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Análisis Político

versão impressa ISSN 0121-4705

anal.polit. v.22 n.67 Bogotá set./dez. 2009

 

Distribución territorial de los apoyos electorales en América Latina:
Los casos de Ecuador, Perú y Honduras (1979-2006)(1)

Territorial distribution of electoral supports in Latin America:
The cases of Ecuador, Peru and Honduras (1979-2006)

Margarita Batlle
Docente de la Universidad Externado de Colombia - margarita.batlle@uexternado.edu.co


RESUMEN
A partir de la clasificación de los sistemas de partidos de Ecuador y Perú en el grupo de los menos nacionalizados de América Latina y Honduras como aquel que exhibe mayor nacionalización, el presente trabajo se propone dos objetivos. Primero, explora si ha habido cambios o continuidades respecto a dicho nivel de nacionalización. Segundo, identifica variables que puedan incidir sobre el mismo. El interrogante central consiste en explorar qué factores son los que pueden hacer que un sistema de partidos se encuentre más nacionalizado que otro. Se utilizarán los resultados de las elecciones legislativas celebradas entre 1979 y 2006.
Palabras clave: sistema de partidos, nacionalización, Ecuador, Perú y Honduras.


SUMMARY
Based on the classification of political party systems of Ecuador and Peru within the group of the least nationalized ones in Latin America, and Honduras as the one that shows a higher degree of nationalization, this paper works towards goals: First, explore if there has been changes or continuities related with the aforementioned level of nationalization; secondly, identify variables that can affect it. The central question involves exploring which factors are the ones that can make a party system to be more nationalized than another. The results of legislative elections celebrated between 1979 and 2006 are used here.
Keywords: political party systems, nationalization, Ecuador, Peru and Honduras.


INTRODUCCIÓN

El estudio de los sistemas de partidos de América Latina se ha abordado desde diferentes perspectivas. Se ha puesto la mirada sobre el grado de fragmentación de los mismos1-3; el nivel de polarización4-10; la existencia y redefinición de clivajes11-14; el modo en que los partidos se vinculan con comentario la sociedad y las redes que entrelazan con ella15; el nivel de volatilidad electoral agregada y de cómo estos cambios inciden sobre la configuración del sistema16; su grado de institucionalización17-19, entre otras cuestiones. A pesar de ello, la relación entre partidos políticos y territorio en el marco del funcionamiento del sistema de partidos no ha sido suficientemente explorada. Se han elaborado numerosos trabajos sobre nacionalización de los sistemas de partidos centrados en Estados Unidos y Europa, pero muy poco se ha avanzado en esta materia en aquellas democracias que quedan fuera del grupo de las industriales avanzadas20-22. Es por eso que este trabajo se centra en el estudio de la nacionalización de los partidos y sistemas de partidos, una rama todavía joven en el estudio de los sistemas de partidos en América Latina23.

El objetivo es explorar los diferentes niveles de nacionalización en los sistemas de partidos; discutir herramientas metodológicas e identificar diferentes elementos, tanto institucionales como extra institucionales, que podrían dar cuenta de esas diferencias de nacionalización en los sistemas de partidos24-29. Para ello, se seleccionaron dos casos andinos (Ecuador y Perú) y uno centroamericano (Honduras). Los tres países cuentan con estructuras unitarias de poder, aunque los dos países andinos se caracterizan por ser extremadamente volátiles, fragmentados y poco institucionalizados mientras que el caso centroamericano se caracteriza por ser estable, poco fragmentado y altamente institucionalizado. Además, Ecuador y Perú aparecen como los dos sistemas de partidos con niveles de nacionalización más bajos; mientras que Honduras es el país unitario de América Latina más nacionalizado30.

El límite temporal establecido será el retorno a la democracia, es decir que, se tomarán en cuenta los datos electorales de las elecciones legislativas celebradas entre 1979 y 2006. Las primeras elecciones en Ecuador se realizaron en 1978/1979, Perú en 1980 y en Honduras en 1981.

La configuración de sistemas de partidos subnacionales que, tanto en sistemas federales como unitarios, operan simultáneamente y con lógicas propias más allá del sistema de partidos nacional, destaca la importancia de considerar a los espacios subnacionales de competencia partidista como objetos de estudio particulares. Los aportes teóricos pensados para países de estructura federal son sumamente útiles para comprender el funcionamiento de países unitarios con diferentes centros de poder que, de acuerdo a su composición y funcionamiento, comparten muchas de las características de los sistemas más descentralizados. Además, los incipientes trabajos que han puesto la mirada sobre la formación de sistemas de partidos subnacionales en sistemas políticos de estructura unitaria indican la relevancia de continuar pensando el peso de la política regional sobre la política nacional31-33.

El trabajo se estructura en cuatro partes. En la primera sección se plantean las líneas más relevantes de la discusión teórica sobre el tema de la distribución territorial del poder. En la segunda se describen los tres sistemas de partidos respecto a su nivel de nacionalización, a partir de la aplicación del índice construido por Jones y Mainwaring. En la tercera parte se plantean posibles variables que pueden incidir en el nivel de nacionalización de los tres sistemas de partidos, con el objetivo de abrir camino a la reflexión sobre esta cuestión. En la última sección, se exponen las conclusiones extraídas del análisis.

1. NACIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS DE AMÉRICA LATINA

1.1. ¿Qué es la nacionalización?

La particularidad de América Latina, que suscita el interés de los trabajos que se han desarrollado en los últimos años, radica en los bajos niveles de nacionalización que comportan sus democracias. Las diferencias que presentan estos países entre sí vuelven sugerente la relación entre nacionalización del sistema de partidos y cuestiones como gobernabilidad democrática, estabilidad del sistema político o desinstitucionalización del sistema de partidos.

