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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.70 Bogotá out./dez. 2018

https://doi.org/10.7440/histcrit70.2018.06 

Tema abierto

Las vidas post mortem de Eva Perón: cuerpo, ausencia y biografías en las revistas de masas de Argentina*

The Post Mortem Lives of Eva Perón: Body, Absence and Biographies in Mass-Circulation Journals in Argentina

As vidas post mortem de Eva Perón: corpo, ausência e biografias nas revistas de massas da Argentina

Laura Ehrlich** 

Sandra Gayol*** 

**Profesora Instructora de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina) e Investigadora asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina). Doctora en Historia de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), Magíster en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Sus últimas publicaciones son: “Nacionalismo y arquetipo heroico en la Juventud Peronista a comienzos de la década del 60”. Anuario IEHS n.° 28 (2013): 37-57; “Figuras de Eva Perón entre los peronistas en la década del 60”, en Actas del V Congreso de Estudios sobre el Peronismo, 1943-2016 (Buenos Aires: Red de Estudios sobre el Pensamiento, 2017), 1061-1087, y “El mito revolucionario de Eva Perón”, en La Argentina como problema. Una historia del pensamiento social en Argentina del siglo XX, editado por Carlos Altamirano y Adrián Gorelik (Buenos, Aires: Siglo XXI, 2018). lauraehrlich@hotmail.com

***Profesora Titular de la Universidad Nacional de General Sarmiento (Argentina) e Investigadora Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina). Doctora en Historia de las Civilizaciones de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia), DEA en Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine (Francia). Entre sus últimas publicaciones se encuentran los libros, uno escrito con Gabriel Kessler, Muertes que importan. Una mirada sociohistórica sobre los casos que marcaron la Argentina reciente (Buenos Aires: Siglo XXI, 2018), otro coeditado con Gabriel Kessler, Muerte, política y sociedad en la Argentina (Buenos Aires: Edhasa, 2015), además de Honor y duelo en la Argentina moderna (Buenos Aires: Siglo XXI, 2008) y Sociabilidad en Buenos Aires. Hombres, honor y cafés (1862-1910) (Buenos Aires: Editorial Signo, 2000). sandra.Gayol@gmail.com


Resumen:

El artículo estudia las vidas post mortem de Eva Perón. Argumenta que su presencia no se limitó al peronismo, pues la prensa masiva la invocó permanentemente a partir del paradero de su cadáver o a través de biografías. Esta presencia en la cultura de masas, lejos de despolitizarla, contribuyó a que ocupara un lugar permanente en las disputas y los discursos políticos y culturales de Argentina. Su presencia muestra también una notable circularidad y mezcla cultural: textos sobre Eva que circulaban como libros o artículos eran a su vez citados, apropiados y consagrados por revistas y periódicos destinados a un público masivo.

Palabras clave: Argentina; cultura de masas; circularidad y mezcla cultural; Eva Perón

Abstract:

This article studies the post mortem lives of Eva Perón. It argues that her presence was not limited to Peronismo, since the popular press permanently evoked her with reports on her final resting place or biographies. Far from depoliticizing her, her presence in the mass culture of Argentina helped her to occupy a permanent place in the political and cultural disputes and discourses of that country. The icon of Eva Perón was also characterized by a notable mobility and mixture of cultural outlets: biographies of Eva that were originally written as books or articles were, at the same time, quoted, appropriated and consecrated by magazines and newspapers read by a mass public.

Keywords: Argentina; mass culture; circularity and cultural mixtures; Eva Peron

Resumo:

O artigo estuda as vidas post mortem de Eva Perón. Argumenta que sua presença não se limitou ao peronismo, pois a imprensa massiva a invocou permanentemente a partir do paradeiro de seu cadáver ou através de biografias. Essa presença na cultura de massas, longe de despolitizá-la, contribuiu para que ela ocupasse um lugar permanente nas disputas e nos discursos políticos e culturais da Argentina. Sua presença mostra também um notável movimento e mistura cultural: textos sobre Eva que circulavam como livros ou artigos eram, por sua vez, citados, apropriados e consagrados por revistas e jornais destinados a um público massivo.

Palavras-chave: Argentina; circularidade e mistura cultural; cultura de massas; Eva Perón

Introducción

La relación de Eva Perón con la cultura de masas fue consustancial al surgimiento de su figura pública como actriz de radioteatro y de cine, a comienzos de los años cuarenta del siglo pasado. Desde la escena del espectáculo, Eva se desplazó, al decir de Beatriz Sarlo, a otra, la de la política de masas, en la que las cualidades que le impidieron brillar en la primera se convirtieron en la razón de su excepcionalidad y éxito en la segunda: “El secreto de Eva es un desplazamiento. Su excepcionalidad es un efecto del ‘fuera de lugar’ […]”1. Ese vínculo fundante con los medios masivos de comunicación de quien se convertiría poco después en “Evita”, esposa del presidente Juan Perón y dirigente política de gran popularidad, atravesó, una vez concluida su apasionada vida, distintos momentos de activación, a propósito de la noticia del secuestro de su cadáver, las denuncias políticas y acciones legales para recuperarlo y la seguidilla de versiones acerca de su paradero. En el curso de los años sesenta, las reconstrucciones históricas de la “vida” de Eva Perón se multiplicaron. La industria cultural resignificó su figura y convirtió los aniversarios de su muerte, confinados desde 1956 en los círculos militantes, en un acontecimiento político y periodístico de mayor alcance.

El propósito en este artículo es explorar las vidas post mortem de Eva Perón a partir de un punto de vista múltiple, abarcador de la dinámica interrelacionada de la política, la cultura de masas y el periodismo2. Se argumenta, en primer lugar, que las revistas de circulación masiva analizadas muestran una notable circularidad y mezcla cultural: textos sobre Eva, en particular, o sobre el peronismo, en general, que circulaban en formato de libro o de artículos especializados -a priori pensados para un público más restringido-, eran citados como fuente de autoridad o refutados, rápidamente apropiados y, a su vez, consagrados por las publicaciones destinadas a un público de masas. En segundo lugar, se sostiene que la presencia post mortem de Eva en la cultura de masas nutrió memorias sobre su figura que, lejos de despolitizarla, contribuyeron de manera disímil a su permanencia indeleble en las disputas políticas y culturales de la Argentina de la segunda mitad del siglo XX. En el primer apartado se analiza el interregno que va entre el conocimiento público del secuestro del cuerpo muerto de Eva, en 1957, hasta su aparición, en septiembre de 19713. El semanario Así. El mundo en sus manos (Así) articuló esta reconstrucción en la medida en que brindó sus páginas, como ninguna otra publicación comercial, para este tema. En el segundo apartado se reflexiona especialmente en torno a dos series biográficas: las aparecidas en las revistas Primera Plana y Siete Días Ilustrados, entre 1966 y 1967, a las que se suma el número de Así del 13 de mayo de 1971, dedicado a la trayectoria de Eva Perón. En las conclusiones se retoman los principales argumentos del artículo.

Antes de adentrarse en esta problemática vale la pena hacer aquí una breve referencia al corpus documental privilegiado. Publicado por Editorial Sarmiento, un mes después del golpe cívico-militar de 1955, Así competía en un mismo segmento del mercado con Ahora, periódico ilustrado que se editaba desde 1935. Los 50.000 ejemplares iniciales de Así llegaron a ser 600.000 en su época de mayor esplendor, con tres ediciones semanales. Su director fue el fotógrafo y periodista Héctor García, quien en 1963 fundó el diario Crónica4. Al despliegue fotográfico y una compaginación entre el lenguaje escrito y visual que no dejaba blancos se sumaban títulos impactantes y una pluralidad temática que la convirtió, según uno de sus redactores, en el “modo preferido de informarse”. En otro segmento bien distante a priori de Así, la revista Primera Plana, editada por la editorial Primera Plana SRL, financiada por la empresa Industrias Kaiser Argentina (IKA) y dirigida por Jacobo Timmerman, desde su aparición en 1962 “se había constituido a sí misma como paradigma de la renovación periodística. Primera Plana se dirigía a un público masculino de clase media que, según un estudio de mercado, ascendía a 250 mil lectores, mayoritariamente empresarios, universitarios y profesionales”5. Apuntando aparentemente a otro target de público que incluía “intereses femeninos” -en palabras de Scarzanella-, Siete Días Ilustrados de Editorial Abril sobresalía por sus fotografías de alta calidad y a todo color. La revista, dirigida por Luis Clur y más tarde por Norberto Firpo, emulaba el modelo de la norteamericana Life y, con ese formato, logró el objetivo de competir favorablemente con la revista Gente y la Actualidad6: alcanzó a tirar entre 140.000 y 200.000 ejemplares semanales. Siete Días Ilustrados “era ‘más frívola’ con respecto a otras revistas de la época, como Confirmado o Primera Plana, pero tenía más impacto popular”7.

