos), religiosos y otros, les permitió en esos seis meses aprender mucho más de "política clasista" que en años de lucha.

El apoyo del sindicato de Cicolac y de sus dirigentes fue clave, debido a su experiencia, combatividad y particularmente porque a través de ellos se consiguió asesoría jurídica en diversos momentos del conflicto. El movimiento fue una escuela sindical clasista, un ejemplo de lucha y combatividad. Entre los líderes sindicales se destacó la figura de Héctor Daniel Useche, un hombre de "carisma arrollador, fuera de serie, de gran fortaleza ideológica y mental"72. Useche surgió del Partido Liberal, fue Concejal de Bugalagrande. Cuando ingresó a Cicolac, descubrió la realidad obrera y se comprometió totalmente, al ser un luchador sindical que ocupó todos los cargos de dirección del sindicato. La huelga de Riopaila fue el momento culminante de su labor social, siendo su papel en el conflicto, "la muestra más grande de solidaridad de clase", que permitió convencer a todos de la importancia de solidarizarse y apoyar la huelga. El sindicato asesoró en la legislación laboral, ayudó en la búsqueda de asesores, en lo económico y en lo simbólico, siendo su figura y su labor definitiva. Al retirarse del sindicato continuó su labor en el cooperativismo, al mantener un papel central en las luchas cívicas, hasta que fue asesinado. Este asesinato fue interpretado como el precio por su incansable y transparente lucha.

Colofón

En el movimiento fue muy importante la presencia de la mujer y la familia e incluso, constituyó un elemento de unidad y de combatividad en el campamento durante los primeros tres o cuatro meses de paro, sin embargo, las condiciones, cada vez más difíciles, por el cerco que las autoridades hicieron, por la escasez de recursos, por la falta de dinero (deudas de servicios públicos, en los colegios, etc.) y por el agravamiento de problemas de salud, afectaron duramente a numerosas familias obreras, causando una verdadera crisis y la disolución de varias de ellas. Fue entonces cuando se reactivaron los comités de esposas y mujeres, labor en la que fue decisiva la participación de Luz Myriam Cano, una gran líder natural, perteneciente al Azucarero. Según Fabio Olaya, las trabajadoras del Azucarero tuvieron gran peso en la pelea, aunque en el momento no se les reconoció toda su importancia por el machismo de los dirigentes. Junto a ella había otras tres o cuatro mujeres de liderazgo, dos de ellas de Zarzal, una de apellido Tiosa. Del comité de esposas en Cicolac, se destacó la compañera Ligia. Estas mujeres y esposas fueron a una huelga de hambre en diciembre del 75.

La ciudad proletaria, nombre con que fue bautizado el barrio creado por los huelguistas, era una espacialidad de 300 ranchos de caña y estera construidos colectivamente por las familias proletarias, donde vivían 101 núcleos familiares con cerca de 1000 trabajadores. De este barrio dependían los más de 3000 huelguistas y sus familias.

Fue una organización comunitaria con fuertes lazos de convivencia que expresaba la fortaleza cultural-social de la huelga. También fue escenario, como un gran palenque, donde había presentaciones teatrales, musicales, conferencias, debates y toda una gama de actividades sociales. A través de un altoparlante se acostumbraba informar a la comunidad y se retransmitían discursos del Che y Fidel Castro, al igual que canciones y lecturas.

Este campamento, al que los obreros sencillamente llamaban El Chinazo (la cocina), fue una verdadera escuela, un foro, visitado por miembros de la izquierda, del gobierno -allí la ministra Crovo expuso el punto de vista oficial-, del teatro, etc. "Todos los que iban nos daban clase". El Chinazo se ubicó frente a la entrada del Ingenio, paralelo a la vía férrea, allí permanecieron concentrados los trabajadores y sus familias, organizados en diferentes comités. La estructura organizativa del campamento, el comité de paro, estaba conformada por dirigentes del sindicato, dirigentes políticos que los acompañaban y dirigentes sindicales solidarios, dándole un carácter amplio, aunque complejo73.