Respecto a qué entender por nacionalización, aún cuando existen otro tipo de definiciones en la literatura especializada, se utilizará la planteada por Jones y Mainwaring, según la cual la nacionalización se determina teniendo en cuenta el "grado en el cual las unidades nacionales se aproximan al patrón de votación nacional"34-38. Esta visión, que entronca con las propuestas realizadas originalmente por Schattschneider o Sundquist39-40, se refiere a la situación según la cual cuanto más cercano se encuentre el voto subnacional a la votación que se registra en la nación en su totalidad, más nacionalizado se encontrará el sistema de partidos41(2). Es decir que, los partidos deben obtener en el nivel subnacional el mismo porcentaje de votos que obtienen a nivel nacional, allí se estaría frente a una total nacionalización. A medida que esta igualdad disminuye, baja el nivel de nacionalización.

Respecto a la relación de la nacionalización de los sistemas de partidos con el sistema político en su conjunto, el hecho de que los sistemas de partidos comporten niveles muy diferentes de nacionalización puede suponer diferentes rendimientos del sistema político42. Jones y Mainwaring rescatan cuatro hipótesis al respecto. Primero, el nivel de nacionalización del sistema de partidos aparece relacionado con las orientaciones de los electores, influyendo en la existencia o fortaleza de los lazos entre partidos y votantes. Segundo, puede afectar la relación entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. En sistemas de baja nacionalización hay más probabilidades de que emerjan conflictos entre ambos poderes. Asimismo, el nivel de nacionalización puede incidir sobre el tipo de carrera que desarrollen los legisladores. Tercero, destacan posibles consecuencias sobre el diseño y la implementación de las políticas públicas. La existencia de patrones de votación regionalizados, podría atentar contra la igualdad respecto a la puesta en marcha de políticas públicas a lo largo de un país. Cuarto, frente a la posibilidad de conflictos, ya sea étnicos o religiosos, en un territorio fragmentado, la aparición y consolidación de partidos con orientaciones nacionales puede ser un factor que ayude a resolver este tipo de enfrentamientos, preservando la democracia43. Además, como una quinta hipótesis, aparece la relación entre distribución homogénea de los partidos políticos e institucionalización44.

Jones y Mainwaring son categóricos al plantear que resulta imposible estudiar y comprender muchos sistemas de partidos de países grandes sin prestar atención a las diferencias respecto a la votación que los partidos obtienen en el nivel nacional respecto al local45. En este sentido, Gibson y Suárez Cao destacan la existencia de una falencia teórico-metodológica en la política comparada46. Los autores plantean que ésta radica en que se suele concebir y, por lo tanto, medir a los sistemas de partidos nacionalmente. Se teoriza sobre características sistémicas a nivel nacional y se construyen indicadores que se basan en dichas propiedades. Así, tiene lugar un interés renovado por el estudio de la política subnacional pero no se cuenta con herramientas teórico-metodológicas apropiadas para abordarlo.

En este sentido, la clásica tesis de Rokkan respecto a la progresiva nacionalización de los sistemas de partidos47, es reinterpretada a partir del caso argentino planteando lo que se llama el "anti Rokkan"48. La tesis original ponía la mirada sobre procesos que tuvieron lugar durante el siglo XX y que llevaron a una progresiva nacionalización de la competencia partidista que permitió hablar de un "mercado electoral nacional". La nueva tesis se contrapone a la anterior sosteniendo que en el último tiempo muchos sistemas de partidos han caminado hacia una progresiva territorialización, contraria a la idea de nacionalización, más allá de la expansión electoral que sostiene Rokkan49.

La territorialización de la política de partidos se manifiesta de dos maneras diferentes. Por un lado, a través de la disgregación y por otro, a través de la desnacionalización del sistema de partidos50. El concepto de territorialización se relaciona estrechamente con el de disgregación, que plantea que no son los mismos partidos los que compiten por los votos en todas las provincias. Así, los sistemas de partidos nacionales se pueden comprender mejor como la agregación de sistemas partidistas locales. La agregación partidista refleja los incentivos que tienen los candidatos para coordinar en etiquetas partidistas comunes y los votantes para apoyar partidos con llegada más amplia más allá de un único distrito electoral51.

La configuración de sistemas de partidos subnacionales con lógicas de competencia propias no es exclusiva de los sistemas formalmente federales ya que parecieran ser otras las variables que inciden en dicha configuración. La existencia de clivajes étnicos, lingüísticos, culturales o regionales no necesariamente ha llevado a la adopción de sistemas federales, sino, en muchas ocasiones, ha configurado sistemas unitarios con diversos centros de poder, lo que vuelve más difícil la conformación de un único sistema de partidos que opere nacionalmente y, por el contrario, promueve la aparición y consolidación de organizaciones partidistas que se relacionen con sociedades y territorios (también intereses) específicos y particulares.

1.2. ¿Cómo medir el nivel de nacionalización?

Diversos trabajos han propuesto herramientas metodológicas para medir la distribución de los apoyos de los partidos y/o la configuración territorial de los sistemas de partidos. Bochsler diferencia los índices dando lugar a 4 grupos52. Primero, los índices de competencia, que calculan las diferencias regionales de los sistemas de partidos considerando la cantidad de escaños donde no hay competencia pues sólo se presenta un partido o candidato. También Cornford sigue esta lógica observando con cuántos asientos asegurados cuenta cada partido. La principal falencia de estas mediciones es que solamente pueden aplicarse a elecciones con distritos uninominales53. Luego, el trabajo de Caramani observa el grado de presencia nacional de los partidos mediante el cálculo de la proporción de las circunscripciones donde compite un partido político54.

Un segundo grupo lo constituyen los índices de desviación, utilizados para establecer la heterogeneidad de los partidos. Aquí el autor ubica al Índice de variación de Rose y Urwin y el índice de Lee55,56. Estos índices no cuentan con un valor máximo preestablecido (por ejemplo entre 0 y 1 o entre 0 y 100)57. Además asocian a los partidos pequeños con valores pequeños. El tercer grupo es el de índices más sofisticados técnicamente. Aquí Bochsler destaca tanto el Coeficiente de Variabilidad como el Coeficiente de variabilidad estandarizado y ponderado, construidos por Ersson, Janda y Lane58,59. También en este grupo se ubica el Coeficiente de Gini invertido, creado por Jones y Mainwaring.

