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Análisis Político

Print version ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.22 no.65 Bogotá Jan./Apr. 2009

 

Dinámicas político-electorales en zonas de influencia paramilitar. Análisis de la competencia y la participación electoral

Political-electoral dynamics in zones of paramilitary influence. Analysis of competition and electoral participation

Diana Hoyos Gómez
Politóloga y Magíster en Estudios Políticos del IEPRI de la Universidad Nacional de Colombia. Profesora de carrera de la Universidad del Rosario. Facultad de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales.


RESUMEN
En la primera parte del artículo se presentan algunas consideraciones generales sobre las relaciones entre paramilitarismo y política y sobre los desafíos para la democracia que se derivan de la injerencia de los actores armados en los procesos electorales. La segunda parte, se enfoca en la descripción del comportamiento de la participación y la competencia electoral y de los principales cambios que se dieron en estas variables en los municipios de la Costa Atlántica en las últimas décadas. La tercera parte aborda la relación entre el comportamiento y los cambios que experimentaron las variables en consideración y la presencia de los grupos paramilitares en los municipios de los cuatro departamentos de la región de estudio. La cuarta parte examina los efectos de la presencia de actores armados y en particular de los grupos paramilitares sobre la competencia y la participación electoral, a partir de un modelo de regresión.
Palabras Clave: electoral, paramilitarismo, Colombia.


SUMMARY
Some general considerations on the association between paramilitarism and politics and on the challenges for democracy, arising from the interference of armed actors in electoral processes, are presented in the fi rst part of the article. The second part focuses on the description of electoral participation and competition and their main variations in municipalities of the Atlantic Coast in the last decades. The third part discusses the relationship between the changes in the variables under consideration and the presence of paramilitary groups in the municipalities of the four departments comprising the region of study. The fourth part examines the effects of armed actors’ presence and, particularly, of paramilitary groups, on electoral participation and competition, by means of a regression model.
Key words: electoral, paramilitarism, Colombia.


1. INTRODUCCIÓN
El conflicto armado interno colombiano no sólo ha tenido continuidad por varias décadas, sino que una característica importante ha sido su coexistencia con el Estado y las instituciones democráticas. A diferencia de lo que ha sucedido con un buen número de conflictos armados internos en otros países, que se han desarrollado en escenarios donde no ha existido una tradición democrática o que han estado marcados por el colapso de la institucionalidad, en el caso colombiano el Estado y las expresiones democráticas han subsistido a pesar de la persistencia de la violencia política. Esta coexistencia, sin embargo, no significa que el funcionamiento estatal y el desarrollo de la democracia permanezcan inalterados en aquellos escenarios afectados por el conflicto.
La intensificación del conflicto armado y la expansión y consolidación de los actores violentos, ha tenido implicaciones sobre el funcionamiento de las instituciones estatales y las dinámicas democráticas. El sistema democrático es desafiado constantemente por las prácticas de intimidación que los actores armados ejercen sobre los actores políticos y sociales y por las distintas formas de influencia y control sobre las instituciones, los gobiernos y la población. En este contexto es de esperar que el funcionamiento de las instituciones, los procesos electorales, los procesos participativos y las mismas formas de hacer política se redefinan, transformen o asuman lógicas particulares como consecuencia de la influencia y control de los actores armados en aquellos territorios donde han tenido una presencia permanente o incluso en aquellos que han constituido escenarios de disputa.
Sin desconocer los posibles efectos de la presencia de las guerrillas sobre el funcionamiento de la democracia en el ámbito local, este ensayo pone énfasis en las implicaciones que la presencia paramilitar ha tenido sobre las dinámicas político electorales en el ámbito local. Para ello analiza el comportamiento y algunos de los cambios que se dieron en la competencia y la participación electoral en escenarios donde la presencia e influencia de los grupos paramilitares fue importante, como sucedió en los departamentos de la Costa Atlántica.
En la primera parte del artículo se presentan algunas consideraciones generales sobre las relaciones entre paramilitarismo y política y sobre los desafíos para la democracia que se derivan de la injerencia de los actores armados en los procesos electorales. La segunda parte, se enfoca en la descripción del comportamiento de la participación y la competencia electoral y de los principales cambios que se dieron en estas variables en los municipios de la Costa Atlántica en las últimas décadas. La tercera parte aborda la relación entre el comportamiento y los cambios que experimentaron las variables en consideración y la presencia de los grupos paramilitares en los municipios de los cuatro departamentos de la región de estudio. La cuarta parte examina los efectos de la presencia de actores armados y en particular de los grupos paramilitares sobre la competencia y la participación electoral, a partir de un modelo de regresión.

2. RELACIONES ENTRE PARAMILITARISMO Y POLÍTICA: UN DESAFÍO PARA LA DEMOCRACIA
La expansión y consolidación del fenómeno paramilitar que tuvo lugar en Colombia en la década de los noventa ha tenido consecuencias no sólo en los ámbitos económico y social sino en la vida política de regiones y municipios. Aún cuando es imposible tener una dimensión exacta de los efectos del paramilitarismo, es ampliamente conocido que el proceso de construcción de poderes regionales y locales por parte de estos actores, ha tenido implicaciones en las estructuras de poder y en las dinámicas políticas en las zonas donde estos grupos tuvieron influencia1, 2. De hecho, en los últimos dos años salieron a la luz pública las alianzas que se establecieron entre partidos y políticos con el paramilitarismo, la infiltración de las instituciones y los gobiernos y la intervención de estos actores en los procesos electorales3, 4.
Ahora bien, es necesario considerar que aún cuando estos actores armados llegaron a ejercer influencia o control sobre la vida política, económica e incluso social de municipios, mantuvieron complejas formas de interacción y coexistencia con la política legal. En estos escenarios no se produjo una sustitución o desplazamiento de la institucionalidad estatal, sino que las lógicas asociadas a los grupos paramilitares coexistieron en mayor o menor medida con aquellas relacionadas con la institucionalidad existente y las dinámicas electorales.
Esta discusión es importante para entender el funcionamiento del sistema político colombiano en los ámbitos locales y territoriales donde la presencia de los grupos paramilitares llegó a desvirtuar algunos de los rasgos de la democracia electoral, pero no la anuló por completo. En estos casos más bien se produce una imbricación de elementos que en principio son característicos de los regímenes democráticos con rasgos claramente autoritarios que cuestionan la naturaleza misma de la democracia o al menos la redefinen de manera sustancial. Estos escenarios no funcionan propiamente como los regímenes democráticos, aún cuando en sentido estricto tampoco constituyen autoritarismos5, 6. De hecho, su caracterización es bastante compleja porque en ellos continúan operando reglas del régimen democrático del nivel nacional, la institucionalidad estatal, el sistema de partidos y se siguen celebrando elecciones.
En esta investigación nos centramos en la Costa Atlántica, que es una de las regiones donde los grupos paramilitares llegaron a tener una importante influencia y en la que se manifestaron con particular fuerza las relaciones entre la política y el paramilitarismo. A partir de la información del computador que le fue encontrado a Edgar Ignacio Fierro -alias Don Antonio- y de diversos testimonios de paramilitares y de otros testigos claves, se empezaron a conocer las estrechas relaciones que se tejieron entre políticos y los grupos paramilitares en diversos departamentos de esta región. En el marco de este escándalo -denominado como "la parapolítica"- fueron investigados varios congresistas, principalmente de los departamentos de Sucre, Córdoba, Cesar y Magdalena, así como gobernadores o ex gobernadores, diputados y alcaldes, algunos de los cuales ya han sido condenados.

