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Investigación y Desarrollo

Print version ISSN 0121-3261On-line version ISSN 2011-7574

Investig. desarro. vol.18 no.1 Barranquilla Jan./June 2010

 

OBTURAR PARA PARTICIPAR. LA FOTOGRAFÍA COMO HERRAMIENTA PARA COMPRENDER EL VALOR PATRIMONIAL DEL CENTRO HISTÓRICO DE BARRANQUILLA

Obturating to participate: photography as a tool to understand the patrimonial value of Barranquilla's historic downtown

Marta Milena Barrios, Mg

Candidata a Ph.D. en Ciencias Sociales. Universidad del Norte. mbarrios@uninorte.edu.co.

Fecha de Recepción: febrero 18 de 2010
Fecha de Aceptación: abril 5 de 2010


RESUMEN

A través de la técnica de la fotografía participativa, esta investigación pretendió indagar por el valor patrimonial y el sentido de pertenencia que tiene el centro de Barranquilla (Colombia) para sus visitantes ocasionales y sus usuarios permanentes. Los resultados sugieren que se empieza a recuperar la relación de los barranquilleros con esta zona de la ciudad; sin embargo, la mirada que tienen los primeros tiende a centrarse en el centro de los deseos, mientras que los segundos, parecen lanzar un S.O.S. sobre las problemáticas de funcionamiento que los agobian. Esta falta de cohesión en las visiones de los habitantes de Barranquilla en torno a su Centro Histórico podría influir de forma negativa en la movilización colectiva que se necesita para que funcione como una territorialidad integrada al progreso de la urbe.

Palabras clave: Centro Histórico, Barranquilla, fotografía, cambio social, valor patrimonial.


ABSTRACT

Through the participatory photography technique, this study investigated the heritage value and sense of belonging that Barranquilla's downtown has for casual visitors andpermanent users. The results suggest that the relationship of Barranquilla's inhabitants which are casual visitors with this area of the city began to recover morefrom the center of their desire's. Meanwhile, the center's permanent users seem to launch an SOS to find help to overcome theproblems that overwhelm them. This lack of coherence in the views of the people of Barranquilla around its Historic Center could affect negatively the mass mobilization that is needed for this area to operate as an integrated territory within the city's progress.

Keywords: Historical Center, Barranquilla, photography, social change, patrimonial value.


INTRODUCCIÓN

La reflexión que se presenta corresponde a un ejercicio académico destinado a explorar, de una manera inicial, los avances que se perciben en la relación de los habitantes de Barranquilla con el Centro Histórico de su ciudad. Esto, como un intento por descubrir formas más eficientes para jalonar procesos masivos de cambio social, que permitan la sostenibilidad de los cambios en la infraestructura física que han implementado las autoridades y que fortalezcan las prácticas de cultura ciudadana.

En la actualidad, Barranquilla ofrece el testimonio de la tendencia renovadora hacia la periferia y descuidada hacia el centro, que caracterizó en la última centuria a las ciudades de Latinoamérica, pero que parece estarse revirtiendo. En "Las ciudades y las ideas", J. L. Romero (1999) resalta cómo en todo el subcontinente se dio un acelerado proceso de urbanización que, por su falta de planeación y por su misma velocidad, no podía menos que ser caótico. Al llegar los años setenta, las ciudades que llamó masificadas presentaban un panorama deplorable en cuanto a la calidad de vida que ofrecían a sus habitantes. Por tanto, se multiplican ahora las iniciativas para rescatar del olvido los centros históricos.

El centro —como origen de la identidad colectiva— representa lo asible, lo inmutable, lo unitario dentro de lo diverso, lo local que trata de mantenerse firme frente a las tensiones que genera lo global; sin embargo, esta visión está lejos de ser simple. Según Gunter Mertins (2008), no existe una definición unificada de centro histórico, lo que supone que cada ciudad —en un ejercicio de autorreflexión, autonomía y búsqueda de consensos dignos de un desarrollo superior— deba crear su propio concepto. En consecuencia, dado el carácter gaseoso de la definición que nos ocupa, el trabajo de las autoridades distritales en favor de la recuperación paisajística y arquitectónica del centro requiere el aporte de los distintos sectores de la sociedad. En este sentido, el presente trabajo pretende contribuir a hacer visibles las miradas provenientes de la sociedad civil, para lo cual se buscó hacer una aproximación endógena y otra exógena al Centro Histórico de Barranquilla a través de la imagen.

En la vida social contemporánea, lo iconográfico ha alcanzado un valor esencial en la comunicación, sobre todo desde que la tecnología ha masificado el uso de las cámaras fotográficas y puesto al alcance de ciudadanos anónimos la difusión global de contenidos a través de la red Internet.

