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Análisis Político

Print version ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.25 no.74 Bogotá Jan./Apr. 2012

 

RETROSPECTIVA SOBRE LA CAMPAÑA DE SOLIDARIDAD CON LAS VÍCTIMAS DE BAHÍA PORTETE:
UN ESTUDIO ETNOGRÁFICO DEL ACTIVISMO TRANSNACIONAL (2006-2007)

BACK ON THE CAMPAIGN OF SOLIDARITY WITH THE VICTIMS OF PORTETE BAY:
AN ETHNOGRAPHIC STUDY OF TRANSNATIONAL ACTIVISM (2006-2007)

Angela Santamaria Chavarro1

1Profesora Asociada de la Universidad del Rosario, Facultad de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales, email: santamariaangela@yahoo.fr

Fecha de recepción: 02/02/2012
Fecha de aprobación: 21/02/2012


RESUMEN

Utilizando autores de la sociología crítica francesa, busco analizar la forma cómo se construye y moviliza trasnacionalmente una "causa indígena", a través de fronteras porosas entre los distintos niveles de acción. Para ello, analizaré en este artículo un estudio de caso: La campaña de solidaridad internacional con las víctimas de Bahía Portete en Australia (2004). Este trabajo sobre un nivel micro, pretende aportar desde el análisis de materiales etnográficos inéditos y la reconstrucción de trayectorias, a la comprensión de la lógica de funcionamiento de estas redes aportando nuevos elementos de reflexión sobre las teorías del activismo transnacional.

Palabras clave: causa indígena, acción colectiva transnacional


SUMMARY

Based on authors of French critical sociology, this article intends to analyze the way in which an "indigenous cause" builds up and transnationally mobilizes through porous borders among different levels of action. To this end, this article presents a case study: The International Solidarity Campaign, in Australia, with the Victims of Portete Bay (2004). This work, on a micro level, intends to contribute, from the analysis of unpublished ethnographic materials and the reconstruction of paths, to understanding the working logics of these networks, incorporating new elements of reflection on the theories of transnational activism.

Key words: indigenous cause, transnational collective action


INTRODUCCIÓN

Este artículo se sitúa en el cruce de diferentes disciplinas y problemáticas, exigiéndome como autor el desplazamiento del universo político (nacional e internacional) al jurídico, y del jurídico al cultural. La complejidad del objeto me ha implicado también optar por una aproximación multidisciplinaria, buscando articular elementos teóricos y metodológicos de la sociología jurídica, la ciencia política, las relaciones internacionales y de la antropología, para lograr tener en cuenta un grupo variado de dinámicas individuales y sociales propias del proceso de constitución de la acción colectiva transnacional indígena.

Utilizando autores de la sociología crítica francesa busco en este trabajo analizar la forma cómo se construye y moviliza trasnacionalmente una "causa", a través de fronteras porosas entre los distintos niveles de acción. Por ello, presentaré en este artículo un estudio de caso: La campaña de solidaridad internacional con las víctimas de Bahía Portete en Australia (2004). A partir de un análisis micro sobre la producción de este tipo de movilización. Pensamos que este texto puede aportar desde el análisis de materiales etnográficos inéditos y la reconstrucción de trayectorias, a la lógica de funcionamiento de este nuevo tipo de redes transnacionales(1).

ELEMENTOS METODOLÓGICOS Y TEÓRICOS

En abril del 2004, durante el desarrollo de mi trabajo doctoral sobre la construcción social de los derechos de los pueblos indígenas, rastreé un caso trágico y macabro producido en Bahía Portete(2) (Guajira). Un grupo paramilitar organizó una masacre, provocando la muerte de una decena de indígenas y el desplazamiento forzado de cientos de otros. El caso me pareció muy importante para poder comprender los procesos de violencias múltiples y las lógicas de funcionamiento del universo del militantismo indígena colombiano. Sin embargo, me parecía difícil incluirlo como tal en mi investigación, puesto que se trataba de una zona riesgosa durante dicho período (2004-06). Como muchos investigadores de terreno lo saben es en efecto muy difícil trabajar a nivel local sobre éstas cuestiones, en contextos de violencia extrema, de presencia paramilitar y de violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

En ese momento decidí entonces centrarme en otros casos y "causas internacionalizadas" (Dezalay; Garth 2002), ya que el acceso al contexto local me parecía muy complejo. De alguna manera, inconscientemente lo que hice fue adoptar una de los principales marcos de movilización de mis investigados: "corto-circuitar" la dimensión nacional de las movilizaciones y de la acción colectiva que era muy riesgosa en ese momento para situarme en terrenos de tipo "trasnacional"(3). Así, el caso de Bahía Portete me permitiría comprender la lógica del proceso del transnacionalismo de una causa social de "intersección"(4).

Un año más tarde, en el 2005, cuando estaba realizando una estancia como profesora invitada en la Universidad de Melbourne Australia, me "topé" de nuevo con el caso, de una forma totalmente inesperada. Mi principal interés durante el año de trabajo en la ciudad de Melbourne era conocer el proceso de movilización de los aborígenes australianos y su uso específicamente del derecho agrario en el marco del proceso de judicialización de los conflictos con las multinacionales. Sin embargo, tan sólo un mes después de mi llegada, me sorprendió mucho descubrir en el periódico de Melbourne The Age, un artículo relatando la presencia en el país de una líder indígena Wayúu, Debora Barros, representante de una campaña internacional sobre el caso.

La estructura de oportunidad política para movilizar el caso en Australia
Para Lael análisis del caso, utilizaremos algunos conceptos teóricos de Sidney Tarrow, quien plantea que la acción colectiva se vuelve contenciosa "cuando es utilizada por gente que carece de acceso regular a las instituciones, que actúa en nombre de reivindicaciones nuevas o no aceptadas y que se conduce de un modo que constituye una amenaza fundamental para otros" (Tarrow, 19999: 19). Sin embargo, pueden existir múltiples diferencias en cuanto a sus términos y formas (breve, prolongada, institucionalizada, monótona, dinámica). Articulando la noción de acción colectiva con la de movimientos sociales, Tarrow establece que se trata de "desafíos colectivos planteados por personas que comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con la élite, los oponentes y autoridades" (Tarrow, 1999: 21). Así, Tarrow establece cuatro características de los movimientos sociales: el desafío colectivo que busca interrumpir, obstruir o causar incertidumbre en otros; un objetivo común; la solidaridad; y la interacción mantenida frente a los opositores. Los cuatro conceptos propuesto por el autor son entonces: 1. el repertorio, "lo que hace la gente cuando entra en conflicto con otros, y lo que sabe hacer y lo que los otros esperan que hagan"; 2. la creación de marcos de movilización esquema interpretativo (que simplifica y condensa –el mundo de ahí afuera-) puntuando y codificando selectivamente objetos, situaciones, acontecimientos, experiencias y secuencias de acciones dentro del entorno presente o pasado de cada uno; 3. Las estructuras de movilización, las cuales hacen referencia a la coordinación de los elementos del movimiento social entre líderes con la organización en general o entre centro y periferia, lo cual garantiza, la coordinación del movimiento y su sostenibilidad en el tiempo (Tarrow, 1999: 235-241).

LA ENTRADA AL CAMPO...

Cuando comencé a hacerle seguimiento al caso descubrí, lo que tenía claro en Colombia, años atrás, que una de las principales compañías mineras cuya casa madre se encontraba en Australia estaba asentada muy cerca del lugar de la masacre, y existían sospechas sobre su implicación en los hechos.

Muy afectada por éstos acontecimientos, en un contexto político muy alejado, decidí esta vez lanzarme a reconstruir la campaña. La situación era paradójica: se trataba de trabajar en un contexto político "pacífico" que no implicaba ningún tipo de riesgo sobre un caso caracterizado por una profunda crueldad. Esta investigación se desarrolló entonces muy lejos de la ocurrencia de los hechos evocados por la representante Débora Barros y se centró principalmente en comprender la dinámica de producción de los marcos de acción, repertorios y estructuras de movilización desde la teoría de acción colectiva de Tarrow, analizando también la lógica de la campaña desde autores de la sociología política y del militantismo crítica francesa. Es importante resaltar, que si bien el contexto australiano me permitía sobrepasar problemas y obstáculos metodológicos que existen en Colombia, puesto que el acceso a este tipo de terrenos no es evidente. En efecto, a pesar de la lejanía, las lógicas del conflicto no desaparecían totalmente, puesto que el grupo de exiliados y refugiados colombianos se mostraban muy desconfiados frente a colombianos desconocidos.