Ahora bien, aunque desde hace varios años circulaban rumores sobre las relaciones entre los grupos paramilitares y los políticos de estas regiones, no se tenía una idea de la magnitud de este fenómeno y del grado de infiltración de la institucionalidad estatal por parte del paramilitarismo. Antes de este escándalo se sabía que las autodefensas actuaban no sólo como una estructura militar, sino también como una organización con incidencia en la política local7. Primero fue la estrategia militar que les permitió expandirse por distintas regiones del país y replegar los frentes guerrilleros, la estrategia política aparecería posteriormente, pero no por ello constituyó un elemento con menor importancia en su proceso de consolidación8.

La incidencia de los grupos paramilitares en el ámbito de lo político se hizo manifiesta de diversas maneras. Estos actores armados no sólo empezaron a intervenir en lo electoral, sino que tuvieron distintos niveles de influencia en la institucionalidad. Entre las estrategias adoptadas para incidir en lo político pueden mencionarse la intimidación a gobernantes, que fueron amenazados o incluso asesinados cuando no se sometieron a las disposiciones establecidas por estos grupos, la intervención en los procesos electorales y la infiltración de las instituciones no sólo del nivel regional sino incluso nacional, como quedó en evidencia con el caso del DAS.

Frente a lo electoral, los grupos paramilitares desarrollaron diversas estrategias que afectaron en mayor o menor medida condiciones fundamentales de la democracia electoral, como son la libertad de oferta, la libertad de demanda y la protección9. En cuanto a la libertad de oferta, es claro que la elección democrática supone la libre formación de alternativas. En algunos escenarios estos actores armados lograron restringir la oferta de partidos y candidatos mediante la prohibición o limitación de la participación de ciertos candidatos en los comicios electorales, el establecimiento de cuotas a los candidatos interesados en hacer campaña e incluso la designación de candidatos propios10.
En relación con lo último estos actores armados impulsaron candidaturas de políticos desde los ámbitos regionales y locales hasta el nivel nacional11, 12. En estos casos se encargaban de asegurar los votos necesarios para que los políticos salieran elegidos, incluso recurriendo a estrategias electorales como la segmentación de los votos o el establecimiento de candidaturas únicas. La restricción a la oferta de alternativas disponibles para los electores o el favorecimiento de aquellos candidatos cercanos a los intereses de los grupos paramilitares en detrimento de otros candidatos, se constituyeron en claras limitaciones para la competencia política.
Por otro lado, los grupos paramilitares recurrieron a estrategias de intimidación y de presión al electorado para que votara por aquellos candidatos afines a sus intereses, lo que se traduce en una violación a la protección como una condición de la democracia electoral, que supone que "una vez que los ciudadanos han formado libremente sus preferencias, pueden expresarlas con plena libertad"13. En otros casos para lograr el apoyo del electorado se recurrió al clientelismo armado, mediante el cual los actores armados entran en la lógica del clientelismo buscando "comprar el apoyo de sectores de la población local a través de facilitar atajos hacia las arcas de los recursos públicos", lo que también es acompañado de intimidaciones y amenazas14, 15.
Estas estrategias también tienen implicaciones frente a la libertad de demanda, conforme a la cual se esperaría que los electores puedan formar sus preferencias de manera libre. En escenarios caracterizados por la restricción de las libertades políticas y civiles o donde impera el régimen del terror se limita la formación libre de estas preferencias. La violencia o la amenaza de violencia afecta la formación libre de las preferencias de los ciudadanos en la medida en que las opciones viables terminan siendo aquellas que son cercanas a los intereses de los grupos armados.
En cuanto a la infiltración de las instituciones, los grupos paramilitares establecieron alianzas con las burocracias estatales o con los políticos, encaminadas a tener control sobre la toma de decisiones, así como a aprovechar los recursos provenientes del Estado, incluso dineros destinados a la salud o a la educación. En algunos casos se apropiaron de los recursos públicos a través del cobro de un porcentaje por la contratación pública del departamento16.

Ahora bien, aunque en ciertos territorios controlados por los grupos paramilitares se hizo imposible hacer política sin contar con el visto bueno del jefe paramilitar que ejercía influencia sobre la zona17, las relaciones entre los políticos y estas organizaciones armadas no se establecieron siempre en los mismos términos sino que fueron de distinta naturaleza. Mientras en algunos casos estas relaciones estuvieron más bien reguladas por la coacción y el uso de la violencia, en otros la aceptación y adhesión al proyecto paramilitar fue un componente importante para explicar el comportamiento de los políticos.

En la primera situación los grupos paramilitares intentaron imponerse, limitando el ejercicio libre de la actividad política, mediante amenazas y distintos mecanismos de coacción que operaron sobre poblaciones pero también sobre la clase política18. En el segundo escenario, los políticos estuvieron dispuestos a colaborar con los grupos paramilitares y a realizar acuerdos que se tradujeron en beneficios tanto para los unos como los otros. Incluso en algunas situaciones fueron los políticos los que tomaron la iniciativa y buscaron a los paramilitares para establecer alianzas, como habría sucedido en Sucre de acuerdo con las investigaciones adelantadas por la corte Suprema de Justicia19, 20.

Es importante considerar que las dos situaciones anteriores no son necesariamente excluyentes. Posiblemente en otros escenarios mientras algunos sectores de la clase política aprovecharon los beneficios de aliarse con los grupos paramilitares, otros con menor afinidad al proyecto paramilitar o poco dispuestos a pactar con estos grupos tuvieron que enfrentar amenazas e intimidaciones e incluso abandonar la escena política. En estos casos, mientras algunos políticos cuentan con mayores oportunidades para participar con éxito en la competencia electoral en la medida en que el apoyo de los grupos paramilitares se convierte en un recurso adicional a disposición de estos candidatos, los otros competidores o son anulados -el caso más extremo- o compiten en condiciones muy desiguales que reducen sus oportunidades de éxito.

Las investigaciones adelantadas y los testimonios que se dieron en el marco de estos procesos dejaron en evidencia que entre políticos y grupos paramilitares se celebraron acuerdos que se tradujeron en beneficios para los distintos actores involucrados.(1) En algunos casos estos pactos supusieron un compromiso de los actores armados en términos de asegurar votos a determinados políticos en las elecciones, mientras los actores armados obtenían una serie de ventajas que comprendían desde la injerencia en el ejercicio gubernamental una vez estos candidatos resultaran electos, hasta beneficios económicos derivados de los recursos públicos manejados por las administraciones regionales y locales.

3. CAMBIOS EN EL MAPA ELECTORAL DE LA COSTA ATLÁNTICA: COMPETENCIA Y PARTICIPACIÓN ELECTORAL
De acuerdo con lo mencionado en el acápite anterior es de esperar que en los escenarios donde los grupos paramilitares tuvieron influencia se produjeran cambios en el mapa electoral. Sin embargo, es necesario examinar esto con cuidado porque no todos los cambios pueden ser atribuidos exclusivamente a la presencia de estos actores o incluso puede ser que no estén relacionados con las lógicas asociadas a los grupos armados. No se puede dejar de lado que desde principios de los noventa el sistema político colombiano experimentó importantes procesos de reforma institucional que cambiaron las reglas de juego del sistema partidista y electoral, con lo que se generaron oportunidades para la participación de nuevos actores políticos, pero además se incorporaron incentivos y desincentivos encaminados a afectar el comportamiento de los actores políticos existentes.

