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Historia Crítica

Print version ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.39 suppl.1 Bogotá Nov. 2009

 

Mejía, Sergio.
El pasado como Refugio y Esperanza. La Historia Eclesiástica y Civil de José María Groot (1800-1878). Bogotá: Instituto Caro y Cuervo - Universidad de los Andes, CESO [2009?].

Patricia Cardona
Docente de la Universidad EAFIT, Medellín, Colombia. Historiadora y Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Estudiante del Doctorado en Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Miembro del grupo de investigación Estudios Culturales del Departamento de Humanidades de la Universidad EAFIT (Categoría C en Colciencias). ap.cardona291@uniandes.edu.co.


Pocas veces los historiadores colombianos se han dedicado de manera sistemática a estudiar el discurso histórico en nuestro país durante el siglo XIX. Y a pesar de que se han hecho balances y uno que otro texto introductorio, la pregunta por la constitución de nuestra historiografía ha quedado relegada a un segundo plano. Aunque la obra de Colmenares1 es esclarecedora sobre la importancia de las denominadas historias patrias en Latinoamérica, en las páginas dedicadas a Colombia la obra de José Manuel Restrepo ocupa el lugar central, mientras que la otra gran obra de la historiografía colombiana del siglo XIX, los tres tomos de la Historia eclesiástica y civil del Nuevo Reino de Granada de José Manuel Groot, queda un tanto marginada.

El libro que ahora publica el profesor Sergio Mejía2 abre el camino a futuras investigaciones que quieran abordar la historiografía y la constitución del canon historiográfico nacional. El libro que aquí se presenta, El pasado como refugio y esperanza. La Historia eclesiástica y civil de José María Groot (1800-1878), fue la investigación precursora del pensamiento histórico latinoamericano que ha desarrollado Mejía durante los últimos años. La importancia de su trabajo consiste en la articulación que logra entre José Manuel Groot, su trayectoria intelectual, la vida política convulsionada del país durante el tiempo en el que vivió, sus divergencias intelectuales e ideológicas, su activismo religioso como apologista católico, su febril trabajo como docente, pintor, comerciante e intelectual, y la existencia de un interesante campo de impresores, editores y comercializadores de libros, tintas, imprentas y papel. La investigación abarca la formación intelectual del joven Groot, influenciada por el pensamiento liberal, del que paulatinamente se distanció mientras robustecía su catolicismo y se convertía en el más importante apologista católico y en uno de los más importantes historiadores colombianos del siglo XIX.

La noción de teodicea es central para entender la obra de Groot. Con ella, Mejía analiza la Historia eclesiástica y civil como el producto de una sociedad en la que el orden señorial tradicional se derrumbaba y daba paso al orden liberal. Ante este resquebrajamiento, Groot escribió una historia con motivaciones ideológicas explícitas, defendió la coherencia del dogma católico y ubicó a la religión católica como base de la estructura narrativa, mientras se oponía a los pensadores liberales y a sus doctrinas laicizantes.

Sergio Mejía logra "reconstruir" el proceso de transformación del apologista en historiador. Al rigor en la búsqueda y consecución de las fuentes propicias para argumentar sus tesis, Groot adicionó el fervor y la convicción de que la religión era el núcleo de la vida política y social, y la historia el medio para demostrar esta premisa. El concepto de teodicea articula los diversos acontecimientos acaecidos durante la conquista y la colonia como parte del plan divino: "La Historia eclesiástica y civil fue un discurso tradicionalista que buscaba resguardar y defender la continuidad del orden señorial en la República".

El estudio de la Historia eclesiástica y civil elaborado por Sergio Mejía está organizado en seis capítulos, introducción y epílogos. Además cuenta con cinco apéndices que recogen importantes documentos de la biblioteca de Groot. La Introducción hace un recorrido general por la vida y la obra de José Manuel Groot, y presenta al historiador y su obra, destacando su condición de aristócrata, conservador y tradicionalista. En ella permite entender la dimensión filosófica y política de la época en la que vivió José Manuel Groot, poco estudiada por generaciones posteriores de historiadores.

El primer capítulo aborda la vida intelectual de José Manuel Groot y analiza su formación, desde los estudios de pintura. Así, pasan por la cercanía furtiva con el liberalismo y la Ilustración, la influencia del tío Francisco de Urquinaona -quien también lo introdujo en la masonería-, y llega hasta su conversión en defensor de la religión y fervoroso católico. A partir 1832 la apologética se convierte en tribuna desde la cual Groot defiende sus convicciones y se proyecta como una de las figuras con mayor ascendencia entre los grupos tradicionalistas. Entre 1849 y 1859 Groot fue editor y colaborador del periódico El Catolicismo. Durante ese tiempo refinó su escritura, mantuvo polémicas contra el protestantismo y la libertad de cultos, incluyó la diacronía en sus escritos y a ésta sumó la dogmática y la apologética. Esta experiencia fue crucial cuando Groot tuvo que sostener ante los liberales y a través del uso de la historia la importancia de la iglesia en el mantenimiento y la redención de la nación.

El segundo capítulo describe el paso del apologista al historiador, y desde 1856, la escritura de la Historia eclesiástica y civil, que elaboró mientras escribía otros géneros. Con esta obra Groot aprendió la laboriosidad del historiador, cotejó información, visitó bibliotecas públicas y privadas y transcribió documentos. La fuente empezó a constituirse en el eje que articulaba su argumentación y le proveía de nuevas dimensiones analíticas.

