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Historia Crítica

versión impresa ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.87 Bogotá ene./mar. 2023  Epub 16-Ene-2023

https://doi.org/10.7440/histcrit87.2023.07 

Tema abierto

Juan de Dios Romero y las prácticas editoriales del socialismo colombiano (1920-1934)*

Juan de Dios Romero and the editorial practices of Colombian socialism (1920-1934)

Juan de Dios Romero e as práticas editoriais do socialismo colombiano (1920-1934)

Andrés Caro Peralta** 

**Doctor en Historia por la Universidad de los Andes. Entre sus artículos recientes se encuentran: “Socialistas y comunistas como agentes tipográficos en Colombia (1920-1932)”. ACHSC 48, n.º 2 (2021): 429-457; “La sección colombiana de la Liga Antiimperialista de las Américas (1926-1929)”. Izquierdas 49, (2020): 4362-4383. ea.caro10@uniandes.edu.co


Resumen

Objetivo/Contexto:

El artículo propone un análisis la trayectoria política y la actividad editorial del socialista colombiano Juan de Dios Romero entre 1920 y 1934. Se analiza cómo su trayectoria contribuyó a redefinir las características de la cultura política de izquierdas, al producir y publicar una variedad de impresos que posicionaron el ideario socialista entre sectores más amplios y orientaron un marco político común para su acción.

Metodología:

A partir de la revisión detallada del archivo privado de Juan de Dios Romero y un conjunto de fuentes hemerográficas, se reconstruyen su itinerario personal y su particular labor en las actividades editoriales. El acercamiento a las fuentes parte de un análisis de su materialidad y de la función que ocupan los impresos en la configuración de la comunidad política socialista.

Originalidad:

El artículo se ubica en el campo de los estudios de la historia de la edición y de la cultura política, y tiene como foco de análisis la actividad de Romero como editor polifacético, que publicó periódicos, folletos y almanaques obreros. Hasta donde lo indican las fuentes, la proliferación de formatos a los que acudió en su labor editorial es un dato que resulta novedoso de cara al contexto colombiano contemporáneo: Romero produjo e imprimió una variedad de soportes que contribuyeron a la configuración de un lenguaje político de izquierdas, a la circulación de nuevos símbolos y a explorar un marco temporal que diversificó los referentes usuales católicos y republicanos. Esto, a su vez, permite tener una comprensión más amplia del escenario político y editorial del periodo.

Conclusión:

El artículo sugiere una aproximación al mundo editorial del universo socialista colombiano contemporáneo, siguiendo el itinerario intelectual de Romero y diversos dispositivos impresos a través de los cuales se articuló la cultura política de izquierdas. Este enfoque advierte una perspectiva de análisis que enlaza los dispositivos impresos más robustos con los efímeros, para identificar la redefinición de nuevos marcos simbólicos en esta cultura socialista local.

Palabras claves: almanaques; editor; folletos; historia de la edición; prensa; socialismo

Abstract

Objective/Context:

The article proposes an analysis of the political trajectory and editorial activity of the Colombian socialist Juan de Dios Romero from 1920 to 1934. It shows how Romero contributed to the redefinition of the local left-wing political culture by producing and publishing a variety of printed matter that positioned the socialist ideology among broader sectors and oriented a common political framework for its action.

Methodology:

Based on a detailed review of Romero’s private archive and a set of press sources, his itinerary and his work in publishing activities are reconstructed. The approach to the sources analyses their materiality and the role played by printed material in configuring the socialist political community.

Originality:

The article contributes to the studies on the history of publishing and political culture and focuses on Romero's activity as a multifaceted editor who published newspapers, pamphlets and workers› almanacs. As far as the sources indicate, this proliferation of formats is a novel fact in the contemporary Colombian context: Romero produced and printed a variety of media that contributed to the configuration of a left-wing political language, to the circulation of new symbols and to explore a time frame that diversified the usual Catholic and republican references. This, in turn, allows for a broader understanding of the political and editorial scenario of the periodo.

Conclusion:

The article suggests an approach to the editorial world of the contemporary Colombian socialist universe, following Romero’s intellectual itinerary and various printed devices through which the left-wing political culture was articulated. This approach reveals a perspective of analysis that links the most robust printed devices with the ephemera to identify the redefinition of new symbolic frameworks in the local socialist culture.

Keywords: almanacs; pamphlets; press; publisher; publishing history; socialism

Resumo

Objetivo/contexto:

Neste artigo, é proposta uma análise da trajetória política e da atividade editorial socialista Juan de Dios Romero entre 1920 e 1934. É analisado como sua trajetória contribuiu para redefinir as características da cultura política de esquerdas ao produzir e publicar uma variedade de impressos que situaram o ideal socialista entre setores mais amplos e orientaram um referencial político comum para sua ação.

Metodologia:

A partir da revisão detalhada do arquivo privado de Juan de Dios Romero e de um conjunto de fontes hemerográficas, são reconstruídos seu itinerário pessoal e seu particular trabalho nas atividades editoriais. A abordagem das fontes é feita a partir de uma análise de sua materialidade e da função que os impressos ocupam na configuração da comunidade política socialista.

Originalidade:

Este artigo se situa no campo dos estudos da história da edição e da cultura política, e tem como objetivo de análise a atividade de Romero como editor versátil, que publicou jornais, folhetins e almanaques operários. Até onde as fontes nos indicam, a proliferação de modelos aos quais recorreu em seu trabalho editorial é um dado novo no contexto colombiano contemporâneo: Romero produziu e imprimiu numa variedade de suportes que contribuíram para a configuração de uma linguagem política de esquerdas, para a circulação de novos símbolos e para a exploração de um enquadramento temporal que diversificou os referenciais católicos e republicanos. Isso, por sua vez, permite ter uma compreensão mais ampla do cenário político e editorial do período.

Conclusões:

Neste artigo, é sugerida uma abordagem do mundo editorial do universo socialista colombiano, seguindo o itinerário intelectual de Romero e diversos dispositivos impressos por meio dos quais foi articulada a cultura política de esquerdas. Esta abordagem sinaliza uma perspectiva de análise que vincula os dispositivos impressos mais sólidos com os efêmeros, para identificar a redefinição de novos referenciais simbólicos nessa cultura socialista local.

Palavras-chave: almanaques; editor; folhetins; história da edição; imprensa; socialismo

Introducción

Juan de Dios Romero fue un destacado dirigente y editor socialista que participó de manera activa en distintos escenarios organizativos de la izquierda colombiana en la primera mitad del siglo xx. Importantes tramos de su vida como dirigente socialista estuvieron mediados por la relación entre política e impresos. Los contornos de su formación infantil y juvenil se delinearon a partir de los ritmos de las guerras civiles de finales del siglo xix, los acercamientos a la escritura y la publicación de pequeños periódicos junto a su hermano Adelio Romero. Esta sensibilidad periodística se afianzó con su participación como redactor de algunos periódicos liberales de la capital, donde conoció las prácticas iniciales del oficio periodístico y se inclinó por las ideas de cambio que anunciaban las organizaciones socialistas que se agrupaban en 1919 en el Partido Socialista (ps). Desde ese momento, Romero se destacó en las actividades de difusión y articulación del socialismo como redactor y director de El Socialista (1920-1934), uno de los periódicos más importantes del socialismo colombiano, que logró navegar en las difíciles aguas de la dirección de empresas periodísticas de carácter popular y en las distintas crisis del socialismo colombiano en sus etapas formativas.

Más allá de esta actividad periodística, que fue común entre dirigentes socialistas de este periodo, como Erasmo Valencia, Luis A. Rozo, María Cano, Raúl Eduardo Mahecha, Ignacio Torres Giraldo y Jorge Uribe Márquez, la singularidad de Romero se puede localizar en su visión polifacética en el mundo editorial del socialismo1. En la década de los veinte e inicios de los treinta, lo podemos encontrar como un importante animador para la publicación de folletines, carteles y almanaques de propaganda socialista. La incursión en la edición de estos “sencillos impresos” marcó un quiebre para las prácticas editoriales del socialismo colombiano, ya que con esta mirada multifacética de la edición logró posicionar el ideario socialista en muchos más sectores y configurar un marco político común para su acción. Por ejemplo, con la publicación de folletos se difundió un nuevo lenguaje político, se construyeron nuevas identidades articuladas a una comunidad política global y se expresaron posicionamientos frente a los problemas del país. En el periodo de mayor intensidad de la actividad socialista, Romero publicó alrededor de once folletines con una diversidad temática, que interpelaban a distintos públicos, como obreros, mujeres, empleadas domésticas y niños.

Estos impresos efímeros contribuyeron, además, a una mayor movilidad geográfica de las ideas socialistas. Desde algunos talleres de impresión, Romero publicó carteles que eran fijados en las principales esquinas de Bogotá y en algunos pequeños municipios; también, numerosas hojas de propaganda y almanaques populares fueron eficaces para llevar la imaginería socialista con nuevos referentes simbólicos asociados a las tradiciones de las izquierdas transnacionales y locales. Por medio de los almanaques populares, los socialistas lograron construir una memoria gráfica común en la que resonaban algunas de las figuras centrales del socialismo, el comunismo y el anarquismo local y mundial. Asimismo, definieron una temporalidad que diversificaba los tiempos del mundo cristiano y republicano para fijar inscripciones temporales relacionadas con las celebraciones laicas, como el primero de mayo, el aniversario de la Revolución rusa y otros episodios del movimiento socialista internacional.