Las críticas hacia los índices son: a) el hecho de que los partidos pequeños tiendan a obtener valores altos y b) la sensibilidad frente al número de distritos que se tienen en cuenta para los cálculos. Nuevos índices se elaboraron con el fin de controlar estas falencias: el índice para medir el tamaño del partido y el número de regiones ajustado60 y el Índice de desigualdad regional acumulada61. Caramani puntualiza que estos índices otorgan mayores niveles de heterogeneidad a los partidos pequeños frente a los grandes62. El último grupo es aquel que contiene a los índices que trabajan sobre la idea de la inflación, comparando el número efectivo de partidos que compite en cada distrito y a nivel nacional63. Aquí se ubica el indicador de agregación partidista64, 65 y el de party linkage66que luego revisan Moenius y Kasuya67. Estas herramientas han sido puestas a prueba en estudios sobre Europa y los Estados Unidos. Sin embargo, nuevos trabajos han buscado proponer herramientas para medir la distribución territorial de los partidos políticos en América Latina68-70(3).

Jones y Mainwaring proponen la utilización del Party Nationalization Score (PNS) para determinar la medida en que los partidos políticos se encuentran nacionalizados y el Party System Nationalization Score (PSNS) para observar la misma cuestión en los sistemas de partidos. Ambas propuestas de medición comparan la votación local de un partido con la votación que el mismo partido obtiene a nivel nacional71. Para esto, utilizan el Coeficiente de Gini, invirtiéndolo para que los resultados sean más gráficos. De este modo, se puede asociar una alta puntuación con una mayor nacionalización y, por el contrario, una nacionalización baja si es que se obtiene una puntuación cercana a 0 (cero). Para determinar el nivel de nacionalización del sistema de partidos agregado, los autores promedian los resultados que arrojan los cálculos sobre los partidos.

Respecto a los alcances y la fidelidad de los resultados que arroja este índice, algunos trabajos han contribuido a su revisión y crítica, encontrando cuestiones sobre las que seguir trabajando para lograr resultados más exactos72, 73. Entre este tipo de contribuciones destaca la de Bochsler quien analiza 14 índices para medir aspectos de distribución territorial tanto de partidos como de sistemas de partidos74. Bochsler destaca dos problemas básicos respecto al PNS, aunque también se los adjudica al CRII. El primero, se refiere al tamaño (y la cantidad) de distritos en los que está dividido el país. El segundo, se relaciona con el hecho de que los partidos pequeños presentan mayor heterogeneidad relativa que los partidos más grandes(4). Sin embargo, afirma que tanto el PNS, como el Índice de Desigualdad Regional Acumulativa, cuentan con un buen desempeño ya que ninguno de los dos demuestra problemas importantes como arrojar resultados equivocados, que sí pueden llegar a hacerlo otros índices75.

2. NIVEL DE NACIONALIZACIÓN: EMPLEANDO EL PSNS

En el siguiente gráfico se puede observar, comparativamente, la evolución del nivel de nacionalización de los sistemas de partidos de Ecuador, Honduras y Perú. Gráfico 1, Tabla 1

Los cálculos del psns para Ecuador, Honduras y Perú entre 1979 y 2006 dan como resultado medias de nacionalización similares a las encontradas por Jones y Mainwaring respecto a las elecciones que ellos estudiaron(5). Es clara, la continuidad en términos de los niveles de nacionalización de los tres sistemas de partidos76. En las primeras elecciones democráticas de los tres países, el sistema de partidos más nacionalizado es el de Honduras con un psns de 0,90 puntos frente al 0,7 de Perú y el 0,62 de Ecuador. Respecto a Honduras, este valor se va incrementando según se celebran las siguientes elecciones, es decir, que el sistema se nacionaliza progresivamente. Probablemente esto se relaciona con la consolidación, una vez en democracia, de los dos principales partidos como organizaciones partidistas de arraigo nacional.

En el caso de Perú, se da una situación similar aunque el aumento en la nacionalización se ve afectado considerablemente en las elecciones de 1990, donde el psns cae a 0,62, el más bajo de todo el periodo. Las elecciones de 1990 tienen como protagonistas a Cambio 90, vehículo al poder de Alberto Fujimori y a fredemo, coalición de partidos de derecha que postulaba a Mario Vargas Llosa. Estas elecciones se caracterizaron por su alta polarización y pusieron de manifiesto la incapacidad de los partidos tradicionales para adaptarse a los cambios del sistema político, salvo por el pap que obtuvo el segundo lugar en las elecciones legislativas.

En las elecciones ecuatorianas celebradas en 1984 (las segundas desde el retorno a la democracia), el psns cae a 0,54, uno de los valores más bajos que registra durante todo el periodo. Si bien todos los partidos políticos salvo el psc, bajan su nivel de nacionalización en esta elección, el saliente "cefepismo" muestra un nivel de desnacionalización considerable respecto tanto a la elección anterior como a las que suceden a la de 1984, afectando el valor agregado. En las últimas elecciones tanto Perú como Ecuador obtienen una de las puntuaciones más bajas de todo el periodo: 0,66 y 0,58 respectivamente. En las elecciones peruanas de los veintiséis partidos que compiten solamente seis presentan listas y obtienen votos en los veinticinco departamentos, atentando contra la nacionalización del sistema de partidos(6). También Honduras exhibe el valor más bajo de todo el periodo: 0,90, más allá de que éste resulte alto comparativamente y que el cambio no sea significativo.Si bien el apoyo de las clientelas a los dos partidos más grandes es estable en sus bastiones electorales, los partidos pequeños han logrado votaciones considerables en aquellas circunscripciones relevantes electoralmente por la cantidad de su población. Un ejemplo de esto es el porcentaje de votos que pinu, pdch y pud obtuvieron en la Capital77. Probablemente, la sanción de la nueva Ley Electoral y de Organizaciones políticas que rigió por primera vez en las últimas elecciones, haya allanado el camino para su fortalecimiento.

