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Investigación y Desarrollo

Print version ISSN 0121-3261On-line version ISSN 2011-7574

Investig. desarro. vol.17 no.2 Barranquilla July/Dec. 2009

 

PROYECTO DE VIDA Y TERRITORIO EN LA CONTEMPORANEIDAD:
UNA REVISIÓN CONCEPTUAL Y METODOLÓGICA PARA EXAMINAR LA CONSTITUCIÓN DE SUBJETIVIDADES EN LA CIUDAD

Life and Territory Projects in the Present: Conceptual and Methodological Revision to examine the building of subjectivities in the urban realm

Francisco Javier Franco Silva

Arquitecto, Antropólogo, título en Urbanismo y Magister en Antropología. Profesor de carrera de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP). javier.franco@esap.edu.co; fjfrancos@unal.edu.co

Luz Magnolia Pérez Salazar

Licenciada en Educación Infantil, Antropóloga, Magister en desarrollo educativo y social. Docente de planta de la Universidad Pedagógica Nacional. lperez@pedagogica.edu.co

Correspondencia: Carrera 37 N.° 24- 6o, edificio B3, apartamento 13-07. Bogotá (Colombia).

FECHA DE RECEPCIÓN: AGOSTO 12 DE 2009
FECHA DE ACEPTACIÓN: SEPTIEMBRE 13 DE 2009


RESUMEN

Este artículo discute la incidencia de las dinámicas propias de la contemporaneidad en la constitución de la subjetividad en la ciudad, a partir de la noción de Proyecto de Vida, y examina las posibilidades de dicha noción, para dar cuenta de las matrices culturales del sujeto. Para ello se revisan diversas concepciones asociadas a Proyecto de Vida en las Ciencias Humanas y se evalúa su pertinencia para hacer una lectura sobre la manera como los sujetos apropian su entorno, producen sentido y, en últimas, constituyen su subjetividad. Se examinan, de un lado, las relaciones entre la gramática cultural del sujeto, frente a los condicionamientos del medio social, ambiental, artificial y las estructuras en que está inserto; de otro lado, se indaga sobre las diferentes concepciones de los proyectos de vida en su articulación con el método biográfico.

PALABRAS CLAVE: Proyecto de vida, ciudad, subjetividad, contemporaneidad, barrio, matrices culturales, cotidianidad.


ABSTRACT

This work discusses the incidence of present day social dynamics involved in modeling the subjectivity of the city, this will be done taking as a departure point the concept of "Life Project" examining the potentialities that such a construct posses to explain the cultural matrix of the subject. To this end we analyze diverse notions associated with this category in the social sciences and evaluate its usefulness to understand the manners, through which the subjects appropriate their environment, make sense of it and ultimately build their subjectivity. We contrast the relationships established between the cultural grammar of the subject and the causal factors originated from the social, artificial and environmental realm, and the cultural structures where its life is rooted. On the other hand we also examine the different meanings of Life Projects in their inception with the biographic methodology.

KEYWORDS: Life Outlook and Territory in the Present. A conceptual and methodological perspective to approach the construction of subjectivities in the urban realm.


INTRODUCCIÓN

La relación entre la ciudad y la constitución de subjetividades es abordada en este escrito a través de la relación entre el ser humano y el territorio que lo sustenta, a partir de la noción de proyectos de vida. Se indaga por cómo el urbanita apropia su lugar de vida, además, cómo da sentido a su mundo, transformando su entorno en función de resolver sus necesidades, pero también y, quizá de modo más significativo, adaptándose a las determinaciones que le fija ese medio ambiente social, natural y artificial, escenario y esencia de su existencia. La pregunta que orienta este trabajo es: ¿cómo se constituyen los sujetos urbanos mientras producen la ciudad en los umbrales del tercer milenio? Los interrogantes se desplazan hacia la identificación de las matrices culturales del sujeto: entre el territorio de existencia cotidiana y la contemporaneidad avasalladora de la globalización. Ya no podremos seguir pensando estas relaciones armónicamente entretejidas entre el barrio y el mundo o, únicamente, atrapadas y absortas en las trampas tejidas por quienes manejan los hilos de la mundialización.

Esta revisión pone en cuestión el lugar del barrio como escenario primordial de la constitución de las subjetividades, y plantea la tensión entre éste, como espacio existencial, frente a los ámbitos en que se escenifica la vida del sujeto en la contemporaneidad. Posteriormente se indaga por concepciones y métodos que permiten examinar la producción de sentido, las maneras de ser, recordar, hacer e inventar, del sujeto en la ciudad, verbi gracia: cómo se constituyen las subjetividades urbanas. En esta parte se abordará el concepto de Proyecto de Vida y su relación con el método biográfico.