En El Chinazo "estaba toda la gama étnica colombiana"; había colonias nariñenses, caucanas, mestizos, negritudes, vinculados como trabajadores y algunos en solidaridad. "Vivían como una sola familia, sin exclusiones". Ningún grupo se aisló de los demás, había vasos comunicantes entre todos74. Un gran sector de los obreros eran negros del Pacífico nariñense y caucano, fundamentalmente estaban en las labores de corte y alce. Pero, según Olaya, lastimosamente los pocos dirigentes negros eran casi todos patronalistas, como uno de apellido Asprilla y un compañero Girón.

Se debe destacar la autoorganización de los trabajadores más allá del sindicato, como fueron los Comités de activistas de base, forma directa y democrática de participación. Estos Comités a su vez tenían un Comité Coordinador general de la Huelga conformado primero por 21 trabajadores, número que se redujo a 12. El poder decisorio lo mantenía la Asamblea General, que se reunía periódicamente.

En verdad, se trata no de una huelga en Riopaila, sino de varias con epicentro en distintos ingenios y trapiches, en que el Ingenio Manuelita fue la matriz inicial de la industria y de las huelgas. Las dos grandes movilizaciones aquí estudiadas tuvieron como motor a Riopaila y sacudieron la sociedad señorial-burguesa del Valle del Cauca, con repercusiones en la política nacional y en la conciencia de los trabajadores en el país. No existe continuidad lineal en las luchas, ni un acumulado permanente. Pero sí existe una tradición de luchas, unas memorias que constituyen la praxis histórica de la clase trabajadora. La lucha antiesclavista en la sociedad colonial y republicana tuvo una profundidad y radicalismo de gran dimensión, y se mantuvo en una saga de recuerdos y olvidos, de recuperaciones y herencias en la cultura popular radical.

Vanguardismo y espontaneidad parecen constituir el balancín de las actitudes prácticas en la declaratoria del movimiento, con un fondo de beligerancia en las bases, de una tradición de lucha del proletariado azucarero y de los rebeldes negros del Valle y del Cauca. Esta huelga no se explica sin el gran movimiento de los trabajadores del azúcar en 1959 y los hilos de continuidad entre la memoria y el olvido de la gesta libertaria de los afrodescendientes.


** Este artículo es resultado de la investigación en curso “Sobre luchas de la clase trabajadora en Colombia 1970-1980”, dirigida por el profesor Mauricio Archila. La Universidad Nacional de Colombia (sede Bogotá) concedió al autor una Comisión de Estudios para su realización, en el marco del Doctorado en Historia de la misma Institución.

1 Ricardo Aricada, "Las CTA del sector azucarero ¿Flexibilización, o salvajismo laboral?", Cultura y Trabajo 69 (2006).

2 Nina S. de Friedemann y Jaime Arocha, De sol a sol. Génesis, transformación y presencia de los negros en Colombia (Bogotá: Planeta, 1986), 15.

3 Véase: Phanor Eder, El fundador (Bogotá: Antares, 1959); Henry Eder, Manuelita S.A. 1864-1894 (Cali: Manuelita S. A., 1994); D. García Vásquez, Los hacendados de la Otra Banda y el Cabildo de Cal (Cali: Tipografía Gutiérrez, 1928); V. Patiño, Esbozo histórico sobre la caña de azúcar y la actividad azucarera en Colombia y en el Valle del Cauca (Cali: Asocaña, 1976); S. Perry y Plazas, "Manuelita" Una historia centenaria (Bogotá: Agra, 1964); Luis Sanclemente, "La industria azucarera en el Valle del Cauca". Documentos Nueva Frontera 43 (1979).

4 José María Rojas, "Sociedad y economía en el Valle del Cauca", en Empresarios y tecnología en la formación del sector azucarero en Colombia, 1860-1980, Tomo V (Bogotá: Biblioteca Banco Popular, 1983), 62.

