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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.48 Bogotá set./dez. 2012

 

Torres, Ana Teresa. La herencia de la tribu (Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana). Caracas: Editorial Alfa, 2009, 287 pp.

Luis Fernando Castillo Herrera

Docente en el área de Historia en el Liceo Bolivariano Julio Bustamante (Caracas, Venezuela). Profesor con mención en Geografía e Historia por la Universidad Pedagógica Experimental Libertador - Instituto Pedagógico de Caracas (Caracas, Venezuela). godaigo@hotmail.com


La caraqueña Ana Teresa Torres, Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, nos presenta esta obra, conformada por tres capítulos: "Fundamentalismo heroico", "Fractura de la modernidad" y "La Revolución Bolivariana como alegoría nostálgica de la Independencia", cargada de un contenido extremadamente contemporáneo que genera un interesante debate en torno a la agitada y actual vida política venezolana.

En esta reseña, nos atrevemos a dividir la obra en dos bloques fundamentales; el primero de ellos engloba la reflexión de Torres sobre el impacto de la historia patria y el uso de la misma a lo largo del camino político de Venezuela. En este sentido, la autora busca de manera insistente dar con la causa del nacimiento del llamado mito bolivariano y el resquebrajamiento del mito democrático. En el segundo segmento, nos enfocaremos en el análisis de Ana Teresa Torres en torno al surgimiento de la Revolución Bolivariana.

La autora plantea que en el pueblo venezolano coexiste un binomio mitológico: el mito bolivariano y el mito democrático. El llamado mito bolivariano nace de un núcleo fundamental, la Independencia. De allí surgieron los héroes que el pueblo aclamó y aclama, de allí emergieron los líderes políticos del siglo XIX y son ellos quienes se encargan de mitificar la Independencia teniendo en cuenta su participación en aquella gesta. Hombres como José Antonio Páez, Santiago Mariño, José Tadeo Monagas, y más tarde Antonio Guzmán Blanco, usarán la bandera de la epopeya emancipadora con fines políticos, personalistas y revolucionarios, unificando sus gestiones gubernamentales, no tan eficaces, con la historia patria, valiéndose de un discurso heroico que alimentaba el imaginario colectivo del país.

Para la autora, el mito bolivariano no desaparece en los siglos XX y XXI; por el contrario, se diversifica, se amplia y se convierte en una creencia sólida. De esta manera, aparece el libertador Simón Bolívar como el símbolo de una nación, siendo el legendario prócer pilar para los nuevos proyectos políticos, sociales y económicos de Venezuela. El mito bolivariano seduce el imaginario colectivo del país, al punto de formar nuevos paradigmas mitológicos, tales como el mito histórico marxista, el mito cristiano, el mito filosófico, el mito psicoanalítico y el mito socialista. En cada uno de ellos se magnifica la imagen de Bolívar y, según la autora, se impone una historia mítica que impide observar la esencia del pensamiento bolivariano.

El mito democrático cumple las mismas funciones del mito bolivariano, es decir, se establece como una esperanza de cambio y progreso, pero no logra satisfacer los deseos y aspiraciones de la colectividad. La autora plantea: "La democracia venezolana ocupó aproximadamente medio siglo XX durante el cual encarnó el imaginario de la modernidad pero, al igual que ocurrió con la Independencia, terminó siendo un mito inconcluso" (p. 133).

De esta manera, se plantea en la obra la insatisfacción que terminó dejando el mito democrático, fundamentalmente por el carácter populista de los distintos mandatarios de aquel período de la historia contemporánea de Venezuela, sin contar con el factor de la corrupción que demolió los cimientos de un proyecto democrático que lucía prometedor. Luego de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, Venezuela quedaba a las puertas de la democracia; partidos políticos como Acción Democrática y el Partido Social Cristiano (COPEl) avanzaron portando la bandera democrática y empleando un discurso de integridad y progreso que sustituía al ya agotado discurso heroico del siglo XIX.

Partiendo de las observaciones y planteamientos de Andrés Stambouli y su obra La política extraviada. Una historia de Medina a Chávez (Caracas: Fundación para la Cultura Urbana, 2005), Ana Teresa Torres establece cuál ha sido la estructura democrática en Venezuela, donde se destacan: la integración nacional (1900-1936), la modernización del Estado (1936-1941) y la apertura política (1941-1945); en este sentido, entre 1900-1945 Venezuela se mantenía en un proceso que aún no se podía catalogar como democrático, sino de transición entre el autoritarismo y la renovación o evolución política. Seguidamente, la autora contempla el desarrollismo militar (1948-1958), período donde concluye un régimen dictatorial para enrumbar al país por el camino democrático.

El período demócrata, comprendido entre 1958 y 1998, conocido como la Cuarta República, sufrió el desgaste de un discurso populista y aislado de los sectores humildes que terminó drenando sus frustraciones, con el subsiguiente apoyo a un nuevo proyecto político personificado en un militar golpista, el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, quien, como lo comenta la autora, fue el responsable de fracturar la modernidad venezolana, al desestabilizar el modelo político establecido desde 1958, donde el binomio Acción Democrática y COPEI copaba el universo electoral del país.

