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Análisis Político

versión impresa ISSN 0121-4705

anal.polit. v.23 n.69 Bogotá mayo/ago. 2010

 

Estrategia y geografía política del conflicto armado en el Valle del Cauca

 

Strategy and political geography of the armed conflict in Valle del Cauca

Fernando Estrada

Investigador del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales (CIPE), Universidad Externado de Colombia.


RESUMEN

Aquí se expone una explicación sobre las causas que han determinado cambios geopolíticos derivados de la confrontación armada entre la fuerza pública y las agrupaciones paraestatales en el Valle de Cauca (Colombia). Este trabajo constituye la primera parte de un proyecto que distingue tres componentes centrales del conflicto armado y su impacto a nivel regional: (a) la relevancia de la geografía para comprender las trasformaciones políticas y económicas derivadas de la guerra local; (b) la estructura económica y financiera que sustenta la formación y el mantenimiento de los ejércitos irregulares dentro de una región geográfica determinada; (c) las correlaciones estratégicas que distinguen y asimilan a las agrupaciones que luchan por el predominio sobre la geografía regional. Restringimos la búsqueda al primero de los tres componentes. Un trabajo posterior debe mostrarnos las correlaciones entre agrupaciones paraestatales, sus nuevas identidades y el impacto geopolítico que han tenido dentro del conjunto global de la geografía en Colombia.

Palabras claves: Conflicto, geografía, actores, Valle de Cauca


SUMMARY

Hereby we present an explanation of the causes that have determined geopolitical changes derived from the armed confrontation between the state force and paraestatal groupings in Valle del Cauca (Colombia). This paper is the first part of a project encompassing three central components of the armed conflict and its regional impact: (a) the relevance of geography to understand political and economic transformations arising from local war; (b) the economic and financial structure supporting the formation and survival of irregular armies within a determined geographic region; (c) the strategic correlations that differentiate and assimilate the groups fighting for predominance in the regional geography. We restricted the research to the first of the three components. A later work should show us the correlations between paraestatal associations, their new identities and geopolitical impact within the whole Colombian geography.

Key words: Conflict, geography, actors, Valle del Cauca


INTRODUCCIÓN

Un balance de la evolución del conflicto armado en Colombia debe describir variaciones geográficas que tengan influencia decisiva en la formación poblacional. Ante todo, si es posible localizar aquellas regiones que han integrado una estrategia singular de los agentes de violencia que hayan afectado la calidad de vida y el desarrollo económico de su gente. En este sentido, Antioquia y el Valle del Cauca reproducen objetivos destinados a mostrar, en toda su dimensión, los alcances del conflicto armado sobre el conjunto de la sociedad colombiana. La región de Antioquia parece una matriz ejemplar para comprender la expansión territorial y los corredores estratégicos que van, desde Puerto Triunfo, hasta el Bajo Atrato, pasando por el Urabá chocoano dentro de una recomposición geográfica que fue trasformando las identidades urbanas de Medellín y de ciudades intermedias como Turbo o San José de Apartadó (Jiménez, 2009; Roldan, 2002)(1).

Por su parte, el Valle del Cauca ha concentrado una mayor complejidad en las formas y manifestaciones del conflicto armado. A una tradición de violencia heredada de los años cincuenta, en décadas recientes se sumaron factores derivados del narcotráfico y del desplazamiento forzado, y las principales ciudades afectadas son: Cali, Tuluá, Cartago, Buga, Palmira, Yumbo y Pradera. De la tierra prometida para familias provenientes de Cauca, Nariño, Caldas o Antioquia durante el siglo XIX, y el Valle del Cauca durante la segunda mitad del siglo XX, quedan pocas huellas. Las acciones de los agentes del conflicto y una economía ilegal, han generado cambios en la identidad de sus poblaciones y en los gobiernos locales(2).

Para el caso del Valle del Cauca, aquí se explican las causas que han determinado cambios geopolíticos, derivados a su vez, de la confrontación armada entre la Fuerza Pública y las agrupaciones paraestatales. La geografía de la guerra ha modificado la trayectoria de las poblaciones hacia las cabeceras municipales y las ciudades intermedias. Algunas zonas presentan fenómenos parecidos a otras regiones del país como Antioquia, Córdoba o Magdalena Medio: anomia del poder político del Estado, estrategias heredadas y redistribución territorial de los agentes violentos. Parte de la región rural vallecaucana, ilustra los efectos del conflicto y la evolución del poder político en Colombia durante el último medio siglo.

Este período marca cambios decisivos en la región vallecaucana, pero también indica los límites dentro de los cuales está pensado el presente trabajo. Después de 2003, el conflicto armado en la región pacífica se extendió hasta alcanzar los departamentos de Chocó, Valle, Cauca y Nariño. Con la evolución irregular de las negociaciones entre el gobierno y las autodefensas, el auge de micro-carteles y los desplazamientos poblacionales, la geografía política muestra variaciones que dan cuenta de importantes dinámicas del conflicto armado en el occidente de Colombia(3).

Este trabajo es la primera parte de un proyecto que distingue tres componentes centrales del conflicto armado y su impacto a nivel regional: (a) la relevancia de la geografía para comprender las trasformaciones políticas y económicas derivadas de la guerra local; (b) la estructura económica y financiera que sustenta la formación y el mantenimiento de los ejércitos irregulares dentro de una región geográfica determinada; y (c) las correlaciones estratégicas que distinguen y asimilan a las agrupaciones que luchan por el predominio sobre la geografía regional. En este capítulo, restringimos la búsqueda al primero de los tres componentes. Un trabajo posterior nos enseñará las correlaciones entre agrupaciones paraestatales, sus nuevas identidades y el impacto geopolítico que ha tenido en el conjunto de la geografía en Colombia.

Seguimos la siguiente estructura: (1) se describe la geografía regional indicando los cambios originados por el conflicto en la recomposición poblacional del departamento; (2) se explica cómo la geografía regional facilitó la realización de estrategias que relacionaban territorios urbanos y rurales (para las agrupaciones, el dominio de las zonas montañosas confería ventajas en términos de movilidad territorial); (3) en particular, los territorios del Litoral Pacífico fueron significativos para la economía del narcotráfico, uno de sus principales activos; (4) se explica, con base en trabajos de Salazar y Castillo (2007), la forma espacial de la geografía que toma la confrontación armada entre 1999 y 2003: la de una herradura invertida U de los corredores estratégicos que desde el norte del Valle llevan a Buenaventura; (5) se hace un esbozo del modelo Garfinkel/Skaperdas con el objeto de comprender la estrategia de las agrupaciones; (6) se explican los comportamientos intergrupales y sus patrones geográficos entre 1999 y 2003; (7) se indican algunas implicaciones del modelo Garfinkel/Skaperdas; y (8) se concluye con algunas observaciones sobre los equilibrios (relativos) alcanzados en la confrontación armada entre 1999 y 2003.

Región

Dentro de la disciplina geográfica el concepto de "región" es poco flexible. Tiene un papel relevante en las definiciones que estudiamos para el caso del Valle del Cauca, que se basan en el estudio de la expansión del conflicto armado y los efectos políticos del mismo. Hablamos de "región" para distinguir entre las formas y la evolución poblacional, y las segregaciones ocasionadas por agentes violentos en zonas estratégicas. En este contexto, términos como "localidad", "territorio" y "lugar", se utilizan como aproximaciones geográficas para trabajar estos fenómenos (Harvey, 2007)(4).

La idea central es que existe un espacio contiguo que posee el carácter de una entidad definida por cualidades específicas. A veces los límites están claramente demarcados desde el punto de vista político (como en casos de administración local); pero en otros casos se mantienen ambiguos (en razón a la intensidad de la confrontación armada). La región vallecaucana puede definirse en función de cualidades homogéneas (usos de la tierra, composición de suelos, formas geológicas) o en función de relaciones coherentes con otros elementos diversos (funcionalidad estratégica de la carretera Panamericana). Allí la "región" es un dominio de realidades diferentes que convergen en una determinada identidad(5).