La historiografía nacional que se ha ocupado de los estudios sobre el denominado “socialismo temprano” ha resaltado la figura de Romero a partir de su actividad periodística y sus controvertidos posicionamientos políticos2. En la historia sobre el periodismo socialista, se suele distinguir su actividad como director de El Socialista y las dificultades que enfrentó para la consolidación de esta empresa periodística3. Otras aproximaciones han destacado su personalidad “indomable por cualquier forma organizativa”4. Esta impresión se fundamentó en la actitud crítica que Romero sostuvo frente a la dirigencia del Partido Socialista Revolucionario (psr) y su intento de construir una organización comunista paralela. Esta búsqueda por establecer nuevos marcos de acción más allá del psr generó diversas interpretaciones. Por un lado, una recuperación por parte de la historiografía anarquista que encontró en este dirigente algunos criterios comunes con la actividad política libertaria que se cristalizaron en alianzas temporales5. Por otro lado, la historiografía oficial del comunismo interpretó la vida pública de Romero como “oportunista” ante las distancias doctrinales que lo llevaron a desprenderse del psr y luego a no reconocer la hegemonía del Partido Comunista de Colombia (pcc) en la década del treinta6.

Estas aproximaciones recrean algunos pasajes centrales de la vida de Romero en el contexto del desarrollo de su actividad socialista en la década del veinte; no obstante, han omitido la manera como sus formas de concebir la política se articularon a una compleja relación con el mundo de los impresos, que sobrepasa la actividad periodística. Precisamente, la reciente historiografía latinoamericana sobre las izquierdas ha destacado la manera como los itinerarios de algunos dirigentes de izquierda se enlazan a las actividades de producción y circulación de impresos. En otras palabras, la actividad de esta franja política no puede ser pensada sin sus vínculos con el taller tipográfico, las librerías, los editores y la configuración de un “sistema de impresos de dimensiones planetarias”7. Aunque estos estudios direccionan la mirada de la cultura de izquierdas hacia nuevos problemas asociados al mundo de los impresos, siguen anclados al análisis de soportes más robustos, como libros y revistas, y, en algunos casos, equiparan el análisis de la cultura impresa con la cultura del libro. Este énfasis ha opacado el valor propio de los efímeros como objetos que permiten comprender las dinámicas que se despliegan en la relación entre impresos y sectores populares y en la construcción de la cultura política mediada por múltiples soportes8.

Por lo anterior, este artículo sugiere pensar en las variadas formas en que los impresos políticos contribuyeron a la definición de características de la cultura política de izquierdas a través del itinerario intelectual y editorial de Juan de Dios Romero. En este sentido, no solo se trata de resaltar un segmento de la vida de Romero, sino, a partir de allí, construir una aproximación a las dinámicas asociadas al mundo de la edición socialista. En suma, el artículo propone un análisis sobre la manera como periódicos, folletos y almanaques producidos y divulgados por Romero configuraron prácticas específicas en la cultura de izquierdas y su articulación más amplia en los sectores populares, sus gustos lectores, las relaciones entre cultura oral, cultura visual y cultura impresa. Teniendo en cuenta este objetivo, el artículo se divide en cuatro momentos: en primer lugar, se establecen algunos elementos de la vida de Romero que definieron su vinculación con el mundo de los impresos. En segundo lugar, se caracteriza su labor en la publicación del periódico El Socialista y los rasgos modernos de esta empresa periodística. En tercer lugar, se analiza la edición de folletos como una dimensión novedosa para la difusión de las ideas socialistas, y, finalmente, se considera la construcción de una cultura visual por medio de la impresión de almanaques populares.

1. Juan de Dios Romero: editor y publicista

Juan de Dios Romero (1888-1958) nació en Caparrapí, Cundinamarca, en el seno de una familia liberal radical. Se sabe que su padre Adelío Romero Arenas fue alcalde de este pequeño municipio de Cundinamarca en 1876 y su madre estuvo vinculada a las tradiciones de la religión protestante9. Esta formación inicial, al lado de la política del liberalismo radical y otras formas de religiosidad, constituyó un marco de referencia inicial para su actividad política y periodística en años posteriores10.

Existen algunas zonas oscuras de su formación infantil y juvenil, lo que nos impide construir un marco más adecuado de estos momentos decisivos de su vida. Sin embargo, a partir de algunas crónicas y entrevistas, se puede establecer que su etapa juvenil estuvo saturada de inconformidades y de “agresivos gestos bélicos” en las guerras civiles de finales del siglo xix11. Su casa del barrio Las Cruces, en Bogotá, fue un escenario de movilización de hombres y de armas al mando de los generales Casimiro Carrillo y Juan Mc. Allister, que servían a los contingentes en las zonas del Tunjuelito y Usme. Además, su vida familiar estuvo marcada por el ritmo de las guerras. Su padre Adelio Romero y su hermano mayor, que llevaba el mismo nombre de su padre, dirigieron una fuerza rebelde de liberales para organizar la resistencia en el oriente de Cundinamarca. La vida familiar, que se movía por las vicisitudes de la guerra y las necesidades de las fuerzas liberales, llevó a Juan de Dios a apoyar a su hermano en las correrías bélicas en el occidente de Cundinamarca. En 1899, salieron de la capital rumbo a la Palma, importante zona para la actividad de las guerrillas liberales, que se constituía en un teatro central de la guerra junto al Sumapaz y el Tequendama12. Allí Adelio se encargaba de aprovisionar las fuerzas liberales de garrotes, viejas escopetas y rifles de largo alcance, mientras que Juan se quedaba refugiado entre la “manigua”, al cuidado de las pocas provisiones y armamento13.

El fin de la guerra en 1902 fue interpretado como un espacio propicio por los directores de periódicos y periodistas para activar la vida cultural del país. En estos primeros años, las actividades periodísticas e impresas intentaron abrirse paso en medio de las medidas más restrictivas del gobierno de Rafael Reyes, quien, a través del Decreto 182 de 1907, definía las facultades que tenía para “prohibir la circulación de publicaciones subversivas y hacerlas recoger”14. A pesar de los intentos civilistas que procuraban dejar a un lado las cicatrices de la guerra, la reactivación total del mundo de los impresos solo fue posible con la caída del gobierno de Reyes en 190915. Distintos sectores encontraron en este nuevo panorama político un impulso para la publicación de impresos y, también, nuevos sujetos sociales, como la emergente clase obrera, identificaron un escenario propicio para la difusión de sus aspiraciones16. En este contexto, Romero se acerca al periodismo liberal, con el que tenía una identificación de origen familiar, y a partir allí construye un itinerario que lo va a vincular a lo largo de su vida con las prácticas editoriales.

Acerca de su participación en el periodismo liberal de la década del diez, contamos con información más precisa17. En este punto, la influencia de su hermano Adelio fue determinante para conocer algunas prácticas iniciales de la composición y redacción de periódicos. Su hermano dirigió un pequeño periódico llamado Moscardón, en el cual Romero colaboró en su distribución. En esta primera experiencia, conoció a Manuel de J. Romero, Ernesto Munévar Molina, Eduardo López y otros escritores liberales de la época18. Sin embargo, fue en 1917 cuando empezó a escribir algunas crónicas periodísticas y cuentos en El Domingo y El Ariete. Estos dos periódicos hicieron parte de las numerosas hojitas e impresos con los que el liberalismo intentó reactivar su actividad pública civilista luego del fin de la Guerra de los Mil Días. Aunque Romero consideraba que estos primeros escritos eran deficientes y sin mucho valor analítico, su paso por estas dos experiencias periodísticas fue clave para sus posteriores trabajos como redactor y director de la prensa socialista.

Luego de estas primeras experiencias, en las que adquirió los principios básicos del oficio, se desempeñó como redactor de La Tribuna: diario de la tarde (1912) y La Sanción: semanario liberal. En estos periódicos, se encargó de las tareas de redacción que le permitieron ampliar sus contactos con políticos e intelectuales reconocidos, como Pablo E. Mancera, director de La Libertad y precursor del periodismo socialista. Como lo ha señalado el historiador David Sowell, los lazos entre el liberalismo y los sectores del emergente socialismo eran fluidos y, en algunos casos, sus aspiraciones y demandas se mezclaban con la tradición socializante promulgada por el general Rafael Uribe Uribe19. Estas experiencias periodísticas que aparecieron en la década del diez recuperaron elementos de las formas de intervención públicas del artesanado que desde mediados del siglo xix habían sostenido talleres tipográficos para la publicación de periódicos con el propósito de ganar cierta autonomía y capacidad de decisión frente a los sectores liberales y conservadores20.

Este primer acercamiento con el periodismo popular estuvo cargado de controversias. Mancera representaba al sector del Sindicato Obrero de Bogotá, en el cual confluían tendencias del liberalismo, que, a pesar de defender las formas de asociacionismo obrero, rechazaban las ideas “maximalistas” y “bolchevistas”. Estas tensiones que recorrieron la primera experiencia del socialismo se manifestaron en las discrepancias de Mancera y Romero frente a la acción política: el primero estaba anclado en una postura de defensa de la elevación material de los trabajadores y el segundo estaba cada vez más cercano a las ideas de la Revolución rusa. Estos abismos políticos produjeron los iniciales desencuentros que llevaron al retiro de la redacción de Romero de La Libertad porque, según señalaba el dirigente socialista, “poco le agradaban a su propietario mis campañas demasiado fuertes”21.

