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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.60 Bogotá abr./jun. 2016

https://doi.org/10.7440/histcrit60.2016.07 

Los anfitriones del exilio chileno en México, 1973-1993*

Claudia Fedora Rojas Mira, Centro de Estudios Avanzados/Universidad de Playa Ancha, Chile**

** Profesora-investigadora del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la Universidad Playa Ancha, sede Valparaíso (Chile). Licenciada en Educación (con mención en Historia y Geografía) de la Universidad de Santiago de Chile; Magíster en Historia de la Universidad Autónoma Metropolitana, sede Iztapalapa (México), y Doctora en Estudios Americanos (especialidad Historia) de la Universidad de Santiago de Chile. Entre sus publicaciones se encuentran: "Exilios sudamericanos en México: los casos argentino y chileno". Pacarina del Sur 5, n.° 19 (2014): s/p., y en coautoría con Alessandro Santoni, "Geografía política del exilio chileno: Los diferentes rostros de la solidaridad". Perfiles Latinoamericanos 21, n.° 41 (2013): 123-142. claudia.fedora@upla.cl/claudiafedora@gmail.com

DOI: http:// dx.doi.org/10.7440/histcrit60.2016.07


RESUMEN:

Este artículo busca explicar el carácter de las relaciones entre los gobiernos de Chile y de México antes del golpe de Estado de 1973 y durante el período que duró el exilio en México. El objetivo es adentrarse en la experiencia de exilio de los militantes de la izquierda chilena en México, a partir de su instalación en el país de acogida, revisando sus antecedentes y los actores principales del país receptor. Se concluye que, como resultado de las relaciones que se establecieron entre personalidades chilenas y mexicanas antes del golpe de Estado, fue posible la reproducción política, económica, social y cultural del exilio chileno en México. Para ello se realizó una indagación de tipo documental -bibliografía y archivos-, que se confrontó con la información obtenida de entrevistas a personajes que estuvieron en el exilio o relacionados con el mismo.

PALABRAS CLAVE:

Historia contemporánea, historia política, Chile, México, exiliado (Thesaurus).


The Hosts of Chilean Exiles in Mexico, 1973-1993

ABSTRACT:

This article seeks to explain the nature of the relations between the government of Chile and that of Mexico before the coup d'état of 1973 and throughout the entire period of Chilean exile in Mexico. The objective is to delve into the experience of exile of Chile's leftist militants who took refuge in Mexico, by studying their background and that of their main sponsors in the country that received them. It concludes that as a result of the relations established between distinguished Chilean and Mexican personalities before the coup, the political, economic, social and cultural reproduction of Chilean exile in Mexico was made possible. For this purpose, a documentary type of study was done -by reviewing bibliography and archives- which was then cross-referenced with information obtained from interviews of important figures who were either in exile or were related to those who were.

KEYWORDS:

Contemporary history, Chile, Mexico, exile (Thesaurus); political history (author's keywords).


Os anfitriões do exílio chileno no México, 1973-1993

RESUMO:

Este artigo procura explicar o caráter das relações entre os governos do Chile e do México antes do golpe de Estado de 1973 e durante o período que durou o exílio no México. O objetivo é adentrar-se na experiência de exílio dos militantes da esquerda chilena no México, a partir de sua instalação no país de acolhida, revisando seus antecedentes e os atores principais do país receptor. Conclui-se que, como resultado das relações que se estabeleceram entre personalidades chilenas e mexicanas antes do golpe de Estado, foi possível a reprodução política, econômica, social e cultural do exílio chileno no México. Para isso, realizou-se uma indagação de tipo documental -bibliografia e arquivos-, que se confrontou com a informação obtida de entrevistas a personagens que estiveram no exílio ou relacionados com este.

PALAVRAS-CHAVE:

História contemporânea, Chile, México (Thesaurus); história política exilado (autor de palavras-chave).


Introducción

A raíz del golpe militar de 1973 que derrocó a Salvador Allende (1970-1973) y la consiguiente instauración de la dictadura cívico-militar (1973-1990), fueron muchos los Estados de los cinco continentes que acogieron perseguidos políticos chilenos. Amnistía Internacional estimó que, para junio de 1974, alrededor de ciento cincuenta mil chilenos salieron del país por razones políticas1 -la mayoría militantes y simpatizantes de la Unidad Popular (UP)2-. Esta apertura e inserción mundial trajeron consigo aprendizajes significativos, tanto individuales como colectivos, en diversos ámbitos: educativo, político, social y cultural, por mencionar algunos. Sólo en el campo político se evidencia una serie de influencias recíprocas entre los exiliados chilenos y los protagonistas de los países que acogieron a dicho exilio, y que recientemente están siendo abordadas en los estudios académicos. Desde la historia y las ciencias sociales prevalecen los estudios que se han centrado en aspectos sociales, culturales y/o jurídicos del fenómeno, y hacen falta más investigaciones que aborden su dimensión política, en el más amplio sentido.

El Gobierno de México fue, entre los gobiernos latinoamericanos, uno de los que desplegó una política de solidaridad notable con el exilio chileno de los años setenta. En este caso hubo, por una parte, razones históricas, políticas, culturales y académicas, y por otra, alianzas y relaciones personales que desempeñaron un papel determinante en ese apoyo que brindó México al exilio. El enorme prestigio de Salvador Allende, su muerte y los acontecimientos del 11 de septiembre de 1973 conmovieron fuertemente a la sociedad mexicana y contribuyeron a la notable solidaridad que se desplegó hacia los chilenos y al fuerte rechazo a la Junta Militar. Además, si bien es cierto que el refugio en la nación azteca no fue masivo, las autoridades mexicanas refrendaron su tradicional política de asilo y protección a perseguidos por razones ideológicas. En ese contexto se fundó la Casa de Chile en México, el 11 de septiembre de 1974; surgió por una iniciativa de Pedro Vuskovic Bravo -exministro de Salvador Allende-, que fue respaldada por un grupo de destacados intelectuales y personalidades mexicanos. Pero la decisión política fue del Gobierno mexicano, que encabezaba Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). En este espacio concreto fue donde el exilio chileno actuó y construyó una plataforma política de organización y gestión de la causa del exilio tanto local como internacional.

Como se analiza en este artículo, se trata de un fenómeno que presenta varias dimensiones. Para comprenderlo será necesario reparar en las relaciones previas al golpe de Estado en Chile entre el Gobierno mexicano, encabezado por el presidente Luis Echeverría, y el gobierno chileno de la UP, presidido por Salvador Allende; se describirán y analizarán las relaciones que se establecieron con algunas de las personalidades mexicanas más relevantes en el contexto institucional, y cuya influencia fue importante para la recepción de los migrantes políticos chilenos que aterrizaron en México. Para conseguir lo anterior se confrontó la información documental con la obtenida en entrevistas realizadas a un conjunto de sujetos que estuvieron en dicho exilio o relacionados con éste. Desde esta perspectiva es que la comprensión de los procesos sociales se enriquece con la mirada individual; a través de ella se pueden descubrir las diversas percepciones de los actores sociales sobre lo que conocemos como historia. Para terminar, nuestro enfoque en este estudio se propone contribuir a establecer el lugar del exilio político en la Historia de Chile y de México y, con ello, ampliar la visión de la historia política y social de América Latina, desde lo nacional a lo transnacional.

1. La Revolución Chilena en la "vocación revolucionaria" del régimen mexicano

En 1973, año del golpe militar en Chile, gobernaba en México Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), quien había sido el candidato por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Se debe señalar que el sistema político mexicano fue uno de los más estables de América Latina durante todo el siglo pasado -con el predominio de un solo partido hasta el año 2000-, con un fuerte énfasis en la figura presidencial. El PRI ejerció el monopolio sobre la Presidencia de la República desde su fundación en 1946 y mantuvo una estrecha vinculación con el aparato estatal3. Además, la relación corporativa entre sindicatos y Gobierno le permitió al PRI mantener esa hegemonía en el poder. Esto era reflejo también de una sociedad donde la célula básica era la familia patriarcal, controlada férreamente por el padre y por los miembros masculinos de ésta4.

