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Análisis Político

versão impressa ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.26 no.79 Bogotá set./dez. 2013

 

LA GUERRA FRÍA LLEGA A AMÉRICA LATINA: LA IX CONFERENCIA PANAMERICANA Y EL 9 DE ABRIL*

COLD WAR COMES TO LATIN AMERICA: THE IX PAN- AMERICAN CONFERENCE AND THE APRIL 9

Juan Sebastián Salgado**

* El artículo es parte del resultado de la investigación financiada por una beca de apoyo a la investigación de posgrado otorgada por el Centro de Estudios Estadounidenses (CEE) en 2012.

** Estudiante de la Maestría en Historia de la Universidad de los Andes, js.salgado127@uniandes.edu.co

Fecha de recepción: 15/09/2013
Fecha de aprobación: 30/09/2013


RESUMEN

La importancia del 9 de abril que es, discutiblemente, el suceso trascendental del siglo XX colombiano, ha opacado a la IX Conferencia Panamericana que tuvo lugar en abril de 1948 en Bogotá. Este ensayo plantea que la Conferencia y sus resultados propiciaron el aterrizaje de la Guerra Fría en el hemisferio y situaron la política y diplomacia continental en el enfrentamiento bipolar. La violencia urbana resultado del asesinato de Gaitán -y el asesinato mismo- sirvieron de excusa para denunciar una inexistente conspiración soviética supuestamente ejecutada por los comunistas colombianos y así polarizar la política nacional y hemisférica.

Palabras clave: Guerra Fría, IX Conferencia Panamericana, 9 de abril, anticomunismo

SUMMARY

The importance of April 9th 1948, arguably the most important event in Colombia's XX century, has overshadowed the IX Pan-American Conference held in Bogotá that same month. This essay suggests that the Conference and its results fostered the introduction of the Cold War in the hemisphere and positioned the continent's politics and diplomacy towards the bipolar confrontation. The urban violence resulting from Gaitan's assassination -and the murderous act itself- served as an excuse to denounce a nonexistent Soviet conspiracy supposedly executed by Colombian Communists, polarizing national and continental politics.

Keywords: Cold War, IX Pan-American Conference, April 9th 1948, anticommunism


INTRODUCCIÓN

Durante los años 30 América Latina logró institucionalizar el principio de no intervención por medio del desarrollo de un cuerpo de ley internacional. Esta fue la base de la política del Buen Vecino de Franklin Delano Roosevelt e inauguró una década de colaboración hemisférica sin precedentes (Grandin, 2006: 1053). En la naciente Guerra Fría Estados Unidos (EEUU) echó para atrás la no intervención -a pesar del fortalecimiento del sistema interamericano con la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA) - y revivió la Doctrina Monroe cobijándola con la manta del anticomunismo. Ambos fueron producto de la IX Conferencia Panamericana de Bogotá, llevada a cabo en 1948. El presente ensayo pretende mostrar cómo los intereses geopolíticos de EEUU predominaron en el hemisferio gracias, en parte, a lo sucedido el 9 de Abril. Con el fin de situar el problema se procederá a una breve discusión historiográfica y conceptual sobre la Guerra Fría, y se describirá la forma en que el conflicto arribó a América Latina.

1. CÓMO ENTENDER LA GUERRA FRÍA

El término Guerra Fría entraña una complejidad adicional al ser usado en el análisis social debido a su historicidad. Al hablar de Guerra Fría se puede estar haciendo referencia simultánea a, al menos, tres cosas interrelacionadas pero distintas. Puede ser un periodo de tiempo determinado: a grandes rasgos, 1945 a 1991, o sea, desde el fin de la II Guerra Mundial a la eclosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) (1). Otra acepción apunta hacia el proceso histórico en el que EEUU y la URSS defendieron modelos sociales, políticos y económicos mutuamente excluyentes y buscaron sentar su supremacía sobre su oponente sin llegar a un conflicto bélico abierto entre ellas; de ahí lo "frío" de la confrontación(2). También se puede estar haciendo referencia a la Guerra Fría como concepto, que puede incluir (o no) dentro de sí las dimensiones ya descritas e incluir otras más (3).

Tres corrientes de interpretación del conflicto han dominado los estudios: la corriente ortodoxa, la revisionista y la postrevisionista. La primera fue dominante en los años 50 y principios de los 60, sus autores usualmente culparon a la URSS por la Guerra Fría y brindaron la "versión oficial" del conflicto(4). La corriente revisionista (5) predominó en los años 60 y 70, alimentada por la Nueva Izquierda y coincidiendo con la guerra de Vietnam. Su análisis se centró en los intereses económicos estadounidenses aliados a una ideología capitalista liberal militante como punto de partida para el conflicto global. Su crítica a la ortodoxia orbitaba alrededor de cuatro puntos: 1) se subestimó la debilidad soviética; 2) se exageró su carácter amenazante; 3) se ignoró la injerencia de la motivación económica en los diseñadores de política de EEUU; 4) no discutió el rol de EEUU en la fragmentación y ruptura de la Gran Alianza de la II Guerra Mundial (Cox y Kennedy-Pipe, 2005: 98).

La duración de la Guerra Fría condujo a que en los años 70 varios autores la consideraran un sistema y que la analizaran como tal. El postrevisionismo (6) absorbió supuestos del realismo y se impuso entre los años 70 y mediados de los 90. Según esta interpretación los funcionarios de EEUU no deseaban consolidar una hegemonía económica, sino que, constreñidos por la política partidista de Washington y preocupados por mantener el equilibrio de poder global, buscaron contener los embates imperialistas de la URSS. También reconocieron que el bloque soviético ya no era una amenaza para Europa occidental y que la carrera armamentista y las alianzas formales e informales habían dotado al conflicto de un alto grado de predictibilidad (Westad, 2010: 5).