El enlace de Romero con la actividad socialista se dio, sin embargo, en el periódico de tendencias republicanas Gaceta Republicana, que se agrupaba alrededor de los principios políticos del expresidente Carlos E. Restrepo. Gaceta, fundado por Enrique Olaya Herrera, fue una experiencia decisiva para el dirigente socialista en ciernes. Bajo la redacción de Carlos O. Bello, el periódico abrió sus páginas al seguimiento de la actividad sindical y los primeros manifiestos del socialismo que se congregaron en 1919 bajo la acción del Partido Socialista22. Las jornadas del 16 de marzo, en las cuales los artesanos de Bogotá salieron a las calles a rechazar la compra de uniformes importados por parte del gobierno conservador de Marco Fidel Suarez, definieron un nuevo momento para la vida pública de Romero. La movilización que fue reprimida, con un saldo de diez muertos y quince heridos, marcó a los redactores y colaboradores del periódico, quienes convirtieron las páginas de Gaceta Republicana en un escenario de denuncias por la masacre de artesanos y el rechazo al gobierno (imagen 1). Las denuncias formuladas por Romero, Eduardo Carvajal, Marco Tulio Amorocho y Manuel Grisales les costó el encarcelamiento a este grupo de redactores.

Fuente: Gaceta Republicana, Bogotá, 18 de marzo de 1919.

Imagen 1. Homenaje de la Gaceta Republicana a los Mártires 

La participación en Gaceta Republicana significó dos momentos decisivos en la trayectoria política e intelectual de Romero. Por un lado, fue el momento bisagra para su acción política. A partir de su trabajo como colaborador del periódico, su sensibilidad política se desplazó de su liberalismo original hacia las tradiciones socialistas. Desde su labor en la Asamblea Obrera de Bogotá, comenzó un proceso de articulación del sindicalismo y de las tendencias socialistas que se encontraban dispersas en Colombia. Por otro lado, fue el momento en que sus actividades periodísticas y editoriales se orientaron hacia las necesidades impresas del socialismo y el sindicalismo. Luego de los sucesos del 16 de marzo y de su primera estadía en la cárcel, fundó con Carlos O. Bello, antiguo redactor y director de Gaceta, un periódico de corta duración llamado El Socialismo. Al poco tiempo, junto con otros colaboradores y personas vinculadas al mundo del sindicalismo bogotano como Emiliano Restrepo, Carlos C. Dávila y Marco A. Dávila, fundó El Socialista23.

Romero adquirió una sensibilidad particular como publicista en su trayectoria previa como redactor de periódicos liberales y socialistas. Su labor con los textos permite definir el perfil de un editor que explora las múltiples posibilidades propagandísticas que le ofrecen los impresos. Esto quiere decir que reconoce distintos soportes como periódicos, folletos, carteles y almanaques, con los cuales los sectores populares se venían familiarizando, para ponerlos al servicio de la actividad de esta nueva comunidad política que irrumpía en la vida del país. Esta apuesta por ampliar los soportes materiales para la difusión de las ideas socialistas definió una de las innovaciones de Romero para la cultura impresa de las izquierdas. Con el enlace de diversos impresos, que circulaban en los espacios públicos y privados, logró acercar a muchos más sectores sociales a las prácticas políticas y culturales del socialismo.

Además, su actividad como editor permite trazar algunos contrastes con otro tipo de editores que aparecieron en las primeras décadas del siglo xx en Colombia y América Latina24. A inicios de la década del veinte, la actividad editorial en la región cobraba un mayor dinamismo con la ampliación de los catálogos en términos temáticos, el aumento de la importación de libros provenientes de España y la creación de nuevos sellos editoriales interesados en configurar la idea de un campo de la producción literaria nacional25. Este proyecto de modernización de la actividad editorial, que consistía en la diversificación de la oferta, la ampliación de los impresos a nuevos públicos por medio de las “colecciones populares”, el diseño de estrategias publicitarias, entre otros aspectos, tuvo una dimensión particular y específica en Romero, quien se fijó en la creación de nuevos públicos consumidores de impresos y en la construcción de estrategias comerciales y publicitarias para la circulación de los materiales que producía; sin embargo, no editó a otros autores, sino que publicó sus propios escritos, con los que intentaba suplir la carencia de manuales a través de los cuales el público local pudiera encontrar las aspiraciones centrales de las tradiciones socialistas.

Con la publicación de Las Conferencias Socialistas, en 1920, se abre el camino para la producción de folletería y libros socialistas por parte de los dirigentes locales. A la publicación de estos folletos se sumaron otros innovadores soportes, como los almanaques obreros y carteles. Como veremos más adelante, este género de impresos en su composición material y contenido representó un nuevo vínculo con la cultura visual, en los que se difundieron otros referentes temporales, que venían a competir con las representaciones simbólicas y las formas de concebir el tiempo político y social predominantes.

2. Periodismo socialista: El Socialista (1920-1934)

Los contactos iniciales que estableció Romero con los periódicos liberales El Domingo, El Ariete y Gaceta Republicana le brindaron un conocimiento básico de la actividad periodística. Allí se acercó al mundo de la redacción y publicó sus primeros escritos. Asimismo, su participación en los periódicos socialistas La Libertad y El Socialismo le ofrecieron un panorama de las particularidades y vicisitudes para el sostenimiento de un periódico de su naturaleza. El trabajo como redactor le permitió crear redes con figuras notables del liberalismo, el sindicalismo y el socialismo a nivel nacional26. En estos espacios, su prestigio como escritor incisivo fue creciendo y su postura contestataria le dio un lugar en los escenarios de discusión del socialismo en ciernes.

La etapa como redactor en Gaceta Republicana afianzó las inquietudes socialistas de Romero y consolidó la relación con Carlo O. Bello, antiguo redactor del periódico republicano. El paso por este periódico coincidió, además, con las deliberaciones de distintos centros socialistas a nivel nacional para la creación del Partido Socialista, en agosto de 1919. En este contexto de articulación del nuevo socialismo en el país, Bello y Romero emprendieron la tarea de crear un periódico al servicio de esta comunidad política. El periódico El Socialismo fue publicado como vocero del Partido Obrero Socialista Colombiano. La vida de este primer intento periodístico fue corta y tuvo un prematuro cierre a inicios de 1920. Las controversias cada vez más evidentes entre sectores del Sindicato Central Obrero y un grupo de dirigentes socialistas condujeron a su cierre. La orfandad de un diario con el cual articular las aspiraciones del ps condujo a los miembros de su cuerpo consultivo nacional a sugerir la creación del periódico El Socialista27.

En febrero de 1920, apareció en la ciudad de Bogotá el periódico El Socialista. Diario de la mañana, con Juan C. Dávila como director, y Juan de Dios Romero, en el cuerpo de redactores. Romero asumió la dirección del periódico desde 1921 hasta su cierre en 1934. La experiencia de El Socialista resultó ser, junto con La Libertad y Claridad, uno de los más importantes emprendimientos periodísticos del socialismo colombiano por su alcance y desenvolvimiento en distintas etapas del socialismo en las décadas del veinte y treinta. Según la historiadora Luz Ángela Núñez, los ciclos de mayor publicación de la prensa obrera y popular coincidieron con momentos de cohesión y organización a nivel nacional. En la etapa de consolidación del socialismo entre 1919 y 1920, fueron publicados alrededor de 31 periódicos28. En este contexto, El Socialista sirvió como una plataforma para transmitir las aspiraciones de unificación de las tradiciones socialistas que se expandieron en los puertos del río Magdalena, Medellín, Popayán, Montería, Cali y Bogotá.

La publicación de periódicos socialistas se vio resentida por la crisis interna del ps, que tuvo su cierre formal en 1924. Según el dirigente socialista Francisco de Heredia, las labores de esta organización se venían debilitando como producto de la dispersión de sus líderes y la fragilidad doctrinaria29. Por su parte, con la creación del psr, en 1926, se desplegó un nuevo momento del periodismo socialista en el que se publicaron alrededor de treinta periódicos30. En este nuevo escenario de la actividad política de izquierdas, El Socialista y su director se posicionaron frente al nuevo socialismo revolucionario. Desde el periódico, Romero asumió posturas críticas hacia la dirección del psr, promovió la creación de un pequeño núcleo comunista junto con Erasmo Valencia, director del periódico Claridad, y buscó la articulación con algunas franjas del activismo libertario de la capital31.

La década de 1930 representó un momento de cambio de la cultura política de izquierdas. Las disputas internas entre los dirigentes socialistas, la masacre de las bananeras en diciembre de 1928, el intento insurreccional de 1929 y la reorientación hacia la comunidad política del comunismo tuvieron un impacto en el despliegue del periodismo socialista. En este nuevo contexto, solo se mantuvieron dos periódicos: El Socialista y Claridad. El periódico La Humanidad de Cali, que fue un soporte importante de la experiencia del psr, cerró en 1930, luego de las controversias por el control de la imprenta con el recién constituido pcc y el viaje de su director a Moscú32. En este complejo escenario, Romero tuvo que enfrentar agudas críticas por parte de los dirigentes comunistas locales y, sin un soporte organizativo al cual vincularse, desarrolló su actividad como publicista político con algunos núcleos del obrerismo bogotano y en las redes del movimiento agrario de la región del Sumapaz, en donde Erasmo Valencia mantenía estrechos contactos.

