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Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía

Print version ISSN 0121-215XOn-line version ISSN 2256-5442

Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr. vol.21 no.1 Bogotá Jan./June 2012

 

Estrategias campesinas, tensiones y redefiniciones en espacios revalorizados por el capital*

Estratégias camponesas, tensões e redefinições em espaços revalorizados pelo capital

Peasants Strategies, Tensions and Redefinitions in Spaces Revalued by the Capital

María Eugenia Comerci**
Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam), Argentina

*Este trabajo reúne distintos materiales empíricos, análisis de datos y conclusiones de la tesis doctoral titulada Vivimos al margen. Trayectorias campesinas, territorialidades y estrategias en el oeste de La Pampa, defendida por la autora en forma pública y oral en la Universidad Nacional de Quilmes, 2011. En dicho trabajo se reconstruyeron, en perspectiva diacrónica, las estrategias de reproducción social campesina en dos parajes rurales de La Pampa. El desarrollo de la carrera y la tesis doctoral fueron financiados en su totalidad por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), mediante el otorgamiento de dos becas doctorales a la autora.
**Geógrafa, Doctora en Ciencias Sociales y Humanidades, Magíster en Estudios Sociales y Culturales. Docente e investigadora de la Universidad Nacional de La Pampa, Argentina (UNLPam). Becaria postdoctoral del Conicet. Investigadora integrante del Centro de Estudios de la Argentina Rural (CEAR) en la Universidad Nacional de Quilmes. Autora de diversos artículos sobre campesinado y territorialidades en espacios no pampeanos de la Argentina.
Dirección postal: Av. 13 de Caballería n.º 1362, Toay, La Pampa, Argentina.
Correo electrónico: eugeniacomerci@gmail.com

Recibido: 9 de febrero del 2012. Aceptado: 22 de marzo del 2012.
Artículo de investigación sobre las estrategias de vida del campesinado de los parajes rurales de La Humada y Chos Malal, al oeste de La Pampa, Argentina.


Resumen

En contextos de paulatino avance de las relaciones de producción capitalistas y de nuevas lógicas territoriales, diversas articulaciones de prácticas productivasreproductivas posibilitan el desarrollo de las estrategias de vida de las unidades domésticas rurales. El propósito de este artículo es reconstruir las estrategias de reproducción social puestas en acción por campesinos de los parajes rurales de La Humada y Chos Malal (del oeste de La Pampa, Argentina) entre los años 1990 y 2010. Enmarcados en el paradigma interpretativo para la reconstrucción de las estrategias en un contexto de avance de la frontera agropecuaria, se combinaron diferentes abordajes de metodología cualitativa que articulan historias de vida, con entrevistas en profundidad y análisis de fuentes documentales, cartográficas y estadísticas.

Palabras clave: campesinos, estrategias, La Pampa, parajes rurales, unidades domésticas, reproducción social.


Resumo

Em contextos de paulatino avanço das relações de produção capitalistas e de novas lógicas territoriais, diversas articulações de práticas produtivas-reprodutivas possibilitam o desenvolvimento das estratégias de vida das unidades domésticas rurais. O propósito deste artigo é reconstruir as estratégias de reprodução social colocadas em ação por camponeses das zonas rurais de La Humada e Chos Malal (do oeste de La Pampa, Argentina) entre os anos 1990 e 2010. Compreendidas no paradigma interpretativo para a reconstrução das estratégias em um contexto de avanço da fronteira agropecuária, combinaram-se diferentes abordagens de metodologia qualitativa que articulam histórias de vida com entrevistas em profundidade e análise de fontes documentais, cartográficas e estatísticas.

Palavras-chave: camponeses, estratégias, La Pampa, zonas rurais, unidades domésticas, reprodução social.


Abstract

In contexts in which capitalist relations of production are advancing gradually and new territorial logics are developing, diverse articulations of productivereproductive practices make possible the development of life strategies by rural household units. The objective of this article is to reconstruct the social reproduction strategies set into motion by farmers in the rural settings of La Humada and Chos Malal (in the western Argentine Pampas) between 1990 and 2010. Within the framework of the interpretive paradigm for the reconstruction of strategies in the context of advance on the agricultural frontier, different qualitative approaches were combined: life stories, in-depth interviews, and analysis of documentary, cartographic and statistical sources.

Keywords: farmers, strategies, Pampas, rural settings, household units, social reproduction.


Introducción

La unidad hace todo [...] tenemos que seguir como hemos vivido siempre [...]
creería que unidos solamente vamos a conseguir algo.

Criancera y artesana de Chos Malal, nacida en 1969

En Argentina, como producto de la expansión de la frontera agrícola en la región pampeana1 y de la valorización de los espacios que la bordean (peripampeanos) y de los que se encuentran fuera de la misma (extrapampeanos), extensas superficies de monte están siendo deforestadas para ser incorporadas a la producción agrícola-ganadera2. Además del deterioro ambiental, este cambio productivo implica una redefinición de las tramas sociales que deviene, en algunos casos, en la expulsión de sectores campesinos poseedores de tierras (fiscales y privadas), comuneros, pueblos indígenas y aparceros precarios, ante la revalorización de amplias áreas del país.

Estos procesos regionales, que se han acentuado entre 1990 y 2010, se enmarcan en lo que Harvey denomina como distintos "mecanismos de la acumulación por desposesión" (2004, 114), los cuales incluyen la mercantilización y privatización de la tierra, la expulsión forzosa de las poblaciones campesinas, la conversión de diversas formas de derechos de propiedad colectiva en derechos de propiedad exclusivos, la supresión del derecho a los bienes comunes, la transformación de la fuerza de trabajo en mercancía y la supresión de formas de producción y consumo alternativas, entre otros. En estos escenarios se generan diversos conflictos ante la llegada de empresas y propietarios individuales, que intentan por todos los medios incorporar esas tierras "libres" (pero con familias que ejercen la posesión) a las nuevas actividades productivas.

En el extremo oeste de la provincia de La Pampa, el avance de las relaciones de producción capitalistas y sus lógicas territoriales en los últimos diez años se manifiestan en el acceso a la propiedad de la tierra por parte de empresarios y en el posterior cercamiento de los campos, desarticulando el manejo preexistente de los recursos y el control social del espacio realizados por los campesinos. Como resultado de este proceso, diferentes territorialidades y lógicas socioproductivas están entrando en tensión y nuevas combinaciones de prácticas se ponen en acción.

En el paraje rural de Chos Malal y en la zona de La Humada, desde principios del siglo XX hasta la década de 1970, predominaron explotaciones campesinas que sustentaban su existencia mediante el desarrollo de una producción de subsistencia predial basada en el uso compartido del monte, lo cual posibilitaba la caza y recolección, la cría de ganado y el trabajo artesanal. La presencia de estancias, si bien era muy escasa, permitía articulaciones con el mercado, dados los empleos eventuales o temporales de los hombres en edad activa.

La mayor presencia del Estado en la zona a mediados de siglo XX y el desarrollo de algunas políticas públicas lentamente redefinieron las prácticas campesinas. Se promovieron algunas actividades productivas que modificaron las condiciones de existencia y la dinámica interna de los grupos domésticos. Además, las mejoras en las comunicaciones, las nuevas demandas productivas y las distintas políticas públicas permitieron mayores vínculos con la capital de la provincia, se incrementó la producción artesanal, se mejoraron las condiciones de vida y, al mismo tiempo, se fomentó la monetarización de los intercambios (Comerci 2010a).

