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Investigación y Desarrollo

Print version ISSN 0121-3261On-line version ISSN 2011-7574

Investig. desarro. vol.27 no.1 Barranquilla Jan./June 2019

 

Artículos de Investigación

PRÁCTICAS EDUCATIVAS FAMILIARES DE UN GRUPO DE MADRES ADOLESCENTES DEL DISTRITO DE BUENAVENTURA, COLOMBIA

Family educational practices of a group of teenage mothers in the District of Buenaventura, Colombia

Iván Darío Moreno Acero1 

Nancy Mosquera Mosquera2 

Lina María París Silva3 

Johanna Hernández Álvarez4 

Claudia Giovanna Venegas Rodríguez5 

1 Licenciado en Filosofía, Magíster en Educación por la Universidad de la Sabana y doctorando en Estudios Sociales por la Universidad Externado de Colombia. Investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana. ivanma@unisabana.edu.co. ORCID: 0000-0003-1308-618.

2Trabajadora social, Especialista en Intervención con Familias por la Universidad del Valle y Magíster en Asesoría familiar y gestión de programas para la familia por la Universidad de la Sabana. nancymosmo@unisabana.edu.co. ORCID: 0000-0002-0538-0212.

3 Ingeniera Industrial y Magíster en Asesoría familiar y Gestión de Programas para la Familia por la Universidad de la Sabana. linapasi@unisabana.edu.co. orcid: 0000-0003-0173-5634.

4 Psicóloga y Magíster en Asesoría Familiar y Gestión de Programas para la Familia por la Universidad de la Sabana. johannaheal@unisabana.edu.co. orcid: 0000-0002-4693-3610.

5 Psicóloga y Magíster en Asesoría Familiar y Gestión de Programas para la Familia por la Universidad de la Sabana. claudiavero@unisabana.edu.co. orcid: 0000-0003-3111-1830.


RESUMEN

La presente investigación tiene como objetivo analizar, a través de sus narrativas, las prácticas educativas familiares cotidianas de un grupo de madres adolescentes afrocolombianas en condición de vulnerabilidad del Distrito de Buenaventura. Este estudio se realizó con un enfoque metodológico cualitativo descriptivo, adhiriéndose al paradigma hermenéutico interpretativo. Participaron siete adolescentes que fueron madres entre los 13 y los 17 años. La selección de la muestra se realizó de manera no probabilística, por conveniencia; asimismo, la recolección de los datos se llevó a cabo a través de entrevistas semiestructuradas. Entre los hallazgos más significativos de la investigación se encontró que la práctica autoritaria es la más utilizada por estas madres para educar a sus hijos. Sin embargo, no se regían por una única práctica, pues oscilaban entre las democráticas y las permisivas. Para las madres adolescentes del estudio, las ayudas iniciales de las redes de apoyo familiar fueron de suma importancia, ya que las percibían como fundamentales para su desempeño como madres. En consecuencia, se invita a crear nuevas estrategias de implementación de prácticas educativas familiares acordes a la cultura y al contexto de las madres adolescentes, lo que facilita el ejercicio de su maternidad en consonancia con sus realidades.

PALABRAS CLAVES: embarazo adolescente; minorías étnicas; prácticas educativas; familiares; vulnerabilidad

ABSTRACT

The purpose of this research is to analyze the methods a group of African-Colombian teenage mothers use to raise and educate their children. The sample group lives in the District of Buenaventura-Colombia, and is considered to live under vulnerable conditions. The methodological approach was qualitative-descriptive, following the hermeneutical-interpretative paradigm. The sample was non-probabilistic, by choice. Seven teens, which became pregnant between the ages of 13 and 17, were interview for this purpose. The most significant finding suggests that the practice used the most by these mothers is the authoritarian type. Although, they alternated it with the democratic and permissive types too. It was found that for these moms it was extremely important the assistance and advice they received from family support teams in order to fulfil their role as new parents. In consequence, it is advised to create new strategies and support groups that will facilitate the child raising practices of teenage families in this region, according to their cultural background and context.

KEYWORDS: teen pregnancy; ethnic minorities; family educational practices; vulnerability

INTRODUCCIÓN

La educación familiar consiste en el proceso de formación que brindan los padres y las madres a sus hijos con el fin de que se desarrollen de forma equilibrada. Así, pues, es en la familia donde se forman las virtudes y los valores de la persona (Parada, 2010). Por tanto, los padres son los primeros responsables morales de la educación de los hijos, y se espera que, en este proceso, los hijos alcancen la plena realización y sean futuros agentes sociales de cambio. No obstante, las transformaciones socioeconómicas y culturales que han tenido lugar desde la época de la industrialización han influio en la evolución de las relaciones y los roles parentales (Gervilla, 2010), lo cual se ha convertido en un reto para la sociedad actual. En busca de que la educación familiar pueda alcanzar estos fines, es importante que los padres y las madres utilicen algunas estrategias que les permitan influir de manera adecuada en el comportamiento de sus hijos. Estas estrategias reciben el nombre de "prácticas educativas familiares" (PEF), y pueden clasificarse en: autoritaria, permisiva, democrática y negligente (Alonso y Román, 2005). Es necesario señalar que estas prácticas no se dan de manera "pura", puesto que se ven influenciadas por diferentes factores, como, por ejemplo, el contexto sociocultural (Henao, Lalueza y Tenorio, 2016), las experiencias que tienen los progenitores sobre la crianza, la estructura familiar (Henao, Ramírez y Ramírez, 2007) y la psicología de cada uno de los padres (Gervilla, 2010).

A través de las prácticas de socialización familiar, los niños van interiorizando el entramado simbólico que conformará su identidad: creencias, actitudes, costumbres, valores, roles y expectativas de la cultura (Aguirre, 2000; Oliviera, Risk y Melo-Silva, 2010; Rodríguez, 2007). Esto se traduce en referentes de socialización cuya finalidad es influir, educar y orientar a los hijos para su integración social (Muñoz y Jiménez, 2014; Suárez y Vélez, 2018). Dichas prácticas difieren de unos padres a otros, pues este direccionamiento se hará según sus propios valores y su personalidad. Sin embargo, los efectos de las acciones formativas en sus hijos pueden ser variados (Ramírez, 2005). En la socialización de los niños influyen, además de sus padres, la familia extensa a través de los cuidadores (abuelos y tíos, entre otros). Según Valladares, "los adultos que se ocupan del cuidado del niño y que constituyen su familia, garantizan que se produzcan los procesos psicológicos que intervienen en el desarrollo de la personalidad (... ) la socialización y la autonomía, entre otros" (Valladares, 2008, p. 5).

La maternidad en la adolescencia, y más cuando se da en condiciones sociales precarias, se considera un factor de riesgo o de vulnerabilidad, catalogada por Stern (2008) como la falta de acceso a los servicios básicos y a las redes de apoyo social. Las jóvenes madres deben enfrentarse a las realidades contextuales tanto a nivel social como familiar; a su vez, deben asumir los deberes propios de su nuevo rol alejándose de sus pares y dejando muchas veces de lado sus estudios. Estas situaciones, según Nóblega, pueden considerarse consecuencias de los embarazos tempranos (2009). Pese a lo anterior, las adolescentes podrían llegar a sentirse plenamente realizadas con su maternidad, la cual genera en ellas sentimientos positivos que se expresan de diversas formas (Villanueva, Robles y Galicia, 2006).

Ahora bien, existe poca literatura sobre la problemática del embarazo adolescente en el Distrito de Buenaventura. Sin embargo, la Secretaría de Salud Departamental del Valle del Cauca informa que durante el 2010 se atendieron 3685 partos, de los cuales 886 fueron de jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 15 y 19 años de edad. Ese año, el porcentaje de embarazos en adolescentes de la región fue de 24 %, considerada significativamente alta si se tiene en cuenta la media nacional, cuyo porcentaje alcanzó el 19,5 %. En cuanto a la situación social, las madres adolescentes en Buenaventura deben enfrentar múltiples condiciones de vulnerabilidad (Ministerio de Cultura, 2012). Adicionalmente, se ha observado que los factores de riesgo y de protección no atañen solo a las madres, sino que los padres, la familia y los servicios de salud determinan su grado de incidencia (Carvajal, Valencia y Rodríguez, 2017).