La actualización del psns de Ecuador, Honduras y Perú permite observar que el nivel de nacionalización varía considerablemente de una elección a la otra en el caso de Ecuador y Perú mientras que en Honduras permanece estable. En Honduras, estos elevados valores responden al arraigo y el alcance territorial de los dos partidos históricos hondureños. Los partidos no pertenecen a regiones o zonas determinadas sino que su penetración territorial alcanza la totalidad del territorio nacional. Por el contrario, en Ecuador las diferencias en el nivel de nacionalización del sistema de partidos de una elección a otra son relevantes. Además, los diferentes psns obtenidos a lo largo del periodo colocan a Ecuador en el grupo de los países con sistemas de partidos de baja nacionalización(7). La estructuración de dos sistemas de partidos subnacionales que operan, en la Sierra y en la Costa, simultáneamente, permite comprender las diferencias en los apoyos que reciben los partidos, ligados a espacios regionales78,79(8).

En el caso de Perú, si bien las diferencias no son tan marcadas, la existencia un clivajesubcultural, que estructura socialmente al país80, y se traduce en los apoyos a los partidos, parece dar como resultado un sistema de partidos de nacionalización baja. Además, existe una fuerte desconexión de los partidos a nivel nacional respecto a la posibilidad de estructurar la competencia a nivel local, sumado a la proliferación de movimientos regionales y locales que hacen que las opciones a nivel local sean diferentes a aquellas de nivel nacional. También en este caso existe una variación importante del nivel de nacionalización de los partidos dentro del mismo sistema de una elección a otra.

3. ¿QUÉ VARIABLES PODRÍAN INCIDIR SOBRE EL NIVEL DE NACIONALIZACIÓN?

La heterogeneidad partidista respecto a los apoyos electorales en un país puede responder a diversas causas81. Las mismas pueden ser tanto de corte institucional como externas a las instituciones. Respecto al diseño institucional, la literatura especializada sostiene que, la estructura territorial del poder, es decir la mayor o menor centralización, tiene incidencia sobre la manera en que se estructura territorialmente el sistema de partidos. En ese sentido, diversos trabajos enfatizan en que en países unitarios, los sistemas de partidos tienden a una mayor agregación partidista entre las instancias locales y nacionales82,83. La existencia de procesos de descentralización política o económica también puede conducir a este tipo de configuraciones84-87.

Las características específicas del sistema electoral; como la existencia de umbrales, la magnitud del distrito, el timing de las elecciones legislativas o las disposiciones respecto a la conformación de alianzas electorales, pueden afectar la manera en que los partidos políticos se distribuyen territorialmente88, 89. También el tipo de procesos para la selección de candidatos al Legislativo90. Las características estructurales del propio sistema de partidos juegan un papel relevante. Los sistemas más fragmentados suelen encontrarse menos nacionalizados91.

Las variables extra institucionales también pueden influir en la morfología que adquiere la distribución de los apoyos a los partidos. Por un lado, la existencia de clivajes étnicos o sociales92-96. Por otro lado, determinadas estrategias electorales llevadas a cabo por los partidos o la decisión del elector de emitir un voto estratégico, pueden favorecer a la heterogeneidad partidista del sistema97.

4. SISTEMA ELECTORAL Y FRAGMENTACIÓN DEL SISTEMA PARTIDISTA

4.1. El diseño del sistema electoral

El sistema electoral tiene por finalidad determinar las reglas según las cuales los electores pueden expresar sus preferencias políticas en votos en escaños parlamentarios (en el caso de elecciones parlamentarias) o en cargos de gobierno98. Tres son los elementos básicos de un sistema electoral: la fórmula electoral, la magnitud de distrito, la estructura del voto y el umbral electoral99. Estos aspectos, junto con el tamaño del cuerpo representativo, demuestran tener consecuencias relevantes sobre el sistema de partidos100. Aquí se observará la existencia de barreras locales para la formación y permanencia de los partidos políticos y el timing de las elecciones.

Hipótesis 1: Las elecciones concurrentes contribuyen a generar sistemas de partidos más nacionalizados.

La preeminencia de cuestiones nacionales sobre cuestiones subnacionales incentivada por la campaña por la Presidencia puede generar un mayor nivel de nacionalización de los apoyos electorales a los partidos y de nacionalización del sistema. En este sentido, se espera que la preeminencia de cuestiones nacionales sobre cuestiones que puedan incentivar el voto a nivel nacional, generen agregación partidista101-103. Además, la celebración de elecciones concurrentes genera un arrastre del voto, motivado ya sea porque los votantes apoyan al candidato presidencial otorgándole la posibilidad de llevar a cabo su agenda mediante el apoyo legislativo o como consecuencia de una inercia electoral relacionada con que la elección legislativa aparece como secundaria104. Teniendo en cuenta que los partidos de origen regional o más localizado no competirán de manera efectiva por la Presidencia entonces en elecciones concurrentes el elector decidirá concederle su voto, probablemente presidencial y legislativo, a un partido nacional o al menos no exclusivamente regional. Así se tendería a producir una transferencia de votos desde los candidatos presidenciales hacia aquellos partidos que los apoyan compitiendo en elecciones legislativas.

En el caso ecuatoriano, las elecciones que demuestran una menor nacionalización del sistema de partidos son aquellas que se celebraban a mitad del periodo presidencial. A partir de las elecciones de 1984 y hasta las de 1998, se celebraron elecciones intermedias para la elección de Diputados provinciales. Las elecciones intermedias presentan los niveles más bajos de nacionalización que registra el sistema de partidos durante todo el periodo.

