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Análisis Político

versión impresa ISSN 0121-4705

anal.polit. v.18 n.54 Bogotá mayo 2005

 

Coyuntura

 

Descomponiendoa George W. Bush: algunas observaciones (1)


Deconstructing George W. Bush: Some observations

 

Laura Garcés

Investigadora independiente


RESUMEN

El siguiente ensayo busca identificar algunos factores relevantes que le permitieron a G. W. Bush ascender a la presidencia. Entre las piezas compuestas del rompecabezas tenemos: G. W. el hombre, las dinámicas políticas que lo rodean y la poderosa maquinaria que lo llevo al poder. No menos relevante es la cultura política que domina su administración y penetra a su electorado, especialmente la influencia creciente del sur y sus implicaciones. Finalmente, el contexto más amplio del inconsciente colectivo debe ser presentado. Este ángulo más profundo pone mejor en perspectiva el éxito reciente de G. W. Bush y la ideología que él representa. Una sección titulada "El miedo" enlaza a los individuos y a la maquinaria a un impulso a largo plazo y mayormente instintivo de nacionalismo a resistir la penetración e intrusión de un mundo externo hostil. Debido a que la ansiedad de ser infiltrado llama la atención de esos márgenes subrayados por Derrida, pensamos que era apropiado titular esta contribución Descomponiendo a George W. Bush.

Palabras clave: Política, Estados Unidos, presidencia.


SUMMARY

The following essay seeks to distinguish some relevant factors which permitted a G. W. Bush presidency. Among the composite pieces of the puzzle: G. W. the man, the political dynamics which surround him, and the powerful machine that helped him into office. No less relevant, is the political culture that dominates his administration and permeates his electorate, especially the rising influence of the South, and its implications. Finally, the wider context of the collective unconscious must be addressed. This deeper angle best puts into perspective the recent success of G. W. Bush and the ideology he represents. A section entitled "Fear" ties the individuals, and the machine, to a long-term, and largely instinctual impulse of nationalism to resist the penetration and encroachment of a hostile outside world. Because the anxiety of being infiltrated calls attention to those margins underscored by Derrida, we thought it appropriate to entitle this contribution Deconstructing George W. Bush.

Key words: Polítics, United States, presidency.


Aunque los detractores de George W. Bush algunas veces lo han ridiculizado y catalogado de simple, su administración ha producido una literatura voluminosa que sugiere lo contrario. ¿Quién es este hombre y hacia donde nos esta llevando? Los diagnósticos al respecto son diversos. Por ejemplo, un trabajo ambicioso de Walter Russell Mead, un miembro de rango superior del Consejo de Relaciones Exteriores de la Política Externa de Estados Unidos, resalta la continuidad. El percibe una coincidencia de tendencias profundamente arraigadas en la diplomacia americana, específicamente una competencia dentro de la administración, entre un enfoque cuidadoso y pragmático al estilo Jefferson simbolizado por el anterior Secretario de Estado Colin Powell y un empuje por la supremacía unilateral al estilo de Jackson1. De acuerdo con Russell Mead, mientras que los ataques del 11/9 "…representaron un nuevo tipo de guerra y una nueva amenaza a la seguridad americana, los debates subsiguientes sobre la política exterior americana cayeron en patrones tan viejos como la república misma"2.

Otras lecturas han sugerido un descarrilamiento de la diplomacia de Estados Unidos. Bajo esta perspectiva, Estados Unidos están repitiendo un escenario que ya se jugó a finales del siglo XIX, con la anexión en particular de las Filipinas después de la Guerra Hispano Americana. Esas lecturas señalan una amnesia histórica aguda, "una aparente ignorancia sobre las lecciones importantes que los americanos sacaron de su corto e infeliz experimento de la creación de un imperio en ultramar" 3. En ese momento, las Filipinas fueron empantanadas en una guerra que duró catorce años: "antes de que terminará, cerca de 120.000 tropas americanas habían sido desplegadas y más de 4.000 habían muerto; más de 200.000 filipinos entre civiles y soldados habían muerto"4.

Estas miradas recuerdan la ideología civilizadora de la Era Progresiva y como llevó a los mejores hombres a la derrota, citando los intentos frustrados de Woodrow Wilson para "enseñar a los mejicanos como elegir buenos hombres". Observando otros enfoques, algunos han dibujado un paralelo interesante entre la política exterior de la administración Bush y la de los poderes europeos de comienzos del siglo XX. Mientras discute el actual control del Grand Old Party (GOP) por parte de los conservadores sureños, Michael Lind evoca los ejemplos de Gran Bretaña, Francia, Alemania Japón antes de la Primera Guerra Mundial, cuando las elites pre-modernas, "(…) amenazadas con irrelevancia y extinción por el progreso industrial y la democracia, lograron retener el poder político y enlistar las nueva técnicas de la ciencia e industria para fomentar las metas aristocráticas pre-modernas de saqueo y gloria marcial – (…) apelando a la intransigencia étnica y la religión supernatural"5. Similarmente, el becario de Carnegie, Anatol Lieven, traza un paralelo entre la cultura política de la administración de George W. Bush y la explotación europea del nacionalismo en 1914 6(2). Finalmente otros académicos han expresado alguna preocupación sobre una posible tendencia al fanatismo religioso 7, 8.

