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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.81 Bogotá jul./set. 2021  Epub 25-Ago-2021

https://doi.org/10.7440/histcrit81.2021.05 

Tema abierto

Cuarto Congreso de la Cultura Negra de las Américas (1989-1991). Condicionantes históricos y tensiones epistémicas de un congreso fallido*

The Fourth Congress of Black Culture in the Americas (1989-1991): Historical Conditioning Factors and Epistemic Tensions of a Failed Congress

Quarto Congresso da Cultura Negra das Américas (1989-1991). Limitações históricas e tensões epistêmicas de um congresso fracassado

Silvia Valero** 

**Universidad de Cartagena, Colombia Profesora asociada y directora del programa de Lingüística y Literatura de la Universidad de Cartagena (Colombia). Doctora en Literatura por la Université de Montréal (Canadá), magíster en Literatura por la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia) y licenciada en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Últimas publicaciones: “Los negros se toman la palabra”. Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas: debates al interior de comisiones y plenarias (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana/Universidad de Cartagena, 2020); “Amir Smith Córdoba y la revista Negritud. Contrapuntos por el lugar del negro en la historia”, Revista Memorias, n.º 42 (2020): 146-170, doi: https://doi.org/10.14482/memor.42.326; “Metatexto e interepisteme: democratizando el conocimiento”. Mitologías Hoy, vol. 19 (en línea): 109-121, doi: https://doi.org/10.5565/rev/mitologias.510. svalero@unicartagena.edu.co


Resumen.

Objetivo/Contexto:

El texto se propone analizar el periodo final del proyecto del Cuarto Congreso de la Cultura Negra de las Américas y el proceso por el cual acontecimientos históricos de un lado y otro del Atlántico, como el quinto centenario del “descubrimiento” de América, reclamos contra el apartheid, la apertura de la Comunidad Económica Europea y el giro multicultural de América Latina, se constituyeron en sus condiciones de posibilidad a la vez que limitaron su realización.

Metodología:

Con la historia intelectual como herramienta metodológica de la microhistoria, el artículo se interna en el juego de poderes, y en las tensiones y contradicciones que esto supuso entre agencias financiadoras e intelectuales negros, y entre estos mismos a la hora de definir los fundamentos filosóficos e históricos de lo que debía ser el congreso.

Originalidad:

El artículo constituye un aporte en términos analíticos, tanto por el enfoque transnacional como por el análisis cruzado de fuentes primarias inexploradas por los investigadores.

Conclusiones:

los actores sociales -agencias, instituciones, individuos como actores políticos- asumieron diversas lógicas de participación que no fueron el conjunto coherente y homogéneo que se esperaba. Organismos no gubernamentales como la Unesco y la Fundación Mitterrand desempeñaron un papel fundamental en lo que se vislumbró para la concreción del evento, así como en su propia cancelación.

Palabras clave: Abdias do Nascimento; agencias financiadoras; Cuarto Congreso; intelectuales negros; Manuel Zapata Olivella

Abstract.

Objective/Context:

The paper aims to analyze the final period of the project of the Fourth Congress of Black Culture in the Americas and the process by which historical events on both sides of the Atlantic-such as the fifth centenary of the “discovery” of America, claims against the apartheid, the opening of the European Economic Community, and the multicultural turn of Latin America-constituted their conditions of possibility at the same time of limiting their realization.

Methodology:

With intellectual history as a methodological tool for microhistory, the article examines the power game and the tensions and contradictions that this entailed between-and within-funding agencies and black intellectuals when defining the philosophical and historical foundations of what the congress should be.

Originality:

The article makes a contribution in analytical terms, through its transnational approach, as well as a cross-analysis of primary sources unexplored by researchers.

Conclusions:

Social actors-agencies, institutions, individuals as political actors-adopted different logics of participation that were not as coherent and homogeneous as expected. Non-governmental organizations, such as the unesco and the Mitterrand Foundation, played a fundamental role in what was envisioned for the realization of the event, as well as in its cancellation.

Keywords: Abdias do Nascimento; Black intellectuals; Fourth Congress; funding agencies; Manuel Zapata Olivella

Resumo.

Objetivo/Contexto:

Neste texto, propõe-se analisar o período final do projeto do Quarto Congresso da Cultura Negra das Américas e o processo pelo qual acontecimentos históricos de um lado e de outro do Atlântico, como o quinto centenário do “descobrimento” da América, as reivindicações contra o apartheid, a abertura da Comunidade Econômica Europeia e a virada multicultural da América Latina se constituíram em suas condições de possibilidade ao mesmo tempo que limitaram sua realização.

Metodologia:

Com a história intelectual como ferramenta metodológica da micro-história, este artigo se insere no jogo de poderes e nas tensões e nas contradições que isso supôs entre agências financiadoras e intelectuais negros, e entre esses mesmos no momento de definir os fundamentos filosóficos e históricos do que devia ser o congresso.

Originalidade:

O artigo se constitui de uma contribuição em termos analíticos, tanto pela abordagem transnacional quanto pela análise cruzada de fontes primárias inexploradas pelos pesquisadores.

Conclusões:

Os atores sociais - agências, instituições, indivíduos como atores políticos - assumiram diversas lógicas de participação que não foram o conjunto coerente e homogêneo que era esperado. Organizações não governamentais como a Unesco e a Fundação Mitterrand desempenharam um papel fundamental na maneira na qual o evento foi concebido bem como em seu encerramento.

Palavras-chave: Abdias do Nascimento; agências financiadoras; Quarto Congresso; intelectuais negros; Manuel Zapata Olivella

Introducción

Los Congresos de la Cultura Negra de las Américas (ccna) constituyeron un proyecto internacional iniciado en 1976 por Manuel Zapata Olivella con la Conferencia Preparatoria en Cartagena1, mediante la Fundación Colombiana de Investigaciones Folklóricas, el recién reinaugurado Centro de Estudios Afrocolombianos y la Asociación Cultural de la Juventud Negra Peruana. Con sus tres ediciones, en 1977 (Cali), 1980 (Panamá) y 1982 (São Paulo), los congresos fueron los primeros grandes acontecimientos internacionales en América Latina que reunieron a intelectuales, científicos, investigadores empíricos, artistas y académicos de América y otros lugares del mundo, con el objetivo de reflexionar y debatir el presente de los descendientes de africanos y sus contribuciones a la construcción de las Américas en materia cultural y social. La meta era impulsar estrategias de concientización y cambios2.

Estos tres congresos no fueron material de investigación académica como acontecimientos históricos durante mucho tiempo. Las razones más inmediatas de su rescate en las últimas décadas3 se hallan en el giro multicultural que dio Latinoamérica desde fines de los años 1980, el proceso de etnización de los movimientos negros y la consecuente transformación epistémica en las ciencias sociales y humanas, que impulsaron una mirada renovada desde el punto de vista conceptual. Entrados los años 1990, pues, se buscó subvertir el discurso y el conocimiento sobre el afrodescendiente4 en la historia de América Latina. En ese marco, desde una mirada que otorgara protagonismo a los descendientes de africanos, se convirtieron en hechos históricos acontecimientos que hasta el momento no existían como tales y, sobre todo, cambiaron los términos para hablar de esta población5.

El Cuarto Congreso (cc) no llegó a realizarse a pesar de que su Junta Directiva Permanente (Manuel Zapata Olivella, presidente del Primer Congreso; Gerardo Maloney, del segundo, y Abdias do Nascimento, del tercero) lo intentó durante casi diez años. Desconociendo esto, los investigadores han asumido que el proyecto fue abandonado, sin más, luego de la invasión de Estados Unidos a Grenada (1983), sede elegida para el cuarto encuentro en 1984. Es por ello que, de la misma manera que Carlo Ginzburg6 se preguntaba cuál podría ser la importancia, en un plano general, de las ideas y creencias de individuos marginales considerados aisladamente, nos interrogamos cuál podría ser la relevancia de las ideas canalizadas fragmentariamente en documentos relativos a un evento que no ocurrió, tales como solicitudes de financiación, cartas personales, correspondencia con las agencias financiadoras, programaciones del congreso, programas de la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (Unesco) e informes de trabajo. Y es que precisamente esos fragmentos, como también señalaba Ginzburg, que no han sido tenidos en cuenta nos posibilitan no solo reconstruir lo hecho -y lo no hecho-, sino también ubicar al cc en el campo de interlocución del momento histórico que nos interesa, 1989-1991, a ambos lados del Atlántico. Esta perspectiva microhistórica, con esta “mirada más ‘al ras del suelo’, [en la que] emergen datos más numerosos y refinados”7, permite revisar las tensiones y convergencias entre los actores. Ello servirá como punto de partida para desentrañar las motivaciones o intereses más amplios en relación con la materialización del proyecto que intentaban sustentar y con los campos de enunciación de la época. Esto significa que, junto con los acontecimientos, lo que interesa a esta investigación es revelar el cruce discursivo detrás de estos, que se hallan atravesados por los procesos históricos del momento. Es por eso que con cc nos referiremos al proceso material e intelectual que significó el intento de concretarlo.