Nuestro interés es subrayar que la evolución del conflicto armado ha tenido consecuencias directas sobre la geografía poblacional. Durante la primera mitad del siglo XX, los territorios del Valle fueron diferentes a los de la segunda mitad. Los usos de la tierra hicieron extensiva la economía de los ingenios azucareros en detrimento de la diversidad de cultivos, la propiedad y la redistribución. Las rutas diseñadas por narcotraficantes para la comercialización de drogas ilícitas después de los años 80, modificaron extensas zonas que vinculaban geográficamente el norte, el centro y el sur del departamento. La Costa del Litoral Pacífico tuvo cambios sociales y económicos derivados de la confrontación entre paramilitares y guerrilleros. El conflicto armado redefinió la geografía regional y política del Valle del Cauca con severos impactos sobre el ecosistema y las poblaciones.

El concepto "región" que usamos se refiere al tipo de lealtades o conflictos relacionados con la presencia de agentes violentos no estatales. Las agrupaciones paraestatales fueron modificando los sentidos de pertenencia de las poblaciones, los sentimientos comunitarios, el modo de vida de núcleos familiares, los recuerdos y la historia del Valle del Cauca. La redistribución geográfica propiciada por la guerra, impuso cambios fundamentales a la economía y a la demografía poblacional, de modo que la región cambió así como la mentalidad de su gente.

Valle, sierra y mar

La geografía del Valle del Cauca se caracteriza por sus marcados contrastes entre la extensa llanura verde y las cordilleras Central y Occidental. Fue una región que, durante el siglo XIX y la segunda mitad del siglo XX, produjo gran variedad de alimentos destinados a cubrir las necesidades de hacendados feudales, poblaciones locales y otras regiones del país(6). Después de los años 50, la distribución agropecuaria del Valle ofreció mayor complejidad geográfica. La gran variedad agrícola fue reemplazada por extensas hectáreas de caña de azúcar, los pequeños propietarios migraron hacia las ciudades intermedias y se emplearon como corteros o trabajadores de las haciendas y los ingenios azucareros. Se formó así una mediana industria agrícola dependiente de inmigrantes asiáticos (japoneses y coreanos) que contribuía a la generación de empleo. Las relaciones de equilibrio relativo entre el campo y la ciudad mermaron por problemas relacionados con la segregación poblacional en ciudades intermedias como Palmira, Jamundí, Tuluá o Buga(7).

La década del 90 trajo cambios determinantes a la geografía del Valle del Cauca causados, directamente, por la confrontación armada entre las Farc, el ELN y las Autodefensas, e indirectamente, por el progresivo decaimiento de la industria, el comercio y la emergencia del narcotráfico con su economía deslumbrante. La estrategia territorial y el impacto provocado por la expansión del conflicto armado, causaron choques directos sobre los gobiernos locales. Paralelo a la imposición del monocultivo y a la expansión de los ingenios azucareros, los agentes violentos ocuparon espacios estratégicos para aislar a las poblaciones y redistribuir zonas claves de la economía ilegal. Primero hacia el norte del Valle (Cartago, Tuluá, Roldanillo), luego hacia el centro del Valle (Palmira, Pradera, Jamundí) y finalmente toda la costa del Litoral Pacífico (Buenaventura).

La carretera Panamericana divide la tipología territorial del Valle del Cauca. En sus extremos, ciudades como Tuluá y Buga con desarrollo en infraestructura, industria y educación. En lugares alejados hacia el norte, el Águila, Restrepo y Obando; hacia el suroccidente, Palmira, Pradera, Florida o Candelaria, sobresalen sus contrastes económicos. Y en un espacio territorial definitivo para la región, Buenaventura, el puerto marítimo más importante de Colombia, está la zona de mayores desequilibrios del Valle durante la última década.

Los territorios montañosos de las cordilleras Central y Occidental, durante la primera mitad del siglo XX, concentraron baja población urbana y comunidades rurales diseminadas y con menor desarrollo. Durante los años 80 se intensificó, junto a los cultivos ilegales, la actividad guerrillera. La movilidad insurgente entre los departamentos del Valle, Huila y Tolima (hacia el norte) y Cauca y Nariño (hacia el sur) transformó las condiciones de lugares importantes para el desarrollo y la economía del Valle del Cauca. El incremento de los cultivos ilegales impactó fuertemente la economía de menor escala modificando la distribución social y económica de toda la región.

Dentro de este espacio geográfico, durante la década del 80 las oportunidades para los agentes del conflicto presentaron ventajas para los grupos insurgentes: un despliegue estratégico por pequeñas unidades que se combinó con campamentos situados en los páramos; una geografía compleja contribuyó a reducir las distancias que separan los picos de montañas de los centros urbanos, y las actividades de boleteo, extorción y amenaza sobre comerciantes y propietarios incrementaron los ingresos de las Farc. Mientras tanto, la fuerza pública limitó su acción a los centros urbanos con mayor densidad poblacional como Tuluá, Buga, Palmira Yumbo o Jamundí. Durante este período, la hegemonía de las Farc creó un ambiente de equilibrio relativo que se trasformó con la irrupción paramilitar a principios de los años 90.

Hacia el occidente montañoso, durante esa década, los capos del narcotráfico encontraron un territorio abonado para sus objetivos. El tendido de campamentos y laboratorios para el procesamiento de coca reemplazó paulatinamente los cultivos tradicionales. El jornalero abandonó las temporadas de cosechas tradicionales para ofrecer su fuerza de trabajo en cultivos ilegales. La zona ubicada entre los departamentos de Antioquia, Valle (y el Pacífico chocoano) se transformó en epicentro del conflicto violento entre las Farc, las Autodefensas Unidas del Norte del Valle y las organizaciones del narcotráfico. La evolución del conflicto en Colombia puede comprenderse con los cambios sucedidos en estos municipios y otras localidades durante la década del 90. Todo el Valle del Cauca –como región– se convirtió en un campo de disputa estratégica para mantener la guerra por los recursos económicos y los territorios del Pacífico colombiano.

El lector puede formarse una idea sobre las distancias si estima que un viaje entre Palmira (urbano) y Potrerillo (rural), o entre Cali (urbano) y la Buitrera (rural), requiere entre quince o treinta minutos. La distribución territorial vallecaucana presenta equilibrios ideales si se la compara con otras regiones de Colombia. Estratégicamente, esto significa que poseer dominio territorial en zonas rurales es obtener ventajas sobre enemigos ubicados en zonas urbanas. De hecho, buena parte de la estrategia consistió en subordinar a poblaciones de zonas rurales como la Cumbre y Jamundí. Dominio que conseguieron las Farc durante los años 80 y que disputarían las Autodefensas durante la década del 90. La guerra en Colombia se escala en otra dirección cuando los agentes determinan cubrir la geografía del occidente colombiano: el Mar Pacífico, mientras que en el Valle se desarrolló una nueva fase de la confrontación armada que se relacionó directamente con la geografía y con la economía derivadas del contrabando y del narcotráfico.

Por otro lado, en el Valle del Cauca los páramos se conviertieron en lugares estratégicos para dominar ampliamente sus territorios. Arriba, los campamentos atrincherados en los que se puede guardar no sólo víveres y alimentos, sino secuestrados y miembros cautivos de la Fuerza Pública. Abajo, municipios separados por poca distancia y un potencial de economía rentable para negocios como el secuestro, la extorción y el narcotráfico. Una geografía que, gracias a las conexiones entre el centro y el sur de Colombia, contribuyó al desarrollo del país, pero el conflicto armado y el narcotráfico transformaron en terreno estratégico para la economía de la guerra. El impacto global del conflicto armado sobre la identidad vallecaucana provocó cambios irreversibles en la política y en la gobernabilidad de sus municipios. Las acciones de las Farc durante las décadas del 80 y del 90, propiciaron el desplazamiento poblacional desde las zonas rurales hacia los centros urbanos, como se muestra en la Figura 3 (Anexo).