Aunque existían otros partidos, como el Partido Popular Socialista (PPS) y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), su influencia era menor. En ese sentido, se diferenciaba del sistema político chileno, donde había un sistema multipartidista de transacciones y coaliciones. Predominaba en México, como ya se afirmó, un gran partido hegemónico integrado por sectores heterogéneos que negociaban y consensuaban entre ellos, nombrándose a sí mismos como la "familia revolucionaria", y que acataban incondicionalmente los liderazgos que se generaban en su interior5. De ahí que se hayan realizado numerosas caracterizaciones del sistema político mexicano, y en particular del período en que gobernó Echeverría. Por ejemplo, para el historiador y ensayista mexicano Salvador Novo se trataba más de un modelo de tipo aristocrático o cortesano, que de uno democrático6. Por su parte, el escritor mexicano José Agustín evalúa así la figura de Echeverría:

    "Luis Echeverría Álvarez, significativamente, fue el primer mandatario de México que jamás pasó por un puesto de elección popular, y su carrera más bien se desarrolló en los laberintos burocráticos. Era un experto del 'control', después de doce años muy intensos como subsecretario y secretario de Gobernación. Conocía muy bien las entrañas del sistema y se dispuso a utilizar al máximo el sacrosanto poder presidencial"7.

Los trágicos acontecimientos de 1968 impactaron profundamente en la política interna del régimen mexicano y en su inserción en el mundo. Así, en lo económico, "El milagro mexicano" llegó a un tope e inició su declive. Aunque en términos del tiempo que toman los procesos históricos, el declive y el deterioro fueron lentos y, a veces, imperceptibles para algunos sectores de la sociedad. Se debe recordar que Echeverría, quien entró al poder en 1971, fue secretario de Gobernación (ministro del Interior) y uno de los responsables de la masacre de Tlatelolco, en 1968. Ya en la Presidencia, liberó a la mayor parte de los dirigentes del movimiento estudiantil, a cambio de exiliarlos en el extranjero, y proclamó su política de "apertura democrática"8.

Luis Echeverría, en particular, hizo esfuerzos denodados por vivificar la fallecida Revolución Mexicana. Por eso, los actos y gestos del presidente mexicano y de sus seguidores deben ser comprendidos bajo ese telón de fondo. En lo interno, su proyecto contuvo políticas populistas, y su política exterior estuvo orientada hacia la apertura, la participación y la consolidación de un liderazgo entre los llamados países del Tercer Mundo. Así lo recordó Gonzalo Martínez Corbalá, embajador de México en Chile durante el gobierno de la UP: "[...] Se presentaba en aquel momento una coyuntura muy propicia para adelantar los proyectos entre México y Chile. Desde mi punto de vista, si lo lográbamos, sería a favor de ambos países por igual, ya que, en donde intentaba realizarse el proyecto más ambicioso del mundo progresista, México se veía obligado a mantenerse en la vanguardia para reafirmar su vocación revolucionaria en lo internacional y lo nacional [...]"9.

Para entender el carácter de la recepción que tuvo el exilio chileno en el mundo, y específicamente en México, es imperioso conocer cómo manejaron la UP y el propio presidente Allende sus relaciones exteriores. Lo primero que habría que decir es que esta política se delineó desde la Cancillería, pero con la participación activa del Presidente. Fue una política que inteligentemente publicitó los principales principios a los que adhería el gobierno de la UP en materia internacional y que respetaría en esa materia: el socialismo, la democracia, el pluralismo ideológico, la libertad, la legalidad y el Estado de Derecho. Asimismo se agregaron otros como el antiimperialismo, sustentado fuertemente por el Partido Comunista chileno (PC); y la vocación latinoamericanista y nacionalista del Partido Socialista (PS). Para ello contó con dos calificados cancilleres, Clodomiro Almeyda y Orlando Letelier, y con un grupo de embajadores elegido hábilmente para representar un gobierno socialista en las distintas realidades del mundo. Al respecto hay que decir que el Partido Radical (PR) había ganado un espacio importante en la administración pública chilena, y esto se reflejó también en el cuerpo diplomático. Dicha política se caracterizó además por mantener un ideal equilibrio entre la continuidad y el cambio, que obviamente tendría que traer consigo un régimen socialista. Todo este despliegue diplomático facilitó las relaciones internacionales del régimen de la UP, que logró mantener relaciones de mayor o menor cercanía, dependiendo de los alineamientos ideológicos de los distintos países, pero la mayor parte de las veces estas relaciones fueron exitosas y cercanas.

Los vínculos entre Chile y México en el siglo XX se manifiestan con los intercambios culturales, por ejemplo, las estancias de Gabriela Mistral y Pablo Neruda en México y la visita de José Vasconcelos a Chile. Sin embargo, estos vínculos se hicieron relevantes, para las respectivas políticas internas, con las visitas en 1972 de Luis Echeverría a Santiago de Chile y de Salvador Allende a varias ciudades mexicanas. El Gobierno mexicano había iniciado una política de acercamiento hacia Chile -que respondía también a un cambio en la política exterior mexicana, que contempló la ampliación de sus relaciones internacionales-10, primero, con el envío de ayuda humanitaria por el terremoto que asoló a Chile en 1971; segundo, en el contexto de la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), que se realizó en Santiago en 1972; y tercero, otorgando una significativa ayuda económica11. La relación que se estableció entre ambos presidentes repercutió en la posterior acogida de los exiliados en México.

El Gobierno mexicano valoraba el proceso chileno porque éste se definía como nacionalista, antiimperialista, constitucionalista y respetuoso del pluralismo ideológico; y porque tenía algunas coincidencias con los nuevos lineamientos de la política exterior mexicana, caracterizada como sigue por el investigador Carlos Rico: "[...] Énfasis en las temáticas de índole económica; diversificación de los mercados; tercermundismo; atención prioritaria a la diplomacia multilateral; búsqueda, a ese nivel, de aliados en la negociación; salida del hemisferio occidental como campo de acción privilegiado de la diplomacia mexicana; pluralismo ideológico; ampliación de relaciones diplomáticas; diversificación de las relaciones políticas; dosis significativa de 'diplomacia presidencial' directa [...]"12. La cuestión chilena sirvió al debate político interno de México, y, de alguna manera, el PRI comparó la Revolución Mexicana con la Revolución Chilena: nacionalista, democrática, dentro del marco legal, y que cumplía el orden jurídico.

Haciendo una lectura socialdemócrata del gobierno de la UP, se evidenció el interés político de México por la experiencia chilena, generándose una mutua admiración. La visita de Echeverría a Chile ayudó a la legitimación continental del régimen de la UP, y, por su parte, la visita de Allende a México legitimó al gobierno de Echeverría en su propio país13. Este último manifestó abiertamente su admiración por Allende. Además, hay que agregar algunos aspectos que ambos compartieron y que contribuyeron a la relación, como lo relató Hugo Gutiérrez Vega14 -afamado poeta, ensayista, actor y diplomático mexicano-, que fuera presidente del Comité Mexicano de Apoyo a la Unidad Popular Chilena:

    "Tenía -Echeverría- una amistad personal con Allende. Habían sido miembros [...] de la masonería. La masonería es muy importante, en el caso de Allende y en el caso de Echeverría. Y Echeverría coqueteaba con las ideas socialistas, hablaba del 'Tercer Mundo' [...] la visita de Allende fue clamorosa, fue extraordinaria, miles de gentes; Allende parecía candidato a algo. Yo nunca había visto tantos estudiantes en la calle, como cuando vino Allende a México. Entonces había muchas razones que explicaban el entusiasmo de Echeverría y María Esther, por Salvador; por el presidente y por Tencha. Que además había una amistad personal"15.