Así como el Primer Congreso debe analizarse, entre otras variables, teniendo en cuenta el impacto ideológico del marco global de los años 1970 -Guerra Fría, luchas antirracistas en Estados Unidos, conflicto de Medio Oriente, liberación de países africanos- que se tradujo en términos como descolonización, antiimperialismo y desalienación8, entre fines de los 1980 y principios de los 1990, el marco estuvo dado por escenarios contradictorios. Mientras que en el plano local se veía el despegue de los movimientos negros asentados en las políticas de la diferencia étnica, que habían tomado como modelo las movilizaciones indígenas9, a nivel internacional se aproximaban la celebración de los quinientos años del “descubrimiento” de América por la Unesco y la conformación de la Comunidad Económica Europea (cee).

Paradójicamente, estos dos últimos escenarios -más el reclamo mundial por el fin del apartheid- fungieron como las condiciones de posibilidad para que Zapata Olivella vislumbrara la veta por donde introducir un proyecto que podría conseguir financiamiento de los europeos. Pero, al mismo tiempo, como veremos, limitarían los criterios desde los cuales debían conceptualizarse tanto el proyecto que se presentó a la Unesco para su financiación como la posterior estructura programática.

En este contexto, nos preguntamos: ¿bajo qué criterios se articularon aquellos acontecimientos históricos con la filosofía que debía regir el cc? ¿Qué papel desempeñaron allí las agencias financiadoras? ¿En qué términos se manifestaron los diferentes campos enunciativos? ¿Cuál fue el resultado de estos condicionantes históricos y tensiones epistémicas? Para responder, el artículo se concentrará en el periodo que va desde la presentación del proyecto por Zapata Olivella ante la Unesco, en nombre de la Fundación Colombiana de Investigaciones Folklóricas (1989), hasta su cancelación (1991), con el juego complejo de negociaciones, personas, instituciones y escenarios que ello implicó. Por un lado, se examinará la búsqueda de un equilibrio difícil por parte de Zapata, entre conciliar los intereses propios del congreso, la situación local y global, y los intereses de la Unesco y la Fundación Danielle Mitterand (fdm), abocadas a la celebración del “encuentro de dos mundos”. Para ello se abordarán, entre otros, documentos de las conferencias de Caracas (marzo de 1990) y Jamaica (septiembre de 1990), preparatorias del cc. Por otro lado, se analizarán las tensiones conceptuales entre Zapata Olivella y Abdias do Nascimento a la hora de pensar el congreso, a través de documentos de la Conferencia Preparatoria en Estados Unidos y cartas personales, elocuentes sobre un debate más extenso en torno a la cuestión afro. Se finaliza con las negociaciones y desencuentros entre ellos y con las agencias financiadoras en el último periodo del proyecto.

Condicionantes históricos del Cuarto Congreso

Si las tres versiones anteriores del ccna se vieron atravesadas por acontecimientos políticos de orden global, tanto en el campo de los discursos dominantes como en el ámbito de las condiciones requeridas por los diferentes organismos para su financiación, ninguna de ellas sufrió este impacto en la misma medida que el cc. Desde su inicio, cuando se decidió que se realizaría en la isla de Grenada en 198410, la situación geopolítica de la región Caribe enfrentó a los organizadores con obstáculos que irían más allá de sus posibilidades de negociación. La elección de Grenada como próxima sede reforzaba la línea ideológica dominante de los ccna al apoyar a un país cuyo primer ministro, Maurice Bishop, quien había accedido al poder en 1979 con el People’s Revolutionary Army (pra) luego de una revolución, se ubicaba en un espacio político de no alineación, con lo cual mantenía los presupuestos ideológicos de la solidaridad tercermundista, “comprometida con ciertos principios: antiimperialismo, antisionismo, antirracismo y anticolonialismo”11. A esto le agregaban un valor de resistencia del pueblo negro: “El proceso revolucionario de Grenada y su valiente posición con respecto a su herencia africana”12. Por otro lado, y considerando la condición de la oea para apoyar el Segundo Congreso, esto es, que no se financiara con su ayuda a ningún delegado de Cuba, Belice ni Grenada13, la elección de la isla también puede leerse como una contraofensiva frente a organismos internacionales. Sin embargo, en menos de un año los acontecimientos se precipitaron: el 19 de octubre de 1983 fue asesinado el ya depuesto Maurice Bishop y seis días después se produjo la invasión de Estados Unidos con la llamada Operación Furia Urgente. Este hecho tuvo sus repercusiones inmediatas en la búsqueda de otra sede que acogiera al cc. Se pensó en Trinidad y Tobago, pero, en razón de su condena a la invasión a Grenada, sufrió consecuencias económicas que no le permitieron tomar la responsabilidad de un congreso que implicaba un trabajo logístico de mucha gente y un alto presupuesto. Martinica y Guadalupe también estuvieron en la agenda de los organizadores, pero, pese a un interés inicial manifestado por representantes de las islas, estos parecen haberlo perdido más tarde y, finalmente, el encuentro no se materializó en la región Caribe. Hubo otros intentos fallidos, como España y Alemania14. En carta personal, Zapata refiere que la causa de las negativas de España y Francia, esta última a través de Guadalupe, estuvo básicamente relacionada con “una soberanía política que no hemos enajenado a los gobiernos de Colombia, Panamá o Brasil, donde se han efectuado los congresos anteriores”15. Es este un aspecto clave para comprender muchos de los desacuerdos que analizaremos más adelante.

Cada una de esas presentaciones iba variando en sus términos para tratar de negociar con los posibles intereses propios del escenario en el que se postulaba, lo cual hace suponer que significó un desgaste considerable en términos de esfuerzo y tiempo. Lo paradójico es que este impulso para continuar con un evento cuyos objetivos estaban en sintonía con el movimiento por las reivindicaciones de los grupos negros en Latinoamérica no se correspondía con aquella ausencia de interés con la que se enfrentaron, particularmente Nascimento y Zapata, durante cinco años.

Ambos eran conscientes de los cambios en el plano internacional y local que servían de apoyo a los reclamos etnorraciales: la identidad negra politizada y demandas de estatus más concretas; la consolidación de instituciones internacionales, discursos globales y normas que constituyeron un campo político etnorracial global; y cambios domésticos en ese sentido dentro de los países16. Nascimento y Zapata eran reconocidos en sus ámbitos; por eso, frente a ese marco que comprendía la movilización y reorganización del movimiento negro, más institucionalizado en Brasil que en Colombia, seguramente vislumbraron una extraordinaria oportunidad para instalar y visibilizar al cc. Percibieron, también, ese momento histórico como inmejorable para reconducir los ccna hacia una vertiente más política y de alcance internacional, vinculada a la lucha contra la discriminación, meta que se habían propuesto en el Tercer Congreso. Abortada aquella iniciativa en São Paulo-1982, el cc aparecía en el horizonte como el espacio ideal para cumplir con ese objetivo, tal como lo manifestó Zapata en algunos documentos de circulación interna: “el cc debe retomar de manera impostergable el mandato emanado del III congreso en Brasil en lo concerniente a la formación de un organismo político regional que coordine unitariamente las acciones y luchas de Afroamérica dirigidas a suprimir tales formas de opresión y de dominación de que es objeto”17. Sobre esto mismo insistiría también Zapata en el “Informe” con el que abrió la preconferencia de Caracas, como veremos luego.

Finalmente, dos hechos históricos en el campo internacional de principios de los años 1990 posibilitaron la fundamentación de una propuesta para el cc que logró apoyo en la Unesco: el reclamo mundial contra el apartheid, factor impulsor en el ámbito de Estados y organismos no estatales, y la proximidad del quinto centenario, cuya conmemoración estaba preparando la Unesco.

Zapata supo capitalizar estos dos acontecimientos al presentar un proyecto ante la entidad en el que ambos confluyeron como fundamentos políticos e históricos18. Sin embargo, es fácil prever que este escenario también generaba cierta ambigüedad: si bien la conmemoración del quinto centenario aparecía como la última e insuperable posibilidad para encauzar en Europa, el centro mismo de la colonización, un debate en torno a la situación de los afrodescendientes en América, al mismo tiempo significaba entrar en un terreno resbaladizo para los propios intereses de discusión de un congreso de este tipo. Por un lado, la Unesco se preparaba en nombre del “V centenario del encuentro entre dos mundos”; el término encuentro ya planteaba un punto de vista controvertido con el que se debería negociar para no entrar en confrontación con quienes financiarían el congreso. Pero por otro, simultáneamente, si bien se iba a incluir al cc en la programación de dicha conmemoración, este no se podía convertir en un homenaje al quinto centenario. A ello se sumaba la coincidencia con la apertura de la cee, a la que Zapata analizaba como parte de un nuevo orden internacional que iba en contra de los pueblos tradicionalmente colonizados. De hecho, cuando todavía no había habido un acercamiento oficial con la Unesco ni Zapata conocía el proceso que cursaba un proyecto propuesto ante el organismo, se sinceraba con uno de quienes serían sus colaboradores ante la entidad: “Queremos debatir qué nuevo barco negrero están construyendo los nuevos amos para nosotros los negros a partir del año 2000. Desde luego, este debate no puede ser auspiciado y desarrollado bajo la tutela de la unesco. Se sale de sus estatutos”19. Como se ve, era imprescindible encontrar un equilibrio. Retomando, entonces, la interrogante acerca de cómo articular estos hechos con la filosofía del cc o, en todo caso, de cuál debería ser esa filosofía que conviniera a todas las partes en juego, surge otra pregunta: ¿lograrían mantener la autonomía o se verían presionados a ceder independencia para lograr apoyo?

