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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.39 supl.1 Bogotá nov. 2009

 

Silva, Renán.
A la sombra de Clío. Diez ensayos sobre historia e historiografía. Medellín: La Carreta Histórica, 2007, 314 pp.

Katherine Bonil Gómez
Antropóloga, historiadora y Magíster en Historia de la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia. Coordinadora Académica del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá. kbonil@uniandes.edu.co.


En A la Sombra de Clío, el historiador y sociólogo colombiano Renán Silva presenta una colección de diez ensayos que, de acuerdo con las indicaciones del subtítulo, versan sobre historia e historiografía. Silva plantea desde la presentación del libro, e insiste a lo largo de todos los ensayos, que el análisis histórico no es aquel que cuenta historias, sino aquel que, guiado por la propuesta de una historia problema, estudia problemas que el investigador construye al relacionar un acervo teórico, un método y unas técnicas apropiadas para la transformación de las fuentes primarias seleccionadas. En este sentido, los diez ensayos tendrán el objetivo de reflexionar sobre el oficio, partiendo de los distintos elementos que para Silva constituyen o deberían constituir la producción de conocimiento histórico.

Las reflexiones se deslizarán entre la relación de la historia con la teoría, la relación de la teoría con los problemas de método y la relación de éstos con las fuentes.

Puede ser difícil encontrar esta unidad temática en una compilación de textos escritos en distintos momentos y para distintos propósitos. De hecho una lectura muy rápida del contenido del libro podría hacer pensar que se trata de una colección de textos sin aparente conexión. Así, "Sobre sociología e Historia", fue presentado en el marco de una discusión sobre programas académicos. "La servidumbre de las fuentes" -escrito como homenaje a Jaime Jaramillo Uribe- y "Reflexiones provisionales sobre una obra y un historiador: a propósito de la edición de las Obras Completas de Germán Colmenares" fueron escritos para examinar el legado de dos de los más importantes historiadores colombianos. "Los demonios de la metáfora y la analogía", "Lo que los testamentos nos pueden enseñar" y "Guerras, memoria e historia" son en principio reseñas de obras historiográficas.

También encontramos el análisis de la producción de dos publicaciones seriadas: "El Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura: un acontecimiento historiográfico" e "Historia Crítica: una aventura intelectual en marcha" y finalmente dos conferencias: "Pasado Primordial y Memoria Constituyente", leída en el Segundo Simposio Internacional Interdisciplinario de Estudios Coloniales de las Américas, y "Comunidades de memoria y análisis histórico", preparada para los estudiantes del pregrado de Historia de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín.

Sin embargo, gracias a la presentación hecha por el autor y a medida que avanza la lectura, se irá observando claramente la presencia y el progresivo desarrollo del eje central, el de la historia problema y sus elementos teóricos, metodológicos y técnicos. De esta manera, la gran diversidad cobra pleno sentido en tanto que es ésta la que permite al autor articular una reflexión "total" sobre la disciplina histórica, pues le brinda material para hablar de teoría, método, técnicas y fuentes, además de un marco de referencia que incluye los distintos ámbitos que, en la práctica, componen un campo académico: el oficio "solitario" de la investigación, el momento de la escritura, la difusión de resultados, la enseñanza, la conformación de una comunidad académica y la autorreflexión sobre el mismo.

Para un mejor análisis del libro, los diez ensayos pueden ser divididos en tres grupos. El primer grupo está dirigido, en el marco de la propuesta de una historia problema, a reflexionar sobre la relación de la historia con las otras ciencias sociales, sobre los problemas metodológicos y sobre su consecuente relación con las fuentes. El segundo grupo está enfocado en el análisis de tres publicaciones: las obras completas de Germán Colmenares, el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, publicado por el Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia y la revista Historia Crítica, publicada por el Departamento de Historia de la Universidad de los Andes. El tercer grupo gira en torno al tema de la memoria y la historia y presenta una reflexión sobre la función social de la disciplina histórica1

