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Estudios de Filosofía

versión impresa ISSN 0121-3628

Estud.filos  n.36 Medellín jul./dic. 2007

 

ARTHUR C. DANTO:

ENTRE FILOSOFÍA ANALÍTICA Y FILOSOFÍA SUBSTANTIVA DE LA HISTORIA?*

 ARTHUR C. DANTO:

BETWEEN ANALYTICAL PHILOSOPHY OF HISTORY AND SUBSTANTIVE PHILOSOPHY OF HISTORY

 

Por: Martín Alonso Camargo Flórez

Grupo de Investigación Kontemporáneas

Universidad Industrial de Santander

Bucaramanga, Colombia

martincamargo82@gmail.com

Fecha de recepción 13 de julio de 2006

Fecha de aprobación 13 de agosto de 2006

 

Resumen: La filosofía analítica de la historia de Danto intenta resolver el problema del límite lógico de la historia a partir de la elaboración de la frase narrativa. Dicha solución implica el rechazo de cualquier tipo de filosofía substantiva de la historia a causa de su compromiso teórico con el realismo narrativo y la transgresión de los límites del lenguaje histórico. Sin embargo, con su filosofía del arte tendrá que garantizar la validez de la filosofía substantiva de la historia, para así poder comprender la frase narrativa desde el realismo narrativo a partir de la diferencia entre history e story.

Palabras clave: filosofía analítica de la historia, filosofía substantiva de la historia, frase narrativa, realismo narrativo, fin del arte, history, story.

Abstract: Danto’s Analytical Philosophy of History tries to solve the problem of the logical limit of History based on the elaboration of the narrative sentence. The said solution implies the rejection of any type of Substantive Philosophy of History because of its theoretical compromise with Narrative Realism and the transgression of the limits of historical language. Nonetheless, with his Philosophy of Art he has guaranteed the validity of Substantive Philosophy of History, so he can understand the narrative sentence from the point of view of Narrative Realism based on the difference between History and story.

Key words: Analytical Philosophy of History, Substantive Philosophy of History, narrative sentence, Narrative Realism, End of Art, History, story.

 

1. Filosofía analítica de la historia

Desde los salones de la Universidad de Columbia en Nueva York, Arthur Coleman Danto comenzó haciendo filosofía analítica. Este tipo de enfoque se alineó desde sus orígenes, al menos en una de sus facciones,[1] con la perspectiva adoptada por el positivismo lógico, para desde allí visualizar como suya la labor de encaminar la filosofía hasta el reconocimiento de sus límites y la subsiguiente renuncia definitiva a una consideración de sí misma como discusión substantiva del mundo. En su obra de 1968, ¿Qué es filosofía?, el presupuesto básico apuntaba a una comprensión de la filosofía circunscrita a problemas conceptuales específicos, cuyas sendas iluminarían las grietas que surgen una vez los antiguos sistemas de pensamiento se resquebrajan ante su inadecuación para alcanzar el mundo con el lenguaje. Así, aunque la filosofía no pueda hablar substantivamente del mundo, aumentando con ello el conocimiento que se tiene de éste en alguno de sus aspectos, al menos puede garantizar que el lenguaje utilizado por cualquiera de las ciencias para producir proposiciones que logren describirlo esté construido correctamente y entendido lógicamente.

Según Danto, sólo las proposiciones científicas llegan a ser verdaderas o falsas por los hechos, lo cual excluye en su formulación la posibilidad de que algo distinto de la actividad científica diga cómo es efectivamente el mundo. Al circunscribir la filosofía al curioso intersticio entre el lenguaje y el mundo, no sólo se estaría negando la posibilidad de que en ella existan proposiciones verdaderas o falsas, sino que, en sentido estricto, ninguna de sus expresiones lingüísticas podría tener los rasgos propios que poseen las auténticas proposiciones. Aunque superficialmente podrían tener una estructura gramatical similar a la que presentan las proposiciones de las diversas ciencias, un análisis minucioso revelaría que ellas comprenden algo más que las convierte en una manera de hablar acerca de algo para cuya evidencia no se posee ningún tipo de acceso cognitivo.

La investigación analítica-positivista entraría a convertirse en una teoría general de las condiciones generales de la descripción lingüística, aplicada a nuestros modos de pensar y hablar del mundo, y paralelamente haría explícita la carga teórica existente en cada una de las descripciones que lleguen a producirse según las tipologías establecidas por ella misma. Cumplir con estas exigencias, propias de una metodología descriptiva, la obligan por principio a abstenerse de pensar y hablar sobre el mundo, sin importar cuál sea su amplitud y los elementos que hagan parte del mismo, dedicándose exclusivamente a ser una herramienta de análisis con la cual clarificar y distinguir los elementos propios del lenguaje, buscando con ello precisión en la única vía que posee la ciencia positiva para ocuparse substantivamente del mundo.

Tras haber esclarecido la manera correcta en que funciona el lenguaje, diferenciándolo del uso filosófico tradicional que se le ha dado, el aspecto crítico del análisis positivista podría comenzar a eliminar aquellas descripciones que no satisfagan los estrictos criterios de formulación. Es un lugar común de la filosofía analítica y la filosofía positivista que gran parte de los errores conceptuales tienen su origen en los abusos del lenguaje que la metafísica cultivó con esmero en cada uno de sus discursos, en parte porque una no esclarecida noción general de proposición permitía enturbiar con ficciones carentes de sentido el interior del lenguaje científico y porque la problemática carencia de una teoría correcta del significado no permitía demarcar la distinción entre oraciones pertenecientes a categorías distintas pero con una forma gramatical indiscernible.