A través de la Universidad de Melbourne, encontré fácilmente la periodista que estaba detrás de ésta campaña, la cual me contactó inmediatamente con Débora Barros. La dirigente muy generosamente, me invitó a seguir de cerca la campaña, lo que me permitió insertarme rápidamente en el universo militante colombiano en Australia. Tuve entonces la oportunidad de observar numerosas actividades privadas y públicas de las militantes. De esta manera me encontré posteriormente en capacidad de producir materiales etnográficos muy ricos sobre las lógicas de funcionamiento de las redes militantes de defensa de los derechos humanos locales y trasnacionales. Mi objetivo consistía en comprender el recurso al derecho como una interfase entre las dinámicas nacionales e internacionales. De esa manera, intenté entonces remontar la cadena de interacciones sociales existentes entre la red de defensa de recepción (Australia) y las redes locales de "exportación de la causa" (Colombia). A través de este tipo de lógica, me parecía importante poner énfasis en las condiciones materiales de producción de la campaña, los discursos, repertorios, las estructuras de movilización y los marcos de acción movilizados. El análisis etnográfico de esta campaña nos permitirá comprender como las organizaciones "portavoces" del movimiento indígena, no se limitan a organizaciones no gubernamentales, sino que también existe una buena relación con los sindicatos, los colectivos de refugiados, asociaciones de mujeres, contribuyendo así a la consolidación de redes e identificaciones de la acción colectiva transnacional.

Se trataba entonces de preguntarse sobre las formas según las cuales las organizaciones indígenas y los expertos jurídicos movilizaron y pusieron en obra recursos jurídicos, mediáticos e internacionales para la defensa legal internacional de este caso. Este análisis aporía también elementos para comprender las diferentes concepciones, las apuestas y roles de los agentes sociales implicados en la campaña (sindicalistas, refugiados políticos, militantes y dirigentes indígenas). Se trata también de resaltar los capitales y recursos movilizados, analizar las tensiones y las alianzas que atraviesan al militantismo político transnacional, a partir de la historia de dos mujeres cuya socialización no se caracterizaba ni por una socialización militante, ni por un itinerario individual que las dispusiera a comprometerse en este tipo de militancia.

El análisis de esta campaña nos permitirá también la posibilidad de constatar cómo este proceso de construcción de las víctimas provoca, en el seno de las redes de denuncia, fuertes tensiones entre militantes, para decidir que competencias, capitales y recursos sociales se movilizan. Estas tensiones pueden tomar una forma muy personalizada, constituyendo al contrario una de las características de la división internacional del trabajo militante y conociendo una exacerbación en el marco del monopolio por los recursos para la movilización internacional de causas sociales. Las organizaciones intentan hacer circular internacionalmente "representantes de base", como estrategia de legitimación pero también de securitización, ya sea por razones financieras o por las luchas aguerridas por los escasos recursos de la cooperación internacional en los espacios internacionales. Sin embargo, esta propulsión hacia lo internacional es portadora de una doble exclusión potencial, ligada a la división del trabajo militante. Esta se complejiza en un contexto de (des)multiplificación de los niveles de intervención, exacerbando las posibilidades de los conflictos al interior de las redes de defensa, puesto que este tipo de movilización exige una fuerte coherencia entre los distintos niveles de acción y se realiza a través de estructuras de movilización muy frágiles (Tarrow, 1999; Siméant 2009).

CRÓNICA DE UNA ETNOGRAFÍA POLÍTICA EN MELBOURNE

Durante mi primera estadía de investigación en Melbourne en abril del 2005, fui acogida por el grupo de investigación en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de La Trobe. El profesor Barry Carr, uno de los pocos especialistas australianos sobre América Latina, me sugirió que debía conocer a una militante colombiana que hacía un trabajo muy interesante: Rosa Pérez. Contacté a Rosa hacia finales del mes de abril después de haber leído un artículo en The Age sobre la campaña de una indígena wayúu Débora Barros quien denunciaba la implicación de una compañía petrolera australiana en la masacre de Bahía Portete. El artículo explicaba que Débora desarrollaba dicha campaña para informar a la sociedad australiana sobre la participación de la multinacional indirectamente en la masacre. La campaña implicaba la colaboración y trabajo conjunto de varias ONG colombianas y australianas.

Rosa, fundadora del Comité de Solidaridad Australia-Colombia
Rosa, llegó por primera vez a Melbourne en 1999, y fue la primera de un grupo de refugiados políticos. Hija de una familia de clase media, nacida en Cali en 1960, pasó su infancia en una finca con sus padres. Rosa abandona muy joven su casa, pues queda embarazada a los quince años, y tiene que salir a ganarse la vida. Se va entonces para Bogotá, dejando a su hijo Amador con su abuela. En la ciudad logra hacer estudios en periodismo. Algunos años más tarde, se casa con un economista, del cual tiene dos hijos en 1988 y 1986. Poco a poco, Rosa se va insertando en redes comerciales de importación de productos cosméticos americanos en Bogotá. Cuando los negocios marchan bien, decide traer a su hijo mayor, el cual nunca ha vivido con ellos. Amador comienza estudios de psicología. Durante los años 1990 cuando Colombia atraviesa una fuerte crisis económica, el marido de Rosa "se quiebra". Sus hijos deben abandonar las escuelas privadas, y la pareja se divorcia ante tantas dificultades. El marido se va a vivir a Bucaramanga, de donde es originario, y Rosa retoma su trabajo de periodista.

Durante nuestras conversaciones, Rosa ponía énfasis en que durante mucho tiempo, se mantuvo al margen de las cuestiones políticas. Trabajaba con joyería y comerciante en barrios bien ubicados en la ciudad de Bogotá. Aunque no poseemos algunas informaciones detalladas sobre su entrada en el militantismo político, sabemos que tenía redes cercanas a la guerrilla. Por ello, trazaremos a grandes rasgos esta parte de su trayectoria. Como Rosa me lo explicó personalmente, su trayectoria como militante es el producto de una verdadera conjunción de coincidencias.

En el marco de su nueva vida de periodista y soltera, Rosa retoma una vida nocturna en las redes alternativas de la salsa. Fue en este contexto en donde tiene sus primeros acercamientos a miembros de la extrema izquierda. De una cierta forma, el divorcio y la desclasificación social, implicaron para Rosa una suerte de ruptura biográfica. Este proceso implicó no sólo una redefinición de su estilo de vida (diversión, barrio, rutinas, consumo etc.), sino que además igualmente transformó profundamente su visión del mundo. Un cambio de esta magnitud no tenía nada de automático y su reinserción en el mundo de la "rumba y la salsa dura" estaba lejos de implicar un compromiso político. Sin embargo, su amistad con este grupo de personas, la condujo poco a poco a conocer miembros de las células urbanas de la guerrilla. Rosa, había tenido un primer acercamiento con grupos de este tipo en Cali, muy joven, de nuevo en el contexto de la "rumba". Durante los años 1980, no se concretó en efecto ningún tipo de politización para Rosa, tal vez por las condiciones particulares, de su embarazo, y su socialización por fuera de este medio. Años más tarde en otro contexto personal y social, Rosa fue más receptiva al tema político y a las actividades de sus amigos y especialmente: a la defensa de los presos políticos. Rosa comienza a frecuentar las prisiones y participa en los comités de apoyo. En el marco de este compromiso, conoce un jefe de una célula urbana, que estaba purgando una pena.

Rosa estaba fascinada por la experiencia y el carisma de este líder, quien se encarga de formarla políticamente. Es así, como inicia una relación amorosa durante casi dos años:

Durante este período, leíamos juntos, era verdaderamente muy bonito, fue él quien me formó políticamente (Rosa, Diario de Campo, Melbourne, Diciembre 2004).