Comencemos por el primer grupo. El planteamiento más enérgico del autor, como ya se ha anotado atrás, es que la historia debe ser una historia problema, que debe basarse en un diálogo entre la teoría y las fuentes primarias. Para el autor, el marco ideal para ello sería el establecimiento de un diálogo entre la sociología y la historia, que es el tema del ensayo "Sobre Sociología e Historia". Pero no se trata de cualquier diálogo. De hecho, la primera parte del ensayo reseña la relación que estas disciplinas han establecido, partiendo no de un real conocimiento de la otra, sino más bien de la ignorancia mutua que se guía por las imágenes que cada una de estas disciplinas ha construido de la otra y que termina negando toda posibilidad de colaboración. El camino propuesto por Renán Silva, basado en autores como Braudel, es la historización profunda de las ciencias sociales, por medio de la "valoración precisa de la variable tiempo", y en lo que atañe a la historia, la apropiación de modelos y categorías sociales. En otras palabras, las ciencias sociales deben ser capaces de pensar sus objetos de estudio históricamente, como "objetos estructurados y estructurándose en el tiempo" (p. 40). A su vez, la historia debe realizar una evaluación profunda de los conceptos y modelos utilizados por las ciencias sociales y aplicarlos en trabajos de investigación concretos. Subrayo el hecho de llevar la reflexión al oficio concreto de la investigación, pues Silva hace énfasis en que la relación entre sociología e historia no debe circunscribirse a un plano de "principios" o "declaraciones formales", sino que debe ir directamente al plano de los "funcionamientos prácticos" (p. 32), guiado por la convicción de que los cambios en las concepciones sobre la naturaleza y las sociedades humanas necesariamente deben generar una reconfiguración del oficio mismo del historiador, reflejado en la forma como se lee una documentación, como se valoran las declaraciones de un expediente, la forma en que se construye una serie estadística, como se observa una comunidad, etc. (p. 33).

Esta reflexión sobre las fuentes será llevada a cabo justamente en el siguiente ensayo, "La servidumbre de las fuentes", donde Silva afirma que la necesidad de construir problemas e introducir hipótesis en la investigación histórica debe afectar la concepción misma del documento. La investigación en historia, guiada por la historia problema, debe partir de una comprensión de las fuentes, no como testimonios directos o trasparentes de la realidad social que simplemente "hablan por sí solos", sino como testimonios indirectos, mediados, seleccionados y organizados por otros, en el marco de relaciones de poder muy particulares. Las fuentes, en este marco, deben ser elaboradas, procediendo desde la construcción de una perspectiva teórica, pasando por la formulación de un problema y una hipótesis, por la selección de unas fuentes primarias y finalmente, la aplicación de unas técnicas adecuadas. En este sentido, el objetivo del investigador debe ser la consecución de un equilibrio entre la lectura de unas fuentes orientada "por un esquema interpretativo bien asimilado" y unas "formas de elaboración y de tratamiento adecuadas" (p. 70) y no simplemente "por el recurso a una "teoría" o "filosofía" de la historia ni por el recurso a la simple crítica documental de tipo forense" (p. 71). Se trata entonces, de construir una ciencia social que no conciba una separación entre teoría, problemas y métodos.

El tercer ensayo es producto de una reseña del libro Les Spectacles Sportifs de Philipe Gaboriau. En este texto Silva, por medio de la explicación de siete rejillas de interpretación propuestas por Gaborieu para el análisis del espectáculo deportivo en la sociedad contemporánea, aborda el tema del método comparativo y el uso de la analogía en las ciencias sociales. Este método, que ya ha sido nombrado sólo de paso en los anteriores textos como parte de la elaboración que debe hacerse con las fuentes primarias, es ahora llenado de contenido, mostrando los peligros que encarna tomarlo de una manera simple y superficial. La comparación ligera que implica, por ejemplo, comprender el deporte como una fiesta, como el equivalente del carnaval medieval en el mundo contemporáneo, o verlo como un relato épico medieval, como arte o como rito religioso, llevan a perder de vista lo específico del fenómeno y a realizar actos a históricos y etnocéntricos de comparación, que se basan en detalles de aparente forma común. A esto es lo que el autor llama "los demonios de la metáfora y de la analogía". Por supuesto, Silva no trata de criticar el uso de la comparación, sino de llamar la atención sobre hacerlo de forma controlada. El autor deja claro que tanto la comparación como la analogía son instrumentos preciosos para estimular la imaginación y son esenciales particularmente en sociología y en historia. Pero esto debe hacerse bajo un estricto control, que se logra cuando la comparación es construida desde y en un proyecto de experimentación:
"[...] no se hace entre elementos que se presentan como comparables de manera inmediata, y no se hace siempre -ni ese es su sentido primero- con el fin de elaborar morfologías ni establecer tipologías..." (p. 101). Se utiliza "como potencia de la imaginación teórica, como técnica de construir hipótesis, como forma de administrar pruebas de contrastación y de verificación [...] incluso como recurso pedagógico" (p. 103).