Zapata y sus asesores, en el proyecto presentado ante la Unesco en 1989, tuvieron la previsión de mostrar una perspectiva multirregional, reclamada por la agencia. Para ello, lo titularon Afroamérica y la Comunidad Europea, y se afirmó en el programa de la Unesco “Derechos humanos y contribución a la erradicación de todas las formas de discriminación: hacia un mundo sin apartheid”20, con la justificación de que el estado en el que se encontraban las comunidades negras de América, desde el punto de vista de la equidad social, era “en cierta forma comparable con la deprimente situación social del régimen del ‘apartheid’ que sufre el pueblo negro de Sudáfrica”21. También hizo hincapié en las relaciones interculturales, aspecto bandera del programa de la Unesco: a través del área Identidades Culturales y Relaciones Interculturales, impulsaba la “realización de estudios interdisciplinarios que arrojen luz sobre el enriquecimiento y las transformaciones que han experimentado las culturas a partir de 1492”22, tono armónico que Zapata supo leer de cara a la solicitud de apoyo económico.

Así visto, el proyecto tenía una intención subyacente de diálogo entre las tres regiones involucradas históricamente en la trata de esclavizados, África, América y Europa, y el posterior intercambio cultural. No obstante, como desarrollaremos más adelante, ello será motivo de confrontación entre la propuesta liderada por Zapata y una contrapropuesta de Nascimento. El primero, tanto a través del proyecto presentado a la Unesco como del programa consensuado en la Conferencia Preparatoria de Caracas en marzo de 1990, más que en un recuento del pasado histórico, puso el foco en el futuro de los pueblos afroamericanos, el mestizaje y la reflexión sobre la convivencia respetuosa de las culturas en territorio europeo; por su parte, el brasileño se mantuvo en una perspectiva manifiestamente más confrontativa, afrocéntrica y de reivindicación del pasado africano.

El proyecto presentado por Zapata fue aceptado por la Unesco y se previó la realización del cc en su propia sede de París en marzo de 1991. Llama la atención el seguimiento cercano de la Unesco a la marcha de los preparativos porque un principio fundamental de los congresos era su absoluta autonomía, aun con respecto a quienes los financiaran, algo que se había respetado en las tres ediciones anteriores. Esta interferencia tanto de la Unesco como de la fdm, en lo que respecta a las decisiones sobre los invitados y temas a discutir, tuvo repercusiones, como veremos, cuando la situación se tornó irresoluble.

Superada la instancia de aceptación provisoria de financiación por parte de la Unesco, los congresistas debían discutir la filosofía que sostendría al cc y diseñar el programa para su convocatoria. Esto sucedió en la primera Conferencia Preparatoria que se llevó a cabo en Caracas del 19 al 21 de marzo de 1990.

Preconferencia de Caracas: la historia en segundo plano y el mestizaje como base del futuro

La reunión en Caracas reanudaba, finalmente, el proyecto de los ccna. El discurso informativo con el que Zapata inauguró el evento puso de relieve que los compromisos adquiridos en las ediciones anteriores no se habían concretado. Frente a lo no hecho, como seguir auscultando en el desnivel social “para desalienar a las comunidades afroamericanas y a los pueblos indios, blancos y mestizos del continente”23, o accionar para “una toma de conciencia del pueblo negro latinoamericano”, el cc se proyectaba como una sólida posibilidad para avanzar en el logro de otro compromiso, emergente del Tercer Congreso: “crear el aparato político que aúne y oriente en el ámbito continental las acciones que históricamente venimos realizando en los ámbitos nacionales o regionales”24.

La autocrítica de Zapata revelaba que no habían logrado llegar a esas bases a las que apuntaban. En otras palabras, asumió que las prerrogativas emanadas de los congresos no superaron la frontera del grupo de intelectuales, académicos y activistas participantes ni fueron más allá de los congresos en sí mismos. Por otro lado, y pese a lo actualmente expresado en sentido contrario por algunos investigadores, se pone de manifiesto que hasta ese momento no se había conseguido fomentar un movimiento translocal como el que tendría lugar desde los años 1990. Decía Zapata:

“[En el Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas] Apenas se vislumbró esta necesidad [la de una toma de conciencia sobre el momento histórico] en quienes participamos en las discusiones, pero no se hizo caudal vivo en nuestro pueblo. En cierta medida, es doloroso confesarlo, no hemos sido capaces de sembrar en las comunidades negras latinoamericanas, el fermento revolucionario que las ponga en marcha como aconteció en los Estados Unidos o Sud África”.25

1990 era otro momento representativo para América Latina en el campo de las reivindicaciones. En el ámbito nacional colombiano, se estaba dando el paso de un movimiento de intelectuales a uno de masas a través de una gran movilidad de grupos campesinos en la región del Pacífico. Estos se hallaban desde mediados de los 1980 en un proceso organizativo de reclamos de sus derechos sobre los territorios frente al avance de las empresas madereras26 e iniciaban el giro multiculturalista en cuanto a su proceso de etnización27. Por primera vez comenzaba a manifestarse la etnicidad como instrumento político de diálogo con los Estados, aunque en el proceso hacia la Asamblea General Constituyente ningún candidato negro logró un escaño28. Por su parte, en Brasil, Abdias do Nascimento tampoco logró votos suficientes para formar parte de la Constituyente29, pero la prensa reprodujo las propuestas de su candidatura desde el Partido Laborista Democrático: compensación para los esclavizados en África, condenas al racismo y garantías para la igualdad de derechos y oportunidades entre blancos y negros, reconocimiento de las religiones de raíz africana y la introducción de la historia de África en los diferentes niveles de educación30.

A diferencia de la focalización de Nascimento en la historia de los afrobrasileños y su reparación histórica, la convocatoria para el cc que emergió de la Conferencia Preparatoria de Caracas dejó en claro que la mirada estaría puesta en no más allá de los últimos diez años y principalmente en la próxima centuria. El énfasis debía hacerse en la particularidad mestiza de América -con ello se respondía al “encuentro de dos mundos”- y en la reflexión sobre el futuro de los pueblos afroamericanos en el marco de la creación de la cee y el impacto que esta tendría. Con esta perspectiva, profundizar en el pasado histórico no era una opción para el debate, salvo como una medida instrumental.

Consecuentemente, los miembros reunidos en marzo de 1990 decidieron que el cc se denominaría “Afroamérica y la Comunidad Europea: quinientos años después del encuentro de los dos mundos”31. En concordancia con ello, el programa para París-1991 se organizó temáticamente bajo los siguientes criterios de discusión:

  1. “Impacto de Afroamérica en el florecimiento de Europa

  2. Presencia de la cultura negra en las nuevas Américas

  3. Quinientos años de mestizaje

  4. El desafío tecnológico contemporáneo a las comunidades afroamericanas

  5. Papel histórico social de la mujer afroamericana”32

Aunque a primera vista algunos subtemas, como los del segundo y tercer eje temático, parecieran reproducir las mismas problemáticas debatidas en las versiones anteriores de los congresos, en realidad la actualización estaba dada por la perspectiva futurista en la que se enfatizaba debían encuadrarse las participaciones de los delegados en cada una de las áreas de discusión. En este sentido, aunque el asunto planteado en el eje cuatro ya había sido abordado en los congresos anteriores, cobraba actualidad en ese momento tanto en el ámbito local como en el internacional. Por un lado, se acoplaba a tópicos que estaban siendo discutidos en el plano global, por ejemplo, la naturaleza y la ecología conectadas con las reivindicaciones identitarias étnicas y raciales. Por otro, se ligaba específicamente a lo que estaba sucediendo en Colombia. Allí los campesinos negros del Pacífico se organizaban para reclamar la propiedad territorial apoyándose en argumentos de reivindicación de sus actividades productivas, “como ecológicamente apropiadas y en correspondencia con una tradición cultural que les era propia en tanto grupo de ascendencia africana. [De tal modo] Se articula la reivindicación del derecho a la propiedad de la tierra con su autodefinición como grupo étnico y su carácter de ‘guardianes de la naturaleza’”33.

El primer eje temático, “Impacto de Afroamérica en el florecimiento de Europa”, puede ser leído como un guiño necesario para la incorporación de Europa en una reunión que debía verse como multirregional para asegurar el apoyo de entidades como la fdm junto con la Unesco y organizaciones no gubernamentales (ong) europeas. Sin embargo, allí se discutiría no solamente la presencia viva de la cultura afroamericana en Europa, sino que debía incluirse la libertad de los descendientes de africanos para vivir su cultura en el Viejo Continente34.