En líneas generales, estas corrientes no analizaron los sucesos de la Guerra Fría fuera de la competencia entre superpotencias. Por ello encuentran en la confrontación bipolar (el eje Este-Oeste) los nexos causales y explicativos que definieron la segunda mitad del siglo XX.

Sin embargo, si se acepta como premisa que los aspectos más importantes de la Guerra Fría no fueron "militares o estratégicos, ni centrados sobre Europa, sino que estuvieron conectados al desarrollo social y político del Tercer Mundo" (Westad, 2005: 396) es posible concluir que el conflicto también se definió por su ubicación en el plano Norte-Sur. Así, se diluye la idea del conflicto como el marco ordenador del proceso histórico contemporáneo en torno a una competencia bipolar en términos ideológicos, económicos, culturales, militares y políticos en el eje Este-Oeste para interpretar la Guerra Fría como parte de un desarrollo más amplio en todos los campos de la sociedad y la historia del siglo XX (Westad, 2010: 2-5). Verla desde el sur global contribuye a entender la complejidad de las relaciones existentes entre los distintos bloques y al interior de ellos de una forma más completa. Situar la Guerra Fría en estas coordenadas permite encontrar similitudes, diferencias y conexiones entre procesos que a primera vista podrían parecer autónomos y desconectados.

La URSS en su esfera de influencia y EEUU a lo largo y ancho del globo intentaron mantener el "orden", o sea, un ambiente seguro para su desarrollo imperial. China, Irán, Egipto, Guatemala, Cuba, Indonesia, Angola, Etiopía, Chile, Argentina, Nicaragua, entre otros lugares, muestran cómo la Guerra Fría se produjo en el llamado Tercer Mundo(7). En estas pugnas nacionales de resonancia se enfrentaron facciones constituidas por la población local. Muchas veces una de ellas (o varias) era apoyada por alguna superpotencia (o sus aliados),generalmente por medios encubiertos. En otros casos hubo intervención directa (Corea, República Dominicana, Vietnam, Hungría, Checoslovaquia y Afganistán (8)). Hubo también participación de actores del sur global en luchas en otras latitudes: por ejemplo, los cubanos peleando y enviando misiones médicas a Angola y el Congo o los argentinos entrenando a los Contras en Nicaragua. En general, la intervención de las superpotencias se produjo como reacción a una apertura democrática local sin importar de qué lado de la cortina de hierro se produjera: se recurrió a la violencia cuando países "subordinados" tomaron vías de desarrollo político y económico diferentes a las avaladas por el Kremlin o la Casa Blanca.

2. ENTENDER LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA

Bethell y Roxborough (1992a) sitúan el origen del conflicto en América Latina en el choque de la apertura democrática (9) que ocurrió en los años finales de la II Guerra Mundial con el cerramiento autoritario al establecerse el anticomunismo como dogma global (1-33). A partir de lo anterior, Grandin (2004) propone que lo que define al período es la tensión entre represión y revolución. La alianza de las élites locales con EEUU buscó contener las demandas desde abajo y los procesos revolucionarios por medio del ejercicio de la violencia llegando a extremos brutales de terror y destrucción: la guerra sucia en Centroamérica, el Cono Sur y el Caribe tomó distintas formas pero compartió el uso de la masacre, la tortura y la desaparición forzosa (1-17; 169-197). Joseph (2008) retoma estos elementos y le agrega una dimensión adicional: afirma que la Guerra Fría aún es palpable en América Central y el Caribe, el Cono Sur, las naciones andinas y México "en la medida en las víctimas del terror continúan protestando por las atrocidades pasadas, exhuman tumbas, y presionan activamente reclamaciones legales en contra de los perpetradores". También menciona las relaciones entre EEUU y Cuba y otros Estados latinoamericanos con gobiernos de izquierda como puntos de continuidad de la Guerra Fría (5-6).

El ciclo producido por las demandas de reforma y la reacción desatada para sujetarlas se intensificó después de 1944. Entre este año y 1946 (la periodización, claro está, es relativa a cada país y estos años sólo marcan una tendencia general) se produjo una fuerte movilización sindical reclamando derechos laborales, un auge de frentes populares con participación de partidos políticos reformistas y populistas con la suscripción de las clases medias y obreras, y un avance de los partidos comunistas que participaron de esas coaliciones durante los años de la guerra (10). Esto intensificó la producción de prácticas y significados políticos de las capas populares y medias de la sociedad. Su lucha por participar en la comunidad nacional se apoyó en esa concepción de lo político y, coyunturalmente, en las promesas de democracia y participación ofrecidas durante y en las postrimerías de la II Guerra Mundial por la máquina propagandística de EEUU (Bethell y Roxborough, 1992a: 2-20).

La reacción no se hizo esperar. Una alianza de la clase industrial manufacturera, los terratenientes, las Fuerzas Armadas, la Iglesia Católica, las élites políticas locales y el gobierno de EEUU (Grandin, 2004: 8)(11) puso su bota sobre América Latina. A partir de 1946 los sindicatos fueron reprimidos o cooptados por la Iglesia, el Estado y/o el sindicalismo "libre" estadounidense (Peterson, 2004: 265-268). Se excluyó de la vida política a los sectores que efectuaron demandas democráticas y los partidos comunistas fueron ilegalizados en varios países. En lugar de la democracia reclamada, identificada con el desarrollo y el bienestar, la participación política de las clases populares y las mejoras económicas para los sectores más pobres de la población (Bethell y Roxborough, 1992b: 327-328) América Latina obtuvo una serie de dictaduras militares: para 1948 sólo 5 países tenían una democracia formal. En este resultado fue fundamental el clima de Guerra Fría y la creciente tipificación de la política popular y populista con el comunismo internacional y los dictados de Moscú.

