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Historia Crítica

versión impresa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.46 Bogotá ene./abr. 2012

 

Solano, Sergio Paolo y Roicer Flórez Bolívar. Infancia de la nación. Colombia en el primer siglo de la República. Cartagena: Ediciones Pluma de Mompox, 2011, 260 pp.

Jairo Álvarez Jiménez

Catedrático del Programa de Historia de la Universidad de Cartagena (Cartagena, Colombia). Magister en Historia por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (Tunja, Colombia). Miembro del grupo de investigación Frontera, Sociedad y Cultura en el Caribe y Latinoamérica (Categoría A1 en Colciencias). jalvarezj@unicarta-gena.edu.co


En la colección de libros Voces del Fuego-Testigos del Bicentenario de la Editorial Pluma de Mompox, apareció el libro motivo de estos comentarios. Esta publicación le brinda al público la posibilidad de acceder a unos ensayos que se hallan dispersos en revistas nacionales y extranjeras. El título que lleva el libro, Infancia de la nación. Colombia en el primer siglo de la República, expresa la necesidad de estudiar la formación de la nación más allá de los años de la Independencia para mostrar los disímiles procesos de articulación de los distintos espacios, y el papel de los actores sociorraciales en esa construcción.

Para avanzar en el estudio de los sectores subalternos del siglo xix, los autores se han interrogado sobre las relaciones que existieron entre la condición racial, el discurso liberal republicano, los estilos de vida y las estrategias colectivas, familiares e individuales diseñadas por importantes franjas de la población para salir de lo que llaman un "estado de indiferenciación social" (pp. 31 y 44), o, en el caso de los indígenas, para defender sus intereses. Son temas de sumo interés en las recientes exploraciones sobre la configuración sociorracial del Caribe colombiano, que han resaltado la centralidad del tema de la raza, usualmente olvidada por la historiografía tradicional y la de inspiración marxista. Sin embargo, los ensayos de Solano y Flórez están en la línea de investigación recientemente abierta por Aline Helg, Steinar Saether y Jorge Conde, quienes se han encargado de complejizar de forma más satisfactoria ese tema al concebir un mundo racial mucho más diverso y fraccionado que el presentado en los estudios de Alfonso Múnera 1 y Marixa Lasso 2. En este sentido, raza, trabajo, ciudadanía, vecino, estilos de vida, estrategias familiares, indígenas, identidades raciales, nación y formas de poder, entre otras, forman el haz de variables que se ponen en juego en los ensayos compilados en este libro, constituyendo una invitación a repensar la Colombia del siglo xix y el espacio de lo que más tarde sería su región Caribe.

El libro tiene dos énfasis complementarios. En la primera parte se muestra a los ejercitantes del trabajo manual urbano en varias dimensiones: condiciones raciales, laborales, formas de vida e intervención en política, gracias a la condición de ciudadanos y sus preocupaciones por participar desde sus específicos intereses en la construcción de la nación. En la segunda parte del libro aparecen las comunidades indígenas que sobrevivieron durante el siglo xix en el territorio de la ex colonial provincia de Cartagena. El acento está puesto en estudiar sus juegos de identidades, las relaciones de alteridades con otros sectores sociales y la instrumentalización que hicieron del discurso liberal sobre la ciudadanía de acuerdo a los contextos. En ambos casos los autores se han esforzado por mostrar el empeño de artesanos e indígenas para insertarse desde sus peculiares puntos de vista en los procesos de construcción de la nación.

En la primera parte se señalan nuevos senderos para que las investigaciones sobre la configuración sociorracial del país avancen más allá del peligro de las vueltas de la mula en la noria en el que pueden caer los estudios sobre la raza a finales del período colonial, durante la Independencia y los primeros decenios de vida republicana. Una mirada proyectada a lo largo del siglo xix permite a los autores mejores condiciones para analizar cómo en el contexto del racismo los sectores subalternos sacaron provecho de las fracturas del orden social y político para construirse espacios de representatividad social y política.