Por otra parte, es importante anotar que en Buenaventura predomina la cultura machista, la cual atribuye el cuidado de los hijos exclusivamente a las mujeres; así, en caso de embarazo, estas deben abandonar temporalmente sus estudios, lo que limita sus posibilidades futuras y aumenta la brecha de poder entre hombres y mujeres.

En Buenaventura es posible percibir que la mayoría de las madres adolescentes que asumen el compromiso de la educación de sus hijos tienen vacíos conceptuales y estratégicos sobre la manera de criarlos. Por tanto, son irremediablemente dependientes de la guía y el acompañamiento de sus familiares (González y Estupiñan, 2010). Cabe señalar, además, que la situación económica (Gallego, 2013 y Pérez, 2012), las responsabilidades en el hogar y en el trabajo, el tiempo a disposición para la formación de los hijos, la búsqueda de espacios para su esparcimiento (Pérez, 2012), así como las expectativas familiares negativas con relación a la maternidad (Galicia, Jiménez, Pavón y Sánchez, 2006), producen altos niveles de estrés en estas jóvenes. No obstante, los estados de ansiedad generados por estas situaciones pueden reducirse al contar con redes de apoyo significativas (Mahler, 2014). Por esto, dichas redes son esenciales para estas jóvenes, puesto que las guiarán en el proceso de la construcción de su nueva identidad (Coronado y Ortiz, 2013). Sin embargo, en Buenaventura -tal como han mostrado los trabajos de Carvajal, Valencia y Rodríguez (2017), Jordán (2013), y Mosquera (2007)-, el hecho de ser madres adolescentes trae implícita una sanción social que se hace explícita en el rompimiento o erosión de dichas redes.

Para Galicia et al., la edad no es determinante en las dificultades que presentan estas madres; más bien, el rompimiento de la relación con sus redes de apoyo, cuando no su ausencia, pueden afectar el ejercicio de su maternidad, la cual se construye socialmente (2006). Es así que el proceso de crianza de los hijos está mediado por su historia y su cultura (Gallego, 2013), convirtiéndose en un reto y en una oportunidad para su nuevo rol de ser madre. Hay que tener en cuenta, por otra parte, que la realización de sus metas personales, según Galicia et al., es su primera preocupación, de manera que deja en un segundo plano la crianza de sus hijos (2006).

Por otra parte, las investigaciones realizadas hasta el momento en Colombia sobre PEF en madres adolescentes (Coronado y Ortiz, 2013; González y Estupiñan, 2010) no han tenido en cuenta su estrato social y la pertenencia a una minoría étnica. Además, los resultados en cuanto a la aplicación de las prácticas de crianza han sido heterogéneos. Es así que esta investigación analiza las prácticas educativas familiares desde una perspectiva más particular, al tener como muestra un grupo de jóvenes afrocolombianas en situación de vulnerabilidad de la región del Valle del Cauca, en específico, habitantes de la zona urbana del Distrito de Buenaventura. Evidentemente, este análisis permitirá avanzar en la comprensión de los estilos educativos de estas madres, lo que contribuye a la creación de nuevas estrategias formativas acordes a su contexto sociocultural.

METODOLOGÍA

El presente estudio se realizó desde un enfoque metodológico cualitativo descriptivo. Se prefirió este enfoque porque la información reunida contiene las experiencias y las vivencias de las madres adolescentes. Esta información se organizó en diferentes categorías, lo que permitió la identificación de las prácticas educativas familiares ejercidas sobre sus hijos. Al respecto, Erickson (1989) señala que los sistemas descriptivos permiten realizar observaciones sobre una gama de categorías determinadas, de acuerdo con los marcos teóricos generados desde los datos. Esta investigación se adhiere al paradigma hermenéutico interpretativo puesto que busca comprender las prácticas de las madres adolescentes, a través de los significados y construcciones sobre la realidad que ellas viven en su contexto específico, ya que, según Ruedas, Ríos y Nieves (2009), "se plantea como una postura epistémico-metodológica, donde se destaca su versatilidad, dada la posibilidad de interpretar y comprender la realidad en sus diversas manifestaciones" (p. 181).

La población objeto de estudio fueron madres adolescentes que se encontraban en situación de vulnerabilidad en el Distrito de Buenaventura. Este municipio, ubicado en el departamento del Valle del Cauca, de acuerdo con el Análisis de Situación de Salud adelantado por la Secretaría Distrital de Salud de la Alcaldía de Buenaventura (2017), cuenta con 415 770 habitantes, en su mayoría mujeres (226 589). De la totalidad de la población, el 0,9 % son indígenas, el 88,5 % afrocolombianos y el 10,6 % pertenece a otras etnias. La mayor parte de ellos se encuentra entre los 15 y 19 años de edad. La tasa bruta de natalidad para el 2016 fue del 12,05 %, y la de mortalidad fue del 2,39 %. Según este informe, las tasas de fecundidad en mujeres de 10 a 14 años son del 4,15 %, y, entre mujeres de 15 a 19 años, del 57,66 %; estas cifras son superiores a las reportadas en todos los municipios del Valle del Cauca. Según Núñez y Carvajal (2004), en Buenaventura el 80,6% de sus habitantes viven en la pobreza, y el 43,5 % en condiciones de indigencia; además, "tiene un índice estimado de desempleo del 29 %, y de subempleo del 35 % además de unos precarios índices de cobertura en educación y servicio públicos, y un déficit cualitativo en vivienda cercano a las 30.000 unidades" (Núñez y Carvajal, 2004, p. 11).

De esa población, participaron siete adolescentes que fueron madres entre los 13 y los 17 años; para el momento de la investigación, la edad de sus hijos oscilaba entre los nueve meses y los cinco años de edad. La selección de la muestra se realizó de manera no probabilística, por conveniencia; tres de las madres habían pertenecido a una fundación para adolescentes en embarazo (Fundemujer), y las otras cuatro madres fueron referenciadas. La recolección de la información se llevó a cabo a través de entrevistas semiestructuradas, previo consentimiento informado y por medio de la observación no participante, la cual fue consignada en hojas de registro diseñadas con anterioridad. Este instrumento se construyó con base en tres momentos específicos: en primer lugar, el hecho mismo de ser madres; posteriormente, se buscó indagar sobre las prácticas educativas de las madres y, finalmente, sobre las expectativas y los retos a los cuales se enfrentan en sus prácticas educativas familiares.

El formato de las entrevistas fue validado por siete pares expertos, de los cuales cuatro eran expertos en investigación cualitativa y los otros tres en familia. Se realizaron cuatro entrevistas individuales y una entrevista grupal con tres madres adolescentes. El análisis de la información, de acuerdo con la propuesta de Fernández (2006), inició con la captura y transcripción de las entrevistas, posteriormente se pasó a la codificación de la información (en primer lugar, se realizó una codificación simple y luego una compuesta); en la simple se analizaron las entrevistas de forma individual para entender la particularidad de las respuestas, y en la compuesta se realizó un ejercicio de agrupación y contraste de los datos reportados a fin de entender las rupturas y las continuidades de los discursos. La codificación inicial se realizó a partir de categorías apriorísticas (Cisterne, 2005); esto llevó a la identificación de categorías, de temas emergentes, y, por ende, luego de un análisis hermenéutico de la información, a la construcción de los principales hallazgos. Finalmente, se contrastaron los hallazgos con los fundamentos teóricos de la investigación, con el fin de reportar los principales aprendizajes del estudio.

HALLAZGOS

Educación familiar

La familia es el núcleo educativoen el que se forma la sociedad. Por tanto, tiene la facultad de influir y guiar a sus miembros para que sean capaces de desarrollarse como parte de la comunidad. A fin de lograr esta formación, las madres adolescentes entrevistadas emplean ciertas estrategias que les permiten regular la conducta de sus hijos. Su elección depende de variables personales, a saber: la formación que les impartieron en la familia de origen, sus creencias y la forma de ser de sus hijos. Ante este planteamiento se encontró que dos de las madres adolescentes hacen énfasis en la necesidad de educar en valores y normas, ya que estas enseñanzas les permitirán desempeñarse satisfactoriamente en su adultez, logrando así definir su identidad y tomar sus propias decisiones.

