SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.22 issue2Territoriality, Participatory Mapping, and Natural Resources Policy: The Latin American ExperienceDiscussing the Rural and Rurality: A Contribution from the Southeast of the Province of Buenos Aires; The Case of the Division of Tres Arroyos author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía

Print version ISSN 0121-215XOn-line version ISSN 2256-5442

Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr. vol.22 no.2 Bogotá July/Dec. 2013

 

Gentrificación de La Candelaria: reconfiguraciones de lugar de residencia y consumo de grupos de altos ingresos

Elitização de La Candelaria: reconfigurações de lugar de residência e consumo de grupos de alta renda

Gentrification of La Candelaria: Reconfigurations of Place of Residence and Consumption of High-income Groups

Adrian Smith Manrique Gómez*
Universidad Nacional de Colombia, Colombia

*Ingeniero catastral y geodesta de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (2005). Es candidato a magíster en Geografía, de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente está vinculado al grupo de investigación Dinámicas Espaciales y Estructuras Urbanas y Urbano-Regionales, de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia.
Dirección postal: Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, Departamento de Geografía, carrera 30 n.° 45-03, edificio 212, of. 323.
Correo electrónico: adsmanriquego@unal.edu.co

RECIBIDO: 11 DE OCTUBRE DEL 2011. ACEPTADO: 17 DE ENERO DEL 2013.
Artículo de investigación sobre la gentrificación del barrio La Candelaria, en Bogotá.


Resumen

El sector de La Candelaria (Bogotá D. C., Colombia) ha vuelto a ser un lugar de consumo y residencia de grupos de personas de altos ingresos económicos, luego de su abandono a mediados del siglo XX por efecto de múltiples problemáticas urbanas. Esta dinámica de relocalización es conocida por la geografía urbana como gentrificación; tendencia previamente registrada en otras urbes e integrante del proceso global de construcción urbana. El artículo ofrece una lectura de dicha dinámica urbana bogotana a partir del análisis de sus causas, el seguimiento a su funcionamiento y sus consecuencias.

Palabras clave: gentrificación, grupos de altos ingresos, La Candelaria, lugar de consumo, lugar de residencia.


Resumo

O setor de La Candelaria (Bogotá D.C., Colômbia) voltou a ser um lugar de consumo e residência de grupos de pessoas de alta renda, após ter sido abandonado em meados do século XX por efeitos de múltiplas problemáticas urbanas. Esta dinâmica de relocalização é conhecida pela geografia urbana como elitização; tendência previamente registrada em outras cidades e integrantes do processo global de construção urbana. O artigo oferece uma leitura da dinâmica urbana de Bogotá a partir da análise de suas causas, o monitoramento do seu funcionamento e suas consequências.

Palavras-chave: elitização, grupos de alta renda, La Candelaria, lugar de consumo, lugar de residência.


Abstract

The sector of La Candelaria (Bogotá D. C., Colombia) has once again become a place of residence and consumption for high-income groups that had abandoned the area in the mid-20th century due to multiple urban problems. This dynamics of relocation, known as gentrification in urban geography, is a trend previously observed in other cities and forms part of the global process of urbanization. The article provides a reading of that urban phenomenon in Bogotá on the basis of the analysis of its causes and consequences.

Keywords: gentrification, highincome groups, La Candelaria, place of consumption, place of residence.


Introducción1

La Candelaria es reconocida como el casco antiguo de Bogotá, donde, en la época de su fundación, en el siglo XVI, fueron construidas las primeras edificaciones, con fines tanto administrativos, militares y religiosos, como residenciales, destinados a la aristocracia criolla y española. Desde entonces, y hasta principios del siglo XX, este sector tuvo una época dorada, durante la que se mantuvo el más destacable peso funcional de las actividades urbanas, que incluían el lugar de residencia y consumo de los grupos de altos ingresos. El desenfrenado crecimiento de la urbe y el consecuente surgimiento de nuevas centralidades influyeron en la pérdida de peso funcional y descapitalización física y social de La Candelaria, la cual, para mediados del siglo XX, estaba dominada por problemáticas de inquilinización, tugurización y comercio popular, que expulsaron progresivamente a estos grupos sociales (Jaramillo 2006; Mejía Pavony 1997).

En el presente escrito se irá detallando que, de manera similar a como ha sucedido en otros centros históricos del mundo, La Candelaria afronta un proceso de gentrificación vinculado con la estrategia global de construcción urbana y relacionado con la relocalización residencial y de consumo de los grupos de altos ingresos. La respuesta a cómo ha sido este proceso de gentrificación se convierte, entonces, en el trasfondo de la presente investigación, dividida en tres partes: la primera, incluye la descripción de las causales incidentes de la vulnerabilidad del área de estudio al desarrollo de este fenómeno; en este caso ha sido necesario el examen de documentos históricos y geográficos, de material cartográfico, datos estadísticos oficiales, diagnósticos socioeconómicos y labores de reconocimiento de campo. La segunda parte se centra en el estudio de las estrategias administrativas determinantes en la activación de la gentrificación; los insumos que aquí se involucran corresponden al análisis de documentos de política pública, política urbana y reglamentación patrimonial dirigidos al área de estudio. Finalmente, la tercera parte de la investigación se centra en el funcionamiento y consecuencias del fenómeno inherentes a las reconfiguraciones de La Candelaria como lugar de vivienda y consumo de los grupos de altos ingresos; en este caso, fueron utilizados los resultados del examen de datos estadísticos y de diagnósticos socioeconómicos oficiales, y observaciones de campo, así como el análisis de los discursos y percepciones de algunos grupos poblacionales protagonistas del fenómeno, entre estos, nuevos y viejos residentes, junto con propietarios de establecimientos comerciales de La Candelaria2.

Esta investigación pretende convertirse en una herramienta útil para los planificadores del centro bogotano, en temas de reorganización territorial y en la consecución del concepto de ciudad justa. Asimismo, pretende analizar los diversos componentes políticos, sociales y económicos involucrados en la gentrificación de La Candelaria, los cuales han desencadenado innegables impactos urbanos, reflejados en desequilibrios territoriales y de segregación social.

El concepto de gentrificación

El centro urbano representa un atributo de la urbe, el sitio fundacional testigo de su crecimiento y desarrollo; lugar financiero, comercial, direccional y simbólico. Se caracteriza, además, por su polifuncionalidad y conexión con el resto de la ciudad, lo que facilita su visita por parte de un gran número de población flotante con el fin de trabajar, estudiar o comprar (Krafta 2008). Algunos centros urbanos del mundo, especialmente los latinoamericanos, tuvieron con la entrada del siglo XX una época de esplendor por su concentración de actividades comerciales, financieras, industriales e incluso residenciales para grupos de altos ingresos, siendo lugares apetecidos por su estratégica localización y alto valor del suelo. El incremento de flujos migratorios provenientes de áreas rurales3, junto con la intensa competencia internacional efecto de la globalización, representaron factores decisivos para el surgimiento de nuevas centralidades, que, en consecuencia, incidieron en la pérdida de peso funcional del centro urbano y en su adquisición de una obsolescencia física y económica, cuyas edificaciones fueron destinadas a inquilinatos y a locales comerciales de baja gama (talleres de reparación, bodegas, almacenes y locales de artesanos). Con la descapitalización, el centro urbano asumió una reorganización territorial en la que el paulatino arribo de población pobre expulsó a los residentes de altos ingresos hacia otros sectores de la ciudad (Lees, Slater y Wyly 2008; Rojas, Rodríguez y Wegelin 2004).

Desde mediados del siglo XX, y como parte de la política sistemática y deliberada de desarrollo urbano a gran escala, se han implementado alianzas entre el poder público y privado encaminadas a la revitalización funcional de diversos centros urbanos degradados. De acuerdo con los antecedentes, a dichas revitalizaciones se han sumado procesos de gentrificación en las ciudades norteamericanas de San Francisco, New York, Baltimore y Toronto; en Barcelona, Bilbao y Berlín, en Europa; en Sidney y Melbourne, en Australia; en Estambul, Shangai, Kyoto y Fujitsuka, en Asia, y en Santiago, Quito, Lima y México D. F., en Latinoamérica (Lees, Slater y Wyly 2008). Para la geografía urbana, la ‘gentrificación’ es reconocida como el desplazamiento paulatino de grupos de altos ingresos a un espacio central urbano deteriorado, con la intención de mejorar sus condiciones físicas, sociales y económicas; lo que, en paralelo, desencadena impactos urbanísticos, como la salida de la población residente de bajos ingresos, y el surgimiento de problemáticas de segregación social. Para Kennedy y Leonard, "Es un proceso donde hogares de mayores ingresos desplazan a hogares de bajos ingresos de un barrio, transformando su carácter y aspecto [...]" (2001, 5).

Por otro lado, para Clark:

Implica un cambio poblacional en la propiedad de la tierra, de tal manera que sus nuevos ocupantes tienen un mayor estatus socioeconómico que los anteriores, de la mano de transformaciones en el entorno construido por medio de la reinversión de capital fijo. Cuanto mayor sea la diferencia de estos estatus socioeconómicos, más notable es el proceso. (2005, 263)

Con la gentrificación, el centro urbano se convierte de nuevo en lugar de residencia y consumo de grupos de altos ingresos, generalmente jóvenes, solteros, parejas sin hijos y con un alto nivel de formación académica; condiciones contrarias a las de los grupos residentes que desplazan, caracterizados por su edad avanzada, familia numerosa, escasa formación académica y bajos ingresos (Lees, Slater y Wyly 2008; Ley 1978). En el aspecto económico, se deriva un incremento en el costo de vida del lugar, materializado en el aumento de los precios transaccionales y del arrendamiento de inmuebles, además surgen nuevos establecimientos comerciales, como restaurantes, bares y cafés de alta gama, en edificaciones que una vez fueron negocios frecuentados por la población tradicional (Carpenter y Lees 1995; Ley 1986). En el aspecto físico, se evidencia la imposición de nuevos diseños arquitectónicos en viviendas y locales comerciales, junto con la implementación de obras de renovación y la rehabilitación de calles y alumbrados, y de las fachadas y el interior de viviendas (Lees, Slater y Wyly 2008; Smith 1996; Smith y Williams 1988).

