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Revista Facultad de Odontología Universidad de Antioquia

Print version ISSN 0121-246X

Rev Fac Odontol Univ Antioq vol.26 no.2 Medellín Jan./June 2015

 

EDITORIAL

 

 

Raúl Mejía Villa1

1 Profesor Emérito, Facultad de Odontología, Universidad de Antioquia

 

 


Consideramos pertinente socializar algunos planteamientos expresados en el ''Acto conmemorativo celebrado por la Facultad'' en el 2013, para distinguir a algunos miembros de su personal y de los egresados.

Es dable admitir que un proceso curricular que se orienta hacia la ''formación integra'' va construyendo un todo deseable, no totalmente lograble, pero con todos esos mundos que lo integran, consolidados conceptual y testimonialmente mirando hacia la misma dirección.

Apoyados en las premisas anteriores, puede observarse que la Facultad de Odontología, en su trayectoria histórica, afianzó la construcción de las bases esenciales para el proceso formativo de los estudiantes, con la consolidación curricular, progresiva, de lo socio-humanístico, con los tradicionales fundamentos de la odontología biotécnica. En su trayectoria histórica, de los años sesenta a los ochenta, se prepararon las bases de lo que hoy se tiene, sin desconocer que en estos procesos hay múltiples razones y causas que contribuyen cada día a la construcción curricular.

El punto de partida para estos cambios apareció con la ruptura paradigmática del concepto tradicional, aislado, representado por una academia biotécnica y exclusivamente intramural, que fue transformado con un nuevo concepto cuando propuso que el aula de estudio fuera también la comunidad, sin muros. Esto se hizo con el objetivo de aproximar al estudiante a la realidad socioepidemiológica que explica las profesiones de la salud, más allá del acto clínico, al permitir que el estudiante entienda al hombre como ser social, insertado en su realidad y no puntualmente como un paciente, visto con el reduccionismo inconsciente y simplista del acto clínico puramente biotécnico. Así se inició realmente el concepto de lo social dentro del currículo de la Facultad. Paralelo a ello surge la investigación epidemiológica y la prevención masiva de caries dental, con la investigación de la fluoruración de la sal.

Un segundo paso en apoyo a la consolidación del proceso formativo en la Facultad, fue la creación de los posgrados de dos años de duración, de tiempo completo, conducentes a título universitario de posgrado. Su creación le significó a la Facultad poder disponer de un nuevo talento profesoral, con formación altamente calificada y dentro de la filosofía formativa de la institución. Así mismo, significaba para el posgrado una retroalimentación académica y conceptual del recurso humano para la docencia y la investigación. Cumplía además con el reto de facilitar un recurso con formación para un desempeño altamente calificado.

El tercer soporte en el proceso de avance de la Facultad, lo constituye la creación del Centro de Investigaciones, como recurso académico-administrativo indispensable para el incremento cuali-cuantitativo de la creación de saberes para enriquecer la docencia y beneficiar la profesión con nuevos conocimientos.

En el proceso comentado, de los años sesenta al momento actual, nos encontramos con una facultad que tiene razonables vivencias para la búsqueda de una adecuada formación de los estudiantes. Camino difícil pero lograble si sus transformaciones, como proceso permanente de construcción curricular, nos ubican pensándonos hacia una ''imagen objetivo'' lograble, pero sin ''trastabilla'', pensándonos con el facilismo de lo tradicional. Sabemos, además, que la investigación en la Facultad de Odontología se ha establecido oficialmente como eje curricular, que apuntala la formación de los estudiantes de pre y posgrado.

Dado que hemos tocado aquí el tema de la educación, y en tanto hacemos parte de los profesionales de la salud, advertimos advertimos las tensiones de una sintomatología política y social, que, aunque ha sido permanente en el tiempo, se agudiza por épocas debido a causas conocidas y planteadas, pero manejadas como se han pensado tradicionalmente, apuntándole al hoy; es decir, al momento de crisis puntual, pero no a la solución de los problemas.

Así mismo, muchas iniciativas de gobierno y del legislativo, convenientes para algunos sectores socioeconómicos, solo permiten soluciones paliativas a la población mayoritaria del país, contundentemente lastimada con limitaciones educativas, además del deterioro de la calidad y la oportunidad de la prestación de los servicios de salud, que, con el desempleo y las frustraciones en la calidad de vida, se establecen, entre muchas otras variables, como indicadores de severas falencias que han alejado crónicamente a la mayoría de la población de los mínimos derechos sociales y constitucionales.

Como demostración de signos premonitores de problemas relacionados con lo antes comentado, pocas veces hemos visto en nuestro país que la clase media profesional, en este caso vestida de''bata blanca'', salga a las calles y plazas públicas en compañía de los estudiantes y con la aprobación social, a demandar respeto por la dignidad de las profesiones de la salud, así como por una reforma de la privatizadora ''Ley 100''; ley que ha distorsionado el concepto de salud para la sociedad con la privatización de un ''derecho natural'' para el hombre como es la vida, por cuanto frecuentemente está enfrentado a la dificultad de sobrevivir, desprotegido por un negocio privado, insensible y proclive a la corrupción.

Otro buen negocio sería la privatización de la educación. Excelente negocio, que consolidaría nuestra democracia estranguladora de los sueños de las mayorías poblacionales, ubicadas en los estratos inferiores, y también a la clase media actualmente.

Fue gratificante el aplauso de los medios y el de las instituciones educativas para los profesores y los estudiantes que se atrevieron a abrazarse en su legítima unidad de fuerza y convicciones, sin temerle a la sanción social y política, que frecuentemente recae sobre quienes se atreven a ser diferentes de quienes no protestan ni hablan, o de esos que sí quieren hacerlo, pero dejan cuidadosamente escondido su criterio, a causa de un carácter debilitado por la falta de uso, con sus silencios cómplices.

En el momento, al interior de nuestra universidad, con base en los aconteceres que vienen presentando las reformas y contrarreformas de la salud y de la educación superior, sería prudente analizar: ¿qué lectura tenemos de nuestra realidad? Esto, ¿para congratularnos con lo que tenemos? Y si no, para ejercer el derecho más legítimo y necesario de la institución universitaria, como es el derecho a proponer y el derecho a la crítica, pero no al conformismo.

Los profesores deben aunar esfuerzos para solidarizarse en apoyo de lo fundamental que responde al bien común de la institución, con el generoso y también ético principio de hacer que prevalezca el bien institucional al interés personal. Para ello, no es necesaria ni deseable una solidaridad incondicional. El debate y la controversia universitaria creativa pueden ofrecer las mejores posibilidades para construir, desde la divergencia y la crítica.

Hagamos que el buen criterio y la libertad de la palabra nos libren de las sospechosas decisiones unánimes en nuestra Universidad.