3. LOS INICIOS DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA

El surgimiento de la Guerra Fría a nivel mundial fue una de las causas más importantes para el viraje hacia la derecha en América Latina. Entre 1945 y 1947 se deterioró la alianza que había entre la URSS y EEUU. Al romperse se estableció la bipolaridad. Con el fin de la guerra, Stalin pretendía mantener la tranquilidad entre los aliados pero también alcanzar objetivos geoestratégicos vistos como una amenaza por las potencias occidentales. Esta política no estaba concebida en "términos absolutos de revolución mundial o hegemonía global, estaba en línea con la política imperialista tradicional rusa" (Pechatnov, 2010: 92), o sea asegurar el sur de la URSS, obtener acceso a los puertos de agua caliente del Mar Negro y consolidar su influencia en Medio Oriente (Mastny, 1998: 23-26). Por otra parte, la URSS intentó obtener el control estratégico de algunas excolonias italianas en el Mediterráneo. Sin embargo Stalin intentaba no molestar a sus aliados: evitó apoyar a los partisanos griegos, a los comunistas chinos, franceses e italianos (Pechatnov, 2010: 94-100).

La teoría soviética del imperialismo capitalista, basada en Lenin y dogma en la URSS, rezaba que la última fase del capitalismo conduciría a una guerra inter-imperial entre las potencias anglosajonas, que, además, intentarían mantener débiles a Alemania y Japón: justamente los enemigos que habían amenazado las fronteras del imperio desde los años del zar (Pechatnov, 2010: 91-94). Esto fue un error crucial: aunque los aliados sometieron a Alemania y Japón política y militarmente, éstos tuvieron una rápida recuperación alimentada por fondos estadounidenses para prevenir el contagio de la "infección" comunista. La enorme capacidad industrial de las potencias que se enfrentaron a los aliados fue rápidamente convertida en un activo del campo capitalista en la batalla económica con los soviéticos (Maier, 2010: 44-46).

A pesar de su posición dominante sobre la economía global, EEUU temía los efectos de una posible segunda Gran Depresión. Crear una atmósfera favorable al comercio internacional y el libre flujo de capital para mantener los niveles de demanda asumidos por el Estado durante la guerra era fundamental. En la posguerra, por primera y única vez, el modo de producción capitalista y el intercambio global se vieron supeditados a los intereses de EEUU; la transformación de éste en un modelo de reproducción y acumulación de su capital fue algo realizable temporalmente (12). Dos objetivos estratégicos a corto plazo fueron 1) crear un ambiente favorable para el capitalismo en los rincones del globo no dominados directamente por la URSS e impedir su expansión y 2) asegurar el predominio sobre el sistema por medio de la subyugación económica de Inglaterra (profundamente endeudada con EEUU) y una regencia militar sobre Alemania Occidental y Japón (Anderson, 2002: 5-6).

El juego de apertura en el ajedrez geopolítico de la posguerra se produjo en torno a la reconfiguración del poder en los vacíos dejados por las potencias derrotadas en los márgenes occidental y oriental de la masa terrestre de la URSS. Para EEUU era fundamental asegurarse el control total sobre su zona tradicional de influencia en el hemisferio occidental y cerrar el espacio de maniobra de la URSS. En ese contexto de tensión cada vez más exacerbada EEUU, en vista del ineludible retiro de Inglaterra de sus obligaciones tradicionales de guardián de Grecia y Turquía a causa de la falta de liquidez, decidió lanzar la Doctrina Truman el 12 de marzo de 1947:

Una forma de vida está basada en la voluntad de la mayoría y se distingue por instituciones libres, gobierno representativo, garantías para la libertad individual, libertad de expresión y culto, y libertad de la opresión política. La otra forma de vida está basada sobre la voluntad de una minoría que se impone por la fuerza sobre la mayoría. Confía en el terror y la opresión, una radio y una prensa controlada; elecciones amañadas y la supresión de las libertades individuales.

La libertad promovida por EEUU equivalió a la defensa del libre mercado y los derechos de la propiedad privada y, por tanto, se convirtió en un pacto de conveniencia económica y política entre élites transnacionales. Por otra parte, el gobierno de EEUU buscó proveer, en la medida de lo posible y de acuerdo a sus intereses, protección militar y económica a los propietarios del capital y la tierra, y a las élites políticas y militares. En contraprestación, estas clases colaboraron con la política estadounidense en sus países respectivos (Harvey, 2003: 51-52). Afirmar el predominio del capital estadounidense muchas veces significó contravenir el discurso democrático que hacía parte de la justificación ideológica de la formación del "mundo libre".

El Acta de Chapultepec firmada el 6 de marzo de 1945, dio las primeras puntadas al reencauche de la Doctrina Monroe para los años posteriores a la II Guerra Mundial. Uno de sus principios dictamina que "todo atentado de un Estado no americano contra la integridad territorial o la inviolabilidad del territorio, contra la soberanía o la independencia política de un Estado americano, será considerado como un acto de agresión contra todos los Estados americanos" (Ministerio de Estado 1945, 26). Sin embargo, el contenido del documento aún estaba pensado en contra de las potencias del Eje: recomendaba "la adopción […] de una serie de medidas amplias, tendientes a prevenir actividades subversivas por parte de los países del Eje y de sus satélites" (Ministerio de Estado, 1945: 24).

El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) -también conocido como el Pacto de Río- marcó el comienzo de la bipolaridad dentro del sistema interamericano. Firmado el 2 de septiembre de 1947, orientó el hemisferio hacia la defensa colectiva del continente en caso de un ataque extranjero. El objetivo a corto plazo era disuadir la presencia de la URSS en las Américas. En el mediano plazo EEUU deseaba lograr la estandarización de las fuerzas armadas del hemisferio en equipo, doctrina, organización y entrenamiento según los patrones estadounidenses, una de las prioridades del estamento político y militar de ese país(13). Sin embargo, aún hacía falta cimentar la exclusión de la URSS en la esfera política y diplomática. De ahí la importancia de la IX Conferencia Panamericana. EEUU estaba decidido a cerrar el hemisferio a la presencia soviética, muchas veces asimilada al actuar de los partidos comunistas o de los movimientos políticos populares de corte socialista o liberal radical.

