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Suma Psicológica

versión impresa ISSN 0121-4381

Suma Psicol. vol.23 no.2 Bogotá jul./dic. 2016

https://doi.org/10.1016/j.sumpsi.2016.06.001 

http://dx.doi.org/10.1016/j.sumpsi.2016.06.001.

Relación entre percepción de poder y prácticas de consumo en la categoría de diversión de personas LGBT

Relationship between the perception of power and consumer practices in the leisure category of LGBT people

Edward Quintero, Idaly Barreto*, Juan Carlos Rincón-Vásquez y Andrea Velandia Morales

Fundación Universitaria Konrad Lorenz, Bogotá, Colombia

* Autor para correspondencia.
Correo electrónico: idalybarreto@gmail.com (I. Barreto).

Historia del artículo: Recibido el 16 de marzo de 2016 Aceptado el 14 de junio de 2016 On-line el 29 de julio de 2016


RESUMEN

Las investigaciones sobre el poder social y su influencia en las prácticas de consumo ponen de manifiesto la disposición a pagar más por un producto de alto estatus en función de la sensación de poder percibido por el consumidor. Así, cuando se experimenta una pérdida de poder, cuando se percibe que otros regulan las consecuencias y los resultados propios, la compra estatutaria se convierte en restauradora de poder, lo que se explica por la hipótesis de la restauración. El poder tiene efectos además sobrela conducta, el afecto y la cognición, por lo que se ha estudiado su relación en el proceso de toma de decisión y en los comportamientos de riesgo. Así, la presente investigación tiene como soporte que si la compra estatutaria serelaciona con la obtención de bienestar y el tener o no poder afecta los comportamientos de compra, puede existir una relación entre la sensación de poder, la compra de tipo hedónico o experiencial y los comportamientos de aproximación e inhibición en un sector específico de consumidores. Se llevó a cabo un estudio correlacional, con un muestreo no probabilístico en el que se encuestaron 135 personas de los sectores LGBT, con el propósito de identificar la relación entre las categorías de consumo de diversión y la sensación de poder. Los resultados muestran que el sexo como actividad se puede considerar como restaurador de poder, y la percepción alta de poder es un activador de la aproximación al consumo de viajes y fiestas como una variable contextual donde se gesta el consumo experiencial.

Palabras clave: Psicoogía del consumidor, Consumo experiencial, Consumo conspicuo, Aproximación e inhibición, Poder.


ABSTRACT

Research into social power and its influence on consumer practices demonstrates the willingness to pay more for a high status product in accordance with the sense of power perceived by the consumer. Thus, when loss of power is experienced, when it is perceived that others regulate the consequences and the results, statutory purchasing becomes a restorer of power, which is explained by the hypothesis of restoration. Power also has effects on behaviour, affection and cognition, and their relationship has been studied in the decision making process and risk behaviours. Thus, this study is based on the assumption that, if the statutory purchase itself is related to obtaining benefits, and having power or not affects purchasing behaviours, there may be a relationship between the sense of power, hedonic or experiential purchasing, and behaviours of approach and inhibition in a specific sector of consumers. This study was conducted using a correlational design, in which 135 people from the LGBT sector were surveyed by non-probability sampling, in order to identify the relationship between leisure consumption categories and the feeling of power. The results show that sex as an activity can be considered as a restorer of power, and a high perception of power is an activator of the approach to the consumption of trips and parties as a contextual variable where experiential consumption is created.

Keywords: Consumer psychology, Experiential consumption, Conspicuous consumption, Approach and inhibition, Social power.


