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Historia Crítica

Print version ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.39 suppl.1 Bogotá Nov. 2009

 

SOBRE LA PLURALIDAD Y LA EXTENSIÓN DE LAS RELACIONES ENTRE LOS PAÍSES: UNAS REFLEXIONES BÁSICAS*

Luis Eduardo Bosemberg
Historiador y Magíster en historia moderna de la Universidad de Heidelberg, Alemania. Profesor Asociado del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Miembro del grupo de investigación Historia del Tiempo presente (Categoría A1 en Colciencias). Sus áreas de interés son la historia de Europa moderna y contemporánea y la historia del Medio Oriente contemporáneo. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: "Kolumbien", en Handbuch der Antisemitismus. Judenfeindschaft in Geschichte und Gegenwart. Länder und Regionen, Band 1, comp. Wolfgang Benz (Munich: K.G. Saur Verlag, 2008), 196-198; "The U.S., Nazi Germany, and the CIAA in Latin America during WWII", en The Rockefeller Archive Center. Publications Research Reports: Research Reports Online. Rockefeller Archive Center (New York: 2009), 1-12, www.rockarch.org; "El conflicto palestino-israelita: una propuesta para la negociación", Colombia Internacional 69 (enero - junio 2009): 142-161. lbosembe@uniandes.edu.co.


RESUMEN

Después de hacer una breve síntesis de cierta historiografía sobre el problema de las relaciones entre los países, el autor quiere mostrar, vinculando a las diversas escuelas y con algunas reflexiones, que dichas relaciones son plurales y extensas. Por ello, para llamarlas propone el término de redes.

PALABRAS CLAVE
Relaciones internacionales, redes, actores, historiografía, modernización, asimetría.


ON PLURALITY AND THE SPREAD OF RELATIONS BETWEEN COUNTRIES: SOME BASIC REFLECTIONS

ABSTRACT

After a brief synthesis of a select historiography on the problem of the relations between countries, the author shows, by linking various schools and with his own reflections, that these relations are plural and wide, and proposes the term "networks" to discuss them.

KEY WORDS
International Relations, Networks, Actors, Historiography, Modernization, Asymmetry.


Introducción

El problema del estudio histórico de las relaciones internacionales es tan complejo como el estudio de la historia y, junto con ella, ha evolucionado desde una relativa simplicidad hasta plantear hoy en día un conjunto diverso y complejo de enfoques, en los que por supuesto no hay consenso.

Una propuesta sobre el estudio histórico de las relaciones internacionales debe tener en cuenta una multiplicidad de análisis que provienen de diversos campos de estudio de la historia. De ahí, pues, que lo que aquí se presenta son tan sólo unas cortas reflexiones sobre la complejidad del problema en cuestión. En ese orden de ideas, la historia, que cada vez ha abarcado más temas y enfoques, ha postulado más tipos de historia y da la pauta para abordar nuestro tema. Es decir, se deben extraer muchos elementos de esa historia que es cada vez más plural.

Este ensayo propone dos cosas: por un lado, hacer un recuento muy corto de la relación entre el estudio de la historia y el de las relaciones internacionales. Se trata de mostrar que así como esos dos estudios en el siglo XIX mantenían una mirada estrecha -eran básicamente historia política-, la evolución de la historia como disciplina, o si se quiere, la multiplicidad de enfoques creados en el siglo XX hicieron también posible que las relaciones internacionales asimismo anduvieran por este camino. Es decir, ambos estudios al andar de la mano han dejado de ser una mirada unilateral para convertirse en una mirada amplia y compleja. Por el otro lado, se quiere presentar a manera de apuntes para una discusión, lo que hemos denominado una mirada amplia y compleja en el estudio de la historia de las relaciones internacionales.

Si hiciéramos un esquema de los estudios históricos tendríamos, inicialmente y a tono con el siglo XIX, a la cabeza la historia política y debajo de ella las relaciones exteriores, es decir, éstas últimas eran parte constitutiva de aquella -prácticamente conformaban una identidad-. Pero con el tiempo, ya en el siglo XX y con la aparición, por ejemplo, de una historia social o de las mentalidades, etc., se reforzó el estudio de las relaciones exteriores a partir de una compleja diversidad. De esta manera, se quiere plantear el estudio de la política exterior en un sentido amplio. Se puede argumentar, inicialmente y en términos generales, que existieron relaciones visibles, las interestatales, diplomáticas, comerciales y culturales, pero al mismo tiempo existieron las no visibles, las que no mojaban prensa y que no eran muy conocidas. Se trata pues, de una ampliación del concepto de las relaciones internacionales. Pero antes, para contextualizar nuestras reflexiones, queremos de manera muy sucinta mirar cuál ha sido el recorrido de la visión que tienen algunos historiadores de las relaciones internacionales. Aunque me referiré más al ámbito alemán, y que me perdonen los anglosajones y sus seguidores, queremos de todas maneras mostrar unas pautas y unas transformaciones, ya que este ámbito fue pionero en los inicios, aunque luego otros le aventajarían. En aras de la brevedad, nos referiremos a los alemanes como una historia que ejemplifica los cambios, y en un corto contrapunteo, a los franceses y a otros. Es decir, el trabajo no intenta ni mucho menos hacer una síntesis bibliográfica sobre el tema de las relaciones internacionales.