Los contactos de los socialistas en zonas del Sumapaz, como Icononzo y los arrendatarios de la hacienda El Chocho, fueron importantes por la complejidad de las movilizaciones campesinas alrededor de la parcelación y el acceso a la tierra33. Erasmo Valencia desde el periódico Claridad fue un abanderado de las reivindicaciones agrarias, y su cercanía a esta experiencia lo llevó a convertirse en líder de los agrarios con la creación en 1933 de la Sociedad Agrícola de la Colonia de Sumapaz34. La relación que construyó Romero con Valencia facilitó la circulación de periódicos y folletos socialistas en esta región. Además, la trayectoria común que construyó con el líder agrarista le dio cierto reconocimiento entre los campesinos de esta zona del país, y en la década de 1950 lo delegaron como asesor jurídico de los arrendatarios de Silvania, Pandi e Icononzo35.

A pesar de estas inflexiones en la actividad periodística de izquierdas, la prensa fue una de las plataformas a través de la cual los socialistas lograron articular una comunidad de discurso nacional, posicionarse en los conflictos regionales, penetrar en la esfera pública y definir los contornos de sus prácticas políticas y culturales. Si bien los estudios sobre el socialismo cuentan con un panorama más o menos claro sobre el periodismo popular y socialista en este periodo, la actividad editorial de Romero nos puede sugerir una perspectiva complementaria de una de las empresas periodísticas de más largo aliento. Desde sus inicios, el periódico tomó la estructura de una empresa editorial moderna, con el propósito de convertir “nuestra hoja [en] una de las mejores y más bien servidas del país”36. Su director y colaboradores establecieron vínculos con el comercio de suministro de impresos en Bogotá, construyeron una red de suscriptores a nivel nacional que crecía al ritmo del socialismo y abrieron sus páginas a un amplio y variado número de anuncios publicitarios de diversa procedencia para su sostenimiento37.

En términos formales, el periódico era impreso en un formato de cuatro cuartillas. Esta estructura fue conservada durante toda la década del veinte, mientras que, en la década del treinta, el periódico alcanzó a tener seis páginas y en algunas ediciones extraordinarias el número podía llegar a ocho o doce páginas. El valor del periódico no tuvo muchas variaciones. En la primera mitad de la década de 1920, su valor ascendía a 3 centavos, y de ahí en adelante mantuvo un costo de 5 centavos (imagen 2). Para su sostenimiento, el periódico combinó una retórica de persuasión dirigida a sus copartidarios y lectores y una apertura publicitaria dirigida a comerciantes. Esto se puede identificar en tramos importantes de sus primeras etapas, en las cuales 2 de las 4 páginas que componían el periódico estaban dedicadas a la publicidad. Los anunciantes eran abogados, zapateros, farmacias, fábricas de loza, cafés y ferreterías. También, había un conjunto de grandes anunciantes, como el Banco de Bogotá, compañías urbanísticas, la cervecería Bavaria y otras dedicadas a la venta de bebidas, como Posada Tobón38.

Imagen 2. Tres momentos de El Socialista 1920, 1928 y 1932

Fuente: El Socialista, 10 de febrero de 1920; El Socialista, 1 de mayo de 1928, y El Socialista, 5 de junio de 1932. 

La venta de espacios publicitarios fue una de las estrategias utilizadas por el periodismo para sostenerse y, así, superar las recurrentes crisis materiales que impedían la publicación sistemática de la prensa. A pesar de su componente ideológico, la prensa socialista no restringió sus espacios a la publicidad de empresas capitalistas que permitieron solventar algunas de las necesidades para su publicación. Sin embargo, la venta de espacios publicitarios no se dio en una relación unidireccional; en otras palabras, no solo estuvo mediada por el interés del director del periódico de mantener el periódico a flote, pequeños y grandes comerciantes encontraron en las páginas de El Socialista un lugar para conectar con estos nuevos consumidores de origen popular que manifestaban unas necesidades de consumo particulares39.

El Socialista fue publicado en pequeñas imprentas de la capital. No se puede definir con claridad si en algún momento Romero logró establecer un taller tipográfico y adquirir una imprenta. En las referencias “autobiográficas” acerca de su experiencia periodística, no se suele considerar esta dimensión; a diferencia, en las memorias de sus copartidarios, se insiste en las vicisitudes por las que atravesaron para sostener un periódico y sus respectivos talleres o mimeógrafos. A pesar de esta dificultad, se puede realizar una aproximación a los talleres de imprenta en los que se imprimió, siguiendo algunos rastros que se encuentran en el periódico y a través de experiencias similares. Los socialistas y anarquistas en Bogotá hicieron intentos por sostener algunas imprentas propias para la publicación de periódicos, como la Imprenta de La Libertad, y la Imprenta de la Voz Popular, dirigida por el anarquista Carlos F. León. En algunos casos, lograron comprar, por medio de fondos comunes, mimeógrafos para imprimir algunas hojas volantes y publicar pequeños boletines que circulaba en los barrios de Las Cruces, Egipto, Belén y La Candelaria40.

En contraste con otras experiencias regionales, los socialistas bogotanos no consolidaron cooperativas tipográficas. Los casos más relevantes de estos intentos asociativos para consolidar un taller de imprenta se dieron en Cali y Medellín. En Cali, la Cooperativa de Producción y de Consumo del Valle compró en 1925 una vieja imprenta en la población de Zarzal para la publicación de La Humanidad41. En 1927, en Medellín, se organizó una experiencia similar, un grupo de socialistas reunidos en la casa de María Cano crearon la Cooperativa Obrera Tipográfica. La imprenta fue comprada al dirigente socialista Escolástico Álvarez por $120042. Por su parte, los socialistas bogotanos se movieron entre pequeños talleres de imprenta propios y otras imprentas comerciales. Algunas razones se pueden encontrar en el dinamismo del mercado de los impresos que existía en la capital, en donde socialistas y anarquistas tenían a su alcance pequeños talleres tipográficos en los cuales publicar sus materiales impresos43.

La Imprenta Mundial fue una de las imprentas que sustentaron la actividad impresa de los sectores de izquierda con la publicación de periódicos, folletos y carteles. Allí se imprimieron los periódicos Nuevos Tiempos, El Socialista, Claridad, El Baluarte, entre otros. Estas redes y lealtades políticas, que se construyeron en estos pequeños establecimientos tipográficos en la década de 1920, pasaron por un proceso de reestructuración en la década de 1930. En este nuevo momento de la cultura política de izquierdas, Romero imprimió su periódico en la Tipografía Rojas, en la que se realizaban “todo tipo de trabajos tipográficos”44. La relación con estos talleres de imprenta nos indica una característica particular de Romero como editor socialista. Su interés estaba centrado en la consolidación de su trabajo como propagandista de las ideas de cambio y en la consolidación de redes con el mercado tipográfico capitalino para el sostenimiento de sus actividades impresas. Aunque en las prácticas editoriales socialistas no existe una división marcada entre el taller de imprenta y el mundo de la edición, cuestiones que reflejan un proceso de modernización del campo editorial, sí se puede identificar un proceso de delimitación entre las tareas de composición del periódico y las actividades de redacción y dirección.

Algunas crónicas publicadas ocasionalmente sobre la vida cotidiana de El Socialista describían estas primeras divisiones que aparecían entre el equipo de redacción y las actividades que se desarrollaban en los talleres tipográficos. La administración del periódico quedaba ubicada a unos cuantos metros de la imprenta en la que era publicado, y mientras los redactores escribían sus artículos, “Las cajas reclaman con avidez el artículo incendiario y elegantemente escrito”45. Estas oficinas eran espacios pequeños con unos cuantos muebles, libros y algunos elementos de la simbología socialista. En una de las primeras crónicas del despacho del director de El Socialista, se describen algunos de estos aspectos de la siguiente manera: “sobre una esquinera el busto de Jaurés, que con su dorso recio y su mirada desafiadora, parece estar en el parlamento en lucha gigantesca con su rival”46. Además, las oficinas eran espacios para la formación autodidacta de sus directores y colaboradores. En los pocos espacios en los que una relativa calma se apoderaba de las oficinas, el director tenía tiempo para volver a sus lecturas del socialismo, como lo señala la crónica de El Socialista: “en seguida la calma se hace y nuestro Director sigue embebido, leído, en la lectura del nuevo Nietzsche de la filosofía socialista alemana”47.