No obstante la importancia del barrio como escenario y esencia de la existencia del sujeto, éste no parece unívoco. De un lado, se señala al barrio en relación con el sujeto, como un espacio locali-zable y orientador; identificable y constructor de identidad. Barrio como correlato de la construcción de sentido y de la cotidianidad del sujeto (Santos, 2000; Muñoz,1994; Martín Barbero,1987, 1997, 1998; Franco, 1999, 1997; Norberg-Shultz,1980; Alexander,1980; Franco y Pérez,2008); y por otro lado, aparece el barrio como el lugar del sin lugar, en el que el sujeto apenas aparece como convidado de piedra de la contemporaneidad o la modernidad-mundo, experimentando la aceleración histórica y el encogimiento planetario, la fractura de las fronteras, la extinción de las distancias y el descarnado desarraigo (Ortiz, 1998a y 1998b; Augé, 1996, 1998; Delgado, 1999 y 2001; García Canclini, 1989, 1990 y 1995). Tomando como referencia los dos polos señalados ¿puede quedar, entonces, en este tiempo, algo de territorio y, más aun, algo de sujeto en el barrio o en algún lugar sin barrio? (Franco 2005, 2008).

BARRIO Y COTIDIANIDAD

Desde la primera perspectiva, el barrio es concebido como lugar primordial de la existencia del sujeto, en interacción con su entorno (medio social y medio físico natural); como lugar orientador y catalizador; como marco de referencia relativamente asentado para el estudio de las matrices culturales del sujeto. Tanto en situaciones en que como inmigrante tiene que re-localizar integralmente su lugar en el mundo o como oriundo del barrio o de la ciudad, al tener que adaptarse a nuevas condiciones, inéditas hasta entonces, en su vida. Martín Barbero (1987) señala la utilidad del barrio popular en la investigación de la cotidianidad de los sectores populares, sus saberes, prácticas y dinámica de sus usos. Matrices culturales del sujeto, sólo aprehensibles en el lugar donde se produce su sentido, el barrio popular.

El barrio se configura como el lugar de producción y reproducción de la subjetividad expresada en múltiples aspectos: en cuanto a lugares de procedencia de sus sujetos, tiempos de permanencia en el barrio y variedad de medios para relacionarse entre sí; además, diferentes modos de recordar u olvidar. Pero, también, diversidad de posibilidades de representar futuro. Pero ¿qué sucede con la diversidad en el barrio? Las maneras de concebir, ser, estar, hacer y re-crear, que traen los pobladores de otros lugares, como las que han desarrollado quienes han vivido allí, son afectadas con las relaciones entre vecinos y con los demás pobladores, con organizaciones, con instituciones gubernamentales, con los medios de comunicación que allí se reproducen, etc. De modo que dichas maneras sufren el impacto de los condicionamientos externos al individuo, a la familia y al grupo, y activan en éstas tensiones por mantenerse o transformarse. La ubicación y las condiciones de las fuentes de trabajo y la localización de familiares y conocidos se constituyen en ejes de gravitación para los sujetos que tienen sus lugares de vida en el barrio. El influjo de las condiciones de los barrios del entorno inmediato y mediato tienen su ascendiente, además, sobre la vida comunal. En definitiva, lo que sucede en otras áreas de la ciudad y de la región (e incluso, afuera de ésta) está íntimamente conectado con los modos de vida barrial.

TERRITORIO Y CONTEMPORANEIDAD

Desde la segunda perspectiva, las relaciones que crean y recrean los sujetos en el barrio no dan cuenta plenamente de la vida urbana. De un lado, así como la vida de los sujetos trasciende los linderos del barrio, la vida de las ciudades no se agota en los sitios hasta donde llegan sus límites. Trascienden a las regiones y a las naciones que las soportan, de modo que parecería que la vida de vecindario, de referentes cotidianos, historias cotidianas, identidades, solidaridades y relaciones comunales, cada vez no parece la única en la ciudad. Por el contrario, se posicionan otras maneras, más que de hacer ciudad y ser en la ciudad, de aislarse de la ciudad en la ciudad. En estratos medios bajos y medios, más que barrios, lo que encontramos son agrupaciones o conjuntos cerrados de viviendas tipo, multifamiliares con apartamentos estándares, sin mayores espacios comunes (considerados como ghettos urbanos por Rappoport (1986) y Holston (1989) y en nuestro medio por Viviescas (1989). En éstos, las relaciones entre vecinos se reducen al saludo y a las discusiones en torno al desacuerdo por las cuotas de administración y de seguridad de sus reductos urbanos. Es decir que más que relaciones de vecindario, en las ciudades de estos tiempos apenas podemos hablar de espacio público que se desplaza hacia las esferas privadas.

