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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.49 Bogotá jan./abr. 2013

 

Del 11 de Noviembre al l de Mayo: historia, identidad y memoria en la construcción de un espacio social popular. Cartagena (Colombia), 1917-1930*

Jorge Armando Sará Marrugo**

** Bibliotecario del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (Cartagena, Colombia). Historiador de la Universidad de Cartagena (Cartagena, Colombia), admitido en la Maestría de Historia de la Universidad Autónoma de Zacatecas (Zacatecas, México) para el período 2013-2014. Autor de "La protesta social en Cartagena: entre la legitimidad colectiva y la actitud de las autoridades, 1909-1930" (ponencia presentada en el Foro Interno de Historia, Universidad de Cartagena, Colombia, 2007), y "La lucha por la ciudadanía; el obrero honrado como ciudadano, Cartagena 1909-1930" (ponencia presentada en las XVIN Jornadas Culturales Héctor Rojas Herazo, Universidad de Cartagena, Colombia, 2008). saramarrugo2006@hotmail.com


RESUMEN:

Este artículo busca entender el 1 de Mayo en la ciudad de Cartagena como un espacio social desde el cual los sectores obreros, organizados en la Sociedad de Artesanos de Cartagena y el Directorio Obrero Departamental de Bolívar, resignificaron y construyeron una identidad colectiva y una memoria histórica. Durante sus primeras conmemoraciones, el Primero de Mayo se convirtió en el escenario y la ocasión para enmendar la exclusión que sufrieron los trabajadores durante las celebraciones del primer centenario de la emancipación de Cartagena. Los artesanos y las organizaciones obreras convirtieron el Día de la Independencia y el Primero de Mayo en un esbozo de memoria histórica y en una herramienta para visibilizar un nuevo proyecto político para la Cartagena de principios del siglo XX.

PALABRAS CLAVE:

Cartagena, fiestas cívicas, clase social, exclusión social, trabajador.


From November 11th to May 1st: History, identity and memory in the construction of a popular social space. Cartagena (Colombia), 1917-1930

ABSTRACT:

This article seeks to understand May 1st in the city of Cartagena as a social space from which the working classes, organized in the Sociedad de Artesanos de Cartagena (Society of Artisans of Cartagena) and the Directorio Obrero Departamental de Bolivar (Workers' Directorate of the Department of Bolivar), gave new meaning to the date and built a collective identity and a historical memory. During the first commemorations of May 1st, this date became the stage and the opportunity to amend the exclusion suffered by workers during the celebrations of the first centennial of the emancipation of Cartagena. Artisans and worker organizations turned the Day of Independence and May 1st into a sketch of historical memory and a tool to visualize a new political project for the Cartagena of the early twentieth century.

KEYWORDS:

Cartagena, civic festivals, social class, social exclusion, worker.


De 11 de novembro a 1° de maio: história, identidade e memória na construção de um espaço social popular. Cartagena (Colômbia), 1917-1930

RESUMO:

Este artigo procura entender o dia ic de maio na cidade de Cartagena como um espaço social desde o qual os setores operários, organizados na Sociedade de Artesãos de Cartagena e no Diretório Operário Estadual de Bolívar, ressiginificaram e construíram uma identidade coletiva e uma memória histórica. Durante suas primeiras comemorações, o Primeiro de Maio se converteu no palco e na ocasião para retificar a exclusão que sofreram os trabalhadores durante as celebrações do primeiro centenário da emancipação de Cartagena. Os artesãos e as organizações obreiras converteram o Dia da Independência e o Primeiro de Maio em um esboço de memória histórica e em uma ferramenta para visibilizar um novo projeto político para a Cartagena de início do século XX.

PALAVRAS-CHAVE:

Cartagena, festas cívicas, classe social, exclusão social, trabalhador.

Artículo recibido: 3 de julio de 2012 aprobado: 2 de noviembre de 2012 modificado: 14 de Enero de 2013

Doi: 10.7440/histcrit49.2013.09


    Asistimos a una fiesta genuinamente democrática [...] nos hayamos aquí en conjunto alegre el potentado y el proletariado, el hombre de bufete y el artesano sencillo; la mano suave del uno estrecha la rugosa del otro [...] es la fiesta del trabajo que reúne a todos los hombres de bien1.

Introducción

La celebración del Primero de Mayo se oficializó en un momento crucial dentro de la historia de los trabajadores de la ciudad de Cartagena. En primer lugar, esto se dio en un contexto en que el artesano —como figura simbólica y actor fundamental de las primeras asociaciones de trabajadores— estaba dando paso al obrero como nuevo referente identitario en el naciente movimiento obrero. Situación que en buena medida era producto de la proliferación de fábricas e industrias en la ciudad, lo que llevó inevitablemente a la proletarización de amplios sectores de la población local, que produjo una redefinición en la cultura laboral2.

En segundo lugar, la coyuntura de la Revolución Rusa se convirtió en un gran incentivo para los administradores del poder público local, quienes para evitar el desorden y el caos optaron por permitir la apertura de ciertos espacios y escenarios a los trabajadores organizados, para evitar sufrir las consecuencias del conflicto clasista que ya se vivía en otras ciudades del mundo. El "fantasma" del comunismo comenzaba a rondar las principales ciudades colombianas, y las clases dirigentes hacía mucho que habían emprendido la campaña mediática contra toda teoría política de Marx, Lenin, Bakunin, entre otros3.

Por último, durante las celebraciones del primer centenario de la Independencia de Cartagena, los artesanos y obreros fueron excluidos, no sólo del cronograma de actividades sino, además, del monumento público a la memoria de los mártires del movimiento insurreccional del 11 de noviembre de 18114. Todos estos elementos confluyeron en la construcción social del Primero de Mayo, proveyéndolo de una naturaleza genuina, aunque compartiendo el mismo marco internacional que poco a poco fue permeando las actividades con el devenir de los años.