Dichas analogías ciertamente agregan perspectiva, pero también dejan algunas preguntas. Esta lejos de ser cierto que, como Lieven parece sugerir, Estados Unidos puede repetir los errores fatales de Europa, porque ha sido "salvado por la historia"9. Las naciones tienen diferentes formas de procesar la memoria colectiva, de acuerdo con sus ideologías particulares. En este aspecto, Estados Unidos ha mostrado una propensión a la repetición. Esto es evidente con respecto a la política, como se implica en los anteriores paralelos de comienzos del siglo XX. También salta a la superficie en el discurso público. Por ejemplo, la retórica sobre la propagación de la "libertad" utilizada por la administración de Bush, es una replica inexplicable del libro "Stages of Economic Growth" de Rostow, que académicos y políticos absorbieron y endosaron en los sesentas y comienzos de los setentas, antes de que fuera patente que estas etapas simplemente no se ajustan a las realidades de las naciones en desarrollo.

El presente ensayo busca distinguir algunos factores relevantes, que le permitieron a G. W. Bush ascender a la presidencia. Entre las piezas que componen el rompecabezas tenemos: G. W. el hombre, las dinámicas políticas que lo rodean y la poderosa maquinaria que lo llevó al poder. No menos relevante es la cultura política que domina su administración y penetra a su electorado, especialmente la influencia creciente del sur y sus implicaciones. Finalmente, el contexto más amplio del inconsciente colectivo debe ser presentado. Este ángulo más profundo pone mejor en perspectiva el éxito reciente de G. W. Bush y la ideología que él representa. Una sección titulada Miedo , enlaza a los individuos y a la maquinaria a un impulso a largo plazo, y mayormente instintivo de nacionalismo, a resistir la penetración e intrusión de un mundo externo hostil. Debido a que la ansiedad de ser infiltrado llama la atención de esos márgenes subrayados por Derrida, pensamos que era apropiado titular esta contribución como Descomponiendo a George W. Bush .

El Hombre

¿Quién es George W. Bush y qué representa él? La imagen parece obvia y simple. Hasta hace poco, muchos creyeron ese desagradable rumor de que excepto por la Biblia, el presidente no leía: ni periódicos, ni libros. Desde que él ha venido elogiando el libro The Case for Democracy del antiguo emigrante soviético, Natan Sharansky, quién "piensa como yo", ahora sabemos que si lee10. Algunos observadores pintan el retrato de un tejano insular, de escasos conocimientos y conciencia sobre los países extranjeros y con poca inclinación a aventurarse fuera de Estados Unidos. Según le explicó Walter Wells, el editor del International Herald Tribune , a su colega de Le Monde en el momento de las tensiones transatlánticas sobre Irak: "Desconfiar de los franceses es casi parte del ADN americano. Y mucho más cuando el ADN en cuestión es el de un hombre tan cerrado al mundo y una persona tan casera como George Bush"11, 12. George W. es "un hacedor no un pensador"13. El es descrito como muy seguro de si mismo y rígidamente dogmático. Como un cristiano nacido nuevamente en 1985 durante una caminata por la playa con Billy Graham, sus convicciones religiosas – la tendencia a percibir eventos como pruebas enviadas por Dios – contribuyen enormemente a su inflexibilidad. Como lo dijo un comentarista, "Hemos crecido acostumbrados a las aseveraciones frecuentes de la propia fe del presidente, con frecuencia como una forma de explicar lo que de otra forma puede parecer una ausencia sobrenatural de duda prudente"14, 15. Su perspectiva enmarca los eventos como revelaciones y esto es particularmente acentuado con la crisis a nivel nacional disparada por el 11 de septiembre. George W. mismo enlaza la Guerra contra Irak y su "cruzada" mundial por la propagación de la democracia como un intento de implementar sus creencias religiosas, una respuesta al llamado de lo Alto. Como él le dijo a Bob Woodward cuando lo presionaron sobre si él había consultado con su padre sobre la invasión de Irak: "Usted sabe, él es el padre equivocado para apelar en términos de fortaleza. Existe un padre más elevado al que yo apelo"16. Confesó que septiembre 11 le había producido un sentido de "obligación mayor…un tipo más grande y diferente de guerra… como un frente"17. La visión del mundo de George W. Bush es cercana al estado de la naturaleza de Thomas Hobbes. El papel unilateral que él endosa para Estados Unidos y que es compartido por la mayoría de sus consejeros, muestra una creencia de que las naciones-estados siguen siendo los jugadores claves en el ruedo internacional. Mantener y ejercitar el poder es una prioridad, los foros internacionales y la diplomacia son expuestos como el arma de los débiles y tímidos; así lo sugiere el becario de Carnegie, Robert Kagan en su sabio aunque excesivamente solícito libro Of Paradise and Power. Europe and America in the New World Order 18.

Entonces, ¿Es G. W. un cruzado moderno? El portarretrato simple tiene más de una sombra. La persona de G. W. Bush es más nebulosa de lo comúnmente reconocido. Parte de las dudas que rodean al hombre yacen en los informes de noticias censurados e incompletos que se entregan a la prensa 19. Luego esta la barricada de consejeros, los cerebros talentosos con los que G. W. se rodea para compensar su chocante pobre conocimiento de los asuntos extranjeros, como algunos han sugerido 20. Muchos de ellos, desconcertados por el giro unilateral abrupto y el categórico mesianismo están prontos a conjeturar que el presidente es un pelele de su cortejo político, o una creación de su consejero Karl Rove 21, 22. A medida que él monta la ola de la derecha conservadora a la que su padre inicialmente rehuyó, y que muy tarde cortejó a costo de su reelección, en efecto es tentador discernir al manipulador, manipulado a su vez por los esfuerzos astutos de la maquinaria republicana.