A pesar de las observaciones, estudios y teorías explicativas de su funcionamiento, actualmente la gentrificación no cuenta con una delimitación conceptual concreta, lo que incide para atribuirle una concepción caótica, en razón de las diversas geografías y actores urbanos que la protagonizan. Es innegable su reconocimiento como fenómeno social históricamente ubicado en la etapa del posfordismo, que desmantela los modelos de ciudad industrial formulados por Burgess y Hoyt, según los cuales los movimientos poblacionales de las clases altas se direccionan desde el centro de la ciudad hacia afuera y raramente retornan a su origen (Díaz 2009; Schaffer y Smith 1986). Por otro lado, la relocalización de las clases medias altas en el área central poblada por grupos de bajos ingresos es un suceso inherente al urbanismo revanchista de fines del siglo XX, con secuelas de exclusión social y desequilibrios territoriales por la mezcla transitoria de clases sociales (Kennedy y Leonard 2001; Smith 1996).

Pero, ¿qué razones influyen para que en un centro urbano se origine una gentrificación? En respuesta a este interrogante se mencionan los dos principales postulados que conforman la base teórica explicativa del fenómeno: el marxista y el cultural. En primer lugar, la teoría marxista, propuesta por Neil Smith (1979; 1996), señala que el proceso surge con la oferta de vivienda destinada a grupos de altos ingresos. En este caso, los promotores inmobiliarios, los bancos y los entes planificadores precisan el momento adecuado para implementar esta oferta en el centro urbano degradado, lo que incluye el análisis de mercado del suelo en búsqueda del máximo beneficio de renta, o rent gap, y su conversión al uso de mayor rentabilidad. Esta teoría se desarrolla en un marco esencialmente económico, siendo la gentrificación el producto de una acumulación oligopólica de la renta urbana en contextos de economías de mercado, de manera que el suelo se convierte en una creación social o colectiva y en un bien atractivo para los nuevos pobladores (gentrificadores) por su localización, tecnología, trabajo y capital invertido en su mejoramiento. En segundo lugar, y desde la óptica cultural de David Ley (1986; 1994), la gentrificación es producto de la reestructuración sociocultural y demográfica de las ciudades posmodernas. Con la transformación de la estructura económica del capitalismo ejercida por el paso de una sociedad productora de bienes a una consumidora de servicios surge una nueva clase social media, conocida como cuello blanco, integrada por empleados de bancos, compañías de seguros, gerentes, administradores y profesionales de renombre, cuyos sitios laborales se localizan en el área central. Generalmente, estos nuevos urbanitas poseen cierto gusto por los edificios históricos, la cultura vibrante y la oferta de servicios comerciales, el cual es determinante en la elección del centro como lugar de residencia.

Finalizado este marco teórico, se desarrolla a continuación la primera parte de la investigación, asociada con el análisis de las condiciones urbanas de La Candelaria determinantes para su definición de espacio susceptible al desarrollo de una gentrificación.

La Candelaria y su vulnerabilidad a la gentrificación

La gentrificación es un fenómeno que se protagoniza en los espacios urbanos centrales degradados; sin la presencia de estas condiciones difícilmente podrían visualizarse los efectos de las transformaciones causadas por los grupos de altos ingresos (Smith y Williams 1988). Como se detalla a continuación, La Candelaria cumple con las condiciones necesarias para el desarrollo de un proceso de gentrificación.

    Contexto de centro urbano

El centro histórico de Bogotá (184 has), conocido también como el sector de La Candelaria, constituyó hasta mediados del siglo XX el centro distrital de negocios. Desde la fundación de la ciudad, en el siglo XVI, la plaza de Bolívar se consideró como el punto de referencia de su expansión física, en cuya área circundante se levantaron las primeras viviendas, ocupadas por la aristocracia española y criolla, junto a edificaciones destinadas al funcionamiento del gobierno civil y religioso español; entre estas se encontraban: la Real Audiencia, la sede del Virreinato, el Cabildo y la casa de la curia. En ese entonces la ciudad adquirió una morfología de damero, impuesta según los lineamientos de las Leyes de Indias (figura 1).

Hasta mediados del siglo XIX se concentraron en esta área las principales actividades gubernamentales, administrativas, religiosas, académicas y comerciales de la ciudad; además estaba poblada por grupos sociales de altos ingresos, integrados por familias de renombre, oligarcas, militares, dirigentes religiosos y políticos, magistrados, comerciantes y escritores, propietarios de vastas haciendas de la Sabana de Bogotá, cuyos orígenes y relaciones supranacionales configuraron el eje de la vida social de la nación (Cortés Ahumada 1982). Las viviendas de estos grupos sociales se caracterizaban por su estilo colonial, herencia del arquetipo de vivienda de Sevilla y Córdoba, traído por los españoles, y que en la ciudad adoptó el nombre de estilo santafereño, distinguido por techos rojos, rejas de madera, estrechas ventanas y paredes en adobe. Corradine (1966) enfatiza en su elegancia arquitectónica de orden simple, distribución amplia de espacios y ornamentación en balcones, puertas y ventanas.

Posteriormente, en la Época republicana, se construyeron viviendas de herencia francesa, inglesa e italiana, caracterizadas por su sencillez y sobriedad, amplias habitaciones y grandes jardines, que fueron igualmente habitadas por la aristocracia bogotana. Para finales del siglo XIX, el conjunto de plazas, calles empedradas, edificios históricos y viviendas antiguas conformaban un paisaje urbano del orden colonial y republicano con un valor arquitectónico inigualable y con la mayor carga simbólica de la ciudad de Bogotá (figura 2). Para entonces, la actividad residencial de los grupos de bajos ingresos se ejercía en edificaciones degradadas y en ranchos, localizados en los hoy reconocidos barrios Egipto, Belén, La Concordia y Las Aguas.

    Descapitalización

La época dorada de La Candelaria fue interrumpida con la manifestación de diversas problemáticas urbanas incidentes en su descapitalización. Estos hechos se dieron con el arribo del modernismo a la ciudad, y el sector de La Candelaria, al igual que otros centros urbanos latinoamericanos (p. e. Lima, Caracas y Santiago), se sumergió en un estado de degradación física y social. El incremento poblacional causado por flujos migratorios de grupos campesinos procedentes de los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, de desempleados, desplazados de la guerra de 1876 y víctimas de la inseguridad de poblaciones vecinas, convergió en una compactación de la ciudad, traducida en una densificación poblacional y consecuente sobreocupación de edificaciones. De acuerdo con las estadísticas, entre 1800 y 1900 la ciudad pasó de estar poblada por 21.464 habitantes en un área de 280 has (76,66 hab/ha) a 96.605 habitantes en un área de 539 has4 (179,23 hab/ ha); es decir, se produjo un incremento de población de 4,5 veces sobre un área expandida tan solo dos veces.

Estas migraciones poblacionales representan la materialización de fuerzas centrípetas del centro bogotano, las cuales desencadenaron graves consecuencias para su estructura física, entre estas, la construcción de improvisados cuartos de alquiler al interior de las casonas, junto con el levantamiento de barrios de invasión, como fue el caso del sector Paseo Bolívar, en las faldas del cerro de Monserrate (Álvarez 2003; Manrique et ál. 2007). Para finales del siglo XIX, el área circundante a la Plaza de Bolívar, que una vez fue asentamiento exclusivo de la aristocracia, afrontó una invasión de familias pobres y una eventual mezcla de clases sociales. A esta situación se anexó el arribo de problemáticas de inseguridad, mendicidad e higiene, que afectaron la calidad de vida de los habitantes de La Candelaria, entre estos, los de la clase alta, quienes para entonces no contaban con otro lugar opcional para trasladar su residencia (Lleras Camargo 1975).

En la década de los años veinte, La Candelaria afrontó un proceso de reorganización territorial con la salida de los grupos de altos ingresos. En este caso, las fuerzas centrífugas del centro bogotano influyeron en el traslado de estos pobladores hacia la periferia, ocasionando el surgimiento de los sectores de Teusaquillo y Chapinero (Jaramillo 2006). Para la década de los años treinta, tan solo residían 31 de las 418 familias de renombre que habitaban el casco antiguo en la década anterior, las cuales migraron al norte de la ciudad a lo largo de la carrera Séptima y al occidente por la avenida Jiménez (De la Rosa citado por Amato 1968; De Urbina y Zambrano 2009). Sobre las causas de esta migración se han emitido varias hipótesis, una de ellas es la adopción de una innovadora cultura de consumo de espacio residencial por parte de la nueva elite5, que derivó en la construcción de viviendas modernas, rodeadas de zonas verdes y ubicadas en vecindarios con poca densidad habitacional, asimilada de los modelos residenciales de la entonces clase alta del primer mundo. Esta reorganización territorial del centro de Bogotá influyó en la polarización socioespacial de la ciudad, que, para la década del cincuenta, se caracterizaba por su forma alargada y paralela a los Cerros Orientales, con el sector norte habitado por grupos sociales de altos y medios ingresos, el sur por grupos obreros y el casco antiguo por un grupo de clase media y baja (Amato 1968; Jaramillo 2006).

