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Suma Psicológica

Print version ISSN 0121-4381

Suma Psicol. vol.17 no.2 Bogotá July/Dec. 2010

 

DIFERENCIAS EN EL MIEDO REPORTADO POR NIÑOS Y NIÑAS DE 9 A 12 AÑOS DE EDAD

DIFFERENCES IN PERCEIVED FEAR IN 9 TO 12 YEAR OLD BOYS AND GIRLS

Verónica Reyes Pérez* y Lucy María Reidl Martínez**


Universidad Nacional Autónoma de México, México

* La correspondencia relacionada con éste artículo debe enviarse a: Verónica Reyes Reyes
Av. Universidad 3004. Col. Copilco-Universidad. CP. 04510.
Edificio de Posgrado 1er piso Cubículo 17. Del. Coyoacán. México, D.F.
veroreyes68@yahoo.com.mx.
** lucym@servidor.unam.mx.

Recibido: Noviembre 23 2010 Aceptado: Diciembre 15 2010


RESUMEN

El propósito del estudio fue identificar si existen diferencias en el miedo percibido entre niños y niñas de 9 a 12 años de edad del Distrito Federal. Primero se procedió a recabar información cualitativa, con la cual se elaboró un instrumento de opción múltiple. Posteriormente se realizó un análisis factorial, del cual se obtuvieron cuatro factores: miedo a lo desconocido, miedo a los animales, miedo en la escuela y miedo al peligro y a la muerte. Se encontraron diferencias en todos los factores, siendo el último en donde se encontraron las medias más altas para ambos grupos, lo cual se podría deber a la situación de inseguridad que actualmente se vive en el país.

Palabras clave: emociones negativas; niños; miedo.


ABSTRACT

The purpose of this study was to identify if there were differences in perceived fear in 9 to 12 year old boys and girls that live in Mexico City. Qualitative information was obtained which was used to build a Likert type scale responded by 300 children. A factor analysis determined the existence of four factors: fear of the unknown, fear of animals, fear at school, and fear of danger and death. Statistical differences were found in all factors, girls obtaining higher mean values. The highest mean values were observed in fear of danger and death, both among boys and girls, possibly because of the insecurity situation that surrounds life in this country.

Keywords: negative emotions; fear; children.


El miedo es una emoción (Byrne, 2000) y, de todas las emociones, es la que despierta las respuestas más intensas en las personas (Tomkins, 1984), organiza al individuo rápidamente ante una situación o estímulo y dirige los procesos de la percepción cognoscitiva (Izard, 1993). El miedo es una de las cinco emociones negativas (miedo, enojo, tristeza, disgusto y culpa) de las cuales comúnmente se acepta que su única función es la adaptación (Nabi, 1999), además de ser una emoción básica del ser humano (Solomon, 2002). Cuando una situación es percibida como peligrosa (Westenberg, Siebelink & Treffers, 2001) no se puede entender o no se tiene control sobre ella (Ollendick, Langley, Jones & Kephart, 2001), aparece el miedo.

Sin embargo, cuando las personas mencionan que se encuentran en un estado constante de miedo ante una situación u objeto determinado, no se habla de la emoción de miedo, sino de algún tipo de problema relacionado con ansiedad o fobia (Byrne, 2000). Una emoción es breve, intensa, está provocada por un objeto específico reconocible y posee una función motivadora que prepara, mantiene y orienta el comportamiento ya sea fisiológico, expresivo, conductual y afectivo (Reidl, 2005).

Varios autores reconocen la utilidad del miedo al servir como una señal de alarma (André, 2005; Delumeau, 2005; Marina, 2007), cuya principal función es avisar de algún peligro, y tiene la finalidad de que el organismo se prepare para enfrentar de la mejor manera posible dicha amenaza (Sassaroli & Lorenzini, 2002). Pero cuando dicha alarma no se encuentra bien calibrada, es posible que se active de manera inapropiada ante cualquier posibilidad o recuerdo de un peligro. De ahí que sea esencial que la señal esté bien regulada, pues de otra manera su función principal, la protección, no se cumpliría (André, 2005).