El segundo bloque en el cual hemos dividido la obra encuentra el planteamiento de Torres sobre el origen de la Revolución Bolivariana. Los hechos del 4 de febrero de 1992 son calificados por la autora como el origen político del para entonces teniente coronel Hugo Chávez Frías; para ello emplea obras tales como la de Ángela Zago, La rebelión de los ángeles (Caracas: Editorial Fuentes, 1992), que exponen el impacto que tuvo Chávez en el pueblo a partir de aquella fecha. Para la escritora, el pueblo se identificó con el militar alzado, al mismo tiempo que éste planteaba la supuesta cercanía entre su proyecto y la Independencia venezolana.

Con el agotamiento del llamado mito democrático eran necesarios una alternativa política, un proyecto y una visión nuevos del país. En 1992, un grupo de militares se habían levantado en armas durante el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez; aunque fue un alzamiento fallido y anticonstitucional, el pueblo venezolano vio en aquella revuelta una especie de esperanza. La madrugada del 4 de febrero de 1992 develó a un militar que pasaría del total anonimato a ocupar las primeras páginas de los periódicos nacionales e internacionales; sus palabras luego del fracasado golpe fueron televisadas, y quedó en las retinas de los venezolanos aquel discurso que reflejaba las generalizadas quejas de todo un pueblo: "se le ha atribuido una gran significación al hecho de que sus palabras se transmitieran por televisión en vivo. De los numerosos intentos golpistas ocurridos en Venezuela, esta era la primera vez que el protagonista de un alzamiento fracasado se dirigía directamente al país" (p. 168).

De esta manera, la autora ratifica el origen de la Revolución Bolivariana a partir del 4 de febrero de 1992, teniendo en cuenta que ese momento significó el primer acto político de Chávez, quien representaba el descontento nacional. El militar alzado ahora se convertía en héroe, en el paladín de los sectores oprimidos. En la obra reseñada se le cataloga de mesías o héroe, en ocasiones con un sentido sarcástico, pero indiscutiblemente el militar desconocido de 1992 terminaría arrollando la vieja historia política venezolana en las elecciones de 1998: "A juzgar por los resultados de la elección presidencial de 1998, el país se inclinó a apoyar el golpe, aunque quizá el hecho mismo del golpismo no era tan importante para la opinión pública, sino las condiciones del héroe y la esperanza que despertó" (p. 177).

Torres sostiene en el último capítulo que el discurso de Hugo Chávez termina siendo envolvente y ataviado con los colores de la Independencia, creando una simbiosis entre la historia patria y el nacimiento de la revolución. Para la autora, tanto la imagen como el discurso de Hugo Chávez se han construido en dos vertientes; "[...] el vengador del pueblo y portador de la ira colectiva y, posteriormente, la de redentor que encarna una esperanza" (p. 177). De esta manera, Chávez representó el deseo oprimido contra la clase gobernante el día del golpe de Estado, y al mismo tiempo encarnó la esperanza de renovación y resurgimiento del país tras la victoria en las elecciones de 1998.

Finalmente, Ana Teresa Torres expone la manera como durante la gestión de Hugo Chávez la historia de Venezuela ha sido uno de los mecanismos para justificar y avalar la denominada Revolución Bolivariana. Según la autora, el uso constante de la historia en el discurso político es el común denominador del gobierno de Chávez; esto se evidencia en las denominaciones que reciben las misiones 1, pero muy particularmente, Torres resalta la manera como son expuestas las campañas presidenciales de Hugo Chávez, al usar los nombres de las distintas batallas que sellaron la Independencia del país; así como el constante recordatorio del antepasado de Chávez, el caudillo Pedro Pérez Delgado, mejor conocido como "Maisanta". Desde la óptica de la autora, aquello posee varias lecturas; en primer lugar, unificar la historia y el proceso de la Revolución Bolivariana, y en segundo lugar, mantener vivas la lucha y batalla entre clases sociales. Para Ana Teresa Torres, la imagen del Libertador también se ha convertido en el símbolo de la revolución liderada por Hugo Chávez; cada alocución del Presidente se encuentra cargada de los pensamientos y extractos de los discursos del Libertador, moldeando en el imaginario colectivo la idea de que Bolívar, la Independencia y la Revolución Bolivariana forman parte del mismo hilo histórico ideológico.

La herencia de la tribu (Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana) se caracteriza por ser una obra de corte político-histórico, con más elementos políticos que históricos, a pesar de la presencia de algunas herramientas historiográficas. Se evidencian análisis desde el punto de vista crítico-político hasta psicológico. Sin embargo, la principal debilidad que debemos apuntar es el excesivo uso de citas textuales, que por momentos esconden las verdaderas opiniones de la creadora. Pero más allá, es una obra para el debate y que requiere un constante análisis, página tras página.


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1 Programas de gobierno destinados a subsanar distintos problemas presentes en el país; abarcan sectores como salud, trabajo y educación. Generalmente poseen nombres alusivos a episodios históricos de la guerra por la independencia de Venezuela.