1. historia del problema planteado

1.1.La vieja Escuela

Desde la primera mitad del siglo XIX hasta la actualidad, historia y relaciones internacionales han pasado por fases, desde una concepción sencilla hasta lograr cada vez más matices y profundidades diversas. Ya en el siglo XIX los alemanes acuñaron el término Primat der Aussenpolitik (la primacía de la política exterior). Del gran historiador Leopold von Ranke proviene el afamado dictum de que la estructura interna de un país está en función de sus relaciones internacionales. Es decir, las presiones de índole externa determinan la estructura interna de cada Estado. Además, siendo éste el actor principal se le define como una concentración de poder nacida históricamente de la necesidad de luchas por el poder1. Dos procesos coincidían y explican el nacimiento de este enfoque: la ciencia como disciplina (los alemanes hablaban de ciencia histórica) y el surgimiento del Estado-nación alemán. El Estado para Ranke no era parte de alguna tendencia general, su esencia no se desprendía de una teoría abstracta, como el contrato social, sino que estaba impregnado de vida propia, era "vida", un "individuo"2 Se trataba de una visión que tendía a ser universal.

Sin embargo, no todo era tan homogéneo. En la segunda mitad del siglo XIX la monumental obra de Heinrich von Treitschke, Deutsche Geschichte im Neunzehnten Jahrhundert (Historia alemana del siglo XIX), en cinco volúmenes, mostraba que si bien, por un lado, el Estado era el núcleo constitutivo, éste era defnido como la "sociedad en su organización esencial" y en consecuencia presentaba desarrollos culturales y económicos y confictos en donde la vida social era un elemento importante del poder político. Esa visión refejaba toda una época de movimientos sociales, politización, intervención estatal y de profundas transformaciones3 A Treitschke, junto con Sybel y Droysen se les llama la escuela de Prusia (Borusische Schule) y su diferencia con Ranke consistía en que hacían una historia nacional y por ende enaltecían al Estado-nación -en este caso, obviamente, al alemán-.

De todas maneras, la investigación se centraba en la acción relevante del Estado en aspectos del campo diplomático, militar y económico. Para la investigación histórica, las fuentes constituían los informes de los diplomáticos, los tratados y sus negociaciones y los documentos de los ministerios de relaciones exteriores. Sobresalían, sobre todo y por lo consiguiente, los actores implicados, si se quiere los actores visibles, es decir, los responsables en la toma de decisiones en forma de estrategias alrededor de la conservación u obtención de un poder. Se trataba de una historiografía que se basaba en las experiencias históricas alemanas.

El trauma y la derrota en la Primera Guerra mundial del Imperio alemán no modificaron ese esquema. La gigantesca mayoría de historiadores alemanes continuaron en la línea de aquel Estado fundado por Bismarck, es decir, a pesar de la derrota y la consiguiente revolución para ellos el Imperio era la gran culminación de la historia nacional. No obstante, surgieron las primeras críticas contra la propuesta rankeana. En 1928 Eckart Kehr publicó una serie de trabajos que establecían la relación entre política externa e interna. Influenciado por una Rusia bolchevique, Kehr fue para Gerhard Ritter, otro distinguido historiador de la vieja escuela nacionalista conservadora o idealista alemana, un "comunista" que debería "de hacer su posdoctorado en la Rusia bolchevique"4 Habría que esperar hasta mediados de los años sesenta para que, en el marco de la historia social, Hans-Ulrich Wehler, no solamente publicara estos viejos trabajos5, sino además, junto con otros académicos, teorizara sobre dicha relación y ésta se aceptara como un método válido6

1.2. La nueva escuela

De forma un poco más tardía, en Alemania se pasó de la glorificación del Estado nacional a la búsqueda de otros horizontes. Para los alemanes 1945 fue la cesura: la "catástrofe alemana" (como rezaba el reputado librito de otro de los grandes historiadores alemanes, Friedrich Meinecke) o la caída del Estado nacional. Los franceses ya había iniciado una propuesta renovadora en la primera mitad del siglo XX que estaba vinculada a los Anuales para los que la gran crítica consistía en declarar a la historia política, y por ende, a la de las relaciones internacionales, como historia de hechos, para los alemanes consistía, como señalamos, en una excesiva glorificación del Estado.

En la década de 1960 alemanes y franceses plantearon el total abandono de la "primacía de la política exterior". Así pues, se comenzaba aquí a invertir el dictum rankeano de manera definitiva: los alemanes con Fritz Fischer y Hans-Ulrich Wehler, y los franceses con Pierre Renouvin y Jean-Baptiste Duroselle y su obra pionera Introduction á Vhistoire des relations internationales de 1964, que resaltaba la importancia de vincular la política interna y la externa, no sin grandes resistencias, siendo la más conocida la de Raymond Aron. Pero la gran cantidad de trabajos, coloquios y la fundación del Instituí de relations internationales contemporaines confrmaban el camino iniciado por aquellos pioneros. Como diría Duroselle, no existe ningún acto de política extranjera que no sea un aspecto de política interna. Más aún, no sólo hay evidentes interacciones entre la una y la otra, sino además una primacía reconocida de lo interno sobre lo externo. El concepto clave era "las fuerzas profundas" (forces profondes) que resaltaba fuerzas y mecanismos que rebasaban las acciones individuales y que tenían una influencia directa o indirecta en las relaciones exteriores7

Se podrían citar otros enfoques desde la ciencia política. El llamado enfoque realista, que surgió después de la Segunda Guerra mundial, veía el Estado como el actor principal articulante de los diversos intereses, pero también desconocía otros actores, es decir, no tenía en cuenta la política interna8 Otra teoría, la interdependencia, ve el Estado como un ente más complejo e incluye otros elementos para explicar la política externa, vinculando ésta última con la interna; además, hace énfasis en explicaciones económicas descuidando planteamientos políticos y diplomáticos, pero resalta una dependencia mutua. Por eso para analizar relaciones entre desarrollados y subdesarrollados se estableció la teoría de la dependencia, en donde la relación entre los actores externos e internos era asimétrica (al contrario de la teoría de la interdependencia), y las variables explicativas, múltiples. Las discusiones giraban alrededor de la primacía de los factores externos o la dialéctica entre lo interno y lo externo y se integraban variables económicas y políticas. De todas maneras, en el proceso había que tener en cuenta las condiciones específicas de cada país9