Para lo anterior, se identificó un grupo de exponentes representativos de la población de usuarios permanentes del Centro Histórico, provenientes del comercio organizado, y se les pidió que plasmaran en imágenes los aspectos que más les llamaran la atención. La misma petición se le hizo a un grupo de estudiantes de la Universidad del Norte, quienes reportaron que no suelen desplazarse con frecuencia al Centro.

La metodología descrita es coincidente con una concepción moderna de la historia, una interpretación narrada desde adentro, que se entiende como un constructo vivo (Ferro, 2006) que permanece en constante cambio. En este escenario, lo patrimonial emerge como un texto dotado de sentido que permite hacer lecturas sobre lo que somos como sociedad... y anticipa lo que queremos llegar a ser aún antes de que medie la palabra. Eric Hobsbawm (1995) plantea algo similar cuando afirma que los registros históricos no deben escribirse a partir del relato de una sola voz, sino provenir de diferentes aproximaciones que hacen parte o afectan el objeto de estudio. Muchas veces es grande la distancia entre la historia recordada por los habitantes de un determinado contexto geográfico y social y la registrada en los textos. Algo similar se desprende de las reflexiones de Edward Said en "Orientalismo" (2006, p. 140), donde puso de presente una mirada sesgada de la historia de Oriente, a partir de relatos del objeto de estudio desde afuera, escritos a la luz de la racionalidad occidental. Said decía que «en el terreno del planeamiento del problema y de la problemática, [...] el orientalismo considera a Oriente y a los orientales como un 'objeto' de estudio marcado con el sello de lo Otro —como todo lo que es diferente, bien sea 'sujeto' u 'objeto'— pero con un carácter de lo Otro constitutivo y esencialista [...], este 'objeto' de estudio será, como es costumbre, pasivo, no participativo, dotado de una subjetividad 'histórica' y, sobre todo, no activo, no autónomo y no soberano con respecto a sí mismo».

El resultado de esta mirada fotográfica del centro desde adentro y desde afuera revela algunos aspectos sobre el uso de este espacio público que pudieran arrojar luces sobre la consciencia que existe dentro de la población civil sobre los méritos arquitectónicos de las edificaciones que allí se encuentran, además de su valor patrimonial y la práctica social que generan a su alrededor.

LA IMAGEN EN LA CONSTRUCCIÓN DE CONOCIMIENTO

La comunicación está en la esencia de todas las relaciones humanas, en la medida que —desde el momento en que nace— el individuo está inmerso en un entorno social y cultural, a la luz del cual define su identidad y es instruido sobre las particularidades de una relación con el medio, que supone límites, derechos y deberes. Esta concepción de la sociología clásica sobre la relación entre el individuo y la sociedad supone un proceso de aprendizaje que sólo puede aprehenderse con el concurso de la comunicación —ya sea de modo verbal o no verbal— desde la socialización primaria. Hay que resaltar, de igual forma, el carácter intencionado de los actos comunicativos y ponderar que cualquier texto producto de la acción humana revela las necesidades, vivencias, sueños —en una palabra el mundo interior— de su autor, lo que hace diferente la realidad real de la realidad construida socialmente.

En ese sentido, se considera pertinente hacer un breve recorrido por el saber que conecta a la comunicación social con la problemática de los centros históricos, en el contexto particular de las imágenes producidas por los ciudadanos sobre el Centro Histórico de Barranquilla. Bien lo dice Padrón (1990, p. 1), «las imágenes no nacen solas ni son anónimas, aun cuando no veamos a su autor. Detrás de cada una de ellas hay siempre unos individuos que las producen y que actúan sobre la base de una intención bien definida».

Por otra parte, la utilización de códigos verbales o no verbales para comunicar la subjetividad individual supone la utilización de una serie de reglas, una gramática; es decir, que esta subjetividad se subordina a una construcción fuera de sí misma que le da forma y que proviene del contexto cultural que le antecede y que seguirá después de él. Pero ese contexto ha cambiado. El registro fotográfico se ha adaptado a la dinámica de los tiempos y, definitivamente, ha abandonado la rigidez del estudio fotográfico. En lugar de las escenografías preseleccionadas y poses rígidas y estandarizadas, la fotografía se democratizó gracias a la tecnología y se puso al alcance del ciudadano común.

LA IMAGEN COMO DISCURSO

Antiguamente se pensaba que una fotografía era una representación directa del sujeto frente a la cámara, en la cual no existía la menor intervención del fotógrafo. Sin embargo, esta idea ha cambiado, teniendo en cuenta que el fotógrafo tiene control sobre varios elementos que moldean la imagen y que le permiten poner algo de su subjetividad en el texto visual (Stallabrass, 2007). En este sentido, la semiótica visual se ha concentrado en la interpretación iconográfica de lo que pudieran ser palabras.