La histórica visita del presidente chileno a México fue importantísima y bastante difundida por los medios de comunicación de la época. Desde entonces, en México se aludió con frecuencia al discurso pronunciado por Salvador Allende en la Universidad de Guadalajara. Para el escritor Salvador Novo: "[...] Con la visita de Allende, Echeverría terminó de ubicarse en una aterrorizante posición izquierdista, que si bien enfatizaba la independencia mexicana en las relaciones internacionales, puso en guardia a Estados Unidos e indignó a las derechas del país [...]. No obstante, Echeverría apoyó hasta donde pudo al gobierno socialista de Allende. Le facilitó petróleo y créditos [...]"16. No fue un respaldo sólo gubernamental. Con dicha visita se pusieron de manifiesto, también, la gran empatía y el apoyo que suscitó el gobierno de Allende entre los estudiantes, los círculos académicos y universitarios, los jóvenes en general y amplios sectores progresistas de la sociedad mexicana17.

En este apoyo tuvo un rol central un potente grupo de intelectuales mexicanos, porque para ellos el programa de la UP y la construcción del socialismo por una vía pacífica hicieron un contrapunto respecto de la Revolución Cubana. Para el mismo Hugo Gutiérrez Vega, que a su vez era hijo de refugiados españoles republicanos, se trató de:

    "[...] una experiencia formidable dentro del pensamiento democrático de izquierda [...]. Lo que significó un gobierno que dentro de la ley cumplió su programa. Si usted analiza el programa de Allende se fue cumpliendo, pero puntualmente y sin romper las leyes. Dentro de la legalidad, dentro del orden constitucional, ese es caso único, no se ha presentado en otros países [...] Entonces, aprendimos, porque les preguntábamos mucho: '¿Cómo es posible que hayan hecho esto [...] sin salirse del orden constitucional [...]?' Entonces a mí esto me parece admirable [...] dentro de los anales de la democracia mundial, ya no sólo latinoamericana. Me parece un ejemplo notable. Se puede comparar a Olof Palme, en Suecia, que también siempre dentro de la ley hizo una serie de reformas; al Estado de Bienestar inglés, pero eso es Europa. El caso de América, el caso chileno es único [...] en los anales de la historia de la democracia"18.

En tiempos de la UP ya se habían consolidado instituciones de carácter internacional que tenían sede en Santiago, tales como la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (Ilpes)19. En estas instancias, intelectuales y académicos mexicanos y latinoamericanos, entre otros, estrecharon vínculos con intelectuales y académicos chilenos, expresión de una voluntad de acercamiento y articulación de redes y equipos de trabajo, que el contexto del momento propició, con problemáticas tales como las estrategias de desarrollo para el Tercer Mundo20. En el caso de los mexicanos, y a modo de ejemplo, estuvo la relación entre Pablo González Casanova -exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)- y Pedro Vuskovic -exfuncionario de la Cepal y exministro de Economía del gobierno de Salvador Allende21-. Hugo Miranda -militante del PR y director de la Casa de Chile en México- lo rememoró así: "[...] el exrector de la UNAM Pablo González Casanova va a Chile, tiene vinculación con la Universidad de Chile, dicta conferencias, tiene reuniones con el mundo intelectual y todo eso va concitando una amistad y un vínculo muy estrecho entre México y Chile. Entonces hay, sin duda, el espíritu o el deseo de México de traerse el mayor número de intelectuales y académicos a su país. Así se logra y así se explica, por ejemplo, la permanencia de Pedro Vuskovic que sin duda fue un académico notable en Chile y en México"22.

En la misma línea, dichas instituciones formaron a intelectuales, científicos sociales y economistas mexicanos que tuvieron participación en el PRI, que gobernó México durante varias décadas. La Cepal desarrolló una importante labor de docencia a través del Ilpes, recibiendo a estudiantes de toda América Latina y, por supuesto, de México, quienes en su estadía estrecharon lazos con profesores e investigadores de la Cepal. Tales vínculos hicieron posible la apertura de las instituciones universitarias mexicanas para los intelectuales, investigadores y académicos chilenos que se exiliaron en México. Un caso emblemático es el de Rodolfo Stavenhagen23, destacado investigador mexicano, quien facilitó la entrada a El Colegio de México (Colmex) a algunos exiliados chilenos con los que ya había tenido relaciones de carácter académico, y a quien se debe también la fundación del Centro de Estudios Sociológicos del Colmex, en 1973, y de la Flacso (sede México), en 1975. Rodolfo Stavenhagen conversó personalmente con el presidente Luis Echeverría acerca de la necesidad de abrir la Flacso en México, debido al cerco de la dictadura chilena sobre dicha institución en Santiago. Con él negoció, por ejemplo, la cesión de terrenos federales para la instalación de la sede en Ciudad de México. Por lo tanto, la Flacso México se fundó como resultado de los acontecimientos de Chile, y en torno a ella se creó y preservó un espacio académico que potenció los estudios latinoamericanos y cobijó a un conjunto de intelectuales y académicos que llegaron exiliados a México huyendo de las dictaduras militares instauradas en varios países de América Latina durante ese período. En el ámbito académico, entonces, hubo una coyuntura favorable para la inserción de un número significativo de intelectuales latinoamericanos que ampliaron el quehacer académico de México e integraron la perspectiva latinoamericana en los estudios, que aún no ha sido suficientemente examinada24.

Ahora bien, la crisis de legitimidad del gobierno de Echeverría se debió en parte al drama de 1968; para paliar esta situación, otorgó una especial atención a los intelectuales y al desarrollo de la cultura dentro de los marcos institucionales del Estado. Ésta se expresó, por ejemplo, cuando se hacía acompañar de ellos en memorables actos políticos. Y también fue significativo que la Presidencia se constituyera en una real benefactora de las artes, las ciencias y las letras. En su agenda política dio notable importancia a todo acto relacionado con el ámbito de la cultura y los intelectuales. Por lo que se hizo rodear de un número importante de intelectuales, entre los que destacó el escritor Carlos Fuentes. José Agustín, escritor mexicano, lo narra así en su libro Tragicomedia mexicana:

    "Echeverría [...] comprendió que en el nuevo contexto post 68 la alta inteligencia del arte, el pensamiento y la investigación vestirían muy bien a su gobierno, y la cultivó. Uno de los primeros éxitos del presidente en este terreno fue la conquista fácil de Carlos Fuentes, quien no sólo se adhirió al nuevo mandatario sino que incluso hizo un gran proselitismo a su favor al compás del lema 'Echeverría o el fascismo'. El escritor organizó una reunión entre Echeverría y lo más destacado de la intelectualidad de Nueva York, y, como premio, obtuvo el puesto de embajador de México en París; éste era uno de los sueños de los viejos intelectuales latinoamericanos, y ponía a Fuentes a la par de Pablo Neruda, Alejo Carpentier o Miguel Ángel Asturias"25.

El Gobierno mexicano, conocedor de la simpatía que expresaban los intelectuales, científicos, académicos y escritores mexicanos al proceso chileno, brindó su apoyo al gobierno de la UP y su repudio al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. La experiencia del gobierno de la UP caló hondo en la sociedad mexicana, y esto se reflejó en el potente grupo de intelectuales ya señalado, que se fascinó con la vía chilena hacia el socialismo y la emblemática figura de Salvador Allende. Hugo Gutiérrez Vega, quien fuera presidente del Comité Mexicano de Apoyo a la Unidad Popular Chilena, lo evocó así:

    "[...] Después de la visita del presidente Allende a México y después del excelente discurso que pronunció en el auditorio, que ahora lleva su nombre, de la Universidad de Guadalajara, sobre las universidades y la política, un grupo de escritores y de académicos formamos un comité de apoyo a la Unidad Popular chilena, que se llamó 'Comité Mexicano de Apoyo a la Unidad Popular Chilena'. El primer presidente del comité fue un psiquiatra [...] muy inteligente, muy valioso: el doctor Ignacio Millán. Y el segundo presidente del comité fui yo, que tomé posesión de la presidencia del comité dos meses antes del Golpe [...]. La mayor parte éramos profesores de la UNAM y escritores [...]. Nos enviaban -desde Chile- mucho material informativo, que nosotros convertíamos en boletines para los periódicos, dábamos conferencias en las distintas facultades de la UNAM, y de las otras universidades, estábamos muy en contacto con el que era el embajador de Chile, el radical Hugo Vigorena. Hugo Vigorena, que fue muy amigo mío. Con él tuvimos muchísimas actividades [...]"26.