1. Storytelling de un cuerpo ausente

Desde agosto de 1952 el cuerpo embalsamado de Eva Perón yacía en el segundo piso de la Confederación General del Trabajo (CGT) en Buenos Aires. Objeto de veneración popular y cotidiana, el golpe cívico-militar del 16 de septiembre de 1955, que derrocó al segundo gobierno de Juan D. Perón y persiguió a sus dirigentes, a sus partidarios y a sus símbolos, no fue indiferente a él. La noche del 22 al 23 de diciembre de 1955, se supo después, tres militares liderados por el titular del Servicio de Inteligencia del Ejército, Moori Koening, secuestraron el cadáver. En 1957, también se supo mucho después, fue trasladado a Italia e inhumado en el cementerio de Milán con el nombre falso de María Maggi de Magistris. El cadáver fue entregado en Puerta de Hierro (Madrid) a Perón, en 1971. Permaneció allí hasta octubre de 1974, cuando la agrupación peronista Montoneros secuestró el cadáver de Pedro Aramburu para obligar a Isabel Perón, a cargo de la presidencia de Argentina, a trasladar el cadáver de Eva a Buenos Aires. La intención era hacerlo reposar junto al del expresidente en la cripta de Olivos, quien había muerto unos meses antes mientras gobernaba el país por tercera vez. Fue recién el 22 de julio de 1976 cuando la dictadura presidida por Jorge Rafael Videla ordenó el entierro del cuerpo muerto de Evita en el panteón familiar en la Recoleta, bajo una gruesa plancha de acero, a seis metros de profundidad. Concluía así un largo y desordenado periplo de un cadáver que ritmó la política argentina y los relatos periodísticos por más de dieciséis años, casi el mismo lapso de tiempo durante el cual el peronismo como tal permaneció proscripto de la competencia electoral en el país.

Robar un cuerpo muerto, hacerlo de manera clandestina, ocultarlo y cultivar el silencio pueden ser objeto de interés mediático. La sustracción puede desatar la curiosidad por saber dónde está y disparar pesquisas periodísticas que intenten develar el misterio, buscar a sus agentes y comprender las razones de sus actos. La prensa popular en Argentina, es conocido, contaba ya a mediados del siglo XX con una fuerte tradición en periodismo de investigación. La muerte nunca estuvo ausente en sus páginas, y si bien sus formas de representación variaron de acuerdo a los contextos específicos y los medios que se abocaron a ella, su presencia en estos fue, y es, constante. La muerte de Eva Perón no fue la excepción. Por el hecho en sí mismo, robar un cadáver y ocultarlo contradice las expectativas sociales mayoritarias sobre el tratamiento que deben recibir los cuerpos muertos. Su sacralidad se opone a cualquier intento de profanación. Pero también, y para decir lo obvio, porque no era cualquier cuerpo muerto.

El proceso de embalsamamiento iniciado el 26 de julio de 1952 buscó sustraer ese cuerpo de quien fuera consagrada “abanderada de los humildes”, pieza clave, por lo demás, del sistema de poder peronista, del inevitable deterioro material, y convertirlo en encarnación de la eternidad del régimen8. Ofrecido a la contemplación pública, la sustracción anulaba esta posibilidad, se inscribía en una política más amplia de erradicación de toda referencia pública al peronismo y disparaba una infinidad de rumores que se ofrecían como insumos irresistibles para las narrativas de la prensa de masas. Para entonces el “mito blanco” y la “leyenda negra” acerca de Eva Perón estaban siendo codificados por una literatura que apelaba al panegírico o a la difamación, de modo que ambos relatos interactuaban, al menos implícitamente, con las noticias acerca de la difunta o de su cadáver9.

Se entiende, entonces, que el secuestro y la averiguación del paradero de ese cuerpo muerto gozaran de un relato cotidiano y sostenido en el tiempo, particularmente evidente en el mes de julio, aniversario de su fallecimiento. Como lo expresarán en repetidas ocasiones el semanario Así y La Razón, la “desaparición del cadáver se había convertido en el acertijo, en el enigma más sobresaliente de la época”10. Este “enigma” no sólo merecía ser descifrado sino que alentaba un contrato de lectura con el público acostumbrado a las novelas por entregas, a relatos que dejaban finales abiertos y que ofrecían pistas para su dilucidación. Por lo demás, la oleada de rumores que habían acompañado al peronismo desde su aparición en el espacio político argentino, y especialmente los chismes que desde la oposición convivieron con el deterioro físico y la muerte de Eva, deben haber auspiciado el interés y la imaginación libre tanto de los lectores como de la prensa en torno al derrotero de su cuerpo embalsamado11. Si, como se verá en el próximo apartado, las biografías que apuntaban a revelar “la historia desconocida de Eva Perón” recurrieron a la lógica del enigma como recurso narrativo, fue especialmente Así el que hizo del “enigma del cadáver” un tema periodístico per se.

Desde sus primeros números, en los que publicó declaraciones de Juan Perón en su exilio paraguayo, se anunciaba un rasgo de Así que le sería peculiar: a diferencia de la furia antiperonista que caracterizó a otras publicaciones posteriores a 1955, incluso cuando no hacía gala de simpatías por el “dictador depuesto”, el semanario de García ofreció sus páginas sin interrupción al movimiento peronista, conciliando con éxito sus crecientes simpatías peronistas con sus objetivos comerciales12. El reclamo por el cuerpo de Eva y el incansable afán de dar con sus restos encontraron un lugar en este formato. Similar tipografía, encuadres, títulos, bajadas y copetes intrigantes, fueron puestos al servicio de la “develación del misterio impenetrable que rodea el paradero de su cadáver”. En 1955, el semanario hablaba de “la extinta” a partir del testimonio de su madre, que estaba “enfrentada con el dictador”. También la sugería a través de su hermano, pues se mostraba interesada en el “indescifrable enigma que rodea a la muerte de Juan Duarte”. Su suicidio había sido puesto en duda y arreciaban los rumores y las versiones de homicidio. “Esta infamia” -como entendía Rebeldía-, “lanzada por los gorilas para calumniar a Perón”, permitía en este caso poner el foco en el dolor familiar, especialmente en el de la madre, privilegiada en las páginas de Así respecto de Juan Perón, sobre todo con relación al hallazgo del cadáver robado.

En 1957, cuando se lanzan una serie de rumores sobre el sitio en el que se habría ocultado el cuerpo de Eva, la revista Así se comprometió con sus lectores a “unir los eslabones que componen la increíble cadena de misterio”. Para encontrar la verdad se remontó a los días de julio de 1952 pues ahí, entendía sin explicar, estaba la clave reveladora. El funeral de Eva será revisitado en ese momento y en varias ocasiones en el curso de los años, por supuesto que también en las biografías, imponiéndose la foto del féretro con Eva yacente, la mayoría de las veces sola y sin público, acompañada de breves referencias biográficas apoyadas sobre aspectos ya conocidos y que oficiaban de introductores de datos que, a su turno, proponen hipótesis, descartan otras, revelan certezas. Ese año, 1957, la revista instala una idea cautivante: la del doble y la réplica. Y, a través de otro recurso que le será característico, emprende sus propias investigaciones y reproduce extensos reportajes a actores claves.

¿Era Eva la que yacía para la contemplación y el tributo público en julio de 1952? ¿Cómo saber si el féretro albergaba el cuerpo verdadero de Eva? Sin explicitar los rumores que circulaban sobre la forma en que se sustrajo el cadáver de la CGT, Así arremete: “dos furgones, uno llevaba a Eva y otro no; dos cajones, uno llevaba a Eva y otro no. Uno vacío y el otro con el cuerpo de Eva”13. En un gesto típico de competencia periodística, La Razón subió la apuesta: cinco serían los féretros que habrían deambulado durante tres días por la ciudad. La réplica, que en este caso remite al engaño, se coronaba con un nombre también falso: “en su tumba figura otro nombre”. Pero también en la nota convivía otro sentido de réplica, de copia, y era aquel que habilitaba la conmemoración: el monumento. Símbolo de la autocelebración peronista y del antiperonismo que, a partir de septiembre de 1955, arrasó con y destruyó a la mayoría de ellos; no se trataba ahora de los típicos bustos de Eva sino de una estatua que, concluirá Así, era Eva.

