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Estudios de Filosofía

versão impressa ISSN 0121-3628

Estud.filos  n.38 Medellín jul./dez. 2008

 

RESEÑAS

Steiner, George. Los logócratas. F.C.E., Ediciones Siruela, México, 2007.

 

 

Jorge Brower Beltramin

Universidad de Santiago de Chile

 

 

 


 

 

La obra de G. Steiner (1929), representa un sólido trabajo intelectual como ensayista, filósofo y narrador, en torno al arte, la concepción del lenguaje y su visión de Europa, entre otros tópicos. Textos notables en los que ha desarrollado estos temas son: Después de Babel, Heidegger y Sobre la dificultad y otros ensayos, por mencionar parte de su lúcida y extensa producción

Los logócratas es un libro interesante y sugerente ya que expone una revisión sintética del pensamiento de Steiner sobre una de sus preocupaciones teóricas centrales: el lenguaje natural como elemento central de la comunicación humana. Esta síntesis cuenta con referentes teóricos fundamentales que siguen el camino de una filosofía del lenguaje que nos conduce finalmente a Platón. Sin duda, la visión "logocrática" del lenguaje ocupa un lugar central en este libro siendo expresión, como ya señalábamos, de uno de los intereses recurrentes del autor. Esta visión logocrática del lenguaje es abordada con gran prolijidad conceptual en la primer parte de libro titulada Mito y Lenguaje. En ella, Steiner recurre a reflexiones de De Maistre, Heidegger y Boutang, con el fin de delimitar y afinar argumentalmente un punto de vista "logocrático" desde el cual se concibe el lenguaje natural. Dicha perspectiva representa, a juicio del autor, una radicalización del postulado respecto al origen divino del lenguaje humano. De este modo, "el misterio del incipit" del logos aparece como anterior al hombre y, por tanto, la utilización del mismo y su capacidad numinosa puede entenderse como una forma o acción de usurpación.

Steiner recorre con erudición y pertinencia los momentos en que se ha pensado este modelo "logocrático", haciendo alcances al orfismo, al fragmento sobre el logos de Heráclito y a reflexiones en torno al sentido hechas por Parménides. El objetivo de esta exposición sintética es introducirnos en los aportes desarrollados por De Maistre, Heidegger y Boutang, respecto a la concepción logocrática del lenguaje.

En el caso de Joseph de Maistre, sus afirmaciones respecto al origen del lenguaje son recogidas por Steiner para ir construyendo esta visión logocrática. De Maistre es enfático en señalar que toda lengua ha sido lanzada "antes de todos los tiempos del ser de su principio".En esta perspectiva, el lenguaje es tan antiguo como la eternidad. Estas afirmaciones nos llevan a comprender el origen de las lenguas en el ámbito o lugar del Verbo encarnado. Se entiende, de esta forma, que el habla humana emana directamente del logos divino.

Steiner avanza, desde las afirmaciones de De Maistre, hacia la fecunda producción filosófica de Heidegger en torno a la relación entre Dasein (existencia, "estar-ahí" ) y Sprache (lenguaje). Para Heidegger, en el lenguaje es el ser el que habla. De aquí se desprende su afirmación: "Die Sprache ist das Haus des Seins" (el lenguaje es la casa del ser). En esta perspectiva, el hombre es el guardián del logos y su deber es presentarse absolutamente vulnerable frente a la llegada misteriosa y hermética del lenguaje. Así, el ser se expresa en y a través del logos, ante el cual debemos mostrarnos receptivos, aprendiendo a escuchar lo que el habla, como morada, nos dice respecto a la existencia humana. Para Steiner, la postura heideggeriana da cuenta de una "logocracia" absoluta, en la cual la llegada y revelación del lenguaje nos permite entrar en la Lichtung, en el claro o esclarecimiento del ser aprehendido y cuestionado en tanto que existente.

La delimitación hecha por Steiner sobre la concepción logocrática del lenguaje termina con la referencia a algunos argumentos entregados por Pierre Boutang que ayudan a dar forma a dicha delimitación conceptual.