Otro actor relevante de la solidaridad con el exilio chileno fue el embajador de México en Chile Gonzalo Martínez Corbalá, un hombre de la línea "progresista" dentro del PRI. Martínez Corbalá estableció vínculos cercanos con los dirigentes de la UP y se relacionó cotidianamente con éstos -en reuniones formales y en comidas más informales-, y también con el cuerpo diplomático de otras embajadas amigas y proclives al gobierno de la UP, que estuvieron alertas al acontecer de Chile. Estos contactos hicieron que, por ejemplo, los militantes del PR fueran especialmente invitados por las autoridades mexicanas de ese entonces a pasar su exilio en México. Éste fue el caso de Anselmo Sule y Hugo Miranda, que habían llegado en un principio a Venezuela27.

En los intercambios del embajador mexicano con su gobierno ya circulaban los nombres de políticos y personalidades mexicanos que más tarde desempeñaron un papel importante en relación con el exilio político que llegó a México. En ese entonces, tanto Juan José Bremer, secretario particular de Echeverría, como Horacio Flores de la Peña, secretario del Patrimonio Nacional y presidente del Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos (Pemex)28, desarrollaron gestiones políticas y administrativas de apoyo al gobierno de Allende.

Otro grupo que tuvo un significativo papel de contención y solidaridad con el exilio político chileno, y que aún ha sido poco investigado, es el de los hijos de los "refugiados" republicanos españoles que llegaron a México tras la Guerra Civil de 1936 y de otros refugiados que arribaron a México huyendo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Algunos llegaron siendo niños y otros nacieron en México, pero todos crecieron escuchando las historias de sus padres y conocieron íntimamente los avatares de los exiliados políticos. Casos emblemáticos de esta solidaridad son los de Hugo Gutiérrez Vega, hijo de españoles, y Rodolfo Stavenhagen, hijo de alemanes. Entre los gestos de los españoles republicanos vale la pena mencionar que abrieron a los niños del exilio chileno las puertas de las escuelas primarias y secundarias fundadas por el exilio español, tales como el Colegio Madrid, que becó a muchos de ellos. Un militante comunista, que vivió en carne propia la solidaridad del exilio español, la reconstruyó así: "[...] aquí en México funcionaban varias instituciones que ayudaban a los exiliados, especialmente de los españoles refugiados [...] prestaban ayuda con gran delicadeza y sensibilidad a los corazones destrozados que llegaban [...] pusieron toda su humanidad [...] uno llega muy raído [...] con la personalidad descompuesta [...] me llevaron al sanatorio español, me revisaron y me dieron medicinas [...] también, llegaban con ropa y alimentos [...] lo hicieron conmigo y con todos los chilenos que llegamos mal de salud [...] yo tenía úlcera, asma bronquial [...] recolectaban ropa, porque salimos con lo puesto [...] me vine sin un veinte [...] trabajaron muchísimo para ayudar a los chilenos [...]"29.

Cuando sobrevino el golpe de Estado en Chile, la noticia conmocionó a muchos países, cuyos ciudadanos manifestaron su repudio al golpe en las calles y plazas de las principales capitales y ciudades del mundo. En México, la reacción de la sociedad fue inmediata. Hugo Gutiérrez Vega, testigo y protagonista directo de los hechos relatados, lo revivió así:

    "[...] de repente se viene el Golpe, me acuerdo perfectamente que estaba yo en la Facultad, cuando nos informaron de la [...] del bombardeo a La Moneda y la muerte del presidente Allende. De inmediato nos comunicamos con Vigorena -el embajador de Chile en México- y nos trasladamos a la embajada de Chile. Convocamos rapidísimamente a una manifestación; no hubo necesidad de demasiada publicidad, sino que fue de boca en boca en la Universidad Nacional. De oído en oído. Y llenamos las calles de la ciudad de México [...] de Reforma. Nos paramos frente a la embajada de Estados Unidos, pues, para darles su recordatorio. Como diríamos los mexicanos, su 'recordatorio de progenitores a los señores yankees', y seguimos hacia el Hemiciclo, a Juárez. Ahí, yo creo que reunimos unas 40.000 gentes. En cosa de segundos, de minutos [...]. Fue muy impresionante [...]. Hubo solamente dos discursos [...] el mío, como presidente del Comité de Apoyo a Chile, me acuerdo muy bien haber utilizado una metáfora de García Lorca, para referirme a los carabineros. En el caso de García Lorca: la 'guardia civil', que les llamaba 'jorobados y nocturnos'. Entonces ya informamos a la gente de lo que había pasado [...] convocamos al apoyo, al Comité. Teníamos ya un pequeño local en la avenida Insurgentes, que pagaba el doctor Millán, de su [...] de su propia bolsa. Era una pequeña oficina, entonces ampliamos; conseguimos una oficina vecina y las juntamos las dos. Tuvimos una oficina mayor. Y empezamos a trabajar. Nuestro trabajo, en buena medida, era en combinación con la Secretaría de Gobernación. Difícil, pues la mayor parte éramos gente de oposición al Gobierno mexicano. Sin embargo, el gobierno de Echeverría, debo decirle que se portó muy bien. Echeverría, en lo personal, y María Esther, su esposa, se portaron admirablemente. No voy a hacer el balance de la personalidad política, sino referirme exclusivamente al caso chileno"30.

El embajador Gonzalo Martínez Corbalá, desde las primeras horas del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, buscó personalmente a la familia de Salvador Allende, y les ofreció asilo, así como a sus colaboradores más cercanos (altos funcionarios y legisladores, militantes y dirigentes intermedios). Esta apertura a la familia del presidente depuesto y a las autoridades políticas de distinta jerarquía dentro del gobierno de la UP dejó abierta, al menos por un tiempo, la posibilidad para que otros, en su mayoría militantes de los partidos de la UP, pudieran asilarse en las instalaciones de la Embajada31. En noviembre de 1974, el Gobierno mexicano rompió relaciones diplomáticas con la Junta Militar, encabezada por Augusto Pinochet.

2. El ingreso de exiliados políticos al territorio mexicano

Los militantes de los partidos de la UP llegaron a Ciudad de México a través de dos vías principales: por un lado, el asilo diplomático en la Embajada de México en Santiago, y, por el otro, la expulsión del país después de permanecer durante un lapso variable en la cárcel y/o en campos de concentración. En 1978 fueron liberados los últimos prisioneros políticos, y mediante decreto administrativo o conmutación de pena, muchos terminaron siendo expulsados del país hacia destinos diversos. El escritor mexicano José Agustín lo detalla así: "[...] cuando tuvo lugar el golpe de Estado de Pinochet, y Allende fue asesinado en el Palacio de la Moneda, -Echeverría- dio instrucciones al embajador Gonzalo Martínez Corbalá para que abriera las puertas de la representación mexicana a los allendistas y envió un avión para rescatar a Hortensia Bussi, la viuda de Allende, y a otras personalidades de la izquierda chilena. Por último, para rematar su emulación de Cárdenas, rompió relaciones con la dictadura militar chilena. También como Cárdenas, Echeverría admitió y protegió a numerosos exiliados chilenos [...]. A partir de ese momento, Echeverría más que nunca se sintió el nuevo Cárdenas"32.