En esta misma década del cincuenta se protagonizó el definitivo rompimiento del modelo colonial del centro bogotano, impulsado con antelación por el discurso común que clamaba por su urgente modernización y exposición a nivel internacional. Como resultado, se implementó un plan de desarrollo enfocado en su actualización urbana que involucraba la construcción de edificios de altura destinados al funcionamiento de grandes firmas empresariales, instituciones financieras, oficinas estatales, bancos y comercio de lujo en lugares anteriormente ocupados por viejas y deterioradas construcciones, direccionado a la consolidación del centro como asentamiento del sector terciario del orden superior (Aprile Gniset 1983). Conforme con estos hechos, la administración local adquirió altos niveles de confianza con esta modernización, e impulsó, en paralelo, otra gran operación urbana relacionada con el traslado de diversas entidades estatales al sector conocido como Centro Administrativo Nacional (CAN), ubicado a 5 km del centro, sobre la calle 26, en el barrio La Esmeralda (Jaramillo 2006; Montoya 2011). Con esta descentralización se produjo una pérdida del peso funcional del centro histórico; proceso que fue fortalecido en la década de los años setenta por el crecimiento exponencial de áreas residenciales periféricas, en donde se anexaron nuevos espacios comerciales (malls), industriales, financieros y de abastecimiento (Borsdorf 2003). Al mismo tiempo, la administración local y los planificadores no prestaron la suficiente atención al arribo de actividades comerciales del orden popular al caso antiguo, reconocidas por su alta rentabilidad en comparación con las obtenidas en el comercio de alta gama, de modo que el arrendamiento de las antiguas y nuevas edificaciones para la puesta de talleres, bodegas y locales comerciales se convirtió en un negocio fructífero que desplazó las actividades comerciales y terciarias del orden superior, y con estas los precios más altos del suelo de la ciudad a sectores como la calle 19 y el Centro Internacional. La comercialización popular incidió en el deterioro de la infraestructura física al soportar actividades para las que no había sido diseñada, además, condujo a otras problemáticas, como las basuras, la contaminación visual y auditiva, las ventas callejeras y la congestión peatonal-vehicular. A pesar de que en el día el casco antiguo era visitado por un gran número de población flotante por razones comerciales, académicas o laborales, en la noche reinaban en sus calles la soledad, la delincuencia y la indigencia; hecho que influyó para que los grupos de altos ingresos desistieran de habitar y consumir en este lugar (Dureau y Pissoat 1996; Jaramillo 2006).

En esta década del setenta, el paisaje urbano de La Candelaria alcanzó un nivel máximo de deterioro, incidente en una dinámica de despoblamiento que contrastaba con el crecimiento poblacional del resto de la ciudad. Entre 1973 y 1985 la tasa de crecimiento poblacional fue negativa (-3,72%), manteniendo esta tendencia entre 1985 y 1993 (-1,07%). Para el 2005 la población era de solo 23.727 habitantes y para el 2007 siguió disminuyendo a 22.115 habitantes (tabla 1).

De manera similar a otros centros urbanos latinoamericanos, La Candelaria adoptó un modelo fragmentado, compuesto por dinámicas de despoblamiento y deterioro físico derivado del crecimiento informal de la urbe. Con la salida de sus propietarios tradicionales, las edificaciones fueron vulnerables a la inquilinización, y, a pesar de que la ciudad había expandido sus límites, asumió la función de territorio receptor de grupos de bajos ingresos (especialmente campesinos y grupos indígenas), atraídos por los bajos precios de alquiler (De Urbina González y Lulle Bruna 2011). A la fecha, aún existe una alta concentración de inquilinatos en los barrios Santa Bárbara, Belén, Egipto, Centro Administrativo y La Catedral, los cuales funcionan con unas condiciones precarias de salubridad y con deficiente prestación de servicios públicos.

Conforme a estos hechos, La Candelaria se convirtió en los años setenta en un escenario urbano con una privilegiada localización central y con una estructura morfológica mezcla del orden colonial, republicano y contemporáneo, de alto simbolismo urbano, pero caracterizado por un avanzado estado de degradación. Como se analiza en los próximos párrafos, el Estado, en asocio con el sector privado, abanderó la producción de un espacio residencial y comercial de alta calidad que finalmente convergió en su gentrificación.

Estrategias administrativas de revitalización funcional de La Candelaria

La administración capitalina es considerada como el actor principal en el proceso de revitalización funcional de La Candelaria, y para esto implementó una serie de estrategias de planeación urbana a gran escala, que incluyeron la participación del sector privado y de los operadores inmobiliarios, con unos beneficios previamente reconocidos, como el incremento de ingresos fiscales, la generación de empleos, la recuperación de funciones urbanas, el incremento de competitividades y la mejora en la calidad de vida de los ciudadanos. Como tal, esta estrategia de revitalización no declaró abiertamente la inclusión de un proceso de gentrificación, pero sus efectos fueron claramente sentidos en el centro de Bogotá, pues, igual a como ha sucedido en otros contextos urbanos, la rehabilitación de tejido social se agudizó de manera indirecta debido a sus efectos de segregación social (Baxter 2009). A estas estrategias de revitalización se integraron la protección patrimonial del lugar, las obras de renovación urbana y el desarrollo de proyectos inmobiliarios.

    Protección patrimonial

El punto inicial de la revitalización funcional de La Candelaria se enmarca dentro de una estrategia liderada por un fuerte movimiento político y social surgido a mediados del siglo XX, que enfatizaba en la defensa y conservación de su patrimonio histórico, para entonces afectado por prominentes procesos de degradación física y social. Los resultados de este accionar se reflejan en la emisión del Decreto 264 de 1963 (que declaraba a este sector monumento nacional), derivado de la asimilación de las disposiciones internacionales en materia de defensa y conservación del patrimonio histórico (como el Tratado sobre Defensa y Conservación del Patrimonio Histórico, propuesto en la Séptima Conferencia Internacional Americana, realizada en Montevideo en 1933). Esta normatividad representó el insumo principal de la resignificación del casco antiguo bogotano, sustentada en la promoción de una nueva imagen de sus calles, monumentos, plazas, iglesias y casonas coloniales. Posteriormente, surgieron el Acuerdo 07 de 1974, por el cual se creó la Alcaldía Menor de La Candelaria, con funciones de vigilancia y control de obras de mantenimiento, ornato y embellecimiento del lugar; el Acuerdo 10 de 1980, que dio origen a la Corporación de La Candelaria, hoy Instituto Distrital de Patrimonio Cultural —en adelante, IDPC—, con funciones de protección patrimonial, soporte de su revitalización; así como el Decreto 678 de 1994, que categorizó las edificaciones con tratamiento especial de conservación histórica del centro histórico (Garavito 2006).

Actualmente, estas normatividades se han convertido en la base de una política de habitabilidad de La Candelaria por parte del IDPC, en la que se promueven labores de rehabilitación de edificaciones y la prestación gratuita de servicios de asesoría a propietarios y ocupantes en lo relacionado con su mantenimiento. Se observa, además, que la administración local inculca una educación en la ciudadanía destinada al conocimiento público de su historia, por medio del ofrecimiento de recorridos guiados por expertos en calles y edificios de interés, la entrada gratuita a diversos museos, como el museo Botero y la Casa de la Moneda, junto con la disposición en portales electrónicos de información relevante al tema patrimonial. La práctica del turismo incentivada por la administración en La Candelaria se implementa resaltando la bondad, rectitud, belleza y confianza de su patrimonio, ahora expresados como valores sociales y culturales y no como valores de cambio. De esta manera, la exaltación del carácter sublime y sagrado del sector incide en dos hechos: el primero, en el incremento del consumo directo e indirecto y en la generación de un valor agregado a los servicios y productos que aquí se ofertan; y el segundo, en la revalorización de los precios comerciales de los inmuebles, a pesar de su antigüedad y avanzado estado de deterioro, que finalmente se convierten en atractivo para ocupantes con alta capacidad adquisitiva, en este caso, los gentrificadores (Palacio 2006).

    Obras de renovación urbana

La Empresa de Renovación Urbana —en adelante, ERU— es una organización comercial e industrial de Distrito Capital que aúna esfuerzos desde la década de los noventa para la gestión de actuaciones urbanas en el espacio central bogotano. Entre estas actuaciones se destaca la ejecución de la obra de la avenida Comuneros, destinada a la recuperación urbanística, social, ambiental y económica de la parte norte de los barrios Santa Bárbara y Belén, donde fueron demolidas 19 manzanas que eran sitio de concentración de inquilinatos y edificaciones subutilizadas. El trazo del proyecto atravesó también los barrios Las Cruces, Lourdes y El Guavio, de la localidad Santa Fe, e incluyó la construcción de una vía de 1,3 km, conformada por dos calzadas de dos carriles de circulación cada una, en cuyos alrededores se construyeron 20.000 m2 de espacio público. Hasta el momento, con la implementación parcial de las obras, se han mejorado las condiciones de vida y seguridad del sector, así como las condiciones de movilidad para la entrada y salida de vehículos de La Candelaria. La ERU ha emitido la invitación a constructoras y promotoras inmobiliarias interesadas en el desarrollo de un proyecto de vivienda de interés social tipo 3 y 4 en los alrededores de este eje vial, con el fin de fortalecer la actividad residencial y el surgimiento de un comercio destinado a grupos de altos ingresos (ERU 2012). Por otro lado, las acciones de renovación han impactado la dinámica urbana de este sector. Es el caso del proyecto Eje Ambiental de la avenida Jiménez, implementado de cara a una valorización con base en una visión monumentalista del orden colectivo. Finalizado en el 2001, el proyecto consta de un sendero peatonal adoquinado, la canalización del río San Francisco y la arborización con especies nativas, como la palma (figura 3).

