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 número39  suppl.1GLOBAL HISTORY AND ITS USEFULNESS IN THE STUDY OF THE PAST AND THE PRESENTPopayán: La unidad de lo diverso. Territorio, población y poblamiento en la provincia de Popayán, siglo XVIII. Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Historia, CESO, Ediciones Uniandes, 2009, 256 pp. índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.39 supl.1 Bogotá nov. 2009

 

Nieto Olarte, Mauricio.
Orden Natural y Orden Social: ciencia y política en el Semanario del Nuevo Reino de Granada.
Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 2007, 436 pp.

Rafael E. Acevedo P.
Maestría en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Estudiante del Doctorado en Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. re.acevedo27@uniandes.edu.co.


Sin duda alguna, la ilustración americana y la modernidad política son dos temas centrales que convocan la mayor atención en los estudios hispanoamericanos relacionados con la independencia y la conmemoración del bicentenario de la misma1 En el caso colombiano, después de los esfuerzos sostenidos por los historiadores republicanos del siglo XIX de vincular la ilustración como un agente histórico que posibilitó la emancipación de las colonias españolas, el debate sobre la formación y la construcción de un pensamiento político ilustrado empezó a tomar nuevas formas y matices en el seno de la denominada Nueva Historia de Colombia a mediados del siglo XX. Las tempranas reflexiones académicas de Jaime Jaramillo Uribe, en la década de los años cincuenta y setenta por ejemplo, ofrecieron una nueva mirada sobre el movimiento ilustrado de la Nueva Granada al vincularlo con la ilustración española2 Estableciendo así el profundo carácter político y de la inscripción de la cultura y la ideología política americana en el imaginario político europeo, como dos factores, si bien distintos, inseparables para entender los sucesos de 1810. Desde entonces el tema de la ilustración, y más específicamente el de la "movilización de las ideas" entre el imperio español y sus colonias, se convirtió en una consideración indispensable para entender las aspiraciones de los hombres que pusieron en práctica la empresa de la Revolución y posteriormente la organización del Estado Nacional3 Sin embargo, no fue sino hasta la década de los años noventa, con los trabajos de Renán Silva4, que el problema de las "prácticas ilustradas", de la construcción y difusión del conocimiento como un mecanismo de constitución y distinción social de los "grupos ilustrados", empezó a ser objeto de una revisión y crítica detenida en la historiografía colombiana.

Es precisamente el estudio de la naturaleza del conocimiento ilustrado5, a partir del análisis del carácter político de las prácticas científicas coloniales, uno de los temas y enfoques teóricos centrales del trabajo de Mauricio Nieto. En este libro se toma como referencia de estudio El Semanario del Nuevo Reyno de Granada, editado por Francisco José de Caldas entre 1808 y 1810, para mostrar cómo el proceso de constitución de las "elites criollas letradas" de la Nueva Granada no puede verse aislado del carácter colectivo, de los medios de comunicación, los instrumentos científicos, el movimiento de la naturaleza, el contenido y la forma del discurso ilustrado que posibilitaba la construcción del conocimiento y la distinción de los grupos letrados con respecto al resto de los pobladores del territorio americano. Es uno de los propósitos del texto, siguiendo los supuestos teóricos de la historia y la sociología de la ciencia de autores como Bruno Latour -y en la cual se inscribe el texto de Nieto-, demostrar que el conocimiento científico no puede ser entendido sin su comunicación y, mucho menos, haciendo diferenciaciones entre lo social (los humanos), lo fabricado (los artefactos) y el mundo natural (el clima) (p. 220)6 El problema del conocimiento y del poder como campos inseparables y de constitución de un orden social y natural que muestra a los "criollos letrados" como un grupo distinto al "vulgo", como parece ser éste el sentido de los debates y las demostraciones científicas sobre la influencia del clima en los seres vivos, la geografía económica y la historia natural en El Semanario, son el punto central de la fabricación de una noción amplia de la política (pp. 20-21) que marca, por un lado, el límite de la exclusión de los nativos americanos del orden ilustrado de los criollos y, por otro, la búsqueda de la inclusión o reconocimiento de éstos -los criollos- en las comunidades científicas europeas.