4. CONTEXTO POLÍTICO COLOMBIANO

Antes de entrar en detalle sobre la Conferencia es necesario contextualizar la situación política nacional. La experiencia vivida en las primeras décadas del siglo XX por sectores tradicionalmente excluidos de la política latinoamericana le presentó a una generación de clase media y obrera urbana, y en algunos casos de campesinos, la oportunidad de conocer el mundo de la reclamación colectiva y la participación en la toma de decisiones sobre los caminos de su nación. La adscripción a movimientos populistas y de base fue el despertar de estos sectores sociales a la política de masas. Según Palacios (1995: 63) este proceso se gestó en Colombia desde 1902. En ese año "comenzó la fase de las guerrillas liberales, las cuales, sembraron las semillas del radicalismo popular en regiones que, más tarde germinarían en el primer tercio del siglo XX". Los movimientos campesinos, y obreros, la experiencia de la Revolución en Marcha y la mutilada formación del gaitanismo por la guerra civil eufemísticamente llamada "La Violencia" son distintos aspectos de este proceso.

La prolongada hegemonía del Partido Conservador condujo a los Liberales a buscar alternativas estratégicas durante la década del 20. La necesidad de ganar el poder y la irrupción de movimientos políticos populares con reclamaciones basadas en criterios de clase obligó a los líderes del partido a una plataforma política de corte popular (Sánchez, 1984: 19-25). Las luchas obreras, campesinas y del artesanado surgidas en estos años abrieron la compuerta hacia una democratización de la política nacional. El pueblo, con sus múltiples caras, comenzó a ser parte de la vida política del país. Fuera a través del paternalismo de López Pumarejo o el desprecio desdeñoso de Laureano Gómez, la presión ejercida desde abajo por lo que este último llamaría "la chusma", era algo que debía ser enfrentado por la élite política del país. Esta apertura nunca habría de consolidarse a pesar de (o debido a, depende como se mire) los 16 años de gobierno liberal (entre 1930 y 1946) y la agitación obrera y campesina de los 30.

Gaitán llevaría las contradicciones de la coyuntura política a su máxima expresión. Su condición de líder del pueblo enfrentado a la oligarquía, su antagonismo de clase con las élites y su filiación partidista en oposición al partido en el poder, lo sitúan en el punto de encuentro de varias tensiones: eso lo convirtió en un líder populista, social y partidista simultáneamente (Sánchez, 1991: 28). Los sectores sociales que se sentían representados por el caudillo liberal eran segmentos de los desposeídos, el naciente proletariado, campesinos y de la pequeña burguesía. Podría decirse que el proyecto gaitanista intentó convertir el Partido Liberal en un partido de bases populares enfrentado a la oligarquía tradicional (Sánchez, 1985: 791). En Colombia sin embargo, las filiaciones partidistas históricamente tomaron un carácter más parecido al feudalismo de fidelidad hereditaria que a un ordenamiento político moderno, basado en partidos representando intereses de clase definidos.

Si algo compartía la élite de los dos partidos era su aversión al comunismo, y en términos más abstractos, a la "plebe" o el "chusmero". Esta desconfianza era más virulenta en las filas del conservatismo. El sentimiento anticomunista era compartido por la Iglesia Católica, uno de los actores políticos y sociales determinantes en el país. Desde los púlpitos se le dio voz y forma al anticomunismo local y se fomentó dentro de la base social, lugar de acción de los sindicatos y los partidarios de las organizaciones de corte socialista. El clero se situó en una oposición directa frente al comunismo soviético y lo entendió dentro de la lógica internacional revolucionaria desde antes de la II Guerra Mundial, prefigurando algunas de las actitudes de Guerra Fría de EEUU y sufriendo de sus mismos errores: "los obispos no hicieron el menor esfuerzo por analizar el programa, las tácticas y la influencia real del Partido Comunista Colombiano, y adecuar la doctrina social católica a la realidad nacional" (Londoño Botero, 2012: 174).La ejecución de programas de beneficencia para aplacar a los movimientos obreros por medio de la sustitución del Estado, la formación del sindicalismo católico o la alineación profunda con los terratenientes en los sectores rurales (Londoño Botero, 2012: 169-182) muestra cómo la Iglesia buscó contener las reclamaciones desde abajo sin trastornar las relaciones de propiedad y producción imperantes en el país.

La victoria de Ospina Pérez para el período presidencial de 1946 radicalizó la política nacional. A pesar de tener una votación más alta, los Liberales perdieron la presidencia al dividir la votación entre Gabriel Turbay, el candidato oficial, y Gaitán, que decidió lanzarse de manera independiente después de no recibir el apoyo de la dirección del partido. Ospina no estaba en una posición cómoda para gobernar, por lo que decidió tomar una vía cada vez más autoritaria. El retorno de los Conservadores al poder trajo consigo una oleada de venganzas de los "godos" que habían sido sometidos durante la República Liberal por los "cachiporros", que durante esos años cobraron viejas heridas sufridas a manos de los Conservadores durante su larga hegemonía. En esencia, fue un capítulo más de esa espiral interminable de violencia que ha definido la historia del país, inextricablemente atada al ejercicio político y la acumulación de rentas por la vía armada. En este clima de violencia y polarización política se produjo la llegada a Bogotá de las delegaciones que habrían de participar en la IX Conferencia Panamericana.