5 José María Rojas, "Sociedad y economía", 58-72.

6 Antonio Oviedo, "Hernando Caicedo, hombre de trabajo";, en Ensayos económicos y sociales, ed. Hernando Caicedo (Cali: Norma, 1965), 403. El libro recoge textos de Caicedo y de otros autores sobre la personalidad y realizaciones del empresario.

7 José María Rojas, "La configuración de la agroindustria azucarera", en Sociedad y economía, capítulo 3.

8 Una plaza corresponde a 6.400 mt2. poco más de la mitad de una hectárea: 10.000 mt2. En el Valle es una medida de uso permanente en las transacciones comerciales. Esta unidad de medida es utilizada en las estadísticas de la Secretaría de Agricultura de la Gobernación del Valle. Ver la clásica monografía de Simeone Mancini, Tenencia y uso de la tierra por la industria azucarera del Valle del Cauca, Vol. IV (Cali: Acto Agronómico, 1954). Ver igualmente: José María Rojas, "Sociedad y economía".

9 Hernando Caicedo, "Lluvia de pliegos de peticiones", en Ensayos económicos, 45.

10 Hernando Caicedo, "A propósito de un fallo presidencial", en Ensayos económicos, 52.

11 Hernando Caicedo, Ensayos económicos, 52.

12 Hernando Caicedo, "La inflación engendra espíritu de clases", en Ensayos económicos (versión Barcelona: agosto 27 de 1959), 61.

13 Nicolás Buenaventura, "Movimiento obrero: líder agrario", Estudios Marxistas 2 (1969): 6. La Revista Estudios Marxistas fue fundada y editada en Cali, por intelectuales y profesores de Sociales de la Universidad Santiago de Cali, militantes del Partido Comunista, liderados por Nicolás Buenaventura.

14 Nicolás Buenaventura, "Movimiento obrero: líder agrario", 12. El material de Antonio García a que hace referencia el autor es la ponencia presentada por aquél al VIII Congreso Latinoamericano de Sociología, El Salvador, 1967 y publicada posteriormente en la Revista Pensamiento Crítico, La Habana, 1969. Dos trabajos clásicos sobre el desarrollo del capitalismo en la agricultura: Karl Kautsky, La cuestión agraria (Bogotá: Latina, sf. y Vladimir Lenin, "El desarrollo del capitalismo en Rusia", en Obras completas, Tomo III (Buenos Aires: Cartago, 1957).

15 Nicolás Buenaventura, "<Conciencia de clase> en obreros del Valle del Cauca". Estudios Marxistas 3 (1970): 6-48. Estudio del CIM (Centro de Investigaciones Marxistas), dirigido por Nicolás Buenaventura.

16 Nicolás Buenaventura, "<Conciencia de clase>", 30. La reseña de la Memoria de estos sucesos fue elaborada con base en monografías sobre ésta y otras historias por los veteranos del movimiento, lo que le da al Trabajo del CIM una significación en la recuperación directa de la memoria de los protagonistas.

17 Walter Gómez Barón, "El proceso técnico azucarero. El proletariado del azúcar: sus condiciones de trabajo y vida" (tesis, Universidad de los Andes, 1985), 74.

18 Nicolás Buenaventura, "<Conciencia de clase>", 31.

19 Nicolás Buenaventura, "Movimiento obrero: líder agrario", 25.

20 Para una caracterización del proletariado bananero ver: Ignacio Torres Giraldo, La gran huelga bananera. Documento mecanografiado, sf. Una caracterización actual del proletariado agrícola en la investigación sobre Indupalma, de Álvaro Delgado, "El conflicto laboral en el Magdalena Medio", en Conflictos, poderes e identidades en el Magdalena Medio 1990-2001, en Mauricio Archila y otros eds. (Bogotá: CINEP, 2006), 156.