El poder es la capacidad que tiene una persona (tiene el poder) de influenciar a otra (recibe el poder) para que manifieste ciertos comportamientos (Fiske & B erdahl, 2007; Meliá, Tomás & O liver, 1993; Scheepers, de Wit, Ellemers & Ellemers, 2012) o para que logre resultados y obtenga consecuencias (French, 2003). La influencia es la expresión práctica del poder (Meliáe tal., 1993). Existen varias fuentes concretas que confieren a una persona esa capacidad para influir en otros, y French y Raven (1959) las definen como las estrategias o bases del poder: poder legítimo, de recompensa, coercitivo, de experto, referente e informacional (Emerson, 1962; French, 2003; Meliá et al., 1993). El poder hace parte de las relaciones y acciones cotidianas que se tejen entre las personas, intergrupos, grupos, instituciones y países y desembocan en expresiones del comportamiento de los humanos a nivel individual, grupal y colectivo (Blanco & Sánchez, 2015).

Específicamente, desde la teoría de las bases de poder de Frenchy Raven (1959), la organización de las parejas se orienta principalmente desde dos principios: (a) el género como base para la división del trabajo (Glick & Fiske, 2001; Velandia Morales & R odríguez-Bailón, 2011), y (b) la toma de decisiones desde el poder masculino y la autoridad para tomar decisiones (Brauer & Bourhis, 2006; Peplau & Fingerhut, 2007), lo que se evidencia de igual manera. En parejas de los sectores de lesbianas, gais, bisexuales y personas transgénero (LGBT), por ejemplo, se identifica que la división de las tareas domésticas en las parejas gais y lesbianas (relaciones que tienen doble ingreso e independencia económica) es equitativa (Kurdek, 1993; H y de, 2016). Las parejas de lesbianas tienden a compartir las tareas (Woodruffe-Burton, 2016), mientras que las parejas gais tienden a tener cada uno unas tareas determinadas. El patrón dominante y la forma de determinar qué persona de la pareja es más influyente en el otro fue estudiado por Peplau y Cochran (1980) y los resultados mostraron que el 92% de las personas gais y el 97% de las lesbianas definen la igualdad de poder como exactamente igual en ambas partes (Olah, 2015). En otros estudios, las lesbianas calificaron más la igualdad de poder que los hombres homosexuales (Kurdek, 1993).

Se ha encontrado evidencia de que los niveles de poder inciden en la valoración hacia los eventos. Así, en situaciones de alto poder se dan valoraciones más optimistas (Anderson & Berdahl, 2002; Galinsky, Magee, Gruenfeld, Whitson & Liljenquist, 2008), se toman decisiones que implican mayor riesgo (Rucker & Galinsky, 2009), se utilizan con mayor frecuencia estrategias de procesamiento de información flexible, selectivo y heurístico (Galinsky, Gruenfeld & Magee, 2003) y mayor información estereotípica en las evaluaciones de otros (Goodwin, Gubin, Fiske & Yzerbyt, 2000).

En cuanto al comportamiento de compray escenarios de consumo, Ruckery G alinsky (2008) han realizado estudios para predecir si las personas con percepción de bajo poder están dispuestas a pagar más por productos de alto estatus que perciben como restauradores de poder. Los resultados mostraron que: (a) las personas con una percepción de poder bajo tienen preferencia por productos con precios altos, y (b)la probabilidad de percibir un producto como restaurador de poder es mayor. Estos hallazgos indican que la disposición a pagar más por un producto considerado de alto estatus está en función de la sensación de poder que posee el individuo (Rucker & Gali nsky, 2016). También se ha encontrado relación entre los niveles de poder y la compra de regalos, cuando estos son para uso propio o para dar a otros, y se ha evidenciado que aunque los no poderosos compran productos que simbolizan mayor estatus, este tendrá que ser más notorio cuando el regalo es para otros (Rucker, Galinsky & Dubois, 2012). Finalmente,se ha identificado un efecto de interacción del poder en la preferencia por mensajes publicitarios relacionados con la funcionalidad de los productos o con el estatus de los mismos, en el que los no poderosos prefieren los mensajes publicitarios que resaltan las características hedónicas de los productos, mientras que los poderosos las características funcionales (Rucker & Galinsky, 2009).