Desde hace varias décadas (Szto, 2008; Cheung, 2006), la fotografía se erige en una nueva forma de discurso histórico, social, cultural y político, difundido por varios medios que abarcan, desde ciertas modalidades de fotografía periodística —como por ejemplo aquellas que intentan denunciar un problema de la comunidad en los periódicos locales—, hasta la fotografía documental (Wu & Goungchiang, 2007) e incluso las fotografías artísticas que se cuelgan en salas de arte (Stallabrass, 2007).

Varias disciplinas dentro de las Humanidades y Ciencias Sociales han mostrado interés en la fotografía como forma de construcción de conocimiento, considerándola una fuente adecuada de registro histórico y antropológico de los procesos socio-culturales que experimenta un grupo étnico territorial. Ahora, con el advenimiento de las nuevas tecnologías de comunicación e información, también resulta una herramienta válida para hacer lecturas de las macro comunidades generadas en la red (Pauwells, 2008).

Las fotografías del día a día —como las familiares, de reuniones sociales, entre otras— y/o de ocasiones especiales —como las bodas, los cumpleaños y los aniversarios, por ejemplo— nos pueden decir mucho sobre el movimiento y los cambios culturales que se llevan a cabo en una sociedad, argumentan algunos teóricos (Cheung, 2006). La mutación de una tradición antigua, la desaparición de esta misma o la aparición de nuevas tradiciones y visiones del mundo también pueden dejar su huella en imágenes que se documentan en una foto.

En el contexto colombiano, destacados investigadores han utilizado la fotografía como un elemento central en la reconstrucción de la memoria histórica de un contexto social determinado. Armando Silva (1998), por ejemplo, estudió las imágenes de un total de 170 álbumes para dar cuenta, entre otras cosas, de los cambios fundamentales en los roles de los distintos miembros de la familia a través del tiempo. Encontró el desplazamiento de la centralidad en la vida del hogar —en la autoridad y en los afectos— sobre los hijos a partir de la década del ochenta, antes de lo cual reposaba en los padres y abuelos. Por su parte, en el libro "Mompox y Loba" (1980) Orlando Fals Borda decidió zanjar la dificultad metodológica de encontrar documentos históricos en la Costa Atlántica acudiendo a lo que denominó Archivo de baúl, un tesoro documental de las familias particulares de los pueblos que, entre otros documentos, guardaban «.escrituras, cartas, folletos, pasquines, libros antiguos, objetos de arte y mecánicos, dibujos y fotografías viejas que pueden ilustrar una época histórica en su concreta expresión regional» (p. 42B).

De igual manera, fotografías de difusión masiva, como las periodísticas, pueden constituirse también en un registro de los momentos y de los procesos históricos de una sociedad (Wu & Goungchiang, 2007), más allá de una forma de propaganda o de entretenimiento estético. De manera simultánea, el uso de la fotografía trasciende el simple adorno del texto (Villagra, 2009) y ha comenzado a incursionar, no sólo en el registro histórico, sociológico y antropológico, sino también en la denuncia y en la intervención social (Singhal & Rattine-Flaherty, 2006).

LA IMAGEN COMO INTERVENCIÓN SOCIAL

«La fotografía ha tenido un papel importante como instrumento para brindar evidencia visual como una forma innovadora de observar y analizar los problemas sociales» (Szto, 2008, p. 91). En efecto, en su artículo "Every picture tells a story", Daniel Huff (1998) hace referencia a una forma pionera de intervención social a comienzos del siglo XX, la fotografía documental. El artículo se refiere a estos fotógrafos como The camera crusaders (Los guerreros de la cámara) y entre ellos destaca a Jacob Riis (1849-1914). Huff relata cómo las imágenes compuestas y evidentemente planeadas por el fotógrafo denunciaban la pobreza que vivían las comunidades inmigrantes y otros grupos proletarios en la Isla Ellis, New York, además de enriquecer estas imágenes con subtítulos como No se puede vivir como un cerdo y votar como un hombre (Riis, 1890).

En su edición Otoño/Invierno de 2006, la revista canadiense Women & Environments publicó un artículo titulado "Look, look out here!". En dicho texto se documentaba una experiencia de intervención en la cual se buscaba motivar a los residentes de varios vecindarios de la ciudad de Toronto para que exploraran y conocieran sus respectivas cuadras y alrededores, esto por medio de fotografías de los diferentes sitios y actividades que ofrecía cada sector. La campaña fue iniciativa de un niño local de diez años, quien repartió cámaras desechables entre sus amigos del vecindario y los motivó a que tomaran fotos de los lugares que más les gustaban, los que más frecuentaban y aquellos que tenían un significado especial para ellos. El producto de esta pesquisa fue muy valorado y difundido por la artista local Dyan Marie.