Los ministros de Estado del gobierno de la UP y otros dirigentes que ocuparon cargos en el Congreso Nacional fueron recibidos al más alto nivel por el Gobierno de México; ése fue el caso, pero no el único, de Pedro Vuskovic y su familia. Así lo recapituló su hija, Ruth Vuskovic:

    "[...] Lo que pasa es que nosotros llegamos cuando era presidente Echeverría [...]. O sea, nada que ver con lo que era ese gobierno, del que se quejan todos los mexicanos. Tan diferente adentro, para ellos, y tan distinto hacia fuera, porque ese gobierno fue sumamente solidario con Chile, con el gobierno de la Unidad Popular [...]. Y entonces, por lo tanto, mi papá fue recibido a ese nivel [...] obvio. Recibido como ministro de Estado, como quien dice, con todas las atenciones, no oficiales, pero las atenciones afectivas [...] muy delicadas [...] como son los mexicanos: especiales [...] cuando llegó mi papá, porque yo viví con mi madre, acuérdate que Alberto -hijo de Luis Corvalán, secretario general del PC chileno- no estaba. No sé si sabes que Alberto estuvo preso un año. Pero yo me fui al exilio a petición de él y de mi padre. Y entonces me voy, y Alberto se queda preso [...] en Chacabuco, y entonces llego con mi hijo, y mi madre ya estaba allá. Mi mamá ya tenía trabajo [...] y vivíamos con una tía, que tenía trabajo también. Y entonces, bueno, yo estaba cuidando al bebé, y de pronto, entonces, llega mi padre, en mayo [...] y nos cambiamos a un departamento que 'lo alhajaron', entre comillas 'alhajar', porque es de una manera muy sencilla, pero era un departamento listo para llegar, entrar y vivir, y eso era producto del gobierno. O sea, era un gesto"33.

También Luis Corvalán -secretario general del PC chileno- fue recibido en México en calidad de visitante en 1977, con honores de Estado, y la Universidad de Puebla le confirió el grado de Doctor Honoris Causa34. Hubo un trato preferencial para los altos dignatarios de los partidos de la izquierda chilena, pero a su vez el régimen mexicano vigiló atentamente los movimientos de los militantes del Partido Comunista de Chile exiliados en México y de todos los asilados políticos chilenos: "[...] Cabe señalar que Ramón Cortés González pertenece al Partido Comunista chileno y estuvo alojado en el hotel 'Versalles' en los cuartos 210 y 108, siendo trasladado el 26 de junio último a la Unidad Modelo, Torre 'D' 4-201, en donde vive en compañía de Hernán González Wood y Mario Rebolledo Arellano [...] -firma- El Director Federal de Seguridad, Cap. Luis de la Barreda Moreno"35.

También fue el caso del militante comunista Claudio Alemany, cuya correspondencia fue intervenida por los servicios de inteligencia del Gobierno de México. Se encuentra, por ejemplo, la siguiente descripción en el Archivo General de la Nación (AGN) de México: "Asilados políticos chilenos.- Claudio Alemany González y Gonzalo Vásquez Enríquez, asilados políticos chilenos, que ocupan las habitaciones Nos.- 108 y 301, respectivamente, en el Hotel Versalles de esta capital y miembros del Comité Cristiano Mexicano de Apoyo a los Perseguidos en Chile, con Apartado Postal No. 5-344, México 5, D.F., han enviado a personas de religión católica y funcionarios de la Iglesia en Chile, cuyos nombres se mencionan más adelante, diversa propaganda conteniendo lo siguiente: [...] ―firma― El Director Federal de Seguridad, Cap. Luis de la Barreda Moreno"36.

La llegada de los exiliados políticos chilenos a Ciudad de México reanimó e intensificó la escena política mexicana y movilizó a sus actores principales. La izquierda mexicana fortaleció sus ideales y reeditó su solidaridad con los pueblos en lucha contra el imperialismo. El Estado mexicano implementó diversas acciones para acoger a los migrantes políticos que llegaron a Cuidad de México. El Comité Mexicano de Apoyo a la Unidad Popular Chilena contó con el total respaldo del PRI. El Comité centró sus actividades en la denuncia de las consecuencias del golpe para la población civil y en las urgentes labores de solidaridad con el pueblo de Chile; asimismo coordinó la ayuda que prestaron varios partidos políticos mexicanos y fue depositario de la ayuda de otras personas e instituciones fuera de México. Así lo expresó Hugo Gutiérrez Vega, quien integró el Comité:

    "[...] el trabajo nuestro consistía, por un lado, en publicitar todos los horrores que la dictadura estaba cometiendo [...] El Comité en ese momento lo ampliamos, y llamamos a los partidos, no sólo los de izquierda; por supuesto los de derecha no, pero los de izquierda, los de centro. Entonces, nos mandaban representantes [...] el presidente del PRI era, en esa época, Jesús Reyes Heroles. Inclusive tuvimos varias reuniones en el local del PRI. Ninguno de nosotros éramos del PRI, al contrario, pero el PRI tenía instrucciones de Echeverría, y además Reyes Heroles, por convicción, nos apoyó. No sólo por instrucciones de Echeverría. Reyes Heroles era un hombre democrático y decente. Entonces empezamos a recibir ayuda de los partidos, para poder pagar la renta, para poder enviar propaganda a todos lados, y de repente recibimos ayudas rarísimas. Me acuerdo, llega una orden bancaria de [Edward] Ted Kennedy para el Comité; como no había en Estados Unidos Comité, el Comité más cercano: México. Me acuerdo exactamente: 25.000 dólares. Que era mucho dinero. Entonces en una de las sesiones, no Valentín [Campa], sino alguien del Partido Comunista que estaba ahí, nos acusó de recibir dinero de Estados Unidos. 'Efectivamente señor, aquí está la orden. Es el senador Kennedy'. 'La mala conciencia americana'. 'Hay gente decente también en los Estados Unidos que no están de acuerdo con Kissinger ni con la ITT'. Y que de alguna manera apoyaban a la democracia chilena. Entonces sí, '¿qué quieren ustedes, que no recibamos ese dinero?'. 'No, no tanto como eso, no'. 'Porque lo que la embajada soviética nos da es simpatía y apoyo moral, y la embajada china: libros rojos de Mao. Con eso yo no pago la renta'. Teníamos problemas [...] Ted Kennedy hizo tres envíos: 75.000 dólares [...] con eso pagábamos la renta. Además nuestro trabajo consistía en buena medida, también de acuerdo con la Secretaría de Gobernación y con una oficina que abrió María Esther Zuno de Echeverría, para las casas de los exiliados. Se les [...] ya le habrán dicho, que se les dieron casas del Infonavit; casas de nuestro sistema de seguridad social"37.

Durante el sexenio de Echeverría se instalaron los migrantes políticos chilenos y se dispuso una política de acogida específica para ellos, que tuvo continuidad en los sexenios posteriores. La duración de la dictadura en Chile implicó que el exilio político transitara por cuatro sexenios presidenciales: Luis Echeverría Álvarez (1970-1976); José López Portillo (1976-1982); Miguel de La Madrid (1982-1988) y Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Si bien el sexenio de Echeverría fue la "época de oro" para los perseguidos políticos chilenos, éstos siguieron contando con el apoyo del régimen mexicano y, especialmente, del PRI. Ruth Vuskovic, militante comunista, hija de Pedro Vuskovic y nuera de Luis Corvalán, da testimonio de esa generosidad:

    "[...] Y nos abrieron sus espacios los mexicanos, nos dieron trabajo, ¡nos inventaron trabajo! Bueno, a mí me tocó, tal vez por mis conexiones familiares, mucho apoyo [...] mucho abrir puertas, mucho respeto hacia lo que habían sido nuestras cosas, nuestras luchas, nuestras organizaciones, por lo tanto, decir que uno había sido comunista, o decir que yo era la nuera de Corvalán, todas esas cosas implicaban un respeto tremendo, o sea, no era hablar de cualquier Partido Comunista. ¡No! ¡No era hablar de cualquier Partido Comunista! Era hablar del principal Partido Comunista de Latinoamérica. O sea, no sé, eran cosas muy grandes, muy diferente a como es ahora. Nos daba, nos dio mucho, una identidad, nos dio una pertenencia muy grande, nos dio un sentirnos muy enteros"38.