SUJETO: ENTRE EL LUGAR ANTROPOLÓGICO Y EL NO LUGAR

La vida de barrio deja de mantener sus límites fijos frente a la vida de la ciudad. Y la otra vida, la de la contemporaneidad o la de la modernidad-mundo, toma lugar, también, en nosotros, homo urbanus. Estamos pues tan enchufados al mundo como en interacción con nuestros vecinos. El afuera se instala en nuestras mentes y en nuestros cuerpos a través de eficientes pequeñas pantallas que nos vinculan con el universo. Nuestro lugar de vida pierde la estabilidad de la casa-universo (Bachelard,1991). La vida del afuera nos resulta tan familiar como la de nuestros vecinos. De forma que nuestra cotidianidad no se agota en lo experimentado directamente ni en lo cercano ni en lo conocido, pareciera trascenderse los límites del cosmos al caos (Eliade, 1992), sin mayor esfuerzo. Caos que ya no es ni tan ajeno, ni tan distante, ni tan desconocido, de hecho, empieza a ser parte de nuestro cosmos.

El territorio dejaría de entenderse, entonces, como el llamado por Augé (1998) lugar antropológico, para ser el no lugar o lugar del anonimato. Vivimos en la actualidad situaciones inéditas en la historia social, y éstas atañen directa o indirectamente a los sujetos. La diversidad de experiencias vividas y puestas a nuestro alcance (aunque sea sólo para mirar o tocar) son inconmensurables; asimismo, la variedad de mensajes que recibimos y que nos negamos a recibir; y además, la multiplicidad de productos que nos son ofrecidos, nos dan muestra de una de las características más determinantes de la contemporaneidad: la superabundancia de imágenes, productos, acontecimientos, espacialidades, entrecruzamientos, etc., y, también, la super-abundancia de carencias y de todos los universos de lo inalcanzable que, por supuesto, afectan al sujeto. Las matrices culturales del sujeto del barrio popular podrán transformarse, sufrir mutaciones inimaginables, experimentar el encogimiento y la simultaneidad planetaria y la aceleración histórica, pero estas construcciones culturales no pueden disociarse del espacio ni del tiempo. Sólo existen en la medida en que son experimentadas, percibidas y localizadas por los sujetos en su cotidianidad. Los efectos de la modernidad-mundo sólo impactan al sujeto cuando se materializan en su cultura, y confieren sentido a su comportamiento y su conducta (Ortiz, 1998a). Los barrios, como escenario y esencia en la existencia del sujeto, se nos presentan complejos, por tanto, indeterminados, des-territorializados y des-centrados en la modernidad-mundo. Pero siguen siendo parte constitutiva de la vida urbana y en cada uno de éstos se producen, mantienen o transforman maneras de hacer ciudad, mientras se re-crean las dinámicas de la modernidad-mundo, se constituyen subjetividades.

EL PROYECTO DE VIDA: UN CAMPO CONCEPTUAL Y METODOLÓGICO PARA EXAMINAR LA CONSTITUCIÓN DE SUBJETIVIDADES

A continuación se examina el Proyecto de vida: campo de indagación de la constitución de subjetividades en el que se articula lo conceptual y lo metodológico, a través de las maneras como los diferentes autores construyen sus filtros para aproximarse a sus problemáticas de estudio a través de un andamiaje en el que lo conceptual se presenta integralmente concebido con la metodología. Los proyectos de vida resultan, entonces, imbricados tanto en las historias como en los relatos de vida, de modo que el método biográfico contribuye a configurar el concepto de proyecto de vida (Franco, 2005 y 2008).

Las referencias específicas al concepto de Proyecto de vida se ubican en situaciones en las que una población es abocada a reconstruir, rehabilitarse o rescatar una condición que antes se tenía pero que se perdió, cambió radicalmente o se ha ido diluyendo progresivamente. Es el caso de la población en situación de desplazamiento en barrios marginados que es examinada a propósito de la recuperación de su identidad en la construcción de proyectos de vida. Así mismo, se identificó la noción de proyectos de vida en relación con estudios sobre movilidad y trayectorias sociales, procesos de apropiación de vivienda, constitución de sujetos y subjetividades sociales y aspiraciones para el futuro, todo lo anterior en pobladores urbanos.

