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Historia Crítica

versión impresa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.42 Bogotá sep./dic. 2010

 

LA HISTORIA EN PERSPECTIVA COMPARADA: ENTREVISTA CON EL PROFESOR CHARLES BERGQUIST

Luz Angela Núñez Espinel
Licenciada en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional (Bogotá, Colombia), magíster en Historia y estudiante de Doctorado en Historia de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia). Miembro del grupo de investigación Historia del tiempo presente (Categoría A1 en Colcien-cias). Autora de El obrero ilustrado. Prensa obrera y popular en Colombia. 1909 - 1929 (Bogotá: Uniandes, 2006) y coautora de Petróleo y protesta obrera. La uso y los trabajadores petroleros en Colombia, 2 vols. (Bogotá: Corporación Aury Sará Marrugo, 2009) la.nunez30@uniandes.edu.co.


El historiador estadounidense Charles Bergquist es profesor emérito del Departamento de Historia de la Universidad de Washington. Desde la década de 1960 ha estado vinculado con Colombia, a donde llegó en un primer momento como miembro de los Cuerpos de Paz, en un intento por evadir su reclutamiento para la guerra de Vietnam, y posteriormente ha mantenido relaciones estrechas con nuestro país como investigador y profesor visitante. Su trabajo se ha centrado en la historia de América moderna en perspectiva comparada y en la historia del movimiento obrero latinoamericano. Entre sus obras más destacadas pueden mencionarse Café y conflicto en Colombia 1886 - 1910 (Medellín: Fundación antioqueña de estudios sociales, 1981); Los trabajadores en la historia latinoamericana (Bogotá: Siglo xxi editores, 1988) y Labor and the Course of American Democracy (Nueva York: Verso, 1996)1.

Durante el mes de julio de 2010 el profesor Charles Bergquist estuvo en la Universidad de los Andes impartiendo el curso "Historia moderna de Colombia en perspectiva comparada". Aprovechando esta oportunidad, conversamos con él sobre los aportes y las perspectivas de la investigación sobre el movimiento obrero, la importancia del enfoque comparado en la historia y la relación del historiador con el presente.


1. EN SU OBRA LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA LATINOAMERICANA, USTED REALIZÓ UN INNOVADOR ESTUDIO SOBRE LOS TRABAJADORES DE OHILE, ARGENTINA, VENEZUELA Y COLOMBIA. VEINTE AÑOS DESPUÉS, ¿QUÉ PIENSA DE LOS RESULTADOS DE ESA INVESTIGACIÓN?, ¿QUÉ IMPACTO TUVO SOBRE LA HISTORIOGRAFÍA LABORAL DE AMÉRICA LATINA?

Yo me siento un poco desilusionado porque no tuvo el impacto que esperaba. Cuando el libro fue publicado algunos lectores se mostraron muy optimistas sobre el futuro de la obra. Perry Anderson, por ejemplo, en una reseña afirmó que si ese libro hubiera sido escrito por un europeo, se hubiera convertido rápidamente en un clásico; después, como esto no pasó, dijo que con el correr del tiempo llegaría a ser una obra clásica y aún hoy eso no ha ocurrido2. Las razones son varias: quizás la más simple es que yo busqué una editorial en Latinoamérica que tuviera la capacidad de difundir el libro, no solamente en los cuatro países que allí se analizaban, sino también en toda la región. Por ello me puse muy contento cuando logré que Siglo xxi Colombia lo publicara, porque esta editorial tenía su sede principal en México y otras sedes en Buenos Aires, Bogotá y Madrid, pero aproximadamente seis meses después Siglo xxi Colombia quebró. Yo recuerdo que alguna vez fui a la editorial y en la bodega estaban mis libros y los de muchos otros autores, como Daniel Pecaut, sin distribuir, porque ya no había recursos para promover las publicaciones. En parte por ello el libro fue muy poco conocido, aun en los sitios donde Siglo xxi seguía funcionando, porque no había apoyo de la casa colombiana. La edición en inglés tuvo mayor circulación y se hicieron dos ediciones, pero tampoco podría afirmarse que tuvo una difusión masiva.