La educación para los niños en general es muy importante porque ellos son los que, primero que todo, tienen como la última palabra: que quiénes son y qué quieren ser, pero si ellos desde pequeñitos se les van inculcando lo que son los valores y cómo deben ser como personas para grandes, ellos a pesar de que después empiezan a tomar sus propias decisiones, ellos van a tomar sus decisiones viendo lo que se les ha enseñado desde pequeñitos. (E4-SD, comunicación personal). Lo que yo le enseño es a no decir palabras malas, a respetar... y que todo lo que le pidan no lo puede hacer. (E3-EM comunicación personal)

Por otra parte, la presión social influye en la forma de educar de algunas madres. En consecuencia, las acciones educativas empleadas reflejan la voluntad de complacer a los otros y no surgen de la convicción personal. De hecho, algunas de las adolescentes entrevistadas afirman que educan a sus hijos con el fin de evitar las críticas de sus familiares o vecinos. Se evidencia, entonces, que los llamados de atención no tienen la intención de formar; simplemente, pretenden evitar los comentarios que hacen los demás acerca del comportamiento de los hijos.

Porque los niños están, pero como a veces gente que hay que no, que la mamá tal cosa, que hay que la mamá no hizo nada... que la mamá no hizo nada. (E5-R, comunicación personal)

[...]Educación: «¿Qué opino? Pues que, que es buena la educación porque hay algunos pelaitos que, algunos niños pues, que la mamá no le educa bien y (pausa)» (E3-E, comunicación personal)

En contraste con lo anterior, se percibe que no todas las madres educan por presión social. Por tanto, ellas se apropian de su rol de madres y se trazan metas para la educación de sus niños. Una madre adolescente relató que su manera de educar es mediante el ejemplo:

"Las cualidades que yo veo en mí es que yo me esfuerzo demasiado, mi hijo lo ha visto de que me he esforzado para darle a él la mejor educación y todo lo que necesite" (E4-SD, comunicación personal). Por otra parte, una de las madres adolescentes opina que la educación de los niños es muy difícil. Cuenta, además, que a veces llora porque los hijos no le obedecen y admite que es ahora cuando entiende a su mamá y sus intentos para educarla. A su vez, otra adolescente hace referencia a la ausencia del padre y sus implicaciones en el proceso de formación. Narra que este no les prestaba atención y, habitualmente, no estaba en casa. Señala que su mamá asumió sola la educación y la crianza de ella y sus hermanos.

La verdad opino... que es bien... [silencio] a veces es duro porque a veces pues como uno a veces está educando a los hijos, pero uno así a veces se azara porque a veces la educación es como... no sé, cómo muy dura o a veces se. pero a veces yo misma me entiendo, a veces yo me pongo yo misma a llorar porque. lo mismo también le pasaba a mi mamá cuando trataba de educarme, de que no hiciera esto y yo era ahí, ahí... y entonces pues la verdad pues ahora entiendo todo lo que ella me decía también. (E5-R, comunicación personal)

[...]

La educación más que todo de mi mamá. (E3-E, comunicación personal)

Es necesario mencionar que la percepción de las madres sobre su labor como educadoras es el resultado de un ejercicio de introspección de la valoración que ellas tienen de sus acciones educativas. Así, una de las madres entrevistadas evalúa de manera positiva su misión como educadora, y expresa que ella siente que lo está haciendo bien:

"¿Cómo se ve como educadora? "pue, bien, pa' mí que lo etoy haciendo bien" (E3-E, comunicación personal).

Prácticas educativas familiares (PEF)

La vida cotidiana de las jóvenes entrevistadas dio un giro significativo a causa de su nuevo rol de madres que, a su vez, se transforma continuamente debido a los diferentes cambios de desarrollo que experimentan sus niños, de modo que deben aprender nuevas estrategias para su cuidado y la administración del hogar. Asimismo, sus narraciones manifiestan cómo algunas circunstancias ponen a prueba su vida diaria: los trastornos de peso de sus hijos y las dificultades para encontrar un trabajo estable, entre otras. Es evidente que estos problemas son el resultado de la falta de políticas sociales concretas de protección o, igualmente, del desconocimiento de las ayudas que brindan algunas entidades gubernamentales o privadas.

Pese a las dificultades, se percibe el interés de las madres por estimular el desarrollo personal y social de sus hijos a través de la utilización de prácticas educativas democráticas de manera implícita, ya que el uso de la negociación, que es una de sus características fundamentales, no fue descrita por estas jóvenes en sus narraciones. Con todo, se evidencia en las entrevistadas la capacidad que tienen para crear límites, establecer estrategias de crianza según la edad y el temperamento de sus infantes y enseñarles responsabilidades sencillas. De igual manera, las adolescentes comparten el deseo de enseñar a sus niños habilidades sociales de base (saludar y pedir perdón, entre otros), al premiarlos cuando tienen buenos comportamientos y reafirmando sus relaciones afectivas a través del juego.

Cotidianidad y prácticas de crianza

Las experiencias adquiridas por estas madres en la crianza de sus hijos han sido aprendidas y reforzadas desde su cotidianidad. Sin embargo, cabe señalar que estos aprendizajes no corresponden necesariamente a la adquisición de una práctica educativa determinada, sino más bien a hábitos que forman parte de su rol de ser madre. Así, pues, tres de las adolescentes entrevistadas que tienen hijos entre los dos y los tres años narran su día a día, el cual se centra en el cuidado de sus hijos y en la administración del hogar. Llevarlos a la guardería, enseñarles hábitos (como tomar su baño diario y arreglar su cuarto), acompañarlos en la elaboración de sus tareas, arreglar la casa y trabajar para su sustento son algunas de las nuevas actividades que entran a formar parte de su cotidianidad:

Un día normal, pues en la semana ella está en la guardería y pues yo todos los días me levanto, me baño a las 6 porque ella entra a las 8, la arreglo, la baño, la llevo a la guardería... y pues yo no trabajo y pues como yo ahora tejo, hago faldas, pues con eso me entretengo hasta que ella llega de la guardería, hago mis tareas, y como me han encargado faldas seguidas pues yo las hago. (E1-M comunicación personal)

[...]

La mía en la mañana la levanto, le doy el desayuno, la llevo a la guardería y me voy a trabajar, en la tarde la recojo, la llevo para la casa. (E1-K comunicación personal)

[...]

La pongo hacer las tareas que le dejan en el jardín. (E-1 K comunicación personal)

[...]

La pongo a hacer el aseo en su cuarto, que tienda la cama para que vaya aprendiendo. (E1-K, comunicación personal)

Es importante resaltar que el descanso forma parte de la cotidianidad de estas madres, para quienes, en su nuevo rol de madres, las rutinas diarias han cambiado. Por tanto, los momentos en compañía de sus hijos y seres queridos se viven de una manera diferente a los días de trabajo o estudio. Al respecto, dos de las adolescentes comentan que sus días libres los utilizan no solo para el provecho de sus hijos, sino también para el de ellas mismas.

Porque ese día no la pongo a hacer nada, porque entre semana la pongo a que haga lo del fin de semana entonces la dejo que juegue, la saco algún lado y ahí con mi hermano también en la casa se la pasa jugando o cualquier cosa. (E1-K, comunicación personal)

[...]

Y a veces cuando mi mamá no trabaja nos quedamos en la casa haciendo oficio, o aprovechando porque nosotras somos muy espontáneas, nos ponemos a hablar, a recochar y pues eso. (E1-Y, comunicación personal)

Por otra parte, el diario vivir de estas adolescentes cambia a medida que los hijos crecen. Se observa que, en el periodo de lactancia, la crianza de sus hijos absorbe totalmente su cotidianidad, por lo que sus posibilidades de estudiar o trabajar durante este tiempo son limitadas; esto se percibe en dos de los relatos en los que las jóvenes hablan de las actividades que realizan o realizaban diariamente cuando la edad de sus hijos estaba entre los cero a los 10 meses. Entre estas actividades se encuentran: dar alimento a sus hijos (leche materna o artificial), vigilar su sueño, ver televisión, comprar el desayuno y hacer diligencias importantes:

Ella se levantaba pue a las seisita pue a buscá comida, pues ahí yo, yo le daba su seno, pues ella no me recibía casi seno, más que todo era el tetero... por la noche, o sea ella dormía por ahí a las que, a las cinco y se levantaba por ahí a las nueve, o sea casi no mantenía durmiendo y lloraba mucho. (E3-E, comunicación personal)

[...]

