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Historia Crítica

Print version ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.61 Bogotá July/Sept. 2016

https://doi.org/10.7440/histcrit61.2016.02 

La práctica gimnástica y el deporte, la cultura física y el cuerpo bello en la historia de las mujeres. Argentina 1900-1930*

Gisela Paola Kaczan ** - Universidad Nacional de Mar del Plata-CONICET, Argentina

** Investigadora asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Argentina. Diseñadora industrial y doctora en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata. Co-directora de proyectos de investigación en grupos pertenecientes al Instituto de Estudios de Historia, Patrimonio y Cultura Material de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de esta universidad. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran los artículos: "Lucir. Aspectos tipológicos, tecnológicos y funcionales en el diseño de una apariencia distintiva (circa 1900)". Etudes Caribéennes n.° 30 (2015), doi: dx.doi.org/10.4000/etudescaribeennes.7348 y, en coautoría con Graciela Zuppa, "Miradas, estrategias, exposiciones. Representaciones del cuerpo en la cultura visual, circa 1920-1940". Anales 45 (2016): 101-117. gisela.kaczan@gmail.com

DOI: http//dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.02


RESUMEN:

Este artículo reflexiona sobre la relación entre cultura física y cuerpo femenino durante las primeras décadas del siglo XX en Argentina. El objetivo es mostrar cómo se cruzan diferentes sensibilidades femeninas a favor del cuerpo bello, a través de las prácticas de gimnasia y deporte. Para ello, se indagan las representaciones que los textos y la iconografía construyeron en la prensa ilustrada sobre la experiencia del ejercicio femenino. Se concluye que la relación propuesta resulta un lugar complejo de construcciones simbólicas en el que se cruzan visiones médico-científicas, hábitos y comportamientos, ritos de moralidad y virtud, cánones estéticos y de moda, imaginarios y representaciones sociales alrededor de la mujer.

PALABRAS CLAVE:

Argentina, cultura, mujer, gimnasia, deporte (Thesaurus); representación, siglo XX (palabras clave de autor).


Gymnastic Practice and Sports, Physical Culture and the Beautiful Body in the History of Women. Argentina 1900-1930

ABSTRACT:

This article reflects on the relationship between physical culture and the female body during the first decades of the 20th century in Argentina. The objective is to show how different feminine sensitivities intersect in favor of the beautiful body, through the practices of gymnastics and sports. For this purpose, it explores the representations constructed through texts and iconography in the illustrated press regarding the experience of exercise among women. It concludes that the proposed relationship turns out to be a complex site of symbolic constructions in which medical-scientific visions intersect with habits and behaviors, rites of morality and virtue, aesthetic canons, imaginaries and social representations revolving around women.

KEYWORDS: Argentina, culture, women, sports (Thesaurus); 20th century, representation, gymnastics (author's keywords).


A prática ginástica e o esporte, a cultura física e o corpo belo na história das mulheres. Argentina 1900-1930

RESUMO:

Este artigo reflete sobre a relação entre cultura física e corpo feminino durante as primeiras décadas do século XX na Argentina. O objetivo é mostrar como se cruzam diferentes sensibilidades femininas a favor do corpo belo por meio das práticas de ginástica e de esporte. Para isso, indaga-se a respeito das representações que os textos e a iconografia construíram na imprensa ilustrada sobre a experiência do exercício feminino. Conclui-se que a relação proposta resulta um lugar complexo de construções simbólicas no qual se fusionam visões médico-científicas, hábitos e comportamentos, ritos de moralidade e virtude, cânones estéticos e de moda, imaginários e representações sociais ao redor da mulher.

PALAVRAS-CHAVE: cultura, mulher, ginástica, esporte (Thesaurus); século XX, Argentina, representação (autor de palavras-chave).


Introducción

Este artículo presenta una reflexión sobre la relación entre cultura física y cuerpo femenino durante las primeras décadas del siglo XX, a partir de las representaciones que el discurso verbal y el mensaje iconográfico construyeron en la prensa ilustrada argentina. Esta relación permite reconocer que las representaciones de la mujer que circularon en algunas revistas de amplio tiraje, se ligaron, de manera íntima, con los imaginarios sociales en torno a las formas de cuidar, regular y embellecer los cuerpos, en el marco de la modernidad. Estos años resultaron una etapa favorable, en varios aspectos, para las mujeres. Por un lado, se abrieron oportunidades para que accedieran al mundo de la educación y del trabajo extradoméstico, al mismo tiempo que evolucionó el pensamiento en torno a la sexualidad dando licencia a relaciones diferentes con el cuerpo y con los vínculos sociales. Por el otro, se contribuyó con el proceso sociopolítico de emancipación femenino y fue posible encontrar un aliciente para gozar de cierta autonomía de pensamiento y actuación. Así, pues, en este contexto las nuevas amas de casa, trabajadoras y profesionales, artistas, deportistas, flappers, entre otras figuras, emergieron en simultáneo en ciudades que se expandían vertiginosamente. Pero, al mismo tiempo, fue una etapa en la que convergieron discursos que censuraron ciertas autonomías, algunas de las que serán esbozadas en este artículo.

Esto se acompañó de una reconfiguración de los grupos sociales que pertenecían a capas medias y populares, que en el contexto argentino se alimentó con el impacto inmigratorio y los procesos de movilidad social europea promovidos por las políticas estatales. A la vez, el mercado de producción y consumo de bienes culturales aumentó de manera significativa, creando una vida cultural más diversa y consolidada que se configuró en el marco de la llamada cultura de masas. Mientras la difusión de nuevas formas de comunicación -escritas y visuales- contribuyó a dar visibilidad a los nuevos estilos de vida. En este contexto, no obstante, ni las innovaciones incorporadas por la ciencia ni las experiencias introducidas desde las transformaciones sociales fueron equitativas para varones y mujeres. La diferencia de género marcó modelos absolutos, en los que la vida física activa se convirtió en uno de los dispositivos que conservaron un cierto orden social.

Tras una revisión de los principales fundamentos y corrientes científicas que surcan la vida moderna -y que introducen algunas preocupaciones y puntos de vista sobre la higiene, la salud y la cultura física-, el objetivo de este artículo es analizar cómo se cruzan diferentes sensibilidades1 femeninas a favor del cuerpo bello a través de dos grandes núcleos temáticos: la práctica de gimnasia y la práctica de deporte. Se busca con ello establecer conexiones, tensiones y discontinuidades en torno a las pedagogías que circulaban -instrucciones, recomendaciones y prescripciones-, para entender cómo estaban ligadas con las ambivalencias de sentido entre la agencia de la mujer sobre su cuerpo y el peso de las representaciones sociales que regulaban sus disposiciones.

La función de la prensa en este sentido, al parecer, fue ambiciosa: probar a las lectoras que a través de la afición por la cultura física podían ser más sanas y más bellas, indicándoles además por qué y cómo podría lograrse. De allí que se las considere como una fuente de investigación histórica y sean abordadas en este artículo desde lo interdisciplinario, para entender cómo se cruzan distintos discursos: a) del sentido común y de la vida cotidiana; b) de la esfera deportiva; y c) del mundo de la medicina. El corpus documental se construyó a partir de un repertorio variado de revistas ilustradas, del cual se seleccionaron tres publicaciones insertas en la capital argentina y de circulación nacional: Caras y Caretas (1898-1939), El Gráfico (1919-actualidad) y Viva Cien Años (1934-1947). Caras y Caretas fue un semanario de actualidad, pionero en la combinación de texto e imagen en una postura integrada. La miscelánea de noticias de nivel nacional e internacional y la diversidad de lectores, la convierten en un testimonio preferencial para interpretar los modos de pensamiento de la época. El Gráfico fue el primer semanario de carácter deportivo para los grupos medios argentinos, en el que se daba información sobre las nociones modernas de cultivar la cultura física y, sobre todo, se puso el acento en el aspecto moral y educativo del deporte. Si bien la revista estaba orientada preferentemente a un público lector masculino, se enfatizó en la importancia de estas prácticas para las mujeres. Viva Cien Años, estaba dirigida por médicos con un lenguaje coloquial y reflejaba, por un lado, la necesidad de legitimar discursos acerca de la salud y, por otro, la búsqueda del "biotipo argentino". En esa búsqueda la mujer tuvo un rol central.