RECONSTRUCCIÓN DEL SENTIDO VITAL DEL SUJETO

Para Meertens (2000), el concepto de Proyecto de vida, enmarcado en su estudio sobre población en situación de desplazamiento, es entendido como un propósito a corto o mediano plazo, para cuya realización el individuo está enfocando sus actividades o dedicando sus esfuerzos total o parcialmente; remite a un campo de estudio y de acción más amplio que el de las estrategias de supervivencia. Incluye las dimensiones de la experiencia, identidad y percepciones. La autora plantea que el Proyecto de vida abre perspectivas hacia el futuro en términos de esperanzas y propuestas articuladas entre sí, tanto en los individuos como en las colectividades sociales. Este conjuga, entonces, una intención, una voluntad de superación, alguna planificación y, sobre todo, cierta capacidad de controlar el curso de la vida cotidiana. Conecta las experiencias pasadas con la situación presente, y de allí fluye a las esperanzas del futuro, convirtiéndose éstas en proyectos de vida. Si bien va más allá de las estrategias de supervivencia, requiere cimientos materiales y posibilidades de anclarse en la realidad. Hombres y mujeres emprenden esos procesos de reconstrucción identitaria, tanto en su sentido de hacer (actividades concretas en aras de supervivencia y pequeñas iniciativas para el futuro) como en el sentido de ser (en el caso de la población en situación de desplazamiento: sobrellevar y superar esa sensación de estar fuera de lugar). El peso de lo social y lo político de su experiencia previa resulta, por tanto, un factor diferenciador.

En el mismo sentido, el estudio de Meertens y Segura (1999) subraya la labor individual y colectiva de los desplazados, expresada en sus esfuerzos por reconstruir su vida cotidiana después del trauma, la destrucción y el desarraigo; en éste se examinan dichas labores, lo cual permite a las autoras evidenciar gérmenes para la generación de nuevas formas de convivencia o, por el contrario, mostrar los obstáculos para superar la violencia y la destrucción en la vida cotidiana y, con ello, las dificultades para remendar el tejido social. Para examinar el desplazamiento ubican el fenómeno en las coordenadas de tiempo y espacio, las que condensan en un antes y un después, susceptible de ser abordado mediante dos recursos conceptuales: la transición y el proyecto de vida. En éste se articulan dos ejes: el primero, la voluntad de superación, expresada en propósitos, y segundo, la capacidad de control sobre la propia vida, que se manifiesta en algún grado de materialización de los propósitos (Meertens & Segura, 1999).

Bello (2001) apunta a examinar las redes solidarias y de apoyo en procesos de reconstrucción de los proyectos vitales de las familias desplazadas, desde la perspectiva individual y colectiva. Dicho trabajo se centra en el estudio de historias de vida de familias, niños, mujeres, jóvenes y ancianos, a través de las cuales se busca recuperar el pasado, repensar el presente y crear proyectos para vislumbrar nuevos horizontes; también indaga a propósito de los procesos de reconstrucción de identidad de los desplazados, a partir de las diversas experiencias vividas. Para examinar los proyectos de vida, la autora ahonda en los procesos de transformación y reconstrucción de la identidad de las personas en situación de desplazamiento: la salida forzosa del lugar de vida (pasado); los cambios abruptos en los nuevos contextos de llegada (presente) y la imagen de sí, que se reconstruye con base en las nuevas situaciones y relaciones, lo cual en últimas define sus proyectos de vida (futuro). En esta misma perspectiva, Pérez (2004) indaga por el lugar de las redes sociales en la reconstrucción de los proyectos vitales de personas en situación de desplazamiento ubicadas en el municipio de Soacha, y reconoce las dinámicas sociales propias de los habitantes del barrio El Progreso y a través de la voz de diversos actores (mujeres, niños, maestros comunitarios).

MOVILIDAD Y TRAYECTORIAS SOCIALES, APROPIACIÓN DE LA VIVIENDA, CONSTITUCIÓN DE SUBJETIVIDADES EN SECTORES POPULARES

El trabajo de Guitián (1998) examina la movilidad de la familia popular en Venezuela en asentamientos urbanos autoconstruidos. La autora apunta a conocer el proceso mediante el cual la familia instrumenta sus proyectos y trayectorias en pos de alcanzar un nuevo espacio: procura un albergue, un lugar en el barrio y una condición de habitante de la ciudad. El ámbito y el recorrido entre lo microsocial y lo macrosocial constituyen el continente social que delimita la temática. La autora construye un modelo de relaciones entre actores y prácticas que se mueve, en la estructura social, entre lo privado y lo público, tamizado por el ciclo de vida de los individuos en relación con la familia y el parentesco, y otras relaciones como el compadrazgo, amistad y vecindad.

