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Investigación y Desarrollo

Print version ISSN 0121-3261On-line version ISSN 2011-7574

Investig. desarro. vol.30 no.1 Barranquilla Jan./June 2022  Epub June 05, 2022

https://doi.org/10.14482/indes.30.1.303.662 

Artículos de Investigación

APROPIACIÓN Y ORDEN ESPACIAL EN LOS ETCR LA FILA Y EL OSO (TOLIMA, COLOMBIA)

Appropriation and Spatial Order in La Fila and El Oso ETCRs (Tolima, Colombia)

María del Pilar Peralta Ardila1 
http://orcid.org/0000-0003-1917-3932

José Fernando Sánchez Salcedo2 
http://orcid.org/0000-0001-8322-0268

1 Rachel Carson Center for Environment and Society, Alemania. Socióloga, magíster en Sociología, Universidad del Valle, Cali (Colombia). Candidata a doctorado en Humanidades Ambientales en el Rachel Carson Center for Environment and Society, Ludwig-Maximilian-Universität Munich, Alemania, con el apoyo del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). maria.peralta@correounivalle.edu.co

2 Universidad del Valle, Colombia. Comunicador social, Universidad Autónoma de Occidente, licenciado en Literatura, magíster en Sociología, Universidad del Valle, Cali (Colombia). Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Profesor de tiempo completo Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Valle. jose.sanchez@correounivalle.edu.co


RESUMEN

Tras la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP se destinaron alrededor del país algunos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) como parte del proceso de reincorporación de los excombatientes, cuyo desarrollo y consecución ha tenido grandes dificultades para alcanzar lo pactado en el marco del proceso de paz (demoras, negligencias, rutas claras de reincorporación, seguridad, tensiones políticas). Con base en un trabajo de campo en dos ETCR, uno en la vereda La Fila y otro en El Oso, en el departamento del Tolima, conversamos con algunos firmantes del Acuerdo de Paz y registramos a nivel audiovisual las maneras de apropiación e intervención de estos espacios donde convergen integrantes del partido Comunes, instituciones nacionales, extranjeras y comunidades vecinas. Este trabajo propone una perspectiva sobre los ETCR como guetos de integración y exclusión de los excombatientes. Además, destacamos de qué manera la convivencia en los espacios ha tejido modos de habitar los ETCR expresados en las adecuaciones al espacio, órdenes y símbolos otorgados por firmantes de paz en proceso de reincorporación.

PALABRAS CLAVE: reincorporación; FARC; proceso de paz; excombatientes; espacio social; tácticas; gueto

ABSTRACT

After the signing of the peace agreement between the Colombian government and the former FARC-EP guerrilla, some Territorial Training and Reincorporation Spaces (ETCR, by its Spanish acronym) were allocated around the country as part of the reincorporation process for ex-combatants, whose development and achievement has had great difficulties in accomplishing what has been agreed in the framework of the peace process (delays, negligence, clear routes of reincorporation, security, political tensions). Based on fieldwork in two ETCRs, one in La Fila and the other in El Oso, in Tolima (Andean region, in the center-west of the country), we spoke with some signatories of the Peace Agreement. During our visit, we recorded at the audiovisual level how these spaces, where members of the Comunes party, national institutions, foreign countries, and neighboring communities converge, are being appropriated and intervened. This paper proposes a perspective on the ETCRs as ghettos of integration and exclusion of ex-combatants. In addition, we highlight how coexistence in spaces has created ways of inhabiting the ETCRs expressed in the adaptations to spaces, orders, and symbols given by peace signatories in the process of reincorporation

KEYWORD: reincorporation; FARC; peace process; ex-combatants; social space; tactics; ghetto

INTRODUCCIÓN

El Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC-EP en 2016 implicó la creación de Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) y los Puntos Transitorios de Normalización (PTN), acordadas por ambas partes, en cumplimiento del punto III del Acuerdo de Paz (2016) sobre el cese al fuego bilateral y definitivo; cuyo ente verificador se asignó a la ONU (Organización de las Naciones Unidas). El objetivo de dichas zonas se orientó a facilitar la dejación de armas, la concentración de excombatientes y, en cierta medida, su reincorporación a la vida civil. En 2017, al claudicar la figura jurídica de las ZVTN se crean en mutuo acuerdo los ETCR (Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación) para permitir el asentamiento de personas firmantes de paz en diferentes zonas del país, capacitaciones (ej. educativas, laborales), reincorporación y realizar seguimiento a lo pactado en el Acuerdo. En principio, los ETCR tenían una duración de 24 meses y su figura jurídica transitoria caducó el 15 de agosto de 2019 (ARNA, 2020). Si bien los espacios territoriales tenían un corto periodo de funcionamiento, han consolidado formas de habitar el espacio de manera paulatina. Aunque durante nuestra visita se discutía el título legal de estos asentamientos rurales, su identificación preliminar es Antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (AETCR).

Estos espacios han estado atravesados por incertidumbres ante la falta y/o demoras en la implementación de lo pactado; por ejemplo, la vigencia en términos legales de los ETCR, vivienda, acceso a equipamientos sanitarios, educativos, culturales, adquisición de tierras, desarrollo de proyectos productivos y, en particular, las garantías de seguridad. Esta última problemática está relacionada con la alarmante cifra que al 27 de diciembre de 2020, según cifras del Partido Comunes, ascendía a 249 asesinatos de personas firmantes de paz (Partido Comunes, 2020). De los cuales 78 acontecieron entre el 13 de noviembre de 2016 y el 30 de julio de 2018 (Concejo Nacional de Reincorporacion [CNR], 2020) durante el gobierno de Juan Manuel Santos, mientras los 171 restantes en el gobierno de Iván Duque, es decir que este periodo presidencial concentra el 69 % de los asesinatos. Este clima de zozobra ha influido, en algunos casos, en la decisión de abandonar los espacios.

Los estudios sobre el Acuerdo de paz y los referentes teóricos del estudio

Son múltiples las producciones que desde la academia estudian las vicisitudes y los avances del Acuerdo (Higuita, 2014; García, 2019; Quintero & Marín, 2018; Angulo, 2014; Hernández, 2015; Gómez, 2016). La mayoría de estos trabajos tiene la cualidad de presentar un análisis casi en simultáneo, superando la descripción, de lo que acontecía en la mesa de negociación. Algunos de estos documentos se construyen haciendo una periodización -año a año- de las principales temáticas tratadas para la construcción del acuerdo (Hernández, 2015); otros enuncian los posibles patrones de inestabilidad con los que fue instalada la mesa de diálogos: A) Escasos mecanismos de participación para los sectores afectados por el conflicto armado, la sociedad civil y los partidos políticos. B) El conocimiento imperfecto del desarrollo de los diálogos fue una oportunidad para los escépticos o contrarios a la mesa. C) El principio de 'nada está acordado hasta que todo este acordado' permite que, con cada acción unilateral de gran impacto de los grupos en contienda se agudicen las tensiones en la mesa y la opinión pública se active contra la legitimidad del proceso en su conjunto (González, 2015).

Encontramos también investigaciones que presentan las perspectivas de los diferentes actores implicados de manera directa e indirecta en la mesa de negociación (Angulo, 2014; Quintero & Marín, 2018; Benavides & Borda, 2019). Llaman la atención estudios sobre la percepción que los colombianos tenían del proceso de paz en donde se logra establecer que "el género de los ciudadanos incide en aspectos como el nivel de apoyo a la participación política de los desmovilizados y el grado de confianza en que el proceso de paz" (Angulo, 2014, p. 221). Otros trabajos demuestran a través de comparativos de información estadística y revisión documental la manera en como el conflicto afecta la capacidad de gestión del Estado y el desempeño de los impuestos a nivel local: "We find that armed groups' violent activity correlates with differences in property formalization and taxation that are consistent with the groups' political positions. Municipalities with significant insurgent violence report less land formalization and lower tax receipts" (Shapiro & Vargas, 2018, p. 998).

También se encuentran incursiones novedosas en espacios virtuales de investigación como las redes sociales; por ejemplo, en twitter se estudiaron a través del análisis de contenido las expresiones de confianza en el Proceso de Paz con numerales como #SientoConfianzaPAZ, #Yovotosí, #Plebiscitoporlapaz, #Votosísinsersan-tista, #Pazadía o #NoalProcesodePaz. El proceso de generación de datos, construido para este estudio, consistió en el envío de una imagen en formato .jpg a usuarios de Twitter, con la invitación a participar en la investigación, a través de la misma interfaz. Para la interpretación conceptual se llevó a cabo un proceso de exposición de datos a partir de la construcción de redes (networks) para cada categoría con las respectivas relaciones entre códigos: similitud, negación, continuidad, causalidad, correspondencia, contradicción, entre otras1 (Quintero & Marín, 2018).

También se pueden destacar algunos trabajos que surgen como respuesta a la ausencia de representación de organizaciones de mujeres y colectivos feministas en la mesa de negociación. Por ejemplo, en "La paz sin las mujeres ¡No va! El proceso de paz colombiano desde la perspectiva de género" (Fernández & González, 2019) se realiza análisis documental de trabajos feministas sobre los procesos de paz; informes de entidades públicas y de organizaciones no gubernamentales sobre las mujeres y el conflicto armado colombiano; documentos oficiales; instrumentos internacionales en materia de Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, y actas de los movimientos de mujeres, entre otros, para lograr la transversalización del enfoque de género dentro del Acuerdo.