La transformación del espacio público del casco antiguo es reflejo de los cambios en el modo de pensar de la sociedad bogotana; así, la implementación de este tipo de obras deriva en la apropiación de la ciudad tradicional y del derecho de los ciudadanos a La Candelaria como lugar de encuentro y permanencia, luego de haber sido afectado por la congestión vehicular, los vendedores ambulantes y la inseguridad. Se destacan además las acciones de peatonalización de la carrera Séptima, junto con la rehabilitación de las plazoletas del Centro Cultural Gabriel García Márquez y Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos. Por otro lado, la administración local inició, con la entrada del siglo XXI, la implementación del sistema de transporte masivo Transmilenio, con el fin de mejorar la conectividad de este lugar con el resto de la urbe, mediante la construcción de las estaciones Las Aguas y Museo del Oro, localizadas en la avenida Jiménez, así como de las estaciones Bicentenario y San Victorino, localizadas en la carrera Décima, por donde buses articulados transportan grandes cantidades de pasajeros provenientes de todos los sectores de la ciudad, con fines laborares, académicos, de ocio y de adquisición de servicios.

    Desarrollo de proyectos inmobiliarios

Las acciones estatales se han encaminado a la producción de espacios residenciales de alta calidad en La Candelaria. Un ejemplo de ello es la construcción por parte del liquidado Banco Central Hipotecario —en adelante, BCH— de la Ciudadela Santa Fe, en el barrio Santa Bárbara. Bajo la directriz del plan Renacentro, formulado en el gobierno de Alfonso López Michelsen (1974-1978), el BCH inició en 1982 el proyecto en un terreno ocupado por 127 viviendas degradadas, levantadas durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y habitadas por 270 familias tradicionales de escasos ingresos que fueron expulsadas a pesar de la oposición y el conflicto generado en la negociación (Maya 2007; Téllez 2000). Mediante la técnica de renovación tipo bulldozer y bajo los diseños de Rogelio Salmona, la ciudadela fue construida con un estilo arquitectónico colonial que hacía juego con el entorno; actualmente está ocupada por 700 familias de ingresos medios y altos, integradas por jóvenes estudiantes, trabajadores del centro y empleados estatales6. Bajo una estrategia diferente, al no incluir el desplazamiento de residentes pobres, el sector privado fue responsable en la década de los setenta de repoblar el barrio Las Aguas con grupos de medios y altos ingresos. Para esto, construyó el conjunto residencial Gonzalo Jiménez de Quesada, habitado actualmente por cerca de 2.000 personas. La construcción de este conjunto hizo parte de un proyecto de modernización del centro de Bogotá, que incluyó la construcción de la Unidad Residencial Colseguros, las Torres de Fenicia, las Residencias Tequendama y el Centro Residencial y Comercial Barichara (Ballén Zamora 2009).

Una política del actual alcalde, Gustavo Petro, corresponde a la redensificación poblacional del centro expandido (localidades La Candelaria, Teusaquillo, Santa Fe y Mártires) a partir de la rehabilitación de edificaciones históricas abandonadas y del desarrollo de proyectos inmobiliarios en bienes de interés histórico, que representan una infraestructura física atractiva para la práctica residencial de los gentrificadores. Esta política se soporta en los lineamientos del Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá, del Decreto 190 del 2004 y del Plan Centro, determinantes de un nuevo modelo de ciudad compacta, y está dirigida a la producción de un espacio residencial de alta calidad en el centro urbano, direccionada a la consecución de un territorio competitivo a nivel regional e internacional (Petro 2012).

Colonización residencial de las clases media y alta

Desde la década de los ochenta, no se han desarrollado proyectos inmobiliarios de gran envergadura en La Candelaria destinados a grupos de medios y altos ingresos, pero su migración se ha venido dando de forma discreta y con notables efectos en el componente socioeconómico. El estudio de Dureau y Piron (2009) ratifica estas afirmaciones, al señalar que en el casco antiguo se ha presentado un cambio social complejo entre 1993 y el 2005, que incluye el incremento de residentes de clase media, la estabilidad de la clase alta y la disminución de la clase baja (figura 4).

De acuerdo con los datos censales del 2005, La Candelaria posee una alta representación de población joven (grupos poblacionales de 15-19 años, 20-24 años y 25-29 años), que contrasta con el bajo rango de participación de los grupos poblacionales infantil, adulto y viejo. Entre las causas de este hecho, se encuentra el arribo a la localidad de jóvenes familias y estudiantes universitarios. Asimismo, su dinámica poblacional se considera de nulo crecimiento, causada por la reducción de la fecundidad, evidenciada en la menor participación del grupo poblacional de 0-4 años con respecto a los grupos poblacionales superiores. El estrangulamiento de la parte baja de la pirámide y el acentuado proceso de envejecimiento poblacional después de los 50 años de edad se consideran factores incidentes del previamente reconocido despoblamiento de este sector (figura 5).

Se identifica, además, entre 1993 y 2005, un incremento de hogares unipersonales, relacionado con el predominio de residentes solteros. Del total de hogares (7.820, según el DANE 2005), el 26,6% está conformado por una persona, el 23,1% por dos personas, el 18% por tres personas y el resto (32,3%) por más de tres personas; de manera que la estructura de los hogares del área de estudio se contrapone al modelo clásico familiar del resto de la ciudad, en el que los hogares conformados por una sola persona representan el 9%, y por dos personas el 17,6% (Lulle Bruna y De Urbina 2010). Como complemento a estas cifras, se destaca la formación académica de nivel superior y posgrado de la nueva población de La Candelaria (figura 6).

Actualmente, la gentrificación de La Candelaria es un fenómeno vigente en los barrios de La Concordia, Las Aguas y Egipto, que es donde principalmente se concentra el uso del suelo de tipo residencial. De acuerdo con los lineamientos de Pacione (1990), el proceso se encuentra en la tercera fase de desarrollo, en la que la población residente de bajos ingresos es desplazada progresivamente por el arribo de nueva población. En este caso, se ha consolidado el dominio territorial de las clases medias altas en algunos sectores de La Candelaria, pero en otros, se ha visto obstaculizado por la presencia de residentes de bajos ingresos (figura 7).

  • Sector residencial 1: abarca principalmente el barrio Egipto, al oriente de la carrera Cuarta, entre las calles Séptima y Once. Este sector concentra antiguas casas coloniales rehabilitadas y conservadas, con amplios espacios y jardines, que elevan su estándar de alta calidad. Es un sitio de residencia de la clase media alta. Se caracteriza, además, por el predominio de una baja densidad poblacional (96 hab/ha), por el pequeño tamaño de las familias y por la presencia de hogares unipersonales. Se observa la presencia de algunos inquilinatos.
  • Sector residencial 2: localizado principalmente en el barrio La Concordia y parte de Las Aguas, al oriente de la carrera Cuarta, entre las calles Once y Quince. Se caracteriza por la concentración de antiguas casas coloniales en estado regular de conservación por los problemas estructurales que tienen; algunas han sido rehabilitadas y conservadas manteniendo sus estándares de alta calidad residencial. El sector posee una media densidad poblacional (184 hab/ ha). Está ocupado por la clase media alta y por artistas, especialmente en los alrededores de la Plaza del Chorro de Quevedo. Lo particular de este sector, es la mezcla de grupos sociales, pues aquí se localizan numerosos inquilinatos, que son ocupados por residentes de bajos ingresos.
  • Sector residencial 3: localizado en los barrios Santa Bárbara (Ciudadela Santa Fe) y Las Aguas (Torres Gonzalo Jiménez de Quesada), tiene presencia de conjuntos multifamiliares, caracterizados por los espacios modernos y altas densidades poblacionales (456 hab/ha y 353 hab/ha, respetivamente). Están ocupados por numerosas familias de clase media alta. Se destaca de este sector la alta concentración de hogares unipersonales.

    Causas de la relocalización de los grupos de altos ingresos

Pueden determinarse cuatro causas de la relocalización de las clases media y alta en La Candelaria: la primera, corresponde al incremento de niveles de confianza para la adquisición de bienes inmuebles, producto de la interrelación de políticas de protección patrimonial, renovación urbana y rescate de su habitabilidad detalladas con anterioridad, las cuales involucran importantes inversiones económicas por parte del sector público.

En segundo lugar, se encuentra la proximidad del casco antiguo a los sitios de trabajo de estos grupos sociales. A pesar de que desde la década de los cincuenta las clases media y alta colonizaron los sectores norte y occidente de la ciudad, a la fecha muchos de sus integrantes mantienen su sitio de trabajo en el casco antiguo y alrededores, en entidades gubernamentales, centros universitarios, organizaciones y empresas privadas. Con el proceso de revitalización de La Candelaria se han generado nuevas fuerzas centrípetas que han inducido el retorno de la localización residencial de estos grupos, incentivada por la adquisición de una conveniencia funcional (reducción del recorrido vivienda-trabajo) y de un prestigio funcional (ocupación de un lugar en proceso de revalorización) (Colby 1933).