En una nota que sería el resultado del “servicio exterior de Así”, y en una crónica por momentos desopilante, se equipara a Gisela, una estatua ubicada en una plaza de la ciudad de Santiago de Chile -y que Alemania donó en agradecimiento por la ayuda recibida en la inmediata segunda posguerra-, con Eva. Bajo el título en letras de molde, y resaltado en el centro de la página, se sostiene: “Los chilenos están frente a un misterio: ¿‘Gisela’ es Evita?”, y se subraya el parecido entre ambas (ver la imagen 1).

Fuente: “Los chilenos están frente a un misterio: “¿‘Gisela’ es Evita?”, Así, 18 de septiembre, 1957, 4.

Imagen 1 Estatua en Chile parece evocar a Eva Perón 

Similar a las que sobre todo a partir de los años treinta se habían desperdigado en pueblos y ciudades de Argentina en tributo a la madre, el peinado y el perfil ligeramente aguileño de Gisela permitían remitir al legendario rodete y a la nariz, con perfil también ligeramente aguileño, de Eva. Pero por si la imagen no resultaba del todo convincente, el epígrafe sostiene: “Se dice que la estatua estaba destinada al monumento de Eva Duarte y que luego cambió inesperadamente de destino”14. Para reforzar la duda y alentar el misterio, el cronista requiere la opinión a los transeúntes y recupera prácticas similares a las leyendas alimentadas en especial por el peronismo: cuando pasa frente a Gisela, la gente hace la señal de la cruz y también, según testimonios recogidos in situ, hay personas que se arrodillan para rezar.

La elección de Arturo Frondizi, el 23 de febrero de 1958, y su asunción como presidente el 1 de mayo de ese año, revitalizaron las esperanzas de encontrar y recuperar el cuerpo. La apertura política propiciada por el nuevo gobierno dio más visibilidad a los reclamos, mientras que también se perpetuaron prácticas que la familia venía ejerciendo desde inicios de 1956, por lo menos. En efecto, como había sucedido previamente con los presidentes de facto de la “Revolución Libertadora”, Eduardo Lonardi y Pedro Aramburu, Juana Ibarguren -madre de Eva- se entrevistó con Frondizi, el nuevo presidente. “Este prometió una investigación sobre los restos de Evita”, y, como mostrará en la tapa de la edición del 22 de diciembre de 1958, también lo hará el apoderado de Perón, Isidoro Ventura Mayoral. Este “exigió que debe ser entregado el cadáver de Evita”. A este titular en letras mayúsculas, le seguía la bajada: “Viola todos los preceptos cristianos el ocultamiento”, y el retrato del entrevistado para reforzar la credibilidad de lo narrado, con otra afirmación destacada: “[…] tiene el convencimiento [Ventura Mayoral] de que el cuerpo se encuentra en Martín García donde fue conducido”15.

La elección de la isla Martín García no era antojadiza. Ahí fueron llevados, privados de su libertad, no sólo algunos criminales peligrosos, sino también presidentes constitucionales derrocados por golpes cívico-militares, o funcionarios de primera línea desplazados, como Juan Perón, en octubre de 1945. Lugar geográficamente distante y capaz de albergar a exiliados políticos, bien podría alojar el cadáver de Eva. Pero además, y en lo que se presenta como una “revelación”, Así afirma: “los militares dudaban de que fuera Eva”. La duda que la revista había sembrado un año anterior, cuando escribió “fracasó el trabajo del doctor Ara”, es revertida sin comentario alguno en boca del apoderado de Perón: “el éxito de la operación de embalsamamiento del doctor Ara […]”16 era, precisamente, el que hacía dudar a los profanadores, que creían que se trataba no de un cadáver humano, sino de una “figura de cera”. Para arribar a la verdad, explicaba, un equipo de tres médicos “succionándole una parte del lóbulo del oído [realizó] un estudio anatomohistológico. Posteriormente, se tomaron varias radiografías, a la manera de demostración complementaria y se abrigó ya la menor duda de que se trataba de un cuerpo humano [sic]”17.

Si en efecto se trataba de la Eva verdadera, la revista también se explayó, sin ahorrar detalles, en el embalsamamiento. El ahínco en transmitir la integridad del cuerpo permitía refutar versiones y denuncias periodísticas (como, por ejemplo, la de Rebeldía que habla de necrofobia, profanaciones y obscenidades)18, y la del propio embalsamador, el doctor Ara, quien habría dado un reportaje y confesado que “en general Eva Perón estaba en buen estado pero faltaban algunos detalles técnicos que sólo con un poco más de tiempo hubieran permitido su total conservación [sic]”19.

Especular sobre el sitio en donde se encontraba el cuerpo era más efectivo en términos periodísticos y de credibilidad social. Fue, según la revista, en el noticiero de las 23:15 de Radio Rivadavia desde donde se lanzaron dos noticias a la vez: una, que Así califica como trascendido, decía “que el cadáver de Eva Perón se encontraría en el extranjero y en perfecto estado de conservación”, y “se hallaría en un país vecino”; la otra (que también fue nota de tapa) afirmaba “que la madre de la extinta se entrevistó con Aramburu y con Damonte Taborda [quien] habría expresado que los restos habían sido ubicados”. Toda la cobertura de Así, de enero de 1959, transmite la idea de que en breve se encontraría el cadáver. Y si bien subraya que la información propalada por Radio Rivadavia -el 29 de diciembre de 1958- contaba con muchos puntos de coincidencia con “la versión que nuestra propia revista lanzara”, decide “lanzar su propia investigación”20. Mientras avanza en su pesquisa por el paradero del cuerpo, cubre con generosidad los actos conmemorativos del día de su fallecimiento y de su natalicio. Publicita la “vuelta de Eva” a la pantalla, e informa de futuras películas basadas en su vida.

La saga de los “restos de ignorado destino” interactuaba con otros eventos también significativos para el peronismo. Mientras Augusto Vandor afianzaba su poder interno a nivel partidario, el “operativo retorno” de Juan Perón a fines de 1964 visibilizó las distintas facciones del peronismo y auspició biografías del líder, como la de Américo Barrios que publicó el diario Crónica, que no desdibujaron a Eva. El retorno del líder y, consecuentemente, del peronismo al poder, se dijo, “sería por el camino que enseñó Evita con su sacrificio”21. En las elecciones legislativas de 1965, el peronismo ganó el primer puesto, siendo una de las consignas de la campaña de marzo la devolución del cadáver de Eva. Presente en la disputa electoral y, luego, en los homenajes en el Parlamento, la repercusión que la evocación de Eva Perón alcanzó ese año la atestigua el hecho de que Primera Plana le dedicó un editorial firmado por su colaborador estrella, Mariano Grondona. Allí, la conmemoración de su figura traía de nuevo al primer plano la “discordia de las emociones, honda y secreta”, ese “límite” que “inhibe con lazos de acero nuestros esfuerzos racionales por convivir”. El “no peronismo” debía reparar, desde su perspectiva, el “error político grave” que había significado el ocultamiento del cadáver, pues había con ello creado otro mito: el de la contrarrevancha de los peronistas22.

Con más énfasis en el decurso de los años, Así también entenderá la devolución del cadáver -al igual que Grondona- como necesaria para la pacificación de la sociedad argentina. Proseguiría, claro, ofreciendo breves semblanzas23 e interesándose en “el misterio del cadáver de Evita”. Si por un lado diseñaba un perfil de Eva revolucionaria, como lo estaban haciendo algunos sectores del peronismo, por otro lado continuaría con sus propias investigaciones para “satisfacer la ansiedad de millones de habitantes -peronistas o no- que se interrogan permanentemente por el paradero del cadáver”. En una nota de investigación, en la que la novedad la aportaban dos nuevos sitios de localización posible, Bélgica o Sudáfrica, y en ambos, se decía, había recibido “cristiana sepultura”, la revista atribuía importancia a lo que Francisco Manrique, exjefe de la Casa Militar, tuviera para decir sobre la sustracción del cuerpo de Eva24. Recién en 1970, tres meses después de que la organización armada Montoneros secuestrara y asesinara al exdictador Pedro Aramburu imputándole, entre otros crímenes, el del secuestro del cadáver de Evita, Así le hará una extensa entrevista. Realizada en su domicilio particular, habría durado, según el cronista, dos horas y media. Los retratos del entrevistado, habituales en el semanario, fueron ampliamente superados por estruendosas declaraciones muy bien explotadas periodísticamente por Así (ver la imagen 2).

