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Análisis Político

Print version ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.21 no.64 Bogotá Sep./Dec. 2008

 

Con el Diablo Adentro: Pandillas, Tiempo Paralelo Y Poder.(1)

Blas Zubiría Mutis

Voy a comenzar con una larga cita, seleccionada de diversos trozos del texto, que ejemplifica bien el tono y la importancia académica y social que tiene el libro que hoy estamos presentando. "La pandilla desconcierta y atemoriza. El espectáculo de muchachos entregados el día entero a la esquina no provoca sino eso, perturbación y miedo. Están ahí todos los días, atraídos por un impulso cuyo magnetismo se resiste a ser descifrado. Regresan una y otra vez, devotos y leales. (...)La pandilla se abandona a un tiempo sin límites ni trabas (...) la pandilla es una forma de habitar la ciudad (...) A lo largo de su atormentada historia la humanidad conoce de anomias y violencias, herejías e insurreccione., Empero el fenómeno pandillero se cuece en otro fuego (...) Uno de los protagonistas de estas paginas lo enuncia con elocuencia "Había una china con un gomelito. El chino se quedó mirándome. Como uno mantiene ofendido, mantiene con el diablo adentro, le dije: "fue que se enamoró de lo mío, pirobo? Y le pelé el yerro."...

He seleccionado este trozo porque en él encuentro varias claves importantes que se mantienen a lo largo del libro y que quisiera resaltar en un primer momento. Lo primero, la sensibilidad poética y social del lenguaje. El bello texto que hoy estamos presentando y, les aseguro que el adjetivo no es gratuito, porque a pesar del rigor en el manejo de los conceptos, la erudición en el recorrido teórico del fenómeno, el rigor en el análisis metodológico, el autor no descuida el lenguaje, un lenguaje bello y metafórico que con sensibilidad social y precisión etnográfica describe el universo complejo y contradictorio de la pandilla a la vez que reflexiona pausada y metódicamente desde la ciencia social. El profesor Carlos Mario Perea cuida, a lo largo de su exposición, que un tema tan delicado, tan difícil de abordar, tan cercano por su misma naturaleza a la crudeza de lo que relata tal como lo relatan sus propios actores centrales -los pandilleros- de trasmutar por medio del lenguaje lo que ha identificado en su meticuloso estudio. Intenta, y sobre todo lo logra, algo así como exorcizar con su propio lenguaje un elemento central que él mismo reitera como conclusión importante cuando anota: "el pandillero es un digno representante del mundo actual. La pobreza de su palabra es la precariedad de nuestros símbolos". Y rescato la frase. Permítanme repetirla, por la resonancia y la belleza que encierra: "la pobreza de su palabra es la precariedad de nuestros símbolos".

A lo largo de todo el texto se encuentra un lenguaje que trata de retratar de manera fiel una realidad compleja, dolorosa, difícil, pero lo hace con sensibilidad, con una capacidad de trasmitir tanto una idea compleja "el parce personifica la grieta por donde se resquebrajó el pacto que rigió la sociedad durante largo tiempo; al mundo contemporáneo ya no le preside la ficción de un arreglo colectivo, donde habría un lugar para cada uno de sus ciudadanos", o una constatación dolorosa y desalentadora: "El parce abandona el orden instituido, lo hace porque al otro lado le espera el universo criminal, uno que le proporciona sentido, soluciones económicas y poder". Sensibilidad poética y social del lenguaje que se reitera una y otra vez, como cuando concluye: "La pandilla no es otro, es un extremo de nosotros. Ciertamente se nutre del talante de los nuevos tiempos, tanto de aquello que ha sido arrasado como de eso que viene a sustituirlo. La pobreza de su palabra es la precariedad de nuestros símbolos; la languidez de sus conexiones es la postración del vínculo, y el oprobio de su poderío es el arrasamiento de lo colectivo. La pandilla desconcierta y atemoriza. Lo hace porque el espectáculo de muchachos entregados el día entero a la esquina dramatiza la tragedia de nuestro tiempo. Por eso provoca repudio, perturbación y miedo".