Algunos analistas colocan su decisión de derribar a Saddam Hussein y de invadir a Irak desde una perspectiva familiar: G. W. deseaba, asumen ellos, "finalizar el trabajo" que le costo la reelección a su padre23, 24. Algunas de las señales de su advenimiento a la presidencia subrayan los antecedentes familiares y sus designios. Garry Wills, entre muchos otros, anota la disposición competitiva que está arraigada dentro de la familia y que se expresa más abiertamente en los deportes 25(3). Agreguemos a esta vena competitiva la decisión ambiciosa, los esfuerzos pacientes y constantes de la madre Bárbara para entretejer a la familia en la red social y establecer a los Bushes en la sociedad tejana, cuidadosamente archivando en su tarjetero las tarjetas de las personalidades con detalles sobre sus gustos particulares y fechas de cumpleaños. Para algunos críticos, como el veterano escritor político Kevin Phillips, el camino de la familia al poder ha sido menos sencillo 26. La pregunta que sigue ahora es si los antecedentes políticos y la red financiera fueron suficientes para que G. W. consiguiera una opción viable para codiciar el cargo público más alto en Washington. Su éxito político fue imprevisible aún para los miembros más cercanos de su familia – "Fue una gran sorpresa" --, mientras que su joven y energético hermano Jeb había demostrado ser un trabajador duro y meticuloso en sus ambiciones políticas27. La siguiente sección explora algunos factores a largo plazo que han jugado un papel en la elección de G. W. Bush.

La Aparición del Conservatismo Sureño

Made in Texas es el relato absorbente de un Estado de agudas contradicciones. Un Estado que puede producir los servidores públicos más brillantes como Edward M. House, el consejero de Wilson, Lyndon Johnson, o Ross Perot 28. Puede también generar los peores parásitos, gente que alberga creencias más similares a las de los conquistadores que a la de la pequeña aristocracia tradicional del noroeste, capaz de despojar de la riqueza natural a la región para detentar poder. Es un universo petrificado en los privilegios arcaicos y profundamente seguro de si mismo. Es la tierra donde la hospitalidad sureña coexiste de alguna manera con el más perverso racismo, un lugar con dinero donde el linchamiento era particularmente feroz. Es un área profundamente impregnada en una religión que puede caer fácilmente en el fanatismo. En años recientes han aparecido varios estudios que se concentran en la consolidación dentro del partido republicano, de una peculiar forma de pensamiento sureño que ha reemplazado el más moderado tono del anterior establecimiento del noroeste, e introducido algunos dogmas doctrinales radicalmente diferentes. En esta perspectiva, G. W. fue elegido porque él encarna claramente estos criterios. Por supuesto que él no los introdujo. Por varios años, por lo menos desde la "revolución" Gingrich de 1994 que llevó a la mayoría de los republicanos sureños al Congreso, y que dio a la Cámara de Representantes un presidente que consternaba por su histrionismo, el pensamiento sureño ha sido dominante 29. Las especulaciones varían en cuanto a si esta tendencia esta aquí para quedarse o si es una maniobra política artificial de corta duración.

En su atractivo relato sobre el incremento de la influencia sureña en la formación de la cultura y política de Estados Unidos, Peter Applebome nos introduce como testigos a una asamblea masiva de la Convención Bautista Sureña de los noventas, que desde su fundación en 1845 en Augusta, Georgia, ha crecido hasta tener 16 millones de miembros surgiendo como un genuino agente de la política y ejerciendo considerable apalancamiento social. El describe a una colorida y ligeramente llamativa asamblea, a los inmensos carros de los cincuentas con sus etiquetas en el parachoques contra el aborto y a favor de la abolición del gobierno central; y a medida que va leyendo se puede casi escuchar el estruendo de la música country, de las canciones religiosas. El ascenso de Dixie ha transformado a Estados Unidos, ha diseñado sus ideas y valores para que encajen en el molde del nunca cambiante sur, para hacer eco de su descontento de mucho tiempo atrás por la supresión de la segregación y por la invasión y sofoco de los derechos de los estados por un gobierno central corrupto y ajeno.

¿Cómo logró el espíritu del sur propagar en el norte sus valores y asuntos sin resolver? En su relato, Applebome enfatiza el papel jugado por la movilidad de la población. El argumenta que la salida masiva de algunos 4.5 millones de negros para el norte en la primera mitad del siglo XX, una migración escribe él "virtualmente sin paralelo en la historia americana", iba a cambiar drásticamente el paisaje del país convirtiendo el asunto de la raza en uno de interés nacional. El éxodo de otros 4.6 millones de blancos del sur durante el mismo periodo también contribuyó a la diseminación del estilo de vida sureño: "Como los portadores de un gene dominante, ellos no dejaron de ser sureños. Ellos trajeron su música, sus valores, su religión evangélica, su historia como la gente de la región más violenta del país y todo un panoplia de virtudes y pecados de cocido sureño"30.