Con el estudio de estas fuentes, se busca aportar una mirada más profunda sobre la cultura física femenina y su relación con la forma de mantener el aspecto exterior durante la modernidad. Más si se tiene en cuenta que los trabajos historiográficos precursores de esta problemática en el contexto argentino, han puesto mayor atención en las disposiciones médicas y estatales sobre los cuerpos analizados desde la historia social, así como en las prácticas deportivas desarrolladas por varones ya entrado el siglo XX2. Si bien el espacio geográfico de estudio se limita a la experiencia argentina, cabe destacar que se trata de manifestaciones culturales en torno a los procesos de modernización de los cuerpos que puede aplicarse a otros países de América Latina. Se trata de un proceso que deviene a finales del siglo XIX, que tuvo diferentes puntos de debate y que resulta vertebrador de prácticas y discursos en torno a los criterios de belleza femenina que se construyeron en las primeras décadas del siglo XX.

1. Inquietudes en el medio urbano

Con el objetivo de comprender las transformaciones que operaron en este contexto alrededor de la idea de lo bello-femenino, es importante detenerse antes en las preocupaciones que el crecimiento urbano generó en Argentina. En especial, cabe destacar la acelerada aglomeración, los efectos de la industrialización -como la polución y el sedentarismo- y las repercusiones que estos malos hábitos traían aparejados en la calidad de vida de los habitantes y en el cuidado de sus cuerpos. Estos elementos no se postulaban como cuestiones aisladas o individuales, sino como problemáticas de alcance social. En tanto anidaba la amenaza de la degenerescencia o degeneración, una teoría que apuntaba a las desviaciones y alteraciones de las formas tipo (ejemplares o prototipos) del hombre normal propagadas de forma hereditaria3. Se consideraba así un posible mal transferible biológicamente, que provocaba un deterioro global del género humano, de sus características físicas, intelectuales y también de sus valores morales. El resultado era una paulatina evolución hacia la decadencia de las razas y del futuro progreso de las sociedades.

En tal sentido, desde el marco de las ciencias médicas, la higiene social participó activamente para prevenir, reformar y administrar el mundo urbano con estrategias correctivas y de orden social que devenían de los intereses de Estado. Colaboró de manera activa en el servicio del bienestar de la salubridad pública, entendiendo que la salud dependía de las condiciones sociales y físicas presentes en los diferentes entornos del habitar, donde se daban las experiencias cotidianas. De este modo, se intervino de forma racional y científica en la vida privada y doméstica, vinculando además espacios de trabajo, educación y esparcimiento4.

Sumado a esto, se cruzaban las concepciones de la eugenesia, que en palabras de su creador Francis Galton (1822-1911) se trataba de una "ciencia que se ocupa de todas las influencias que mejoran las cualidades innatas de una raza"5, y que aportaba una serie de lineamientos para perfeccionar la especie humana6. La mujer fue considerada una pieza fundamental para concretar este cambio y transformar a los individuos en seres sanos, fuertes y felices, atributos que abogaban por la "purificación" de las naciones7. Lo anterior, porque se sostenía que la regeneración provenía de la unidad familiar, en la que la figura femenina conjugaba entre sus funciones de reproducción, protección y administración doméstica, la de educadora y transmisora de los fundamentos que cimentaban los valores de las futuras generaciones. Por lo tanto, numerosas pedagogías sobre el cuidado del cuerpo de sí misma, de sus hijos y familia, se orientaron a disciplinar a la mujer con el fin de un ideario altamente legitimado, no sin mostrar reticencias sobre éste.

En el marco de estos procesos emergen los lineamientos generales del life reform movement o lebensreformbewegung, desarrollado en Alemania y apropiados por diferentes países europeos y americanos, para acometer una serie de saberes y prescripciones sobre cómo optimizar las formas de vivir mediante la cultura física8. Para ello, se postularon esquemas perceptivos y representativos desde una perspectiva científica que vinculaba estrechamente el equilibrio entre lo corporal y lo mental, lo físico y lo psíquico, lo biológico y lo moral. Surgió en ese contexto la necesidad de encontrar sensaciones de bienestar fuera del ámbito urbano, en el contacto directo con la naturaleza. Así pues, se tejieron nuevas experiencias culturales asociadas con los beneficios que podían aportar los elementos del paisaje como el sol, el agua y el aire. Y, desde allí, se prescribieron las curas en zonas campestres, las excursiones a la montaña, el termalismo y su acción terapéutica, los baños de mar, de sol y la acción tonificante del yodo, entre otros.

Por otro lado, se instó a movilizar el cuerpo "hay que correr y saltar, no parar de correr y saltar, sino para ejercitar las grandes funciones vitales de la economía"9. Se corrigieron las posturas, se multiplicaron las justificaciones de la gimnasia y los deportes "como garantía de salud, educación, modelación del carácter y fortalecimiento individual y colectivo"10. Como se advierte, el seguimiento de la cultura física permitía enderezar y dominar diferentes aspectos del cuerpo, también tenía repercusiones en su perfección estética. Dado que se creía que todos los problemas de la belleza -salvo los trastornos de nacimiento- provenían de la falta de salud11, conservarla garantizaba alcanzar el atractivo físico tan deseado por los grupos sociales, en especial, por el femenino.

2. Inconcebible prescindir de la cultura física

Técnicos y técnicas de conservación de la salud, institutos terapéuticos y de belleza, dispositivos en los sistemas de educación, literatura científica, seudocientífica y de divulgación, se pusieron al servicio de las corrientes mencionadas para dar a conocer sus principios y poner en marcha sus objetivos. En este punto, las revistas ilustradas tuvieron un rol significativo. Vale recordar que a finales del siglo XIX y principios del XX, junto con los diarios y periódicos, eran los principales canales de información y donde se concretaban también las formas de interacción social, modelos de comportamiento y referentes corporales que aportaban imaginarios a la vida cotidiana. No es entonces una novedad que estos medios estuvieran ligados, de diversas maneras, a ciertos grupos hegemónicos de poder, pues desde allí se conformaban algunos de los estereotipos más respetados. A pesar de esto, las revistas no se orientaron a un público lector particular -como intelectuales o profesionales-, sino en general a mujeres y varones de grupos heterogéneos en los que predominaban los grupos medios12. Los canales de distribución accesibles -los kioscos y los vendedores domiciliarios-, junto con los precios poco onerosos, contribuyeron con la difusión y aceptación del nuevo material gráfico.

Los discursos impresos y visuales proponían construir una feminidad que en ocasiones celebraba las nuevas incursiones de la mujer moderna y, en otras, se aferraba a tradiciones de larga data de acuerdo con roles preconcebidos. Desde un principio estuvieron a favor de promocionar las ventajas que aportaba la afiliación a la cultura física, por lo que entre sus páginas se incluyeron textos eventuales sin título específico ni formato continuo, dando a conocer diferentes aspectos de la afición en el país y, sobre todo, de Inglaterra, Alemania y América del Norte13. También se detallaban secuencias y posturas gimnásticas, y se incluyó información itinerante en secciones femeninas en las que solían combinarse los deberes domésticos, las pedagogías sobre la maternidad y las responsabilidades sobre la higiene y el embellecimiento.