Desde la perspectiva de los actores involucrados de manera directa en la mesa de negociación, se encuentran estudios sobre el papel de la diplomacia de las FARC -diplomacia rebelde- a lo largo de su historia y, en específico, durante el proceso de paz, con el fin de generar alianzas políticas internacionales en favor de su causa y del proceso desarrollado entre 2012 y 2016 (Benavides & Borda, 2019). Otros trabajos analizan las complejas implicaciones que en términos de seguridad traería para el país la firma del Acuerdo:

El fin del conflicto armado no supone que desaparezcan muchas otras amenazas y retos de seguridad, como la inseguridad ciudadana y los delitos relacionados con la misma, la violencia machista e intrafamiliar, la delincuencia ordinaria y la delincuencia trasnacional, el narcotráfico, las redes y bandas criminales (puntualmente reforzadas por disidentes de los procesos de desmovilización) o la minería ilegal. (Grasa, 2019, p. 171)

En este artículo articulamos dos conceptos teóricos. Por un lado, la dinámica de los ETCR como ghetto (Wacquant, 2004; 2007), instrumento de doble cara que se caracteriza por facilitar: i) el control y encierro; ii) integrar y proteger. Por otro lado, la noción de tácticas de Michael de Certeau (2000), que son acciones o métodos calculados para lograr un propósito a través de la utilización audaz del tiempo.

En esto deriva nuestras dos vías de análisis: a) una colectiva a partir del gueto, con un perímetro delimitado y una red de instituciones que dan lugar a relaciones asimétricas de poder. Es decir, relacionado con la mirada e intervenciones alrededor del proceso de reincorporación de las instituciones del Estado. Y b) otra individual a partir de las tácticas como maniobras fugaces -o resistencias- frente a la imposición de una fuerza externa, en este caso representada por una estrategia (Certeau, 2000) de reincorporación más individual incentivada por el Gobierno colombiano. En nuestro caso, retomamos la noción de tácticas para referirnos a las maneras de apropiación del espacio de quienes conviven en los ETCR. Ambas nociones estarán en función de los avatares del proceso de reincorporación experimentadas por las personas firmantes de paz.

Los habitantes de los ETCR no están condenados a la pasividad y a la disciplina que les impone el dispositivo territorial, que dicho sea de paso fue concertado con el Gobierno, pues tienen modos específicos de usar, apropiar y emplear el dispositivo. En otras palabras y como lo señala el autor francés, de lo que se trata es de establecer el modo en que los usuarios operan en un contexto de "construcción de frases propias con un vocabulario y una sintaxis recibidas" (Certeau, 2000, p. 33).

Al respecto señala de Certeau:

Si es cierto que por todos lados se extiende y se precisa la cuadricula de la "vigilancia", resulta tanto más urgente señalar como una sociedad entera no se reduce a ella; que procedimientos populares, (tan bien minúsculos y cotidianos) juegan con los mecanismos de la disciplina y solo se conforman para cambiarlos; en fin; que "maneras de hacer" forman la contrapartida, del lado de los consumidores (¿o dominados?), de los procedimientos mudos que organiza el orden sociopolítico. (Certeau, 2000, p. 36)

Aunque los habitantes de los dispositivos territoriales están sometidos a "sintaxis [ ..] espaciales prescritas", tienen la capacidad para desplegar sus intereses y deseos, que no están ni determinados, ni captados por los sistemas (Certeau, 2000, p. 41). Ante la racionalidad estratégica de los espacios territoriales, los excombatientes despliegan tácticas a partir de las cuales "buscan obtener frutos de los acontecimientos, jugar con las ocasiones, "coger al vuelo" las posibilidades de provecho" (Certeau, 2000, p. 41).

Ahora bien, con el propósito de rastrear la articulación entre estas dos nociones nos enfocamos en los ETCR respecto a los modos de habitar -apropiar- un espacio según las consideraciones de David Harvey (1979) y Pierre Bourdieu (2000) a nivel material y simbólico, porque estos rasgos se manifiestan tanto en la vía colectiva del gueto como individual de las tácticas.

Al respecto, no hay que olvidar que las relaciones sociales están ligadas a las relaciones espaciales. En consecuencia, las distancias físicas son indicadores de distancias sociales. Al respecto señala Pierre Bourdieu (1999):

De hecho, el espacio social se retraduce en el espacio físico, aunque siempre de manera más o menos turbia: el poder sobre el espacio que da la posesión del capital en sus diversas especies se manifiesta, en el espacio físico apropiado, bajo la forma de una determinada relación entre la estructura espacial de distribución de los agentes y la estructura espacial de distribución de los bienes o servicios, privados o públicos.

Así las cosas, este trabajo se propone explorar los asentamientos y modos de habitar los dos ETCR en el Tolima, a través de las narrativas de personas firmantes de paz y el análisis del trabajo etnográfico.

En este texto desarrollamos, en primer lugar, una descripción de la estrategia metodológica y precisiones conceptuales sobre la noción de gueto, tácticas y su intersección a partir de los modos de habitar un espacio. En segundo lugar, se recrea el tránsito y llegada a las ZVTN. En tercer lugar, se describe la incursión y los modos de habitar los ETCR en relación con rasgos espaciales en perímetros privados, colectivos y con la presencia institucional. Además, se señala la interconexión entre la morfología material de los ETCR y sus subyacentes estructuras simbólicas que ordenan estos espacios. Por último, en cuarto lugar, se presentan las conclusiones.

La estrategia metodológica

A nivel metodológico desarrollamos en marzo de 2020 un trabajo etnográfico en los dos ETCR del Tolima. La propuesta inicial se ajustó debido al desgaste manifestado por los excombatientes con metodologías que incluían cuestionarios, pues en anteriores oportunidades primaba este tipo de métodos con algunas instituciones que los visitaban. Por tanto, desarrollamos preguntas semiorientadas desde una propuesta más colaborativa y en conversación. El material de análisis se compone, por un lado, de 16 audios de firmantes de paz, quienes accedieron a grabar su voz, y 6 audios adicionales referidos a personas de la comunidad vecina a los ETCR y reuniones con instituciones del Estado en la vereda La Fila sobre el POT (Plan de Ordenamiento Territorial del Tolima) 2020-2023. Por otro lado, registramos de manera audiovisual los alojamientos, baños, áreas comunes de reunión, enseñanza, trabajo, recreación, dirección y coordinación, entre otros sitios de los ETCR. A nivel fotográfico se recolectaron 336 imágenes en La Fila y 215 en El Oso; de estas se delimitó un corpus de trabajo de 97 imágenes, cuyo filtro se asociaba a dos rasgos principales: los usos de los espacios y los símbolos otorgados a estos. Con base a este corpus se presenta a continuación una propuesta conceptual para analizar la dinámica espacial de los ETCR en términos de la incursión y vida en estas zonas y, por supuesto, su reapropiación como eslabón del proceso de reincorporación.

Los ETCR como guetos y las tácticas de resistencia en el proceso de reincorporación

A marzo 31 del 2020, de acuerdo con los datos de la ARN -Agencia para la Reincorporación y la Normalización- (2020b), existían 13 360 excombatientes de las FARC-EP en proceso de reincorporación acreditados por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. De estos, 12 642 recibían atención de la ARN, por un lado, 2874 estaban en los AETCR y, por otro lado, 9193 fuera de estos. Aunque según estas cifras hay un margen de personas que no están registradas ni en los AETCR ni fuera de estos (575 personas), e inclusive sin recibir alguna atención de la ARN (718 personas), podemos estimar que alrededor del 73 % de los excombatientes no conviven en los Espacios Territoriales, mientras que al menos un 23 % sí lo hace.

En nuestro caso de estudio desarrollamos un trabajo de campo en dos espacios. El primer ETCR visitado está ubicado en la vereda La Fila, municipio de Icononzo, próxima al municipio de Icononzo, al oriente del departamento del Tolima, en el que según la ARN (2020c) conviven 221 excombatientes y 153 familiares en el predio de 22 hectáreas que la Agencia Nacional de Tierras -ANT-gestionó para la compra directa de tierras. De acuerdo con una funcionaria pública que trabajó con este ETCR, su población es mucho más variada en comparación con el El Oso: "hay de otros departamentos: Guaviare, Vichada, del Meta. Y son población distinta y bajo otros rangos también frente al tema de FARC". Y agregó sobre la intervención y presencia de instituciones en La Fila: "tiene mucha más presencia institucional, también mucha más facilidad de cooperación. Eso también depende mucho de las relaciones que han tenido ellos con cooperantes internacionales, y eso ha generado más inversiones a nivel cultural, a nivel educativo, a nivel de infancia".2

Mientras, el segundo ETCR -Marquetalia- está ubicado en la vereda El Oso, del corregimiento Gaitania en el municipio de Planadas, al sur del Tolima. De acuerdo con los registros de la ARN (2020d), este cuenta con 31 alojamientos, distribuidos en 7 hectáreas arrendadas, donde conviven 70 personas en proceso de reincorporación, más sus familiares y otras personas cercanas (aproximadamente 150 personas según una de las líderes de este espacio). Según la ARN (2020b), este cuenta con 31 alojamientos, distribuidos en 7 hectáreas arrendadas. En el espacio conviven 70 personas en proceso de reincorporación (aproximadamente) más sus familiares y otras personas cercanas (150 personas aprox. en total). Sobre este espacio: "la mitad de esta población son niños y niñas menores de cinco años (...). En El Oso tenemos gran parte de campesinos, soldados rasos que son las personas que también hicieron parte (…) del sur del Tolima directamente"3. En términos de la presencia de instituciones tanto nacionales como internacionales, ella menciona que a nivel de proyectos productivos El Oso ha contado con presencia del Estado "como la ARN, el CNR [Consejo Nacional de Reincorporación], instancias ya de competencia más local, pero también ha tenido una cooperación vasca. Han tenido un proyecto muy interesante de piscicultura".4

Sobre los perfiles de las personas entrevistadas destacamos que eran 16 firmantes de paz, 11 residentes del ETCR en La Fila (69 %) y 5 personas en El Oso (31 %). Estas eran 8 mujeres (50 %) y 8 hombres (50 %), cuyo lugar de nacimiento se concentró en la región Andina (12 personas) -Tolima, Boyacá, Cundinamarca, Huila, entre otros departamentos- (75 %), Amazonía -Guaviare- (1), Pacífico -Valle del Cauca- (1) 6 %, respectivamente, e información sin especificar (2 personas, es decir, el 13 %). En términos de edad se registraron menores de 25 años (1), entre 26 y 35 años (3), entre 36 y 45 años (7), entre 46 y 55 años (2) y mayores de 56 años (3). Así, el rango entre 36 y 45 años concentró el 44 % del total de la muestra. El grado de escolaridad antes del ingreso a FARC-EP se comportó de la siguiente manera: primaria (9), información sin especificar (4), profesional (2) y bachillerato (1). Es decir que la primaria condensó la mayoría del nivel educativo alcanzado de las personas entrevistadas antes del ingreso a la guerrilla (56 %).