En Estados Unidos, la comunidad homosexual gasta US$ 4700 millones al año en gastos relacionados con moda, estilo, viajes y entretenimiento. Según la Cámara de Comercio de Estados Unidos, «los LGBT en ese país son la tercera población que más consume (aparte de los estadounidenses nativos), después de los afroamericanos y de los hispanos» (Rosales, 2011, párr. 3). En Latinoamérica la ropa, el entretenimiento y los viajes son las categorías en las que más gastan dinero las personas LGBT, según un estudio de la multinacional de medios OMD realizado a través de Internet a finales de 2008. En Colombia, el estudio realizado por Barreto, Sandoval y Cortés (2010) muestra, entre las cifras más destacadas, el consumo de diversión asociado al sexo, rumba, drogas, alcohol y viajes de las personas de los sectores LGBT. Adicionalmente, identificaron que existen diferencias en el estilo de vida de las personas de los sectores LGBT, y entre este y los heterosexuales (Cortés, Barreto & Sandoval, 2008).

Es así como el consumo conspicuo no es solo una actividad para obtener reconocimiento de otros, sino también para lograr satisfacción individual (Diggins, 2003; Veblen, 1899/1994) que con lleva la búsqueda de placer y la posibilidad de demostrar estatus ante los otros a través de lo que se consume (Dubois, Rucker & Galinsky, 2012; Barreto & Neme Chaves, 2014). El consumo conspicuo puede, por tanto, evidenciarse en la compra hedónica que se relaciona con el lujo o la búsqueda de placer y diversión (Dhar & Wertenbroch, 2000), que está en función de las necesidades emocionales del consumidor (Holbrook & Hirschman, 1982) y pasa por un proceso de toma de decisión emocional que es influenciada por las características periféricas del producto o servicio (Dhar & Wertenbroch, 2000). El consumo de diversión se puede ubicar en esta categoría; en este, las sensaciones y emociones derivadas de la experiencia de consumo se relacionan con sentimientos de placer, obtención de estatus y conductas de aproximación (Anderson & Brion, 2014).

De acuerdo con lo anterior, se identifica que aunque las prácticas sociales se realizan en contextos específicos, estas responden en mayor medida a la satisfacción de necesidades afectivas y materiales independientemente de la orientación o identidad sexual y, según estudios publicados (Anderson & Galinsky, 2006; Galinsky, Chou, Halevy & van Kleef, 2012; Rucker & Galinsky, 2008) pueden estar influenciados por el poder social que perciben los consumidores. Por tanto, las experiencias, sensaciones, vivencias y emociones asociadas al consumo de servicios son conductores involucrados en el procesode elección de compra y hacen parte de la creación de valor en el consumo (Anderson & Brion, 2014; Lucas & Baxter, 2012; Segura & SabaTé, 2008).

Estudios empíricos (Moral & Fernández, 2012; Sánchez & Iniesta, 2009) muestran que las características ambientales asociadas a las emociones o el hedonismo también generan valor en la experiencia de consumo (Lara, 2013; Schmitt, 2003; Macenczak, Campbell, Henley & Campbell, 2016), y que la estética y la diversión son factores importantes que, asociados al ambiente, generan la formación de la satisfacción y de la lealtad como variables funcionales en el consumo de servicios (Alfaro, 2012; Dhar & Wertenbroch, 2000). La diversión es considerada como la percepción de algo placentero al desarrollar una actividad asociada al entretenimiento, al placer o al valor Lúdico (Holbrook, 1999; Holbrook & Hirschman, 2015).