Una cuestión que se vuelve recurrente en estos discursos es que si bien varones y mujeres requerían la restauración propuesta desde la cultura física, se esperaba que su apropiación se diera cada vez más entre las mujeres. Algunas de las razones que explican este interés residen en las "condiciones naturales", los imaginarios y las costumbres. En relación con las primeras, se entendía que las mujeres tenían ciertas propensiones a padecimientos físicos, basados en un determinismo biológico diferente al de los varones. Por ejemplo, la tendencia a perder la esbeltez estaba dada por su fisiología y por las modificaciones a raíz de las funciones cíclicas, los embarazos y la maternidad. Por otro lado, según los postulados populares, las mujeres eran, por regla general, perezosas, haraganas y faltas de constancia para ejercitarse. A esto se sumaba un destino al parecer dramático y sin posible evasión: la mujer desde niña transcurría en la inactividad forzosa si estaba casada porque tenía a su cargo las tareas de la casa y la familia, o si permanecía soltera por la ausencia de actividad fisiológica propia de su sexo. ¿Cuál era entonces el resultado de esta inactividad? carnes endebles y flácidas, líneas "desastrosamente" antiestéticas, salud precaria y envejecimiento prematuro14.

Las voces de científicos e higienistas intentaron modificar este panorama otorgando valor a la cultura física desde dos cuestiones centrales. Una de ellas era velar por la salud femenina, por su futuro y por la previsión de las siguientes generaciones, enlazando la necesidad de garantizar una nación regenerada, principio íntimamente ligado con el ideario eugenésico. La segunda fue preservar su gracia, su belleza y feminidad, alimentando un estereotipo fuertemente arraigado en la diferencia sexual15. Para ello, la estrategia más eficaz consistía en practicar gimnasia. Esta actividad, desigual a otros deportes, parecía no tener contraindicaciones para la conformación estética de las mujeres. Entre sus principales propiedades se destaca que vigorizaba el cuerpo sin desfigurarlo; aumentaba el desarrollo equilibrado de sus miembros sin perder la esbeltez ni la delicadeza del talle; y propiciaba un busto simétrico, duro, sin "carne fofa" y hombros redondos "como los que exigía cualquier vestido de moda"16.

En tal sentido, su práctica lograría un cuádruple resultado: higiene, estética, economía y moral. Lo anterior porque acrecentaría la energía disponible; armonizaría y embellecería el cuerpo; educaría los movimientos para obtener suavidad y economía; formaría el carácter, afirmando la personalidad y siendo una fuente de alegría17. Lejos de ser un acto de distracción, se trataba de una rutina diaria bajo un plan prudente, por lo que se regulaban los horarios, el vestido, la frecuencia, la respiración completa y las alternancias de trabajo y reposo18. Lo apropiado era hacerlo bajo la tutela de un entrenador competente -médico, higienista o profesor de educación física-, que combinara los ejercicios musculares con los respiratorios y los movimientos de flexibilidad con los correctivos.

Pero si las tareas de las mujeres impedían, con frecuencia, adiestrarse en un club sportivo donde contaban con aparatos especiales para practicar la "gran gimnasia", se las animaba a desarrollar la gimnasia "sencilla" y en solitario, en una habitación de la vivienda o a implementar con ingenio un "sistema esencialmente doméstico"19. De esta manera, se podía gozar de las ventajas del entrenamiento físico sin salir a la calle y sin sacrificar ninguna de las exigencias de ama de casa, de esposa y madre celosa de sus deberes. Con todo esto, queda claro que el cuidado del cuerpo era imperativo, pero no justificaba su importancia en el desplazamiento de los roles pactados socialmente. Una alternativa consistía en resolver el aprendizaje por medio de los programas de radio. Esto es tan interesante como curioso porque la oyente debía hacer un doble ejercicio de interpretación, es decir, al oír la voz de un profesor en una estación de radiotelefonía y emplear -de acuerdo a su capacidad de interpretación- su imaginación y los conocimientos previos sobre el tema, debía construir imágenes internas que le permitieran reproducir la acción física más o menos exacta de la instrucción propuesta.

Otra de las posibilidades para ejercitarse desde el hogar era seguir las noticias en la prensa escrita. La imagen visual de una practicante que se exhibía en algunas páginas dedicadas a la gimnasia, complementaba la abstracción de las palabras dando ideas generales de las performances. En sus inicios eran exiguas y tenían sus limitaciones, pues se transmitían instantes de un movimiento y fragmentos de una serie gimnástica que la lectora debía perfeccionar. El estudio del corpus documental advierte también que a medida que se avanza hacia la segunda y la tercera décadas del siglo XX estas imágenes se multiplican, al tiempo que aparecen revistas especializadas como El Gráfico, Viva Cien Años o Cultura Sexual y Física, como parte de un proceso de fuertes transformaciones en la atención al cuerpo y en los dispositivos implementados a favor de la cultura física.

Las imágenes registran que se asiste a una sucesiva revelación del cuerpo femenino, en el sentido de descubrimiento, exposición y conquista de nuevas posiciones. Pero a la vez confirman que gradualmente se pasa del empleo de indumentaria incómoda y restrictiva -en nada diferente a un traje de calle- a un conjunto diseñado con el fin de brindar confort para la actividad física. Sin entrar en los detalles técnicos de cada variación y momento histórico, se puede plantear que estas cuestiones coinciden con los hábitos y los trajes de moda que hacen referencia directamente a las representaciones sociales que se tenían de la mujer. Por lo que incluso la falta de practicidad también se correspondía con la necesidad de ocultamiento y la prioridad de mantener una apariencia virtuosa en los inicios del siglo. El lenguaje corporal, por ejemplo, en la imagen 1 restituye gestos expresivos disciplinados, que sugieren, de manera especial, rigidez y tensión. La falda campana que cubría hasta el calzado, dificultaba cualquier destreza extraordinaria y evitaba la visualización de separación o apertura de las piernas, como necesidad de resguardar posiblemente las inquietantes fantasías sexuales que despertaba este inequívoco signo de feminidad.

No obstante, hacia los años veinte participando en el proceso de modernización de las mujeres -en el que la apariencia formó parte de la emancipación política- y de la mano de los avances tecnológicos de la industria textil, la indumentaria empleada para hacer gimnasia se vuelve más funcional y el cuerpo es plausible de desenvolverse con mayor autonomía. Las innovaciones permiten el reemplazo de los materiales rígidos por géneros elastoméricos y el vestido se vuelve liviano, se implementa una malla exigua y ceñida que resalta los encantos y las curvas creando así "una nueva moral más higiénica y más placentera"20. Otro aspecto que se advierte en estas publicaciones es que los grabados y láminas ilustrativas van dando lugar a las reproducciones fotográficas y, gracias a este avance, la expresión de los cuerpos se luce con mayor verosimilitud ante quienes los observan (imagen 2). Se gana no sólo en plasticidad y dinamismo, de igual modo se acentúa el desarrollo de la musculatura que anuncia un consciente trabajo de voluntad, esfuerzo y constancia. Hay una ocupación decidida y más desarrollada en el espacio, donde el cuerpo se torsiona, las extremidades dibujan amplios recorridos y se ensayan siluetas originales.