5. LA IX CONFERENCIA PANAMERICANA

En vista del Plan Marshall, los líderes latinoamericanos estaban esperando un trato similar para mejorar sus niveles de desarrollo y bienestar social para así contener la amenaza roja. Esto se había hecho manifiesto desde antes de la firma del Pacto de Río. A pesar de la acumulación de reservas de oro de varios países latinoamericanos propiciadas por las compras de tiempo de guerra, el esfuerzo bélico estadounidense había demandado el congelamiento de precios de materias primas. Después de la guerra las reservas de oro estaban perdiendo valor debido a la inflación estadounidense. George Marshall, secretario de Estado del gobierno Truman, dejó claro en la reunión de Río que la rehabilitación europea era más urgente e importante que el desarrollo latinoamericano: "Es un hecho que la rehabilitación económica de Europa es vital para la economía de este hemisferio […] Cada uno de nuestros países debe hacer su parte en el logro de esta meta"(14).

En una conferencia de prensa en Washington a fines del 1947 el presidente Harry Truman cerró las puertas en la cara de los gobernantes latinoamericanos:"ha existido un Plan Marshall para el hemisferio occidental por más de siglo y medio. Es conocido como la Doctrina Monroe" (Bethell y Roxborough, 1992a: 22 infra.). EEUU venía a Bogotá con la idea de cerrar los espacios para el comunismo y al mismo tiempo, garantizar que la reunión no se convirtiera en un foro de petición de ayuda económica, a pesar de que, como lo afirmó el ministro mexicano de Relaciones Exteriores en 1947 "una parte considerable de la población de América Latina vive en condiciones más abyectas que las que prevalecen en muchas partes de Europa hoy" (15).

Una circular del Departamento de Estado con los puntos a tratar en Bogotá destinada a todas las misiones diplomáticas del hemisferio es enfática al respecto. La posición oficial de la diplomacia estadounidense durante la Conferencia y en declaraciones a la prensa frente al "Problema Económico" planteado por los países de América Latina que "buscan la ayuda de EEUU para lograr la estabilidad económica y política", es señalar que "los factores más importantes para la estabilidad económica a largo plazo son: 1) La inversión privada de EEUU 2) Autoayuda" (16).

Así, el tema fundamental para los gobiernos de América Latina fue desechado de la agenda por EEUU, causando un gran malestar. Durante la Conferencia América Central amenazó con la creación de un bloque económico que les permitiera mejorar sus niveles de desarrollo mientras Washington desconfiaba de bloques independientes. Creían que la competencia económica se convertiría pronto en odio político y por lo tanto podrían "convertirse en semilleros de luchas e incertezas políticas" (LaFeber, 1993: 97). Aun así no estaban dispuestos a dar su brazo a torcer en cuanto el "problema económico". Sus ofertas más generosas se limitaron al ofrecimiento de créditos del Export-Import Bank.

El voto mayoritario del hemisferio logró, a pesar de la oposición de EEUU, introducir tres cláusulas en el acuerdo económico, sobre los que los delegados estadounidenses dejaron reservas en la firma del acuerdo: el Artículo 3 sobre la "necesidad de compensar la disparidad que se aprecia frecuentemente entre los precios de los productos primarios y los de las manufacturas": el 30 que permite celebrar "convenios intergubernamentales que impidan o corrijan desajustes en el comercio internacional de productos primarios básicos y esenciales para las economías de los países productores del Hemisferio" y el 31 "los Estados […] podrán celebrar convenios preferenciales con fines de desarrollo económico […] los beneficios otorgados en dichos convenios no se harán extensivos a otros países" (17), o sea, EEUU.

A pesar de este revés, EEUU estaba decidido a lograr la aprobación de la resolución contra el comunismo(18) . Un documento guía de la delegación en Bogotá concluía que "la seguridad nacional de los Estados Unidos debe ser el factor determinante al establecer nuestra posición al respecto de medidas inter-Americanas para combatir el comunismo"(19). Situar la seguridad nacional de EEUU como pivote del sistema interamericano comprometió la estructura en creación: alineó al hemisferio hacia una posible guerra global a través del TIAR, para luego introducir esa guerra en cada Estado y sociedad latinoamericana por medio de la resolución propuesta.

El Comité Directivo de la Conferencia, en razón de la violencia urbana desencadenada en Bogotá después del asesinato de Gaitán y la interrupción de las reuniones entre el 9 y el 14 de abril, tomo el control de casi todos los frentes de trabajo de la Conferencia a excepción de los económicos, que continuaron bajo la supervisión de la Comisión Económica (International Organization, 1948: 381). Desde esa posición resultó más fácil para EEUU lograr la aprobación de la resolución "En Defensa de la Democracia". Su objetivo está claramente expresado: "por su naturaleza antidemocrática y sus tendencias intervencionistas, la acción política del comunismo internacional o cualquier totalitarismo es incompatible con el concepto de la libertad Americana, que descansa sobre dos postulados incontestables: la dignidad del hombre como persona y la soberanía de una nación como Estado" (20). El texto tenía la intención clara de proscribir el accionar de Moscú en el hemisferio desde el sistema interamericano; también era una advertencia para Juan Domingo Perón, acusado por EEUU de ser un gobernante con tendencias totalitarias.

Una mirada más cercana al asesinato de Gaitán revela cómo el gobierno de Ospina y el de EEUU usaron la lógica de Guerra Fría para adelantar sus intereses. La ira popular tras el magnicidio inundó las calles destruyendo todo lo que encontró a su paso. El Capitolio Nacional fue ocupado por los manifestantes. Las oficinas de los delegados sufrieron daños por los objetos lanzados desde fuera del edificio(21). En las primeras declaraciones públicas del presidente Ospina posteriores al magnicidio del caudillo liberal, el jefe de Estado no dudó en culpar a los comunistas del asesinato sin tener ninguna prueba(22). El secretario de Estado Marshall fue el segundo político de alto nivel en señalar a los comunistas; de paso vinculó a El Bogotazo con las preocupaciones globales de EEUU:

"Esta situación no debe ser juzgada sobre un fundamento local, así los resultados sean trágicos para el pueblo colombiano. Este suceso va mucho más allá de Colombia. Definitivamente es el mismo patrón de lo que ocurrió en Francia e Italia(23) [donde hubo una serie de motines motivados por la escasez derivada de la guerra] y que busca perjudicar la situación en Italia donde habrá elecciones en Abril 18. En las acciones que tomemos al respecto de la presente situación, debemos tener en mente de manera clara que esto es un asunto mundial - no solamente colombiano o latinoamericano"(24).