21 Nicolás Buenaventura, "Clase obrera y <Marginados>", Documentos Políticos 77 (1968): 24.

22 Tecnicaña (Bogotá, Asocaña, 1981). Anexo estadístico. La formación de la Asociación es explicada por Oscar Gerardo Ramos así: "Circunstancias de índole laboral en los ingenios, y la amenaza de una reforma agraria, aconsejaron la cohesión empresarial de los azucareros. Así surgió la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar de Colombia, Asocaña, en 1959". Oscar Gerardo Ramos, Historia de la cultura empresarial en el valle del río Cauca (Cali: Corporación Financiera del Valle, 1996), 271.

23 Nicolás Buenaventura, <Clase obrera y "Marginados>", 40.

24 Nicolás Buenaventura, "Iguazos, proletarios y parias en el azúcar", Estudios Marxistas 1 (1969).

25 Nicolás Buenaventura, "Proletariado agrícola: caso del trabajo temporero", Estudios Marxistas 8 (1975).

26 Nicolás Buenaventura, "Proletariado agrícola: temporeros", Estudios Marxistas 9 (1975): Conclusión. Un fresco testimonial sobre los "iguazos";, los poblados y la miseria que los acompaña puede leerse en las memorias de Octavio Valverde, un veterano organizador y educador sindical: "Por los cañales desfilan los iguazos. Van en busca de trabajo tras las máquinas recogiendo grano por grano… Allí van, con sus ropas raídas, como banderas de combate. Familias enteras deambulan aquí y allá, cantando su nostalgia como mirlas arrojadas de sus nidos. La gente morena añora su costa, la pesquería, su arroz con coco, bailando su merecumbé… siempre adelante… Hacía dónde?... a los barrios bajos… donde el hombre vive apilado sobre el hombre… A la fábrica?" Octavio Valverde, Testimonios sindicales (Cali: Otra vuelta de tuerca, 1983), 64.

27 Nina S. de Friedemann y Mónica Espinosa. "Las mujeres negras en la historia de Colombia", en Las mujeres en la historia de Colombia. Mujeres y sociedad, Tomo II, Magdala Velásquez, coord. (Bogotá: Presidencia de la República, 1995), 65.

28 Comisión Coordinadora del Norte del Valle, "Sobre la organización gremial de los peones agrícolas", septiembre de 1974. Documento del archivo personal del sociólogo José María Rojas, facilitado para esta investigación.

29 Comisión Coordinadora del Norte del Valle, "Sobre la organización". Ver igualmente: "Ponencia presentada por el Sindicato Nacional de Trabajadores Agrícolas a través de su Comisión Preparatoria del Primer Encuentro Departamental de Trabajadores Agrícolas", El País, Cali, 6 de junio de 1975, 19. Este encuentro se llevó a cabo en Bugalagrande el 5 de junio de 1975. La Comisión Departamental del Sindicato Nacional de Trabajadores Agrícolas publicaba el periódico volante "Organicémonos". Otra caracterización sobre el proletariado agrícola está en la "Ponencia sobre organización y trabajo en el proletariado agrícola", presentada ante el III Congreso de la ANUC, 1974. Documentos cedidos por José María Rojas.

30 Octavio Valverde, "Paro Nacional Azucarero"; en Testimonios sindicales, 60.

31 Comité de Despedidos de Riopaila, "La huelga de Riopaila. Una escuela para la lucha obrera" (Bugalagrande, octubre 1 de 1977), 3. Destaco igualmente el documento: "Situación en Riopaila" del grupo de Extensión Cultural "José María Melo" (diciembre 7 de 1975). Presenta un primer balance de las clases en la región y del papel de la empresa y el Estado en el conflicto, así como unos breves antecedentes históricos del mismo. Documentos cedidos por José María Rojas.

