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Investigación y Desarrollo

Print version ISSN 0121-3261On-line version ISSN 2011-7574

Investig. desarro. vol.30 no.1 Barranquilla Jan./June 2022  Epub June 04, 2022

https://doi.org/10.14482/indes.30.1.305.9 

Artículos de Investigación

CONDICIONES EMOCIONALES DE ADULTOS HUÉRFANOS EN SU NIÑEZ A CAUSA DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO

Emotional Conditions of Adults Orphaned in their Childhood due to the Colombian Armed Conflict

Iván Darío Moreno Acero1 
http://orcid.org/0000-0003-1308-6184

Mónica Constanza Gualdrón Romero2 
http://orcid.org/0000-0003-0799-9999

Isabel Cristina Neira Uribe3 
http://orcid.org/0000-0002-0062-3561

1 Universidad de La Sabana, Colombia. Doctor en Estudios Sociales. Investigador y profesor de planta. Instituto de La Familia, Universidad de La Sabana. ivanma@unisabana.edu.co.

2 SENA, Colombia. Magíster en Asesoría Familiar y en Gestión de Programas para la Familia. Instructora. SENA, Regional Distrito Capital: Centro de Gestión Administrativa. monicagualdronromero@gmail.com.

3 Policía Nacional de Colombia. Magíster en Asesoría Familiar y en Gestión de Programas para la Familia. Profesora. Policía Nacional de Colombia. isabelcristinaneirauribe@gmail.com.


RESUMEN

Este estudio describe los cambios emocionales que viven las personas que durante su niñez quedaron huérfanas a causa del conflicto armado en Colombia. Se desarrolló una investigación de tipo cualitativa, en la que, por medio de cuatro entrevistas a profundidad, realizadas a las víctimas, se evidenció que los NNA deben asumir roles que no les corresponden, como la carga económica de su casa, la crianza de los hermanos menores y el abandono de los estudios y sus sueños de infancia. Los entrevistados narraron cómo enfrentaron el desplazamiento y reclutamiento forzado y cómo debieron habituarse a nuevos núcleos familiares e instituciones. Sus descripciones reflejan que han asumido el desarrollo de una infancia, juventud y edad adulta lidiando con duelos y pérdidas no resueltas, como vivir mutilados emocionalmente durante el resto de su vida, así lo mencionaron. Otros hallazgos relevantes del estudio son las conductas de aislamiento social y secuelas físicas que desarrollan las víctimas aún en la etapa adulta como consecuencia del impacto emocional por la pérdida violenta de sus padres a causa del conflicto. Esta investigación resalta la importancia de reconocer a los menores huérfanos por el conflicto como víctimas y acompañarlos en el proceso de duelo por la muerte de sus familiares, en tiempos más cercanos al evento traumático, al igual que entregar herramientas, basadas en experiencias reales, que les permitan adaptarse a sus nuevas dinámicas familiares y de vida con el apoyo de profesionales de la salud mental y asesores familiares.

PALABRAS CLAVE: orfandad; familia; niñez; duelo; conflicto armado

ABSTRACT

The following study describes the emotional changes experienced by people who were orphaned during their childhood due to the armed conflict in Colombia. A research with a qualitative methodology was carried out, in which, through four in-depth interviews carried out with the victims, it was shown that children and adolescents must assume roles that do not correspond to them, such as the financial burden of their home, raising their siblings, and the abandonment of their education and childhood dreams. The interviewees narrated how they faced displacement and forced recruitment and how they had to get used to new family nuclei and institutions. Their descriptions reflect that they have assumed the development of a childhood, youth, and adulthood dealing with grief and unresolved losses, such as living emotionally mutilated for the rest of their lives, as they mentioned. Other relevant findings of the study are the behaviors of social isolation and physical consequences that the victims develop, even in adulthood, because of the emotional impact of the violent loss of their parents due to the conflict.

This research highlights the importance of recognizing minors orphaned by the conflict as victims, and accompanying them in the process of mourning the death of their relatives, in times closer to the traumatic event, as well as providing tools, based on real experiences, that allow them to adapt to their new family and life dynamics with the support of mental health professionals and family counselors.

KEYWORDS: orphanhood; family; childhood; grief; armed conflict

INTRODUCCIÓN

Las guerras y el conflicto han hecho parte de la historia mundial; estas se presentan de formas externa e interna, siendo estas últimas las que más vulneran a la población civil. Un ejemplo de la guerra interna es la que vive Colombia desde hace más de 60 años. El deseo de poder, aunado a causas políticas, económicas y sociales (Saumeth, 2010), iniciaron una serie de episodios violentos que favorecieron el nacimiento de las guerrillas y grupos paramilitares, que hoy en día siguen tomando a la población civil como blanco de sus agresiones y como estrategia de respaldo político, económico, moral y logístico para sus acciones contra el Gobierno (Grupo de Memoria Histórica (GMH), 2013; Valencia y Daza, 2010); Unicef, 2019).

Registros de la Unidad de Víctimas de Colombia cuentan hasta el día de hoy 8 970 712 víctimas y 11 166 613 hechos victimizantes, esto porque una sola víctima pudo haber sufrido más de un suceso violento. Aunque la población colombiana en general ha vivido las consecuencias del conflicto, es claro que los más afectados han sido los pobladores de zonas rurales, donde hacen mayor presencia los grupos ilegales. Uno de los sistemas sociales más afectados en estas zonas son las familias; allí este grupo social suele ser de tipo extensas. Generalmente son dueños de porciones de tierra que cuidan y explotan para su sustento. Las familias rurales tienden a ser patriarcales, de ahí que conserven la dependencia de una figura masculina encargada de la provisión y la toma de decisiones; por esto, la familia, a pesar de ser un sistema que logra adaptarse a las circunstancias, no deja de agrietarse ante situaciones tan fuertes como la muerte de uno de sus miembros, especialmente las cabezas del hogar (Oliva y Villa, 2014).

Una familia que vive el asesinato de un padre o compañero queda marcada por el dolor que produce la pérdida, pues sufre cambios en su estructura y dinámicas (Zorio, 2015). Las mujeres deben asumir la responsabilidad económica, los problemas legales con sus tierras y lidiar con traumas emocionales de ellas y de sus hijos ante la pérdida (Zorio, 2015; Camaño et al., 2013; GMH, 2013). Por su parte, los niños en orfandad sufren alteraciones emocionales y en sus roles; reconfiguran sus vidas sin tener la oportunidad de vivir su niñez, asumiendo responsabilidades de adulto y adaptándose a dinámicas como el tránsito por nuevos grupos familiares y territorios, situaciones que impiden el establecimiento de redes de apoyo (Jiménez y Parra, 2010; Zorio, 2015). Un niño huérfano a causa del conflicto experimenta privaciones afectivas, crece distanciado del juego, padece vulneración total de sus derechos, pierde o pospone la oportunidad de recibir formación integral, situaciones que se verán reflejadas en el cumplimiento de su proyecto de vida (Arias y Roa, 2015) y padece estrés postraumático, recordando permanentemente no solo la muerte de sus padres, sino también las experiencias frustrantes que padecieron al cambiar su entorno dinámicas.

Colombia tiene una deuda pendiente con sus niños víctimas del conflicto, no solo con los que aún sufren este flagelo, sino también con quienes lo vivieron en su niñez, que ahora son adultos y no han recibido reparación de ningún tipo. En la actualidad, las cifras de orfandad en el país son imprecisas, se cree que pueden ser miles los niños huérfanos por el conflicto, pero aún no hay claridad, porque no han podido ser cuantificados y caracterizados por la permanencia del conflicto y porque estos niños no suelen ser reportados ante las entidades estatales, ya que ellos y sus cuidadores, en muchos casos, desconocen los procedimientos (Cala, 2018; GMH, 2013). Por tal razón, es necesario buscarlos para saber quiénes son, en dónde se encontraban en el momento de los hechos, qué derechos les fueron vulnerados, cuál fue su experiencia de dolor, qué redes de apoyo familiares y sociales tienen, cuál es su grado de escolaridad, cuáles son sus necesidades, qué problemas potenciales podrían padecer y qué aprendizajes de supervivencia adquirieron (Arias y Roa, 2015; Beristain, 2010), para que puedan construirse estrategias de apoyo adecuadas en sus procesos restauración y que sus testimonios ayuden a la construcción de nuevos y sanos tejidos sociales.

