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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.38 Bogotá maio/ago. 2009

 

ENTENDIENDO LOS OBJETOS Y LAS MERCANCÍAS EN PERSPECTIVA HISTÓRICA: PRESENTACIÓN DEL DOSSIER "OBJETOS Y MERCANCÍAS EN LA HISTORIA"

Camilo Quintero Toro
Historiador de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. M.A. y Ph.D. En Historia de la Ciencia, Universidad de Wisconsin, Madison, Estados Unidos. Actualmente se desempeña como profesor asistente en el Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Entre sus publicaciones recientes se encuentra: "La ciencia norteamericana se vuelve global: el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York en Colombia" en Revista de Estudios Sociales 31 (2008):48-59 y "¿En qué anda la historia de la ciencia y el imperialismo? Saberes locales, dinámicas coloniales y el papel de los Estados Unidos en la ciencia en el siglo XX," Historia Crítica, 31 (2006):151-171. cquinter@uniandes.edu.co



Cuando Historia Crítica generosamente me invitó a coordinar el dossier que se incluye en esta edición de la revista, tanto colegas como el grupo editorial de la revista me sugirieron aclarar un poco mejor la siguiente pregunta: ¿qué se entiende por historia de los objetos y las mercancías? El presente escrito busca hacer una explicación breve de esta pregunta, al mismo tiempo que presenta los artículos que componen el presente número de la revista.

Lo cierto es que hace un poco más de dos décadas la vida de los objetos y las mercancías empezó a ganar un papel importante dentro de los estudios históricos, sobre todo desde una perspectiva social y cultural. Fueron en buena parte los antropólogos -con una amplia experiencia en pensar temas relacionados con la cultura material y el lugar de los objetos en diferentes sociedades- quienes llamaron la atención de los historiadores sobre la importancia de mirar con ojo más crítico el flujo de objetos y mercancías a lo largo de la historia. Con la publicación del libro de Sidney Mintz, Sweetness and Power: the Place of Sugar in Modern History en 1985, así como de la colección editada por Arjun Appadurai, The Social Life of Things: Commodities in Cultural Perspective en 1986, muchos historiadores empezaron a pensar con seriedad en el lugar que podían tener las cosas para repensar eventos y cronologías en la historia1.

En vez de tomar a las personas, las regiones o los países como los actores principales de la historia, estos autores demostraron que los objetos o las mercancías y su constante flujo a nivel global podían entenderse como motores centrales del desarrollo histórico. Hacer un seguimiento histórico del azúcar o de los tapetes persas, entre otros, permitió enlazar culturas diversas y aparentemente inconexas -por ejemplo el mundo de los trabajadores caribeños con la clase obrera inglesa en el siglo XIX-, al mismo tiempo que presentó nuevas luces sobre temas tan variados como la naturaleza del capitalismo moderno o la importancia del consumo en las relaciones sociales. En últimas, la idea era entender que, por un lado, las cosas adquieren significado a través de las personas y que cuando miramos las cosas en movimiento éstas iluminan el contexto -o los contextos- en dónde se mueven; y por otro lado, la influencia cultural, política y económica de la producción, el flujo y el consumo de mercancías en la creación del mundo moderno.

A lo largo de la última década del siglo XX y los primeros años del siglo XXI la historia ha visto una explosión de libros sobre objetos y mercancías. En poco menos de dos décadas han aparecido trabajos que toman como eje central alguna cosa, y muchos de ellos han desarrollado nuevos e inesperados argumentos sobre las sociedades y los periodos históricos que trabajan. Historias sociales y culturales del café, los bananos, el chocolate, la cocaína, el arroz, la sal, la pimienta, las especias, las flores, los bienes europeos importados en América Latina y los objetos científicos, entre muchos otros, hicieron presencia en librerías y bibliotecas alrededor del mundo. Estos trabajos dieron origen a lo que hoy se conoce dentro de la academia inglesa y norteamericana como commodity history. La palabra commodity no es fácil de traducir al español, pues tiene varios significados. Podría traducirse como mercancía, bien, cosa e incluso entidad. Es por esto que al hablar de commodity history en este número de Historia Crítica se está pensando en una historia de objetos y mercancías.