32 Comité de Despedidos de Riopaila, "La huelga de Riopaila", 4.

33 Comité de Despedidos de Riopaila, "La huelga de Riopaila", 4-5.

34 Justo Díaz Rodríguez, Laudo arbitral sobre el despido de 92 trabajadores de Ingenio Riopaila, Ltda. (Cali: Asociación Nacional de cultivadores de Caña de Azúcar, sf), 12.

35 Justo Díaz Rodríguez, Laudo arbitral, 16.

36 Justo Díaz Rodríguez, Laudo arbitral, 10; "La declaración presidencial", El Tiempo, Bogotá, 11 de agosto, 1959.

37 Octavio Valverde, Testimonios sindicales, 61.

38 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes y hechos relativos al paro ilegal declarado por un grupo de trabajadores de Ingenio Riopaila Ltda." (Cali, febrero de 1976, Ingenio Riopaila), 1. El Comité de huelga respondió, Sindicato de Trabajadores de la Industria del Dulce, "Comunicado a la clase obrera y al pueblo colombiano" (Riopaila, marzo de 1976). Publicado en La voz de los oprimidos y reproducido por la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia. Documento cedido por José María Rojas. Apartes del documento aparecieron en la revista Alternativa bajo el título "Un costalado de mentiras", Alternativa 75 (1976).

39 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes", 2. El subrayado es mío.

40 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes", 3.

41 El Sindicato de la Industria del Dulce, particularmente la seccional de Tuluá, publicó una serie de comunicados y boletines de orientación y acompañamiento previos al conflicto, que van de febrero a noviembre de 1974.

42 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes", 3.

43 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes", 4. La Convención constó de 9 capítulos y 39 artículos. Por la Empresa firmaron Luis Ernesto Sanclemente, Gerente, Simón Payán, Alfonso Ramírez y Julio Riascos; por los trabajadores Antonio Salazar Guzmán, Alfonso Vargas Tovar, Fabio Olaya Ochoa y Jesús Asprilla Moreno; y por el Ministerio de Trabajo, Alcides Arenas, Jefe de la División de Asuntos Colectivos de la Dirección Regional del Trabajo del Valle.

44 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes".

45 Comité de Despedidos de Riopaila, "La huelga de Riopaila", 12.

46 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes", 6.

47 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes", 11.

48 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes", 11.

49 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes", 12.

50 Luis Ernesto Sanclemente, "Comunicado. Antecedentes", 12.

51 Alternativa 67 (1976): 16. En la misma edición aparece una relación provisional de heridos en el informe de Luis Ibáñez, asesor jurídico de la USO y de los huelguistas de Riopaila: "Francisco Agudelo, Humberto Castro, Isaac Gómez, María Valencia, Aldemar Franco, Ángel Pérez, José Benavides y José Estupiñán".

52 Comité de Despedidos de Riopaila, "La huelga de Riopaila.", 21. Con mayúsculas en el documento.

53 "80 días de huelga en Riopaila ¡Cómo se lucha, cómo se vive!", Alternativa 68 (1976): 18.

54 Entrevista a Fabio Olaya (Cali -Tuluá, septiembre de 2006). Fabio Olaya es tulueño, de una familia numerosa, 12 hermanos, de padre albañil y madre dedicada al cuidado de la familia. Terminó sus estudios de secundaria en el Gimnasio del Pacífico en Tulúa, trabajó en Good Year y luego en el Ingenio Riopaila, en la zona de Zarzal era muestrero en la producción de caña, y a causa de la huelga fue despedido, vinculándose por un tiempo a Manuelita, después continuó su trabajo sindical en Cicolac, hoy Sintrainal, al retirarse de allí se dedicó a la organización cívica y comunitaria, así como al cooperativismo.

55 Alternativa 69 (1976).

56 Alternativa 70 (1976).

57 Mauricio Archila ed. Las huelgas del "Mandato Claro"; (Bogotá: CINEP, 1985). Cicolac hizo un préstamo de $300.000 y sus trabajadores aportaban $50 cada uno; también los trabajadores del Banco Popular en Tuluá y de Sidelpa en Cali acordaron cuotas periódicas, y funcionaban comités de solidaridad en Buenaventura, Manizales, Armenia, Palmira, Cali y Tuluá. Véase: Alternativa 68 (1976): 16-18.