Si bien es cierto que los niños víctimas han podido desarrollar una capacidad de resiliencia admirable con la que ellos mismos han construido herramientas para sobreponerse a la adversidad, el miedo y la ausencia (Arias y Roa, 2015), no significa que no necesiten atención psicosocial para recuperarse; por consiguiente, es importante realizar un proceso de duelo que no solo incluya enfrentar la muerte del ser querido, sino también el desprendimiento de sus bienes y entorno conocido. Esta atención al estrés postraumático debe realizarse cerca al evento, ya que de ello depende la recuperación rápida de los niños. A través del duelo, los menores podrán hacer comprensiones de lo sucedido, recibir estrategias para afrontar la pérdida de sus familiares, perdonarse y perdonar a los agresores y encontrar herramientas de adaptación a los cambios que se generen a raíz del hecho (Instituto de Bienestar Familiar [ICBF], 2016; Ortega, 2018).

Por último, resulta de gran valor escuchar las voces de los niños que aún se encuentran latentes en las personas huérfanas por el conflicto que hoy son adultas. Conocer cómo resolvieron sus dificultades y sanaron sus heridas permitirá crear nuevas estrategias de acompañamiento, basadas en experiencias reales, que dirijan a la sociedad, el Estado y las instituciones a ayudar a los menores víctimas a potenciar su capacidad de resiliencia, a comprender que otros vivieron su misma experiencia y a generar estrategias para continuar soñando, viviendo y aprendiendo de lo vivido (Arias y Roa, 2015); de allí que se requiera de profesionales de la salud mental y la asesoría familiar para trabajar por esta causa en beneficio de las familias víctimas por medio de programas de acompañamiento.

METODOLOGÍA

Esta investigación se desarrolló bajo un paradigma sociocrítico (Alvarado y García, 2008), un enfoque cualitativo (Rojas, 2014; Izcara, 2014; Strauss y Corbin, 2002) y un método descriptivo (Ramírez, Arcila, Buritica y Castrillón, 2009; Huberman y Miles, 2000). Para la recopilación de los datos se utilizaron técnicas que permiten observar y comprender la realidad social (Schettini y Cortazzo, 2016), en este caso, entrevistas semiestructuradas a profundidad (Robles, 2011; Corrales, 2011), las cuales fueron validadas a través de pares expertos (Sandín, 2000; Soriano, 2014). Se realizaron cuatro entrevistas, que constaron de 30 a 40 preguntas, divididas en seis categorías: Niñez, Familia, Conflicto armado, Familia y conflicto armado, Orfandad y Orfandad, Familia y conflicto armado.

En la investigación participaron cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, huérfanos en su niñez a causa del conflicto armado, pertenecientes a zonas rurales en los departamentos de Chocó, Antioquia y Cundinamarca. Los cuatro participantes perdieron a su figura paterna o cuidador en hechos violentos generados por grupos al margen de la ley, cuando tienen entre 3 y 14 años. Su nivel de escolaridad está entre la primaria y el profesional. Los participantes fueron informados del proceso de análisis de las entrevistas por medio de un consentimiento informado que fue firmado por cada uno de ellos. El grupo investigador se comprometió a preservar el anonimato y la confidencialidad acerca de los entrevistados y sus familias, para evitar cualquier hecho de revictimización, teniendo en cuenta que esta población se encuentra en riesgo (González, 2002; Moscosso y Díaz, 2018; Acevedo, 2002). También se les indicó que la narración de los hechos y todo lo expresado en las entrevistas sería utilizado con fines académicos y en beneficio de las víctimas del conflicto armado colombiano.

La selección de esta población se hizo a través de un criterio muestral no probabilístico (Otzen y Manterola, 2017) por conveniencia (Mendieta, 2015 La aplicación de las entrevistas se hizo de manera individual a cada participante, con una duración promedio de 60 minutos, por vía telefónica, encuentro presencial en lugares públicos y en las viviendas. Estas entrevistas fueron grabadas en audio, transcritas y codificadas según los objetivos de la investigación. Luego de transcritas las entrevistas se procedió a un doble proceso de codificación, uno cerrado y otro abierto. Las subcategorías emergentes fueron examinadas por medio del análisis crítico del discurso (Wodak y Meyer, 2003; Fairclough y Wodak, 2000; Stecher, 2010) y del análisis conversacional.

RESULTADOS

Los hallazgos de esta investigación obtenidos por medio de las cuatro entrevistas se presentan en seis ensayos nombrados con las categorías de análisis así: Conflicto Armado, Familia y Conflicto Armado, Niñez, Orfandad, Familia, orfandad y conflicto armado.

Conflicto Armado

Como categoría de estudio se encuentra la percepción sobre el conflicto armado colombiano que tenían los participantes en su niñez. Para esto se realizaron preguntas como ¿qué es el conflicto armado? y si era posible que a un niño le gustara algo en particular del conflicto armado.

Desde su propia experiencia, los entrevistados definieron el conflicto armado como una guerra entre buenos y malos que termina cobrando la vida de sus familiares, amigos, vecinos; también mencionaron que el conflicto incluye a los guerrilleros y los para-militares. "Yo lo veía como una guerra, la guerra entre los buenos y los malos" (entrevista 1); "El conflicto armado para mí eran unas personas malas que mataban a los campesinos, porque, la verdad, yo nunca vi otra cosa que matar campesinos. Eran campesinos de las regiones, era el de allá, el de allá, mi vecino, mi vecino que era un hombre muy rico, tenía mucho ganado y tenía una Hacienda y también lo mataron horrible" (entrevista 3). "Pues yo en ese tiempo diría que el conflicto armado son las personas que andaban matando a las personas inocentes" (entrevista 4). "El conflicto armado, digamos, es como la guerrilla, como los paras, puede ser" (entrevista 2). Lo anterior muestra que las personas entrevistadas veían el conflicto armado como un flagelo social que violentaba a la población rural. Expresiones como "buenos y malos" evidencian que para ellos el conflicto tiene dos partes: "los malos", quienes los atacan, vulneran y someten; "los buenos", la población, familias y personas que se ven menguadas y abusadas hasta el punto de perder sus bienes, identidad y núcleos familiares. También es claro que, en su definición, la población de estudio se ve como parte activa de la guerra, pues se sienten atacados directamente, se señalan como inocentes, porque no tienen culpa alguna de los motivos del conflicto armado y son quienes padecen las consecuencias más fuertes.

Frente al conflicto armado, un niño o un adolescente puede valorar en función de otras representaciones las armas, los uniformes y el poder que los grupos al margen de ley puedan demostrar, sin entender en su totalidad la realidad de lo que sucede en la guerra: "a los niños lo que les llama la atención son las armas, eso es lo que les gusta a los niños, ellos no entienden en cuanto al conflicto, sino en que la gente dispara y dispara, las armas" (entrevista 2). "En ese momento pues, a veces no, cuando uno ve esa gente pasar por ahí, uno sí ve como algo bonito, pero no hasta que uno compruebe cómo andan ellos uno ve bonito porque uno no ha probado, pero cuando uno ya ha probado, entonces es como algo feo, duro" (entrevista 2). Un niño no tiene la capacidad de entender la guerra, no puede distinguir entre la fantasía del jugar asumiendo roles temporales y ser parte real del conflicto. Un entorno violento y difícil puede llevar a un niño a tomar decisiones que no está en capacidad debido a su corta edad, la soledad y el temor que experimenta.

Para finalizar el análisis de los hallazgos de esta categoría, es determinante para un niño que el concepto de conflicto armado tiene que ver con la maldad de un grupo de poder hacia la población rural, en donde la muerte y los sentimientos de temor, angustia e indefensión son latentes en la cotidianidad de sus vidas. Aunque para algunas personas, durante la niñez, el hacer parte de los actores armados fue una opción por su situación económica y familiar, cuando se vieron inmersos en ese tipo de vida, decidieron alejarse por las experiencias negativas que vivieron.

Familia y Conflicto Armado

En esta categoría se indagó sobre cómo el conflicto armado rompió con las dinámicas familiares de los hogares de los entrevistados al perder su figura paterna; también se identificó de parte de quién recibieron ayuda las víctimas para mitigar el efecto en ellos y en sus familias.