La década de 1990 supuso la intervención de nuevos agentes en el mapa social ante el accionar de técnicos pertenecientes al Estado nacional. Se generaron nuevas fuentes de ingresos y se otorgaron bienes y servicios que promovieron un mejoramiento en la calidad de vida de los campesinos, aunque incrementaron la dependencia de los órganos políticos.

En los últimos diez años (2000-2010), ante la revalorización de los espacios peri y extrapampeanos, y ante el avance del capitalismo y de las lógicas territoriales de tipo empresarial en el extremo oeste de La Pampa, las unidades domésticas están redefiniendo sus prácticas productivas-reproductivas. Se concibe a las estrategias como construcciones sociales producto del sentido práctico de los sujetos; como acciones y formas de percepción realizadas en forma permanente que permiten el desarrollo de procesos de producción-reproducción de los grupos (Bourdieu 2004 y 2007). La capacidad de acción, de intervención y de movilidad de recursos depende de la posición de los sujetos en el campo social, la lógica del mismo y las situaciones particulares en las que se encuentren comprometidos (Gutiérrez 2004). Por ello, las líneas de acción no están determinadas por factores estructurales, y tampoco son un simple producto de una decisión libre e individual. De modo que existe en los agentes sociales un margen de elección y de acción condicionado por los factores estructurales.

De acuerdo con la posición que fueron ocupando en el mapa social, sus expectativas, modo de vida y visiones de mundo, los sujetos tendieron a llevar a cabo una u otra práctica. Se coincide con Cragnolino (2005) acerca de que las estrategias de reproducción social ponen en juego la dimensión estructural -asociada con el paulatino proceso de subordinación de las unidades domésticas al capital-, pero también las condiciones objetivas-subjetivas internas a las explotaciones.

De este modo, se consideran las estrategias campesinas de vida como el conjunto de prácticas, y sus diversas combinaciones, que realizan los sujetos basados en la experiencia, con el fin de lograr la reproducción global (simple o ampliada) del grupo doméstico. Los procesos de toma de decisiones y construcción de estrategias se estructuran a partir de los deseos, aspiraciones, memoria social, representaciones, modo de vida, y de la particular forma que tienen los sujetos de internalizar los riesgos e incertidumbres a los que se encuentran sometidos en el campo social donde desarrollan sus actividades (Cáceres et ál. 2009).

A continuación se plantean los lineamientos metodológicos que guiaron la investigación.

Abordaje metodológico

Los propósitos de investigación planteados en este artículo, sumado a la ausencia de estadísticas confiables e información editada sobre el oeste pampeano, hicieron imprescindible un abordaje desde la perspectiva que ofrece la investigación cualitativa. Se valora la interpretación en este tipo de investigación por concebir a la realidad social como una construcción surgida de la relación entre el investigador y el sujeto de estudio, condicionada por los distintos contextos espacio-temporales. De este modo se considera estratégica la instancia de desarrollo del trabajo de campo, no solo como un fenómeno empírico fundamental, creador de nuevas fuentes, sino también porque posibilita el acceso a la perspectiva del sujeto. Por ello se destaca la importancia de reconstruir aquello que se encuentra, a partir de los relatos de los sujetos, pero también se valora las miradas, los gestos y los silencios.

Con la finalidad de reconstruir las estrategias de vida campesinas, en el trabajo se utilizaron distintos materiales empíricos, en los que se combinaron el análisis de estadísticas con entrevistas en profundidad e interpretación de diversas fuentes. Se analizaron documentos audiovisuales, publicaciones académicas, informes técnicos, fotografías e información primaria recopilada durante el trabajo de campo realizado en las unidades de estudio (figura 1) entre los años 2002 y 2010. Además de contar con encuestas de la totalidad de los grupos domésticos, se realizaron 38 entrevistas en profundidad a campesinos/as e informantes del extremo oeste de La Pampa. La triangulación de las estrategias metodológicas, fuentes de datos y perspectivas, posibilitó la combinación de abordajes y un enriquecimiento de la información obtenida, superando, de esta forma, los sesgos propios de una determinada metodología.

En el próximo apartado se resume brevemente el proceso de puesta en valor del espacio occidental de La Pampa y las distintas materializaciones en el territorio, que permiten contextualizar el origen de las prácticas y las trayectorias de los campesinos de esta zona. Luego se hace una identificación de las prácticas productivoreproductivas y se avanza en las combinaciones de estas que dieron origen a distintas estrategias de reproducción social.

Procesos, sujetos y construcción social del espacio en el extremo oeste de la Pampa (argentina)

Concluida la llamada campaña del "desierto"3 a fines del siglo XIX, y una vez mensurado-fragmentado el espacio de la actual porción occidental de La Pampa, se generó la apertura de la frontera agropecuaria. El negocio inmobiliario de tierras no supuso asentamientos efectivos ni inversiones productivas por parte de los titulares registrales. El Estado nacional, por su parte, relegó su presencia en el extremo oeste hasta 1970, y solo se hizo visible su accionar de control en algunos parajes con manantiales, mediante la instalación de comisarías y registros civiles. Al mismo tiempo, se reinició el proceso de poblamiento de criollos y descendientes indígenas en los manantiales y campos con buenas pasturas que dieron origen a los "puestos" dispersos. La escasa valoración de la zona por los empresarios posibilitó la reproducción social de los campesinos mediante el desarrollo de distintas prácticas de apropiación social del espacio -productivas, de socialización, matrimoniales, de movilidad, de ayuda mutua-, y su relacionamientos con mercachifles, misioneros salesianos y, esporádicamente, con estancieros, que dieron origen a diferentes vínculos (Comerci 2010a).

Los cambios se aceleraron entre 1970-1990, cuando el Estado provincial comenzó a intervenir en la zona mediante distintas políticas públicas, y gradualmente se valorizó la región. La llegada de agentes extralocales alteró las condiciones de vida de los crianceros, las actividades productivas, los espacios de socialización y las subjetividades. Además del Estado, las redes evangélicas lentamente construyeron un nuevo poder en torno a la figura del pastor. Asimismo, la mayor influencia de los medios de comunicación, unida con el accionar de maestros y técnicos, generaron nuevas formas de pensar que fueron resignificadas por las generaciones de jóvenes campesinos y produjeron tensiones intergeneracionales. Estos procesos se profundizaron en el período 1991-2010 cuando, junto con las nuevas racionalidades de los campesinos, avanzaron el proceso de mercantilización y el accionar de los agentes extralocales. En este contexto, los conflictos por el uso y la apropiación de los recursos naturales y la construcción social del espacio salieron a la luz, como puede observase en la tabla 1, en la que se sintetiza esta etapa.

En esta apretada síntesis debe mencionarse que las relaciones entre los procesos y los campos sociales que posibilitaron la construcción y el desarrollo de las estrategias han sido múltiples y complejas. De este modo, como se desarrollará en el próximo apartado, distintas acciones han alterado y redefinido la producción-reproducción y las formas de organización del trabajo dentro del grupo doméstico.

Resultados obtenidos: prácticas productivas y simbólicas de los grupos domésticos

A continuación se resumen las distintas prácticas productivo-reproductivas reconstruidas en los espacios estudiados en el período 1991-2010 para luego combinarlas y establecer las estrategias.