Esta sumaria indumentaria no restringe el mapeo de la mirada sobre la insinuante desnudez de la mujer. En esta misma línea, una mirada más atenta al cuerpo conllevó a puntualizar en las zonas con mayores defectos, es decir, lugares en los que la grasa tenía "mayor tranquilidad" y aparecen "gimnasias especiales" para afinar las caderas, cultura física para los músculos abdominales, hombros desnivelados, piernas esbeltas y bien torneadas, entre otros. Se apunta así a una gimnasia específicamente femenina, que trata más sobre sus formas -como en el tipo de ejercicio y movimiento- que sobre los beneficios generales. Pues no debe olvidarse que en definitiva los aportes generales sobre el ejercicio y el deporte servían para los dos sexos21.

2.1. La danza rítmica

En paralelo a estas imágenes, se difundieron artículos informativos, ilustraciones y tapas de revistas de una gimnasia particular: la danza rítmica. Para sus seguidoras estos movimientos eran la base de la educación estética de la mujer, porque daba al cuerpo una formación más completa, regularizaba el sistema nervioso, desarrollaba los hábitos motores y contribuía a establecer el carácter22. Pero, sobre todo, se trataba de un medio que ayudaba a conservar y potenciar la gracia y la elegancia. El lenguaje corporal movilizado está cargado de sensualidad, los desplazamientos se expresan con cadencia, espontaneidad y libertad en simultáneo, vinculándose con la naturaleza (imagen 3). Se da pues una relación de proximidad con los elementos del bosque, la playa, el río, y se atestigua una apropiación del paisaje desde lo táctil, un triunfo reciente que involucra el compromiso de los sentidos sobre la razón. Lo anterior no tiene demasiado que ver con las figuras vistas en los cuadros de gimnasia de las imágenes 1 y 2, pues aquí la expresividad rítmica del cuerpo explora, al límite, la sensibilidad de lo femenino.

Con todo, la indumentaria seleccionada en estas fotografías no es casual, es una síntesis inspirada en la tipología de traje flotante, asociada a los cánones de la belleza clásica, desde una cuestión no sólo conceptual sino también formal y tecnológica. Un cronista refiriéndose a este tipo de imágenes señala: "lucen sus músculos y sus formas sin gazmoñería [...] La absurda sin razón del horror al desnudo ha desaparecido. En la arena triunfa majestuosamente la línea del cuerpo humano"23. No se puede pasar por alto que Isadora Duncan (1878-1927) fue su máximo referente, pionera de la expresión emocional interna, reformuló los pasos de la danza clásica y vistió sus actuaciones con túnicas al modo de la cultura griega de telas livianas y etéreas, que dejaban al descubierto brazos, piernas y pies24.

Aquí se trataba de experimentar el cuerpo tal cual era, esto es, alejado de las restricciones que regían los malos hábitos del mundo urbano. Estas propuestas no dejaban de ser sintomáticas de los discursos científicos, que abogaban por valorizar la conformación de lo original sobre lo aparente y artificial, y volver de nuevo la mirada a la naturaleza. En tal sentido, se puso restricción al uso de cualquier tipo de accesorio o afeite para alcanzar una apariencia atractiva, puesto que había que evitar engañarse y dejar de preferir la belleza simulada. Por tanto, aseguraban que la atención debía estar en corregir el cuerpo más que en emplear aditamentos, evitar la compresión y maltrato de las carnes, y adquirir un físico modelado por el trabajo personal. Por ejemplo, en lugar de prendas como las fajas para afinar la cintura, se recomendaba la gimnasia abdominal bien regulada, metódica y racional para revitalizar los músculos y lograr una elegancia verdadera. Pero no todos estaban a favor de este tipo de procedimientos. Mientras un artículo alababa las virtudes de la gimnasia, en la página contigua un aviso publicitario mostraba las nuevas "fajitas para sports" o se ofrecían rodillos adelgazadores que "amasaban científicamente" las partículas grasosas, tonificaban los músculos flojos y rectificaban la línea. Resultaban por demás estimulantes para convencer la elección del menor esfuerzo: "sin drogas o brebajes, ni cremas y sin régimen [...] dos horas de gimnasia o 10 minutos de punkt roller?"25.

2.2. El cine: las variaciones de la silueta preferente de la mujer actual

A las figuras femeninas de practicantes anónimas se suman personalidades reconocidas como actrices de teatro, extras y, sobre todo, estrellas cinematográficas. Es una realidad que el cine marcó, en la situación coyuntural de las sociedades de principios del siglo XX, una verdadera explosión de experiencias culturales, proveyendo actos de descubrimiento, versiones de fantasía y deseos. Pero además abasteció un sinnúmero de figuras que se convertirían, vertiginosamente, en nuevos referentes sociales: las stars. Estas mujeres trascendieron la pantalla y revolucionaron los patrones vigentes de lo bello, con un alto grado de empatía con los espectadores.

Las stars escenificaron un estilo de vida que sintetizaba las aspiraciones de la mujer urbana y comenzaba a hacer parte del modelo de emancipación. Se las muestra lozanas, simpáticas, independientes, con cuerpos ávidos de hedonismo, y por supuesto bellas, factor decisivo en el ascenso al lugar de gloria. La posesión de un cuerpo privilegiado era, en sí mismo, el objeto del deseo y estaba claramente expuesto en las pantallas, sin prejuicios o tapujos gracias a las ventajas de mantenerlo movilizado y cuidado. ¿Cuál era el secreto? En tono coloquial, las actrices confesaban que no era posible ser bella sin cultura física, al punto de que la más famosa de las estrellas quedaría anulada en pocos meses si no trabajaba todos los días en ejercitarse. Entre tanto, el cuerpo y el éxito se hacían y deshacían de acuerdo al trabajo de entrenamiento y esfuerzo.

En algunas notas y reportajes, actrices con un maillot (vestido de baño) revelan en su rutina: el andar elástico y gracioso, las líneas impecables y esbeltas. En otras, se observa un semblante de ojos delineados con tupidas pestañas, bocas de color carmín, zapatos de tacón e indumentaria glamorosa, que recuerdan o asemejan los planos de Hollywood (imagen 4). Estas mujeres encarnan prudentes -y no tan prudentes- modelos de atracción sexual, alejados claro está de la austeridad que supondría la ejercitación. Naturalmente, este tipo de ideal transgresor femenino despertaba intranquilidad en los grupos más conservadores y devotos del patriarcado. Sin duda, los comportamientos que se consideraban "viciados" se convertían en una amenaza para las mujeres decentes y contribuían a desestabilizar el estereotipo femenino nacional que se pretendía controlar. Aunque ese manejo del encanto a través de la apariencia física y la forma de mostrar el cuerpo -en ocasiones de moralidad licenciosa-, habría estimulado nuevas escenas en la intimidad.

Lo que se infiere de todos estos discursos, más allá de la carga de tintes eróticos y el diálogo entre lo visto y lo imaginado, es la posibilidad de que las imágenes de las revistas mostraran que las estrellas no eran de materia diferente a la del resto de las mujeres. En tal sentido, para mantenerse en buenas condiciones cualquier mujer podía seguir su ejemplo mediante un entrenamiento físico a conciencia. Por tanto, las actrices se convirtieron en usuarias singulares de la cultura física, al ser buenas intermediarias para acercar la afición de la gimnasia del cine a las mujeres más terrenales.

