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Historia Crítica

versión impresa ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.56 Bogotá abr./jun. 2015

https://doi.org/10.7440/histcrit56.2015.09 

Kersffeld, Daniel. Contra el imperio. Historia de la Liga Antiimperialista de las Américas. México: Siglo XXI, 2012, 327 pp.

Edgar Andrés Caro Peralta*

* Estudiante de la Maestría de Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional (Colombia). eacarop@unal.edu.co

DOI: dx.doi.org/10.7440/histcrit56.2015.09


El libro Contra el imperio de Daniel Kersffeld tiene como objetivo central el estudio de la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA), una de las primeras organizaciones del orden regional con la que los comunistas latinoamericanos lograron modelar y participar de manera activa en los procesos antiimperialistas y nacionalistas que se manifestaban en las primeras décadas del siglo XX en América Latina. Este trabajo se inscribe en el creciente interés que han otorgado algunos centros de investigación e investigadores al estudio de las izquierdas latinoamericanas. El lector puede encontrarse con la reconstrucción de algunos episodios poco explorados por los estudios del comunismo y el socialismo latinoamericano, como las redes políticas, organizativas y culturales que configuraron una corriente política que se extendió por toda la región, cuestión que permite enriquecer la visión del mundo comunista latinoamericano en la década del veinte.

El libro de Kersffeld se divide en siete capítulos, en cada uno de los cuales busca desentrañar algunos de los rasgos centrales de los avatares de la Liga. En la introducción se pueden identificar tres aspectos centrales que permiten entender las razones que determinan la importancia de la LADLA en la historia del continente: en primer lugar, la forma en que el marxismo latinoamericano logró articular las posturas nacionalistas y antimperialistas en una lucha contra el imperialismo, cuestión inédita en la historia del comunismo en esta región. En segundo lugar, la Liga como una organización que no restringió su actividad a la participación de los trabajadores, sino que logró involucrar en este proyecto a campesinos, intelectuales radicalizados y sectores de vanguardia artística. En tercer lugar, la integración de las nacientes organizaciones comunistas de Sur-, Centro- y Norteamérica en la organización mundial Liga contra el Imperialismo (LCI), que permitió inscribir, además, la organización regional en una lucha mundial contra el capitalismo.

Aunque el estudio busca mostrar un panorama general del desenvolvimiento de la Liga, el análisis se particulariza en tres países: México, Argentina y Cuba. Lo que a primera vista puede ser una elección arbitraria, se justifica a partir de la labor de la Liga en cada uno de estos países, que de entrada marcan un conjunto de diferencias con las demás iniciativas latinoamericanas. Los primeros años de la Liga, en estos tres países seleccionados para el estudio, permiten constatar el impulso de los partidos comunistas en su formación. En el caso mexicano, por ejemplo, el autor resalta el vínculo entre la Revolución Mexicana y el Movimiento Comunista, además de la disputa con el Workers Party, por constituirse como centro de la sección latinoamericana de la Liga. Su constitución en México estuvo mediada por el fortalecimiento organizativo del Partido Comunista, el papel del general Plutarco Elías Calles y el reconocimiento diplomático por parte del Gobierno mexicano a la Unión Soviética; así mismo, la simpatía alcanzada por figuras de la vanguardia artística como Diego Rivera, Carlos Pellicer, David Alfaro Siqueiros, Xavier Guerrero, entre otros, y el papel central del movimiento campesino en la figura de úrsulo Galván. En cuanto a Cuba, la Liga estuvo asociada a la interacción de las acciones de estudiantes, obreros e intelectuales, que desembocarían en la creación del Partido Comunista. En Argentina, esta institución constituye un caso sui generis, por cuanto fue creada por los sectores "chispistas", que fundaron el Partido Comunistas Obrero (PCO), en oposición al oficial Partido Comunista Argentino (PCA), que representaba una línea "izquierdista". Aunque inicialmente el PCA se margina de las acciones de la Liga, su interés se renueva con la conferencia de organizaciones antiimperialistas en Bruselas, cuestión que va a permitir disputar originalmente el control de la seccional de la Liga con el PCO hasta la constitución de su propia filial, denominada Liga Antiimperialista (Grupo de izquierda), que tendrá un papel determinante en el apoyo a la lucha insurgente en Nicaragua.

