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Análisis Político

Print version ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.25 no.76 Bogotá Sept./Dec. 2012

 

LA ASISTENCIA "PARA EL DESARROLLO" EN LAS RELACIONES DE ESTADOS UNIDOS Y AMÉRICA LATINA

ASSISTANCE "DEVELOPMENT" IN RELATIONS BETWEEN U.S. AND LATIN AMERICA

Silvina M. Romano1

1Doctora en Ciencia Política del Centro de Estudios Avanzados y la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina. Licenciada en Historia (UNC) y Licenciada en Comunicación (UNC). Becaria posdoctoral de la Coordinación de Humanidades-Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe (CIALC) UNAM. Email: silvinamceleste@gmail.com

Fecha de Recepción: 09/07/2012
Fecha de Aprobación: 27/08/2012


RESUMEN

La asistencia "para el desarrollo" ocupó un importante rol en la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina, especialmente a partir de la revolución cubana. Estos programas promovidos por el sector privado y el gobierno estadounidenses, respondían a intereses muy concretos pocas veces mencionados a nivel de discurso oficial. En este artículo se indagará en los posibles intereses vinculados a la asistencia, así como en la articulación entre la asistencia económica y la asistencia para la "seguridad", haciendo un recorrido en el rol de la asistencia desde la guerra fría hasta la actualidad. Para ello se retoman documentos desclasificados del Departamento de Estado, el Boletín del Departamento de Estado, documentación oficial (estadísticas y programas) y declaraciones de funcionarios de Estados Unidos y América Latina.

Palabras clave: relaciones interamericanas, USAID, asistencia económica, asistencia militar.


SUMMARY

Assistance "for development" occupied an important role in U.S. foreign policy toward Latin America, especially since the Cuban revolution. These programs promoted by the private sector and the U.S. government, responding to specific interests seldom mentioned level of official discourse. This article will explore the possible interest linked to attendance, as well as the link between economic assistance and support for the "safety", doing a tour in the role of care from the Cold War to the present. This takes up declassified State Department, the Department of State Bulletin, official documentation (statistics and programs) and statements by officials of the United States and Latin America.

Keywords: American relations, USAID, economic assistance, military assistance.


INTRODUCCIÓN

En general, suele pensarse que la asistencia para el desarrollo es de hecho una actividad desinteresada y que tiene como fin el bienestar de aquellos que la reciben, que, también suele pensarse, son los "más pobres". Se argumenta, asimismo, que Estados Unidos (EUA) dio real importancia a la asistencia después de la implosión de la Unión Soviética, pues hasta ese momento su política exterior estaba basada en estrategias para evitar la expansión comunista, orientadas por una noción de seguridad "realista", alejada de cuestiones como la pobreza y el subdesarrollo(1). Sin embargo, la asistencia "para el desarrollo" ocupó un importante rol en la política exterior de EUA hacia América Latina (AL), especialmente a partir de la revolución cubana. Estos programas promovidos por el sector privado y el gobierno estadounidenses, respondían a intereses muy concretos pocas veces mencionados a nivel de discurso oficial. En este artículo se indagará en los posibles intereses vinculados a la asistencia, así como en la articulación entre la asistencia económica y la asistencia para la "seguridad", haciendo un recorrido en el rol de la asistencia desde la guerra fría hasta la actualidad. Para ello se retoman documentos desclasificados del Departamento de Estado, el Boletín del Departamento de Estado, documentación oficial (estadísticas y programas) y declaraciones de funcionarios de EUA y AL.

ASISTENCIA Y CONTENCIÓN EN LA GUERRA FRÍA

Después de la Segunda Guerra Mundial, el proyecto de asistencia para el desarrollo más contundente, fue sin dudas el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa(2), que al promover la reactivación de las economías europeas, constituyó una estrategia para garantizar el crecimiento y la expansión de la economía estadounidense, especialmente a través de organismos "multilaterales" (Instituciones Financieras Internacionales) como el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF, hoy Grupo Banco Mundial) y por medio de la expansión de las multinacionales estadounidenses (Pozzi, 2003; Barnet,1974; Servan-Schreiber, 1968).

Después del enfrentamiento bélico finalizado en 1945, era un hecho que los países "atrasados" o periféricos de Asia, África y AL, muchos de los cuales estaban pasando por procesos de descolonización, carecían de las condiciones para "insertarse del mejor modo posible" en el sistema pautado en Bretton Woods, es decir, para adaptarse a las premisas de liberalización de los mercados y alcanzar economías "estables" capaces de presentar un entorno favorable a las inversiones extranjeras. Así es que comenzaron a diseñarse programas de "asistencia técnica y económica para el desarrollo", entendiendo al desarrollo desde la perspectiva neoclásica, asociado al libre comercio y las ventajas comparativas (Caputo y Pizarro, 1975).

La asistencia técnica y económica respondería a varias necesidades y objetivos del gobierno estadounidense, es decir, cumpliría diversas funciones. Según los argumentos de algunos funcionarios estadounidenses de la administración Truman, la implementación de esta asistencia era indispensable porque "La eliminación de la ayuda y la contribución generará rápidamente una reducción de nuestras exportaciones, particularmente de ciertas commodities. Desde nuestro punto de vista, así como desde el punto de vista del mundo, este resultado sería desafortunado. La pobreza y el subdesarrollo son aliados de las fuerzas antidemocráticas, el desarrollo económico es una herramienta para forjar un mundo de paz y democracia" (US. Dept of State Bulletin, 1949: 372, 376). La asistencia, entonces, se vincula a la expansión del mercado, que a su vez, aparece como una condición para la existencia de la democracia liberal. Otra declaración, especificaba: "Sin asistencia económica y técnica no podremos esperar estabilidad económica. En naciones como India, Pakistán e Irak se deben llevar a cabo programas de asistencia económica y técnica urgente, porque existe el peligro de una 'subversión interna" (US Department of State Bulletin. 1952: 470. Subrayado propio). En esta afirmación, la necesidad de la asistencia es más imperiosa aún, en tanto de ella depende la posibilidad de alcanzar la estabilidad necesaria en la periferia para garantizar la "seguridad de EUA", es decir, garantizar la hegemonía de este país al menos en su esfera de influencia. Esto implicaba sostener y expandir el sistema de acumulación, que, especialmente después de la Segunda Guerra, se centró en el complejo militar-industrial y la expansión del capitalismo monopólico (Baran y Sweezy, 1974). Por otra parte, cuando se hablaba de "subversión interna", la principal preocupación era la infiltración del comunismo, por eso puede decirse que la asistencia también formó parte de la doctrina de "contención". Esta complementariedad coincide con la trayectoria del mismo Kennan, el diplomático que en primera instancia insistió en "contener" la expansión soviética y que luego lideró el Policy Planning Staff que diagramó el Plan Marshall para la reconstrucción económica de Europa(3). El problema puede sintetizarse con la siguiente frase: "La pobreza, el analfabetismo y las enfermedades caracterizan a las regiones subdesarrolladas, y el comunismo soviético presiona para explotar esta turbulencia" (United States Department of State Bulletin, 1952: 407, 409).

Así, la contención de la expansión del comunismo, no se reducía al "comunismo" como tal, sino a todo tipo de discursos y acciones "vinculadas" al ideario socialista o comunista, como en aquel momento se clasificó al "nacionalismo" (aunque de hecho, en muchos países los sectores nacionalistas, se oponían fervientemente al comunismo)(4): "Particularmente en Asia hay una marea de nacionalismo, de disconformidad, el fermento del comunismo, esto crea la necesidad de actuar urgente en esos espacios. Las condiciones miserables de vida llevan a un profundo sentimiento nacionalista" (US Department of State bulletin 1952: 465).