Intentando sintetizar, podemos clasificar cuatro escuelas sobre estudios de política exterior -basadas más que todo en textos alemanes sobre historia de Alemania-, pero que de una u otra manera representan propuestas importantes10 La escuela marxista, que cuenta con diversas interpretaciones sobre las que no vale la pena entrar en detalles, ya que ha sido bastante universalizada. Las bases primigenias fueron las tesis sobre el imperialismo que provenían de la pluma Lenin. En el contexto de la lucha de clases, el capital financiero era el gran agente de la política exterior -y otras variantes-. La segunda escuela, con Hallgarten, quien con un enfoque de cierta tendencia marxista, enfatiza el papel de grupos de presión, pero individualiza con la presencia de prácticas políticas por parte de intereses específicos de negocios o por parte de intrigas de grupos o individuos particulares. Individuos en posiciones claves dentro del Estado que estaban conectados, directa o indirectamente ya fuese por vínculos familiares o financieros, con grupos económicos específcos11

La tercera y la cuarta cuenta entre los más renombrados a Fritz Fischer y Hans-Ulrich Wehler, quienes estudiando al Imperio alemán veían en la estructura social, la estructura política y la dinámica económica las grandes causas del imperialismo alemán. Fischer agregó con un enfoque de tipo cultural valores ideológicos, especialmente las actitudes antidemocráticas, y ve la expansión (léase política exterior) como consecuencia de un nacionalismo virulento especialmente dentro de la elite gobernante12 Wehler con su célebre tesis sobre el imperialismo social planteó un modelo: el imperialismo (léase también aquí política exterior) constituye un factor de integración de las masas con las clases dirigentes. Las opciones en política exterior son utilizadas por diversos grupos para lograr un consenso y preservar el orden interno contra embates de adversarios. La clase alta y la media se unen contra la izquierda. Mejor dicho, se trata de la expansión como estrategia defensiva para contrarrestar los efectos de la democratización. Para conservar el orden conservador había que expandirse. En el fondo de todo esto están los procesos modernizantes, como la industrialización y la democratización13

Para terminar esta primera parte queremos presentar y resumir dos excelentes ensayos que sintetizan la pluralidad en el análisis de las relaciones internacionales en la actualidad: uno de Wehler, "'Moderne' Politikgeschichte? Oder: Willkommen im Kreis der Neorankeaner vor 1914", y otro del francés Pierre Milza, "Politique intérieure et politique étrangère"14 Allí se sugiere que hay que considerar el sistema político, ya que no es lo mismo un estado democrático que contaba con diversas intensidades con una sociedad civil y un estado autoritario en donde, también con diversas intensidades, desde arriba se tomaban las decisiones. Hay que identificar la estructura del sistema de dominio, ya que de allí pueden partir diferentes objetivos, opciones y métodos de política exterior. Allí estaba inserta la jurisdicción, el campo de acción tanto estratégico como táctico de los actores. Las decisiones eran el resultado de una reflexión donde los actores sopesaban intereses basados tanto en información como en los campos de actuación, en el marco de las posibilidades de decisión, que eran reguladas por un sistema de dominación. Hay que mostrar, también, el comportamiento de una estructura social que antecedía de manera dinámica y plural a una toma de decisiones. Existían, pues, una cantidad de actores formales, como lobbies o grupos de presión, partidos, el Ministerio de Relaciones Exteriores, las representaciones diplomáticas, los medios, que incluían intereses encontrados en el aparato estatal, tales como ministerios rivales, comisiones parlamentarias o de política exterior, o grupos de consejería, como consejos de seguridad. También había grupos informales o extraconstitucionales que se localizaban por fuera de los canales previstos o regulares, como think tanks o círculo de consejeros.

En el campo de las subjetividades se plantea que la política estaba vinculada con las corrientes de pensamiento y que la relación entre ideología, formas de pensar y política interior y exterior era compleja. Los Estados se legitimaban con discursos, pero el mero discurso no explica la política exterior. Es más, inclusive las contradicciones entre la ideología y las acciones han hecho parte de la historia de muchos Estados. La ideología podía ser utilizada por los grupos dirigentes para conservar el poder y asegurar su reproducción, es decir, se explotaba con fines internos para encarar los desafíos, temores y contra los estímulos externos. El gran proyecto externo serviría para unir a los sectores internos en conflicto.

La identidad nacional funcionaba como una subjetividad decidida (y podríamos agregar inclusive la identidad personal con el líder de tipo feudal), ya que la defensa de los intereses nacionales era una de las propuestas lógicas que de aquí emanan. La cuestión de la identidad se traduce en hacer valer las pretensiones nacionales. En el nivel más elemental, se trata de asegurar la defensa contra otros actores o evitar la anulación de la escena internacional en la medida en que se afirma la identidad. De ahí se plantean estrategias globales, políticas, militares, etc.

Los impulsos ideológicos son las variadas corrientes ideológicas, liberalismo, conservatismo, socialismo, nacionalismo, imperialismo, ya que ellas colaboran a determinar un horizonte de pensamiento que se articula para interpretar situaciones y proponer deseos y objetivos. Estas corrientes son importantes, especialmente dentro de la elite gobernante, pero hay que precisar exactamente cuáles actores fueron: el gobierno, los industriales, los militares, los conservadores o la nación.