En uno de los relatos, el entrevistado tenía seis años cuando asesinaron a su padre, no sabe quién lo hizo y tampoco preguntó ni conversó antes sobre el tema. Durante su narración vuelve a experimentar las sensaciones que vivió en ese momento:

Claro, bien, yo era muy pequeño, tenía como seis años. Yo sí me acuerdo lo que estaba viendo, estaba viendo un programa de la televisión que se llama 'Tom y Jerry', al frente de mi casa, estaba ahí viendo con unos muchachos, no me acuerdo con quién estaba. Cuando escuché los disparos, varios, corrí a mirar y eran de mi casa; claro, entonces entré ahí porque había una fiesta en mi casa; allá estaba mi padre, mi padre estaba tomando licor, estaba mi mamá, mi hermana, que estaba en brazos, y no me acuerdo si había otra persona, no recuerdo, pero cuando escuché los disparos miré y era mi papá, estaba ahí, quedó sentado, acostado ahí en la mesa donde estaba tomando. De ¿quién hizo eso? No, no sé, no me han dicho. No volví, después de tanto tiempo no he vuelto a preguntar cosas que han quedado ya uffff ahí en un rinconcito de mi cerebro hasta este momento que vuelvo a experimentar esas sensaciones. (Entrevista 1)

La cotidianidad familiar fue interrumpida por un hecho de violencia que es recordado por fragmentos y guardado por años en la memoria del niño que lo vivió como una manera de protegerse emocionalmente; sin embargo, el hecho de no saber quién asesinó a su padre, le deja en un dolor prolongado sin resolver.

Los menores de edad no solo observan hechos violentos, sino que también son agredidos física y psicológicamente por parte de los grupos armados; las familias viven a diario con la zozobra de que en cualquier momento pueden ser afectados por el asesinato de alguno de sus integrantes:

Él se va corriendo y mi papá le dice: "corra, mijito, corra, corra". Él arranca a correr con el encargado, pero él siente: "Yo no puedo dejar a mi papá solo", pero él dice: "No me importa". Se devuelve, pero en ese momento mi papá ya está en el piso, ya está tirado de su caballo. Cuando llega mi hermano al sitio, mi papá todavía está vivo, desangrándose; al él le dan un tiro con una escopeta de fisto, que se llamaba en esa época; entra el tiro por este lado y sale así, vuelve pedazos todo a su paso. Aparece en el resumen forense que es por anemia, ¡ja!, sí, por anemia. Entonces llega. Yo me acuerdo de que cuando baja mi hermano, lógicamente todos estábamos expectantes con la llegada de mi papá, y llega él: "Mamita, mataron a mi papá" [...] Yo me transformé en un monstruo, decía groserías, yo gritaba, decía: "Dios, si usted me has dicho que no se puede mover una hoja de un árbol sin tu voluntad, mi papá va a estar herido". Mi mamá se monta en el caballo que venía ensillado de mi papá y se va con mis hermanitos y me dice: "Por favor, mijita, espérenme acá". (Entrevista 3)

Los menores de edad asumen riesgos con la esperanza de ayudar a preservar la vida de sus padres; las mujeres, además del rol de cuidado de los menores, deben hacer frente a la realidad del asesinato de su cónyuge. Las dinámicas familiares cambian y son los hermanos mayores los que se hacen cargo de los menores, especialmente las niñas. Un hecho violento como el asesinato del padre puede producir violencia desmedida en las víctimas por lo que los sentimientos de rabia, indefensión, impotencia y terror resaltan en el relato.

Las víctimas del conflicto tienen derecho a recibir por parte del Estado una reparación que les ayude a disminuir los impactos económicos y psicológicos que han enfrentado, por ello se indagó para identificar si las familias entrevistadas recibieron algún tipo de ayuda: "No, absolutamente nada. Algún día llamaron a mi mamá, el Partido Conservador como que fue, me parece, a ofrecerle un mercadito. Mi mamá se sintió absolutamente ofendida en el alma. Con un mercado, una ayudita" (entrevista 3).

El apoyo del Estado y la sociedad es indispensable para el restablecimiento de derechos y la restitución de lo perdido, sin esto, los niños y sus familias son revictimizados: "Nada, nada de ayuda del Gobierno, yo creo que eso no existía en ese tiempo" (entrevista 4).

De otro lado, los menores de edad no solo se enfrentan a la pérdida de sus cuidadores y al cambio de estructura familiar, sino que también crecen sin acompañamiento profesional, luego que han presenciado el asesinato de sus padres.

Niñez

La niñez es una etapa en la que la familia es parte fundamental para el desarrollo de la persona; también es el momento en el que se sueña y se disfruta la vida, generalmente de la mano de los padres y en compañía de sus pares; por esto, fue relevante preguntar sobre la importancia de la felicidad y la tristeza, como herramientas de expresión en la niñez; el juego, los sueños y los recuerdos en esta etapa, además de las personas, las situaciones, objetos y acontecimientos importantes para los entrevistados.

Respecto a la relación con sus padres, los entrevistados respondieron que era buena, cercana y amorosa, además de ser la razón de sus vidas: "Bien, bien, pa qué. Yo no sé qué es llevar un pellizcón de ellos. Ellos me tenían como la consentida de la casa" (risas) (entrevista 4). "En ese momento mi papá, mi mamá, y mis hermanos eran la razón de mi vida, la razón de mi vida" (entrevista 3).

Un niño percibe que lo aman a través de la unión familiar, del buen trato que sus padres o cuidadores le brinden y de la interacción que tengan con las figuras paternas a través del juego, el contar cuentos o compartir en familia. "Me gustaba compartir, hacer dibujos, ponerle los nombres, o si no, nos bajábamos. Mi abuelo me hizo un parquecito en el patio y me ponían a jugar ahí" (entrevista 3).

El juego favorece el desarrollo de habilidades sociales y humanas, pues a través de él los niños comienzan a entender el mundo adulto. Los entrevistados recuerdan el juego con cariño, definiéndolo como el momento de sus vidas en el que compartía con sus padres y estaban con sus amigos. "Nos sentamos alrededor de mi papá a oír noticias todas las noches [...] Él nos contaba cuentos; empezaba con un cuento y terminaba con otro" (entrevista 3). El contar cuentos es una actividad que los niños disfrutan hacer con sus padres, es un momento que une a la familia, trae paz y hace sentir al niño seguro y protegido.

De otro lado, la vida escolar es relevante en la vida de los infantes; tener éxito en lo académico es uno de los triunfos que los hace sentir orgullosos e importantes, así lo narra uno de los entrevistados "Sí, sacar buenas notas en el colegio. Cuando estaba en el colegio, para poder mostrarle a mi mamá. Era de las mejores, a Dios gracias con excelentes notas siempre, pero tocaba" (entrevista 3). Un niño quiere demostrar a sus padres de qué es capaz, sobre todo a través de la experiencia educativa. Recibir la aprobación de sus padres refuerza en el niño su seguridad y autoestima.

Los padres, sobre todo la figura paterna, son héroes y ejemplo para los niños con miras hacia su futuro: "La verdad, sí, porque yo siempre miraba una foto de mi papá como uniformado y yo quiero ser como ese, yo como que siempre me vi en esa línea de policía" (entrevista 1). "Yo quería ser enfermera, y todavía tengo ese deseo" (Entrevista 4).

Es importante mencionar que estos sueños pueden verse empañados por situaciones violentas de su entorno, logrando que los niños se enfoquen en soñar con alejarse y alejar a sus familias del lugar donde se están sintiendo inseguros: "No me permitieron soñar de adulto. Lo que le suplicaba a mi papá era que cuando yo veía matar a un vecino, yo le decía: "papito, vámonos, vámonos, papá, vámonos, vámonos de aquí" (entrevista 3).

Cuando una persona indica que en la niñez no le permitieron soñar con lo que quería ser en su etapa adulta, deja en evidencia sentimientos de frustración y desesperanza, ante una situación que por su corta edad no podía manejar; además es la imposibilidad que presenta un niño de empezar a estructurar sus ideales de proyecto de vida personal y profesional fuera de su entorno conocido. En el caso de la entrevista 3, salir de sus casas implicaba dejar su hogar y empezar de nuevo en un lugar que no les brindaba las mismas comodidades que tenían en su tierra y con su gente, dejándole en condición de vulnerabilidad e inseguridad.

Finalmente, para cerrar esta categoría de análisis, se encontró que el concepto de niñez tiene que ver con una etapa de juegos y disfrute; sin embargo, en algunos casos las condiciones de los entrevista dos no fueron favorables debido a la difícil situación que enfrentaron a causa del conflicto armado y las continuas pérdidas que vivenciaron. Los mejores recuerdos son narrados alrededor de las actividades familiares, el juego y el acompañamiento de amigos; también se pudo evidenciar cambios en las estructuras emocionales debido a los cambios de roles y las exigencias y retos de sus nuevas vidas.