El Litoral Pacífico

Históricamente, los territorios de la costa Pacífica han sido diferenciados del resto del Valle del Cauca(8), y separados de las prioridades políticas del Estado. Aunque la carretera al mar mueve gran parte de la economía colombiana, su ubicación espacial y sus zonas montañosas alejan a sus poblaciones del resto del país. No es el caso para los intereses de los señores de la guerra. Desde finales de la década del 80, el Puerto de Buenaventura y las zonas rurales han sido territorios estratégicos para dominar los corredores de envío de drogas ilícitas y el comercio de armas. La combinación de una economía del contrabando con debilidades gubernamentales y la influencia del narcotráfico, han contribuido a intensificar el conflicto en el Litoral Pacífico. Si comparamos los indicadores de desarrollo de Buenaventura con el resto de ciudades del Valle del Cauca, se observan diferencias sustantivas. La brecha de pobreza en Yumbo, Buga o Cartago, tienen un nivel de tolerancia ‘razonable’. No sucede lo mismo con Buenaventura, la variación en este caso tiene valores negativos. Desempleo y pobreza extrema han sido factores dominantes de su reciente historia política. El gobierno central ha desempeñado una pobre función en Buenaventura, y ha limitando su influencia a temas de infraestructura y seguridad.

Durante las décadas del 80 y del 90, el Puerto del Pacífico cedió espacios a la lucha por el control territorial y a la geografía expansiva del conflicto armado gracias a la economía del narcotráfico y del contrabando. La guerra entre los agentes de violencia debilitó la gobernabilidad a nivel local. El Litoral Pacífico, los territorios de Chocó, Bajo Atrato, Valle del Cauca, Cauca y Nariño, son ejemplos de vacío de poder político y de ausencia del Estado. La carencia de programas de desarrollo como planes de salud, educación y vivienda, de recursos básicos de sus gentes y las ínfimas condiciones de empleo, han generado un desplazamiento continuo hacia ciudades como Pradera, Buenaventura, Palmira o Cali (Guzmán, 2007). Esto ha dado lugar a severos contrastes entre los negocios de contrabando en el Puerto, y la pobreza generalizada en los municipios y caseríos de la región. La Buenaventura urbana contrastaba con la Buenaventura rural, municipios como Dagua o Loboguerrero, en donde hubo enfrentamientos entre las Farc y distintos frentes de las Autodefensas, quedaron como poblaciones aisladas que para sobrevivir dependían de la pesca y de la pequeña agricultura.

Estas relaciones desiguales entre la Buenaventura rural y la Buenaventura urbana, son aplicables, con sus variaciones, a las regiones más deprimidas de Colombia. Aunque la intensidad del conflicto y las víctimas se encuentran principalmente en la periferia (zonas y territorios rurales), la inteligencia y las organizaciones criminales se localizan en el centro (ciudades principales). Con respecto al impacto global del conflicto armado, aún carecemos de estudios comparados que describan relaciones geográficas entre las regiones(9). La costa pacífica es una muestra de los alcances de la economía del narcotráfico y de las estrategias entre agentes violentos que disputan el predominio territorial por el mercado del contrabando.

En la Figura 4 (Anexo), se muestra como la expansión de las Autodefensas afectó la geografía poblacional del Valle del Cauca, principalmente en lugares alejados de las cabeceras municipales. La avanzada paramilitar toma fuerza durante la década del 90 dadas las coaliciones estratégicas con los negocios de los carteles de Cali y del Norte del Valle. Los hombres de Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, primero, luego Don Diego Montoya, Varela y Rasguño, buscaron ocupar un mayor espacio en la economía del narcotráfico, lo que estratégicamente significó ocupar la región hacia el occidente pacífico. La combinación de todas las formas de lucha (legales e ilegales) les permitió contar con personal de la Fuerza Pública y con las instalaciones de los Batallones(10). Los bloques Calima y Centauros de las Autodefensas estrecharon la herradura formada por la sierra cordillerana hasta dominar el paisaje que dibuja la llanura del Valle del Cauca, desde la Hacienda la María hasta la ciudad de Cali(11). Este avance territorial tuvo efectos sobre las estrategias y la presencia las Farc, como se muestra en la Figura 5 (Anexo).

Las rutas de envío de drogas ilícitas y los canales comerciales para armamento y contrabando se consolidan en Buenaventura. Así, la cadena causal del negocio ilegal se expande: una ruta que recorre desde el Norte del Valle (Argelia, Obando, Tuluá) hasta las goteras del Puerto Marítimo (Dagua, Loboguerrero, Buenaventura). La geografía del conflicto desplegada hacia el departamento del Valle, cubre territorios estratégicos que no se limitan al dominio de la carretera Panamericana y la carretera al mar. La cadena montañosa que viene desde el Darién y llega hasta la desembocadura del Río San Juan, en el Departamento del Chocó, también constituye un territorio clave para las Farc, las Autodefensas y las organizaciones criminales. Las acciones militares de las AUC causan éxodos masivos de la población rural hacia las cabeceras municipales y las ciudades principales del Valle (Figura 6, Anexo).

Una redistribución territorial en el Valle del Cauca evoluciona después de los años 80. A diferencia de regiones como Antioquia o Arauca, las acciones subversivas están orientadas por objetivos contradictorios(12). La coalición entre Autodefensas y narcotraficantes se propone "limpiar" los corredores para el envío de coca y el comercio de armas, mientras que a las Farc y al ELN les interesa asegurar a los secuestrados y mantener la economía de la extorción y del boleteo. Entre las agrupaciones paraestatales existen acuerdos en zonas claves del departamento (López, 2009)(13). En la década del 90, la dinámica del conflicto describió cambios importantes y coincidencias en los objetivos. La geografía política será establecida por estrategias de los agentes violentos en espacios territoriales concretos: Tuluá, Buga, Dagua y Darién.

Una herradura invertida, U

Una herradura invertida, U es la forma que toma la disputa por territorios entre agrupaciones paraestatales. Las Farc, situadas sobre las cordilleras Central y Occidental y las Autodefensas actuando en los perímetros urbanos, mientras la Fuerza Pública intenta contener los ataques de la guerrilla en las zonas rurales y proteger los cascos urbanos. La herradura invertida U nos ayuda a observar la expansión territorial de modo claro en el centro y el norte del Valle. Pero también hacia el occidente (a cuatro horas desde Cali) una zona clave para las estrategias de las Autodefensas y la guerrilla: Buenaventura y la cadena de montañas que lleva hasta Dagua y Loboguerrero.

Thomas S. Schelling ha defendido una versión de estrategia en el conflicto con base en relaciones de fuerza potencial. La medida de fuerza potencial, en una guerra, es relativa, nunca absoluta: depende tanto de su localización en el espacio como de la información con que se cuenta en un momento determinado. Con espacio e información pueden observarse las preferencias que tienen los agentes violentos, justamente aquello que se destaca en el Valle del Cauca. Su geografía ofrece condiciones diferentes para las preferencias manifiestas o implícitas de las Farc, el ELN y las Autodefensas. Tradicionalmente, la insurgencia ha optado por territorios montañosos y espacios selváticos, y ha actuado en zonas de baja o escasa población (Figura 2, Anexo). Una guerrilla de extracción histórica campesina conoce mejor que la Fuerza Pública los lugares de montaña.

La densidad poblacional es fundamental para explicar dentro de qué límites operan los agentes del conflicto. Una mayor densidad poblacional, exige estrategias de mayor complejidad. Y viceversa. Durante el último medio siglo de guerra, la experiencia ganada por la insurgencia ha sido extraordinaria, tanto como los procesos de aprendizaje de las Autodefensas. Copando espacios y territorios dominados históricamente por la guerrilla, los paramilitares que llegaron al Valle del Cauca durante los años 90 heredaron décadas de experiencia de la Fuerza Pública y la guerra contrainsurgente. Es posible mapear las estrategias de las Autodefensas y la forma cómo se movieron dentro de corredores territoriales paralelos a las Farc y al ELN. En realidad, ganan en estrategia gracias también a la cooptación de mandos medios del Ejército y miembros de la contrainsurgencia formados por la Fuerza Pública (Cubides, 2005).