Los franceses emplean el término ambiance o, al decir de Duroselle, las fuerzas profundas que se ejercen sobre el hombre de Estado, que podrían ser definidas como las tendencias dominantes con la que tienen que ver los que toman las decisiones. Al actor en política le toca o plegarse a ellas, o irse lanza en ristre, mediar o persuadir la opinión pública mediante campañas explícitas o sublimarlas hacia el exterior. Aunque el mismo Duroselle explicó en alguna ocasión que el término es vago, se podrían definir como grandes tendencias masivas, por ejemplo, pacifismo, guerrerismo, deseos de aislamiento o de intervención, prejuicios o afinidades de índole nacional o étnica, etc. Aquí, sin embargo, se pueden agregar categorías como pensamientos o mentalidades colectivas.

Una cosa son las relaciones de poder que el historiador a posteriori logra concretar y otra cosa es la percepción de los grupos o individuos, probablemente distorsionada, que fue decisiva en un momento determinado, porque la percepción es el filtro por medio del cual, de manera selectiva, pasa la información y las diversas impresiones. Por ello hay que hablar de una mentalidad colectiva de un grupo o de una mentalidad individual de los actores. Esa mentalidad colectiva es producto de un proceso de socialización que instalaron esos filtros y que privilegiaron una manera de percibir y excluyeron otras. Se trataría de hilar esa percepción con la toma de decisiones. Uno de los desafíos del historiador, por lo tanto, consiste en por lo menos intentar diferenciar, entre una falsa o errónea percepción de la época que se estudia y una percepción a posteriori que haya clarificado la situación respectiva.

Pero no todo está relacionado con sectores de la elite. También hay sectores sociales desde abajo, masas, sindicatos, partidos populares, etc. No se trata del optimismo liberal o socialista en donde las masas influyen, en donde "el pueblo" sostiene y defiende una política exterior definida. Más bien se trata de la presión desde abajo ya que entre más abierta sea una sociedad mejor percibe las presiones internas a la que está siendo sometida.

Con respecto al líder, se trata de abandonar la imagen de ese actor aislado en su toma de decisiones y presentarlo en medio de un "fuego cruzado", o en medio de una estructura que lo limita y en donde se constata su real participación. O si no, se cometería el error de no tener en cuenta no sólo aquello que limita al actor correspondiente, sino aquello que lo impregna, que lo estampa. En el fondo, el líder es hijo de su tiempo, inserto en medio de una maraña de intereses y con una visión de una época determinada. Su mentalidad le permite percibir de manera selectiva de acuerdo a sus preferencias. No significa todo esto una absoluta minimización del líder, pero sí una relativización del mismo. Hay líderes y líderes: carismáticos, fuertes, débiles, etc. y, por consiguiente, habría que mirar si jugaron o no un papel determinante o, en cambio, tan sólo fue una correa de transmisión de algún grupo o grupos. Hasta aquí, pues, los dos autores mencionados.


2. Extensión y pluralidad

Ante toda esta diversidad en las propuestas, nosotros queremos, en parte hacer una síntesis, retomando elementos de lo expuesto, de una manera más simple, y al mismo tiempo agregar otros elementos. Se trata de un abrebocas, de unos comentarios surgidos a partir de los documentos que hemos trabajado en los últimos años.

Partimos de la idea de una visión de la política exterior que debe tener en cuenta la inmensa pluralidad de sus actores interesados de forma consciente, pero igualmente a los involucrados con poca o nula percepción de su papel en esas relaciones15 Se trata de presentar la extensión que abarcaron las relaciones y sus múltiples tipos. En este sentido, redes es el término que se propone, id est., una serie de actores diversos y de contactos, lazos, intermediaciones, que incluyó a personas, oficinas e instituciones diversas, que apuntaron a una presencia, deseos de influencia y defensa de diversos intereses en el que los interesados no eran exclusivamente los encargados de las relaciones internacionales interestatales en sentido estrecho. Igualmente interesados eran grupos o personas por fuera del Estado (como, por ejemplo, prensa o gremios), interdependientes, dependientes, personajes que se sobreponían, en donde muchas cosas sucedían, en ocasiones, de forma simultánea -y, como veremos, otros tantos actores-.

Por supuesto, se trata de una política interna vinculada a la externa y viceversa, pero, en ocasiones, es difícil limitar qué actor pertenece al ámbito exclusivo de la política interna y cuál a la externa. En un momento determinado parecería que muchos tienen el mismo interés: relacionarse con el otro país, y son instancias que igualmente velan por intereses dentro de su respectivo país. Se podrían definir las relaciones como una constante lucha por influenciar en beneficio del grupo o del individuo respectivo, es decir, una lucha constante por espacios, por lograr presencia e influencia en un determinado ámbito en el otro país (como favoreciendo a uno de los suyos), probablemente en competencia con terceros, pero también por lograr beneficios dentro del país de origen. Algunos estaban conectados, otros no, pero sí tenían en común el hecho de ser parte de la dinámica de las relaciones en cuestión. Las relaciones podían ser convergentes dentro de un país, pero también paralelas.

Por un lado, en términos sociales, es bien sabido que en el tema que estamos tratando se estudia una parte de las elites, las que tomaban grandes o medianas decisiones. Grupos, personajes que tomaban decisiones que afectaban a muchos, es decir, gozaban de diversos grados de poder y de influencia, tenían status, poder y riqueza, eran cultos y manejaban conocimiento; unos más famosos y otros menos (así fuese un diplomático menor), y que compartían el estilo de vida de los altos estratos.