En el artículo "Raza, liberalismo, trabajo y honorabilidad en Colombia durante el siglo xix", basamento sobre el que se construyen los dos siguientes, Solano muestra las circunstancias que permitieron que desde la segunda mitad del siglo xviii se fueran construyendo unos sectores medios en la sociedad urbana del Caribe colombiano, integrados, entre otros, por artesanos negros, mulatos y mestizos que se organizaron en torno a un estilo de vida en el que la honorabilidad, como valor construido y no adquirido, fue la piedra angular. En esa construcción la valoración de las formas de vida virtuosa, del trabajo, la independencia y la educación fueron herramientas clave para fracturar un orden social basado en la inclusión o exclusión sobre la base de la condición racial. Este ensayo es significativo en varias dimensiones: l) Evidencia que en la construcción de la República basada en la política liberal y en los logros del pensamiento ilustrado, las élites colombianas no mantuvieron posturas homogéneas en torno a la valoración del común de las gentes; 2) muestra el empeño de las élites para definir a los mediadores de su hegemonía, como también las presiones de franjas de la población que luchaban por espacios de reconocimiento social; 3) presenta a lo popular o subalterno con una dinámica propia determinada por el interés de algunos sectores de salir de un estado de indiferenciación social, es decir, de distanciarse de los sectores más plebeyos de la población; y 4) introduce el trabajo como una de las claves más significativas para leer la vida social y política de la Colombia del siglo xix, convertido por parte de los artesanos en elemento central para la construcción de una vida meritoria, tanto personal como familiar.

En el siguiente artículo, "Liberalismo, ciudadanía y vecindad en la Nueva Granada", Flórez y Solano proponen que factores centrales del discurso moderno tales como nación, soberanía popular, opinión pública y ciudadanía no operaron sobre una tabula rasa, sino que se deslizan a través de lenguajes, ritos, símbolos, formas societarias y demás elementos de las culturas políticas que los antecedieron. Siguiendo una tendencia historiográfica que discute las relaciones entre la ciudadanía y la vecindad, los autores argumentan que algunos elementos de la cultura política de buena parte del siglo xix sólo se pueden entender si se estudia la dupla ciudadano/ vecino, y si se les presta atención a los cambios que sufrieron esas condiciones políticas en el tránsito de la Colonia a la República. Esa condición de vecino, siguiendo estudios de otras latitudes, la muestran arraigada a las valoraciones sociales comunitarias, en especial al apego al trabajo y a la proyección de una conducta pública valorada por los demás.

En el ensayo "Educando al buen ciudadano" los autores analizan el papel desempeñado por la Guardia Nacional en la provincia de Cartagena en la formación y educación de los ciudadanos entre 1832 y 1857. Asimismo, determinan los sectores sociales que integraban esta institución. Sostienen que para los miembros de esta institución el servicio de las armas se convirtió en una forma de intervención política más directa, ya que durante el siglo xix la ciudadanía se asociaba estrechamente con la participación en las milicias, y también porque la condición misma de ciudadano activo implicaba el derecho y el deber de pertenecer a ella. De igual forma, la Guardia Nacional se convirtió en un instrumento de sociabilidad y pedagogía política.

La segunda parte del libro está dedicada al tema de los indígenas, la ciudadanía y el poder en el territorio del Bolívar Grande (actuales departamentos del Atlántico, Bolívar, Sucre y Córdoba), introduciendo nuevas variables en el estudio de la configuración sociorracial hasta ahora soslayada debido a que se desconocían las implicaciones sociales e institucionales de la existencia de esas comunidades indígenas. En el artículo dedicado a "La novela Yngermina de Juan José Nieto", Solano polemiza con estudios recientes que censuran a Juan José Nieto el haber tomado como tema central de su narrativa a los indígenas en la época de la Conquista, olvidándose de la existencia de las gentes de color. Después de mostrar que aún a finales del siglo xix los indígenas tenían presencia significativa entre la población y la sociedad de esta parte de la región Caribe colombiana, Solano analiza las razones que llevaron a que en esa centuria se les invisibilizara, y por qué en los actuales discursos académicos se reproduce esa actitud. Su énfasis descansa en mostrar la existencia de un colonialismo interior por parte de las llamadas ciudades letradas, en especial de Cartagena, que ha llevado a sus intelectuales y políticos a proyectar el imaginario de sus propias configuraciones sociorraciales al resto de las comarcas y poblaciones de la región, como también a desconocer el protagonismo político de las comunidades indígenas decimonónicas.

En "Raza, mestizaje, nación y ciudadanía" Solano estudia qué era un indígena en el Bolívar Grande durante el siglo xix. En contravía de autores como Steinar Saether, quien sostuvo que los indígenas de los alrededores de Santa Marta prefirieron renunciar a esa condición racial y asumirse sólo como ciudadanos 3, Solano argumenta que en la definición de la identidad indígena el Estado republicano jugó un papel de primer orden al igual que lo había hecho el Estado colonial, dado que lidió con una relación de naturaleza étnica que tenía implicaciones institucionales, y porque los indígenas sacaron provecho de los conflictos políticos entre los sectores dirigentes. Desde esta perspectiva, esa identidad también fue el resultado de una reelaboración introducida por los indígenas que aprovecharon las normas de la República para expresar sus puntos de vista.