Fuente: Así, 11 de agosto, 1970, 1 (tapa).

Imagen 2 El cuerpo de Eva y las guerrillas en las dos orillas 

En sus “revelaciones”, Manrique descarta los chismes del ultraje -“no se cometió ninguna irreverencia” -, y considera que las historias de los cinco ataúdes es una de las “muchas novelas sobre el tema… [sic]”, pero, especialmente, involucra a la madre de Eva en la desaparición del cuerpo muerto de su hija. En efecto, el funcionario que en ese momento era ministro de Bienestar Social del general Roberto Levingston, no sólo confiesa que él mismo había intervenido por orden del expresidente de facto, Pedro Aramburu, para que sepultaran el cadáver, sino que lo habían hecho a “pedido de la madre de Eva Perón, Juana Ibarguren de Duarte [sic]. La señora pedía que el cuerpo de su hija fuera sustraído de especulación política”25.

Por supuesto que en el número siguiente, el 25 de agosto de 1970, quien habla es la madre de Eva. Las “confesiones” de Juana Ibarguren desmienten con énfasis a Manrique. La novedad no está tanto en sus declaraciones -aunque dice que el cuerpo desapareció el 13 de noviembre de 1955- como en la interacción que Así establece entre ellas y los perfiles que el semanario, al igual que una parte de los peronistas y cierta literatura sociológica, venían realizando de la biografía de Eva Perón. Desde 1966, la publicación venía recortando decididamente un perfil de Eva asociado al sacrificio, la abnegación y el espíritu revolucionario, de una similitud notable con el novel libro de Juan José Sebreli, al que se hará referencia en el próximo apartado. En verdad, Así no era original. En el mismo momento que publicaba la entrevista al “clan Duarte”, comunicados y panfletos eran esparcidos por toda Argentina por diferentes organizaciones del peronismo “reclamando la devolución del cadáver de Eva Perón a 18 años de su desaparición”26. Estos panfletos y estruendos acompañaban el rostro de una Eva combativa y radical, que era la de Sebreli y también la de Así, además de la del peronismo radicalizado. El semanario sumaba, de modo original, “El lento y doloroso vía crucis de Doña Juana”27, que se fundía con el del cuerpo ausente de Eva.

2. Biografías “verdaderas” de una mujer “real”

La imponente visibilidad pública de Eva se nutrió también de biografías que volvían a incursionar en su pasado proponiendo datos desconocidos, develando rasgos previamente silenciados que, en conjunto, construían “la biografía definitiva”. Así, veremos, no estuvo completamente al margen, pero fueron en especial los principales semanarios de información de los años sesenta, Primera Plana y Siete Días Ilustrados, los que ofrecieron las dos series biográficas más significativas28. La composición de ambas sagas resultaba de un híbrido de géneros al que se sumaba la compilación fotográfica, y la cita de autoridad al “biógrafo” o al “sociólogo”. El peso relativo entre texto e imagen variaba notablemente de uno a otro semanario, destacándose la calidad, el poder de sugestión y tamaño de las fotos de Eva Perón en Siete Días Ilustrados, cuyo jefe de fotografía era Francisco Vera (exiliado republicano español, corresponsal también para América Latina de la revista Life)29. Significativamente, la foto icónica de la “Historia del peronismo” de Primera Plana, presente en las notas sobre Eva, es la de Juan D. Perón haciendo su convencional saludo con los brazos en alto y la sonrisa plantada en el rostro.

Esto da una primera pista acerca del sentido subsidiario que adquiere en Primera Plana la construcción de la figura de Eva, tributaria de una interpretación nada novedosa que ancla, por otro lado, en una valoración general del peronismo como régimen totalitario. Otras fotografías en Primera Plana cumplen la función de documentar la actividad de Eva Perón en sus diversas facetas y de retratar a los entrevistados, cuyo testimonio otorga originalidad y credibilidad a la historia (Lilian Lagomarsino de Guardo, Francisco Muñoz Azpiri o Manuel Penella da Silva, por ejemplo).

Por el contrario, en Siete Días Ilustrados la calidad y la edición fotográficas eran su marca distintiva. En su segunda entrega, por caso, se destacaba como “documento exclusivo” un retrato de “Eva en la escuela primaria”, ilustrando con él la portada de la nota (ver la imagen 3). Al final del artículo se presentaba “otra primicia”, anclada en el tema del viaje de Eva a la capital: “su primera fotografía de promoción artística” (ver la imagen 4).

Fuente: “La infancia de Evita”, Siete Días Ilustrados, 1 de agosto, 1967, 18-23

Imágenes 3 y 4. Un “documento exclusivo” y El futuro que aún no llegó 

Fuente: “La infancia de Evita”, Siete Días Ilustrados, 1 de agosto, 1967, 18-23

Imágenes 3 y 4. Un “documento exclusivo” y El futuro que aún no llegó 

Si se atiende a la historia que componen la totalidad de fotografías de esta nota, se “lee” que para la trayectoria de Eva, su primaria inmersión en el paisaje bonaerense -que incluía clientelas de peones de estancia, enrolados con los conservadores, e “indios con lanzas y boina blanca”, prestos al enfrentamiento a favor de su caudillo, Hipólito Yrigoyen- configuraba un pasado relevante30. La publicación de “historias visuales” era una estrategia narrativa habitual en el género de las revistas de periodismo gráfico31. ¿Cómo interactúa este relato visual con el que narra el texto escrito?

“Hija de padre conservador y madre radical, Evita creció frente a las tierras de la tribu de Coliqueo, en la pampa bonaerense”, arranca el copete de esta entrega de la “historia desconocida de Eva Perón”, cuyos “derechos mundiales exclusivos” Siete Días Ilustrados ostentaba reservarse32. El texto comienza con una reconstrucción, en tiempo presente, de un tumulto durante la campaña electoral que llevó a Hipólito Yrigoyen por primera vez a la presidencia de la nación. En los disturbios entre una columna de indios a caballo en desfile por las calles de tierra de Los Toldos (“boinas blancas y lanzas”) y un grupo de conservadores -cuenta el narrador omnisciente del artículo- murió el fotógrafo de “la foto de las lanzas”, la que aparecería “un mes después, en un periódico de Junín”. “El fotógrafo no pudo sacar el tumulto -continúa-. Cayó con un tiro en el pulmón. Y en esa época, un disturbio así no era noticia. Pasaba todos los días”33.

A través de esta escena introductoria, el texto recrea un clima de época con los recursos propios del discurso literario, sugiere un cauce principalmente político -y no psicológico- para interpretar la huella de la infancia en la vida de “Evita” y, por último, incorpora un nivel metadiscursivo al narrar la historia de una de las fotografías (y del fotógrafo con destino trágico, oculto detrás de ella), que integra el dossier visual de la nota. Literatura, historia política y “relato de las peripecias que atravesaban los fotógrafos para obtener dichas fotos” -como ha señalado Gamarnik- no agotan la complejidad de niveles discursivos que componen este artículo sobre Eva Perón. Porque el texto incorpora (además de citarlas explícitamente en determinados parágrafos) tramos enteros de las hipótesis de David Viñas en torno a Eva Perón, publicadas años antes en el semanario Marcha de Montevideo. Así, por ejemplo, cuando a continuación del relato del tumulto con saldo trágico, el narrador prosigue: “Ese clima de tierra de frontera está presente en muchos pueblos bonaerenses durante las primeras décadas del siglo. Y también en la vida de Eva Duarte, que nace en 1919 frente a los campos de la tribu de Coliqueo”34.