En tercer lugar, La Candelaria es reconocida como el corazón cultural de la ciudad por su concentración de espacios culturales, teatros, plazoletas y museos7, que asumen el papel de nodos de un circuito por donde fluye una mezcla de capital cultural y capital económico, que produce una plusvalía económica. Además, es reconocida desde los años sesenta con el apelativo de barrio de los artistas, quienes arribaron atraídos por un creciente mercado laboral y en búsqueda de un nuevo estilo de vida urbano de difícil adquisición en áreas periféricas. A pesar de su mediana condición económica, se destaca de los artistas su elevado capital cultural, quienes a través de las décadas, y complementando su ejercicio laboral, han transformado la imagen de La Candelaria, de un simple barrio obrero a un barrio colorido y vibrante, un espacio de producción y consumo cultural en el que se localizan decenas de galerías y talleres artesanales, determinantes de un ambiente bohemio que atrae a nuevos residentes con gustos particulares y exclusivos. En el marco de las tendencias urbanas generales, en la época posfordista se han presentado casos similares, en los que el papel de la cultura ha sido fundamental en la cimentación de procesos de gentrificación: Montmartre (París), Soho (New York) y Lapa (Río de Janeiro) (Castells 1995; Da Costa Braga 2007; Smith 1996).

En cuarto lugar, la concentración en La Candelaria de importantes centros universitarios, como los Andes, Externado, el Rosario, América, Libre, la Salle, Autónoma y Gran Colombia, ha sido un factor determinante para que en sus alrededores se alojen temporalmente estudiantes que provienen de fuera de la ciudad. Como tal, no existe un registro oficial de la cifra de esta población, pero la Alcaldía Mayor de Bogotá y los datos censales permiten determinar cierta estimación indirecta de su perfil socioeconómico: jóvenes entre los 20 y 29 años, en su mayoría originarios de los departamentos de Boyacá, Tolima, Santander, Valle y Antioquia, que pertenecen a familias de altos ingresos (Alcaldía Mayor de Bogotá 2010; DANE 2005).

    El patrimonio como espacio de hábitat

La ocupación de edificios históricos con fines residenciales corresponde a una práctica posmoderna que adopta nuevas formas de considerar al espacio urbano y bases que asientan para lo eterno en promoción de la nostálgica heredad "[...] mediante una concepción construida de la continuidad histórica y la memoria colectiva [...]" (Harvey 1989, 103). En este caso, la clase media alta busca con la ocupación de edificaciones antiguas de La Candelaria insertarse en el memorial de hechos de su revaloración, adoptando la categoría de pioneros por el riesgo de participación asumido en la reconquista del centro bogotano.

Los gentrificadores son protagonistas en la rehabilitación de viviendas de La Candelaria, consideradas aún de alta calidad en razón de sus amplios espacios, disposición de servicios públicos e integración con el paisaje natural de los cerros Orientales. De fondo, esta labor se implementa en la consecución del esteticismo fetichista del patrimonio y en la idea preconcebida de espacio histórico de alta calidad, característicos de su gusto y componentes determinantes en la ratificación de su estatus socioeconómico disímil a la común clase media bogotana. Para este caso, estudios como el de Palacio Tamayo y Van Der Hammen Malo (2006) determinan la relación directamente proporcional entre el nivel de aprecio de los residentes del Centro Histórico de Bogotá por las edificaciones patrimoniales que habitan y su capital cultural. Estos actores urbanos, con respaldo de su poder económico, implementan reformas destinadas a transformar las deterioradas edificaciones en ambientes caracterizados generalmente por el estilo bohemio: madera añeja de pisos, columnas y balcones, que contrastan con el cromatismo vivaz de sus paredes interiores, donde cuelgan artesanías, fotografías históricas de la ciudad y obras de arte. En los espacios interiores se disponen viejos sofás, muebles y objetos adquiridos en sus viajes a otros países o en el tradicional "mercado de las pulgas". En efecto, se produce un espacio que contiene objetos reciclados, cuyo legado histórico se complementa con el de la edificación (figura 8).

En muchos casos, las reformas de las edificaciones se han implementado de manera inadecuada, acelerando la degradación de su estructura. Según estudios de la Unidad Administrativa Especial de Catastro, el 91% de las estructuras de las viviendas de La Candelaria poseen un mal estado de conservación, especialmente las habitadas por residentes de bajos ingresos, lo que deja entrever su vulnerabilidad a las transformaciones acaecidas con la llegada de nuevos propietarios. En razón de los tediosos trámites legales y de la obtención de permisos de rehabilitación otorgados por la administración local, las reformas se ejecutan con frecuencia de manera oculta, sin incluir reparaciones de fachada ni cambios de volumetría. Conforme a lo anterior, la gentrificación de La Candelaria conduce a una disociación entre los conceptos de protección patrimonial y prácticas de rehabilitación, ya que el estado de conservación de las fachadas no refleja con certeza el estado de conservación del interior de la edificación (De Urbina González 2011; De Urbina González y Lulle Bruna 2011).

Nuevos espacios de consumo de alta calidad

En complemento a esta reconfiguración de espacios residenciales, surgió en la década de los años noventa en La Candelaria una red comercial de alta calidad, conformada por restaurantes, hoteles y espacios de ocio, propiedad de un grupo de inversionistas con alto poder adquisitivo, quienes han reconocido previamente que la revalorización del espacio central bogotano es sinónimo de rentabilidad económica. Con el surgimiento de estos nuevos negocios, el lugar afronta una reorganización física que rompe con la continuidad espacio-temporal del tejido urbano, en la que antiguas viviendas, destinadas en muchos casos a inquilinatos y tiendas de barrio, han dado paso a la actividad comercial soportada en el legado histórico imaginario (figura 9).

Cabe aclarar que la distribución espacial de estos establecimientos es más notoria desde la calle 7 hacia el norte, en los barrios Centro Administrativo, La Catedral, La Concordia y Egipto, debido al elevado tránsito de población flotante y a la concentración de actividades culturales, laborales y académicas. Por otro lado, el reconocimiento de campo del costado sur de la calle 7 pone en evidencia que, a excepción del conjunto residencial Ciudadela Santa Fe (calles 5 a 7 y carreras 5 a 6), el sector se caracteriza por la inquilinización y el funcionamiento de negocios de bajo rango.

    Oferta gastronómica

Los propietarios de estos restaurantes aúnan esfuerzos para la producción de un espacio cosmopolita, concebido desde una oferta gastronómica internacional. En sus negocios se ofrecen menús de comida mexicana, italiana, española, francesa, árabe y oriental, caracterizados por su servicio y buena presentación. La comida típica colombiana es, por otro lado, un componente importante del menú ofertado. Estos restaurantes se localizan principalmente en los barrios La Catedral, Centro Administrativo y Egipto; sitio de entidades gubernamentales y privadas, teatros, espacios culturales y museos (figura 10). En los alrededores de los centros universitarios se destaca la ubicación de negocios de comidas rápidas, que satisfacen en parte las necesidades de alimentación de sus estudiantes.

    Oferta hotelera

La demanda generada por un creciente número de visitantes nacionales e internacionales en La Candelaria ha motivado la conformación de una amplia red hotelera que satisfaga las necesidades del turista de acuerdo con su gusto y presupuesto económico. Esta red está conformada, en primer lugar, por hoteles que ofrecen los servicios de suites de lujo, que incluyen habitaciones espaciosas con baño privado, restaurante, bar, lavandería, sauna, jacuzzi, comunicaciones y recorridos turísticos por la ciudad. Dispone, además, de un equipo de trabajo encargado de atender al visitante, generalmente extranjero, de altos ingresos, y que viene a la ciudad en plan de negocios, asuntos laborales o turismo calificado. Generalmente se localizan en cercanías de la avenida Jiménez, sitio de entidades gubernamentales y empresas del sector privado. En este mismo grupo se encuentra los lofts8 (amplios apartamentos amoblados, de simples acabados y ausencia de muros interiores), los cuales son alquilados por temporadas a turistas con personalidad vanguardista. Estos espacios se caracterizan por un clima que estimula la informalidad y que representan el "[...] emblema internacional de hábitat juvenil, moderno y desprejuiciado [...]" (Riera Ojeda, Veglo y Birgin 2001, 8).

En segundo lugar se encuentran los hostales, con tarifas de alojamiento más económicas que los lugares anteriormente descritos, sin dejar de prestar un servicio cómodo al turista, esta vez, de perfil informal, y que arriba al país generalmente en plan de excursión. Estos hostales funcionan generalmente en viviendas coloniales de los barrios La Concordia, Egipto y Las Aguas, disponen de amplias salas de descanso, jardines y fuentes de agua. El ambiente de estos hostales es comunitario, en ellos se comparten habitaciones, baños y comedor.

Por otro lado, cabe mencionar que el creciente número de estudiantes universitarios que arriban al sector con necesidades de alojamiento es un factor determinante en la transformación de antiguas edificaciones en albergues o residencias universitarias, caracterizadas por sus espacios cómodos y modernos. Conforme a estos hechos, las viviendas se integran a una nueva lógica económica de "mercantilización", en la que sus propietarios implementan una subdivisión interna con fines de alquiler, generando mayores rentabilidades que al ser destinadas como simples inquilinatos (Smith 2005). Estudios previos señalan que, en su mayoría, estos albergues funcionan de manera oculta y sin previa autorización de las autoridades locales, en razón del detrimento al patrimonio producto de su reforma estructural (Lulle Bruna y De Urbina 2010).

    Espacios de ocio

El ocio desempeña un papel importante en la creciente competitividad de las ciudades posfordistas, entendido como la actividad realizada en tiempo libre, y que, para este estudio, se relaciona con la vida nocturna. En La Candelaria estos espacios de ocio son conocidos como café bar, los cuales son visitados por empleados y estudiantes del sector luego de cumplir con sus actividades laborales o académicas. Se ubican generalmente en los barrios La Catedral, La Concordia, Las Aguas, Centro Administrativo y Egipto, en cercanías a sitios de oficinas y centros universitarios. También son visitados por turistas nacionales y extranjeros con fines de esparcimiento y como parte del recorrido turístico. La oferta de café nacional es el tinte característico de estos negocios (figura 11).

