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Análisis Político

Print version ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.27 no.82 Bogotá Sept./Dec. 2014

https://doi.org/10.15446/anpol.v27n82.49409 

http://dx.doi.org/10.15446/anpol.v27n82.49409

DOSSIER: VÍCTIMAS, TIERRAS Y JUSTÍCIA

 

Balance de la teoría de los microfundamentos de la violencia en las guerras civiles: un estudio del conflicto en el nororiente del Cauca*

 

Balance of the theory of microfundamentals of violence in the civil war: a study of conflict in northeastern Cauca

 

 

Luis Johnny Jiménez Hurtado

Profesor del Departamento de Ciencia Jurídica y Política. Pontificia Universidad Javeriana Cali. Cali, Colombia. Email: ljjhurtado@javerianacali.edu.co

 

 


RESUMEN

En la literatura reciente sobre el conflicto armado, el trabajo de Stathis Kalyvas sobre la lógica de la violencia en las guerras civiles se ha convertido en una referencia permanente, no obstante, debido a la visión parcializada en la teoría, en la que privilegia la violencia sobre otras dimensiones, limita el análisis empírico del conflicto armado y su alcance explicativo. Este artículo busca mostrar esta limitación, a la vez teórica y metodológica, en las formas singulares de la dinámica local del conflicto armado colombiano, en el nororiente del Departamento del Cauca.

Palabras clave: Violencia, Teoría, Colombia, Kalyvas, Cauca


SUMMARY

In recent research on civil wars, Statis Kalyvas's work on the logic of violence has become a permanent reference. However, the explanatory scope of his theory is limited due to his one-sided perspective which privileges violence over other variables. This limitation has theoretical and methodological consequences. In this sense, this article examines these consequences through the local dynamics of Colombian civil war in the Northwest of Cauca.

Keywords: Violence, Theory, Colombia, Kalyvas, Cauca


 

 

INTRODUCCIÓN

En el presente artículo se realizará un ejercicio crítico del concepto de control territorial propuesto por Kalyvas1 en su teoría de la violencia en las guerras civiles, el cual se utilizó en el estudio empírico de un caso del conflicto armado colombiano. El trabajo de Kalyvas ha contribuido a la comprensión de las guerras civiles, de ahí que en general, haya sido de buen recibo por los pares nacionales, sobretodo porque se trata de un esfuerzo que se suma a la iniciativa que desde hace algunos años vienen haciendo Fernán González, Ingrid Bolívar, Teófilo Vásquez, Clara Inés García en el estudio del caso del Urabá antioqueño, entre muchos otros, quienes han analizado el problema desde una perspectiva local o regional.

La publicación en la cual se recogen los avances teóricos y empíricos más significativos de Kalyvas se titula: La lógica de la violencia en la Guerra Civil (Kalyvas, 2010). Razón por la cual buena parte de las referencias que haremos aluden a esta obra, cuyo propósito central es elaborar una teoría sobre la violencia. En ésta delimita su objeto de estudio a la violencia coercitiva homicida en las dinámicas locales en la guerra civil. Su trabajo es presentado en dos partes: en la primera, se ocupa de la formulación teórica; en la segunda, presenta los resultados de su investigación empírica, mediante un análisis microcomparado de los periodos de las guerras ocurridas en Grecia entre los años 1943-1944 y 1946-1949, con el propósito de la "comprobación" de los postulados teóricos.

Este autor busca distanciarse de las perspectivas de análisis macro para dar cuenta de los conflictos internos, pues considera que éstas han resultado insuficientes para conocer realmente lo que sucede en los escenarios periféricos en donde se realiza buena parte de la guerra. Cuestiona, de este modo, el uso de los referentes ideológicos, económicos, o políticos producidos por actores supralocales; asimismo, abandona, de una parte, aquellas posturas que simplemente atribuyen una condición ontológica de victimas al papel desempeñado por la población no combatiente en las guerras civiles; de otra, se distancia de aquellas posiciones que, al sancionar moralmente el hecho violento, limitan las posibilidades heurísticas para el análisis, por estar elaboradas entorno a representaciones binarias para dar cuenta de realidades complejas en los conflictos armados internos.