Uno de los asuntos claves para evaluar el impacto global del conflicto armado en el Valle, se relaciona con los alcances que tomaron la confrontación en las montañas cordilleranas y las acciones militares en el perímetro urbano. ¿Qué relaciones podemos encontrar entre estrategias diseñadas para los embarques de drogas ilícitas desde Buenaventura y masacres como la del Naya? ¿Cuáles poblaciones estuvieron directamente afectadas por esquemas de control territorial en los combates entre las Farc y el Bloque Calima de las Autodefensas? Si la especialidad del Bloque Centauros fue "depurar" el corredor entre Calima y el Puerto de Buenaventura, ¿cómo se afectaron las poblaciones concentradas en Sevilla, Restrepo, Darién o Loboguerrero? Siendo Palmira y Pradera ciudades claves para la economía derivada de los ingenios azucareros, ¿qué impacto heredaron estas ciudades del conflicto entre las Farc y las Autodefensas?

En territorios como Palmira o Pradera (centro del Valle), las Autodefensas ejercieron un control relativo en zonas montañosas disputando con las Farc las zonas de los páramos en Potrerillo y la Buitrera, mientras desarrollaban –con la complacencia de la Fuerza Pública– una "limpieza" de la delincuencia en los cascos urbanos de Palmira, Pradera y Florida. La economía de la extorción y la amenaza contra pequeños comerciantes y la expropiación de tierras, constituyeron parte de sus objetivos. Aunque los negocios rentables provinieron de la protección ofrecida a los carteles del Norte del Valle y las rutas de envío hacia el Mar Pacífico, el objetivo era lograr el dominio político y militar sobre Buenaventura.

Las áreas de cordillera se dividieron hasta establecer nexos territoriales que permitieran el predominio sobre el Litoral Pacífico. Las zonas que estuvieron bajo la influencia tradicional de las Farc y del ELN, se trasformaron en corredores estratégicos para negocios de armamento bélico, drogas ilícitas y secuestrados. Y con la expansión hacia los municipios de Palmira, Pradera, Loboguerrero y Buenaventura, el desplazamiento forzado de las poblaciones que habitaban las zonas rurales (San Pedro, Mediacanoa, El Retiro), se comenzaba también a describir una tragedia humanitaria sin precedentes en la región vallecaucana. La expansión territorial paramilitar y el desplazamiento forzado de poblaciones durante la segunda mitad de los años 90 no se comparan en magnitud a la migración poblacional que llegaba al Valle desde el Viejo Caldas, Antioquia y la Costa pacífica durante la primera mitad del siglo XX por causa de la violencia de la época.

Un fenómeno poco estudiado sobre la evolución del conflicto, son las interacciones estratégicas y los cambios políticos en la geografía regional. La extensión territorial de las agrupaciones depende de los recursos económicos disponibles y de los negocios ilícitos derivados. Cada región ofrece condiciones diferenciadas por agrupaciones dominantes dentro de un período determinado. De modo que la disputa regional puede ofrecer geografías diferentes. De ahí que en el Valle del Cauca, la disputa territorial y el complejo dominio sobre corredores estratégicos del contrabando y del narcotráfico, obligaran a las agrupaciones a sostener combates contra organizaciones y pequeñas bandas que por tradición se dividían negocios en zonas localizadas de las ciudades intermedias (Castillo, 2007). Con el objeto de explicar estos cambios, el modelo elaborado por Garfinkel/Skaperdas para estudios sobre la economía de las guerras civiles puede ayudarnos.

Modelo

El modelo Garfinkel/Skaperdas (2007) revisa la literatura comparada en conflictos armados contemporáneos. En particular, los efectos retroactivos del conflicto sobre los derechos de propiedad, así como regiones en donde estos derechos no son legalmente reconocidos o una geografía que puede ser clave para los agentes del conflicto. Su objetivo es estudiar desviaciones a los paradigmas convencionales de la economía en sociedades sometidas a guerras civiles. Sus técnicas de análisis suponen condiciones hipotéticas de optimización y teoría de juegos para estudiar la asignación de recursos entre agrupaciones que se disputan una región y sus territorios. ¿Cómo obtener recursos ajenos y defender los propios del riesgo de ataques opositores? Contrario a versiones que conciben la distribución con medios altruistas, los autores aplican su análisis en perspectiva hobbesiana, la guerra por los recursos y las poblaciones es una lucha de todos contra todos, cohesionada por intereses intra e intergrupales.

Conflicto entre agrupaciones (intergrupales)

Representamos la secuencia estratégica del conflicto contando con algunas líneas de Wärneryd (1998)(14). Existen idénticos NEs posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. , con un riesgo neutral de los individuos I= {1,2....,N} quienes participan en un juego (disputa) en dos etapas. En la primera etapa, tenemos un ganador entre aquellos que participan, que se lleva todos los recursos R que pueda consumir. La participación se puede realizar individualmente o en asociación con otros jugadores (adversarios), según lo determina la estructura de agrupaciones. Una agrupación es definida como un subconjunto de la población AkC I con una membrecía nk > I donde k = 1,2 ...., A y A denota la totalidad de las agrupaciones. En la exposición posterior –y para evitar mencionar la estructura de agrupaciones–, diremos que: S = {n1,n2....nA} son grupos ordenados de manera que: S = {n1,n2....nA} Por definición, todo individuo forma parte de una agrupación. Siendo que una agrupación sólo requiere la inclusión de un individuo para intervenir en el juego (confrontación). Este esquema admite, además, la posibilidad de incorporar miembros de otras agrupaciones a la propia la coalición: A1= {1,2....,n} En una configuración de grupos cada individuo i, un miembro de una agrupación k, elige aportar gi una contribución esforzada a su agrupación GkΞiAkg i De modo que la probabilidad de que la agrupación k gane y asegure progresivamente el ingreso de recursos R dependerá de su localización con relación a la localización de las demás agrupaciones G-k

Estas consideraciones se fundamentan en una simetría de clases de acuerdo con la teoría de conflictos modelada por Garfinkel/Skaperdas. Con el fin de captar las ventajas que ofrecen las agrupaciones sobre los individuos en actividades de apropiación, podemos asumir la recomendación de Skaperdas (1998), la sumatoria en g De modo que o dado f (.) = Gm que n > 1 sin embargo, conviene tener en cuenta que abstraemos las ventajas al suponer que m = 1.

Esta presunción simplifica el análisis que pueda hacerse en el terreno de operaciones militares concretas, pues nos muestra con relativa claridad cómo están dadas las relaciones entre las agrupaciones y la estructura de incentivos de modo que se comprenda la intensidad que gradualmente toma el conflicto. Un factor importante se relaciona con la naturaleza de los bienes públicos y la demanda de recursos R. En particular, la concentración de esfuerzos entre distintos miembros de una agrupación y su reemplazo con unidades de igual poder. Cada agrupación en el conflicto busca incrementar la posibilidad de asegurar los recursos que puedan mantenerla en condiciones de competir contra sus enemigas.