58 La revista Alternativa fue eficaz en su información, pluralismo y oportunidad, colocándose como un periodismo al servicio de los intereses de los trabajadores, un periodismo situado, polémico, pero no neutro.

59 Alternativa 67 (1976).

60 El País, Cali, 18 noviembre, 1975, 1.

61 El País, Cali, 19 noviembre, 1975, 8.

62 Alternativa 61 (1975).

63 El País, Cali, 27 diciembre, 1975, 22.

64 El País, Cali, 9 enero, 1976, 8.

65 El País, Cali, 20 enero, 1976, 1.

66 Alternativa 65-66 (diciembre de 1975 - enero de 1976).

67 Entrevista a Fabio Olaya. Cali -Tuluá, septiembre de 2006.

68 Entrevista a Fabio Olaya. Cali -Tuluá, septiembre de 2006.

69 Entrevista a Fabio Olaya. Cali -Tuluá, septiembre de 2006.

70 Organización perteneciente a la IV Internacional -dirigida por Ernest Mandel-.

71 Entrevista a Fabio Olaya. Cali -Tuluá, septiembre de 2006.

72 Entrevista a Fabio Olaya. Cali -Tuluá, septiembre de 2006.

73 A manera de ejemplo, entre una gran cantidad de publicaciones volantes y declaraciones de solidaridad, documentos cedidos por José María Rojas, destacamos: "Obrero socialista", Órgano agitacional del Bloque socialista (Pereira, diciembre 15 de 1975); "Solidaridad con los trabajadores de Riopaila", suscrito por Causa popular, Proletario, Bloque socialista, Lucha obrera, Unión revolucionaria socialista (Cali, noviembre de 1975); Diferentes comunicados y boletines informativos del Comité Coordinador de la Huelga, "La huelga de Riopaila: La hora del paro de solidaridad", Comité de Obreros Socialistas (marzo de 1976); "El Clasista", (agosto-diciembre de 1976); "Mensaje de los trabajadores agrícolas del Comité de Tuluá a los trabajadores de Riopaila en paro a la clase obrera y al pueblo en general", Comité de Trabajadores Agrícolas de Tuluá (diciembre 29 de 1975); Sindicato de trabajadores de industrias metálicas de Palmira S. A., "Hoy como hace 10 meses ¡¡¡Viva el paro!!!" (Diciembre 3 de 1975); Resolución # 7 del Sindicato de Trabajadores de la Compañía Colombiana de Alimentos, S. A. CICOLAC, "Por la cual se dá (sic) una proletaria solidaridad" (Bugalagrande, noviembre 21 de 1975); de la arremetida patronal contra los intereses obreros y solidaridad con los trabajadores de Riopaila. Sindicato de Trabajadores del ICSS-Valle, "Denuncia pública" (Cali, diciembre de 1975).

74 Entrevista a Fabio Olaya. Cali -Tuluá, septiembre de 2006.


Bibliografía

Fuentes primarias:

Archivos:

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Central Unitaria de Trabajadores, regional Valle del Cauca, Cali.        [ Links ]

Archivo personal del sociólogo José María Rojas, Cali.        [ Links ]

Publicaciones periódicas:

Revista Alternativa, Bogotá 61, 65-70, 75 (1975-1976); Revista Documentos Políticos, Bogotá 77 (1968); Revista Estudios Marxistas, Cali - Bogotá 1-3, 9 (1969-1970, 1975); periódico El País, Cali, junio 1975 - junio 1976; periódico El Tiempo, Bogotá, agosto 1959.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

Entrevistas:

Fabio Olaya. Cali -Tulúa, septiembre de 2006.        [ Links ]

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