El poder influye en la aproximación y la inhibición del comportamiento

Estudios enfocados en probar cómo la sensación de poder influye en la tendencia a acercarse o a inhibirse (teoría de aproximación-inhibición; Hildreth & Anderson, 2016; Keltner, Gruenfeld & Anderson, 2003; Lammers & Maner, 2015), destacan que tener alto poder activa la aproximación en dos vías: (a) mayor acercamiento a las recompensas, a los recursos materiales, sociales, financierosy comodidades físicas,y (b) hace conscientes a las personas de que al acercarse tendrán menos rechazo de los demás (Keltnere tal., 2003; Magee & Smith, 2013). En este marco, la percepción de bajo poder activa el sistema de inhibición (Jinkyung & Chan, 2016), hipótesis que asume que las personas tienen mayor tendencia a sentirse amenazadas socialy materialmente (Murphy & Russell, 2016). Por lo anterior, se puede decir que cuando las personas interactúan informalmente, transfieren afecto, información, atención, humor y castigos en función de las posiciones y roles que tienen dentrode una comunidad (Keltner et al., 2003; McIntyre, Hippel & Barlow, 2016).

Este postulado revela que el poder elevado activa la aproximación en dos vías: (a) por la correlación que existe con los recursos económicos y sociales, y (b) por pensar que se puede actuar sin graves consecuencias (menos percepción de riesgo); en este caso las personas con percepción de poder alto son las que aumentan los niveles de abordaje relacionados con el afecto, la cogniciónyel comportamiento (Van Kleef, Oveis, Homan, van der Löwe & Keltner, 2015). De otro lado, las personas con bajo poder tienen mayor tendencia a la inhibición, son susceptibles a las amenazas sociales y a los castigos, y tienen menos acceso a los recursos materiales, culturales y sociales (Rios, Fast & Gruenfeld, 2015; Scheepers et al., 2012). Entonces las personas con percepción de poder bajo que son conscientes de sus limitaciones sociales y además se muevenen entornos peligrosos y con escasez de recursos tienden a aumentar los niveles de inhibición (Weber, 1947; Locke & Anderson, 2015).

Si se tiene en cuenta además que el consumo conspicuo -representado por ejemplo en la compra de categorías de carácter hedónico- se asocia con el poder al ser restaurador (Rucker & Galinsky, 2009) o como una señaldela obtención de estatus (Nelissen & Meijers, 2011) y la búsqueda de placer (Holbrook & Hirschman, 2015), aunado a la evidencia de que los grupos sociales de menor poder o estatus, tales como los inmigrantes latinos en Europa o las comunidades afroamericanas en Estados Unidos, tienen los mayores índices de consumo estatutario, compra de marcas de lujo y endeudamiento (Mazzooco, Rucker, Galinsky, & Anderson, 2012), la población LGBT es la tercera población que más consume en Estados Unidos, luego de los afroamericanos y de los hispanos (Rosales, 2011). De este modo, cobra relevancia identificar si existe una relación entre el nivel de poder percibido y las conductas de aproximación e inhibición hacia el consumo experiencial (clasificado dentro del consumo hedónico) en personas de los sectores LGBT.

Con este propósito se predice que existirán conductas de aproximación hacia el consumo experiencial (sexo, rumba, drogas, alcohol y viajes), que para la presente investigación se incluye dentro de la categoría de diversión, como una de las características de la compra hedónica (Steinhart, A yalon & Puterman, 2013); dichas conductas serán significativamente mayores en las personas de los sectores LGBT que tengan una sensación mayor de poder.

Método

Tipo de estudio

Se realizó un estudio correlacional que, según Hernández, Fernández, y Baptista (2010), tiene como propósito «asociar variables mediante un patrón predecible para un grupo o población; este tipo de estudio tiene como finalidad conocer la relación que existe entre dos o más variables en un contexto en particular» (p. 81).