La trayectoria de Rosa es entonces relativamente desconcertante: al salir de la adolescencia, estuvo cerca de personas comprometidas sin interesarse por la política. Después de muchos años, instalada en una vida relativamente burguesa y confortable, conoce una fuerte desclasificación, debido a su divorcio. Es entonces cuando reanuda sus relaciones con el universo de la "salsa" que había abandonado, en el cual sin proponérselo encuentra militantes de extrema izquierda. Aunque se caracteriza por su ausencia de politización, Rosa se va transformando por la proximidad con el grupo de militantes y se va insertando cada vez más. El encuentro con un dirigente guerrillero en prisión constituye una verdadera ruptura biográfica, contribuyendo a su politización progresiva. Esta relación amorosa no tendrá felices consecuencias románticas para Rosa. En 1999, es amenazada de muerte y debe salir del país. Su compañero con sus contactos le ayuda a formular demandas de asilo en varios países. Finalmente, Rosa viaja con sus tres hijos, su hermana y su sobrino para el Salvador, donde tiene algunos contactos. Tras el viaje debe instalarse en uno de los barrios marginales de San Salvador en medio de condiciones de precariedad extrema:

Durante este período de nuestra vida, tuvimos que aguantar hambre, frío, muchas cosas que ignorábamos! (Rosa, Diario de Campo, Melbourne, Diciembre 2004).

Algunos meses más tarde gracias a un grupo de defensores de derechos humanos, Rosa y su familia logran viajar a Costa Rica, en donde se quedan durante un año, en condiciones materiales muy difíciles. En el 2000, recibe finalmente una respuesta positiva del gobierno australiano autorizándola para instalarse con su familia en el país.

La inserción de Rosa en el medio asociativo australiano
Entre las seis personas que componían la familia, sólo Rosa y su hermana recibían ayuda económica del gobierno australiano. Como signo de lo paradójico de la situación de esta familia recientemente politizada, los tres hijos de Rosa, a su llegada a Australia, tenían un concomimiento limitado de la situación política colombiana. Solamente, su hijo Amador, el mayor, desarrolló una visión más conforme con su situación de refugiado político. Rosa se comprometió con su rol y se convirtió en la representante de los sindicatos colombianos y una suerte de intermediario entre las ONG colombianas para apoyar las solicitudes de asilo. En esta misma línea de acción, Rosa decidió en el 2000, con el apoyo de algunas organizaciones sociales, crear un Comité de Solidaridad Australia-Colombia (ASCN), constituido por ella, su hijo Amador y Bryan, uno de los sindicalistas australianos responsables de la Electrical Trades Union of Australia (ETU), quien tenía aproximadamente unos cincuenta años y con quien iniciaba una relación amorosa.

La ASCN tenía a su vez el apoyo de varios colectivos jurídicos colombianos y sindicatos menores como COLMINAS, y también de sindicatos australianos. El objetivo consistía entonces, en movilizar a los sindicalistas y a los juristas australianos alrededor de la defensa de los derechos humanos en Colombia. La ASCN trabajaba igualmente en sensibilizar al público australiano a través de reuniones de información, que se beneficiaban generalmente del apoyo de las universidades y de la colaboración de otras ONG australianas.

Rosa, como presidenta del Comité, estaba encargada de hacer conocer en el nivel internacional los casos emblemáticos de las violaciones de los derechos humanos. Se trataba en particular de movilizar la opinión del país, donde estaban localizadas las casas matrices de las grandes multinacionales implicadas en la explotación de los recursos naturales. La movilización transnacional se volvió en efecto, durante los últimos años, una de las estrategias privilegiadas de las organizaciones indígenas colombianas en un contexto de restricciones políticas a nivel nacional.

Las primeras acciones de denuncia y la movilización de los recursos familiares
La primera actividad organizada por este colectivo, tuvo lugar en el 2002, cuando el presidente de un importante colectivo de Juristas visitó Australia, para denunciar las alianzas existentes entre los grupos paramilitares y las multinacionales en regiones geoestratégicas de Colombia. En esta campaña se visibilizaron megaproyectos económicos legales e ilegales. En ese momento, Amador desarrollaba sus estudios de sociología en Melbourne. Esta situación le permitía encontrarse con otros estudiantes colombianos, pero la comunicación no era siempre fácil:

    Los estudiantes colombianos que venían a hacer estudios en Australia eran casi el 100% chicos burgueses que venían a estudiar en Escuelas de comercio. Para ellos, nuestro colectivo y mi familia éramos gente de extrema izquierda porque denunciábamos las violaciones de derechos humanos del presidente, y las alianzas y estrategias de las multinacionales (Amador, Diario de Campo, Melbourne, Diciembre 2004).

Amador encontró al profesor Barry Carr en la Trobe, quien le abrió la puerta a un espacio de discusión en el seno del Centro de Estudios sobre América Latina. El objetivo era organizar conferencias regularmente, durante las cuales los especialistas y los testigos directos de procesos de violencia política en América Latina participan para reflexionar sobre distintos contextos y tipos de violencia. El público de éstas conferencias era muy heterogéneo, y reunía a la vez estudiantes de tercer ciclo, mayoritariamente australianos que trabajaban sobre distintos países de América Latina (Guatemala, Cuba, Colombia y México principalmente).

La visita del jurista produjo tensiones muy fuertes entre Amador, Rosa y la comunidad de estudiantes colombianos, originarios de grupos sociales dominantes de Bogotá.
Cuando vino este jurista, uno de los estudiantes colombianos de derecho que había participado en la Conferencia, envió una carta al Cónsul (...) se trataba de una queja contra un grupo de guerrilleros que se encargaban de desacreditar al gobierno colombiano! (Rosa, Diario de Campo, Melbourne, Diciembre 2004).

Sin embargo había también algunas excepciones. Durante las conferencias, Amador conoció una joven colombiana, Sandra, quien hacía una pasantía en la (Broken Hill Proprietary Company-Billiton (BHP). El discurso del jurista tuvo un fuerte impacto en ella, ya que estaba encargada de preparar los informes relacionados con responsabilidad empresarial en América Latina, y este encuentro cuestionaba sus convicciones.

    Tengo 25 años y nunca me había preguntado por éstas cuestiones ni había tenido ninguna noticia de éstas historias. Actualmente estoy estudiando en una escuela de comercio, en Melbourne, y me parece maravilloso trabajar con la BHP... pero después de escuchar esas historias, el caso de Débora, no sé realmente qué pensar (Sandra, Melbourne, Mayo 2004).

Sandra no había tenido nunca experiencia militante antes de llegar a Australia, el hecho de participar en ASCN era una etapa para ella importante en su trayectoria. Es importante sin embargo, relativizar el nivel de compromiso político de estos jóvenes, pues se trataba de una doble relación constituida por un distanciamiento de la política. Es decir estos jóvenes buscaban al mismo tiempo insertarse en éstas asociaciones de carácter político, movidos por la necesidad de crear espacios de socialización y de solidaridad en un país extranjero. La visita del jurista hizo posible la construcción de alianzas entre la ASCN y los estudiantes de Melbourne, sensibles a las problemáticas de violencia en América Latina.

Rosa y la campaña de solidaridad de Bahía Portete
La visita del jurista dio a Rosa una cierta visibilidad, no solamente en el seno de la comunidad de estudiantes colombianos en Melbourne, sino también frente a las ONG australianas que trabajan con América Latina, formadas en gran parte por refugiados políticos chilenos o de Centro América. En este contexto, el jurista colombiano, le pide a Rosa en el 2004 que se encargue de la primera campaña internacional de solidaridad en Australia con las víctimas de Bahía Portete. Se escogió en este contexto a Australia para denunciar el caso, pues COLMINAS había denunciado la existencia de lazos entre la empresa australiana y los paramilitares autores de la masacre. Según  COLMINAS existía una relación directa entre la implantación de los proyectos económicos de las multinacionales y la violación de los derechos humanos de los pueblos indígenas. De manera general, el sindicato denunció las políticas del Estado colombiano que tenían como objetivo estimular el crecimiento económico y la implantación de grandes proyectos en el marco del proceso de integración comercial de los mercados de la energía, el agua y otros recursos naturales como el carbón y el gas.