De acuerdo con las reflexiones del profesor Renán Silva, en el trabajo de Mauricio Nieto subyace también la idea de que "la ilustración es un esfuerzo sostenido de distinción" (p. 164) entre el letrado y el ignorante, lo civilizado y lo salvaje, que marca los procesos de constitución de grupos letrados con autoridad científica por su acceso a la imprenta, la prensa, a la literatura de viajes y a los autores europeos y a los instrumentos de precisión y medición (como el barómetro, el termómetro y los artefactos de observación), entre otras prácticas científicas con un fuerte carácter político. Dado que para Nieto, y en esto parece tomar distancia de Renán Silva, lo político, entre el límite de lo que se incluye y excluye, no precede ni antecede a la ciencia, puesto que la ciencia y la política son campos extremadamente relacionados y no diferenciados (p. 19). Al menos en el prospecto y los ocho capítulos en los que está conformado el texto, esta idea parece ser recurrente y determina tres aspectos centrales de la obra: 1) el problema de los medios de comunicación y de la utilización de los instrumentos científicos como forma de producir conocimiento y autoridad al interior de la Nueva Granada; 2) el análisis del contenido y la forma de las estrategias de argumentación para construir la diferencia social entre el letrado y el ignorante, el criollo y el nativo, que era visto desde la misma óptica social y natural por europeos como Corneille de Pauw; y, finalmente, 3) la pretensión de vincular la Nueva Granada a un orden mundial eurocéntrico para legitimar la voz del criollo como un "hombre de ciencia" y hacer de sus "conocimientos un asunto universal".

En este sentido, en los capítulos uno y dos se estudian los medios impresos y su papel en la construcción y estandarización del conocimiento y de la formación de autores con autoridad científica, política y moral. En el primero de ellos, titulado "La <<Letra de Molde>>, la república de las letras y la prensa en el Nuevo Reyno de Granada", se presentan las prácticas comunicativas que hicieron posible la producción y circulación de textos e imágenes: las imprentas de tipos móviles y de carácter mecánico -a la familia Espinosa de los Monteros-, la prensa (entre la que se incluye El semanario, al igual que la Gazeta de Santafé de Bogotá, El Papel Periódico, El Correo Curioso y tanto El Redactor como el Alternativo Americano) y la entrada de libros y publicaciones regulares que posibilitaban la constitución de la "confianza", el "consenso" y el "conocimiento" entre los hombres de letras. Adicionalmente, se muestra cómo la conformación de estos nuevos "campos del conocimiento", entre lo escrito y lo visual, posibilitó la elaboración de una red de interlocutores (conformada por autores, lectores, editores, suscriptores y propietarios) que monopolizaban el conocimiento y hacían del Semanario un espacio de interacciones y distinciones. Este interés político no diferenciado de las prácticas científicas es presentado a partir de un estudio de caso, de manera más detenida, en el capítulo dos, titulado "Francisco José de Caldas, en busca de una comunidad", en el que se toma el ejemplo de Caldas como un letrado que necesariamente necesita de sus interlocutores (en especial de José Celestino Mutis y de Alexander Von Humboldt), de los instrumento científicos, de los textos europeos (de Bufon, Linneo y Lande), de la astronomía y de la cartografía para entrar en el juego del reconocimiento de la ciencia ilustrada y tratar de constituirse así en un autor y editor protagónico de El Semanario (p. 90).

Ahora bien, el conocimiento como un acto de comunicación, construcción y preservación de la autoridad científica no sólo estuvo vinculado a la conformación de una red de actores y al acceso a los medios de comunicación y los instrumentos científicos. Por demás, las estrategias comunicativas constituyeron un punto central en el proceso de descripción de un orden natural para legitimar la posición y la distancia del hombre letrado con respecto al nativo americano y/o las razas degeneradas por la acción de la naturaleza7 Esto se pone de presente en las memorias publicadas en El Semanario que estaban referidas, por lo general, a tres aspectos: la geografía económica, la población y el clima; objetos de atención por Mauricio Nieto -en esa misma secuencia-en los siguientes capítulos: "La geografía económica y la apropiación del Nuevo Reyno de Granda", "Cuerpos, mentes y almas" y, finalmente, en el capítulo quinto, "El imperio del hombre y del clima". En estos apartes del texto, de manera general, se parte de cierto supuesto teórico introducido por Michel Callón y Arif Dirlik, según el cual, un acto de comprensión y/o traducción es un acto de control y de inscripción de un orden natural y social dentro de un marco de referencias familiares; "es un acto de hacer de uno mismo el portavoz de un saber útil" (nota al pie de página 34, p. 324). Esta idea es interesante analizarla con cuidado porque permite observar cómo la forma de la retórica del discurso científico tiene una clara pretensión de mostrar, a partir del control del espacio y sus recursos naturales, del comercio y su vinculación a un sistema mundial, así como también de la educación, la higiene y la salud de la población, un objeto político de distinción y notabilidad entre la identidad del criollo ilustrado como un "hombre de las luces" y el ignorante, el "hombre salvaje", el "nativo", que entraría a hacer parte del mundo de lo desconocido que hay que domesticar. Es el triunfo del "imperio del hombre" sobre el "imperio de la naturaleza" para contradecir la tesis de que la inferioridad del hombre americano está asociada a su clima, pero del mismo modo es el triunfo de la racionalidad instrumental y de la "conciencia del criollo" que hace de América un conjunto diverso en el que existe una clara jerarquía entre el espacio y los hombres, la costa y los Andes.