Orfandad

El conflicto armado colombiano ha marcado de múltiples formas a los menores, pero sin duda uno de los mayores impactos ha sido la orfandad. Perder a un padre o cuidador en la niñez implica cambios muy fuertes que los niños no están preparados para afrontar; por esto, en esta categoría se pretende mostrar qué sucede con los niños luego del hecho victimizante, qué cambios se producen en su vida, cómo vive un menor su nueva condición y cuáles son sus estrategias de resiliencia.

Para comenzar, una vez sucede la muerte de sus padres, los niños deben experimentar un cambio abrupto de escenario; su vida se transforma, pues en algunos casos salieron corriendo, como dice uno de ellos, "con lo que tenían puesto", o los familiares que acudieron en su ayuda decidieron llevarlos con ellos:

Nosotros no tenemos idea de todo este movimiento que están haciendo allá, y mi mamá baja por sus hijos; sobre todo por mí, que era la más volantona, del paquete, ella no me iba a dejar ahí. El Ejército deja unos soldados. Yo me monto en un caballo con mi mamá; con lo que teníamos puesto salimos. Yo me acuerdo de que miro hacia atrás y veo a mi mamá montada en un caballo, con 8 hijos detrás y un cadáver. (Entrevista 3)

Los niños, de cara a la muerte de su padre, por lo general quedan al cuidado de la figura materna, quien también debe afrontar la viudez, el temor y las preguntas de los hijos. Salir con lo que llevaban puesto representa abandonar abruptamente su historia de vida.

El cambio es una experiencia difícil de asimilar, bien sea porque quedaron a cargo de un familiar conocido, porque continuaron viviendo con su madre y hermanos, o los tomó un familiar lejano que no les trataba bien: "Uhhyyy sí, ese cambio fue drástico para todos porque yo me fui con un tío; mi hermano también se fue para otro lado y quedó fue mi hermana menor ahí con mi mamá, porque como mi mamá quedó herida" (entrevista 1). "En ese tiempo, como dijera, si usted tiene familia, si usted tiene hijos, si usted se fallece, si usted tiene familiar por allá lejos, entonces esa persona llegaba se lo quitaba y se lo llevaba para criarlo; pero la crianza no era buena. Sí, lo llevaban como pudieran mantenerlo, como pudieran criar, sí" (entrevista 2).

El desmembramiento de su familia lastima al niño y la reubicación en hogares que no conoce le genera tristeza, no se sienten cómodos en un lugar que nos es suyo y en donde las personas a cargo no son su familia, aunque hayan sido cercanos a ellos. Vuelve a presentarse la revictimización cuando son maltratados física y psicológicamente por los nuevos cuidadores; allí los niños pueden experimentar deterioro en su desarrollo personal.

La vida empieza a transcurrir de un modo diferente. Los niños huérfanos deben empezar a trabajar para ayudar a sus familias y mantenerse ellos mismos, ya que algunos quedan en total orfandad: "En el internado no duré sino un año, porque ya la necesidad de mi mamá de nosotros los muchachos mayores, "entre comillas, porque en esa época yo ya era mayor. [Señalaba con sus manos entre comillas" porque tan solo tenía 15 años]. Tocaba trabajar, tocaba; a mí me tocó llegar a trabajar como auxiliar en un colegio" (entrevista 3).

Los niños deben aplazar los estudios para buscar trabajo; es común adquirir un sentido de responsabilidad inapropiado para la edad y dejar atrás sueños propios de la niñez, lo que puede terminar en frustración emocional a temprana edad, como también pueden surgir personalidades fuertes y adaptadas al cambio.

En el caso de las niñas, ellas son empleadas en actividades del hogar como el cuidado de niños, el alistamiento de la ropa y los alimentos: "Estuve trabajando en Medellín con una señora, con una mujer del alcalde de un Municipio. Tenía 12. Ahí paré apenas un año; a los 13 años me vine para la casa, porque esa mujer era muy brava" (entrevista 4).

Mientras las menores buscan emplearse en casas de familia, también se exponen a riesgos en las calles o municipios en los que se encuentran, así los sentimientos de desamparo, miedo, desesperanza e incertidumbre son emociones con las que aprenden a vivir en su cotidianidad. Cuando los menores se sienten maltratados o agredidos, buscan salir y mejorar sus condiciones, es parte de su sentido de supervivencia y autocuidado.

Estar en condición de orfandad se percibe como una sensación de estar a la merced de lo que al menor le sobrevenga, como por ejemplo que otras personas se aprovechen de su condición para utilizarlos en formas de trabajo forzado:

Sí, sí claro, sí, entonces pues, es un recuerdo de que nunca en la vida que no se olvida cuando uno está así sin papá, sin mamá, pues algo, si uno está pequeño, pues no es algo que es como uno estar como grande, pues si no le dieron nada, tiene uno que trabajar y aguantar todo eso [...] Se sentía aburrido, me sentía triste, de un principio pues mucha, mucha tristeza [...] No, sin sus papás duro, triste, eso se llena, le da como nostalgia a uno, le da duro a uno. (Entrevista 2)

Un niño tiene derecho a la alimentación, a la educación y a la protección; quienes deben suplir estos derechos son sus padres y, a falta de ellos, sus cuidadores; cuando esta obligación no se ejerce, son los niños quienes trabajan por su subsistencia. Aunque los niños se dediquen a esas actividades, los sentimientos que albergan son de total tristeza, aburrimiento, nostalgia y la concepción de que la vida es muy dura.

Al volverse una de las figuras de provisión, están asumiendo roles que no les corresponde, pueden sentir que se crecen de un momento a otro y que las exigencias cambian: "Yo no pensaba mucho cómo iba a ser de adulta [...] Yo creo que nosotras con mi mamá fuimos dos viudas, ella y yo" (entrevista 3). La necesidad de crecer se hace su objetivo, comienzan a descubrir el mundo del adulto desde las preocupaciones, los problemas financieros, la frustración y la responsabilidad; es tan fuerte el choque emocional que experimenta que llegan a sentirse una viuda o el padre de familia de su casa. Es inevitable que los sentimientos de desamparo, miedo, desesperanza e incertidumbre se conviertan en parte de su vida diaria.

Sumado al trabajo obligado, al cambio de roles y crecimiento forzado, algunos niños huérfanos pueden verse expuestos al maltrato, el abuso sexual y el reclutamiento forzado: "Sí, sí, claro, porque en ese tiempo no sé, no lo tratan bien a uno. Le dicen a uno que si quiere vestir bien o tener una ropa bien, pues tiene que trabajar" (entrevista 2). "Ya cuando tenía los trece años, ya sí un moreno trató de abusar de mí. Yo gritaba y lo mordí y todo, y mi papá iba pasando por ahí, mi papá iba a trabajar y correteó ese negro con el machete". [Cuando en el relato la entrevistada nombra al papá se refiere al padre biológico, ya que quien la crio fue su abuelo, a quien mataron frente a ella] (entrevista 4). "Tomé la decisión de irme con esa gente, pero pensando que era bueno, ¿sí? Entonces me fui con esa gente, y allá también me aburrí y me salí [...] duré como unos dos o tres años no más" (entrevista 2).

Los relatos indican sentimiento de maltrato, de intranquilidad al quedar con personas que, aunque son de la familia, no les tratan ni cuidan bien; esto deja ver claramente que la familia que queda a cargo de los niños puede volverse un victimario más.

El riesgo de abuso sexual y de reclutamiento que enfrentan los niños huérfanos del conflicto es constante. Cuando una niña se encuentra frente al abuso, sus gritos y formas de defensa son resultado del miedo, el horror, la angustia, desesperación e indefensión. Por su parte, un niño a causa del aburrimiento y el desespero de no conseguir alimentación y vestido puede tomar decisiones tan importantes como pertenecer a un grupo al margen de la ley, sin pensar en las consecuencias que esto puede traer para su integridad, pues no está en capacidad de tomar decisiones. Claramente, la manera en que se puede ayudar a estos niños es mantenerlos rodeados de una red de apoyo que esté al tanto de ellos; en este caso fue su padre biológico quien logró defenderla del abusador.