Más o menos, tal sería la noción vaga que Danto reconocería bajo el rótulo de filosofía analítica, preponderante en el ambiente académico norteamericano de la década de 1960. Este modo de proceder se vio reflejado en Analytical Philosophy of History, obra de 1968, donde trataría los problemas filosóficos de la historia como algo susceptible de ser formulado de manera definitiva y universal haciendo un uso correcto de la lógica del lenguaje; específicamente aquellos relativos a las posibilidades de la historia como ciencia y a la indagación sobre la legitimidad de las pretensiones propias de la filosofía substantiva de la historia. Consecuentemente, no indagará por las múltiples formas de entender la labor científica de la historia, como tampoco se concentrará en analizar las diversas filosofías substantivas de la historia, ya que, en lugar de ello, entenderá que su trabajo es hacer filosofía analítica de la historia, que en sí misma "es filosofía, pero filosofía aplicada a problemas conceptuales especiales, que surgen tanto de la práctica de la historia, como de la filosofía substantiva de la historia".[2]

2. Metodología de investigación atomista

Esta manera de entender los problemas filosóficos, susceptibles de reducirse exclusivamente a cuestiones conceptuales, es consecuencia directa de una comprensión atomista de la historia y la filosofía substantiva. Según Robert C. Solomon y Kathleen M. Higgins en su artículo "Atomism, Art and Arthur: Danto’s Hegelian Turn", una metodología atomista de investigación filosófica considera que "un hecho o un objeto puede ser conocido una vez separado de su contexto, un fragmento separado de la totalidad, una palabra separada de sus usos, sus "implicaciones pragmáticas", una referencia separada de su significado".[3] Como enfoque tiene el objetivo último de formular problemas válidos en cualquier universo posible, independiente de las condiciones particulares de los mismos, que por ello hacen viable la búsqueda de respuestas que logren evitar cualquier contra-argumento futuro, como si los cambios que puedan ocurrir en las diversas esferas de la cultura fueran irrelevantes una vez puedan ser establecidas. Al aislar los problemas de las circunstancias en que surgieron y al presentar las respuestas correspondientes como algo universalmente válido, a pesar de las diversas modificaciones que ocurran a lo largo del tiempo, los filósofos analíticos estarían asumiendo que "el contexto", "la totalidad", "los usos" y "el significado" son irrelevantes para su trabajo:

Hay un aspecto importante en el que todos los filósofos, a pesar de las condiciones históricas radicalmente distintas en las que escribieron y pensaron, son contemporáneos intelectuales. Los filósofos de hoy se ocupan a menudo de los argumentos, análisis y teorías de Platón y Aristóteles como de los de sus contemporáneos.[4]

Afirmar que todos los filósofos son contemporáneos intelectuales es equivalente a creer que, a pesar de "las condiciones históricas radicalmente distintas en las que escribieron y pensaron", sus argumentos, análisis y teorías son válidos, siempre y cuando dependan exclusivamente de la lógica subyacente a su formulación. Si los filósofos del pasado estuvieron errados en sus consideraciones substantivas del mundo, las cuales han sido ampliamente corregidas por el desarrollo de la ciencia moderna, no todo en ellos estaba desencaminado, por tanto, sus aciertos deben buscarse en los análisis descriptivos que llevaron a cabo respecto a la función del lenguaje y el uso correcto del mismo a partir de la lógica. Aunque ninguno de ellos haya poseído las herramientas propias de la lógica simbólica moderna, sus argumentaciones y análisis son susceptibles de traducirse a dicho sistema formal de notación, con lo cual pudieron ser evaluados por los filósofos analíticos del siglo XX como si hubiesen sido formulados por cualquiera de sus compañeros académicos contemporáneos.

En Analytical Philosophy of History, la búsqueda de una adecuada relación de los problemas correspondientes a la investigación histórica normal y la filosofía substantiva de la historia llevaría a buscar una ruta donde el entendimiento histórico consiguiera mostrar las confusiones que surgieron al equiparar dos tipos de lenguaje cuyas funciones no son susceptibles de reducirse mutuamente. Una metodología atomista de descripción contribuiría a establecer la especificidad de cada uno de ellos de manera universal y válida en cualquier mundo posible, evitando con ello la subsiguiente reformulación de los problemas que se derivan de identificar clases distintas de cosas, los cuales deberán quedar totalmente disueltos tras la aplicación del análisis:

Creo que una contribución para el entendimiento histórico consiste en mostrar de qué manera muchos de los más profundos conflictos que constituyen la historia intelectual pueden ser rastreados hasta simples confusiones que he tratado de esbozar: confusiones por las que, dado que dos clases de relaciones han sido inadecuadamente distinguidas, la filosofía o la ciencia se desangraron en su interior una a otra. Este debería ser un ejemplo perfecto de la manera en que una disciplina no histórica, la filosofía analítica, puede ayudar a la historia, en este caso a la historia intelectual, a llevar a cabo sus descriptivos y explicativos propósitos.[5]

3. Lenguaje histórico

El objetivo central de la filosofía analítica de la historia se expresa en la exigencia de hacer desaparecer descriptivamente las confusiones conceptuales en las que "dos clases de relaciones han sido inadecuadamente distinguidas". Por tanto, si el filósofo analítico de la historia logra su objetivo al trazar nítidamente un criterio lingüístico con el cual establecer los límites que existen entre formas adecuadas e inadecuadas de hablar sobre los sucesos de la historia, lograría mostrar que todo aquello que puede decirse históricamente con sentido se diferencia de las maneras erróneas de hacerlo por el hecho de que éstas últimas mantienen la pretensión de trascender las posibilidades lógicas inherentes al lenguaje histórico.