Para representar a las víctimas, Rosa estaba encargada de organizar la llegada de Débora Barros. Esta campaña de solidaridad era la segunda que Rosa dirigía. Mientras que la primera campaña, había sido como lo habíamos dicho una "gran campaña", esta aparecía más como un reto. La campaña implicaría para ella, "mover" un tema para ella desconocido: por lo que el desarrollo implicaría numerosas tensiones con Débora Barrros, y nuevos refugiados sindicalistas como "Chucho". Este "recién llegado" tenía aproximadamente unos cincuenta años y había llegado a Australia en el 2004, tras una larga trayectoria sindical en Colombia. Igualmente, una pareja de refugiados colombianos se habían unido al Comité a la llegada de Débora (Alma y Carlos). Estos últimos, de origen social más modesto, y originarios de la Guajira, estaban muy familiarizados con los Wayúu, y por ello ponían en cuestión la forma en que Rosa gestionaba la campaña.

La puesta en marcha de la campaña de Bahía Portete: las primeras tensiones entre las dos mujeres
Después de leer el artículo de prensa logré encontrarme con Rosa en Abril del 2005. Era una mujer muy simpática, me propuso ir a verla para la fiesta de cumpleaños de su hijo Amador, y en donde me encontraría con Débora. Llegué donde Rosa hacia las 9 de la noche a una fiesta concurrida, más o menos 20 colombianos reunidos en una atmósfera muy íntima. Rosa, me llama y me dice que me siente a su lado. Mientras que hablamos me va presentando y describiendo los perfiles de cada uno de los invitados:

    Yo soy refugiada política y estoy en Melbourne desde hace cinco años con mis tres hijos, mi hermana y su hijo. Amador tiene 29 años, estudia sociología en La Trobe. Diana, su mujer, llegó de Costa Rica, hace cuatro años. Está estudiando diseño gráfico en Swimburn University, Prahan. Julio tiene 20 años y Luisa 18. Mi hermana Martha y su hijo Cristo de nueve años. Esta chica que ves allá es Sandra, una niña colombiana que trabaja con la BHP y también estudia aquí. Yo quería que ella comprendiera lo que esta multinacional está haciendo en Colombia ! (...) Yo como te decía, soy la representante de los sindicatos del sector minero colombiano en Melbourne. Yo soy periodista y gracias a un colectivo de juristas estoy en Australia. Esta campaña con Débora es de mucha complejidad, pero ya veremos cómo se desarrolla. De todas maneras, hay mucha gente que ya nos ha contactado y ya tenemos una agenda muy cargada. Bueno, ahora a festejar! (Rosa, Diario de campo, Melbourne, abril 2005).

Esta primera conversación con Rosa, me dio algunos elementos sobre su origen social y su rol en el seno de la comunidad colombiana y también sobre su rol como responsable de la campaña y de ASCN. Constaté que Rosa tenía un conocimiento muy parcial de la problemática de los pueblos indígenas en Colombia. También, me dí cuenta que se dirigía a Débora de un modo paternalista y a veces miserabilista:

    Ella no era la persona que yo imaginaba, no tenía mucha experiencia. Yo pensaba que tenía en la cabeza la problemática del país. Pero cuando uno tiene que hacer entrevistas por ejemplo, soy yo quien debe dar todo el contexto para que ella intervenga en el punto preciso de la masacre. Yo creo que a ella le tocó asumir la dirigencia porque era la única sobreviviente que podía tomar la cosa en sus manos. Los paramilitares mataron a toda su familia. Y ella se volvió dirigente porque no tenía manera de escoger. Sin embargo, en mi concepto ella no está preparada para todo esto, que es muy complejo. Además, ella está viviendo su duelo en medio de amenazas, ya han intentado asesinarla tres veces. Su prioridad, ahora, es el retorno de su familia al territorio (Rosa, Diario de campo, Melbourne, abril 2005).

A lo largo de todas nuestras conversaciones, ella estableció permanentemente una diferenciación entre los verdaderos expertos jurídicos y los "profanos", pues Débora no tenía experiencia, y requería un importante apoyo técnico para la gestión de la campaña. Mientras yo hablaba con Rosa, Débora estaba sentada en el fondo del cuarto, con un estudiante colombiano. Yo no quería molestarla, fue entonces al final de la fiesta que me le acerqué. Al principio parecía un poco tímida y muy cansada. Sin embargo me comentó que quería a toda costa conocer a los aborígenes australianos, pues para Rosa eso no era importante:  

    Sabes, me gustaría tanto encontrarme con indígenas australianos. Para mi es una obligación visitar a mis hermanos en otro país y contarles lo que pasa en Colombia. Rosa piensa sin embargo que eso no es importante. Porque no me llamas mañana y arreglamos un encuentro con tus amigos (Débora, Diario de campo, Melbourne, abril 2005).

Después de compartir esa noche con las dos mujeres me di cuenta rápidamente que las relaciones entre ellas eran complejas, pues a pesar que ser aliadas en la campaña, tenían puntos de vista distintos sobre su gestión.

DÉBORA: LA REPRESENTANTE DE LAS VÍCTIMAS DE BAHÍA PORTETE(5)

Débora, una de las sobrevivientes de la masacre, en el 2005 era una joven mujer wayúu de más o menos 26 años, madre de un niño de tres años. No tengo certeza sobre su trayectoria universitaria, pero Débora me contó que había hecho estudios de derecho y una maestría en derecho penal en la Universidad del Norte de Barranquilla, una de las principales universidades privadas de la ciudad. Me explicó también que durante la época de la masacre ella trabajaba como funcionaria en la Personería de Uribia. Débora era una actora social estadísticamente rara en su "comunidad" ya que en el seno de las actividades del grupo australiano de solidaridad en el que trabajaba Rosa, Débora poseía capitales jurídicos, económicos y escolares comparativamente altos en el marco de su comunidad pero que no eran reconocidos y valorados suficientemente por Rosa. Esta actora social que no tenía experiencia en la defensa de la "causa indígena", adoptaba en varias ocasiones un discurso de tinte peyorativo, con relación a la joven representante. Si es verdad que en ese momento Débora no tenía una larga experiencia internacional como defensora de derechos humanos, en el contexto local Débora era una actora dotada de capital escolar importante, y sobre todo de capital político y "étnico"(6), el cual estaba transversalmente a la base de la campaña. En este sentido, Débora participaba en los espacios de negociación con el gobierno colombiano y gestionaba la defensa de las víctimas a nivel internacional. Según la CNRR, dos meses después de los hechos, la joven viaja a Bogotá para iniciar un trabajo de documentación y denuncia, lo que le implicará amenazas y atentados contra su vida.

En mayo del 2004, constituye una organización indígena para el apoyo de las víctimas(7), cuyo objetivo principal consistía en la defensa de los derechos colectivos de los Wayúu, con atención particular a las mujeres y jóvenes. Desde este espacio Débora también trabaja sobre las condiciones para el retorno. Para ello, el gobierno colombiano debía garantizar las condiciones de seguridad suficientes para los sobrevivientes. Débora se basó entonces en Bogotá, en donde estableció una muy buena relación con el presidente de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), y Margarita Bolívar, una jurista de la Fundación  Hemera, quienes fueron una de las pocas ONG que documentaron este caso justo después de la ocurrencia de los hechos.

Fuente: Informe CNRR, Mujeres Wayúu en la mira (2009-2010), quinto Yanama (2009).

En el 2004, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos otorga a Débora medidas de protección provisionales, después de que recibió amenazas de muerte y que fue víctima de dos atentados en la ciudad de Bogotá. En estas circunstancias Débora no tenía domicilio fijo y todas sus actividades estaban supervisadas por sus escoltas.