Tabla 1 Perfiles de las personas firmantes de paz de acuerdo a ETCR, lugar de nacimiento, años de edad y grado de escolaridad antes del ingreso a FARC-EP 

Fuente: propia según trabajo de campo, marzo de 2020.

En relación con la fecha de ingreso a las FARC-EP, se mencionan registros antes de 1990 (6), entre 1991 y 2001 (5), entre 2002 y 2007, último año de ingreso reportado (4) e información sin especificar (1). A nivel general, el ingreso a la guerrilla se concentró antes de la década del 90 (38 %). En relación con los años de participación en la vida guerrillera, se reportan: < 10 años (2 personas), entre 11 y 20 años (7 personas), entre 21 y 30 años (2 personas) y, por último, 31 años en adelante (4 personas). Es decir que en su mayoría las personas entrevistadas estuvieron en la guerrilla entre 11 y 20 años (44 % del total).

Respecto a la última afiliación en estructuras militares de la antigua guerrilla se alude en al Bloque Oriental Comandante Jorge Briceño (5 personas en los frentes 16, 1°, 7°), Bloque Central o Comando Conjunto Central Adán Izquierdo (4 personas en el Frente 21 y una persona en el Frente 17), estructuras urbanas como la Red Urbana Antonio Nariño (RUAN) o el Partido Comunista Clandestino Colombiano (3), información sin especificar (2)5 y, por último, Bloque Sur (1 persona en el Frente 2°) En contraste, sobre las ocupaciones desarrolladas en los ETCR se menciona: albañilería, confecciones, ebanistería, producción artesanal de cerveza, actividades domésticas, campesinas y liderazgo en los ETCR o el partido Comunes.

Tabla 2 Perfiles de las personas firmantes de paz de acuerdo fecha aproximada de ingreso a la guerrilla, años de vinculación, último frente de participación, roles desempeñados y ocupaciones en los ETCR 

Fuente: propia según trabajo de campo, marzo de 2020.

En su mayoría, la localización de los 24 AETCR alrededor del país se ubican en las zonas PDET (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial), que según el Decreto 893 de 2017 han sido lugares históricamente afectados por la intensidad y acumulación de violencias del conflicto armado, la pobreza, las economías ilícitas y la fragilidad institucional. Al considerar esta característica entendemos los ETCR, desde la mirada gubernamental, como espacios que buscan la integración de excombatientes a la vida civil pero que a su vez los excluyen de equipamientos educativos, tecnológicos, culturales, etc. De modo que para explorar dicha bipolaridad retomaremos la noción de gueto, que según Wacquant se distingue por cuatro rasgos: i) el estigma, ii) la restricción, iii) el confinamiento espacial y iv) el encasillamiento institucional. Más importante aún sobre la función dual del gueto, este es "una institución de dos caras, ya que sirve funciones opuestas para los dos colectivos a los que une en una relación de dependencia asimétrica" (Wacquant, 2004, p. 76). Dicha dependencia se da en la medida en que existe "una forma de urbanización altamente peculiar distorsionada por las relaciones asimétricas de poder entre grupos" (Wacquant, 2004, p. 76). En este sentido, en el gueto hay lo denominado por Weber un "encierro excluyente" (citado en Wacquant, 2004, p. 76), en la medida en que es un instrumento integrador y protector (escudo), y a su vez, delimita las separaciones entre grupos sociales (confinamiento).

Por otra parte, el contexto de los ETCR nos permite analizar las adecuaciones y planes (expectativas) de la apropiación de estos espacios, por medio de estrategias, que de acuerdo con la definición de Michael de Certeau (2000) se refieren a las acciones calculadas en función de las estructuras sociales de poder vertical. Mientras las tácticas están asociadas a las acciones fragmentadas, emergentes y sin proyecto global, que, si bien no corresponden a lo planificado, satisfacen las necesidades de un momento específico. A la luz de este último concepto, rastreamos tácticas empleadas por las personas firmantes de paz en función de la apropiación del espacio social de los ETCR. A partir de estas, por ejemplo, se destinan acciones para hacer divisiones dentro de los alojamientos (ej. cocina, dormitorios, baños), construir áreas comunes para el trabajo, recreación, deporte, reunión o educación, cuyo desarrollo no estaba previsto en los planes de implementación acordados.

Uno de los ejes que articula estas dos nociones es la apropiación del espacio en los ETCR por dos motivos: el primero es que dichos espacios han sido reconstruidos mediante políticas estatales e intervenciones institucionales -aunque limitadas y demoradas- (gueto) Según Robert Park, el gueto es un "espacio no controlado, no diseñado" (citado por Wacquant, 2004:76). Por el contrario, nuestra perspectiva retoma la crítica de Wacquant, quien señala que el gueto devela relaciones asimétricas de poder que lo materializan, además de ser retroalimentado por sus miembros y facilitar la solidaridad colectiva. El segundo motivo es que el modelo de los ETCR estuvo concertado por el colectivo FARC y el Gobierno nacional, pero que a lo largo de la implementación del Acuerdo, las personas firmantes de paz han sorteado problemáticas para asentarse en los espacios a través de estrategias como partido, pero también de tácticas imprevistas en el marco de su proceso de reincorporación.

Es así como las maneras de habitar los ETCR como parte del proceso de reincorporación nos presenta una oportunidad para analizar las luchas por la apropiación del espacio que según Bourdieu (1999) se expresa por medio de la disputa de ganancias: i) de localización (cercanía a bienes escasos y deseables como los equipamientos sanitarios, etc.), ii) de posesión (rango y prestigio), iii) de ocupación, volumen y posesión de un espacio físico (parques, viviendas). Además de estas precisiones, parafraseando a Cassier (citado en Harvey, 1979), el espacio social está condicionado por las prácticas y experiencias sociales a través de un espacio orgánico - aspectos biológicos-, perceptuales -experiencias sensitivas- y, por otro lado, un espacio simbólico.

A continuación presentamos desde las narrativas de algunas personas firmantes de paz, la materialización del gueto y las tácticas de resistencia en el proceso de reincorporación en relación con la apropiación de los espacios de los ETCR.

EL TRÁNSITO Y LA LLEGADA A LAS ZVTN

Antes de la llegada a los ETCR hubo otras zonas temporales que antecedieron al traslado de personas firmantes de paz a El Oso o La Fila. Estos eran conocidos como PTT [Puntos de Pre -Agrupamiento Temporal], cuya dinámica, según el testimonio de J6., quien tuvo una breve experiencia en estos PTT por la necesidad de recibir atención médica, es descrito de la siguiente manera: "hicimos un campamento en la carretera, allá teníamos cancha. Algunos civiles subían a jugar con nosotros".

Por el contrario, para C.G7., líder del espacio en El Oso, la relación con la comunidad era más cautelosa en los lugares de agrupamiento temporal donde ella estuvo y sobre los que recuerda: "nosotros no nos dejamos ver casi de nadie. Igual por allá en el monte [era] muy poca la gente que sabía por ahí dónde estábamos". La movilización entre los PTT hasta las ZVTN donde se asentaron los exguerrilleros tuvo momentos de euforia que son recordados por una firmante de paz, quien se encontraba en un PPT en La Mesa de Ríoloro (Valle del Cauca): "fue algo muy bonito porque esos buses, los camiones con sus marranos (...) donde los campesinos nos dieron la bienvenida con esa alegría y ahí empezamos; siempre fue duro, porque siempre era invierno y eso era un barrialero (sic)". En contraste con este recuerdo, nos cuenta L.V8., líder comunitaria y actual concejal de Planadas (Tolima), al rememorar la llegada de excombatientes al municipio de Gaitania que conduce a El Oso a finales de 2016, comenta:

El recibimiento no fue con bombos y platillos sino como ciudadanos, como campesinos (...). Eso fue impactante para nosotros, no al verlos a ellos sino al verlos con la Fuerza Pública, la Policía de la comunidad y todos armados, sin agredirse los unos a los otros. Fue satisfactorio ver eso porque la persecución que había y los enfrentamientos eran bastantes duros. LV9

Luego de la confirmación del lugar donde sería inaugurado el ETCR empezó el viaje en grupos de firmantes de paz. A.R.10 nos recrea este tránsito por personas y tiempos. A partir de la orden de movilizarse hacia las zonas. Él nos cuenta: "no había sitio donde quedarse, y tocó hacer lo que hacíamos antes, 'bueno ustedes aquí, otros allá', y así vivimos como tres meses, hasta que ya se construyeron las casitas". De acuerdo con los recuerdos de una líder comunitaria cercana al ETCR de El Oso, entre las características de las personas exintegrantes de la guerrilla se encontraban: "unas embarazadas, otras con una cantidad de niños, las enfermas, los abuelos que cargan los animales y llegar a una zona veredal, a un espacio sin tener nada. Ellos llegaron a la intemperie. Llegaron allí a hacer sus cambuches". El impacto que causó la llegada a los ETCR era motivo de desilusión y desánimo entre firmantes de paz, porque no había una organización clara de la zona ni espacios adecuados para vivir. Además, asentarse en un lugar representó un impacto pues tenían como costumbre estar en constante movimiento, ser nómadas: "veníamos del Yarí -que era supercaliente- a este frío (...) que era para nosotros casi como un páramo: con chaquetas, con bufandas, con todo encima. Y en medio del invierno, del barro". L.V.