Prácticas de apropiación y dominio del espacio

Las formas de apropiación y dominio del espacio desempeñan un papel importante en las estrategias de reproducción social de las familias del extremo oeste pampeano. El conocimiento del espacio, y especialmente del monte, en el pasado posibilitó el desarrollo de la producción caprina-ovina y las actividades de caza-recolección de los grupos domésticos, con un manejo de los recursos que garantizaba la renovación y reposición de los mismos. Este uso de los "campos libres" -en forma colectiva (entre distintas familias) para el caso de Chos Malal, y de forma privada (entre los integrantes de distintas generaciones de familias ampliadas) en La Humada- supuso un proceso de apropiación (material/simbólico) del territorio que se fue fortaleciendo con el paso del tiempo y que la expansión del capital en los últimos diez años está alterando lentamente. Esta particular forma de apropiación de hecho (no jurídica, informal) y colectiva del espacio, desarrollada desde hace más de un siglo, se está desarticulando ante el avance de un alambrado. En este escenario, la imposibilidad de acceder al espacio de pastoreo para algunas familias está produciendo tensiones y conflictos.

Los procesos de cambio se están manifestando, asimismo, en las nuevas formas de manejo de campos "cerrados" y en la reorganización de la producción. La reducción de la superficie de pastoreo ante la revalorización de la tierra y la puesta en acción de otras lógicas territoriales -materializadas en el cercado- obliga a optimizar e intensificar el uso del monte disponible. Paralelamente, se redujeron, especialmente en La Humada, las actividades de caza y recolección, que posibilitaban la obtención de alimentos, insumos para la producción y productos intercambiables (pieles, plumas, huevos, entre otros) para la generación de ingresos extra. En este contexto se están redefiniendo las tramas sociales y las relaciones de poder entre los grupos dando lugar a una serie de acciones para acceder a la propiedad privada de la tierra y, de esta forma, garantizar la continuidad en el lugar.

Prácticas productivas dentro del espacio de dominio

El conjunto de actividades de carácter productivo realizadas en el "puesto" (unidad doméstica y de trabajo) buscan garantizar la supervivencia de la familia y, en algunos casos, de acuerdo con las expectativas de los sujetos, generar excedentes que se destinan al comercio para obtener bienes y recursos que la explotación no provee. En la década de 1990, a partir de la intervención del Estado nacional, mediante el Programa Social Agropecuario -en adelante, PSA- (que posibilitó una mejora en la calidad y cantidad de ganado), la producción promedio de caprinos en Chos Malal pasó de 35 animales promedio por puesto a 165. De acuerdo con los datos obtenidos de las entrevistas, entre los años 2008 y 2009 la producción dominante en los puestos era la caprina, con un promedio variante entre los 137 animales en La Humada y 165 animales en Chos Malal. El segundo ganado representativo era, en la primera zona, el vacuno4, con un promedio de cabezas por explotación de 30; y en la segunda zona, el equino, con 14 cabezas promedio.

Haciendo un balance, el ganado caprino, desde la década de 1990, ha incrementado notablemente la participación luego de la intervención del PSA en Chos Malal, mientras que en La Humada disminuyó. Asimismo, creció la participación y la cantidad de vacunos en las dos zonas. En ambos espacios descendió intensamente la producción de ovinos.

Desde el año 2001, se ha observado para el caso de La Humada una gradual incorporación de ganado vacuno, una disminución de la producción caprina, de la cría de aves de corral y de la caza y recolección, que puede devenir en una tendencia hacia la especialización en bovinos y en una disminución de la producción para el autoconsumo. Por el contrario, en la mayor parte de los puestos de Chos Malal, en estos veinte años, persistió la diversificación de actividades dentro del predio, así como también las divisiones del trabajo de acuerdo con el género y la producción destinada al consumo familiar.

La caza y recolección sigue siendo una práctica habitual en Chos Malal, no así en La Humada, donde han disminuido las actividades para el autoconsumo y algunos productores parecen especializase en la producción vacuna.

En relación con la elaboración de artesanías en telar y soga destinadas a la venta, se presenta una notable diferencia entre las dos unidades de estudio: mientras en La Humada solo realizaba un puesto, en Chos Malal alcanzaba al 73% de los puestos entrevistados5. Como luego se desarrollará en otras prácticas, diferentes saberes y tramas sociales en el paraje explicarían esta diferencial predisposición para la producción de artesanías (principalmente, los tejidos en telar).

De este modo las prácticas productivas muestran dos perfiles diferenciados: mientras La Humada presenta un escenario tendiente a la especialización en la ganadería dentro del predio destinada al mercado, en Chos Malal el perfil productivo dominante es la diversificación en actividades ganaderas, artesanales, de caza y recolección, destinadas al autoconsumo y a la venta.

Prácticas de movilidad y trabajo extrapredial

Desde la década de los noventa, aparte del trabajo extrapredial y la movilidad diaria masculina en torno a los circuitos de pastoreo del ganado dentro del área de influencia de cada familia, otros factores que promovieron la movilidad se asociaron con la necesidad de obtener educación formal y salud pública en las localidades de La Humada, Puelén, Santa Isabel, Telén, Victorica, y Santa Rosa. Al mismo tiempo, en el caso de los productores de artesanías, otro tipo de movilidad se inició en los años noventa, asociada con la capacitación en talleres y la venta en exposiciones en los mercados artesanales. Si bien los grupos domésticos mantuvieron los históricos vínculos con las provincias de Mendoza, Río Negro y Neuquén, las migraciones hacia la capital de La Pampa -asociadas especialmente con la presencia del hospital de mayor complejidad regional- se volvieron más frecuentes, ampliándose las redes territorialmente (Comerci 2010b).

Además de las movilidades (diarias, estacionales, esporádicas y definitivas) asociadas con la búsqueda de recursos, trabajo y servicios sociales, en los últimos diez años se ha identificado una movilidad de tipo semanal asociada con la "doble residencia" de los productores, en el puesto y en el pueblo. De este modo, algunas mujeres están residiendo en el pueblo de La Humada en pequeñas casas, por lo general obtenidas con apoyo estatal, y los hombres lo hacen en el puesto. Este proceso está generando un menor desarrollo de la actividad caprina en las explotaciones, asociada con el trabajo femenino. Al mismo tiempo, el desarrollo de esta práctica supone un incremento de los costos en transporte y la posesión de medios de movilidad propios para movilizarse en la semana.

La doble residencia se encuentra entre las expectativas de muchas mujeres de La Humada pues la vida en el pueblo facilita el acceso a servicios, y se supone que es un trabajo menos duro y con la posibilidad de vivir con los hijos que asisten a la escuela. En Chos Malal solo se registró un caso en el que el grupo doméstico intentó implementar esta estrategia, pero luego de dos años regresó a la explotación, cuando, paralelamente, se instaló la escuela en el paraje. El asentamiento permanente en el pueblo está facilitando, asimismo, el acceso a empleos y trabajos informales a las mujeres, así como también la participación en otros espacios de socialización, tales como la escuela, los distintos templos evangélicos o la municipalidad, entre otros. Además, la residencia permanente en el pueblo permite acceder a ingresos fijos y estables provenientes del Estado y a pensiones no contributivas, que requieren residencia urbana o de la realización de trámites en los pueblos.

Prácticas matrimoniales y vinculares

El conjunto de prácticas generadas para la conformación de parejas y la gestación de nuevas unidades domésticas, combinadas con otras, posibilitan la supervivencia en estos espacios. Dado que existen fuertes vínculos vecinales y familiares (especialmente en Chos Malal), y que por las particularidades del lugar no es común el ingreso de habitantes fuera del área de influencia de las familias, no es una tarea sencilla conformar un matrimonio.