A pesar de las amenazas contra su vida y las difíciles condiciones materiales de vida y por supuesto para la movilización nacional y transnacional del caso, Débora decidió continuar el trabajo de denuncia con el apoyo de la ONIC y la representación legal de un colectivo de juristas y COLMINAS. Durante los siguientes años (como vemos en la fotografía) hasta el 2009, su organización regresa al territorio acompañada de varias organizaciones sociales como un acto simbólico de recuperación de territorio (una conmemoración a través del Yanama). A continuación cito algunas de las palabras de Débora sobre la importancia de este tipo de acción colectiva:

    Cuando uno viene se llena de mucho valor y nos olvidamos del miedo. El Yanama ha sido romper y volver a llegar, tratar de curar no solamente la parte ritual asociada con el llanto a los muertos, sino la determinación de no dejarse despedazar culturalmente (CNRR, Mujeres Wayúu en la mira (2009-2010): 196).

Este acto simbólico que duraba algunos días permitía a la comunidad recuperar por lo menos provisionalmente el territorio, reconocerlo, limpiarlo, habitarlo a través de las labores cotidianas de las mujeres como la cocina y el tejido. Igualmente, se realizaban rituales colectivos en donde se recordaban los muertos, el dolor y se discutía sobre la búsqueda de la verdad y la justicia. Este proceso buscaba darle visibilidad a la "causa" a nivel nacional e internacional para luchar contra la estigmatización del pueblo wayúu como atravesado por la violencia y el narcotráfico (CNRR, 2011: 196).

Fuente: CNRR, Mujeres Wayúu en la mira (2009-2010), quinto Yanama.

Es importante resaltar que a pesar del apoyo de estas organizaciones, Débora no tuvo un contrato de trabajo fijo para la representación del caso de Bahía Portete durante su estadía en Bogotá. Ella tenía algunos beneficios en términos de algunos financiamientos de la cooperación internacional a través de proyectos de desarrollo. Lo anterior, implicaba que tenía que hacer frente a muchas dificultades financieras, aun teniendo una relación directa con los presidentes de la ONIC y de COLMINAS, lo que hizo posible su inserción en estructuras de movilización como las redes de defensa legal transnacionales. Sin embargo, esta inserción no fue fácil, en particular porque la movilización del caso exigía competencias lingüísticas y "capitales militantes"(8) para movilizar la causa en el medio asociativo australiano. Por esta razón, Débora, dependía en gran medida del apoyo de Rosa, la cual vivía también en condiciones de relativa precariedad, lo cual exacerbaba las tensiones y las lógicas de confrontación entre las dos mujeres.

Los diferentes recursos movilizados por las dos mujeres
Mis discusiones con Débora me indicaron que la cuestión de género era muy importante para ella como repertorio de la movilización del caso. Por un lado, ella me confió que había mucho camino por recorrer en Colombia en cuanto al lugar ocupado por las mujeres en las organizaciones indígenas. Débora estaba molesta por el sexismo, el cual ella veía claramente reflejado en aquellos quiénes en ese universo se interesaban por el caso de Bahía Portete. Su capital escolar elevado con relación a otras mujeres jóvenes de su comunidad le permitía poner en cuestión las relaciones de dominación sexual que atravesaban el universo del militantismo indígena. En este sentido, Débora criticaba durante nuestras conversaciones las interacciones que se daban al interior de la campaña de las redes de defensa legal transnacionales. Más allá de la campaña es importante recordar que según CNRR la masacre fue un "castigo" del liderazgo de las liderezas como Margarita Fince Epinayú (conocida como Margoth) y Rosa Fince Uriana (conocida como Ocha).  Margoth, era una de las sabedoras de la tradición oral, autoridad tradicional de la comunidad y fundadora de la Asociación Indígena de Autoridades Tradicionales, Akotchijirrawa. Rosa era dueña de una tienda de víveres, comerciante, pero también cumplía un rol de relacionamiento y representación con el mundo no indígena.

Débora había asumido un importante liderazgo en la comunidad antes de la masacre. Su tía Rosa y Margoth habían expresado públicamente su resistencia y preocupación por la presencia de los paramilitares y sus intentos por relacionarse con las mujeres Wayúu (CNRR, Mujeres Wayúu en la Mira, 2009-2010: 84-85). Como lo narra la CNRR durante la masacre a las dos liderezas se les saca de su casa y se les tortura sexualmente, mediante el cercenamiento de extremidades y órganos asociados a la sexualidad en un lugar emblemático para la comunidad como la escuela, el cementerio o los cerros sagrados. Igualmente los paramilitares usaron grafitis como medio de violencia sexual y ultraje a las mujeres y a la comunidad. Con posterioridad a la masacre pintaron en la casa de Rosa Fince figuras de mujeres violadas por la boca, el ano, la vagina, mensajes ofensivos que recordaban las violaciones, el rasgamiento de los senos, la apertura de los vientres. Según, los análisis de la CNRR,

De esta manera, mediante el ataque violento y el asesinato de mujeres se mancha también su cuerpo como territorio y el territorio se desacraliza. Esta manipulación del cuerpo (...) viola el principio sagrado de que sólo las mujeres, dado su papel de enlace entre el mundo de los vivos y el de los muertos y no tener responsabilidad en la venganza de una muerte violenta, pueden tocar el cuerpo de quien ha muerto" (CNRR, Mujeres Wayúu en la MIRA, 2009-2010: 86).

Fuente: Informe CNRR, Mujeres Wayúu en la mira (2009-2010).

Débora, durante la campaña utilizaba un discurso crítico, en el cruce del repertorio de los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas y los derechos de las mujeres. A lo largo de la campaña, Débora ponía permanentemente en cuestión el conjunto de decisiones y las prácticas de denuncia puestas en marcha por Rosa.

El rol de Rosa, como coordinadora de la campaña, permitía a Débora "contra-balancear" sus frágiles recursos sociales (en el universo australiano) y lingüísticos, y controlar las relaciones entre los militantes indígenas, los juristas australianos y los juristas colombianos. Rosa, como coordinadora, se encontraba en zonas de relacionamiento privilegiado con las ONG australianas, los periodistas y los políticos, lo que le permitía la acumulación de contactos y de recursos para la constitución de futuras alianzas en el marco de las actividades de la ASCN. Para retomar los términos de Anne-Catherine Wagner, sobre sus análisis sobre las condiciones sociales de la internacionalización de los militantes sindicales, esta investigación analiza, la relación entre dos mujeres militantes en el seno de una campaña, lo que muestra igualmente, como para esta nueva generación de representantes internacionales "por lo general originarios de las clases populares, medias y por lo tanto poco diplomados", el acceso al lobbying internacional conduce a movilizar "un capital militante internacional". Lo anterior implica necesariamente estrategias entre actores sociales muy heterogéneos, lo que implica un terreno propicio para la exacerbación de conflictos y la competencia entre los actores que hacen parte de las redes de defensa legal (Wagner 2004). La diferencia entre los repertorios movilizados por las dos mujeres implicó luchas por el control de la campaña a través de las cuales Rosa y Débora intentaban defender sus "causas".

Luchas por la legitimidad del control de la campaña entre las dos mujeres
Durante la primera parte de la campaña, la agenda, el tipo y el contenido de las intervenciones, las actividades sociales, la gestión de recursos económicos, el control de los contactos políticos y militantes, las declaraciones a la prensa y aún algunas decisiones de tipo jurídico, eran fijadas por Rosa. Débora insistía mucho en que deseaba encontrarse con dirigentes aborígenes australianos con el fin de retomar el control de la campaña, ya que era de su interés consolidar las redes de su organización indígena. Rosa quien no tenía ni contactos, ni experiencia en temas étnicos, no veía la importancia. En este sentido, organizamos con mi compañero quien tenía contactos con algunos líderes, un encuentro con, Gary Foley.