Truman se unió al coro tres días después: "El secretario Marshall, al haber observado que la revolución en Colombia cabía dentro del patrón de la actividad mundial del Comunismo dio una muy buena imagen [del asunto]"(25). Aunque hay que tomar las declaraciones de Truman y Marshall cum grano salis, estas revelan la voluntad del gobierno estadounidense para fabricar conexiones entre sucesos distantes en causalidad y atribuírselas a un complot internacional moscovita.

Un corto reporte secreto de la CIA fechado el mismo día de las declaraciones de Marshall presenta una versión alternativa a la presentada por Truman y Marshall. Asegura que las delegaciones quieren continuar con la Conferencia en Bogotá y que la pacificación de las calles va por buen camino. En el análisis de la información concluyen -correctamente- que el gobierno colombiano "hará todo lo posible por poner la insurrección a las puertas de los Comunistas […] El peso de la evidencia disponible, sin embargo, apunta a la conclusión que los Comunistas no instigaron la revuelta, que fue una reacción espontánea al asesinato de Gaitán(26)". Un reporte posterior del 12 de mayo señala que el asesinato de Gaitán responde a dinámicas políticas internas, que el Partido Comunista nada tuvo que ver con el magnicidio y que su participación consistió en intentar dirigir los motines una vez éstos se desataron espontáneamente por la ira de los liberales. En síntesis "la reacción popular en Bogotá fue causada por una situación puramente local"(27).

Tal vez Marshall no pudo conocer esta información antes de hacer su declaración a la prensa, que fue publicada en varios diarios el 13 de abril. Es posible justificar a Truman por la misma razón. Sin embargo, la hipótesis de que esta información estuviera en poder del presidente y el jefe de su cuerpo diplomático es válida por varias razones. En ese momento la Conferencia Panamericana era una prioridad de Estado. Marshall, uno de los más altos funcionarios del gobierno estaba en una ciudad en estado de guerra acompañado por una comisión de alto nivel. Los hechos de violencia habían hecho de Bogotá noticia de primera plana en los diarios mundiales y motivaron un nutrido tráfico de cables entre Bogotá y Washington. El contenido de un reporte de inteligencia relacionado con un asunto prioritario de seguridad nacional fechado el mismo día de las declaraciones originales de Marshall podría haber estado disponible para el secretario al hacer sus declaraciones, o al menos para Truman, que se pronunció días después.

Si Marshall y/o Truman conocían esta información, sus declaraciones estuvieron guiadas por consideraciones geopolíticas: primó el aprovechamiento de una situación de extrema violencia para adelantar los intereses de EEUU y nublar el cielo hemisférico con la Guerra Fría. Culpar a Moscú del magnicidio y las revueltas posteriores es ignorar adrede las condiciones políticas colombianas del momento. Marshall, al atar lo sucedido con las elecciones italianas, culpar al comunismo internacional y distorsionar los hechos alrededor del magnicidio contribuyó a la promoción de la estrategia geopolítica tras la Doctrina Truman en el hemisferio occidental. La evidencia presentada sugiere que los miembros y adeptos al Partido Comunista no actuaron por una instigación externa y su proceder obedeció, más bien, a la situación política colombiana de los años 40, las necesidades tácticas del partido y el oportunismo. Los líderes estadounidenses podrían haber construido una imagen del suceso, igualmente anticomunista con los datos disponibles, pero prefirieron darle connotaciones globales.

Un delegado militar anónimo, en su descripción del 9 de abril dada confidencialmente a un oficial del ejército de EEUU proveyó un ejemplo de una posición anticomunista menos inflamatoria, más ajustada a las realidades políticas de la época que las versiones oficiales. El militar afirmó que aunque no "sabe si los comunistas empezaron el problema o no" sí se puede afirmar que "llevaron a cabo planes cuidadosamente pensados para la destrucción y la interrupción de la ley y el orden"(28). El representante diplomático del Reino Unido reportó el 28 de abril sobre los hechos distingue entre "las actividades comunistas organizadas directamente por el Kremlin y esas que brotan de las semillas sembradas por el Cominform". Su opinión es que el comunismo colombiano debe ser considerado en la segunda categoría "al no tener pruebas de una intervención [s]oviética directa". Además señala, en un tono más personal que "[m]e han pedido que presente evidencia de la inspiración comunista de los eventos [del 9 de abril]. No deseo apoyar esta pretensión citando las amplias declaraciones oídas desde Washington"(29).

Por su parte, la inteligencia militar estadounidense reportó el 10 de junio de 1948 unas conclusiones similares. Afirma que aunque "es posible que el móvil del asesinato nunca sea establecido definitivamente", no hay evidencia que apunte a nada más allá de una venganza personal. También sugiere que el motín generalizado se produjo por tres causas: la tensa situación política que ya había causado explosiones de violencia, la furia generada entre "grupos de clase baja" donde el "líder demagógico" tenía amplio seguimiento y por la acciones planeadas por los comunistas, la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) y grupos estudiantiles ("protestas, paros y desórdenes") en oposición a la Conferencia Panamericana. El reporte indica que el Partido Comunista es "numéricamente pequeño (entre 5000 y 8000 miembros), débil políticamente y dividido por diferencias internas", aunque tiene una "influencia dominante" en amplios sectores sindicales. Por esta razón es poco probable que estuviera en capacidad de incitar más que desordenes menores, fácilmente controlables por la policía. Concluye diciendo que

En general, puede decirse que la destrucción en Bogotá y otras ciudades parece haber estado dirigida hacia la realización de una revolución liberal (con asistencia comunista) […] Es probable que de no haber participación de ningún tipo de los Comunistas en la revuelta, la violencia de la oposición del Partido Liberal al gobierno Conservador, avivado por el asesinato de su líder, habría resultado en el mismo patrón de destrucción (30).