Pero, ¿cómo fue el proceso de apropiación de esta fecha internacional en el contexto local? ¿Quiénes participaban? ¿Cuál fue el papel de la autoridad gubernamental? ¿Qué sentido le asignaron los artesanos y obreros al Primero de Mayo? Para resolver estas preguntas se analizará cómo fue la construcción social del día del trabajador en la ciudad de Cartagena.

En 1917 se dio inicio en la ciudad de Cartagena a la conmemoración de lo que en adelante se conocería como El Día del Trabajador. Ya habían pasado veintisiete años desde que se celebró por primera vez en el ámbito mundial, sin la expectativa de que se convirtiera en un ritual tan importante5. Y en Colombia ya hacía tres años que los obreros se habían propuesto consolidar esta fecha en el calendario festivo nacional6.

La celebración fue posible después de que la Asamblea Departamental de Bolívar ordenara declarar el Primero de Mayo como un día de fiesta. El interés fundamental de la autoridad era que los trabajadores cantaran un hosanna al trabajo. Más que un homenaje al trabajador, lo que buscaba el Gobierno era subrayar la importancia de lo que creían era el gran factor del progreso de una sociedad: el trabajo. De esta manera, los obreros dejarían de ver la vida laboriosa como un "castigo", tal como lo planteaba la biblia, para asumirla como la gran responsabilidad social de los tiempos modernos7.

La ordenanza N2 21 de 1917 consideraba la posibilidad de que los artesanos y obreros llevaran a cabo un "acto cívico" en donde pusieran de "realce su cultura"8; la Gobernación realmente estaba interesada en que el Primero de Mayo fuera un día donde se presentaran, en pequeñas exposiciones, las obras y los trabajos que estos sectores sociales realizaban, para así poner de manifiesto los adelantos de las artes y las industrias9. En últimas, la propuesta oficial buscaba asignarle a la fecha una naturaleza artesanal, privada y estrictamente festiva. Esta aparente ambivalencia de la autoridad representaba un temor de que la celebración "degenerara en manifestaciones" o "fiestas perniciosas" para la salud del trabajador y para la "tranquilidad pública"10. Sin embargo, esto nunca se dio. Los artesanos y obreros no estaban en realidad interesados en tomar esta fecha para enfrentar a las autoridades locales. Los trabajadores vieron en el Primero de Mayo una oportunidad para organizarse, visibilizarse y reinventarse como colectivo social.

1. La conmemoración institucional del Primero de Mayo

La primera celebración contó con la participación del gobernador del departamento de Bolívar y todo el equipo gubernamental. Las calles de la ciudad se llenaron de un entusiasmo patriótico, del cual una multitud heterogénea se contagió con facilidad. Militares, sacerdotes, políticos, trabajadores y sociedad civil unidos en un momento de júbilo colectivo; las diferencias se disiparon por un instante. Desde que los primeros rayos del sol cruzaron las murallas, la ciudad supo que ese día no volvería a ser el mismo. La aurora de aquella mañana fue saludada con salvas de artillería para despertar el entusiasmo de los hijos del trabajo; la banda de música "Cartagena", dirigida por el maestro Carlos Gómez P., recorrió las calles de la ciudad para ambientar el día. El padre Antonio Angles, superior de los misioneros del Inmaculado Corazón de María, fue el encargado de inaugurar formalmente el día con una misa campal frente al Monumento al Trabajo en el Parque Centenario; allí, gobernador, concejales, diputados, alcalde, secretarios, militares y trabajadores compartieron un mismo cielo y un mismo Dios.

Después del acto litúrgico, siguió una serie de actividades en diferentes puntos de la ciudad. Desde siembra de árboles y la inauguración de una biblioteca hasta conferencias y un juego de béisbol. Miguel Gómez Fernández, escritor, periodista, y uno de los abogados más reconocidos de la ciudad, fue el encargado de llevar al evento el mensaje gubernamental11. Su discurso destacó la importancia de la celebración, además de considerar justo que el obrero tuviera un día de descanso. Subrayó el papel de los hijos del trabajo en el progreso de las sociedades e hizo especial énfasis en la idea de que el que trabaja es "honrado", es decir, el verdadero hombre de bien. Por supuesto, no dudó a la hora de hablar de la cuestión social, sobre la cual anotó: "No hay en Colombia lo que en otras sociedades se apellida problema obrero. Nuestro trabajo es eficiente y la tierra pródiga; nadie padece de hambre. Nuestra escasa población y la ausencia de inmigrantes, elimina ese peligro"12.

La primera celebración del Primero de Mayo en Cartagena terminó sin ninguna clase de altercado o imprevisto. No hubo reclamos, protestas o mítines. Todo, aparentemente, fue armonía. Esta primera conmemoración marcó el inicio de la ritualización laica de una fecha sin precedentes en la historia13. A partir de ese momento los obreros cartageneros quedaron con la responsabilidad cívica de organizar su propio reconocimiento.

2. Identidad, historia y memoria en la construcción del Primero de Mayo en Cartagena: 1917-1930

La celebración del Primero de Mayo implicó que los obreros se organizaran. Para las celebraciones subsiguientes, cada año se creaba una "junta" que era la encargada de hacer el programa y presentarlo a la ciudad. Sus miembros eran los integrantes del Directorio Obrero Departamental de Bolívar (dodb), una organización creada en el marco de la segunda Asamblea Departamental del Litoral Atlántico, realizada en Cartagena en 1919. Entre los miembros se encontraban destacados dirigentes políticos locales como Luis A. Múnera, Manuel Vargas, Bartolomé Luque, Francia C. de Simanca, Juana Escandón, Demetrio Herrera, Nicolás Licero Fuentes, Roque J. Ramírez, Emilio Morales, José Villarreal, José J. Ramírez y José de la O. Pernett14.