Conflicto dentro de una agrupación (intragrupales)

Para formarnos una idea de conflictos intragrupales, suponemos que el grupo k con nk > 1emerge como ganador durante la primera etapa. Los individuos no se vinculan a la agrupación iA>ki donde ki ≠ k , si no recibe nada, lo cual implica que los resultados de sus esfuerzos durante la primera etapa son menores a los de la segunda. Sin embargo, cada miembro de la agrupación ganadora iAk entra a participar en la segunda etapa determinando la distribución R de entre los miembros de su agrupación. Se asume que las ganancias logradas individualmente iAkik dependerán del esfuerzo particular Si diferente gi de así como del esfuerzo de cada uno a favor de su grupo si,j≠ i € Ak or s-i Su ganancia no necesita depender enteramente de otros esfuerzos. Formalizando este argumento diremos que para nk>1 la ganancia individual de i está dada por

de otra parte si

tendremos µ € (0,1] para todo €Ak. Para agrupaciones con un solo miembro nk = 1 que no exista competencia interna implica que s=0.

Los miembros de una agrupación con nk = 1 deben competir por una parte del premio (µ > 0) teniendo en cuenta las expectativas de los demás y acordando normas mínimas de reparto. Sin embargo, esta fórmula general también tiene en cuenta que ciertas instituciones puedan mediar en conflictos dentro de la agrupación y, de hecho, esto tiene implicaciones para los conflictos intergrupales. En el contexto de este modelo, la fracción 1 > µ =0 mide la eficacia de los mecanismos existentes para resolver conflictos determinando la distribución de lo producido por el grupo sin que se tenga que depender de cada miembro en particular. En otras palabras, los pequeños valores µ de reflejarán la fuerza de las instituciones para resolver con un menor costo los conflictos de la agrupación. En lo que sigue, sin embargo, abstraemos estas influencias con la premisa de µ = 1 no sólo para simplificar el esquema analítico, sino enfatizando que el conflicto puede continuar entre los miembros de las agrupaciones ganadoras.

Equilibrios relativos

Cada individuo aspira a maximizar los beneficios esperados en ambas etapas, representado como:

Los términos dentro de los corchetes en el conjunto representan el pago dado a cada miembro, que puede variar de acuerdo con las ganancias de la agrupación durante la primera fase. En consecuencia, ponderando la probabilidad de que su agrupación gane la competencia, esta variación sería igual a su rentabilidad parcial en la red de recursos con los esfuerzos realizados para obtener recursos comunes. El segundo término, son los costos de utilidad de su contribución a la primera fase sobre los esfuerzos globales de la agrupación. Al optar por contribuir con la agrupación, se tendrá en cuenta no sólo el costo obtenido, independientemente de si la agrupación gana o pierde durante la primera fase de la competencia, sino también la influencia de su contribución en la segunda fase. Por tanto, seguiremos el modelo de estrategia adoptada anteriormente de acuerdo con el concepto de equilibrio de subjuegos perfectibles (Skaperdas). Es decir, resolviendo el modelo anterior, desde la segunda y la última etapa.

Segunda fase de resultados. Cada individuo i que pertenece al grupo ganador k elige Si para maximizar tomando en cuenta la elección de otros miembros de la agrupación S - i La tecnología del conflicto con µ> 0 implica que S i = 0 para todo i Ak no puede ser un equilibrio acordado. Como tal, la siguiente condición debe satisfacerse en un óptimo intragrupal:

para i Ak la simetría entre los miembros de la agrupación a su vez implica Si = S > 0

En líneas generales, el modelo identifica los efectos del conflicto armado sobre los recursos y los derechos económicos. Aquellos factores que son determinantes en la distribución de la producción (o el poder) y cómo las ganancias individuales pueden ser proporcionales a la producción marginal de la agrupación paraestatal. El conflicto tiende a perpetuarse cuando se establecen acuerdos a la sombra entre individuos de diferentes agrupaciones. Este modelamiento estratégico permite, además, observar limitaciones locales para atraer inversión al comercio en zonas de conflicto dadas las coaliciones intergrupales y la disputa entre miembros de una agrupación. La geografía económica en zonas azotadas por el conflicto armado también tiene características defectuosas, y los poderes del gobierno local son seriamente afectados durante la evolución del conflicto armado.

Acciones intergrupales sobre la geografía

A partir de la información sistematizada por Castillo/Pinzón (2008) para el período 1998-2003, podemos describir la interacción estratégica entre las agrupaciones paramilitares, las Farc y el ELN. En la Figura 8 (Anexo), la extensión territorial de las acciones del ELN corresponde a las zonas urbanas y rurales de Cali y Jamundí. Aunque el mayor volumen de acciones recae en los alrededores de Cali, durante este período también se realizan acciones en el Norte del Valle dentro del área comprendida entre Tuluá y el Cairo. La concentración de los frentes del ELN en el Valle del Cauca está orientada por objetivos económicos como el secuestro y la extorción.

Las Farc observan una dinámica diferente (Figura 9, Anexo). Movilizan sus acciones principalmente en zonas montañosas de la cordillera Central y Occidental. Las áreas comprendidas entre Buenaventura y Tuluá. Hacia el sur del Valle sus acciones están ubicadas sobre los límites entre los departamentos del Valle y Tolima. Realizan operativos de sabotaje y ataques en Potrerillo, Pradera y Florida. Durante 1998, las acciones de las Farc tuvieron una intensidad relativamente baja si se compara con la estrategia desplegada por el ELN. Las agrupaciones paramilitares no aún tenían presencia masiva en el Valle.

Los mapas muestran una evolución creciente del conflicto después de 1999. Las Farc y el ELN distribuyeron territorios bajo la presencia amenazante de las AUC. Los corredores estratégicos hacia el Litoral Pacífico también persiguieron los recursos disponibles del narcotráfico. Las acciones provocadas por los paramilitares en el norte del departamento, desplegaron una ofensiva de masacres sin precedentes. La dinámica militar de las agrupaciones paraestatales tuvo efectos sobre toda la geografía de la región. Mientras las autodefensas expandían sus redes de influencia desde Cartago y Tuluá hacia las zonas montañosas de Buenaventura (Dagua, Loboguerrero), las Farc comenzaron un repliegue del principal frente en la región (Bloque Occidental). Aún así, las acciones sobre los límites con el Departamento del Tolima se incrementaron.

Durante 1999, la zona de mayor trascendencia estratégica fue el Litoral Pacífico y Buenaventura. Las milicias rurales de las Farc y del ELN, intentaron contener los desplazamientos estratégicos de los paramilitares sin mayor éxito. La economía del narcotráfico y de las organizaciones criminales, formadas en el Norte del Valle, se sumaron a la intensidad del conflicto en los alrededores de Buenaventura. La competencia por los recursos derivados de la economía expansiva del narcotráfico movilizó acciones militares de las AUC y del ELN en los municipios de Caicedonia, Tuluá y Palmira. En este período, se generaron coaliciones entre pequeños carteles del Norte, Centro y Sur del Valle, y los golpes contra el Cartel de Cali y las acciones de las autoridades ofrecieron condiciones para la emergencia y la recomposición de las agrupaciones paraestatales.

Las autodefensas llegaron al Valle bajo los acuerdos de las AUC y la estampida del Bloque Metro y el Bloque Nutibara de Antioquia. El objetivo principal era "limpiar" el corredor estratégico desde Andalucía hasta Buenaventura. Las acciones por tener los recursos del narcotráfico unieron a paramilitares y a organizaciones criminales en una lucha a muerte contra las Farc y el ELN. Con este objetivo, la geografía de la guerra distribuía ventajas con territorios en las zonas rurales y urbanas. Municipios como Potrerito (Centro), Andalucía (Norte) o Dagua (Costa) fueron claves para limitar acciones enemigas. Palmira y Cali se convirtieron en auténticas mesas de billar estratégico. El desplazamiento de poblaciones desde las cabeceras de los municipios y corregimientos reflejó esta disputa territorial avanzada.

La mayor intensidad de la guerra en el Valle se desarrolla durante el año 2000. Los frentes del ELN y las Farc se trenzaron en una disputa palmo a palmo contra la avanzada paramilitar. Se multiplicaron las zonas estratégicas y se distribuyeron los recursos del narcotráfico. Los páramos y territorios de alta montaña fueron disputados con los frentes de retaguardia de las Farc, mientras las AUC redujeron los ataques esporádicos del ELN. En los centros urbanos, las autodefensas iniciaron una campaña de exterminio de la delincuencia común, en abierta colaboración con la Fuerza Pública. Las acciones originadas por el conflicto en el norte del Valle evolucionaron hasta crear las condiciones que dieron lugar al secuestro realizado por el ELN en el kilómetro 18 de la carretera al mar.