Pero no fue la exuberancia de un temor a Dios, o de gente amante de los valores familiares que le dio el sayo político. Este apareció en forma de una estratagema tranquilamente proyectada por dos personas, ninguna de ellas protestante, junto con algunos militantes "grass-root. Como explica Michael Lind, "El derecho religioso de hoy, lejos de ser una rebelión espontánea por parte de los "creyentes", como los líderes de la Coalición Cristiana Pat Robertson y Ralph Reed esperarían, fue tramada desde arriba por Howard Phillips, un judío, Richard Viguerie, un católico, y otros activistas de la gran masa de partidarios en los setentas"31, 32(4). Después de que la disolución de la Mayoría Moral por Jerry Falwell revelará su decadencia a finales de los ochentas y comienzos de los noventas, fue vigorosamente revivido por Marion "Pat" Robertson, fundador de la Coalición Cristiana en 198933. Cristianos Nacidos Nuevamente como George W. Bush y Tom Delay, conocido como el Verdugo de la Colina , han sabido como capitalizar este distrito electoral. Doug Wead, quien actuó en 1988 como enlace de campaña con la derecha Cristiana, comentó no sin cinismo sobre la capacidad de George W. de explotar esta parte del electorado:

… a diferencia de otros, él también sabe los números, él sabe lo importante que es la fe para millones de personas en Estados Unidos. En Estados Unidos noventa y cinco por ciento cree en un Dios personal. Es un número muy alto…. Cada subcultura tiene su propio idioma y su propia inflexión. Aun, algunas veces, es el énfasis de una silaba en una palabra, o una palabra fuera de orden e instantáneamente uno reconoce a alguien de su propia subcultura y la subcultura evangélica no es diferente. Cuando G. W. se reúne con los cristianos evangélicos ellos saben en cuestión de minutos que él es uno de ellos. Ahora, la mayoría de los candidatos presidenciales tienen que indagar y tienen que mirar y tratar de encontrar denominadores comunes que ellos puedan decir, "Bueno, él es uno de nosotros, solo que él no lo sabe"; o "El es nuestro pero no entiende la cultura". Y con G. W. ellos sabían que era verdad. Yo no se como explicarlo sin definir toda la subcultura en si, lo cual uno no lo puede hacer en respuestas de 30 segundos. Pero ellos lo sabían" 34.

Las perspectivas políticas de la Derecha Cristiana están arraigadas en la tradición de Goldwater. Alentada por una profunda hostilidad al empuje dado por el gobierno central a la Ley de los Derechos Civiles, que de hecho proclamó la segregación racial como ilegal, la campaña presidencial de Barry Goldwater en 1964 preparó el terreno para la estrategia sureña del GOP 35. El alguna vez solidamente democrático sur cambiaría su rumbo de dirección de ahí en adelante hacia el partido republicano, en dos importantes etapas subsiguientes, con Nixon en 1972, y luego decisivamente bajo Reagan en 1980.

En contraste con el resto de la nación usualmente descrita como orientada hacia adelante y con poca conciencia histórica, el sur mira hacia atrás, sin olvidar nunca lo que perdió con la Guerra Civil.

"En lugar de ser un lugar sin pasado, el sur es un lugar que a finales del siglo veinte, asombrosamente esta todavía luchando la mayoría de sus más antiguas batallas – sobre los derechos de los estados, la bandera confederada, la integración, el significado de su propia historia. En lugar de no tener memoria, es un lugar donde negros y blancos compulsivamente revalidan sus historias separadas como si por siempre reconfirmaran la famosa observación de Faulkner que el sur es un lugar donde ‘el pasado nunca muere, ni siquiera es pasado'. En lugar de haber sido neutralizado, es todavía el sitio más conservador de América, todavía empapado en religión, todavía cargando los estandartes de las cruzadas por los derechos de los estados del viejo sur de antes de la guerra y reforzando la ideología del nuevo sur de los ochentas, todavía esclavizada al individualismo en su sentido más extravagante" 36, 37.

Imposibilitados para conservar su segregación de hecho después de que la Ley de los Derechos Civiles fue aprobada bajo el mandato de Johnson, el sur todavía continua lamentando el robo de su forma de vida. El pensamiento sureño encarna una defensa feroz de los derechos de los estados, una hostilidad visceral y obstinada contra el gobierno central, un compromiso con la libertad individual más que con la igualdad, y un patriotismo inflexible 38. La calidad de extranjero es generalmente percibida como un atributo a ser aborrecido, el elitismo intelectual que insinúa las Universidades de la Liga Ivy es igualmente rehuido en favor del espíritu tosco de los "grass-roots" y el crudo talento que los nutre. Porque al lado del rencor alimentado por el sello indeleble de la derrota confederada, un crudo optimismo también cala esta visión del mundo, que saluda a una América donde la oportunidad consagra el esfuerzo y nutre el desprecio por aquellos que quedan atrás, aquellas "Reinas de la Asistencia Social" alguna vez escarnecidas por Reagan, quienes siendo responsables por su suerte, buscan compensación indebida por parte del estado. Esta última parte – desdén y condescendencia por el trabajador común – es una contribución de la filosofía corporativa, el fruto de su alianza en el frente GOP, y un fenómeno más reciente ya que data de los setentas y los ochentas.

Los otros socios en esta alianza multicolor GOP son los Libertarios. Los libertarios, quienes convergen alrededor del Instituto Cato, un influyente centro de pensamiento fundado en los setentas, son enemigos declarados del estado cuyo papel desean que se reduzca a un mínimo. En Washington, ellos juegan un rol activo presionando su agenda de desregulación económica pero ocultan otros asuntos que son muy controversiales para el electorado "grass-root" tales como su apoyo a los homosexuales, al aborto y también su postura favorable a la legalización de la marihuana.

La Maquinaria

¿Qué tan genuina es esta coalición de socios improbables? ¿Qué tan cercanos son los valores del grupo de gente creyente devota del común con aquellos de las corporaciones gigantes? ¿Cómo reconcilia uno dos lados del electorado con puntos de vista tan fuertemente opuestos? Un grupo apoya los valores de las corporaciones ricas. El otro apoya los "valores familiares", insta al gobierno a tomar una postura activa en la oposición al aborto, a las uniones entre homosexuales y en el intercambio de la enseñanza de la evolución por la doctrina de la creación. Y finalmente, el electorado libertario resiste la intrusión del estado en las vidas privadas de los ciudadanos. ¿Qué tan real es esta alianza GOP y qué tan sencilla es la tan elogiada sureñización?