Este recibimiento y otros aspectos propios del estilo de gobierno de Echeverría han sido interpretados por algunos intelectuales, como el escritor José Agustín, como un deseo de emular lo que había sido la política de Estado del presidente Lázaro Cárdenas:

    "[...] Desde un principio, Echeverría enarboló como modelo a Lázaro Cárdenas. Por tanto, para mitigar la nostalgia de los tiempos en que estuvieron de moda la ropa, las artesanías indígenas y todo lo 'mexicano', dispuso que en las comidas y celebraciones presidenciales en vez de vino y licores 'extranjerizantes' se sirvieran aguas de chía, de horchata o de jamaica, y en Los Pinos se colocaron muebles mexicanos y equipales para los invitados. La esposa del presidente, María Esther Zuno, aparecía en las fiestas ataviada con trajes de tehuana, en la más pura tradición de los años treinta, sólo que en 1971 la gente no recordó a Frida Kahlo sino a las meseras de los restoranes Sanborns, que solían vestir trajes autóctonos y que, a partir de ese momento, se les conoció como 'las esthercitas'. Por cierto, a la 'primera dama' le gustaba que le dijeran, al estilo revolucionario, 'la compañera Esther', y ella, a su vez, llamaba a su esposo y presidente por el apellido, 'Echeverría'. Doña Esther no tenía intenciones, como sus antecesoras, de pasar como abnegada madrecita mexicana; ella también venía en plan de lucha y dispuesta a llamar la atención"39.

Los gobiernos de José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari continuaron con la política de apoyo hacia el exilio chileno. Esto se debía a una antigua política estructurada en tres aspectos: de "no intervención", de activismo en el Tercer Mundo y de identificación con los países "no alineados". El Gobierno mexicano mantenía relaciones con los movimientos de izquierda de los países de América Latina, para de este modo controlar la influencia de estos grupos en la política mexicana, ya que su apoyo a tales sectores estaba condicionado a que éstos no intervinieran en la política interna de México. Por ejemplo, la política mexicana de apoyo a la Revolución Cubana era sustancialmente de carácter diplomático, con base en principios jurídicos, por lo que no se tradujo en solidaridad económica ni ideológica, restando cualquier proselitismo en apoyo a sus puntos de vista y máximas40. También presionaron a dictaduras como la de Argentina, cuando recibieron a Mario Eduardo Firmenich41 y a otros dirigentes "montoneros" con honores casi a la altura de un jefe de Estado.

Por su parte, para el PRI, la atención hacia el exilio chileno representaba la continuidad de una política de asilo de larga duración y de la cual se beneficiaron diferentes contingentes migratorios. Después del golpe de Estado en Chile llegó incluso a hacerse un paralelo entre los presidentes Salvador Allende y Francisco Madero. Este último, político de ideas liberales, se opuso a la reelección del dictador Porfirio Díaz e impulsó el lema "sufragio efectivo, no reelección". Fue elegido presidente de México en 1911, y llevó adelante reformas democráticas que no satisficieron las demandas revolucionarias de cambio. La intensidad del momento político no contuvo las conspiraciones reaccionarias y conservadoras, que fueron apoyadas por el embajador de Estados Unidos en México, y Francisco Madero fue asesinado tras un golpe de Estado, en 191342. No fue cualquier analogía, ni cualquier figura política de la Revolución Mexicana la que se comparó con el proceso chileno, sino aquella que más acomodó al régimen mexicano para su política interna.

No fue sólo la continuidad de una política de Estado, sino que el PRI se hizo eco de un contexto social favorable en relación con la causa chilena. Había una sensibilidad respecto de lo que había ocurrido en Chile, y los movimientos sociales que bullían en ese momento en México tomaron como bandera de lucha, también, la figura de Salvador Allende y lo que él representaba43. Esto último trajo consigo dificultades para el exilio chileno con las autoridades de gobierno. Para evitar la efervescencia social que provocaba su presencia en actos y manifestaciones masivos en las calles de Ciudad de México, el régimen los prohibió y optó por permitirlos en recintos cerrados: "[...] El día de hoy a las 21:00 hrs. en el local del STEUNAM -Sindicato de Trabajadores de la Educación de la UNAM- se llevará a cabo una asamblea de Delegados en la que se propondrán tres puntos principales. 1.-Darle asilo político a todas las personas que lo soliciten de la República de Chile. 2.-A los investigadores y profesores que soliciten asilo político a parte de concederlo otorgarles una cátedra dentro de la Universidad para que sigan trabajando. 3.-Organizar la resistencia recolectando dinero para la compra de armas que serán enviadas a Chile [...]"44.

Respecto del texto anterior, hubo otras versiones; de parte de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), en donde sólo se reportó sobre las intenciones de organizar la resistencia, pero no se mencionaron las armas. Probablemente la intensidad de las circunstancias hizo que los servicios de seguridad mexicanos sobreestimaran algunas declaraciones del momento. Sobre la solidaridad del pueblo mexicano, el siguiente testimonio de Ernesto Navarro Guzmán, exiliado chileno en México y actualmente presidente de la Comunal México del Partido Socialista de Chile, explica algunos de sus principales componentes:

    "[...] también había, esto hay que mencionarlo, una acogida del pueblo mexicano. Es decir: es un pueblo muy generoso, incluyente, entonces [...] y la causa chilena caló hondo en este pueblo. Yo diría que el pueblo mexicano es 'allendista', hasta el día de hoy, ¿no? Entonces, eso que expresaba en una acogida en cualquier lugar de México, ¿no?, con colaboraciones, no sólo con afecto, sino que también en concreto, ¿no?: en financiamientos, en, por ejemplo, La Casa de Chile, ¿no?; escuelas, incluyendo escuelas e institutos privados, por ejemplo, daban matrícula a los hijos de exiliados, ¿no?; en fin. Entonces aquí hubo una amplia acogida, y sin discriminar si eras comunista, socialista, MAPU, etcétera, etcétera. Bastaba ser chileno, ya era una muy buena carta de presentación"45.

Además de las relaciones con el PRI se establecieron vínculos con el viejo Partido Comunista mexicano, el Partido Socialista de los Trabajadores y otras agrupaciones, pero no eran relaciones significativas. Fue el PRI quien financió la Casa de Chile; en este contexto se estrecharon las relaciones con el ala izquierda del PRI. Aparte de las personalidades de renombre como el exembajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá, y ministros de Estado, las vinculaciones se realizaron con familias completas, como la de Adolfo Aguilar Zínser,46 que ha sido una familia poderosa dentro del PRI. Con Jesús Reyes Heroles, presidente del PRI; Horacio Labastida, diputado federal del PRI y académico; Socorro Díaz, periodista, diputada y senadora del PRI; Silvia Hernández, senadora y líder del sector popular del PRI; y Porfirio Muñoz Ledo, presidente del PRI, entre otros. El PRI representaba a una gran familia mexicana, la "familia revolucionaria", y dentro de ella había tendencias y corrientes; el exilio chileno tuvo que relacionarse con varios personeros del régimen; de manera más directa, con los altos funcionarios de la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior), por ejemplo, con el político mexicano Fernando Gutiérrez Barrios47 y con el mismo presidente Luis Echeverría48.

Del "ala izquierda" del PRI salió, más tarde, el Partido de la Revolución Democrática (PRD). La crisis económica de los ochenta (1982) empeoró la crisis de legitimidad que venía registrando el régimen político mexicano. Dentro del PRI también se manifestó el descontento y cristalizó la Corriente Democrática, representada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (hijo de Lázaro Cárdenas), Ifigenia Martínez Hernández y Porfirio Muñoz Ledo, quienes cuestionaron, entre otros temas, el poder del Ejecutivo en la elección del candidato a la Presidencia. El PRD se fundó después de las elecciones de 198849. Pero lo crucial fue la amistad que tuvo el exilio chileno en México con el presidente de la República, cuyo poder era decisivo. Así lo revivieron un militante de la izquierda chilena, Ernesto Navarro, militante socialista, y Ruth Vuskovic, militante comunista. El primero expone: "[...] el Gobierno mexicano fue extremadamente generoso. Concretamente, Luis Echeverría, el presidente Luis Echeverría, con su partido, el PRI; un partido que ya gobernaba por sesenta o setenta años este país, un partido disciplinado, ¿no?, disciplinado y [...] y gobernando con mano férrea, ¿no? Yo diría que el presidente de México tenía más poder que Pinochet. Entonces, lo que el presidente ordenaba se hacía. Y por lo tanto, la colaboración del Gobierno era amplia; porque así lo había decidido el Presidente"50.