Mientras que las mujeres son mayoritariamente las que emigran al casarse, los hombres (especialmente los más jóvenes) suelen permanecer en el puesto. Así, una vez constituida la pareja, por lo general viven los primeros años en la casa paterna y luego construyen su casa propia, dentro del puesto o cerca de la zona, donde haya tierras "libres" y/o trabajo disponible. De este modo, las familias ampliadas comparten los espacios peridoméstico y el monte, mientras que la casa es el único ámbito privado para la pareja. En los últimos veinte años, se fue reduciendo el tamaño de la familia y, especialmente en la zona de La Humada, se volvieron más frecuentes las familias nucleares.

El tejido de tramas sociales a través del tiempo, que dio origen a la conformación de redes inter-escalares, ha permitido la generación de intercambios de tipo familiar-vecinal, laboral, comercial, religioso, clientelar, asociativo y comunitario. La circulación de distintos recursos materiales-simbólicos entre las familias y con agentes extralocales permitió la generación de redes relativamente estables. Además de las relaciones vinculares duraderas, de conocimiento (y reconocimiento) entre integrantes del grupo doméstico -residentes y no residentes en el puesto-, estas prácticas posibilitaron los intercambios y relaciones sociales con vendedores ambulantes, intermediarios, vecinos, referentes religiosos, técnicos del Estado, maestros o funcionarios, entre otros.

Desde los años noventa, se intensificaron los vínculos con agentes extralocales, variando la influencia de los mismos en las zonas de estudio. En el caso del paraje Chos Malal, fueron más fluidos los contactos con los técnicos del Estado, producto de la mayor incidencia de las políticas de intervención en esa zona. Otros agentes destacados en la conformación de los intercambios que persistieron a través del tiempo fueron los mercachifles e intermediarios, ahora especializados en rubros. En La Humada se establecieron mayores vínculos con los maestros, funcionarios y religiosos de la iglesia católica. Los intercambios con técnicos y vendedores ambulantes se volvieron, a fines de la década de 1990, eventuales, dada la alta movilidad hacia el pueblo para abastecerse de mercancías.

Otras prácticas vinculares con agentes extralocales generadas desde instituciones públicas (Gobierno de la Provincia de La Pampa, PSA, Instituto Nacional Argentino Indígena o Consejo Provincial de Loncos, entre otros) han promovido la asociación de las familias para obtener recursos (viviendas, créditos, maquinaria, insumos, títulos de propiedad de los campos, etc.). El asociativismo institucionalizado propuesto, ha implicado en todos los casos mecanismos de funcionamiento y de organización diferentes a los conocidos por los crianceros, tales como la conformación de comisiones de trabajo, generación de asambleas o intercambios entre los promotores de las asociaciones y los productores, entre otros. De este modo, las prácticas asociativas están promoviendo el acceso a recursos alógenos a la zona que pueden producir lazos de dependencia con agentes extralocales o posibilitar -con el trabajo conjunto- el acceso a otros recursos.

Prácticas de ayuda personal y de organización comunitaria

Los grupos domésticos han desarrollado distintos acuerdos, personales y de palabra, para el uso de ciertos espacios -tales como el monte (o campo abierto) y el espacio peridoméstico-, así como también mecanismos de colaboración, con base en el entretejido de relaciones de reciprocidad entre familiares o vecinos. Las prácticas de ayuda personales, basadas en el acto de compartir, varían desde el cuidado de ganado de vecinos y la ayuda en los períodos de pariciones al préstamo de tropillas de caballos, hasta la entrega de alimento, ropa e insumos para la producción a personas que lo necesitan.

Además de las ayudas personales, cuando las situaciones y los intereses comunes ameritaban la unión y la colaboración conjunta de distintos familiares, se desarrollan prácticas comunitarias. Estas no solo se encuentran en las formas de trabajo (expresadas en el uso colectivo del monte entre distintas familias o en la realización de tejido entre diferentes mujeres), sino también en los juegos o momentos de recreación (manifestados en los espacios de recreación vecinales, tales como las cacerías de avestruz, fiestas o carreras de caballos).

La existencia de estas prácticas colectivas en Chos Malal posibilitaron la organización de las familias, a fines de la década de 1980, para el acceso a la propiedad de la tierra y la lucha por los recursos comunes. La práctica, que devino en una forma de resistencia colectiva, tuvo especial desarrollo en este paraje cuando existió la amenaza de desalojo y las familias se negaron a firmar la orden judicial para desalojarlos. Sin la estrategia de resistencia llevada a cabo por los campesinos del paraje, estos hubieran sido despojados de la tierra (Comerci 2009). La organización en torno a la lucha por la tierra de Chos Malal quedó silenciada hasta que el avance del alambrado en el paraje volvió a poner en el centro de la escena la cuestión de los lotes fiscales. Los reclamos presentados frente a las autoridades en junio del 20106 se centraron en el otorgamiento de las tierras fiscales y la entrega de más tierras, dada la gran cantidad de familias. Asimismo, denunciaron públicamente a los productores externos a la zona que alambraron y cerraron caminos.

En el caso de La Humada, desde la década del noventa, de acuerdo con los relatos, persistieron las ayudas personales, mientras que la realización de actividades conjuntas entre distintas familias fueron prácticas más esporádicas, y solo se generaron ante situaciones de emergencia (enfermedad o problemas con la tenencia de la tierra). Dejaron de realizarse actividades de recreación o de trabajo conjuntas entre distintas familias en esta zona. Solo persistieron la colaboración y los mecanismos de solidaridad ante las dificultades eventuales de los vecinos.

En el próximo apartado se combinan las prácticas que dieron origen a las estrategias, identificando similitudes y diferencias entre los casos y las especificidades.

Estrategias de vida en el oeste de la Pampa (1991-2010)

Dentro de los aspectos comunes entre los dos casos, se consideró que, tanto en la gestación como en el desarrollo de las estrategias, fue significativo el impacto generado por las instituciones socializadoras y las políticas públicas sobre las familias de La Humada y Chos Malal. Estos procesos, internalizados en los crianceros, favorecidos por los mayores contactos con la vida pueblerina, están promoviendo algunas transformaciones en las lógicas de las generaciones jóvenes. Las emergentes mutaciones en el imaginario, unidas a procesos estructurales, tales como el avance de la frontera productiva y de nuevas lógicas territoriales, producen desestructuraciones en algunas tradiciones y promueven nuevas prácticas productivo-reproductivas: habitacionales, educativas, la mayor participación de la mujer en la toma de decisiones, el deseo de estudiar profesiones o el control de la tasa de fecundidad mediante la planificación familiar, el uso de anticonceptivos, entre otras. Estas estrategias que a menudo redefinen la posición de los campesinos en el mapa social, reproducen nuevas formas de subordinación y tensiones en el seno de la comunidad y de los grupos domésticos.

De acuerdo con los relatos, entre 1991 y 2010, el trabajo fuera del predio en la zona rural se concibió como la "última" estrategia a adoptar en ambas unidades de estudio, y solo lo realizaban las familias que presentaban dificultades para sostener la unidad productiva. La combinación de distintos factores dio como resultado esta disminución del trabajo extrapredial. Por un lado, los espacios que en el pasado proveían de trabajo (estancias ganaderas, fincas viñateras, o espacios públicos -en la apertura de caminos, o la realización de pozos-) variaron la demanda cuantitativa y cualitativamente, y por otro, no se requirieron arrieros para llevar el ganado a pie (pues se masificó el uso de camiones), como tampoco se daba una demanda de tantos poceros ni de hacheros debido a que existen trabajadores especializados en esas actividades en los pueblos. Por estas razones la demanda de este tipo de trabajo en estos sitios se ha restringido.