Por lo menos desde los sesentas, los conservadores han venido trabajando duro para imitar la estrategia exitosa de los demócratas, que los consagró a ellos por un largo tiempo como los ganadores claros del juego del poder. Como los demócratas antes de ellos, establecieron poderosos centros de pensamiento, acumulando miles, millones de dólares gracias a una sabia escogencia de potenciales partidarios por correo en la lucha contra el "liberalismo". Irving Kristol, un antiguo Leninista, fue un pionero en este esfuerzo. Como él, muchos de aquellos equivocadamente llamados "neo-conservadores" son misioneros de esta aventura 39, 40. Durante las protestas masivas de los sesentas y setentas defendiendo los derechos civiles y expresando oposición a la Guerra de Vietnam, muchos radicales encontraron una razón de ser al luchar contra la erosión que desde su perspectiva estaba carcomiendo el corazón de América. Como Michael Lind observa tan astutamente, su marca de conservatismo es un "Marxismo invertido", un "contra-comunismo que replica hasta el más mínimo detalle preciso de organización y teoría, el comunismo al que se opone"41. Muy ilustrativo en este respecto son algunas idiosincrasias de Gover Norquist, una figura central del establecimiento GOP de Washington, quien mantiene un porta-retrato de Lenin en su sala y se entrega a los escritos del socialista italiano del siglo XIX, Gramsci 42 La combinación de este espíritu misionario y de la hegemonía a sangre fría representado entre otros por Dick Cheney y Don Rumsfeld puede ser peligrosa 43(5).

El Miedo

La reelección de George W. Bush en el 2004 (o su primera victoria como otros lo dirían), dejó perplejos a los observadores, especialmente a los extranjeros, una categoría que hoy incluye a la mayoría de los americanos en las grandes ciudades de las costas noroeste y oeste. Sin embargo, esto indica, que hay más de lo que salta a la vista. La retórica de G. W. Bush resuena fuerte en el corazón de este país. Golpea una cuerda mítica y mística que corre profundo en la conciencia colectiva americana. Aquellos que están desconcertados observan con bastante acierto que mucho de su apoyo en los "estados rojos" viene de gente que tiene mucho que perder con sus recortes financieros y que debería recoger ¿Qué pasa con Kansas ?. Es el poderoso, aunque desconcertante relato de cómo las percepciones pueden distorsionar asuntos hasta el punto de pasar por encima de intereses pragmáticos. La gente humilde que describe no está tan abatida por el bajonazo económico que enfrenta. En lugar de votar por asuntos concretos, que les interesan a ellos, es una ira estrafalaria la que dicta su voto. Ellos están enfurecidos por lo que perciben como la intrusión de un mundo "extraño". Ellos desprecian la propagación de costumbres como "tomar hasta tarde, manejar un Volvo y la lectura del New York Times " de una elite decadente de las costas este y oeste 44(6). Ellos resienten la propagación tortuosa de un modo de vida antiamericano.

Esta lectura, entonces apunta hacia una patología colectiva. Resalta el surgimiento o resurgimiento de una visión particular de un mundo hostil empeñado en infiltrar a Estados Unidos. Su episodio más conocido es, tal vez, la era de McCarthy. Pero temores análogos han ascendido en este país periódicamente, en conexión directa con cambios en el medio ambiente 45(7).

El miedo es un espectro familiar para los teóricos de la identidad americana. Locke pensó que era un drive esencial para la construcción de la democracia, y un observador tan astuto como Tocqueville anotó que en contraste con el sistema medieval o aristocrático, que provee una estructura clara para los individuos, la democracia carga dentro de ella misma la amenaza del colapso. El se preocupaba sobre la "ansiedad interna" congénita a este sistema. Por lo que él discutía a favor de maximizar sus atributos positivos. Uno debería, decía él, cultivar un "miedo sano de nosotros mismos" porque esta emoción podría "(…) guiarnos a protegernos contra la influencia externa y por lo tanto permitirnos ejercitar nuestra libertad"46. Un miedo dirigido o proyectado hacia fuera podría presumiblemente si no liberar por lo menos aliviar esta propensión del individuo a la entropía en una democracia. Años más tarde en el contexto de la Guerra Fría, Arthur Schlesinger Jr., reiteró la percepción de Tocqueville. Como él lo expresó en 1949 en el libro The Vital Center: The Politics of Freedom, la amenaza suprema para Estados Unidos no era la contienda externa con la Unión Soviética. Crucial en su perspectiva fue la lucha contra la posible encarnación y proyección interior del enemigo interno, el impulso domestico de sacar la ansiedad sometiéndose a fuerzas autocráticas y convirtiéndose en traidores de la libertad. Para Schlesinger, era importante librar el conflicto de la Guerra Fría no por las ambiciones expansionistas de la Unión Soviética en si, sino por la interioridad de la amenaza potencialmente corrosiva contra la democracia de Estados Unidos. Más que derrotar a Moscú era importante superar la confusión que la Unión Soviética infundía en los corazones de los ciudadanos americanos. El conflicto detentaba en balance algo más que el balance internacional de poderes: la defensa interna de la libertad americana47.

Arthur Schlesinger estaba sin duda influenciado por el espejismo de las amenazas de la infiltración comunista en 1949, igual que Tocqueville antes de él por la agitación revolucionaria de su época. Sin embargo él había detectado la particular vulnerabilidad que los eventos extranjeros producían en la conciencia colectiva de Estados Unidos.