En este documento se examinan los cambios que se dieron en dos dimensiones de la democracia electoral. Por un lado, la competencia electoral que alude a la competición que se da entre candidatos en los procesos electorales por el acceso a los cargos de representación política. De otra parte, la participación electoral relacionada con la expresión de las preferencias de los ciudadanos en los comicios electorales. En este aparte analizamos el comportamiento que ha tenido la competencia electoral en los municipios de la Costa Atlántica a nivel de elecciones para alcaldes y elecciones para cámara de representantes. Se consideró un índice para dar cuenta del nivel de competencia efectivo entre candidatos en cada uno de los municipios. De ahora en adelante nos referiremos a este índice como NEC21(2). Por su parte la participación electoral se calcula como el número de votos depositados por los electores en relación con el potencial electoral. (Tabla 1)

Tabla 1. Comportamiento del NEC para los municipios de la Costa Atlántica. Elecciones a alcaldes 1994-2003.

Fuente: Datos propios calculados a partir de estadísticas electorales de la Registraduría Nacional del Estado Civil

Para efectos de este documento consideramos nivel de competencia muy bajo o inexistente (entre 1 y 1.5), bajo (entre 1.5 y 2.0), medio (entre 2.0 y 3.0), alto (entre 3.0 y 4.0) y muy alto (4.0 o superior).
El número total de municipios para la Costa Atlántica es 192. En este cuadro se incluyen los datos de 162 municipios. Para los otros 30 no existe información para las elecciones consideradas, bien porque no se celebraron elecciones o porque el municipio es de reciente creación.
* Ningún municipio alcanzó valores superiores a 5.0

En la tabla 1 se muestra el comportamiento del NEC para el periodo considerado en el ámbito de las elecciones para alcaldes. Los datos evidencian que el nivel de competencia entre los candidatos para las elecciones celebradas en las últimas dos décadas ha sido bajo o medio en la mayor parte de los municipios. En 1994 un 60 por ciento de los municipios registra valores en el índice inferiores a 2.5. Este comportamiento tiende a mantenerse en las elecciones posteriores, en 1997, 2000 y 2003, aún cuando en los últimos dos comicios se produce un ligero descenso de los municipios que registran bajos niveles de competencia. Sin embargo, al mismo tiempo, llama la atención el aumento de los municipios que en estas elecciones presentaron niveles muy bajos o una ausencia completa de competencia entre candidatos.

Por otro lado, se examinó el comportamiento del NEC a nivel municipal para las elecciones a cámara de representantes. Se consideran los resultados obtenidos para las elecciones celebradas en 1998 y el 2002. En comparación con el comportamiento del índice de competencia en el ámbito de las alcaldías, para la cámara de representantes se evidencia una mayor competencia entre candidatos, lo que no resulta sorprendente si se tiene en cuenta que en estas elecciones la disputa no es por un solo cargo sino por varias curules.

Ahora bien, los datos evidencian que en las elecciones de 2002 se presentaron cambios importantes en los niveles de competencia entre candidatos en el ámbito municipal. En 1998 solo un escaso número de municipios presentaba niveles de competencia inferiores a 3.0, en tanto que la mayoría de los municipios alcanzaron niveles altos o muy altos. En 2002 en general se observa un descenso en los niveles de competencia entre candidatos, en particular se registra un número importante de casos en los cuales se dan niveles muy bajos de competencia, lo que llama la atención si se considera que hasta antes de la reforma política de 2003 se produjo un creciente proceso de atomización del sistema de partidos colombiano22, con lo que aumentó la dispersión electoral23. (Tabla 2)

Tabla 2. Comportamiento del NEC para los municipios de la Costa Atlántica. Elecciones a cámara de representantes 1998-2002.

Fuente: Datos propios calculados a partir de estadísticas electorales de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Se incluyen los datos de 182 municipios. (Tabla 3)

Tabla 3. Comportamiento de la participación política para los municipios de la Costa Atlántica.
Elecciones a alcaldes 1988-2003.

Fuente: Datos propios calculados a partir de estadísticas electorales de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

Se incluyen los datos de 162 municipios. Los datos están dados en porcentajes. Para efectos de este documento consideramos nivel de competencia muy bajo (<0.3), bajo (entre 0.3 y <0.5), medio (entre 0.5 y <0.7), alto (0.7 y <0.8) y muy alto (0.8 y >)

En cuanto a la participación, los datos muestran que a finales de los ochenta y la primera elección en los noventa los municipios de esta región presentaron niveles de participación medios y altos, lo que puede explicarse si se considera que en 1988 tuvo lugar por primera vez la elección popular de alcaldes. En las dos elecciones siguientes estos niveles tienden a bajar, aunque aún siguen siendo altos. Este comportamiento va a mantenerse en las elecciones siguientes, con excepción de 1997 que presenta un comportamiento diferente al de los otros periodos electorales inmediatamente anteriores o posteriores. En las elecciones celebradas en 1997 se produce un aumento de municipios con muy bajos y muy altos niveles de participación electoral.

Hasta el momento hemos observado de manera general el comportamiento de la competencia y la participación electoral en los municipios de la Costa Atlántica, así como algunos de los cambios que se han dado en estas variables en las últimas elecciones. Así mismo se han puesto en evidencia comportamientos que se distancian de los patrones observados a lo largo del periodo. Ahora bien, aunque no podemos demostrar si estos cambios pueden ser explicados principalmente por la presencia de los actores armados, es posible examinar si existe relación entre estas variables electorales y las de violencia política. En lo que sigue se proponen dos ejercicios en esta dirección.

En primer lugar se estudia con detalle el comportamiento de la competencia y de la participación electoral en los municipios de los departamentos de Bolívar, Magdalena, Cesar y Sucre (3), lo que es contrastado con la presencia de actores armados y específicamente de los grupos paramilitares en estos municipios. En esta dirección, se analiza si en los municipios con presencia de estos grupos armados las variables estudiadas presentan un comportamiento diferente del observado para los municipios restantes. Así mismo se identifican comportamientos anómalos en cada una de las elecciones estudiadas y se examina si se manifiestan particularmente en aquellas áreas con presencia de grupos paramilitares. Para el análisis del comportamiento electoral nos concentramos en las elecciones de 1997 y 2003 para el caso de los comicios locales y en las de 1998 y 2002 para las elecciones a cámara(4).

En la segunda parte se examinan los efectos de las variables de violencia y sociodemográficas sobre el comportamiento de la competencia y la participación electoral a través de un modelo de regresión. Aunque en particular nos interesa establecer si existe relación entre las variables de democracia electoral y las de violencia política, en el modelo se consideran otras variables que teóricamente resultan pertinentes para explicar el comportamiento de las variables dependientes.

4. RELACIÓN ENTRE EL COMPORTAMIENTO DE LA DEMOCRACIA ELECTORAL Y LA PRESENCIA DE GRUPOS PARAMILITARES.
Antes de examinar el comportamiento de la competencia electoral y la participación en los departamentos de Bolívar, Cesar, Magdalena y Sucre presentamos una breve descripción de la incursión de los grupos paramilitares en cada uno de estos departamentos y de su presencia en la segunda mitad de los noventa (mapa 7) y los primeros años de la presente década (mapa 8) (5), en los que se celebraron las elecciones en las que nos concentraremos24(6).