El secuestro masivo realizado por el ELN, en mayo de 1999, marcó una línea irreversible de las estrategias paraestatales en el Valle del Cauca. Las autodefensas establecieron condiciones progresivas de violencia en los municipios del centro del Valle (Palmira, Pradera, Florida). Las Farc encontraron dificultades para conservar su dominio sobre los límites con los departamentos de Tolima y Huila, y el ELN tuvo que custodiar el botín de los secuestrados. La sociedad vallecaucana se precipitó masivamente a las calles para respaldar al Ejército, mientras tanto los gobiernos municipales fueron cooptados por la vanguardia política de las autodefensas.

Las Farc no se resignaron a perder un corredor territorial importante para sus negocios. En el 2000, decidieron conducir un bloque militar de avanzada dirigido por Pablo Catatumbo; cerca de 1500 hombres buscaron establecer sus campamentos entre los Farallones de Cali y las montañas que rodean el Lago Calima. La expansión territorial cubrió los municipios de Dagua, Yotoco, Palmira y Cerrito (Figura 12, Anexo). La movilidad de los hombres tuvo como objetivo contrarrestar las acciones del Bloque Calima de las Autodefensas y dominar los picos de montaña de las cordilleras Central y Occidental. Al avanzar sobre Buenaventura, sin embargo, dejan vacíos territoriales que tendrán costos militares sensibles para la organización.

La concentración militar en los alrededores de Buenaventura representó un esfuerzo considerable para las Farc. De esto se aprovecharon los Bloques de las Autodefensas con la finalidad de asegurar territorios en el Norte y el Centro del Valle (Buga, Palmira, Yumbo, Jamundí). Una zona (los territorios que delimitan los departamentos del Valle, Huila y Tolima) tradicionalmente dominada por las Farc quedó en manos de su principal adversario. Se cumplió así uno de los objetivos de los bloques paramilitares a finales de los años 90. La expansión del conflicto armado permitió consolidar estratégicamente una geografía política que el Estado nunca pudo controlar. O mejor, una extensa región de Colombia abandonada por el Estado a su propia suerte durante dos siglos.

Las coaliciones entre paramilitares y organizaciones criminales del Norte del Valle tomaron auge en este período. Los refuerzos de las autodefensas provenían del dinero que circulaba con los negocios del narcotráfico y del apoyo militar de los batallones de alta montaña del Ejército. Instalados en Buenaventura, los hombres de "Gordo Lindo", el "Cuñado" y "Doble Cero", lograron estructurar una red de influencia bajo la forma de una herradura que se extendía desde Buenaventura, Restrepo, Vijes, la Cumbre, Dagua, Cali, Jamundí; bordeando la cordillera Central, los municipios de Pradera, Palmira, Cerrito, Buga y Tuluá. Esta expansión es comparable en magnitud territorial a la estrategia realizada por las AUC en los departamentos de Córdoba y Antioquia durante la década del 80.

Tanto la geografía como la evolución del poder político local contribuyeron a generar cambios en la tenencia y distribución de la tierra. La carencia de recursos formales para defender la titularidad de propiedades y las graves amenazas que impusieron los agentes del conflicto hicieron posible el despojo de la tierra en las zonas del Litoral pacífico. Sin derechos legalmente reconocidos, las familias de Loboguerrero (Costa Este) o Potrerillo (Centro) tuvieron que desplazarse hacia Cali o Palmira huyendo de la violencia. En general, en Colombia, el despojo de la tierra es causado por la ausencia de un Estado que controle fiscalmente los derechos de titulación acreditados. Las comunidades no contaban con sistemas de veeduría ni registro catastral actualizado (Reyes, 2009).

Implicaciones Garfinkel / Skaperdas

El modelo Garfinkel/Skaperdas pone en evidencia dos aspectos para el caso del Valle: (a) La evolución de la estrategia sobre el terreno ofrece ventajas para la agrupación que subordina a la población. Como fue el caso con la llegada del Bloque Calima a las zonas comprendidas entre Darién y Buenaventura. Además de obtener una explotación de los recursos financieros derivados del contrabando y el narcotráfico, las autodefensas sometieron a las pequeñas bandas criminales, bien por medio de una violencia radical u ofreciéndoles incentivos para incorporarse a sus frentes. Algunas unidades de las Farc y del ELN prefirieron adoptar la condición de empleados de sus nuevos patrones.

(b) El segundo aspecto del modelo se relaciona con las ventajas sobre los recursos económicos. Buenaventura ha sido, desde el siglo XIX, puerta de ingreso de mercancías e importaciones provenientes de Estados Unidos y Europa(15). Como zona aduanera no ha contado con sistemas de control lo suficientemente rigurosos, y, junto con las transacciones legales, ha operado un amplio mercado de contrabando. Este factor de economía informal creó organizaciones y bandas criminales que se han disputado los negocios. Con la llegada de las Autodefensas, el saqueo de mercancías y los impuestos sobre el contrabando se ampliaron considerablemente. Sumando las rentas derivadas del contrabando y los dineros del narcotráfico, Buenaventura se convirtió en meta estratégica y bolsa millonaria para las agrupaciones al margen de la ley.

Durante 2002, la movilización paramilitar en el Valle frenó prácticamente toda actividad militar del ELN. Las acciones registradas se encontraron dentro de un área menor, (Dagua y Loboguerrero), como respuesta al predominio del Bloque Calima de las Autodefensas. Pero en 2003, la dinámica del ELN se concentró en Buenaventura. Los acuerdos con las Farc le permitieron a la guerrilla actuar de nuevo en Tuluá y moverse por el corredor territorial entre Pradera y Florida hacia los límites con los departamentos del Huila y Tolima. Las diferentes etapas describen una secuencia de ganadores y perdedores (relativos) de acuerdo con el modelo.

Equilibrios estratégicos

Durante el periodo 1989 - 2003, la extinción del imperio de Rodríguez Orejuela cedió paso al reconocido cartel del Norte del Valle (López, 2009). Los logros de las AUC en los departamentos de Córdoba y Antioquia, podían replicarse hacia el corredor del Litoral Pacífico con las ventajas de la economía del contrabando. De modo que uno de los objetivos principales fue desmontar las organizaciones delictivas de menor peso y liberar los corredores montañosos para las transacciones de drogas ilícitas y armamento. Las coaliciones entre los hombres de Francisco Javier Zuluaga, "Gordolindo", Salvatore Mancuso y mandos medios del extinto cartel de los Rodríguez Orejuela, dieron cemento a la creación de los Bloques: Calima, Calarcá, Frente Pacífico y las Autodefensas Campesinas del Norte del Valle ACUNV.

Hacia el 2003, estas coaliciones entre narcotraficantes y paramilitares habían minado las acciones del ELN y limitado los corredores estratégicos de las Farc en Pradera, Florida, Jamundí, Cali y Buenaventura. Las acciones conjuntas entre la Fuerza Pública y las organizaciones del Norte despejaron prácticamente el centro del Valle: Andalucía, Tuluá, Buga. A las Farc sólo le quedaba mantenerse en la zona limítrofe de los departamentos del Tolima y Huila, y en los Páramos circundantes a las ciudades de Cali y Palmira.

La rentabilidad y la financiación que tuvieron las Farc y el ELN durante los años 80 y 90, producto de la empresa del secuestro y la extorción, entraron en crisis a principios de la presente década. De modo que la búsqueda de otras fuentes de financiación para la guerra se hizo apremiante. En el caso del Valle y de la Costa Pacífica, estas agrupaciones trabajaron con la economía del contrabando. Hasta la llegada de los carteles del narcotráfico, los inicialmente beneficiados son los grupos paramilitares(16).