Por su parte, Beatriz Allende desde Cuba, en una carta que dirigió a su hermana Isabel y al Dr. Bartulin, con fecha 27 de diciembre de 1975, escribió: "[...] sé que Tencha va a conversar con Echeverría, cuando llegue [...] a solicitud de él y le dijo por teléfono 'úsenme en el tiempo que me queda, pídanme cosas' [...] pienso ustedes lo saben pero ténganlo presente por lo que respecta a la ayuda que el gobierno puede dar al Boletín -Chile Informativo-. Que Tencha le lleve una colección de boletines para que Echeverría los conozca [...]"51. De igual modo, cabe resaltar que entre la Casa de Chile en México y Los Pinos52 había una comunicación fluida; el Presidente y su esposa eran invitados de honor en muchas de las actividades políticas, sociales y culturales realizadas por el exilio chileno. La esposa del Presidente solía firmar sus telegramas de respuesta a los exiliados chilenos como la "compañera María Esther Zuno".

Finalmente, otro ejemplo interesante de esta gran apertura y sensibilidad a la causa chilena, de parte del régimen político mexicano, fue un hecho que, si bien no se gestó en este territorio, da cuenta de dicho compromiso y de la importancia, el prestigio y credibilidad que tenía la resistencia chilena en México. Se trata de la edición por parte del Fondo de Cultura Económica (FCE), editorial estatal, de las memorias apócrifas del general Carlos Prats González. Luego de su asesinato en Buenos Aires, el PC chileno, a sabiendas de que el desaparecido oficial de Ejército había estado escribiendo sus memorias, decidió escribir unas falsas. Así, esta tarea le fue encomendada al periodista y escritor Eduardo Labarca Goddard, quien décadas más tarde develó el verdadero origen de tales memorias. El FCE editó cien mil ejemplares del apócrifo texto y los distribuyó por el mundo entero. Además, el libro fue presentado formalmente en la Casa de Chile en México el 12 de febrero de 1977, con el título Una vida por la legalidad, del ya citado general53. Lo anterior da cuenta de la confianza que existía respecto del exilio político chileno, cuyo aval lo constituía la dirigencia de la Casa de Chile, que no hizo dudar al FCE de la veracidad de dichas memorias.

Conclusión

Tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 se inician la emigración política más grande que ha tenido Chile en su historia y una potente solidaridad internacional con la causa chilena. La dimensión que alcanzó dicha solidaridad fue excepcional; no se había visto un despliegue de fuerzas tan amplio y diverso que incluyera a gobiernos, partidos, sindicatos, iglesias, organizaciones internacionales y sociedad civil. No hubo otros casos en que la solidaridad se extendiera a tantos países en todos los continentes. La pluralidad de escenarios políticos mundiales obligó al exilio chileno a adaptarse y comprender realidades tan complejas y diferentes como la de México. En lo que respecta a México, lo peculiar fue el compromiso directo del presidente Echeverría y de su gobierno con la situación del exilio. Esto quedó expresado en la creación de la Casa de Chile, institución única en su tipo, debido a la particularidad de su origen, marcado por el patrocinio permanente del Estado y su primer mandatario y el vínculo personal que éste y, en particular, su esposa, María Esther Zuno, establecieron con la Casa de Chile. Esta institución, que se inició en 1974 con la llegada de los primeros exiliados, se prolongó hasta 1993, es decir, más allá del fin de la dictadura en Chile.

Lo que dio mayores garantías al exilio fueron los contactos intraélite que ya existían antes del golpe de Estado y que se profundizaron en México. Así como la adhesión mayoritaria tanto de la opinión pública como de la mayor parte de los partidos políticos, y por supuesto del PRI, al proyecto de la UP, que provocó gran empatía y cercanía con la sociedad mexicana. Si bien Chile no tenía un sistema de partidos políticos análogo al sistema mexicano, existía gran afinidad entre el PR y el PRI. Esto facilitó muchísimo las relaciones políticas, sociales y culturales del exilio chileno en México. Los radicales fueron interlocutores muy aceptados por los políticos mexicanos. Puede decirse que fue una experiencia única, y que en pocos países los exiliados chilenos contaron con un apoyo de esa naturaleza.


Comentarios

* Este artículo está vinculado al proyecto CONICYT + FONDECYT/Postdoctorado 2016 + 3160229, titulado "El exilio político chileno en Venezuela: coincidencias históricas y lecciones políticas (1973-1989)".

1 Archivo Digital Casa de Chile en México (CCHM1), Olmué-Chile, caja 1, carpeta 3. Archivo privado conservado por la última subdirectora de la Casa de Chile en México (Sonia Daza Sepúlveda) y actualmente custodiado por la autora.

2 Coalición de centro-izquierda formada por la Acción Popular Independiente (API), el Partido Comunista (PC), el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), el Partido Radical (PR), el Partido Socialista (PS) y el Partido Social Demócrata de Chile (PSDCH). En 1971 se unió a la UP el Partido Izquierda Cristiana (IC).

3 Soledad Loaeza, "El tripartidismo mexicano: el largo camino hacia la democracia", en El asedio a la política. Los partidos latinoamericanos en la era neoliberal, editado por Marcelo Cavarozzi y Juan Manuel Abal Medina (Rosario: Homo Sapiens, 2002), 1-17.

4 Oscar Lewis, Los hijos de Sánchez (México: FCE, 1965), 534.

5 Larissa Adler Lomnitz y Ana Melnick, La cultura política chilena y los partidos de centro (Santiago de Chile: FCE, 1998).

6 Salvador Novo, La vida en México en el periodo presidencial de Luis Echeverría (México: Conaculta, 2000), 119.

7 José Agustín, Tragicomedia mexicana. 2. La vida en México de 1970 a 1982 (México: Planeta, 2007), 18.

8 Gabriela Díaz Prieto, "México frente a Chile: tiempos de ruptura y de exilio, 1973-1990" (tesis de pregrado, Instituto Tecnológico Autónomo de México, 1998), 125.

9 Gonzalo Martínez Corbalá, La historia que viví (México: La Jornada/El Colegio Mexiquense, s/a.), 145.

10 Carlos Rico, "Hacia la globalización", en México y el mundo. Historia de sus relaciones exteriores, editado por Blanca Torres, t. VIII (México: El Colegio de México/Centro de Estudios Internacionales, 2010), 22.

11 Novo, La vida en México.

12 Rico, "Hacia la globalización", 33-34.

13 Joaquín Fermandois, Chile y el mundo 1970-1973. La política exterior del gobierno de la Unidad Popular y el sistema internacional (Santiago de Chile: Universidad Católica de Chile, 1985), 137-142.

14 Hasta 2015, año de su muerte, fue director del suplemento "La Jornada Semanal" del periódico La Jornada, en México D.F.

15 Hugo Gutiérrez Vega (abogado, poeta, escritor, actor, catedrático, diplomático y académico), en discusión con el autor, 10 de febrero de 2011.

16 Novo, La vida en México, 313-314.

17 Martínez Corbalá, La historia que viví.

18 Gutiérrez Vega, entrevista.

19 Rolando Franco, La Flacso clásica (1957-1973). Vicisitudes de las Ciencias Sociales latinoamericanas (Santiago de Chile: Catalonia, 2007).