Es por ello que más allá del enfrentamiento ideológico, existían intereses muy concretos vinculados a la ayuda. La asistencia constituía una manera de expandir las inversiones y el mercado estadounidenses: "Se espera que las áreas subdesarrolladas de Asia, África y AL atraigan capital privado estadounidense. Los gobiernos deberán ocuparse del tendido de ferrocarriles y rutas, deberá haber inversiones previas a la producción de materias primas, recursos minerales y manufactureras" (USA Dept. of State, 1949: 376). Además, debía colocar exportaciones de producción primaria excedente y manufacturas, impulsando inversiones y generando nuevos consumidores. Esto se concretó por medio de instituciones y leyes orientadas a este fin, como el Banco de Importaciones y Exportaciones (ExIm Bank)(5) y la entrada en vigencia de la Ley 480 (Public Law 480)(6). La preocupación residía en el hecho de que en los países subdesarrollados "cada una de las personas compra 70 centavos de dólar de las exportaciones anuales de EUA, comparado con 5.8 dólares de compras por persona en áreas desarrolladas" (Facts About Point IV, 1952). Estos "esfuerzos" de asistencia para el desarrollo fueron sistematizados en la Ley para el Desarrollo Internacional o Programa del Punto IV durante la gestión de Truman.

El programa punto IV fue denominado de este modo porque fue el cuarto de cuatro nuevas proposiciones para alcanzar la "paz y la libertad" en el discurso inaugural del presidente Truman del 21 de enero de 1949. Surgió de la mezcla de varios motivos: proporcionar a los "países menos desarrollados" tecnología y administración, detener el comunismo en el tercer mundo, salvaguardar las inversiones extranjeras de EUA y aumentar la producción de materiales estratégicos (Pollard, 1990: 198). Según la definición de Stanley Andress, de la Administración para la Cooperación Técnica, el Programa del Punto IV funcionaba en el marco de la Ley para el Desarrollo Internacional, implicando tres actividades básicas: compartir el know-how junto con los fondos y los equipos; alentar la inversión privada en estas áreas y crear un ambiente para la inversión; entrenar a los nacionales de los países receptores de estos programas (...) El objetivo directo del Punto IV es aumentar los estándares de vida de los pueblos con los que trabajamos (United Sates Deprtament of State Bulletin, 1953: 306-308).

Tanto el Punto IV como futuros programas de asistencia, para contribuir a la expansión de la economía estadounidense (por medio de comercio e inversiones), necesitaban extender la democracia liberal (o democracia de libre mercado) como contracara "política", de modo que la asistencia se utilizó como herramienta de presión contra aquellos gobiernos de AL que presentaban proyectos de democracia que interferían con los lineamientos de la política exterior estadounidense. Uno de los primeros ejemplos fue el de la presión ejercida por EUA sobre el gobierno "comunista" (o "nacionalista") de Arbenz en Guatemala (1950-1954) (7), seguido por el derrocamiento de Goulart en Brasil (1964) y el de Allende en Chile (1973).

La presión económica al gobierno "comunista" de Joao Goulart consistió en medidas orientadas a recortar o anular los préstamos y créditos a Brasil, ya fuesen bilaterales o multilaterales, como una alternativa a la presión militar, según documentos desclasificados: "¿Debemos abandonar, enfriar o modificar la estrategia de la negociación de la deuda para evitar reforzar el prestigio de Goulart? ¿Debemos retener la aprobación o el anuncio de aprobación de los préstamos de la Agencia Internacional para el Desarrollo? ¿Existe otra medida no militar deseable para polarizar la situación para desfavorecer a Goulart?" (United States Department of State. Foreign Relations 1964-1968, Vol. XXXI. Doc. 190).

En el caso del gobierno de Allende, el presidente chileno dio a conocer públicamente en diciembre de 1972 la situación de su país en lo referido a la asistencia: "Hasta el inicio de mi gobierno, Chile recibía por concepto de préstamos otorgados por organismos financieros internacionales, tales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, un monto de recursos cercano a 80 millones de dólares al año. Violentamente, estos financiamientos han sido interrumpidos. En el decenio pasado, Chile recibía préstamos de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) del gobierno de los EUA, por un valor de 50 millones de dólares (...) Al asumir la presidencia, mi país contaba con líneas de crédito a corto plazo de la banca privada norteamericana, cerca de 220 millones de dólares. En breve plazo, se han suspendido de estos créditos, un monto de alrededor de 190 millones de dólares, suma que hemos debido pagar al no renovarse las respectivas operaciones" (Allende en Selser, 1975: 95-96).

Siguiendo estos procesos, si bien a nivel de discurso oficial del gobierno de EUA la asistencia se presentaba como una herramienta contra la expansión soviética, aparece como fundamental el logro de la liberalización de los mercados (la política de "puertas abiertas"), la imposición de democracias liberales-procedimentales favorables a los procesos de liberalización económica y la propagación de la ideología "liberal" como fundamento de dichas prácticas (Appleman Williams, 2007; Barnet, 1974). Para ello se requería de una "estabilidad" mínima en la periferia, que sería garantizada por la complementariedad entre asistencia económica y asistencia militar.

ASISTENCIA ECONÓMICA COMO COMPLEMENTO DE LA ASISTENCIA MILITAR

A inicios de la década de los cincuenta se concretaron los Programas de Asistencia Militar (PAM) en el marco de la Ley para la Seguridad Mutua. El presidente Truman declaraba: "Sin nuestros amigos en el exterior, la amenaza de agresión se acercará a nuestras propias costas. Sin sus fuerzas armadas, sus bases militares, las materias primas de sus minas y sus selvas, nuestro poder militar será amenazado gravemente. (Se necesita) Ayuda de dos tipos: ayuda militar directa y apoyo en defensa y asistencia técnica y económica para el desarrollo (United States Department of State Bulletin. 1952.The Mutual Security Program: a program for peace. Mensaje del presidente al Congreso).

La "estabilidad", indispensable para garantizar la expansión del capitalismo monopólico y el militarismo, sería garantizada con la puesta en marcha de los PAM, pues la principal ayuda debía destinarse para asegurar el suministro de materiales estratégicos y debía contribuir a mantener la estabilidad y la seguridad internas (de los países receptores) para garantizar la producción y el acceso a estos materiales (USA policy regarding Hemisphere Defense 1949-1950. Foreign Rel. Vol I., 633, 636). Estos eran los reales intereses detrás del discurso oficial que insistía en que la asistencia militar tenía como fin "evitar la infiltración comunista". Lo dicho era especialmente aplicable a AL, como fuente de materiales estratégicos y materias primas. Esto queda claro en la contradicción entre los informes de inteligencia de la CIA, que aseguraban que AL no estaba bajo amenaza directa(8), y las acciones del gobierno estadounidenses dirigidas a aumentar la intervención en el continente.

La "complementariedad" entre asistencia económica y militar, en la política hacia AL, tuvo como resultado una clara canalización de los recursos de asistencia para gastos militares. Si consideramos los programas de EUA en Cooperación Técnica y Actividades Relacionadas para el período 1950-1960, el total asignado fue de aproximadamente 267.8 millones de dólares (Mecham, 1961:368). En cuanto a la Asistencia militar y ventas militares de EUA a países de AL, para el período de 1953 a 1965, estas alcanzaron un total aproximado de 1.164 millones de dólares (Veneroni, 1971: 186). Incluso si se toman como referencia solamente los Programas de Asistencia Militar para AL entre 1950 y 1963, la suma es de 374.7 millones de dólares (Veneroni, 1971: 187).