Los equilibrios del conflicto se relacionan inicialmente por acuerdos entre el Ejército regular y las organizaciones del Norte del Valle. Estas coaliciones concentran sus esfuerzos en ampliar su poder en esta zona del departamento. La segunda etapa estratégica de los paramilitares fue los ataques contra la población en corregimientos y municipios cercanos a Buga y Tuluá. La confrontación con las Farc y el ELN por parte del Ejército ocurrió durante la primera fase. Recordemos que el modelo Garfinkel/Skaperdas supone que los logros en cada fase del conflicto representan una ventaja agregada para cada unidad. La avanzada del Ejército regular contra las Farc y el ELN permitió que los frentes armados de las autodefensas pudieran atravesar los corredores que van desde Andalucía hasta Buenaventura pasando por Buga y Tuluá.

La forma de herradura que toma la geografía del conflicto cerca a Buenaventura desde 1999 hasta 2002. El Ejército decide, con la creación del Batallón de Alta Montaña, llegar hasta los campamentos que tienen las Farc y el ELN entre los departamentos de Huila y Tolima, y penetrar la zona de páramos de Palmira. Entretanto las autodefensas avanzaron hacia las cabeceras municipales de Buenaventura, y sus ataques fueron contra la población civil. Un trabajo de inteligencia les permitió asegurarse una victoria contra las milicias urbanas y rurales de las Farc y del ELN.

El recrudecimiento del conflicto se afirma en el año 2000. Las autodefensas extendieron su predominio sobre un extenso territorio del departamento. La tradición insurgente jamás había logrado someter a tantas poblaciones una zona tan amplia. Los secuestros masivos del ELN en 1999 crearon condiciones para una movilidad social de respaldo a las Fuerza Pública e, indirectamente, la aceptación implícita del accionar paramilitar. La Brigada militar de Palmira proyectó planes estratégicos para cerrar paso a las Farc y al ELN en las montañas de Pradera y Florida, mientras en las zonas rurales de Dagua y Jamundí, las autodefensas consolidaron su poder sobre la economía del narcotráfico y los negocios derivados del contrabando en Buenaventura(17).

La zona geográfica entre los límites con los departamentos de Huila y Tolima hacia el centro-oriente, y Cauca y Nariño hacia el suroccidente, son fundamentales para comprender el auge estratégico de las agrupaciones y su posterior decadencia. Hemos observado que entre 1999 y 2001 las autodefensas consiguen dominar los territorios de movilidad económica del narcotráfico y del contrabando de la región que bordea el Litoral Pacífico. Los indicadores de muertes causadas por la violencia son incomparables para la región. La masacre del Naya corona sombríamente los registros de criminalidad paramilitar en el Valle del Cauca(18).

Una explicación diferenciada muestra que la zona geográfica entre los departamentos no corresponde exactamente con las poblaciones que intervienen directamente en el conflicto. No eran vallecaucanos matando vallecaucanos. Las AUC desplegaron parte de sus miembros en Córdoba para conformar el Bloque Calima, y los hombres de Don Berna contribuyeron a la generación del Bloque Pacífico. Las Farc y el ELN fueron diezmados durante 1999 y 2001, sin embargo, recuperan la hegemonía territorial después del 2002. Esta zona geográfica había sido, por tradición, un corredor territorial reconocido. El Secretariado de las Farc se encontraba entre los departamentos del Meta y Putumayo, es decir, en una zona relativamente cercana, con sus principales frentes.

Las complejas relaciones del conflicto correspondían a complejas formas de gobierno. En las zonas de confrontación, los comicios electorales estuvieron sesgados a favor de movimientos que simpatizaban con las autodefensas. Mientras que el departamento y el gobierno central mostraban indiferencia, en Buenaventura, entre 1999 y 2002, se evidenciaban claramente los fallos de Estado durante las guerras civiles (Garfinkel/Skaperdas, 2007). Ausencia de Estado no significaba, sin embargo, carencia de organismos judiciales o de control civil, sino que éstos fueron cooptados por los agentes de violencia. En general, sucedía lo mismo durante este período del conflicto en toda Colombia.


Conclusiones

¿Qué tanto ha cambiado la geografía del Valle del Cauca con las dinámicas estratégicas y la ocupación territorial de las agrupaciones violentas? ¿Cómo ha influenciado la economía del narcotráfico el conflicto en el Valle? ¿Cómo ha determinado la geografía física del Valle del Cauca la movilidad de las agrupaciones violentas? ¿Quiénes se han beneficiado de la ocupación territorial de las Autodefensas y de las guerrillas de las Farc y del ELN? ¿Por qué la estrategia territorial sigue siendo importante para entender el conflicto armado en el Valle? ¿Cómo han cooperado la economía del contrabando y la economía del narcotráfico en la intensificación del conflicto armado en el Valle del Cauca? Hemos abordado parcialmente respuestas a algunas de estas preguntas, nos hemos limitado a un período del conflicto que ofrece ventajas, entre 1999 y 2003, y las relaciones de asimetría y equilibrio presentaron variaciones. Con equilibrios relativos en la guerra, las poblaciones se adaptaron a nuevas formas de expresión política. La asimetría tuvo su mayor expresión en el año 2001 con la avanzada territorial de las Autodefensas sobre el Litoral Pacífico.

Las subdivisiones regionales que han resultado del conflicto armado en el Valle del Cauca han seguido el comportamiento de la geografía política. Durante la última década la economía de la guerra ha vinculado el departamento a las regiones del centro y el sur de Colombia (Tolima, Huila, Chocó, Cauca, Nariño). En realidad la economía del narcotráfico y el contrabando han soportado las ventajas o desventajas estratégicas de las Autodefensas y la insurgencia armada. Se ha demostrado como el Litoral Pacífico con sus zonas montañosas, sus páramos y la extensa llanura vallecaucana resultaba fundamental para los propósitos de la guerra. Los mapas han cambiado poco, pero la geografía política después de los años 80 y 90 refleja escalas poblacionales diferenciadas.

La avanzada paramilitar durante este período fragmentó los territorios y las poblaciones, y generó una reconversión de los recursos productivos del campo. Abriendo corredores para el narcotráfico causaron una violencia singular como la masacre del Naya o los crímenes selectivos en Dagua y Loboguerrero. En territorios centrales del departamento, fueron capaces de aislar zonas próximas como Palmira y Potrerillo. Las Farc y el ELN no confrontaron directamente a las Autodefensas. Al contrario, negociaron el predominio en los páramos y los altos de las cordilleras Central y Occidental. El año 2003 (Figura 13, Anexo) muestra de nuevo la extensión de las Farc hacia el Pacífico. El Bloque Calima, las Autodefensas y los hombres de Gordolindo se retiraron estratégicamente de Buenaventura.

La principal ciudad del Puerto del Pacífico ha constituido una ventaja estratégica para los agentes del conflicto armado. Desde sus zonas rural y urbana, los corredores para la economía del narcotráfico y del contrabando han sido disputados por organizaciones criminales. El auge de los negocios ilegales durante los años 90 y una gobernabilidad en manos de parapolíticos, convirtieron a Buenaventura en otro Estado. Un para-Estado que se sumó a las condiciones generalizadas de atomización política en otras regiones de la geografía colombiana como Córdoba, Sucre o el Magdalena Medio.

Entre 2003 y 2009, el Valle del Cauca encontró un camino de retorno hacia el equilibrio político y económico. La concentración poblacional evolucionó hacia las ciudades principales: Cali, Palmira, Buga Tuluá, Pradera, Candelaria, Yumbo y Jamundí. La contracción de las Autodefensas en el Valle y su dispersión territorial hacia el Cauca y Nariño, aunado a los efectos de la negociación con el gobierno Uribe, permitieron un panorama de renovación económica e inversión en proyectos de mediana y pequeña empresa. Quedan sin embargo, huellas considerables del conflicto armado en esta fase que hemos estudiado. Pequeñas organizaciones del crimen y una delincuencia urbana de naturaleza expansiva. Los desequilibrios heredados de la guerra cuentan todavía con un peso difícilmente calculable para toda la región del occidente colombiano.