En pocas palabras, se puede culpar a los comunistas de fomentar el desorden (en lo que seguramente tuvieron parte) pero no de encender la mecha asesinando a Gaitán. El militar no menciona una trama organizada por agentes soviéticos y el británico la niega de plano. Es muy diciente que el embajador de Su Majestad llegara a conclusiones contrarias a presentadas por los dirigentes estadounidenses pocos días después del hecho con inteligencia recabada por sus propios medios y que la interpretación de un militar latinoamericano ajustándose a la información disponible y vinculándola a la política local fueran en contravía de las declaraciones oficiales estadounidenses. Esto indica que la información sobre el magnicidio y los eventos posteriores podía ser obtenida de varias fuentes, que no era difícil de obtener y que un análisis objetivo de la situación dejaba fuera de cualquier participación a los soviéticos.

CONCLUSIÓN

La "Resolución en Defensa de la Democracia" fue presentada por EEUU, Chile, Brasil y Perú al Comité Directivo el 22 de abril de 1948 (31). El estado de cosas en Bogotá diluyó la oposición a ésta y fue aprobada sin mucha discusión. El sistema interamericano se declaró abiertamente anticomunista y esto fue usado por EEUU para prolongar en el tiempo la Doctrina Monroe. Mientras tanto La Violencia incendió al país y sus ejecutores fueron acusados de comunistas, sin serlo(32). Con la constitución del Frente Nacional y la influencia de la Revolución Cubana el conflicto mutó para convertirse en un reto insurgente definido por su orientación marxista-leninista y guevarista. La respuesta violenta de las élites tradicionales a las reclamaciones populares (una constante en la historia del país) y el anticomunismo se hermanaron para cerrar los espacios políticos. Así, la Guerra Fría sirvió para atornillar el espectro político y a las élites enquistadas en el poder a través de la justificación de la contrainsurgencia y la militarización del Estado según las líneas de la Doctrina de Seguridad Nacional (Leal, 2003). Este proceso posterior tiene sus raíces en la confluencia de varios procesos que se entrelazaron en 1948 en Bogotá y que aún determinan el curso de la nación.


1. Algunos autores rastrean la Guerra Fría a 1917 (Haslam 2011; Powaski 1998) mientras otros afirman que no ha terminado. Sobre la Guerra Fría que aún no acaba en América Latina: Joseph y Spencer (2008) Grandin y Joseph (2010).

2. El uso del adjetivo de temperatura pierde sentido fuera de EEUU, la URSS y Europa occidental. En el resto del globo la Guerra Fría fue, sin lugar a dudas, caliente.

3. Estudios influenciados por el postestructuralismo introdujeron temas de vida cotidiana y la cultura. Suri (2003) conecta la política de las superpotencias a la rebeldía estudiantil, Endy (2004) estudia los efectos de la Guerra Fría en los patrones de turismo de los estadounidenses, Evans (2011) vincula teoría de género y estudios urbanos para leer Berlín como un texto que narra su historia durante la Guerra Fría.

4. Bailey (1950), Kennan (1951), Schlesinger Jr. (1967).

5. Alperovitz (1965), Kolko (1972), Williams (2009).

6. Gaddis (1997), Walker (1993).

7. Al respecto véase, entre otros trabajos: Abrahamian (2001) Armony (1997), Blum (2003) Bradley (2010) Cullather (1996) Dinges (2004) Gleijeses (2002) Grandin (2004) Harmer (2011) LaFeber (1993) Prados (2006) Walker (1993) y Westad (2005).

8. Aunque Hungría y Checoslovaquia pertenecen al llamado Segundo Mundo muestran cómo la URSS estaba dispuesta a imponer su interpretación del comunismo por la vía militar. Sobre Hungría véase Borhi (2004). Para Checoslovaquia Bischof et al (2010). Young (1991) presenta un excelente análisis sobre Vietnam.

9. Democracia entendida como la participación popular directa en el gobierno y la posibilidad de articular reclamaciones frente al Estado a través de mecanismos de negociación colectiva.

10. Durante la II Guerra Mundial los partidos comunistas de América Latina fueron tratados con negligencia por Moscú por lo que su reputación dejó de estar ligada a la idea de una intervención extranjera. Así, los comunistas obtuvieron mayor margen de maniobra en el campo político: por su identificación con la URSS ganaron un prestigio momentáneo gracias al papel de los soviéticos y los partidos comunistas europeos en la lucha contra del fascismo. Esto resonó armónicamente con las demandas de democracia (Bethell y Roxborough, 1992a: 10-12). Al finalizar la guerra la región fue reconocida tácitamente por la URSS como zona de influencia exclusiva de su otrora aliado.

11. La Iglesia, a pesar de ser parte de esta coalición en términos institucionales, tuvo sectores de izquierda que participaron de los movimientos de base. La teología de la liberación tuvo un gran impacto en la formación de redes comunitarias en varios países y también influyó en grupos insurgentes, véase Rowland (2000).

12. En los años 70 EEUU perdió el dominio que había logrado consolidar al final de guerra. La crisis del petróleo y el stagflation (inflación sin crecimiento económico), sumado a la impresionante recuperación de Alemania Occidental y Japón repartieron más ampliamente la influencia económica, tanto en la industria, como en la banca.

13. NSC 144/1 United States Objectives and Courses of Action with Respect to Latin America. Top Secret, Marzo 18, 1953. National Archives and Records Administration (NARA) RG 273 Records of the National Security Council, Caja 20.El entrenamiento muchas veces se levó a cabo en la Escuela de las Américas, fundada en 1946 en la Zona del Canal. Gill (2004: 6) afirma que allí han entrenado más de 60,000 hombres de todos los países de América Latina en distintas habilidades de combate y doctrina contrainsurgente.