Lo segundo, la permanente referencia histórica. El trabajo nos permite comprender el devenir del fenómeno pandillero. No se centra única y exclusivamente en el presente, ni analiza el fenómeno en el contexto actual, sino que asumiendo bien aquella sugerencia metodológica de Norbert Elías, el profesor Carlos Mario Perea indaga en el fenómeno desde una perspectiva procesual: nos indica los antecedentes históricos de la pandilla, sus variaciones en el tiempo, sus peculiaridades en el hoy. Asume la sugerencia metodológica que no brinda Norbert Elías, cuando nos recomienda a los sociólogos que no nos quedemos apresados en el presente. De hecho, para el profesor Carlos Mario Perea hacerlo así no es ninguna dificultad por su doble vocación y formación de historiador y sociólogo, que en últimas es una sola: su vocación de humanista.

Pues bien, esta perspectiva histórica tiene además otro acierto metodológico importante: la mirada comparativa -sin ser un estudio estrictamente comparativo como él mismo nos lo advierte. No sólo analiza diacrónicamente el proceso, sino que establece una geografía extensa del fenómeno, tanto en América como en Europa. Por supuesto que las referencias a las tres ciudades en Colombia donde se adelantó el estudio (Bogotá, Neiva y Barranquilla) así como a México y Centroamérica, son más sólidas y mejor documentadas, pero la extensa indagación bibliográfica que como aparato de erudición soporta la investigación le permite no descuidar los procesos vividos en los Estados Unidos o en Europa.

En tercer lugar, en el texto está presente la voz viva de los pandilleros, de esos que en más de una ocasión no tienen voz. Tanto la narración desgarradora de Aníbal, el pandillero barranquillero que perteneció a los Archis, a los Babillos y después a los Alacrancitos, el que fue abandonado por su padre y luego por su madre, el que conocía la realidad de los Meza, ese cuerpo de seguridad privada que persiguió a pandilleros en las barriadas populares de la ciudad, la realidad de los grupos paramilitares reclutando jóvenes o de los guerrilleros "que también hacen limpieza en las calles, (pues) no les gustan los bandidos"; o esa otra voz, la voz de Salomé que desde los 9 años comenzó a andar con las pandillas bogotanas, a robar para paliar el hambre, a ser solidaria con los parce que caían en desgracia y pisaban los terrenos de la cárcel, son sólo ejemplo de las múltiples voces, que a través de las historias de vida y las entrevistas en profundidad adelantadas durante la investigación nos acercan a ese mundo doloroso e inevitable de las urbes contemporáneas.

Y ese acercamiento es un vivo ejemplo de lo que debe ser hoy un estudio social. Un estudio social planteado en tres niveles claros de análisis. Un primer nivel, necesario e ineludible de la constatación del hecho, donde el profesor Carlos Mario Perea nos muestra con cifras el número de pandillas, su conformación, su composición por edad y sexo, su tipo de armamento y su tipo de acciones delictivas, así como variados elementos sobre nivel educativo de los pandilleros, vida en pareja, relaciones sociales. Nos constata con cifras oficiales, las situaciones sociales de criminalidad que se viven en las tres ciudades colombianas: la tasa de homicidio y de lesiones y la tasa de delitos contra el patrimonio, entre otros indicadores. Nos constata además que el fenómeno sin ser novedoso ha tenido sus diferencias sustanciales en el tiempo y en el espacio. Nos lleva de la mano para ilustrarnos sobre los Pachuchos, esos extravagantes sujetos de origen mexicano que desafiaban todo sentido de pulcritud en las calles de los Ángeles en la década de los cuarenta o las maras actuales que azotan en grueso número a los pequeños países centroamericanos.

Un segundo nivel de análisis, donde lo societal, como valoración de los actores que viven y relatan la situación que viven, se hace presente. Ese nivel que permite entender las diversas miradas que confluyen en el fenómeno, las diversas valoraciones que se hacen del mismo: las miradas y valoraciones de los propios pandilleros, con sus racionalidades, sus justificaciones, sus intentos de mantenerse en "ese tiempo paralelo" en que viven; y la mirada y las valoraciones a veces impotente, a veces violenta, de los otros ciudadanos, las víctimas de las pandillas o la mirada y las valoraciones de los gobiernos locales o nacionales que quieren enfrentar el fenómeno violento con más violencia de gobiernos que quieren ignorarlo, tal vez como prueba de su propia incapacidad para enfrentar el problema desde otra perspectiva y tratar de resolverlo. Los ejemplos están allí cuando escuchamos la voz de los pandilleros, justificando el crimen, el goce de lo ilícito en el disfrute de la droga, la necesidad de reafirmarse en un territorio. O cuando nos enteramos de la política utilizada en México durante la década de los 90 con los operativos DISPAN -dispersión de pandillas- y Águila, actos coordinados de distintas fuerzas policiales, además de granaderos, caballería y patrullas para asesinar a jóvenes pandilleros o de la declaración pública de un exalcalde nuestro cuando afirmó que en Barranquilla no existían las pandillas, a pesar que hubo en su momento todo un espectáculo "de desmovilización y acuerdo de no agresión entre ellos" promovido incluso con un partido de fútbol en el metropolitano.