Sin embargo se sostuvo la migración definitiva, mayoritariamente de hombres jóvenes solteros en la actividad petrolera. En el caso de los integrantes de la unidad doméstica que se insertaron a trabajar en las localidades de 25 de Mayo, Rincón de los Sauces o Catriel, como obreros petroleros, supuso procesos de asalarización y abandono de la unidad productiva. Estas personas regresan a los puestos eventualmente para visitar a los familiares en reuniones o en las fiestas de fin de año.

Por otro lado, la aplicación de políticas públicas durante la década de 19907 ha posibilitado la generación de nuevos ingresos dentro de la explotación y un mejoramiento en la calidad y cantidad de los planteles de ganado. En buena parte, estos factores externos e internos a las unidades de explotación explican la disminución del trabajo fuera del predio y la aplicación de esta estrategia solo cuando las condiciones de existencia del grupo no garantizan la subsistencia. Esta disminución del trabajo extrapredial posibilitó mantener cierto control sobre el espacio, los recursos naturales y los procesos de trabajo. También ha permitido sostener y recrear las redes vinculares familiares, vecinales y comunitarias.

Además de la restricción del monte e intensificación del uso del suelo, se observa en ambos espacios una tendencia general a orientar los productos hacia el mercado -dejando un mínimo porcentaje para el autoconsumo-, donde los porcentajes son flexibles de acuerdo a las necesidades del grupo y las condiciones climáticas, los precios o el acceso en el mercado, entre otros factores. Se nota una creciente monetarización de los intercambios y una mayor dependencia de ciertos insumos (lanas, alimento balanceado, vacunas, medicina para el ganado, etc.).

Una minoría de productores de ambos espacios tiene expectativas de progresar, ascender y lograr un crecimiento personal, con lógicas tendientes a la acumulación, más allá de la reproducción simple del grupo. Estos productores realizan diferentes actividades en cada espacio: en La Humada desarrollan la ganadería mixta, con creciente importancia de la producción vacuna combinada con sistemas de mediería; en Chos Malal ponen en acción distintas actividades (ganaderas, comerciales y de empleo público) de forma flexible, de acuerdo a las circunstancias de cada momento.

Otra tendencia común en las dos unidades de estudio es la creciente influencia de los ingresos permanentes o eventuales provenientes desde el Estado, vía pensiones o subsidios y créditos a la producción. Si bien estos recursos monetarios son de bajo monto, el acceso a los mismos supone cierta continuidad en el cobro, garantizando así una pequeña estabilidad en la generación de ingresos en las unidades. Al mismo tiempo suponen una mayor vinculación con el pueblo dada la necesidad de cobrar todos los meses, irrumpiendo de esta forma los modelos urbanos en el modo de vida tradicional desarrollado en el puesto.

Si bien disminuyó (en relación con el pasado) en ambos espacios el trabajo extrapredial -temporal y estacional-, en los casos en los que se realiza es creciente la forma de pago con dinero, avanzando gradualmente los procesos de proletarización. Otro rasgo significativo en ambos espacios ha sido el menor control sobre ciertos recursos productivos como la tierra, producto del corrimiento de la frontera productiva y de las nuevas lógicas territoriales que implican el cercamiento de los campos. Este proceso a largo plazo puede implicar una gradual separación de los medios de producción y en consecuencia el abandono de las unidades productivas.

Más allá de estas tendencias generales y similitudes entre los dos casos, poniendo foco en las familias estudiadas, las estrategias identificadas para cada zona son las siguientes:

  1. Estrategia de diversificación mercantil con restricción de campos comunes
  2. Esta estrategia supone el desarrollo de una producción ganadera mixta (caprina-vacuna; caprina-equina), de la caza y recolección, combinada con trabajo artesanal, destinados mayoritariamente al mercado y minoritariamente al autoconsumo. Estos grupos con familias extendidas, de menor tamaño que en el pasado, continuaban compartiendo el espacio de pastoreo, si bien en los últimos años se ha reducido la superficie ante el avance del alambrado.

    Como consecuencia de la expansión de la frontera ganadera, en los últimos diez años se están generando modificaciones en el modo de vida, en el manejo y la organización de la producción, en la asignación y obtención de recursos, e, incluso, en las formas de sociabilidad y en las tramas sociales. En este contexto, en el caso de Chos Malal también están modificándose los circuitos de pastoreo realizados por los campesinos, antes asociados con los espacios abiertos correspondientes a cada familia y con las formas de manejo del ganado.

    El parcelamiento de los predios, y la consecuente menor superficie de monte disponible para cada unidad doméstica, está produciendo una mayor presión sobre el suelo y la necesidad de incorporar alimentos extras para el ganado, siendo estos recursos externos a las unidades de producción. Este cambio en la configuración espacial también está repercutiendo en la disponibilidad de recursos del monte, los cuales posibilitaban la generación de ingresos a la explotación e insumos para los sistemas productivos. Un 30% de las familias de Chos Malal llevan a cabo esta estrategia, sin existir casos para La Humada.

  3. Estrategia de diversificación mercantil con restricción de campos comunes y complementada con ingresos no prediales
  4. Estos grupos desarrollan una producción ganadera mixta (caprina-vacuna; caprina-equina), artesanal y eventualmente practicaban la caza y recolección destinados en primer lugar al mercado, vía venta ambulante, y en segundo lugar, al autoconsumo, en un contexto de reducción de la superficie de pastoreo común. Además, estos grupos recibían ingresos de parte del Estado mediante pensiones por discapacidad o para mayores de edad, préstamos y subsidios destinados a la producción; o bien recibían eventuales ayudas de familiares que ya no residían en la explotación, pues emigraron de forma definitiva en los últimos diez años, especialmente ante el boom petrolero en la zona de 25 de Mayo.

    Estos recursos enviados bajo la forma de alimentos o vestimenta, e incluso dinero, a los familiares residentes en el puesto, han contribuido a la reproducción de la unidad productiva. Son prácticas desarrolladas en general por el 60% de los grupos domésticos de Chos Malal y por un 40% de los casos de La Humada, que -por lo general- se encuentran en la fase del ciclo familiar de reemplazo y reciben ayuda de las generaciones jóvenes. Dentro de este conjunto se identifican algunas prácticas poco comunes que suponen la combinación de actividades ganaderas, comerciales y contratos públicos temporales8.

  5. Estrategia ganadera mercantil con procesos de acumulación ampliada y mayor vinculación urbana
  6. Esta articulación de prácticas implica el desarrollo de una producción familiar (en grupos más pequeños que en el pasado) orientada a la producción con ganado mixto -propio y de terceros- dentro de los "límites" (relativos) de la explotación. Algunos de los productores accedieron a los títulos de propiedad y otros los heredaron y se encuentran en sucesión, de modo que disponen de cierta superficie de pastoreo. En función de las condiciones climáticas y de la densidad de pasturas fueron incorporando más o menos ganado propio y de terceros.

La mayor parte de la producción se destinaba al mercado interno mediante acuerdos con intermediarios de la zona, como el frigorífico de Santa Isabel, o bien mediante la venta directa a La Humada. El ganado "a medias" por lo general pertenecía a familiares que residían en el pueblo de forma definitiva y que mantenían una "reserva" en vacunos al cuidado de productores conocidos. El ganado de terceros, en ninguno de los casos, superaba el 30% del total de la producción.