De manera similar, C.G. nos comparte su sentimiento de frustración al llegar a El Oso: "yo lloré ese día que llegué acá porque esto eran unos barrizales horribles (...)y por todo lado caletas, aquí arriba y allá abajo". C.G. A modo de ejemplo, la ilustración 1 muestra algunas de las carpas del campamento desarrollado como instalación eventual -y táctica- ante la falta de adecuación del espacio.

Fuente propia según trabajo de campo, marzo 15 de 2020

Ilustración 1 Fotografía en alojamiento (Aprox. dic. 2016). El Oso, Planadas. 

A pesar de los momentos difíciles, se destacan aspectos positivos de su llegada a los ETCR. L.11 afirma sobre esos logros del arribo al espacio en La Fila: "llegó mucha gente de las universidades, activistas, gente de la comunidad, líderes y fue como la posibilidad de reencuentro, de compartir".

LA INCURSIÓN Y LOS MODOS DE HABITAR EN LOS ETCR

Nuestro planteamiento considera que los ETCR han funcionado como guetos, en el sentido de Wacquant (2007), desde los que la comunidad fariana ha reconstruido identidad y resistencia, pues comparten elementos y prácticas sociales. Así, su segregación espacial les permite hacer resistencia y mantenerse como colectivo, no solo para facilitar la convergencia de la institucionalidad en el proceso de reincorporación, sino también para establecer disputas políticas y presión a instituciones del Estado. En palabras de A.12, esta disputa política se ve reflejada cuando afirma: "si no hay unidad y cogemos cada uno por su lado que es lo que el gobierno quiere que estemos dispersos". Y de igual forma, una de las líderes del espacio en La Fila señala al respecto: "ha sido difícil la pelea por mantenernos como colectivo porque hay muchos factores y hay muchas cosas que se han generado para precisamente hacer que la gente se disperse, incluyendo el asesinato, la estigmatización". L.

El ETCR como gueto ha posibilitado un lugar de encuentro y apoyo en el proceso de reincorporación de algunas personas; por ejemplo, luego de la firma del Acuerdo de Paz, recuerda F.13 que había un "'boom' de ir donde la familia, de buscar mi novia que hace tantos años dejé, a ver cómo está. Es un 'boom' porque quiere andar, es el 'boom' de que están libres y que podían correr para todos lados".

Sin embargo, para algunas personas, la reunificación familiar y comunitaria fuera de los ETCR no encontró cimientos y decidieron regresar a los Espacios. Frente al regreso de sus compañeros a los ETCR, F. comenta: "la gente ve que el camino es por acá, estar unidos, y eso hace que la gente vuelva, llegue acá, porque ellos saben para qué sirve la unidad"ibib. Además de las posibilidades económicas, los ETCR han representado un refugio para algunas personas; muestra de esto se evidencia cuando algunos testimonios de personas nos expresan el miedo a salir de los Espacios en busca de redes familiares o visitar a otros lugares. D14 nos manifiesta su sensación de angustia al comentar: "normalmente me quedo acá [en el ETCR], yo en el Chaparral [Tolima] tengo familia, pero me quedo acá porque me da vaina salir". Sin embargo, los ETCR no solo funcionan como protección y refugio sino también como muro (delimitado por el confinamiento espacial y el estigma). Esto se expresa en la tensión y diferencias con algunas personas de la comunidad, tal como menciona una vecina del espacio de El Oso: "uno sabe que hay mucha gente que tiene su resentimiento, su celo, es su dolor y no están en la capacidad de la reconciliación, que esas heridas quizás son duras (...) ellos tienen muy abierta la herida". De igual forma, la relación con las veredas aledañas ha involucrado recelos en algunas comunidades al comparar su situación con los ETCR; por ejemplo, en términos de la debilidad institucional a la que históricamente se han visto enfrentados. Tal como señala una firmante de paz, para las comunidades vecinas: "son las mismas condiciones de siempre, de pobreza, de falta de acceso a oportunidades, de falta de servicios, pues claro eso de alguna forma causa mella en la gente del común". O incluso, la cautela y sorpresa de comunidades aledañas una vez se instalaron los excombatientes en las antiguas ZVTN: "cuando llegamos no, la gente quizá por temor o no sé, pues se abstenían" A.R.15 Por otro lado, respecto al acceso a servicios públicos, este ha sido un lento proceso de acciones fragmentadas e inesperadas (es decir, de tácticas audaces en el tiempo para alcanzar sus propósitos) de la comunidad fariana durante los años de convivencia en el ETCR de La Fila. Estas acciones han estado influidas por la organización y presión de la Dirección de los espacios. En palabras de L., la decisión se tomó por la lenta e incluso, nula gestión a nivel institucional para tomar medidas en el asunto. Ella cuenta sobre esta determinación: "se le dijo a la gobernación: nosotros nos cansamos de esperar que vinieran hacer las visitas de Codensa y Enertolima [Compañía Energética del Tolima]". La paulatina gestión para acceder a servicios de energía ha traído consigo la presencia de operarios de la red eléctrica para solucionar problemas técnicos con los servicios de energía en el ETCR, tal como lo muestra la ilustración 2.

Fuente propia según trabajo de campo, marzo13 de 2020

Ilustración 2 Operario de red eléctrica. La Fila, Icononzo. 

Según los testimonios de las personas firmantes de paz entrevistadas, acceder al servicio de energía por sí mismos se tomó en asamblea y con el respaldo de quienes habitan en el ETCR. E., quien participó en la toma de esa decisión, nos cuenta: "muchas veces se iba la energía, se dañaba la carne o todo lo que uno compraba y tuviera en la nevera pues se dañaba. Nos cansamos de pedir y gestionar y a lo último dijimos 'nos toca solucionarlo [a] nosotros'".16 Por su parte, en El Oso, señala D. que "la energía es como para acá no más (...) esa máquina la trajo el gobierno y cuándo se va la luz, se prende".17

En ambos ETCR el tema del acceso a agua potable ha sido también un lento proceso de maniobras y combinación de acciones ante las instituciones pertinentes. De hecho, las veredas aledañas a los espacios tienen problemas de acceso o, incluso, no tienen este tipo de servicios: "las comunidades -no solo nosotros-, tiene un problema complicado con el acueducto, por eso, (...) no existe el 'Acueducto de la Vereda"'.18

El agua y su gestión de acceso para el caso de El Oso estuvo determinada por situaciones particulares de la zona y las redes de la comunidad fariana con un dueño de una finca cercana al ETCR. D. nos cuenta sobre este suceso: "el agua viene de una finca que se llama 'La Leona', él [dueño] dio permiso para sacar el agua de allá".19

Las condiciones materiales que determinan el acceso al agua influyen en la estética e indumentaria que componen los alojamientos en los espacios. Con esto nos referimos, por ejemplo, a la necesidad de incluir tanques de agua lluvia sobre los tejados u otra parte conjunta a la vivienda para recolectarla. Las necesidades del acceso al agua potable; implica, a su vez, la gestión de una red de saneamiento para el transporte y control de aguas residuales. Y ante la falta de condiciones y tratamiento para los residuos líquidos se generan nichos de contaminación, desprendimiento de fétidos olores que influyen en la convivencia con la comunidad vecina al ETCR, en el caso de La Fila. Al respecto, E. nos cuenta que su vivienda está ubicada en la zona alta de este ETCR y quienes residen en ese sector acceden al agua por medio de tubos que: "a veces se rompen y cuando se rompen, vienen los olores (...) No tienen mantenimiento constante y eso lo hemos planteado hace días para quitarnos el problema interno y (...) con la comunidad".20

Espacios privados: los alojamientos

Durante nuestras visitas a los ETCR no existía una política institucional que garantizara el acceso a la vivienda, por el contrario, muchas personas viven en las rudimentarias alojamientos o módulos asignados por el Gobierno nacional. En principio, estos estaban diseñados para un uso temporal. En palabras de J.M. - encargada de la Fundación de Arte y Cultura-: "no deberíamos vivir en esas casas que tenemos porque eso simplemente las hicieron para seis meses y nosotros ya llevamos tres años y eso no es una vivienda digna".21 Por su parte, F. nos recrea las condiciones de los alojamientos, según su opinión: "yo miro y eran más bonitas las casas que teníamos en la montaña, con las carpas cada cual adecuaba su caletica como quería. Aquí no, aquí estamos en unas planchas de cemento y ahí botados".22

Por su parte, en el ETCR de El Oso hay 36 módulos que no se terminaron: "a cada excombatiente le corresponde una pieza. Aquí las casas se conforman de cinco piezas, y pues es verraco uno vivir hasta tres familias en una misma pieza, ocupando un mismo baño, pero pues así nos ha tocado".23 De manera rudimentaria, hay una lucha por las ganancias de ocupación, volumen y posesión (Bourdieu, 1999), expresada en los ajustes a los espacios privados. Es así como en algunos alojamientos hay adaptaciones que incluyen delimitaciones de espacios para cocinar, para dormir, etc. A manera de ejemplo, la ilustración 3 muestra la adecuación de la cocina en uno de los alojamientos del ETCR, pues han sido las mismas personas del ETCR quienes han adecuado sus viviendas según sus tácticas, necesidades y posibilidades económicas de rediseñar y ampliarlas: "hay algunos que les ha tocado construir otra pieza como para hacer la cocina porque, pues, es maluco la cocina dentro de la pieza donde uno vive (...) así prepare lo más rico, el olor queda penetrado en la ropa".24 Dicha ilustración presenta la adecuación de una pieza para utensilios de cocina y preparación de comidas en uno de los alojamientos del espacio.