Participantes

Se realizó un muestreo no probabilístico, con 135 personas de los sectores LGBT de la ciudad de Bogotá, con una media de edad de 30.17 (DT = 8.45); este último fue el criterio de inclusión. Todos los participantes firmaron el formato de consentimiento informado y aceptaron participar voluntariamente en la investigación. El 68% de la muestra fueron nacidos hombres y el 32%, mujeres. El 38.5% de la muestraes profesional y el 27.4% tiene estudios posgraduales, con una mayor participación de personas gais y lesbianas; el 0.7% tienen doctorado como nivel educativo culminado, y solo el 0.7% no tienen estudios. El 49% se encuentran estudiando; el 30.4%, en el nivel profesional, y el 16.3% cursan estudios posgraduales. El 48.9% de la muestra tienen pareja (casado/a o en unión libre); el 47.4% son soltero/as y el 3.7% son separados/as. El 20.7% de las personas LGBT tienen personas a cargo: el 10.3% tienen una persona a cargo y el 7.4%, dos personas.

Respecto al nivel socioeconómico (NSE) de la muestra, que hace referencia a la posición social y económica de los participantes, el 14.8% pertenecen a los estratos 1 y 2 (NSE bajo), el 67.4% a los estratos 3 y 4 (NSE medio) y el 17.7% a los estratos 5 y 6 (NSE alto). Frente al rango de ingresos mensuales, el 51.9% tienen ingresos mensuales menores o iguales a US$667; entre US$667 y 1333 mensuales el 26.7%, y el 21.5%, másde US$1333.

El 70.8% de las personas LGBT se identifican con la religión católica, el 23.8% con ninguna, y el 52.6% no se identifica con algún partido o movimiento político. En cuanto a profesión u oficio, el 17% son estudiantes; el 33% ingenieros, médicos, contadores públicos y administradores; el 20% asesores, economistas, publicistas, estilistas, politólogos y psicólogos, y el 30% restante están entre comerciantes, arquitectos, historiadores y auxiliares de vuelo. El 23.4% tienen más de siete personas a cargo; el 8.3%, entre cuatro y seis personas; el8%, tres personas, y el 18.9%, dos o menos personas a cargo.

Instrumentos

Se hizo una adaptación de los cuestionarios utilizados por Barreto et al. (2010) para caracterizar las prácticas de consumo en la población LGBT de Bogotá (α: .78); se realizó validación de contenido para la Escala de Sensación de Poder (α: .85) de Anderson, John, & Keltner (2012) y los ítems para identificar la estructura ideológica-política(α:.44) de López (2005). Esta validación de contenido se realizó mediante la evaluación de tres pares expertos (psicología social, psicología del consumidor y género) e informantes clave de los sectores LGBT en la ciudad de Bogotá, Colombia. Se realizaron adaptaciones idiomáticas y culturales para la escala de Anderson et al. (2012) y solo culturales para la escala de López (2005).

Como resultado de la validación de contenido se obtuvo una encuesta con 75 ítems distribuidos en siete apartados que evalúan percepción de poder y prácticas de consumo en las categorías de diversión: (a) información sociodemográfica del encuestado (20 ítems); (b) información sobre encuentros sexuales (10 ítems); (c) consumo de sustancias psicoactivas (9 ítems); (d) consumo de alcohol (9 ítems); (e) actividades relacionadas con la rumba (11 ítems); (f) viajes (11 ítems), y (g) percepción de poder (36 ítems).

Procedimiento

De manera inicial se aplicó la Escala de sensación de poder (Anderson et al., 2012) para identificar el nivel de poder percibido y si existían diferencias de este entre cada uno de los sectores; luego se aplicaron los ítems de López (2005) para probar los diferentes postulados respecto a la percepción de poder que tienen los integrantes de los sectores LGBT y la relación que tiene con el consumo de diversión. Posterior a ello, se indagaron las prácticas de consumo en la categoría de diversión, con el fin de obtener los datos necesarios y suficientes para encontrar las relaciones predichas entre la aproximación al consumo experiencial de las personas con percepción de bajo y alto poder en los sectores LGBT.

