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Historia Crítica

versión impresa ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.59 Bogotá ene./mar. 2016

https://doi.org/10.7440/histcrit59.2016.07 

Representaciones del intelectual. El suplemento El Nuevo Tiempo Literario en Colombia y su relación con la cultura europea en la primera mitad del siglo XX*

Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez**

** Docente investigador de la Universidad de Antioquia (Colombia). Licenciado en Literatura por la Universidad del Valle (Colombia), Magíster en Literatura por la Universidad de Antioquia y candidato a Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Miembro del grupo de investigaciónColombia: tradiciones de la palabra(Categoría A en Colciencias). Ha sido becario del Ministerio de Cultura (2014, 2013, 2012), la Alcaldía de Medellín (2014) y el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, 2011). Entre sus publicaciones recientes se encuentran: "Entre la teoría y la práctica. La educación en la revista literaria Alpha (Medellín: 1906-1912, 1915): formación de una comunidad intelectual", en Arte a seis voces. Colección Becas a la Creación. Ensayos de Crítica en Artes (Medellín: Pulso & Letras Editores/Alcaldía de Medellín, 2015), 115-145, e "Invectivas y burlas malintencionadas. La descalificación de lo literario en la prensa colombiana de fin de siglo: 1888-1918", en El humor en la historia de la comunicación en Europa y América, editado por Antonio Laguna Platero y José Reig Cruañes (Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2015), 203-216. gustavoadolfo00@yahoo.com

DOI: dx.doi.org/10.7440/histcrit59.2016.07


RESUMEN:

Este artículo se pregunta por las diversas imágenes que los integrantes del suplemento colombiano El Nuevo Tiempo Literario hicieron del "intelectual" durante la primera mitad del siglo XX. Se analizan estas representaciones valiéndose del estudio y la comparación de figuras emblemáticas europeas, y del análisis de sus ideas en momentos coyunturales como, por ejemplo, el caso Dreyfus y la Gran Guerra. Para concluir que la autorrepresentación que hicieron los colabores del suplemento les permitió distinguir las diferencias y similitudes entre escribir, pensar y "actuar", es decir, entre ser un literato, un crítico de la literatura y un intelectual comprometido con la acción política.

PALABRAS CLAVE:

Colombia, prensa, literatura, intelectuales, Europa (Thesaurus).


Representations of the Intellectual: El Nuevo Tiempo Literario in Colombia and its Relation to European Culture during the First Half of the 20th Century

ABSTRACT:

This article explores the diverse images that the staff of the Colombian literary supplement El Nuevo Tiempo Literario presented of the stereotype of "intellectual" during the first half of the 20th century. It analyzes said representations through the study and comparison of emblematic European figures and the analysis of their ideas in important historical moments such as the Dreyfus Case and the Great War, for example. The conclusion is that the self-representations of the supplement’s collaborators made it possible to distinguish the differences and similarities between writing, thinking, and "acting," i.e., between being literati, literary critics, and intellectuals committed to political action.

KEYWORDS:

Colombia, press, literature, intellectuals, Europe (Thesaurus).


Representações do intelectual. O suplemento colombiano El Nuevo Tiempo Literario e sua relação com a cultura europeia na primeira metade do século XX

RESUMO:

Este artigo questiona sobre as diversas imagens que os integrantes do suplemento colombiano El Nuevo Tiempo Literario fizeram do "intelectual" durante a primeira metade do século XX. Analisam-se essas representações valendo-se do estudo e da comparação de figuras emblemáticas europeias e da análise de suas ideias em momentos conjunturais como, por exemplo, o caso Dreyfus e a Grande Guerra. Conclui-se que a autorrepresentação que os colaboradores do suplemento fizeram lhes permitiu identificar as diferenças e semelhanças entre escrever, pensar e "atuar", isto é, entre ser um literato, um crítico de literatura e um intelectual comprometido com a ação política.

PALAVRAS-CHAVE:

Colômbia, imprensa, literatura, intelectuais, Europa (Thesaurus).


Introducción

Este artículo tiene como objetivo evidenciar las diversas imágenes que acerca del "intelectual" hicieron los integrantes del suplemento colombiano El Nuevo Tiempo Literario. Para ello, se exponen las similitudes y diferencias entre estas imágenes y el propio ejercicio que llevaron a cabo los colaboradores en la publicación de textos literarios y críticos, que se componían de ensayos, revisiones, reseñas y notas biográficas y bibliográficas. Se trata de dilucidar aquí las diferentes imágenes que los colaboradores del suplemento hicieron de su propia función como intelectuales, y las cercanías manifiestas con otras funciones, tales como escribir literatura, pensar en el análisis crítico de lo literario y disonar en la acción política diaria. No sobra recordar que, por lo regular, toda agrupación intelectual fue dueña de su propio medio periódico; de esta manera, en la cofradía y en la sala de redacción las "participaciones" fueron socializadas, corregidas, algunas de ellas descartadas y otras, finalmente, dispuestas para su publicación. Así, el análisis de la prensa posibilita que se ahonde en la conciencia que los agentes tuvieron de su propia función intelectual, ya que la concreción de un medio periódico redunda en el reconocimiento que un grupo tiene de sus objetivos y alcances culturales.

También es necesario reconocer que las agrupaciones fueron conscientes de la importancia que tenía la escogencia de una materialidad específica: ya fuera una revista o un diario, por cuanto la decisión implicaba una apuesta intelectual y editorial diferente. Más si se tiene en cuenta que las participaciones y las ideas debían plasmarse en textos, que luego iban a ser maquetados antes de su impresión para su potencial y posterior lectura. Pero estas operaciones estaban (y están) condicionadas por la naturaleza intrínseca del formato elegido: no es igual pensar en estas acciones si el formato de publicación es una revista o un suplemento. Es importante entonces aclarar que el suplemento objeto de este estudio, a diferencia de la revista, está abierto al público amplio y diverso del diario, y no a un público minoritario ilustrado en el tema1.

Por último, y quizás una de las mayores garantías metodológicas para quienes se dedican al estudio de la prensa, en sus páginas se puede rastrear, además de las propias colaboraciones estéticas, la conciencia colectiva que los agentes literarios tuvieron de ellos mismos. Lo anterior gracias a la publicación de prospectos, prólogos, editoriales y notas informativas. Estas formas textuales dan cuenta directa de un sentir grupal, de sus expectativas y anhelos intelectuales, es decir, exponen información sobre la imagen que el grupo tuvo acerca de sus funciones, las representaciones que como intelectuales hicieron de ellos mismos. Un punto que será esbozado tomando como ejemplo el suplemento El Nuevo Tiempo Literario2.

Pero además es necesario tener en cuenta que se eligió un suplemento como eje de un estudio histórico de la intelectualidad, con el propósito de ser un aporte a los estudios históricos de la literatura, de la prensa, de las ideas y de los intelectuales de América Latina. En este sentido, se hace necesario recordar el proyecto historiográfico dirigido por Carlos Altamirano y que, desgraciadamente, en su momento no encontró eco entre los estudiosos colombianos. Así, en ninguno de los dos tomos que componen dicha investigación se alude al caso de intelectuales en Colombia3. Una tarea que han adelantado -profusamente-, entre muchos otros, el historiador Renán Silva4, y los profesores organizados en torno al proyecto Temas y tendencias de la historia intelectual en América Latina de la Universidad Nacional Autónoma de México, una apuesta contemporánea a la de Altamirano que centra su interés en la figura intelectual continental y la participación que allí tuvieron los escritores latinoamericanos, entre ellos los colombianos5.

1. El Nuevo Tiempo Literario

El suplemento El Nuevo Tiempo Literario (ENTL) le perteneció a uno de los diarios más influyentes de la época: El Nuevo Tiempo (Bogotá, 1902-1932), considerado como el "primer gran periódico del siglo [XX]"6. Ambos medios fueron idea de los liberales Carlos Arturo Torres y José Camacho Carrizosa; sin embargo, en 1905 fueron adquiridos por el conservador Ismael Enrique Arciniegas, y, finalmente, en 1927 pasaron a manos de Abel Casabianca, reconocido conservador doctrinario, quien nunca se hizo cargo del suplemento, dejándolo bajo la dirección de su anterior dueño. Esta singular naturaleza del diario y su suplemento permite evidenciar la injerencia que las doctrinas ideológicas tienen en los proyectos culturales; asimismo, las ideas y los contenidos literarios publicados en ambos medios son la prueba de la circulación y convivencia de por lo menos tres visiones distintas y contradictorias del mundo intelectual colombiano de principios del siglo XX.