Además de las dificultades en la distribución, creo que la suerte del libro no fue la óptima por otras razones. La más importante fue el momento de su publicación, en vísperas del colapso del la Unión Soviética y del consecuente repudio del socialismo en muchos lugares del mundo. Por otro lado, debe mencionarse el impacto del giro lingüístico y del giro cultural, que cobró fuerza más o menos en los años ochenta y ha seguido siendo una corriente arrasadora en todo el mundo, pero sobre todo en los países desarrollados. Eso ha significado que el uso de la palabra labor, en inglés, se considere obsoleto; por ejemplo, cuando un estudiante de posgrado quiere trabajar sobre labor, que quiere decir al mismo tiempo trabajo, sindicalismo y modo de producción, se considera que es un tema anticuado, que ya no es importante. Todos estos aspectos han influido en que el libro no haya tenido el impacto que yo esperaba, aunque sigo pensando que el tema es muy importante, en parte porque todos trabajamos, todos sufrimos los problemas del trabajo bajo el capitalismo, así como también vimos los problemas del trabajo bajo el socialismo que conocimos, y tarde o temprano creo que los historiadores van a volver con fuerza a este tema.


2. EN LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA LATINOAMERICANA SE PLANTEA QUE LAS DIFERENTES FORMAS DE INSERCIÓN DE LAS ECONOMÍAS LATINOAMERICANAS AL SISTEMA CAPITALISTA MUNDIAL SON EL ELEMENTO CLAVE PARA LA EXPLICACIÓN DEL PAPEL DEL MOVIMIENTO OBRERO EN LA EVOLUCIÓN DE LAS SOCIEDADES LATINOAMERICANAS. ALGUNOS CRÍTICOS CONSIDERARON QUE ERA UNA EXPLICACIÓN ECONOMICISTA, PERO USTED SE HA MOSTRADO OPUESTO A ESE TIPO DE ENFOQUES Y HA PROPUESTO COMO MÉTODO EXPLICATIVO LA INTERRELACIÓN DE LOS ELEMENTOS DEL CAMBIO SOCIAL ¿PODRÍA EXPLICARNOS CÓMO SE RELACIONA ESTA TESIS, FUNDAMENTALMENTE ECONÓMICA, CON OTROS ASPECTOS CENTRALES PARA EL ANÁLISIS DEL CAMBIO SOCIAL, COMO LA CULTURA, LA SOCIEDAD O LOS SISTEMAS POLÍTICOS?

Yo diría que, aunque pareciera que éste es un libro económico, realmente es cultural. Es un trabajo social y cultural porque se ocupa de analizar cómo se crea una percepción, cómo se construye una identidad nacional, cómo se forma la identidad de los trabajadores y cómo las personas entienden el mundo alrededor suyo. Sin embargo, el enfoque de la temática es distinto al que vienen desarrollando los estudios culturales porque, en comparación con éstos, es un trabajo que tiene los pies en la tierra, que liga el mundo cultural y de las percepciones con el mundo material. Por lo anterior, considero que quienes ven allí una explicación economicista no han leído el libro a fondo.


3. EN UNA RESPUESTA ANTERIOR USTED MENCIONÓ QUE LAS INVESTIGACIONES SOBRE TRABAJADORES Y MOVIMIENTO OBRERO SE HAN DEJADO UN POCO DE LADO PORQUE SE CONSIDERA QUE EL TEMA YA NO TIENE MUCHA IMPORTANCIA. EN ESTA MISMA LÍNEA, ¿PODRÍA EXPLICARNOS CÓMO ANALIZA LOS CAMBIOS EXPERIMENTADOS EN EL MUNDO DEL TRABAJO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS Y SUS EFECTOS EN EL ANÁLISIS HISTÓRICO?

Es una pregunta muy buena, porque cuando hablé de la suerte de mi libro [Los trabajadores en la historia latinoamericana], debí mencionar el hecho de que apareció en un momento de fuerte declive del movimiento obrero, no solamente en los países avanzados, sino también en Latinoamérica y otros lugares del Tercer Mundo, y como consecuencia, el tema dejó de considerarse importante. El porqué de este retroceso está explicado, o tratado por lo menos, en esta obra, y también en Labor and the Course of American Democracy. Podríamos decir que hubo cierto entendimiento entre los movimientos obreros fuertes, que emergieron de la crisis de la Gran Depresión mundial y de la Segunda Guerra mundial, y el capital, y que este compromiso estructuró en gran parte la historia del mundo durante un buen tiempo. Los trabajadores en el mundo capitalista, liderados por los sindicatos de la principal potencia industrial en la posguerra, llegaron a un entendimiento con el Estado y con el capital, para preservar sus organizaciones y alcanzar una porción de las ganancias de una productividad creciente a raíz de una revolución constante en los medios de producción. Eso fue lo que ellos recibieron, pero lo que concedieron a cambio fue su lucha por el control del proceso productivo, dejando rienda suelta a los capitalistas para que decidieran sobre la organización del trabajo.