Sin embargo, la complementariedad entre la asistencia para el desarrollo y la asistencia militar fue perdiendo legitimidad frente a los persistentes reclamos de asistencia económica(9) por parte de los gobiernos latinoamericanos, pero más aún a la luz de acontecimientos como la revolución boliviana (1952-1964) la revolución guatemalteca (especialmente durante el gobierno de Jacobo Arbenz 1951-1954) y la revolución Cubana. Estos procesos y otros, dejaron en evidencia que muchos países de AL estaban en la búsqueda de alternativas para reducir las tendencias históricas de subdesarrollo y dependencia. Por otra parte, se sabe que la mayoría de los fondos del Punto IV se destinaron a otras regiones "en desarrollo", a excepción de los países de AL "bajo amenaza de infiltración comunista", que recibieron una importante asistencia militar (Encyclopedia of American Foreign Relations, 2011). A fines de la década de 1950, el gobierno de Eisenhower planteaba algunos cambios -aunque fueran cosméticos- en la política hacia AL, a los fines de atender los reclamos de corte económico. Se crearon el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID, 1959) y un fondo de 500.000 dólares para el desarrollo de AL.

LA LEY PARA LA ASISTENCIA EXTRANJERA DE 1961

El "giro" en la política de Eisenhower hacia AL, fue la antesala del primer programa sistemático de asistencia para el desarrollo destinado a AL, la Alianza para el Progreso de la administración Kennedy. La Alianza se basaba en una concepción de desarrollo de corte neoclásica, pero con nuevos matices, siendo la postura de Walter Rostow la más representativa (que hacía referencia a que todos los pueblos inevitablemente pasarían de sociedad tradicional a sociedad desarrollada, siendo la sociedad estadounidense el paradigma de desarrollo por excelencia)(10). Aquí vale la pena señalar dos cosas. La primera es que Rostow fue uno de los asesores del confianza del presidente Kennedy. La segunda, es que la Alianza para el Progreso fue re-lanzada a nivel continental en la Asamblea de Punta del Este, en agosto de 1961, a la que asistió Ernesto "Che" Guevara en calidad de Ministro de Industria de Cuba, quien criticó sin tapujos los objetivos de la asistencia para el desarrollo impulsada por el gobierno estadounidense(11).

La Alianza para el Progreso se complementó (o se realizó en el marco de) una nueva Ley para la Asistencia Extranjera (Foreign Assistance Act, FAA), bajo la cual debían regularse todos los programas de asistencia: "una ley para promover la política exterior, la seguridad y el bienestar general de EUA por medio de la asistencia a los pueblos del mundo en sus esfuerzos hacia el desarrollo económico y la seguridad interna y externa, y para otros propósitos" (FAA, Parte I, capítulo1). El rol del sector privado se tornaba fundamental, en tanto el mercado en sí mismo es una esfera que debe ser particularmente "explotada" por dicho sector: "La cooperación de EUA al desarrollo debe ser llevada a cabo, al máximo nivel posible, por el sector privado, incluyendo las instituciones que ya tienen lazos con dichas áreas menos desarrolladas; debe alentarse a la inversión privada a comprometerse en aquellos programas de desarrollo social y económico avalados por los EUA..." (FAA, Sección 101 (8).

Esta ley constituyó el cuerpo normativo por medio del cual se creó la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID, hoy USAID) que unificó la mayor parte de los programas de asistencia para el desarrollo(12). El objetivo de la entonces AID era distinguir, separar, la asistencia económica de la asistencia militar (USAID, 2005). Sin embargo, el funcionamiento y los programas de la AID en el marco de la Alianza para el Progreso dieron cuenta de que este objetivo nunca se logró en los hechos. Esto es así porque la asistencia "para el desarrollo" era parte de los lineamientos del gobierno estadounidense para expandir sus intereses en la región, y por ello estaba íntimamente vinculada a la asistencia militar. Según documentos desclasificados, la AID se encargó del entrenamiento de las policías de las grandes ciudades de AL y de otras cuestiones vinculadas a garantizar la seguridad interna: "La AID, el Departamento de Defensa y la CIA deben diseñar un programa conjunto, definiendo las armas, tácticas y fuerzas que deben recomendarse para el control de revueltas violentas, así como los medios para asegurar los stocks adecuados de equipos con la finalidad de controlar la insurgencia y hallar la forma de proveer las armas apropiadas para la policía (...) La AID, además de prestar asistencia a la policía debe coordinar con el Departamento de Defensa programas de acción cívica que contribuyan a la seguridad interna" (United States Department of State. Foreign Relations, 1961-1963, Vol XII, Doc. 90). Vale repetir que, como se expone actualmente en la página de información de la USAID (ex AID), la AID fue creada con el propósito de desvincular la asistencia militar de la asistencia económica.

Por otra parte, a finales de la década de los sesenta, se hicieron visibles objetivos subyacentes al discurso de la "asistencia" para el desarrollo, pues quedó claro que la asistencia se había utilizado como uno de los medios para aumentar la dependencia de las economías y los gobiernos de AL. El congresista estadounidense Frank Church, por ejemplo, sostenía que la asistencia se destinaba a "beneficiar los intereses financieros privados a costa del pueblo norteamericano" (Mitchell, 1973: 212). Asimismo, el director del CIAP (Comité Interamericano de la Alianza para el Progreso), Carlos Sanz de Santa María, en junio de 1969, afirmaba que la asistencia provista por EUA para AL en el marco de la Alianza para el Progreso no constituía "una dádiva" ni eran "prestaciones gratuitas" ya que: "Los desembolsos provenientes del BM, del BID y de los préstamos del gobierno de EUA, llegaron a una cifra de 11.200 millones de dólares. Aun cuando los períodos de gracia de muchos créditos no han concluido todavía, los países latinoamericanos han amortizado ya 4.100 millones de dólares y han pagado intereses por un valor de 1.500 millones de dólares. Probablemente causará sorpresa que haya gente que crea que la llamada ayuda se otorga en condiciones gratuitas y en tal magnitud que ocasionan perjuicio a los contribuyentes estadounidenses y a la balanza de pagos de EUA. No es así. En sus transacciones con AL en los últimos ocho años los EUA han tenido un excedente favorable en su balanza de pagos cercano a los 2.000 millones de dólares" (El Cronista Comercial, Buenos Aires, 1° Julio 1969 en Selser, 1972: 62, las cursivas son propias).

El objetivo de la asistencia económica y su vinculación con la asistencia militar, ya había sido sintetizado por Salvador Allende en uno de sus discursos frente al Congreso chileno, en calidad de senador "Primeramente (el objetivo de dicha asistencia es) crear condiciones para una explotación aún mayor por los monopolios yanquis de las riquezas de los países sometidos al imperialismo (...) Un segundo objetivo de la "ayuda" económica es, como en el caso de la ayuda militar, promover nuevos mercados a las industrias norteamericanas, además de encontrar salidas a sus sobrantes agrícolas (...) Según el secretario del Tesoro, Douglas Dillon 'el 80 % de la ayuda económica solicitada por el presidente Kennedy será empleada en comprar productos y servicios de los EUA...'"(Allende, 1965).

LA "MULTILATERALIZACIÓN" DE LA ASISTENCIA COMO ESTRATEGIA DE DESPOLITIZACIÓN

A los fines de que la asistencia para el desarrollo siguiera cumpliendo las funciones enunciadas hasta aquí, se hizo evidente para muchos funcionarios del gobierno de EUA que era hora de comenzar a separar la asistencia militar de la asistencia económica, porque muchos de los golpes de Estado perpetrados por militares y civiles, se habían realizado contando de modo directo o indirecto con la ayuda militar (y económica) estadounidense. El ejemplo más claro del involucramiento de EUA en estos golpes fue la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional por parte de militares que habían sido entrenados en EUA o en academias estadounidenses en AL (Tapia Valdés, 1980).