Bajo la coordinación de Torres (1903-1905), el suplemento estuvo abierto a la disímil influencia intelectual del mundo occidental: Francia e Inglaterra, principalmente, pero también la tradicional referencia a España; y al mismo tiempo se destacaron la mención y publicación de textos escritos por autores alemanes, portugueses y estadounidenses, junto con las colaboraciones de diferentes autores latinoamericanos: mexicanos, venezolanos, uruguayos y argentinos, para llamar la atención sobre aquellos que más publicaron en sus páginas. De entre todas estas participaciones, la cuota colombiana fue la más alta, siendo el propio Torres uno de los autores más publicitados dentro del suplemento. También se destaca una copiosa publicación de textos críticos, en comparación con textos narrativos y dramáticos, en donde indiscutiblemente el género poético fue el más profuso.

Entre tanto, en la dirección de Arciniegas (1905-1923), y en principio con la compañía de Octavio Torres, hermano de Carlos Arturo, el suplemento le otorgó una atención especial a la publicación de textos y temas propios de la península Ibérica: ensayos y artículos sobre el Siglo de Oro, Quevedo, Lope de Vega y Cervantes. Las famosas participaciones tomadas de revistas literarias y periódicos galos fueron remplazadas por las referencias a revistas españolas y por la constante publicación de ensayos, cartas y notas de Marcelino Menéndez Pelayo y Miguel de Unamuno. Atrás habían quedado las referencias a Hippolyte Taine y Théophile Gautier, así como los textos de autoría o sobre las obras de Herbert Spencer y Friedrich Nietzsche, dos autores altamente visibilizados en aquel entonces por Carlos Arturo Torres. Si durante su primera dirección el suplemento publicó numerosos textos críticos, bajo la dirección de Arciniegas éstos dieron paso para que el género poético redoblara su presencia.

Durante los siguientes años, y hasta su cierre definitivo en 1929, el suplemento continuó siendo dirigido por Arciniegas. Ahora bien, antes de su primera interrupción, en 1915, el director contó con la ayuda de Víctor M. Londoño (1912-1913) y Diego Uribe (1913-1915), aunque en su correspondencia con el mexicano Alfonso Reyes se quejara siempre de la poca ayuda que recibía. Asimismo, en febrero de 1927 le escribió a Reyes indicándole que aunque el diario estaba "en situación desastrosa, [...] ya está cogiendo aliento. Creo que en unos tres meses lo pondré en pie", tiempo que casi coincide con el relanzamiento del suplemento, en junio de ese mismo año7. Ahora bien, es de anotar que el primer cierre del suplemento duró un poco más de doce años (1915-1927), así que cuando el suplemento volvió a ser editado, le pertenecía por entero a Casabianca, quien desde 1923 ejercía como "Director" del diario. A pesar de este cambio, tal como ya se dijo, la coordinación del suplemento la siguió teniendo la colaboración de Arciniegas, de allí que no haya cambios drásticos en la publicación; aunque no sucedió lo mismo en el caso del diario8.

Es significativo anotar que al ejercer como director del diario, Casabianca haya sido saludado y relacionado con el pensamiento de diversos conservadores dogmáticos: "El partido, al asumir el doctor Casabianca la Dirección de este periódico, debe sentirse de plácemes, porque tendrá en él el más firme sostén de sus ideales. No en balde se lleva en las venas la sangre de uno de aquellos patricios que, como José Eusebio y Miguel Antonio Caro, Leonardo Canal, Mallarino y Julio Arboleda, figuran en letras de oro en los anales del conservatismo"9. Pero también es necesario enfatizar que la acción intelectual del suplemento se llevó a cabo en los años que la historiografía tradicional ha denominado Hegemonía Conservadora (comprendida entre 1886 y 1930), el período histórico durante el cual el Partido Conservador se mantuvo en el poder, principalmente bajo las políticas de la Regeneración (1880-1899). El período es recordado por las sucesivas guerras civiles, la desorganización administrativa, las relaciones hermanadas entre el Estado y la Iglesia, la pobreza y la censura sistémica a los medios periódicos. De la época sobresalen los sucesivos mandatos presidenciales de Rafael Núñez (1880-1882, 1884-1886, 1887-1892, 1892-1894), secundados por las ideas de Miguel Antonio Caro; la concreción de la Constitución de 1886 (bajo la colaboración de monseñor José Telésforo Paúl); la firma del Concordato con la Santa Sede, el 31 de diciembre de 1887; y la Ley 61 de 1888, conocida como "Ley de los Caballos", que impidió la oposición en la prensa10.

Volviendo al suplemento, el cambio de dueño no hizo variar su naturaleza, a excepción, quizás, de la publicación de algunas muestras literarias italianas, pero nada que permita identificar un potencial control de Casabianca. Esto lleva a concluir que aparentemente la visión conservadora y católica de Arciniegas fue suficiente para su nuevo dueño. Finalmente, es necesario subrayar que el suplemento se canceló en 1929, tres años antes del cierre del diario, fecha que coincide justamente con la poca injerencia que el gobierno conservador empezó a tener, obviamente, en el momento en que la Hegemonía Conservadora fue secundada por políticas y gobiernos de corte liberal11.

2. De influencias y modelos

Los colaboradores de ENTL utilizaron en profusas ocasiones el término "intelectual", pocos conceptualizaron en torno a él, y un gran porcentaje lo utilizó haciendo referencia a autores pertenecientes a contextos diferentes al fin de siècle; así, es reiterada la mención de Sócrates, Agustín de Hipona, Leonardo da Vinci, Shakespeare y Cervantes como intelectuales. En estos casos es evidente la forma en que el término se utilizó a manera de adjetivo calificativo, en el sentido de "intelecto" o "inteligencia"; o también como equivalente a "culto", "docto" y "sabio", e incluso relacionándolo con ejercicios intelectuales propios de los "filósofos", "letrados", "publicistas", "escritores" y "artistas". En general, lo que se buscó fue relacionar el nombre del autor admirado con lo que en su momento se consideró su mayor distintivo "intelectual"; de allí, por ejemplo, que además de intelectuales fueran llamados "genios" o "glorias". Así, para Max Grillo, los pueblos se organizan alrededor de la "gloria intelectual" de reconocidos hombres: Dante para los italianos, Goethe para los alemanes, Shakespeare para los ingleses y Cervantes para España y toda Hispanoamérica12.

Ahora bien, en términos metodológicos resulta mucho más significativo centrarse en los casos en que los colaboradores de ENTL utilizaron dicho término, pero en un intento consciente por diferenciar las características, los saberes y el campo de acción del "intelectual", frente al "escritor" de literatura (o literato), al "crítico" literario (muchas veces denominado "ensayista") y al hombre político o intelectual de la acción. Este uso del término estuvo ligado, claramente, con la imagen que los colaboradores de ENTL tuvieron acerca de sus referentes ideológicos, es decir, de sus modelos. Tal como lo propone Coser, el intelectual siempre ha llamado la atención sobre otras realidades (contemporáneas o pasadas), en las que su labor parece ser reconocida en términos positivos13. De esta manera, la representación que los intelectuales de ENTL hicieron de ellos mismos dependió, en el mayor número de los casos, de la comparación -directa e indirecta- con reconocidas personalidades de la época, del contexto nacional, pero en especial del contexto europeo.