De la experiencia mencionada surgió un planteamiento metodológico que permitió replicarla. "In this technique, more generally known as 'participatory photography', cameras are put in the hands of the people, who are encouraged to document and co-share their own reality through photos" (Singhal and Devi, 2003; Wang, 1999; Wang and Burris, 1994; Wang et al., 1996, citado por Singhal & Rattine-Flaherty, 2006 p. 4).

Dentro de esta misma campaña se realizó una actividad especial que buscaba mostrar la renovación de los badlands —los barrios más pobres, peligrosos y deteriorados de la cuidad— plasmando las mejorías en la seguridad, la vigilancia y la infraestructura, para así motivar a sus habitantes a transitar y pasear por sus calles con mayor tranquilidad. Este uso de las imágenes como herramienta de intervención social se conoce como Fotografía participativa.

El proceso de tomar una fotografía es mucho más que el registro de un momento en la vida de un ser sujeto individual o colectivo. Algunos autores consideran que

an even more empowering, humane and participatory use of photographs is embodied in a strategy commonly referred to as 'photo voice', 'talking pictures' or 'visual voices'. The process of taking a photograph provides an opportunity to develop a story that was previously rejected, silenced, or overlooked. Further, the photograph's narrative becomes a participatory site for wider storytelling, spurring community members to further reflect, discuss and analyze the issues that confront them (Lykes, 1997; Wang, 2003, citado por Singhal & Rattine-Flaherty, 2006, p. 4).

Otra iniciativa que utiliza esta metodología la podemos encontrar en el Amazonas, específicamente en Perú, en donde Minga, una ONG local, utilizó la fotografía participativa dentro de un proyecto mayor sobre uso de las imágenes como herramientas de construcción social y empoderamiento (Singhal & Rattine-Flaherty, 2006). En esta actividad se repartieron cámaras a siete promotoras —mujeres locales vinculadas con la ONG— para que capturaran su percepción de la realidad en el Amazonas, al igual que la influencia de Minga en sus comunidades. Por medio de estas fotografías se estudiaron categorías socio-culturales como los roles de género, la comunicación dentro de las familias y la relación de la comunidad con su entorno acuático. De igual manera, se alentó a los participantes a compartir las imágenes generadas, no sólo con participantes activos de este proyecto, sino también con otros miembros de su comunidad, para generar inquietud y movilidad hacia el cambio y el sentido de pertenencia.

CENTROS HISTÓRICOS

Se considera patrimonio histórico todo aquello que desde su comienzo o creación carga consigo una historia ligada a la de la comunidad, pueblo o ciudad (Vergara, 2007). A pesar de ser un concepto joven, la semántica del concepto de patrimonio está ligada en forma indisoluble a la historia; no a una historia inerte, llena de relatos de otras épocas, sino a una historia viva, construida día a día a partir de la comprensión profunda del uso práctico real que cada comunidad le da a sus espacios urbanos, ya sean tangibles o intangibles.

Dentro de la visión histórica tradicional, los centros históricos ocupan un lugar de privilegio. Representativos por lo general del punto fundacional de la ciudad, concentran con frecuencia una buena parte de sitios, edificaciones y actividades políticas, económicas e incluso culturales, desde las épocas de las primeras urbes en la Europa renacentista hasta las metrópolis contemporáneas. Por ejemplo, el National Mall en Washington D.C., el Independence Hall en Filadelfia, La Avenida 9 de Julio en Buenos Aires, entre otros.

Dentro de la investigación urbana contemporánea, las reflexiones sobre centros históricos resultan valiosas toda vez que los estudiosos del tema han encontrado que el patrimonio histórico y cultural está fuertemente ligado a la identidad de una comunidad (Subiros, 2004). Sin embargo, la noción de patrimonio histórico se hace aún más compleja en la diversidad de las modernas ciudades-metrópoli, donde más que una comunidad integrada, existe una conglomeración de mini comunidades, una yuxtaposición de guetos incomunicados (Romero, 1999), cada uno con trasfondos históricos diferentes y por ende con nociones variadas de qué lugares y momentos dentro de la misma área geográfica se tornan históricos.

Carrión (2004) se refiere al centro histórico como el espacio público por excelencia de una ciudad, por esta razón, afirma, el centro debe crecer y modernizarse junto con la ciudad, su centralidad debe permanecer como parte de la planeación de la ciudad y no solamente como parte de su pasado.

