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Estudios de Filosofía

Print version ISSN 0121-3628

Estud.filos  no.61 Medellín Jan./June 2020

https://doi.org/10.17533/udea.ef.n61a02 

Presentación

Presentación: Heidegger en el Siglo XX

Andrés Contreras1 

1Editor invitado Estudios de Filosofía, Universidad de Antioquia, Colombia


Martin Heidegger es, sin lugar a duda, uno de los pensadores más representativos e influyentes del siglo XX. Fue compañero de camino y de debate de autores como Husserl, Scheler o Jaspers; maestro directo e influencia insoslayable de Arendt, Löwith, Jonas, Marcuse, Levinas, Strauss, Gadamer y otros; renovador e impulsor de los movimientos fenomenológico y hermenéutico, cuya huella se aprecia además en los proyectos de Merleau-Ponty, Patočka, Ricoeur, Habermas, Vattimo y Derrida; fuente de inspiración del existencialismo francés y español (Sartre, de Beauvoir, Zubiri, Ortega y Gasset), de la escuela de Kyoto y del pensamiento latinoamericano (Dussel, Gaos, Astrada); punto de partida y motivo de reflexión de muchos otros, como Foucault, Lacan, Rorty, Nancy, Marcel, Henry, Dreyfus, Sloterdijk, Han etc.

Su extensa obra -planeada en 102 volúmenes y todavía en curso de publicación- aborda los principales tópicos de la tradición filosófica occidental, debate con las figuras más importantes de la misma (desde los presocráticos hasta Nietzsche) y ofrece una interpretación integral de su sentido: la filosofía, según nos dice, es historia de la metafísica y del olvido del ser. Los efectos de su trabajo se extienden a ámbitos de reflexión tan diversos como la teología, la teoría de la arquitectura, la psicoterapia, la ecología y el medio ambiente, la técnica y la tecnología, y las ciencias cognitivas, por mencionar solo algunos. Ya sea para inspirarse de él y desarrollar aspectos de su filosofía, ya sea para discutirla críticamente o para rechazar tajantemente sus planteamientos, su filiación política o su extraño y polémico uso del lenguaje, es claro que se trata de un pensador que no ha dejado indiferente a nadie y frente al cual es todavía necesario situarse.

La amplia recepción de su filosofía muestra ya la pertinencia del tema que aquí nos ocupa. Preguntarse por el pensamiento de Heidegger en el siglo XXI no consiste solamente en debatir el carácter productivo y las posibilidades de desarrollo de su filosofía, o los límites de ésta y la necesidad de avanzar en otras direcciones, sino que implica sobre todo poner en cuestión nuestra propia situación histórica y filosófica, para tratar de precisar algunos de los temas de reflexión y los interrogantes que han de acompañarnos en lo sucesivo. Heidegger fue, sin duda alguna, el primero que quiso evitar que su trabajo cayese en la repetición vacía de fórmulas que han perdido el sentido. Su falta de lenguaje (Sprachnot) para lo que quería decir -como solía llamarla Gadamer- y el forzamiento de muchas de sus articulaciones conceptuales resultan de su constante esfuerzo por dar cuenta de los asuntos mismos y por encontrar el tono adecuado para ellos. Su interés no estaba dirigido a convertir a sus alumnos y al público en general en “heideggerianos”, sino en promover el pensamiento autónomo, las preguntas auténticas y la confrontación directa con las cosas mismas. El que haya orientado su filosofía hacia “lo único digno de ser pensado” y el que haya desarrollado bajo esta idea -y de forma casi siempre unilateral- su apropiación de los autores de la tradición no debe ser interpretados como intentos de limitar el pensamiento, sino como esfuerzos por remitir los más diversos fenómenos a lo que él consideraba constituye la fuente originaria del sentido y del darse mismo de todo ente en un acontecer que supera lo meramente dado. Heidegger era plenamente consciente del carácter relativo de su propia filosofía dentro del conjunto de la historia y del hecho de que el “nuevo pensar” -que él intentaba, con todas sus fuerzas, preparar- no habría de venir propiamente de él. Por eso, hoy podemos volver a preguntarnos con él hacia dónde se orienta nuestro propio camino del filosofar.

El presente número de Estudios de Filosofía ofrece a sus lectores un bouquet de trabajos, en el que se tratan de manera renovada tanto temas considerados clásicos en los estudios heideggerianos, como aspectos relativamente recientes y novedosos en la lectura de este autor. De manera diversa y bajo diferentes perspectivas, los colaboradores de la revista se ocupan de examinar, entre otros, el problema ineludible de la articulación de los dos grandes momentos del pensamiento de Heidegger; las implicaciones metódicas y las necesidades expresivas que surgen del pluralismo ontológico y de la llamada “diferencia ontológica”; la experiencia del tiempo, de la historia y la toma de conciencia de la propia finitud; el sentido de la filosofía en la época de la técnica y la posibilidad de una superación de la metafísica; y los aportes de los planteamientos de Heidegger a los debates recientes sobre la naturaleza, el cuerpo, lo animal y el “posthumanismo”. Cierran el volumen dos reseñas de trabajos recientes que responden, cada uno a su manera, a la pregunta que aquí se ha querido plantear. El primero trata sobre la relación del pensamiento de Benjamin con el de Heidegger; el segundo, sobre la cuestión de la técnica. Visiblemente, nos encontramos frente a un autor cuya “historia efectual” (Wirkungsgeschichte) no ha cesado aún y cuya relación con otras corrientes de pensamiento aún necesita ser explorada. De seguro, el lector encontrará aquí elementos que contribuyan a su trabajo, que ayuden a comprender la filosofía de Heidegger y que le permitan plantear sus propias preguntas y seguir avanzando en las respuestas.

Aunque el propio Heidegger consideraba que ninguno antes de él había todavía preguntado, con suficiente radicalidad, por el problema del ser, del sentido y de su acontecer, también era consciente del hecho de que su pensamiento, más allá de su gran fuerza e indudable originalidad, no habría sido posible sin el concurso de quienes estuvieron antes, en ese diálogo secreto que -según él mismo dice- los grandes pensadores mantienen entre sí a través de la historia. Esto mismo ocurre con nosotros, quienes ahora recibimos esta herencia intelectual y quienes tenemos la responsabilidad de hacer, por nosotros mismos, algo con ella.

Sea éste el momento de felicitar a la revista Estudios de Filosofía por sus treinta años de labor y de exaltar la labor callada, modesta y generosa de su fundador, el profesor José Jairo Alarcón Arteaga, fallecido ya, quien puso en marcha este proyecto en 1990 y sobre cuyo trabajo inicial avanzamos hoy quienes hacemos parte del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Muchos han sido los autores de todos los países que han publicado y difundido sus trabajos de investigación en este lugar; muchos también, los lectores y beneficiarios de esta noble labor. Un especial reconocimiento a las personas que durante estos treinta años hicieron posible este proyecto. A sus sucesivos directores, editores, asistentes, traductores, correctores, diagramadores y miembros del comité editorial: ¡Bravo!

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