Los trabajos que han aparecido en estos últimos años reflejan una gran diversidad con aportes varios a la historiografía y a la academia en general. Muchos son historias que se encargan de conectar regiones y sociedades, al tiempo que buscan hacer aportes a temas tan diversos como lo pueden ser la historia ambiental, la historia de la comida, la historia de la ciencia o el orientalismo. Alrededor de los bananos, por ejemplo, John Soluri realizó un estudio complejo y novedoso acerca de las relaciones económicas, laborales y medioambientales entre Estados Unidos y Honduras a lo largo del siglo XX2. Judith Carney estudió el arroz y la manera en que los esclavos africanos trasladaron y adaptaron sus tecnologías y saberes sobre su cultivo al mundo colonial estadounidense, sentando una base importante de la economía colonial norteamericana3. Wolfgang Schivelbusch estudió el flujo de pimienta y especias para comprender mejor las imágenes culturales que Occidente desarrolló sobre Oriente durante la Edad Media4. Paul Gootenberg utilizó la cocaína como el eje central de un libro editado que buscaba entender las dimensiones médicas, comerciales y políticas de una mercancía que a lo largo del siglo XIX y XX conectó lugares tan diversos como Colombia, Perú, los Países Bajos y los Estados Unidos5.

En otras palabras, parte de la invitación de estos y otros trabajos consiste en entender que los objetos y las mercancías nos ayudan a pensar en una historia global que ha tenido múltiples conexiones desde hace varios siglos. La idea, en lo posible, es seguir la cadena que recorren estas 'cosas' para tener un mejor entendimiento del contexto histórico del lugar en que se producen o extraen, así como del lugar en donde se consumen.

Los autores y autoras que contribuyeron en este primer dossier que Historia Crítica publica sobre el tema se pueden enmarcar dentro de una perspectiva que ve en las prácticas de consumo de objetos y mercancías un motor histórico, el cual no ha sido muy estudiado dentro de la historia latinoamericana desde una perspectiva social y cultural. El dossier está compuesto de cinco artículos que nos hablan del consumo y la simbología de mercancías desde la época colonial hasta el siglo XX en Colombia, Chile, Cuba y Argentina.

El trabajo de Ana María Otero Cleves -que debe ser visto como un complemento sustancioso al trabajo que Arnold J. Bauer inició hace algunos años sobre la importancia de las mercancías importadas dentro de la historia latinoamericana6- hace un estudio del consumo de bienes ingleses en Bogotá a lo largo del siglo XIX. Para la autora, el consumo de bienes extranjeros se convirtió en un mecanismo importante para la construcción de una identidad nacional y de clase dentro de las élites bogotanas. El anhelo de alcanzar la modernidad europea, un sueño que la mayoría de los bogotanos de clase alta compartían, se vio reflejado en un alto consumo de objetos como sombreros de copa, vajillas o tapetes provenientes de Inglaterra. Al mismo tiempo, sin embargo, este consumo buscó que las clases privilegiadas de la capital colombiana pudieran diferenciarse de las clases sociales bajas, a las cuales consideraban atrasadas e incivilizadas. Usar un abrigo hecho con tela inglesa sirvió, por lo menos desde la perspectiva de la aristocracia, para diferenciarse de una población que usaba ruanas rústicas tejidas localmente.

Si Otero Cleves dedica su atención al estudio del consumo de bienes ingleses en Colombia en el siglo XIX, Fernando Purcell centra su trabajo en el consumo de películas norteamericanas -una mercancía irresistible, como él la denomina- en la sociedad chilena de comienzos del siglo XX. Purcell estudia la llegada de la industria cinematográfica a Chile como un punto de apoyo para pensar en el surgimiento del imperialismo norteamericano en América Latina en este período. Purcell usa las películas para argumentar que este imperialismo también tuvo un corte cultural que no se puede dejar de lado, complementando así el trabajo que desde hace algunos años académicos como Amy Kaplan, Gilbert Joseph o Ricardo Salvatore7, entre otros, han desarrollado para pensar el impacto cultural norteamericano a nivel internacional en el siglo XX. Purcell, sin embargo, deja en claro que los chilenos tuvieron poder de acción. Más que una imposición, el consumo de películas de Hollywood creó espacios que, aunque reflejaban relaciones asimétricas entre estadounidenses y chilenos, permitieron interacción y negociación dentro de un imperialismo de mercado emergente.