Pero por el otro lado, y perteneciendo tanto a la elite como a otros grupos sociales, llámensele medios o populares, los participantes no sólo eran los actores de elite que nos atrevemos a llamar "visibles", sino que además, existían aquellos a los que denominaremos "invisibles", es decir, aquellos que no figuraban ni descollaban.

Hay que tener en cuenta una gran variedad de actores visibles -por supuesto, según el caso- y no es asunto fácil limitar su número. Es bien sabido que hay que tener en cuenta a los Estados y a sus múltiples instituciones, a ministerios diversos, no solamente al ministerio de relaciones exteriores respectivo, ya que otros también probablemente participaban, diversas instituciones, comisiones, etc., sino a órganos representativos a nivel nacional o local, como congresos o parlamentos, y las representaciones diplomáticas. Los Estados pudieron haber tenido inclusive empresas comerciales exportadoras. Mejor dicho, hay que considerar algunas instituciones que fueron creadas para conectarse con el exterior, y otras, que por el contrario, estaban ligadas con el extranjero tan sólo en ciertas coyunturas. Además, las relaciones eran interestatales pero, igualmente, podían ser entre el Estado y una organización por fuera del mismo en el otro país. Así como, dentro de un mismo país alguna institución estatal junto con alguna por fuera del Estado, como un gremio, podían tener intereses en el exterior. No habría que olvidarse del o de los partidos políticos en el poder, y también de historias de individuos y de intereses personales que podrían ser incluidas.

Y del ámbito por fuera del Estado, múltiples historias se pueden clasificar como relaciones entre las naciones -también muy visibles-. Si se trata de relaciones comerciales, un gobierno determinado seguramente estuvo involucrado y por supuesto es de suyo que hubo unos flujos determinados de exportaciones e importaciones acompañados por sus cifras y sus productos. Pero más allá del qué se comercia está también el quién comercia, y hay allí empresas conocidas, gremios de exportadores e importadores, cámaras de comercio que se relacionaron con el extranjero. Aquí cabrían los empresarios de la cultura del otro país, de tantas formas artísticas, como el cine y la televisión que penetra en la cotidianidad, en la intimidad del hogar de los individuos.

En ese mismo orden de ideas, tuvieron un papel organizaciones culturales que mostraban a su país de origen en el exterior, a veces influidas por su Estado, o a veces, organizadas por algún grupo de interés privado que contaba con sus propios medios. No hay que olvidar de ambos países, el sector financiero, bancos y afines, medios de transporte diverso sin los cuales no se hubiera llegado a tales relaciones; medios de comunicación, que de una u otra manera apoyaban o desfavorecían las relaciones; partidos políticos por fuera del poder, think tanks, etc.

El término "invisible" no es tan simple, pero queremos inicialmente recalcar su forma más sencilla. En general, se trata de aquel que no era famoso, a nivel personal o institucional o tal vez no era consciente de que hacía parte de un enjambre de vínculos con el otro país y la investigación los sacó a la luz -lo hizo visible-. En específico, la clasificación de "invisible" se le puede dar a tres tipos de actores. A aquellos que en ese momento sobre el que se escribe eran simplemente desconocidos; a aquellos de los que su existencia era, mal que bien, conocida, pero cumplía una función que no era catalogada como de relación internacional; o a aquellos que no eran conscientes de ser parte de las relaciones. Después de todo, la vieja escuela tan sólo veía a los Estados como órganos de relaciones exteriores, y fue la nueva escuela la que comenzó a incluir a otros.

Un actor invisible típico es aquel al que no se le conoció en ese momento: aquel oscuro personaje que recibía publicaciones de alguna institución del otro país, una empresa exportadora e importadora pequeña y/o de provincia, un comisionado de un ministerio que viaja al otro país para comprar cierto tipo de maquinaria, un turista al que le encanta viajar a ese país, un estudiante que hizo sus estudios allí, aquella empresa extranjera que se ganó, obviamente a través del Estado, una licitación, con todo lo que esto implica: la empresa así colabora al prestigio de su empresa y de su país y probablemente encargará lo que necesita a firmas de su país. Una biblioteca y su director (¿quién era, por qué se conectó a ese país?) adonde llegaban publicaciones del otro país, era un vínculo cultural. Dependiendo del tipo de publicaciones que allí llegaran, de tipo político, de propaganda abierta o literarias y científicas, y dependiendo del tamaño del público lector, pudieron influir a favor o inclusive en contra del otro país.

Clasificar a un colegio, a una comunidad de extranjeros o una de sus asociaciones como invisible puede tener sus bemoles. Un colegio, que en este país hoy en día llamaríamos internacional, es un espacio que un país ganó en el otro. Por allí llega su cultura, su idioma, su historia, su manera de enseñar. Por supuesto, las preguntas, qué tanto se permearon los estudiantes de la cultura de ese país, o mejor, qué tanto sus estudiantes después contribuirían a mejorar las relaciones con el país de origen del colegio, o a ampliar los espacios de ese país en el otro, rebasa este ensayo. Del colegio se conocía su existencia, era visible, pero al catalogarlo como órgano de relación internacional, al dársele un papel dentro del esquema que se está proponiendo teóricamente, está pasando de ser invisible a visible. De todas maneras habría que estudiar su impacto en la otra cultura -que pudo, inclusive tener consecuencias políticas y comerciales-.