En algunos casos los grupos domésticos se han especializando en la producción vacuna orientada mayoritariamente al mercado interno vía intermediarios. Dichas unidades productivas tenían una menor cantidad de integrantes del grupo que los demás casos y acceso a la educación formal9. En otros casos, además de la cría de ganado en pequeños planteles, algunos de los integrantes estaban recurriendo al trabajo fuera de la explotación, ya sea en puestos de la zona o bien en el pueblo de La Humada.

En función de las expectativas -especialmente de las mujeres- de acceder a mejores servicios de salud y educación, estos grupos domésticos construyeron una pequeña vivienda en el pueblo y están realizando durante la semana movimientos al puesto. La residencia en la localidad está posibilitando el acceso a empleos informales (en pequeños comercios, preparación de comidas) o a los planes del Estado - tales como el asistencial Plan Trabajar o el Plan Jefes y Jefas-, que otorgaban un ingreso mínimo a los sectores más carentes. En los últimos cinco años, en estos puestos se ha observado una gradual tendencia a la especialización en ganado vacuno dada la disminución de la producción caprina, la cría de aves de corral y de las actividades de caza y recolección. Este proceso se vincula con el desarrollo de las prácticas habitacionales y de movilidad y, por ende, con una menor presencia de la mujer y los niños en la explotación. Esta práctica se detecta especialmente en las parejas jóvenes que se iniciaron en la actividad en la zona de La Humada: el 60% de las unidades de este espacio la realizaban, y apenas el 10% de Chos Malal.

A modo de síntesis se resume en la tabla 2, las distintas estrategias identificadas.

A través del siglo XX se pasó de una estrategia basada en la subsistencia familiar (que representaba a la mayoría de los grupos de Chos Malal), o bien, de una producción orientada al autoconsumo y minoritariamente al comercio (en la mitad de los grupos de La Humada), a una producción más dependiente del mercado y de los patrones urbanos, con diferentes grados de mercantilización y acumulación.

A comienzos del siglo XXI, en el paraje Chos Malal seguía siendo importante la producción en familias numerosas, diversificada (ganadera, artesanal, de caza y recolección), cada vez más restringida en cantidad por la reducción de la superficie de pastoreo, orientada mayoritariamente al mercado interno y complementada con aporte de ingresos no prediales obtenidos del Estado o de remesas de parientes que emigraron. En la zona de La Humada la producción tendía a especializarse en la ganadería, en sistemas de mediería, combinada con el trabajo extrapredial o la doble residencia campo-pueblo.

Así, en función de las lógicas internas y de los diferentes condicionamientos externos a la zona, los grupos domésticos de ambos espacios se adaptaron y fueron redefiniendo las combinaciones de las prácticas y, con ello, reorientando las estrategias en diferentes direcciones. Esas formas de producción y de socialización que posibilitaron los intercambios se expresan en la organización espacial de La Humada y de Chos Malal, lugares que conservan rasgos comunes, producto de la territorialidad campesina, y que se diferencian de las territorialidades dominadas por la lógica empresarial y el afán de lucro.

Además de las estrategias desarrolladas en el seno de los grupos familiares, se identificaron otras prácticas combinadas que exceden la escala doméstica e involucran a diferentes familias, las cuales realizan acciones en pro del logro de un objetivo común.

Más allá de lo doméstico, las estrategias colectivas

Estas prácticas son diferenciadas de las anteriores, ya que los objetivos y fines pretendidos exceden los intereses personales del grupo doméstico y se asocian con la búsqueda de un logro común, motorizado por la memoria colectiva y la historicidad de las prácticas. Se hace referencia a las diferentes actividades llevadas a cabo por distintos grupos de familias que posibilitan la persistencia y la resistencia a los procesos de disgregación campesina, gracias a las diferentes maneras que adopta la organización colectiva.

Estas prácticas involucran a determinados grupos que comparten ciertos recursos materiales y simbólicos, y que las ponen en acción para concretar objetivos más o menos explícitos. Estas estrategias se nutren de los distintos usos del tiempo por parte de los grupos; es decir, de la memoria colectiva.

Entre los años 1991 y 2010 se generaron estrategias de organización territorial-comunitaria y de resistencia. La organización de las familias para conservar la forma de manejo del espacio y el control del territorio dio origen a la conformación de estrategias de resistencia que buscan transgredir el poder al que están sujetos de diferentes maneras. Ante los conflictos generados por el uso del monte y por la reducción de los campos en los últimos diez años, muchas familias del paraje Chos Malal comenzaron a organizarse, con apoyo de organizaciones urbanas, para denunciar públicamente la situación que estaban padeciendo ante la reducción de la superficie de pastoreo compartida (Comerci 2010b). En este contexto, las nuevas formas de resistencia que están llevando algunas familias se construye sobre un entramado de viejas luchas que la memoria colectiva y la historicidad de las prácticas están recuperando, como lo expresan los siguientes relatos:

Yo creo que nosotros tenemos que ir a Santa Rosa como hicimos antes [...], hacernos presentes para que la gente vea que estamos [...], que nosotros nos podamos expresar [...], si nosotros no vamos personalmente, por más que ustedes reclamen no es lo mismo que si vamos [...], sería bueno ponernos de acuerdo y poder ir [...] y empezar a presionar [...]. Si nosotros no nos organizamos, nadie nos salva. (Criancero y pastor del paraje Chos Malal nacido en 1952)

Yo pienso que ustedes son los fundadores de acá [...] yo soy vecinal [...] de acá de la zona [de Puelén] [...] pero creo que ustedes tendrían que pedir a la gobernación o a la provincia [...], o sea a los señores estos [...] que les den una o dos leguas más de campo porque están todas estas familias en esa lonjita [...], sino que les den trabajo o algo [...], sino ¡¿de qué van a vivir?! (Productor y artesano de Puelén nacido en 1952)

¡Sí! yo creo que es así [...], ir allá a ver qué nos dicen [...]. Si siempre hemos estado juntos [...] unidos [...] siempre hemos estado juntos con los animalitos [...] vamos todos a Santa Rosa [...], porque en la unidad hay ganancia [...], en la división hay pérdida [...]. Sería muy bueno poder ir porque somos criados y nacidos en esta tierra [...] qué lindo sería poder seguir [...]. Acá anteriormente vinimos poquitos [en la reunión anterior generada meses antes] [...] pero hoy habemos más [...] entonces demostramos que tenemos ganas de hacer algo [...] Entonces tenemos que conseguir algún medio de movilidad para llegar [...] La unidad hace todo [...] tenemos que seguir como hemos vivido siempre [...] creería que unidos solamente vamos a conseguir algo. (Criancera y artesana de Chos Malal nacida en 1969)

Además de representantes de veinte familias de Chos Malal, que incluyen más del 70% de los casos de estudio, participaron campesinas de la zona de La Humada que se encuentran ejerciendo actos posesorios en las tierras de reserva de la provincia o que fueron presuntamente estafadas por un agrimensor. Integrantes de estas familias viajaron a Santa Rosa y obtuvieron una audiencia con los diputados de distintos bloques, quienes se comprometieron a dar una solución definitiva al problema.

De este modo el nuevo campo social, ante el avance de la frontera productiva y de las lógicas territoriales de tipo empresarial, está visibilizando la organización territorial-comunitaria y la resistencia, así como también poniendo a la luz las modificaciones en las formas de manejo y organización de la producción, en la asignación y obtención de recursos y en las tramas de sociabilidad de los grupos.