Otras crónicas se referían a la relación entre redactores y trabajadores de la imprenta. Si bien existía una clara división de las actividades del taller tipográfico y de las salas de redacción, los cronistas resaltaban la “disolución” de los mecanismos de jerarquización en las oficinas de El Socialista, donde “Un puñado de muchachas encendidas de belleza, levantan el periódico y allí todos obreros y escritores son unos reunidos, sin odiosas distinciones de patronazgo”48. Esta impresión inicial no descarta la existencia de tensiones laborales asociadas al proceso de modernización de la industria gráfica. Desde finales de la década de 1910, se pueden apreciar transformaciones en los talleres tipográficos con la incorporación de linotipos, la ampliación del mercado de suministros y la consolidación de nuevos consumidores que demandaban distintos tipos de impresos. Estos cambios afectaron la vida de los talleres tipográficos, se ampliaron los mecanismos de distinción entre obreros y capataces y se eliminaron algunos privilegios que tenían antiguos tipógrafos49. Las tensiones que se observaban en otros talleres de imprenta quizás eran mimetizadas en los talleres de El Socialista, por el número de empleados a cargo y las capacidades tecnológicas del taller. Aunque no se puede descartar la conflictividad entre tipógrafos y directores de periódicos socialistas. Por ejemplo, los tipógrafos en la ciudad de Cali reclamaron a los directores del periódico La Humanidad un aumento de salarios y mejores condiciones laborales y de vida en el taller de imprenta50.

Finalmente, la oficina del periódico representó un escenario de la modernidad cultural y la consolidación de espacios de sociabilidad y de la circulación de las ideas políticas. Cuando ocurría una situación excepcional, el taller o la administración servía para definir planes de acción. Desde 1921, el periódico contó en el equipo de redacción con dos miembros importantes del socialismo: Tomás Uribe Márquez y Erasmo Valencia, por lo que, al finalizar las jornadas de trabajo, se organizaban reuniones conspirativas para la elaboración de planes revolucionarios, como lo relata uno de los cronistas que visitaron la redacción del periódico: “A media noche […] me llevaron los tres apóstoles socialistas [Uribe, Romero y Valencia] a una Junta secreta de bolcheviques, donde el obrero pide [ilegible] del burgués, mientras dice una ferviente oración proletaria en pro de esta o aquella medida redentora”51.

3. Folletos y manuales socialistas

La innovación central de Juan de Dios Romero estuvo relacionada con el uso de un conjunto de soportes que ya habían penetrado el mundo de los lectores populares, y destinarlos al servicio de las nuevas necesidades del socialismo. Romero combinó la edición del periódico El Socialista con la publicación de folletines de propaganda. Más que un editor que crea un sello para publicar algunas colecciones, como ocurre con experiencias similares en este mismo periodo en Colombia y en América Latina, el dirigente socialista editó y publicó sus propios escritos52. La edición de contenidos doctrinarios en folletos fue un recurso extendido por distintas tradiciones políticas desde el siglo xix y los socialistas lo adoptaron a sus repertorios impresos por las facilidades en la composición y por ser un mecanismo eficaz para las actividades educativas. En otras palabras, el formato ligero de los folletos reducía costos de producción y podían ser más asequibles para los trabajadores53.

Aunque la autoedición de folletos podía ser considerada como una actividad más o menos generalizada, ya que cualquier persona o agrupación podía llevar sus escritos al taller de imprenta y publicarlos en modestos tirajes, este tipo de práctica resultó ser un recurso importante para las izquierdas54. Los socialistas, a diferencia de otras tradiciones políticas, no contaban con una amplia genealogía de escritores políticos en los cuales encontrar refugio para sus ideas. Más allá de las experiencias ideológicas del liberalismo colombiano y de las tradiciones políticas artesanales que confluyeron en el socialismo temprano, los escritores y publicistas socialistas se encontraron desprovistos de referentes sobre los cuales construir un corpus teórico local para ser difundido en colecciones impresas. Por esta razón, la autopublicación de folletos era un ejercicio de “traducibilidad” y de posicionamiento frente a las nuevas categorías ofrecidas por las tradiciones de la izquierda transnacional. Anarquistas, socialistas y comunistas pusieron en circulación un nuevo vocabulario político, con expresiones como la lucha de clases, la revolución social, el proletariado, la burguesía, el imperialismo, entre otros, y lo ajustaron a las necesidades y aspiraciones del público local.

Romero identificó las necesidades propagandísticas y los reclamos de algunos militantes que extrañados indicaban que “el soviet de Bogotá” aún no había “editado un catecismo socialista para regalarlo profusamente por campos y ciudades; por los suburbios miserables y por las rancherías indígenas de nuestras sierras”55. Como respuesta a estos llamados, el dirigente socialista publicó el primer folleto de propaganda conocido como Las Conferencias Socialistas, que se imprimió luego de su intervención en el barrio de Las Cruces, en Bogotá. A partir de esta primera iniciativa, editó alrededor de once folletos con una variedad de temas, y a través de estos socialistas, comunistas y anarquistas se acercaron a algunas lecturas doctrinarias, análisis sociológicos e interpretaciones sobre la sociedad colombiana (tabla 1).

Tabla 1. Folletos editados por Juan de Dios Romero (1920-1934) 

Fuente: elaboración propia a partir de agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 3, carpeta 2

Estos “discretos impresos” representaron un posicionamiento de los socialistas colombianos frente a distintas dimensiones de las teorías de las izquierdas transnacionales y de la política local. Por ejemplo, se pueden apreciar manuales de iniciación a la doctrina socialista, en los que se concentran distinciones básicas sobre el socialismo y el comunismo (Las Conferencias Socialistas y Manual Socialista), junto con manifiestos y programas que definen un marco para la acción (Programa del Partido Comunista Colombiano y el Manifiesto Socialista y Anarquista); asimismo, un conjunto de folletos que configuran la identidad socialista y en los que se considera la acción de diversos sujetos en el proyecto revolucionario (Pastoral Laica, La voz de los suburbios y de las aldeas).

Aunque no tenemos información muy precisa sobre sus costos y las variaciones año a año, contamos con una referencia inicial de los primeros folletos editados por Romero en 1920. La venta en las regiones se hacía por docenas, por un valor de 50 centavos, es decir, un folleto podía valer 4,16 centavos, aproximadamente56. Una cifra no muy elevada si se compara con el valor de la prensa socialista, que variaba entre los 4 y 5 centavos. Las características de la impresión de estos folletos nos indican los posibles públicos populares a los cuales querían llegar. La mayoría de estos folletos eran pensados con un patrón común de impresión. Sus dimensiones eran de 11 cm x 15 cm, aproximadamente (imagen 3). Al tratarse de folletos, el número de páginas variaba entre las 12 y las 32; en algunos casos, llevaban una modesta tapa con un papel un poco más grueso que el usado para la impresión de sus páginas. Las dimensiones y características de estos folletos no se diferenciaban de otras colecciones populares que venían circulando desde la década del diez, como la Biblioteca Popular, de la Librería Nueva de Jorge Roa, que, con materiales ligeros y algunos diseños en las cubiertas, reducía los costos y lograba un mayor acceso de los lectores. En otras palabras, existían una serie de tecnologías comunes, en la calidad y composición, que permitían a impresores y editores definir un conjunto de estrategias para acercarse al mundo popular de los lectores57.

Los escritores socialistas encontraron en el mercado local de impresos distintos talleres para la publicación de la folletería. Juan de Dios Romero, Francisco de Heredia y el comité de propaganda del ps publicaron sus folletos en imprentas comerciales, como la Tipografía Latina, Imprenta Girardot, Imprenta Mignon y la Imprenta Mundial, a la que ya hemos hecho referencia como un espacio crucial para la impresión de textos socialistas y anarquistas58. La publicación de estos folletos en imprentas propias no fue una tarea difícil, aunque no extraña para los socialistas de otras regiones del país. En Cali, la imprenta de La Humanidad, de propiedad de la Cooperativa de Producción y de Consumo, publicó algunos folletos firmados por Ignacio Torres59.

Sin embargo, en Bogotá, se privilegió la construcción de lealtades políticas y la participación en el comercio de impresos con pequeños talleres de imprenta. Solo un caso se descentra de esta trayectoria de publicación de impresos socialistas y pequeños talleres de imprenta. La Editorial Minerva publicó en 1927 el pequeño folleto de Tomás Uribe Márquez Rebeldía y Acción60, en la serie denominada Pequeña Biblioteca Roja. Al parecer, este título fue un éxito notable, ya que contaba con dos ediciones y, aunque no existen otros registros de los títulos publicados por esta biblioteca, es importante el hecho de que una empresa editorial otorgara un lugar a los contenidos socialistas en su catálogo.

Fuente: Juan de Dios Romero, La voz de los suburbios y las aldeas (Bogotá: Imprenta Mundial, 1928); Juan de Dios Romero, Pastoral Laica (Bogotá: Imprenta Mundial, 1928).

Imagen 3. La voz de los suburbios y Pastoral Laica 

Estos folletos se ajustaron a diversos tropos lingüísticos y géneros literarios que habían sido utilizados por otras tradiciones de la cultura política nacional. La mayoría de los folletos hicieron un tránsito de la cultura oral a la escrita. Sus contenidos eran pensados para actos públicos, como conferencias o reuniones políticas, y luego de este trayecto para salones, salas y plazas públicas, y se preparaban para ser difundidos en estas pequeñas piezas impresas. De esta manera, la cultura impresa y la cultura oral se diluían en sus límites, ya que los sermones y oraciones públicos a menudo se “vertían a lo impreso” y, luego de adquirir la forma de folletos, se seguían transmitiendo oralmente61. Es decir, el ecosistema de circulación de estos impresos no terminaba con la lectura o recepción por parte del lector, su contenido seguía flujos impredecibles en el universo de la oralidad.