En el caso peruano, las elecciones legislativas se han celebrado de manera concurrente durante todo el periodo. En este sentido, el bajo nivel de nacionalización que comporta su sistema de partidos pareciera no estar relacionado con esta cuestión. Honduras también celebra elecciones concurrentes. Hasta el año 1993, cuando las elecciones municipales comenzaron a realizarse en una papeleta aparte, las elecciones municipales, legislativas y presidenciales se celebraban simultáneamente mediante la utilización de una única papeleta que originaba un voto único105. Desde 1997 y hasta 2005 las elecciones para Presidente y Congreso se desagregaron pero la papeleta siguió siendo la misma para los dos. En 2005 por primera vez se utilizaron papeletas diferentes para elegir Presidente y candidatos al Congreso106. A partir de las elecciones de 1997, las dos siguientes exhiben el psns más bajo del periodo. La desagregación del voto sumado a la utilización de papeletas separadas para la elección de 2005 podría ser una de las explicaciones para que en ese año se registren los niveles más bajos de nacionalización del sistema de partidos, 0,02 puntos por debajo de la media. Sin embargo, la variación tan leve que exhibe el sistema de partidos hondureño no permite elaborar conclusiones determinantes. Más bien habría que esperar a las próximas elecciones para poder evaluar el desempeño y los efectos de la desagregación del voto combinado con la separación de las papeletas(9).

Hipótesis 2: La ausencia de barreras electorales a nivel local genera un sistema de partidos de baja nacionalización

La inexistencia de barreras o umbrales electorales permite la competencia de partidos pequeños sin vasto apoyo electoral a nivel nacional en las elecciones generales. Estos partidos suelen ser partidos de origen regional que, al verse desincentivados para presentarse en todo el territorio, rebasan su ubicación geográfica pero suelen recibir bajos apoyos en las zonas que no pertenecen a su territorio original.

La nueva Ley de partidos peruana, que operó para las elecciones de 2006, establece la instauración de una barrera electoral del 4% para lograr representación legislativa107(10). La disgregación partidista que se observa en Perú es relativamente alta aunque no llegue a alcanzar los valores del caso ecuatoriano. En las elecciones legislativas ecuatorianas de 2006, solamente 26 partidos sobre los 47 en competencia lograron votos en una única provincia. En Perú, la situación es diferente, ya que la fragmentación regional se visualiza en las elecciones a autoridades regionales y para las elecciones nacionales se da una agregación partidista más alta ya que los partidos o movimientos regionales han decidido, en ocasiones, sumarse a un partido nacional. Sin embargo, ninguno de los dos países cuenta con una barrera electoral que desincentive la participación de los partidos pequeños en las elecciones nacionales, originando una alta heterogeneidad de los apoyos partidistas y, por consiguiente, una baja nacionalización del sistema de partidos. Además, en el caso ecuatoriano, la imposibilidad de conformar alianzas acentuaba aún más la heterogeneidad. Si los partidos pequeños contaran con incentivos para competir bajo la etiqueta de un partido nacional, la homogeneidad de los apoyos crecería a lo largo del territorio ya que no convivirían fuerzas locales con nacionales sino que las mismas se encontrarían fusionadas y los issues de la campaña electoral pasarían a ser, sobre todo, nacionales. De todos modos, en Honduras tampoco existe una ley o disposición que establezca una barrera electoral a nivel local para la participación de partidos regionales en elecciones generales. No obstante, esta situación se ve desincentivada por la lógica bipartidista de la competencia.

Hipótesis 3: El desarrollo de legislación que exija presencia nacional a los partidos políticos no necesariamente produce sistemas de partidos de alta nacionalización

La existencia de legislación que obligue a los partidos a presentar candidatos en un número mínimo de provincias o departamentos con el objetivo de "nacionalizarlos" puede generar bajos niveles de nacionalización. Allí donde los partidos mantienen relaciones estrechas con sectores y sociedades específicos, a los cuales representan políticamente en una región determinada, probablemente reciban apoyos electorales muy bajos en contextos diferentes. Así, se logra el efecto contrario del esperado. En vez de convertir a los partidos en organizaciones nacionales, se convierte al sistema de partidos en la suma y yuxtaposición de partidos regionales que contribuyen a la baja nacionalización del sistema de partidos108.

Con el objetivo de lograr conformar partidos organizados nacionalmente, en Ecuador rige la obligación legal de que todos los partidos para participar en elecciones deben presentar candidatos en un número mínimo de provincias. Los partidos se ven obligados a rebasar su ubicación geográfica y competir en territorios donde sus apoyos electorales serán bajos generando una territorialización del sistema de partidos, acentuada por el hecho de que en más de un caso los partidos presentan listas en varias provincias pero logran votaciones solamente en una. Así, se niega una vez más, la existencia de sociedades regionales originando un sistema de partidos excesivamente territorializado con partidos regionales compitiendo a nivel nacional y partidos nacionales que retroceden y afianzan bastiones perdiendo votos en otras zonas del territorio nacional109.

En Perú, la Ley de Partidos, sancionada en octubre de 2003, establece la obligatoriedad de contar con afiliados y comités partidistas en al menos un tercio de las provincias y dos tercios de los departamentos110 y una ley posterior, sancionada en 2005, establece una valla electoral del 4% de los votos válidos o la elección de por lo menos cinco congresistas en más de una circunscripción electoral para tener derecho a la representación parlamentaria(11). Esto responde probablemente a la proliferación de listas independientes y partidos pequeños en las elecciones regionales y locales de 2002, ya que la fragmentación en los ámbitos locales es aún mayor que en el ámbito nacional111. A partir de esta lógica en Perú el nivel de nacionalización del sistema de partidos en las elecciones de 2006 debería haber sido más alto que el de años anteriores. Teniendo en cuenta la legislación respecto a la implantación nacional de los partidos, el nivel de nacionalización debería verse incrementado en estas últimas elecciones, lo cual no sucede. Esto se relaciona con partidos nacionales débiles y centrados en la capital con dificultades de encontrar espacios de poder en otras regiones y fuerzas políticas nuevas que se asientan en regiones específicas del interior del país112. Entonces, pareciera ser que en los dos casos en los que la legislación exige algún tipo de presencia nacional a los partidos, la nacionalización es baja. En el caso de Honduras, como contraparte, la nacionalización es alta y no existen reglas que fomenten la implantación nacional del sistema de partidos. Probablemente estas no sean necesarias toda vez que los partidos se asientan de manera homogénea a lo largo del territorio.