Así las cosas, para Kalyvas, el análisis necesariamente debe iniciar con el examen de las dinámicas locales, tratando de encontrar en ellas los microfundamentos sociales de la violencia en las guerras. Identifica por esta vía la lógica violenta ínsita en el conjunto de intercambios y acciones entre los actores locales para el estudio de los conflictos armados (Kalyvas, 2004:63). Su apuesta lo lleva a ampliar el campo de análisis sobre esta problemática, al dejar de lado el análisis del discurso público de los actores políticos, a los cuales el investigador generalmente accede con cierta facilidad, y tradicionalmente utiliza para proferir juicios; a su vez, integra al análisis el papel activo de la población civil en la racionalidad de la acción violenta en los conflictos internos, con lo cual toma distancia de los discursos normativos y moralistas que alimentan los esquemas victimológicos.

El autor establece un rango de variación de respuestas de los civiles frente a la operación de los grupos armados, que va desde las acciones de defección (apoyo al rival), hasta la colaboración al actor armado. Es este un enfoque que le restituye cierta complejidad al análisis, en tanto incluye otros elementos que sirven como posibilidades explicativas en torno al conjunto de las relaciones sociales y políticas. Sin embargo, aun de modo limitado, cae en cierto reduccionismo, pues deja de lado otras dimensiones de la acción y el comportamiento no necesariamente violento que se puede observar en las zonas de conflicto, que si bien no son fácilmente identificables o visibles al observador, se convierten en una alternativa para la interpretación de las interacciones entre civiles y actores armados.

En este sentido el trabajo de Kalyvas ha despertado algunas críticas en una parte de la comunidad académica griega por la facilidad con la que llega a conclusiones generales sobre un caso particular de la historia griega, debido al uso de "información parcializada" y material empírico insuficiente (Kalyvas, 2007; Sfikas & Mahera, 2011:85-86). En el ámbito de un debate disciplinar y metodológico más amplio, este estilo de trabajo académico ha sido cuestionado, de igual modo, por historiadores que perciben un avance real en la investigación cuando en ésta se identifican nuevos problemas y esquemas de interpretación de los mismos, surgen otras preguntas o se aporta un conjunto documental propio. (Darnton, 2003; Foucault, 2013).

Preguntarnos entonces por los límites de la aplicación de la teoría de La Lógica de la Violencia al caso colombiano, es también preguntarse por las posibilidades reales de la teoría. No es suficiente con alcanzar cierta credibilidad a través del uso persuasivo de una abundante información secundaria. Consideramos que la validación teórica es consistente cuando la teoría a priori ha sido aplicada a casos diversos del conflicto armado interno, y de ello, se han obtenido los resultados mediante el uso sistemático y riguroso de los medios de prueba empírica. La aplicabilidad de la teoría en contextos diferentes contribuiría probablemente a demostrar tanto su fortaleza, como su debilidad al poner de relieve las dimensiones residuales2 que no se hayan integrado suficientemente al análisis.

Es entonces, a partir de la aplicación de dicha teoría en una investigación realizada en el nororiente del Cauca que esperamos aportar al desarrollo conceptual y metodológico planteado por Kalyvas. Iniciaremos con algunas observaciones sobre el diseño metodológico del trabajo en mención con el propósito de determinar el alcance empírico de su teoría. Enseguida plantearemos una crítica a la excesiva primacía que Kalyvas le atribuye a la acción violenta para alcanzar tanto el control territorial, como la lealtad de la población civil; y cómo esta decisión produce una concepción rígida y estática de las dimensiones de espacio y tiempo, que subyace a su propuesta, y se hace patente en el análisis empírico. Para ello, se examinan algunas consecuencias analíticas relacionadas con el carácter asimétrico de la definición de los conceptos, como corolario de la distribución desigual de los recursos militares entre los actores enfrentados en las guerras civiles por el control territorial y su dominio sobre la población; y por último, se cuestiona la trivialización de variables residuales dentro una teoría orientada exclusivamente hacia la racionalidad instrumental de la violencia bajo las guerras civiles, con lo cual otorga un lugar preeminente a los actores armados.