En el departamento de Magdalena la expansión de las Autodefensas Unidas de Colombia se dio de manera tardía en comparación con lo sucedido en Bolívar, Cesar o Sucre. Cabe mencionar que antes de este proceso, en los primeros años de la segunda mitad de los noventa en este departamento tenían influencia varios grupos de autodefensa. Al nororiente operaban las autodefensas del Mamey, lideradas por Hernán Giraldo y con influencia en la Sierra Nevada de Santa Marta. Las autodefensas del sur de Magdalena, bajo el mando de Chepe Barrera, tenían influencia principalmente en la zona plana del departamento. Finalmente la autodefensa del Palmor, con incidencia en el municipio de Ciénaga, que para mediados de la década de los noventa ya se encontraba debilitada.

Para finales de los noventa empezó a operar el frente Jhon Jairo López en las zonas planas del departamento, en el marco de la expansión de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) de Castaño (7). Para principios de la presente década este frente, bajo el mando directo de Jorge 40, se había expandido a varios municipios del departamento, mientras en la zona nororiental se ubicaba el frente Resistencia Tayrona, bajo la dirección de Hernán Giraldo y ligado a las antiguas Autodefensas del Mamey. Por último, el frente de los Cheperos con presencia en el municipio de Santa Ana, al sur del Magdalena, que quedó bajo el mando del frente John Jairo López, una vez se produjo la integración de las autodefensas de Chepe Barrera a las AUC. Las autodefensas locales existentes previamente, que hasta el momento habían funcionado como estructuras autónomas, terminaron articulándose a mediados de 2002 al Bloque Norte de las AUC, comandado primero por Salvatore Mancuso y posteriormente por Jorge 40.

En cuanto al departamento de Bolívar, la incursión de las Autodefensas Unidas de Colombia se inició a principios de 1997 en el sur del departamento - Santa Rosa del Sur, San Pablo, Altos del Rosario, Cantagallo, Rioviejo, Simití, Montecristo y Morales-, municipios en los que las guerrillas habían tenido fuerte influencia hasta ese momento(8). En esta región el inicio de los grupos de autodefensas se remontan desde mediados de los ochenta, pero en el trascurso de estos años y hasta mediados de los noventa, estas estructuras experimentaron cambios importantes. Por otro lado, a finales de 1997 las AUC incursionaron en la región de los Montes de María. Desde entonces, tanto esta región como el sur de Bolívar se constituyeron en espacios de confrontación entre los distintos grupos armados.

Para principios de la presente década, los grupos paramilitares presentes en la zona de los Montes de María operaban a través de la estructura Rito Antonio Ochoa, perteneciente al Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia. A su vez esta estructura estaba compuesta por varios grupos, que actuaban en los municipios del Guamo, Zambrano, Calamar, Arjona, Turbaco, Villanueva, Córdoba, San Jacinto, San Juan Nepomuceno, el Carmen de Bolívar, María la Baja, Mahates, Soplaviento y Arroyohondo.

En el departamento del Cesar la expansión de las AUC empezó con un acuerdo que se hizo con las autodefensas que habían tenido control sobre esta zona hasta ese momento. Para finales de los ochenta y comienzos de los noventa se conformaron en el sur del departamento las autodefensas del sur del Cesar y las autodefensas de Santander y sur del Cesar que hicieron presencia en Chiriguaná, Curumaní, Tamalameque, Pailitas, Pelaya, La Gloria, Gamarra, Aguachica, Río de Oro, San Martín y San Alberto. En 1996 aparecen en el departamento las AUC, en particular el Bloque Norte, con la pretensión de articular las organizaciones ya existentes bajo un mismo proyecto. Sin embargo, sería hasta finales de esa década, a partir de 1999, que las autodefensas del sur del Cesar fueron absorbidas por este bloque. El Bloque Central Bolívar también llegó a tener influencia en el sur del departamento, aunque no equiparable a la que tuvo en Bloque Norte en esta zona.

Para principios de la presente década el Bloque Norte tenía influencia particularmente en la Gloria, Pelaya, Pailitas, Chimichagua y Curumani, a través de las Autodefensas Campesinas del Sur del Cesar, al mando de los Prada. Por otra parte, se ubicaba el frente Mártires del Valle de Upar -al mando de Jorge 40-, en la parte norte del departamento del Cesar y con incidencia en el departamento de la Guajira.

En el departamento de Sucre la incursión de las Autodefensas Unidas de Colombia se da a partir de 1996. Es importante señalar que entre 1985 y 1996 se habían desarrollado diversas estructuras de autodefensas que posteriormente harían parte del bloque Norte de las AUC, pero durante este periodo dichas estructuras no llegaron a tener control territorial. Desde 1997 estos grupos se presentan como expresión regional de las AUC, bajo la estructura del frente Rito Antonio Ochoa, "cuya territorialidad coincide con la del frente Héroes de Montes de María", comandado por Diego Vecino25(9). El Bloque Héroes de los Montes de María operó mediante el frente Héroes de los Montes de María, liderado por Rodrigo Mercado -alias Cadena- y con incidencia en el norte y centro del departamento, desde el municipio de San Onofre hasta el municipio de San Benito Abad. Por otro lado, el frente de la Mojana, también perteneciente a este bloque tuvo influencia en el sur del departamento. Ambas estructuras en principio pertenecían al bloque Norte de las AUC, aún cuando cabe mencionar que Diego Vecino fue adquiriendo cada vez más independencia de Jorge 40.

Ahora bien, en cuanto al comportamiento electoral en los departamentos estudiados, es necesario señalar que los bajos niveles de competencia entre candidatos evidenciados en algunos municipios de la Costa Atlántica en las elecciones locales de 2000 y 2003 y en 2002 para la cámara, en particular en los municipios del departamento del Magdalena, se distancian de los patrones de comportamiento en elecciones anteriores (mapa 1) y (mapa 2).

En las elecciones de 1997 dos municipios del sur de Bolívar registran niveles muy bajos en la variable competencia entre candidatos a nivel de alcaldías, mientras en las elecciones de 2003 diez municipios se encuentran en esta situación(10). Varios de estos municipios pertenecen al departamento del Magdalena y mantienen cercanía territorial. Adicionalmente se registra este comportamiento en Zambrano, Pinillos y Regidor en el departamento de Bolívar y en San Onofre en Sucre. Cabe mencionar que en 2000 y 2003, con excepción de los casos mencionados, no se evidencia en ninguno de los departamentos considerados una situación similar a la mostrada para el departamento de Magdalena.

Con respecto a la competencia electoral para elecciones a cámara de representantes, los mapas (mapa 3) y (mapa 4) muestran que los más bajos niveles en esta variable en las elecciones de 2002 se registraron en los municipios de Magdalena -zona central y sur- y en algunos de Cesar -particularmente en la zona noroccidente-. Así mismo se observa que en los municipios del sur de Bolívar y en algunos del sur de Cesar y de Sucre se produce una disminución de los niveles de competencia electoral. El comportamiento que muestran estos municipios, contrasta con el registrado en las elecciones a cámara en 1998, ya que para estos comicios los niveles de competencia fueron medios, altos o incluso muy altos. Esta disminución dramática de los niveles de competencia electoral resulta extraña, particularmente si se considera que en el ámbito de las elecciones a cámara se da una alta competencia electoral, en contraste con el comportamiento de esta variable en el ámbito de las alcaldías.