3. Virtudes del deporte

Además de la práctica de gimnasia, es importante resaltar ahora la práctica de deportes. Se retrataron dos tipos: uno de aspecto más lúdico y recomendado para el tiempo del ocio -el sport- y otro de compromiso profesional, en una etapa preliminar. De acuerdo con Norbert Elias el origen de las prácticas deportivas se sitúa en la coyuntura de las asambleas nacionales de Inglaterra del siglo XVIII, representadas por secciones pequeñas y privilegiadas de la sociedad. En estas prácticas, reconoce instancias de competencia, desconfianza y violencia que tendían a convertir este ámbito en el principal campo de batalla, en el que se decidía quién debía formar gobierno. A medida que estas situaciones se fueron disolviendo, se desarrollaron nuevas habilidades y estrategias para la disputa pacífica, y fue allí cuando la conducta social se manifestó en pasatiempos y tuvo su equivalente en la "deportivización"26.

El origen elitista inglés encuentra nuevos horizontes alrededor del mundo y, en diferentes etapas, los grupos sociales irán desarrollando vías para la práctica de deportes. En Argentina, objeto de este artículo, su expansión se efectúa a través de la sociedad civil y mediante organizaciones y clubes27. Eran espacios de encuentro intergenéricos, en los que una serie de actividades culturales favorecieron la conexión del deporte con la sociabilidad y solidaridad, así como con la continuidad de los vínculos familiares y entre amigos. Una gran cantidad de crónicas de prensa exponen, con prosa saturada de adjetivos, la afinidad que el culto al cuerpo tenía con el sexo femenino. En el marco de una atmósfera bucólica, se celebra el despliegue de vanidades que se genera en cada encuentro, entre quienes participan como aficionadas y quienes observaban desde la tribuna:

    "pone cada jugadora en su tarea, la atención que merecería una delicada labor del hogar, y todas hablan, y todas ríen, y todas se comunican el contento. El aire juega con los cabellos, acaricia los rostros, infla las polleras. [...] Cuando llega la hora del descanso, el té es un premio bien ganado, y la palabra teje amistades y contentos. Una muchacha que vive esa vida aunque más no sea unas horas por semana, forja su espíritu en una feminidad más noble y más propia"28.

En éste y en otros fragmentos se retoman los nexos de las mujeres con sus deberes de domesticidad, con las banalidades de la moda, con las cualidades de su temperamento, con las formas de pasar momentos de ocio embelleciéndolo todo con sus sonrisas, sus gestos eximios y sus gracias naturales. También se señala que eran espacios donde alternar el juego con el flirt (un ritual de cortejo) que podía llevar a la concreción de matrimonios. Es decir, el deporte no se cultivaba solamente por el deporte mismo, sino por el estilo de vida que se delineaba, que estaba asociado con prácticas integrativas de clase más que con actividades deportivas propiamente dichas, como lo eran los pasatiempos de la mujer ociosa y rica29. Por esto mismo, se perfila la categorización de un tipo de feminidad excluyente.

Los textos de las revistas también combinan las alabanzas a las virtudes del deporte desde una mirada médico-higienista, que en rasgos generales poco difieren de las aportadas por las justificaciones de la cultura física, recientemente explicadas en este artículo. Con respecto a los beneficios para la estética, el estímulo del deporte no era competir por la conquista del primer lugar y su gloria, sino cumplir con cierta sistematicidad para producir belleza y salud, que es lo que debía buscar la mujer30. Algunas voces defienden esta afición señalando que nunca había estado tan de moda el gusto por los deportes, para adquirir la gracia y el garbo en las actitudes y en la manera de andar, justamente, este era un medio para cultivarlas. A pesar de esto, se daban fuertes críticas desde diferentes sectores porque: "no hay nada más odioso que eso que se llama la mujer deportista, aquélla preocupada de caminar, jugar tenis, esgrima, andar a caballo y tantas cosas deportivas inscritas en el programa de su existencia diaria sin encontrar más tiempo para ayudar a la providencia y que encuentre más valor a cuidar su interior y a la decencia"31.

Otros detractores sostenían que la actividad física femenina debía comprender todo el cuerpo y no sólo grupos musculares o unas regiones en detrimento de otras, de allí que no fueran las formas físicas de un deportista ni mucho menos las de un atleta las adecuadas para alimentar delicadeza, feminidad y lozanía de la mujer. ¿Cuál era el gran temor de estos periodistas? El origen habría que buscarlo en la inquietud que suscitaba la desestabilización de un sistema afirmado en las asimetrías sociales, que bien podría alterar las sensibilidades que durante largo tiempo identificaron las características y obligaciones de los géneros. Por lo que resultan cada vez más frecuente frases como "hablan de que nos masculinizamos, perdiendo esa tracción sugestiva tan codiciada"32, esto significa: virilizar al sexo débil, contrariar las formas honradas de la apariencia, perturbar las actitudes y comportamientos socialmente establecidos en Argentina.

Esto explica por qué la preferencia de algunos deportes sobre otros, aunque en realidad los fundamentos fuesen más del orden de los imaginarios que de la propia razón. Así, por ejemplo, una de las primeras sugerencias consistía en evitar que la mujer tomara parte en los mismos juegos que el hermano o el esposo, para evadir cualquier tipo de emulaciones no deseadas. Como resultado, en los inicios de la primera década de este siglo se señala que la afición a toda clase de sports -hockey, golf, lawn-tennis, krooket, kricket, el polo, el baseball, de gimnasia, artísticas, de natación- era mayor cada día, según puede comprobarse por la lectura de diarios y revistas, tanto en el continente europeo como en el resto del mundo33. Las fuentes consultadas verifican además que en sus inicios es el tenis el más recomendado como uno de los juegos de agilidad y destreza más bellos -por lo menos en apariencia-, el que menos esfuerzo exigiría y, sin embargo, sería uno de los más difíciles por la resistencia, agilidad y astucia que requerían. Le seguía la natación, es posible que esto haya sido un aliciente para que las proporciones corporales de la nadadora Kellerman, creadora de un sistema de gimnasia femenina, hayan sido consideradas como ideales estéticos34. ¿Qué traducen las imágenes sobre este asunto? Resulta claro que resaltan escenas y noticias sobre las prácticas en los clubes distinguidos del país o en los recintos de vacaciones, nacionales o de otras latitudes, en especial, las británicas35. Las fotografías coinciden con las nuevas formas de distracción de señoritas casaderas y jóvenes señoras de los grupos de élite nacional como se observa en la imagen 5.

Se retrata a las mujeres con atributos propios de la disciplina que dominan y no hay ningún rasgo agresivo o varonil hasta entrada la tercera década del siglo XX, pues carecen de un lenguaje particularmente diferente al que podría aparecer en cualquier otro apartado de las revistas ilustradas. Cuando posan deliberadamente, las sonrisas hilvanan las actitudes de contemplación, no hay situaciones desmedidas ni tensiones con los regímenes de la elegancia y la moderación. En las instantáneas de mayor dinamismo, lo que resalta es la destreza física y el discurso verbal suele retoalimentarse por rumores y notas simpáticas sobre la transparencia de la falda, por ejemplo. Estas mujeres son admiradas por su habilidad física, su tenacidad y su compromiso, no en detrimento de sus ocupaciones cotidianas, sino por la capacidad de hacer todo sin descuidar ningún aspecto. Cuando aparecen retratos de deportistas profesionales extranjeras -que no son muy usuales-, su aspecto no se aleja demasiado de estos estereotipos, aunque las posturas puedan ser más desprolijas por la sorpresiva captación del fotógrafo.