La realización de las actividades requería unos rubros, los cuales eran recolectados entre los mismos trabajadores, pero también la junta organizadora solicitaba la colaboración de empresarios y comerciantes de la ciudad. Desde los primeros días del mes de abril, una "comisión de señoritas" era la encargada de visitar a cada una de las personalidades y firmas empresariales locales, nacionales e internacionales, a las que se les pedía ayuda. Algunas de ellas eran Andian, Posada Tobón y Co., Eduardo L. Gerlein, Rumie Hnos., Diego Martínez y Co., Farmacia Román, Eduardo L. Gerlein y Co., Panadería Modelo, Cía., Urbanización del Bosque, Singer Sewing Machine Co., Farmacia Internacional, Empresa Crismatt, Sociedad Comercial Holanda Col., Bustamante Hnos., entre muchas otras. Frente al manejo de los dineros recibidos, los responsables de la celebración del Primero de Mayo se cuidaban de no caer en acciones que denigraran su buen nombre. Por ello, hacían pública la lista de contribuyentes para que de esta manera "nadie se llame a engaños respecto de las recaudaciones que se hagan y que todo el mundo sepa a ciencia cierta cómo se invierten los pocos o muchos centavos que entran a la tesorería de la junta"15, como indicaba Luis A. Múnera, presidente de la organización en 1926.

En una carta pública dirigida a los empresarios de la ciudad, los organizadores del Día del Trabajo reclamaban por los beneficios individuales y sociales que traería el apoyo económico a este programa. En uno de sus apartes, Luis A. Múnera argumentaba:

    "la junta quiere significar a los señores industriales y capitalistas, que se propone verificar actos verdaderamente cívicos y culturales que dejen alguna enseñanza moral perdurable en el ánimo de los obreros y artesanos de Cartagena. Entre otras cosas se propone echar las bases sólidas de la fundación de una cooperativa de consumo, que venga a aliviar al consumidor pobre de la carestía de la vida que se contempla hoy y que sirva de amparo en el futuro de las familias"16.

El Primero de Mayo fue pensado por los obreros de principios del siglo XX, más que como un acto específico, como toda una jornada cultural, académica, formativa y festiva, en la cual se mostraban la creatividad y riqueza simbólica del pueblo trabajador. Pero de igual manera, era la ocasión propicia para manifestar públicamente las virtudes y los valores que caracterizaban a este sector. Como queda en evidencia, el discurso decimonónico del "reconocimiento social" aún determinaba la acción social de los obreros al final de la década del veinte17. Pero también es evidente cómo para ese entonces dicho discurso mostraba elementos distintos.

El cronograma de actividades del Primero de Mayo no se caracterizó por ser homogéneo; los actos no tenían una línea común relacionada propiamente con elementos alusivos al trabajo. Dicho cronograma estaba constituido por una serie de actos que tomaban todo el día. Se iniciaba con una misa, luego seguía una ofrenda floral al monumento del libertador Simón Bolívar, y luego se daba paso a una marcha a la casa que habitó Pedro Romero, el líder popular más conocido de la Independencia de Cartagena. El resto del día se dictaban conferencias sobre diversos temas como el trabajo, el progreso, el Primero de Mayo y la organización obrera.

Para el año 1926, dentro del cronograma de actividades del Primero de Mayo, los trabajadores intentaron dar inicio a una tradición que sin mayores traumatismos se evaporó sin dejar huella alguna (ver anexo 1). A partir de este año la Junta Organizadora del Día del Trabajo en Cartagena anexó a la programación la elección de la "flor del trabajo". Este evento, que ya tenía sus antecedentes y referentes exitosos mundiales y nacionales, consistía en un reconocimiento público a la belleza y laboriosidad de la mujer obrera, una figura emblemática dentro de la tradicional fecha internacional del trabajo. Entre las elegidas se encontraban las hijas o familiares de los dirigentes obreros más destacados de la ciudad18.

En las pocas ediciones de este evento, la proclamación se realizó en el Teatro Municipal, un espacio que sólo estaba "reservado para grandes compañías de óperas, dramas, zarzuelas, comedias y veladas literarias o patrióticas"19, es decir, para la élite. Esto da la idea de que el Primero de Mayo había logrado romper las murallas que excluían a los sectores humildes de los escenarios públicos; claro está, sólo por un día. Sin embargo, el Día del Trabajo se convertía en una conmemoración un tanto restringida, ya que únicamente asistían aquellos que podían pagar la tarifa, fuesen o no trabajadores.

La labor de la junta organizadora fue tan efectiva que ya para la década del veinte el Primero de Mayo se encontraba entre los dieciocho días festivos del año en el ámbito local, reconocidos por la Cámara de Comercio y las oficinas públicas: once de carácter religioso, cinco fechas patrióticas nacionales y locales, Año Nuevo, y el Primero de Mayo, de carácter civil20.

El Primero de Mayo de 1919 fue particularmente importante para los obreros en el terreno organizativo. Ese año se llevó a cabo una reunión regional donde quedó constituido el Directorio Obrero Departamental de Bolívar; este espacio era el encargado de promocionar, fortalecer y construir asociaciones entre los trabajadores locales y de la provincia, por lo que también se responsabilizó de formarlos y organizarlos políticamente. Hasta ese momento, el DODB fue la institución más amplia que pudieron conformar los obreros cartageneros. En ella confluyeron todas las organizaciones de la ciudad y del departamento, como una manera de fortalecer los diferentes gremios, unir criterios y, por supuesto, organizar otros sectores21.

En 1919 Cartagena vivió un despegue importante en lo que se refiere a espacios gremiales22. Desde zapateros, carreros hasta tejedores, carpinteros y mujeres, se organizaron durante ese año para poder reclamar sus derechos y hacer frente a las injusticias. Aunque lo normal era que estas organizaciones tuvieran una vida en realidad efímera, como en efecto ocurrió con algunas de ellas, en general las organizaciones obreras de 1919 se caracterizaron por sobrevivir durante gran parte de la década del veinte, quizá porque contaron con el respaldo del DODB.