La publicación de estos folletines tuvo distintos propósitos dentro de las prácticas culturales de los socialistas. Algunos servían para aclarar elementos doctrinarios, como las Conferencias Socialistas, los manuales, los catecismos y los programas. Estos impresos servían como artefacto de iniciación para los simpatizantes62; esta iniciación consistía en el reconocimiento de un lenguaje y un marco común de sentido sobre el proyecto socialista. En términos más claros, la Revolución orientaba un cambio en el lenguaje, en las expresiones utilizadas para leer y comprender el mundo. En estos folletos, el léxico de la Revolución francesa y rusa se intercambiaba y nuevas categorías se abrían espacio: la lucha de clases, la explotación asalariada, la propiedad privada, el socialismo, el imperialismo, términos que marcaron un conjunto de nuevos sentidos que se manifestaban en el lenguaje político de los socialistas 63.

Asimismo, los folletos permitían la construcción de una identidad socialista que brotaba de un conjunto diverso de referentes del socialismo y el anarquismo local e internacional, como Bakunin, Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Torres Giraldo, María Cano, Biófilo Panclasta, Raúl Eduardo Mahecha, Floro Piedrahita, entre otros64. En los folletos de conmemoración del primero de mayo, se recreaban los pasajes trágicos de esta celebración obrera y se describían las principales figuras del panteón revolucionario que movilizaba un particular sentido de pertenencia a una comunidad de discurso mundial, como lo era el socialismo65. De esta manera, los socialistas se veían reflejados en una genealogía de figuras internacionales que dejaban de ser extrañas para la cultura política local. Estas identidades cosmopolitas que se representaban en estos folletos se articularon a un nuevo marco de temporalidad, imágenes y rituales socialistas que fueron movilizados en otros impresos, como veremos más adelante.

Otro conjunto de folletos permitía establecer el posicionamiento de los socialistas colombianos frente a los problemas concretos del país. Los folletos de Romero indagaban por temas relacionados con la vida de los trabajadores, la legislación obrera, el problema de la mujer, los niños y el trabajo doméstico, entre otros asuntos. Algunos de estos temas resultaban novedosos para la cultura socialista. Por ejemplo, aunque el problema de la mujer en el mundo del trabajo fue tratado por diferentes autores socialistas en este periodo, Romero amplió el análisis sobre el trabajo doméstico66. En su mayoría, las denuncias relacionadas con el trabajo femenino se ubicaban en el mundo de las fábricas y en las precarias condiciones de las mujeres en los espacios de trabajo, pero aun las dimensiones privadas de la explotación doméstica no eran consideradas con la suficiente fuerza en el discurso público67. Asimismo, la atención hacia los niños como un público susceptible a las visiones de futuro del socialismo resultaba una innovación evidente, ya que situaba a estos sujetos dentro de los vectores del cambio social en un contexto en el que predominaban las miradas higienizantes y moralizantes sobre ellos68.

Finalmente, en esta folletería orientada a las definiciones doctrinarias, como Las Conferencias Socialistas y El Programa del Partido Comunista, también se puede identificar un proceso de recepción particular del socialismo y el marxismo. La folletería comprende las operaciones de mercado, en las cuales editores, educadores, divulgadores e intelectuales socialistas intervienen para construir una lectura singular del socialismo a partir de los posicionamientos frente a la literatura que ponía en disposición las distintas vertientes de las izquierdas trasnacionales69. Este conjunto de folletos desestabiliza hipótesis tradicionales sobre el hermetismo y la pobreza intelectual del socialismo colombiano en sus etapas de formación. Lejos de esta impresión que ha predominado en algunos relatos historiográficos, los socialistas estaban al tanto, en la medida de sus posibilidades, de los debates doctrinarios, de las noticias y de los quiebres en las tradiciones de la izquierda internacional70. A pesar de que sus escritos se publicaron en géneros considerados menores, la folletería representó una forma de leer y posicionarse frente a la avalancha de literatura que estaba circulando en el periodo.

4. El almanaque socialista y la construcción de nuevos referentes simbólicos

Los almanaques fueron un dispositivo en el que se definieron otros registros temporales, como las celebraciones laicas y momentos decisivos de la vida del movimiento sindical y revolucionario que entraban en disputa con las convenciones calendáricas del catolicismo y las celebraciones republicanas. Allí también se difundió una nueva imaginería política y cultura visual en la que se representaban los liderazgos locales e internacionales con los cuales se buscaba construir nuevos referentes simbólicos en los que se alimentaban las identidades de las tradiciones de izquierda. Juan de Dios Romero recuperó este género impreso para las actividades propagandísticas de los sectores socialistas. Al igual que con el periodismo, Romero conoció la edición de este tipo de materiales durante su paso por la prensa liberal. En 1918, editó su primer Almanaque de la Universidad Libre, junto con Ananías Núñez71. Con esta primera experiencia en la edición de este particular género, inició, con algunas intermitencias, la publicación de almanaques, desde 1920 hasta 1957. Se trataba de un impreso a medio pliego que era diseñado para que todo trabajador lo pudiera tener en su casa. Las temáticas variaban año a año y su denominación también se modificaba: Almanaque socialista, Almanaque obrero y Almanaque obrero y campesino (imagen 4).

Fuente: Almanaque obrero, Bogotá, 1925, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 4, carpeta 3, f. 106.

Imagen 4. Almanaque obrero, 1925 

Los tirajes de este tipo de impresos eran mayores, en comparación con los folletos y la prensa. Por ejemplo, en 1929, se imprimieron 25.000 y en 1937, 40.000 ejemplares. Por el tamaño y la composición, en la que se mezclaba texto con imágenes, se imprimían en imprentas comerciales. A diferencia de otro tipo de almanaques que fueron publicados en Colombia desde el siglo xix, cuyo formato se asemejaba al de un pequeño folleto, estos almanaques se imprimían siguiendo las estructuras de carteles de mediano y gran tamaño. La publicidad que circulaba en algunos periódicos simpatizantes del socialismo ofrece una idea de algunas de sus características materiales:

“En número de 25000 ejemplares y con más de cincuenta alegorías ha sido lanzado a la circulación el Almanaque obrero de 1929. Desde que se empezó a editar este Almanaque -año 1920- por el infatigable propagandista de los ideales proletarios, c. Juan de Dios Romero, no se había presentado una edición tan formidable como la de este año. El Almanaque, que debe tenerlo todo trabajador en su casa, se vende a cinco centavos en la Agencia General de Prensa, calle 14 no 60 a y en la calle 17 número 47”72.

Como lo indica la publicidad, el formato del almanaque estaba pensado para ser fijado en los espacios de la vida privada de las casas de los trabajadores y la combinación de texto con imágenes permitió que en los espacios íntimos circularan nuevas representaciones políticas distintas a los referentes simbólicos del mundo católico y de los partidos políticos tradicionales. Los textos y las imágenes se ajustaban al contenido editorial definido para cada año, en el que se utilizaban cortos enunciados sobre la política socialista, la trayectoria del movimiento obrero y fotografías e imágenes en las que se resaltaba la organización gremial y revolucionaria. En la mayoría de los casos, se trataba de reforzar, como ocurría con la prensa y la folletería, genealogías de procedencia y de destino para que los trabajadores se sintieran parte de esta nueva comunidad política. Los sintéticos escritos que acompañaban los almanaques tenían una fuerte carga moral y, en algunos casos, sugerían formas de actuación para definir a un auténtico obrero consciente. En el almanaque de la imagen 4, publicado en 1925, cada mes estaba acompañado de una sentencia que servía para la reflexión del obrero o como marco de referencia práctica. Por ejemplo, el texto que acompañaba el mes de diciembre sugería una evaluación de las acciones de los trabajadores durante el año:

“Camaradas ¿qué hiciste en todo el año para liberarte de la miseria? Si fuiste borracho, cavaste tu sepultura. Si no leíste seguirás siendo un ignorante. Si no fuiste a los sindicatos rojos, seguirás de escarnio de tus demás compañeros. Pero si contribuiste con tu presencia y tu apoyo a la emancipación obrera, has cumplido con tu deber; y, seguramente el año entrante tu vida animal habrá cambiado por completo bajo la acción gloriosa de la revolución social”73.

Esta lectura moralizante representada en los almanaques definió parte de la modulación del discurso socialista. En estos cortos escritos, se privilegiaban las visiones de un campo de disputa entre el buen y el mal obrero, en el cual cada una de las acciones estaba orientada a un fin. Además de la delimitación de prácticas y formas de actuación, los almanaques incorporaron un diverso conjunto de imágenes y fotografías que representaron uno de los principales cambios para la cultura visual y la cultura política de los sectores socialistas. Debido a la forma de la composición y la manera en que se confeccionaba la prensa y la folletería, no era muy común el uso de imágenes y fotografías. Ocasionalmente, en algunos números aparecieron caricaturas y fotografías que hacían alusión a alguna figura central del movimiento revolucionario. En cambio, los almanaques fueron un dispositivo en el que imágenes resaltaban como un elemento principal en la composición material. A través de estos impresos, se movilizaron referentes políticos locales e internacionales que definían algunos debates del movimiento socialista74.