Existen razones adicionales aparte de la naturaleza del sistema democrático que da razón de una peculiar ansiedad del nacionalismo de Estados Unidos. En contraste con otros países, la identidad de Estados Unidos no es particular: uno no la hereda en la misma forma que si se nace francés o alemán 48. Involucra lo que es percibido y articulado como valores mundiales que esencialmente significan, libertad, ser libre. Lieven anota que "lo que es insólito sobre América es la unanimidad diáfana de creencias en estos principios que sirven como guías nacionales"49.

Sin embargo, contribuciones históricas recientes, han subrayado que estos vagos conceptos de libertad y ser libre que apuntalan el discurso nacionalista de Estados Unidos presentan una evasión que encubre muchos significados diversos y de hecho divergentes de acuerdo con su origen y que estas discrepancias han representado siempre una fuente de conflicto 50, 51. No obstante el alcance universal de la retórica nacionalista alentada por la fuerza de la religión, persisten en el fondo lecturas alternativas y competentes de lo que este proyecto nacionalista realmente significa (como se demostró en forma más dramática por las posturas opuestas durante la Guerra Civil). Parece claro, sencillo e inspirado en los valores universales. Esta retórica universal choca con otros proyectos particulares. Estos son presentados ante la mayoría de los americanos con un acertijo fundamental: ¿Por qué el mundo exterior pelea contra la defensa de los valores universales? ¿Por qué no se reconcilia el mismo con la norma de la democracia americana que encarna el progreso? Muchas de los recelos populares y resentimientos ocasionales contra los países extranjeros tienen su origen en esta falta de compresión. En efecto, subsiste una tendencia subyacente a considerar las opiniones divergentes en la escena mundial como expresiones de un mundo hostil opuesto al progreso de la democracia.

Por lo tanto, el carácter ambiguo del discurso nacional explica la disposición curiosa de los americanos a estar "temerosos de la unidad del mundo y extrañamente inconscientes del hecho de que ellos encarnan esa unidad en su propia diversidad" 52, 53(8). El hecho de que la identidad americana no este orientada hacia el pasado sino hacia el futuro y que ser americano es algo que nunca se adquiere realmente y que debe ser logrado continuamente, acentúa estos reparos debido a que ellos están siempre presentes en la búsqueda de los fines nacionales, ya sean estos internos o internacionales.

La psique americana de hoy está absorbida por un sentido agudo de crisis debido al sentido creciente de desintegración nacional. Consideren las repercusiones de una crisis colectiva de identidad que acompaño al final del siglo. Como fue dolorosamente evidente durante las ceremonias conmemorativas del descubrimiento de América en 1992, el prolongado mito constante del crisol armonioso se estaba desmoronando. En ese momento, la procesión contrita de los indios nativos por la alameda de Washington mostró un grupo más perseguido por el establecimiento. También reveló un paradigma cambiante mayor: el final de la versión idealizada de un pueblo excepcional y la consolidación de una comprensión multicultural de América. Durante los noventas, la disputa sobre la enseñanza de la historia de Estados Unidos compendio esta división entre los que por un lado estaban a favor de la transmisión de la narración tradicional, los que deseaban "hechos", y por otro lado, aquellos que abogaban por una descripción más cercana a la realidad social fragmentada 54, 55. La moda de la corrección política mostró una perspectiva dividida entre estas dos posturas – una conciencia implícita de las diferencias combinada con un esfuerzo para silenciarla.

Lo que todos estos debates finalmente dieron a entender fue un cambio significativo en el lugar que el miedo ocupa dentro del psique Americano. En efecto, Corey Robins discute en una contribución reciente, en las últimas dos décadas el miedo se ha mutado en ansiedad. Mientras que la cultura del liberalismo en los sesentas y setentas se centro alrededor de las cuestiones de igualdad e integración racial, y consignó "la distribución del poder y los recursos o la contienda agresiva por la igualdad y la expropiación", la característica emergente de los debates opuestos involucra ahora a "aquellos que presionaban preguntas sobre membresía y exclusión – sobre quién pertenece y quien no, y la ansiedad implacable sobre las fronteras (del ser mismo y de la sociedad, grupo y nación)" 56(9).

Entonces, el miedo, un vástago integral de la identidad nacional de los Estados Unidos según lo define la retórica tradicional, esta compuesto hoy por el sentimiento de disolución que penetra las perspectivas políticas y sociales. Este sentimiento se origina en una obsesión por la naturaleza porosa de las fronteras nacionales.

Hubo un periodo en los ochentas cuando las historias sobre helicópteros negros, que intentaban anexarse a Estados Unidos, parecían la fabricación bizarra de una franja paranoica de una minoría del ala derecha. Uno leía sobre esto con incredulidad en el boletín del Centro de Derecho de la Pobreza Sureña, bajo la administración de Clinton durante los años de Janet Reno como Procuradora General. Los helicópteros negros estaban presuntamente comandados por las Naciones Unidas y uno se desconcertaba por la insularidad profunda y la hostilidad que estaba creciendo en algunos sitios del corazón del país.

Un establecimiento político cándido, evitando a las Naciones Unidas y a la mayoría de la jurisdicción internacional, ha eclipsado desde entonces la analogía surrealista de los helicópteros negros. La administración de G. W. enristra confiadamente sentimientos equivalentes en términos más sabios y sofisticados. En efecto, el miedo se ha movido del borde al raudal del electorado.

La obsesión con las fronteras también caracteriza la diplomacia de George W. Bush.