Vergara (1992) examina las trayectorias de familias con miras a obtener una vivienda propia, cuando nunca la habían tenido. Dicha indagación es realizada en un barrio popular de Bogotá con base en el proceso de objetivación de una vivienda: evento donde confluyen sueños, ideales, tradiciones, expectativas, esfuerzos, sacrificios, de todos los miembros de esta célula de la sociedad. Ese proceso va revitalizándose cotidianamente y termina, en últimas, dándole sentido y finalidad a la existencia.

El trabajo de Arango (1992) apunta a examinar las trayectorias familiar, escolar, laboral y erótico-afectiva, y a conocer las aspiraciones para el futuro de jóvenes de barrios marginales de Bogotá, con el fin de identificar los valores y patrones culturales que animan dichas trayectorias y valores. Su objetivo es detectar la influencia de distintos agentes y espacios de socialización (familia, colegio, grupo de pares) en la configuración de determinadas experiencias frente a la sexualidad; también busca identificar la formación de valores nuevos o la reafirmación de valores tradicionales en relación con los roles sexuales, la sexualidad y la familia. La autora examina de manera significativa la relación entre el proyecto escolar y la maternidad, y concluye que ésta última representa un destino fatal que reduce las alternativas para el futuro.

Con los trabajos revisados se buscó delimitar el concepto de Proyecto de vida. Dicho concepto puede ser entendido como un campo de confluencia complejo: en éste se integra, de un lado, tiempo, identidad y subjetividad; de otro, las acciones del sujeto frente a las estructuras de la sociedad; también, los sueños, deseos y formulaciones de un futuro del sujeto frente a las posibilidades de hacerlos realidad; y por último, se integran los diversos ámbitos espaciales, donde tiene lugar la vida del sujeto. Se plantea también un vínculo entre proyecto y sentido de vida. Este último formado en la inserción de la persona en las diferentes relaciones que se tienen con la sociedad. En lo concerniente al espacio, el Proyecto de vida se constituye en el campo de confluencia entre los lugares de existencia del pasado y del presente con aquellos en los que se quisiera vivir. Pero el Proyecto de vida no sólo es una representación en la que confluyen armónicamente diferentes espacio-temporalidades y saberes del sujeto, más bien es un campo de confrontación donde se expresan las relaciones de poder al que dicho sujeto es sometido.

LOS PROYECTOS DE VIDA:
LOS SUJETOS EN LA CONTEMPORANEIDAD

Sin duda, el Proyecto de vida es un concepto en construcción, no obstante, dicha ausencia no pone en cuestión la capacidad explicativa de éste frente a algunas problemáticas presentes del mundo contemporáneo. Este se entiende como una construcción social (individual, familiar, de una unidad doméstica o de un colectivo) a través de la cual se da cuenta y se aprehenden situaciones particulares del devenir de los sujetos en su cotidianidad. Esto en referencia a las circunstancias en las que el sujeto, presionado por las condiciones de su entorno y del momento en el que está viviendo, genera un deseo o formula una iniciativa, y posteriormente, en la medida que ésta se va asentando y concretando, concentra parte de sus recursos, intenciones y propósitos, hasta erigir dicho proyecto o descartarlo.

El Proyecto de vida es, además, un ámbito de producción intersubjetiva, donde confluyen coordenadas de tiempo, planos espaciales, diversidad de saberes a los que el sujeto tiene alcance y, en términos de Zemelman(1996), diferentes nucleamientos (individuales o colectivos) en los que él o ella desarrollan su existencia. Planos de realidad que en la confluencia de las coordenadas mencionadas constituyen a los sujetos.

Aunque hay una brecha entre los sueños y las ilusiones frente a las posibilidades factibles de alcanzar lo deseado, conviene no descartar aquellas aspiraciones que aunque en una situación parezcan meras ficciones, pueden convertirse en otro momento y en otras circunstancias en proyectos con poder, en términos de Riaño (2000). Por alguna razón están en los relatos del sujeto. Más bien, el interés estaría en examinar por qué razón cobran sentido en las narraciones de él o de ella.