¿Estaba el consagrado escritor y crítico literario detrás de la escritura de la saga de Siete Días Ilustrados, o de la de esta nota? O bien, ¿eran los materiales recopilados para su malograda biografía sobre Eva Perón los que el semanario presentaba como fruto de “la pesquisa que durante dos meses ocupó ‘full time’ a un equipo de investigadores, al cual Siete Días Ilustrados encargó develar un enigma apasionante: Cómo era Eva Perón”?35. Excepto que se tratara de un plagio descarado, resulta enigmático por qué la colaboración de David Viñas no habría sido reconocida, como cuando se le atribuye a “un biógrafo” las líneas que decían que Eva “asume el rol emergente de un grupo familiar sumergido […] Su clave reside en ese querer emerger permanente, empecinado y -por contradictorio- profundamente dramático”36.

Escrita, inspirada o en significativa deuda con las ideas y la prosa de este autor, la versión que sobre la infancia de Evita elige dar Siete Días Ilustrados polemiza abiertamente con la tesis del resentimiento como móvil de su biografía, leitmotiv del antiperonismo e hilo conductor de las notas que le había dedicado meses atrás Primera Plana. “¿Qué hay de cierto en torno del resentimiento de Eva Perón por su origen social?”, plantea la revista de la Editorial Abril. Si bien a continuación siguen las primeras citas reconocidas del artículo de Viñas acerca de la extracción social de los padres de Evita (Juan Duarte “se vincula ambiguamente con una jerarquía de estancieros conservadores de la provincia de Buenos Aires”; “por el lado de su madre se inserta en una larga serie de ‘soldaderas’: hijas, madres y abuelas que habían aprendido a soportar solas la dureza de la frontera”37), la respuesta taxativa la da otra autoridad, incorporada en una cita en estilo directo: “Toda esa historia de los traumas de Eva Perón por su origen social me parecen macaneo”. El que opina aquí es Arturo Jauretche, quien cuenta cómo se conocieron los padres de Eva: “Don Juan Duarte, que vivía en Chivilcoy, un día pasó por Los Toldos. Doña Juana Ibarguren era la moza más linda del pueblo. Don Juan se prendó de ella y se la llevó”38.

Lo que sigue es una caracterización de la madre de Eva, que por su argumento, idiosincrasia y lenguaje bien podría ser adjudicada a Jauretche, aunque la revista diluye la referencia: “Una versión asegura que doña Juana tenía gran magnetismo personal y que su influencia política en favor de los radicales era considerable. Así se afirma que por razones políticas doña Juana -hija de un cochero- solía trasladarse a 9 de Julio, General Viamonte y Junín para movilizar con enérgica eficacia al electorado […] Tuvo con Juan Duarte cinco hijos: Elisa, Arminda, Blanca, Eva y Juan. El estanciero los crió y educó a todos. Algunos sostienen que el resentimiento de Eva Duarte hundía sus raíces en las humillaciones de su juventud […]”. La nota cierra con una objeción de Jauretche: “¿Hasta qué punto ser hijo natural era un hecho tan vergonzante y excepcional en la campaña bonaerense?”39.

La opinión del popular ensayista (autor, en 1966, del bestseller El medio pelo en la sociedad argentina) aparecía entonces compaginada por Siete Días Ilustrados en continuidad con las citas de Viñas, destacándose de esa manera la impronta política heredada por la niña Eva de los padres (la militancia radical de Juana Ibarguren y la inclinación por los conservadores de Duarte) y, también, la huella en su carácter del paisaje de la campaña bonaerense y de la frontera, en lugar de la supuesta humillación causada por su origen ilegítimo. Cuando este tópico aparece en la nota, es a partir de la glosa del reciente libro sobre Eva Perón de Juan José Sebreli. “Allí [en el velorio del padre], afirma Sebreli, soportando las humillaciones de las hijas legales de su padre que no quieren dejar entrar a las ilegales, Eva Duarte hace experiencia de su marginalidad, descubre la existencia de una legalidad de la que está excluida”40. En la interpretación del afamado escritor, la bastardía de Eva -y allí echaba mano del análisis de Jean-Paul Sartre- componía un “tipo psicológico” que era condición para “ver al desnudo cosas que los demás tratan de ocultarse”41. La carencia se convertía en potencia, constituyendo esta una de las principales innovaciones que Sebreli aporta a la biografía de Eva Perón42, y que Siete Días Ilustrados propaga.

Resulta a esta altura evidente que existía una fluida circularidad cultural en la Buenos Aires de la larga década del sesenta: textos escritos en sede intelectual, que circulaban en formato de libro o de artículo, y cuya factura los habría confinado en la década previa a circular solamente entre públicos más restringidos (como el semanario Marcha de Montevideo), eran ahora rápidamente metabolizados y, al mismo tiempo, consagrados por las nuevas revistas de público masivo. Tanto Siete Días Ilustrados como Primera Plana -y también Así- abrevaron en indagaciones biográficas precedentes, de tono más o menos convencional, de mayor o menor empatía con Eva, e interactuaron de modo diverso con los mitos preexistentes acerca de su figura. En ese sentido, si el recurso a la cita de autoridad actualizada era común a estos distintos medios gráficos, un segundo elemento formal -además de la edición fotográfica- los distinguía entre sí: la secuencia a través de la cual estaba hilada la trayectoria de Eva.

Si se contrastan principio y fin en cada una de ellas, se advierte cómo, por un lado, la acumulación de poder, y, a través de ella, la venganza por las humillaciones del pasado -es decir, la tesis del resentimiento articuladora de la leyenda negra acerca de Eva Perón- son el hilo conductor que otorga sentido a la serie de Primera Plana, que comienza por un capítulo dedicado a “Evita en Europa”, y cierra con el último, titulado “Jefa espiritual de la nación”. En ese primer capítulo, el viaje es interpretado como metáfora de las fantasías de autoglorificación, como fruto del deseo de Eva de verse reverenciada por presidentes de países que sabe más importantes que el suyo43. A su turno, los párrafos finales del último capítulo recrean la agonía física inocultable de los meses previos a su muerte, en paralelo con el relato de los preparativos para la explotación política del inminente deceso, organizada por el Gobierno “a sus espaldas” (la convocatoria de un experto en embalsamamiento, el espectáculo pomposo del funeral)44. El arco cubierto, por tanto, de la primera a la última nota de la serie de Primera Plana va de la acumulación de poder por Evita a la acumulación de poder por el régimen a través de Eva.

En sentido divergente, Siete Días Ilustrados tiene al mito de Eva, a la “humanización del mito” de quien -se asume- “le importa mucho a los argentinos”, como vector estructurante de la serie45. La primera nota presenta en su texto escrito al “enigma” Eva, mientras que en otro registro (el visual) da cuenta, a través del tamaño y la calidad de las fotografías, del magno funeral, connotando de esa manera la grandeza del personaje. En tanto, en el balance de la última entrega de la serie, titulada “El mito Eva Perón”, la redacción retoma párrafos del ensayo de Sebreli en los que se interpreta la autotransformación de Eva como vía para la transformación del destino de las mujeres argentinas: “En la medida en que se cambió a sí misma, cambió a las mujeres de su país”, dice el extracto del “sociólogo”, reproducido en el semanario46. Antes del cierre de la nota, Siete Días Ilustrados presenta a “un testigo inédito y exclusivo”: la mucama, Irma, cuya credibilidad se encomiaba pues había estado “junto a Eva desde el instante que entró en la residencia como esposa del presidente, hasta el día de su muerte”. La revista parecía entender que así cumplía la promesa de ofrecer una visión humanizada del mito47. Al final, esta última nota se refiere al tema del cadáver ocultado, reforzando con ello la tonalidad evitista que permea la serie.

Los capítulos de la historia de Siete Días Ilustrados, y, también, como se verá, la tardía biografía que publicará Así, se abren camino siguiendo lo que Bourdieu llama la “ilusión biográfica”, comenzando por la infancia, siguiendo por su transformación en actriz y su encuentro con Perón, respetando en ese sentido la secuencia propuesta por los recientes trabajos de Sebreli y Viñas, sobre todo el del primero. En Primera Plana, en cambio, las mismas citas de autoridad funcionaban de modo distinto. De Sebreli, por caso, se citaban fragmentos en los que se detallaba la vestimenta que usaba Eva Perón en la época del viaje a Europa: “En ese período luce complicados peinados y exhibe un variado guardarropas donde se amontonan los tapados de visón”48. De Viñas se extraía la idea de la necesidad compensatoria y de purificación, como síntesis del significado de su viaje europeo. Si la apropiación por Siete Días Ilustrados de estos autores parecería que ha calado en la propia estructura de la serie que sigue la secuencia de la biografía (y así refuerza la empatía con el personaje), en cambio, en Primera Plana las incorporaciones de uno y otro son mucho más fragmentarias y se adosan a una trama de sentido que no sigue la trayectoria de vida como drama de autotransformación (Sebreli) o compensación (Viñas), sino que la narración arranca con el viaje a Europa y, se observa, postula una secuencia cuyo eje son la acumulación de poder y la venganza.