Políticamente hablando, Zapata era consciente de que el discurso que había que presentar a la Unesco como organismo financiador tenía márgenes que no podían sobrepasarse. Pero mientras adhería, así fuera nominalmente, a la conmemoración de la entidad de los 500 años, también participaba del lanzamiento, como representante del Congreso, de “500 años de resistencia indígena, negra y popular de América Latina”35. Iniciativa esta que confrontó con el quingentésimo y que, como proceso simultáneo a la conmemoración oficial, fue un verdadero obstáculo para los propósitos de las celebraciones del “encuentro entre dos mundos”. De hecho, en Caracas se habló acerca de la posibilidad de que “el Congreso sirviera para que […] los afroamericanos expresen el valor y significado de la resistencia de los pueblos de América a la Colonización Europea”36. Sin dudas, esa masiva movilización en Latinoamérica, que también se había hecho oír en Europa con la presencia de delegaciones en busca de apoyo37, ponía a las agencias en la necesidad de aumentar la prevención en los preparativos del cc. Es inevitable reconocer que la presencia de Zapata en ambos acontecimientos lo exponía a tratar de mantener un difícil equilibrio. Junto a la inmejorable plataforma que le proporcionaba la Unesco, se hallaba su propio recelo por la exigencia de la entidad de un mayor número de conferencistas europeos y de temáticas más vinculadas al intercambio cultural. Cuando las agencias comenzaron a dar muestras de inconformidad con los preparativos, Zapata reflexionaba: “No tendría razón de ser que nos propusiéramos congregar a una docena o más de afroamericanos en París para oír a unos cuantos especialistas que nos recuerden las Cédulas Reales y las Bulas Pontificias, acerca de nuestra identidad. Para eso hay muchos Tío Toms [sic] que quieren todavía ser redimidos. ¡Basta!”38.

Ha quedado claro que en la concepción del programa del cc no había interés en centrar el evento en una revisión del pasado histórico, sino todo lo contrario. En ninguno de los congresos anteriores había sido una opción reflexionar largamente sobre la historia de los descendientes de africanos en las Américas. Pero el cc profundizó esta postura frente a las circunstancias políticas globales y la preocupación que provocaba una Europa cerrada en sí misma a partir de la creación de la cee. En todos los informes, Zapata hacía hincapié en que la recuperación del pasado histórico no debía “circunscribirse al estudio profundo de los procesos ya conocidos, condenados y fallados, sino que deb[ía] servir precisamente en el futuro y asegurar que sus influjos nefastos no vayan a perpetuarse en los años venideros”39. Y en todo caso, según se infiere del programa, no partiría de la historia de África, sino de la presencia de los africanos y sus descendientes en América.

El lugar que se le dio a la revisión histórica de los afroamericanos en la conceptualización del Congreso tenía sentido no solo porque el objetivo era discutir el futuro de aquellos frente a los acontecimientos actuales, sino porque se conjugaba con el mestizaje como categoría nuclear del consenso de Caracas liderado por Zapata y, sin lugar a duda, el punto más controvertido del programa en relación con Nascimento. Destacar el mestizaje como eje identitario desde el cual se pensaba al afroamericano y su cultura era, de algún modo, una apuesta riesgosa a la luz de las reivindicaciones étnicas que por esos años se estaban produciendo en América Latina entre los grupos negros. Pero en realidad se ajustaba a la trayectoria intelectual de Zapata y su defensa de la trietnicidad como constitutiva del hombre americano, como lo había asentado en sus escritos, desde El hombre colombiano40 (1974) hasta La rebelión de los genes41 (1997). Zapata hacía referencia al mestizaje vinculándolo a un proceso histórico imposible de obviar, sin que ello signifique que ignorara el campo de poderes que se había desplegado detrás de su uso en ciertas esferas de las élites y los Estados nacionales42. Para Zapata, la negación de las culturas africanas e indígenas como componente principal del colonialismo en América fue el germen -continuado en el tiempo- de la alienación del sujeto mestizo americano. De allí la necesidad que veía del reconocimiento de “lo negro”, lo que no implicaba una contradicción con el ser mestizo43. De acuerdo con esto, en el periódico La Prensa del 16 de agosto de 1990 insistió en que: “Para los organizadores del Congreso la presencia africana es un componente indisoluble del mestizaje con las etnias indígena y europea. No se trata de afirmar la existencia de un contexto negro al margen de la etnia mestiza de nuestro continente”44.

En el caso de la propuesta programática para el cc, al renunciar a un amplio análisis de la historia, que reiterara “la denuncia histórica de la explotación del ‘negro’” y, en su lugar, profundizara en “su reivindicación como permanente modelador de la cultura”45, se desdibujaba al mestizaje como proceso de dominación y se lo direccionaba como un evento natural46, en el que el sujeto negro había reconstruido históricamente lo propio, proyectándolo en y siendo proyectado por otras culturas con las que convivía. Si bien en la estructuración del temario se partió de un parámetro histórico, se hizo con criterios potencializadores a través de conceptos como aportes intelectuales y materiales, presencia de la cultura negra o instrumentos liberadores, contribuyentes de la configuración mestiza de las sociedades.

Solo en el eje “Quinientos años de mestizaje” se abrió una delgada línea para la entrada de la historia vinculada a la discriminación del afrodescendiente47. De allí que el otro subtema de este eje invitara a reflexionar sobre el mestizaje como paradigma de la sociedad futura al que, a su vez, articulaba con el núcleo temático siguiente: “El desafío tecnológico contemporáneo a las comunidades afroamericanas”, cuya derivación se previó en subtemas como “Ciencia y empirismo tradicional: ecología, transferencia de tecnología y creatividad de lo empírico como aporte al patrimonio universal”, al que ya nos referimos.

Es evidente que tanto las orientaciones generales de las conferencias preparatorias como la estructura temática del cc eran parte de las preocupaciones particulares de Zapata Olivella. De hecho, aunque el evento finalmente no se llevó a cabo, entendemos que, conceptualmente, la exposición del colombiano en 1993 en el coloquio “Contribución africana a la cultura de las Américas”, en cuya organización participó a través del Centro de Estudios Afrocolombianos, fue una síntesis de los fundamentos que sostenían el temario del cc. Desde el mismo título de su conferencia en dicho coloquio, “Afroamérica, siglo xxi: tecnología e identidad cultural”, reproducía el posicionamiento político y filosófico que seguramente anheló se hubiera proyectado en París-1991. En esa coyuntura, cuando ya el cc se había caído definitivamente, la organización de ese coloquio puede leerse como una respuesta a las agencias, a pesar de que Zapata continuó hasta 1996 buscando escenarios para la realización del congreso.

Haciendo eco del avance de una conciencia étnica en Latinoamérica y su consecuente impulso para el cambio, y enmarcado en un repaso de los postulados ya conocidos de su pensamiento en cuanto a la constante creatividad del hombre afroamericano, en dicha conferencia se concentró en vislumbrar horizontes posibles que conllevaran la no repetición o el fin de la opresión, el colonialismo y la neoesclavitud. El objetivo, entonces, era proyectar Afroamérica en el contexto del siglo xxi y uno de los aspectos de mayor preocupación era la desigualdad de posibilidades para acceder al usufructo de los avances tecnológicos. En línea con ello, también buscó marcar como punto de debate el tema de cómo afectarían el destino de los pueblos del tercer mundo en general y de la comunidad afroamericana en particular las repercusiones económicas, políticas y étnicas de una cee “cerrada a sus propios intereses económicos y étnicos”48.

Contrapropuesta de Abdias do Nascimento: resignificar el pasado histórico

Tanto la perspectiva desde la que se incluyó el pasado histórico del afroamericano como los términos a través de los cuales este se vinculó al congreso con el quinto centenario fueron los propiciadores de un debate que sacó a la luz diferencias epistemológicas entre lo acordado en Caracas y Abdias do Nascimento, en ese momento presidente del ccna.

A través de un documento titulado “Uma breve observação do presidente”49, el brasileño presentó en Jamaica, durante la Segunda Conferencia Preparatoria que se desarrolló en septiembre de 1990, su oposición a lo resuelto en Venezuela, reunión a la que no había asistido por hallarse en la asunción del presidente de Namibia. El campo referencial y teórico que enmarcaba su contrapropuesta era el de una epistemología afrocentrada y panafricana, en la que, por otra parte, había transcurrido su trayectoria intelectual y militante. De acuerdo con Antonio Guimaraes, Abdias do Nascimento había comenzado el diálogo y la solidaridad colectiva, nacional e internacionalmente, a través del panafricanismo y del afrocentrismo francés y norteamericano con su teatro experimental negro (1944-1964) y el Partido Negro Unificado (1978)50. Por otro lado, su vínculo con África y con intelectuales africanos se había puesto de manifiesto durante la celebración del Tercer Congreso de la Cultura Negra de las Américas, realizado en Brasil en 1982 bajo su dirección, al que habían asistido numerosos delegados africanos y se había incluido en el temario la relación entre África y Afroamérica Latina51. De hecho, la ausencia de referencias a la reciente independencia de Namibia, sumada a un programa en el que las civilizaciones clásicas africanas como fuentes de la cultura negra no habían sido consideradas, fueron dos de los motivos por los cuales Nascimento cuestionó a sus colegas. Su visión de lo que debía ser el cc era que se constituyera internacionalmente como una institución en lucha abierta contra la discriminación racial, y evidentemente creía que esta función se reforzaría con el reconocimiento de la diferencia histórica y cultural de los afroamericanos. En esa línea, se hallaba en sintonía con las premisas del particularismo étnico al que adhería el movimiento negro latinoamericano en ese momento, pero también su reclamo iba en consonancia con las discusiones en Brasil y su propio posicionamiento frente a estas.

En este sentido, y también vinculándose a su propia historia militante, el artista, activista e intelectual resistía particularmente a la idea de mestizaje, pues esta y el mito de la democracia racial habían sido la base de la noción de unidad sostenida por el régimen militar brasileño. Este había negado todo espacio posible para reivindicaciones raciales desde mediados de los años 1960, cuando Nascimento se vio empujado a un exilio que duraría trece años.