Por otro lado, se observa que los municipios en los que se presentan niveles de competencia muy bajos o incluso inexistentes en el departamento del Magdalena en las elecciones de 2000 y 2003 corresponden al área de influencia de algunos de los grupos pertenecientes al frente Jhon Jairo López. Estos inexistentes niveles de competencia no se evidencian ni al nororiente del departamento, para entonces área de influencia de las Autodefensas del Mamey, ni al sur del departamento(11). Con respecto a las elecciones a cámara de 2002 puede sostenerse lo mismo.

Es posible que el patrón de comportamiento de los municipios del centro y del sur del Magdalena en contraste con el de los municipios del área nororiental, donde los niveles de competencia entre candidatos son altos, esté relacionado con un menor control de los grupos paramilitares en estas zonas frente al que lograron alcanzar en las partes bajas y centrales del departamento. Esta explicación no resulta del todo convincente, ya que de aceptarse podría esperarse un comportamiento similar en otros municipios de la región donde los grupos paramilitares lograron tener un control importante. Sin embargo, este comportamiento en el caso de las elecciones a cámara se concentra fundamentalmente en el área de influencia del frente Jhon Jairo López y en algunos municipios del área central del Cesar y del sur de Bolívar, donde hicieron presencia el Bloque Central Bolívar y el grupo bajo el mando de los Prada, respectivamente. Cabe aclarar que en estos últimos casos lo que se evidencio fue una disminución importante de los niveles de competencia electoral y no una estrategia tan extrema como la que se presentó en Magdalena y los municipios del Cesar que colindan con aquél departamento, en los que prácticamente se anuló la competencia entre candidatos. En contraste se observa que en otras zonas donde también hay presencia de grupos paramilitares, los niveles de competencia para las elecciones a cámara son altos, como sucede con la parte nororiental del Cesar y del Magdalena, el área norte y central de bolívar y la mayor parte de los municipios de Sucre.

Lo anterior no implica sostener que los otros frentes pertenecientes al Bloque Norte de las AUC o a otros bloques no adoptaron estrategias frente a las elecciones, pero pudieron ser de otra naturaleza. Losada identifica tres tipos de estrategias político-electorales adoptadas por estos actores armados: "una de coerción, fraude y compra de votos, acompañada de la exclusión de candidatos rivales; una segunda de apoyo a un candidato específico pero con tolerancia frente a otros candidatos; y la tercera, de aparente indiferencia frente al proceso electoral". En relación con esto último es importante considerar que "no todos los comandantes de las autodefensas" tenían "el mismo interés en los asuntos políticos". Mientras algunos optaban por "intervenir activamente en ellos, otros pudieron asumir una actitud más bien distante26. En relación con lo anterior, una posible hipótesis es que si bien es cierto que los grupos paramilitares han desarrollado estrategias encaminadas a incidir en el proceso electoral y en los resultados de las elecciones, dichas estrategias no han operado de forma sistemática ni han sido adoptadas en todos los escenarios donde estos grupos tuvieron presencia.

Esto no resulta extraño si se considera que aunque las AUC pretendieron constituirse en un proyecto nacional, en realidad estuvieron conformadas por múltiples grupos que mantuvieron cierta articulación pero también importantes márgenes de autonomía. Por otro lado, el tipo de relaciones que estos grupos establecieron con los políticos en cada departamento también podría contar como un factor importante en la explicación de estas diferencias. Por ejemplo, con respecto al frente Resistencia Tayrona, en declaraciones rendidas en el marco del proceso de desmovilización, Hernán Giraldo sostuvo que la relación de los políticos con este frente era frecuente, "los aspirantes a diferentes corporaciones llegaban hasta ellos, en las estribaciones de la Sierra Nevada, para solicitar el apoyo de ese grupo al margen de la ley27. Sin embargo, ni en las elecciones locales de 2000 ni en las de 2002 se observa un descenso de los niveles de competencia -y como se verá más adelante tampoco en la participación- en el área en la que hizo presencia este grupo, como si sucede en la zona de influencia del frente Jhon Jairo López, también perteneciente al bloque Norte de las autodefensas.

Ahora bien, el comportamiento evidenciado en el departamento de Magdalena y en el área noroccidental del Cesar coincide con algunos testimonios que han aparecido en el marco de las investigaciones por el proceso de la parapolítica. De acuerdo con dichos testimonios los grupos paramilitares tuvieron injerencia en las elecciones para congresos y alcaldías en Magdalena y Cesar28. Estos departamentos fueron divididos en distritos electorales asignados a candidatos al senado y a la cámara de representantes, "que Jorge Cuarenta y sus aliados diseñaron para repartirse el poder institucional local… en esta dinámica surgieron los candidatos únicos para gobernaciones, alcaldías o cámara de representantes"29. Los estudios de Claudia López fueron los primeros en dar cuenta de la existencia de estos distritos electorales en las elecciones a cámara celebradas en 200230.

En cuanto a la participación electoral, en la elección de 1997 se presentó un descenso en los niveles de participación en un número importante de municipios, especialmente en la zona norte y sur del departamento de Bolívar. Así mismo, algunos municipios de los departamentos de Magdalena, Cesar y Sucre registraron un descenso en los niveles de esta variable (mapa 5). Este comportamiento contrasta con los niveles de participación medios que la mayoría de estos municipios alcanzaron en las elecciones celebradas en 1994 y en las de 2000. Cabe mencionar que en elecciones anteriores, particularmente en 1992, niveles de participación tan bajos solo se había registrado en el departamento de Cesar, aunque en una magnitud menor a la observada en las elecciones de 1997.

Estos descensos en los niveles de participación coinciden con dos procesos que tuvieron lugar en esos años. En primer lugar, la incursión de las AUC en 1996 y 1997 en varios departamentos de la Costa Atlántica. En segunda medida, la reacción adoptada por las guerrillas ante la entrada de los grupos paramilitares, en la dirección de sabotear las elecciones locales de 1997. Para el caso del sur de Bolívar, por ejemplo, Gutiérrez sostiene que "para los grupos insurgentes fue claro que el arribo de las AUC al sur de Bolívar tenía un origen político y electoral muy asociado al accionar de las redes de los partidos locales y, en consecuencia, tomaron la decisión de impedir las elecciones para alcaldes y concejos municipales"31.

Considerando la estrategia de bloqueo desarrollada por la guerrilla en las elecciones de 1997, podría esperarse que los municipios con control de estos grupos presenten una menor participación que aquellos sin presencia de actores armados o con presencia de grupos paramilitares. Sin embargo, al examinar el comportamiento de estos municipios en las elecciones mencionadas, pareciera que la mayor parte de ellos se ubican en zonas donde se da la confluencia de guerrillas y de grupos paramilitares y no exclusivamente en aquellos con control de los grupos guerrilleros (mapa 5) y (mapa 7).