Los proyectos de vida aluden, entonces, a maneras de ser, recordar y olvidar, hacer e inventar, que elabora el sujeto, en la apropiación de su memoria, en la actualización y desencadenamiento de sus prácticas, y en concepción y producción de futuro. Prácticas, memoria y proyecciones de futuro cobran sentido en tanto se espacializan. Los proyectos de vida del sujeto emergen en el espacio, se despliegan o repliegan. En su relación con el lugar cobran sentido y adquieren significado (Franco, 2005 y 2008). Del mismo modo, al formar parte de la historia cultural del sujeto, los proyectos de vida contribuyen a la conformación de su identidad y lo facultan para dar cuenta de algunas de las dinámicas constitutivas y constituyentes de su subjetividad. El concepto de Proyecto de vida posibilita interrogar a propósito de las relaciones sociales en el espacio, facilita la lectura de los desplazamientos entre los ámbitos microsociales y los macrosociales, es decir, a través de éste se puede examinar el entramado de redes que se tejen en los ámbitos íntimos y privados, pasando por los comunitarios hasta llegar a los públicos (Franco, 1997 y 1999).

PROYECTOS DE VIDA EN LA COTIDIANIDAD

El ámbito adoptado para examinar los proyectos de vida de sujeto es la vida cotidiana. Es entonces la cotidianidad el ámbito donde decantan las determinaciones, conflictos y las aperturas a que el sujeto es sometido. Es también la cotidianidad, donde se decantan, destilan e incorporan en el sujeto los influjos de los múltiples mundos que entran en relación con él y con ella. En términos de Berger y Luckman (1999):

La vida cotidiana se presenta como una realidad interpretada por los hombres y que para ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente. (.. .)Es un mundo que se origina en sus pensamientos y acciones y que está sustentado como real por estos (pp. 36-37).

Para Ortiz (1998), lo cotidiano es el presupuesto de la existencia de cualquier realidad. La modernidad-mundo sólo se realiza cuando se "localiza" y confiere sentido al comportamiento y conducta de los individuos (p. 36). En la cotidianidad se posibilita aprehender y observar, en la interacción con el sujeto, el influjo de dicha modernidad, en sus proyectos de vida.

Fals Borda (2002) asume, con su trabajo, la conveniencia de "localizar" buena parte de lo que se ha venido señalando arriba en el ámbito de la cotidianidad. Este autor propone varios puntos en común con Michel de Certeau (1996 y 1999), con León y Zemelman (1997) y León (1999): en primer lugar, resalta la importancia de la cotidianidad para la investigación de las tácticas microbianas de los practicantes y capacidad de resistencia constante en el hombre común contra el poder y, en segundo lugar, desplaza la atención del consumo, supuestamente pasivo de productos recibidos, a la creación anónima, nacida de la práctica de la desviación. Así mismo, sostiene la conveniencia de examinar a los sujetos en la concreción de su realidad: identificación de la articulación de ejes temporales, planos espaciales y espacios de diálogo de saberes.

Encontrarse con el otro para examinar sus proyectos de vida, despliega un proceso intersubjetivo, abierto a lo posible. En éste se pueden dar cuenta de los apegos, encadenamientos mentales y de formas de actuar, pero también de las transformaciones, de las potencialidades, de las fracturas, etc., que tienen lugar en los sujetos presentes en la interacción y que será abordado en el siguiente apartado.

DELIMITACIÓN METODOLÓGICA

Este acápite recoge algunos trabajos relacionados con los usos de las historias de vida y el método biográfico en lo atinente al estudio de proyectos de vida. Se dará cuenta, de manera sintética, de trabajos que recogen estos métodos y los adaptan al contexto latinoamericano, con el propósito de indagar sobre los proyectos de vida, la movilidad social, trayectorias familiares y constitución de subjetividades sociales de sujetos en asentamientos populares. Lo más relevante en esta revisión es dejar ver la articulación entre lo conceptual y lo metodológico, es decir, la manera como los diferentes autores construyen sus filtros para aproximarse a la problemática de estudio a través de un andamiaje en el que la teoría está integralmente concebida con la metodología. De manera que el propósito aquí no es solamente dar cuenta de qué metodología sería la más adecuada para examinar los proyectos de vida de sujetos en su cotidianidad, sino identificar cómo el uso concienzudo de una metodología particular y la ulterior reflexión sobre los alcances de ésta puede incluso permitir el perfeccionamiento teórico del concepto.

En relación con la historia de vida y el relato de vida, los estudios revisados dan cuenta de la posibilidad que estos métodos brindan para abordar la complejidad y fluidez de lo social, la heterogeneidad cultural presentes no sólo en las representaciones y la acción del sujeto, sino la relación entre el individuo y la sociedad en que éste está inmerso. También facultan para dar cuenta de los entrelazamientos y diversidad de modos en que se relacionan individuos entre sí, e individuos con grupos, y ellos, a su vez, con la sociedad. Además, al adentrarse en estudios a propósito de los ámbitos espaciales en la construcción de proyectos de vida permiten discernir los efectos del desplazamiento entre lo microsocial y lo macrosocial. En esta revisión aparece de manera reiterada la importancia de la interacción entre los relatos que hacen los sujetos sobre sus actos y sus prácticas, y a las múltiples determinaciones externas o sociales de la acción, en especial en clases dominadas (Cabanes, 1996).