Ante este panorama, en una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, se replantearon las características que debía reunir la asistencia estadounidense, acordando que sus cuatro principales objetivos debían ser: mantener la seguridad militar de los países aliados que limitan con el mundo comunista; alcanzar, a corto plazo influencia política a través de la extensión y conservación de ayuda en respuesta a las políticas de otros países hacia los EUA, continuar la participación en los esfuerzos de desarrollo a largo plazo en países determinados, y perseguir una aceleración marcada del crecimiento en los receptores de la ayuda (United States Department of State, Foreign Relations 1969-1972. Vol IV. Foreign Assistance, International Developement, Trade Policies. Doc 5). Además, desde la Secretaría de Estado, se sostenía como un aspecto inamovible el mantener los Programas de Acción Militar en el marco de los programas de Asistencia Extranjera (United States Department of State, Foreign Relations 1969-1972. Vol IV. Foreign Assistance, International Developement, Trade Policies. Doc 4).

No obstante, sí hubo un cambio de política a partir de este llamado de atención sobre la vinculación entre la asistencia militar y asistencia para el desarrollo, cambio que era sobre todo una respuesta a los conflictos entre gobiernos de AL y el gobierno estadounidense por la expropiación de empresas privadas norteamericanas y los préstamos "atados"(13). Este escenario condujo a plantear posibilidad de "multilateralizar" la asistencia como un modo de disminuir el grado de "politización" que había alcanzado (especialmente en AL) tanto la ayuda como la inversión. Se recomendaba que buena parte del capital destinado a tales programas fuese canalizada hacia instituciones "multilaterales", como el BM y hacia bancos regionales, como el BID, estrategia que debía combinarse con una mayor participación de los demás países donantes, a fin de "compartir la carga" (Foreign Relations 1969-1972. Vol IV. Foreign Assistance, International Developement, Trade Policies. Doc. 5).

De este modo, para fines de los sesenta, las agencias del gobierno estadounidense coincidían en general, en la conveniencia de ejercer mayor influencia en las IFI para seguir utilizando la asistencia como mecanismo de presión. Así se lo expone en uno de los National Security Decision Memorandum: "El Secretario del Tesoro debe utilizar la influencia de EUA con los administradores del Banco Mundial para inducirlos a aplicar de modo efectivo su política sobre compensaciones (en los casos de expropiación), y para que persuadan a otras organizaciones a adoptar una política similar..." (United States Department of State. Foreign Relations 1969-1976. Vol IV. Foreign Assistance, Internacional Developement, Trade Policies 1969-1972. Doc.173). Desde aquel entonces hasta la actualidad, EUA goza de un control mayoritario en la toma de decisión en el BM y el FMI, pues "fueron diseñados de forma tal que Washington pudiera dominar sus políticas e impulsar programas favorables a su aparato empresarial, por la vía de sus mecanismos de votación y los requisitos de membresía" (Saxe Fernández y Delgado Ramos, 2004: 16).

De este modo, la multilateralización fue una de las estrategias para "despolitizar" las relaciones entre EUA y AL (Martins, 1973). Además, precisamente a inicios de los setenta, comienza la crisis del petróleo y con ella la devaluación del dólar estadounidense, debilitando lo hegemonía de este país. La crisis económica se articuló con una crisis social y política pocas veces vista en la historia de EUA, disparada por la desigualdad económica y racial, el fracaso de Vietnam y los escándalos de corrupción, desde los Papeles del Pentágono hasta el Watergate. La multilateralización realizada a nivel interno (que apoyaba legalmente una mayor participación del sector privado en la economía), se reflejó a nivel externo en la constitución de espacios "multipolares" como la Comisión Trilateral (con representantes del sector privado estadounidense, asiático y europeo), así como en la mayor participación de las IFIs.

La crisis del petróleo tuvo enorme repercusión en la periferia, y AL resultó ser una de las regiones receptoras de los "petrodólares" que dispararon el endeudamiento de sus economías. Este escenario fue ideal para la consolidación de la multilateralización en los mecanismos de asistencia impulsados por EUA, pues allanó el terreno para la implementación de las políticas de "ajuste estructural" promovidas por las IFI desde la década de 1980 y especialmente a partir de 1990 con la entrada en vigencia del Consenso de Washington (Ver: Orlansky: 2006).

LA ASISTENCIA COMO NEGOCIO E INVERSIÓN

Durante la década de los noventa se impulsó fuertemente la "neoliberalización" y privatización de las economías de AL, protagonizada por Estados que se ensancharon a favor de las empresas y se retiraron total o parcialmente de políticas de bienestar social y económico (Petras, Saxe-Fernandez, Veltmeyer y Núñez Rodríguez, 2001). Los resultados negativos del "ajuste estructural" liderado por las IFIs debilitaron la legitimidad de estos organismos e incluso de las premisas neoliberales como soluciones a los problemas económicos y sociales, al menos en AL(14). Desde aquel entonces y con la llegada del nuevo milenio, la asistencia para el desarrollo comenzó a articularse cada vez más con el sector privado, es decir, se articuló de modo más directo con las "necesidades del mercado".

En sintonía con las premisas mercado-céntricas, comenzó a plantearse que los gobiernos no eran los entes indicados para recibir la asistencia para el desarrollo debido a que la corrupción generaba que tales fondos nunca beneficiaran a los pobres (Lodge, 2002). Así, la asistencia para el desarrollo adquirió el estatus de "mercado" capaz de incorporar "a nuevos actores en la comunidad internacional como mega-filántropos, empresarios sociales, nuevos donantes bilaterales como Rusia y China(15), etc. Además, se considera que ante la ineficiencia de los gobiernos, las corporaciones multinacionales pueden cumplir un rol fundamental en la lucha contra la pobreza, buscando soluciones a nivel local" (Lodge, 2002).

La identificación de la asistencia con un mercado rentable, se presenta en el marco de un "aumento exorbitante" de los montos destinados a la ayuda para el desarrollo. Según el director de la Brookings Institution, "W. Easterly describió al establishment tradicional de la ayuda para el desarrollo como 'un cartel de buenas intenciones' pero hoy es un campo mucho más populoso que puede ser descrito como 'un mercado crecientemente competitivo y empresarial'" (Unger, 2009: 23). En este mercado ingresan los "nuevos" ricos, los mega empresarios del Silicon Valley y sus organizaciones de beneficencia, como la Fundación Bill & Melinda Gates. Porque para seguir siendo rico (y para garantizar la reproducción del sistema) es necesario "hacer funcionar" el dinero, y buena parte de las inversiones se llevan a cabo en el mercado de la filantropía porque resulta un negocio sumamente rentable: siempre habrá pobres para incorporar al mercado(16). Ahora bien, este negocio no depende solamente de la "filantropía" del sector privado, sino que implica una red de intereses tejida entre gobierno, ONGs, Think-Tanks, empresas, etc., tal como lo presenta el caso de la asistencia estadounidense. En este esquema, es especialmente preocupante el rol asumido por las ONGs y fundaciones privadas que "están sobre todo comprometidas con el sector privado y con los Estados, en vez de actuar como actores independientes o incluso como contrapoder" (Teil, 2010).