Un miedo normal es aquel que resulta adecuado a la intensidad del estímulo y no anula la capacidad de control y respuesta de las personas. Mientras que el miedo patológico es aquel que corresponde a una alarma desmesurada, tanto en su activación como en su regulación; ésta se dispara con excesiva frecuencia y con umbrales de peligrosidad muy bajos. Su aparición es demasiado fuerte, sin flexibilidad, y se constituye en un mecanismo de todo-nada (Marina, 2007).

Los niños experimentan miedos muy variados a lo largo de su desarrollo, la mayoría son pasajeros, de poca intensidad y propios de una edad determinada. Por ejemplo, el miedo a los extraños aparece a los pocos meses de vida y revela que el bebé es capaz de identificar rostros conocidos. Algunos de estos miedos son saludables porque brindan la oportunidad de aprender a enfrentar situaciones difíciles y estresantes, con las que las personas ineludiblemente se toparán a lo largo su desarrollo (Méndez, 2000).

Los miedos surgen, cambian y desaparecen a medida que el individuo crece y se desarrolla (Marina, 2007); es decir, varían a lo largo de la vida del ser humano.

En cuanto a las diferencias por género, diversas investigaciones con niños de 8 a 14 años de edad, señalan que las situaciones de miedo más reportadas por niñas y niños son alguien de mi familia muere, no poder respirar, SIDA, alguien de mi familia muere en un accidente, alguien me apunta con un arma, caer de un lugar alto, mi propia muerte, tener una enfermedad seria, asesinatos, tener una operación, la oscuridad, tomar drogas peligrosas, alguien de mi familia está enfermo, fantasmas, tiburones, un ladrón entra en la casa, temblores, un auto me atropella, arañas, serpientes y tener malas calificaciones en la escuela (Gullone & King, 1993; Gullone & Lane, 2002; King, Gullone & Ollendick, 1990; Lane & Gullone, 1999). En general, las niñas dijeron tener más miedo que los niños.

Resultados similares fueron reportados por Lichtenstein y Annas (2000), quienes realizaron un estudio longitudinal con 1.480 gemelos suecos de 2 a 10 años de edad, y por Byrne (2000), con una muestra de 300 participantes australianos 7 a 12 años de edad (150 sujetos por género). En ambas investigaciones, se encontró que las niñas reportaron un número mayor de situaciones de miedo, en comparación con los niños, y con mayor intensidad. Cabe mencionar que los miedos que mostraron mayores diferencias fueron: el miedo a los animales pequeños, a lo desconocido y a la muerte.

En la investigación de Mahat y Scoloveno (2006), con una muestra de 161 niños de Nepal, entre 9 y 12 años de edad, 91 niños y 70 niñas, provenientes de escuelas públicas y privadas, se observó que, las niñas en general, reportaron más situaciones de miedo en comparación con los niños. De manera general, la lista de miedos que tanto niñas como niños expresaron, fue: reprobar en la escuela, me disparen, me atropelle un auto, me rapten, herirme, al doctor y a la enfermera, que me digan que tengo algo mal, el doctor me lastime, a quedarme en el hospital por mucho tiempo, a llorar cuando el doctor me está revisando, a la sangre y a ir al consultorio del doctor. Las niñas agregaron: que no vengan a buscarme a la escuela y no tener amigos.

Una investigación en la cual no se encontraron diferencias entre niños y niñas fue la de Svensson y Lars-Goran (1999), realizada con una muestra de niños suecos. Los autores concluyeron que esto se debió a que la cultura sueca ha promovido, desde hace varias décadas, la igualdad de sexos y, por lo tanto, los miedos de niños y niñas son iguales. Es importante mencionar que en todas las investigaciones anteriores, se utilizó, The revised fear survey schedule for children-r o the revised fear survey schedule for children II.

En el caso de México, una cultura diferente a aquellas en las que se ha llevado a cabo la investigación reportada hasta aquí, se encuentra que, a pesar de que las diferencias por género han disminuido en los últimos años, en las premisas histórico-socioculturales como: machismo, obediencia afiliativa, precepto de la virginidad, evolución de la autoridad en la familia, honor familiar y cohesión familiar, estas todavía persisten (Díaz -Guerrero, 2003). De ahí que se pueda considerar que la percepción que tienen los hombres y las mujeres respecto a algunos aspectos (como el miedo) podrían ser diferentes.

Es importante señalar que, en México, no se han realizado investigaciones sobre a qué le tienen miedo los niños mexicanos, y si existen diferencias en la intensidad con que éste se siente entre hombres y mujeres.