La Eva de Siete Días Ilustrados -si se retoma el balance al final de la saga, inspirado en la lectura feminista de Sebreli- converge con otras mujeres retratadas por la revista. De esa manera, protagoniza un nuevo desplazamiento que, a través de la puesta en serie con esos otros “casos” femeninos de la cultura y la política de masas de los años sesenta (como Jacqueline Kennedy, la hija de Stalin, Isabel Sarli o Rita Pavone), repolitiza su figura en un sentido inédito en décadas previas: vaya hacia o provenga del seno del poder o del espectáculo, esta mujer moderna elige y construye un rumbo para sí misma que deja una huella en un mundo dominado por los hombres49. Formulada, en suma, con el explícito afán de disolver el “mito” a través de un relato humanizador, la saga de Siete Días Ilustrados no hizo sino propalar un mito movilizador centrado en Evita como mujer moderna y revolucionaria. Es esta Eva, a tono con los discursos modernizadores acerca del rol de la mujer en la sociedad y en las relaciones con los varones50, la que también construye Así en el cambio de década.

En efecto, si, como se observa a partir de 1966, las breves semblanzas biográficas que le dedicó el semanario insistían en el carácter abnegado y revolucionario de su acción de gobierno, no escapaban al sesgo tradicional y conservador en la recreación de los vínculos posibles de ser establecidos entre los géneros. En 1971, en cambio, cuando Así publique su biografía de Eva, irá más allá. En el número del 13 de mayo de ese año, y ordenado en una secuencia similar a la serie de Siete Días Ilustrados -de la cual, por cierto, copia párrafos enteros sin aclararlo-, el pensamiento y la acción revolucionarios de Eva son los que guiaron, y guiarán, a las multitudes hacia el camino de la liberación, con lo que el semanario de García potenciaba el mito revolucionario en torno de Eva ya presente en diversos segmentos del peronismo. Autodefinido como un “documento histórico que servirá para que las nuevas generaciones conozcan la trayectoria y las ideas de Eva Perón, y para quienes vivieron contemporáneamente a ella, conserven un material de permanente interés”, las 32 páginas de esa edición se inician y culminan con una misma interrogación: “¿qué significación política tuvo Eva Perón y cuál es su proyección histórica?”51.

Las incursiones en el pasado abandonaron aquí la búsqueda de la primicia y el espíritu revelador, y se apoyan generosamente en Sebreli -con citas explícitas o no-, en La razón de mi vida -que en ocasiones denomina “Sus memorias”-, en los discursos de la extinta, en las “investigaciones de Así”, y en sus propias convicciones. Si una vez más, y de la mano de Sebreli, la “infancia difícil en Los Toldos” opera en la autotransformación posterior, Eva “nace ese 22 de enero de 1944”, cuando conoce a Perón en el Luna Park. Anclada en el relato de la propia Eva -“Mi día maravilloso”-, fueron, sin embargo, los días de octubre de 1945 los que encendieron su chispa revolucionaria. Si el casamiento con Perón refuerza su “día maravilloso”, la prisión de Perón -que, por supuesto, entristece a Eva- no doblega su valor. Es aquí, entre el 12 y el 17 de octubre de 1945, cuando se produce el nacimiento de esta biografía política de Eva que ofrece Así. Fue ella quien comenzó a movilizar a “la enorme masa peronista”, fue ella la que primero comprendió que “defender a Perón era defender la causa del pueblo”, fue ella la que se “largó a la calle buscando a los amigos”. Copiando textualmente párrafos de La razón de mi vida, y de la nota sobre “Evita y el 17 de octubre” de Siete Días Ilustrados, el semanario de García suma a Domingo Mercante, Cipriano Reyes, Mariano Tedesco y otros dirigentes sindicales que acompañan a Eva y colaboran con las decisiones que ella toma. Este perfil se impondrá al de “Primera Dama” o al relatado en el apartado “de Junín a Europa”.

En estos roles que Eva no elige y le son impuestos, en cuanto esposa del presidente, conviven, sin embargo, la pompa -de su ropa, de los anfitriones- y su permanente elección por los pobres. En su gira internacional, que Así erróneamente data en 1948, siempre encuentra espacio para mostrarse “junto a los humildes”. Es aquí donde emerge “lo que era fundamentalmente Evita: una mujer revolucionaria”. Como “abanderada de la mujer” en suelo argentino y a través del retrato de su “pensamiento y la acción”, “la compañera Evita” que compone Así no se limita a conceder el voto femenino, no se agota en la creación de un policlínico o una escuela, sino que, especialmente, es quien muestra -a la mujer, a los pobres- “la opresión y el camino de la liberación”. Una selección de discursos combativos de Eva avala este perfil revolucionario que las imágenes modelan, por su parte, documentando el cotidiano contacto con unos y otros sectores del movimiento obrero, las mujeres, los niños, los sectores populares (ver la imagen 5).

Fuente: “Pensamiento y acción de la compañera Evita”, Así, 13 de mayo, 1971, 22-23.

Imagen 5 La “pasión de Evita” 

En su tapa, Así sostiene que las fotografías “reflejan la intensa actividad y pasión de Evita”, pero más que reflejo de la acción, más que soporte de la crónica del semanario, las fotos proponen una historia visual claramente anclada en la preeminencia de Eva, incluso por encima de Perón. El título de esta edición biográfica, “El gobierno de Evita”, si bien relativizado en el primer párrafo de la nota52, está en sintonía con el importante despliegue visual en el que, además de una Eva casi siempre sonriente, se destaca en primer plano, activa y arrolladora. Generalmente rodeada por las multitudes, la transformación que Eva propone no reniega, sin embargo, de los escenarios íntimos y de ciertos valores tradicionales. El acápite titulado “El renunciamiento” muestra una foto de Eva a página entera, en un decorado “burgués”: una mesa con una lámpara y dos sillones. Sentada en uno de ellos, Eva, de semiperfil, posa sonriente, feliz, cosiendo (ver la imagen 6).

Fuente: “El renunciamiento”, Así, 13 de mayo, 1971, 4.

Imagen 6 “Una muchacha sencilla” 

El epígrafe se pregunta y responde:

“¿Cómo era Evita en la intimidad de su hogar? Este es uno de los pocos documentos gráficos sustraídos a la ‘inquisición’ que siguió al derrocamiento del gobierno peronista, donde vemos a la Evita que el pueblo humilde supo ver, porque era ésta su verdadera imagen: una muchacha sencilla con los mismos afanes hogareños que centenares de muchachas argentinas. Por esto, tal vez, conoció el lenguaje de los desposeídos y les entregó su mensaje revolucionario, una propuesta que vivirá eternamente en el corazón y el pensamiento de millones de hombres y mujeres que siguen anhelando una vida mejor”53.

Tomando distancia de las breves semblanzas que el semanario había publicado previamente54, en 1971 la trama biográfica no se recuesta sólo en la autotransformación sino que aspira además a la transformación social, en sintonía con las propuestas que, en una coyuntura política muy conflictiva y compleja, planteaban las agrupaciones peronistas radicalizadas. Para los jóvenes miembros de estas agrupaciones, las “nuevas generaciones” a las que Así imaginaba como público, y también para quienes se oponían a ellos, parecía ser necesario volver a contar la historia y mostrar que, desde su centro, la figura de Eva Perón legitimaba ese anhelo transformador.

Conclusiones

Lejos de confinarse en las diferentes agrupaciones peronistas, la riquísima trayectoria póstuma de Eva Perón debe explorarse desde un punto de vista múltiple que abarque la dinámica interrelacionada de la política, la cultura de masas y el campo periodístico. En paralelo, y en ocasiones en interacción con los homenajes que cada 26 de julio se realizaban en su memoria, la prensa masiva invocó a Eva explotando en especial dos tópicos: el paradero del cadáver y la construcción biográfica. Como aquí se demostró, principalmente el semanario Así, desde su aparición en octubre de 1955, ofreció de manera sistemática sus páginas para que distintos actores reclamaran la devolución del cuerpo. Si, como se ha dicho repetidas veces, quizás de forma exagerada, el “enigma del cadáver de Eva fue el acontecimiento político más importante” entre 1955 y 197155, también se ofrecía como una perla, como un diamante en bruto, que podía ser pulido y moldeado por los medios de comunicación. Así convirtió en espectáculo sus narrativas post mortem sobre Eva Perón, mientras que el relato sobre el derrotero del secuestro y reclamo por la restitución del cuerpo se acopló a una estructura narrativa, encuadres y formatos que la revista mantuvo y repitió para los temas más diversos.