 

OBSERVACIONES METODOLÓGICAS

El modelo teórico de Kalyvas toma distancia de las perspectivas normativas, inductivas y de aquellas que solo se apoyan en informes secundarios (Kalyvas, 2010:19-27). Busca la integración metodológica de varias estrategias en un modelo rigurosamente deductivo, opuesto a la inducción de casos particulares. Adopta la idea racionalista según la cual en donde hay conflicto humano existe en consecuencia una estructura profunda. El propósito para él es entonces identificar tal "estructura profunda", es decir, la lógica de la violencia subyacente en contextos diferentes en donde se presenta el conflicto. Las diversidades contextúales las considera como meros enmascaramientos de la forma. Es así como el encuadre entre conjetura teórica y referencias contextúales opera mediante el mecanismo de la recurrencia y repetición, en donde es legítimo el uso de fuentes secundarias. En este trabajo el autor hace una selección deliberada, en su elaboración teórica, de anécdotas y testimonios con "ilustraciones altamente específicas desde una gran variedad de contextos empíricos" (Kalyvas, 2010:24-25), mediante las cuales busca demostrar la plausibilidad de sus presupuestos teóricos, con referencias recabadas de una abundante consulta bibliográfica. Es un caso típico de una investigación ex post fado, en donde el resultado general no deja de despertar ciertas dudas, cuyo soporte "empírico", utilizado para ilustrar la teoría, es solo un ejercicio argumentativo. El autor realiza, también, una investigación empírica con un diseño metodológico en el cual se combina el análisis de archivos judiciales, entrevistas en profundidad, datos cuantitativos agregados y fuentes secundarias (Kalyvas, 2010: 345-346).

Kalyvas debe hacer frente a los problemas de registro empírico asociados, en general, a las dificultades de acceso a la información y a los controles necesarios para asegurar la veracidad de la misma. Utilizar una copiosa información no soslaya el obstáculo, sino que lo multiplica, pues los procedimientos necesarios para hacer el control de calidad de los datos también aumentan. El número de referencias o volumen de información no sustituye los procedimientos de depuración de la información que garantices la calidad de los datos. Es un hecho conocido que los investigadores de los conflictos armados tropiezan a menudo con toda suerte de dificultades metodológicas, toda vez que no se accede a información directa, debido a las condiciones de inseguridad local para el desplazamiento en dichos territorios; habitualmente se acude a entrevistas a prisioneros, excombatientes e informantes desplazados del territorio, sin embargo, esta alternativa suele presentar diversos problemas para determinar la veracidad de la información, debido, no solo a las distorsiones y manipulación de ésta, sino también a la reserva que normalmente expresan los pobladores para hablar abiertamente sobre los asuntos relacionados con la guerra, lo cual impide la construcción de una base de datos consistente. En no pocas ocasiones se debe lidiar con narrativas afectadas por el estado emocional del entrevistado, en las que entran a operar mecanismos de olvido o reelaboración psíquica de los hechos. La percepción de los pobladores sobre las dinámicas de violencia son procesos de construcción, de cambios, en los cuales se encuentran más rectificaciones que aciertos. Bajo estas condiciones, con el fin de evitar información parcializada o fragmentaria, la estrategia investigativa debe ampliar el número de entrevistas para corregir los vacíos u obstáculos, ajustar los protocolos de observación o triangular la información con otras fuentes.

La falta de control de calidad de la información puede llevar al investigador a inferir conclusiones generales sobre fragmentos y datos parciales, puesto que en las zonas de conflicto, la información fluye a través de diversidad de redes (Estrada, 2007:52), entre vecinos, familiares, amigos y según el lugar de acceso en el que esté ubicado el investigador podrá hacer registros parciales y diferentes sobre un mismo hecho. Es por esto, que los registros documentales, cuando son utilizados, también exigen, además del ejercicio crítico sobre las condiciones sociales y políticas de producción de los documentos, operaciones de triangulación de fuentes para establecer cierta confiabilidad en los datos y evitar las generalizaciones apresuradas a partir de registros parciales.