Otras voces aportan luces al debate al señalar que cualquier área central en una ciudad puede ser considerada histórica (Carrión, 2004) si en esta se desarrolla la mayor parte de la actividad política, económica y sociocultural de cada comunidad territorial. En cada ciudad, pues, existen o pueden existir ciertas zonas establecidas como Centro Histórico, ya sea por agentes oficiales, por un consenso logrado e impuesto por una opinión dominante (Kingman & Goetchel, 2004) o como una referencia en los mapas mentales de las diferentes mini-comunidades que habitan la ciudad, esto es, en los imaginarios conectados de manera más intima al día a día de los habitantes.

Siendo así, el concepto de Centro Histórico y el de centro en general pueden llegar a desdibujarse en las ciudades cada vez más diversificadas, más fragmentadas y que se expanden más hacia las preferías y hacia las ciudadelas (Andrade, 2004), llegando hasta el punto del olvido, descuido e incluso a la negación de los Centros Históricos (Carrión, 2004), una negación que trasciende los imaginarios y que se refleja en la negligencia y en el descuido del área física (Subiros, 2004). La problemática mencionada se ha evidenciado de manera muy fuerte en Latinoamérica.

DE-CONSTRUCCIÓN Y RECONSTRUCCIÓN DE LOS CENTROS HISTÓRICOS EN LATINOAMÉRICA

Como se comentó antes, en la década del 40 la planeación y la construcción de las ciudades se enfocó en las periferias, dejando a un lado a los Centros Históricos en la mayoría de las ciudades Latinoamericanas. Como consecuencia de esto se produjo el deterioro de las infraestructuras, la dificultad en el acceso, además de la disminución de la actividad que precisamente los constituye —o constituía— como áreas centrales (Carrión, 2004). De esta manera, las zonas de mayor actividad se esparcieron hacia los fragmentos de las desdibujadas ciudades y hacia las mini-urbes (Romero, 1999). Tal fue el caso, por ejemplo, de Ciudad de Panamá, que aún en la actualidad posee un Centro Histórico —el Casco Antiguo— y un centro de actividad urbana —la zona bancaria y de negocios— distantes el uno del otro. El Centro Histórico está reservado para los turistas y es de muy poco interés en el diario vivir de los residentes.

Sin embargo, los nuevos planes de ordenamiento territorial en Latinoamérica (Massiris, 2006) están intentando retomar los Centros Históricos como parte esencial del mapa urbano, en especial del mapa de la metrópolis globalizada, es decir, asistimos a un regreso a la ciudad construida (Carrión, 2004).

En el texto "Regeneración y revitalización urbana en las Américas" (Carrión & Hanley, 2004) se hace una recopilación de varias experiencias de renovación y regeneración de los Centros Históricos en Latinoamérica para la reconstitución de estas zonas como áreas centrales. Se destacan actividades a realizar como la reconstrucción, modernización y optimización de la infraestructura, el mejoramiento de la accesibilidad entre centro y periferias, la integración de estas zonas y la utilización de viejas edificaciones como fábricas para nuevos propósitos. Esto para asegurar la rentabilidad de estas zonas y generar un atractivo que lleve a los habitantes a establecer una relación más cercana y permanente con la zona del Centro Histórico.

Respecto a los ítems de modernización, reutilización de zonas industriales y en general todo lo que requiera cambios y renovaciones en las edificaciones, existen ciertas objeciones, una de las principales es el cuestionamiento del término histórico respecto a una edificación, monumento o sector cuya forma original ha sido modificada, de igual manera se cuestiona si vale la pena mantener las edificaciones más antiguas a expensas de la inversión en edificaciones más nuevas y que se pueden conservar mejor y por más tiempo, como se pone de presente en las reflexiones de algunos estudiosos (Collin, 2008). Aquí se establece entonces una especie de conflicto entre el pasado, el presente y el futuro de una zona urbana.

Sin embargo, como lo indica la teoría de Darwin (1859), el cambio físico es una parte necesaria de la permanencia y el sostenimiento de las especies, o en este caso de los referentes históricos. Dentro de esta misma idea, algunos estudiosos (Andrade, 2004) consideran que la realización de estos cambios en la infraestructura de los Centros Históricos es necesaria para asegurar la sostenibili-dad de estos dentro del mapa urbano de las urbes metropolitanas.

EL CENTRO HISTÓRICO DE BARRANQUILLA: RECUPERACIÓN DE LA GLORIA DEL PASADO PARA INSERTARSE EN EL FUTURO

En el escenario descrito, resulta pertinente centrar ahora la atención en el Centro Histórico de Barranquilla, un área de 145,5 hectáreas o 152 manzanas, de las cuales —por desgracia— una parte significativa de los habitantes de Barranquilla sólo conoce de oídas. En el mejor de los casos conoce con la razón, pero niega con el afecto.