En el artículo "Indígenas y ciudadanía" Flórez realiza un contrapunteo entre el discurso desarrollado por la élite del Estado Soberano de Bolívar entre 1863 a 1875 para justificar la disolución de los resguardos, y los mecanismos y estrategias diseñadas por los indígenas para la defensa de los mismos. Muestra que éstos rechazaron el argumento liberal según el cual la existencia de las comunidades indígenas era incompatible con la ciudadanía republicana, y cómo se reconocieron y ampararon en esta condición política para resaltar los que derechos que tenían como miembros de ese Estado.

Por último, los autores cierran el libro con un estudio sobre la estructura de poder que se consolidó en el Estado Soberano de Bolívar, argumentando que el éste era un elemento de fuerza de equilibrios territoriales, en las que algunas familias mantenían un dominio sólido sobre "sus" provincias, gracias a sus redes familiares y comerciales y a su relación privada con las autoridades locales y algunos jefes militares. Estas familias eran, en su mayoría, comerciantes y ganaderos, y utilizaban el poder político del que gozaban con el fin de proteger y ensanchar sus intereses económicos y personales. Los caciques y gamonales eran los elementos esenciales en el funcionamiento de estas relaciones de poder.

En conclusión, estamos frente a unas renovadoras miradas sobre la historia del siglo xix de la Costa Caribe y de Colombia. Innovadoras porque complejizan de mejor forma temas que se vienen explorando como los de la raza y la ciudadanía. Muestran las posibilidades de explorar de mejor forma una sociografía que va más allá del usual modelo bipolar que concibe el orden social formado solo por las élites y los subalternos. En efecto, al combinar las variables raza, trabajo, ciudadanía y estilos de vida, los autores develan un conjunto de estrategias desarrolladas por franjas importantes de sectores de la población para definirse como estratos medios de la población diferenciados de la plebe. Y esto es sumamente importante, porque nos permite entender lo popular como un bloque heterogéneo con fracturas internas. En las perspectivas de estos historiadores lo popular es dinamizado desde su interior tanto por resultado de las presiones de las élites para definir a los mediadores de su hegemonía, como también por los conflictos escenificados en su interior entre los estilos de vida, las valoraciones del color, entre las estrategias familiares e individuales, los vínculos sociales, las formas de trabajo y otros elementos.

Esas miradas también están presentes en la parte del libro dedicada a estudiar los indígenas del Bolívar Grande en el siglo xix y las relaciones que establecieron con el discurso liberal y con la ciudadanía. Lo planteado por los autores va mucho más allá de la simple constatación de esa existencia. Por un lado, han demostrando que los resguardos indígenas de la otrora provincia de Cartagena continuaron existiendo durante todo el siglo xix, tema que totalmente desconocido por la historiografía regional costeña, aparte de las alusiones de Orlando Fals Borda a los resguardos de Jegua y Guazo 4. Por otra parte, porque del reconocimiento de la existencia de esos resguardos indígenas se deduce diversas implicaciones sociales, políticas, institucionales e identitarias. Entre éstas sobresalen dos: 1) se imponen serias reconsideraciones a los enfoques con los que se han venido estudiando temas como la racialización de las geografías regionales colombianas, que asociaba a la parte de la Costa Caribe que correspondía a la Provincia de Cartagena a un poblamiento negro y mulato; y 2) obliga a construir una imagen muy distinta del mundo del Gran Caribe, por lo común asociado solo a gente negra y mulata, pues con toda justeza puede hablarse de la existencia de un Caribe con indígenas como se evidencia en la parte continental de esta gran cuenca.

Sea pues bienvenido este libro al mundo académico e historiográfico de nuestra región Caribe y de Colombia, deseándole un afortunado recorrido ante la vista de los lectores.


Comentarios

1. Alfonso Muñera, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-1810) (Bogotá: Banco de la República/ El Áncora Editores, 1998), 53-110 y 173-215.

2. Marixa Lasso, Myths ofharmony. Race and republicanism during the Age of Revolution, Colombia 1795-1831 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2007), 16-33 y 68-90.

3. Steinar Saether, "Independence and the re-definition of Indianness around Santa Marta, Colombia, 1750-1850", Journal Latin American Studies 37: 1 (2005): 57-61.

4.Orlando Fals Borda, Resistencia en el San Jorge ( Bogotá: Universidad Nacional/ Banco de la República/ El Áncora Editores, 2002), 50A-57A,50B-66B y 88A-95A.

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