Efectivamente, Danto utiliza a lo largo de su obra Narration and Knowledge, reedición hecha en 1985 de Analytical Philosophy of History, las expresiones "lenguaje del tiempo" y "lenguaje histórico" para hacer referencia a dos clases distintas de enunciados, específicamente en dos pasajes de tal obra. En el capítulo XII, "Methodological Individualism and Methodological Socialism", dirá que: "he intentado entablar un caso en contra de la filosofía substantiva de la historia por enfatizar ciertos rasgos lógicos de lo que uno podría llamar el lenguaje del tiempo".[6] Por otra parte, en el capítulo XIV, "Historical language and Historical Reality", escribirá lo siguiente: "por ‘lenguaje histórico’ tendré principalmente en mente una clase abierta de sentencias con las que se pretende, cuando son afirmadas, describir acontecimientos que han tenido lugar antes de su expresión o inscripción".[7]

A partir de esto, el rechazo de Danto a las filosofías substantivas de la historia se interpretaría como la confusión de rasgos lógicos presentes en lenguaje del tiempo que el lenguaje histórico no posee. Por su aspecto kantiano podría parafrasearse diciendo que consiste en el rechazo de la ampliación ilegítima de las condiciones de posibilidad de la ciencia histórica normal a partir del lenguaje del tiempo.* Expresado categóricamente, aunque algunas cosas pueden ser dichas en este último, el lenguaje histórico está circunscrito a ciertas limitaciones lógicas que impiden realizar determinadas emisiones lingüísticas, a pesar de su similitud gramatical con otras que no están excluidas de su ámbito. Si la función de la filosofía analítica de la historia ha quedado establecida como la descripción aplicada a problemas conceptuales, originados por confusiones respecto al espacio lógico tanto del lenguaje histórico como el lenguaje del tiempo, el primer paso en la argumentación será alcanzar una auténtica comprensión de la esencia y función del primero de ellos, obteniéndose con ello el único criterio válido desde el cual evaluar cualquier realización verbal derivada de dicho marco de referencia.

¿Qué se entiende por lenguaje histórico y cuándo es lógicamente correcto un enunciado formulado en el mismo? Por lenguaje histórico se hará referencia tanto al marco lógico de posibilidad desde el cual deben formularse todas aquellas manifestaciones verbales que pretenden tener un significado histórico, como al conjunto de oraciones que han cumplido correctamente con este requisito. En otras palabras, el lenguaje histórico está constituido a partir de una lógica que determina una clase abierta de oraciones limitadas por ella y cuya característica esencial consiste en que describen eventos ocurridos en algún punto del pasado. Esta manera de entender el lenguaje histórico, que remite a una manera particular de concebir el lenguaje en general, tiene dos aspectos que deben ser aclarados antes de trabajar en la cuestión sobre el uso correcto del lenguaje histórico.

Dentro de la actividad filosófica de enfoque analítico-positivista, las concepciones sobre el lenguaje tienen como principal influencia las teorías presentadas por Ludwig Wittgenstein en su primera obra Tractatus logico-philosophicus. Aunque Wittgenstein nunca se interesó por discutir los problemas propios de la historia o la filosofía de la historia en la primera etapa de su producción intelectual, en tal obra se encuentran todos los presupuestos que Danto retomará años después para elaborar Analytical Philosophy of History. De esta manera, mientras Wittgenstein pretende mostrar cuál es la estructura del lenguaje en general y de qué manera ésta determina la conexión que éste mantiene con el mundo, Danto intentó señalar cuál es la estructura de un lenguaje en particular, el lenguaje histórico, y de qué forma está relacionado con una región particular del mundo: "Así, pues, la principal función del Tractatus es investigar la esencia del lenguaje: su función y estructura, asumiendo que la estructura del lenguaje la revela la lógica y que la función esencial del lenguaje es representar o describir el mundo".[8] Siguiendo las prescripciones wittgenstenianas, Danto intentará establecer la estructura y función del lenguaje histórico, desentrañando su lógica particular y las restricciones epistémicas de la relación cognitiva que el hablante históricamente situado debe mantener con los sucesos ubicados temporalmente en el pasado. Por tanto, el lenguaje histórico es lógicamente correcto si y sólo si cada una de las sentencias que hacen parte de él poseen la misma intensión que lo constituye como una clase lógica. Para entender esta respuesta es necesario aclarar tanto algunos conceptos generales como la argumentación que permite comprender el camino hasta dicha conclusión. Siendo así, se entenderá que (A, B y C) son conceptos lógicos básicos, (1, 2 ,3) las premisas de la argumentación y (/) su conclusión:

A. Una clase lógica es un conjunto donde la totalidad de su extensión está determinada por su intensión.

B. La extensión es un concepto lógico que designa a todos los objetos que hacen parte de una misma clase y que poseen una misma intensión.

C. La intensión es un concepto lógico que designa el conjunto de características o atributos necesarios y suficientes que debe poseer una cosa o suceso para poder pertenecer a determinada clase lógica.

1. El lenguaje histórico es lógicamente correcto si y sólo si es una clase lógica.

2. La extensión del lenguaje histórico, entendido como clase lógica, está constituida únicamente por sentencias históricas.*

3. La intensión del lenguaje histórico, entendido como clase lógica, es equivalente a toda aquella realización lingüística que pretende describir un suceso ocurrido en algún momento del pasado.

4. / El lenguaje histórico es lógicamente correcto si y sólo si es un tipo de conjunto cuya totalidad de miembros, las sentencias históricas, está conformada únicamente por realizaciones lingüísticas que pretenden describir un suceso ocurrido en algún momento del pasado = El lenguaje histórico es lógicamente correcto si cada una de las sentencias que hacen parte de él poseen la misma intensión que lo constituye como una clase lógica; esto es así a partir de 1, 2 y 3.

Este modo de entender las cosas tiene consecuencias interesantes que afectan el trabajo elaborado al interior de cualquier filosofía substantiva de la historia, aunque todavía no haya total claridad sobre la ilegitimidad de tal tipo de indagación teórica. Para responder a esta exigencia basta recordar que cualquier filosofía substantiva de la historia implica hablar el lenguaje del tiempo, aunque en realidad pretenda subrepticiamente que sus realizaciones lingüísticas sean consideradas como parte de la extensión propia del lenguaje de la historia como clase lógica. ¿Por qué será que el filósofo analítico de la historia sospecha tanto de la filosofía substantiva de la historia, por no decir que su desconfianza radica en considerarla una empresa intelectual ilegítimamente concebida?