La configuración de una imaginería política socialista, en la que se ven representados un conjunto de figuras del socialismo y que definen un modelo arquetípico de las prácticas de las izquierdas locales, se puede ver desde la publicación del primer Almanaque socialista, en el que Romero enfatizó en la diversidad de personajes que hacían parte de las “vanguardias sindicalistas”. Justamente, el uso de las imágenes y de los nuevos referentes políticos que circulaban llamó la atención de algunos comentaristas que desde la prensa resaltaban la convergencia de dirigentes del comunismo internacional y “sostenedores” del socialismo local. En el Almanaque de 1921, señalaba la crónica, aparecían la figura de Lenin, con sus ojos “diabólicos e inquisidores [...] de figura colosal, de súper hombre”, también, la figura de Roberto Ebert, primer presidente socialista de la República Alemana. En la parte superior, un grupo de “sostenedores del socialismo en Montería, cinco damas de altivo porte, tres gallardos periodistas y dos obreros de esa tierra de trabajo y de las potentes luchas”. Este grupo de figuras lo completaban dirigentes socialistas de Chiquinquirá, La Palma, Honda, Cereté y Cartagena y algunos directores de periódicos simpatizantes de la causa socialista75.

Con la movilización de estas imágenes, distintos sectores sociales pudieron construir una visión más concreta de estos personajes a los que hacían referencia en la prensa y en los debates públicos, pero de los que no se tenía una idea de su fisionomía y expresiones físicas. De esta manera, una nueva cultura visual se abría paso sobre las figuras del santoral católico y republicano, para dar cuenta de dirigentes sindicales y líderes del socialismo y comunismo internacional, como se puede ver en el Almanaque de 1928, en donde se resaltaba a Marx y Engels. En el juego de representaciones y disputas que circulaban sobre estos dos personajes, estos impresos acercaban al público local a estas figuras que parecían extrañas y distantes. El Diario Nacional ofreció una pequeña reseña del Almanaque de 1928, en la que aparecían estos revolucionarios:

“En el centro de los pliegos aparece la figura legendaria de Federico Engels, el compañero egregio de Carlos Marx, y uno de los hombres que consagraron su vida y deliberadamente su muerte a la propaganda efectiva de las ideas que sobre las evoluciones económicas proclama con entusiasmo el gran Marx. El autor del almanaque es el incansable director de ‘El Socialista’”76.

Todos los almanaques estaban atravesados por nuevas referencias calendáricas que intentaban instaurar referentes en las representaciones temporales de los trabajadores y que se enfrentaban a las fiestas del calendario religioso y patriótico que venían siendo asimiladas dentro del cuerpo social. Los almanaques obreros introdujeron una serie de referencias que ampliaban las formas de estructurar el tiempo de los socialistas. En estos impresos, se indicaban una serie de celebraciones laicas, como el 1 de mayo, la aparición de las organizaciones comunistas y socialistas locales, la muerte o el natalicio de algún importante dirigente, entre otros referentes. Asimismo, daban a conocer una temporalidad que se inauguró con la Revolución rusa y con un conjunto de hechos que enlazados indicaban la visión de una serie de acontecimientos articulados a los fenómenos de la revolución social77. En otras palabras, para los socialistas, la incorporación de estas referencias calendáricas representaba una manifestación en la que distintos acontecimientos se agolpaban en la “nueva era” del cambio que se abrió con el triunfo de los revolucionarios rusos.

Conclusiones

En este artículo, se reconstruyó la actividad de Juan de Dios Romero como editor y publicista socialista entre 1920 y 1934. Esta etapa de su trayectoria intelectual nos permitió identificar los rasgos particulares de su itinerario como editor y las características multifacéticas de su intervención política y cultural desde el socialismo en este periodo. A partir de allí, se pudo establecer distintos tipos de soportes, usos y propósitos a través de los cuales se definió un escenario en el cual los impresos contribuyeron a la construcción de un repertorio de ideas, lenguajes, símbolos y una nueva imaginería política. Desde el periódico El Socialista, la folletería y los almanaques obreros, Romero les ofreció a los emergentes sectores socialistas elementos para la construcción de su cultura política.

Cada uno de estos impresos desempeñó un papel específico en la configuración de la cultura política de izquierdas. La prensa le dio visibilidad y cohesión a un proyecto político que se expandía en zonas importantes de la conflictividad obrera; por su parte, la folletería sirvió para la difusión de un ideario que se iba configurando a partir del posicionamiento de los socialistas frente a las discusiones doctrinales de las izquierdas y una lectura de la política local. Además, los almanaques intervinieron en la definición de una imaginería en donde los dirigentes locales e internacionales del socialismo y del comunismo empezaban a ser familiares en los espacios públicos y privados de los trabajadores. Estos impresos, en su materialidad y usos, diluyen las fronteras entre la cultura oral, la cultura escrita y la cultura visual. Los folletos y almanaques, poco explorados por la historiografía, revelan los flujos dinámicos entre la oralidad, la palabra impresa y nuevos elementos de una cultura visual que advierten diversos caminos a través de los cuales circulan las ideas y las imágenes políticas.

Finalmente, el estudio de la trayectoria de Romero nos permite identificar un conjunto de prácticas de un editor y publicista poco conocido, pero importante para comprender el escenario político y editorial del periodo. Esta perspectiva centrada en el itinerario de esta inusual figura redefine las ideas sobre la actividad editorial de la cultura política socialista y la manera como los múltiples soportes impresos configuraron sus prácticas. La versatilidad editorial de Romero sugiere, además, nuevas preguntas para la historia de la edición y de la cultura política, que se ha centrado en el estudio de los libros, las revistas y la prensa, y que ha dejado a un lado los alcances que tienen los efímeros, como folletos y carteles, en la vida cotidiana y en la configuración de comunidades políticas. En esta dirección, el desplazamiento analítico sugerido en el artículo revela la manera en que las variadas estrategias editoriales utilizadas por Romero intervinieron en la exploración de un marco temporal que diversificó los referentes usuales dominantes, en la configuración de un lenguaje político de izquierdas, y en la difusión de nuevos marcos simbólicos para la acción política de los socialistas.

Bibliografía

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*Este artículo se deriva de la investigación doctoral "Cultura impresa y cultura política en Colombia 1920-1946", financiada por el Fondo Apoyo Financiero para Doctorado de la Universidad de los Andes y por la "Beca Instituto Caro y Cuervo de Investigación la Edición en Colombia: colecciones y catálogos (1919-2020)”.

1 Isidro Vanegas, “Apóstoles del pueblo. El carácter de los liderazgos revolucionarios en Colombia, 1924-1930”, Historia y Sociedad, n.º 25 (2013): 53, https://revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/view/41916

2Ver Isidro Vanegas, “Los estudios sobre el socialismo temprano en Colombia: una versión de la izquierda”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.º 27 (2000): 119-162.

3Mauricio Archila, “La otra opinión: la prensa obrera en Colombia, 1920-1934”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.º 13-14 (1986): en línea, https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/36151. Luz Ángela Núñez, El obrero ilustrado. Prensa obrera y popular en Colombia 1909 -1929 (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006), 115. Renán Vega, Gente muy rebelde. 4. Socialismo, cultura y protesta popular (Bogotá: Ediciones Pensamiento Crítico, 2002), 227.

4María Tila Uribe, Los años escondidos. Sueños y rebeldías en la década del veinte (Bogotá: Anthropos, 2007), 96.

5Juan José Mariño, Fibras en rojo y negro. Historia del anarquismo en Colombia (1910-2019) (Bogotá: Vía Libre, 2021), 153. Orlando Villanueva Martínez, Biófilo Panclasta. El apóstol anarquista (Bogotá: Editorial El Búho, 2018).

6Medófilo Medina, Historia del Partido Comunista de Colombia. Tomo I (Bogotá: Editorial Colombia Nueva, 1980), 80.

7Adriana Petra, Intelectuales y cultura comunista. Itinerarios, problemas y debates en la Argentina de posguerra (Buenos Aires: FCE, 2017), 92. Sebastián Rivera Mir., Edición y Comunismo: cultura impresa, educación militante y prácticas políticas (México: Editorial A Contracorriente, 2020).

8Michel Twyman, “The Long-Term Significance of the Print Ephemera”, RBM A Journal of Rare Books Manuscripts and Cultural Heritage 9, (2008): 20, https://doi.org/10.5860/rbm.9.1.294

9Archivo General de la Nación (agn), Bogotá-Colombia, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero. caja 1, carpeta 5, f. 37.

10Uribe, Los años escondidos…, 96.

11Juan Roca Lemus, “Juan de Dios Romero, ¡¡Mahatma!!”, Bogotá, 7 de agosto de 1958, Bogotá-Colombia, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 4, carpeta 2, f.1.

12Charles Bergquist, Café y conflicto en Colombia (1886-1910) (Bogotá: El Áncora Editores, Banco de la República, 1999), 244.

13Alberto Marroquín, “Juan de Dios Romero. Director del ˈSocialistaˈ”, s/f, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 4, carpeta 2, ff. 18-20.

15Antonio Cacua Prada, Historia del periodismo colombiano (Bogotá: Ediciones Sua, 1984), 196.

16Núñez, El obrero ilustrado…, 29.