Los colaboradores de ENTL llamaron la atención sobre una serie de intelectuales europeos, casi todos ellos franceses y españoles, además de algunos ingleses y alemanes. Éstos fueron vistos como ejemplos a seguir, modelos de pensamiento y comportamiento civil. De entre todos escogieron a publicistas, literatos, críticos de literatura, filósofos e historiadores. En muy pocas ocasiones llamaron la atención sobre estadistas. Asimismo, dibujaron una imagen del intelectual aislado, solitario, privado de las funciones domésticas, a veces incluso célibe, pero sobre todo ávido lector e incomprendido por su responsabilidad con la "verdad" y la "razón". Por ejemplo, Carlos Arturo Torres subrayó la importancia de Spencer, de quien admiraba su "tolerancia intelectual", la que el colombiano califica como condición necesaria de la cultura y de la inteligencia moderna. La admiración del colombiano por el inglés lo llevó a compararlo, incluso, con Aristóteles14. Otro intelectual destacado por Torres es el filósofo alemán Nietzsche, de quien resalta su faceta como pensador y poeta. De su poesía dice que tiene "el sello indiscutible del genio", una característica que está más relacionada con el propio pensamiento que con la creación poética15. Asimismo, ENTL publicó un ensayo del filósofo alemán en el que se ocupa de los "genios solitarios" e "incomprendidos", exactamente de Beethoven, Goethe, Schopenhauer y Wagner. Para Nietzsche, estos autores "no quieren otra cosa que la verdad y franqueza", y por eso sus actos no pueden ser menos que "explosiones"16.

Entre los franceses, los autores más citados como intelectuales en ENTL fueron los filósofos y críticos literarios. De entre todos ellos sobresale Hippolyte Taine, de quien se publicaron fragmentos de su obra y noticias de la reedición de sus libros, pero sobre todo notas biográficas y estudios de su personalidad. Uno de las más dicientes es la traducción de J. Pontón de un estudio de Melchior de Vogüé, en donde Taine es llamado "El jefe" de "las letras francesas". Vogüé aclara que Taine no es un hombre ordinario, sino un hombre que dedicó su vida a la lectura y al estudio, en pro de la "verdad" y el "bien", lo que lo asemeja, incluso, a un "santo"17. Como se verá cuando se hable de Julien Benda, equiparar a los intelectuales con figuras religiosas es una constante, en el sentido de que los intelectuales deben ser fieles al raciocinio y a la justicia.

Para los integrantes de ENTL, los intelectuales que admiraban tenían tanta importancia en sus naciones de origen como en la Colombia de principios del siglo XX. De esta manera, estos intelectuales fueron considerados "ideólogos" y "pensadores", hombres que indicaban la manera en que la sociedad debía pensar. Así, para Torres la obra de Edgar Quinet es toda ella una defensa de la "democracia y de la República, de la independencia y de la libertad, no sólo de su patria sino de todos los pueblos oprimidos de la tierra"; por ello, el francés es reconocido por Torres como una "conciencia"18. Ahora bien, un elemento particularmente repetitivo: las noticias biográficas y los estudios enfocados en los intelectuales europeos buscaron exponer al hombre ideológico, más que al literato o al crítico de arte; en este mismo sentido, estas formas textuales establecieron las características que debían tener los intelectuales colombianos. El lugar común parece ser el "compromiso" del profesional con la "verdad" y la "justicia", lo que lo convierte en un intelectual, más que el hecho de dedicarse a la creación ficcional. Esta preferencia por la faceta ideológica se patentiza en el nombre del reconocido Émile Zola.

2.1. Émile Zola y el caso Dreyfus

Como se sabe, el término "intelectual" nació, conceptualmente, en medio del denominado caso Dreyfus; fue en ese momento que el adjetivo se convirtió en sustantivo19. En 1894, el capitán francés, y judío, Alfred Dreyfus fue acusado injustamente de alta traición y condenado a cadena perpetua. La extrema derecha y los antisemitas que lo acusaban utilizaron el término "intelectuales" para designar negativamente a los defensores, entre quienes se contaba al escritor Émile Zola, quien publicó su carta Yo acuso, dirigida al presidente de la República, Félix Faure, en L’Aurore, el 13 de enero de 1898. La intervención de Zola puso en entredicho al Estado francés, al poder judicial, a la Iglesia, a los medios de comunicación y a la opinión pública, y lo convirtió en el hombre de letras disonante, comprometido con la verdad y la justicia20.

En Colombia, la imagen de Zola como intelectual trascendió la que ya tenía desacreditada como escritor naturalista. Fue un hecho que la crítica literaria conservadora atacó los temas, los personajes y las descripciones experimentales de Zola. En 1899 se tildó al naturalismo (su escuela artística) de realismo "grosero", y se le atacó por su afición a las "escenas repugnantes" y a las "podredumbres sociales"21. En contraste, durante el siglo XX Zola fue leído como un hombre de ideas y defensor de la razón. En este sentido, ENTL tradujo más textos críticos escritos por el francés que sus propias muestras literarias. Uno de esos textos dicta que todo hombre debe "actuar" y "pensar" al unísono (mientras que el militar sólo actúa y el filósofo sólo piensa), al tiempo que certifica la acción intelectual del literato: "los escritores somos la gran fuerza con nuestro tintero y nuestra pluma: somos los dueños de los oídos y del corazón del pueblo"22.

Lo mismo sucedió en el caso de la publicación de textos críticos sobre la obra literaria de Zola: poco importó el análisis de sus novelas, en comparación con la comprensión de sus ideas. Incluso, cuando se publicó alguna reseña sobre su obra literaria, ésta se centró -con regularidad- en algún aspecto ideológico, ya fuera a través de la focalización del narrador o de la posición política de alguno de los personajes. Por ejemplo, Jean Bourdeau reseña Germinal arguyendo que la obra diferencia a las "masas ignorantes" de las "individualidades intelectuales", entre las que resalta la personalidad del escritor23. ENTL también se apropió del caso Dreyfus; en sus páginas se dio noticia de los sucesos: apresamientos, interrogatorios, decisiones de jurados y jueces, pero sobre todo de la adhesión de los escritores y políticos del mundo en referencia a la causa del implicado. Así, fue constante la mención a la negativa que recibió la causa Dreyfus por parte de Jules Lemaître; pero en especial sobresalen las menciones al apoyo recibido por Anatole France y el político René Waldeck-Rousseau. Acerca del último, Torres publicó una amplia reseña biográfica en la que dibujó la "equilibrada modalidad intelectual" del estadista. Según Torres, Waldeck-Rousseau expuso mejor que nadie que la adhesión política no implica la abdicación de las propias convicciones, lo que debía imitarse siempre24.

La prensa política siguió de cerca lo relacionado con el caso Dreyfus. En Colombia sobresale el caso de El Republicano (Bogotá, 1907-1912), coordinado por su dueño, Ricardo Tirado Macías. Pocos medios nacionales se abstuvieron de dar cuenta de lo que iba sucediendo en París; incluso, algunos colaboradores colombianos tomaron una posición pública; gran parte de ellos pertenecía a la prensa liberal, y manifestaron su auxilio al acusado: Carlos Martínez Silva, Jerónimo Argáez, Fidel Cano, José Camacho Carrizosa, entre otros. En el caso de las publicaciones periódicas literarias sucedió otro tanto, pero en general la recepción que hicieron resultó menos comprometida. Ahora bien, en un intento por conservar su especialización, la prensa literaria reprodujo diversos comentarios y noticias que involucraban el caso Dreyfus con algún aspecto del fenómeno literario, por ejemplo, ENTL publicó un estudio sobre Anatole France, donde se permite recordar la participación del poeta en la defensa del militar25; asimismo, ENTL publicitó la lectura que Leopoldo Lugones hizo en conmemoración de la vida y obra de Zola (en el Teatro Victoria de Buenos Aires, el 22 de octubre de 1902)26, entre otros.