Un caso parecido, pero a la inversa, y que merece las mismas preguntas, es el del individuo que fue a estudiar al otro país -que en muchas ocasiones es el egresado de ese colegio-. Los Estados son conscientes de que un futuro profesional puede influir a favor del país en el extranjero donde estudió, como el futuro ministro que hizo negocios con grandes empresas del país donde se graduó. ¿La identidad ideológica de un individuo, se formó, así sea en parte, o en ese colegio y/o en su estadía en el exterior?

En suma, ¿hasta dónde logra un país penetrar de forma cultural en el otro? ¿Qué tanto hace parte de la cultura de todos o ciertos sectores? y por supuesto, ¿cómo todo esto influyó en las relaciones? Las masas que viajan a un determinado país hacen parte de un imaginario positivo que se tiene del otro.

Dicho sea de paso, uno se encuentra documentos de instituciones diversas ligadas con el extranjero en donde se afirma que los espacios culturales ganados en un país tienen la función de acercar, crear apoyos y fortalecer el comercio bilateral.

Las comunidades de extranjeros que pueden influir de maneras muy diversas. Pueden ser grandes compradores de productos de su país de origen y/o además grandes participantes en el comercio como empresarios importadores y/o exportadores, pueden ser un grupo de presión político, e incluso una "quinta columna". Según su posición social pudieron haber influido a su favor, como comunidad, dentro del Estado donde residen y, obviamente, a favor de su país. Los vínculos con su país pudieron haber sido fuertes o débiles. La existencia de clubes sociales, asociaciones y otras por el estilo deberían tenerse en cuenta.

En resumidas cuentas, tan sólo ciertos actores de la sociedad civil o dentro del Estado eran partícipes. De ahí podemos elaborar no sólo una radiografía social de quienes hacían parte de las relaciones, sino también podemos localizarlos geográficamente. Muy probablemente no todo un país estuvo involucrado, tan sólo algunas ciudades, ciertos puertos y/o ciertas regiones, ciertas vías de comunicación con ciertos medios de transporte -con mayor o menor intensidad-. Además, hay que incluir miradas desde ambos países, de los diversos grupos e individuos, resaltando que es importante dejar hablar al otro, escuchar su voz. Y ya dependerá de cada caso si se desea jerarquizar o no.

Si se trata de la acción de grupos muy diversos y de personas -su naturaleza es variada- deben, por consiguiente, existir motivos distintos para relacionarse con el otro. Bastaría con recordar a los actores recién citados y tendríamos una multitud de razones: en términos generales se trataba de ganar espacio. En específico, las hay comerciales, políticas (que son muy variadas, como tejer algún tipo de alianzas políticas o estratégicas), identitarias (una identificación con el otro, por razones variadas: personales-subjetivas, comunitarias, ideológicas), ganar espacios para influir, beneficios individuales, etc.

Cuando escribimos la historia, se busca identificar la instancia de la instancia: la inmensa extensión de las redes que allí participan. La pregunta es ¿cuáles son las que hay que investigar y en dónde nos detenemos? Varias respuestas son posibles: la importancia que le atribuyamos a unos actores; su nivel de presencia e impacto y, por consiguiente, la poca importancia que le demos a otros; la falta de documentación, el tiempo en escribir, el tamaño de la obra, etc. Pero recordemos que no solamente el que toma grandes decisiones es automáticamente el seleccionado.

¿Por qué y cómo incluir a actores "invisibles"? En la vieja escuela decimonónica se tenía claro el criterio de escogencia: el gran impacto que producían las decisiones de esos actores, por eso allí estaban presentes los grandes dirigentes y sus Estados. Pero, entonces, no se podía escoger a los que causaron poco impacto. Si se incluyen pequeñas empresas se podría argumentar que poco exportaban o importaban, pero al fin y al cabo, sí hacían, en su conjunto, parte del comercio total. Se me viene a la cabeza la memorable frase de Brecht: "Quién construyó las pirámides, ¿el faraón o los esclavos?". Sin pequeñas empresas no habrían existido los totales finales.

Seguramente no todos podrán estar presentes. Por ejemplo, se pueden investigar las exportaciones de un producto determinado, pero no aparecen todos los exportadores o tan sólo algunos pocos de ellos. Se podría llegar a niveles extremos. Por ejemplo, aparecen exportadores pero nunca vamos más allá, no nos referimos a quiénes cultivan determinado producto y bajo qué circunstancias. Se puede hablar de prosperidad exportadora, pero, en ese orden de ideas, el campesino productor o el obrero de la fábrica también hace parte de esas redes internacionales. ¿Quién produjo y bajo qué circunstancias? Es decir, deberíamos conocer más a fondo a los actores, elaborar un retrato social, de su origen, de su mentalidad, por ejemplo, de los altos funcionarios del Estado, de los miembros de los gremios de exportadores, de los productores y de los empresarios.

Pasando a otro tema, hay que incluir los contextos regionales e internacionales que cumplen la función de estudiar la posición de un país con respecto al otro, o mejor dicho, de mirar qué tan simétrica o asimétrica era la relación. La pregunta sería, ¿qué posición ocupa un país con relación al otro en esos dos contextos? O, ¿qué tan importante era un país para el otro? La comparación con una región es, así, inevitable, a nivel continental o sub continental. Analizando los países de una región en su relación con el otro puede uno ubicar la importancia que tiene el país en la relación que se estudia. Se verá así, inicialmente, si había un gran, mediano o nulo interés por parte del otro. Lo mismo habría que hacer con el otro país. A nivel internacional se podría hacer el mismo ejercicio. El problema de la asimetría también se refleja cuando se determina en cuál instancia se tomaron las decisiones, ¿los más altos funcionarios o parte de una determinada elite?, ¿el presidente, el gabinete o las discusiones en el congreso? ¿O funcionarios medios? Es decir, para un país puede una determinada política exterior ser incumbencia de las altas esferas, pero también dependiendo del otro país, puede ser un asunto secundario. Simetría o asimetría se pueden fácilmente medir en el sector económico, en los flujos comerciales y financieros. También en los intereses estratégicos de las partes, en ese sentido, el papel de una con respecto a la otra.