Por ello, el propósito del presente estudio fue identificar si existen diferencias en la intensidad percibida en los miedos de niños y niñas de 9 a 12 años de edad del Distrito Federal.

MÉTODO

El estudio se realizó en dos fases.

Fase I

El objetivo de esta fase fue conocer las situaciones, animales u objetos a los que los niños le tienen miedo, para construir una escala que permitiera conocer qué tanto miedo sienten.

Participantes. La muestra fue de 300 niños de 9 a 12 años de edad, 150 (75 niños y 75 niñas) de una escuela pública, y 150 (75 niños y 75 niñas) de una escuela privada del Distrito Federal, seleccionados de manera no probabilística.

Instrumento. Se utilizó un cuestionario abierto y se les pidió a los participantes que escribieran a qué le tienen miedo.

Análisis de la información. Se obtuvieron 1.605 situaciones u objetos provocadores de miedo. Una vez recabada la información, se realizó un conteo de frecuencias. Para elaborar un instrumento cerrado, se utilizaron únicamente aquellas situaciones, objetos y animales que hubieran sido nombrados al menos por el 10% de la muestra, y quedaron 28: estar en un lugar alto, estar en un lugar obscuro, herirme o lastimarme, la muerte de un familiar, las abejas, las arañas, las ratas, las serpientes, los alacranes, los animales salvajes, los fantasmas, los payasos, los perros, los temblores, morirme, oír ruidos extraños, que se burlen de mí en clase, que me asalten, que me peguen mis papás, que me regañen, que me secuestren a mí o alguien de mi familia, quedarme sin amigos, quedarme solo, reprobar un examen, salir solo a la calle, tener pesadillas, ver peleas y ver películas de terror.

Con los resultados obtenidos, se elaboró un instrumento cerrado en el que se pidió a los niños que, en una escala de cuatro puntos (nada, poco, regular y mucho miedo), señalaran cuánto miedo sentían ante cada situación, objeto o animal.

Fase II

El objetivo de esta fase fue conocer la intensidad del miedo de niños y niñas de 9 a 12 años ante situaciones, animales u objetos.

Participantes. La muestra se conformó 340 niños de 9 a 12 años, 160 (80 niños y 80 niñas) de una escuela pública y 160 (80 niños y 80 niñas) de una escuela privada de la Ciudad de México, seleccionados de manera no probabilística.

Se realizaron los siguientes análisis estadísticos para obtener la validez de constructo y la confiabilidad por factores y global: análisis de frecuencia por cada reactivo, análisis de discriminación de reactivos por el método de grupos contrastados (t de Student para muestras independientes), para cada uno de los reactivos. Se determinó la correlación de cada reactivo con los otros (obteniendo un coeficiente KMO [Kaiser-Meyer-Olkin] = 0.88); únicamente un reactivo no cumplió con los requerimientos para ser contemplado para el análisis factorial con rotación ortogonal (varimax).

Se llevó a cabo un análisis factorial con rotación ortogonal para obtener la validez del instrumento. Se incluyeron aquellos reactivos que presentaban cargas factoriales iguales o mayores a 0.40; cabe mencionar que ningún reactivo obtuvo peso factorial similar en más de un factor.

Se obtuvieron cuatro factores que se muestran en las tablas:

El alfa de Cronbach total de instrumento fue de 0.82 y la varianza explicada de 24.25%.

RESULTADOS

Se realizó la prueba t Student para muestras independientes, con la finalidad de conocer si existían diferencias estadísticamente significativas entre niños y niñas en cada uno de los factores obtenidos, y se encontraron los siguientes resultados:

Como se puede observar, en todos los factores las niñas mostraron una media mayor que los niños, siendo en todos los casos estas diferencias significativas. En el caso de las niñas, la media más alta se reportó en el factor de miedo al peligro y a la muerte, seguido de miedo a los animales, miedos escolares y miedo a lo desconocido. En el caso de los niños, el factor con la media más alta fue, al igual que las niñas, miedo al peligro y a la muerte; en segundo lugar, miedos escolares, seguido de miedo a los animales y, finalmente, miedo a lo desconocido, que ocupa el cuarto lugar, al igual que en las niñas.