2.2. Defender París

La suerte de París también unió a los integrantes de ENTL. La ciudad siguió siendo la capital cultural e intelectual de Occidente, aun en los momentos en que sus propios intelectuales desacreditaron las decisiones de su Gobierno (en el ya aludido caso Dreyfus). La oposición de los intelectuales reafirmó la validez de París y de todo su capital simbólico; recuérdese que esta reafirmación se llevó a cabo sin atender las amonestaciones y críticas del Gobierno y sus seguidores. Así, la autonomía del campo intelectual se evidenció, claramente, en el momento en que los hombres de letras intervinieron en los asuntos políticos de su país; no sólo en el caso de reconocidas personalidades, sino también en el caso de los estudiantes que marcharon y firmaron las demandas y los requerimientos a favor de la absolución del capitán Dreyfus27. En ENTL París siguió siendo admirada por tolerar ideologías foráneas a las de su propio establecimiento gubernamental, puesto que el imaginario colectivo la siguió representando como el lugar ideal para crear y pensar, y el viaje-procesión a París siguió siendo tan popular como lo había sido a finales del siglo XIX: los intelectuales buscaron en ella su formación académica y estética, al mismo tiempo que buscaron la manera de ser reconocidos e impactar en su campo específico, adscribiéndose a la propia dinámica cultural de la ciudad28.

Esta admiración y este respeto por París se reafirmaron, nuevamente, en el momento en que Alemania irrumpió en Francia, en los inicios de la Gran Guerra, conocida hoy como la Primera Guerra Mundial: 1914-1918. Sólo habían pasado algunos meses de iniciada la intervención cuando el joven colombiano Luis Eduardo Nieto, quien había tenido la oportunidad de formarse en la capital francesa, publicó en ENTL su posición antialemana. El intelectual rechazó la intervención, denigró la supuesta efectividad de la guerra, pero sobre todo lamentó el potencial daño de la ciudad, y además aseguró: "París es todo el vicio, pero al mismo tiempo toda la virtud del orbe [...] París es la humanidad en miniatura [...]"29. En este mismo sentido, la participación del venezolano Rufino Blanco Fombona es tajante, por ejemplo, en "Notas de amor", el escritor alude al poema de Prudhomme, quien llama la atención sobre una "enfermedad" que no tiene cura y que se llama Alemania: "Un día nos sorprende; nos invade, nos hace su presa; somos suyos. ¿Cómo? Lo ignoramos"30. De esta manera, si los críticos literarios y escritores franceses son el parangón intelectual para una parcela de estudiosos colombianos de principios del siglo XX, París es el centro intelectual que posibilita el pensamiento, la disonancia y la razón.

Durante la Gran Guerra, ENTL publicó de manera especial muestras de afecto dirigidas a la civilización francesa, mientras que fue poco lo que se advirtió sobre la suerte de las otras naciones europeas involucradas. Asimismo, en el caso de las críticas, todas parecían dirigidas a los alemanes, pero no sólo al gobierno de turno, sino que también se generalizaron a toda su idiosincrasia. De esta manera lo hizo, por ejemplo, Paul Bourget (en traducción de Luis Alejandro Caro): para el francés, el "vicio intelectual" de "la guerra", propio de los alemanes, se propagó también por culpa de la tradición kantiana y las ideas de Goethe31. Es significativo que seguido de este ensayo se haya publicado el poema "Los bárbaros", del escritor colombiano Federico Rivas Frade, poema de 33 estrofas, en cuatro partes, que versa sobre los alemanes y en el que se puede leer: "Hoy visten uniformes de correcta elegancia,/ rigen los dirigibles y los acorazados,/ espanto y muerte siembran a lenguas de distancia/ y a sí mismos se llaman pueblos civilizados"32.

El 23 de mayo de 1915 ENTL publicó "La opinión de Rodó sobre la guerra". El texto fue ideado por la coordinación del suplemento y está compuesto por una serie de fragmentos tomados de diversas obras de Rodó, donde el autor se lamenta de la guerra e invita a la protesta y a la aversión. Para ese entonces Rodó ya era considerado un guía intelectual de América, y en Colombia la lectura de sus ideas se debía, en gran parte, al trabajo realizado por Torres, quien había acogido sus ideas a finales del siglo XIX y principios del XX. Las palabras del uruguayo se tornaron en bandera y resumen de la propuesta de gran parte de los colaboradores del suplemento:

    "No quiero ni puedo ser imparcial. Mi razón serena aprueba y confirma los espontáneos impulsos de mi sentimiento, y mi sentimiento y razón me llevan [...] allí donde reconozco mis afectos de raza, mi concepción de los destinos humanos y la filiación de mis ideas [...] La causa de Francia y sus aliados es, en el más alto y amplio sentido, la causa de la humanidad"33.

Ahora bien, la diferencia entre colaborar literariamente para un medio periódico y pensar y disonar al modo de Spencer, Taine, Nietzsche o Zola se hará más patente en la dicotomía que para fines del siglo XIX se conocerá como la tensión entre los escritores pertenecientes a la tradición hispanista, conformada por quienes ejercían el poder político en altos cargos gubernamentales, y los jóvenes defensores de corrientes modernistas, muchos de ellos estudiantes y profesionales que laboraban en universidades y otros cargos menores. De esta manera, es evidente la diferenciación que se lleva a cabo en ENTL de dos funciones intelectuales, entre escribir literatura y pensar.

3. Literatura e ideas

Existió, a finales del siglo XIX y principios del XX, una brecha entre hacer literatura y pensar. Para algunos agentes, como la élite conservadora hispanista, el compromiso político en lo literario era conditio sine qua non. Su compromiso los convirtió, para sus opositores, en escritores programáticos, defensores en su literatura de ideales y valores, pero no en intelectuales, ya que en lugar de defender la razón amañaban el discurso a sus propios intereses. Por su parte, los tradicionalistas acusaron a los jóvenes modernistas de "apáticos", y a su literatura, de "vacía". Incluso un hombre como Tomás Carrasquilla se opuso a la experimentación formal moderna sobre la descripción detallada de la realidad34. Para muchos, los modernistas no pensaban, tampoco hacían literatura, y sus textos sólo resultaban provocadores35. Por su parte, para los modernistas su obra estaba guiada por el único fin de suma relevancia: la máxima del arte por el arte; así, el contenido de sus obras pasó a un segundo plano frente a la propia composición y la experimentación formal.

La anterior idea no significó que los modernistas no se permitieran el raciocinio en sus obras, además de lo que ya implicaban sus composiciones en términos de métrica, por ejemplo, o en la producción de imágenes y en la experimentación con símbolos, donde fue usual que los modernistas, haciéndose un espacio en el campo intelectual, se dieran a la tarea de evaluar el arte, y que también se permitieran la disquisición de temas contemporáneos. En este caso, el nombre de Baldomero Sanín Cano resulta una referencia obligada, referencia que ha opacado para la crítica actual los nombres de Max Grillo y Víctor M. Londoño, entre muchos otros. La disyuntiva entre hacer literatura y pensar permitió diferenciar al literato del intelectual, o por lo menos así lo planteaba Remy de Gourmont, para quien Victor Hugo es "uno de los más grandes poetas", aunque sea un "filósofo humilde": "Han existido grandes pintores, grandes escultores, grandes músicos casi desprovistos de inteligencia"36. Dado lo anterior, para Manuel F. Robles es sorprendente encontrar en un solo hombre el "espíritu crítico" junto con el "creativo": "Cierto que raras veces corren parejas, en una misma personalidad, las facultades creadoras con el espíritu crítico que todo lo analiza con una frialdad desesperante. Es que el análisis las más de las ocasiones no deja florecer con lozanía las llamas de la inspiración"37.

Ahora bien, para Torres era necesario hallar un punto medio entre la escritura ficcional y el pensamiento, de allí su propuesta de una "literatura de ideas". Para el colombiano, no se trata de una literatura de "tesis" o "docente", como la poesía política de Rafael Núñez y que critican los jóvenes modernistas; para él se trata de "la literatura de finalidad, el arte puesto al servicio de las eternas aspiraciones humanas, ennoblecido por las grandes ideas"38, y explica: si antes las ideas invadían el terreno literario, lo que se necesita ahora es que la literatura invada el terreno de las ideas. Torres encabeza una tradición mediadora entre la tensión "tradición" y "renovación": a la tradición le niega la posibilidad de la literatura comprometida, y a la segunda, la especificidad en la forma, pues lo literario también debe ser "fondo" (o contenido, en términos teóricos actuales). En su propuesta, Torres también utiliza a Victor Hugo, pero en este caso para ejemplificar la comunión entre arte e ideas; y en el caso colombiano utiliza a Santiago Pérez, a quien ya le había dedicado un número completo en ENTL, y de quien decía: "Entre las cimas intelectuales de América [...] era una cumbre"39.