    Yo soy Débora Barros, autoridad tradicional de la comunidad de Bahía Portete. Quiero ante todo manifestar que estoy muy feliz de encontrarme con ustedes mis hermanos. Estoy en Australia para denunciar una masacre contra mi familia en Abril 2004. La Bahía de Portete es fundamental para la explotación del carbón y su salida hacia el océano. La BHP quería comprar nuestras tierras, pero nuestras tierras no están en venta. Después de la masacre, mi familia y yo tuvimos que huir hacia Venezuela. Hasta el momento el Estado colombiano no ha hecho nada. Hasta el momento no hemos ni siquiera recibido una carta de la multinacional de condolencias. Algunos días después de la masacre, después de muchos días de camino a pie, bajo el terrible sol del desierto, algunas personas de la comunidad llegaron hasta las instalaciones de la BHP en Colombia. No les dieron ningún tipo de ayuda, ni siquiera un vaso de agua. Los empelados tenían órdenes precisas para no abrir las puertas a "esos indígenas". Yo estoy aquí, en Australia para pedir su apoyo, su solidaridad. Para mi es muy doloroso contarles éstas cosas, pero lo hago porque quiero que el mundo entero y que ustedes sobre todo se enteren mis hermanos, para que sepan lo que está pasando en Colombia con la colaboración de una multinacional australiana (Débora, Diario de campo, Melbourne, mayo 2005).

Después de la narración de Débora, Gary Foley, a pesar de su larga trayectoria militante, no sabía que decir. Se quedó en silencio durante algunos minutos, sin saber cómo reaccionar, y después dijo:

    Yo también, estoy muy emocionado de conocerla y me siento muy conmovido por lo que usted y su familia han tenido que vivir. Puede contar con nosotros para por ejemplo organizar un meeting, o reuniones especiales con los parlamentarios. Mañana precisamente tenemos unas reuniones especiales con los parlamentarios y nos gustaría invitarla para que pudiera exponer su caso (Gary Foley, Diario de campo, Melbourne, mayo 2005).

Su reacción de sorpresa muestra como la gestión de una campaña de este tipo no hacía parte de los casos movilizados por las organizaciones aborígenes australianas. Aunque había algunos referentes comunes entre los dos representantes indígenas (como el discurso de la lucha por el reconocimiento de los derechos territoriales), las situaciones de violencia extrema (como las masacres y los desplazamientos masivos forzados) constituían prácticas desconocidas por Foley. Para Débora, este encuentro le permitió reconocer el universo militante indígena a través de referentes próximos que constituían una estrategia de conversión de su capital étnico. La búsqueda de equivalentes estructurales conocidos se comprendía, pues para ella el desarrollo de la campaña era en algunos momentos muy rutinaria, pero al mismo tiempo exigente, porque debía según los públicos, reinventar la historia para tener el apoyo de distintas asociaciones.

Rosa al contrario, durante la campaña en las distintas ciudades australianas, ponía énfasis en las interacciones que ella podía controlar, como las citas con los políticos, los representantes de las ONG que trabajaban sobre cuestiones de migración, medio ambiente y derecho de las mujeres. Ella trabajaba también de la mano de periodistas para lograr la mediatización del caso (a través de la redacción de artículos y de la participación en emisiones de televisión). La "gestión mediática" de Rosa permitía comprender como las competencias profesionales de los periodistas se vuelven una plataforma de "adquisición del capital militante" en el escenario australiano, para contrabalancear las aproximaciones entre Débora y los militantes aborígenes y los refugiados latino-americanos (Rimbert, Crespo: 2004).

Las tensiones en el seno del Comité alrededor de las luchas entre Rosa y Débora
En el contexto del desarrollo de la campaña, otros refugiados políticos colombianos se acercaron al comité: Alma y Carlos. Los conocí en Abril del 2004 durante la reunión que habíamos organizado con Foley. La pareja no estaba muy insertada en la red de colombianos en Melbourne. Conocieron a Rosa, igual que nosotros gracias a la prensa.

Llegamos a Melbourne hace más o menos un año en 2003. Mi hija de 18 años fue atacada en la calle en Montería, por las noches no podíamos dormir pues en nuestro barrio se abría fuego entre bandas paramilitares. Ya habíamos tomado la decisión de irnos para Australia con Carlos, aún si aquí la vida tampoco es fácil. Sólo tenemos el salario de Carlos, que trabaja también como profesor de yoga y vigilante (Alma, Diario de campo, Melbourne, Junio 2004).

Alma tomaba cursos de inglés, pues no hablaba la lengua. Con Carlos y su pequeña hija habían creado un grupo de danza colombiana, el cual ofrecía espectáculos culturales en las afueras de Melbourne. Aún si Carlos tenía un estatus de refugiado político, no estaba comprometido en causas políticas. Cuando la pareja se acercó al Comité fue más bien para obtener ayudas informales para Alma. A partir de pequeños intercambios en el marco de la campaña, se fue creando un lazo entre la pareja, Rosa y Débora. Sin embargo, a pesar del entusiasmo de los primeros meses, la pareja comenzó a expresar poco a poco sus diferencias con Rosa, pues desaprobaban el trato que le daba a Débora. En este escenario la pareja se fue acercando al nuevo sindicalista, "Chucho", quien comenzaba a perfilarse como el posible nuevo director del Comité.

A pesar de las distintas diferencias biográficas innegables entre los distintos miembros del Comité, todos estaban marcados por una relación incontestable con la violencia política la cual caracterizaba, para quienes el exilio forzado había constituido un trauma biográfico. En muchos casos, la violencia política estaba acompañada de rupturas geográficas o afectivas con el medio familiar o social (como el divorcio de Rosa, o el reagrupamiento familiar de Alma y Carlos, quienes tuvieron que dejar a dos hijos en Colombia). Estas experiencias pueden provocar una disponibilidad insospechada, para quienes han vivido o afrontado responsabilidades inéditas o quienes han tenido experiencias muy fuertes que implican poner en cuestión identidades vividas (Siméant, 2001). Por otro lado, la experiencia común de la migración reunía a éstos migrantes en una cierta "comunidad de experiencia". Así, aunque existían muchas razones que separaban a Rosa y a Alma, desde el punto de vista de sus trayectorias y las posiciones sociales ocupadas antes del exilio, las dos mujeres tenían una experiencia social equivalente en Australia (estudiar inglés, hacer trabajo social). En este sentido, se veían confrontadas a las mismas dificultades para insertarse en el mercado del trabajo, y compartían la misma nostalgia por su actividad profesional en Colombia.

La ambigüedad de los repertorios del discurso de Débora
La condición de "representante de las víctimas" imponía a Débora la repetición del mismo discurso sobre la masacre varias veces en un mismo día, durante cuatro meses seguidos. Esta experiencia implicaba la adaptación del discurso según los públicos. Sin embargo, cada intervención (re)actualizaba el sufrimiento, lo cual impedía un verdadero duelo.

    Estoy tan cansada, no pude dormir nada. Y cuando puedo dormir tengo pesadillas horribles con los muertos. A veces creo que me voy a volver loca. Todos los días, debo repetir esta historia horrible de la masacre. Hablar de los muertos! Sabes que una vez mientras que yo contaba la historia de la muerte de mi tía, tenía realmente ganas de reírme. Me dio mucho miedo. Te imaginas yo quería reírme, y me tuve que morder a lengua muy fuerte para no reírme delante de toda esa gente. Yo creo que son los espíritus de los muertos que ya no quieren que se hable más de eso, que quieren descansar! (Débora, Diario de Campo, Mayo 2005, Melbourne).

Al mismo tiempo, la repetición de los hechos estaba muchas veces acompañada de la expresión de sentimientos de esperanza o del deseo de comprometerse con nuevos proyectos. La experiencia del duelo era compensada por una suerte de placer, ligado al descubrimiento de un nuevo país y del encuentro con militantes australianos que le ofrecían su apoyo y solidaridad. Aunque en la mayoría de los foros, Débora privilegiaba un repertorio "victimizante", había públicos en los que se centraba los derechos de los pueblos indígenas. La mayoría de personas que asistían a éstas reuniones eran refugiados políticos chilenos, Guatemaltecos y Nicaragüenses, y por lo tanto sensibles a las prácticas de violencia política contra los indígenas. Débora efectuaba igualmente intervenciones en reuniones coordinadas por redes de migrantes italianos que trabajaban sobre los derechos de los migrantes desde un repertorio multicultural. Estos colectivos estaban muy cerca de los debates sobre los pueblos indígenas y la agenda de los derechos humanos. De esta manera, Débora aparecía en diferentes foros como un personaje profundamente ambiguo, en el que coexistían la condición de víctima, la sabiduría indígena, el carisma y belleza de una heroína.