Enfatizo en este punto porque estoy convencido de que la lucha por el control de la organización del trabajo es el elemento fundamental que liga a toda clase de trabajadores, incluso a quienes a veces no son considerados en la historia laboral, como los profesores universitarios o los pequeños productores cafeteros, por citar un ejemplo colombiano. Cualquier historiador o académico puede ver eso en su propia vida, porque quienes escogen ser profesores no lo hacen por la expectativa de obtener grandes ingresos, sino en parte porque pueden tener más control sobre cómo trabajan. Esta idea puede encontrarse en Marx, quien decía que lo que distingue a los seres humanos de las abejas y las hormigas, que son muy buenas trabajadoras y son muy productivas, es el hecho que estos animales no son capaces de idear, de conceptualizar un trabajo y luego pensar cómo realizarlo.

Al ceder en esa lucha por tener participación en la conceptualización del trabajo y en cómo hacerlo, esos sindicatos y esos trabajadores en cierto sentido pierden parte de su humanidad. Más aún, yo creo que dicha situación está en la raíz de muchos de los problemas que se observan, sobre todo en Estados Unidos, empezando por la calidad de los productos y la pérdida de competitividad en la producción de bienes industrializados, pero también en otros ámbitos como en la incidencia del uso de drogas.

Ahora bien, los historiadores han dejado de estudiar los temas laborales y del movimiento obrero porque no tienen presente la situación que acabo de explicar. Sin embargo, existen excepciones y algunos académicos se siguen ocupando de estos problemas. Quiero mencionar una excepción, y esto es muy personal, porque mi actual esposa es una historiadora coreana que estudia el movimiento obrero de su país3. El caso de Corea es muy significativo porque en los años ochenta el movimiento obrero de esa nación siguió una dinámica diferente a la que dominaba en la mayor parte del mundo, y a través de una coalición liderada por trabajadores industriales, junto con estudiantes y la clase media, lograron democratizar su país y cambiar la vida de millones de personas. No obstante, hoy en día los trabajadores coreanos no tienen tanta fuerza como en ese entonces y están afectados por las mismas tendencias mundiales que sus colegas en otros lugares. Con este ejemplo he querido mostrar también que los movimientos laborales son cíclicos, como el capitalismo, y que así como sufren procesos de retroceso, también pueden volver a cobrar fuerza y ser nuevamente importantes. Eso quiere decir que quienes piensan que este tema es cosa del pasado, se equivocan porque no entienden su dinámica histórica.


4. EN ESTOS MOMENTOS USTED SE ENCUENTRA DESARROLLANDO UNA INVESTIGACIÓN SOBRE LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA EN COLOMBIA ¿PODRÍA CONTARNOS SOBRE ESTE TRABAJO?

Muy brevemente diría que no es sobre partidos o sindicatos, sino sobre la izquierda como un todo, como un fenómeno cultural. En este trabajo busco explorar una paradoja central para comprender la historia colombiana: el hecho de que hoy en día exista una insurgencia armada fuerte, a pesar de que movimientos similares han desaparecido en casi todos los demás países de la región, podría dar lugar para pensar que la izquierda es fuerte, pero ésta históricamente ha sido muy débil. En cierta medida, la idea del libro en el que estoy trabajando no es muy original respecto a mi obra anterior; retoma algunas líneas de análisis que había trabajado y trata de desarrollarlas hasta finales del siglo xx y principios del siglo xxi.