4.2. El nivel de fragmentación del sistema de partidos

Hipótesis 4: Una alta fragmentación del sistema de partidos produce un bajo nivel de nacionalización de ese sistema de partidos.

Con base en el trabajo de Jones y Mainwaring, que encuentra una alta correlación entre la fragmentación del sistema de partidos y su nivel de nacionalización, los casos de Ecuador, Honduras y Perú confirman la hipótesis113. Como quedó manifestado en el capítulo anterior, los sistemas de fragmentación más alta para el periodo estudiado también son los de más baja nacionalización. Así, Ecuador, el más fragmentado es el menos nacionalizado y Honduras, sistema de dos partidos, exhibe altos niveles de nacionalización. En medio de estos dos casos se encuentra Perú, el cual exhibe un fragmentación partidista alta, que genera un sistema multipartidista, aunque no tan acentuado como el ecuatoriano. En este sentido, el nivel de nacionalización es más alto que el de Ecuador aunque más bajo que el de Honduras. Sin embargo, el sistema de partidos peruano está considerado como de baja nacionalización. Gráfico 2, Gráfico 3, Gráfico 4

Si se observan las oscilaciones del nep de los tres países, la correspondencia con el nivel de nacionalización es alta, aunque más identificable en los dos casos de baja nacionalización pues su psns varía considerablemente durante el periodo. Teniendo en cuenta que el psns de Honduras se mantiene continuamente alrededor de los 0,9 puntos y el nep tampoco varía mucho más allá de los 2 puntos, no se observa fácilmente la relación de una elección a otra. De todas maneras, se puede identificar una relación estrecha entre baja fragmentación y bajo nivel de nacionalización.

En las elecciones de 1990 y de 2006 es cuando Perú exhibe el nivel de nacionalización más bajo. Asimismo, es en la elección de 1990 cuando se registra uno de los nep más altos, de 4,04. En esta oportunidad nuevos partidos sin estructuras organizativas sólidas entran en escena, es el caso de Cambio 90 y fredemo. A simple vista las elecciones de 2006 no demuestran un alto grado de fragmentación teniendo en cuenta que su nep es de 3,40 frente a otros más altos en elecciones anteriores, no obstante se debe tener en cuenta la conformación de alianzas electorales. En este sentido, el partido que logró más escaños en el Legislativo era una alianza entre upp y el Partido Nacionalista creado por Ollanta Humala. El Frente de Centro, era una alianza liderada por ap. Unidad Nacional también es una alianza conformada por partidos de derecha como el ppc y Restauración Nacional, entre otros y, por último la Alianza por el Futuro.

4.3. Variable no institucional: clivajes regionales

Hipótesis 5: La presencia de clivajes regionales genera sistemas de partidos de baja nacionalización.

A partir del trabajo de Lipset y Rokkan sobre la conformación de los sistemas de partidos europeos, se considera que los clivajes son fracturas sociales que en un momento determinado se congelan y pasan a expresarse en la arena política114. Estas líneas de fractura podrían impulsar la configuración de sistemas de partidos heterogéneos con organizaciones partidistas que respondan a intereses específicos. Así, compiten a nivel nacional partidos que representan intereses de grupos determinados. En este sentido es probable que la concentración geográfica de estos grupos determine desigualdades en la votación nacional del partido que los representa. La votación del partido estaría circunscrita a zonas determinadas no obteniendo apoyos electorales, u obteniendo apoyos bajos, en aquellas donde imperan intereses de otro tipo. Además, respecto al nivel territorial de las cuestiones que priman en política como orientadoras del voto, la agregación partidista sería más difícil allí donde las preferencias electorales de los votantes están determinadas por issues locales115,116.

En el caso de Ecuador, el clivaje regional que divide Sierra y Costa pareciera tener incidencia sobre la manera en que se distribuyen los apoyos electorales, es decir, los votos a los partidos políticos que compiten nacionalmente. Teniendo en cuenta el bajo nivel de nacionalización de los partidos ecuatorianos se puede observar la manera en que los partidos de origen costeño, desde el retorno a la democracia, reciben gran parte de su votación en la costa y magros porcentajes en la sierra. Ocurriendo exactamente lo contrario en el caso de los partidos de origen serrano. En este sentido se los ha caracterizado como "partidos de vocación nacional y apoyo regional"117. Si bien los partidos grandes, que han competido más de una vez presentando candidato presidencial, presentan listas en la mayoría de las provincias, su votación difiere notablemente de una región a otra. La tendencia en el periodo 1979-1998 ha sido a que el apoyo costeño para los partidos serranos fuera aproximadamente la mitad del que dichos partidos reciben en su bastión -y a la inversa en el caso de los partidos costeños- aunque en la última elección de 2006 estas diferencias se acentuaron.

Además, una línea de tensión comenzó a expresarse hacia fines de la década de 1990 en el regionalizado sistema de partidos ecuatoriano: la étnica. Este clivajese suma al anterior para superponerse y generar una competencia aún más compleja. La existencia de fracturas que no se manifestaron en la constitución original del sistema de partidos permite pensar en tensiones dormidas que, en una situación específica y como consecuencia de determinadas condiciones sociopolíticas e institucionales, logra manifestarse imprimiendo su sello en las características de la competencia partidista. La complejidad se relaciona también con la manera en la que opera el clivaje étnico. El mismo, no atraviesa el país como sí lo hace el regional sino que se ubica sobre todo en la región de la Sierra y genera allí votaciones diferenciadas que se relacionan con el tipo de competencia que se origina en la Sierra, diversa de la que tiene lugar en la Costa.

