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Historia Crítica

versión impresa ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.58 Bogotá oct./dic. 2015

https://doi.org/10.7440/histcrit58.2015.09 

Earle, Rebecca A. España y la independencia de Colombia, 1810-1825. Bogotá: Ediciones Uniandes/Banco de la República, 2014, 250 pp.

Ana Pérez *

* Coordinadora Editorial de la Revista de Estudios Sociales (RES) de la Universidad de los Andes (Colombia). Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, y Magíster en Historia por la Universidad de los Andes (Colombia). Miembro del grupo de investigación Etnohistoria y Estudios sobre Américas Negras (Categoría C en Colciencias). alperezroma@gmail.com

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/histcrit58.2015.09


La historia política fue el eje fundamental de la historiografía del siglo XIX en el mundo occidental, que se convirtió en la reconstrucción de hechos de una manera profesional de hacer historia. Al hablar de historia política, indudablemente salen a flote los trabajos del historiador alemán Leopold von Ranke, quien es considerado el autor más representativo del historicismo. Su metodología cambió la forma en que los historiadores examinaban las fuentes documentales, dando pie a la construcción de una historia política con un "método científico" sustentado en fuentes primarias. Esta historia fue construida desde la élite, conmemorando a los héroes de la patria, asunto que dejó en segundo plano la historia social y los subordinados. Si se define la historia política, según los planteamientos del propio Ranke, se trataría de una historia que narra los acontecimientos, batallas, movimientos y líderes o héroes de la patria. No obstante, los historiadores contemporáneos se han inscrito en una renovada historia política que se estructura ahora en torno a la idea de Estado-nación, donde se ven involucrados tanto la élite como los subordinados, y donde ambos son partícipes de los asuntos políticos.

En el caso colombiano, en lo que fue la Nueva Granada, la historia política que se ha elaborado desde la primera mitad del siglo XIX se ha documentando y centrado, específicamente, en los procesos de independencia1 Aunque no se puede desconocer que en la actualidad se encuentran varios estudios que van más allá de la descripción de los hechos y se introducen en la búsqueda de hacer conexiones entre lo ocurrido en las antiguas colonias españolas y la Corona española, que originaron la conformación del Estado de Colombia, desde una perspectiva política, vinculada con aspectos sociales, económicos y culturales, bien sea una historia de élite o desde abajo2

Uno de esos trabajos es el que se reseña a continuación, de la historiadora inglesa Rebecca A. Earle, que fue publicado en el año 2000 bajo el título Spain and the Independence of Colombia, 1808-1825 por la University of Exeter Press (Reino Unido), como resultado de su tesis doctoral, cuyo director fue el reconocido historiador Anthony McFarlane. En 2014 se publicó la traducción al español del libro, con el título España y la independencia de Colombia, 1810-1825, por Ediciones Uniandes y el Banco de la República (Colombia). Cabe resaltar la importancia de traducir y publicar este tipo de investigaciones para el público hispano parlante, con el fin de fortalecer las redes académicas y conocer lo que se está produciendo en otros hemisferios.

El libro de la historiadora Earle ilustra la caída del Imperio español en el Virreinato de la Nueva Granada, durante la primera mitad del siglo XIX. Su investigación parte de la descripción de la invasión napoleónica al territorio de la Corona española, en 1808, cuando hacen prisionero al rey Fernando VII, hasta el período de la reconquista, que dio como resultado el colapso y la pérdida del territorio de la Nueva Granada. Lo interesante de esta interpretación de lo que fue el proceso de independencia es que aquí se expone cómo y por qué el Imperio perdió esta colonia, no sólo mostrando los intereses de los criollos por tener el poder político del territorio —como se ha venido contando la historia—, sino también dilucidando las falencias de un imperio en decadencia que mostró la falta de unidad administrativa para llevar a cabo una reconquista exitosa, cuyo resultado fue un fracaso total.

El libro lo conforman tres partes: la primera se titula "Crisis, 1808-1814"; la segunda, "Reconquista, 1815-1819", y la tercera, "Colapso, 1819-1822". En estos tres apartados, la autora realiza un detallado recuento de las estrategias militares y de negociación, demostrando la incoherencia ideológica de los mandos militares y administrativos de la Corona española en América y en la península Ibérica. Asimismo, evidencia los conflictos internos entre las provincias que se declaraban partidarias de los patriotas o, en su defecto, realistas. Casos concretos como, por un lado, las provincias de Cartagena y Santa Marta, y, por el otro lado, la provincia de Pasto, que fue un bastión fuerte de los realistas e hizo resistencia a los ideales republicanos. Estas divisiones afectaron a realistas y a patriotas, debido a las fricciones regionales y a la búsqueda de una autonomía, por lo que la fiabilidad se hizo cada vez más tenue, y la desintegración de ambos ejércitos fue en detrimento. Otros de los motivos relatados por Earle que llevaron al fracaso de recuperar el control político de la colonia fueron las enfermedades y las enemistades personales entre los funcionarios de la Corona.

Otro punto por destacar en este libro es el período de la Reconquista, con detalles que muestran no sólo la insuficiencia en número y división personal de las tropas españolas, sino también el afán de conseguir adeptos a la causa de la Corona, describiéndolo como un tiempo en el que las autoridades imperiales aplicaron el castigo más severo a la traición, es decir, la pena de muerte; y al mismo tiempo implementaron un sistema de conciliación e indulto, y de castigo y represión, conocidos durante esa época como "procesos de purificación". Aunque el mayor objetivo de la Reconquista fue acabar con la insurgencia, lo que muestra Earle es que fue a su vez "su talón de Aquiles", ya que, apremiada la Corona por cuestiones económicas, no podía suministrar fondos suficientes a sus tropas, teniendo que acudir a la población de la Nueva Granada, creando impuestos y exigiendo grandes cantidades de dinero a los habitantes que se encontraban en procesos jurídicos. Esto hizo que las tropas insurgentes ganaran más seguidores al proceso de independencia, y se demostrara la falta de una estrategia coherente por parte de los españoles para contrarrestar al ejército revolucionario. La autora concluye que "el proceso mediante el cual Nueva Granada obtuvo su independencia fue en sí una ilustración del fracaso de España como poder colonial" (p. 6).