Yo nomá me levantaba, que [cambia el tono como emoción porque recordó] ah y me iba pa donde mi mamá a dejá la niña, y me iba a comprá pues el desayuno. (E3-E, comunicación personal)

[... ]

¿Qué hacía? Ve novela. (E3-E, comunicación personal)

[... ]

Mi hija está todavía bebé, ella no está todavía en ninguna sala cuna, ni en una guardería, todavía no, yo no trabajo, no estoy estudiando, si tengo alguna diligencia que hacer la hago, de pronto alguna cita la hago. (E1-Y comunicación personal)

Otro aspecto relevante señalado por las madres adolescentes es el conjunto de dificultades que deben afrontar en su día a día en el proceso de la crianza de sus hijos. Tres de las entrevistadas coinciden en que los trastornos de peso (desnutrición), la falta de hábitos para conciliar el sueño y la inestabilidad laboral son las problemáticas que afectan permanentemente su vida cotidiana:

En las noches la hora de dormir es trágica. Hay días que me hace huelga, se pone rebelde pero la arreglo, la llevo a acostar y a las 5 de la mañana está despierta. Para mí eso es un día normal. (E1-K, comunicación personal)

[...]

Pero ahora ando corriendo con ella porque está muy bajita de peso, porque no tiene el peso que tiene un niño de nueve meses. Ella está muy bajita. Tiene como cuatro mil y pico que ya ha subido, pero está muy bajita de peso. Ando corriendo ahora con ella, pero bien. (E1-Y, comunicación personal)

[... ]

Antes de irme, porque me fui a buscar trabajo a Satinga, me fui con mi marido que tengo pues, diga, entonces yo antes de irme trabajaba allá arriba con mi ama, yo compraba mi coco, mi propio negocio lo tenía yo así, diga, entonces pues ahora que llegué estoy así, ya como un mes hay que no hago nada, entonces me azaro. (E5-R, comunicación personal)

A partir de las narraciones de estas madres se hace evidente el vuelco definitivo que la crianza de los hijos provoca en su vida cotidiana, dado el aprendizaje de nuevos hábitos necesarios para la formación de sus hijos. Se nota también que su día a día no es estático, debido a las necesidades particulares. Ellas aprenden a convivir en las circunstancias que se les presentan diariamente, en las que la angustia y la zozobra son sus nuevas compañeras. Por otra parte, en sus momentos de descanso, las madres privilegian la compañía de sus hijos y de su familia, y buscan su máximo provecho recíproco.

Es así como, dentro de esta nueva cotidianidad, algunas prácticas de crianza empleadas por estas madres para formar a sus hijos coinciden con prácticas autoritarias, democráticas y permisivas. Es posible afirmar que, a partir de las narraciones de estas jóvenes, no predomina el uso de una sola práctica educativa en la educación de sus hijos. Una vez claro lo anterior, a continuación se describen en detalle los hallazgos relacionados con estas formas de educación familiar.

Prácticas educativas familiares autoritarias

En el proceso de crianza que las adolescentes han emprendido con sus hijos predominan las prácticas educativas de tipo autoritarias. En este tipo de prácticas prima un único criterio: la rigidez, la escasa flexibilidad de sus normas y el uso del castigo como herramienta para dar solución a los problemas que se presentan a diario. Gracias a las narraciones de las madres se nota lo importante que resulta para ellas evitar que los comportamientos que tuvieron en edades tempranas los repitan sus hijos, e intentan lograrlo al utilizar, sin embargo, estrategias de corrección poco adecuadas pedagógicamente. A pesar de esto, se percibe el deseo de estas madres de formar a sus hijos de forma adecuada, con el fin de que puedan salir adelante y ser alguien en la vida.

Por ejemplo, ella está peleando, porque a ella no le gusta que la coloque con la cara pa' el cucho (mirando hacia la pared), pues yo cuando ella está peleando la coloco con la cara pal cucho y se queda dormida. (E5-R, comunicación personal). Uno como de pronto ya ha estado en la calle, uno no quiere que de pronto si uno ya tiene una hija mujer, vaya a tener un hijo de pronto, así como uno, temprano, que un hijo hombre de pronto no se vaya a meter en el vicio, las drogas, y todo eso y pues a veces uno por esos miedos también a veces es como muy fuerte, como que no hoy no vas a salir, y lo otro, mantiene regañándolos y por aquí, pero uno tiene que aprender a entenderlos, hablarles y concretarles las cosas. (E1-Y, comunicación personal)

Así, entonces, el castigo físico es frecuente en sus prácticas educativas y se ejerce al hacer uso de las manos, agua y objetos tales como correas, látigos o calzado. Este último es uno de los más usados, entre los cuales destaca el tipo "chanclas". Además, en ocasiones, las madres tienen en cuenta no solo su criterio personal para emplear una acción punitiva; también tienen en cuenta las opiniones de personas cercanas sobre su manera de actuar frente a los comportamientos de los menores. Una de ellas comenta que, inclusive, autoriza a sus allegados para que también corrijan a sus niños cuando no se comportan como se espera. De igual manera, es muy frecuente que las madres decidan reprenderlos de inmediato, de modo que se dejen llevar por sus propios impulsos, aunque luego, dada la actitud asumida, son normales los sentimientos de tristeza, evidenciándose cierta ambivalencia en las decisiones tomadas.

Digo "Káterin, tal cosa o si no o la coloco con la cara pa' el cucho", así que ahí mismo lo hace, la cara pa' el cucho es sentada en una silla mirando para la pared. A veces dicen que uno no le puede pegar a los niños, pero en ocasiones una vez se le tiene que pegar.

Por ejemplo, en mi casa porque hay unos primos, yo les digo, si ven que Káterin los molesta o algo, les digo no le peguen cocas o estenle pegando golpes. Pero al menos cojan un látigo si ellos ven que los está cansando y pegarles decentemente, ¿no? (E1-MB, comunicación personal)

[... ]

La verdad, antes pues los corregía así que, pegándoles en chancla, cosa así, pero no, porque, o sea, la gente pues me decía que no, porque o sea así los niños lo que hace es volver más esto. (E5-R, comunicación personal)"La regaño y al rato vuelve a lo mismo, entonces le pego con un látigo" (E3-E, comunicación personal)

[... ]

Sí, cuando yo lo quiero alzar y dejarlo caer, así como desaparecerlo, así como que ya. Entonces como que ya, yo voy y le hecho agua así, así y me decía mi marido "¡Mayra, ya!", y yo "¡Déjeme quieta!". Y yo échele agua y échele agua. Y él nomás me veía desde allá y me decía "Mayra, ya cálmese" y yo no, y échele agua y échele agua. Y cuando ya (respiro profundo) "mamita, ya no quiero ser más grosero". Y ahora si lo entré y lo cambié. (E2-M, comunicación personal)

Es un hecho, por tanto, que las madres adolescentes tienen como referencia las actuaciones de sus familiares en respuesta a sus propios comportamientos durante su infancia. Admiten, al respecto, que había regaños y castigos físicos como método formativo. Una de las participantes agradece estas correcciones y las toma como ejemplo para guiar a sus hijos. Esto explica cómo las prácticas autoritarias se emplean como método de formación-corrección, constituyendo también una forma de protección-prevención, orientada a salvaguardar la integridad de sus niños y a evitar que lleguen a ser víctimas de algún acto indeseable. Además, es posible afirmar que este tipo de práctica la utiliza esta joven como mecanismo de control sobre las conductas que considera particularmente inadecuadas:

Yo así que yo veía alguien comer y yo, "¡Ay, déme, ay, déme!" así, diga, entonces la verdad a mí me pegaban mucho por eso. Porque yo, mi tía, tenía una tía que, ¡ay, Dios mío!, ella yo a veces hay al que veía deme 100... Entonces mi tía la verdad eso me enseñó mucho eso porque...entonces. (E5-R, comunicación personal)

La verdad, así mismo yo trato de hacer con mi hija... como cuando veo que Carol le pide a alguien o pasa alguien y "¡déme!" ahí yo mismito la corrijo y le digo no Carol, la entro o la regaño, pero o sea no digo que... Porque así se quedan hasta grande y uno nunca sabe. (E5- R, comunicación personal)

En la búsqueda de estrategias para formar bien a sus hijos, dos de estas madres cuentan que pueden llegar a estados de irritación debido a su comportamiento, lo cual nutre en ellas deseos de castigarlos y decirles frases soeces o hirientes. Una de estas mismas adolescentes, al ver lo que hacen sus hijos, recuerda lo que ella nunca se atrevió a hacer durante su niñez y admite que era contestataria ante los regaños de su progenitora. Ahora que tiene hijos siente arrepentimiento por lo que le hizo vivir a su madre, quien, a pesar de las dificultades, ha estado presente en todos los momentos de su vida. Sin embargo, ella es consciente de que sus reacciones pueden influenciar el comportamiento de sus niños a futuro. Por tanto, intenta modificar sus prácticas educativas familiares de tipo autoritario para propiciar interacciones respetuosas entre ella y sus hijos.

O sea, el maltratarlos... o sea cuando pues yo le hablo, bueno hablo digamos que les digo "Ay, no tal cosa", y la verdad antes sí, a mí me entraba un genio malo, yo les decía tal cosa y que hay que no, porque ellos a veces, ya también ven que uno le dice "¡No hagan esto... ¡No!" (el niño responde) ahí desde que ellos le dicen ya, a uno no ya, entonces la verdad me cogía provocaba que, ay, Dios mío, volverlos por donde vinieron. (E5-R comunicación personal)

Yo lo que no quiero es que el día de mañana mis hijos también hagan lo mismo conmigo porque, a pesar de todo, eso duele. Yo, a veces, vi a mi mamá llorar y yo a veces, la verdad, me sentía muy mal. Entonces, no quiero que el día de mañana mis hijos me digan: "Usted no me diga nada"... Que yo no sé qué... a mí también me va a doler, ¿diga?, entonces yo trato... de para yo darle un cambio a mis hijos, tendrá que cambiar yo primero... tendrá que ser otra persona, ¿diga?, y o sea respetar que mis hijos vean cómo es para así que no vean que ando. (E5-R comunicación personal)Le dije "Yo, yo no me lo llevo". Entonces él se para y dice "¿Al fin con quien me voy?", y le dije: "Con nadie, se va a quedar solo porque usted no hace caso"; entonces le digo: "Ah bueno. Ya me voy a portar bien". Ahí ya empieza, por un par de semanas actúa bien, luego se olvida de lo que uno le ha dicho y retrocede. (E4-SD)

Otra de las madres hace referencia a la percepción que tienen de ella personas cercanas, quienes la ven como "peleona, regañona o muy estricta" en la forma de educar a su niño. Ella reconoce las características que le atribuyen, pero considera que tienen un objetivo claro: corregir a su hijo con regaños y el "rejo" como métodos de formación, a fin de llevarlo por buen camino:

A veces dicen que soy como muy peleona, muy regañona, que soy muy estricta; pero es que yo trato como que él más o menos macho (...) dicen que a veces yo soy como muy regañona con él, muy estricta... que lo regaño. Sí, que lo regaño como que mucho. Entonces pues... yo lo veo desde mi punto, que estoy tratando de corregirlo, que yo quiero que vaya por un camino de bien. Cuando no hace caso, si no lo regaño le doy rejo (rache). (E2-M, comunicación personal)

Prácticas educativas familiares democráticas

Otra de las prácticas que las jóvenes madres utilizan de manera implícita o explícita en los procesos de crianza de sus hijos son las prácticas educativas democráticas, las cuales se caracterizan por el reconocimiento y el respeto de la independencia de los hijos, la negociación en la toma de decisiones y la explicación de las normas establecidas en el hogar. Cabe resaltar que algunas de ellas supervisan, exigen y comunican con claridad las responsabilidades que han sido asignadas intentando algunas veces hacer uso de la negociación, pero sin resultados positivos. Por ejemplo, son capaces de crear límites, cambiar de estrategias según los temperamentos y las edades, enseñarles a ser responsables en las tareas asignadas y entablar conversaciones que les permitan mejorar los comportamientos de sus hijos:

Las reglas... no más cuando uno pues, digamos que... les enseñan pues, así que digamos... como le digo, al tocar lo que no sean de ellos pues, que no sea, pues yo a veces le digo a Carol esto nos es mío o esto es así, porque les digan de, les enseño solamente a no tocar, o hacer que lleguen a un lado y no llegar ahí como... pero tengo el segundo, pero el segundo si toca vea, entonces yo a él, lo mantengo es ahí, vea no toque esto, o si la otra. (E5-R, comunicación personal)

[...]

Ella no es tan, ella lava sus calzones, ella lava sus calzoncitos, cuando ella hace reguero la mando a que vaya recogiendo, pues así, y pues cuando ella pide moneda o pide algo yo no se la hago recibir, porque así se queda pidiendo todo lo que ve y pues ya. (E1-MB, comunicación personal)

[...]

Yo le digo que otro día se lo doy o hay veces que le digo: "No hay plata". (E3- E, comunicación personal)

[...]

Yo la veo haciendo algo malo, yo le digo "eso no lo haga", por tal cosa, cuando aprende cosas que no debe, vicios, o hay que cogió eso, o ve peladito que hacen cualquier cosa, o así... entonces. (E5-R, comunicación personal)

[...]

Que si yo le voy a llamar la atención con los golpes y a gritos eso es lo que él va a hacer. En cambio, si yo le hablo a él, estamos haciendo un diálogo a la cual yo le estoy dando a mostrar las cosas malas que está haciendo y le estoy dando y explicando lo que está haciendo. Asimismo, él lo va a hacer con sus hijos, que cuando él tenga los de él entonces él siempre va a esto, a poner las riendas en su casa, y va a decir "aquí nadie le va a pegar a nadie". Para eso se va a hablar para tomar una decisión y tomar medidas en los problemas y las cosas que hay que solucionar. (E4-SD, comunicación personal)

De igual forma, en las narraciones de estas madres se encontraron otras conductas asertivas utilizadas para la educación de sus hijos: el deseo de corregirlos de manera adecuada, de enseñarles habilidades sociales y de buscar premiarlos por sus buenos comportamientos. Así, pues, se evidencia cómo una de estas madres describe la manera en que maneja la rabieta de su hijo, mantiene la calma e ignora su comportamiento. Del mismo modo, esta misma joven desarrolla en su hijo habilidades de respeto por los demás, enseñándole a decir "gracias", "disculpe" y "perdón". Finalmente, otra de las jóvenes intenta reforzar las buenas conductas de su hija a través de recompensas materiales (regalos):

Yo trato que te diga "gracias" cuando tú le das algo. papi. o sea irle creando como las basecitas, lo básico; que diga "gracias, que diga "disculpe", "perdón", ya... eso. Para uno irle creando buenas pautas para más adelante se vea lo que está haciendo. (E2-M, comunicación personal). Cuando se porta bien: le doy un regalo, le regalo, por ejemplo, una muñeca, cosas que a ella le gustan. (E3- E, comunicación personal)

Cabe mencionar que el juego es otra manera de desarrollar una relación democrática entre padres e hijos, ya que, gracias a esta práctica, se crean lazos que afianzan las relaciones y, a su vez, la confianza de los niños. Al respecto, una de las madres adolescentes entrevistadas comenta cómo interactúa con su hijo gracias a diferentes actividades lúdicas (armando rompecabezas o haciendo torres de bloque), lo cual refleja que hay un interés de parte de esta joven en educar y estimular el desarrollo personal y social del niño.