Como la mayor parte de centros urbanos en Latinoamérica y en el mundo, cuenta con un número significativo de edificaciones y entidades financieras, gubernamentales y culturales y, lo más importante, registra un grupo de edificaciones emblemáticas como la Aduana y el Paseo de Bolívar, además de varias casonas que alguna vez fueron el hogar de muchas familias representativas de la más encumbrada sociedad barranquillera. Sin embargo, existe un fuerte contraste entre el pasado que estas edificaciones connotan y la realidad que este sector vive en el presente. Como bien lo pone de manifiesto Carrión (2004), en el caso de Barranquilla el Centro Histórico también se ha convertido en una sombra del pasado.

Dentro del espíritu general de las modernas políticas urbanas que promulgan la construcción hacia adentro (Carrión, 2004), en Barranquilla se han generado varias iniciativas, tanto públicas como privadas, que intentan impulsar un proceso de revitalización del área que conforma el centro de la cuidad, como lo documentan los estudiosos (Vergara, 2007). Entre ellas se cuentan la construcción del Transmetro, sistema de transporte que podría facilitar la integración centro-periferia, el Parque Cultural del Caribe, la remodelación de la Biblioteca Departamental Meira del Mar por parte de la Gobernación, la optimización de parques y otros espacios públicos, al igual que la construcción de centros comerciales y otros sitios de recreación por parte del sector privado, la reparación y la optimización de las cañerías por parte de la empresa encargada del suministro de los servicios básicos de acueducto, alcantarillado y aseo. Las anteriores actividades están encaminadas a rescatar el atractivo de este sector y, por ende, a propiciar su uso diario por parte de los habitantes de la ciudad.

Aun así, quedan varios asuntos por resolver; en primer lugar gran parte de la actividad cultural y financiera de la ciudad continúa esparcida en las periferias y sólo una parte de la actividad gubernamental y judicial permanece ligada al Centro Histórico. Un segundo problema —sin duda de mayor envergadura por sus implicaciones sobre la gente— es al que Collins (2008) se refiere como la reconstrucción de lo antiguo a expensas de lo más reciente; es decir, que para poder recuperar el centro histórico de Barranquilla existiría la necesidad de borrar las huellas de los procesos históricos que tuvieron lugar entre el auge del centro y su condición actual. Por ejemplo, se estaría hablando de reubicar a unos 12.000 vendedores ambulantes (Vergara, 2007) que en la actualidad hacen parte del paisaje —caótico por cierto— de este sector.

Es necesario, entonces, detener la mirada en los procesos que se vienen dando alrededor del Centro Histórico de Barranquilla. Reflexiones desde dentro de este espacio urbano y desde fuera del mismo que permitan, a partir del conocimiento de las Ciencias Sociales, hacer más expedito el rescate de lo antiguo como prenda de identidad colectiva y su integración con lo nuevo para lograr el sueño de que la ciudad se convierta en una urbe cohesionada y pacífica que se integre de una vez por todas a la senda del desarrollo.

METODOLOGÍA

Esta investigación utilizó el diseño cualitativo, desde una perspectiva inductiva, para dar cuenta del valor patrimonial del Centro Histórico de Barranquilla a través de la fotografía. En este sentido, se reconoció la subjetividad de los visitantes ocasionales y de los usuarios permanentes del centro y fue empleada como vehículo para la construcción de conocimiento a través del descubrimiento de las particularidades de las imágenes que seleccionaron los participantes. Se acudió a la realidad heterogénea y compleja de este punto fundacional de la ciudad como fuente de información para intentar descubrir los matices más profundos de la relación que tienen con él los habitantes de distintos sectores.

La Teoría Fundada o Teoría Emergente valida este procedimiento como un método adecuado de construcción de teoría. Su propuesta principal es la generación de categorías generales de conocimiento a partir del estudio de casos particulares, en contraposición con el estudio de casos particulares como forma de respaldar, ejemplificar y comprobar teorías y categorías ya establecidas —método deductivo—, que es la manera más común de hacer investigación (Lucca & Berrios, 2003).

RESULTADOS

Los participantes en la investigación tomaron un total de 122 fotografías, de las cuales se decidió en forma conjunta eliminar 58, por razones técnicas o por repetición de la temática.