En la primera mitad de la presente década las distintas estructuras paramilitares, para entonces articuladas al proyecto de las AUC, habían logrado afianzarse en distintos territorios de los departamentos considerados, por ejemplo en el sur de Cesar o en la parte central y sur del departamento de Magdalena(12), aún cuando en otros municipios mantenían una fuerte disputa con los grupos guerrilleros. Al examinar los niveles de participación electoral en estos territorios en las elecciones de 2003, en los que los grupos paramilitares habían logrado mayor control, no se observa un comportamiento de la participación que se salgan de los patrones observados para esas elecciones en otras zonas o en las elecciones previas, con excepción de los municipios de Pedraza, Ariguani y Aguachica que presentan niveles bajos de participación y de Tenerife, Chivoló y Rio de Oro que presentan niveles altos de participación. El resto de los municipios, localizados en el área central y sur del departamento de Magdalena y en el sur del Cesar, presentan niveles de participación medios, muy similares al comportamiento observado en las elecciones de 2000.

Lo anterior no implica sostener que los grupos paramilitares no hayan ejercido presiones sobre la población para que acudiera a las urnas a apoyar a los candidatos cercanos a sus intereses, pero lo que resulta claro al igual que sucede con la competencia electoral es que esta estrategia no ha sido adoptada de manera uniforme en aquellos escenarios donde estos grupos tuvieron presencia.

5. EFECTOS DE LA VIOLENCIA POLÍTICA Y DE LAS VARIABLES SOCIODEMOGRÁFICAS SOBRE LA COMPETENCIA Y LA PARTICIPACIÓN ELECTORAL
En este acápite se presenta un modelo explicativo de la participación y de la competencia electoral. En relación con la primera dimensión de la democracia, García sostiene en un estudio sobre el impacto de la violencia política sobre la participación electoral, que en la literatura las variaciones en los niveles de participación electoral se explican como consecuencia de variables socioeconómicas, psicológicas, institucionales y contextuales. En esta dirección, se considera que la participación política podría ser explicada considerando por ejemplo factores como las características sociales, educativas y financieras de los individuos (socioeconómicas), las percepciones que los individuos tienen sobre el sistema político (psicológicas) o las instituciones, la existencia de estructuras de movilización y el contexto político y social (contextuales)32. Basándonos en la discusión teórica que presenta García sobre los factores que podrían incidir en los niveles de participación política, consideramos variables de carácter socioeconómico y de violencia para el modelo explicativo de la participación electoral.

En cuanto a los factores socioeconómicos se incluyó el tamaño poblacional y el índice de condiciones de vida. De acuerdo con la teoría33 podría esperarse que en los municipios con menor tamaño poblacional exista un contacto más directo entre gobernantes y gobernados, lo que se traduciría en mayores incentivos para la participación y el involucramiento de los individuos en los asuntos públicos. Por otro lado, conforme a la teoría de los recursos desde el enfoque socioeconómico "las variaciones en los recursos y el status en los individuos podrían explicar por qué algunas personas deciden participar electoralmente mientras otras no". De esta manera los sujetos con menores recursos -entre los cuales podrían ser incluidos los ingresos, el status socioeconómico, la educación- "tenderán a votar menos que sus conciudadanos con acceso a mayores recursos"34.

Con respecto a la violencia se consideró la tasa de homicidios y la presencia de actores armados. Las relaciones entre el comportamiento democrático-electoral y los factores contextuales que pueden afectarlo han sido escasamente estudiadas en la literatura. Sin embargo, como recientes estudios han mostrado los contextos políticos y sociales en los cuales tienen lugar las elecciones son relevantes para explicar el comportamiento político y los resultados electorales35.

Entre estos factores contextuales la violencia política cobra una gran relevancia para el caso colombiano. Como se señaló en la primera parte de este documento los actores armados han tenido injerencia en las dinámicas democráticas y los procesos electorales colombianos, para lo cual han recurrido a estrategias de presión, principalmente amenazas e intimidaciones36. De hecho, en las últimas dos décadas se ha producido un crecimiento de las distintas formas de presión sobre la vida local por parte de los actores armados. Por otro lado, se esperaría que otras formas de violencia no organizada afecten los procesos electorales al introducir mayores niveles de inestabilidad en las dinámicas sociales y políticas.

Con relación a la competencia electoral se consideraron también variables de carácter socioeconómico y de violencia. Para lo primero, se incluyeron el tamaño poblacional, el porcentaje urbano del municipio y el índice de condiciones de vida. De acuerdo con Rodríguez y Gómez, que desarrollan un modelo explicativo de la competencia electoral en los municipios colombianos, la teoría de la modernización "sostiene que los aumentos en el tamaño de la población llevan a una especialización y una diferenciación económica mayores, así como a niveles superiores de urbanización", lo que a su vez conduciría a mayor diversidad política y "en consecuencia a una mayor competencia partidista"37.

En consonancia con lo anterior, podría esperarse que municipios con tamaños poblacionales menores presenten más bajos niveles de competencia entre partidos. Así mismo, es posible suponer que en municipios con mayores niveles de desarrollo y mejores condiciones de vida exista un espacio más propicio para una mayor competencia entre políticos en la lucha por los cargos de representación. En municipios donde las condiciones de vida de los habitantes son muy precarias podría asumirse que existe una mayor dependencia de los individuos con respecto a los ofrecimientos de los políticos y las prácticas clientelistas, lo que podría traducirse en mayores barreras de entrada para la competencia electoral. Finalmente, los municipios con una proporción más urbana de población podrían constituirse en escenarios más propicios para la entrada de nuevos competidores que aquellos con carácter más rural.

Con relación a las variables de violencia, la teoría pone de relieve la importancia de los contextos sociales y políticos para explicar el comportamiento político y electoral, lo que sería aplicable a la participación, pero también a otras dinámicas electorales como la competencia electoral. En este sentido resultan pertinentes los mismos argumentos presentados en el caso de la participación.

Modelo de la participación y de la competencia electoral
Las variables dependientes son por un lado la participación electoral y de otra parte la competencia electoral. Para la primera variable se tomaron los datos de las elecciones de 1997 y de 2003 y para la segunda se trabajó con los datos de las elecciones a cámara de representantes celebradas en 1998(13). En ambos casos se consideró la información de todos los municipios pertenecientes a los departamentos de la Costa Atlántica, con excepción de aquellos para los cuales no existen datos sobre participación a nivel de alcaldías o sobre votación por candidato para cámara de representantes.

En cuanto a las variables socioeconómicas, se trabajó con el tamaño poblacional de los municipios de acuerdo con la información del DANE(14), con el nivel de estándar de vida, que es una medida de las condiciones de vida de un municipio38(15) y con el porcentaje urbano del municipio, calculado como la población que se encuentra en las cabeceras con respecto a la población total. Por otro lado, para las variables de violencia se consideró la tasa de homicidios por cien mil habitantes (16) y la presencia de actores armados discriminada por ELN, FARC y grupos paramilitares (17).

En relación con la presencia de actores armados resulta relevante diferenciar distintos escenarios posibles en los municipios colombianos: sin presencia de actores armados, con presencia solo de guerrillas, presencia solo de grupos paramilitares, presencia de guerrillas y de grupos paramilitares. Estas tres últimas variables fueron incluidas en los modelos. Para cada una de ellas se codificó la presencia con 1 y la ausencia con 0. Para dar cuenta de estos cuatro escenarios se construyeron cuatro variables dicotómicas. Esta distinción es de gran importancia ya que es de esperar que el impacto de la presencia de los actores armados sobre la participación electoral y la competencia electoral sea diferenciado dependiendo de si se trata de escenarios donde tiene influencia uno de estos dos actores o si aún son escenarios de disputa entre estos grupos.