    Nuevos consumidores

Los nuevos consumidores de La Candelaria son de origen extranjero, así como estudiantes, artistas y profesionales de clase media alta. De acuerdo con algunos teóricos, el sector es testigo de una "yupificación"9, en la que se impone un estilo de vida moderno y exclusivo. Propietarios y administradores de establecimientos comerciales objeto de entrevista han determinado los perfiles socioeconómicos de sus clientes o nuevos consumidores de La Candelaria (tabla 2).

    Marketing urbano

El área de estudio se ha convertido en el eje de una serie de estrategias de marketing urbano implementadas por la alianza entre inversionistas y sector público, destinada a su promoción a nivel local, regional e internacional como territorio confiable para la inversión y paralelo posicionamiento en los mercados de globalización. Una de estas estrategias corresponde a la promoción de símbolos urbanos, como son monumentos, plazas, edificaciones históricas y museos, que, en conjunto, forjan una imagen urbana diferenciada reconocida actualmente como Zona C, posicionada entre los lugares de comercio exclusivo de Bogotá (figura 12). Conforme a esto, La Candelaria se ha convertido en objeto de mercantilización a través de la práctica del turismo y el enlucimiento de un fetichismo espacial productor de grandes rentabilidades, de forma similar a como las administraciones implementaron la revitalización de sectores degradados de Glasgow, Bilbao, Ámsterdam, Rotterdam y Barcelona (Duque Franco 2011; Jensen y Weesep 1997).

Otra estrategia implementada corresponde al colectivismo comercial, que consiste en la asociación de estos establecimientos comerciales para la emisión de publicidad en portales electrónicos o, de forma análoga, para dar una imagen segura y confiable de sus servicios. Como parte de este colectivismo se ofertan paquetes turísticos que integran gastronomía, alojamiento y entrada a museos a precios menores que si se adquirieran por separado. Como resultado de estas estrategias de marketing, La Candelaria adopta las funciones de un parque temático urbano con horarios extendidos hasta altas horas de la noche y fines de semana, con la esperanza de que concurran visitantes nacionales y extranjeros. Además, la gran afluencia de personas en plazoletas y calles es un factor determinante en la nueva organización territorial del lugar, que involucra un "consumo abusivo del espacio" y, con este, el incremento del nivel de vida con efectos de desplazamiento de los residentes tradicionales (Checa Artasu 2011, 1).

Efectos de la gentrificación en los antiguos residentes

Como parte final de esta investigación, se examina el desplazamiento de los residentes tradicionales del área de estudio como consecuencia de su gentrificación. Algunos teóricos, como Clark (2005), Lees, Slater y Wyly (2008) y Pacione (1990), señalan que este desplazamiento representa la consecuencia más importante del fenómeno, que se da de forma progresiva y que involucra problemáticas de desplazamiento material y simbólico. La producción de espacios modernos residenciales y comerciales en La Candelaria en la búsqueda de afianzamiento de su competitividad global es considerada como un factor que fragmenta las relaciones sociales tejidas durante décadas por sus residentes antiguos. Es evidente que el proceso de gentrificación ha irrespetado sus derechos a la ciudad, al bienestar ciudadano, a la vivienda digna y a la integración ciudadana.

    Desplazamiento material

Varios son los componentes involucrados en el desplazamiento material de los residentes tradicionales de La Candelaria a causa de su gentrificación. El primero corresponde al cierre progresivo de aquellos negocios frecuentados por ellos, como tiendas de barrio y negocios tradicionales, los cuales han sido sustituidos por nuevos establecimientos destinados a grupos de altos ingresos, como bares y restaurantes de alta gama. Este hecho se verifica en el surgimiento de nuevas zonas comerciales en los alrededores de las universidades de los Andes o Externado, la plazoleta del Chorro de Quevedo, la calle 11 y el Eje Ambiental. Con esta reorganización de usos del suelo ha surgido otro de los componentes del desplazamiento material: la presión inmobiliaria. Para este caso, los residentes tradicionales de sectores como el Callejón del Embudo, en el barrio La Concordia, denuncian las constantes visitas de inversionistas, extranjeros e inmobiliarias con fines de negociación para la puesta en funcionamiento de nuevas viviendas y establecimientos comerciales. Es por esto que es habitual encontrar por estos sectores y en las fachadas de las viviendas avisos con la frase "esta casa no se vende".

El tercer componente se relaciona con el traslado hacia otros sectores de la residencia de los pobladores tradicionales, quienes carecen de recursos financieros suficientes para el mantenimiento de sus viejas viviendas. Al estar sometida La Candelaria al tratamiento de conservación histórica, son ellos los directamente responsables de tramitar el diligenciamiento de permisos de renovación, elaboración de planos y presentación de títulos de propiedad del inmueble ante el IDPC y la Secretaría Distrital de Planeación, que son las entidades que aprueban en definitiva su mantenimiento y reparación. Conforme a esto, los residentes consideran este procedimiento engorroso, pues conlleva inversiones de tiempo y presupuesto, resultando una opción la venta de su vivienda para desentenderse de estas labores.

Como cuarto y último componente se encuentra su expulsión del sector a causa de la implementación de obras de renovación. Como primer ejemplo, los antiguos habitantes del sector de la avenida Comuneros, que eran propietarios de casonas de hasta de 200 m2, ahora residen en pequeñas viviendas de interés social en áreas periféricas de Usme y San Cristóbal, alejados de sus lugares de trabajo y del entorno donde por décadas desarrollaron sus prácticas cotidianas, y que, de una u otra manera, ha incidido en el deterioro de su calidad de vida. Un segundo ejemplo es la evidente vulneración de derechos a la que fueron sometidos los propietarios de casas y apartamentos del sector del barrio Las Aguas, en donde la ERU ha destinado la construcción del proyecto Centro Cultural de España Manzana 5. En el 2005, este grupo de residentes recibieron las notificaciones sobre su participación en un proyecto urbanístico de gran envergadura a desarrollarse en sus propiedades, pero, con el paso del tiempo, se fueron enfrentando a una serie de problemáticas, como el engaño sobre el verdadero sentido de la obra, las falsas promesas de inclusión en esta y la presión de venta inmobiliaria. Hasta el mismo Concejo de Bogotá fueron remitidas las denuncias de estos residentes, quienes señalaron el atropello de los funcionarios de la ERU al ingresar de manera abusiva sus viviendas para la toma de medidas, junto con el cálculo irrisorio de los avalúos inmobiliarios base para los pagos de liquidación (Garzón 2011).

    Desplazamiento simbólico

Las percepciones de los residentes, a pesar de su valor subjetivo, representan un insumo importante en el reconocimiento de los efectos de la gentrificación de La Candelaria. En primer lugar, consideran que su vecindario se ha convertido en un territorio de exclusión social carente de soberanía, producto de la invasión de la clase media alta y de extranjeros. En el caso del barrio La Concordia, nuevas formas de vida y costumbres determinan un estilo de vida moderno al que difícilmente la población tradicional llega a integrarse (De Urbina González y Lulle Bruna 2011). La administración capitalina reconoce que esta problemática de segregación se origina por la convivencia entre ricos y pobres, y más cuando en un país profundamente clasista, como Colombia, se involucra el tema del estrato socioeconómico. De ahí que, en palabras del alcalde mayor, Gustavo Petro:

Una opción es sacar a los pobres hacia afuera y dejar a los ricos adentro [del centro bogotano]. La nuestra es revitalizar atrayendo poblaciones diversas. ¿Eso se puede hacer? Yo pienso que sí. Lo que no puedo garantizar es el éxito. (El Espectador 2012)

Los residentes antiguos denuncian la desarticulación de información referente a su futuro en el sector, causante de un clima de incertidumbre, en el que se verbalizan especulaciones como: "que a fulano le van a comprar", "que van a demoler más manzanas por el lado de la avenida Comuneros" o "por allí compraron a tanto el metro cuadrado". Entre ellos se discuten los titulares de periódicos y noticieros que involucran el Plan Centro; además, las caminatas de grupos de funcionarios del IDPC y de la Alcaldía Menor observando viviendas y calles generan expectativas en unos y temores en otros. Igualmente, fueron escuchados comentarios sobre el abandono por parte de las empresas recolectoras de basura y de las autoridades policiales en los barrios Santa Bárbara y Belén, como parte de una estrategia gubernamental direccionada a devaluar estos barrios, para luego improvisar una "limpieza social" que será aprovechada por los urbanizadores. Un caso particular de estos hechos se encuentra relacionado con la dejadez de las obras del proyecto implementado por la Unión Temporal de Artesanos de Egipto, destinado a la puesta de talleres, cafés, restaurantes, teatros, espacios públicos y deportivos en la parte alta de La Candelaria, lugar afectado por problemáticas de inquilinización y deterioro avanzado de edificaciones, y que, en los términos iniciales del proyecto, involucraba la participación de la población tradicional. Por razón del fallido proceso de trámite destinado al cambio del uso del suelo y de la implementación de permisos de renovación ante las autoridades, el proyecto se encuentra paralizado, y para el mes de septiembre del 2012, solo habían sido adquiridas 24 viviendas (15.000 de los 182.000 m2 de construcción que abarca el total del proyecto). En consecuencia, dichas edificaciones son ahora sitio de la delincuencia y las plagas, lo que incrementa la degradación del entorno y los niveles de inseguridad. Ante el hecho, los pobladores han asumido una percepción negativa frente a la fallida renovación urbana de la que esperaban ser partícipes (El Tiempo 2012).