El consumo de mercancías, sin embargo, no sólo se debe entender desde perspectivas más internacionales o globales como lo hacen en éste número Otero Cleves o Purcell. El estudio del consumo desde una perspectiva local también genera herramientas interesantes para el oficio del historiador. Esto es precisamente lo que hace Edgardo Pérez Morales al estudiar la relación entre consumo y vida material en el colegio jesuita de la ciudad de Antioquia en Colombia entre 1726 y 1767. Dialogando y apoyándose en los trabajos de académicos de Bauer y Appadurai, Pérez Morales toma fuentes primarias poco estudiadas como los libros de gastos y los registros de deudas para reconstruir la historia de la vida cotidiana de los jesuitas en Antioquia durante el siglo XVIII. A partir de mercancías tan diversas como el maíz, los frijoles, el oro, el hierro, las velas o los libros, el autor muestra cómo los objetos que rodeaban el colegio jesuita hacían parte de un tejido en el que se conectaban significados espirituales, actividades cotidianas y redes comerciales. Así mismo, el autor se encarga de mostrar cómo el entorno material de los esclavos y la valoración tan distinta que se le podía dar al tabaco, la canela, la pimienta Jamaica o una capa de tela generaba relaciones jerárquicas dentro del mundo de los esclavos en Antioquia.

Por último tenemos dos autoras que enfocan sus estudios en la simbología que tienen los muebles para entender la vida cotidiana. Aida Morales Tejeda toma el universo material de las élites de Santiago de Cuba como punto de referencia para entender algunas de las transformaciones culturales que marcaron la vida cubana en el siglo XIX. Haciendo una aproximación desde lo que la autora llama las "Ciencias del Arte", explica cómo los muebles que compraron y utilizaron los santiagueros en el siglo XIX reflejaron la llegada de nuevas mentalidades traídas por inmigrantes de Francia y Saint Domingue. La compra de pianos, así como de nuevas sillas y mesas cuyo fin era más decorativo que utilitario, fue entendida por muchos aristócratas como un paso importante para emular el mundo francés, así como para dar un paso importante hacia la modernidad. Por otro lado, Cecilia Edith Moreyra cuyo artículo compone el Espacio estudiantil de este número de la revista, ve en el estudio de los muebles una herramienta importante para entender el mundo cotidiano de la ciudad de Córdoba a fines del siglo XVIII. A través del estudio de sillas, mesas de comedor y camas matrimoniales, entre otros, la autora llega a conclusiones sugestivas sobre las relaciones de género, las dinámicas familiares y las jerarquías sociales en el mundo colonial argentino.


Comentarios

1. Sidney Mintz, Sweetness and Power: the Place of Sugar in Modern History (New York: Viking, 1985); Arjun Appadurai ed. The Social Life of Things: Commodities in Cultural Perspective (Cambridge: Cambridge University Press, 1986).

2.John Soluri, Banana Cultures: Agriculture, Consumption, and Environmental Change in Honduras and the United States (Austin: University of Texas Press, 2005).

3. Judith Ann Carney, Black Rice: the African Origins of Rice Cultivation in the Americas (Cambridge: Harvard University Press, 2001).

4. Wolfgang Schivelbusch, Tastes of Paradise: a Social History of Spices, Stimulants, and Intoxicants. (New York: Vintage Books, 1993).

5. Paul Gootenberg ed., Cocaine: Global Histories (New York: Routledge, 1999).

6. Arnold J. Bauer, Goods, Power, History: Latin America's Material Culture (Cambridge: Cambridge University Press, 2001).

7. Amy Kaplan y Donald E. Pease, Cultures of United States Imperialism (Durham: Duke University Press, 1993); Gilbert Joseph, Catherine LeGrand, and Ricardo Donato Salvatore, Close Encounters of Empire: Writing the Cultural History of U.S.-Latin American Relations (Durham: Duke University Press, 1998); Ricardo Donato Salvatore ed., Culturas imperiales: experiencia y representación en América, Asia y Africa (Rosario, Argentina: Beatriz Viterbo, 2005).


BIBLIOGRAFÍA

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