14. From Petropolis to Secretary of State: Eyes only for Lovett from Marshall . Confidential, Telegram No. 6090 Agosto 19 de 1947.National Security Archives (NSA) US-Colombia Relations 1945-1960 (Coleman Collection) Caja 4.

15. Mexican Views with Respect to the Bogotá Conference. Confidential, Embassy Despatch No. 5074 [Ciudad de México], Noviembre 25, 1947. Consultado el 12 de octubre de 2012 en < www.icdc.com/~paulwolf/colombia/colombiawar.htm>. Desafortunadamente la colección de documentos desclasificados ofrecida por Wolf ya no está disponible. Se anotarán los documentos de esta colección con un PW.

16. Bogotá Conference Guidance . Confidential, Circular Airgram No. 2590 to all Diplomatic Officers in the Americas, Marzo 25, 1948. PW.

17.Convenio Económico de Bogotá, consultado en línea el 28 de octubre de 2012 en < http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-43.html>

18.Varios documentos muestran la preocupación de EEUU frente a la resolución anticomunista y su desarrollo en la Cumbre Panamericana: From Santiago to Secretary of State. Confidential, Telegram No. 187, Marzo 19, 1948. PW; Carter from Humelsine (State Department to Bogotá Embassy). Secret, Telegram No.TELMAR 30, Abril 6, 1948. PW; Memorandum for the Ambassador [State Dept. to Havana].Confidential,Memorandum, Abril 7, 1948. PW; From Bogotá to Secretary of State.Secret, Telegram No.MARTEL 32, Abril 8, 1948. PW; Proposed Anti-Communist Declaration. Confidential, Memorandum of Conversation, Abril 8, 1948. PW; Personal for Lovett from Marshall. Confidential, Telegram No. MARTEL 78, Abril 20, 1948. PW.

19. To establish U.S. policy regarding anti-Communist measures which could be planned and carried out within the Inter-American System. Secret, Marzo 22 1948, p. 5. Hace parte del NSC 16: U.S.Policy Regarding Anti-Communist Measures Which Could Be Planned And Carried Out Within The Inter-American System circulado el 28 de Junio de 1948. NARA, RG 273 Records of the National Security Council, Caja 2.

20. "The Text of Two Bogota Accords".The New York Times.Mayo 1 1948.

21. Disturbances in Bogota . Secret, Memorandum, Abril 20 1948. NARA: RG 319 Army - Intelligence Project Decimal File 1946 - 1948, Caja 138: Colombia.

22. En ese momento el Partido Comunista de Colombia estaba constituido legalmente. Fue ilegalizado años más tarde por Rojas Pinilla. Sobre la falta de pruebas de Ospina: [Sin Título]. Secret, British Embassy Despatch No. 40, Abril 28, 1948. PW. El embajador afirma que a pesar que le han dicho en varias ocasiones que le presentarán las pruebas, eso no ha sucedido.

23. Weiner (2007: 26-29) hace un recuento de la operación de la CIA en Italia. Muestra como desde diciembre de 1947 el NSC había dado órdenes para que el organismo de inteligencia ejecutara "operaciones encubiertas diseñadas para contrarrestar las actividades soviéticas o inspiradas por los soviéticos" (27). Desde antes de recibir estas órdenes la operación estaba en marcha. Para asegurar la victoria electoral de la Democracia Cristiana la CIA desvió 200 millones de dólares destinados a la recuperación europea por medio de operaciones financieras fraudulentas para pagar sobornos en Roma y sus alrededores. La URSS, temiendo una reacción militar estadounidense, ordenó al Partido Comunista italiano abstenerse de una insurrección armada (Pechatnov, 2010: 105) y le recomendó que se apartara de las políticas del Plan Marshall. Esto produjo un desastre político para los comunistas. Los paros y los intentos de obstrucción de la ayuda estadounidense los puso en contra de la población necesitada. Los comunistas fueron los únicos en oposición al Plan: el resto de los partidos políticos se alinearon con Washington, lo que dividió a la izquierda (Hitchcock, 2010: 170).

24. "Marshall blames World Communism for Bogotá Revolt". The Philadelphia Inquirer. Abril 13 de 1948.

25. "Marshall Scoffed At Early Warning of Reds in Bogotá". The New York Times, Abril 16, 1948.

26. [Sin Título] Top Secret, Abril 12 de 1948, p. 3.CREST Document number CIA-RDP78-01217A006000050068-2, approved for release 2006/12/19. Impreso en la biblioteca de NARA,

27. CIA Review of the world situation as it relates to the security of the US . Secret, Mayo 5 de 1948. NSA: Coleman Collection caja 3.

28. Disturbances in Bogota . Secret, Memorandum, Abril 20 1948. NARA: RG 319 Army - Intelligence Project Decimal File 1946 - 1948, Caja 138: Colombia.

29. [Sin Título]. Secret, British Embassy Despatch No. 40, Abril 28, 1948.PW.

30. Bogotá, Colombia Uprising, April 1948 .Secret, CSGID 918.3.Junio 10 de 1948. NARA: RG 319 Army - Intelligence Project Decimal File 1946 - 1948, Caja 138: Colombia.

31. From Bogota to Secretary of State . Unclassified, Telegram No. DELBOG 108, Abril 22 1948. PW, contiene el texto de la resolución tal como fue presentado por los países ponentes.

32. Rojas Pinilla señaló de comunistas a las guerrillas liberales que operaron en el Sumapaz, Huila y el Tolima. La Embajada de EEUU en Bogotá y el Departamento de Estado no dieron crédito a estas versiones. Disturbances in Villarica and other places.Secret, Memorandum, Mayo 25, 1955; Monthly Summary - Colombia. Confidential, March 1, 1956. PW; Political Violence in Colombia: The Guerrilla Situation. Confidential, Embassy Despatch [Bogotá] No. 57, Julio 18, 1957. PW.


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