Y un tercer nivel de análisis, sin lugar a dudas, el más importante de todos, donde el profesor Carlos Mario Perea apoyándose no sólo desde la sociología y la tradición viva de autores como Manuel Castell, Ulrich Beck, Zygmunt Bauman, Mijail Bajtín o Alain Touraine, sino también desde esas otras fronteras como la antropología, la política, la filosofía recurre a estudios históricos o contemporáneos para explicar el fenómeno pandillero. Aquí el análisis teórico y epistemológico se soporta en autores de todas las latitudes: europeos, latinoamericanos, mexicanos y colombianos, conforman una referencia permanente a la reflexión teórica que solidamente soporta el texto. Allí está todo el aparataje de erudición que lo demuestra: en la sola introducción se cuentan 62 referencias de pie de paginas, todas pertinentes, precisas, esclarecedoras, que contienen no sólo los elementos propios del tercer nivel de análisis, es decir, el análisis teórico de los autores que soportan las tesis principales del libro, sino que contienen todos esos elementos que hemos señalado: del lenguaje metafórico de la voz del pandillero; del aparataje metodológico que permite la construcción de un discurso complejo y de una etnografía valiosas; del soporte cuantitativo que muestra el manejo de las cifras o la contrastación comparativa con otros realidades.

La estructura del texto da cuenta de todos estos elementos y de manera analítica, es decir, descomponiendo el problema pandillero en sus partes constitutivas para entenderlo mejor, le explica al lector por qué los pandilleros viven no sólo "con el diablo adentro" como metafóricamente lo señala el título del libro, sino en un tiempo paralelo, como nos lo refuerza el subtitulo, para indicarnos que el pandillero abandona los circuitos que arman la vida corriente, y como nos dice el autor, para él "las reclamaciones de la vida de todos los días desaparecen, no los asedian los apuros de la eficiencia ni las urgencias de la productividad. El reloj, la pequeña pero portentosa máquina que disciplinó la modernidad, ve desquiciadas su manecillas ante el ensimismamiento pandillero: el tiempo es su tiempo, uno puesto al margen de las convenciones sociales y adultas".

Esa misma estructura obedece a preguntas centrales que guían el análisis: ¿cómo se produce el tiempo paralelo? La respuesta se da identificando tres catalizadores: el gesto pandillero, lo joven y el universo criminal, que se desarrolla en la primera sección del libro. La segunda pregunta clave: ¿en qué sociedad se vuelve factible la abstracción de lo social reflejada por la pandilla? Es respondida a partir de lo que el profesor Carlos Mario Perea llama los mediadores, aquello que constituye lo social y que vuelven a ser una triada: el símbolo y el deseo; el vínculo y la desocialización, el poder y el pánico, que conforman la segunda parte del texto. No voy a hondar en cada uno de los componentes porque entonces no tendríamos tiempo para darle la palabra al historiador de la Universidad Nacional de Colombia, al Doctor en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México; al sociólogo que ha dedicado su vida académica a indagar sobre la violencia y el conflicto urbano en la sociedad contemporánea con una mirada comparativa que enriquece el análisis, al profesor asociado del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional, al autor de libros "Porque la sangre es espíritu", "Imaginario y Discurso Político", "¿Qué nos une? Jóvenes, vínculo y sentido" y a su más reciente obra "Con el diablo adentro", pero sobre todo al ser humano calido, riguroso, comprometido con esta realidad conflictiva que estudia y empeñado en que el conocimiento que genera regrese a la sociedad misma en que se produce, para que con el análisis científico se pueda coadyuvar en la búsqueda de soluciones a los complejos problemas que la moldean y a la construcción de un orden social menos injusto, menos regido por los principios egoístas del lucro económico impuesto por la racionalidad depredadora del neoliberalismo hegemónico, más cercano a la solidaridad humana que permita hacer un gran exorcismo a todos esos jóvenes de nuestras barriadas populares en las grandes ciudades y que ellos tengan oportunidades reales, válidas de expulsar ese diablo que tienen adentro.


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1. Carlos Mario Perea, Editorial Siglo XXI, México, ISBN-10 968-23-2689-3, 2007.

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