Tampoco hay en estas imágenes signos de osadía corporal que la moral y la religión reprobaran. La indumentaria, con rasgos propios para cada disciplina, no deja de ser poco funcional de igual modo que sucedía con la gimnasia. No se percibe, mas se intuye, la silueta bajo un holgado y prudente conjunto. Una de las máximas excentricidades en el comienzo de este siglo es la inclusión de la falda pantalón, que permitía tener mayores desplazamientos sin incomodar las destrezas ni el pudor. En tanto, comenzaba a incluirse en la historia del vestir femenino un signo altamente simbólico de la masculinidad: el pantalón. Esto no pasa desapercibido en la sociedad argentina, era un signo más que adoptaban y compartían con el sexo opuesto en función de sus necesidades, con significados nada triviales en relación con las posiciones que entraban en disputa.

3.1. Sports que cultivan la juventud

Aunque la prensa era optimista y sus discursos marcaron un progresivo aumento de adeptos, se puede decir que los fundamentos o métodos de la cultura física no se habrían extendido en todos los grupos sociales. Más bien habrían resultado escasos aquellos fuera de los grupos medios-altos. Tampoco se abría adoptado por todas las edades. En las fuentes consultadas se detecta que los lugares de práctica se veían frecuentados casi únicamente por niñas y jovencitas. Pero esto comienza a modificarse hacia los años treinta, cuando el imperativo de la línea y la esbeltez se convertirá en un motor para agilizar los cuerpos e imprimir nuevas rutinas que combinen la disciplina con el ocio y el placer. En este tiempo, la cultura visual va a delinear nuevas representaciones para cuerpos entendidos como modernos y democratizados. Ahora, sus características debían corresponderse con atributos ligados a la juventud, el vigor y la delgadez, atributos altamente valorados en el imaginario social. De acuerdo con George Vigarello se le otorga un privilegio definitivo a lo esbelto, de ahí la denuncia más destacada a las debilidades y a los sedentarismos: la mujer moderna y el hombre moderno tienen la obligación de ser esbeltos, ¡séalo usted también!, se incita en diferentes sectores de la prensa36.

Aumentan las alocuciones que alientan la justa medida entre gordura y delgadez, los discursos son categóricos: "prefiero morir antes de ser una mujer gorda"37. En esto se retroalimenta el estímulo con cierta sistematización de las actividades deportivas y de recreación. Ahora, más que antes, el deporte servía como medio para alcanzar la perfección, procurar belleza y, no menos importante, alargar la juventud. La silueta delgada simbolizaba, en la inmediatez de su aspecto visible, la situación de la mujer renovada: ágil, independiente, decidida, joven en ideas y en aspecto38. Se trataba de un cuerpo que gozaba de las sensaciones provocadas por el juego, no ya como práctica mecánica sino como medio que activaba las emociones. Esto viene a confirmar un nexo diferente entre belleza y bienestar en el cual la práctica deportiva se cultiva por sus efectos reparadores, estéticos y, también, por ser una fuente de placer y diversión: "teniendo en cuenta que hay vacaciones, olvidemos que estos movimientos son ejercicios!"39. El impulso de la estadía al aire libre es un hecho consumado. Los avisos de productos para tocador e higiene celebran esta conquista y se pueblan de mujeres tomando baños de sol, retozando en la playa mientras incitan la compra de talcos, lociones y cremas para protegerse de los factores ambientales. Se multiplican las imágenes de aficionadas a la natación, al esquí acuático y otras rutinas ligadas con la algarabía que provoca el agua de mar. Resaltan actitudes femeninas desinhibidas en cuerpos más plurales, porque ya no sólo son grupos selectos.

Este entusiasmo a nivel publicitario no se repite con tanto fervor en las fotografías de la sección sociales. En un estudio propio sobre retratos fotográficos de playa en la revista Caras y Caretas para la década del treinta, se detecta que de un total de trescientas cincuenta y seis veraneantes mujeres, sólo dos de ellas practican directamente a una destreza deportiva, en el resto predominan situaciones pasivas en la arena o cerca del mar. Esto no significa que haya sido así, sino que muestra los modelos de comportamiento habituales que se querían transmitir desde un medio de amplia difusión. Claro está, modelos más cautelosos y no tan afectos con un perfil deportivo. Por su parte, las revistas temáticas apostaron en el sentido de los avisos. Vale considerar que gran parte de las imágenes provenían de editoriales extranjeras. Esto implica la circulación de figuraciones europeas y norteamericanas de avanzada como fuertes referentes en los procesos de emulación en el medio argentino.

El deporte como aliado de la belleza activa ingresa al mundo de la moda. Los diseñadores de vanguardia como Elsa Schiaparelli, Jean Pateau, Marcel Rochas, destinan en sus colecciones una sección especial. Algunos, como el golf, mantienen una indumentaria recatada en tipología -sin descuidar detalles de buen gusto- y moderna en tecnología. Se implementan ganchos, botones de metal, cierre relámpago y elásticos en las cinturas de faldas y shorts. Y se adopta el jersey, un sweater corto de seda, de lana o de hilo, con un amplio repertorio de prestaciones y con una adhesión de una "popularidad excesiva" según testimonian las crónicas: "lo usan lo mismo los ricos que los pobres"40. Al igual que sucedió con el pantalón, que dejó de ser de uso exclusivo de los varones, ahora, el jersey podría ser signo de los cuerpos más plurales que circulaban en la inquieta modernidad.

3.2. Una forma de belleza nueva

    "Antes se practicaba para divertirse, y hoy se ha hecho de él una profesión. No había más que amateurs, hoy todos quieren ser campeones [...] que bien pudieran dar [...] fama, dinero y quizá, un contrato ventajoso para el cine [...] ser una estrella de la pantalla en el cielo de Hollywood"41.

Esta cita da cuenta de cómo han variado las aspiraciones de las aficionadas a los deportes, sobre las ventajas materiales e intangibles que se transmitían, al punto que la cronista termina su nota preguntándose por qué no le habrían enseñado a usar la raqueta en vez de a escribir, dada la trascendencia que parecía tener una profesión en comparación con la otra. En el plano estético esto traería sus consecuencias, no tan deseadas por algunos. En la prensa europea, por ejemplo, se hablaba de los efectos del deporte profesional como causante de otras formas de corporeidad de la mujer, ¿los cuerpos se han vuelto menos femeninos? Era entonces la inquietud principal.

Con los deportes la mujer se hace fuerte, sus brazos adquieren bíceps, la musculatura de su cuello se acusa, los pies se hacen grandes y pierden su "deliciosa" curvatura y los tobillos y muñecas la finura delicada y embastecen manos y tez. Pero esto no quiere decir que pierda la belleza, pues se trataría de una forma de belleza nueva42. Estos rasgos comienzan a hacerse visibles en la prensa argentina, en especial en algunas cubiertas de la revista El Gráfico hacia la década del treinta. De un total de 522 cubiertas, el 15% pertenece a mujeres, quienes tienen un protagonismo muy inferior y, entre ellas, el 17% corresponde a algún comportamiento que cuestionaba la norma43. Lo interesante es detectar en estos proyectos cómo se establece una visible tensión con los modelos femeninos más estables y más numerosos en el mismo medio impreso (imagen 6).

Las estrategias del diseño gráfico, como el ángulo de la toma y los recuadros, hacen que estas mujeres tengan visual y emocionalmente un impacto mayor entre sus lectoras, contribuyen con un orden jerárquico que refuerza el sentido de individualidad y liderazgo. Entre tanto, da la sensación de que se está frente a mujeres que poseen autodominio de sus actos, que tienen percepciones de la incertidumbre y del riesgo, condiciones propias del entrenamiento físico severo. Estas mujeres proponen por demás actitudes decididas y osadas, conductas que encarnan la capacidad de haber penetrado -no sin reticencias en la sociedad de la época- un espacio de desempeño restringido tiempo atrás. Como resultado, se ahonda de manera clara en la intención de disputar a la par la importancia del deporte y del desarrollo físico con los hombres.