Todo lo anteriormente mencionado evidencia que los niños huérfanos a causa del conflicto sufren vulneración de todos sus derechos y pérdidas irreparables, como lo son sus recuerdos de infancia y de familia: "Yo recuerdo que cuando mi mamá volvió por el trasteo se había corrido una teja. Los recuerdos de nosotros de la niñez vueltos una nada Sacó las cosas de nosotros dañadas, podridas, los retratos todo vuelto nada. A nosotros también nos dejó sin nada en la guerra" (entrevista 3). "No, allá no tengo fotos, allá no teníamos fotos" (entrevista 1).

Los recuerdos familiares y de la infancia quedan grabados en fotografías, juguetes, muebles que en muchas ocasiones acompañan la vida adulta como símbolo de algo importante para ellos; al perderlos o dejarlos atrás, se está desvaneciendo parte de su historia y de su identidad como persona y como familia.

Sentimientos como la tristeza, nostalgia, aburrimiento y añoranza son los que más invaden a las personas al recordar a sus padres y sus familias: "No, sin sus papás, duro, triste, eso se llena, le da como nostalgia a uno, le da duro a uno" (entrevista 2). "Yo creo que un niño huérfano es un niño con la mitad de su alma con dolor; yo pienso, cómo lo viví yo" (entrevista 3).

Un niño en condición de orfandad a causa del conflicto armado experimenta altos niveles de tristeza y la sensación de que lo que viene para ellos es duro o difícil, por esto el añorar que el tiempo regrese atrás para recuperar lo vivido les sirve como refugio y los lleva a experimentar la nostalgia por aquello que pudo ser, pero no fue.

Y entonces, ante tanta dificultad, ¿cómo logra una persona huérfana a causa del conflicto salir adelante y continuar su vida? Una forma evidente es persiguiendo sus sueños y metas: "Yo empecé a estudiar ¿a los que?, como a los 10 años. Imagínese. Yo misma me fui a la casa de una profesora y le lavaba y le hacía el aseo, y así todo, y ella misma me matriculó, y ya vivía era con ella" (entrevista 4). "Ehh, mi trabajo, mi trabajo, porque, digamos, por qué razón, digamos, eso la plata es la voluntad de uno si uno quiere aprender del trabajo si quiere ser algo de aquí mañana depende de uno mismo [... ] Sí, y así pues yo aprendí a trabajar, pues ahora trabajo independiente y, gracias a Dios que me ha ido bien" (entrevista 2).

La única forma de conseguir los sueños y cumplir las metas es superándose a pesar de las circunstancias y trabajando con esfuerzo por conseguirlas. Los sentimientos que sobresalen son el altruismo, el deseo de superación y el buen ánimo a pesar de las circunstancias adversas.

Para concluir el análisis de esta categoría, es evidente que el panorama de vulneración de los derechos de los niños en condición de orfandad es desolador; a causa del conflicto armado no solo pierden a sus familias, sino el derecho a vivir las etapas y sueños propios de su edad. Algunos asumen el rol del padre muerto; otros se emplean en trabajos inapropiados para su edad, mientras que los sentimientos de desamparo, soledad, desamor, miedo, frustración son una constante en sus vidas. Dentro de este panorama también se encontraron niños con alta capacidad de resiliencia, que encontraron en la falta de sus padres una oportunidad para aprender a sobrellevar sus condiciones y emprender propósitos personales que les ayudaron a salir adelante fortaleciendo su carácter y estructura emocional.

Familia, orfandad y conflicto armado

El propósito de esta categoría de estudio es comprender las condiciones emocionales que vive en la niñez una persona que ha quedado huérfana a causa del conflicto, y cómo este ha afectado su capacidad de desarrollo integral. Desde la perspectiva de Familia, orfandad y conflicto armado se identificó cómo los entrevistados vivieron la separación del vínculo materno, cómo se sintieron al haber vivido la muerte violenta de sus padres y cómo esto afectó en su comportamiento, incluso en su estado físico. Se logró conocer cómo están conformadas sus familias en la actualidad y cuál es su visión acerca del conflicto armado.

Cuando los grupos al margen de la ley asesinan a los padres de familia, los entrevistados experimentaron la separación del vínculo materno, aunque era una estrategia para cuidar o proveer a los menores sus necesidades básicas, ellos se sentían confundidos: "Lo que pasó fue que como mi mamá quedó herida del disparo, ella quedó hospitalizada, y después del rollo de mi papá y todo eso, entonces tomaron la decisión, no sé quién tomaría la decisión. Yo no hablaba con mi mamá, pero yo me vi montado en un carro y rumbo a Bogotá con una prima, y estaba chiquitico y con la familia" (entrevista 1).

Un menor que no puede tomar decisiones asume las de los adultos; esto produce confusión, ya que el niño no entiende por qué debe separarse de su mamá y empezar una nueva familia, de allí que la condición de orfandad no lo está dejando solo sin padre, sino también sin madre; es decir, sin la fortaleza y protección paterna y sin los cuidados y cariños maternales. Las decisiones del adulto a cargo, sin querer, contribuyen a la revictimización del menor al alejarlo de su entorno y lo que queda de su familia.

Hay casos en que los niños fueron separados de su madre antes de los 3 años, lo que no les permitió guardar recuerdos acerca de ella: "Desde esa vez que me llevaron paallá y mi mamá se quedó, así que conozca a mi mamá desde esa vez, una sola vez en mi vida que la ha conocido" (entrevista 1). Un niño que no ha recibido los cuidados maternales es una persona que en su estructura emocional desarrolla carencias afectivas, se siente solo, desamparado, desprotegido. Cuando el entrevistado 2 indica: "desde esa vez que me llevaron paallá y mi mamá se quedó" se percibe una sensación de abandono. También es un menor que no ha experimentado la complicidad de contar sus secretos o temores a su madre, son personas que en la adultez se vuelven desconfiados, callados, introvertidos y distantes de los demás: "así mismo como es mi esposo, callado; si le hablan, contesta, y si no, nada" (entrevistada 4, esposa del entrevistado 2). Crecer sin disfrutar el derecho a recibir afecto de parte de la figura materna crea personas que por lo general tienen dificultad para relacionarse con el entorno, aprendieron que si han sido alejados o abandonados por su madre, ninguna otra persona resulta confiable para ellos; por eso es mejor callar como una manera de autoprotegerse.

Teniendo en cuenta que la orfandad es uno de los mayores impactos que produce el conflicto armado en los niños, es importante conocer cómo se siente un niño que ha vivido la muerte violenta de un padre. Se encontró que se sienten incompletos y en falta permanente: "Se siente mutilado, se siente como que le falta un pedacito; en mi vida faltaba un pedazo siempre, y lo faltó por a, por b, por c, por d, no importa, faltaba mi papá" (entrevista 3).

Si el vínculo materno es importante para el desarrollo afectivo de un niño, también lo es la representación de una figura paterna, ya que se crean relaciones amorosas que van a influir en la manera como se interpreta el mundo. Cuando la entrevistada expresa que se siente mutilada, significa que ese vínculo fue quebrado de forma violenta más allá de los que se siente en lo físico, y que no ha logrado superar esa falta emocional. Ese es un caso afortunado en el que se cuenta con la mamá, pero cuando la orfandad es completa, los menores tienen pocos elementos a los que aferrarse para disminuir la falta, de allí la importancia del acompañamiento del Estado por medio de programas hechos a la medida de sus necesidades que apoyen el proceso de reparación.

Como consecuencia de las diferentes formas de mutilamiento emocional que enfrentan las personas huérfanas del conflicto armado, en su comportamiento quedan afectaciones que resultan positivas o negativas en el relacionamiento con su entorno; por eso fue importante identificar en las entrevistas los efectos que tuvo la experiencia de orfandad sobre su comportamiento: "Le pido a Dios que mis hijos en sus hogares, y que el esposo de mi hija [se obviaron los nombres de sus familiares por protección de identidad] viva para siempre, porque no es fácil. El hogar es el hogar y la familia es la familia" (entrevista 3). Para este caso, el sentimiento es de temor a la muerte. Ella perdió a su padre en el conflicto, luego su esposo murió siendo ella muy joven, ahora teme que sus hijas queden viudas. Al parecer el temor a la muerte es un sentimiento que le ha acompañado desde la infancia, en el momento que asesina a su padre. Vivir diariamente con esa sensación de pérdida repentina revela un comportamiento intranquilo e inseguro que afecta negativamente a las personas que lo experimentan; de allí que el acompañamiento en el manejo del duelo sea una necesidad primaria para el acompañamiento de las víctimas.