4. La frase narrativa y el realismo narrativo

Antes de una respuesta, permítase la formulación y lectura de otro argumento que representa una tentativa para comprender la noción de frase narrativa, que en últimas será la razón a partir de la cual se sustentarán las protestas de Danto como filósofo analítico de la historia:

5. El lenguaje histórico es lógicamente correcto si y sólo si es un tipo de conjunto cuya totalidad de miembros, las sentencias históricas, está conformada únicamente por realizaciones lingüísticas que pretenden describir un suceso ocurrido en el pasado.

6. Toda filosofía substantiva de la historia posee una extensión que no está constituida exclusivamente por sentencias históricas, tal como han sido caracterizadas en 2 y 3, sino que además posee una clase particular de sentencias que pretenden describir sucesos del presente como si fueran vistos desde el futuro y sucesos ubicados en algún momento del futuro.

7. / Toda filosofía substantiva de la historia es lógicamente incorrecta, desde el lenguaje histórico, ya que está conformada no sólo por realizaciones lingüísticas que pretenden describir sucesos ocurridos en algún momento del pasado, sino que además incluye sentencias que pretenden describir sucesos del presente como si fueran visto desde el futuro y sucesos ubicados en algún momento del futuro.

Para la distinción entre lenguaje histórico y lenguaje del tiempo basta detenerse en la conclusión anterior y mirar qué es lo que pretende hacer la filosofía substantiva de la historia que tantas sospechas despierta en Danto. Esta última realiza afirmaciones sobre el futuro, lo cual sería algo común si se piensa en el tipo de predicciones que hacen los meteorólogos respecto al clima, construyendo frases del siguiente tipo: "mañana lloverá desde t1 hasta t2, aproximadamente, en x", es decir, "mañana lloverá desde las 10:00 a.m. hasta las 12:00 m, aproximadamente, en el sur del país". El valor de verdad de este tipo de enunciados depende exclusivamente de que, en efecto, ocurra lo que se expresa en ellos, aunque a causa de los problemas propios del clima como azar y la meteorología como tentativa, algunos pequeños cambios respecto a la predicción pueden ser irrelevantes para valorarla, siendo así que comience a llover a las 9:57 a.m. y termine de hacerlo a las 12:12 p.m. Sin embargo, los filósofos substantivos de la historia se comportan de manera distinta a los meteorólogos y se acercan mucho más a la labor de los investigadores de la ciencia histórica normal.

Danto considera que las explicaciones narrativas elaboradas por los historiadores se encuentran restringidas a partir de los límites lógicos del lenguaje histórico, que incide en la determinación de la construcción correcta de las mismas a partir de las denominadas frases narrativas. Las frases narrativas son manifestaciones lingüísticas que se refieren a dos acontecimientos pasados distintos y separados en el tiempo, A1 y A2, descritos por sentencias históricas, S1 y S2, en las que se toma la primera de ellas como referencia para proyectar su sentido histórico a partir de la segunda. Decir que "su característica más general es que se refieren a dos acontecimientos separados temporalmente, aunque sólo describen (versan sobre) el primer acontecimiento al que se refieren",[9] equivale a expresar que el sentido histórico del acontecimiento A1 se alcanza en la sentencia S1, siempre y cuando se adopte la perspectiva que brinda la descripción de A2 en S2. El ejemplo paradigmático consiste en decir que para un historiador es lógicamente adecuado hacer uso de sentencias históricas para dar sentido al nacimiento de Denis Diderot a partir de otros acontecimientos posteriores y relevantes en la elaboración de su biografía. Por consiguiente, decir que "en 1713 nació el autor de El sobrino de Rameau", implica que el sujeto de la enunciación reconozca tres aspectos temporales implícitos en su acción como historiador: el del acontecimiento descrito A1, que en este caso correspondería al año de nacimiento de Denis Diderot, el del acontecimiento en relación al cual se describe el primero, es decir, aquel en que efectivamente Denis Diderot escribió El sobrino de Rameau y, por último, el de la enunciación hecha por el historiador, ubicado en el futuro respecto a la ocurrencia de A1 y A2. Siendo así, ningún historiador podrá describir históricamente un acontecimiento A1 a partir de A2, si éste último se encuentra ubicado en alguna parte del futuro respecto al sujeto de la enunciación.

El tribunal crítico entablado contra la filosofía substantiva de la historia se legitima a partir de su incorrecto uso de las frases narrativas, violando así los límites lógicos del lenguaje histórico como condición última de posibilidad para su configuración:

Sea como fuere, las filosofías substantivas de la historia, en la medida en que se las haya caracterizado de una forma correcta, están interesadas en lo que denominaré profecía. Una profecía no sólo es una afirmación sobre el futuro (...), es una cierta clase de afirmación acerca del futuro y diré (...) que se trata de un enunciado histórico acerca del futuro. El profeta es aquel que habla sobre el futuro de una manera que resulta apropiada sólo para el pasado, o que habla del presente a la luz de un futuro que se trata como un fait accompli.[10]

Las profecías como intentos de usar frases narrativas serían desviaciones dentro de los límites formales del lenguaje histórico, ya que A1 sería un acontecimiento ubicado en el pasado o el presente, expresado por la sentencia S1, cuyo sentido histórico se conseguiría sólo tras haberse formulado una sentencia histórica S2 que describe un acontecimiento A2 ubicado en algún momento del futuro respecto al sujeto de la enunciación. Un profeta trataría el futuro como el historiador lo haría con el pasado, asumiendo que existe un tipo particular de perspectiva desde la cual contemplar el futuro como algo determinado. Siendo así, sólo quedarían dos opciones, tales que si alguien sabe que la sentencia S es verdadera tras compararla con el acontecimiento A, ubicado en el futuro, se sigue de ello que necesariamente A tendrá que ocurrir para garantizar el valor de su correspondiente descripción. Tal será el caso, a menos que S sea necesariamente falsa al contrastarla con A, revelándose tras ello la falta de precisión en la descripción contenida en dicha sentencia. Decir lo contrario presupone la falsedad del conjunto de creencias donde se asume que "la historia está estructurada narrativamente, con un desarrollo orgánico y una culminación como opuesta a una secuencia azarosa";[11] pues el carácter abierto del futuro deslegitima las pretensiones de evidencia que permiten sostener el realismo narrativo.