La consecuencia inmediata de todo este deseo organizativo fue una presencia mucho más visible de los obreros. Los trabajadores —a través del Primero de Mayo y de las organizaciones gremiales— fueron ganando un espacio en el escenario social público. Esta visibilidad se representó en el interés progresivo que fueron adquiriendo los temas obreros, tales como la "cuestión social" y la vivienda, en los círculos gubernamentales mismos. La preocupación de la autoridad local por la "lucha de clases" que se manifestaba en las grandes ciudades del mundo, la obligó a interesarse (aunque no de manera absoluta y comprometida) por dirimir las calamidades que sentía este grupo social. Aun cuando nunca aceptó la existencia de un problema social ni mucho menos de un conflicto estructural, siempre le temió y lo estigmatizó. De hecho, es probable que la intención del Gobierno al permitir la celebración del Primero de Mayo en la ciudad haya sido, precisamente, la de enmendar alguna inconformidad por parte de los trabajadores. Pero, ¿cuál pudo haber sido este inconformismo?

La hipótesis que se plantea es que el Primero de Mayo fue la oportunidad que encontraron los trabajadores de la ciudad de Cartagena —organizados en la Sociedad de Artesanos y en el Directorio Obrero Departamental de Bolívar— para subsanar la exclusión sufrida durante la conmemoración de los primeros cien años de vida independiente de la ciudad. La visión racista, elitista y colonialista de la historia escenificada en los monumentos, calles y plazas que se construyeron en Cartagena, no le cedió ni un centímetro en el espacio público a la memoria histórica impulsada por los artesanos y obreros organizados, quienes habían mostrado públicamente su interés en participar, proponiendo la construcción de un símbolo político que representara las acciones de su gremio en la independencia23: el monumento a Pedro Romero24. El reclamo por un lugar o un nombre en el pasado fue tan importante para los trabajadores organizados de la ciudad como lo fueron la vivienda, el salario, el trabajo, o cualquier otra reivindicación. Por supuesto que el 1° de Mayo y el 11 de Noviembre son dos fechas con un valor histórico distinto; sin embargo, los trabajadores en su momento utilizaron las festividades obreras para visibilizar su historia y sus propios mártires. Fue un acto de conciencia histórica y una forma de reclamar un escenario dentro de la memoria simbólica y visual de la ciudad. De esta manera, en el proceso de apropiación de la fecha internacional, se le adjuntaron elementos de la memoria local, sobre todo de la Independencia.

En ese sentido, la historia y la memoria se convirtieron en fuentes de identidad colectiva para los trabajadores. El poder de la oralidad, como una ráfaga de viento perpetua, traía cada 11 de Noviembre los gritos inmortales de los héroes populares de la gesta independentista. El sentimiento de inconformidad frente a una deuda histórica aún evidente indignaba a un sector importante del incipiente movimiento obrero local. El centenario de la Independencia no pasó desapercibido entre las organizaciones obreras: "anualmente para la fecha del 11 de noviembre, la sociedad de artesanos de Cartagena, participaba en las festividades y, en ellas, casi siempre un orador en representación de este gremio pronunciaba un discurso en el que destacaba la participación de los artesanos y sectores populares en la inauguración de la república"25.

El historiador Raúl Román Romero muestra cómo las voces de indignación se hacían públicas a través de los medios periodísticos y unas pocas publicaciones bibliográficas. Tal es el caso del médico getsemanicense Eduardo Miranda Fuentes, quien en una columna de opinión publicada en el periódico obrero Voz del Pueblo resaltaba el papel desempeñado por artesanos en los acontecimientos del 11 de noviembre de 1811. José Morillo, destacado dirigente liberal de los años veinte, revolvió las aguas de la memoria en un libro titulado Mas allá de la historia, donde se refería a Pedro Romero como el "símbolo en la revolución política". La Sociedad Tipográfica, otro gremio importante de la ciudad, al igual que el informativo El Penitente, un periódico cercano a los intereses artesanales, respaldaron a la Sociedad de Artesanos en su proyecto de "erigirle una estatua al valiente Pedro Romero"26.

La figura emblemática de este personaje es muy interesante, ya que, como lo plantea Alfonso Múnera, "no hay un solo libro, ni siquiera un artículo, escrito sobre él"27, pero aun así, su hazaña sobrevivió en la memoria colectiva de los cartageneros y, de manera especial, entre los trabajadores. Ya lo había planteado el dirigente obrero José Morillo, que veía como una paradoja el hecho de que "siendo el más mencionado popularmente, es y sigue siendo el más desconocido en los detalles de su individualidad"28. En ese sentido, la estatua que pensaron construir los miembros de la Sociedad de Artesanos de Cartagena era la materialización de todas aquellas "referencias y anécdotas" que se paseaban por la ciudad.

Sin embargo, los artesanos no pudieron llevar a cabo el proyecto del monumento, por la resistencia que opusieron los organizadores del Centenario. El Camellón de los Mártires, construido con ocasión de la fiesta patriótica, resaltó los personajes que firmaron la Constitución de 1812, y excluyó a los sectores sociales populares, quienes habían participado en los hechos del 11 de noviembre de 1811. La sociedad de artesanos sólo logró colocar una placa en la casa que habitó el héroe matancero, que reza: "Casa que habitó don Pedro Romero Artesano héroe de la independencia. Homenaje de la Sociedad de Artesanos y Obreros de Cartagena. 1 de mayo de 1918"29.

La memoria se presenta como un nuevo escenario de conflicto social, cultural, simbólico y político. Siguiendo a Raúl Román Romero, en una publicación reciente asegura que el papel de las élites locales en esta pugna simbólica tiene sus orígenes en el siglo XIX. Los sobrevivientes y descendientes del proceso independentista —a través del uso público de la historia— reclamaron un espacio en la memoria social de la ciudad, para de esta manera justificar el monopolio del poder30. En ese sentido, el conflicto no se redujo al binomio Artesanos-Élite, 11 de Noviembre-20 de Julio. Las élites locales se enfrentaron también reclamando cada una, no tanto un busto o monumento, como una parte en la burocracia administrativa. La invención de las fechas fundacionales acorde al desarrollo de los acontecimientos históricos llevaba implícito un discurso político. Esta ambigüedad en la instauración de una fecha símbolo llevó a que la ciudad no pudiera reclamar un espacio en la construcción de la memoria nacional, y se impuso la versión centralista de la historia.