La administración Obama propone como una de sus metas la "reestructuración" de las políticas de asistencia, a fin de devolver a la USAID su rol de institución privilegiada en materia de ayuda para el desarrollo (Birdsall, 2009; Lancaster, 2009; Radelet, 2009) y parte de esta nueva estrategia consiste en orientar la política exterior bajo el esquema de las "Tres D" (defensa, desarrollo y diplomacia). Así como a fines de los '60 el gobierno estadounidense planteó la multilateralización como alternativa para hacer menos visible el protagonismo del gobierno estadounidense en este campo (despolitizarlo), el gobierno de Obama busca reforzar la hegemonía estadounidense a través de una reestructuración del aparato de asistencia y de una mayor apuesta a la diplomacia, lo que implica otorgar mayor poder a los organismos multilaterales y la participación clave del sector privado. Esto da cuenta de que de hecho el Estado está pasando por una crisis que le impide "hacerse cargo" de la asistencia económica, aunque sigue liderando los lineamientos de asistencia, especialmente por medio de la USAID.

Esta reorganización en la relación entre el Departamento de Defensa, el de Estado y la USAID se enmarca en la reforma del Sector de Seguridad (SSR, por sus siglas en inglés) implementada a inicios de 2009, que "tiene por objetivo achicar la brecha entre la asistencia para el desarrollo y la asistencia en seguridad. Esta última se ha enfocado demasiado en proveer quipos y entrenamiento a las fuerzas de seguridad, mientras que la asistencia para el desarrollo ha excluido generalmente la asistencia vinculada a la seguridad, aunque no puede haber desarrollo sin un mínimo de seguridad. Las crecientes y complejas amenazas que deben enfrentar nuestros socios y nuestra nación requieren que articulemos urgentemente la seguridad, la gobernanza y el desarrollo de modo sustentable y comprensivo" (USAID, 2011).

El rol de las Tres D es garantizar la articulación entre las inversiones, el crecimiento del mercado y la seguridad. Dos conceptos legitimadores de esta "nueva propuesta"(17) son el "soft power" (poder blando)(18) y sobre todo el de "smart power" (poder inteligente)(19).

El objetivo primordial de la asistencia, desde la visión del gobierno estadounidense, sigue siendo "lograr una sociedad y una economía mundial estables" (liderada por EUA), pues "la pobreza deja a millones de personas fuera del mercado y lejos de las tecnologías modernas" (Clinton, 2010). Así lo plantea la Secretaria de Estado estadounidense: "No podemos construir una economía estable y global cuando millones de trabajadores y sus familias se encuentran en el lado equivocado de la globalización, el recorte de mercados y lejos del alcance de tecnologías modernas" (Clinton, 2010).

Desde esta perspectiva, ser pobre es estar del lado "equivocado" de la globalización, es decir, fuera del mercado. Por ello la solución está en el desarrollo de los mercados, especialmente por medio de la inversión: "Sabemos que la inversión y la expansión del comercio son clave para el desarrollo. Por esto estamos buscando coordinar los programas de asistencia de la USAID, Milenium Challenge Corporation, y otras agencias con las iniciativas de comercio e inversión de la USTR, el ExIm Bank y la Overseas Private Investment Corporation" (Clinton, 2010). Claro que además de las ONGs "sin fines de lucro" y los Think-tanks "independientes"(20), son las empresas privadas las que también pueden "ganar" en el mercado de la asistencia: "Incluso los negocios privados pueden alcanzar a un amplio número de personas de manera económicamente sustentable, porque hacen valer el poder de los mercados. Una compañía como Starbucks, que ha trabajado para crear cadenas de suministro desde el cultivo de café en comunidades en países en desarrollo que promueve mejores prácticas ambientales y mejores precios para los campesinos; o Unilever/Hindustan, que ha creado jabones y productos de higiene para que los más pobres -largamente olvidados por el mundo de los negocios- puedan consumir" (Clinton, 2010).

El acceso al mercado como sinónimo de disminución de la pobreza no se reduce a las estrategias de asistencia estadounidenses, sino que está instalado a nivel internacional, en organismos como la Organización Internacional para la Cooperación y el Desarrollo, que en una de sus publicaciones afirma que: "la ayuda para el comercio está mejorando las vidas de muchos hombres y mujeres en países en desarrollo. Cada vez más, la ayuda para el comercio está siendo incorporada en una gama de estrategias más amplias, con objetivos que focalizan en la competencia, el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Los donantes, están armonizando y coordinando sus procedimientos alrededor de estas estrategias. La ayuda para el comercio continúa creciendo y alcanzó los 40 mil millones de dólares en 2009, un crecimiento del 60% desde el 2005" (OECD, 2011). Es fundamental aclarar que EUA es uno de los países que mayores fondos aporta a la OECD, especialmente en los programas para AL.

ASISTENCIA PARA EL DESARROLLO ¿ESTRATEGIA PARA CONSOLIDAR LA DEPENDENCIA?

Considerando el presupuesto de la USAID para AL del año 2009, se asignaron 248 millones de dólares para "crecimiento económico", es decir, programas destinados a luchar contra de la pobreza, "facilitando el acceso a la economía formal, implementando acuerdos de libre comercio y mejorando las (débiles) condiciones para atraer inversiones" (USAID, 2011a). Además, "EUA apoya las reformas hacia el libre mercado, la transparencia y climas de regulación que permitan la expansión del sector privado para generar empleos" (USAID, 2011a). Esta noción de desarrollo no difiere de la sostenida durante las primeras décadas de la guerra fría, centrada en la visión neoclásica de que la liberalización del mercado y el mejoramiento de las condiciones de inversión como caminos que llevarían "inevitablemente" a un mayor desarrollo (tal cual lo planteaban las "etapas del desarrollo" de Rostow). Claro que en aquel período, los planteos de la primera CEPAL y los posteriores aportes de la escuela de la dependencia, dieron cuenta de que eso no necesariamente llevaría al desarrollo de AL, sino que generaría aún más atraso y subdesarrollo en un mediano-largo plazo(21).

Otra parte del presupuesto de la USAID se destina a "Invertir en la gente y en la asistencia humanitaria" (273 millones de dólares). Esta inversión se focaliza en los desafíos del cambio climático y la protección del ambiente, así como los proyectos destinados a seguridad alimentaria y desastres naturales. También se destina a proyectos de salud y educación (USAID, 2011a). Aquí no debe pasar desapercibido el concepto de "inversión" en la gente, porque finalmente ¿de qué se trata? ¿De ayudar a la gente o de invertir? La inversión se basa en un cálculo de rentabilidad y tiene por objetivo generar ganancias. Steve Radelet (2008) del Centro para el Desarrollo Global, sugiere que la USAID debería modificar su nombre por el de "Agencia de Inversión para el Desarrollo".

Precisamente, en una declaración frente el Congreso estadounidense realizada por Mark Feierstein (Administrador auxiliar para la política de EUA hacia AL y El Caribe) se dejó en claro que el trabajo de la USAID no es la caridad: "Si bien sus programas reflejan la generosidad del pueblo americano, no son sólo del pueblo americano sino que son para los americanos" (Feierstein, 2011). Esta afirmación se sostiene por el hecho de que "cuando ayudamos a la estabilización y crecimiento de otras economías vinculadas a la nuestra, ayudamos a generar mercados para nuestros productos" (Feierstein, 2011). Tales declaraciones resultan muy similares a los objetivos para la asistencia de los ya mencionados gobiernos de Truman a Kennedy, dejando en claro que el objetivo de la asistencia sigue siendo el de ampliar el mercado estadounidense y para ello, mantener o reforzar la dependencia y las estructuras de poder que la benefician.