No todas las afectaciones en el comportamiento son negativas, algunos casos llevan a las víctimas a desarrollar mayor sentido de protección hacia sus hijos y familias:

La esposa, sí es una motivación que le da a uno; digamos, si uno está con ellos, digamos, pues a veces cuando ellos se enferman, digamos, uno pues se preocupa y uno siempre en todo momento está ahí y uno quiere ver que estén bien, que no se enfermen. Sí, para uno sentirse más alegría, pues contento, para estar tranquilo, pero si no, uno está así pues con preocupaciones. (Entrevista 1)

Contar con una esposa que le acompaña es una motivación para el entrevistado; este específicamente no tuvo una figura materna que lo cuidara en la niñez, y ve en su pareja algo que le motiva y un punto de apoyo para la crianza de los hijos; de otro lado, está al tanto de que sus hijos no vivan la ausencia de sus padres, por eso los cuida y se interesa por su bienestar físico; eso le genera tranquilidad y bienestar. En este caso, contar con una familia a quien cuidar representó una forma de sanar sus emocionalidades en torno a la familia.

Otras afectaciones en el comportamiento de las víctimas son negativas y van deteriorando sus emociones. La rabia y deseo de venganza hacia los victimarios es algo con lo que luchan durante años: "Le cuento una cosa: lo esperé tantas noches a que volviera, lo esperé muchas, muchas. Yo no podía perdonar [...] yo decía no puedo rezar, ¿cómo voy a perdonar? ¿A quién le voy a perdonar?" (entrevista 3). Esperar tantas noches a que regrese su padre muerto evidencia la no elaboración del duelo; posiblemente su estructura emocional se quedó en una etapa de negación en la que se resiste a aceptar que su padre no está. Vivir con un duelo no resuelto sigue siendo una prolongación del dolor que genera intranquilidad, tristeza y vulneración psicológica en quien lo padece.

De otro lado, la expresión "no podía perdonar" es un indicador de sentimientos de ira, rabia, impotencia y posiblemente deseo de venganza que afectan negativamente a las personas, ya que los pensamientos se vuelven recurrentes buscando formas de tomar la justicia por sus propias manos: "porque uno pierde tiempo de su vida, su inocencia planeando cómo montarme en un avión o un helicóptero y acabar con toda esa gente, arrasarla [... ] Planeaba Llegar armada, así como las escopetas que ellos tenían, y acabarlos" (entrevista 3). Planear una venganza representa el imaginario de poder defenderse ante los victimarios, ya que en el momento del asesinato de su padre no lo pudo hacer. La mente puede fantasear de esa manera para intentar protegerse o acabar con eso que en su vida emocional le hace tanto daño.

El deseo de venganza es producto de sentimientos retenidos, como la ira, la rabia y el odio; estos son descritos como aquello que les consume emocionalmente: "Peor que la orfandad es que un ser humano esté con odio, porque el odio carcome el alma" (entrevista 3). La expresión no solo refleja la emocionalidad, sino un sentir que va hasta lo físico, como la sensación de tener una enfermedad que "carcome" por dentro su esencia de persona; es posible entonces que ese sentirse consumidos es lo que no facilita a las víctimas la elaboración de los duelos.

Además de los efectos sobre el comportamiento a causa de la orfandad en el marco del conflicto armado, se encontraron algunas secuelas físicas: "nosotros muy migrañosos todos. Unas migrañas, eso sí, todos. Pero no sé, cómo mis papás también sufrieron guerra, no sé. Pero migrañas bárbaras" (entrevista 3). El pensamiento constante en el dolor emocional que produce la guerra es asociado a las migrañas en los integrantes de una familia; bien se sabe que existen enfermedades físicas asociadas a causas emocionales; este puede ser un tema de análisis en próximas investigaciones.

Pasados los años, luego del evento traumático, los entrevistados desarrollaron sus proyectos de vida, algunos continúan en contacto con su familia nuclear inicial, también conformaron nuevos hogares en los que han podido disfrutar de una pareja y unos hijos: "mira que a pesar de la separación, nosotros somos cuatro hermanos que somos muy unidos". "Mi esposa, mi hija y mi hijo, ellos son mis pilares, ellos son mi familia, hago lo que más pueda por ellos, son los pilares de mi vida, son mi motor día tras día" (entrevista 1).

El dolor producido a causa de la guerra no termina con sentimientos como el amor parental y la unión familiar. Los nuevos integrantes de la familia se convierten en el motor que moviliza a las víctimas a salir adelante y a entregar todo de sí mismos; esta es una forma de supervivencia y muestra una vez más la importancia de la familia como base de construcción social.

De otro lado, hay preocupación respecto a que las consecuencias del conflicto sigan sobre las generaciones por venir: "Muy triste, muy triste. Veo que a mis nietos también les va a tocar lo mismo" (entrevista 3). Para el caso de la entrevistada, siente que aunque han pasado más de seis décadas, sus nietos también son afectados, ya que el conflicto continúa en Colombia, son evidentes los sentimientos de desconfianza en las instituciones y pesimismo hacia un cambio futuro o terminación de la guerra.

Para algunos casos, haber experimentado el conflicto en la etapa de la niñez, ha sido la posibilidad de desarrollar sentido de solidaridad por las víctimas en la época adulta:

Mira, yo lo del conflicto armado no me hizo cambiar en cuanto al trato de las personas, pero para cuando uno entra a la policía que empecé a ver el contacto con la ciudadanía, entonces ese mismo trabajo fue el que me hizo tener el corazón hacia las personas, ¿si me entiende? El conflicto no influyó en eso, sino el mismo factor, la misma sociedad y el trabajo que yo realizo lo lleva a uno a hacer esos cambios emocionales, digamos que se podría decir así. (Entrevista 1)

Una capacidad del ser humano es la de transformar sus emociones para adaptarse al medio en el que se encuentra; en este caso el entrevistado encontró en su trabajo como policía la oportunidad de brindar apoyo a la ciudadanía; posiblemente contrario a lo que él vivió en su niñez, cuando asesinaron a su padre y fue separado de su mamá con una nueva familia. Esa posibilidad de ayudar a los demás se convierte en una forma de sanar sus emociones.

El conflicto armado en Colombia ha sido un flagelo social que ha llevado poco a poco a la destrucción de la nación y al desmembramiento de las familias. No solo se trata de la pérdida de una miembro de la familia, sino también de la mutilación emocional que esto acarrea en las víctimas. Las afectaciones en la estructura emocional de los niños y niñas son crueles, experimentan emociones negativas que sienten como si les carcomiera por dentro. No solo les asesinaron a sus padres, sino que fueron obligados a separarse del cuidador que aún está con vida. Han permanecido por décadas con un dolor prolongado que no les ha dejado en paz y han desarrollado secuelas físicas asociadas a las emocionales.

En los casos analizados, ninguno recibió restitución por parte del Estado colombiano. Al no percibir apoyo del gobierno por medio de programas de acompañamiento o de restitución, las víctimas han preferido guardar ese dolor en un rincón de la mente para que no duela.

Este estudio se convirtió para las víctimas en un espacio en el que por medio de la narrativa se experimenta una sensación de alivio: "Mira que nunca había hablado, de eso ni con mi familia ni con nadie había hablado la verdad, ya es porque ustedes están haciendo lo de su estudio, pero siente uno como un alivio porque se descarga emociones que tiene uno guardadas y no todas las personas sirven para uno expresarle o hablarles de cosas personales" (entrevista 1).

Conversar se convierte en un acto para sanarse del dolor emocional cuando los afectados lo permiten y los profesionales que realizan el acompañamiento poseen herramientas para lograr empatía y generar confianza en aquellas personas.

Para finalizar, las víctimas en su cotidianidad encuentran maneras de sobrellevar el dolor, realizan actividades laborales, se fortalecen con los miembros de la familia que aún viven y conforman nuevas familias en quienes proyectan el cuidado y amor que en algún momento no vivieron; también se permiten sanar sus emociones por medio del perdón o la ayuda a la comunidad.

DISCUSIÓN

Los hallazgos de esta investigación, aunque no pueden generalizarse, sí son un insumo de investigación sobre la orfandad como consecuencia del conflicto armado. Los artículos académicos encontrados sobre familia y conflicto armado o niñez y conflicto armado no ahondan en el tema de orfandad, por consiguiente, no abordan las experiencias, emociones y consecuencias que trae a un menor la pérdida de sus padres a causa de la violencia.