Sin embargo, los artesanos, y luego los obreros, opusieron resistencia a este proyecto hegemónico: "el intento independiente [...] por construir una memoria histórica que pusiera a lo popular en escena en la que ellos fueran protagonistas y se proyectaran socialmente, fue novedosa porque desafió públicamente y propuso cambiar la visión de la historia que construían las elites de la ciudad"31. En ese sentido, el recuerdo de Pedro Romero y de Simón Bolívar durante las primeras celebraciones del Primero de Mayo hizo parte de una ritualización que buscaba consolidar y reafirmar las bases políticas e identitarias que hacían parte de la invención de una tradición entre artesanos y obreros. No fue un simple acto protocolario, sino una manifestación clara de conciencia histórica y una forma de reclamar un escenario dentro de la memoria simbólica y visual de la ciudad. Los trabajadores tenían claro que para poder identificarse como grupo social en el presente era necesario encontrar un referente en el pasado. Es así como, seis años después de la celebración del Grito de Independencia, los trabajadores encontraron la ocasión y oportunidad para construir un escenario social popular propio, en el cual le rindieron homenaje a una figura que los representaba como sector social.

Visibilizar el nombre de Pedro Romero como héroe de la Independencia era de por sí un acto contestatario, pues en ese entonces era sencillamente pasada por alto la participación de los trabajadores y pobladores urbanos humildes en el proceso independentista. Esto evidencia la ausencia total de una figura representativa para los artesanos en el Camellón de los Mártires y, por supuesto, el silencio de los textos o fuentes históricas. En ese sentido, Pedro Romero se convirtió en un indicio importante que fue inmortalizado por los trabajadores el Primero de Mayo. Pero, ¿por qué Pedro Romero?

Es claro que para los trabajadores la imagen del mulato recogía más elementos identitarios; quizá, su condición racial no fue determinante en la invención de esta tradición obrera local32. Sin embargo, su calidad de herrero permitió construir una imagen de obrero que lo acercaba inmediatamente a sus camaradas del Centenario. De igual manera, el hecho de haber vivido en uno de los barrios más populares de la ciudad, cuna de la insurgencia que provocó la proclamación de independencia, lo convirtió en el complemento ideal para construir el "orgullo colectivo" del proletariado cartagenero. En ese sentido, pudieron argumentar que habían sido los artesanos los actores protagónicos de los sucesos de aquel 11 de noviembre de 1811, y, así, luchar por su lugar en los espacios de la memoria de la ciudad. El mulato matancero era un referente histórico y político y se convirtió en una gran metáfora a través de la cual se visibilizó a todos aquellos anónimos que perecieron entre los intersticios del silencio y el olvido, tales como Pedro Medrano, Juan José Solano, Antonio Angulo y Cecilio Rojas. Además, fue un acto de justicia, pues antes que Marx, Lenin o Sacco y Vanzetti, fue Pedro Romero la personalidad a la cual los artesanos le rindieron homenaje y admiración.

3. Censura a la organización del Primero de Mayo: la crisis del régimen conservador

El artesano y el obrero cartagenero reclamaron de manera pública, a través de los medios periodísticos oficiales y obreros, el sentido gremial de la fecha internacional. Aunque en Cartagena nunca se debatió si era una "fiesta" o "conmemoración", si era "día del trabajo" o "del trabajador" —tal como se dio en Argentina33 y en otros países latinoamericanos, por la influencia marcada de los anarquistas extranjeros34—, sí fue recurrente ver cómo los organizadores, aun cuando lo catalogaban como "fiesta", se referían al Primero de Mayo como día de la redención del obrerismo35. Durante las tres primeras décadas del siglo XX, es posible evidenciar cómo el lenguaje clasista se generalizó en la opinión pública de la ciudad de Cartagena; a partir de 1919 lo artesanal fue dando paso a la figura obrera como símbolo de identidad de los trabajadores locales:

    "desde la institución de esta simbólica fiesta hoy universal, que todos los hombres debemos celebrar con igual entusiasmo cualquiera que sea nuestro campo de trabajo, ha sido dedicada especialmente a la conmemoración de las actividades, luchas y triunfos del obrerismo en todas las naciones y, como todo cuanto implica un alto idealismo, dicha fiesta ha encontrado en cada aniversario una etapa de adelanto que deja siempre atrás las conquistas de cada año que va pasando"36.

Esto, por supuesto, no era bien visto por el régimen conservador, que sospechaba de todo aquello que referenciara las teorías "bolcheviques". Por ello, el apoyo que recibieron los trabajadores por parte de la autoridad local para que celebraran su día adoleció de condiciones y señalamientos, para evitar su efectiva consolidación. La primera de ellas tuvo lugar en 1918, un año después de oficializada la fecha; por medio de una ordenanza, la Gobernación quiso evitar que el Primero de Mayo se siguiera celebrando de manera pública, es decir, en las calles y la plaza. Aferrándose a la idea de una exposición de las labores, la nueva ordenanza (N° 38) pretendía convertir la fecha obrera en una práctica sólo para artesanos; los obreros quedaban automáticamente excluidos, por cuanto su trabajo no podía ser mostrado ni movilizado. El herrero, carpintero, orfebre, zapatero, sastre, tejedor, etc., como artesanos, eran dueños de su tiempo, espacio laboral, herramientas de producción, y, en últimas, del producto, lo que les daba la posibilidad de participar en el formato oficial del Primero de Mayo. Mientras que al obrero —entendiendo por éste al trabajador que vende su fuerza de trabajo a cambio de una remuneración, que no es dueño ni del espacio laboral, ni del tiempo ni de los medios de producción, ni mucho menos de su trabajo— le quedaba imposible transportar su producto a un salón de exposiciones. Lo que había nacido como público y amplio se había reducido a un simple concurso. La nueva norma señalaba claramente que "La gobernación del Departamento queda plenamente facultada para suspender la fiesta del trabajo de que trata la ordenanza número 21 de 1917, si la exposición de que en la presente se trata, no llegare a verificarse"37. Esta arremetida institucional buscaba quitarle el carácter público y clasista a la fecha, para endilgarle un sentido estrictamente festivo.