Fuente propia según trabajo de campo, 15 de marzo de 2020.

Ilustración 3 Adecuación de cocina en vivienda. El Oso, Planadas 

En contraste con el tema de la vivienda, una de las memorias que más sobresale en las conversaciones con firmantes de paz es su vida en los campamentos. Esta se refiere a la continua movilidad y las adaptaciones a los lugares donde se hospedaban. J., por ejemplo, nos cuenta cómo fue su experiencia en estos: "en el campamento (...) en los tiempos que no había bombardeos- (...) usted recogía su casa, su hamaca, doblaba su cobijita, enrollaba [el] equipo, y tenía que tener todo empacado". En días nublados, según recuerda D.: "no se podía dejar nada en la caleta, si estaba lloviendo uno dejaba armada la casa. La casa es puro caucho y en el patio".25

Sobre las maneras de distribución de los alojamientos en El Oso, en un acuerdo conjunto entre el colectivo se empezó a elegir la ubicación de las zonas en el espacio donde les gustaría vivir. C.G. nos cuenta, por ejemplo, el caso de una de sus compañeras: "sí nosotros la íbamos mucho cuando estábamos en armas y usted está viviendo acá y consiguió su pareja -yo tengo mi pareja-, pues entonces: 'vivamos en esta casa"'.26

Las casas habitadas por excombatientes y las adecuaciones que han hecho es una muestra de las tácticas, pues estas no buscan materializar un proyecto global (construir una vivienda) sino sortear las dificultades en los alojamientos designados por el gobierno. En palabras de C.G.: "[hay] muchachos [que] las han mandado a hacer en material. Algunas otras, las han formado con lona y viven ahí con las familias. Ahí comparten de tres y cuatro familias en cada casa".27 Desde la experiencia de J. al adecuar su lugar de vivienda cuando llegó al espacio, ella recuerda sobre sus compañeros: "me enseñaron a cómo poner tornillos. Entonces ellos sostenían y construimos la casita. Y ya ellos se pusieron y construyeron el resto de casita".28

La experiencia de E.D., líder del taller de ebanistería, nos retrata la manera en que empezó con su familia a rediseñar, es decir, a reprogramar sus acciones para reconstruir el alojamiento donde viven. Al contarnos su experiencia nos dice: "cuando llegué a esta casa estaba el esquelético, entonces por ahí gestioné unos recursos y me compré esas hojas de 'superboard' que era con la que estaban fabricando estas casas y me armé dos piezas, la cocina y el dormitorio".29 En relación con la redefinición y adecuación de lugares de vivienda, la ilustración 4 muestra la disposición de sitios domésticos y de adornos personales en uno de los alojamientos.

Fuente propia según trabajo de campo, 15 de marzo de 2020.

Ilustración 4 Decoraciones en vivienda. El Oso, Planadas 

Otro ejemplo de las tácticas se evidencia en los alrededores o las partes traseras de algunas viviendas donde se adecuaron pequeñas parcelas para la siembra de maíz, yuca, colinos de plátano, fríjol, cebolla, sábila e incluso, algunas personas tenían jaulas de madera y mallas metálicas para aves de corral, en especial gallos y gallinas. A modo de ejemplo, la ilustración 5 muestra una adecuación para sembrar plantas ornamentales y comestibles frente a uno de los alojamientos, dando paso a una morfología espacial que expresa modos de habitar el espacio exterior (Mayol, 1999), ordenar la acción y estética de los alrededores de los lugares de vivienda.

Fuente propia según trabajo de campo, 11 de marzo de 2020.

Ilustración 5 Plantas ornamentales y comestibles sembradas frente a viviendas. La Fila, Icononzo 

Además de las adecuaciones señaladas, hay reapropiaciones al espacio según el terreno para el ingreso a los alojamientos; por ejemplo, la presentada en la ilustración 6, en la que se disponen escaleras con llantas de vehículos para facilitar el acceso a los lugares de residencia.

Fuente propia según trabajo de campo, 12 de marzo de 2020.

Ilustración 6 Adecuación de escaleras camino a vivienda. La Fila, Icononzo 

Algunas otras personas han construido viviendas en otro tipo de materiales, como, por ejemplo, cemento, ladrillos y baldosas, tal como se evidencia en la ilustración 7. Dicha construcción con diseños y posibilidades económicas propias, marcan una distinción con los alojamientos designados por el Gobierno nacional y entre quienes habitan en estos.

Fuente elaboración propia según trabajo de campo, 11 de marzo de 2020.

Ilustración 7 Vivienda en construcción. La Fila, Icononzo 

No todas las personas cuentan con recursos económicos, ni sienten la confianza de construir sus propias viviendas en los ETCR. Al respecto, V. nos habla de la manera en que las personas de su sector han desistido de construir por la incertidumbre del acceso a la tierra: "íbamos hacer los baños y todo, pero siempre es con ese temor uno no sabe, de pronto lo radiquen en otro lado".30

Al conversar sobre el tema de vivienda sobresale el problema de acceso a la tierra. E. nos habla sobre una de sus preocupaciones: "ni siquiera se ha comprado el predio porque mucha gente quiere construir su casa, pero no se puede. Está uno como cuando uno construye una casa en un río... no sabe si se la va a llevar el río"31. Por su parte, C.G. nos expresa una similar desazón: "la verdad (...) ninguno es capaz de hacer una casa en el aire como la hizo Escalona.

Escalona sí fue el único que hizo la casa en el aire, de resto aquí ninguno más hemos podido construir eso".32

El tema de la vivienda es uno de los motivos por los que los firmantes de paz migraron del ETCR. La fatiga por el incumplimiento de los acuerdos, las precarias condiciones de la vivienda, entre otras razones, han determinado la permanencia de estas personas en los Espacios. D. nos expresa que para él estar en los ETCR es un tema de necesidad más que un deseo. Sobre aquellas personas que se han ido, nos cuenta: "durmiendo cinco, seis o siete en una pieza (...) aquí no hay nada que hacer, no hay donde trabajar. Entonces se fueron y los otros, que no tenemos para dónde irnos, nos tocó quedarnos acá".33

La distribución de los alojamientos tiene rasgos distintos en los ETCR visitados. Por un lado, en La Fila hay divisiones ajustadas para dormir, cocinar y comer. Afuera de los alojamientos hay tres sanitarios, tres duchas y dos lavaderos comunitarios. Por lo general, hay candados o cadenas para restringir el uso de estos servicios a personas que no cuenten con la llave para abrirlos. Acerca de los usos de los baños F. nos cuenta: "es un baño por 5 personas, pues las alcantarillas y todo estaban hechas era para seis meses donde ya han colapsado las alcantarillas y han tenido que rediseñarse todo esto y que hoy estamos trabajando en eso".34 En El Oso, por el contrario, hay alojamientos que cuentan con 4 y 5 piezas donde pueden convivir uno, dos o hasta tres núcleos familiares. Cada una de estas cuenta con un lavadero, un sanitario y una ducha.

Orden y jerarquías espaciales

La apropiación del espacio en el ETCR ha involucrado la delimitación de lugares y actividades, pero además ha implicado un orden construido desde quienes allí residen. En este sentido, apropiación del espacio hace parte de la cotidianidad; por ejemplo, sobre el trabajo comunitario de El Oso, C.G. nos cuenta que una vez por semana se dedican a "limpiar las matas que hemos sembrado, y sino igual, coger y limpiar la carretera, (...) hacerle cuneta a la carretera, limpiarla".35 Por su parte, sobre el trabajo comunitario en La Fila, V. señala las convocatorias del sector donde vive: "que si se dañó un puentecito allá abajo -como allá hay una trocha abajo que va mucho niño que va a estudiar-, entonces si se dañó, pues salir, que salgamos todos y ayudemos".36

Siguiendo los planteamientos de Bourdieu (1999), el espacio apropiado se afirma y ejerce el poder por medio de jerarquías y distancias sociales. En el caso de los ETCR existe un orden en la distribución de lugares y funciones de los espacios; por ejemplo, aquellos destinados a reuniones políticas, administrativas, lúdicas o incluso, sitios abandonados.