Si se trataba de un país del Tercer mundo o subdesarrollado, o como se le quiera denominar a países con bajos índices de productividad, su relación con una potencia podía tener otros elementos en juego. Sus exigencias de modernización o de recibir de allá para crecer podían estar presentes, es decir, hay una relación de dependencia. La modernización, entendida, por un lado, como una serie de necesidades, y por el otro, como unas capacidades que otros tienen y ofrecen a la hora del encuentro es un factor que hay que tener en cuenta. Y si de modernización se trataba también, como ya vimos, está presente la historia moderna con sus nuevos tipos de comunicación, transporte, los medios, la posibilidad de comerciar, los viajeros -un mundo que cada vez más estrechaba lazos-.

La manera de verse juega también un papel. Se trata de un imaginario, o si quiere, de una fama o de un prestigio, y por consiguiente, de algún tipo de admiración. O viceversa, algún tipo de animadversión o recelo, desconfianza o temor. O, tal vez, ambos combinados con algún tipo de intensidad. Hay países más prestigiosos que otros, más "conocidos", o al menos esto último es lo que creen algunos. El "gringo imperialista" o el "alemán fascista", etc., y aunque son esquemas preconcebidos pueden jugar un papel en el momento del encuentro. Y no solamente en lo político. Si se compran los productos de ese país porque son "de óptima calidad", es la fama la que juega allí un papel. Esa imagen puede ser social, puede que no sea la misma la de los sectores altos o los cultos y los sectores populares. En todo caso es una abstracción mental -real o ficticia-. A veces coincide con la realidad y a veces no. Algunos creen que un cierto país es de "filósofos, músicos y escritores". Asimismo, los Estados han sido conscientes de que hay que cultivar la imagen, por ello patrocinaban mil cosas, un centro cultural, intercambios y apoyos culturales de todo tipo, participaciones en alguna exposición, becas a estudiantes, introducir la enseñanza de su idioma en el otro país, mandar un artista prestigioso, invitar a que se visite su país a personajes muy diversos, enviar un buque de visita -hay que competir con la imagen de su rival-. Es más, la imagen ha sido utilizada por los gobiernos de forma racional como forma de ganar espacios y difusión en el exterior.

Si hubo muchos actores, entonces, hubo muchos ritmos. Una pluralidad de ritmos en las relaciones consiste en detectar los inicios, desarrollo, punto álgido, caída de cada relación o red, o por lo menos de algunas, en comparación con otras. Así se vería de nuevo la diversidad de la relación. Porque puede que, por ejemplo, las relaciones diplomáticas estén marchando, pero no las comerciales. ¿Marchó el comercio entre los dos países a la par, por ejemplo, con las relaciones diplomáticas? Por supuesto que la pregunta un poco más compleja es ¿cómo medir las intensidades de una relación?

¿Qué alzas y caídas hubo y cómo se explican? En comercio, por las cifras; pero en otro sector puede ser más complicado medir, como por ejemplo, las tensiones diplomáticas pueden significar una caída y los momentos amistosos, un alza.

Para cerrar, anotemos que los estudios requieren, para que se decanten los dogmatismos y las polémicas, del paso del tiempo, para así poder apreciar fuera de éstas los puntos de vista antagónicos, la complejidad de las situaciones y el efecto durable de ciertas decisiones. Pero escribir desde otro lugar también puede ser saludable. No es lo mismo escribir historia cuando se está dentro de ella a escribirla desde la distancia del tiempo y del espacio. Lo ideal sería mirar desde afuera en el tiempo y en el espacio. Por ejemplo, estudiando las tensiones entre países, mal que bien, lejanos a nosotros, o las rivalidades imperiales desde aquí, desde el Sur, y teniendo en cuenta que uno no pertenece a potencia alguna, se está más cerca de la objetividad -palabra complicada- se está más alejado de los intereses de las potencias o de intereses alejados de nuestra realidad.

Constantes cortes transversales sirven para descubrir las redes. Porque por ejemplo, si a la diplomacia, al comercio o a un gobierno se le dedica un capítulo, es necesario tener en cuenta que esos capítulos no son ni mucho menos compartimientos estancos, sino que, seguramente, están relacionados. Entonces, una empresa que aparece relacionada cuando se habla sobre comercio podría estar también en el capítulo sobre política interna, porque sus actividades y redes, probablemente eran múltiples -por ejemplo tenía grandes vínculos políticos-. Los cortes transversales nos ayudan a ver la extensión de las relaciones.

De historias tan amplias probablemente no todas tienen continuidad o final. El impacto de muchas acciones no siempre se puede seguir. Volvamos al ejemplo de la biblioteca: no sabemos quién leyó y qué hizo el lector con la información que allí asimiló. ¿Qué hicieron los que invitaron al otro país cuando regresaron al suyo? Por eso, ciertas causalidades quedan interrumpidas. En determinados periódicos aparecieron artículos muy favorables al otro, ¿quién los leyó y se dejó influir por ellos? Inclusive, en ciertos casos no se puede mostrar cómo se decidió una política sino más bien cuál era esa política, o sea, los resultados de decisiones. Pero lo uno no opaca lo otro.