Lo que antes era una opción, ahora era una imposición. Esta actitud de la Gobernación, seguramente, estaba relacionada con los resultados de "la huelga regional" que realizaron los braceros (estibadores) de los puertos de Cartagena, Barranquilla y Santa Marta en el mes de enero de 191838. Tal vez, la autoridad ahora veía como un peligro que los trabajadores se apropiaran de las calles para conmemorar su día. Lo cierto es que, por más que la Gobernación quiso privatizar la celebración, no pudo; los obreros y artesanos estaban interesados en que el Primero de Mayo no perdiera su esencia pública. Si bien en 1918 no se celebró en la plaza y las calles, al año siguiente la ciudad entera fue el escenario de su celebración regional, ya que para ese momento la ciudad fue sede de un encuentro de organizaciones obreras de la Costa Caribe colombiana, en el cual había delegados de Barranquilla, Montería y Bolívar. Los obreros, por supuesto, acataron el llamado gubernamental, e incluyeron la exposición de los trabajos artesanales en su programa, pero sin sacrificar todo el rito de su fiesta. Al final, la exposición terminó siendo un acto tan marginal que no apareció más en la programación.

El segundo obstáculo que la autoridad puso ocurrió en 1928. Para ese entonces, la situación de orden público en el país era delicada, por cuenta de rumores de una revuelta socialista, lo que limitaba el accionar de los trabajadores. Los colectivos obreros a lo largo y ancho del país fueron objeto de acusaciones, persecuciones e investigaciones, para encontrar así algún indicio que los relacionara con aquellos grupos que planeaban la insurrección armada. Cualquier manifestación era vista como una conspiración revolucionaria. El gobierno conservador, a través de su Ministro de Guerra, manejaba la tesis de que en 1928 estallaría la revolución de los socialistas en Colombia. Estas informaciones estaban sustentadas en el trabajo de inteligencia de los órganos de control, que lograron infiltrar al Partido Socialista Revolucionario (PSR), para vigilar los movimientos y planes de María Cano, Ignacio Torres Giraldo y Raúl Eduardo Mahecha39.

La ciudad de Cartagena no fue ajena a esta situación. Fue tanta la presión mediática, que la Federación Obrera de Bolívar, organización adscrita al PSR, se vio en la necesidad de advertir a todos sus militantes que por ningún motivo salieran el Primero de Mayo. En esa ocasión, las organizaciones obreras no pudieron celebrar el Día del Trabajo. Los trabajadores organizados optaron por esta posición, precisamente, para demostrar su independencia de las organizaciones que por métodos violentos querían derrocar el gobierno conservador.

Pero al parecer la idea no fue entendida, ya que al año siguiente (1929) las casas de los principales líderes obreros de la ciudad fueron requisadas por las autoridades, con la intención de encontrar materiales que los inculparan de algún delito40. Ni los "baúles de los calzones" o los "trastos de la cocina" se salvaron de la "rigurosa" inspección que jueces, policías y agentes secretos llevaron a cabo en la casa de Antonio Caballero Cabarcas, secretario general de la Federación Obrera de Bolívar41.

Todas estas situaciones fueron llevando a que el Primero de Mayo se conmemorara cada vez con más dificultades. La fecha que había nacido, según el gobierno local, para unir en un mismo júbilo al potentado y al proletariado recibía golpes mortales que precisamente buscaban debilitar el sentido que los trabajadores le habían dado. Si los obreros sólo se hubieran propuesto "inventar" el Primero de Mayo estrictamente en el sentido "festivo" que permitió la Gobernación, quizá se hubieran ahorrado muchos inconvenientes. Sin embargo, los trabajadores entendieron la necesidad de visibilizarse y, sobre todo, de ser voceros de su propia causa.

La riqueza simbólica, cultural e histórica que se escenificaba en el Primero de Mayo fue un esfuerzo colectivo de los trabajadores. De esta manera, los obreros le dieron un sentido a una fecha que día tras día se expandía por todas las naciones, creándose una solidaridad internacional sin precedentes en el comportamiento social del hombre. Es indudable el papel importante que tuvo el día del trabajador como elemento cohesionador. Su celebración representó una oportunidad para los excluidos y un medio que posibilitaría la tan añorada unión del pueblo.

Conclusión

Para finalizar, se pueden plantear algunas ideas generales sobre el tema. La primera, que la invención de esta tradición obrera en la ciudad de Cartagena no se diferenció tanto de los procesos que se vivieron en otras partes de Colombia, donde sus protagonistas también tomaron el Primero de Mayo para homenajear a los personajes populares de la historia. El perfil festivo o toda la teatralización que construyeron los trabajadores para mostrar los rasgos de una identidad obrera en formación, tampoco fue una característica genuina de la Ciudad Heroica. Todos estos recursos simbólicos fueron una constante del ritual del Primero de Mayo. Incluso, en América Latina estos elementos se evidenciaron en sus primeras conmemoraciones, a pesar de la marcada influencia de los inmigrantes en los procesos organizativos y políticos de los obreros.

En segundo lugar, el Primero de Mayo ofreció la posibilidad a los trabajadores del mundo de legitimar su lucha y visibilizarse como protagonistas de la historia. En el caso particular de Cartagena, a partir de 1917 fue evidente la proliferación de organizaciones obreras. Se pasó de una Sociedad de Artesanos —con una influencia mínima en el contexto urbano— a un Directorio Obrero Departamental de Bolívar, con cierta incidencia entre los trabajadores rurales de los municipios y poblaciones cercanos.