Existen actividades colectivas en el interior de los ETCR cuya finalidad no es económica. Al respecto, M. nos cuenta acerca de la convocatoria a dichas actividades grupales: "yo reúno las muchachas, los muchachos: (...) vamos a asar carne.' Listo, monita'. Entonces usted pone papa, usted pone tal. Bueno, ese sector es como un sector muy unido".37

Por otro lado, existen espacios adecuados de manera rudimentaria a las actividades deportivas como el fútbol. Al describirnos el espacio de la cancha, una de las firmantes de paz nos señala: "aquí los muchachos -de vez en cuando- se reúnen a las siete de la noche a jugar allá en ese tierrero, por ahí hasta las once o diez de la noche".38 Además, los espacios adecuados para reuniones pueden variar en uso; por ejemplo, un uso lúdico en el que, tal como señala C.G., las personas del ETCR y comunidad vecina "vienen aquí, bailan aquí, porque hay veces uno ha escuchado, entre semana, que alguien está cumpliendo años"39. O un uso político en el que convergen las diversas instituciones que acompañan el proceso de reincorporación, como, por ejemplo, el salón de reuniones de la ilustración 8.

Fuente: elaboración propia según trabajo de campo, 15 de marzo de 2020.

Ilustración 8 Salón de reunión del ETCR, El Oso, Planadas 

Existe un orden del espacio de acuerdo con nuevas necesidades (y sus consecuentes acciones inesperadas, imprevistas). En el caso de las configuraciones familiares, esto se hace evidente en la adecuación de un jardín, infantil en La Fila de la mano de instituciones del Estado. Sobre la historia del jardín una de las lideresas del ETCR recuerda que la gestión del espacio se consiguió con la participación de la "comunidad internacional, amigos que hicieron donaciones para adecuar el sitio. Luego de una larga jornada en el tiempo de discusiones con el Bienestar Familiar (...) se logró como ese espacio, que es de 2 a 5 [años]".40 En palabras de E., quien recurre al jardín para el cuidado de su bebé nos cuenta: "ahí en el jardín 'La Montaña Mágica', nos cuidan los bebés; paga uno 15 000 pesos mensual, pero le sirve mucho a uno".41

Por su parte, en El Oso durante nuestra visita existía una tensión entre el Espacio y las instituciones del Estado para la implementación de zonas como el jardín infantil. Al respecto C.G. menciona: "acá hemos peleado mucho por tener un jardín infantil para los niños. Nosotros tenemos más de 35 niños pequeños, de cero a cinco años".42 En este sentido, para ambos ETCR los espacios destinados a la atención a la infancia se contemplan en los planes a futuro, tal como señala una firmante de paz: "sigue siendo para nosotros muy importante que se pueda construir CDI [Centro de Desarrollo Infantil] que se tenga como el cubrimiento de todo, de los niños y niñas".43

Además del orden para la asignación de lugares y actividades por desarrollar, existen jerarquías en los espacios, como vestigios de la antigua organización guerrillera. A modo de ejemplo, en la ilustración 9 se muestra un vehículo de la Policía Nacional de Colombia en la Dirección del ETCR; esta última representa la coordinación de las actividades en el ETCR de La Fila; en este caso, la logística en temas de seguridad para el recibimiento de instituciones nacionales e internacionales, comunidad fariana y vecina para la discusión del POT.

PH Hoover Baquero Cortés. © Todos los derechos reservados. 12 de marzo de 2020.

Ilustración 9 Vehículo de la Policía Nacional en la Dirección del ETCR. La Fila, Icononzo 

La apropiación del espacio desde los proyectos productivos y la presencia institucional

Un rasgo destacado en las conversaciones en los ETCR alude a una saturación de la presencia institucional sin rutas o hechos concretos en la implementación del Acuerdo de Paz. R44. describe esta situación: "hay mucho desfile de chalecos, así lo llamamos nosotros, mucha carreta va, mucha carreta viene, porque uno presencia ve todos los días, ve gente de todas partes, pero de implementación, de recursos económicos, financiación, no, o muy pocos". De manera similar, F. reafirma esta dinámica en la que la mayoría "de la institucionalidad no ha venido sino a servir de fotos, de mucha propaganda, pero de concreto nada".45 Esto coincide con uno de los atributos típicos del gueto, el "encasillamiento institucional" (Wacquant, 2004, p. 72), pues en el ETCR se reconoce que la presencia institucional materializa la implementación del Acuerdo, aunque con limitaciones. Paralelo a la dinámica institucional, las personas firmantes de paz han desplegado acciones para contrarrestar la instrumentalización que perciben de sí mismos. Tal como señala C. acerca de la manera en que se establecen límites frente a la intervención institucional para "prevenir que tanta gente de tantos lados pues haga lo que quiera al interior de la comunidad fariana (...) que define qué se hace y qué no"46. De este modo, los parámetros establecidos por firmantes de paz son acciones imprevisibles, ya señaladas por Michael de Certeau como tácticas e intersticios presentes en cualquier relación de dominación en el sentido de Foucault.

Ahora bien, ¿cómo se reconfiguran los espacios a partir de los proyectos productivos que hay en los ETCR? La apropiación de los ETCR está condicionada por las iniciativas de proyectos productivos desarrollados en La Fila47 y El Oso48, cuyo desarrollo ha estado acompañado o no por instituciones nacionales y/o extranjeras. Además, existe una influencia desde las comunidades aledañas a los ETCR. En este sentido, uno de los comentarios que ilustra la propuesta comunitaria de reincorporación es reafirmada por L., consejera política de FARC y delegada de reincorporación para el departamento de Tolima: "FARC siempre se ha [debido] a la comunidad y al pueblo colombiano, por eso no sería posible para nosotros desarrollar un proceso de reincorporación por fuera o aislado de la comunidad".49 En este sentido, F. señala que la integración implica la confluencia en los ETCR: "no solamente a las instituciones o las organizaciones comunitarias sino a la institucionalidad, cómo entre todos jalonamos eso, porque podemos".50

La propuesta de reincorporación comunitaria desde el partido de las FARC propende por unos espacios que impulsen proyectos económicos y políticos en la región. Los ETCR tienen el acompañamiento y vigilancia de instituciones extranjeras, y en especial del Estado, que han tenido poca o nula presencia en las comunidades aledañas a los espacios. Por ejemplo, respecto a servicios de atención en salud, las comunidades rurales del departamento se han enfrentado a problemas de acceso a salud y, por supuesto, asesorías profesionales. Frente al caso de las visitas de instituciones de salud al ETCR de La Fila, C. señala en cuanto al personal médico: "yo veo que es muy bien recibido; por ejemplo, aquí el personal de salud, el especialista y la gente llega como loca".51

El andamiaje institucional que acompaña los ETCR y las relaciones comunitarias para establecer puentes de comunicación con las instituciones de Estado se puede ilustrar al retomar una intervención de un campesino de la vereda Balconcitos (Tolima), aledaña al ETCR, quien comenta en la mesa de educación y cultura con la gobernación desarrollada en La Fila, la necesidad de un transporte que cumpla con medidas de seguridad porque "esos carros que no tienen ni frenos, a veces que se han ido un poco de niños".52 Por tanto, su argumento enfatiza: "exigimos que se cumpla lo que la señora Margot [alcaldesa] decía en la campaña electoral, que lo primero que iba a realizar era tres, cuatro busetas para cada vereda y todo eso ha llegado a ser mentiras".53

Así, se crean vínculos con veredas, corregimientos y municipios para materializar ideas y proyectos a través de los ETCR, pues existen redes comunitarias que buscan establecer puentes con la ins-titucionalidad y el ETCR funciona como catalizador de ideas y posibilidad de materializar proyectos. Además de la atención de instituciones, la presencia del ETRC ha traído consigo nuevos saberes, como, por ejemplo, el recordado por E.D., encargado del proyecto productivo de ebanistería, cuando se inauguró el taller de madera en El Oso: "hubo mucha gente que vino y se capacitó en ese tema y han venido mucha gente que: 'Ah, que tengo una maderita que quiero hacer'. Claro, bien pueda y hágala, y esa es la idea".54

Las instituciones han jugado un papel fundamental en la reapropiación de los ETCR. De acuerdo con la opinión de E.D., dicha influencia se ve representada cuando comenta: "gracias a la ONU está ese taller acá; por medio de ellos se gestionaron los recursos, y fuera de eso, también se han gestionado otras cosas, como, por ejemplo, las máquinas planas para la ebanistería".55

Por otro lado, algunos lugares de los ETCR han sido adecuados gracias a iniciativas autogestionadas del partido Comunes para el desarrollo de proyectos productivos. Este es el caso del taller de confecciones en La Fila "Tejiendo Paz (TejPaz)" para la producción y comercialización de prendas de vestir. Si bien el proyecto ha contado y espera recibir apoyo de instituciones, es una iniciativa que nace del partido para facilitar el proceso de reincorporación a nivel económico y en tanto organización desde los ETCR. En la ilustración 10 aparece una firmante de paz afiliada a este proyecto productivo, en el que se han adecuado el lugar para las máquinas, materias primas, suplementos, dispensarios, rudimentarios armarios para colgar la ropa y sitios personales de trabajo.

PH Hoover Baquero Cortés. © Todos los derechos reservados, 11 marzo de 2020.

Ilustración 10 Firmante de paz trabajando en el taller de confecciones. La Fila, Icononzo 

Otro de los espacios que ejemplifican las adecuaciones a los ETCR del colectivo FARC es la casa cultural Semillas de Reconciliación, lugar donde se promueve el arte y la cultura en La Fila. En relación con este espacio, una de las líderes del tema de cultura intervino en la reunión con la gobernación y señaló la necesidad de adecuaciones y recursos físicos en espacios para el baile y la danza. Frente a este comentario, una funcionaria pública que participó en la reunión con la gobernación en La Fila reafirmaba las preocupaciones de la encargada del espacio cultural: "los chicos quisieran como poder visualizar coreografías reales (...) que le permita ellos potencializar las capacidades que tienen porque hay mucho talento de los jóvenes que hay en el ETCR"56. Sobre la dinámica de adecuación de espacios, la ilustración 11 muestra una donación representada por César López57 de 20 instrumentos musicales en el marco de la "Campaña Cantemos Otra Historia", al espacio de cultura para el incentivo y dotación de recursos físicos en función de la promoción y desarrollo de la música en niños y niñas del ETCR.