Por último, las portadas muestran figuras atléticas, cuerpos aptos y tonificados en la plenitud de su dinámica o en el instante previo a la acción, oponiéndose así a los postulados de la sociedad en los que la pasividad, la debilidad y la reserva eran la norma. La indumentaria no parece contrariar los requisitos de la competencia, pues, al contrario, materiales elastoméricos y prendas sintéticas organizan el movimiento. Las sonrisas y los gestos de simpatía son reemplazados por gestos de tensión en los labios y las miradas complacientes por ceños fruncidos. Ahora, transitan por estados de concentración y excitación en compromiso con la próxima acción. Sin embargo, y como se pone de relieve en el porcentaje de imágenes analizadas, las representaciones mayoritarias no apuestan por estos modelos. En todo caso, resultan ocasionales. Aún se deberán recorrer algunos giros y algunos años en el marco de la cultura moderna para que las formas de imaginar, pensar, representar y conducir los cuerpos femeninos sorteen resistencias. Afortunadamente, estas resistencias no serán permanentes.

Conclusiones

De acuerdo con la propuesta inicial del artículo han podido verse algunas cuestiones. Para empezar, se han articulado reflexiones teóricas con discursos seudocientíficos y de divulgación que circularon en las revistas argentinas en las primeras décadas del siglo XX, tanto en los mensajes verbales cuanto en las representaciones visuales o gráficas. En este punto, se dejaron de lado las apreciaciones descriptivas o ilustrativas de lo visual para mostrar que las imágenes tienen la capacidad de divisar relaciones que, bajo las categorías tradicionales de las fuentes históricas, pueden quedar incompletas o inexploradas. Las imágenes resultaron documentos indispensables para denunciar las transformaciones en el aspecto tangible de los cuerpos, signos inequívocos de las fuertes modificaciones culturales y de las representaciones que legitimaron las conductas de los grupos.

La prensa fue un lugar de inauguración, convivencia y discusión de prácticas y miradas sobre la mujer. A finales del siglo XIX la cultura física femenina se inicia con cierta castidad y con marcado temor, pero esto va virando. En sus inicios, las características de la gimnasia y el deporte compartían los fundamentos generales sobre la cultura física, para neutralizar las consecuencias malsanas de los modos de vivir modernos. Pero, como se ha visto, rápidamente se especifican mostrando que son ciertamente desiguales y su implementación dista de ser semejante. Así, por ejemplo, los alcances de la gimnasia no parecían contrariar ningún precepto de belleza, porque estaban a disposición de los roles convenidos. Potenciaban las virtudes personales y aseguraban el fortalecimiento de conservación de la especie. El deporte tenía derivaciones positivas siempre y cuando complementara las cualidades entendidas como naturales para la mujer, aportara beneficios a su temperamento y su práctica fuera un motivo de admiración.

Como se analizó, la centralidad del pensamiento masculino ha marcado su impronta en las fisonomías y en las disciplinas del cuerpo. Aun en aquellas mujeres que conquistaron espacios de vanguardia y que desafiaron las normas, se siguieron adosando valorizaciones de una feminidad preconcebida como loable. Las curvas del sexo no han dejado de ser un faro en el proceso de atracción sexual que debía ser mantenido, a pesar de la inclusión de costumbres trasgresoras. Lo que confirma que las relaciones entre cultura física y cuerpo resultan un lugar complejo de construcciones simbólicas en el que se cruzan visiones médico-científicas, hábitos y comportamientos culturales, ritos de moralidad y virtud, cánones estéticos y de moda, imaginarios y representaciones sociales, entre tantos otros, para diseñar las versiones más y menos aprobadas de la feminidad.


Comentarios

* Este artículo es resultado de investigaciones en curso derivadas del proyecto individual "Prácticas de interacción social y espacio urbano: procesos de construcción del aspecto corporal femenino y masculino en ciudades del sudeste de la provincia de Buenos Aires. Primera mitad del siglo XX", de la autora como investigadora asistente en el CONICET (Argentina). Esta investigación no contó con financiación. La autora agradece las sugerencias de los evaluadores que contribuyeron a mejorar la calidad del artículo.

1 Se toma esta noción entendiendo, de acuerdo con Dora Barrancos, que "las sensibilidades orientan los sentimientos y hasta constituyen su modo eficiente de manifestación, en cuyo caso las sensaciones suelen ser vicarias de las emociones", Dora Barrancos, "Sentidos, sentimientos y sensibilidades (1880-1930)". Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad 6, n° 15 (2014): 27-39.

2 Pueden verse, especialmente, los trabajos y compilaciones de Pablo Scharagr odsky, Miradas médicas sobre la cultura física en Argentina 1880-1970 (Buenos Aires: Prometeo, 2015) y los estudios de Eduardo Archetti, El potrero, la pista y el ring: las patrias del deporte argentino (Buenos Aires: FCE, 2001).

3 Para ampliar estos conceptos pueden verse: George Vigarello, Corregir el cuerpo (Buenos Aires: Nueva Visión, 2005) y Hugo Vezzetti, La locura en la Argentina (Buenos Aires: Paidós, 1985).

4 Sobre este punto: Diego Armus, La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires. 1870-1950 (Buenos Aires: EDHASA, 2007) y Nerea Aresti, Médicos, donjuanes y mujeres modernas (Bilbao: Servicio Editorial Universidad del País Vasco, 2001).

5 La cita pertenece a Andrés Reggiani, "Eugenesia y cultura física. Tres trayectorias históricas: Francia, Gran Bretaña y Argentina", en Miradas médicas sobre la cultura física en Argentina 1880-1970, compilado por Pablo Scharagrodsky (Buenos Aires: Prometeo, 2015), 17. Puede verse también: Eduardo Galak, "A educação física busca o aperfeiçoamento da raça: políticas públicas, saúde, eugenia e educação dos corpos", en Práticas Corporais no Campo da Saúde: uma política em formação, organizado por Ivan Marcelo Gomes, Alex Branco Fraga y Yara Maria de Carvalho (Porto Alegre: Rede UNIDA, 2015), 47-74.

6 En algunos países, como parece ser el caso de Argentina, esto supuso un desafío particular dado que en la conformación de la población confluían razas desiguales. Se debía homogeneizar una población compuesta por la descendencia de los pueblos indígenas, los mestizos, los nativos y los heterogéneos inmigrantes que se habían instalado en el territorio.

7 Marcela Nari, Políticas de maternidad y maternalismo político (Buenos Aires: Biblos, 2004), 37.

8 Michael Hau, The Cult of Health and Beauty in Germany: A Social History 1890-1930 (Chicago/Londres: The University of Chicago Press, 2003). Michael Hau, entre otros historiadores, ha descrito la reforma de vida en Alemania como un movimiento afectado no sólo con la salud de individuos, también con el proceso de curación de la sociedad en su totalidad, apuntando a salvar la nación de la degeneración traída por las prácticas antihigiénicas y los modos de vivir de la civilización moderna. Cecilia Tossounian, "The Body Beautiful and the Beauty of Nation: Representing Gender and Modernity (Buenos Aires 1918-1939)" (tesis de doctorado en Historia, European University Institute, 2010).

9 Enrique Romero Brest, Educación física de la mujer (Buenos Aires: Librería de Las Ciencias/Casa editora de Nicolás Marana, 1903).

10 Anales de la Sociedad Militar n.° 15 (1916): 517.

11 "Las dificultades para adquirir el hábito del ejercicio", Caras y Caretas, 28 de julio, [n.° 1556], 1928.