Cuando no, armamos rompecabezas, o haciendo torres de bloques y la coloco con el abecedario, o a contar con un ábaco, eso es todo lo que hacemos. (E1- K, comunicación personal)

[...]

Es como si no tuviera oídos, no lo hemos acostumbrado a los golpes, simplemente mi mamá, que es la que más mantiene con él, que le pone las riendas y le dice, si no te portas bien va a pasar esto, lo otro, pero él no, no más es como por el momentico y luego como que se olvida que uno lo ha amenazado con tal cosa y vuelve a lo mismo. (E4-SD, comunicación personal)

Prácticas educativas familiares permisivas

Las prácticas educativas permisivas se caracterizan por la falta de autoridad por parte de los cuidadores de los niños. Las prácticas permisivas se manifiestan cuando hay reglas poco claras y flexibles, baja exigencia, una comunicación poco efectiva y cierta sobrepro-tección. Se encontró, en este sentido, que algunas de estas adolescentes presentan dificultad para mantener firmeza y claridad en las normas con sus hijos y, en ocasiones, se apoyan en sus familiares para su formación, sin establecer acuerdos claros entre ellos. Finalmente, se observa en estos mismos relatos que la ambigüedad en las pautas de crianza lleva a que se presenten conductas disruptivas: gritar sin un motivo, pegar, morder e incumplir órdenes.

A veces Kiara yo la estoy regañando y ella empieza a gritar y me coge a morderme. Entonces yo me empiezo a reírme y mi mamá me dice: "No, no se le ría que mire que esto es serio". (E1-Y, comunicación personal)

La desobediencia es otra conducta disruptiva a la cual deben hacer frente estas madres con sus hijos. En los relatos de tres de ellas se evidencia esta situación, propia del estilo permisivo. La primera adolescente cuenta que su hija de tres años no le hace caso a la hora de dormir, y se duerme cuando ella decide; la madre es consciente de que los niños se deben acostar temprano, aunque admite que no ha encontrado una manera de lograr que su hija le obedezca. La segunda de las madres narra que su hija no le obedece a ella sino al padre adoptivo y adicionalmente, cuando la corrige, la niña se queda dormida. Por último, la tercera de ellas expresa que su hija no le pide permiso para ir a la calle, sino que se dirige a la tía y esta la deja salir sin supervisión:

Los niños tienen que tener un horario para dormir. No porque o sea no, yo creo que después de las 9 p. m. pa ya y eso está muy tarde ellos no eran de estar despiertos y cuando uno trato, o sea porque yo a veces trato que los míos, "ay no, Carol [tres años] vea acuéstese" y ella vea "no, no", vea a veces llega las 10, 11 y está Carol ahí. (E5-R comunicación personal) Ella a mí casi no me hace caso, ella le hace caso al papá (padre adoptivo), Jhon Fredy le habla y ahí sí ella presta atención, yo le digo "Katerin vení vee", no me hace caso (risa) y pues cuando, por ejemplo, ella está peleando porque a ella no le gusta que la coloque la cara pa' el cucho, pues yo cuando ella está peleando la coloco con la cara pal cucho y se queda dormida. (E1- M, comunicación personal)

DISCUSIÓN

El estudio comprensivo de las prácticas educativas familiares (PEF) de madres adolescentes en condiciones de vulnerabilidad social, pertenecientes a la minoría étnica afrocolombiana, constituye un aporte novedoso al conocimiento de las realidades que se configuran durante los procesos de crianza de esta población en particular. Es importante aclarar que, para efectos de esta investigación, se tuvo en cuenta la definición de Alvis, Alvis, Castro y Correa (2008) sobre vulnerabilidad, quienes afirman que esta es "la situación de riesgo a la que se ven expuestas las comunidades, familias y personas ante cambios en las condiciones del entorno" (p. 212). Por lo general, estas situaciones de riesgo se asocian a la pobreza. Cabe anotar, sin embargo, que la vulnerabilidad puede ser atenuada, aun en situación de pobreza, si se garantiza el acceso a los servicios básicos y se cuenta con las redes de apoyo sociales (Stern, 2004).

Respecto a los estudios realizados sobre maternidad temprana y vulnerabilidad, se encontró muy poca literatura relacionada. Sin embargo, hay que destacar que algunos investigadores como, por ejemplo, Peña, Villavicencio, Palacios y Mora (2015), Gonzáles y Estupiñan (2010), y Coronado y Ortiz (2013), analizan de manera interesante las prácticas educativas de madres adolescentes. Es por esto que en la presente investigación se hace necesario analizar las formas de crianza de la población en mención con el fin de contribuir a la comprensión de sus prácticas formativas cotidianas y, a su vez, abrir caminos para que los profesionales dedicados a esta problemática puedan elaborar sus intervenciones, de acuerdo con las necesidades reales de cada comunidad. Al considerar lo anterior, se expondrán a continuación los resultados encontrados en el presente estudio. En primera instancia, en la categoría "Ser madre" se halló que los embarazos de estas jóvenes no fueron planeados o, más bien, que estos se dieron debido a la falta de claridad sobre las consecuencias de la maternidad adolescente y los posibles efectos que influirían en su proyecto de vida, hallazgo que resulta coherente con los estudios adelantados en Buenaventura por Carvajal, Valencia y Rodríguez (2017), Jordán (2013), y Mosquera (2007). Al respecto, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, 2014) comenta que la mayoría de estas menores no están buscando quedar en embarazo. En este sentido, Mahler (2014) afirma que los vínculos inestables que tienen las adolescentes con su familia de origen son un factor determinante en la ocurrencia de estos embarazos, hecho que se corrobora en esta investigación al poner en evidencia el modo en que las relaciones entre los integrantes del sistema familiar inciden en la maternidad temprana.

En este grupo predomina la tipología familiar extensa y la reconstituida, en la que las jóvenes madres reciben una colaboración elemental en la crianza, el cuidado y la manutención de sus hijos por parte de sus familias de origen, lo que genera cambios en la organización familiar. Los anteriores hallazgos son similares a los encontrados en el quinto boletín del Observatorio de la Familia de la encuesta del Departamento Nacional de Planeación de Colombia (DNP, 2015), en la que se encuentra que "las adolescentes madres/ embarazadas probablemente no constituyen nuevos hogares, sino que permanecen en el hogar de sus padres, quienes terminan asumiendo la crianza del hijo de la adolescente, afectando la configuración de la estructura familiar" (p. 19).

Algunas de las jóvenes que no recibieron ayuda de parte de sus familiares en el proceso de la concepción y el alumbramiento lograron acceder a una institución privada existente en la época.

Estas jóvenes valoran estas ayudas iniciales de las redes de apoyo y reconocen su papel fundamental durante el ejercicio de la maternidad y para el logro de sus metas, al ser este uno de los hallazgos más significativos de la investigación. Este resultado se asemeja a los de Coronado y Ortiz (2013), Carvajal, Valencia y Rodríguez (2017), así como Román, Martín y Carbonero (2009), cuando afirman que dichas redes son determinantes en el nuevo rol de las jóvenes madres y en el afianzamiento de las prácticas formativas a seguir en el proceso educativo de sus hijos.

Ahora bien, las redes de apoyo sociales también juegan un papel importante en el manejo del estrés en las madres adolescentes. En el presente estudio, algunas de las jóvenes admitieron haber vivido, en ocasiones, ciertos estados de ansiedad relacionados con la falta de ayuda idónea por parte de sus familiares y allegados en el proceso de crianza y cuidado de sus hijos mientras ellas estudian o trabajan. Este hallazgo concuerda con el de Mahler (2014) cuando afirma que el estrés en la crianza es un factor que se presenta con frecuencia en este tipo de población, y solo se reduce con el soporte que quienes lo padecen pueden encontrar en sus diferentes redes de apoyo. Sin embargo, quedó claro dentro de esta investigación que las jóvenes pierden el apoyo de su red familiar, con lo que se debilita su capacidad para socializar a través de prácticas educativas familiares democráticas, los principales elementos que conformarán la identidad de sus hijos; esto quiere decir que con el rompimiento o erosión de sus redes familiares de apoyo la condición de vulnerabilidad de ellas y sus hijos aumenta. El estrés que viven las madres adolescentes en Buenaventura por los conflictos sociales, la falta de recursos y las oportunidades de su contexto socioeconómico (Arroyo, 2013; Cortés, 2006; Castaño, et al., 2018; Defensoría del Pueblo Colombia, 2006), aumenta ante la novedad de las circunstancias propias de las responsabilidades que conlleva ser madre. Es así como las jóvenes participantes en esta investigación coinciden en que su situación laboral y económica, la educación y la salud de sus hijos, así como el tiempo que dedican para sus actividades personales son aspectos que generan en ellas frustración, angustia y preocupación. Estos aspectos son corroborados por Pérez (2012), para quien las madres solteras ven su estilo de vida estresante debido a "las preocupaciones financieras [...] sobrellevar el trabajo, la casa, un tiempo adecuado para estar con los niños y los momentos propios para la persona misma" (p. 63).