Yo sostengo que buena parte de la izquierda colombiana, no solamente los grupos armados, tiene una idea muy mal formada de la historia del movimiento izquierdista en su país. Piensan que es débil por la represión, y que eso justifica la reacción armada. Pero si uno mira de cerca la historia de la primera mitad del siglo xx, fuera de los enclaves petroleros y bananeros, en el corazón de la economía colombiana prevalece un conjunto cultural donde es muy difícil que penetren las ideas de izquierda. En parte esto ocurre porque la misma izquierda no ha enfatizado en el tema del control del proceso productivo, del cual ya he hablado, y se ha centrado demasiado en el hecho formal de quién es dueño de los medios de producción. Así, por ejemplo, cualquier pequeño trabajador cafetero, sea arrendatario, aparcero o jornalero, aspira a la tierra, pero tal vez la izquierda ha malinterpretado este anhelo. Aquí la pregunta clave es: ¿Tierra para qué? Porque cuando estos llamados campesinos obtienen tierra, lo que logran es principalmente un mayor control sobre el proceso laboral. Esta idea puede verse en una parte del libro de Nicolás Buenaventura ¿Qué pasó camarada?4, cuando el dirigente del Partido Comunista narra un encuentro con campesinos cafeteros ocurrido en los años cuarenta, en el que se discute quién sería el dueño de la tierra en el socialismo.


5. SUS INVESTIGACIONES SE CARACTERIZAN POR DESARROLLAR UNA PERSPECTIVA COMPARATIVISTA ¿QUÉ IMPORTANCIA LE ASIGNA USTED A LA HISTORIA COMPARADA PARA EL ESTUDIO DE AMÉRICA LATINA, Y CUÁLES SERÍAN LOS APORTES MÁS SIGNIFICATIVOS DE ESTE ENFOQUE?

La perspectiva comparada es muy importante para el estudio de la historia latinoamericana, pero yo diría que es más importante para los norteamericanos porque se suele presentar la historia de los Estados Unidos como caso único. Por lo menos los estudiosos latinoamericanos saben algo de Venezuela o de México, y a pesar de que no investigan mucho la historia de los países hermanos, sí tienen alguna idea sobre el tema y esa es la base para desarrollar una comparación. En oposición a esa idea de la singularidad de la historia norteamericana, he tratado de mostrar en el curso que estoy dictando actualmente que existe gran unidad en la historia de todo el continente, sobre todo en cuanto al siglo xix, aunque también durante el periodo colonial.

En un nivel más general, creo que la historia comparada es importante porque la comparación se basa en la separación de variables, para usar una palabra propia de las ciencias sociales. Los historiadores somos muy buenos para explicar a partir de la mención de una infinidad de causas, pero sin duda algunas son más importantes que otras, y la comparación nos ayuda a separar las variables y a sopesarlas. Esto es fundamental porque el historiador tiene la tendencia a perderse en la complejidad de un caso único. Además, la historia comparada ayuda a corregir el chovinismo cultural, porque a pesar de no querer serlo, en cierto sentido todos somos nacionalistas y pensamos que nuestra historia es única y distinta. Yo creo que la historia comparada nos muestra, por un lado, que eso es cierto y, por otro, que hay mucho que compartimos, tanto en términos culturales como históricos.


6. ¿EN QUÉ SE DIFERENCIA LA HISTORIA COMPARADA CON OTRAS PERSPECTIVAS, COMO LA HISTORIA CONECTADA O HISTORIA CRUZADA?

En mi libro Labor and the Course of American Democracy trato ambas clases de historia, puesto que, como evidencia el subtítulo de la obra, se trata de una Historia estadounidense en perspectiva latinoamericana. Allí trato de probar, entre otras cosas, que el auge del imperialismo norteamericano a finales del siglo xix obedece en gran medida a los temores de la clase dirigente a la movilización tanto rural como urbana de los trabajadores norteamericanos y que, obviamente, la expansión estadounidense afecta profundamente la historia de otros lugares, especialmente a Latinoamérica. También en el libro sobre los trabajadores latinoamericanos muestro que precisamente en los lugares a donde va el capital y el imperialismo norteamericano, surgen los movimientos obreros más fuertes de América Latina. Para mí esto es historia conectada y es historia cruzada, porque situaciones que son consideradas como particulares de un país u otro, en realidad son parte de un proceso más amplio que se encuentra interrelacionado.

Por ejemplo, la lucha democrática de los trabajadores en un lugar afecta la trayectoria del movimiento obrero en otra parte del hemisferio. Aun los historiadores de izquierda en Estados Unidos, que son contados, no aciertan a explicar muy bien la trayectoria del movimiento obrero en ese país, que era muy fuerte a fines del siglo xix y principios del siguiente, pero por alguna razón perdió primero su independencia ideológica y política y luego su poderío e influencia social. Yo sostengo que este proceso está en gran parte relacionado con el Imperio, pero para lograr entenderlo es necesario situarse en una perspectiva comparada.