Fuente elaboración propia según trabajo de campo, 11 de marzo de 2020.

Ilustración 11 Casa Cultural Semillas de Reconciliación. La Fila, Icononzo 

Ya que el periodo de los ETCR culminó, la figura jurídica es discutida por quienes habitan los espacios. De acuerdo con L., gracias a la convergencia de instituciones y actividades productivas se espera que los AETCR sean "más como un 'nodo de desarrollo' para la región el tema productivo, (...) en el tema social, (...) en el tema cultural y que podamos desarrollar esto de la mano con las comunidades".58

Por último, acerca de la presencia institucional, destacamos dos rasgos que ilustran la dualidad de un gueto. El primero es el encasillamiento institucional en la que se designan cierto tipo de acciones y políticas públicas en los ETCR, y el segundo el confinamiento espacial, en el que existe "una serie distintiva y duplicativa de instituciones que le permite al grupo así encerrado reproducirse dentro de su perímetro asignado" (Wacquant, 2004, p. 77).

Símbolos e imaginarios

Acerca de los significados otorgados a los espacios, se destacan las decoraciones asociadas a los símbolos de la antigua guerrilla. Al respecto, F. comenta que los alojamientos "están -algunas- adornadas de nuestros iconos de nuestros líderes que ya no están con nosotros".60 Los ETCR, en tanto guetos, funcionan como una "potente máquina de identidad colectiva" (Wacquant, 2004:79), en los que se comparten y dinamizan códigos del partido Comunes. Además, podemos afirmar que en la morfología de los ETCR existen unos modos de vivir y entender los espacios en el que subyacen estructuras simbólicas, ratificando su íntima relación con el ordenamiento espacial y la perdurabilidad de códigos sociales (Sánchez, 1999).

La organización de estos alojamientos se ha determinado por comunas, sectores o barrios que tienen símbolos o nombres de personajes icónicos de la antigua guerrilla. Por ejemplo, C.G. nos cuenta que vive en una zona "que se llama Jerónimo Galeano (...) son camaradas que murieron cuando estábamos en armas, que fueron muy reconocidos y muy queridos por nosotros".59 A modo de ejemplo, la ilustración 12 muestra un personaje heroico para la guerrilla, Manuel Marulanda -o Pedro Antonio Marín-, comandante en jefe y fundador de las FARC-EP, pintado en la fachada de un alojamiento en el ETCR de El Oso.

Fuente propia según trabajo de campo, 15 de marzo de 2020

Ilustración 12 Mural en vivienda alusivo a comandante icónico. El Oso, Planadas 

De manera similar, se destaca este tipo de símbolos de las zonas en el ETCR de La Fila. Sobre ello L. nos cuenta que este es "un espacio grande y bastante quebrado [con] subidas y bajadas, cuatro barrios que además tienen nombres que para nosotros son significativos".60 Sobre estos símbolos que contienen rasgos de la historia de la antigua guerrilla L. describe la distribución y significados de las zonas que componen este ETCR:

Está la José María Carbonell que es el sector más alto, conmemora el prócer de la Independencia y también hay una unidad de la guerrilla que se llamaba así 'La Carbonell' (...) El '27 de mayo' porque es la fecha de la fundación de las FARC y el '22 de Septiembre', que es el barrio de más abajo, pues en honor al asesinato de los líderes más emblemáticos que fue para nosotros el Mono Jojoy -o Jorge Briceño-.61

Si bien en los ETCR a nivel simbólico se destaca la importancia de personajes y fechas icónicas para el colectivo FARC, algunas personas expresan su nostalgia alrededor de conmemoraciones colectivas. Aquí, por ejemplo, se despliegan tácticas en el momento oportuno para celebrar personajes y fechas icónicas del partido, tal como narró C., quien participó en 2019 en el diseño de una actividad cultural esporádica en el ETCR, pues no está contemplado como política del espacio. Al respecto ella recuerda: "[hubo] una canción que se le escribe al Mono Jojoy62 y se pusieron los audios donde hablaba el Mono y se dieron las consignas y listo, pero fue algo muy místico y fue bonito pero no es que sea una norma".63 Es así como, de acuerdo con Harvey (1979), el espacio social "está compuesto por un conjunto de sentimientos, imágenes y reacciones respecto al simbolismo espacial que rodea al individuo" (p. 27).

Otro de los símbolos presentes en los espacios está relacionado con las alusiones a la paz, y en especial símbolos para resarcir heridas con la comunidad. Por ejemplo, el caso del pacto de no violencia entre la comunidad fariana y la comunidad indígena nasa en Planadas, que está representado en el mural registrado en la ilustración 13. Acerca de esta pintura C.G. señala sobre el café Tercer Acuerdo: "aquí en este dibujo, sino que nos falta un muñeco ahí, pero ahí se había hecho de que estaba uno de los Nasa, que es la indiecita que está acá[a la derecha] y el de allá[a la izquierda] pues es el campesino".64

Fuente elaboración propia según trabajo de campo, 15 de marzo de 2020

Ilustración 13 Mural en tienda-bar alusivo al café Tercer Acuerdo El Oso, Planadas 

CONCLUSIONES

La apropiación del espacio de los AETCR de las personas firmantes de paz en proceso de reincorporación deriva en una morfología arquitectónica que expresa modos de habitar -apropiar- los espacios territoriales en los que subyacen símbolos que ordenan y distinguen las zonas. Estos modos de habitar se tejen en la convivencia del colectivo FARC, instituciones nacionales e internacionales y comunidades aledañas.

A la luz del concepto de gueto (Wacquant, 2004;2007), los ETCR incorporan una doble funcionalidad desde la mirada institucional, en la medida en que integran y excluyen a personas en proceso de reincorporación. Por un lado, afirmamos que es una institución de dos caras que refuerza una separación entre grupos sociales en una relación asimétrica porque separa las poblaciones; por ejemplo, quienes participaron o no en la guerrilla y la red de instituciones y políticas de Estado presentes en los espacios territoriales. Por otro lado, como una "incubadora y matriz simbólica para la producción de una identidad" (Wacquant, 2004, p. 76), porque permite la asociación entre sus miembros y la solidaridad colectiva entre sí, dando paso a un instrumento de refugio, de reproducción de códigos e ideales reivindicados por el partido Comunes.

Argumentamos que los ETCR producen áreas segregadas y posibilitan la intervención de una serie de instituciones en un perímetro territorial delimitado, por la manera en que el Estado concibe a las personas en proceso de reincorporación. Dicha concepción configura una especie de gueto que concentra condiciones de pobreza y desigualdad en los Espacios Territoriales (demoras, falta de garantías en la implementación del Acuerdo), pero además puede generar relaciones de dependencia y asistencia por la saturación institucional que involucra a la comunidad del ETCR.

Por otra parte, habitar los ETCR ha implicado un despliegue de tácticas (Certeau, 2000), es decir, un conjunto de maniobras y combinaciones de acciones imprevistas de las personas firmantes de paz alrededor de la apropiación del espacio. Dichas tácticas han sido desarrolladas en la medida en que las personas han tenido que reprogramar sus acciones y planes para convivir en los espacios. Eso se expresa, por ejemplo, en las adecuaciones personales para ajustar y adornar sus alojamientos -disponer de plantas decorativas o comestibles, cuadros, cortinas, muebles, etc.-. Además de incorporar símbolos ya no solo de su afiliación al Partido y su pasado como excombatientes sino a nuevas posibilidades de vida que ha traído consigo el proceso de paz. Muestra de ello son los retratos familiares (hijos, hijas, reencuentros con seres queridos) en las paredes de los alojamientos, fotografías de su participación en formaciones educativas e inclusive de proyectos productivos, la reconstrucción de sus alojamientos y zonas comunes.

La lucha por la apropiación del espacio de acuerdo con el Partido Comunes pretende trascender la figura jurídica de los ETCR para dar paso a configuraciones urbanas desde las cuales se propenda a acceder a unas ganancias de localización que les permita materializar las reivindicaciones del partido por conectarse e incidir política y económicamente en diferentes zonas del país. Además, por la lucha de presencia de instituciones en los ETCR que faciliten el acceso educativo, cultural y laboral, etc. Por otra parte, las ganancias de posesión en la que se distinguen jerarquías físicas y simbólicas en los ETCR de acuerdo con el papel desempeñado por los firmantes de paz en los ETCR. Y, por último, las ganancias de ocupación y volumen respecto a la presión de las personas para la ejecución de políticas estatales de vivienda pública, pero, además, a nivel personal, las adecuaciones a sus alojamientos para convivir en los espacios.

En sí, la apuesta colectiva del partido Comunes desde la experiencia de los AETCR representa una tensión y alternativa frente un proceso de reincorporación individual que ha caracterizado los procesos de paz en Colombia. Tal como señala L.: "tenga usted, tenga, tenga usted y mira a ver cómo arma su negocio, compra un taxi, hace lo que sea y se reincorpora". Y agrega que, en contraste: "aquí hemos dado una discusión, una pelea muy fuerte por mantenernos como colectivo". Esto, expresado de manera similar por C.G. al retomar el refrán popular que argumenta su decisión de continuar en los espacios territoriales: "una sola golondrina no llama agua".65

Este artículo es el resultado de una investigación: "La paz como laboratorio: análisis de los ZVTN y su incidencia en los procesos de normalización de excombatientes de las FARC", financiado por la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Valle, VRI 6194, y realizado de manera conjunta con el profesor Bernt Schnettler de la Universidad de Bayreuth, Alemania.