Una vez socializadas las imágenes restantes, se llegó a un consenso con los participantes en la investigación respecto a las temáticas emergentes, las cuales fueron expresadas en categorías, que se relacionaron con las preguntas de investigación, se describieron y se expresaron de la siguiente forma:

Las imágenes como expresión de la subjetividad de los participantes dan cuenta de preocupaciones, retos y conflictos planteados por varios autores sobre los centros históricos en las grandes y desdibujadas urbes modernas, particularmente en Latinoamérica (Carrión, 2004; Romero, 1999). En términos generales, el conjunto de fotografías de los visitantes ocasionales del centro se centraron más en la condición de objeto del deseo de la ciudad posible que revelaba esta infraestructura, toda vez que tuvieron más en cuenta las innovaciones urbanísticas y la perspectiva amable del uso de ese espacio público de excelencia de la ciudad, que las tareas pendientes.

A continuación se establecerán las problemáticas y/o particularidades del caso del Centro Histórico de Barranquilla registradas en cada categoría emergente:

Infraestructura

Esta categoría fue establecida por ambos grupos de observadores. Debido a la dinámica central de la realidad de los ambiciosos proyectos de renovación urbana que están llevándose a cabo en el centro, resulta de gran relevancia.

En varias fotografías de la presentación de visitantes ocasionales se observan instantáneas del sector más emblemático y transitado del centro, el que rodea la estatua del Libertador Simón Bolívar, una de las áreas más conocidas. Las imágenes se centran en recrear el uso de estos ambientes como sitios de encuentro, de refugio frente a las altas temperaturas, de recreación y de disfrute de actividades artísticas. Estas muestran una mejoría en el atractivo visual y en la accesibilidad de algunas áreas del centro, como lo ponen de presente algunos autores que se han ocupado del tema (Subiros, 2004). Un centro histórico que al tiempo que conserva la infraestructura original y recupera un poco el espacio para transitar, da un paso adelante hacia la meta de retomar el papel de espacio público por excelencia que reclaman los estudiosos de la temática de infraestructura urbana (Carrión, 2004).

A pesar de que dos terceras partes de las instantáneas de los visitantes ocasionales se centraron en la infraestructura recuperada, hubo algunas que retrataron, mientras, algunas de las tantas calles semi-abandonadas del sector, pero que sirven de sitio de trabajo a los vendedores ambulantes que al final de la jornada dejan abandonadas sus chazas.

Textos y texturas

Las fotografías de los participantes que son visitantes ocasionales del centro en esta categoría parecen reafirmar una de las reglas de oro de la comunicación social, en el sentido de que lo habitual apaga la atención. Así, este tipo de fotos de detalles, de texturas y de letreros se espera que provengan de visitantes, no de usuarios permanentes de una zona determinada.

Hay que resaltar también que algunos de los participantes decidieron involucrarse en las fotografías. Explicaron que lo hicieron para situarse como narradores en el relato de su experiencia en esta área de la ciudad, poco conocida para ellos.

Personajes pintorescos

Esta categoría también está presente en las presentaciones de ambos grupos de investigadores, sin embargo, los adjetivos pintorescos y propios dan cuenta de las diferencias semánticas que se encuentran en la selección de las tomas que hicieron los grupos de visitantes ocasionales y de usuarios permanentes del Centro Histórico.

Esta selección subjetiva de las fotos de los visitantes ocasionales del centro parecería dar cuenta de personajes que son tan visitantes ocasionales como ellos. El tono de la narrativa que acompaña a las imágenes y el título que escogieron para la categoría, parece sugerir una distancia entre los sujetos y ellos mismos, coherente con su situación de forasteros en el centro de la ciudad.

Fauna y flora callejeras

Las fotos y reflexiones textuales de los visitantes ocasionales del centro reflejaron el asombro del grupo por el hallazgo de vacas, gatos, iguanas e innumerables perros. Así mismo, sus instantáneas dieron cuenta de su perplejidad al encontrar algunas especies de árboles y flora propias de entornos rurales. La leyenda de la foto de sus zapatos es muy diciente: parecería sugerir que nosotros los barranquille-ros estamos en un espacio que nos pertenece, mientras estas plantas parecen estar en el lugar equivocado.

La segunda temática de análisis, referente a los usuarios permanentes del centro, se resume en la tabla 2.

Infraestructura

A diferencia de las fotos de los visitantes ocasionales del centro, las de los usuarios permanentes se centran en la dura realidad que les toca afrontar en su cotidianidad: problemáticas profundas, de difícil solución, como el mal uso del espacio público, la infraestructura emblemática para las generaciones anteriores que aún falta por recuperar y la movilidad que se empeora en el invierno.