Resultados

Prácticas asociadas al consumo de diversión

Relaciones sexuales

El 64% de las personas de los sectores LGBT han tenido encuentros sexuales ocasionales en el último año. El número de encuentros sexuales por semana y la cantidad de personas con las que se tiene sexo se pueden visualizar en las tablas 1 y 2, respectivamente. El 50% de la muestra ha tenido sexo en su casa, hoteles, moteles y/o residencias y durante los viajes, y buscan sexo generalmente un 40% solos, con amigos el 30.6% y el 20.7% con su pareja; el 36% sienten interés en conocer a las personas desconocidas con las que tienen encuentros sexuales, el 79.2% sienten mayor satisfacción sexual cuando tienen encuentros sexuales con una persona. El gasto mensual detallado sepresenta en la tabla 3 .

El 62% de las personas de los sectores LGBT por lo menos una vez se han involucrado sexualmente con personas de un sector diferente al que pertenecen, con heterosexuales en un 29.7% y con personas de su mismo sexo un 37.2%. El 47% de los encuentros sexuales de las personas gais han sido con personas de otros sectores, las personas lesbianas han tenido encuentros sexuales con lesbianas en un 46%, el 15% de las prácticas sexuales de las personas bisexuales ha sido con gais. El grupo de personas trans en un 23% han tenido sexo con hombres heterosexuales.

Consumo de sustancias psicoactivas
El 43% de las personas de los sectores LGBT han consumido sustancias psicoactivas en los últimos tres a &nilde;os el 50% han consumido sustancias psicoactivas en discotecas, bares, en su casa y viajes, y el otro 50% en parques públicos, hoteles, conciertos, amanecederos, entre otros. La frecuencia de consumo se presenta en la tabla 4: el 63.9% busca sustancias psicoactivas con amigos, el 24.5% con la pareja y el 16.3% solos. El gasto mensual se describe en la tabla 5.

Consumo de alcohol
El 94.8% de las personas LGBT han consumido alcohol en los últimos 3 años (tabla 6). El 50% han consumido alcohol en bares, discotecas, en su casa y viajes; el alcohol lo buscan con amigos un 85.9% y con la pareja el 56.2%. El gasto mensual se presenta en la tabla 7.

La rumba/fiesta
El 93.3% de las personas de los sectores LGBT han salido de rumba en los últimos tres an˜ os, el 82.5% lo hacen menos de dos veces por semana; la tendencia de las personas gais y bisexuales es salir de rumba con una persona; el 88% salen de rumba con amigos y el 61.1%, con la pareja. Al compartir la rumba con desconocidos el 34.1% no sienten interés en conocerlos, el 22.2% sienten mayor satisfacción cuando salen de rumba con tres personas y el 42.9% gastan entre US$ 17 y 33 mensuales en actividades relacionas con la rumba (tabla 8).

Los viajes
El 86% de la muestra han salido de viaje en los últimos tres años, el 54.2% lo han hecho de tres a cinco veces en el año, representando las personas trans con un 60% y los gais con el 56.3%; el promedio general de la muestra sale de viaje con amigos el 66.9%, el 61% con la pareja, el 48.3% con la familia y el 16% solos; las personas gais (76.3%) prefieren salir de viaje con una persona; el 59.7% de la muestra gastan menos de US$ 1000 anuales (tabla 9). Por último, cuando comparten con personas desconocidas durante el viaje, el 38.9% sienten interés en conocerlas.

La percepción de poder y su relación con las prácticas de consumo de diversión

Para el análisis de los resultados se realizó un análisis factorial con las variables asociadas al consumo de las cinco categorías de diversión: el sexo, la rumba, las sustancias psicoactivas, el alcohol y los viajes. Los resultados presentados en la tabla 10 muestran que cada una de las categorías de diversión estudiadas que incluyen frecuencia, personas y dinero conforman un factor, lo cual pone de manifiesto el cumplimiento de las condiciones para realizar el modelo lineal general univariante, dado que el valor propio para el componente principal es mayor a 1 (prácticas sexuales = 1.95; rumba = 1.507; viajes = 1.690; consumo de sustancias psicoactivas = 2.202 y consumo de alcohol = 1.428).