DISCUSIÓN

Un aspecto a resaltar es que 16 de las 28 situaciones que conformaron el instrumento cerrado de este estudio, son reportadas en los resultados de las investigaciones de Byrne (2000), Gullone y King (1993), Gullone y Lane (2002), King, Gullone y Ollendick (1990), Lane y Gullone (1999), Lichtenstein y Annas (2000), y Mahat y Scoloveno (2006), quienes utilizaron el mismo instrumento The revised fear survey schedule for children (en sus dos versiones). Entre los miedos más comunes para niños y niñas, estas situaciones son: estar en un lugar alto, estar en un lugar oscuro, herirme o lastimarme, la muerte de un familiar, las arañas, las serpientes, los fantasmas, los perros, morirme, que se burlen de mi en clase, que me asalten, que me secuestren a mi o alguien de mi familia, quedarme sin amigos, quedarme solo y reprobar un examen.

Los miedos que no aparecen entre los más importantes en las investigaciones realizadas por los autores anteriormente mencionados, y que se presentaron en este estudio, son: las abejas, las ratas, los alacranes, los animales salvajes, los temblores, oír ruidos extraños, que me peguen mis papás, que me regañen, salir solo a la calle, tener pesadillas, ver peleas y ver películas de terror.

En el caso de los factores, los autores anteriores obtuvieron en sus investigaciones cinco factores: miedo al peligro y a la muerte, miedo al fracaso y a la crítica, miedo a lo desconocido, miedo a los animales y miedos médicos. En este estudio se encontraron cuatro factores, tres de los cuales son: miedo a lo desconocido, miedo a los animales y miedo al peligro y a la muerte. En cuanto al miedo al fracaso y a la crítica, algunos de los reactivos que componen dicho factor se refieren a que se burlen de ellos en clase y a quedarse sin amigos. Los cuales son dos de los tres reactivos que componen el factor 4 de nuestro estudio miedos escolares. Es importante mencionar que los miedos médicos no aparece en la muestra mexicana, y es aquí donde radica la importancia de realizar estudios transculturales, ya que no en todas las culturas predominan los mismos miedos.

En lo que respecta a las diferencias en la intensidad en los miedos percibidos por niñas y niños, los resultados muestran, al igual que en otros estudios, que las niñas sienten con mayor intensidad esta emoción que los niños, en los cuatro factores encontrados (Byrne, 2000; Gullone & King, 1993; Gullone & Lane, 2002; King, Gullone y Ollendick, 1990; Lane & Gullone, 1999; Lichtenstein & Annas, 2000; Mahat & Scoloveno, 2006).

Una posible razón por la cual las niñas reportan una mayor intensidad en los miedos, puede ser la cultura, ya que como algunos autores han mencionado (Fabes, Leonard, Kupanoff & Martin, 2001; Gullone & Lane, 2002; Lane & Gullone, 1999; Mahat & Scoloveno, 2006), las niñas son educadas con mayor libertad para expresar sus emociones en comparación con los niños, quienes son más reprimidos por sus padres. Esto se diferencia de lo reportado por Svensson y Lars-Goran (1999), quienes al no encontrar diferencias significativas entre los miedos, argumentaron que la educación sueca no favorece la expresión emocional diferencial por género sexual.

Un aspecto a resaltar, es que el factor miedo al peligro y a la muerte fue el que presentó la media más alta en todos los grupos. Una posible explicación la proporciona el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (2009), al reportar que hubo un aumento del 460% en las ejecuciones vinculadas con el narcotráfico de 2001 a 2008 y una tasa de 14,2 de homicidios dolosos por cada 10.000 habitantes en México. Por su parte, el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, AC (2009) afirma que, durante 2007, se denunciaron 1.578.680 delitos, pero se estima que se cometieron cerca de 13 millones de delitos. Se calcula que, de éstos, el 0.05% son secuestros, lo que equivale a más de 17 secuestros al día en México, y es a través de los medios de comunicación que los niños se enteran de los hechos de violencia. Investigaciones realizadas al respecto, han concluido que la violencia en los medios de comunicación afecta a los niños en su comportamiento, en las actitudes y en los valores. Entre los principales efectos se encuentran, la agresión, la desensibilización y el miedo (Murray, 2008).

Este estudio representa un aporte, ya que hasta el momento no se tenían datos sobre a qué le temen los niños en México.


REFERENCIAS

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