En el caso de Perú, la existencia de un clivaje subcultural donde interactúan lo étnico, la religión y la clase118, también contribuye a generar un nivel bajo de nacionalización de su sistema de partidos. En este sentido, el apoyo al partido tradicional más exitoso electoralmente desde el retorno a la democracia, el pap, suele estar concentrado en la región costa-norte del país, mientras que las regiones serranas prefieren no votar por esta agrupación. Así, se configura un clivaje asentado regionalmente donde tienen lugar apoyos diferenciados entre la región de la costa y la sierra. En el mapa del país existe una línea imaginaria que delimita el voto a los partidos tradicionales en la región costeña y las nuevas fuerzas en la sierra. Los partidos tradicionales no encuentran apoyos fuertes en el sur andino y la sierra del país, allí suelen lograr victorias contundentes las fuerzas políticas nuevas119.

Al igual que en Ecuador, en las últimas elecciones generales, estas diferencias parecen haberse acentuado. El nivel de nacionalización del sistema de partidos es uno de los más bajos desde la transición. Las elecciones que le siguieron a las legislativas lo pusieron de manifiesto. Los partidos nacionales aparecen minimizados y las victorias aisladas y heterogéneas permiten pensar en la continuidad de una distribución territorial regionalizada120, 121. En consonancia con el declive en el nivel de nacionalización del sistema de partidos, en las elecciones de 2006 parece haberse manifestado, con más claridad que en contiendas anteriores, la división social, étnica y regional de Perú122.

Contrariamente a los dos casos descritos anteriormente, en Honduras no se han originado líneas de tensión que, en forma de clivajes, afecten necesariamente la manera en que se distribuyen los apoyos electorales de los partidos. En el caso hondureño, el clivaje primigenio fue el que enfrentaba a liberales y conservadores123, 124. La diferenciación social en estos términos originó pertenencias políticas históricas aunque diseminadas por todo el territorio y sin originar diferenciaciones políticas traducidas geográficamente como en los casos anteriores.

5. FRAGMENTACIÓN, CLIVAJES REGIONALES Y NACIONALIZACIÓN DEL SISTEMA DE PARTIDOS

Se exploró la relación entre diversos elementos tanto institucionales como no institucionales y el nivel de nacionalización de un sistema de partidos. De las seis hipótesis planteadas, dos se corroboran con los datos empíricos de los tres países como se puede observar en el siguiente cuadro.

Los dos sistemas de partidos de baja nacionalización, Ecuador y Perú, exhiben un nivel de fragmentación alto. Por un lado, Perú cuenta con un sistema multipartidista limitado y su media en términos de nacionalización es de 0,72 y, por el otro, el sistema de partidos ecuatoriano es un multipartidismo extremo con un nivel medio de nacionalización de 0,59. Honduras es un sistema bipartidista consolidado y su nivel de nacionalización medio es de 0,92. A partir de estos tres casos, se muestra la manera en que los altos niveles de fragmentación se asocian a bajos niveles de nacionalización y viceversa. Por lo tanto, se corrobora lo planteado por Jones y Mainwaring, quienes ya habían notado a partir de su estudio una alta correlación entre estas dos variables(12).

Tanto Ecuador como Perú cuentan con líneas de tensión que se manifiestan enclivajesregionales que estructuran la competencia y generan apoyos electorales diferenciados. En el caso ecuatoriano, el clivajeregional que diferencia Sierra y Costa, genera dos sistemas de partidos con lógicas particulares diferenciados entre sí y del sistema partidista nacional. En Perú opera un clivaje complejo caracterizado como subcultural que se manifiesta también territorialmente, generando partidos con apoyos serranos o costeños. En Honduras no tiene lugar este tipo de clivaje, lo que vuelve la competencia menos territorializada así como a los apoyos electorales más homogéneos. Entonces, a partir de estos tres casos la hipótesis que plantea una relación entre existencia de clivajes regionales que estructuran la competencia partidista y baja nacionalización del sistema de partidos, pareciera corroborarse.

CONCLUSIONES

El estudio sobre la manera en que los partidos políticos distribuyen sus apoyos electorales en un territorio determinado es central para poder comprender el funcionamiento del sistema de partidos y del sistema político. El nivel de nacionalización de un sistema de partidos parece relacionarse con una cuestión tan fundamental como la gobernabilidad del sistema, lo que convierte en central este tipo de análisis. La existencia de sistemas de partidos que operan subnacionalmente condiciona el funcionamiento del sistema de partidos nacional y vuelve necesario pensar nuevas categorías de análisis.

A lo largo de estas páginas se pretendió dar respuesta a dos interrogantes. Por un lado, ¿qué nivel de nacionalización revisten los sistemas de partidos de Ecuador, Honduras y Perú? Y, por otro, ¿cuáles podrían ser los factores que inciden en su nivel de nacionalización? Para esto, se analizaron los principales aportes teóricos y metodológicos respecto al modo en que se distribuyen territorialmente los apoyos a los partidos políticos, se utilizó una medida de nacionalización para establecer el nivel de nacionalización de los tres sistemas de partidos y se plantearon diferentes hipótesis respecto a posibles variables que tuvieran incidencia sobre dicho nivel.

Una de las principales conclusiones de este trabajo es que el nivel de nacionalización de los sistemas de partidos de Ecuador, Honduras y Perú no se ha modificado en los últimos años. Honduras se ubica entre los más nacionalizados de América Latina mientras que los sistemas de partidos de Perú y Ecuador continúan exhibiendo niveles de nacionalización baja. En ese sentido, la media de los tres países es muy similar a la media que registra el trabajo de Jones y Mainwaring en el periodo 1979-1996.