Conclusiones

Luego de que el centro histórico de La Candelaria afrontara una serie de problemáticas incidentes en el deterioro de sus componentes físico y social a finales del siglo XX, actualmente es testigo de un proceso de gentrificación en respuesta al proceso global de construcción urbana. Este proceso consiste en la relocalización paulatina de grupos de ingresos medios y altos en un espacio central urbano degradado, incidente en su trasformación de espacio residencial y comercial de alta calidad.

La gentrificación de La Candelaria se deriva de la implementación de una política de revitalización funcional del centro de Bogotá, encabezada por el Estado, con apoyo del sector privado, direccionada a la protección patrimonial y habitabilidad de sus edificaciones históricas, la ejecución de obras de renovación, el desarrollo de proyectos inmobiliarios y la implementación de sistemas de transporte. Adquirida esta plusvalía, materializada a través de su configuración como sector articulador y cohesionador del sistema urbano, La Candelaria ha asumido su protagonismo en la producción de un espacio de alta calidad para el arribo grupos de altos ingresos. Paralelamente, el arribo de una época posfordista ha fortalecido su fuerza centrípeta de atracción residencial de estos grupos, caracterizados por su joven edad, formación profesional y estado civil soltero, quienes gustan de residir cerca a sus sitios de trabajo y sienten atracción por las actividades culturales y por habitar edificaciones con legado histórico y arquitectónico.

Finalmente, este fenómeno urbano bogotano se integra en el movimiento contemporáneo de las clases medias altas por reconquistar los centros históricos que una vez dominaron, del cual se derivan problemáticas como el incremento del nivel de vida, la implantación de nuevos símbolos urbanos, la exclusión social, la desconfiguración territorial y, finalmente, la expulsión de los residentes tradicionales de bajos ingresos.


Pie de página

1El texto que se presenta a continuación hace parte de una investigación más extensa titulada Gentrificación de La Candelaria (Bogotá D. C.): Agentes y Estrategias Intervinientes, correspondiente al trabajo de grado del autor para su título de magíster en Geografía, de la Universidad Nacional de Colombia (2011), el cual fue dirigido por el Ph. D. Jhon Williams Montoya Garay.
2El análisis de discursos y percepciones se obtuvo de las entrevistas realizadas a 15 residentes nuevos, pertenecientes a grupos de altos ingresos, y a 5 residentes antiguos del sector. Igualmente, fueron contactados 15 propietarios de establecimientos comerciales, como hoteles, restaurantes, bares y cafés. Cabe mencionar que estas unidades de muestreo mantuvieron una heterogeneidad estructural desde el ámbito socioeconómico, espacial y temporal, necesaria para la obtención de una aproximación inductiva al fenómeno de gentrificación de La Candelaria.
3El Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía —División de Población— de la CEPAL señala que los espacios urbanos de Latinoamérica han manifestado en los últimos cincuenta años un crecimiento económico y demográfico bastante acelerado, concentrando en el 2010 el 79,5% de la población total (CELADE 2010).
4Las áreas urbanas fueron obtenidas de Croquis de la ciudad de Santa Fe de Bogotá y sus inmediaciones (1797), de Carlos Francisco Cabrer, y del Plano topográfico de Bogotá (1894), de Carlos Clavijo.
5El arribo de una época moderna a la ciudad de Bogotá incidió en la diversificación profesional de los grupos de altos ingresos, que desmanteló el modelo clásico oligarca hacendado para dar paso a un nuevo grupo integrado por ingenieros, arquitectos, banqueros, importadores, exportadores, industriales y constructores.
6El proyecto tuvo varios inconvenientes para su desarrollo, y los resultados obtenidos no fueron los esperados según los lineamientos iniciales. Esto se debió principalmente a dos factores: el primero, por la pérdida de la popularidad del BCH para implementar proyectos de vivienda, luego de que el gobierno facultara la privatización de corporaciones de ahorro y vivienda (Gaviria Cadavid 2003); y el segundo, por la crisis del sector de la construcción acaecida a finales de los ochenta. Debido a estos contratiempos, solo fueron construidos 761 apartamentos (40%) de los 1.921 propuestos, y 78 locales (44%) de 178 diseñados. Igualmente, los lotes restantes fueron destinados para albergar edificaciones estatales y comerciales (no propuestos en los diseños originales), y otros son actualmente foco de inseguridad y basureros (Hurtado 2011).
7Espacios culturales: Biblioteca Luis Ángel Arango, Fundación Gilberto Alzate Avendaño y Casa de Poesía Silva. Teatros: Teatro Libre, Teatro La Candelaria y Teatro Camerín del Carmen. Plazoletas: Plaza del Chorro de Quevedo y Plaza de Bolívar. Museos: Museo Veinte de Julio, Museo de Arte Colonial y Museo Botero.
8Su origen se remonta a la década de 1950, en New York, cuando estudiantes y artistas ocuparon de forma clandestina fábricas y almacenes principalmente en búsqueda de espacios amplios y económicos. Con el paso del tiempo, el loft se convirtió en sitio de restaurantes, galerías de arte y estudios fotográficos. Actualmente, su uso se ha trasladado en todo el mundo al uso doméstico, en donde desempeña el papel de vivienda de lujo, lo que lo convierte en todo un fenómeno social traducido en una forma de vida de alto nivel (Riera Ojeda, Veglo y Birgin 2001; Zukin 1987).
9Yuppie (acrónimo de young urban profesional; en castellano, joven profesional urbano) es un término que denota a un miembro joven de la clase media alta, profesional, soltero, con personalidad de vanguardia y estilo de vida opulento; es objeto de crítica por su actitud egoísta y hedonista (García Lombardía, Stein y Pin 2008).


Referencias

Alcaldía Mayor de Bogotá. 2010. La Candelaria, hoy: el reconocimiento de La Candelaria. Localidad de La Candelaria. http://www.lacandelaria.gov.co/disfrutando-mi-localidad/historia/356-la-candelaria-hoy (consultado en septiembre del 2012).         [ Links ]

Álvarez, Mónica. 2003. El inquilinato: una alternativa de vivienda en el barrio Las Cruces. Revista Apuntes 16 (23): 46-72.         [ Links ]

Amato, Peter. 1968. An Analysis of the Changing Patterns of Elite Residential Areas in Bogota. New York: Cornell University.         [ Links ]

Aprile Gniset, Jacques. 1983. El impacto del 9 de abril sobre el centro de Bogotá. Bogotá: Centro Cultural Jorge Eliecer Gaitán.         [ Links ]

Ballén Zamora, Sergio Alfonso. 2009. Vivienda social en altura: tipologías urbanas y directrices de producción en Bogotá. Maestría en Hábitat, Facultad de Artes, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá         [ Links ].

Baxter, Herman Leon. 2009. Toward a Theory of Gentrification. Miami: Miami University.         [ Links ]

Borsdorf, Axel. 2003. Cómo modelar el desarrollo y la dinámica de la ciudad latinoamericana. Eure 29 (86): 37-49.         [ Links ]

Carpenter, Juliet y Loretta Lees. 1995. Gentrification in New York, London and Paris: An International Comparison. International Journal of Urban and Regional Research 19 (2): 286-303.         [ Links ]

Castells, Manuel. 1995. La ciudad informacional: tecnología de la información, reestructuración económica y el proceso urbano-regional. Madrid: Alianza.         [ Links ]

Checa-Artasu, Martín Manuel. 2011. Gentrificación y cultura: algunas reflexiones. Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales XVI (914).         [ Links ]

Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE). 2010. Estadísticas de América Latina y el Caribe. Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía. Santiago: CEPAL.         [ Links ]

Clark, Eric. 2005. The Order and Simplicity of Gentrification: A Political Challenge. En Gentrification in a Global Context: The New Urban Colonialism, ed. Rowland Atkinson y Gary Bridge, 256-264. Londres: Routledge.         [ Links ]

Colby, Charles C. 1933. Centrifugal and Centripetal Forces in Urban Geography. Annals of Association of American Geographers 23: 1-20.         [ Links ]

Corradine, Alberto. 1966. Ensayo de clasificaciones de la vivienda colonial en Bogotá y sus alrededores. Bogotá: Ciudad Universitaria.         [ Links ]

Cortés Ahumada, Ernesto. 1982. El barrio de La Candelaria. Bogotá: Banco Central Hipotecario.         [ Links ]

Da Costa Braga, Andrea. 2007. Morphology, Transformation and Co-presence: Unveiling Four Centuries of Social Tension in Rio de Janeiro's City Centre-Brazil. Rio de Janeiro: Universidad Federal do Rio Grande do Sul.         [ Links ]

Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). 1973. Censo nacional de población y vivienda. http://wwwdane.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=437&Itemid=162 (consultado en julio del 2012).         [ Links ]

Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). 1985.Censo Nacional. http://www.dane.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=437&Itemid=162 (consultado en julio del 2012).         [ Links ]

Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). 1993. Censo Nacional de Población y Vivienda. http://www.dane.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=437&Itemid=162 (consultado en julio del 2012).         [ Links ]

Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). 2005. Sistema de consulta de información censal. http://190.25.231.242/cgibin/RpWebEngine.exe/PortalAction?&MODE=MAIN&BASE=CG2005BASICO&MAIN=WebServerMain.inl (consultado en julio del 2012).         [ Links ]

Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). 2007. Encuesta Calidad de Vida Bogotá. http://www.dane.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=274&Itemid=66 (consultado en julio del 2012).         [ Links ]

De Urbina González, Amparo. 2011. El centro histórico de Bogotá "de puertas para adentro": ¿el deterioro del patrimonio al servicio de la gentrificación? Cuadernos de Vivienda y Urbanismo 5 (9): 46-69. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana http://www.javeriana.edu.co/viviendayurbanismo/pdfs/CVU_V5_N9-03.pdf (consultado en septiembre del 2012).         [ Links ]