El Espacio

En la narrativa americana, el espacio ha proveído tradicionalmente una abultada mayoría contra la entropía. Alimentó el mayor mito de la Frontera de acuerdo con el cual la existencia de una "tierra baldía" al oeste garantizaba la subsistencia de esta novedosa y presuntamente ejemplar forma de vida. Y la abundancia de tierra en efecto protegió lo que el difunto historiador Robert Wiebe caracterizó como una "sociedad fragmentada", una sociedad capaz de sostener el mito de la armonía por tanto tiempo como la inmensidad permitiera la coexistencia de diferentes grupos sin perjuicio del exterior57. Periódicamente, repentinas olas de inmigración disparaban el miedo al antiamericano, y tradicionalmente contribuyeron a alimentar las agendas de los partidos que se oponían a la entrada de los extranjeros 58. Hoy, aprensiones similares colorean las perspectivas de aquellos de la academia que resienten lo que ellos perciben como la disolución de la nación americana debido a la pronto arrolladora población latina59. En el clima político y social generado por los eventos del 11 de septiembre, las aprensiones que giran alrededor del antiamericano son nuevamente supremas. ¿Cómo más puede uno explicar el abuso insondable de los derechos de los extranjeros detenidos, algunos de los cuales, no han sido aún acusados de ninguna fechoría específica? El 11/9 trajo de nuevo a la superficie preocupaciones tan viejas como el tiempo sobre la hostilidad extranjera. Según lo expresado por el comentarista Norman Podhoretz, un "Nuevo enemigo… nos ha atacado en nuestro propio suelo - una hazaña que ni la Alemania Nazi ni la Unión Soviética nunca pudieron lograr" 60.

El cierre de las fronteras fue una de las preocupaciones tempranas de los Padres Fundadores. La separación con el mundo exterior fue una realidad física en los primeros tiempos. Y esta separación fue subsiguientemente reforzada por los pronunciamientos doctrinales. Para proteger su sistema de libertad, los arquitectos de la política exterior de Estados Unidos tempranamente invocaron una división sobre los asuntos mundiales. En 1823, la Doctrina Monroe, que trazó un clara separación entre los asuntos norteamericanos y los europeos, suplementaron la despedida temprana de Washington a Europa. El sentimiento de que el mundo exterior es hostil y el intento de cerrar América a todo esto persisten hasta el día de hoy. El desasosiego de América con la globalización ha sido muy bien expresado por Benjamin Barber:

El mundo más allá de América siempre estuvo a más de un mundo de distancia. Hoy con el mundo aglomerándose a la puerta de América, los americanos se reúnen nerviosamente en la sala, esperando poder garantizar su seguridad cerrando las puertas y sacando sus intimidantes armas modernas fuera de sus muy seguros porta armas… Ellos buscan coaccionar a las partes hostiles del planeta a la sumisión con una militancia de recia voluntad" 61.

Según lo implícito en esta última observación, la intervención unilateral, tradicionalmente ha ido de la mano con los intentos de aislar a América del resto del mundo. De hecho, estas son las dos caras de la moneda, como lo explica La Soberanía de la Guerra , una importante contribución reciente en el asunto de la diplomacia de los Estados Unidos: "Aquellos impulsados por la furia del orden no necesitan actualmente intentar expandirse territorialmente o adquirir mayores recursos o transformar las vidas de los pueblos que conquisten como meta principal; el imperialismo puede fácilmente originarse por motivos aislacionistas…" 62(10). (…) para Estados Unidos, asiente el historiador de la Universidad de Yale, John Lewis Gaddis, " la seguridad comienza por aumentar más que contraer su esfera de responsabilidades " 63.

Por lo tanto, la anticipación no es una aberración novedosa introducida por la administración de G. W. Bush. Dicha estrategia se convirtió muy temprano en una herramienta para combatir las amenazas extranjeras, ya fuesen estas autenticas o presuntas. Desde el comienzo de la república, Estados Unidos luchó contra sus adversarios, algunos de ellos que eran reales pero muchos otros imaginarios. En su primer trabajo sobre la búsqueda de la seguridad absoluta, los historiadores Chace y Carr, observan: "(…) podemos ver un patrón de comportamiento en los esfuerzos de América para asegurar a la nación frente a las amenazas tanto territoriales como ideológicas. Este patrón ha consistido en respuestas rápidas y enérgicas no solo frente a peligros reales sino también frente a amenazas percibidas (…) sobre todo, que en la gran mayoría de los casos los lideres americanos creyeron que las amenazas eran reales" 64.

La administración de George W. Bush ha estado obsesionada con el cierre de las fronteras y con combatir a los posibles intrusos, tanto a nivel interno como en la escena mundial. Ha diseñado su propia marca de diplomacia profundamente arraigada en la tradición de la diplomacia de Estados Unidos: aislamiento, unilateralismo y multilateralismo "a la carta". Al hacerlo esta respondiendo también a esta "preocupación por la frontera", "cuya principal consecuencia" ha sido una "nueva agenda política" 65.

Hoy en día, es difícil descifrar el alcance de la intervención de G. W. Bush en Irak, si obedeció a la agenda predeterminada de los "neo-cons" quienes por largo tiempo habían estado presionando por dicho resultado. Tampoco es fácil establecer que tanto se le puede atribuir al miedo. Sin embargo, como lo ha tratado de demostrar esta sección, uno no puede desechar el papel tan grande jugado por el psique colectivo en la aceptación y apoyo a lo que es nuevo pero que, sin embargo, repite la experiencia americana – el impulso a establecer fronteras. Este puede muy bien continuar. Porque como dijo una vez Octavio Paz, "el final de la Doctrina Monroe significa un regreso al comienzo" 66.