Ahora bien, a pesar de la salida que Torres descubre para solventar la tensión entre literatura y pensamiento, muchas fueron las críticas y la fuerte censura para quienes no marcharon al ritmo de una literatura comprometida con lo político: la conjeturada "apatía" del escritor no comprometido siguió siendo estereotipada, incluso, entrado el siglo XX; sin embargo, la imagen del escritor recluido en su famosa torre de marfil fue reemplazada gradualmente, al tiempo que las manifestaciones modernistas se colaban en el campo literario. Para finales de la década de 1920, eran los escritores "populares" quienes estaban en la mira de los críticos tradicionalistas, ya que pensaban que aquellos sólo escribían para entretener. De esta manera, Guillermo Camacho y Montoya atacaba a los nuevos lectores y escritores: "Obsérvese que las generaciones anteriores a la actual tenían unas preocupaciones más serias. Pensaban en las fórmulas de gobierno, en los libros, y si se reunían en un café era para intentar derrumbar un gobierno"40. Para el crítico, los escritores ya no escriben para que la gente piense, pues están preocupados por el éxito de su obra.

Por aspectos como los descritos, en ENTL, a lo largo de la década de 1920, la crítica contra lo nuevo dejará de aludir directamente al modernismo y se centrará en los movimientos de vanguardia; aunque las razones formales y de contenido contra "lo nuevo" seguirán siendo las mismas, así como la negativa de la tradición a aceptar la aparente falta de compromiso político de estas manifestaciones. A pesar del ambiente retratado hasta aquí, no sobra indicar que existieron maneras y formas estéticas, las cuales permitieron contrarrestar la aparente tensión irreconciliable entre pensar y hacer literatura. Éste es el caso de la siguiente forma literaria.

3.1. "El ensayo a la manera inglesa"

Esta forma literaria permitió la impresión de ideas y puntos de vista sin necesidad de comprometer el aspecto estético de lo literario. También posibilitó la opinión personal, sin ligar de raíz lo estético. "El ensayo a la manera inglesa" (essay), a diferencia del ensayo francés (essai), tenía la amplitud que su autor podía necesitar a la hora de debatir (aunque regularmente también resultaban ser cortos), así como compartía con su vecino la libertad y la flexibilidad en la escogencia de su contenido y en su procedimiento argumentativo. En ellos había una intención dialogal; de allí que muchos mencionaran explícitamente al lector y apelaran a su juicio crítico. Otra característica de estas formas es que no poseían una estructura prefijada, tal como sucedía, por ejemplo, con el estudio monográfico o el estudio científico.

La especificidad en el caso inglés hacía referencia exacta al ejemplo que habían dado los ensayistas románticos ingleses, pero sobre todo a la obra de reconocidos publicistas que se habían editado en sus propios medios periódicos; vale la pena resaltar los nombres de los ingleses Richard Steele y Joseph Addison, quienes impulsaron sus obras y las de diversos escritores en dos de sus diversos medios periódicos: The Tatler (1709-1711) y The Spectator (1711-1712)41. La mayor cualidad del ensayo a la forma inglesa, y que parece ser el ideal que buscaban los autores colombianos de principios del siglo XX, estriba en la confluencia de un estilo ágil, abierto a un público amplio, pero sin dejar de ser riguroso, agudo, además de fino (es decir, bien escrito en términos gramaticales).

La denominación "ensayo al estilo inglés" aparece, incluso, consignada en el Prólogo-Revisión que Carlos Arturo Torres redactó una vez finalizado el primer año de actividades de ENTL. Para el colombiano, esta forma -junto con la crítica literaria y los géneros ficcionales- apareció copiosamente publicada y se seguiría haciendo en el suplemento, siempre y cuando los textos acataran las normas de la moralidad y la correcta escritura42. Ahora bien, en Colombia esta forma literaria estuvo relacionada con los jóvenes modernistas, mucho más que con los autores pertenecientes a la tradición hispanista: mientras los últimos ejercían su autoridad literaria, al tiempo que ejercían el poder político, los primeros blandían argumentos en su contra y a favor de una nueva manera de ver las cosas. Así, vale la pena resaltar que en 1914 ENTL publicó "Los escritores modernos de la América Latina", del peruano Francisco García Calderón, donde el autor enumera una serie larga de "modernistas", quienes resultaban ser -todos ellos- "ensayistas a la manera inglesa"43. Es en este mismo sentido que, para Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes resultaba un ensayista: "Y se parece, en verdad, a [los] ensayistas ingleses: no a la grave familia, filosófica y moralista, de los siglos XVII y XVIII, ni a la familia de polemistas y críticos del XIX, sino a la de los ensayistas libres del periodo romántico [...]", tales como Lamb y Hazlitt, por ejemplo44.

Por último, vale la pena resaltar que esta forma literaria también permitió la producción crítica sobre lo literario. En el suplemento hay varios ejemplos de sumo interés, que bien pueden dar cuenta de este asunto45; sin embargo, las palabras de Gustavo Gallinal resumen el fenómeno en un texto sobre la vida y obra de Rodó, en donde el autor expone que la crítica literaria puede estar emparentada con una forma literaria que permita el estudio serio y el tratamiento ágil:

    "Crítica literaria concebida, no como un género circunscripto al comentario de libros, sino de fronteras abiertas y libres perspectivas [...] La crítica, así concebida, tiene la amplitud y libertad del ensayo al modo inglés, género ondulador y flexible, de contenido virtualmente sin límites, como creado para contener la producción total de espectadores y comentadores de la vida moderna en su infinita variedad de aspectos y paisajes"46.

En este sentido, para Gallinal, y siguiendo muy de cerca los postulados de Carlos Arturo Torres en Los ídolos del foro, el ensayo resulta, y cita al colombiano, "el más vasto y complejo de los géneros literarios, rico museo de la inteligencia y la sensibilidad donde, a favor de una amplitud ilimitada de que no disponen los géneros sujetos a una arquitectura retórica, se confunden el arte del historiador, la observación del psicólogo, la doctrina del sabio, la imaginación del novelista, el subjetivismo del poeta"47. Si para algunos agentes literarios existió una brecha entre hacer literatura y pensar, esta brecha fue mayor entre hacer literatura y dedicarse a la política. De nuevo, se trató de una crítica a la falta de compromiso de ciertos escritores: para los hispanistas, ambas facetas estaban unidas, pero para los modernistas lo literario no podía ser "contaminado" con lo político. Ahora bien, el tema adquirió otros matices entre los agentes partícipes.

4. Literatura y acción política

ENTL publicó un texto de Pierre Drieu La Rochelle en el que el autor llama la atención sobre "una traición de los escritores [...] más grosera, más evidente que aquella denunciada por Julien Benda": se trata de la "ambición política" -por su parte, Benda había revelado la adhesión política de los intelectuales-48. Para el crítico, un escritor no debe ambicionar ingresar a la política, pues su arte debe trascender la enseñanza de ideales y valores:

    "El escritor no necesita, para servir los grandes intereses sociales que se agitan siempre en su pecho a la vez que los demás intereses humanos, entrar en la política. Esto no puede creerse si no se ven las consecuencias secretas, pero inmensas y rápidas, que tienen en el mundo las obras literarias. Las obras son pura acción en sus efectos, porque son pura acción en su principio: son producidas por la disciplina más enérgica que un hombre puede imponerse a sí mismo"49.