Siguiendo a Karl Löwith, el realismo narrativo se entenderá como equivalente a la convicción de la historia como una manifestación fenoménica de un meta-relato que le subyace, adecuándose a una concepción esencialmente teológica en la que los profetas ofrecen una "interpretación sistemática de la historia universal de acuerdo con el principio de que los acontecimientos y sus sucesiones históricas adquieren su unidad por, y están dirigidos a, un último significado".[12] En este caso, la totalidad de la historia será considerada como actualización en el tiempo de un gran relato estructurado a partir de un fin último, que servirá como criterio para decidir si el acontecimiento A es parte de sí misma, a pesar de que A’ haya sido su coetáneo, pero sin que posea ningún significado en su desarrollo.

Esta concepción esencialmente teológica, correspondiente a un plan divino elaborado narrativamente, fue retomada paradigmáticamente en el siglo XIX por la obra filosófica de Georg. W. F. Hegel, para quien la historia mundial debería ser entendida como el arduo trabajo del Espíritu (Geist) en su lucha por la conquista de la libertad. Según Herman van Erp, el realismo narrativo hegeliano "como manera religiosa de pensar, consiste en creer que la historia en su totalidad es asunto de la providencia divina. Así, para Hegel, la historia filosófica significa que los grandes eventos del pasado y el curso general de la historia puede ser entendido a la luz de esta idea".[13] Por tanto, la visión teológica que Hegel posee de la historia implica que sólo desde el criterio último de la meta-narración divina se determinarán cuáles regiones del mundo y en qué época se constituyen como los escenarios propios para representar los episodios relevantes del gran drama del Espíritu en su manifestación temporal. Será desde este relato, fundado en una filosofía substantiva de la historia, que Danto formulará su tesis sobre el fin del arte en términos de la culminación y agotamiento interno de una de las figuras del Espíritu en su propio despliegue narrativo: "El arte es uno de estos estados —en realidad, uno de los más próximos al estado final en el retorno del espíritu hacía sí mismo y por medio de sí mismo— pero es un estado por medio del cual deberá ir en doloroso ascenso hacia su redentora cognición final".[14] A partir de su acercamiento a la filosofía de Hegel, que le procuraría las condiciones suficientes y necesarias para declarar no sólo el fin del arte sino la búsqueda de la definición esencial de éste, asegurándose con ello de los contra-ejemplos futuros que pudieran refutar su proyecto conceptual, comenzaría un cambio en las afiliaciones filosóficas de Danto, caracterizada por algunos autores como el "giro hegeliano".

5. El giro hegeliano y el fin del arte

El "giro hegeliano" es una expresión acuñada por Robert. C. Solomon y Kathleen M. Higgins, para señalar el cambio de perspectiva metodológica que asumió el filósofo tras aceptar la concepción dialéctica de la filosofía y el arte desde una perspectiva teleológica de la historia. A manera de una relación biográfica de conversión religiosa, los autores nos comentan que alguna vez Arthur Danto fue un auto-proclamado filósofo analítico que creía en los fundamentos y el análisis. El principal reflejo de ello se encuentra en los títulos de las obras correspondientes a este período, tales como Analytical Philosophy of Knowledge (1968), la ya mencionada Analytical Philosophy of History y Analytical Philosophy of Action (1973); en las que intentó argumentar que el problema básico de la filosofía consiste en saber cómo conocemos el mundo a través de nuestras representaciones y lo cambiamos por medio de nuestras acciones. Sin embargo, cuando Danto se enfrentó al que considera el problema central de la filosofía del arte, su transformación sería inexorable al reconocer que la diferencia entre las cosas ordinarias y las obras de arte no podría resolverse a través de ningún análisis de sus rasgos perceptibles. En palabras de Solomon e Higgins: "Súbitamente, Danto comenzó su transformación en un neo-hegeliano, un holista para quien la historia y el contexto son esenciales. (...) Dejó atrás la ‘Filosofía’ por lo que Hegel llamó ‘el reino del espíritu’, y desde aquí, así lo creemos, tratará de dejar su última huella como filósofo".[15]

Según Solomon y Higgins, el hegelianismo en general consiste en un tipo particular de holismo que depende de dos elementos centrales e inescindibles: (a) el contextualismo o la creencia de que algo sólo puede ser completamente entendido en términos de la totalidad de relaciones que pueda establecer, y (b) la historicidad o pretensión de que el significado de algo sólo puede surgir a partir de su propia historia (history o story). A pesar de la ambigüedad inherente a ambos conceptos, propia de todos aquellos que no poseen reglas precisas de uso, la que se encuentra implícita en el término de historicidad radica en el hecho de que algo puede ser entendido en términos de su historia como history, sin que la relación elaborada para ello llegue a ser equivalente a una expresada en términos de historia como story.