El relato de vida, siguiendo a Kofes (1998), se puede clasificar con base en las siguientes características:

• Relatos motivados por el investigador implicando su presencia como oyente e interlocutor.

• Relatos con material restringido a la situación de la entrevista. Esto es considerándolo solamente como fue narrado al investigador por el entrevistado, sin la comple-mentación de otras fuentes.

• Relatos referentes a aquella parte de la vida del individuo que dice respecto al tema de la investigación sin agotar las varias facetas de una biografía.

En la perspectiva de la autora, los relatos de vida contienen informaciones (hablan de una experiencia que sobrepasa al sujeto que la relata), evocaciones (transmiten la dimensión subjetiva interpretativa del sujeto) y reflexiones (contiene un análisis sobre la experiencia vivida; en este sentido, el mismo entrevistado articula información y evocación). Así considerados, sintetizan la singularidad del sujeto, sus interpretaciones e intereses, la interacción entre investigador y entrevistado y una referencia objetiva afectiva que trasciende al sujeto y transmite información sobre lo social.

El relato de vida, en esencia, es ajeno a categorizaciones y enmarcaciones ilustradas, que en muchas ocasiones no dan cuenta de la realidad de los sujetos. Contrario a intentar montar categorías y construcción de planos de interpretación de la realidad, que escenifiquen y le den sustancia a los sujetos idealizados, lo que se pretende es recurrir a los relatos, los cuales permiten hacer inmersión en lo que los sujetos consideran como marco y sustancia de sus vidas y, por tanto, de sus proyectos de vida. Éste también pone en escena la capacidad explicativa de categorías que resulten externas y ajenas a las preocupaciones propias de los sujetos. En algunas ocasiones, el investigador atribuye a los sujetos ideas, angustias, intencionalidades, formas de estructuración de maneras de ser, hacer e inventar, que quizá no hayan sido nunca parte de la vida de ellos. Esto se pone en escena en la intersubjetividad. De alguna manera, el ejercicio dialógico que se construye en la elaboración del relato permite adentrarse en los universos de los sujetos, sin predisponerlos con las intencionalidades que en la práctica le son ajenas.

En varios de los trabajos revisados, las alusiones al método biográfico resultan pertinentes en el marco de esta delimitación metodológica.

En su trabajo sobre movilidad social, Guitián (1998) centra su planteamiento en la formulación de un puente entre la dimensión conceptual y metodológica, a través de la implementación del método biográfico. La autora destaca los relatos, en la medida que lo no observable es aprehensible mediante las narraciones de los sujetos. Las historias de vida indagan, entonces, por las relaciones sociales, entendidas como aquellas que ubican al individuo en un tejido social, en un entramado de redes comunitarias que trascienden a ámbitos sociales y públicos. Por su parte, López (1998) propone la historia de vida familiar. Examina los niveles de instrucción, las trayectorias socio-profesionales, los espacios habitables, los modos de vida y los cambios en los elementos simbólicos, como la transformación y transmisión de valores, elaboración de proyectos de vida, expectativas de futuro y representaciones del mundo. Los relatos individuales y familiares, recurso fundamental de este trabajo, dan cuenta de los modos particulares en que cada unidad de análisis construye sentido de lo social, sentido de acciones realizadas y representaciones de lo que se debe hacer.

En relación con el estudio de los sujetos y las subjetividades sociales, Bello (2001) sostiene que "es posible transformar críticamente la experiencia social por medio del lenguaje y de una praxis que nos coloque en condiciones de situarnos a nosotros mismos como agentes activos culturales e históricos" (Ibid., p. 13). Narrar es reconstruir el pasado, comprender el presente y, también, posibilidad abierta a proyectos posibles.

El método biográfico faculta al investigador para examinar los proyectos vida de sujetos desde diferentes perspectivas: a). Permite discernir cómo se construyen destinos: ya no como construyen los sujetos sus proyectos, sino cómo la estructura social determina el devenir. b). Cómo el relato de vida permite revalorar la praxis humana en la dinámica histórica y en la vida social y restaurar el papel del individuo y de la acción humana. c). Restituye, también, la complejidad de lo social, debido a que da lugar a elementos implícitos e inaprehensibles. Incluye lo que apenas es posibilidad, lo indeterminado y lo que está en potencia. Y en esa medida, lo que de éste resulta adquiere validez en cuanto narración: abierta a lo posible.