Ingresar a la política, en palabras del crítico, traía consecuencias negativas para el mundo del arte, un punto que parecería entreverse en el caso de Lamartine, quien en sus funciones oficiales descuidó su obra literaria50. La posición de La Rochelle -mantenerse al margen de lo político- tenía su origen en las palabras de Julien Benda, quien dos años atrás había establecido la diferencia entre "intelectuales" y "artistas", en La Trahison des clercs, literalmente La traición de los clérigos. En este texto hacía alusión a que la misión del intelectual, es decir, su "compromiso crítico" en pro de los derechos universales, es un sacerdocio que debe ser ejecutado con la más alta conciencia. El libro fue traducido como La traición de los intelectuales, y, a pesar de lo que se cree, el estudio no se opone al ejercicio político del intelectual, pero sí a la adhesión del intelectual a las "pasiones políticas". De esta manera, plantea que los intelectuales, entre ellos críticos, filósofos e historiadores, deben disonar de las pasiones políticas. Ahora bien, y aquí la mayor diferencia entre los dos críticos, Benda sí consideró oportuno que los artistas -poetas, novelistas y dramaturgos- pudieran hacer gala de sus ideas políticas, pero exclusivamente en su arte: "No hay que pedir a los poetas que separen sus obras de sus pasiones. Estas son la sustancia de aquéllas, y la única cuestión consiste en saber si fabrican sus poemas para verter sus pasiones o si buscan pasiones para hacer sus poemas"51.

Ahora la disyuntiva entre el arte literario y la acción política podía ser entendida de otra manera, por lo menos para los colaboradores de ENTL. El eje de la discusión se centraba en lo que dieron en llamar "preconcepción intelectual", propuesta que permitía diferenciar al "sabio" del "pensador", según los propios términos de Antonio José Iregui, quien evalúa la obra de Salvador Camacho Roldán. Para Iregui, el "sabio" acumula conocimiento, tal como se puede evidenciar en los hombres de letras de Colombia, en los académicos, poetas y estadistas, pero es en el "pensador" en donde se origina el conocimiento. Dado lo anterior, llama "intelectual" a Camacho Roldán, pues su pensamiento nunca ha estado sujeto a "ninguna preconcepción" política, religiosa, estética, entre otras52. Es de anotar que para el crítico las preconcepciones no soportan el análisis de la razón, puesto que su fundamento está originado en consideraciones amañadas por la pasión política, religiosa o estética.

En el suplemento se produjo un fenómeno que permite desentrañar el asunto: cuando Torres fungía como coordinador realizó la evaluación de las "cimas intelectuales", el caso de Santiago Pérez y una serie de autores ingleses, alemanes y franceses, tal como ya se ha mencionado y expuesto en este artículo. Cuando el suplemento pasó a manos de Arciniegas, el nuevo director intentó continuar con dicha tarea, estudiando primero a Ricardo Sánchez Ramírez y luego a Luis Trigueros. Lo interesante es que para ese entonces se publicó también un texto de Torres dedicado a Manuel Murillo Toro, pero dicho texto está antecedido por una aclaración de la "Coordinación", en la que se lee explícitamente que la inserción de dicho texto no significa que "[en el suplemento] estemos en un todo de acuerdo con gran parte de ideas en él contenidas"53. Es la primera vez que se hace esta aclaración; anteriormente parecía existir un consenso entre las opiniones impresas y las ideas de la coordinación, incluso cuando las ideas resultaban contradictorias. Ahora las cosas han cambiado de manera radical, la coordinación de Arciniegas deja muy en claro lo que no está en consonancia con su forma de pensar, en este caso particular, con la defensa del pensamiento del liberal Murillo, expuesta por Torres.

La adhesión interesada a una idea política, sobre la propia razón y justicia, fue el motivo concluyente que les permitió a los modernistas atacar la tradición. No se trataba de acusar las obras que defendían una idea o un valor, puesto que finalmente ellos también lo hacían; se trató del hecho de que dicha idea o dicho valor no soportaba el juicio y el raciocinio. Para los jóvenes modernistas resultaba caduco limitar su horizonte de expectativas intelectuales a la esfera española, no abrirse a otros contextos y lenguas, así como a la experimentación de temas, formas y procedimientos de creación y composición. La fuerte relación que para ese entonces existía entre la Iglesia católica y el Estado tampoco fue aceptada por los modernistas, aunque nunca se opusieron a la presencia de la fe en la vida diaria de las personas; sin embargo, revaluaron la autoridad de la Iglesia con respecto a los temas y metodologías de la enseñanza pública de la que se hacía cargo la Iglesia católica desde 1887, una vez firmado el Concordato con la Santa Sede.

Conclusiones

En los últimos cuadernillos del suplemento, cuando se ingresa a la década de 1920, queda una sensación de desasosiego: las participaciones de Torres, obviamente, han desaparecido; también las diversas colaboraciones de la falange modernista, quizás con la excepción de algunas noticias sobre las labores de Baldomero Sanín Cano en el extranjero; gran parte de los textos críticos publicados en la época responden a los nombres de su coordinador Arciniegas, junto con Antonio Gómez Restrepo y Eduardo Castillo, todos ellos de alto cuño conservador y representantes aún de una visión romántica de lo literario, aunque la poesía siguió siendo el género más publicitado; y el suplemento como conjunto perdió fuerza ante la edición de los suplementos de los dos diarios más importantes que aún en la actualidad existen en Colombia: El Tiempo y El Espectador. En sus años finales, el suplemento tiende a ser más monofónico; ha pasado mucho tiempo desde la confluencia de la diversidad y las opiniones encontradas. El estado del suplemento se parece al que Manual A. Bonilla había impreso, en 1911, ante la muerte en Francia de Rufino José Cuervo:

    "Los grandes hombres se van. Aún tiembla el suelo colombiano por la caída de aquel roble -Caro- que sombreaba nuestra selva sagrada; y ahora se desploma, con estrépito continental, Cuervo, el otro árbol grandioso, que elevó tanto el ramaje como para que le viese todo el mundo. Y para desgracia común, alguna de las encinas que ya tocaba las primeras ramas de aquellos robles, fue á rodar al abismo: aquel sembrador de ideas que se llamó Carlos Arturo Torres no verá el fruto de sus altos empeños, porque la tumba reclamó para sí la flor de ese noble espíritu, todo luz y armonía, ecuanimidad y justicia, fe y patriotismo, que lo hicieron grande apóstol del ideal y caballero del Espíritu Santo"54.

ENTL desaparece sin dar noticia alguna, quedando apenas en la mente de algunos de sus colaboradores que hacen menciones varias en entrevistas y conversaciones. Incluso en la actualidad, los estudios históricos-literarios suelen pasar rápidamente por el hecho de que gran parte del trabajo intelectual de los escritores colombianos se centró en las páginas de éste y otros medios periódicos. En este caso, la crítica e historia literarias han desatendido la manera en que el suplemento expuso, continuamente, las cercanías y diferencias entre disímiles roles intelectuales: escribir literatura, hacer crítica literaria y desempeñarse en las lides políticas. Aunque podían ser ejecutadas por una misma persona (el caso de Caro, por ejemplo, o el de Torres, quien incluso fue uno de los pocos críticos del conservatismo invitado a participar activamente en comisiones gubernamentales), por lo general fueron diferenciadas por la falange modernista, quien exigía que la tercera práctica no se inmiscuyera en las dos primeras, las cuales consideraban prioritarias en un país imbuido del afán de lucro y plagado de analfabetismo.

La crítica en contra del intelectual comprometido políticamente se centraba en el hecho de que no contaminara su obra artística con sus ideas y dogmas. El hombre político podía ser respetado siempre, pero no así el escritor comprometido, y mucho menos con "preconcepciones" o lugares comunes, es decir, con ideas que no soportaran el análisis concienzudo, científico, de los argumentos. En este sentido, formas textuales como la nota, la reseña y el ensayo al modo inglés permitieron que los jóvenes opinaran sin comprometer sus ejercicios literarios. No es gratuito que hayan sido justamente ellos quienes emprendieran esta marcha y lucha textual, pues eran quienes debían hacerse un espacio en el panorama intelectual de la nación. Grandes personalidades extranjeras sirvieron de ejemplo cuando los hombres de letras se pensaron a sí mismos como intelectuales, y de ellos se copian incluso ademanes y gustos.