Esta pretensión de vincular la Nueva Granada a un orden global y de legitimar la voz del criollo como un actor "letrado", "amante de la patria", "buen patriota" y "buen ciudadano", es una clara muestra de la construcción del "otro" y "nosotros", y del querer hacer parte de un orden eurocéntrico que haga de Europa el futuro de América y de los pueblos americanos, una cultura sin historia. Al menos este tipo de interés político parece estar presente en las prácticas científicas desarrolladas por los viajeros europeos y las elites criollas americanas del siglo XVIII. En el capítulo seis, "Humboldt y la búsqueda del orden global", se muestra por ejemplo cómo a pesar de oponerse en sus "Cuadros de la Naturaleza" a las teorías sobre la inferioridad del hombre y las tierras americanas propuestas por Bufon y Hegel, es clara la posición de aquel viajero prusiano de comprender la naturaleza como una unidad y tratar de vincularla a Europa para su aprovechamiento (p. 303). El progreso de la "civilización", del

"bien común" y de la "felicidad", parece ser y estar en Europa, y América sigue siendo un continente desprovisto de las bondades de la ciencia y el adelanto de la cultura europea, mientras que del lado de los criollos la situación no es nada distinta a las apreciaciones de Humboldt. Esto, al menos, se puede concluir de los capítulos siete y ocho: "Ilustración y eurocentrismo en el Nuevo Reyno de Granada" y "Pasado y futuro de la Nueva Granada, el criollo y su lugar en la Historia". En éstos se presenta lo que Nieto ha denominado el "lado oscuro de la ilustración", esto es, la forma como a través de la observación disciplinada, la experiencia, la precisión numérica, la medición, la altura, los viajes ilustrados y la historia natural se deslegitiman los "saberes locales" nativos (p. 329) y se genera un poderoso instrumento de ordenamiento social y natural que pretende hacer de América un nicho de la civilización europea.

La comprensión del Nuevo Mundo por parte de las elites criollas supuso la construcción de un orden natural y social no ajeno a la cultura europea, lo que invita a una reflexión más cuidadosa sobre la relación entre ilustración americana, ciencia colonial, independencia, modernidad política y las ideas nacionalistas y patrióticas que la historiografía republicana y contemporánea sigue asignando a las elites criollas. El trabajo del profesor Mauricio Nieto, así como en su momento contribuyeron a despertar nuevas inquietudes alrededor del tema de la ilustración y de la difusión del conocimiento en el siglo XVIII y principios del XIX los trabajos de Jaime Jaramillo Uribe, Javier Ocampo López, Renán Silva y la reciente publicación de Santiago Castro, se constituye en un buen punto de partida para repensar la relación entre ilustración, ciencia colonial y eurocentrismo, con el objetivo de someter a una crítica exhaustiva y documentada las posiciones nacionalistas, patrióticas y americanistas que se han generado en torno a la independencia americana y que, muchas veces, además de ocultar el eurocentrismo, se ponen de "moda" cuando se llegan las etapas de conmemoraciones y rememoraciones agenciadas por eventos políticos como los del bicentenario.


Comentarios

1 Un interesante repaso por el tema de las independencias y las conmemoraciones nacionales en Iberoamérica lo constituye la reciente compilación de textos realizadas por Manuel Chust Calero y José Antonio Serrano eds., Debates sobre las independencias iberoamericanas (Madrid, Frankfurt: Colección estudios AHILA, 2007).

2 Estas apreciaciones las retomamos de: Renán Silva, Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808: genealogía de una comunidad de interpretación (Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT, coedición Banco de la República, 2008), 22-25; Jaime Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo XIX (Bogotá: Editorial Temis, 1964), 464; Jaime Jaramillo Uribe, La personalidad histórica de Colombia y otros ensayos (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1977).

3 Javier Ocampo López, El proceso ideológico de la emancipación: las ideas de génesis, independencia, futuro e integración en los orígenes de Colombia (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1980).

4 Algunos de los principales trabajos de Renán Silva pueden consultarse en el ya citado texto sobre los ilustrados de la Nueva Granada, quizás, uno de los primeros textos dedicados a reflexionar sobre el problema de la difusión de la ilustración. Anterior a la década de los años noventa, pero contributivo también al análisis del medio impreso en la Nueva Granada durante el siglo XVIII, es el texto de Renán Silva, Prensa y revolución a finales del siglo XVIII: contribución a un análisis de la formación de la ideología de independencia nacional (Bogotá: Colección Bibliográfica del Banco de la República, 1988).

5 Cabe destacar que contemporáneo al texto de Mauricio Nieto también se publicó el libro de Santiago Castro, La Hybris del Punto Cero: ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (1750-1816) (Bogotá: Universidad Javeriana, 2005).

6 Estos aspectos pueden seguirse con detenimiento en Bruno Latour, La esperanza de Pandora: Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia (Barcelona: Gedisa Editorial, 1999).

7 Este aspecto es un punto de discusión también en Alfonso Múnera, Fronteras imaginadas: la construcción de las razas y la geografía en el siglo XIX colombiano (Bogotá: Editorial Planeta, 2005), 45-88.

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