Y en tercer lugar, se acentúa un aspecto del Primero de Mayo que no se ha tratado tan a fondo en la literatura histórica de Colombia, y es el de ver el día del trabajador "como una forma más de la participación política popular"42. El estudio de la evolución del Día del Trabajo no debe perder de vista, primero, que su carácter desborda al obrero, para convertir en protagonista al ciudadano corriente, al trabajador informal, al parado o al empleado de oficina. El segundo aspecto que no se puede soslayar es que, no obstante su origen consensuado en el contexto nacional, no debe descuidarse su esencia conflictiva, incluso en sus primeras versiones. Detrás de toda esa programación festiva que caracterizó a las primeras conmemoraciones del día del trabajador, se hallan algunos símbolos, rasgos y sucesos que esconden las tensiones y fricciones entre los trabajadores, y algún aspecto del orden social, y viceversa. Por ejemplo, en el caso de Cartagena, parecería un dato sin importancia el hecho de que la Asamblea Departamental, un año después de haber oficializado la fecha, expidiera una nueva ordenanza donde se detallaba el carácter que debía tener el Primero de Mayo, convirtiéndolo en un concurso donde se premiarían los mejores oficios y trabajos, eliminando de esta manera la posibilidad de hacer un "acto cívico", tal como aparecía en la anterior ordenanza. A primera vista, podría parecer un dato sin mucho que ofrecer como fuente histórica, por la sencilla razón que esto en realidad no se dio. Pero si tenemos en cuenta que en 1917 el mundo fue sacudido por una revolución proletaria y que, por otro lado, en enero de 1918, en las tres ciudades portuarias de la Región Caribe colombiana, se vivió una huelga general regional, de inmediato el panorama cambia. El conflicto y la tensión brotan inmediatamente de la delgada corteza del consenso. Y a pesar de que las organizaciones obreras no hicieron ningún mitin contra esta norma, el simple hecho de que no la acataran debe indicar el carácter transgresor de las primeras conmemoraciones del Día del Trabajo en Cartagena y Colombia43.


Comentarios

* Este artículo es resultado de una investigación realizada durante la elaboración de la tesis de pregrado del autor, titulada "Identidad, actores sociales y acción colectiva. Cartagena. 1909-1930", la cual fue financiada por fondos personales. Agradecimientos especiales a la colega Libis Castellanos Morales por sus sugerencias y comentarios; de igual manera, al grupo editor de la revista Historia Crítica.

1 Miguel Gómez Fernández, El Porvenir, Cartagena, 4 de mayo, 1917, 2.

2 Sergio Paolo Solano D., "Trabajo y ocio en el Caribe colombiano, 1850-1930", Historia y Cultura 4 (1996): 61-76; María Clara Lemaitre y Tatiana Palmeth, Getsemaní. El último cono donde desembocan los vientos (Cartagena: Instituto Distrital de Cultura, 2001), 38-43.

3 Renán Vega Cantor, Gente muy rebelde. 4. Socialismo, cultura y protesta popular (Bogotá: Pensamiento Crítico, 2002), 183-187.

4 Raúl Román Romero, Celebraciones centenarias. La construcción de una memoria nacional (Cartagena: IPCC/lIEC/ Unicartagena/Alcaldía Mayor de Cartagena, 2011), 210-214.

5 Eric Hobsbawm, "El nacimiento de una fiesta: el Primero de Mayo", en Gente poco corriente. Resistencia, rebelión y jazz (Barcelona: Crítica, 1999), 132-147; José Antonio Gutiérrez D., "Los mártires de Chicago: historia de un crimen de clase en la tierra de la 'democracia y la libertad'", en Los orígenes libertarios del Primero de Mayo: de Chicago a América Latina (1886-1930), comp. José Antonio Gutiérrez D. (Chile: Hombre y Sociedad/Quimantú/Libre Iniciativa, 2010), 13-58.

6 Renán Vega Cantor, Gente muy rebelde, 31-47. Ver, también, Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular (CILEP), "Los orígenes del Primero de Mayo en Colombia y la influencia del anarcosindicalismo", en Los orígenes libertarios, 247-262.

7 Para una referencia de cómo a través de la oficialización del Primero de Mayo la autoridad gubernamental buscaba apropiarse de la fecha internacional, remitirse al caso de Buenos Aires (Argentina), en Aníbal Viguera, "El Primero de Mayo en Buenos Aires, 1890-1950: evolución y usos de una tradición", Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani" 3: 3 (1991): 53-79.

8 Asamblea Departamental de Bolívar, "Ordenanza número 21", Gaceta Departamental 2033, Cartagena, 16 de abril, 1917, 7411.

9 Asamblea Departamental de Bolívar, "Ordenanza número 21", 7411.

10 Asamblea Departamental de Bolívar, "Ordenanza número 21", 7411.

11 Sobre Miguel Gómez Fernández, ver Manuel Pretelt Burgos, Monografía de Cartagena (Cartagena: Universidad de Cartagena/IPCC/Alcaldía de Cartagena/IIEC, 2011), 31.

12 Miguel Gómez Fernández, "La celebración de la fiesta del trabajo", El Porvenir, Cartagena, 4 de mayo, 1917, 2.

13 Eric Hobsbawm, refiriéndose a la adopción que hicieron los gobiernos europeos de la fecha obrera, indica que "curiosamente, durante este período de normalización fue cuando adquirió su vertiente ritualista": "El nacimiento de una fiesta", 145.

14 Para profundizar sobre el Directorio Obrero Departamental de Bolívar (DÜDB), consultar: Jorge Armando Sará Marrugo, "Identidad, actores sociales y acción colectiva en Cartagena. 1909-1930" (Tesis de pregrado en Historia, Universidad de Cartagena, 2009).

15 Diario de la Costa, Cartagena, 5 de abril, 1926.

16 José de la O. Pernett, "Vida obrera", Diario de la Costa, Cartagena, 7 de abril, 1926, 2. Énfasis del autor.

17 Sobre el reconocimiento social en los artesanos, Sergio Solano D. y Roicer Flórez, Infancia de la Nación. Colombia en el primer siglo de la República (Cartagena: Pluma de Mompox, 2011), 86-94.

18 "Programa", Diario de la Costa, Cartagena, 30 de abril, 1926, 1.

19 Manuel Pretelt Burgos, Monografía de Cartagena, 167.

20 Manuel Pretelt Burgos, Monografía de Cartagena, 168.

21 "Asamblea obrera", El Porvenir, Cartagena, 28 y 30 de abril, 1919, 4; "La asamblea obrera, detalles de su instalación", El Porvenir, Cartagena, 2 de mayo, 1919, 1 y 4; "Información general asamblea obrera" y "asamblea obrera", El Porvenir, Cartagena, 7 y 8 de mayo, 1919.