Además del desenvolvimiento de la Liga en estos tres países, Kersffeld ofrece otros aspectos que permiten situar algunas líneas centrales para entender el desarrollo de la LADLA. Uno de los primeros registros de lectura puede ubicarse en el lugar que ocupa Latinoamérica en las discusiones de la Komintern, y los cambios que implicaron para la LADLA y para los comunistas latinoamericanos sus virajes estratégicos. Aunque la Liga fue creada entre 1924 y 1925 como parte de las organizaciones auxiliares de la Komintern, el autor sugiere que Latinoamérica inicialmente ocupó un lugar marginal en las discusiones de la Internacional Comunista, en razón de que China e India eran considerados los centros de la tormenta anticolonial y antiimperialista, y constituían una muestra de la construcción de alianzas de los comunistas con organizaciones nacionalistas como el Kuomintang y los nacionalistas hindúes.

Sin embargo, sólo sería hasta el "Congreso Mundial contra el Imperialismo y la Opresión Colonial", celebrado en 1927 en Bruselas, que las secciones latinoamericanas alcanzarían alguna representación, con figuras como Julio Antonio Mella, Eudocio Ravines, Víctor Raúl Haya de la Torre, Gustavo Machado, entre otros. En el congreso de Bruselas se destacan tres aspectos importantes para el desarrollo de la LADLA: 1) la labor de Julio Antonio Mella en el desarrollo de las discusiones de la organización internacional; 2) un primer acercamiento a la caracterización de la realidad latinoamericana, centrada en el gradual reemplazo del imperialismo inglés por el estadounidense, en particular sus acciones coloniales sobre algunos países y su apoyo a las dictaduras que hacían viable el posicionamiento de las empresas del capital estadounidense en la región. En esta misma línea, se reafirmaba la necesidad de la constitución del "frente unido", con el concurso de obreros, campesinos y sectores de las clases medias, que permitiera contrarrestar estas acciones; y 3) las iniciales disputas con las corrientes apristas por la interpretación del antiimperialismo latinoamericano y las tareas revolucionarias, en particular las críticas de Mella a Haya de la Torre por el cambio de las conclusiones del encuentro en Bruselas, en las que se llamaba a los trabajadores y a todos los pueblos de América Latina a luchar bajo la bandera de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). éste, sin duda, sería el inicio de estos enfrentamientos, que se replicarían en el Comité Manos Fuera de Nicaragua, cuyo centro de disputa, en esta ocasión, se relacionaba con los señalamientos hacia Haya de la Torre como agente pacificador de Estados Unidos en el conflicto centroamericano.

Un segundo aspecto que resalta el autor hace referencia a la forma en que el viraje táctico impulsado por la Komintern del "frente único" al de "clase contra clase" modificó las relaciones con sectores de las clases medias (artistas e intelectuales), que habían sido un elemento principal en los primeros tiempos de la LADLA. Así, pues, las organizaciones auxiliares impulsadas por la Komintern disminuyeron las acciones amplias en las que participaban otras clases sociales, para centrar su respaldo en las tareas en defensa de la Unión Soviética y en la constitución del denominado frente único "por abajo". Esta situación se superaría marginalmente con el movimiento Amsterdam-Pleyel, que se construyó como un proyecto en contra del fascismo, a mediados de 1933, y permitió la reactivación de las actividades de la Liga luego de un período signado por el sectarismo y la clandestinidad de sus principales filiales regionales.

Un tercer aspecto tiene que ver con las acciones emprendidas por la LADLA, que pueden ser leídas como un momento importante para las corrientes internacionalistas y antiimperialistas de la región. Aquí se hace referencia, en particular, a aquellas acciones que se impulsaron desde la LADLA y que le dieron reconocimiento, importancia y prestigio en la arena política regional: el Comité en Defensa de la Vida de Sacco y Vanzetti, el Comité Pro Libertad de Mella y el Comité Manos Fuera de Nicaragua (Mafuenic), entre otros. Cada una de las campañas lideradas permitió reactivar y posicionar la organización en los ámbitos regional y local. En particular, el Mafuenic otorgó a la LADLA una proyección continental de gran envergadura, quien desplegó una serie de acciones en cada uno de los países latinoamericanos donde operaban, con efectos insospechados en apoyo político a las denuncias de las acciones de Estados Unidos en este país, así como el despliegue defensivo del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional.

En suma, se puede señalar que éste es un acercamiento novedoso, por cuanto explora una temática poco observada por los estudios del socialismo y el comunismo latinoamericanos. La perspectiva comparada permite identificar en una organización común como la LADLA algunas diferencias del desarrollo del comunismo en cada uno de estos países y, de paso, aporta una visión más compleja de las relaciones de las organizaciones comunistas latinoamericanas con la Komintern. Además, este acercamiento sirve como punto de partida para indagar sobre aspectos marginalmente abordados por los estudios del socialismo y el comunismo en Colombia, tales como el antiimperialismo, las relaciones con los intelectuales, las redes que establecieron los comunistas colombianos con sus pares latinoamericanos o la recepción del marxismo.