Como lo enuncia Pascale Lépinasse en cuanto ciertos líderes indios, Débora era autora de hibridaciones novedosas audaces entre un discurso tradicional wayúu y los valores contemporáneos de  defensa de los derechos de las mujeres y de los indígenas (Lépinasse, 2007).

La alternancia entre los distintos repertorios era la consecuencia de la lucha entre las dos mujeres para controlar la campaña. De una parte, Rosa pedía a Débora enfatizar en cómo se había desarrollado la masacre: ¡Hablar con la verdad¡ Rosa insistía en la necesidad de "chocar para lograr la atención", a través de la utilización de una especie de "marketing humanitario".

Esta (re)victimización estratégica, buscaba obtener el apoyo de la sociedad australiana, pero entraba en conflicto con el discurso reivindicativo de derechos utilizado por Débora de forma regular. A pesar de las directivas de Rosa, Débora dejaba ver en sus intervenciones públicas un discurso político de reivindicación de derechos, de autodeterminación, el cual chocaba con el discurso paternalista que Rosa producía sobre ella. La audiencia australiana, seducida por la fuerza de esta joven mujer, reforzaba la tensión entre la dirigente indígena y su asesor. Cuando el público preguntaba a Débora cuestiones sobre la cultura wayúu, la biodiversidad y los derechos culturales, Débora recuperó el monopolio de la gestión de la campaña. Sin embargo, puesto que Débora no hablaba inglés, Rosa (cuyo inglés tampoco era muy bueno) era indispensable para la campaña y la interlocución con los donantes. De esta manera, se instaló una lucha por el monopolio y la movilización del "capital de la víctima" en el seno de la campaña internacional entre la refugiada política y la dirigente indígena (Santamaria, 2008).

La campaña y los marcos de acción
Después de algunas semanas de la denuncia internacional del caso a través de la prensa australiana, Débora recibió noticias de su familia en Venezuela. Se enteró entonces que su hermano había viajado a la Guajira y que estaba en peligro, pues existían fuertes amenazas contra la vida de la familia. Débora decide entonces interrumpir la campaña. Al mismo tiempo, la cadena australiana Australian Broadcasting Corporation (ABC)había hecho entrevistas con Débora para hacer un reportaje, difundió un documental sobre un caso muy parecido en el Congo. Simultáneamente, Rosa preparaba una reunión con la vice-presidencia de la BHP. Paralelamente, con el apoyo de las redes del colectivo jurídico colombiano, un grupo de abogados australianos trabajaban en la posibilidad de interponer una demanda contra la multinacional, debido a sus alianzas con los grupos paramilitares autores de la masacre. Según los abogados australianos, casos similares habían tenido lugar en el Congo y tal vez esta coyuntura permitiría la constitución de una red de defensa legal (Keck; Sikkink: 1998).

Después de la primera reunión de negociación con la BHP, Débora y Rosa estaban muy contentas, pues según Rosa la participación por omisión de la multinacional había sido reconocida.

    Rosa: Esta semana vimos al de la presidencia. Realmente el artículo fue una muy buena estrategia. El hombre nos dijo que algunas fuentes decían que la masacre era una venganza de un grupo paramilitar contra un clan de la comunidad que había robado una carga de cocaína. Le dijo a Débora que era bastante serio establecer relaciones entre la masacre y la BHP y que quería discutir sobre un posible acuerdo directamente con ella.
    Cuando habló de acuerdo ...yo le dije :
    Rosa en la reunión: "!Como se le ocurre decirle a esta mujer, que usted no estaba al tanto de la masacre, si usted pagaba servicios de seguridad privada a grupos paramilitares en la región para poder desarrollar sus exploraciones!"
    Vice-BHP en la reunión: "No es cierto que miembros de la comunidad hayan llegado a oficinas de la BHP para pedir agua y que nuestras puertas estuvieran cerradas".
    Rosa: Son ellos quienes pagan los grupos paramilitares y al ejército. Cuando Débora escucha que el hombre dice que la masacre no fue reconocida por el Estado, se levanta con los ojos llenos de rabia e indignación, le quita el mapa de las manos, donde había marcado una región de exploración de la BHP, llama al traductor y dice:
    Débora durante la reunión: "! Cómo puede usted decirme a mí, que esto no es cierto, que mi familia acudió a ustedes después de semanas de caminar en el desierto para pedir un poco de agua y ustedes no se lo permitieron. Después de todo lo que ha pasado ustedes son los únicos en toda la región que ni siquiera enviaron una carta de solidaridad! ¡Que no sabían lo que estaba pasando, pero si usted se conoce ese mapa de memoria! Usted sabe perfectamente que sufrimos de enfermedades terribles a causa de las exploraciones. Nuestra comida, la tenemos que comer inmediatamente a causa del polvo de carbón que circula por el aire y destruye nuestros cuerpos! Un acuerdo no (...) yo quiero justicia!"
    Rosa: Débora estuvo fantástica (Débora reía orgullosa durante la narración de Rosa. Para mí era evidente que esta reunión había fortalecido a la pareja de mujeres) (Discusión con Débora y Rosa, Diario de campo, mayo 2005, Melbourne).

La intervención de Rosa daba testimonio de una voluntad de racionalización exterior de los hechos bajo la forma de un "reporte de actividades" (Lechien, Rozier, Willemez, 2002). La descripción realizada por Rosa hacía énfasis en que Débora no comprendía ciertos códigos de comunicación requeridos para una reunión con el vice-presidente de la BHP(9), pero que, por el contrario, su estrategia discursiva de confrontación era muy eficaz. De forma muy implícita, Rosa presentaba la intervención de Débora como imprudente e impulsiva, y la suya como el producto de un trabajo de racionalización estratégico. A lo largo de la campaña Rosa intentó a partir de la descalificación de Débora mostrar su rol de coordinadora de la campaña como indispensable.

La ambigüedad de los discursos de Débora al igual que la lucha entre las dos mujeres por el control de la campaña expresaban diferentes lógicas investidas en el éxito de la campaña. Estas se fundaban en apuestas diferentes para cada una de las dos mujeres. Para Débora, cada visita de esta campaña constituía una etapa suplementaria para hacer posible el retorno y la protección de su familia. Para ella, coexistían lógicas contradictorias: la defensa de los derechos de su pueblo y de sus intereses profesionales y personales, con el deseo de viajar, sentimientos de afecto etc.

El fin de la campaña y la salida de la militancia de Rosa
La campaña de denuncia terminó en medio de fuertes tensiones entre Rosa, Débora, Alma y Carlos. Rosa abandonó el comité. Podríamos decir que los conflictos entre las diferentes tendencias de los refugiados políticos aparecieron ya que las posiciones de los individuos estaban siempre influenciadas por sus trayectorias biográficas. La camaradería entre Rosa, Alma y Carlos se volvió cada vez más difícil y las críticas comenzaron a multiplicarse. Estas tensiones terminaron por deteriorar sus relaciones. Los tres se retiraron del Comité, el cual sobrevivió con la nueva dirección de "Chucho".

Débora volvió a Colombia, en donde actualmente sigue su proceso a través de su organización y la CNRR. Cada año organiza una Yanamana para la reapropiación del territorio y la conmemoración de las víctimas. Según uno de los representantes de COLMINAS,  Débora movilizó el caso posteriormente en Ginebra, en Estados-Unidos en el marco de grupos especializados en temas indígenas de la ONU. No prosiguió el trabajo con la ASCN. Hay que tener en cuenta la frágil conexión entre la organización de Débora y las asociaciones australianas que apoyaron la campaña. La fortaleza de las conexiones es una condición de posibilidad de la acción militante transnacional.