Para Boutang el lenguaje contiene un secreto, un "hacia dentro" que es previo a todo acto de comunicación. Esta interioridad, que posibilita dicho secreto, es la que genera el discurso y la que lo valida en una comunidad o en una sociedad. En este sentido "el secreto del ser en el habla" es aquello que entrega autoridad al lenguaje. Lo sustancial de estas reflexiones de Boutang respecto al origen del lenguaje desde una perspectiva logocrática radica precisamente en la comprensión de éste a partir del "secreto del ser en el habla".Desde esta perspectiva, lo que se propone es una verdadera ontología del secreto en la que el lenguaje contiene al ser como verdad trascendente.

La revisión hecha por Steiner de estos autores le permite configurar una perspectiva acabada sobre la concepción logocrática del lenguaje, asociando esta concepción a una lingüística trascendente que, en síntesis, postula un origen del lenguaje anterior y exterior a la evolución humana en un sentido secular y naturalista. Para Steiner, dicho origen es finalmente teológico. Esta condición teológica de la perspectiva logocrática implica en primer lugar que la revelación del ser en el logos, como manifiestación de Dios, es antes que todo autoritaria y, por tanto, cargada de imperativos esenciales para el hombre.

Por otro lado, una segunda implicancia importante para Steiner del "modelo logocrático" tiene que ver con que éste contiene un "Kulturpessimismus radical".Este pesimismo se relaciona, en términos generales, con la decadencia del hombre hasta llegar a estados de barbarie. De manera más específica, esta decadencia se puede visualizar en la contaminación del habla civilizada. En este sentido, el Gerede o verborrea a la que alude Heidegger, se expande en todas las sociedades y culturas, eclipsando el logos y sus posibilidades de expresión. En la perspectiva logocrática, este eclipse del logos representa una catástrofe; la del olvido del ser, en último término, la de la ausencia de Dios.

Finalmente, y como tercera implicancia relevante de la concepción logocrática del lenguaje, Steiner plantea que su comprensión exige un "orden cultural elitista" que podría encontrarse sólo en castas como las sacerdotales o la de los mandarines. Así, las sociedades tecnócratas y de consumo imperantes hoy en el mundo moderno no posibilitan la realización plena del ser en el lenguaje, por el contrario, ahogan su voz de manera absoluta.

Como se puede observar en esta apretada síntesis, Steiner da cuenta de una concepción del lenguaje asociada a la logocracia y a los logócratas que la han pensado. En forma oportuna y acertada, el autor recurre a filósofos y pensadores en general que nutren de manera brillante esta concepción, situándola en definitiva dentro del ámbito de una lingüística trascendente de origen teológico. El planteamiento filosófico desarrollado en Los logócratas, orientado a explicar el origen del logos resulta ser, como señalábamos al comienzo de este artículo, una postura sugerente para confirontarse con otras teorías del lenguaje. Sólo por mencionar algunas de ellas, sería interesante revisar los postulados de la lingüística generativa transformacional de Chomsky o la propuesta de los actos del habla, en el contexto de una lingüística pragmática, desarrollada inicialmente por Austin y Searle, para ver posibles zonas de contacto y de diferencias con esta teorización trascendente del Logos presentada en forma brillante por Steiner. En este mismo sentido, una concepción trascendente del lenguaje como la presentada por este autor debiese reinstalarse en las discusiones teóricas sobre la comunicación en todos los niveles y dimensiones. Tanto las aproximaciones estructuralistas, funcionalistas y pragmáticas, entre otras, de pronto no visualizan ni incorporan aportes de ámbitos como la filosofía del lenguaje, para comprender mejor, mediante el trabajo crítico, un vector central de los procesos comunicativos como lo es el habla en su dimensión teórica y práctica. El espacio de la enunciación, como ámbito de la producción del lenguaje, sigue siendo un tópico fundamental sobre el cual generar conocimiento, ya sea desde su estructuración y organización profunda, como también desde la posibilidad de asignar cualidades trascendentes y teológicas a este proceso de producción de sentido, expresado finalmente en complejos sistemas de significación simbólica que dan vida a la comunicación entre los seres humanos.

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