La Noticia biográfca de Gregorio Vásquez Arce y Ceballos fue el punto de partida, y para hacerla, dice Mejía, Groot hizo una revisión exhaustiva de fuentes coloniales y también usó la tradición oral a la que sumó retazos de su propia memoria. Mejía muestra cómo a la Pax hispánica Groot opuso el escepticismo que le ocasionaban el liberalismo, el progreso y la modernidad; desconfiaba de la humanidad, pero depositaba toda su fe en la Biblia como verdad revelada y correctamente interpretada por la Iglesia Católica. La base de la religiosidad de Groot se puede entender si tenemos en cuenta de que se trataba de la fe de un aristócrata escéptico frente a los cambios introducidos por el liberalismo y las revoluciones, que habían menoscabado su ventajosa posición familiar y le había condenado a la precariedad y la marginación social por cuenta del derrumbe de las jerarquías estamentarias y la introducción de una sociedad de clases, defnida por la meritocracia, la igualdad y la ciudadanía.

El tercer capítulo se ocupa de la publicación de la Historia eclesiástica y civil gracias al apoyo del arzobispo José Joaquín Isaza, quien fue un entusiasta promotor de la Historia en el Estado Soberano de Antioquia, y motivó entre su feligresía la suscripción para cubrir los costos de publicación Este capítulo recoge las vicisitudes entre la publicación, la edición, las suscripciones, los costos de impresión y transporte, los incumplimientos por parte de otros editores y la publicidad con la cual fue promocionada entre sus potenciales lectores.

El capítulo cuarto se ocupa del contenido y la escritura de la Historia eclesiástica y civil, en la que se destaca el papel de la Iglesia y la religión en la construcción del relato histórico. La teodicea fue la categoría con la que Groot aglutinó los diversos aspectos sociales, culturales y políticos, mientras que la religión católica le facilitaba la construcción de una trama coherente y organizada temporalmente. El uso de fuentes diversas, copias, documentos originales y la lectura de la biblioteca de los cronistas y los historiadores coloniales hicieron de Groot más que un historiador aficionado. La historia fue narrada por Groot en consonancia con su sentido ortodoxo y conservador; el tiempo y los acontecimientos aparecen como concreción del plan divino, que abarca desde la creación hasta el juicio final y en el interregno los sucesos, en su mayoría pecaminosos, que llevaron al hombre por el camino errado.

En el capítulo quinto Mejía trabaja el contenido del IV tomo de la Historia eclesiástica y civil. Para ello se vale de diversas fuentes: documentos almacenados por Groot desde 1831, textos publicados en los que él hace clara su concepción de la historia, documentos inéditos y obras pictóricas realizadas por éste. Mejía estudia al grupo de los Sin Cuenta, que fue opositor de Santander desde 1832 y el principal núcleo bogotano del futuro Partido Conservador. Las tensas relaciones políticas permiten a Sergio Mejía resaltar el activismo político de Groot, ejercido a través de su poderosa pluma y su capacidad de pintar en cuadros costumbristas y caricaturas los momentos cruciales de la vida institucional y política del país, y su permanente defensa de la religión católica y de la iglesia, a la vez que señalaba a los liberales como responsables del caos secularizante y la decadencia moral y cultural del país.

El capítulo sexto se ocupa de los sucesos que afectaron la vida de Groot después de la publicación de la Historia eclesiástica y civil: dedicó sus esfuerzos a refutar al protestantismo, a sostener polémicas como las mantenidas contra Manuel Murillo Toro, a defender la literalidad de la Biblia y a impugnar a Marx y Nietzche, además fue nombrado miembro honorario de la Academia de Historia de Madrid en 1874. Mejía incluye un análisis de la importancia del pensamiento de Groot, prolongado a través de uno de los más connotados políticos, gramáticos e intelectuales conservadores colombianos de finales del siglo XIX: Miguel Antonio Caro, quien retomó sus banderas en 1870 y desde el periódico El Tradicionalista defendió la ortodoxia católica y el conservadurismo. Caro fue una de las figuras más destacadas de la Regeneración, signó a este movimiento político con una idea que procedente de Groot: El orden y la libertad política sólo podrían asegurarse si se sustentaban en la religión.

La obra de Groot se reeditó, mientras se inmortalizaba su figura en bronces que ornamentaban plazas públicas y museos. Con el siglo XX la Historia eclesiástica y civil empezó a declinar hasta convertirse en un libro raro, trozo monumental de la historiografía nacional, reconocida más como pieza de museo, que como documento histórico, en el que pueden investigarse característica puntuales de la historia del país y de la consolidación de la Historia como disciplina científica, sustentada en objetos, métodos, fuentes e interpretaciones.

Esperamos que esta lectura no condicione ni contamine la que otros lectores puedan hacer del libro de Sergio Mejía. Lo que sí deseamos es que lo disfruten tanto como nosotros. Sus aportes, la exploración, el uso de fuentes y los apéndices hacen de este libro una importante contribución al estudio de la historiografía colombiana de los últimos años.


Comentarios

1 Germán Colmenares, Convenciones contra la cultura (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1997).

2 Sergio Mejía ha publicado con anterioridad una investigación centrada en otra gran personalidad de la historiografía colombiana del siglo XIX: José Manuel Restrepo. Ver Sergio Mejía, La Revolución en letras. La historia de la revolución de Colombia de José Manuel Restrepo (1781-1863) (Bogotá: Universidad de los Andes - Ceso - Universidad EAFIT, 2007).

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