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1El proceso de transformación de datos se hizo con el software Atlas Ti 7.0.

2D.T. Funcionaría de la Comisión de la Verdad. Nota: en adelante, las personas entrevistadas serán identificadas a través de letras iniciales.

3D.T.

4D.T.

5Después de la Séptima Conferencia Nacional Guerrillera, el Secretariado de las FARC ordenó crear una estructura militar para coordinar los frentes guerrilleros y dio paso a la figura de "Bloques" alrededor de diversas zonas del país: Bloque Noroccidental, Bloque Occidental, Bloque Caribe, bloque Central, Bloque Magdalena Medio y Bloque Sur. En dichos bloques se organizó los "frentes", constituidos por más de una "columna", que a su vez eran dos "compañías" más sus mandos (110 guerrilleros) (Centro Nacional de memoria Histórica [CNMH], 2014).

6J., mujer firmante del Acuerdo de Paz nacida en El Águila, Valle del Cauca, 30 años de edad. Estudió hasta sexto de bachillerato cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Frente 1.°, 14 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó en las unidades de orden público. Reside en el ETCR Marquetalia, El Oso en Planadas Tolima. Trabaja en albañilería y participa del CTP [Concejo Territorial de Planeación] de Planadas

7.G., mujer firmante del Acuerdo de Paz nacida en Chaparral, Tolima, 37 años de edad. Estudió hasta tercero de primaria cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Frente 21, 20 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó como enfermera, radista de comunicaciones y comandante de escuadra. Reside en el ETCR Marquetalia, El Oso en Planadas Tolima. Es integrante de la Dirección del ETCR.

8V., mujer firmante del Acuerdo de Paz nacida en Roncesvalles, Tolima, 23 años de edad. Estudió hasta quinto de primaria cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Frente 21, 9 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó como radista de comunicaciones. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila en Icononzo Tolima. Es ama de casa

9L.V. mujer, 51 años, líder comunitaria y concejal de Planadas.

10A. R., hombre firmante del Acuerdo de Paz nacido en Gachancipá, Cundinamarca, 64 años de edad. Perteneció al Frente 16, 43 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó como enfermero. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila en Icononzo Tolima. Es integrante de la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos y del Enlace de la JEP (Justicia Especial para la Paz).

11L., mujer firmante del Acuerdo de Paz nacida en Bogotá, Cundinamarca, 41años de edad. Profesional. Perteneció a la Red Urbana Antonio Nariño, 13 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila en Icononzo Tolima. Es consejera política del partido FARC, delegada de reincorporación para el departamento de Tolima.

12A., hombre firmante del Acuerdo de Paz nacido enLérida, Tolima, 50 años de edad. Estudió hasta quinto de primaria cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Bloque Orienta (Frente sin especificar). Se desempeñó en unidades de orden público, 31 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila en Icononzo Tolima. Es productor de Cerveza Artesanal.

13F., hombre firmante del Acuerdo de Paz nacido en Otanche, Boyacá,60 años de edad. Estudió hasta primaria (sin especificar) cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Frente 7°, 33 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó como comandante de escuadra. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila en Icononzo Tolima. Es promotor de las regiones de Putumayo, Caquetá, Huila; Veedor de la implementación del Acuerdo de Paz e integrante del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo.

14D., hombre firmante del Acuerdo de Paz nacido enEl Cañón de las Hermosas, Tolima, 36 años de edad. Estudió hasta segundo de primaria cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Frente 21, 16 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Su desempeño no fue especificado. Reside en el ETCR Marquetalia, El Oso en Planadas Tolima. Se dedica a las labores del campo

15A. R., hombre firmante del Acuerdo de Paz nacido en Gachancipá, Cundinamarca, 64 años de edad. Perteneció al Frente 16, 43 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó como enfermero. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila en Icononzo Tolima. Es integrante de la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos y del Enlace de la JEP (Justicia Especial para la Paz)

16E., mujer firmante del Acuerdo de Paz nacida en San José del Guaviare (Guaviare), 49 años de edad. Estudió segundo de primaria cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Frente 7°, 30 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó como radista de comunicaciones y comisión de exploraciones. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila. Trabaja en el Taller de confecciones de la cooperativa Tejiendo Paz (TejPaz).

17D.F., hombre firmante del Acuerdo de Paz nacido en San Antonio (Tolima), 43 años de edad. Estudió hasta primaria (sin especificar) cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Frente 21, 25 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó como Comandante del Frente 21. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila. Es integrante de la Dirección Departamental del Partido FARC.

18L.

19D. F.

20E.

21J.M., mujer firmante del Acuerdo de Paz (con información sin especificar), 34 años de edad, 19 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila. Es presidenta de la Fundación de Arte y Cultura, encargada de salud e integrante de la Dirección del ETCR y del Comité de Género.

22F.

23C.G.

24J.

25D.

26C.G.

27C.G.

28J.

29E.D., hombre firmante del Acuerdo de Paz nacido en San Antonio (Tolima), 44 años de edad. Perteneció a una red urbana de la guerrilla (sin especificar), 18 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Su desempeño se relacionó con trabajo de inteligencia en la ciudad. Reside en el ETCR Marquetalia, El Oso. Es el encargado del taller de ebanistería del ETCR.

30V.

31E..

32C.G. Se refiere a la imposibilidad de construir sin condiciones concretas sus viviendas; para ello acude a la metáfora de "La casa en el aire", vallenato compuesto por Rafael Escalona en 1952. En una de sus estrofas se escucha: "Como esa casa no tiene cimientos/en el sistema que inventado yo/me la sostienen en el firmamento/ los angelitos que le pido a Dios" (Bis).

33D.

34F.

35C.G.

36V.

37M., mujer firmante del Acuerdo de Paz nacida en Neiva (Huila), 38 años. Estudió hasta primaria (sin especificar) cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Frente 17, 19 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó como comandante de escuadra. Reside en el ETCR Antonio Nariño, La Fila. Es la encargada de Género a nivel del departamento del Tolima del partido FARC.

38C.G.

39C.G.

40L.

41E.

42C.G,

43L.

44R., hombre firmante del Acuerdo de Paz nacido en Marquetalia (Tolima), 62 años de edad. Estudió hasta quinto de primaria cuando ingresó a FARC-EP. Perteneció al Frente 2°, 40 años (aprox.) de participación en la lucha armada. Se desempeñó como guardia del Secretariado de las FARC-EP. Reside en el ETCR Marquetalia, El Oso. Es Miembro del Ejecutivo General del Partido FARC en el Tolima.

45F

46C.

47Entre los proyectos productivos en La Fila se encuentran: i) la manufactura Tejiendo Paz (TejPaz), donde se confeccionan prendas de vestir, bolsos, entre otros artículos de tela; ii) la agropecuaria, en el que se destaca el proyecto de Sacha Inchí y ganadería ; iii) el turismo, que cuenta el restaurante El Sazón de la Montaña (sic), que brinda sus servicios de comida a funcionarios de entidades públicas o privadas, profesores, periodistas, entre otros visitantes, la tienda comunitaria Brisas de Paz para la venta de comidas rápida, licor, etc., y el hotel Bello Amanecer, adecuado para que personas externas a FARC puedan alojarse en la zona; iv) la cerveza artesanal La Roja; v) el jardín infantil La Montaña Mágica, para el cuidado de niños y niñas de excombatientes; vi) la casa cultural Semillas de Reconciliación, lugar donde se promueve el arte y la cultura.

48Los proyectos productivos se relacionan con actividades en piscicultura, ebanistería y producción de café. Entre los que se encuentran: i) el proyecto piscícola con peces de tilapia roja, que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, de la mano de la Organización América, España Solidaridad y Cooperación (AESCO), de la Fundación Futuro y Desarrollo Comunitario (FUDESCO) y de la Red Nacional de Agencias de Desarrollo Local de Colombia (RED ADELCO). En este proyecto hay una contrapartida económica de fondos colectivos reunidos por los reincorporados que viven en El Oso; ii) el proyecto de ebanistería, en el que hay trabajo artesanal de la madera con maquinaria donada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); iii) el proyecto de producción de café con la marca Marquetalia y Tercer Acuerdo, este último ha tenido gran acogida dentro y fuera de la comunidad fariana, su producción cuenta con el apoyo de miembros del cabildo indígena Nasa Wes'x, además del apoyo de algunas familias caficultoras del departamento.

49L.

50F.

51C.

52Hombre campesino de la Vereda Balconcitos, aledaña al ETCR de La Fila.

53Ibídem.

54E.D.

55E.D.

56Intervención de funcionaria pública que acompaña el proceso de reincorporación e intervino en la reunión del POT con la gobernación, marzo de 2020.

57Músico y activista de paz colombiano, creador del instrumento musical la Escopetarra, un fusil AK-47 convertido en guitarra.

58L.

59C.G.

60L.

61L.

62Comandante del Bloque Oriental de las FARC-EP y miembro del Secretariado de las FARC-EP.

63C.

64C.G.

65C.G.

Recibido: 21 de Julio de 2021; Aprobado: 25 de Septiembre de 2021

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