De Urbina González, Amparo y Fabio Zambrano Pantoja. 2009. Impacto de "El Bogotazo" en las actividades residenciales y los servicios de alto rango en el centro histórico de Bogotá: estudio de caso. Revista de Arquitectura de-arq 5:152-165.         [ Links ]

De Urbina González, Amparo y Thierry Lulle Bruna. 2011. Vivir en el centro histórico de Bogotá: patrimonio construido y actores urbanos. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.         [ Links ]

Díaz, Iban. 2009. Procesos de gentrificación en Sevilla en la coyuntura reciente: análisis comparado de tres sectores históricos; San Luis-Alameda, Triana y San Bernardo (2000-2006). Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales XIII (304). http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-304.htm (consultado en abril del 2012).         [ Links ]

Duque Franco, Isabel. 2011. Bogotá: entre la identidad y el marketing urbano. Cuadernos de Geografía-Revista Colombiana de Geografía 20 (1): 29-45. Bogotá: Departamento de Geografía, Universidad Nacional de Colombia.         [ Links ]

Dureau, Françoise y Marie Piron. 2009. El cambio social en el centro de Bogotá (1993-2005). Seminario internacional "Patrimonio y ciudad: la transformación de los centros en América Latina", noviembre 4 al 6, Medellín: Departamento Administrativo de Planeación de Medellín.         [ Links ]

Dureau, Françoise y Olivier Pissoat. 1996. Las evoluciones socioespaciales de Bogotá y su contexto (1973-1993). Bogotá: Centro de Estudios sobre el Desarrollo Económico (CEDE)-Universidad de los Andes.         [ Links ]

El Espectador. 2012. Un centro para todos. 20 de abril.         [ Links ]

El Tiempo. 2012. En intento de ser pueblo medieval, barrio Egipto se quedó en abandono. 2012. 1 de septiembre.         [ Links ]

Empresa de Renovación Urbana (ERU). 2012. Proyecto urbano integral de la avenida Comuneros. http://www.eru.gov.co (consultado en julio del 2012).         [ Links ]

Garavito, Leonardo. 2006. Referentes legales sobre el patrimonio cultural en Colombia y Bogotá D. C.: políticas públicas en el contexto de la relación cultura-naturaleza. En Construcción de lugares-patrimonio: el centro histórico y el humedal de Córdoba en Bogotá, eds. Adriana Parias y Dolly Cristina Palacio Tamayo, 238-264. Bogotá: Universidad Externado de Colombia-Colciencias.         [ Links ]

García Lombardía, Pilar, Guido Stein y José R. Pin. 2008. Políticas para dirigir a los nuevos profesionales: motivaciones y valores de la generación Y. Barcelona: Universidad de Navarra.         [ Links ]

Garzón, Luis. 2011. La visión de los afectados por los proyectos de renovación urbana. Debates de Gobierno Urbano 11:1-19. http://www.institutodeestudiosurbanos.info//dmdocuments/cendocieu/Produccion_Editorial_IEU/Debates_Gobierno_N_11-Vision_Afectados_Renovacion-IEU-2011.pdf (consultado en abril del 2012).         [ Links ]

Gaviria Cadavid, Fernando. 2003. Moneda, banca y teoría monetaria. Bogotá: Universidad Jorge Tadeo Lozano.         [ Links ]

Harvey, David. 1989. La condición de la posmodernidad: investigación sobre los orígenes del cambio cultural. Buenos Aires: Amorrortu.         [ Links ]

Hurtado, Valeria. 2011. Análisis de la renovación urbana como estrategia de recuperación del Centro histórico de Bogotá: estudio de caso barrio Santa Bárbara Colonial (Nueva Santa Fe), en el periodo 1976-2000. Tesis de grado en Gestión y Desarrollo Urbanos, Facultad de Ciencia Política y gobierno, Universidad Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario, Bogotá         [ Links ].

Jaramillo, Samuel. 2006. Reflexiones sobre las políticas de recuperación del centro (y del centro histórico) de Bogotá. Bogotá: CEDE-Uniandes.         [ Links ]

Jensen, Butler y Jan van Weesep. 1997. Perspective: Competition, Urban Planning and Urban Policy. En European Cities in Competition, eds. Chris Jensen-Butler, Arie Shachar y Jan van Weesep, 494-508. Aldershot: Avebury.         [ Links ]

Kennedy, Maureen y Paul Leonard. 2001. Dealing with Neighborhood Change: A Primer on Gentrification and Policy Choices. Washington: The Brookings Institution Center on Urban and Metropolitan Policy-PolicyLink.         [ Links ]

Krafta, Rómulo. 2008. Fundamentos del análisis de centralidad espacial urbana. Centro-H Revista de la Organización Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos 2:57-72. Ecuador: Organización Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos.         [ Links ]

Lees, Loretta, Tom Slater y Elvin Wyly. 2008. Gentrification. Londres: Routledge.         [ Links ]

Ley, David. 1978. Inner City Resurgence Units Societal Context. Conferencia Anual de la Asociación de Geógrafos Americanos. Nueva Orleans.         [ Links ]

Ley, David. 1986. Alternative Explanations for Inner-City Gentrification: A Canadian Assessment. Annals of the Association of American Geographers 76 (4): 521-535.         [ Links ]

Ley, David. 1994. Gentrification and the Politics of the New Middle Class. Environment and Planning D: Society and Space 12 (1): 53-74.         [ Links ]

Lleras Camargo, Alberto. 1975. Mi gente. Bogotá: Talleres Gráficos del Banco de la República.         [ Links ]

Lulle Bruna, Thierry y Amparo De Urbina. 2010. Las dinámicas socioespaciales de los centros históricos versus las políticas públicas de conservación del patrimonio urbano: El caso de Bogotá (1994-2010). Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales XIV (331): 73. http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-331/sn-331-73.htm (consultado en febrero del 2012).         [ Links ]

Manrique, Fred Gustavo, Abel Fernando Martínez, Bernardo Francisco Meléndez y Juan M. Ospina. 2007. La pandemia de gripa de 1918 en Bogotá. Dynamis 27:287-307.         [ Links ]

Maya Sierra, Tania. 2007. Áreas residenciales y desarrollo urbano en Bogotá. Urbanismos 1 (2): 28-68.         [ Links ]

Mejía Pavony, Germán. 1997. Los itineriarios de la transformación urbana: Bogotá, 1820-1910. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 24:101-137.         [ Links ]

Montoya, Jhon. 2011. Bogotá: cambios recientes en su morfología urbana. Tesis Doctoral, Facultad Foresterie et de Geomatique, Départament de Géographie. Universite Laval, Quebec.         [ Links ]

Pacione, Michael. 1990. Urban problems: An Applied Urban Analysis. London: Routledge.         [ Links ]

Palacio Tamayo, Dolly C. 2006. Redes y narrativas del patrimonio cultural y natural en Bogotá: un análisis crítico de la gestión y la planeación participativa. En Construcción de lugares-patrimonio: el centro histórico y el humedal de Córdoba en Bogotá, eds. Adriana Parias y Dolly C. Palacio T., 431-477. Bogotá: Universidad Externado de Colombia-Colciencias.         [ Links ]

Palacio Tamayo, Dolly C. y María C. Van Der Hammen Malo. 2006. Género y capital cultural en lugares patrimonio: usos, representaciones y prácticas residenciales del centro histórico y el humedal de Córdoba. En Construcción de lugares-patrimonio: el centro histórico y el humedal de Córdoba en Bogotá, eds. Adriana Parias y Dolly C. Palacio T., 265-332. Bogotá: Universidad Externado de Colombia-Colciencias.         [ Links ]

Petro, Gustavo. 2012. Programa de gobierno 2012-2015. Alcaldía Mayor de Bogotá. http://www.bogota.gov.co/secretariageneral/imadocumentos/plan_de_gobierno_gustavo_petro_2012.pdf (consultado en septiembre del 2012).         [ Links ]

Riera Ojeda, Oscar, Diana Veglo y Andrea Birgin, eds. 2001. The Best of Lofts: Apartments and Penhouses. México: Kliczkowski Publisher.         [ Links ]

Rojas, Eduardo, Eduardo Rodríguez y Emiel Wegelin. 2004. Volver al centro: la recuperación de áreas urbanas centrales. New York: Banco Interamericano de Desarrollo.         [ Links ]

Schaffer, Richard y Neil Smith. 1986. The Gentrification of Harlem? Annals of the Association of American Geographers 76 (3): 347-365.         [ Links ]

Smith, Darren. 2005. Studentification: The Gentrification Factory? En Gentrification in a Global Context: The New Urban Colonialism, eds. Rowland Atkinson y Gary Bridge, 73-90. Londres: Routledge.         [ Links ]

Smith, Neil. 1979. Towards a Theory of Gentrification: A Back to the City Movement by Capital, not People. Journal of the American Planning Association 45 (4): 538-548.         [ Links ]

Smith, Neil. 1996. The New Urban Frontier: Gentrification and the Revanchist City. Londres: Routledge.         [ Links ]

Smith, Neil y Peter Williams. 1988. Gentrification of the City. Boston: Unwin Hyman.         [ Links ]

Téllez, Germán. 2000. Valoración histórica barrio Santa Bárbara y Las Cruces. Bogotá: Consultoría MRMA para el DAPD.         [ Links ]

Zukin, Sharon. 1987. Gentrification: Culture and Capital in the Urban Core. Annual Review of Sociology 13:129-147.         [ Links ]