Como lo expone sintéticamente Mark Lopes (Administrador Auxiliar Adjunto de la USAID) "Cuando ayudamos a los campesinos y a los pequeños comerciantes de Nicaragua, también desarrollamos mercados para nuestros productos. Porque cuando aquí prosperan los negocios, pueden comprar a los EUA maquinaria y otros suministros que necesitan (...) Estamos quebrando el viejo modelo de desarrollo donante-receptor, porque nos centramos en la asociación (partnership) que promueve prosperidad y oportunidades para todos" (Lopes, 2011). Pero ¿Quiénes son todos? Según Feierstein (2011), los objetivos de la asistencia para el desarrollo incluyen a un "todos" en el siguiente orden: "nosotros (los estadounidenses) ahorramos dinero y avanzamos en nuestros objetivos de desarrollo, las empresas ganan acceso al mercado y a fuentes de suministros y los pobres mejoran sus vidas". Los pobres están al final de "todos" los beneficiarios y su "beneficio", que dependen de poder acceder al mercado, está subordinado al fluido negocio del empresariado, que en su mayoría es estadounidense.

La ventaja de la apertura comercial a través de la asistencia también la destaca Valenzuela, Assistant Secretary, Bureau of Western Hemisphere Affairs (2011) asegurando que "los EUA exportan más a AL que a Europa, más a Chile y a Colombia que a Rusia. Agrega que en total, entre importaciones y exportaciones, el intercambio con AL y El Caribe alcanzó los $636 mil millones de dólares, es decir, aumentó un 27% considerando los índices comerciales del año 2009".

El sector privado sigue siendo crucial para que funcione la asistencia. Como plantea Feierstein (2011), "al trabajar en conjunto con empresas, no solo aumentamos los recursos, creamos empresas duraderas que promueven dividendos de desarrollo a largo plazo. Por ejemplo, según este funcionario, de un fondo de incentivo creado en conjunto por la USAID y la Fundación Gates, la empresa de comunicaciones Digicel introdujo el servicio de banca móvil que permitirá a los haitianos acceder a servicios financieros desde sus celulares. Aquí, la pregunta es si podemos considerar el servicio de banca móvil como un indicador de desarrollo, en el país más pobre de AL, país paradigmático en la articulación de asistencia militar y económica para la "estabilización"(22).

ASISTENCIA ECONÓMICA Y MILITAR A PARTIR DE LA DÉCADA DE LOS NOVENTA

Por otra parte, el análisis de las características de la asistencia para el desarrollo debe dimensionarse considerando la asistencia militar. Tal como se señaló para las primeras décadas de la guerra fría, la mayor parte de los recursos siguen destinándose a cuestiones de seguridad (en su mayoría vinculados a gastos militares). Siguiendo a Chomsky (2006: 107), incluso después de la desarticulación de la Unión Soviética, la asistencia militar y policial total de EUA para el hemisferio ha superado la asistencia económica y social. Para el presupuesto del año fiscal 2012 se pide para AL y El Caribe otorgar "prioridad" a los programas de "seguridad ciudadana" (Valenzuela, 2011). De esa asignación solicitada, la mayor parte se destinará a "México y América Central, donde el tráfico de narcóticos y el crimen transnacional son una amenaza para la seguridad ciudadana, marco en el cual se aumentará el presupuesto de la Iniciativa Mérida" (Valenzuela, 2011). Los datos de la Tabla 1 dan cuenta de la brecha entre asistencia militar y ayuda social y económica.

Tabla 1 Montos totales de Ayuda militar y ayuda económica de Estados Unidos para América Latina y el Caribe (1996-2012) en dólares

Fuente: elaboración propia con datos de Just the Facts (2011) (Este organismo está constituido por el Center for International Policy, el Latin American Working Group Education Fund y la Washington Ofice on Latin America (WOLA)

La Tabla 1, además, da cuenta del rol fundamental de México y Colombia (líderes de la Iniciativa Mérida y el Plan Colombia, respectivamente), que reúnen más de la mitad del presupuesto militar para toda la región. Sin embargo, si se suman los totales de la asistencia social y económica para ambos países, el monto a nivel del total regional es mucho menor. Este panorama hace reflexionar sobre la definición de seguridad estadounidense, que implica el despliegue militar para la "estabilización" de las regiones tomadas por el "crimen organizado" (como parte de la zona andina, México y El Caribe), dinámica que en los hechos genera más inestabilidad y violencia, logrando así la justificación una mayor intervención de dicho país en la toma de decisión de los gobiernos implicados, así como el aumento de poder de las fuerzas armadas para resolver asuntos de "orden interno" (Delgado-Ramos y Romano, 2011).

Esta tendencia se refleja también en el presupuesto para Programas Internacionales realizado por el Departamento de Estado para el Año Fiscal 2011, en el cual se solicita mucho más presupuesto para el "financiamiento militar al extranjero" que para la USAID (Tabla 2). Vale la pena recordar que el rubro de financiamiento militar involucra "las subvenciones asignadas por el congreso a gobiernos extranjeros para financiar la compra de armamentos estadounidenses, servicios y entrenamiento. Desde 1950, el gobierno estadounidense ha provisto más de 91 mil millones de dólares para este financiamiento" (www.fas.org).

Tabla 2 Asignaciones en el presupuesto de Asuntos Internacionales y Solicitudes para Cuentas Relacionadas (Año Fiscal 2011) en ($ 000)

Fuente: elaboración propia con datos del Executive Budget Summary. Function 150 & Other International Programs, 2011, pp. 8-9.

El predominio de los presupuestos de defensa y seguridad frente a los de asistencia para el desarrollo guarda una coherencia con la política de las Tres D, que busca articular de modo directo los programas de asistencia para el desarrollo con los de "defensa" (es decir, con la seguridad). Esto adquiere aún mayor visibilidad, por ejemplo, en los proyectos de la USAID destinados a "paz y seguridad" en AL, que son los que recibieron la mayor asignación presupuestaria en el año 2009 (213 millones de dólares) (USAID, 2011a)(23). De hecho se plantea que el objetivo es reforzar los lazos entre seguridad, prosperidad económica e instituciones democráticas fuertes, esto se logrará "por medio de la reducción del cultivo y tráfico de drogas y proporcionando alternativas para el cultivos legales, incluyendo acceso al mercado"(24).

Feirestein (2011) aclara que la mayor parte de los recursos serán destinados a luchar contra el crimen organizado y mejorar la seguridad, en concordancia con en el pedido Obama para el presupuesto 2012 de asistencia para el Hemisferio Occidental, que incluye la necesidad de profundizar la Iniciativa Mérida para combatir el crimen en México y en América Central, y expandir dicho esfuerzo en el Caribe. Asimismo, en un reciente informe del BID-WOLA sobre asistencia para la seguridad ciudadana en América Central, se observa que EUA es el que otorga mayor asistencia no reembolsable (donaciones) en todos los rubros que hacen a la seguridad ciudadana, destacándose sus donaciones para "combatir el crimen organizado" (171.2 millones de dólares). Este monto es mucho mayor al donado por el gobierno de EUA para el fortalecimiento institucional (131.8 millones) o para la prevención de la violencia (65.8 millones). Considerando la vitalidad otorgada al rubro "combate al crimen organizado" conviene aclarar que incluye asistencia para proyectos y actividades destinadas a combatir el tráfico de drogas, personas, inmigrantes, terrorismo, lo que implica investigación criminal unidades de élite, inteligencia operativa, control de las fronteras (BID-WOLA, 2011).