La concreción del suplemento y la ejecución consciente de las diversas funciones intelectuales en él (escribir literatura, pensar y actuar políticamente), nos permiten comprender que la literatura es parte de un proceso colectivo. En este caso, un proceso que -desde sus inicios, y en un impulso que podemos calificar de moderno- intentó hacerse a las noticias, las ideas y los representantes del mundo intelectual europeo occidental. ENTL marca dicho impulso cosmopolita, aunque en sus años finales se haya visto reducido ante las nuevas publicaciones, ideadas ya bajo las políticas de la República Liberal. De esta manera, es claro poder concluir que, aun durante la Hegemonía Conservadora, y revestido bajo las políticas tradicionalistas, ENTL permitió la existencia de diversas maneras de pensar y sentir, las que para entonces marcaron el fin del escritor como intelectual, y que dan inicio a la división marcada de las funciones entre los profesionales, y con ello, el ingreso de nuevos tipos intelectuales, distintos al intelectual gramático y escritor de literatura.


Comentarios

* Este artículo es resultado del proyecto de investigación "Balance historiográfico de las publicaciones periódicas hispanoamericanas: temas, enfoques y conclusiones", desarrollado por el grupo de investigación Colombia: tradiciones de la palabra (CTP), y que se inscribe en la Estrategia de Sostenibilidad de los grupos de investigación 2013-2014 de la Universidad de Antioquia (Colombia). Asimismo, hace parte de los resultados de la tesis doctoral: "El suplemento literario en los procesos de modernización cultural. El caso de El Nuevo Tiempo Literario y la figura del intelectual (Bogotá: 1903-1915, 1927-1929)", que se adelanta para obtener el título de Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.

1 Es en este sentido que Roger Chartier llama la atención sobre la importancia de la materialidad en la interpretación de la obra: "Hay una ilusión que debe ser disipada, la ilusión de que un texto es el mismo texto aunque cambie de forma". Cultura escrita, literatura e historia (México: FCE, 2006 [1999]), 208. Véase también a Donald Francis McKenzie, Bibliografía y sociología de los textos (Madrid: Akal Editores, 1999).

2 En relación con el concepto representación, Chartier indica: "Las representaciones no son simples imágenes, verídicas o engañosas, de una realidad que les sería externa. Poseen una energía propia que persuade de que el mundo o el pasado es, en efecto, lo que dicen que es. En ese sentido, producen las brechas que fracturan a las sociedades y las incorporan en los individuos. Conducir la historia de la cultura escrita dándole como piedra angular la historia de las representaciones es, pues, vincular el poder de los escritos o de las imágenes que los dan a leer, escuchar o ver, con las categorías mentales, socialmente diferenciadas que son los matices de las clasificaciones y de los juicios". La historia o la lectura del tiempo (Barcelona: Gedisa, 2007), 73-74. Subrayado en el original.

3 Carlos Altamirano, Historia de los intelectuales en América Latina I. La ciudad letrada, de la conquista al modernismo, editado por Jorge Myers (Buenos Aires: Katz Editores, 2008); Carlos Altamirano, Historia de los intelectuales en América Latina II. Los avatares de la "ciudad letrada" en el siglo XX (Buenos Aires: Katz Editores, 2010). Es de notar que en el segundo tomo se hace alusión al caso de las revistas literarias como protagonistas y fuentes para un estudio de la intelligentsia, ofreciendo el caso de seis publicaciones periódicas.

4 Renán Silva, Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Genealogía de una comunidad de interpretación (Medellín: Banco de la República/Fondo Editorial EAFIT, 2002).

5 Aimer Granados, Álvaro Matute y Miguel Ángel Urrego, eds., Temas y tendencias de la historia intelectual en América Latina (Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Universidad Nacional Autónoma de México, 2010).

6 Mariluz Vallejo, A plomo herido. Una crónica del periodismo en Colombia 1880-1980 (Bogotá: Planeta, 2006), 390.

7 Carta manuscrita de Arciniegas a Reyes, en papel con membrete del diario, y el título: "Director y propietario Ismael Enrique Arciniegas". La carta está fechada en 21 de febrero de 1927, en Bogotá. Véase: Adolfo Caicedo Palacios, Alfonso Reyes y los intelectuales colombianos: diálogo epistolar (Bogotá: Siglo del Hombre Editores/Universidad de los Andes, 2009), 90. En todas las citas de ésta y otras fuentes se ha conservado la ortografía de la época.

8 En otra ocasión se ha abordado la disonancia intelectual, patente, entre el diario y el suplemento: Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez, "Relectura de una hegemonía conservadora no homogénea. Perfil intelectual del diario El Nuevo Tiempo y su suplemento El Nuevo Tiempo Literario (Bogotá: 1903-1915, 1927-1929)", en Miradas sobre la prensa en el siglo XX, coordinado por Luciano Ramírez Hurtado, Adriana Pineda Soto y Alain Liévano Díaz (Aguascalientes: Universidad Autónoma de Aguascalientes/Red de Historiadores de la Prensa y el Periodismo en Iberoamérica, 2014), 9-45.

9 "El nuevo Director de El Nuevo Tiempo", El Nuevo Tiempo, 18 de octubre, 1923. Un estudio centrado en el matiz radical del diario, bajo la dirección de Casabianca, se puede apreciar en la esclarecedora investigación de Ricardo Arias Trujillo Los Leopardos, una historia intelectual de los años 1920 (Bogotá: Universidad de los Andes, 2007), 141-149.

10 Una interpretación, aún certera, de este momento histórico, en la obra de Christopher Abel, Política, Iglesia y partidos en Colombia: 1886-1953 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1987).

11 En aras de profundizar sobre las condiciones sociales del momento, vale la pena mencionar la investigación de Miguel Ángel Urrego Intelectuales, Estado y Nación en Colombia. De la guerra de los Mil Días a la Constitución de 1991 (Bogotá: Siglo del Hombre Editores/Universidad Central, 2002), 37-82.

12 Max Grillo, "La gloria de Cervantes", El Nuevo Tiempo Literario, 7 de febrero, 1915, 626.

13 Lewis A. Coser, Hombres de ideas. El punto de vista de un sociólogo (México: FCE, 1968 [1965]), 238-254. Para el autor se trata de una lectura parcial, limitada, que el intelectual hace de dichas realidades, de allí la admiración exacerbada por lo foráneo, lo que el autor ha dado en llamar "La salvación en el extranjero".

14 Carlos Arturo Torres, "Herbert Spencer", ENTL, 31 de enero, 1904, 497.

15 Carlos Arturo Torres, "Nietzsche poeta", ENTL, 14 de junio, 1903, 52.

16 Friedrich Nietzsche, "Los espíritus solitarios", ENTL, 4 de agosto, 1903, 166.

17 Melchor de Vogüé, "Hipólito Taine", ENTL, 24 de mayo, 1903, 8.

18 Carlos Arturo Torres, "Edgar Quinet", ENTL, 1 de noviembre, 1903, 369.

19 Su importancia ha hecho que, luego de la Revolución Francesa, sea el acontecimiento más historiado en Francia. François Dosse, La marcha de las ideas. Historia de los intelectuales, historia intelectual (Valencia: Universitat de València, 2007 [2003]).

20 Émile Zola, Yo acuso. La verdad en marcha (Barcelona: Tusquets Editores, 2006 [1901]). Es de anotar que Zola ya había publicado tres artículos sobre el mismo caso en 1897, en el periódico Le Fígaro, pero éste se negó a seguir haciéndolo; también había publicado dos artículos en formato folleto, y además de la carta al presidente Faure publicó ocho textos más en L’Aurore. Por último, en 1901 recopiló estas publicaciones antecediéndolas de algunas notas explicativas y un Prólogo, lo que da origen al libro que aquí citamos.

21 Diego Rejaz, "Conceptos sobre literatura", Rojo y Azul, 28 de mayo, 1899.

22 Émile Zola, "La tinta y la sangre", ENTL, 29 de noviembre, 1903, 434.