Si el primer ensayo inicia la reflexión sobre una historia problema desde sus aspectos teóricos, si el segundo lleva esta discusión al nivel del manejo de las fuentes y si el tercero habla de un método particular, el cuarto ensayo, entonces, cierra el ciclo mostrando de manera muy detallada cómo una historia problema leería los documentos. Para ello se sirve de un comentario hecho con motivo de la publicación del libro Testamentos indígenas de Santafé de Bogotá, siglos XVI-XVII, de Pablo Rodríguez, que recopila 91 testamentos indígenas. Silva evalúa el verdadero potencial de los testamentos y realiza un análisis sobre lo que éstos pueden y no pueden decir sobre las "sociedades indígenas". El autor invita a un desplazamiento metodológico, que en primer lugar deje de ver el documento como fuente de información directa y busque la información indirecta involuntaria, que según nos había mostrado Bloch, sería la más productiva. En segundo lugar, pasaría de las "formulaciones discursivas al mundo real de las prácticas" (p. 121), ejemplificándolo con lo que el autor extrae de los testamentos relativo a los temas de las relaciones de parentesco y formas de herencia, el avance de la propiedad privada y la presencia de lo "sobrenatural cristiano".

De esta manera el autor nos conduce, por medio de los cuatro primeros ensayos, por el transcurrir de todo un programa de lo que debe ser la producción de conocimiento histórico. Comienza con una reflexión sobre lo que debe ser la relación de la historia y la teoría, y finalmente muestra la actitud o forma de lectura que debería guiar el manejo de las fuentes.

Pasemos ahora al segundo grupo de ensayos, que incluye los siguientes tres textos. El primero es el ensayo realizado para comentar la edición de las Obras Completas de Germán Colmenares hecha entre 1997 y 1998. La primera parte de este ensayo señala las debilidades de la edición, especialmente en lo que tiene que ver con los criterios de inclusión y exclusión, echando de menos prólogos, traducciones y reseñas que forman parte crucial del trabajo de Colmenares. Igualmente se presentan algunas consideraciones críticas con respecto a los criterios de agrupación y a la exclusión de las dedicatorias originales. La segunda parte del ensayo adelanta algunos puntos para discutir la obra de este historiador colombiano.

El segundo y tercer texto son un análisis del devenir del Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura y de la revista Historia Crítica. Ambos textos poseen una estructura similar, donde se informa al lector sobre el contexto historiográfico en el cual surgieron estas publicaciones periódicas y se habla de su historia, usando sus notas editoriales como fuentes primarias que finalmente, como muestra Silva, son fuentes primarias que remiten al estado de la disciplina histórica en Colombia. En este punto quisiera llamar la atención no sobre los detalles de la historia de estas publicaciones, pues éstas pueden ser revisadas directamente por el lector. Lo que quisiera señalar es que, con estos tres artículos, el autor nos indica cómo realizar un balance de la disciplina en Colombia, que es finalmente lo que conecta de manera más fuerte este grupo de ensayos con el objetivo general del libro. Este análisis se lleva a cabo como una propuesta de historia cultural intelectual. De esta manera, no se trata de establecer cronologías sobre las publicaciones, o de describir aspectos de forma, sino de ver lo que éstas nos pueden indicar sobre las prácticas investigativas de una comunidad específica constituida por individuos. Éste es el caso del texto sobre Germán Colmenares que, a la vez que reflexiona sobre un trabajo editorial, se constituye en un alto en el camino para pensar sobre lo que se ha hecho y para redefinir direcciones. Estos artículos versan finalmente sobre las formas en que los historiadores han "administrado" la memoria de su disciplina. También nos hablan de las formas de ser intelectual que se han gestado en Colombia. Finalmente, se trata de un ensayo de historia cultural donde incluso una dedicatoria adquiere una significación enorme como indicador de la formación de grupos culturales. Ésta es, pues, una reflexión necesaria para avanzar en la disciplina que puede guiarse por los modelos de una sociología de la cultura y de los grupos intelectuales.

El tercer grupo, también de tres textos, se centra en la relación entre historia y memoria. El primer texto, "Pasado primordial y memoria constituyente", inicia como una reflexión sobre el papel de una historiografía sobre la sociedad colonial y, en otras palabras, se pregunta por el lugar que ocupa esta configuración social en la memoria histórica, no sólo de los historiadores, sino de los ciudadanos. El autor resalta el hecho de que el periodo colonial no existe en la conciencia histórica y eso es revelador de la relación que nuestra sociedad construye con su pasado. En ese marco, el papel del historiador colombiano podría ser comparado con el papel de psicoanalista, quien intenta producir otro tipo de relación entre las personas y sus historias individuales, brindándoles así la posibilidad de construir un futuro liberador. Así, entendiendo el pasado no como un periodo clausurado sino como el lugar de una relación que puede ser modificada desde el presente, los historiadores deben buscar tanto "para ellos y para sus conciudadanos la creación de un nuevo vínculo con esas formas anteriores de vida social", siendo su papel principal "ofrecer a los miembros de una sociedad nuevas visiones del pasado [...]" (p. 247).