A la par, si las historias sobre el destino del cuerpo ausente se apropiaron de los recursos que modelaron las narrativas de la revista -primera persona, el mecanismo de espera y el acertijo para generar atención y suspenso, la primicia apoyada en investigaciones propias, la búsqueda de empatía con el lector y el entrevistado, etcétera-, buscaron credibilidad recreando y mezclando expectativas sociales sobre el tratamiento de los cuerpos muertos, símbolos y espacios políticos conocidos por el gran público, y versiones que habían alimentado previamente tanto las representaciones peronistas como las antiperonistas sobre los poderes -políticos y sexuales- de la muerta. La competencia intermediática dinamizó y al mismo tiempo modeló, al menos parcialmente, estas historias. La recurrencia con que Así trataba “el enigma del cadáver” interactuó con las biografías sobre Eva. Primera Plana, Siete Días Ilustrados, y también Así, se recostaron, enfatizaron o relegaron diferentes aspectos de la vida real e imaginada -tanto pública como privada- de Eva. Al mismo tiempo, dialogaron con, y confrontaron de distinto modo, biografías que intelectuales habían producido y estaban produciendo en el momento de estas publicaciones.

En efecto, Así, Primera Plana y Siete Días Ilustrados muestran una notable circularidad y mezcla cultural: textos sobre Eva en particular o sobre el peronismo en general que circulaban en formato de libro o de artículos especializados -a priori pensados para un público más restringido- eran citados como fuentes de autoridad o refutados, rápidamente apropiados y, a su vez, consagrados por revistas, periódicos o semanarios destinados a un público masivo. Partes enteras de estos trabajos se articulaban con rumores y versiones pretéritos que venían a ofrecer, a su turno, un nuevo relato, que siempre era presentado como definitivo y objetivo. La presencia post mortem de Eva Perón en la cultura de masas nutrió memorias sobre su figura que, lejos de despolitizarla, contribuyeron de manera disímil a su permanencia indeleble en las disputas y los discursos políticos y culturales de la Argentina de la segunda mitad del siglo XX.

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Cómo citar: Ehrlich, Laura y Sandra Gayol, “Las vidas post mortem de Eva Perón: cuerpo, ausencia y biografías en las revistas de masas de Argentina”. Historia Crítica n.° 70 (2018): 111-131, https://doi.org/10.7440/histcrit70.2018.06

* Las autoras agradecen los comentarios de Isabella Cosse y Gabriel Quirici. Este artículo es parte de una investigación más amplia y cuenta con financiación del Conicet.

1Beatriz Sarlo, La pasión y la excepción. Eva, Borges y el asesinato de Aramburu (Buenos Aires: Siglo XXI, 2004), 24.

2Se entiende por cultura de masas un sistema dinámico de producción y de difusión que puede contener elementos tradicionalmente definidos como populares, pero lo suyo es la combinación de prácticas y el desarrollo de sistemas de producción y difusión modernos; en Graciela Montaldo, Museo del consumo. Archivos de la cultura de masas en la Argentina (Buenos Aires: FCE, 2016), 15.

3La enorme cantidad de información que se generó cuando apareció el cuerpo, y hasta la repatriación, será objeto de otro estudio.

4Las referencias sobre Así se obtuvieron del Documental Negro sobre blanco. Encuentro, <http://www.encuentro.gob.ar/programas/serie/8515>, consultado el 8 de mayo de 2017. Las autoras agradecen a Mariano Petrecca por haberles facilitado las reproducciones digitales de este diario. Información sobre el complejo periodístico de García en: Héctor Ricardo García, Memorias en fuga. Una catarsis del pasado para sanar el presente (Buenos Aires: Sudamericana, 2013). El criterio de selección del corpus ha atendido a la importante tirada de las tres publicaciones estudiadas, y a los diferentes públicos a los que cada una de ellas buscaba interpelar.

5Isabella Cosse, Mafalda: historia social y política (Buenos Aires: FCE, 2014), 37. Cursivas del documento original.

6Gente y la Actualidad, publicada desde julio de 1965 por editorial Atlántida, estaba orientada especialmente al espectáculo y la farándula vernácula.

7Eugenia Scarzanella, Abril. Un editor italiano en Buenos Aires, de Perón a Videla (Buenos Aires: FCE, 2016), 168-169, 171, 174, 176. Para 1974 se calculaban un millón de lectores, entre 25 y 44 años, casi la mitad con título universitario. Sobre revistas ilustradas de los años sesenta, véase también Cora Gamarnik, “La fotografía de prensa en Argentina durante la década del 1960: modernización e internacionalización del periodismo gráfico”. Revista Photo & Documento n.° 2 (2016).

8Hugo Vezzetti, “El cuerpo de Eva Perón”. Punto de Vista. Revista de Cultura n.° 58 (1997): 4.

9Sobre los mitos de Evita: “En uno es la santa adorada que sacrificó su vida por los pobres; en otro, la ambiciosa parvenue que utilizó su poder para satisfacer su insaciable sed de revancha”, en Marysa Navarro, “Evita y la crisis del 17 de octubre de 1945: un ejemplo de la mitología peronista y antiperonista”, en El 17 de octubre de 1945, compilado por Juan Carlos Torre (Buenos Aires: Ariel, 1995), 149. De la misma autora, Evita (Buenos Aires: Edhasa, 2005), 329-335. Un análisis antropológico de estas mitologías, sumada la de Eva revolucionaria, en Julie Taylor, Eva Perón. The Myths of a Woman (Chicago: University of Chicago Press, 1979). Una mirada de género sobre las narraciones literarias, en Viviana Plotnik, Cuerpo femenino, duelo y nación. Un estudio sobre Eva Perón como personaje literario (Buenos Aires: Corregidor, 2003).

10“Funeral en Quilmes”, Crónica, 22 de julio, 1964, 4.

11Se usa “chisme” para hacer referencia a apreciaciones con un alto contenido moral y especialmente sexual. En: Max Gluckman, “Gossip and Scandal”. Current Anthropology 4, n.º 3 (1963): 307-316. Los rumores son teorías alternativas, relaciones de causa y efecto que, en este caso, intentan resolver el interrogante del robo del cuerpo, su conservación u otros enigmas puntuales. En: Arlette Farge y Jacques Revel, Logiques de la foule 35: l' affaire des enlèvements d'enfants (París: Hachette, 1988), 22. Los rumores se transformaban en “versiones” cuando eran legitimados y difundidos por los medios de comunicación como una hipótesis posible, al menos por un tiempo.

12En 1955 y 1956, Así se refería al peronismo con un lenguaje a tono con el del antiperonismo: “régimen depuesto”, “dictador”, “la extinta”. Algunas imágenes, predominantes en relación con el texto escrito, remiten a la demolición y la hecatombe, simbolizando la caída del gobierno. Mariano Petrecca sostiene que el semanario pasó de tildar a Perón de “dictador libidinoso”, a ofrecer una representación menos negativa, en especial, a partir de la victoria de Arturo Frondizi en las elecciones de 1958. “‘Las mujeres de Perón’: política y sensacionalismo en la revista Así (1955-1962)” (ponencia presentada en Jornada “La política, las letras y los debates historiográficos en la Argentina del siglo XX”, Argentina, 18 de noviembre, 2016).

13“Los restos de Eva están sepultados en Santiago del Estero”, Así, 10 de septiembre, 1957, 3.

14“Los chilenos están”, 4.

15“Debe ser entregado el cadáver de Evita”, Así, 22 de diciembre, 1958, 1.

16“No descansaré hasta que aparezca el cuerpo de Eva Duarte”, Así, 22 de diciembre, 1958, 3.