History consiste en un relato metafísico estructurado teleológicamente del que un determinado fenómeno hace parte como una de sus manifestaciones exclusivamente para permitirle desplegarse hasta alcanzar su significado final. De esta manera, entender el significado de un fenómeno consistiría en ingresar a su propia historia, entendida como un fragmento revelado de un relato más amplio del cual hace parte. Es así como en Hegel la apelación a la historicidad culmina en la idea de que todo fenómeno adquiere su significado último desde un único Espíritu que logra comprenderlo como parte de sí, adquiriendo con ello auto-conciencia de su sitio como algo relativo al momento que ocupa en la totalidad desarrollada del propio Espíritu. Por otra parte, story es un término que hace referencia a todos aquellos relatos que en sí mismos no poseen un fin predeterminado al carecer de una narración regulativa y metafísica como referente, consecuencia exclusiva de las múltiples variaciones que implica el cambio de un esquema conceptual a otro a partir de los intereses teóricos y prácticos de quien desea narrar.

Manteniendo esta distinción, David Carrier interpreta la segunda faceta intelectual de Danto como la de un neo-hegeliano que ha logrado consolidar a partir de su giro filosófico, adoptado en 1984, simultáneamente con la publicación de The End of Art, una manera de pensar los límites lógicos de las sentencias históricas desde la historicidad como history. Parafraseando el artículo de Carrier, "Danto as Systematic Philosopher or comme on lit Danto en français"; el que los estándares de la explicación histórica hayan cambiado no evidencia que la historiografía como ciencia necesite convertirse en un relato histórico —entendido como story o historical account. El reconocimiento de que las frases narrativas pueden construirse desde el lenguaje del tiempo sin comprometerse con la concepción contextualista propuesta por el holismo, llevará a que filósofos como Solomon e Higgins arguyan contra Carrier que la coherencia del hegelianismo es sostenible a menos que se acepten conjuntamente las condiciones (a) y (b) anteriormente mencionadas. Sin embargo, para Carrier, la coherencia de una metodología atomista sería compatible con el hegelianismo como historicidad en el sentido de history. De esta manera, Danto como filósofo substantivo, una vez completado su giro hegeliano, intentaría construir un modelo de la historia que hiciera posible la pregunta acerca de si el arte ha llegado definitivamente a su fin narrativo en todos y cada uno de los mundos posibles, adoptando así un hegelianismo no equivalente a la conjunción necesaria entre (a) y (b).

Como lo señala en su artículo del 84 y las conferencias Andrew W. Mellon de 1995, la discusión sobre el fin del arte puede plantearse exclusivamente alrededor de la frase narrativa. Sólo hay que recordar que al encontrarse constituida por sentencias históricas S1 y S2, S1 adquirirá necesariamente un sentido distinto si fuera posible una nueva descripción desde la perspectiva histórica otorgada por la sentencia S3. Sin embargo, ¿el significado de S1 depende exclusivamente de una y sólo una sentencia histórica o de todas y cada una de las posibles descripciones que puedan suministrarse en cualquier mundo posible? ¿La descripción completa de una sentencia histórica determinada será proporcionada por un enfoque atomista o por uno holista de investigación histórica?

Según Danto, "existe un factor imprescindible de convención y de arbitrariedad en la descripción histórica, el cual hace extremadamente difícil, si no imposible, hablar como quiere el filósofo substantivo de la historia, del único relato de la historia en su totalidad o, a este respecto, del único relato de cualquier conjunto de acontecimientos".[16]Al considerar que los intereses teóricos de los historiadores del futuro determinan el grado de convención y arbitrariedad de las frases narrativas que constituyen las relaciones históricas, el filósofo analítico rechaza la posibilidad de elaborar la única descripción posible de una sentencia histórica. Pero, basta recordar que tal declaración fue realizada durante el primer periodo de su producción intelectual, ya que en el transcurso que va desde 1984 hasta 1997 manifestaría su adhesión sin reticencias al realismo narrativo: "Debo decir que hoy tengo un punto de vista más caritativo acerca de las filosofías substantivas de la historia del que tenía en 1965, cuando escribí ese libro en las últimas etapas de mi positivismo. Pero eso es así porque se ha vuelto plausible para mí que existan estructuras históricas objetivas".[17]

Para llegar a tal transformación se hace necesario aceptar que tales estructuras dependen de la exigencia de garantizar una definición filosófica del arte, eliminando los obstáculos históricos que en el pasado impidieron llevarla a cabo. Si todas las definiciones presuntamente universales del concepto de arte han sido refutadas una y otra vez por las revoluciones artísticas de la historia, ¿no existirá un argumento para clausurar definitivamente la historia del arte e iniciar su auténtica filosofía? Sucintamente, al considerar la historia del arte como un relato, con inicio y fin, estaría abriendo con Hegel la posibilidad de pensar que las energías de la historia del Espíritu durante algún tiempo coincidieron con la narración interna del arte, aunque tras ello la historia y el arte tomaron direcciones diferentes, dejando el curso de la historia a éste último en lo que Danto ha denominado su etapa post-histórica e irreversiblemente filosófica:

Cualquier definición que tenga que convencer tiene, en consecuencia, que asegurarse contra tales revoluciones [del mundo del arte], y me gustaría creer que con las cajas de Brillo las posibilidades están eficazmente cerradas y (...) la historia del arte ha llegado, en cierto modo, a su fin. No se ha parado, sino ultimado, en el sentido de que ha pasado a ser una especie de conciencia de sí misma y se ha convertido, a su manera, en su propia filosofía: circunstancias predichas en la historia de la filosofía de Hegel.[18]

Las cajas de Brillo (Brillo Boxes) a las que hace referencia son facsímiles elaborados por el artista norteamericano Andy Warhol a partir del diseño de los empaques de cartón de los estropajos Brillo, presentados en 1964 como obras de escultura en la Galería Stable de la 74 East Street de Manhattan. Así, en su artículo "Art in Box", Richard Shusterman describe este encuentro de Danto con la obra de Warhol como la última etapa de su conversión filosófica en un profeta substantivo, comparándola con la misión divina de Moisés. Esta vez la revelación no estaría dirigida al pueblo de Israel sino a los miembros del mundo del arte para recordarles de qué manera el arte fue subyugado y despotencializado por parte de la filosofía a través de las teorías estéticas, tal como aquel faraón que sometió en Egipto al pueblo elegido por Yahvé-Jehová. Deambulando desde el Pasillo de Filosofía de la Universidad de Columbia hasta las turbulentas arenas artísticas de la Stable Gallery en 1964, recorrió un sendero de auto-descubrimiento hasta su propia zarza ardiente, acto de transfiguración que revelaría la "intoxicación filosófica del arte" bajo la conciencia estética y la tierra prometida del problema de los indiscernibles como auténtica cuestión de la filosofía del arte.