COMENTARIOS

1. Este ensayo es un intento por aislar algunos factores que creemos son relevantes para explicar la conducta de G. W. Bush particularmente la que se relaciona con su conducción de la política exterior. Reduce la influencia de lejos exagerada de los "neo-cons", y en su lugar pretende estresar la influencia dominante de algunas tendencias profundamente arraigadas en la diplomacia de Estados Unidos, que han sido acentuadas por la conjunción de las circunstancias momentáneas. Por razones practicas y por claridad hemos optado mantener las citas en lo mínimo.

2.Notar en particular " (…) Como con sus equivalentes en la Europa del pasado, la Derecha nacionalista en Estados Unidos y las fuerzas dominantes de la administración Bush absoluta y sinceramente se identifican con su nación a tal punto que la presencia de cualquier grupo en el gobierno es vista como una usurpación, como algo profunda e inherentemente ‘anti-americano'. Ellos se sienten que son tanto ‘America' como el Kaiser y los Junkers se sintieron ser ellos mismos ‘Alemania' y el Zar y las elites de la nobleza rusa ser ‘Rusia' "(p. 24)

3. "La tradición de la familia Bush se mantiene entre los hijos del Presidente, quienes hablan de un misterioso Comité de Rango que pone en desventaja a todos los familiares en la destreza de varios deportes. Jeb Bush dice que sus procedimientos son tan secretos como los de Calavera y Huesos, la sociedad secreta de su padre en la Universidad de Yale".

4. Lind también menciona el papel clave del director ejecutivo de la Coalición Cristiana, Ralph Reed: "(…) un anterior líder republicano de la universidad cuyo principal logro ha sido el que la Coalición Cristiana sea menos un grupo religioso de presión y más un movimiento para apoyar las causas económicas conservadoras convencionales como los recortes de impuestos".

5. Un próximo libro explora las dinámica actual del equipo de seguridad nacional del presidente y revela algunas grietas que están desgarrando el establecimiento del GOP.

6. "El estado rojo/el estado azul dividido… ha ayudado a los conservadores a realizar una de sus más queridas maniobras retóricas, que llamaremos el latte calumnia : la sugerencia de que los liberales son identificables por sus gustos y preferencias de consumo y que estos gustos y preferencias revelan la arrogancia esencial y calidad de extranjeros del liberalismo. Mientras que una discusión más sencilla sobre la política puede comenzar considerando los interese que cada partido sirve, la calumnia latte insiste en que dichos intereses son irrelevante. En su lugar, lo importante es los lugares en que la gente vive y las cosas que tomas. Comen y manejan que son los factores críticos, las pistas que nos llevan a la verdad. En particular, las cosas que los liberales dicen que beben, comen y manejan: los Volvos, el queso importados, y sobre todo, los lattes".

7.Uno debería escribir el resurgimiento, como el miedo a la infiltración o contaminación a través de algo extranjero ha sido constante en la historia de Estados Unidos. Es generalmente producido por una crisis diplomática o por la guerra. Ejemplos pasados de esto son la histeria alrededor del llamado "Americano – separado por guiones" durante la Primera Guerra Mundial, aquellos, especialmente los alemanes, sospechosos de confabular con su país materno en contra de Estados Unidos y la más conocida la Era de McCarthy. Estos episodios de fuerte vulnerabilidad son generalmente acompañados por medidas severas que restringen la libertad de expresión.

8.Lieven cita los comentarios similares de Max Lerner que datan desde los cincuentas: "Uno de los características de los americanos es el de retroceder ante lo desconocido… Esto parece aún más curioso cuando uno recuerda que América es ella misma una ‘nación de naciones' y contiene un multitud de diversas tradiciones culturales. Sin embargo este hecho solo sirve para aumentar el desconcierto de los americanos en el exterior: como el ha visto a gente de extracción foránea en su propio país abandonando sus costumbres y volviéndose ‘americanizada', el no puede entender porque la gente en los países extranjeros no puede hacer lo mismo.

9. Robin Corey, Fear. The History of a Political Idea , Nueva York, Oxford University Press, 2004, p. 139. Ver también p. 140, donde él describe este cambio de paradigma de escisiones de "vertical" a "horizontal ": el miedo en los sesentas "se origino de y reforzó las escisiones verticales de la sociedad. El miedo fue una "herramienta de los poderosos contra los impotentes (…) Pero los teóricos contemporáneos de la identidad conciben la sociedad como horizontal por lo que la ansiedad es su emoción preferida. Ellos dicen que estamos divididos en grupos que no están ni en el fondo ni en la cima, sino en el centro y en las márgenes".

10. Anderson y Cayton sitúan los orígenes de la ideología de la Guerra justa como un legado de la Guerra de 1812: "(…) el legado más significativo de la guerra resulto siendo una ideología distintivamente americana de la guerra justa. A diferencia de los miembros de la generación revolucionaria, que justificaron la toma de armas para defender la frágil libertad contra el aparente poder soberano ilimitado de Gran Bretaña, los proponentes de la Guerra argumentaron que la Guerra ofensiva – en contra de los británicos en Canadá, los "Creeks" en Alabama, y los españoles en la Florida – fue justificada porque la conquista liberaría a los oprimidos y extendería la esfera de la libertad. Fue una justificación que los americanos aplicaron nuevamente en su siguiente guerra imperial – y efectivamente en cada guerra subsiguiente de la historia de la república" (p. xviii).


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