Tres años después regresé a Australia y encontré a Rosa. Ella había abandonado el militantismo político y trabajaba como asistente social. Cuando le pregunté qué pensaba de su antigua vida:

    No, para nada... aunque no es tan excitante como antes, hace poco recibí un mail de ayuda para la campaña, pero he decidido no meterme de nuevo en ese mundo (Rosa, Diario de campo, Melbourne, diciembre 2007).

El análisis de las trayectorias militantes de estas dos mujeres constituye una puerta de entrada para comprender cómo se articulan los diferentes momentos del proceso de internacionalización de las causas indígenas. La inserción en la vida ordinaria de una campaña, muestra como los militantes deben ser capaces de construir un discurso, una historia, un héroe o una heroína que puedan seducir y entrar en competencia en el campo asociativo de recepción internacional. Sin embargo, lo anterior no es suficiente para el éxito de la acción colectiva. Como pudimos constatarlo, la acción colectiva transnacional de las organizaciones colombianas conoce importantes restricciones, puesto que existe una frágil conexión entre el medio asociativo australiano, lo que constituye una condición de posibilidad para la acción militante transnacional (Wagner, 2004). La acción colectiva trasnacional constituye una oportunidad de movilidad social, a la vez para los militantes que ocupan una  posición dominada en la sociedad de recepción (refugiados políticos) y para aquellos que tienen una situación dominada en el campo del poder local (los representantes de las víctimas). De esta manera, la forma de despliegue de las distintas tensiones y alianzas entre "víctimas" y los miembros de los colectivos de apoyo, en particular alrededor de la lucha contra el monopolio de los recursos en el marco de alianzas temporales son complejas y deben en nuestro concepto ser estudiadas. Este fenómeno aparece aquí como una de las expresiones de la división social del trabajo militante internacional. Este caso, nos permitió analizar también, distintos niveles de impacto y refracción de las agendas de colectivos muy diversos que interaccionan entre sí en un mismo universo, y compiten por recursos económicos limitados.


COMENTARIOS

1. Según Della Porta y Kriesi, estos nuevos actores colectivos transnacionales, se ven obligados a "pensar globalmente" para "actuar localmente" en un sistema "multi-niveles" de gobernabilidad (Della Porta y Kriesi, 2002: 20). Algunos autores como Jackie Smith y Sidney Tarrow han hablado de la emergencia de nuevos "movimientos sociales transnacionales", y del desarrollo de prácticas de diplomacias desde la sociedad civil ante los organismos internacionales y/o ante las multinacionales o las corporaciones. Según Tarrow, las organizaciones sociales buscan hoy ejercer presión sobre sus propios Estados u otros actores, para que estos a su vez, ejerzan presión ante los organismos supranacionales, durante la negociación de políticas internacionales (por ejemplo en temas de migración, derechos humanos, medio ambiente, pueblos indígenas, mujeres). Las organizaciones supranacionales se erigen entonces como "nuevos escenarios" para las luchas políticas y la protesta social. Así, las movilizaciones buscan en estos escenarios implicar a nuevos públicos, a través de agendas múltiples y en muchas ocasiones su principal objetivo son los "públicos globales".

2. En el 2002, según la Comisión Nacional de Reconciliación y Reparación (CNRR), los paramilitares se instalan en Bahía Portete, región que por muchos años constituía una zona de contrabando (madera, yeso, drogas, armas). El campamento paramilitar ubicado en Kalerruwou (territorio indígena) bajo el mando de Arnulfo Sánchez quien llega de la mano de José María Barros (Chema bala), wayúu, del clan Ipuana. A principios del 2004, como lo consigna el Informe de la CNRR: "Los hombres armados después se dirigieron a Bahía Portete  (...) asesinaron a Alberto (Everths) en frente de su sobrino de 6 años. La muerte de estos dos jóvenes no se denunció por temor de la familia de que se generarán más asesinatos en la comunidad. Débora Barros, Inspectora de Uribia en 2004, realiza la inspección de los cadáveres de sus primos junto con otros miembros de su familia. Días después recibe una llamada de Arnulfo Sánchez, comandante del Frente Contrainsurgente Wayúu quien la amenaza a ella y a sus tías Margoth y Rosa para que se queden calladas y les advierte que pueden denunciar los asesinatos" (CNRR, 2009-2010:47).

3. Como lo afirma Johanna Siméant, la sociología de los movimientos sociales parece muy marcada en los últimos diez años por tres características principales :  el giro trasnacional  (en su mayoría se trata de estudios sobre el Movimiento de Mujeres, cf. Naples, Desai, 2002 ; Roggeband, 2004 ; Dufour, Giraud, 2007 ; de los derechos humanos, cf. Keck et Sikkink, 1998 ; Khagram, Riker, Sikkink, 2000 ; y del medio ambiente,  Princen, Finger, 1994 ; Lewis, 2002 ; Reiman, 2002 ; Schaefer Caniglia, 2002); la focalización de una primera ola de trabajos sobre el proceso de ONGisation de la defensa de las causas sociales, implica procesos como la profesionalización y especialización, y finalmente, una segunda ola de estudios se centra, en el altermundialismo haciendo referencia al trasnacionalismo ligado al mundo del trabajo monde du travail (Siméant, 2009).

4. Uno de los puntos más interesantes de este tipo de militantismo es que se dan un cruce de pertenencias sociales, de género y étnicas que se entrelazan a veces a través de tensiones, pero en algunas ocasiones son estratégicas como repertorios de acción y estructura de movilización. Las mujeres protagonistas de este estudio se caracterizan en efecto por un doble estatus de mujeres-indígenas y mujeres-inmigrantes  lo cual implica una inscripción en procesos muy complejos.

5. Años después en el 2011, la CNRR después de una profunda investigación y tras la efectiva judicialización del caso a través de la Ley de Justicia y Paz, afirmara en su informe que dicha masacre tuvo lugar en el municipio de Uribia y fue ejecutada por un grupo de entre 40 y 50 paramilitares del autodenominado frente Contrainsurgencia Wayúu, con colaboración de informantes locales y de personas que usaban prendas militares del Ejército colombiano. Según las cifras de este Informe, la masacre dejó 6 víctimas fatales (4 mujeres), viviendas destruidas y "una comunidad aterrorizada" (CNRR, 2009-2010: 16).

6. Las reglas del juego de la  solidaridad internacional  permiten en algunos casos la subversión por lo menos de forma temporal de las relaciones de dominación tradicionales. En este contexto, el capital étnico poco valorizado a nivel nacional y local, lo era fuertemente en el nivel internacional.

7. En este período es importante recordar que la masacre se da en un proceso incipiente de negociación del gobierno con los paramilitares, en el según la CNRR, dar mayor visibilidad a un caso como éste "perturbaban ese viraje en el manejo de uno de los actores centrales" de la negociación (CNRR, 2009-2010: 23).  

8. Para Frédérique Matonti y Franck Poupeau, hablar de capital militante es insistir en la dimensión del compromiso. El capital político da cuenta insuficientemente del compromiso político pues, "en efecto, el capital militante designa, más allá del tipo de compromiso político, los saberes adquiridos en particular gracias a las propiedades sociales que permiten jugar con más o menos éxito, en un espacio que está lejos de ser homogéneo. Más allá, de la manera en la que los agentes sociales adquieren y luego usan este tipo de capital, queda por comprender la lógica de las transferencias a través de las cuales el capital militante (por lo menos una parte de este) puede ser utilizado en otros espacios, e inversamente la forma como ciertas propiedades eficientes en otros dominios pueden ser transferidas en éstas instancias" (2004: 11).

9. Según el Informe de la CNRR, como lo afirmó un testigo años después "las palabras de Telemina, una testigo y víctima de la masacre de Portete, sintetizan el enlace entre los wayúu y su territorio así como la capacidad de resistencia (...) era más fácil matarnos (...) porque tanto narcotraficantes como las multinacionales y el Estado colombiano, saben que no les vamos a ceder nuestro territorio. Era más fácil aterrorizarnos y decir se fueron, ya no hay nadie. Vamos a tomarnos el territorio (CNRR, Mujeres Wayúu en la mira, 2009-2010: 22).


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