12 Beatriz Sarlo, El imperio de los sentimientos (Buenos Aires: Norma, 1985).

13 El repertorio es amplio, desde avisos publicitarios sobre la gimnasia médico-mecánica en el Instituto del Dr. J. A. Lacroze, pasando por artículos anónimos sobre la gimnasia fisiológica hasta pedagogías de la educación física por Romero Brest, reconocido médico que construyó un campo del saber referente en el país.

14 Mario Alzúa, "Cómo ser más bella", Viva Cien Años 3, n.° 6 (1937): 377.

15 La siguiente cita es, por demás, elocuente con la complementariedad que coexistía en estas cuestiones: "La gimnasia femenina tiende no solamente a hermosear a esta mitad del género humano, sino que prepara el bienestar de la otra mitad. Merced a ella se corrigen inconvenientes de la mujer madre y la maternidad es deseada y feliz. El movimiento femenino en favor de la educación física es pues resultante de la emancipación de la mujer moderna. Quiere tener derecho a la salud, con toda justicia, ya que debe prepararse a las duras funciones de la maternidad". "Educación física de la mujer", El Hogar, 2 de febrero, 1923.

16 "Para la familia. La gimnasia de la mujer- Modos de vigorizar el cuerpo sin desfigurar las formas", Caras y Caretas, 6 de abril, [año 4, n.° 131], 1901. Esta reflexión es altamente simbólica en relación con las presiones que imponía la moda sobre la estética corporal.

17 El texto completo puede verse en "Gimnasia racional", Caras y Caretas, 11 de agosto, [n.° 1871], 1934.

18 Para ampliar el detalle de las prescripciones puede verse "Gimnasia femenina", Caras y Caretas, 25 de octubre, [n.° 1360], 1924.

19 Soportes de madera en el umbral de la puerta, pelotas blandas, cuerdas y un espejo operaban como alternativas para creer completo el entrenamiento físico. "El sport femenino en casa", El Hogar, 9 de febrero, 1923.

20 Carlos Mangudo, "El triunfo de la malla", Caras y Caretas, 5 de marzo, [n.° 1483], 1927.

21 En la década de 1930 se comenzó a insistir en la necesidad de que la mujer argentina practicara gimnasia específicamente femenina. Ruth Schwarz de Morgenroth fue la promotora y trajo de Francia estas propuestas, puede verse: Ruth Schwarz de Morgenroth, "La mujer argentina necesita gimnasia específicamente femenina", Archivos de la Clínica de Obstetricia y Ginecología Eliseo Canton 1, n.° 1 (1942): 195.

22 R. Villar, "Un gran progreso pedagógico. La educación por el ritmo", La esfera, 3 de julio, [año 2, n.° 79], 1915; y "La gracia femenina en el ejercicio y en la danza", El Hogar, 9 de diciembre, 1921.

23 Mangudo, "El triunfo de la malla".

24 Isadora Duncan, San Francisco, 27 de mayo de 1978; Niza, 14 de septiembre de 1927. Bailarina y profesora de ballet. Se interesó por la danza griega antigua lo que le permitió prescindir de una técnica rígida particular, innovar en partituras, emplear indumentaria flotante y, casi siempre, sin calzado. Hizo giras por diferentes partes del mundo y abrió escuelas en Alemania (1905), Nueva York (1915), Moscú (1921). Escribió sus memorias My Life poco antes de morir. Para ampliar consúltese: Carmen París y Javier Bayo, Diccionario biográfico de la danza (Madrid: Librerías deportivas Esteban Sanz, S. L., 1996), 105-106.

25 Los textos se acompañaban por imágenes de una mujer practicando complejas acrobacias frente a otra que con simplicidad se masajeaba la espalda. "Aviso publicitario", Caras y Caretas, 13 de octubre, 1928.

26 Norbert Elias y Eric Dunning, Deporte y ocio en el proceso de la civilización (Madrid: FCE, 1992 [1986]).

27 Para ampliar en el caso argentino, puede verse: Eduardo Archetti, El potrero, la pista y el ring.

28 Reporter, "Crónicas rosarinas. Un sport aristocrático", Caras y Caretas, 7 de septiembre, [n.° 1040], 1918. Otro ejemplo puede verse en: "Golf", Caras y Caretas, 9 de marzo, [n.° 701], 1912.

29 Catherine Louveau, "Inégalité sur la ligne de départ: femmes, origines sociales et conquête du sport". Clio, histoire, femmes et sociétés n.° 23 (2006): 119-143.

30 "La mujer y el sport", La Revista del Sud, 23 de diciembre, [año 1, n.° 10], 1928.

31 Henri Desgranges, L'Auto, junio, 1904, 1.

32 Elvira Ferreyra, "Lo que vemos las mujeres", Caras y Caretas, 19 de enero, [n.° 158], 1929.

33 "El sport femenino en Inglaterra", Caras y Caretas, 3 de febrero, [n.° 696], 1912.

34 "Los ejercicios corporales y la belleza femenina", Caras y Caretas, 23 de noviembre [n.° 738], 1912.

35 Los artículos ilustrados traducen el lujo que domina estas instituciones. Uno de los casos en "El Club de Gimnasia y Esgrima", Aconcagua 2, n.° 5 (1930): 116-117.

36 Esta temática es desarrollada en George Vigarello, Historia de la belleza (Buenos Aires: Nueva Visión, 2007), pero además por Gilles Lipovetsky, El imperio de lo efímero: la moda y su destino en las sociedades modernas (Barcelona: Anagrama, 2002), y Mike Featherstone, Mike Hepworth y Bryan Turner, The Body. Social Process, Cultural Theory (Londres: Sage, 2001).

37 Caras y Caretas, 30 de enero, [n.° 1739], 1932.

38 Véase Gisela Kaczan, "Salud, belleza, aire libre. Montaje de la apariencia femenina a orillas del mar (circa 1920-1940)", Arenal. Revista de Historia de las Mujeres 20, n.° 1 (2013): 129-157.

39 Ilse W. de Sternau, "Más gimnasia en la playa", Viva Cien Años 10, n.° 10 (1942).

40 "El jersey es el rey del mundo", Caras y Caretas, 9 de noviembre, [n.° 1936], 1935.

41 "El correo de moda", Caras y Caretas, 23 de febrero, [n.° 1586], 1929.

42 Carmen Burgos, "La mujer moderna y sus derechos. Un libro muy interesante de Carmen Burgos", La Esfera, 28 de julio, [año 15, n.° 760], 1928.

43 Vale considerar que la composición de las tapas se da de acuerdo a cambios en las líneas editoriales, el estilo gráfico se modifica en sintonía con las tendencias del diseño contemporáneo. Esta revista no es la excepción.


Bibliografía

Fuentes primarias

Publicaciones periódicas:

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2. Anales de la Sociedad Militar. Buenos Aires, 1916.         [ Links ]

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5. El Gráfico. Buenos Aires, 1919-1939.         [ Links ]

6. El Hogar.Buenos Aires, 1920-1930.         [ Links ]

7. Viva Cien Años.Buenos Aires, 1934-1939.         [ Links ]

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9. L'Auto. París, 1904.         [ Links ]

Documentación primaria impresa:

10. Romero Brest, Enrique. Educación física de la mujer. Buenos Aires: Librería Las Ciencias/Casa editora de Nicolás Marana, 1903.         [ Links ]

Fuentes secundarias

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Artículo recibido: 07 de octubre de 2015/ 29 de febrero de 2016/ Modificado: 28 de marzo de 2016

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