7. EN SU CRÍTICA A LA OBRA HISTORIA DOBLE DE LA COSTA5, USTED SEÑALÓ TRES PILARES DEL MÉTODO HISTÓRICO (DOMINIO DE LA HISTORIOGRAFÍA, EVALUACIÓN CRÍTICA Y REFERENCIAS EXACTAS DE LAS FUENTES PRIMARIAS E INTERCONEXIÓN DIALÉCTICA DE TODOS LOS ASPECTOS DEL CAMBIO SOCIAL)6. ¿QUÉ NOS PUEDE DECIR AL RESPECTO, CUANDO HOY DIFERENTES CORRIENTES CUESTIONAN LA UNIDAD DE MÉTODO Y DE FINES DE LA DISCIPLINA HISTÓRICA?

Yo considero que estos pilares son, en efecto, muy afines a ciertas afirmaciones posmodernas, porque ideas como que no hay una verdad histórica única, que no existe una sola voz sino múltiples voces, que todo es contingente y nada es determinado, hacen parte de los principios y del entrenamiento básico tradicional de todo historiador sobre cómo manejar la historiografía y las fuentes primarias. Los historiadores no pensamos, como lo hacen muchos cientistas sociales y seguramente algunos académicos provenientes de las humanidades, que hay "hechos" históricos; nosotros tenemos claro que hay diferentes percepciones de los hechos y la formación del historiador está encaminada a aprender a leer y corregir, o por lo menos reconocer el sesgo en cualquier fuente primaria y, obviamente, en cualquier escuela de interpretación histórica. Pero esto quiere decir que uno mismo tiene que interrogarse, como lo planteó Orlando Fals Borda, ¿Por qué estudio esto? ¿A qué grupos sociales sirve esta investigación? ¿Cuál es mi propósito político al realizarla? Aunque los historiadores muy pocas veces lo hacen de manera explícita, creo que de alguna manera estas preguntas están presentes en sus metodologías. Por eso yo estoy muy agradecido con Fals Borda, porque me ayudó a definirme como historiador.


8. A MENUDO SE DICE QUE EL ANÁLISIS HISTÓRICO ESTÁ RELACIONADO EN FORMA DIRECTA CON EL PRESENTE. A PROPÓSITO DE ESTA AFIRMACIÓN, ¿CÓMO JUZGA USTED LAS RELACIONES ACTUALES ENTRE ESTADOS UNIDOS Y AMÉRICA LATINA VISTAS EN LA PERSPECTIVA HISTÓRICA DEL IMPERIALISMO, UN TÉRMINO QUE USTED HA UTILIZADO EN ALGUNOS DE SUS ESCRITOS?

Uno pensaría que la elección de Obama como presidente de Estados Unidos iba a cambiar en algo esa relación imperial que existe entre las dos partes del hemisferio, situación que he analizado históricamente en el tercer libro que escribí [Labor and the Course of American Democracy], centrándome en la relación entre Estados Unidos y Latinoamérica después de la independencia, y sobre todo durante el siglo xx. Pero Obama no ha podido cambiar casi nada; aunque tiene buenas intenciones, no ha sido respaldado por una fuerza social organizada como ocurría antes, por ejemplo, en los años treinta y cuarenta. En esa época por lo menos había un movimiento obrero fuerte, pero en la actualidad no existen otras organizaciones que puedan llenar ese vacío. Un buen ejemplo es su esfuerzo por modificar y mejorar el sistema de salud pública. Parece increíble, pero Colombia tiene mejor sistema de salud pública que los Estados Unidos. Hoy en día los grupos de derecha están en las calles manifestándose en contra de la reforma, pero ¿dónde están los de izquierda?, ¿dónde estamos?

Regresando nuevamente a la pregunta, desde otra perspectiva creo que sigue siendo pertinente la utilización del concepto de imperialismo, pero vamos a tener que ampliar el término o modificarlo porque China ya está empezando a jugar un rol determinante en el mundo.