Ahora bien, de acuerdo con la información presentada anteriormente se espera que la participación sea mayor entre menor sea el tamaño poblacional y entre mejores sean las condiciones de vida de los municipios. Por tanto en el modelo de regresión los coeficientes de estas variables deben tener signo negativo en el caso de la población y positivo con respecto a las condiciones de vida. Para las variables de violencia, se espera que la tasa de homicidios y la presencia de actores armados tengan un efecto negativo sobre la participación. En relación con la última variable se podría asumir que este impacto podría ser diferenciado según se trate de escenarios controlados por un solo actor armado o escenarios de disputa. En este último caso los niveles de participación deberían ser más bajos que en cualquier otro escenario debido a que no están garantizadas las condiciones mínimas de seguridad para que los ciudadanos se involucren en los asuntos políticos o expresen libremente sus preferencias y opiniones, los individuos pueden convertirse en objetivo militar de cualquiera de los actores armados en competencia.

Con respecto a la competencia electoral se espera una relación positiva con las variables condiciones de vida, población y porcentaje urbano. Por su parte, la tasa de homicidios y la presencia de actores armados deberían tener un efecto negativo sobre la competencia. En este último caso, este efecto sería mayor en aquellos escenarios en los cuales los actores armados se disputan el control del municipio.

Para la estimación del modelo se utilizó una regresión de mínimos cuadrados ordinarios en aras de examinar la incidencia de los factores explicativos mencionados sobre la participación y sobre la competencia electoral (18). En las tablas (tabla 4) y (tabla 5) se presentan los resultados de las regresiones.

Tabla 4. Modelo explicativo para la participación electoral

* p <.05; * * p <.01; * * * p <.001

De acuerdo con los resultados del modelo explicativo para la participación electoral, la categoría poblacional y el índice de condiciones de vida tienen un efecto negativo significativo sobre la participación electoral. Lo anterior confirma la hipótesis propuesta sobre la relación entre la participación y el tamaño poblacional, pero no entre la variable dependiente y las condiciones de vida del municipio. En contraste con lo esperado, entre menores son los valores en el índice de condiciones de vida municipal mayor es la participación. Este resultado podría explicarse si se considera que en los municipios más pobres tienden a ser más fuertes las identidades partidistas, al tiempo que constituyen escenarios propicios para el predominio de las prácticas clientelistas, lo que podría facilitar una mayor movilización del electorado.

En cuanto a las variables de violencia, tanto la tasa de homicidios como la presencia de guerrillas, paramilitares y de ambos actores tienen efectos negativos sobre la participación electoral. Sin embargo, estos efectos no siempre son significativos. La tasa de homicidios tiene un efecto significativo sobre la variable dependiente en las elecciones de 1997 pero no en las de 2003. Lo mismo sucede con la presencia de guerrillas, que tiene un efecto significativo en las primeras elecciones consideradas pero no en las segundas. En contraste, los grupos paramilitares no tienen un efecto significativo sobre la participación en las elecciones de 1997, pero si en las de 2003.

Lo anterior, puede explicarse si se tiene en cuenta que la situación en cada uno de estos años con relación a la presencia de actores armados y las estrategias adoptadas por estos grupos frente a las elecciones parece ser distinta. En 1997 las guerrillas asumieron una clara estrategia de bloqueo de las elecciones, lo que se refleja en un efecto negativo significativo sobre la participación en aquellos municipios con solo presencia de guerrilla en comparación con el comportamiento que muestra el grupo sin presencia de actores armados. Las AUC en este año apenas estaban incursionando en la zona, por lo que es posible que no hayan adoptado claras estrategias de intervención en el proceso electoral o que aún cuando lo hicieron no contaran todavía con el suficiente control como para ser exitosos en sus propósitos (19). Por su parte, en 2003 los grupos paramilitares habían logrado un importante nivel de control sobre la zona considerada, mientras las guerrillas a pesar de contar con presencia en los departamentos de la región habían sido replegadas a las zonas más rurales y altas como sucedió en la Sierra Nevada, en la serranía el Perija y de San Lucas.

Por otro lado, cabe mencionar que en las dos elecciones consideradas, la presencia de ambos actores tiene efectos negativos significativos sobre la participación electoral, efecto que es mucho mayor que en cualquiera de los otros dos escenarios con presencia de actores armados. En consonancia con estos resultados puede sostenerse que los efectos de la presencia de actores armados sobre la participación electoral son diferenciados de acuerdo con el escenario de presencia de estos actores, siendo particularmente alto en aquellos donde los actores armados están en disputa por el control territorial.

En cuanto a la competencia electoral, los resultados del modelo explicativo, muestran que la población, el índice de condiciones de vida y el porcentaje urbano tienen un efecto positivo significativo sobre la variable dependiente, lo que confirma las hipótesis planteadas. Es decir, municipios con mayores tamaños poblacionales, mejores condiciones de vida y más urbanos constituyen escenarios propicios para una mayor competencia electoral.

En cuanto a las variables de violencia, la tasa de homicidios tiene un efecto negativo sobre la competencia electoral, pero no es significativo. Por su parte, la presencia de actores armados tiene también un efecto negativo. Los municipios con presencia exclusiva de guerrilla muestran niveles de competencia significativamente menores que aquellos en los que no hay presencia de actores armados. Lo mismo sucede con aquellos municipios que registran al mismo tiempo la presencia de guerrillas y paramilitares. En este caso el efecto es mayor que en el escenario anterior, lo que confirma la hipótesis planteada.(Tabla 5)

Tabla 5. Modelo explicativo para la competencia electoral

* p <.05; * * p <.01; * * * p <.001

Finalmente, el efecto negativo de la presencia de grupos paramilitares no es significativo. Como sostuvimos para el caso de la participación, una posible explicación de este comportamiento podría ser que para estos años las AUC no habían logrado aún importantes niveles de consolidación en la región y en consecuencia tampoco habían adoptado estrategias de intervención en el proceso electoral, como si parece haber sucedido en las elecciones de 2002. Una segunda hipótesis es que si bien es cierto que los grupos paramilitares han tenido injerencia en el proceso electoral afectando con ello la competencia entre candidatos, esta estrategia ha estado lejos de ser generalizada, siendo adoptada tan solo por algunos grupos paramilitares y en contextos muy específicos.

6. PARA CONCLUIR
En este documento se mostró que el comportamiento de la participación y la competencia electoral en los departamentos de la Costa Atlántica, experimentó cambios importantes en las últimas décadas. Desde una mirada cuantitativa, se evidencia que algunos de estos cambios se han producido en los municipios con presencia de grupos paramilitares, como sucedió con la disminución dramática de la competencia tanto para las elecciones locales como las nacionales en la primera mitad de esta década. Sin embargo, también se evidenció que en otros escenarios, en los que estos grupos también tuvieron presencia, el comportamiento de esta variable no se aparta de los patrones observados en aquellos municipios en los que estos actores han estado ausentes. En cuanto a la participación, en general no se encuentra que los municipios con presencia de grupos paramilitares manifiesten un comportamiento en esta variable que se distancie de los patrones observados para esas elecciones en otros municipios o en elecciones previas, aunque cabe mencionar que en los municipios donde existe confluencia de estos grupos y las guerrillas si parecen evidenciarse comportamientos que se apartan del común.