17“El periodista Juan de Dios Romero cumple hoy 70 años. Su anecdotario: cárcel y decepciones”, Cali, 14 de junio de 1958, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 4, carpeta 3, f.107.

18“Treinta años de apostolado periodístico. Juan de Dios Romero, hace la historia anecdótica de su vida” Bogotá, junio de 1958, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero,caja 4, carpeta 2, ff. 24-25.

19David Sowell, Artesanos y política en Bogotá (Bogotá: Ediciones Pensamiento Crítico, 2006), 227.

20Camilo Andrés Páez, “El artesano-publicista y la consolidación de la opinión pública artesana en Bogotá, 1854-1870”, en Disfraz y pluma de todos. Opinión pública y cultura política, siglos xviii y xix, ed. por Francisco Ortega y Alexander Chaparro (Bogotá: Universidad Nacional, University of Helsinki, 2012), 477.

21Treinta años de apostolado periodístico...

22Ver “La labor socialista”, Gaceta Republicana, 6 de mayo de 1919; “La sesión de anoche del directorio”, Gaceta Republicana, 7 de mayo de 1919; “Manifiesto del directorio socialista al país”, Gaceta Republicana, 4 de junio de 1919.

23“Labor socialista”, El Socialista, 12 de febrero de 1920, 2.

24Paula Andrea Marín, Un momento en la historia de la edición y la lectura en Colombia (1925-1954) (Bogotá: Universidad el Rosario, 2017), 27.

25Verónica Delgado y Fabio Espósito, “1920-1937. La emergencia del editor moderno”, en Editores y políticas editoriales en Argentina (1880-2010), ed. por José Luis de Diego (Buenos Aires: FCE, 2006), 76.

26Alberto Marroquín, “Juan de Dios Romero. Director del ˈSocialistaˈ”, ff.18-20.

27“Labor socialista”, El Socialista, 2.

28Núñez, El obrero ilustrado…, 37.

29Francisco de Heredia, Programa del Partido Socialista (Bogotá: s. e., 1925), 4.

30José María Rojas, La estrategia insurreccional socialista y la estrategia de contención del conservatismo doctrinario (Cali: Universidad del Valle, 1989), 299.

31El Socialista, agosto de 1928, 1.

32Klaus Meschkat, José María Rojas, Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética (Bogotá: Taurus, Fescol, 2009), 527. Luz Ángela Núñez, “La revolución de papel. Prensa comunista en la década de 1930”, Boletín Cultural y Bibliográfico, n.º 94 (2018): 68.

33Catherine LeGrand, Colonización y protesta campesina en Colombia. 1850-1950 (Bogotá: Universidad Nacional, 1988), 151.

34Rocío Londoño Botero, Juan de la Cruz Varela. Sociedad y política en la región de Sumapaz (1902-1984) (Bogotá:Universidad Nacional, 2011), 195.

35agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, Bogotá, 15 de marzo de 1951, caja 1, carpeta 3, ff. 63 y 66.

36“Con mucho gusto”, El Socialista, 10 de abril de 1920, 2.

37Mirla Villadiego Prins, Patricia Bernal Maz y María Urbanczyk, Modernidad a la venta: las narrativas ilustradas de la publicidad en Colombia, 1900-1950 (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2018), 24.

38El Socialista, 1 de octubre de 1920, 4.

39Los recursos publicitarios y la apertura a distintos agentes comerciales fueron elementos comunes en la prensa de izquierdas en las décadas del veinte y treinta. Sobre este asunto, ver German Gómez, María Camila Sánchez y Alejandro Peralta, “La gráfica promocional del periódico Tierra. Clasificación y análisis”, en Periódico Tierra. Discursos visuales en la prensa obrera colombiana, ed. por Claudia Reyes (Bogotá: USTA- Editorial Tadeo, 2021), 235.

40Uribe, Los años escondidos…, 143.

41Ignacio Torres Giraldo, Anecdotario (Cali: Universidad del Valle, 2004), 107.

42Andrés Caro Peralta, “Socialistas y comunistas como agentes tipográficos en Colombia (1920-1932)”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 48, n.º 2 (2021): 438, https://doi.org/10.15446/achsc.v48n2.95668

43Mariño, Fibras en rojo y negro…, 159.

44El Socialista, 5 de julio de 1932, 8.

45El Duende Rojo, “Una visita a la redacción de El Socialista”, s/f, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 4, carpeta 3, f.106.

46“El despacho”, El Socialista, 27 de febrero de 1920, 1.

47“El despacho” …

48Una visita a la redacción de El Socialista…

49Archila, Cultura e identidad…, 436. Sergio Paolo Lozano, Puertos, sociedad y conflictos en el Caribe colombiano (Cartagena: Universidad de Cartagena, Observatorio del Caribe Colombiano, 2003), 87.

50“La huelga de tipógrafos”, La Humanidad, 25 de septiembre de 1926, 7.

51Una visita a la redacción de El Socialista, f.106.

52Acerca de la experiencia de otros editores que aparecen en la década del veinte, ver Paula Andrea Marín, Un momento de la edición y de la lectura en Colombia (1925-1954). Germán Arciniegas y Arturo Zapata (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2017); Miguel Ángel Pineda Cupa, Editar en Colombia en el siglo xx. La Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana, 1928-1937 (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2019).

53Sebastián Rivera Mir, “Folletos para la educación socialista en México (1934-1940). Entre el libro de texto y la biblioteca”, Amoxi, n.º 6 (2021): 6, https://doi.org/10.5281/zenodo.4947998

54Sowell, Artesanos y política…, 233.

55“Socialistas ignorados”, El Socialista, 11 de mayo de 1920, 1.

56Algunas referencias a los costos de la folletería se pueden encontrar en: Ola Roja, junio de 1920, 4.

57Juan David Murillo Sandoval, “La aparición de las librerías colombianas. Conexiones, consumos y giros editoriales en la segunda mitad del siglo xix”, Historia Crítica, n.º 65 (2017): 64.

58Núñez, El obrero ilustrado…, 51.

59Ignacio Torres Giraldo, “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, La Humanidad, 15 de agosto de 1927, 3.

60Tomás Uribe Márquez, Rebeldía y Acción (Bogotá: Minerva, 1927), 6-11.

61“La educación de clase”, La Humanidad, 29 de mayo de 1926, 4.

62Juan de Dios Romero, Las Conferencias Socialistas (Bogotá: Editorial Latina, 1920), 2.

63Los cambios en el lenguaje y representaciones sobre el tiempo fueron fenómenos comunes en el proceso de circulación y apropiación de la Revolución rusa en América Latina. Para ampliar el análisis de este fenómeno, ver Roberto Pittaluga, Soviets en Buenos Aires. La izquierda de la Argentina ante la revolución en Rusia (Buenos Aries: Prometo, 2015).

64La construcción de estos arquetipos de la identidad de izquierdas se reforzaba también en la prensa y los almanaques. Ver “Salud a todos los comunistas, socialistas y anarquistas”, El Socialista, 1 de mayo de 1928, 1.

65Juan de Dios Romero, Los mártires de Chicago. La tragedia social del 1 de mayo de 1886 (Bogotá: Grupo Acción y Voluntad, 1934).

66Juan de Dios Romero, El problema de las trabajadoras domésticas (Bogotá: Editorial Renacimiento, 1933).

67Luz Gabriela Arango, Mujer, religión e industria. Fabricato 1923-1982 (Medellín: Universidad de Antioquia, 1991).

68Cecilia Muñoz V. y Ximena Pachón, Los niños de la miseria. Bogotá, siglo xx (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2019), 156.

69Horacio Tarcus, Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros, intelectuales y científicos (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007), 30.

70Algunos estudios sobre la “recepción” del marxismo y del socialismo en Colombia han simplificado el valor de los socialistas que en la década del veinte pusieron en circulación y difundieron estas primeras interpretaciones sobre este nuevo campo doctrinario. Más que una comprensión sobre los soportes y contenidos que circulaban, estos análisis se han centrado en sus deficiencias analíticas y prácticas. El estudio que permite ilustrar esta mirada negativa sobre la recepción y que se sigue reproduciendo en alguna historiografía se encuentra en Rubén Jaramillo Vélez, Colombia: la modernidad postergada (Bogotá: Temis, 1994).

71“Almanaque de la Universidad Libre”, s/f, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 4, carpeta 3, f. 118.

72agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 4, carpeta 3, f. 103.

73“Almanaque obrero”, Bogotá, 1925, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 4, carpeta 3, f. 106.

74Almanaque obrero y campesino, Bogotá, 1937, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero. caja 1, carpeta 2, ff. 51-52.

75Sagramor, “Almanaque socialista”, s/f, agn, Sección Archivos Privados, Fondo Juan de Dios Romero, caja 4, carpeta 3, f. 106.

76“El almanaque del pueblo”, Diario Nacional, 31 de enero de 1928, 5.

77“La nueva era”, La Humanidad, 7 de noviembre de 1927, 1.

Cómo citar: Caro Peralta, Andrés. “Juan de Dios Romero y las prácticas editoriales del socialismo colombiano (1920-1934)”. Historia Crítica, n.° 87 (2023): 155-179, doi: https://doi.org/10.7440/histcrit87.2023.07

Recibido: 01 de Junio de 2022; Aprobado: 03 de Agosto de 2022

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