Respecto a la percepción de poder (tabla 11), los resultados indican que existe un alto promedio (4.01) en la percepción de poder en las personas de los sectores LGBT de la muestra conjunta (n = 135), considerando que la percepción alta de poder está dada por una puntuación arriba de 3.5 sobre 6 (adaptación realizada a las escalas de poder utilizadas por Anderson et al., 2012 y López, 2005). Los resultados de la ANOVA de una vía muestran que no existen diferencias significativas entre los sectores LGBT (F = .213; p = .887).

Se usó el modelo lineal general univariante con los factores de sexo, rumba, sustancias psicoactivas, alcohol y viajes encontrados en el análisis factorial para identificar la relación que la percepción de poder tiene con el consumo de diversión. Los resultados de las pruebas intersujetos (tabla 12) muestran que el poder tiene relación con las relaciones sexuales ocasionales y los viajes.

Los resultados de las estimaciones de parámetro (tabla 13) muestran que a menor percepción de poder (−0.383) mayores son las prácticas sexuales ocasionales, y la frecuencia de viajes es mayor cuando la percepción de poder es alta (β= .415).

Frente al consumo de rumba, las pruebas intersujetos (tabla 14) muestran que si bien el poder no tiene relación con la rumba, es importante revisar esta práctica entre las personas de los sectores LGBT.

Los resultados de las estimaciones de parámetro (tabla 15) revelan que frente a las personas lesbianas el consumo de rumba es mayor en las personas gais (0.328) y bisexuales (0.046) y es menor en las personas trans (-0.759).

Discusión

Esta investigación muestra que existen diferencias en las prácticas de consumo entre las personas de los sectores LGBT en los aspectos relacionados con la rumba. Los gais y bisexuales muestran mayor tendencia hacia la rumba en comparación con las personas lesbianas; los gais tienen un gasto mayor que los demás sectores estudiados. De acuerdo con la descripción de las prácticas de consumo planteadas por Cortés et al. (2008), las personas de los sectores LGBT gastan más en las categorías de viajes, ropa y rumba. Frente a la rumba, el 37.5% de las personas trans lo hacen una vez por semana y los gais (40%) dos veces por semana; el 80% de los bisexuales y los gais salen de rumba con amigos, y entre el 30 y el 35% de los bisexuales y los trans buscan sexo casual en discotecas. Los resultados obtenidos de nuestra investigación van en la misma línea de los hallazgos descritos anteriormente, pues muestran que el gasto en los viajes es mayor que en las otras categorías: el 71.1 y el 66.7% de las personas gais y trans, respectivamente, salen de rumba dos veces por semana. A diferencia de la tendencia mostrada por Cortés et al. (2008), el 69.7% de los bisexuales y gais salen de rumba con una persona y el 82.7% han tenido sexo en su casa.

Las prácticas descritas anteriormente muestran que las experiencias, vivencias y emociones pueden indicar que el consumo de diversión de las personas LGBT (Segura & Sabaté, 2008) se potencializa cuando los consumidores (para nuestro caso los LGBT) interactúan con otras personas en un escenario que genera emociones o sensaciones relacionadas con el placer (Holbrook & Hirschman, 1982, 2015). En este sentido, la construcción de la vida de las personas LGBT se relaciona con la sensación que tienen de su realidad y adquiere un papel contundente en la toma de decisión frente al consumo de experiencias asociadas a la diversión (Blanco & Sánchez, 2015). Es así como los hallazgos muestran que los gais tienen mayores encuentros sexuales; el 31% dos veces por semana, y el 52% lo hacen en tríos. Respecto a la rumba y los viajes, la tendencia general muestra que las personas de los sectores LGBT consumen de forma similar (25%).