9. ¿CUÁL HA SIDO EL IMPACTO DE LA LLAMADA "GUERRA CONTRA EL TERRORISMO" EN LOS ESTADOS UNIDOS Y SUS REPERCUSIONES EN LA ACADEMIA?

Esta situación ha tenido grandes efectos y no solamente en la academia. Estados Unidos se encuentra involucrado en dos guerras que no parecen tener fin y están minando la salud económica, social, cultural y sicológica del país. Por ejemplo, se están destinando a la guerra recursos que deberían invertirse en la salud pública o en la educación, sectores donde se ha producido un retroceso enorme. Esto puede verse en California, que tenía el mejor sistema educativo público y se está yendo a pique. Cuando se habla de guerra contra el terrorismo, yo pienso en la otra guerra proclamada hace tiempo, que era la guerra contra las drogas. Pero la expansión de la droga ha sido espantosa, al punto que ha llevado a Estados Unidos a tener una cantidad increíble de presos en sus cárceles sin reducir el consumo. Como los colombianos saben mejor que nadie -porque la droga ha tenido efectos muy destructivos en su país- y como se está viendo hoy en día en México, ese no es solamente un problema derivado de la producción. Por ejemplo, el consumo legal de narcóticos y de calmantes ha alcanzado proporciones epidémicas en los Estados Unidos, por no hablar de la producción de drogas sintéticas. Entonces, yo creo que esto es síntoma de una enfermedad muy honda en la sociedad norteamericana y considero que, por lo menos, una de sus raíces está en el mundo laboral, porque un norteamericano gasta en promedio una tercera parte de su vida en el trabajo, y seguramente si una persona quiere encontrar el equilibrio de su existencia, por lo menos debe revisar qué está ocurriendo ahí. Por eso afirmo que los estudios labores tienen mucho que aportar en la actualidad.


10. USTED HA SIDO UN DEFENSOR DEL COMPROMISO SOCIAL DEL HISTORIADOR ¿PODRÍA EXPLICARNOS CÓMO ENTIENDE ESTE COMPROMISO Y CUÁLES SERÍAN SUS ALCANCES HOY, A COMIENZOS DEL SIGLO XXI?

En la clase hablamos de las protestas de Seattle en 1999 contra la Organización Mundial del Comercio (omc). Menciono nuevamente este tema porque yo participé en esas jornadas y luego escribí sobre esto en el periódico de la Universidad Nacional7. Recuerdo que durante un buen tiempo tuvimos el control de las calles de la ciudad, porque la cantidad de personas era abrumadora y la policía no esperaba semejante concurrencia. Llegaron personas de muchas partes del mundo, inclusive vinieron de Corea miembros de unas asociaciones agrícolas que querían defender a los pequeños productores y en alguna esquina de la ciudad reclutaron a mi esposa para traducir al inglés sus demandas. Yo he trabajado con muchos sindicatos en Seatlle; allí ocupé una cátedra fundada en memoria del líder sindical Harry Bridges, quien perteneció a un sindicato de estibadores muy democrático, influenciado por el Partido Comunista. Cuando Bridges murió, los veteranos del sindicato decidieron que en vez de un museo o una estatua, iban a financiar a perpetuidad un centro de estudios laborales dedicado a programas de educación con los sindicatos o al desarrollo de investigaciones sobre temas laborales8. Durante las protestas me encontré a mucha de esa gente en las calles, y también a antiguos estudiantes a quienes no había visto por mucho tiempo. Fue una jornada muy importante y muy festiva en cierto sentido; pero además, participar en esas actividades ayuda a aclarar qué es lo importante. Después uno regresa a los archivos o a la biblioteca con una claridad que no tenía antes.