ASISTENCIA PARA EL DESARROLLO Y (DES)ESTABILIZACIÓN

En AL, especialmente a partir de la llegada de gobiernos con proyectos de nación alternativos, se ha vinculado la asistencia con los canales de penetración estadounidense en asuntos políticos y económicos internos. La USAID ha sido acusada de estar involucrada en el Golpe de Estado al presidente Hugo Chávez Frías en el año 2002, golpe que fracasó debido a las demandas del pueblo Venezolano de restituir a Chávez en su cargo. La mayoría de los grupos y actores involucrados en el golpe habían recibido financiamiento de la USAID y otra agencia estadounidense, la National Endowment for Democracy (NED). Desde un principio, el programa de la USAID en Venezuela estuvo dedicado a financiar y asesorar a partidos políticos, organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación vinculados con el sector anti-chavista (Gollinger, 2011; Valero, 2004)(25).

La presencia de la USAID en Venezuela se complementa con los diferentes frentes de la CIA y el Departamento de Estado en dicho país, por medio de organismos como Alternativas para el Desarrollo Inc., que funciona como filtro de dinero de la USAID para los sectores opositores. También están el Instituto de Prensa y Sociedad y parte de los Periodistas sin Fronteras, que reciben dinero de la USAID, la NED y la CIA para promover políticas neoliberales y para denunciar al gobierno de Chávez por la violación al derecho de libertad de prensa (Allard, 2008)(26).

Otro caso que da cuenta de la participación de la USAID en procesos de desestabilización es lo sucedido en Bolivia en el año 2008. A mediados de ese año, los sectores "separatistas" del país (ubicados geográficamente en los Estados de la Media Luna Boliviana: Tarija, Pando, Beni y Santa Cruz de la Sierra) llevaron a cabo un importante movimiento destinado a desestabilizar el gobierno de Evo Morales. Según la información de documentos desclasificados, la USAID invirtió 85 millones de dólares anuales en Bolivia en programas de democracia, seguridad, crecimiento económico e inversión social. Uno de los programas clave es el de "descentralización" a favor de la democracia, que se lleva a cabo por medio de la Oficina para las Iniciativas hacia una Transición (OTI), creada en el 2004. Parte de este programa incluye la asesoría (por parte de la USAID y los grupos locales) y el apoyo para generar regiones "autónomas". Esto derivó en que la OTI/USAID trabajaron duramente para "desarrollar modelos de gobiernos subnacionales, desconcentrados" unos meses antes de desestabilización al gobierno de Morales impulsada por el proyecto separatista de los Estados de la Media Luna (Gollinger, 2008).

Este hecho es fundamental a la luz de los objetivos para la "democracia" en AL que la USAID viene promoviendo desde la década de 1990, vinculados a la "descentralización"(27). También es sugerente si se presta atención al discurso de Obama durante su campaña presidencial(28) y considerando las "mediciones" sobre gobernanza realizadas por el Banco Mundial, las cuales determinan que Bolivia y Venezuela están entre los países de AL con los peores índices de gobernabilidad(29).

A inicios de 2011, Evo Morales declaró que "Bolivia necesita de cooperación, pero no acepta aquella que venga 'para conspirar, provocar y desarrollar campañas contra la democracia, el gobierno y su programa (...) Los dirigentes y la población se dan cuenta cómo USAID usa los denominados recursos de cooperación con fines de carácter político, ideológico y geopolítico'" (La Radio del Sur, marzo 2011).

Al año siguiente de la desestabilización en Bolivia, en el 2009, se llevó a cabo un golpe de Estado en Honduras para derrocar al presidente de turno, Manuel Zelaya. También se encontraron evidencias de la participación de la USAID. Martha Díaz del Grupo Paz y Democracia, era una de las coordinadoras del grupo de oposición al gobierno de Zelaya, que recibía financiamiento del gobierno estadounidense a través de la USAID. Diaz declaró que la "sociedad civil no apoyaba al Presidente Zelaya y que estaba en contra de su esfuerzo de realizar una encuesta popular sobre una futura asamblea constituyente" (Golinger, 2009).

Además, la persona señalada como "encargada de coordinar y operar el golpe de Estado" (según declaraciones del ex ministro hondureño Roland Valenzuela) era Jacqueline Foglia Sandoval, egresada de la universidad de West Point de Nueva York, agregada de Defensa en la Embajada de Honduras en Washington y jefa de relaciones internacionales con un subcontratista de la USAID. Foglia ocupaba el cargo de Directora de Relaciones Exteriores en la universidad hondureña Zamorano que recibe fondos y orientaciones de la USAID por medio de contratistas de esta dependencia del Departamento de Estado. Valenzuela denunció también al embajador de EUA, el cubano-estadounidense Hugo Llorens, por participar directamente en la planificación del golpe de Estado contra el Presidente Zelaya (Allard, 2010).

Estos acontecimientos invitan a tratar la cuestión de la asistencia y la presencia de organismos de "ayuda" como la USAID con cautela y seriedad, pues se trata de organizaciones que llevan a cabo acciones que van más allá de la mera asistencia, adquiriendo serie incidencia en los procesos políticos y económicos de los países anfitriones.

CONSIDERACIONES FINALES

La asistencia en las relaciones de EUA con AL, no puede comprenderse desde una lectura acotada a la filantropía o a las buenas intenciones. Por el contrario, como se ha enunciado a lo largo del escrito, involucra diversos intereses y cumple con una importante función en tanto constituye uno de los engranajes de la política exterior estadounidense, orientada, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, a expandir su sistema económico, político e ideológico. Hoy por hoy, diversos actores y sectores tejen una red de poder público-privado para hacer de la asistencia un mercado rentable y cada vez más amplio. Si bien se hace referencia -sin demasiados tapujos- a la rentabilidad buscada en las inversiones en el mercado de la asistencia, también se sigue planteando la asistencia para el desarrollo como un acto de buena voluntad y de esfuerzo de los países centrales para con los países periféricos. Poco se dice sobre la vinculación entre la asistencia y la dinámica de dominación y dependencia en las relaciones centro-periferia.

En la actualidad, al igual que en el período posterior a 1945, resulta difícil diferenciar entre la asistencia económica para el desarrollo y la asistencia militar estadounidense, no solo porque forman parte de los mismos programas, sino porque además tienen un objetivo común: la seguridad de EUA, que implica, entre otras cuestiones, la estabilización/desestabilización de aquellos países o regiones que son estratégicas y que "ponen en peligro" dicha seguridad. Esta dificultad en diferenciar los fines de la asistencia, o bien, la articulación visible entre los lineamientos de asistencia para el desarrollo y las políticas de seguridad y "estabilización" de la región, muestran una clara continuidad con los objetivos de la "asistencia técnica para el desarrollo" del Punto IV de Truman y la Ley para la Asistencia Extranjera de 1961. Aunque el enemigo (interno) ya no sea el comunismo sino-soviético, sí lo son el "nacionalismo", el "virus de la democracia popular" (Chomsky, 2006) y los movimientos sociales que pueden poner en peligro los intereses estadounidenses en la región.

La utilización de la asistencia como mecanismo de presión, (des)estabilización y como apoyo de la lucha contra del "enemigo interno", forma parte de la dimensión menos conocida de la asistencia, pero que se ha preservado desde la guerra fría hasta hoy. Como planteaba claramente Susanne Jonas (1979:39) "Igual que la intervención militar o política (la ayuda económica) ha constituido un arma para llevar adelante la estrategia norteamericana, ha pasado a ser un instrumento esencial de la estrategia norteamericana: tanto para ahogar a países que no colaboran (como Chile, antes del golpe de 1973) como para salvar gobiernos al servicio de los intereses norteamericanos, sobre todo después de un golpe o una intervención apoyados por EUA (por ejemplo en Guatemala (1954) y en República Dominicana (1965))."

Las continuidades expuestas en este escrito sobre las funciones "extraoficiales" que viene asumiendo la asistencia para el desarrollo en AL, especialmente la proveniente de EUA, obliga a los gobiernos latinoamericanos a abordar de modo crítico las implicancias de esta asistencia, tanto en lo relativo a la "seguridad nacional" como en términos de soberanía.


