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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.41 Bogotá maio/ago. 2010

 

COLEMAN, BRADLEY. COLOMBIA AND THE UNITED STATES:
THE MAKING OF AN INTER-AMERICAN ALLIANCE, 1939-1960.
KENT: KENT STATE UNIVERSITY PRESS, 2008, 303 PP.

Carlos Camacho Arango
Candidato a Doctor en Historia, Université Paris I Panthéon-Sorbonne, París, Francia. Investigador del Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA UMIFRE 17 CNRS-MAEE), Bogotá, Colombia. camachoarango@gmail.com.


Durante los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, Estados Unidos se convirtió en el socio estratégico más importante de Colombia; los momentos claves de este acercamiento fueron la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea y la Revolución Cubana. Las tradiciones compartidas por ambos países facilitaron el proceso y los asuntos internos de cada uno y les dieron forma; los estímulos principales fueron los intereses materiales en juego: estratégicos y económicos. A pesar de tratarse de una relación asimétrica de poder, los gobiernos colombianos desarrollaron estrategias para fijar las condiciones y el ritmo de la cooperación bilateral. Éstas son las ideas de base de Colombia and the United States. The Making of an Inter-American Alliance, 1939-1960. Algunas de ellas aparecían ya en una monografía de David Bushnell sobre el período comprendido entre 1938 y 1942[1]. La síntesis de Stephen Randall[2] las confirmó y las extendió. Este libro de Bradley Coleman, historiador del Comando sur del ejército de Estados Unidos, les da una precisión y una fuerza antes desconocidas.

En los estudios de la relación de Colombia con Estados Unidos los investigadores han hecho uso de modelos explicativos de la ciencia política o la economía, pero con mucha menos frecuencia han visitado los archivos. El principal mérito de Coleman radica en el tratamiento sistemático de innumerables documentos desempolvados en repositorios de ambos países. Si bien habla de interdependencia (como ya lo hacía Randall) y aun de independencia de cada nación frente a la otra, lo guía menos la intención de disertar sobre la teoría de las relaciones internacionales que el ánimo de sintetizar sus hallazgos en fórmulas. Al calificar su libro como "el recuento más detallado publicado hasta la fecha de las relaciones entre Estados Unidos y Colombia en el tema de seguridad"[3], el historiador no está haciendo alarde de erudición, está constatando un hecho.

Coleman presta atención tanto al contexto internacional (guerra caliente, guerra fría) como a la política interna de cada país. Tal vez por estar dirigido al público norteamericano, el libro contiene digresiones sobre asuntos colombianos que desenfocan la imagen del objeto de estudio: la construcción de la alianza. Así mismo, su comprensión de la historia política colombiana no parece del todo coherente: mientras que ve en el gobierno militar la única alternativa política en 1953[4], veinte páginas más tarde afirma: "La junta no solucionó los problemas de Colombia, pero mostró cuánto hubieran podido cooperar militares y civiles en un pacto con un líder diferente de Rojas Pinilla"[5].

Más enriquecedor para el lector colombiano es el análisis de las tensiones y de las contradicciones dentro de la ciudad de Washington. En contra de lo que muchos asumen o imaginan, no siempre existió acuerdo acerca de la manera como debía desarrollarse el nexo con Colombia. Ni los departamentos de Estado y Guerra coincidieron siempre en sus opiniones sobre la pertinencia de transferir armamento ni el Congreso dio siempre su aprobación. En otras ocasiones, la oposición a las transferencias militares llegó desde donde menos se esperaba: mientras que en 1959 el embajador en Bogotá apoyaba los pedidos del presidente Lleras, la misión militar desaconsejaba satisfacerlos. Estados Unidos no era un monolito.

Las tradiciones compartidas por los dos países fueron la base sobre la que se construyó la relación. A pesar de esto, no siempre fueron garantía de concordia, como lo prueba la persecución de misioneros norteamericanos, cristianos de nacionalidad diferente a la colombiana, durante el periodo llamado la Violencia. Los intereses estratégicos y económicos fueron el motor de la nueva alianza; sin embargo, las prioridades de cada socio no fueron siempre las mismas. Después de la Segunda Guerra Mundial Colombia compartió con los demás países de América Latina la frustración de no gozar de un segundo Plan Marshall. Para alcanzar sus objetivos, los gobiernos colombianos no se limitaron a asumir un papel pasivo: el de Laureano Gómez aseguró la continuidad de la ayuda militar y económica enviando tropas a Corea, mientras que el de Alberto Lleras fue el principal impulsor del cambio en la misión básica del ejército, y por ende, en el tipo de ayuda militar solicitada. El paso del paradigma de defensa externa al de seguridad interna debe más a Bogotá que a Washington. Colombia no era un simple peón.

La prosa del autor es clara; el plan general de la obra, cronológico. La narración sigue con juicio los acontecimientos, aunque no lo hace de manera homogénea, y a veces se contrae hasta mostrarnos su evolución hora por hora, como en el capítulo dedicado a Corea. Este acordeón cronológico no ayuda a entender mejor el problema central; y es más bien probablemente el vestigio de investigaciones anteriores del autor, fundidas de manera imperfecta en el nuevo formato. Junto a los repetidos errores de ortografía castellana, éste es el único reparo que se puede hacer a una muy buena labor editorial. El libro se lee con placer y es agradable como objeto. Confiamos en que estos atributos se mantendrán en la traducción al español y en la edición colombiana, que recomendamos llevar a cabo sin tardanza.

Los modelos de explicación de las ciencias sociales se suceden unos a otros en el tiempo e inciden en las maneras de escribir la historia. Hace más de cuarenta años David Bushnell calificaba de "pasada de moda" su manera de estudiar las relaciones entre Colombia y Estados Unidos[6]. Lo mismo podría decirse de Coleman: su aproximación no es innovadora, como tampoco lo son sus tesis. Sin embargo, en este libro aparecen expresadas de manera más vigorosa y nítida que en cualquier otro lugar. Además, el historiador nos da todos los medios para verificar la exactitud de sus afirmaciones, aportando así la mejor prueba de su honestidad intelectual. Ésta, por fortuna, no ha pasado todavía de moda.


Comentarios

[1]. David Bushnell, El gobierno Santos y la política del buen vecino (Bogotá: El Áncora, 1984, primera edición en inglés 1967).

[2]. Stephen Randall, Aliados y distantes: Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos desde la independencia hasta la guerra contra las drogas (Bogotá: cei, Uniandes, Tercer Mundo, 1992).

[3]. "The most comprehensive account of U.S. Colombia security relations published to date", IX. Las traducciones son nuestras.

[4]. "In any case, Colombia had no real alternative to a military government", 149.

[5]. "The junta did not solve the country's problems, but it showed how cooperative a military-civilian arrangement might have been under a leader other than Rojas Pinilla", 169.

[6]. David Bushnell, El gobierno Santos y la política del buen vecino, prefacio.

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