Podría decirse que en buena medida el académico es quien más se beneficia de esa relación. Por ejemplo, cuando hice la investigación sobre los trabajadores latinoamericanos, al principio el objetivo no era hacer una historia del movimiento obrero; éste era apenas un componente del proyecto. Yo quería estudiar cómo influía la economía de exportación que se formó a fines del siglo xix en la trayectoria histórica de los países latinoamericanos, porque como buen estudiante de la Cepal, sabía que una economía cafetera no era igual a una economía petrolera, y que eso influía mucho en el desarrollo mismo del capitalismo en cada país latinoamericano. Además, quería ampliar la perspectiva y analizar partidos políticos, cultura, ideas y movimiento obrero. Pero cuando empecé a investigar en Argentina, en plena guerra sucia, un buen día bajé al subterráneo y para mi sorpresa no había nadie, porque los trabajadores habían entrado en paro. Claro que por la censura eso no se publicaba en los periódicos, y de pronto vi venir un tren manejado por militares argentinos con uniformes al estilo norteamericano. Entonces yo me pregunté, ¿quiénes son estos trabajadores ferroviarios que en medio de una guerra sucia son capaces de salir a la huelga y parar el transporte en el capital argentina? Luego fui a Chile y mientras buscaba apartamento pasé por el Palacio de la Moneda y pude observar los huecos de los proyectiles que habían disparado cuando derrocaron al presidente Salvador Allende. Sentía como si los trabajadores fueran llegando a mi puerta y me dijeran "déjennos entrar". Finalmente, en los ensayos del libro muestro que las luchas de los trabajadores, que son culturales y sociales, a veces terminan eclipsando o dominando a las mismas fuerzas materiales y económicas que los habían formado a ellos en un principio.

Desde mi punto de vista, esa dialéctica es la parte más importante del libro, y creo que también hay una dialéctica entre luchas sociales y producción académica. Yo he insistido, y esto es una diferencia con muchos que trabajan en estudios culturales, que sí hay unas versiones del pasado que son más apropiadas, más verídicas que otras y que esas versiones resultan ser las más democráticas. Pero cuando yo digo esto se escandalizan tanto quienes son de izquierda, como quienes son de derecha. ¿Cómo es posible, como he tratado de demostrar en mi artículo criticando a Fals Borda y en otros escritos, que la profesión histórica, sus métodos, sus fuentes y sus interpretaciones tiendan a ser a través del tiempo cada vez más democráticas? ¿Cómo se explica eso? Pues yo creo, y eso es volviendo a Marx, que quienes son opresores tienen que engañarse para sentirse bien, mientras que los oprimidos tienen que ver las cosas claramente para poder mejorar sus vidas. Las verdades de los oprimidos son las que ganan la batalla de las ideas con el correr del tiempo, y este proceso es la fuente de la democratización progresiva del mundo moderno. Aunque ésta es una afirmación muy fácil de entender, creo que muchos académicos de hoy no quieren confrontarla.


Comentarios

1. El profesor Bergquist también ha sido editor de Violence in Colombia: the contemporary crisis in historical perspective (Wilmington: Scholarly resources, 1992) y de Violence en Colombia, 1990-2000: Waging war and negotiating peace (Wilmington: Scholarly resources, 2001), y ha publicado un importante número de artículos en revistas especializadas.

2. Los comentarios de Perry Anderson a Los trabajadores en la historia latinoamericana se encuentran en una reseña publicada en These Times (abril 6-12 1988) y en la presentación de la edición en español del libro.

3. Hwasook Nam es profesora de historia de Corea en la Universidad de Washington. Autora de Building ships, Building a Nation: Korea's Democratic Unionism under Park Chung Hee (Seattle: University of Washington press, 2009) y de "Shipyard Women and the Politics of Gender: A case study of the ksec Yard in South Korea", en Gender and Labor in Korea and Japan: Sexing Class, eds. Elyssa Fai-son and Ruth Barraclough (London: Routledge, 2009).

4. Nicolás Buenaventura, ¿Qué pasó camarada? (Bogotá: Ediciones apertura, 1992).

5. Orlando Fals Borda, Historia doble de la costa, 4 vols. (Bogotá: Carlos Valencia editores 1979-1986).

6. Charles Bergquist, "En nombre de la historia: Una crítica disciplinaria de Historia doble de la costa", Huellas no 26 (agosto de 1989): 40-56.

7. Charles Bergquist, "Las protestas de Seattle ¿Política democrática para un nuevo siglo?", UN Periódico n.° 7 (febrero 13 de 2000): 5-7.

8. Se refiere al Harry Bridges Center for Labor Studies, creado en 1992 como dependencia adjunta de los departamentos de Historia y Ciencias Política en la Universidad de Washington, gracias a las contribuciones de cientos de trabajadores y ex trabajadores vinculados a la International Longshore and Warehouse Union (ilwu), sindicato fundado y dirigido durante varias décadas por Harry Bridges. Cfr. http://depts.washington.edu/pcls/about.html.

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