El mensaje que Danto llevaría a su pueblo sería enfático y sucinto: "Con la exposición de las cajas Brillo de Warhol en el 64 ha comenzado definitivamente el fin la historia del arte". Como frase narrativa, formulada por primera vez en 1984, presenta una descripción a partir de sentencias históricas en la cual S1 correspondería al acontecimiento A1 de la siguiente manera: "En 1964 Andy Warhol expuso las Brillo Boxes en la Galería Stable, 74 East Street en Nueva York". Sin embargo, ésta tan sólo es una descripción de un estado de cosas ubicadas en un espacio y tiempo determinados, ya que para adquirir sentido histórico como frase narrativa deberá ser descrita por otra sentencia, en este caso S2, que permitirá interpretarla como la etapa final de un relato desplegado por siglos que ha alcanzado su culminación al disolverse en su propia filosofía. Por tanto, S1, interpretada bajo la luz histórica de S2, presentaba un sentido inaccesible para cualquier observador que estuviese ubicado en 1964, ya que, "¿quién, al visitar la Galería Stable en la 74 East de Manhattan para ver los Warhol, podría saber que el arte había empezado a acabar?".[19]

Respetando las limitaciones lógicas que restringen la formulación de sentencias históricas, Danto logra enunciar una frase narrativa que consiste en ver el presente como la culminación de una estructura histórica objetiva que hizo posible la historia del arte como un relato que ha llegado a su fin. Como una profecía del presente, el fin del arte se convierte en la certeza de que éste último como concepto ha vivido todas y cada unas de sus secuencias históricas, alcanzando con ello la conciencia filosófica de sí mismo como problema y las condiciones apropiadas para resolver la cuestión de su propia identidad. No obstante, ¿cómo puede estar Danto seguro de que las Brillo Boxes efectivamente son el fin del arte y no una etapa más dentro de una historia que aun se encuentra insondable en el futuro? ¿Acaso puede hacerse una declaración tal sin ubicarse privilegiadamente en el último momento de la totalidad de la historia para garantizar desde allí que su frase narrativa es la única descripción adecuada de las esculturas de Warhol, rechazando simultáneamente "el contexto", "la totalidad", "los usos" y "el significado" que puedan adquirir como obras de arte desde el futuro?

Después de todo, Danto es un filósofo que hace uso de un meta-relato como history para garantizar una descripción atomista de la frase narrativa correspondiente al fin del arte. Esta posición es coherente si y sólo si se acepta el realismo narrativo como garantía de que su enunciado no será refutado por ningún contra-ejemplo ubicado en el futuro. Por tanto, si se ha leído la totalidad de la historia, ¿cómo puede dudarse del significado último asignado a determinado hecho? No sobra recalcar que para el neo-hegeliano Danto la historia del arte está ligada a una visión teleológica de su desenvolvimiento que la conduce hasta el auto-conocimiento y la consecuente transformación en su propia filosofía.

Empero, una objeción a su versión del fin del arte puede construirse desde la visión metodológica de una arqueología, posición antitética de la historia propuesta por M. Foucault, donde tanto las Brillo Boxes como las latas de sopas Campbell (Campbell soup cans), consistirían en marcas que señalan la ruptura radical entre el pasado y un nuevo estrato que emerge discontinuamente en medio del orden anterior. Para Gary Shapiro,* entender cualquier proceso cultural desde la arqueología foucaultiana exige asumirlo como un conjunto de acontecimientos donde los materiales del pasado no forman un desarrollo evolutivo y continuo dentro de una secuencia, sino que se ordenan en estratos separados unos de otros por rupturas abruptas. El efecto que se produce consiste en aquél que presenta un yacimiento vertical de fósiles culturales relativamente discontinuos, donde el último de ellos simplemente se apila como si fuera la cima del primero, eliminando la idea de que el estrato más reciente sea el fin teleológico de la historia. Desde esta óptica, la obra de Warhol consistiría en un nuevo estrato dentro del mundo del arte, caracterizado por la difusión y disolución de la identidad de la imagen en las obras de arte, generando simulacros que disuelven en su proliferación la noción de un original: "Llegará un día en el que, por medio de la similitud retransmitida indefinidamente a lo largo de la extensión de una serie, la imagen por sí misma junto con el nombre que persiste, perderá su identidad. Campbell, Campbell, Campbell, Campbell".[20]

Pero, contra las réplicas de Shapiro, no hay que olvidar que Danto es un filósofo sistemático al que sólo le interesa una sola noción arqueológica, es decir, aquella relativa al Monte Sinaí como disolución de la tensión entre la filosofía analítica y substantiva de la historia. En últimas, será desde tal cima que podrá contemplar el nuevo rumbo que él ha logrado establecer para el arte dentro de su historia filosófica, en la que el nuevo telos será establecido por la pregunta capital de la galería de los indiscernibles: ¿De qué tipo es la diferencia que existe entre una obra de arte y algo que no lo es a pesar de ser indiscernible de ella, dado que no existe ninguna diferencia perceptiva digna de consideración teórica? ¡En conclusión, Danto es un gran lector de meta-relatos, queriendo convertirse en el creador de uno nuevo! Efectivamente, basta mirar la manera como George Dickie y Noël Carroll han elaborado parte de su empresa filosófica, la teoría institucional del arte* y la filosofía del arte de masas,* respectivamente, para sospechar que la descripción hecha por Danto de las Brillo Boxes ha sido asumida como la única frase narrativa posible desde el interior de la totalidad de la historia como history.