Respecto a las consecuencias del conflicto armado en las familias que se ven expuestas a este, las investigaciones de Cifuentes (2009) y Barajas y Acevedo (2015) resaltaron el cambio en la composición familiar y sus dinámicas como una de las principales afectaciones. Las dos investigaciones coinciden con esta en que las familias son un ser vivo y que, ante un hecho fortuito como el desplazamiento forzado o la muerte de uno de los padres, acuden a su instinto de supervivencia y capacidad adaptativa para acomodarse a sus nuevas condiciones y autoprotegerse.

La pérdida de las figuras paternas en una familia genera estrés, duelos no resueltos, rabia, impotencia, tristeza, desesperanza y revictimización; esto también lo describe Aguilera (2003) en su reflexión desde la psicología política sobre las secuelas emocionales del conflicto, cuando dice que ante la muerte violenta de un familiar los sentimientos que se presentan son de tristeza, ansiedad, desasosiego y rabia, entre otros, que deberían ser superados con un manejo del duelo apropiado que les permita tomar conciencia de la pérdida y sobreponerse.

El Estado colombiano ha promulgado leyes como la 1448 de 2011, en la que se establecen medidas para beneficiar a las víctimas, y resoluciones para la reparación integral de los niños, niñas y adolescentes huérfanos por el conflicto, como la promulgada en 2016 por el ICBF; pero, según las víctimas entrevistadas, estas medidas no son evidentes para la población. Este hallazgo concuerda con los de Guerrero (2011) y González (2004), que señalan que la ausencia del Estado se sigue evidenciando en el continuo desplazamiento forzado, desapariciones y masacres; también coinciden en que un porcentaje muy alto de la población víctima no es reparada a causa del desconocimiento de la información, ausencia de políticas claras o el no reconocimiento como víctimas por parte del Estado; este es el caso de los niños, niñas y adolescentes huérfanos que, por su corta edad en el momento que suceden los eventos y la asignación a nuevos hogares, no cuentan con el apoyo de un adulto o del Estado para lograr la reparación integral. Al respecto, Salgado et al. (2011) también coinciden con esta investigación en que, si bien la reparación material es necesaria, no reemplaza todo el malestar psicológico dejado por estos eventos, que se evidencian en el dolor, el duelo y los traumas generados por los efectos colaterales del conflicto en la población civil.

En divergencia a lo anteriormente expuesto se encuentra un estudio sobre la depresión en niños huérfanos a causa del conflicto armado, realizado por Dueñas et al. (2018) con el apoyo del ICBF y organizaciones no gubernamentales; esta investigación reportó que de los 378 menores huérfanos a causa del conflicto entrevistados, 35,66 % recibieron atención. Además, muestra que el 68 % de los niños fueron atendidos psicológicamente, lo que podría indicar que los menores huérfanos a causa del conflicto sí son atendidos por el Estado. Ante esto, es importante aclarar que la población que participó en este estudio se encuentra institucionalizada en las diferentes modalidades del ICBF; por esto, la investigación de Dueñas et al. (2018) no puede generalizarse, teniendo en cuenta que, como ellos mismos lo mencionan, aún no se tienen cifras claras de la cantidad de menores que han quedado huérfanos por el conflicto ni se tienen en cuenta a las víctimas que sufrieron este flagelo desde los comienzos del conflicto colombiano.

Un hallazgo significativo de esta investigación es el cambio de roles que asumen los niños dentro de las familias, pues deben pasar de ser hijos y hermanos a figuras de protección, apoyo y provisión, transformándose en padres de sus hermanos y esposos de sus padres. Estos cambios abruptos exigen a los menores nuevas responsabilidades, tergiversan su identidad y su posición en la familia, además de deteriorar las relaciones familiares. Estas demandas y expectativas confunden al menor, haciéndolo olvidar de vivir su niñez y adolescencia, efectos que reflejan posteriormente en su adultez, cuando inician sus propias familias, y en sus relaciones sociales.

Vivir la niñez es fundamental para toda persona. El juego hace parte esencial en esta etapa, porque el niño socializa, se relaciona con otros y aprende; en relación con esto, Jaramillo (2007) y Suescún et al. (2015) mencionan que el juego es parte indispensable en el desarrollo de los niños, ya que a través de este aprenden a tomar decisiones y a desempeñarse en relaciones de poder. Las investigaciones también resaltan, al igual que esta, que el juego está presente en los centros educativos y las familias, primeros mundos sociales de los niños, donde son tratados como individuos distintos, situación que produce grandes aprendizajes de vida; por esto, cuando un menor no puede vivir estas experiencias, tiene dificultades para disfrutar su vida y verse como ser social, además de sentirse excluido socialmente. Las personas que participaron en esta investigación describen esto como haber crecido sin infancia.

Es importante resaltar que la memoria de los niños es un espacio en donde se almacenan las experiencias vividas; mantener el recuerdo de hechos violentos como la muerte de sus familiares, amigos y vecinos es perjudicial para su salud mental y emocional. Ante estos eventos, los niños desarrollan sentimientos de incertidumbre, desconfianza y temor, lo cual afecta su capacidad de soñar y de elaborar un proyecto de vida; esto también es señalado por Cifuentes (2009) cuando menciona que la ansiedad, la depresión, la perturbación del sueño, el retraso en el desarrollo, la baja autoestima y capacidad de socializar son secuelas psicológicas producidas por un trauma, sobre todo uno violento.

Otro hallazgo importante de esta investigación hace referencia a la educación y el colegio como momentos que los niños disfrutan. Esto resulta significativo, porque el colegio es el espacio en donde los niños pueden ser ellos, compartir con otros, aprender y alejarse del conflicto; y la educación es la herramienta que utilizan para relacionarse con sus padres, ya que a través del estudio y sus buenas calificaciones logran autosatisfacerse y alegrar la vida de sus padres; resulta siendo una de las formas de demostrar afecto, de recibir aprobación y de ver un futuro esperanzador. Al respecto, las investigaciones en este tema no evidencian avances.

De cara a la orfandad, los niños, además de perder a sus padres, pierden sus casas, su familia, sus amigos, el colegio; esto genera en ellos sensación de desnudez, inseguridad e indefensión. Al respecto Cifuentes (2009) y Zorio (2015) indican que son trascendentes los efectos que la dinámica bélica puede tener sobre los niños y sus familias, ya que irrumpe en una etapa fundamental de su ciclo vital; estas condiciones afectan directamente su desarrollo físico, neurológico, emocional y el desarrollo de su personalidad. Para Cifuentes (2009), la familia es un espacio primordial de socialización, educación y protección, en donde se garantizan la subsistencia y el desarrollo físico, emocional, moral, psicológico y cultural; de allí que el acompañamiento psicosocial sea una herramienta valiosa que apoya el proceso de reparación a las víctimas ante la condición de desprotección e indefensión que experimentan los menores.

Cuando los niños deben cambiar de hogar de forma abrupta a causa de la violencia, aunque lleguen donde familiares cercanos, no se sienten cómodos, ya que se perciben como extraños, es una sensación de no pertenecer; ante esto Zapata (2015), en su investigación La vulneración de los derechos humanos de los menores en Colombia como consecuencia del conflicto armado, señala que, por lo general, "son largos y difíciles los procesos en los que las familias intentan estabilizar sus vidas, que en la mayoría de los casos son descritos como experiencias caracterizadas por la penuria económica, el hacinamiento, la estigmatización, el rechazo y el maltrato" (p. 84).

Según Zapata (2015), las dificultades económicas a las que se ven expuestos los niños se suman al dolor que les genera el desplazamiento y la pérdida de sus bienes, lugares y seres preciados, y al arribo a lugares desconocidos y hostiles. Un niño que se enfrente a estos ambientes en muchos casos adversos y rodeados de la escasez se percibe como ajeno y no perteneciente a ese nuevo hogar; por esto, su desarrollo psicológico se ve afectado significativamente, ya que puede presentarse baja autoestima y desconfianza social; al respecto, León (2017) en su estudio de efectos del conflicto armado colombiano en NNA, lo confirma cuando indica que "las pérdidas relacionadas con las actividades, hábitos y estilo de vida generan de igual manera, estados de crisis a causa de los cambios abruptos e inesperados, los cuales se complejizan por la falta de redes de apoyo" (p. 22).