20 Eduardo Deves, "Los cientistas económico sociales chilenos en los largos 60 y su inserción en las redes internacionales: la reunión del foro tercer mundo en Santiago en abril de 1973". Universum 21, n.° 1 (2006): 138-167.

21 Ruth Vuskovic (diseñadora textil y antropóloga), en discusión con el autor, 28 de octubre de 2010.

22 Hugo Miranda Ramírez (abogado, político y diplomático chileno, diputado, senador y dirigente del Partido Radical), en discusión con el autor, 13 de febrero de 2009.

23 "[...] Académico sobresaliente, investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. Especialista en sociología agraria, minorías étnicas, derechos humanos, conflicto étnico, pueblos indígenas y desarrollo social, es uno de los más importantes estudiosos del entorno agrario en México. En 2001, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU lo designó como Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los indígenas. Ha sido consultor, además, para prácticamente todas las agencias multinacionales ocupadas en asuntos de Derechos Humanos, cuestión indígena, discriminación y marginación [...]". En "Rodolfo Stavenhagen", Consejo Consultivo de Ciencias, http://www.ccc.gob.mx/es/semblanzas/137-stavenhagen-rodolfo.html. Además, fue miembro del Patronato de la Casa de Chile en México.

24 Rodolfo Stavenhagen (sociólogo y defensor de los derechos humanos de los pueblos indígenas, profesor e investigador en El Colegio de México), en discusión con el autor, 8 de febrero de 2011.

25 Agustín, Tragicomedia mexicana 2, 20-21.

26 Gutiérrez Vega, entrevista.

27 Miranda Ramírez, entrevista.

28 Martínez Corbalá, La historia que viví. Tanto Bremer como Flores de la Peña fueron miembros del Patronato de la Casa de Chile en México.

29 Claudio Alemany González (profesor), en discusión con el autor, 27 de febrero de 1997.

30 Gutiérrez Vega, entrevista.

31 La institución del asilo no había sido ratificada por el Senado de Chile, lo cual ignoraba la Junta Militar encabezada por Pinochet, que dio el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Martínez Corbalá, La historia que viví, 225.

32 Agustín, Tragicomedia mexicana 2, 40-41.

33 Ruth Vuskovic, entrevista.

34 Archivo Visual Casa de Chile en México (AVCCHM). Olmué-Chile.

35 México D.F., 15 de agosto de 1974, en Archivo General de la Nación (AGN), Ciudad de México-México, Sección Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, Galería 2, cajas 2517, 2796, 2837 y 2848.

36 México D.F., 30 de junio de 1975, en AGN, Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, Galería 2, cajas 2721, 2753, 2756 y 2785.

37 Gutiérrez Vega, entrevista.

38 Vuskovic, entrevista.

39 Agustín, Tragicomedia mexicana 2, 18-19.

40 Rico, "Hacia la globalización", 13.

41 Exjefe guerrillero argentino, uno de los fundadores de la organización guerrillera Montoneros.

42 Berta Ulloa, "La lucha armada (1911-1920)", en Historia general de México, editado por el Centro de Estudios Históricos, El Colegio de México, t. 2 (México: Harla/El Colegio de México, 1988), 1073-1182.

43 México D.F., 30 de junio de 1975, en AGN, Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, Galería 2, cajas 2721, 2753, 2756 y 2785.

44 México D.F., 19 de septiembre de 1973, en AGN, Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, Galería 2, caja 1154.

45 Ernesto Navarro Guzmán (profesor-investigador), en discusión con el autor, 18 de enero de 2011.

46 "[...] Formó parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el periodo 1972-1976. En ese periodo fungió como rector del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo (CEESTEM) en 1975, que en los años 80 se convertiría en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), donde dirigió el Programa de Estudios de Centroamérica. Fue voz especializada sobre las relaciones políticas y económicas de México con EEUU. Experto también en seguridad nacional, frontera Sur, refugiados y transición democrática [...] hizo además una amplia carrera política: diputado federal en las listas de candidatos externos del PRD; luego formó el grupo de Diputados Ciudadanos Independientes, de 1994 a 1997. Fue senador de la República como candidato independiente en las listas del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), de 1997 al 2000 [...]. Desde 1991 participó en diversas iniciativas ciudadanas, asociaciones no partidistas y grupos no gubernamentales de defensa de derechos políticos, humanos, observación electoral y protección del medio ambiente. Fue miembro de la asociación Acuerdo Nacional para la Democracia, en 1991; miembro del Grupo San Ángel de análisis político, en 1993. Entre sus actividades políticas destacó el haber sido coordinador de Información y Prensa, y vocero de la campaña a la Presidencia de Cuauhtémoc Cárdenas [...] En la administración pública se desempeñó como coordinador de Asuntos Internacionales del Equipo de Transición del presidente electo Vicente Fox, de julio a diciembre del 2000. Fue consejero de Seguridad Nacional del presidente Fox, de diciembre del año 2000 a enero del 2002. Y de esta fecha a octubre de 2003 fue embajador de México ante la ONU. De este cargo fue separado por el presidente Fox, luego de que mencionó, en una conferencia en el ITAM, a propósito de la guerra en Irak, que México 'seguía siendo el patio trasero de los Estados Unidos'. Además se desempeñó como comisionado de Orden y Respeto". En "Reseña biográfica", Fundación DerechosEconómicos, Sociales y Culturales, (23 de septiembre de 2012),http://informeguatemala.org/articulo/Resena_biografica___-2207/?print.

47 Egresado del Colegio Militar en 1947, se retiró en 1959 con el grado de capitán. En 1952 se incorporó a la administración pública federal como jefe de Control e Información de la Dirección Federal de Seguridad, organismo del Gobierno mexicano dedicado a la seguridad nacional y los servicios de inteligencia, de los que llegó a ser titular de 1964 a 1970, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. En 1950 se incorporó al PRI. De diciembre de 1970 a 1976 fue subsecretario de Gobernación, cargo que le fue ratificado en diciembre de 1976 durante la gestión del presidente Luis Echeverría Álvarez, que desempeñó hasta el 30 de noviembre de 1982 (doce años duró en el cargo).

48 Vuskovic, entrevista.

49 Loaeza, "El tripartidismo mexicano", 1-17.

50 Navarro, entrevista.

51 "Correspondencia personal y confidencial por Beatriz Allende Bussi", 1975-1977, en CCHM1, caja 4, Carpeta 2.

52 Residencia oficial de los presidentes de México.

53 Carlos Prats, Una vida por la legalidad (México: FCE, 1976).


Bibliografía

Fuentes primarias

Archivos:

1. Archivo Digital Casa de Chile en México 1 (CCHM1), Olmué-Chile.         [ Links ]

2. Archivo General de la Nación (AGN), Ciudad de México-México. Sección Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales.         [ Links ]

3. Archivo Visual Casa de Chile en México (AVCCHM), Olmué-Chile.         [ Links ]

Entrevistas

4. Alemany González, Claudio. En discusión con el autor. 27 de febrero de 1997.         [ Links ]

5. Gutiérrez Vega, Hugo. En discusión con el autor. 10 de febrero de 2011.         [ Links ]

6. Miranda Ramírez, Hugo. En discusión con el autor. 13 de febrero de 2009.         [ Links ]

7. Navarro Guzmán, Ernesto. En discusión con el autor. 18 de enero de 2011.         [ Links ]

8. Stavenhagen, Rodolfo. En discusión con el autor. 8 de febrero de 2011.         [ Links ]

9. Vuskovic, Ruth. En discusión con el autor. 28 de octubre de 2010.         [ Links ]

Fuentes secundarias

10. Adler Lomnitz, Larissa y Ana Melnick. La cultura política chilena y los partidos de centro: una explicación antropológica. Santiago de Chile: FCE, 1998.         [ Links ]

11. Agustín, José. Tragicomedia mexicana. 2. La vida en México de 1970 a 1982. México: Planeta,         [ Links ] 2007 [1992].

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Artículo recibido: 07 de abril de 2015/ Aprobado: 11 de septiembre de 2015 / Modificado: 07 de octubre de 2015