 

* Este artículo hace parte de la investigación titulada Del problema de los indiscernibles a la obra de arte como representación semiótica. Esta investigación se encuentra en la fase de de presentación del informe final, que se inició una vez aprobado el anteproyecto de investigación durante el segundo semestre de 2006 y tiene plazo para ser entregado en su versión definitiva hasta el primer semestre de 2009. Esta investigación está siendo financiada por medio de una beca de sostenimiento que me ha otorgado la UIS y que ha sido concedida por medio de la maestría en semiótica.

[1] Respecto a la filosofía analítica y las facciones en las que, según Danto, se agruparon sus cultivadores, el autor considera que: "(...) se divide en dos ramas con concepciones del lenguaje algo diferentes (...). La primera rama estaba inspirada por la lógica formal, y se dedicaba a la reconstrucción racional del lenguaje, reedificando el lenguaje sobre cimientos sólidos (...). La otra rama pensaba que el lenguaje no tenía gran necesidad de ser reconstruido, si se empleaba de forma correcta". Danto, A. Después del fin del arte. El Arte contemporáneo y el linde de la historia. Trad. de Elena Neerman. Paidós, Barcelona, 1999, p. 153.

[2] Danto, A. Historia y narración. Ensayos de filosofía analítica de la historia. Trad. de Eduardo Bustos. Paidós, Barcelona, 1989, p. 29.

[3] Solomon, R. y Higgins, K. Atomism, Art and Arthur: Danto’s Hegelian Turn. En: Rollins, M. (ed.). Danto and his Critics. Basil Blackwell, Oxford, 1993, p. 109.

[4] Danto, A. ¿Qué es la filosofía? Trad. de Miguel Hernández Sola. Alianza, Madrid, 1984, p. 196.

[5] Danto, A. Narration and Knowledge. Columbia University Press, New York, 1985, pp. 310-311.

[6] Ibíd., p. 257.

[7] Ibíd., p. 311.

* Se entenderá por lenguaje del tiempo una clase abierta de sentencias que incluyen verbos en cualquier tiempo del indicativo o del subjuntivo y que tienen necesariamente pretensiones descriptivas o al menos susceptibles de contrastarse con algún posible estado de cosas. La principal diferencia con el lenguaje de la historia será el momento temporal en el que se ubican los correspondientes estados de cosas que puedan mostrar el valor de verdad de los correspondientes enunciados descriptivos.

[8] Fann, K. T. El concepto de filosofía en Wittgenstein. Trad. de Miguel ángel Beltrán. Tecnos, Madrid, 1992, p. 23.

* En el capítulo 12 de Narration and Knowledge Danto explica con las siguientes palabras lo que quiere decir por sentencias históricas: "By historical sentence I shall mean: a sentence which states some fact about past" (Por sentencia histórica entenderé: una sentencia que expresa algún hecho del pasado). Véase, Danto, A. Narration and Knowledge. Óp. cit., p. 257.

[9] Danto, A. Historia y narración. Óp. cit., p. 99.

[10] Ibíd., p. 42.

[11] Solomon, R. and Higgins, K. Atomism, Art and Arthur. Óp. cit., p. 120.

[12] Löwith, K. Meaning and History. En: Danto, A. Historia y narración. Óp. cit., p. 40.

[13] Erp, van H. The End of History and Hegel’s Conception of Modernity. Ideas y Valores, Bogotá, núm. 107, agosto de 1998, p. 6.

[14] Danto, A. The End of Art. En: The Philosophical Disenfranchisement of Art. Columbia University Press, New York, 1986, p. 110.

[15] Solomon, R. and Higgins, K. Atomism, Art and Arthur. Óp. cit., p. 108.

[16] Danto, A. Historia y narración. Óp. cit., p. 51.

[17] Danto, A. Después del fin del arte. Óp. cit., p. 65-66.

[18] Danto, A. La transfiguración del lugar común: una filosofía del arte. Trad. de ángel y Aurora Mollá Román. Paidós, Barcelona, 2002, pp. 16-17. Los corchetes y su contenido son míos.

[19] Danto, A. Después del fin del arte. Óp. cit., p. 46.

* Para la interpretación de la obra de Warhol desde la arqueología foucaultiana, véase Shapiro, G. Art and its Doubles. Danto, Foucault, and their Simulacra. En: Rollins, Mark (ed.). Danto and his Critics. Óp. cit., p. 129-141.

[20] Foucault, M. This is Not a Pipe. En: Shapiro, G. Art and its Doubles. Óp. cit., p. 129. Para la traducción completa del ensayo en español, véase Foucault, M. Esto no es una pipa. Ensayo sobre Magritte. Trad. de Francisco Monge. Anagrama, Barcelona, 1981, p. 80: "Llegará un día en que la propia imagen con el nombre que lleva será desidentificada por la similitud indefinidamente transmitida a lo largo de una serie. Campbell, Campbell, Campbell, Campbell".

* Para la teoría institucional del arte véase Dickie, G. Defining Art. American Philosophical Quarterly, July 1969, p. 254. Dickie, G. A Tale of Two Artworlds. En: Rollins, Mark (ed.). Danto and his Critics. Óp. cit., p. 73-78. Danto, A. La transfiguración. Óp. cit., p. 16-17. Danto, A. El mundo del arte revisitado: comedias de similitud. En: Más allá de la Caja de Brillo. Las artes visuales desde la perspectiva post-histórica. Akal, Madrid, 1992, pp. 45-63.

* Para la filosofía del arte de masa véase Carrol, N. Una filosofía del arte de masas. Visor, Madrid, 2002.

 

Bibliografía

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