COMENTARIOS

1.Un trabajo fundamental para explicar la segregación de la violencia (décadas del cuarenta y del sesenta) y el conflicto armado, décadas del ochenta y del noventa en Antioquia (Roldan, 2002).

2.Alejando Reyes ha interpretado los alcances instrumentales de la violencia que ha dividido a la Colombia urbana de la Colombia rural: "La violencia ha sido usada en Colombia como recurso para presionar reformas sociales, para impedirlas, para imponer o rechazar dominios territoriales y para impugnar o recuperar la soberanía del Estado. La violencia es capaz de destruir el poder de la sociedad para plantear y resolver conflictos, causando una parálisis prolongada, pero es incapaz de generar nuevo poder", (Reyes, 2009: 1).

3.e han tenido en cuenta los trabajos desarrollados por María del Pilar Castillo, Boris Salazar y Federico Pinzón, del Grupo: Conflicto, Aprendizaje y Teoría de Juegos, Universidad del Valle. Este grupo de trabajo ofrece una aproximación al conflicto armado desde la teoría de redes y la teoría de juegos no cooperativos. Véase: María del Pilar Castillo y Federico Pinzón, "Guerra y distribución territorial en el Valle del Cauca", en: Revista Sociedad y Economía, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Valle, 2007; Boris Salazar y María del Pilar Castillo: "¿Qué explica la violencia homicida en Cali?", Boletín El Observador Regional del CIDSE, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Universidad del Valle, 2007; María del Pilar Castillo: “Buenaventura: La maldición de los malos vecinos”. Revista Posiciones, No. 1, Universidad del Valle. Cali, 2007; 2004. “Las redes del conflicto: el caso del Valle del Cauca”, Sociedad y Economía, Universidad del Valle, Cali, No 7. La presente lectura contiene dos aspectos inéditos: (1) se extiende el análisis con base en una geografía crítica que demuestra que los cambios territoriales son el resultado de cambios estratégicos; (2) se introduce preliminarmente el modelo Garfinkel/Skaperdas para observar los tipos de conflicto intergrupales e intragrupales sucedidos entre 1999 y 2003, para el caso del Valle del Cauca.

4. Escribe David Harvey que la "región" es "posiblemente el concepto geográfico más atrincherado".

5.Un estudio sobre la importancia del territorio y los problemas políticos de la democracia en Douglas (2007).

6.Gardeazabal describe la estructura socioeconómica del período post colonial: "… Haciendas que terminaban siendo pequeños países en donde la autosuficiencia productora llenaba los espacios de la necesidad, pues en ella se daban el ganado y los alimentos a consumir, aún hasta las matas de algodón para fabricar en telares rudimentarios la indumentaria de vestir "(Gardeazabal, 2009).

7.La concentración de tierra y los derechos de propiedad en el Valle del Cauca han presentado una realidad semejante durante los siglos XIX y XX. Primero, los dueños de las haciendas con sus esclavos y la explotación de la economía de café y oro; luego el café y los trapiches paneleros, y en la actualidad, 14 ingenios azucareros que controlan monopólicamente la producción de azúcar y productos químicos que se exportan a otros países. Esta desigual distribución de la tierra ha determinado cambios en la economía y la demografía poblacional de los vallecaucanos. Sin embargo, en períodos críticos del conflicto, las clases de menores ingresos son las más afectadas. Los dueños de las mejores tierras han permanecido distantes y protegidos.

8.Aunque originalmente la geografía regional observa desarrollos hacia el Pacífico. La estatua de Sebastián de Belalcazar, en Santiago de Cali, con su mano extendida hacia la sierra costera, indica que “Cali no fue fundada para incorporar el Valle con la economía colonial, sino para buscar una salida al mar que le diera independencia a los territorios que después conformarían la Gobernación de Popayán”, como lo observa correctamente el profesor Alonso Valencia Llano, El Poder del Valle, Revista Semana, Septiembre 20 de 2009, pp.10 -12.

9.Entre los trabajos que destacan la necesidad de usar una geografía crítica para explicar los alcances del conflicto armado en las regiones (Montoya, 2009).

10."HH contó cómo fue la entrada al Valle y el Cauca", en: Verdad Abierta, 22 de enero de 2009 18:44.

11.La Hacienda la María es patrimonio cultural del Valle del Cauca. En este lugar se desarrolla una de las historias más reconocidas del romanticismo en América Latina durante la segunda mitad del siglo XIX: la novela María, de Jorge Isaacs. Ubicada entre Palmira y Santa Elena, desde sus parajes puede observarse el esplendoroso verde de la llanura vallecaucana. Un paisaje de novela trasformado en escenario de dominio estratégico y territorial del conflicto armado.

12.La llegada del Bloque Calima de las Autodefensas al Norte del Valle, sorprende militarmente a las pocas agrupaciones de las Farc y del ELN, diseminadas hacia los límites con el departamento del Tolima.

13."Los acuerdos del Norte", en Revista Semana, 2001.

14.Para el análisis ampliado sobre el modelo que incluye propiedades: Véase: Michelle R. Garfinkel and Stergios Skaperdas, “Conflict without Misperceptions or Incomplete Information”, en: Journal of Conflict Resolution 2000; 44; 793; Stergios Skaperdas, "On the formation of alliances in conflict and contests", Public Choice 96: 25–42, 1998.; Kai A. Konrad and Stergios Skaperdas, “Succession Rules and Leadership Rents”, Journal of Conflict Resolution 2007; 51; 622.

15.El Valle del Cauca cuenta con una red de servicios especializados en comercio exterior y logística, dos zonas francas permanentes, la de Palmaseca y la del Pacífico, y dos zonas francas especiales uniempresariales, la Cervecería del Valle (SAB Miller) y la terminal de Contenedores de Buenaventura – Tcbuen. Una central de carga (Cencar), un puerto multipropósito (Buenaventura), dos puertos internacionales (Palmaseca, en Palmira, y Santa Ana, en Cartago), transporte especializado de carga y operadores logísticos. (Gardeazabal, 2009: 45).

16.En su versión libre ante la Fiscalía, 'H.H' dijo que la llegada de las AUC al Valle “se da por el pedido de los empresarios de la región que debido al intenso accionar de la guerrilla recurren a los Castaño para que envíen un grupo de autodefensas”. Sin embrago, ante la falta de recursos económicos, 'Don Berna' y 'Vicente Castaño', decidieron acudir a los narcotraficantes de la región. Es así como en el año 2000, en una finca de Cartago estos dos paramilitares, en compañía de 'H.H' y de 'Ernesto Báez se reunieron con Diego Montoya, alias 'Don Diego', Arcángel Henao, alias 'El Mocho', Hernando Gómez, alias 'Rasguño', 'Gordo Lindo' y otros narcos de la región. Con este impulso y una activa colaboración de algunos miembros de la fuerza pública, el Bloque Calima inició su etapa de consolidación en el Valle y el norte del Cauca.

17.En el año 2000, los paramilitares se dedican a extender su hegemonía política en regiones claves de Colombia. Es el período con mayor flujo de la economía del narcotráfico, y de la consolidación de Convergencia ciudadana como un movimiento político que representa los intereses de la derecha regional. Convergencia dominaba el panorama político en los Santanderes y trasladó sus estrategias de "bajo" perfil al Valle con personajes como el senador Juan Carlos Martínez, un joven analfabeta con riquezas inéditas y un poder político sorprendente en Buenaventura, Véase, "El de Martínez, un poder de pesos", Periódico El País, Cali, 27 de abril 2009.

18."El Naya", en Verdad Abierta, Bogotá, N° 05, mayo de 2009.


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