■ Barranquilladas

Estas fotografías expresan comportamientos que parecen reflejar la condición arraigada del barranquillero, en donde predomina la anomia. Este ha sido uno de los mayores obstáculos para mantener en buena forma las obras de recuperación del Centro Histórico, que en algunos tramos lucen ya deterioradas por la acción de vándalos. La costumbre de vender lo típico, como la butifarra, contra las normas más elementales de higiene, fue catalogada por los participantes como una barranquillada.

Los cables enredados en los postes reflejan, también, según los participantes, situaciones que sólo se ven en el espacio público barranquillero. Adicionalmente, el paseo en moto con los rollos en el cabello parece revelar no sólo la vanidad de las barranquilleras, sino una costumbre también arraigada dentro del acervo cultural de la ciudad.

Personajes propios

La selección de personajes propios que hacen los usuarios permanentes del centro da cuenta de sujetos destacados, ya sea en razón de su oficio o por su situación social y emocional. Ellos son reflejo de lo auténtico de las problemáticas humanas que se hacen visibles en ese espacio físico.

Conflicto entre ventas ambulantes y estacionarias

Como se ha mencionado, las fotos de los usuarios permanentes del centro reflejan problemáticas más profundas, como el conflicto permanente entre los vendedores del centro histórico y los comerciantes organizados.

Discusión

Las categorías que emergieron a partir del trabajo de cada grupo, lo mismo que las decisiones subjetivas de las tomas y de los planos de las fotos, sugieren un factor relevante y positivo en la recuperación del paisaje y de la infraestructura del Centro Histórico, como es que se empieza a rescatar la relación que los habitantes de Barranquilla tienen con esta zona de la ciudad, como lo afirman varios autores (Carrión, 2004). Categorías emergentes en esta investigación como Fauna y flora callejera y barranquilladas respaldan el postulado de Cheung (2006) y de otros estudiosos sobre la fotografía como una herramienta de estudio antropológico y sociológico.

De forma similar, la fotografía implica una relación entre el artista y su sujeto (Stallabrass, 2007), de manera que la fotografía participativa utilizada en este estudio podría perfilarse como una estrategia de comunicación para el cambio social, que contribuiría al restablecimiento de la relación de los ciudadanos con el Centro Histórico de Barranquilla y gracias a la cual se conciliarían las raíces del pasado y la realidad del presente (Collins, 2008).

En iniciativas de comunicación para el cambio social, llevadas a cabo en Minga, Perú (Singhal & Rattine- Flaherty, 2006), a la comunidad se le ponía a observar las fotografías con problemáticas tomadas por algunos de sus compañeros, se hablaba sobre las temáticas y se intentaba no sólo despertar un interés general, sino movilizarla hacia la acción en favor de la causa común.

Por otra parte, existe una diferencia de la mirada que tienen del centro los visitantes ocasionales y los usuarios permanentes, que es preciso resaltar. Los primeros tienden a centrarse en el centro de los deseos, mientras que los segundos parecen lanzar un S.O.S. sobre las problemáticas que los agobian. Lo anterior podría ser considerado un indicador persistente del distanciamiento y del olvido que ha caído sobre esta zona originaria de las urbes por parte de los habitantes de la ciudad nueva, en especial por parte de aquellos que residen en las periferias y no tienen intereses cotidianos en esa zona. Algunos teóricos como Carrión (2004) dan cuenta de esa tendencia. En cierta forma, es como si los habitantes de la periferia vieran el centro de la ciudad como una territorialidad aparte y no como parte central de la propia. Consideramos que esta tendencia aún se mantiene en el caso de Barranquilla, a pesar de los cambios en el paisaje por cuenta de los evidentes adelantos en el proceso de restauración.

Por otro lado, vale la pena resaltar en esta parte de la discusión la crítica que hacen varios autores a las renovaciones de centros históricos —incluyendo al mismo Carrión (2004)— en el sentido que estas obras están demasiado orientadas hacia el turismo y hacia la actividad que viene de afuera, y prestan poca atención a las necesidades de quienes están ubicados en estas zonas de manera más permanente.

Finalmente, los resultados de esta investigación sugieren una apropiación parcial del Centro Histórico de Barranquilla por parte de la ciudadanía, lo cual inevitablemente se convierte en una preocupación que invita a acompañar las obras de infraestructura con campañas de comunicación para el cambio social, que faciliten la difusión de las innovaciones que representan los cambios en el espacio público y permitan la utilización adecuada del mobiliario urbano recién instalado.

Las diferencias en la percepción de la problemática del Centro por parte de los dos grupos que participaron en esta investigación sirven para enfatizar que, a menos que se logre una cohesión en las visiones de la mayor parte de los habitantes de Barranquilla en torno a su Centro Histórico, no podrá llevarse a cabo la movilización colectiva de barranquilleros que se necesita para que el Centro de nuestros sueños sea la realidad de todos.

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