Examinar los proyectos de vida del sujeto pone en cuestión los criterios universales de verdad. Éstos últimos se encuentran con múltiples discursos afincados en diversidad de saberes. El encuentro de saberes entrecruzados que atraviesan al sujeto adquiere características específicas en cada situación. Cobra sentido, en términos de Lyotard (1989), en cuanto a que el saber narrativo, más que ser un reflejo de la realidad, contribuyen a crear y recrear el sentido. Siguiendo a Bruner (1987), nuestra experiencia de los asuntos humanos viene a tomar la forma de las narraciones que usamos para contar cosas sobre ellos.

¿Y cómo hacer una aproximación al sentido de lo social? El lenguaje, en este contexto, se conforma en una herramienta para organizar la experiencia, construir realidades y para configurar el mundo en la vida cotidiana. Por lo tanto, acceder a éste implica allegarnos a las conversaciones, a los relatos, a las representaciones, al saber cotidiano que se manifiestan a través de las narraciones. Escudriñar a propósito de los proyectos de vida del sujeto determinado y determinante de la ciudad implica apropiar el lenguaje como medio fundamental de la indagación. De acuerdo con Bruner (1987), el lenguaje es nuestra herramienta más poderosa para organizar la experiencia y para construir realidades. De modo que mediante el lenguaje y el modo narrativo, el sujeto construye sentido e interactúa socialmente, y por esta misma vía hace evidentes las representaciones del mundo en el que vive. Como sostiene Gergen (1996), son las narrativas, los relatos, los que generan y sostienen una realidad social.

Así, los relatos, más que ser un reflejo de la realidad, contribuyen a crear y recrear el sentido. Es lo que Guber (2001) denomina reflexividad, entendida como una propiedad del lenguaje según la cual las descripciones y afirmaciones sobre la realidad no sólo informan sobre ella, la constituyen. En otro sentido, el mismo concepto apunta a cómo el sujeto vuelve sobre sí mismo. Los relatos están articulados a la memoria, por tanto, son una puerta de entrada al pasado que se recrea y actualiza al ser narrado. Así como el presente es un proceso en continua construcción, también lo es el pasado, el cual es resignificado al ser relatado. Los relatos se van construyendo en la interacción de quién habla y quién interlocuta con él. La dinámica se construye en esa interacción, en la que se conjugan los intereses de quien narra con los intereses de quien investiga.

Por otro lado, el relato incluye diversidad de limitaciones: lo propio, enigmático, indeterminado e incierto del sujeto. Las intenciones de ocultar determinadas situaciones y destacar otras; montar una actuación en las que se hacen explícitas sus preferencias y lo que éste considera mostrable. Todo lo anterior deja parte de la vida del sujeto al margen, etc. Sin embargo, es en esas fracturas donde está su valor. Éstas, aunque no sean visibles a quien investiga, cobran sentido, porque ahí es donde está realmente el sujeto.

CONCLUSIONES

La revisión indagó por el territorio y la constitución de subjetividades en la ciudad tomando como telón de fondo la contemporaneidad. En cuanto al territorio se identificaron dos polos extremos, entre los cuales se ubicaban diferentes concepciones. Uno de los polos se refirió al territorio como espacio existencial y el otro, a la ausencia de territorio, al no lugar o al espacio del anonimato. Tanto en los polos como en el desplazamiento las concepciones sobre el territorio no referían un campo unívoco y alertaban sobre la conveniencia de referirse a éste en las condiciones de cada caso específico.

En relación con la constitución de las subjetividades, la identificación de un cuerpo conceptual resultó bien complejo. Tensiones entre la acción del sujeto frente a las estructuras, el materialismo frente al simbolismo, lo objetivo frente a lo subjetivo hizo que la identificación de este campo temático y problemático resultara indeterminable. De modo que la opción que se tomó articulaba los elementos conceptuales y los metodológicos: el Proyecto de vida. Dicho instrumento permitió en la articulación con el método biográfico restituir la complejidad de lo social.

Quedan abiertos varios filos por examinar referidos a evaluar la eficacia de determinados conceptos. Sin duda, la capacidad explicativa de nociones como cultura, identidad, alteridad y otredad en la contemporaneidad se ha modificado y ya no nos dan cuenta del lugar del sujeto en las tensiones entre el nosotros y lo otro. Es éste, por tanto, un campo por examinar.

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