Cuando los NNA en condición de orfandad a causa del conflicto se sienten maltratados o agredidos, buscan salir de los lugares amenazantes y mejorar sus condiciones, es parte de su sentido de supervivencia y autocuidado. En algunos casos se identificó que los menores deciden formar parte de los grupos armados como una manera de identificarse, experimentar la sensación de poder y seguridad que representan las armas y los uniformes; allí se sienten aceptados tal como son y, además, encuentran la posibilidad de contar con el alimento diario. En un primer momento, pueden sentirse resguardados en estos grupos, pero cuando se enfrentan a los abusos buscan escapar, a pesar de los riesgos. Sobre esto, Zapata (2015) indica que son muchos los actos violentos a los que se ven expuestos los menores dentro del conflicto armado, desde ser separados de sus casas hasta el abuso sexual y la violación de los derechos fundamentales; también el estar sometidos constantemente a la tortura por parte de los grupos subversivos, los lleva, en muchas ocasiones, a intentar escapar; situación que resulta peligrosa, porque puede costarles la vida al ser asesinados sin piedad, pues son catalogados como desertores. El análisis del autor se dirige hacia las afectaciones que sufren los niños a causa del conflicto; sin embargo, aún es importante investigar acerca de cómo las emocionalidades de NNA, específicamente en condición de orfandad, les empuja a tomar decisiones que afectan su salud física y mental.

A causa de la orfandad, los niños se dedican a actividades de trabajo para sobrevivir; aunque es una forma de superarse personalmente, los sentimientos que albergan son de total tristeza, aburrimiento, nostalgia y la concepción de que la vida es muy dura, por lo que pierden la capacidad de sonreír o de disfrutar lo cotidiano; es así que Dueñas et al. (2018) encontró en su estudio La relación entre orfandad ocasionada por el conflicto armado e indicadores de depresión y comportamiento en NNA colombianos que la orfandad predispone a presentar problemas emocionales y de comportamiento, por lo que los niños huérfanos a menudo reportan carencia de amor, protección, identidad, seguridad y presentan baja confianza y autoestima al compararlos con aquellos niños de familias biparentales. De otro lado, y como resultado novedoso de esta investigación, se encontró que en algunos casos esas condiciones emocionales de la niñez dejan como resultado adultos desconfiados, callados e introvertidos.

Los niños que han sido víctimas de hechos violentos presentan actitudes de silencio, miedo, resentimiento, nostalgia e indignación. Así mismo, el miedo se transforma en desconfianza, in-certidumbre y en una indudable necesidad de pasar desapercibidos entre sus pares, con la finalidad de no ser estigmatizados debido a su condición. El estudio permitió identificar algunos aspectos que contribuyen a que las personas participantes en la investigación logren superar las adversidades de la orfandad y del conflicto; es así como se identificó que los sentimientos que sobresalen en ellos son el altruismo, el deseo de superación y el buen ánimo a pesar de las circunstancias adversas. Los entrevistados resaltan que la capacidad de seguir adelante está relacionada no solo con el deseo de superación, sino también con la voluntad de hacer las cosas; para esto es necesario sentirse animado y responsable de sí mismo para que, ante la condición adversa, se superen barreras emocionales como la tristeza o el dolor, permitiendo la construcción de nuevas vidas.

En oposición a los hallazgos se encuentra en el estudio de Chindoy et al. (2016) que una forma de superar los traumas a causa de la violencia, tanto en la víctima como en el autor, es posibilitar la construcción de relaciones y de proyectos en común apoyados por la comunidad y el Estado. Los investigadores lo explican como una forma en que víctimas y victimarios deciden salir de los límites estrechos del conflicto y se ponen unas metas comunes. Los resultados descritos anteriormente son contrarios, ya que las personas participantes de esta investigación no lograron el acompañamiento del Estado, ni de proyectos o estrategias de acompañamiento comunitario; por el contrario, los menores en ese tiempo, gracias a su deseo de superación, vencieron las barreras del miedo y el dolor y ahora se encuentran desarrollando actividades productivas que ellos mismos aprendieron a realizar. Es significativo este hallazgo, ya que puede ser el insumo de otros estudios para identificar estrategias de acompañamiento en procesos de resiliencia en niños huérfanos víctimas del conflicto armado.

CONCLUSIONES

En este estudio se describieron las condiciones emocionales de personas adultas que durante su niñez o adolescencia quedaron huérfanas como consecuencia de la desintegración y pérdida de sus familias a causas del conflicto armado en Colombia. Se identificó que algunas de las emociones que experimentaban estos niños fueron el terror, el miedo, la desesperanza, los sentimientos de indefensión y desprotección, falta de identidad, baja autoestima y temor a la muerte.

Esta investigación resulta novedosa, pues analiza las condiciones emocionales de personas que durante la infancia quedaron en condición de orfandad a causa del conflicto armado y que debieron hacer frente al desarraigo y a la reubicación en nuevos hogares, mientras que los estudios encontrados se han enfocado especialmente en las afectaciones de los niños frente al fenómeno de desplazamiento. También se encontró que las personas que durante su infancia enfrentaron la orfandad desarrollaron hacia sus nuevas familias sentimientos de mayor protección y mayor cuidado como una forma de brindar a sus hijos lo que a ellos les faltó. Al respecto no se identificaron estudios que tengan relación directa con la orfandad de niños a causa del conflicto armado en Colombia.

Las consecuencias que enfrentan los niños al ser víctimas de orfandad a causa del conflicto armado están relacionadas no solo con la pérdida de bienes y territorios, sino también con la pérdida de amigos, la escuela y los sueños de la infancia; indicaron que no tuvieron niñez ni pudieron soñar con una vida futura, ya que asumieron la responsabilidad de la provisión económica y el cuidado de los hermanos menores, tomando el lugar del padre o de la madre que perdieron a causa de la violencia. Fue significativo encontrar que algunos niños se perciben mutilados emocionalmente, por lo que llegan a la etapa de la adultez con esa misma sensación que no ha sido superada, los duelos han sido prolongados y siguen sin resolver.

Entre los hallazgos novedosos de este estudio está que, a consecuencia del profundo dolor de la pérdida violenta de los padres durante la infancia, las víctimas han desarrollado conductas de aislamiento social y desconfianza; en algunos casos han tenido afectaciones en la salud como migrañas, que también han afectado a sus hermanos y las generaciones de estos; referente al tema no se identificaron estudios relacionados.

En la época de la niñez la familia cumple roles relacionados con la protección de los derechos de los menores, también es la encargada de proveer espacios donde el afecto entre padres y hermanos fortalece los lazos familiares; en el caso de los niños en condición de orfandad a causa del conflicto, el rol de la familia es más relevante aún, ya que además de encargarse de la garantía de los derechos de los niños, es quien acompaña el proceso de duelo a causa de las pérdida de los padres, ayudando a que los menores se sientan protegidos, amados y tenidos en cuenta. La familia también es la que debe acompañar y apoyar el proceso de reparación integral de los menores, ya que ellos, por su corta edad, no tienen conocimiento acerca de los procedimientos que deben seguir para acceder a los programas y ayudas del Estado.

En los hallazgos se identificó que las personas participantes no encontraron en sus cuidadores el apoyo para acceder a dichos programas, bien sea por desconocimiento o por omisión del procedimiento ante las entidades encargadas. Lo anterior ocasionó que los niños enfrentaran por años la realidad de un duelo no resuelto, si se tiene en cuenta que la reparación a las víctimas es un punto clave para la sanidad de las heridas emocionales. Este estudio propició con las víctimas un espacio conversacional en estas ellas identificaron y expresaron sus emociones como un ejercicio de restauración por medio de la narrativa de los acontecimientos.

Para finalizar, las afectaciones del conflicto armado sobre la infancia han sido mayormente vistas desde el fenómeno de desplazamiento, mas no desde la condición de orfandad. Los estudios indican la relevancia del apoyo a los menores por medio de estrategias de acompañamiento psicosocial; sin embargo, los estudios ya realizados no reportan si los programas de atención a los NNA víctimas del conflicto armado, implementados por el Estado colombiano, han cumplido sus objetivos. Aunque los sentimientos de dolor, miedo y terror aún son expresados por las víctimas al momento de narrar los hechos, también se evidencian los deseos de superación que los llevaron a salir adelante, iniciar nuevas vidas y conformar nuevas familias que han sido clave para cobrar el ánimo y superar los traumas del pasado. La capacidad de resiliencia de las víctimas y los deseos de superación son aspectos de gran importancia para esta población que no han sido profundizados en la investigación.

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Recibido: 30 de Abril de 2021; Aprobado: 23 de Julio de 2021

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