Desde mediados de los años 1980, Brasil había comenzado el proceso de recuperación de la democracia. Entre lo que se puso en debate público con respecto al orden político anterior estuvo el concepto de democracia racial, sobre todo a partir de la reorganización e intensificación de las organizaciones negras, en medio de las cuales la participación de Abdias do Nascimento fue muy activa52. Esto se tradujo en una posición innegociable con respecto a conceptos aparentemente inocuos para las agencias financiadoras, como “encuentro entre dos mundos”, y condicionó su participación a que se quitasen los nombres de Jorge Amado y Pierre Verger del Presidium de Honor. El primero por su folklorización -“punto máximo de la técnica para inferiorizar la cultura afrobrasileña”53-, estereotipia y degradación de las religiones y la mujer afrobrasileñas con su literatura, “menospreciadas y sometidas a juicios de valor negadores de la autenticidad y validez de las luchas de resistencia y las reivindicaciones de su pueblo”54. El segundo, porque lo incluía, junto a Arthur Ramos, Édison Carneiro, Gilberto Freyre y las tesis eugenésicas de Nina Rodrigues y Silvio Romero, entre “nuestros teóricos del mestizaje”55, que hacían apología de este y de la convivencia armónica entre grupos raciales en Brasil. En su lugar, expresaba Nascimento: “el Congreso no podría dejar de escuchar las voces más auténticas del pensamiento contemporáneo africano-americano de los Estados Unidos, aquellas que traen las novedosas e importantes ideas y conceptos teóricos como la afrocentricidad”56.

Desde esta perspectiva, para Nascimento, la ausencia de una mención a la situación actual de África dentro de un evento que nucleaba a los afroamericanos ponía de manifiesto el desconocimiento de África, “cuya participación en nuestro Congreso consideramos de ‘singular importancia’”57. Se refería con ello especialmente a la reciente independencia de Namibia, a la que se debía considerar “una victoria no solo del continente africano, sino también nuestra. Después de todo, somos en primer lugar pueblos de origen africano y, por tanto, también africanos”58.

Esta conexión ontológica que el intelectual trazó entre africanos y afroamericanos es el punto de partida para su ofensiva frente a un campo de deliberaciones propuesto alrededor de conceptos como mestizaje y encuentro de dos mundos. Para el brasileño, dicho de manera resumida, el anclaje en el término mestizaje no solo le restaba trascendencia al protagonismo del hombre y la mujer negros en la conformación cultural de América, sino que se inscribía en el orden de los mecanismos que empujaban al negro a involucrarse en dinámicas de blanqueamiento para su posicionamiento social. La mirada crítica del mestizaje de Nascimento entiende que en ese camino no se visibilizaría el problema estructural del racismo.

Según se desprende de los archivos59, el reclamo de Nascimento no se vio reflejado en el temario discutido en Jamaica. Por ello organizó la Tercera Conferencia Preparatoria en Filadelfia, Estados Unidos, con el entonces jefe del Departamento de Estudios Africano-americanos de la Universidad de Temple, Molefi Asante, “el padre del afrocentrismo”, con una contrapropuesta que daría una vuelta de tuerca a los fundamentos del congreso60.

Si en la convocatoria emergente de Caracas, la base contextual y conceptual se hizo en términos conciliadores de intercambio y reconocimiento mutuo entre África, América y Europa, la propuesta de Nascimento partió de la resignificación del quinto centenario y los parámetros desde los que se evocaba el hecho histórico de la colonización. La primera se expresaba de esta manera:

“En la perspectiva del ‘Quinto Centenario del Encuentro de dos Mundos’, el Congreso de la Cultura se reúne con el objeto de destacar el aporte Negro como componente de la identidad de las Américas.

Los afroamericanos y sus descendientes mestizos de Indígenas y Europeos constituyen una fuerza creadora de nuevos valores que imprimen su huella en el desarrollo social y cultural de América y enriquecen el patrimonio cultural de la Humanidad”.61

En la propuesta de Nascimento, por el contrario, se ignoraba cualquier consigna tranquilizadora y se manifestaba de manera abierta una tensión que buscaba dejar en evidencia que no existía ningún “vacío de contenido y de conciencia”62. Su postura estaba alineada con la voz de “500 años de resistencia indígena” que manifestaba que la conmemoración buscaba presentar un pasado colonial “que se inaugura con la presencia de los españoles en nuestro continente; fue un ‘encuentro’, un ‘romántico encuentro’ de 2 mundos, ocultándose la realidad de genocidio, exterminio, que instaura un sistema colonial que hasta nuestros días está vigente”63. En esta corriente se ubicó la propuesta de Nascimento y de Asante:

“París 1991: El contexto histórico del 4° Congreso:

En vísperas del 500 aniversario del llamado descubrimiento, o sea, la invasión europea a América, el IV Congreso tendrá lugar en París, en la sede de la unesco. En un contexto en el que se prepara una conmemoración del “Encuentro entre dos mundos” nos preguntamos: ¿Qué dos mundos? El mundo africano juega claramente un papel fundamental en estos 500 años de colonialismo y luchas por la libertad que caracterizan el encuentro de Europa y América. Por otro lado, mucho antes de 1492, ya se encontraban los africanos soberanos en las Américas, trayendo grandes aportes de las civilizaciones clásicas africanas, tecnológicamente y culturalmente avanzadas”.64

De esta fundamentación surgieron los ejes temáticos del programa:

“1. Impacto de Afroamérica sobre Europa

2. Presencia de la cultura negra en las nuevas Américas

a. Fundamentos históricos: las civilizaciones clásicas africanas (Meroe, Axum, Nubia, Kemet) y su presencia en las Américas antes de Colón

b. Los instrumentos liberadores en una nueva identidad afroamericana: arte, literatura, sincretismos religiosos, filosofía, ciencia…

3. Quinientos años de confrontación cultural

a. Presencia africana precolombina en las Américas

b. Etnias, luchas sociales, discriminación económica y racial, poder y democracia participativa

4. El desafío tecnológico contemporáneo a las comunidades afroamericanas

a. Fundamentos históricos: logros tecnológicos y científicos de las civilizaciones africanas clásicas

b. Ciencia y empirismo tradicional: ecología, transferencia de tecnología y creatividad de lo empírico como aporte al patrimonio universal

c. Orientación de la ciencia al servicio de la humanidad y de nuestra comunidad en particular

5. Papel histórico social de la mujer afroamericana”65

Esta propuesta programática es la traducción de lo que Nascimento reclamó en la segunda preconferencia en Jamaica con su escrito “Uma breve observação do presidente”. Es evidente que tuvo como objetivo programar una agenda en la que desapareciera todo vestigio del mestizaje y, en su lugar, se hiciera hincapié en “Quinientos años de experiencia africana en las Américas” (énfasis nuestro). Con ello, en cierto modo, se disminuía el peso de lo europeo en un proceso de transformación cultural de los afroamericanos. En este sentido, el brasileño ponía en práctica su desacuerdo con el objetivo manifiesto de destacar la contribución negra como componente de la identidad de las Américas: “De forma implícita se ubica ‘las identidades de las Américas’ como algo separado y jerárquicamente por encima de la cultura negra”66, y cumplía su reclamo de que en los futuros documentos no se mencionara más el concepto de mestizaje en las Américas67.

Por otro lado, la inclusión de temáticas vinculadas a la historia de las civilizaciones africanas, que no habían sido previstas en Caracas, ponía en otro lugar el recuento y la reflexión históricos que se habían evitado en Venezuela, con el fin de dar espacio a las discusiones sobre el futuro del negro en las Américas. La mirada retrospectiva de esta nueva convocatoria parecía reforzar la idea de que el futuro de los africanos en el mundo estaba anclado a la historia gloriosa de civilizaciones africanas. Es decir, mientras que en un caso se evitó que se redujera la presencia de los afrodescendientes en América a una visión del pasado68, en el otro, era el pasado prestigioso del origen común africano el que le daba razón de ser a la lucha69.

Lo que estaba en juego era la legitimidad de un régimen de significación en torno al campo de “lo negro” y “lo afro”, que llevaba en sí la consecuente definición de identidades ancladas en lo etnorracial. El lenguaje político específico y los posicionamientos de los actores que debían reunirse para el cc estaban atravesados por la misma realidad internacional, pero su impacto en la configuración de aquel régimen de significación estaba también mediado por trayectorias y posturas ideológicas diferentes. Esa construcción simbólica del “nosotros”, al que cada proyecto estaba intentando representar a través de sus temarios y lectura del contexto histórico, implicaba, al mismo tiempo, la construcción de límites, al menos de carácter discursivo, pues actuarían performativamente en las subjetividades de aquellos a quienes se convocaba70. Zapata y los participantes en la preconferencia de Caracas sabían de la necesidad de este accionar cuando señalaron como una de las estrategias inevitables para el éxito del cc la concientización y sensibilización de la gente a través de estructuras organizativas a nivel nacional, “que les permita de manera operativa integrar en las tareas preparatorias al Congreso a todos los sectores interesados”71. Estos dos conceptos serían ampliamente utilizados en la retórica que articuló el movimiento afrodescendiente una década más tarde72.