Esos lazos comunitarios en el paraje Chos Malal -que posibilitaron un uso compartido del espacio de pastoreo, el desarrollo de distintos mecanismos de colaboración entre conocidos y prácticas de reciprocidad reproducidas a través del tiempo- permitieron la organización interfamiliar para luchar en forma conjunta por la tierra. Así, las estrategias comunitarias, con las redefiniciones en el tiempo, han contribuido, y lo siguen haciendo, a la reproducción de los grupos domésticos así como también a la persistencia en el lugar.

En el caso de los productores de La Humada, estos lazos comunitarios, que posibilitaron en el paraje la generación de estrategias conjuntas, aparecen más débiles en la zona rural. La mayor presencia de instituciones públicas, contactos con la vida urbana, el avance de las racionalidades individualistas, la posesión mayoritaria de la propiedad privada y, posiblemente, una actitud más delegativa de los campesinos sobre las figuras representadas de la intendencia han ayudado a generar esa menor puesta en acción de las estrategias de organización territorial comunitaria y de resistencia en torno a un objetivo común.

Conclusiones

Se considera que las lógicas de los campesinos no son homogéneas ni lineales y presentan una alta complejidad. Como diversos autores lo señalan (Weber 1922; Bourdieu 1980; Godelier 1982; Fernandez Mançano 2009, entre otros), esta complejidad da cuenta de que no se está frente a una única racionalidad formal capitalista, entendida en términos de mero cálculo costo-beneficio, realizado por sujetos atomizados y ahistóricos. Por el contario, como lo demuestran los casos analizados, esta alta complejidad que supone el estudio de las estrategias de vida es el resultado de la combinación de diferentes lógicas, racionalidades, memoria, historicidad, posición de los sujetos y los diversos contextos históricos y campos sociales en los que se insertan o a los que se encuentran sometidas las familias.

Por ello a menudo se generan conflictos y contradicciones entre las prácticas. Algunas de estas, identificadas en el estudio de caso, pueden contribuir a desarrollar la estrategia de persistencia en el lugar o promover el abandono de la explotación. Si bien todos los grupos entrevistados pretenden permanecer en el lugar, existen tensiones en las formas de permanencia, que, en muchos casos, están condicionadas por los distintos contextos y las posiciones de los sujetos en los campos sociales. De esta forma, las prácticas de movilidad de acuerdo con los objetivos, expectativas y alternativas de los sujetos pueden promover la descomposición campesina al producir la emigración definitiva y el abandono de la explotación; o bien, pueden contribuir a garantizar la reproducción simple de la unidad en los casos en que se necesiten recursos que el predio no puede obtener. Es de considerar que en los espacios de estudio predomina esta segunda tendencia, pues aun quienes han emigrado en forma definitiva (por lo general hombres en edad activa) mantienen vínculos, y algunos envían remesas para los familiares que residen en el puesto, contribuyendo así a la supervivencia del grupo doméstico.

La movilidad semanal, asociada con la doble residencia y el acceso a servicios básicos que no se encuentran en la zona rural (escuelas, postas sanitarias, acceso al agua potable), puede devenir en el traslado definitivo al pueblo en caso de que el habitar en estos espacios suponga, además del acceso a los servicios y comercios, la generación de ingresos no agropecuarios en empleos informales o por ingresos provenientes del Estado. A diferencia de las anteriores, este tipo de movilidad puede devenir en el abandono del puesto.

Las prácticas productivas se interrelacionan con las de socialización, más asociadas con los campos re-productivos; es decir, con la generación de saberes y conocimientos locales o externos a la zona de estudio, empíricos y técnicos, referidos al manejo de la producción, el modo de vida, la memoria colectiva o la historia familiar, entre otros aspectos. Estas formas de percepción y de acción han estado permanentemente influenciadas por el accionar de agentes extralocales. Tanto las prácticas productivas como las reproductivas han implicado el desarrollo de redes y relaciones vinculares que dieron origen a distintas prácticas organizativas y a diversos mecanismos de resistencia.

Las familias que desarrollaron las prácticas organizativas comunitarias, por lo general, fueron las que poseían menor disponibilidad de recursos productivos y fuertes lazos vinculares interfamiliares. Sin duda, la existencia previa de formas de ayuda recíproca, unidas a saberes indígenas, posibilitaron que la organización comunitaria y la resistencia se generaran.

La combinación de diferentes factores dieron lugar a la persistencia del campesinado: por un lado, la escasa valoración social de las tierras por parte del capital, y por otro, la disponibilidad de mano de obra familiar, el compromiso con las tareas de la unidad productiva y la existencia de lógicas internas campesinas tendientes a la supervivencia del grupo doméstico, para lo cual se recurrió a desarrollar diferentes actividades productivas-reproductivas. Ello posibilitó la generación de distintas prácticas ganaderas, artesanales y de caza-recolección dentro del monte abierto, espacio vital que proveyó de alimentos, insumos e ingresos extras a los grupos. Asimismo, la reproducción de saberes campesinos empíricos (transmitidos en forma oral de generación en generación, referidos al manejo del ganado, a la elaboración de artesanías, a remedios caseros y a la construcción de viviendas y corrales con el uso de recursos locales) permitió que las actividades productivas se garantizaran.

Esos procesos se generaron, no obstante, basados en los escasos costos de producción, combinados con un reducido y austero consumo doméstico, medido en función de la cantidad de integrantes del grupo doméstico y de la mano de obra disponible. La flexibilidad en los sistemas de intercambio y en las formas de pago entre campesinos, crianceros e intermediarios, campesinos y técnicos permitió tejer densos vínculos de intercambio materiales-simbólicos y comercializar los excedentes productivos en mercados asimétricos. En esas tramas sociales, las redes, relaciones vinculares y lazos comunitarios entre familiares, vecinos, comerciantes, religiosos y técnicos posibilitaron la generación de mecanismos de colaboración, ayuda mutua y reciprocidad entre distintos sujetos, potenciados en los momentos de crisis. Esas redes, unidas a un modo de vida relativamente común y a la posesión de la tierra, posibilitaron el control y el dominio social del espacio, expresado en la construcción de territorialidades internas y en un uso "compartido" de los espacios de pastoreo. Además de los lazos, el conocimiento del lugar y su apropiación material-simbólica, el reconocimiento de especies vegetales y animales permitieron un uso relativamente sustentable del monte y la renovación de las especies a través del tiempo.

En los últimos cinco años, otro factor que permitió la incorporación de ingresos fijos a las unidades productivas fue el Estado, mediante diferentes políticas de asistencialismo y beneficencia; incrementando, asimismo, los vínculos con las localidades de la zona para efectuar el cobro de las asignaciones. Estos ingresos dirigidos a la promoción de algunas actividades prediales, unidos a una percepción de los campesinos sobre la ausencia de trabajo en la zona y la falta de oportunidades en otros espacios, han reducido la emigración definitiva o temporal. Esta combinación de factores que dieron origen a diferentes trayectorias en las estrategias de los grupos domésticos de ambas zonas, permitieron la reproducción simple y, en algunos casos, ampliada de las familias.