En consonancia con lo anterior, es posible sostener que si bien es cierto que no puede desconocerse que los grupos paramilitares han adoptado estrategias para incidir en los procesos electorales, dichas estrategias no parecen haber sido permanentes ni aplicadas en todos los escenarios en los que estos actores tuvieron presencia. Este comportamiento no resulta sorprendente si se considera que aunque desde finales de los noventa los grupos paramilitares se agruparon bajo el proyecto de las Autodefensas Unidas de Colombia, mantuvieron de hecho importantes niveles de autonomía. En este sentido es de esperar que dichas estrategias fueran diferenciadas de acuerdo con los grupos o que incluso algunos de ellos no manifestaran un particular interés en esta dirección.

Por otro lado, un factor que podría estar contando en las diferencias encontradas en el comportamiento de la participación y la competencia en los municipios con presencia de los grupos paramilitares y que no es posible considerar en este trabajo, es la naturaleza de las relaciones que se establecieron en distintos escenarios entre estos grupos armados y la clase política local. De acuerdo con la información que ha circulado en prensa y en las investigaciones adelantadas a los políticos con supuestos nexos con el paramilitarismo, dichas relaciones asumieron características diferentes en cada departamento. Sin embargo, no se cuenta con la información suficiente para hacer una lectura de las posibles implicaciones de las particularidades de estas relaciones frente al comportamiento de las variables analizadas.

Finalmente, la violencia política ha tenido efectos negativos sobre la competencia electoral y la participación, aunque han sido diferenciados de acuerdo con el escenario de presencia de los actores armados. Como se evidenció en los modelos de regresión, las variables de violencia y en particular la presencia de actores armados ha tenido efectos negativos sobre las variables de democracia electoral, particularmente en aquellos escenarios en los que guerrillas y grupos paramilitares se encuentran en disputa. En contraste los escenarios en los que el único actor han sido las guerrillas o los grupos paramilitares se han visto afectados por la presencia de estos actores, pero su efecto negativo sobre la participación y la competencia electoral o no ha sido significativo o solo lo ha sido para una de las elecciones consideradas como sucede con la participación. En relación con esto, es importante examinar las variaciones que se dan en las estrategias que asumen los actores armados a lo largo del tiempo y las condiciones particulares de los contextos en los que se desarrollan los procesos electorales en cuanto a nivel de consolidación de estos actores.

Anexo 1. Pruebas de Validación de los Modelos (Anexo 1)


COMENTARIOS

1. El pacto más conocido fue el de Ralito, celebrado en Tierralta en 2001.

2. El Número Efectivo de candidatos se calcula mediante la siguiente fórmula: NEC=1/∑ Pi2, donde Pi es la proporción de votos ganados por el i-ésimo candidato. Constituye una aplicación del Número Efectivo de Partidos (NEP) propuesto por Laakso y Taagepera.

3. Se consideró el total de municipios para la Costa Atlántica, es decir, 192 municipios. Los cuatro últimos departamentos sobre los que se centra el análisis más descriptivo comprenden 126 municipios.

4. Sin embargo, se tuvieron en cuenta las otras elecciones estudiadas.

5. La información sobre presencia de grupos paramilitares en la segunda mitad de los noventa corresponde a los datos sobre la presencia de actores armados de la Policía Nacional para el año 1998, discriminada por actor, frente y municipio. Para la primera mitad de la presente década se consultaron los informes regionales del Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, así como los diagnósticos departamentales a cargo del mencionado observatorio.

6. La información presentada a continuación se basa en los informes regionales del Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. Véase Panorama Actual de la Sierra Nevada de Santa Marta; Dinámica reciente de la confrontación armada en la Sierra Nevada de Santa Marta; Dinámica de la confrontación armada en la confluencia entre los Santanderes el sur del Cesar; Panorama actual de Sucre; Panorama actual de Bolívar, Panorama actual de la región de los Montes de María y su entorno. Pueden consultarse en www.derechoshumanos.gov.co (Observatorio de Derechos Humanos, publicaciones regionales).

7. Desde 1996 Carlos Castaño buscó crear una federación de autodefensas bajo la denominación de las AUC.

8. Esta zona fue entregada en 1998 al Bloque Central Bolívar, comandado por Julián Bolívar.

9. Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH. Panorama Actual de Sucre.

10. Cabe mencionar que en 2002 once municipios presentaron este comportamiento, uno de ellos pertenece al departamento de Bolívar y los restantes al Magdalena. En 1994 solo tres municipios presentaron muy bajos niveles de competencia electoral: Magangué, Morales y González.

11. En las elecciones de 1997, algunos de estos municipios habían registrado niveles de competencia electoral relativamente bajos, pero esto no resulta anormal a la luz del comportamiento que estos municipios obtuvieron en las elecciones previas, particularmente en 1994.

12. En Cesar el ELN había buscado refugio principalmente en la Serranía del Perijá, perdiendo control sobre las zonas planas del departamento. En cuanto a las FARC aún tenían presencia en algunos municipios del Sur del Cesar, aunque se concentraban principalmente en el norte del departamento. En el Magdalena los grupos guerrilleros también perdieron control sobre las zonas planas del departamento y buscaron refugio en la Sierra Nevada de Santa Marta.

13. Para la participación se optó por considerar no solo la elección de 1997 - que como mostramos anteriormente presenta un comportamiento atípico en comparación con las elecciones del periodo- sino también las de 2003 que se corresponde con los patrones evidenciados en las restantes elecciones, al menos desde mediados de los noventa. Se buscó examinar los efectos de la presencia de los actores armados de manera separada, teniendo en cuenta que en 1997 las guerrillas adoptaron una clara estrategia de bloqueo de las elecciones en tanto que las AUC apenas incursionaban en los municipios de los departamentos estudiados. En 2003 no hubo una estrategia explícita de las guerrillas en la dirección mencionada al tiempo que las AUC habían logrado cierto nivel de consolidación en los departamentos de la región.

14. Para la variable participación no se consideraron los datos brutos de tamaño poblacional sino las categorías poblacionales de acuerdo con la categorización de planeación nacional.

15. Se construyó a partir de doce variables que dan cuenta del potencial de acceso a bienes físicos, que miden el capital humano de las personas del hogar y la estructura y tamaño de la familia.

16.Los datos sobre homicidios comunes fueron tomados de la Policía Nacional.

17.Para la presencia de actores armados en las elecciones de 1997 y 1998 se trabajó con la base de datos de la Policía nacional sobre presencia de actores armados para 1998. Para la información sobre presencia de actores armados en las elecciones de 2002 y 2003 se consultaron los informes regionales del Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, así como los diagnósticos departamentales de este observatorio.

18. En este último caso debido a las características de heteroscedasticidad de los datos se utilizó una regresión de mínimos cuadrados ordinarios con errores estándar robustos. Para la participación se presentan los resultados de la regresión de mínimos cuadrados ordinarios con errores estándar no robustos y robustos. Para las pruebas de validación de los modelos remítase al Anexo 1.

19. Es importante señalar que aunque para finales de los noventa existían distintos grupos de autodefensa regionales que después serían incorporados a las AUC, es posible que no siguieran una estrategia política encaminada al control del poder local, de hecho algunos de estos grupos no lograron un dominio territorial como si sucedió con las AUC. Sin embargo, también es necesario tener en cuenta que estas últimas estuvieron compuestas por diversos grupos que mantuvieron importantes niveles de autonomía, por lo que es posible esperar diferencias en sus intereses y en las estrategias adoptadas.


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