Por otra parte, el rol de ser madres lleva a estas jóvenes a cambiar algunas de sus actividades cotidianas. De este modo, lo académico y lo recreativo pasa a un segundo plano porque, primero, deben ajustar sus tiempos a las responsabilidades que trae consigo la maternidad. Traumann, Butinof, González y Sabulsky (2014), y Gallego (2013), confirman este hallazgo al afirmar que ser padre o madre implica asumir nuevas obligaciones frente a la crianza de la prole, teniendo que adaptarse a los diferentes cambios que se presentan. Se observa que estas situaciones debilitan o afianzan las interacciones afectivas iniciales entre estas adolescentes y sus hijos, ratificando lo expresado por Cáceres Molina y Ruiz (2014), quienes consideran que los vínculos afectivos entre madre e hijo son influenciados por las circunstancias y los cambios psicológicos que se presentan desde la etapa de la concepción. En este orden de ideas, los sentimientos vividos por estas jóvenes oscilan entre la tristeza, la angustia y el miedo, producto de lo repentino del embarazo, a los cambios en su ritmo de vida, a la inestabilidad en las relaciones de pareja y a los posibles riesgos de enfermedades prenatales; por otra parte, aflora la felicidad al saber que sus hijos nacen sanos. Esto se corrobora con lo dicho por Villanueva, Robles y Galicia (2006), para quienes las madres adolescentes se sienten realizadas con su maternidad, produciéndoles sentimientos positivos. Hay que anotar que estos sentimientos los experimentan todas las embarazadas. Al respecto, Centenaro, Marín, Silva y Golembiewski (2015) coinciden en que la ansiedad, el miedo y el nerviosismo durante la gestación, así como la felicidad que produce el nacimiento, no son sentimientos exclusivos de la maternidad temprana.

Se observa en este estudio que, con el paso del tiempo, las relaciones de estas madres con sus hijos son más cercanas y profundas. Así, sus demostraciones de afecto aumentan de forma paulatina. Ellas expresan su deseo de interactuar con sus hijos a través de las palabras, los cuidados, los reconocimientos materiales, el intento por satisfacer sus deseos y el contacto físico, fortaleciendo los vínculos afectivos gracias a estas manifestaciones cotidianas. Lo anterior se relaciona con lo planteado por Coronado y Ortiz (2013), al afirmar que las madres adolescentes establecen con sus hijos sólidas interacciones que se manifiestan a través de las palabras y del contacto físico, como, por ejemplo, on cbesos, abrazos y caricias, entre otros.

La convivencia de estas madres con sus hijos y el consecuente fortalecimiento de sus vínculos afectivos hacen que se priorice la relación con ellos, centrando sus expectativas en buscar alternativas que les proporcionen una mejor calidad de vida, al ser sus hijos el aliciente para alcanzar dichas metas. Estas adolescentes consideran también de gran importancia el poder satisfacer sus necesidades económicas gracias al acceso a la educación y a la posibilidad de encontrar empleo. Esta prioridad (el trabajo) la corrobora uno de los estudios realizados por La Región Latinoamericana Lasallista (Relal, 2012), pues asegura que las adolescentes embarazadas consideran que su futuro depende de su vinculación al ámbito laboral. Es así que el ejercicio de la maternidad temprana lleva a las adolescentes a replantear sus expectativas futuras, lo que las impulsa a adquirir nuevos aprendizajes y a desarrollar no solo una mayor independencia y autonomía, sino también a hacer frente a los nuevos retos.

Por el contrario, Galicia et al. (2006) encuentran que las madres adolescentes están más preocupadas por su vida futura y sus metas personales que por la crianza de sus hijos, circunstancia que no se corresponde con las narrativas de la presente investigación, pues se pudo determinar que estas jóvenes tienen la intención de formar a sus hijos en normas y valores, a fin de que puedan desempeñarse satisfactoriamente en la adultez.Por otra parte, gracias a este estudio se evidencia que las jóvenes madres se inspiran en referentes familiares, sus vivencias y creencias para reflexionar sobre la educación de sus infantes. En relación con estos hallazgos, Pulido, Castro, Peña y Ariza (2013) comentan que la familia (abuelos y abuelas) es la transmisora generacional por excelencia de las habilidades y concepciones educativas. Asimismo, se advierte que, al contar con la experiencia de sus seres queridos o personas cercanas como modelo, ellas desarrollan menos autonomía en las decisiones formativas que deben tomar a la hora de orientar y corregir a sus niños. De ahí que algunas de las madres participantes en esta investigación busquen complacer a las personas que les colaboran en la educación de sus hijos, al emplear prácticas educativas alejadas de sus propias convicciones, tratando de no sentirse juzgadas. Ahora bien, no solo la familia de origen influencia las prácticas de crianza de estas madres: la cultura y el entorno social juegan un papel fundamental en las decisiones que ellas toman con respecto a la formación de sus hijos. Las creencias populares (curativas y formativas) predominan e influencian, de alguna forma, sus maneras de ser y hacer, debilitando su ejercicio como educadoras. Bernal (2009) y Parada (2010) afirman que la informalidad y la espontaneidad de esta labor educativa provienen de las experiencias y vivencias cotidianas que, para estas jóvenes, están basadas, según los hallazgos de esta investigación, en las convicciones de sus ancestros. Es así como estas madres adolescentes deben responsabilizarse de la crianza de sus hijos, al asumirla sin una orientación clara y coherente, pero considerando, por su parte, que estas creencias sustentan las mejores estrategias para formar.

Con respecto a las prácticas educativas, las más utilizadas son las de tipo autoritario; las democráticas y permisivas se emplean en menor medida; es decir, no se rigen por una práctica educativa única en el proceso formativo de sus hijos. Esto ratifica la postura de Peña et al. (2015), y de Henao, Ramírez y Ramírez (2007), pues expresan que no existe un estilo único de crianza. De este modo, los factores que intervienen en la toma de decisiones de estas madres sobre la educación de sus hijos son la edad, el contexto sociofamiliar, su estado de ánimo y las experiencias vividas. Algunos de estos hallazgos son respaldados por varios autores para quienes el contexto familiar (Henao, Lalueza y Tenorio, 2016), la experiencia (Henao et al., 2007) y la estructura familiar (Gervilla 2010) son elementos determinantes en la formación de los hijos. En el empleo de las prácticas autoritarias, este grupo de madres tiene en cuenta, como se ha señalado en párrafos anteriores, los saberes de sus progenitores y familiares que influyen particularmente en su forma de orientar o corregir a sus hijos. Se advierte, de igual manera, que estas adolescentes utilizan con frecuencia objetos para castigar (el látigo y la chancla). Es necesario precisar que el uso de estas prácticas genera en ellas tristeza y contradicción, debido a sus comportamientos impulsivos al momento de corregir a sus hijos. De acuerdo con sus narraciones, se interpreta que estas jóvenes hacen uso de este "estilo" por miedo a que sus hijos, a medida que crecen, actúen de manera equivocada y sean rechazados por la sociedad. De hecho, para Alonso y Román (2005), quienes utilizan el estilo autoritario no muestran afecto por sus hijos ni interés por sus necesidades. Contrario a lo que expresan estos autores, los resultados de la presente investigación indican que estas madres sí tienen interés por el bienestar de sus niños, por suplir sus necesidades y brindarles el afecto necesario para su desarrollo integral. No obstante, la falta de conocimiento hace que ellas se vean desprovistas de las herramientas necesarias para educarlos de acuerdo con sus valores y expectativas.