La descomposición de las unidades domésticas está motivada por el desarrollo de los siguientes procesos: la ausencia de trabajo para todos los miembros del grupo doméstico, la ya mencionada tenencia precaria de la tierra en Chos Malal y los conflictos puntuales en zonas de reserva fiscales de La Humada, la mayor presión sobre la tierra ante el cierre de la frontera ganadera, la escasa cantidad de superficie de tierra y la ampliación de los grupos domésticos. Asimismo, otros problemas de tipo estructural, que constituyen el principal mecanismo de extracción de excedentes, se asocian con la comercialización del ganado y las artesanías, ante la atomización de los productores y la demanda oligopsónica de tipo estacional que da como resultado productos subvaluados, demandas estacionales, discontinuidad en la compra, exigencias en calidad y cantidad que no siempre puede ser atendidas por los campesinos. Se suma otra dificultad, en el caso de Chos Malal asociada con la comercialización, y es la necesidad de abastecerse de productos de consumo no obtenibles en la unidad productiva (agua para el consumo humano, yerba, harina, aceite, azúcar, verduras), vendidos por ambulantes con altos sobreprecios; las grandes dificultades en las vías de comunicación y acceso a los medios de transporte repercuten en altos costos en movilidad y fletes.

En este marco, y en un conflictivo escenario ante la revalorización del espacio, el futuro del campesinado del oeste de La Pampa depende de la capacidad de lucha y resistencia de los grupos domésticos. La historia demuestra que, lejos que paralizarse frente a las imposiciones externas y los conflictos internos, el campesinado ha redefinido sus prácticas con la finalidad de garantizar la reproducción del grupo doméstico. Como afirmaba con palabras sencillas un criancero, las soluciones son simples pero requieren de organización colectiva y de la toma de decisiones políticas:

Tenemos que tratar de hacer algo si no [...] ¿con qué vamos a cuidar una chiva? [...] ¡o nos dan una fuente de trabajo o nos dan más tierra! [...]. Yo pienso [...], perdó nenme si yo estoy hablando mal, !Hay que reclamar por un poco más de campo para que tengamos un poco de respiro! (Campesino de Chos Malal nacido en 1966)


Pie de Página

1En la Argentina, la región pampeana incluye la eco-región de la llanura de Pastizales, valorizada a fines del siglo XIX para la exportación de cereales y carnes en el marco de la inserción mundial y en el modelo exportador de materias primas. De este modo, este espacio presenta entre otros rasgos: altos niveles de penetración del capital, asentamientos de descendientes de inmigrantes europeos, alta concentración de infraestructuras y redes, y un alto desarrollo del potencial productivo y tecnificación. Actualmente el elevado peso del proceso capitalista en las actividades económicas se materializa en una producción agropecuaria de tipo empresarial, orientada al mercado externo y especializada en la producción de oleaginosas.
2El proceso de "agriculturización", una vez consolidado en la región pampeana, avanzó hacia las eco-regiones de Las Yungas, el Chaco Salteño y El Espinal. Asimismo, a estos espacios se trasladaron capitales, tecnologías de producción y, también, parte de la producción bovina para cría y recría de la región pampeana. En este contexto, el avance del modelo pampeano hacia espacios que presentaban un menor desarrollo de las relaciones de producción capitalistas generó graves consecuencias socioterritoriales, pues implicaron la pérdida de control de recursos naturales, una menor autonomía en la toma de decisiones de los sectores campesinos y disputas por el uso y las formas de apropiación de los espacios.
3Las campañas de conquista de la población indígena en la Argentina llevadas a cabo en el entonces llamado "desierto", aparte de perseguir y exterminar a miles de personas, supusieron el inicio de una serie de mecanismos de control sobre los pueblos originarios, que incluyeron la enajenación de la tierra y deportaciones masivas de los sobrevivientes hacia diferentes regiones del país (Delrio 2005). Por otro lado, el control se expresó de manera simbólica en el sometimiento al aparato jurídico estatal. A partir de leyes nacionales se consolidó la nueva configuración del territorio nacional y la desigual estructura de propiedad de la tierra.
4Como se desarrollaban desde mediados del siglo XX, continuaron los sistemas de mediería con la cría de ganado vacuno en algunos puestos. Este sistema era, y es, utilizado especialmente por matrimonios jóvenes de la zona de La Humada que carecen de planteles de animales propios y que ejercen el control de un sector del espacio de pastoreo. El método permite el acceso al ganado vacuno -en el pasado, a ovinos- mediante el aporte de trabajo familiar, cuidando el ganado de terceros, generalmente de familiares que habitan en pueblos, o bien, puesteros de la zona envejecidos. Este ganado de "terceros" en ninguno de los casos es superior a un tercio de la producción propia y depende de la disponibilidad de campos con pasturas.
5La producción de tejidos en telar para el autoconsumo era una práctica habitual de las mujeres del paraje, puesta en acción desde comienzos del siglo XX y trasmitida de generación en generación, heredada de los saberes indígenas. A partir de la implementación del Plan de Promoción de Artesanías, la producción se reoriento al mercado. Los ingresos secundarios -y no estacionales- desde fines de los años setenta, asociados con la venta de tejidos en telar, permitieron la generación de recursos extras en las unidades productivas y el establecimiento de determinados parámetros de control sobre los productos generados.
6En mayo del 2010, en una reunión en la que participaron campesinos de Chos Malal, La Humada y Puelén, se plantearon distintas estrategias de acción ante el avance del alambrado, las cuales variaban desde pedir una audiencia con el gobernador para iniciar juicios de usucapión en forma comunitaria, hasta el pedido de más tierras para pastoreo común. El discurso dominante de la reunión permanentemente resaltó la unión de la zona ("en la unidad hay ganancia... en la división hay pérdida"), el mantenimiento de los campos abiertos y la necesidad de una solución conjunta. La asamblea decidió movilizarse hacia Santa Rosa y pedir una audiencia con los diputados. En el mes de junio se concretó la reunión y plantearon diferentes reclamos.
7El impacto de las políticas públicas y la tardía presencia del Estado en el extremo oeste posibilitó un mejoramiento en las condiciones de vida de la población ante el acceso a una vivienda digna y un mejoramiento en la calidad y cantidad de ganado en la década de 1990. No obstante, estas políticas no garantizaron la seguridad en el acceso a la tierra y supusieron la emergencia de nuevos controles y dependencias sobre los procesos productivos y el manejo de la producción.
8Se detectaron dos casos en grupos domésticos de Chos Malal. En el primer caso, el grupo desarrolla la compra de alimentos en Mendoza y en la venta ambulante en la zona. Asimismo, el criancero mantiene una producción ganadera pequeña y trabaja en empleos estatales temporales (como encargado del centro comunitario, portero de la escuela). En el segundo caso, aparte de la actividad ganadera, la productora es concejal del municipio de La Humada, representante de la zona sur (que incluye al paraje Chos Malal). En ambos casos se trata de productores jóvenes, escolarizados, que se han enfrentado a los "mayores" por tener otras ideas y que plantean la necesidad de adaptarse a las demandas, generar ahorros y ascender para "crecer personalmente".
9En estos casos aparecía entre las expectativas de los productores la importancia del ahorro, el control del consumo llevando una vida austera y la necesidad de buscar la "base" productiva para luego poder crecer: "Hay que cuidarse muy mucho de los gastos. Hay que vivir realmente con lo mínimo y ser muy consciente de lo que no le va, en realidad porque, o sea, como quien dice de los gastos [...]. Y bueno, hasta que, o sea, lo fundamental es siempre ir buscando de la base, de ir dejando diez vacas, que sea vaca, si es chiva, que sea chiva. O sea, buscando, tratando de dejarle [...] y que haiga madres digamos en realidad. Que haiga fábrica de producir. Porque si uno está en el campo, lo que realmente está pa’ producir, y si es de lo que vive, esto es producir" (Productor de la zona de La Humada nacido en 1966).


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