COMENTARIOS

1. A modo de ejemplo: "Pero durante la guerra fría, la miseria económica en el exterior no interesaba a Washington; los Estados Unidos y sus aliados estaban preocupados por sostener a los regímenes antisoviéticos, no en elevar los niveles de vida" (Lodge, 2002).

2. Véase Pollard (1990), Miscamble (1992).

3. Ver Telegrama largo de Kennan (Griffinth y Backer, 2001: 196-197) y artículo de Kennan bajo el seudónimo "Sr. X" publicado en Foreign Affairs, en julio de 1947.

4. Véase González Casanova (1979).

5. Según el sitio web oficial "El banco de Exportaciones-Importaciones (ExIm Bank) es la agencia oficial de crédito para la exportación de los Estados Unidos. La misión del ExIm Bank es asistir en el financiamiento de la exportación de bienes y servicios estadounidenses a mercados internacionales" (ExIm Bank, 2011).

6. Esta ley fue sancionada en 1954 para impulsar la exportación de Estados Unidos y garantizar mercado para la sobreproducción. El título I que habilita créditos en dólares para los gobiernos "amigables" a los fines de financiar la importación de productos agrícolas estadounidenses; y el título II que habilita las donaciones a gobiernos "amigables" por parte del gobierno estadounidense por medio agencias privadas de ayuda internacional (NACLA, 1975). La ley fue ampliada dando como resultado la "Ley de Alimentos para la paz" de 1960. Entre 1955 y 1966, el 31% del total de las exportaciones agrícolas de Estados Unidos fue realizado bajo esta Ley (Slabotzky, 1968).

7. Véase Jonás (1979), Schlesinger y Kinzer (1987). De hecho, Arbenz pidió apoyo para varios proyectos de infraestructura (una carretera y un nuevo puerto) (United States Department of State, Foreign Relations, 1952-2954, Vol IV, American Republics, Guatemala Compilation, Doc . 5). Este pedido le fue denegado con la excusa de ser un gobierno pro comunista, argumento que respaldaba de modo directo o indirecto los intereses de la United Fruit Company, empresa que monopolizaba la producción y comercialización de frutas, el sistema de comunicaciones y transportes de Guatemala.

8. USA policy regarding Hemisphere defense 1949-1950. Foreign Rel. Vol I., 622.

9. Ver documento: United States Department of State. Fourth Meeting of Consultation of Ministers of Foreign Affairs of American States, held at Washington, March-26-April 7, 1951.

10. Ver Rostow (1960) Introducción.

11. Discurso completo: http://es.wikisource.org/wiki/Discurso_en_Punta_del_Este,_Uruguay,_8_de_agosto_de_1961.

12. La versión de desarrollo retomada por la USAID respondía a la teoría de W.W. Rostow (USAID, 2005).

13. Ver la enmienda Hickenlooper de 1961 a la Ley de Ayuda Extranjera (United States Department of Sate. Foreign Relations, Vol. IV, Foreign Assistance, International Development, Trade Policies Doc. 148 Editorial Note).

14. Algunos ejemplos de esto son el "Post-Consenso de Washington" (Stiglitz, 2004) y la conformación del Foro Social Mundial bajo la consigna de "otro mundo es posible".

15. Conviene recordar que Rusia y China son países que carecen de deuda y que China a afilado su política de asistencia hacia África e incluso hacia América Latina, espacios con recursos estratégicos fundamentales para sostener la economía de maquila y la producción tecnológica internas.

16. Una buena descripción de lo que implica la asistencia para la elite mundial de los "más poderosos" está en el libro de Rothkopf (2008).

17. Esto ya se discutía en la USAID durante la gestión Bush, de hecho, está presente en la Estrategia de Seguridad Nacional (2002). Ver también: la reforma del sector de seguridad (SSR, 2008) y USAID, 2008 "The era of the Three Ds".

18. El "poder blando" implica el ejercicio del poder "por concenso" en lugar de la fuerza o la presión económica (que en general se asocian al hard power). El "creador" del conepto es Joseph Nye, Subsecretario de Defensa del gobierno de Bill Clinton, quien lo define como "la habilidad para atraer a otros (actores) por la legitimidad de las políticas estadounidenses y los valores que la guían" (Nye, 2004).

19. Como continuidad de lo anterior, se forjó el concepto de "smart power" a partir de los planteos presentados en el documento "Beyond Assistance: The Help Commission Report on Foreign Assistance Reform", que se elaboró como resultado del Reporte de la Comisión CSIS (Center for Startegic International Studies) en Poder Inteligente, co-dirigida por Richard L. Armitage y Joseph S. Nye. En dicho documento se plantean tres premisas clave y diez pasos a seguir (que fueron retomados por la mayoría de los organismos mencionados, así como por la gestión de Obama). Los tres principios básicos son: mejorar la imagen de Estados Unidos ante el mundo; vincularse y apoyarse más en los aliados; aumentar la participación civil en la política exterior, en lugar de enfatizar en lo militar.

20. El ejemplo más claro de la mutua dependencia existente entre think tanks y gobierno es el del Council on Foreign Affairs.

21. Véase Prebisch (1949, 1982), Furtado (1971), Caputo y Pizarro (1975), Dos Santos (1972 y 1975), Ffrench Davis, Muñoz y Palma (2000), Nahón, Rodríguez Enriquéz y Schorr (2006),

22. El caso de Haití incluye todos los ingredientes de la estrategia imperialista estadounidense "post-guerra fría": intervención "humanitaria", presencia de militares estadounidenses y el control de la economía y la política del país (Chomsky, 2006: 153-155).

23. Es curioso que aun cuando la política política exterior de la administración Obama dice centrarse en el aumento de la asistencia para el desarrollo, no figuren en la página de la USAID los presupuestos actualizados.

24. Los programas de reducción de cultivo de coca por medio de cultivos "alternativos" no han llevado a la disminución del narcotráfico en la zona andina (Loveman 2006, Wola 2010).

25. Jorge Valero, Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, denunció ante la OEA la intervención estadounidense en marzo de 2004. Discurso completo: http://www.aporrea.org/tiburon/a7633.html.

26. De hecho, se han realizado las denuncias por financiamiento desestabilizador propiciado por la USAID, basándose sobre todo en información provista por documentos desclasificados del Departamento de Estado estadounidense. A finales del 2010 fue aprobada la Ley de Defensa de la Soberanía Política y la Auto-Determinación Nacional, prohibiendo el financiamiento externo para fines políticos en Venezuela (Golinger, 2011).

27. Esta descentralización se lleva a cabo a través de la realización de tareas conjuntas con municipios y ONGs locales a fin de hacer realidad la democracia "bottom-up": "A través del compromiso local, todos los sectores de la sociedad pueden contribuir a la transformación económica y social" (USAID, 2004: 2). Los programas promovidos por la USAID y los actores involucrados en los mismos, tienen la característica de atravesar la sociedad en la que operan, actuando "desde arriba" y "desde abajo". Véase (Aguilar, 2008).

28. "Barack Obama se compromete a reforzar los pilares de una sociedad justa en América Latina y el Caribe, a través de su insistente llamado hacia una reforma e inversiones críticas en desarrollo de instituciones transparentes y capaces de rendir cuentas, que provean de la oportunidad y la dignidad que busca desesperadamente la gente. Los Estados Unidos deben ayudar a construir legislaturas fuertes, partidos políticos responsables, prensa libre, y sociedades civiles vibrantes..." (Obama, 2008).

29. Ver informe del Banco Mundial "Governance Matters" (2010).


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