El siguiente texto es una reseña al libro que da el título a este ensayo: Guerras, memoria e Historia, de Gonzalo Sánchez. El centro del libro es la "memoria nacional", caracterizada por Sánchez, según nos informa Silva, en buena parte en el marco de una "cultura de la violencia". Esta idea va a ser profundamente cuestionada por Silva, quien ve en ello el fruto de un acento exagerado en la relación entre la memoria nacional y el periodo de la Violencia. Igualmente presenta algunos contraejemplos de otros periodos donde encuentra tendencias "pacifistas", "civilistas" o "legalistas", pero sobre todo la explica más como el producto de una no muy clara diferenciación entre la historia vivida y sentida y el análisis histórico. Silva afirma que en Colombia "el proceso reflexivo y objetivante que debería caracterizar el análisis social, [...] ha sido sustituido por la simple trascripción estilizada de los "hechos de la memoria"2 (p. 277), tal vez relacionado con el hecho de que han sido justamente los hijos de la Violencia quienes se han dedicado a estudiar este periodo, no siempre logrando separar la contestación política de las condiciones de reflexividad y objetividad que requiere el análisis histórico.

Finalmente el último ensayo, "Comunidades de memoria y análisis histórico", realiza una reflexión sobre el tema de la memoria colectiva, su papel en las sociedades, sus usos políticos, la "terrible superficialidad" con que ha sido abordado y, sobre todo, sus diferencias con el análisis histórico.

Silva explica cómo los estudios de memoria se han revestido de cierto prestigio en la medida en que se presentan como los "rescatadores" de una "memoria subalterna", de una "memoria excluida", pero haciendo un uso descuidado del término "memoria colectiva". Para Silva, la memoria de un grupo social es una "selección interesada de recuerdos", un "recurso estratégico" construido sobre dinámicas de diálogo, intercambios, negociaciones y conflictos. Por otro lado, el análisis histórico es descrito por el autor como una práctica de conocimiento, y por ello su lugar en la sociedad es distinto al de la "memoria colectiva". El papel del análisis histórico debe ser justamente acentuar cada vez más esta diferencia y garantizar su autonomía como forma de "examen de conciencia sobre el pasado", como "forma de crítica social" que se desprende y toma distancia de los intereses particulares de grupos. Por esta razón, Silva define esta historia en contraposición de una historia memoria. Así, ésta última en vez de "matriz de la historia" será uno de los objetos de su conocimiento.

El libro se cierra, entonces, con una última caracterización de la historia problema: se trata de una historia eminentemente autorreflexiva, cuya función por lo tanto debe ser la de servir como medio privilegiado de autocomprensión y autocrítica en tres planos. En primer lugar, como autoconocimiento de la sociedad, con el objeto de generar nuevas formas de relación entre los miembros de la sociedad y su pasado. En segundo lugar, como autorreflexión de la disciplina histórica misma, o mejor, de la comunidad académica, la cual debe evaluar cómo, por medio del análisis de sus prácticas concretas, produce conocimiento. En este sentido, la historia problema debe guiar a la comunidad de historiadores a incorporar como una tarea intrínseca a su ejercicio de investigador una capacidad de autoevaluación, con respecto al estado de su disciplina, de la producción de agendas comunes de investigación, de sus objetivos, de su relación con las otras ciencias sociales, de su relación con las fuentes, etc. En tercer lugar, como autorreflexión individual. Silva llama la atención sobre cómo la selección de un tema de estudio no es algo inocente, sino que por el contrario implica un ejercicio de inclusión y de exclusión, que amerita una reflexión sobre su pertinencia y genealogía. En este caso se trata entonces de una reflexión a nivel personal, que cada historiador debe llevar a cabo con respecto a la construcción de sus objetos de estudio y a su relación como individuo con estos objetos, de mirar de una manera crítica la conformación de su propia agenda de investigación. De esta manera, el libro configura a lo largo de sus páginas una agenda para la disciplina histórica, que comienza con la relación que ésta debe generar con otras disciplinas, con la teoría y con las fuentes; continúa con la forma que deben tomar sus métodos y cómo debe manejar los documentos; analiza la manera como "administra" su propia memoria y finalmente la asigna un lugar muy preciso en la sociedad. Al mismo tiempo es una invitación para los historiadores colombianos, una invitación a construir un hábito autorreflexivo, como individuos y como comunidad, con respecto a qué se ha hecho y hacia dónde debería dirigirse. Esta condición hace que A la sombra de Clío sea una lectura obligada, tanto para investigadores consagrados como para los principiantes en este oficio.


Comentarios

1 Hago énfasis en que esta división es realizada con un fin meramente operativo, para facilitar la reseña del libro, pero no significa que estos tres ejes de reflexión sean independientes o que no aparezcan mencionados sino en los textos referidos en cada grupo.

2 Las cursivas son originales del texto reseñado.

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