Amanera de conclusión

Haciendo un recuento del estudio de las relaciones internacionales, desde la primera mitad del siglo XIX hasta la actualidad, uno descubre que del estudio de las relaciones entre los Estados de forma estrictamente política se ha pasado a la complejidad y los matices. Se puede concluir que se incluyen varios tipos de historia: política, comercial, social, diplomática, cultural, empresarial, militar, etc.

Este abrebocas tan sólo menciona algunos problemas o relaciones causales, pero que, como dijimos al inicio, es tan complejo como lo es el campo de la historia. De todas maneras, se beneficia un campo de estudio que tiene muchas posibilidades de explicación -las relaciones entre los países- y se beneficia la historia. Se trata de una política exterior en sentido amplio y, en ocasiones, de unas repercusiones. Se puede argumentar, por lo tanto, que existieron las relaciones visibles, las no visibles, más otros problemas que pueden estar ligados, como la simetría o asimetría, la modernización, la pluralidad de ritmos. Se trata pues, de una ampliación del concepto de las relaciones internacionales.

En síntesis, el término red o la instancia de la instancia podría simplificar lo aquí expuesto: un enjambre de factores de diversa índole, empírico y subjetivo, que tendrían, por supuesto, un diverso peso específico dependiendo del caso correspondiente en estudio.

Así pues, mucho se ha escrito y mucho ha cambiado desde aquel notorio dictum rankeano y decimonónico sobre la primacía de la política exterior. Lejos estamos de la visión de esa visión de la política exterior personificada en un dirigente, de una especie de razón de estado, implícita y autónoma que miraba tan sólo las relaciones interestatales a partir del poder entre los Estados. La política exterior no pertenece exclusivamente al ámbito estrictamente estatal. La historia de las relaciones internacionales es amplia, compleja y en continua transformación.


Comentarios

*Estas reflexiones son el producto de un estudio del autor sobre las relaciones entre Colombia y la Alemania nacionalsocialista.

1 Veáse una reseña de la vida y obra de Ranke en Helmut Berding, "Leopold v. Ranke", en Deutsche Historiker, eds. Hans-Ulrich Wehler (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1973), 7-85.

2 Una buena y corta reseña sobre la historia y las relaciones internacionales que incluye a Ranke y a otros en Andreas Wirsching, "Internationale Beziehungen", en Kompass der Geschichstwissenschaft: Ein Handbuch, eds. Joachim Eibach y Günther Lottes (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 2002), 95-111.

3 H.-U. Thamer, "Politische Geschichte, Geschichte der internationalen Beziehungen", en Fischer Lexikon: Geschichte, ed. Richard van Dülmen (Francfort del Meno: Fischer Taschenbuch Verlag, 1997), 52-64.

4 Veáse una reseña de la vida y obra de Kehr en Hans-Ulrich Wehler, "Eckart Kehr", en Deutsche Historiker, ed. Hans-Ulrich Wehler (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1973), 100-113.

5 Eckart Kehr, Der Primat der Innenpolitik: Gesammelte Aufsätze (Berlín: Werner Hildebrand, 1965). Compilación de Hans-Ulrich Wehler.

6 Para un recuento más detallado véase Winfried Schultze, Einführung in die Neuere Geschichte (Stuttgart: Verlag Eugen Ulmer, 1991), 166-186.

7 La obra conjunta de Renouvin y Duroselle se encuentra publicada por Colin, París, 1964; publicada también en la década de los sesenta, Jean-Baptiste Duroselle, Europa: de 1815 a nuestros días: vida política y relaciones internacionales (Barcelona: Labor, 1983), es una buena síntesis de la historia europea en ese marco de interpretación.

8 Raymond Aron, Paz y guerra entre naciones (Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1986).

9 Para una síntesis y recuento bibliográfico de estas teorías véase Martha Ardila, ¿Cambio de norte? Momentos críticos de la política exterior colombiana (Bogotá: IEPRI y Tercer Mundo, 1991), 21-43.

10 Tomado de Wolfgang J. Mommsen, Imperial Germany, 1867-1918: Politics, Culture, and Society in an Authoritarian State (Londres y Nueva York: Arnold, 1995), especialmente de su capítulo "Domestic Factors in German Foreign Policy before 1914", 163-188, en donde hace una síntesis de los problemas historiográfcos concernientes a la política exterior.

11 Georg William F. Hallgarten, Imperialismus vor 1914 (Munich: Beck, 1963) ; del mismo autor Das Schicksal des Imperialismus im 20. Jahrhundert (Francfort del Meno: Europäischeverlagsanstalt, 1969).

12 Véase su libro clásico que lo condujo a la fama Grif nach der Weltmacht. Die kriegszielpolitik des kaiserlichen Deutschland, 1914-1918 (Düsseldorf: Droste Verlag, 1969).

13 Véase su famosísimo libro Das Deutsche Kaiserreich, 1871-1918 (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1973), que a nuestro entender nunca se tradujo al español; también "El crecimiento industrial y el imperialismo alemán temprano", en Estudios sobre la teoría del imperialismo, eds. Roger Owen y Bob Sutclife (México: Era, 1978), 83-103; e Imperialismus (Düsseldorf: Athenäum, 1979).

14 Hans-Ulrich Wehler, “`Moderne' Politikgeschichte? Oder: Willkommen im Kreis der Neorankeaner vor 1914", en Politik in der Geschichte: Essays, ed. Hans-Ulrich Wehler (Munich: Verlag C. H. Beck, 1998), 160-171; Pierre Milza, "Politique intérieure et politique étrangère", en Pour une histoire politique, ed. René Rémond (París: Seuil, 1996), 315-344.

15 En aras de la simplicidad hablaremos de la relación entre dos países.

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