(Des)acuerdos finales

Mientras esto sucedía en el marco de la organización, la fdm hizo un primer llamado de atención al ver que los informes que recibía no respondían a sus expectativas. Encontraba que el evento se estaba enmarcando en una “reunión interna del Continente Americano” cuando se había propuesto como tema central de los debates “las contradicciones Norte-Sur, (la Comunidad Afroamericana y la Comunidad Económica Europea quinientos años después del encuentro entre de dos mundos)”73. Las inquietudes de la fdm eran compartidas por la Unesco que poco después reclamó, casi en los mismos términos: la orientación del cc, de acuerdo con los documentos enviados (lista provisional de participantes, temas por tratar), no se correspondía con lo acordado. Particularmente se señalaban tres aspectos: 1) haberse apartado de la orientación filosófica y política del organismo, esto es, favorecer el diálogo y proponer el respeto mutuo de las diferentes culturas del mundo. Consideraban que los últimos temarios se estaban inclinando más a las confrontaciones y que además carecían en gran parte de una dimensión científica; 2) solo se incluyeron contactos de personalidades afroamericanas; 3) no había garantía de disponibilidad, competencia ni acuerdo previo con los conferencistas, pues varios habían notificado no poder participar74.

Zapata Olivella leyó estas comunicaciones no solo como un avasallamiento a la autonomía del ccna, sino como una imposición a los pueblos afroamericanos, y así se lo hizo saber a las agencias75, además de exigirles soberanía en sus decisiones76. Pero Nascimento tampoco estaba de acuerdo con el temario y los ponentes presentados por Zapata a la Unesco, pues no se había tenido en cuenta ninguno de sus reclamos en su manifestación de Jamaica, “Uma breve observação do presidente”77. Evidentemente, esto ponía a Zapata en la difícil situación de manejar las tensiones que surgían desde todos los ángulos y amenazaban con echar el esfuerzo por la borda. Se debe tener en cuenta que además quedaba por hacerse la Tercera Conferencia Preparatoria en Filadelfia, con la motivación y el temario concebidos por Nascimento y Asante, lo que auguraba fuertes cruces entre los participantes dadas las perspectivas tan encontradas y el posicionamiento innegociable del brasileño. Pero otra vez acontecimientos históricos condicionaron el avance del cc: la tercera preconferencia debió posponerse -y ya nunca se realizó- “por los graves acontecimientos del Golfo Pérsico y la obligada participación de nuestros ekobios en ese holocausto”78.

A lo anterior se añadió otra preocupación: en febrero de 1991 la fdm decidió retirar definitivamente su apoyo79 y la Unesco, si bien reconocía los intentos de reestructuración de los organizadores para responder a sus exigencias, ya no veía que París y marzo de 1991 fueran un lugar y una fecha viables, y propuso como sede Bogotá para realizar el cc en 1992. Se retomaron entonces con nuevo impulso las negociaciones orientadas a darles la oportunidad a los organizadores de rediseñar el programa de acuerdo con lo requerido y también se les otorgó la autonomía que solicitaban en cuanto a la elección de los invitados80.

La lectura de este rediseño resulta interesante porque, a pesar de que la preconferencia de Filadelfia no se llevó a cabo, con lo cual se mantuvo en pie el programa consensuado en Caracas, Zapata conformó un nuevo programa en el que se incluyeron algunas de las solicitudes de Nascimento en materia de conferencistas a invitar -no así en temáticas-, como fueron los casos de Molefi Asante y Anani Dzidzienyo.

En este nuevo programa, Zapata volvió a la estructura de los congresos anteriores de comisiones de discusión y plenarias, pues lo que habían recomendado para París los asesores técnicos de la Unesco había sido una organización muy ajustada de asambleas plenarias, cuyas intervenciones principales -una conferencia de una hora y cuatro ponencias de veinte minutos- serían lideradas por expertos reconocidos en el campo de los estudios afroamericanos, procedentes tanto de América como de África y Europa. Ahora, los invitados serían mayoritariamente de América, solo cuatro de África (Soyinka, Diagne, Senghor y Dzidzienyo) y cuatro de Europa, aunque esto último es relativo porque se incluyó en la lista al peruano Nicomedes Santacruz, que residía en España, y al martiniqueño -aunque ciudadano francés- Aimé Césaire81. El cc finalmente se previó para agosto de 1992, pero la realidad es que la Unesco ya no tenía interés en un encuentro de estas características, y “por razones exclusivamente técnicas y científicas […] proponen un Coloquio de expertos sobre africanía americana en vez de un Congreso”82. Zapata Olivella, liberado de los condicionamientos discursivos que le imponía la negociación con aquel organismo, y convencido de que las razones en realidad eran políticas, expresó: “La unesco inventó toda clase de excusas para impedir un debate de los afroamericanos y africanos en su sede sobre los genocidios perpetrados por los europeos en África y América a nombre de la civilización esclavista. La guerra del Golfo Pérsico les sirvió de gran telón para deshacerse de compromisos”83.

Conclusiones

Las dificultades de las que dieron cuenta las diferentes propuestas de programación y las tensiones en torno a posiciones afrocéntricas, que privilegiaban el legado y la permanencia de culturas africanas en América, en contraste con el mestizaje, visto como un proceso constitutivo de intercambios que posibilitó el surgimiento de la cultura negra en el continente, ilustran que la antesala del cc fue un espacio de divergencias que reflejó la heterogeneidad de la intelectualidad negra. En ese contexto, organismos internacionales, fondos de financiamiento y eventos macrorregionales -como la celebración de los quinientos años y la conformación de la cee- conformaron una arena de actores, alianzas y desacuerdos que procuraron, a partir de diversos intereses, negociar de forma infructuosa una agenda política que definiera la orientación de las relaciones entre las culturas negras en América con una naciente Comunidad Europea, a la cual Zapata Olivella consideraba “sobre todo como una entidad económica destinada a garantizar la prosperidad y el dominio europeos”84.

Al desmontar el juego de poderes que se manifestó discursivamente, la interacción se demostró compleja, producto de las tensiones en los procesos históricos que estaban sucediendo a los dos lados del Atlántico. Ello no permitió un avance fluido, a pesar de que las condiciones estaban dadas para la consagración definitiva de los congresos. Sin dudas, el obstáculo mayor para el éxito de la empresa fue que los fines políticos de los congresistas y de las agencias estuvieron siempre en franca oposición. Mientras que estas últimas buscaban favorecer el diálogo armónico entre las diferentes culturas del mundo sin tocar temas como la explotación, la desigualdad y el racismo, los organizadores del congreso veían en este una palestra ideal para el reclamo y la reivindicación de los africanos y sus descendientes en América; el escenario, nada menos que París, símbolo de la Ilustración, y Europa, cuna del colonialismo, fortalecería y daría visibilidad global al proyecto reemergente del Congreso de la Cultura Negra de las Américas. Definitivamente, la autonomía que pretendieron los organizadores y las diferencias filosóficas y políticas fueron insalvables.

Las discrepancias señaladas entre Nascimento y Zapata no significaron un distanciamiento entre ellos. De hecho, en el esquema provisorio de un posible congreso en Bogotá, cuando ya se habían agotado las negociaciones para hacerlo en París, se recogieron algunas sugerencias y reclamos que el brasilero había vertido tanto en su escrito presentado en Jamaica como en cartas personales a Zapata. Igualmente, en el coloquio de 1993, el brasileño participó con la ponencia “Luchas raciales en Brasil”, recogida en las Memorias85. Zapata Olivella continuó con sus intentos hasta 1996, tocó diferentes puertas en Estados Unidos y siempre mantuvo a Nascimento al tanto de sus conversaciones86.

Bibliografía

Fuentes primarias

Archivos

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* Este artículo es producto del proyecto de investigación “Congresos de la Cultura Negra de las Américas: contradicciones y resignificaciones en el campo conceptual de las negritudes y su impacto en la creación y la crítica literaria y artística”, financiado por la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad de Cartagena, Res. 00961. Agradezco a Carlos Agudelo la lectura atenta de la primera versión de este artículo y sus comentarios y preguntas.

1Como parte de su funcionamiento general, los congresos realizaban conferencias preparatorias en diferentes regiones con el fin de consensuar los contenidos a debatir posteriormente, así como los criterios que definirían las convocatorias y la filosofía que regiría al encuentro. Más detalles y la transcripción de esta primera preconferencia se encuentran en Silvia Valero, “Los negros se toman la palabra”. Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas: debates al interior de comisiones y plenarias (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana/Universidad de Cartagena, 2020).

2Valero, “Los negros”, 15.

3Entre otros, Peter Wade, “El movimiento negro en Colombia”, América Negra, n.°5 (1992); Lery Munar Espinosa, “Reivindicación de la ‘cultura negra’ y la denuncia de discriminación racial en la experiencia del Centro de Estudios Afrocolombianos y el Centro para la Investigación de la Cultura Negra (Cidcun)”, Visitas al Patio 14, n.°1 (2020), doi: https://doi.org/10.32997/RVP-vol.14-num.1-2020-2605; Santiago Arboleda, Le han florecido nuevas estrellas al cielo: suficiencias íntimas y clandestinización del pensamiento afrocolombiano (Cali: Poemia, 2018), 141-148; Eduard Arriaga, “Redes, epistemologías y acciones. Manuel Zapata Olivella en el Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas”, Visitas al Patio 14, n.°1 (2020), doi: https://doi.org/10.32997/RVP-vol.14-num.1-2020-2606

4El término afrodescendiente como denominador se estableció en la Conferencia Mundial contra el Racismo (Durban, 2001). En este trabajo, sin embargo, y conscientes de las diferentes tradiciones epistemológicas que aloja cada uno, utilizaremos indistintamente los términos negro, afrodescendiente y afrocolombiano, entendiendo que ninguno de ellos define a las personas desde una perspectiva que está fuera de la construcción social, política y hasta académica.