Por otra parte, estas madres emplean ocasionalmente la práctica familiar democrática. Así, a partir de sus relatos, ellas dan a conocer la capacidad o el deseo que tienen de crear límites, establecer pautas de crianza según los temperamentos, enseñar responsabilidades, usar estrategias sencillas de negociación y desarrollar habilidades sociales de base con sus hijos, premiarlos por sus buenos comportamientos e interactuar con ellos a través del juego; todo esto, a fin de fortalecer sus relaciones afectivas. Según Alonso y Román (2005), estos comportamientos parentales son características del tipo de crianza democrático, en los que la comunicación es bidireccional y efectiva, lo que da cabida a la conciliación y a la expresión asertiva de los niños. Según Henao et al. (2007) el empleo de prácticas democráticas permite desarrollar de forma progresiva en los niños habilidades que cultiva en ellos el emprendimiento, la responsabilidad, la creatividad y la seguridad en sí mismos, de manera que forman individuos estables, resilientes y propositivos.

A pesar del uso esporádico de esta práctica por parte de las jóvenes madres, sus hijos a futuro pueden aún desarrollar dichas habilidades dada la existencia de diferentes factores (redes de apoyo institucionales y familiares) que pueden influir de forma positiva en su evolución social y afectiva. Además, es posible afirmar que el ciclo vital en el que se encuentran estas jóvenes madres hace que sus posibilidades de educar bajo un estilo democrático se vean limitadas, al ir de una práctica a otra sin que sean realmente conscientes de ello.

Por último, en el empleo de prácticas permisivas se destaca la sobreprotección, la poca claridad y la falta de firmeza en las normas. Los padres permisivos, según Alonso y Román (2005) son "...vulnerables con respecto al hijo, mostrándose débiles e incluso cómodos y excesivamente dependientes de cada situación, tanto del contexto, como del destinatario y estado del adulto" (p. 77). A partir de la investigación, se observa que resulta difícil para estas madres, en ocasiones, mantener la vigencia de las normas establecidas por la falta de autoridad en sus interacciones con sus hijos. Sin embargo, ellas no buscan ser sobreprotectoras, diferenciándose de las características de madre permisiva expresadas por Alonso y Román (2005) sobre el tipo de crianza permisivo. En consecuencia, los hijos de estas jóvenes tienen dificultad para seguir instrucciones, presentando así conductas disruptivas.

En definitiva, de acuerdo con González y Estupiñán (2010), es posible afirmar que las madres adolescentes "tienen vacíos conceptuales y estratégicos para la crianza de sus hijos (...) ya que dejan entrever la falta de formación e información coherente con las necesidades (... ) que requiere el bebé para su desarrollo" (p. 402). En este sentido, los resultados de esta investigación señalan que estas jóvenes desean que sus hijos sean exitosos en sus vidas y puedan tener un lugar privilegiado en la sociedad. No obstante, se encuentra que no hay correspondencia entre lo que desean y lo que hacen, pues las PEF empleadas, con frecuencia, se alejan de sus metas o ideales, debido a la falta de conocimiento en estrategias educativas que les permitan lograr sus propósitos como madres formadoras.

En todo caso, se destaca la heterogeneidad en el uso de las PEF por parte de algunas madres adolescentes (investigaciones cualitativas) oriundas de la región andina colombiana. De este modo, González y Estupiñán (2010) refieren que, en el municipio de Duitama, departamento de Boyacá, se usan las prácticas autoritarias para educar a los hijos. Por su parte, Coronado y Ortiz (2013) señalan que, en Medellín, capital del departamento de Antioquia, se utiliza más el diálogo que el castigo físico. Dichos estudios y el presente muestran cómo las madres adolescentes en diferentes condiciones contextuales y culturales pueden desarrollar prácticas educativas diversas. Sin duda, estas particularidades son fundamentales en la concepción de nuevas estrategias de intervención, en relación con las prácticas educativas familiares que permiten robustecer el ejercicio de la maternidad de estas madres sin perder de vista sus realidades cotidianas.

CONCLUSIONES

Las prácticas educativas familiares de las madres adolescentes en situación de vulnerabilidad en el Distrito de Buenaventura las influencia el contexto cultural, social y familiar. Cabe resaltar que algunas de ellas reciben acompañamiento de las redes de apoyo (familiares e institucionales), gracias a las cuales se allana el camino de los aprendizajes necesarios para hacer frente a su rol de ser madre, adaptarse a los retos que se les presentan, continuar con su proceso educativo y alcanzar sus expectativas. Probablemente estas madres aplicarán unas PEF idóneas para educar a sus hijos en función de sus metas formativas y podrán disminuir los niveles de estrés generados por el ejercicio de su maternidad.

Es un hecho, además, que la mayoría de estas jóvenes habitan con sus familias extensas. Sin embargo, esto no garantiza que estas redes brinden la ayuda adecuada para asumir las responsabilidades de ser madre. Así, pues, cuando estas adolescentes no cuentan con la colaboración de sus seres queridos ni sostienen una relación estable de pareja, su rol de ser madre se ve afectado, al igual que sus vínculos afectivos, y no contribuye al uso de prácticas de crianza adecuadas. Se sabe que las redes de apoyo son fundamentales para estas madres. Sin embargo, en ocasiones, esto les impide ser autónomas en la educación de sus hijos, lo que genera en ellas ambivalencias que, a su vez, dificultan la toma de decisiones acertadas con respecto a su formación.

Por otra parte, se encuentra que las creencias y los saberes de los antepasados de estas jóvenes también inciden en la manera de elaborar sus prácticas educativas. De ahí que, al interior del sistema familiar, existan reglas de crianza difíciles de modificar por estas adolescentes, debido a su edad e inexperiencia. En consecuencia, prefieren seguir estas reglas y utilizarlas para no sentirse juzgadas y evitar los conflictos con sus allegados. Por lo general, estas prácticas educativas ancestrales tienen una inclinación autoritaria. Como se mencionó, estas jóvenes madres emplean prácticas educativas autoritarias al corregir las conductas inapropiadas de sus infantes; normalmente, acompañadas de comportamientos impulsivos, por lo que la tristeza y la contradicción son sentimientos característicos de este tipo de práctica. Por otra parte, ellas hacen uso de estas maneras de educación por temor a que las propias conductas negativas sean repetidas por sus hijos y, a su vez, estas provoquen el rechazo de la sociedad. Esto muestra el interés que estas madres tienen por ellos, lo cual hace pensar que las prácticas educativas autoritarias no están necesariamente relacionadas con la falta de afecto de los padres por los hijos. Al mismo tiempo, estas prácticas autoritarias están acompañadas de permisividad, lo cual hace frágiles las reglas que las madres han establecido. Esto no implica que sean madres sobreprotectoras; más bien, este comportamiento es el resultado de la falta de confianza e inexperiencia en la manera de educar en cada una de las diferentes situaciones que se les presentan en el proceso de crianza de sus hijos. Ahora bien, en dicho proceso, estas madres utilizan esporádicamente prácticas educativas democráticas, hecho que no garantiza un desarrollo significativo en los niños, correspondiente al uso de estrategias democráticas.

Lo dicho hasta aquí demuestra que estas madres adolescentes no siguen una única práctica de crianza, pues oscilan entre una y otra, de acuerdo con el contexto familiar, a los aprendizajes y experiencias vividas, a los estados de ánimo que las acompañen y a la edad. Estos hallazgos, por otra parte, permiten concluir que el ciclo vital en el que se encuentran estas jóvenes madres hace que sus motivaciones de educar se vean condicionadas por las diferentes circunstancias que las rodean, sin que sean realmente conscientes de ello. Finalmente, debe tenerse en cuenta que estas adolescentes, debido a su situación de vulnerabilidad, carecen de apoyo social, de conocimientos y de estrategias que les permitan formar adecuadamente a sus hijos; esto no quiere decir que ellas no muestren deseos de aprender nuevas maneras de ser y hacer en la crianza de sus hijos.

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