23 Jean Bourdeau, "El alma de las multitudes", ENTL, 8 de junio, 1913, 533-535.

24 Carlos Arturo Torres, "Waldeck-Rousseau", ENTL, 20 de noviembre, 1904, 373.

25 Eduardo Gómez Carrillo, "La obra política de Anatole France", ENTL, 4 de noviembre, 1906, 491.

26 Leopoldo Lugones, "Homenaje a la memoria de Zola", ENTL, 29 de noviembre, 1903, 436-442.

27 Las protestas, las demandas y los requerimientos fueron listados de reclamos firmados por un número crecido de personas, en aras de impactar en las decisiones gubernamentales, aludiendo al efecto masa; en contraposición, el cuestionario fue diligenciado por una autoridad reconocida en su momento. Éstas y otras formas de protesta son estudiadas por Christophe Charle para establecer la conciencia y el significado que los "intelectuales" tuvieron de ellos mismos durante el caso Dreyfus. Christophe Charle, El nacimiento de los "intelectuales" (Buenos Aires: Nueva Visión, 2009 [1990]), 105.

28 La relevancia de París para los hispanoamericanos durante el siglo XIX se puede constatar en la investigación de François-Xavier Guerra, "La luz y sus reflejos: París y la política latinoamericana", en Figuras de la modernidad. Hispanoamérica siglos XIX-XX, compilado por Annick Lempérière y Georges Lomné (Bogotá: Universidad Externado/Instituto Francés de Estudios Andinos, Taurus, 2012), 391-405. En otra ocasión se adelantó un estudio sobre la influencia de la capital francesa para los colombianos, escritores de literatura, en el fin de siècle: Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez, "Destino París. El sistema literario francés en la prensa literaria colombiana. El caso de Revista Gris (1892-1896), Revista Contemporánea (1904-1905) y Trofeos (1906-1908)". Anales de Literatura Hispanoamericana 43 (2014): 63-84, doi: dx.doi.org/10.5209/rev_ALHI.2014.v43.47113.

29 Luis Eduardo Nieto Caballero, "En las puertas de París", ENTL, 4 de octubre, 1914, 375.

30 Rufino Blanco Fombona, "Notas de amor", ENTL, 15 de noviembre, 1914, 461.

31 Paul Bourget, "Kant y Goethe", ENTL, 18 de abril, 1915, 130.

32 Federico Rivas Frade, "Los bárbaros", ENTL, 18 de abril, 1915, 136.

33 José Enrique Rodó, "La opinión de Rodó sobre la guerra", ENTL, 23 de mayo, 1915, 193.

34 Tomás Carrasquilla, "Homilía N. 1", Alpha, 1 de marzo, 1906, 1-15. Véase también a Luis María Mora, para quien el simbolismo y el decadentismo son "anárquicos", tanto en la forma literaria (la métrica inexistente, por ejemplo) como en el contenido de sus historias (libre de influencias ideológicas "positivas"). Además, dice el crítico, las obras modernistas son "vagas", centradas en lo sonoro más que en las ideas; de allí que prefieran el "artificio" sobre el arte, y por eso el misticismo que profesaban era "inmoral" y "dañino"; inspirado por las drogas y no por el sentimiento religioso. Luis María Mora, De la decadencia y el simbolismo (Bogotá: Imprenta Nacional, 1903), 105.

35 Ya se han abordado aquí las discusiones y tensiones entre la élite hispanista colombiana y los "jóvenes" modernistas, en: Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez y Diana María Barrios, "Entre la norma y la ruptura, entre lo clásico y lo moderno. La crítica literaria colombiana en la prensa de 1900 a 1920", en "La busca de la verdad más que la verdad misma". Discusiones literarias en las publicaciones periódicas colombianas 1835-1950, coordinado por Olga Vallejo (Lima: Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar, 2015), 121-157.

36 Remy de Gourmont, "El genio poético", ENTL, 26 de enero, 1913, 225 y 226.

37 Manuel F. Robles, "Antonio Gómez Restrepo", ENTL, 25 de julio, 1915, 337. Es de anotar que para el crítico sólo hombres como Bourget y France combinan de manera elocuente las esferas literaria y crítica; a su parecer, el hombre más cercano a dicho ideal en Colombia es Antonio Gómez Restrepo.

38 Carlos Arturo Torres, "La literatura de ideas. Discurso de Recepción en la Academia Colombiana de la Lengua, el 10 de julio de 1910", en Obras, prólogo, compilación y notas por Rubén Sierra Mejía, tomo II (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 2002 [1910]), 351-352.

39 Carlos Arturo Torres, "Santiago Pérez", ENTL, 30 de agosto, 1903, 225.

40 Guillermo Camacho y Montoya, "Más notas sobre Baroja", ENTL, 17 de septiembre, 1927, 602.

41 No sobra indicar que Terry Eagleton considera que el trabajo llevado a cabo por este par de publicistas es signo inicial del nacimiento de la crítica moderna. Terry Eagleton, La función de la crítica (Barcelona: Paidós, 2012 [1996]), 21.

42 Carlos Arturo Torres, "El Nuevo Tiempo Literario", ENTL, mayo, 1904, III-IV.

43 Francisco García Calderón, "Los escritores modernos de la América Latina", ENTL, 5 de julio, 1914, 185. Entre ellos, sobresalen: José Enrique Rodó, Manuel Baldomero Ugarte, Baldomero Sanín Cano, además de Emilio Becker, Ricardo Rojas, Manuel Díaz Rodríguez, Pedro Emilio Coll, Manuel González Prada, José de la Riva Agüero, Pedro Enríquez Ureña, Carlos Reyles, Oliveira Lima y José Verissimo.

44 Pedro Henríquez Ureña, "Alfonso Reyes", ENTL, 4 de febrero, 1928, 926.

45 Carlos Arturo Torres, "Del movimiento literario en la Europa contemporánea", ENTL, 23 de junio, 1907, 347-350; Antonio Gómez Restrepo, "Prólogo a la antología de poetas colombianos (de Fernando de Ory)", ENTL, 19 de julio, 1914, 209-233.

46 Gustavo Gallinal, "La cr683.

47 Carlos Arturo Torres, citado por Gustavo Gallinal, "La crítica de Rodó", 683-684.

48 Pierre Drieu La Rochelle, "Los escritores y la política", ENTL, 23 de noviembre, 1929, 1897.

49 Drieu La Rochelle, "Los escritores y la política", 1898.

50 Además, asegura el crítico: "Cuando un literato baja a la arena, siempre tiene enfrente a un hombre de acción, delante del cual el intruso parece pequeño: Chateaubriand y Benjamín Constant parecen pequeños ante Bonaparte; D’Annunzio en Fiume resulta pequeño ante Mussolini en Roma; Maurras es pequeño ante Clemenceau". Drieu La Rochelle, "Los escritores y la política", 1897. Énfasis autor.

51 Julien Benda, La traición de los intelectuales (Santiago de Chile: Ediciones Ercilla, 1951 [1927]), 66-67.

52 Antonio José Iregui, "Ensayos biográficos. Salvador Camacho Roldán", ENTL, 17 de julio, 1904, 228-229.

53 Carlos Arturo Torres, "Murillo", ENTL, 30 de julio, 1905, 122.

54 Manuel A. Bonilla, "D. Rufino J. Cuervo", ENTL, 10 de septiembre, 1911, 515.


Bibliografía

Fuentes primarias

Publicaciones periódicas:

1. Alpha. Medellín, 1906-1912, 1915.         [ Links ]

2. El Nuevo Tiempo. Bogotá, 1902-1932.         [ Links ]

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Documentación primaria impresa:

5. Caicedo Palacios, Adolfo. Alfonso Reyes y los intelectuales colombianos: diálogo epistolar. Bogotá: Siglo del Hombre Editores/Universidad de los Andes, 2009.         [ Links ]

6. Mora, Luis María. De la decadencia y el simbolismo. Bogotá: Imprenta Nacional, 1903.         [ Links ]

7. Torres, Carlos Arturo. "La literatura de ideas. Discurso de Recepción en la Academia Colombiana de la Lengua, el 10 de julio de 1910". En Obras. Prólogo, compilación y notas por Rubén Sierra Mejía, tomo II. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 2002 [1910], 347-361.         [ Links ]

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Artículo recibido: 03 de marzo de 2015/ Aprobado: 30 de septiembre de 2015/ Modificado: 21 de octubre de 2015