5Alejandro Campos-García, introducción a Identidades políticas en tiempos de la afrodescendencia: auto-identificación, ancestralidad, visibilidad y derechos, editado por Silvia Valero y Alejandro Campos García (Buenos Aires: Corregidor, 2015), 17-18.

6Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo xvi (Barcelona: Península, 1981), 20.

7Ronen Man, “La microhistoria como referente teórico-metodológico. Un recorrido por sus vertientes y debates conceptuales”, Historia Actual Online (hao), n.o 30 (2013): 169, énfasis en el original.

8Valero, “Los negros”, 20-22.

9Las movilizaciones indígenas habían comenzado décadas antes. Los investigadores han detallado los mecanismos que desde los años 1980 desplegaron entidades de desarrollo como el Banco Mundial (bm), el Banco Interamericano de Desarrollo (bid), la Organización de los Estados Americanos (oea), entre otros, orientados a lograr instrumentos legales para las poblaciones indígenas dentro de las políticas del multiculturalismo. De allí que los movimientos negros los tomen como modelo a seguir. Ver, entre otros, Tiana Paschel, Becoming Black Political Subjects: Movements and Ethno-Racial Rights in Colombia and Brazil (New Jersey: Princeton University Press, 2016), 84-85; Carlos Agudelo, Retos del multiculturalismo en Colombia: política, inclusión y exclusión de poblaciones negras (Medellín: La Carreta, 2005), 175-176; y Carlos Agudelo, “Paradojas de la inclusión de los afrodescendientes y el giro multicultural en América Latina”,Cuadernos Intercambio sobre Centroamérica y el Caribe 16, n.° 2 (2019), doi: https://dx.doi.org/10.15517/ca.v16i2.37746. Para una visión más amplia del tema, ver Alejandro Campos-García, “Normalización y formación del modelo de justicia social de los derechos humanos: el tema afrodescendiente y la contribución del sistema interamericano (2005-2011)”, en Identidades políticas en tiempos de afrodescendencia: auto-identificación, ancestralidad, visibilidad y derechos, editado por Silvia Valero y Alejandro Campos-García (Buenos Aires: Corregidor, 2015).

10En Brasil (1982), se acordó que el cc debía realizarse en algún país caribeño, con el tema “Identidad antillana y continental: relaciones culturales, económicas y políticas”, dado que el Caribe, en general, no estaba en el imaginario de los intelectuales y activistas como parte de la región.

11“Commited to certain principles: anti-imperialims, anti-Zionism, anti-racism and anti-colonialism”. Maurice Bishop, “Revolution in Grenada: An Interview with Maurice Bishop”, The Black Scholar 11, n.° 3 (1980): 58. Las traducciones del inglés son de la autora.

12“Grenada’s revolutionary process and couragous position with regard to its African heritage”. Abdias do Nascimento, “Carta a Nelson Louison”, 29 de julio de 1983, Vanderbilt University Special Collections (vusc), Nashville, Estados Unidos, Manuel Zapata Olivella Papers, Hollinger Boxes.

13Valero, “Los negros”, 73.

14Manuel Zapata Olivella, “Carta al Director de Extremadura Enclave-92”, 22 de julio de 1988, vusc, ff. 1-4; Manuel Zapata Olivella, “Informe”, Caracas, 1990, vusc, ff. 7-8.

15Manuel Zapata Olivella, “Carta a Esteban Cobas”, 26 de julio de 1989, vusc, f. 2.

16Paschel, Becoming Black, 80-84.

17Manuel Zapata Olivella, “Orientaciones generales. Textos tomados de los documentos oficiales”, 1990, vusc, f. 18.

18El proyecto se presentó luego de un gran trabajo de acompañamiento del comité técnico, “con el fin de obtener su inclusión dentro de la programación del V Centenario del Descubrimiento de América”. Manuel Zapata Olivella, “Carta a Olga Lucía Turbay”, 5 de mayo de 1989, vusc, f. 1. El 26 de octubre de 1989 la Delegación Permanente de Colombia ante la Unesco presentó el proyecto al director general de dicha entidad. Se anunció su aceptación el 22 de diciembre del mismo año. Unesco, “Carta a Gloria Pachón de Galán”, vusc, f. 1.

19Zapata Olivella, “Carta a Esteban Cobas”, 26 de julio de 1989, f. 1.

20Unesco, “Proyecto de Plan a plazo medio 1990-1995”, 1989, vusc, ff. 113-116 y 162-165.

21Manuel Zapata Olivella, “Adecuación de las recomendaciones y presupuestos de la Unesco”, septiembre de 1989, vusc, f. 5.

22Fundación Colombiana de Investigaciones Folklóricas, “Solicitud a Unesco. Programa de participación interregional 1990-1991”, 1989, vusc, f. 1.

23Zapata Olivella, “Informe”, f. 2.

24Zapata Olivella, “Informe”, ff. 5-6.

25Zapata Olivella, “Informe”, f. 5.

26Alejandra Gutiérrez y Eduardo Restrepo, Misioneros y organizaciones campesinas en el río Atrato, Chocó (Medellín: Editorial Uniclaretiana, 2017); Agudelo, Retos del multiculturalismo, 176-178.

27Gutiérrez y Restrepo, Misioneros y organizaciones campesinas; Agudelo, “Paradojas de la inclusión”.

28Wade, “El movimiento negro”, 177.

29El proceso de reforma constitucional en Brasil comenzó en 1985, como parte de la transición democrática después de veinte años de dictadura militar. Se eligieron 594 miembros del Congreso para la Asamblea Nacional Constituyente, quienes fueron los encargados de escribir la nueva carta magna, proceso que comenzó en 1986 y finalizó en 1988.

30Paschel, Becoming Black, 89.

31En documentos de circulación interna, Manuel Zapata Olivella se refería a ello como “Quinientos años de la conquista y colonización de América”, lo que deja en evidencia el doble plano enunciativo que manejaba en pro de conseguir sus objetivos frente a la Unesco. Ver Zapata Olivella, “Conferencia preparatoria de Jamaica. Orientaciones generales”, 4 de septiembre de 1990, vusc, f. 2.

32“IV Congreso de la cultura negra de las Américas”, folleto de convocatoria, 1990, vusc, f. 2. Al observar los folletos que se prepararon para el cc, el último eje temático desaparece.

33Agudelo, Retos del multiculturalismo, 176.

34Manuel Zapata Olivella, “Topics of discussion in the encounter between Europe and the Americas from a Jamaican perspective in preparation for the Fourth Congress of Black cultures in the Americas”, 6 de septiembre de 1990, vusc, f. 1.

35Manuel Zapata Olivella, “Informe general. Actividades preparatorias (julio 89-julio 90)”, septiembre de 1990, vusc, f. 8. Para más información sobre ese movimiento, ver Martha Rodríguez, “Campaña continental”, Chasqui, n.° 40 (1991); “500 años de resistencia”, América Latina en Movimiento, n.° 524 (2017): 6, doi: https://doi.org/10.16921/chasqui.v0i40.775

36Manuel Zapata Olivella, “Reunión preparatoria continental”, marzo de 1990, vusc, f. 12.

37José Ortiz, “Carta a Zapata Olivella”, 25 de mayo de 1989, vusc, f. 1.

38Manuel Zapata Olivella, “Carta a Esteban Cobas”, 13 de noviembre de 1990, vusc, f. 1. Su disgusto con las agencias financiadoras, por cuanto estas sobrepasaban la autonomía de los organizadores, sería una de las causas principales de los desacuerdos que, como veremos, pusieron fin al proyecto con la Unesco.

39Zapata, “Orientaciones generales”, f. 2.

40Manuel Zapata Olivella, El hombre colombiano, vol. 1, Colección Los Fundadores (Bogotá: Enciclopedia del Desarrollo Colombiano, 1974).

41Manuel Zapata Olivella, La rebelión de los genes (Bogotá: Altamir Ediciones, 1997).

42Ver Manuel Zapata Olivella, “Negritud, indianidad y mestizaje en Latinoamérica”, Présence Africaine, n.° 145 (1988).

43Valero, “Los negros”, 45.

44Manuel Zapata Olivella, “Que viva Changó”, La Prensa, 16 de agosto, 1990, 24.

45Catalina Zapata-Cortés, “Mestizaje nacional: una historia ‘negra’ por contar”, Memoria y Sociedad 14, n.° 29 (2010): 98.

46En relación con la ambigüedad de Zapata Olivella, ver Mara Viveros, “Mestizaje, trietnicidad e identidad negra en la obra de Manuel Zapata Olivella”, en Estudios afrocolombianos hoy: aportes a un campo transdisciplinario, editado por Eduardo Restrepo (Popayán: Universidad del Cauca, 2013).

47Zapata, “Orientaciones generales”, f. 2.

48Manuel Zapata Olivella, “Afroamérica, siglo xxi: tecnología e identidad cultural”, en Memorias del Coloquio Contribución Africana a la Cultura de las Américas, editado por Astrid Ulloa (Bogotá: ican/Proyecto Biopacífico/Inderena/dnp-gef/pnud, 1993), 171.

49Abdias do Nascimento, “Uma breve observação do presidente”, 5 de septiembre de 1990, vusc, ff. 1-4.