El análisis de estos procesos, sin lugar a dudas, es resultado de la búsqueda exhaustiva de la historiadora Earle de fuentes primarias en archivos de España y Colombia, en donde consultó documentos oficiales, cartas, informes de las tropas, procesos judiciales de acusados por traición a la Corona, entre otros. Esta diversidad de fuentes contribuye a que su análisis cumpla con el objetivo de mostrar cómo se logró en parte la independencia de la Nueva Granada —a partir de los acontecimientos sucedidos tanto en este territorio como en la península Ibérica, y cómo éstos se vinculan produciendo una causa y un efecto (al encontrarse la Corona debilitada política y económicamente, el control de sus colonias se fue atenuando, hasta lograr la independencia)—, y evidencia las falencias y contradicciones de ambos mandos; se muestra que al final ganó aquel bando que mejor supo aprovechar las estrategias militares, lo que se vio reflejado en la batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819. Así, pues, su metodología permite mirar los hechos de una manera conectada y continua, y es un aporte a la historiografía de la independencia de Colombia, entre otras cosas, por la riqueza de sus fuentes documentales.

Después de mencionar a grandes rasgos algunas ideas centrales del texto, no se puede dejar de señalar la ausencia en estas páginas de las discusiones sobre el concepto de nación —aunque el objetivo de la autora no sea analizar dicha noción—, por ser un tema que en las últimas décadas ha cobrado relevancia cuando se investiga el proceso de independencia de las antiguas colonias americanas. Los estudios actuales, además de alejarse de esa idea de hacer historia decimonónica, que vale la pena señalar, han sido útiles y necesarios para entender las genealogías de las naciones. En tanto, de un tiempo para acá se viene debatiendo el concepto de nación no sólo desde la oficialidad, sino también en los grupos subordinados, en trabajos historiográficos europeos y latinoamericanos relacionados con los procesos emancipadores que dieron origen a las nuevas naciones de América Latina y a la descolonización de África3 Uno de los trabajos más citados que trata sobre este concepto es el de Benedict Anderson, titulado Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo, donde define la nación como una "comunidad imaginada"; con esta idea resalta la relevancia de la imaginación y el sentimiento compartido a la hora de inventar el nacionalismo, más que los cambios en el poder y en los recursos4

Esta afirmación encuentra ecos en trabajos historiográficos que quieran modificar la historia decimonónica que se sigue contando, aunque ahora ya no se trata de encontrar la genealogía de una nación, sino de entender cómo, a partir de la crisis colonial, se fueron organizando Estados y naciones. De esta manera, la historia política es actualmente un tema historiográfico renovado, que indaga sobre las relaciones complejas que establecen los hombres con respecto al poder; así, ésta remite hoy al estudio de la vida social del poder en su dimensión pública. Esta concepción incluye aquello que fue el eje de la historia política tradicional, es decir, el estudio de las instituciones del sistema político y sus personajes, pero superado a través de la exploración de las acciones políticas, de las relaciones sociales de poder y de las configuraciones sociales que las sustentan. Este tipo de enfoques no se queda en el estudio de la mera descripción de los hechos históricos, sino que va al análisis y va tejiendo una filigrana que conecta aspectos socioeconómicos y culturales con lo político.


Comentarios

1 Sobre este asunto, véase: José Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional (Bogotá: Besanzon-Imprenta de José Jacquin, 1858); Constancio Franco V., Rasgos biográficos. Próceres i mártires de la independencia de Colombia (Bogotá: M. Rivas, 1880); David Bushnell, Ensayos de historia política de Colombia: siglos XIX y XX (Medellín: La Carreta Editores, 2006); Anthony McFarlane,Colombia antes de la independencia: economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón (Bogotá: Áncora/Banco de la República, 1997); Javier Ocampo López, El proceso ideológico de la emancipación: las ideas de génesis, independencia, futuro e integración en los orígenes de Colombia (Tunja: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1974); Ana Catalina Reyes et al., Historia de la Independencia de Colombia 1808-1830: proceso político, social y cultural de la época (Bogotá: Periódicos Asociados, 2010), entre otros.

2 Como lo denomina Edward Palmer Thompson en: La formación histórica de la clase obrera (Barcelona: Editorial Laia, 1977).

3 Aquí pueden destacarse: María Eugenia Chaves Maldonado, ed., Los "otros" de las independencias, los "otros" de la nación. Participación de la población afrodescendiente e indígena en las independencias del Nuevo Reino de Granada, Chile y Haití (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2015); Agustín Lao-Montes, "Decolonial Moves. Trans-locating African Diaspora Spaces", Cultural Studies 21: 2/3 (2007): 309-338. DOI: dx.doi.org/10.1080/09502380601164361; Alfonso Múnera, El fracaso de la Nación. Región, clase y raza en el Caribe colombiano: 1717-1810 (Bogotá: Banco de la República/El Áncora Editores, 1998);Florencia Mallon, Peasant and Nation: The Making of Postcolonial Mexico and Peru (Berkeley: University of California Press, 1995).

4 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo (México: FCE, 1993 [1983]).