22 "Avanza a pasos gigantes la organización gremial en esta ciudad. Los zapateros, albañiles, choferes, obreros, carpinteros...etc., ya están constituidos en gremios, abrasando esta fiebre de agrupaciones a los carreros. Hoy hemos visto unos carteles en los que se invita para la reunión definitiva de este último gremio": "Gremios", El Porvenir, Cartagena, 6 de septiembre, 1919.

23 Raúl Román Romero, "Memorias enfrentadas: Centenario, Nación y Estado 1910-1921", Memorias 2 (2005) [En línea], consultado el 28 de octubre de 2011. <http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/memorias/article/ view/232/90>; y "Memoria y contra memoria: el uso público de la historia", en Desorden en la plaza. Modernización y memoria urbana en Cartagena (Medellín: Lealon, 2001), 7-31. Para otro ejemplo de exclusión de los trabajadores de la conmemoración del Centenario, remitirse al caso argentino: Juan Suriano, "Los festejos del primer Centenario de la Revolución de Mayo y la exclusión del movimiento obrero", Revista de Trabajo-Nueva Época 8 (2010): 19-28.

24 Sobre este personaje, ver: Alfonso Múnera, "Pedro Romero: el rostro impreciso de los mulatos libres", en Fronteras imaginadas. La construcción de las razas y de la geografía en el siglo XIX (Bogotá: Planeta, 2005), 153-174.

25 Raúl Román Romero, Celebraciones centenarias, 247.

26 Raúl Román Romero, "Memoria y contra memoria", 10.

27 Alfonso Múnera, Fronteras imaginadas, 156.

28 Alfonso Múnera, Fronteras imaginadas, 156-157.

29 Raúl Román Romero, Celebraciones centenarias, 247.

30 Raúl Román Romero, Celebraciones centenarias, 194-201.

31 Raúl Román Romero, Celebraciones centenarias, 246.

32 Utilizamos esta expresión basándonos en el planteamiento de Eric Hobsbawm sobre las tradiciones inventadas, entre las cuales enumera al 1° de Mayo. Eric Hobsbawm y Terence Ranger, eds., La invención de la tradición (Barcelona: Crítica, 2002), 7-21, y Eric Hobsbawm, "El nacimiento de una fiesta", 132-147.

33 En Buenos Aires, a partir de 1925, se dan dos celebraciones del Primero de Mayo, una anarquista y otra socialista. Aníbal Viguera, "El Primero de Mayo en Buenos Aires", 68.

34 Osvaldo Arias, "¿Fiesta o protesta popular? El 1° de mayo en América Latina", Nueva Sociedad 83 (1986): 66-74, consultado el 1° de febrero de 2012, <http://www.nuso.org/upload/articulos/1393_1.pdf>.

35 El Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular (CILEP), en un artículo dedicado a los orígenes del Primero de Mayo en Colombia y la influencia del anarcosindicalismo en su proceso de transformación, pierde de vista que los procesos históricos tienen sus particularidades en cada ciudad y país. Ningún suceso o hecho es idéntico; por ello, las peripecias del autor —en su afán de demostrar el protagonismo del "movimiento anarcosindicalista" en la configuración "revolucionaria y clasista" del 1° de Mayo— lo llevan a no adentrase en las particularidades de este hecho histórico en nuestro país. CILEP, "Los orígenes del Primero de Mayo", 247262. Para el caso argentino, Aníbal Viguera plantea que "El tono luctuoso de homenaje a las víctimas de Chicago, al que se aferraban solo los militantes anarquistas, nunca arraigó realmente en el sentido común popular", en: Aníbal Viguera, "El Primero de Mayo en Buenos Aires", 54.

36 Pedro Portela Román, "El primero de mayo", Diario de la Costa, Cartagena, 29 de abril, 1926, 1. Énfasis del autor.

37 Asamblea Departamental de Bolívar, "Ordenanza N° 38", Gaceta Departamental 2362, Cartagena, 8 de mayo, 1918; El Porvenir, Cartagena, 13 de febrero, 1919, 14.

38 Sobre la huelga de enero de 1918, remitirse a María Bernarda Lorduy, "Las protestas populares en Cartagena en el tránsito del siglo XIX al XX" (Tesis de pregrado en Historia, Universidad de Cartagena, 2003), 120.

39 Mauricio Archila, Cultura e identidad obrera. Colombia 1910-1945 (Bogotá: CINEP, 1991), 260.

40 "Requisa en las casas de los socialistas de esta ciudad", Diario de la Costa, Cartagena, 13 de marzo, 1929, 10.

41 Esta organización obrera fue fundada en 1928 por Antonio Caballero Cabarcas, Agapito de Arco (Jorge Artel), José Morillo, Pedro Periñan, Lino Caraballo, Manuel Esteban Pomares, Bernabé Picot, Víctor Cogollo, Adán H. Simancas, Luis de Janon, Manuel Edmundo Mendoza, José Jesús García, Eduvigis Villareal, E. Martínez Fajardo y Alejandro Castilla. María Cano e Ignacio Torres Giraldo también hicieron parte de la formación de la Federación Obrera de Bolívar, que para esos días se encontraban en la ciudad como parte de una gira nacional. Representaba el ala socialista entre las organizaciones obreras de la ciudad, con un órgano informativo denominado Vindicación. Además, dependía ideológicamente del Centro Intelectual Marxista Revolucionario, integrado por los mismos líderes de la Federación. Para más referencias sobre estas organizaciones, consultar: Jorge Armando Sará Marrugo, "Identidad, actores sociales", 94-98.

42 Aníbal Viguera, "El Primero de Mayo en Buenos Aires", 55.

43 "Se puede dar buen uso incluso a una documentación escasa, dispersa y oscura": Jim Sharpe, "Historia desde abajo", en Formas de hacer historia, comp. Peter Burke (Madrid: Alianza, 1996), 47.


Bibliografía

Fuentes primarias

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