El otro aspecto tratado se refiere a la exploración de la posible relación entre diferentes variables que podrían incidir sobre el nivel de nacionalización. En ese sentido, se han logrado identificar algunos de los factores que pueden incidir en el nivel de nacionalización de un sistema de partidos. Se identificó, por un lado, variables institucionales: sistema electoral, fragmentación del sistema de partidos y, por otro, una variable no institucional: la existencia de clivajes sociales.

A partir del análisis de los tres casos se puede mencionar que no todas las variables planteadas inciden sobre el nivel de nacionalización. El nivel de fragmentación muestra relativa consistencia para explicar el nivel de nacionalización. La variable no institucional contemplada en este trabajo, la existencia de clivajes sociales expresados políticamente de manera regional, parece incidir en el nivel de nacionalización del sistema de partidos. Tanto el caso de Ecuador como el de Perú exhiben sociedades cruzadas por líneas de tensión que logran expresarse políticamente y se encuentran asentadas de manera geográfica. Por su parte, Honduras no cuenta con este tipo de clivaje, ya que la línea de tensión que históricamente viene dando forma a la competencia política - el clivajeliberal-conservador- no exhibe diferenciaciones claras en términos territoriales.

En ese sentido, aquí se plantean posibles líneas sobre las que avanzar en el estudio de los niveles de nacionalización y las variables que podrían incidir sobre el mismo. Partiendo de las variables sugeridas para pensar el nivel de nacionalización de los sistemas de partidos, futuros trabajos deberán fortalecer y contrastar las hipótesis planteadas mediante la utilización de datos empíricos, descubriendo posibles nuevas relaciones y aceptando o descartando las descritas.


COMENTARIOS

1. El presente trabajo forma parte de la tesis de maestría titulada "Distribución territorial de los apoyos electorales en los sistemas de partidos de Ecuador, Honduras y Perú (1979-2006)", dirigida por la Dra. Flavia Freidenberg y defendida en febrero de 2008 en el Instituto Interuniversitario de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca. La autora agradece especialmente los comentarios y sugerencias de Flavia Freidenberg a una versión previa de este artículo. También agradece la ayuda y observaciones de Mark P. Jones, Iván Llamazares, Araceli Mateos y José Ricardo Puyana. La tesis fue realizada gracias al otorgamiento de una beca del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de Argentina y la Fundación Carolina para cursar estudios de doctorado en la Universidad de Salamanca, España.

2. Otros autores ponen la mirada sobre esta cuestión desde la perspectiva de la "heterogeneidad distrital", la "agregación partidista", los "lazos partidistas a lo largo de los distritos". Al respecto, véase BOCHSLER Daniel, Ob. Cit.

3. PACHANO Simón, Ob. Cit. Éste último propone el Índice de Distribución Territorial (IDT) como herramienta para medir el modo en que los partidos están distribuidos en un sistema de partidos determinado y lo aplica al caso ecuatoriano.

4. El autor se centra en el primer problema identificado y elabora lo que llama el "el Coeficiente de Gini estandarizado para medir la nacionalización partidista"

5. Los autores calculan el psns para las elecciones celebradas en el periodo 1981-1997 en el caso de Honduras; 1979-1996 para Ecuador y 1980-1990 en Perú. En este sentido, le adjudican a Honduras 0,92, exactamente el mismo valor de la media para el periodo 1981-2005, calculada en este trabajo. Asimismo, la media establecida por los autores en el caso peruano es de 0,70 y de 0,73 al actualizar los cálculos para las cuatro elecciones siguientes, no consideradas por ellos. Al igual que en los dos casos anteriores en Ecuador la media actualizada es de 0,59 y la calculada por los autores de 0,57.

6. Alianza por el Futuro, Partido Aprista Peruano, Frente de Centro, Unidad Nacional, Unión por el Perú-Partido Nacionalista Peruano y Perú Posible.

7. La variación máxima es entre la elección de 1984, donde el psns es de 0,54 y la de 1998, donde es de 0,74.

8. FREIDENBERG Flavia y Manuel Alcántara, Ob. Cit. y PACHANO Simón, Ob. Cit. Si bien la region de la Amazonía se ha tornado relevante en el marco del reposicionamiento de los partidos y la reconfiguración del sistema, específicamente por la importancia del Partido Sociedad Patriótica, se hará hincapié en la diferenciación entre las regiones de la Sierra y la Costa.

9. La Ley Electoral y de Organizaciones políticas sancionada en 2004 introduce numerosos cambios en términos de administración electoral, campañas electorales y selección de candidatos. Se plantea que su objetivo es democratizar las prácticas de los partidos tradicionales, volver más transparente la administración electoral, regular las campañas, aumentar la representación de las mujeres en el Congreso y darle al elector la posibilidad de ejercer un voto preferente.

10. La barrera del 4% fue aprobada por el Congreso el 29 de septiembre de 2005.La misma establecía que solo alcanzarían representación parlamentaria los partidos que logren el 4% de la votación o la elección de cinco candidatos de su propia lista en en más de una circunscripción. Luego de las elecciones de 2006, se prevé la elevación de la misma al 5% o a la elección de seis congresistas por la misma lista en más de una circunscripción. Al respecto véase MELÉNDEZ, Carlos "Partidos y sistema de partidos en el Perú", en Roncagliolo, Rafael y Carlos Meléndez (Edits.). La política por dentro Cambios y continuidades en las organizaciones políticas de los países andinos. IDEA y Asociación Civil Transparencia, 2007, pp. 213-271.

11. Ley 28617. Después de las elecciones de 2006 la barrera será del 5% y el mínimo de congresistas seis.

12. La correlación realizada por Jones y Mainwaring establece una significancia de - 0,87. Sin embargo destacan el hecho de que los dos elementos son conceptualmente y operacionalmente discretos.


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