50Antonio Guimaraes, “Intelectuais negros e modernidade no Brasil”, Centre for Brazilian Studies, University of Oxford, Working paper, 2003, 45.

51Valero, “Los negros”, 77.

52Ver Paulina Alberto, Terms of Inclusion: Black Intellectuals in Twentieth-Century Brazil (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2011); Paschel, Becoming Black.

53“[...] ponto máximo da técnica de inferiorizar a cultura afro-brasileira”. Abdias do Nascimento, “Carta a Manuel Zapata Olivella”, 6 de noviembre de 1990, vusc, f. 3. Las traducciones del portugués son de la autora.

54“[…] menosprezados e sujeitos a julgamentos de valor negadores da autenticidade e validade das lutas de resistência e das reivindicações de seu povo”. Nascimento, “Carta a Zapata Olivella”, f. 3.

55“[...] nossos teóricos da miscegenação”. Abdias do Nascimento, “Exploração sexual da mulher africana”, en O genocídio do negro brasileiro. Processo de um racismo mascarado, de Abdias do Nascimento (Río de Janeiro: Editora Paz e Terra, 1978), 64.

56“O Congresso não poderia deixar de ouvir as vozes mais autênticas do pensamento contemporâneo africano-americano dos Estados Unidos, aquelas que trazem novas e importantíssimas ideias e conceitos teóricos como a Afrocentricidade”. Nascimento, “Carta a Zapata Olivella”, f. 2.

57“[…] cuja participação em nosso Congreso declaramos ser de ‘singular importância’”. Nascimento, “Uma breve”, f. 2.

58“[…] uma vitória não apenas do continente africano como também nossa. Afinal, somos em primeiro lugar povos de origem africana, e portanto igualmente africanos”. Nascimento, “Uma breve”, f. 2.

59Nascimento, “Carta a Zapata Olivella”, f. 2.

60La preconferencia de Temple estaría apoyada también por el Caribbean Cultural Center de Nueva York y la Fundación Mitterrand.

61“IV Congreso de la cultura negra de las Américas”, f. 2.

62“[…] vazio de conteúdo e de consciência”. Nascimento, “Carta a Zapata Olivella”, f. 2.

63Rodríguez, “Campaña continental”. Cabe aclarar que no se intenta significar con esta comparación que Zapata Olivella estuviese en desacuerdo con esta perspectiva, sino que trataba de negociar, en la medida de lo posible.

64“4th Congress of African Culture in the Americas”, folleto de presentación, 1990, vusc, f. 1.

65“4th Congress”, ff. 2-3.

66“Implicitamente colocam-se ‘as identidades das Américas’ como algo separado e hierarquicamente acima da cultura negra”. Nascimento, “Uma breve”, f. 2.

67Nascimento, “Uma breve”, f. 5.

68“[…] siempre hemos entendido la negritud como problemática vivencial de los pueblos de origen africano en la sociedad contemporánea y no remembranzas ni ‘retorno al país al natal’”. Zapata Olivella, “Carta a Esteban Cobas”, 26 de julio de 1989, f. 1.

69“¿Cómo podemos organizar hoy, con seriedad, un Congreso sobre la diáspora africana (especialmente, si tendrá lugar en Europa) sin hablar de civilizaciones africanas clásicas […] y sin discutir ni difundir el trabajo de Cheikh Anta Diop y sus colaboradores? En el contexto del supuesto 500 aniversario de un encuentro entre dos mundos, ¿cómo podemos hacer un congreso sin mencionar en la agenda la presencia africana en las Américas antes de Colón?” [“Como podemos fazer hoje, com seriedade, um Congresso da diáspora africana (sobretudo quando vai ter lugar na Europa) sem falar nas civilizações africanas clássicas [...] discutindo e divulgando o trabalho de Cheikh Anta Diop e seus colaboradores? No contexto do suposto 500° aniversário de um encontro entre dois mundos, como podemos fazer um Congresso sem mencionar no seu temário a presença africana nas Américas antes de Colombo?”]. Nascimento, “Carta a Zapata Olivella”, f. 3.

70Tomamos esta idea de Eduardo Restrepo, quien analiza lo que llama tecnologías de invención, esto es, aquel despliegue de acciones, como talleres, encuentros, asambleas, legislaciones, proyectos, que contribuyeron a inventar las “comunidades negras” como grupo étnico. El término invención, como aclara el mismo autor, se utiliza “en el sentido de fabricación, de construcción histórica como ha sido ampliamente utilizado en la teorización de la nación (Anderson), de las identidades (Hall) o del desarrollo (Escobar)”. Eduardo Restrepo, Etnización de la negridad (Popayán: Unicacuca, 2013), 158.

71Zapata Olivella, “Orientaciones generales”, marzo de 1990, f. 12.

72Ver Silvia Valero, “Afroepistemología y sensibilización en las narrativas históricas ‘afrodescendientes’ del siglo xxi”, en Identidades políticas en tiempos de la afrodescendencia: auto-identificación, ancestralidad, visibilidad y derechos, editado por Silvia Valero y Alejandro Campos-García (Buenos Aires: Corregidor, 2015).

73fdn, “Carta a Zapata Olivella”, 20 de septiembre de 1990, vusc, f. 2.

74Unesco, “Carta a Zapata Olivella”, 31 de octubre de 1990, vusc, ff. 1-2.

75“En esto va involucrado algo más que un principio de autonomía, la conciencia histórica de los pueblos afroamericanos de haber sido expoliados, ofendidos en su dignidad y privados de libertad durante los pasados 500 años de esclavitud y colonización. Resulta pues elemental e inadmisible que el IV Congreso tolere, abierta o enmascaradamente, que las decisiones tomadas por la Junta Directiva Permanente, sean cuestionadas y aún ridiculizadas, por quienes, seguramente de buena fe, han confundido apoyos muy valiosos con derechos de exclusión”. Manuel Zapata Olivella, “Carta a la Fundación Danielle Mitterrand”, 30 de octubre de 1990, vusc, f. 1.

76“[…] para nosotros es de relevancia conceptual y política, que usted nos haga llegar sus palabras asegurándonos la total independencia de las reflexiones sociales, étnicas, históricas y políticas que tengan a bien plantear nuestros invitados al Congreso”. Manuel Zapata Olivella, “Carta al director de la Unesco”, 31 de octubre de 1990, vusc, ff. 1-2.

77Nascimento le reclama esto a Zapata en una carta. Ver “Carta a Zapata Olivella”, 6 de noviembre de 1990, vusc, ff. 1-4. El colombiano le explica luego que fue un temario provisional por la urgencia de la Unesco. Manuel Zapata Olivella, “Carta a Abdias do Nascimento”, 21 de noviembre de 1990, vusc, ff. 1-2.

78Manuel Zapata Olivella, “Carta a Abdias do Nascimento”, 21 de enero de 1991, vusc, f. 1.

79fdm, “Carta a Zapata Olivella”, 15 de febrero de 1991, vusc. Se había sumado otro inconveniente de índole financiera con esta entidad, pues el representante del cc en el Comité Técnico de París desapareció con gran parte del dinero otorgado por la fdm y otras organizaciones europeas. Manuel Zapata Olivella, “Carta a la fdm”, 10 de diciembre de 1990, vusc, 1.

80Manuel Zapata Olivella, “Carta a Abdias do Nascimento”, 12 de marzo de 1991, vusc., ff. 1-2 .

81“Reglamento operativo del Cuarto Congreso de la Cultura Negra de las Américas. (Rediseño). Lista de invitados”, s. f., vusc.

82Manuel Zapata Olivella, “Carta a Abdias do Nascimento”, Bogotá, 4 de enero de 1992, vusc, f. 1.

83Manuel Zapata Olivella, “Carta a José Marín”, Bogotá, 9 de enero de 1992, vusc, ff. 1-2.

84“[…] above all an economic entity intended to ensure European prosperity and domination”. Zapata Olivella, “Topics of discussion”, 1.

85Abdias do Nascimento, “Luchas raciales en Brasil”, en Memorias del Coloquio Contribución Africana a la Cultura de las Américas, editado por Astrid Ulloa (Bogotá: ican/Proyecto Biopacífico/Inderena/dnp-gef/pnud, 1993).

86En 1995 Zapata les escribió una carta a sus amigos, los profesores Laurence Prescott y Marvin Lewis, en la que los impulsaba a retomar en Estados Unidos la organización del Cuarto Congreso de la Cultura Negra de las Américas. Manuel Zapata Olivella, “Carta a Marvin Lewis y Lorenzo Precott”, 17 de agosto de 1995, vusc, ff. 1-2. En 1996 lo propuso en el Museo de Historia Natural de Chicago. Aún con gran entusiasmo preparó un documento en el que justificaba la realización del cc en Estados Unidos y sugirió una nueva agenda de reflexión. Manuel Zapata Olivella, “En memoria del pensamiento humanístico de W. E. B. Dubois”, septiembre de 1996, vusc, ff. 1-3.

Cómo citar: Valero, Silvia. “Cuarto Congreso de la Cultura Negra de las Américas (1989-1991). Condicionantes históricos y tensiones epistémicas de un congreso fallido”. Historia Crítica, n.° 81 (2021): 95-117, doi: https://doi.org/10.7440/histcrit81.2021.05.

Recibido: 15 de Enero de 2021; Aprobado: 11 de Junio de 2021

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