17“No descansaré”, 3. Las sospechas sobre la autenticidad del cuerpo de Eva empezaron a propagarse el día que comenzó su funeral, el 27 de julio de 1952. Elaboraron este tema desde la ficción, entre otros: Jorge Luis Borges, “El simulacro”, en El hacedor (Buenos Aires: Emecé, 1960), 1, y Rodolfo Walsh, “Esa mujer”, en Los oficios terrestres (Buenos Aires: Jorge Álvarez, 1965), 1-4. Un análisis de esta literatura en Paola Cortés Rocca y Martín Kohan, Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón: cuerpo y política (Rosario: Beatriz Viterbo, 1998), 69-109. Sobre los ejes en torno a Eva —enfermedad/muerte/velorio y destino del cadáver— diseñados en la ficción: Ana María Amar Sánchez, “Evita: cuerpo político/imagen pública”, en Evita. Mitos y representaciones, editado por Marysa Navarro (Buenos Aires: FCE, 2002), 43-64.

18El número del 10 de noviembre de 1957 titulaba: “Los pueblos de América preguntan dónde está el cadáver de Evita” y “Bárbaros, bárbaros, bárbaros”, donde se hablaba de la profanación de los cadáveres en la historia, y del robo y profanación del de Eva.

19“Los restos de Eva”, 1.

20“Los restos de Eva”, Así, 5 de enero, 1959, 2.

21“El nacimiento formal del Nuevo Partido Justicialista”, Crónica, 26 de julio, 1964.

22Mariano Grondona, “Eva Perón”, Primera Plana, 3 de agosto, 1965, 7.

23“La biografía de Eva estaba aún por escribirse”, afirmaba Así, mientras cuestionaba el afán denigratorio —en un ejemplo de circulación cultural— de libros como Eva la predestinada, de Ramón Lombille, y La mujer del látigo, de Mary Main, “Eva Perón. A trece años de su muerte sigue viva en el recuerdo de su pueblo”, Así, julio, 1965, 2.

24“El misterio del cadáver de Evita”, Así, julio, 1965, 4.

25“Las revelaciones de Francisco Manrique”, Así, 11 de agosto, 1970, 2.

26Véase: Así de agosto de 1970 y, también, Crónica de julio y agosto del mismo año.

27“Reportaje a la madre de Evita”, Así, 25 de agosto, 1970, 16-17.

28Los capítulos sobre Evita dentro de la “Historia del peronismo” comprendieron nueve entregas, que salieron entre el 6 de diciembre de 1966 y el 31 de enero de 1967. Vale mencionar que el segundo capítulo de la serie general había estado dedicado al ingreso de Eva a la escena política. “Eva Duarte en escena”, Primera Plana, 22 de junio, 1965, 46-50. La saga de Siete Días Ilustrados apareció entre el 25 de julio y el 12 de septiembre de 1967.

29Gamarnik, “La fotografía de prensa”.

30Además de la “clásica fotografía de fin de curso” (de la cual el retrato de Eva escolar de la imagen 3 parece ser un recorte), se presenta en la nota una foto de un nutrido grupo masculino “de cuando los asados eran mitines políticos” —como reza el epígrafe—, y otra con una larga formación de jinetes en una calle del pueblo, “indios con lanzas y boina blanca, como los que Eva alcanzó a ver”. El conjunto de fotos de archivo remite a un pasado que impregna las imágenes por la baja calidad de las reproducciones, y que contrasta con la nitidez de la foto de Eva actriz (imagen 4), que evoca la idea de un futuro de modernidad y promesa.

31Gamarnik, “La fotografía de prensa”.

32“La infancia de Evita”, 18.

33“La infancia de Evita”, 18-19. La foto aludida es la reproducida en esta nota de Siete Días Ilustrados, 20.

34“La infancia de Evita”, 19. La tercera de las “14 hipótesis de trabajo en torno a Eva Perón” de Viñas publicadas en Marcha se titula “La frontera en la vida cotidiana”, donde el escritor plantea, tras describirlo con las mismas palabras que las arriba citadas, que “Ese es el escenario que sirve de punto de partida a Eva Duarte (…(: la partera de su madre es una india, uno de los testigos de su nacimiento está casado con una india y su formación transcurre entre los desfiles de esos ‘aborígenes’ (como los designan las fotografías de entonces) de a caballo, vestidos de saco y corbata y enarbolando enormes lanzones y una boina blanca en la cabeza”. David Viñas, “14 hipótesis de trabajo en torno a Eva Perón”, Marcha, 23 de julio, 1965, 23, revisado en “Publicaciones periódicas del Uruguay”, Anáforas, consultado el 29 de enero de 2016, <http://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/2127>.

35“La historia desconocida de Eva Perón”, Siete Días Ilustrados, 25 de julio, 1967, 20. Que otras revistas de circulación masiva también se hacían eco de este tipo de proyectos queda reflejado en el reportaje a David Viñas de Confirmado, ya citado, y en las referencias a las investigaciones de Viñas y de Sebreli en Primera Plana.

36“La infancia de Evita”, 23. La cita textual sin aclaración de autoría procede de la sexta hipótesis de Viñas en torno a Eva Perón. David Viñas, “14 hipótesis de trabajo”, 23, apartado “6. Rol y proyecto”.

37“La infancia de Evita”, 19-20 (donde se reproduce el punto 2 de las “14 hipótesis de trabajo”, ya mencionadas).

38“La infancia de Evita”, 20.

39“La infancia de Evita”, 20

40El fragmento citado en “La infancia de Evita”, 20, textualmente procede de Juan José Sebreli, Eva Perón, ¿aventurera o militante? (Buenos Aires: Siglo Veinte, 1966), 27.

41Sebreli, Eva Perón, 30.

42Véase Laura Ehrlich, “El mito revolucionario de Eva Perón en los años sesenta: política, cultura y mercado editorial”, en La Argentina como problema. Una historia del pensamiento social en Argentina del siglo XX, editado por Carlos Altamirano y Adrián Gorelik (Buenos Aires: Siglo XXI, 2018).

43“Evita en Europa”, Primera Plana, 6 de diciembre, 1966, 36-38.

44“Jefa espiritual de la nación”, Primera Plana, 31 de enero, 1967, 33-35.

45“La historia desconocida de Eva Perón”, 20.

46“El mito Eva Perón”, Siete Días Ilustrados, 12 de septiembre, 1967, 50.

47“El mito Eva Perón”, 51.

48“Evita en el gobierno”, Primera Plana, 20 de diciembre, 1966, 70-72.

49Esta repolitización puede contraponerse a la despolitización de Eva en la filmografía de los años noventa del siglo pasado. Sobre la filmografía: Nina Gerassi-Navarro, “Las tres Evas: de la historia al mito en cinemascope”, en Evita. Mitos y representaciones, editado por Marysa Navarro (Buenos Aires: FCE, 2002), 65-100.

50Sobre los sentidos de la mujer moderna en otra de las revistas de la Editorial Abril, véase Isabella Cosse, “Claudia: la revista de la mujer moderna en la Argentina de los años sesenta (1957-1973)”. Mora 17, n.° 1 (2011).

51“El gobierno de Evita. Su obra, su muerte y su significado político”, Así, 13 de mayo, 1971, 1 y 30.

52“Si decimos el gobierno de Evita no lo hacemos con el ánimo (porque faltaríamos a la verdad histórica) de descubrir un ‘gobierno aparte’ [sic] dentro del movimiento que reconoció un solo líder: el del coronel Juan Domingo Perón”, “El gobierno de Evita”, 2, negritas del original. Unos días antes, la revista había publicado “El gobierno de Perón. Informe exclusivo de 10 años de poder y gloria”, Así, 4 de mayo, 1971. Acerca del doble poder en el gobierno peronista, véase Navarro, Evita, y Carolina Barry, Evita capitana. El Partido Peronista Femenino: 1949-1955 (Caseros: Eduntref, 2009).

53“El gobierno de Evita”, 24.

54Estas se caracterizaban por elipsis acerca del pasado infantil y la ascendencia de Evita. Era el “destino” lo que la había unido a Perón, y era este quien la seducía. Era la vocación artística, y no su ambición, la que la había llevado a Buenos Aires. En 1971, estos tópicos se mantienen ligeramente modificados y se yuxtaponen a un conglomerado de acciones y pensamientos que se mezclan para construir un perfil de revolucionaria.

55“Homenajes a Eva Perón”, Crónica, 26 de julio, 1966.

Recibido: 19 de Septiembre de 2017; Aprobado: 19 de Febrero de 2018

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