Por otra parte, los resultados son consistentes con los postulados de las teorías de poder acerca del comportamiento asociado al riesgo y el control que tienen las personas sobre su sensación de poder. Anderson y Galinsky (2006) y Keltner et al. (2003) han mostrado que la sensación de poder influye en la tendencia a acercarse o inhibirse. Así, el acercamiento al consumo de viajes cuando la percepción de poder es alta puede relacionarse con la desinhibición que el poder produce en la toma de decisiones o con las consecuencias que el poder tiene sobre el afecto y la conducta, ya que tener poder lleva a emociones positivas que pueden incidir en una mayor intención de compra y a mayores conductas de riesgo (Scheepers et al., 2012).

De igual forma, Ruckery G alinsky (2008) han mostrado que las personas con una percepción de poder baja son más próximasa consumosde tipo hedónico, por ser restauradores del poder perdido, lo que se relacionaría con una mayor práctica sexual ocasional en las personas LGBT con una baja sensación de poder; pero es contradictorio con la teoría de la aproximación de Keltner et al. (2003), que propone que las personas con bajo poder tienen menos acceso a recursos materiales, culturales y sociales y se mueven en entornos peligrosos, lo que aumenta los niveles de inhibición asociados al riesgo y a la posibilidad de acceder al consumo que demande mayores recursos económicos (Domhoff, 1998), por lo que es necesario profundizar en las relaciones que subyacen a la práctica de sexo ocasional, ya que este puede estar relacionado con el uso de menos recursos económicos, pero es considerado una conducta de alto riesgo (Folgar, Sierra & Vallejo-Medina, 2015).

Los resultados no evidencian una relación entre la percepción de poder y los factores asociados al consumo de alcohol y sustancias psicoactivas. Lo anterior se puede explicar con los hallazgos encontrados en estudios realizados sobre la ansiedad, que muestran que los problemas asociados al consumo de alcohol y la ansiedad ocurren en el mismo individuo; es decir, las personas con ansiedad tienen un mayor riesgo de consumir alcohol; los pacientes con trastorno de ansiedad tienen mayor riesgo que cualquiera al abuso o dependencia del alcohol (24%), según lo plantean Podea, Wild, & Cotos (2014). Otro estudio realizado en hombres que han tenido sexo con hombres indica que existe una asociación entre la ansiedad y el consumo de sustancias psicoactivas y el alcohol en un 33% de los participantes (Parker, Lohmus, Valk, Mangine & Ruutel, 2015). De acuerdo con estas evidencias empíricas, se puede decir que el consumo de alcohol y de sustancias psicoactivas puede explicarse desde postulados teóricos asociados a la ansiedad y no a la sensación de poder. Otro resultado muestra que la percepción de poder no está relacionada con el número de subordinados y el cargo, afirmandolo planteado por Parker et al. (2015); de igual forma, la correlación bivariada de Spearman indica que el poder no se relaciona con el nivel educativo. En este sentido, los resultados evidencian que las relaciones sexuales son un restaurador de poder y que la percepción alta de poder se relaciona con el consumo de viajes y rumba.

Finalmente, como lo expresan Barreto et al. (2010), se considera necesario para futuros estudios incluir personas intersexuales e integrar diferentes líneas de investigación conceptuales y empíricas, además de ejercicios experimentales con muestras más grandes para establecer la influencia en función de los niveles de poder identificados y su relación con el consumo de diversión experiencial, y de esta manera permitir constatar los resultados obtenidos en la presente investigación. En esta misma vía, se espera que las personas de los sectores LGBT cuenten con información sobre la relación entre el poder y la dependencia con el consumo, para evitar la influencia de forma negativa en su comportamiento, generando así consumo responsable frente a las categorías sexo, rumba, sustancias psicoactivas y viajes.


Referencias

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Anderson, C. & Berdahl, J.L. (2002). The experience of power: Examining the effects of power on approach and inhibition tendencies. Journal of Personality and Social Psychology, 83, 1362-1377.         [ Links ]

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