Kalyvas busca la manifestación de un problema singular (la violencia coercitiva homicida en escenarios de guerra civil) en aquellos aspectos comunes o generales en la diversidad de contextos. Sin embargo, otra ruta diferente de abordar la investigación es buscar los problemas generales en sus formas singulares, tal como lo ha planteado el movimiento académico de la microhistoria liderados por Carlo Ginzburg. En el primer caso, el objeto se halla anclado justo en las dinámicas locales, más próximas a la dimensión singular, es decir, a una historia que probablemente se resista a la comparación a partir de semejanzas que conduzcan a conclusiones fáciles (Sfikas & Mahera, 2011:87). La generalización, la aplicabilidad y plausibilidad de las teorías mediante los diseños empíricos de investigación comparada, deben mostrar cierto control de las variables externas o de estudio, tratando de buscar en casos similares su variabilidad o en casos diferentes las semejanzas (Ragin 2007; Pzrworski 1970, Lijphart, 1971; Sartori, 1999). Es de esperar, entonces, que la selección de lo semejante en la diversidad, supone un ejercicio de correlación sistemático entre las diferencias y semejanzas, para facilitar no solo la generalización de los enunciados lógicos, sino de hacerla creíble estableciendo las líneas de falla en la generalización teórica: sus límites, sus discontinuidades. La lógica de la violencia es algo que se define, siguiendo a Kalyvas, por un procedimiento de abstracción que presta atención sólo a los aspectos semejantes en contextos diferentes donde ocurren los conflictos armados, los otros aspectos que hacen parte de estos contextos, son característica que definen expresiones de la forma del conflicto, pero no su contenido.

De otra parte, en este trabajo se recurre a las fuentes secundarias como alternativa para asegurar la aplicabilidad de sus presupuestos teóricos, con lo cual soslaya los riesgos del investigador para acceder a la información empírica directa en contextos violentos. Existen apuestas que exigen costes. En su caso, una propuesta ambiciosa supuso abandonar en parte el rigor en el tratamiento de los datos, utilizando una abundante información secundaria, sin aplicar los procedimientos metodológicos indispensables que aseguraran la calidad de los mismos. Se trata de mantener el rigor en la orientación, a la vez teórica y metodológica, para la construcción de los datos y de los procedimientos críticos para la selección, exclusión e inclusión de la información útil, ya sea para mostrar la aplicabilidad de los conceptos en diversos contextos o para probar su falsabilidad.

 

ASIMETRÍA TEÓRICA Y EQUILIBRIOS PRÁCTICOS

a. El concepto asimétrico de control en la teoría de Kalyvas

Aunque el objeto de análisis de Kalyvas es la violencia coercitiva homicida en la guerra civil (Kalyvas, 2010:21), el concepto de control territorial, pese a ser un concepto secundario en su teoría, adquiere relevancia analítica, debido a la lógica circular en las definiciones: la violencia hace posible la colaboración civil; la colaboración permite el acceso a la información, facilitando al actor político mayor control; pero a su vez, el control permite un uso más efectivo de la violencia (Kalyvas, 2010:182). Cualquier otra dimensión, por ejemplo, cambios en la distribución de recursos, decisiones estratégicas, descontento social, vínculos comunitarios, que pueda afectar las dinámicas locales del conflicto es considerada exógena a la teoría mediante una operación de simplificación deliberada (Kalyvas, 2010:293-307).

La definición que hace del concepto de "control" indica una clara asimetría en las condiciones bajo las cuales los actores políticos operan3 en el territorio: los titulares (gobierno) realizan (able to exercise effective control) un margen amplio de actividades y funciones en el territorio mientras que los insurgentes sólo desafían su dominio, es decir, reaccionan para evitar (able to effectively prevent) las operaciones propias del control del territorio por parte de los titulares, (Kalyvas,2010: 132-133), lo cual les permitiría " asegurar el poder a nivel local". Se entendería, desde esta perspectiva, que mientras las fuerzas gubernamentales cuentan con recursos militares y administrativos comparativamente mayores a los utilizados por sus rivales, estos últimos estarían obligados en consecuencia a evitar la ocupación de las fuerzas estatales mediante el uso de la violencia contra los civiles. Esta definición sugiere consecuencias diferenciadas al concepto de soberanía, conforme el control pleno es ejercido por un actor político habilitado para ejercer funciones de gobierno, entre tanto, los insurgentes tan solo lo evitarían. La definición nominal de "control territorial", claramente asimétrica, es corregida en la misma teoría cuando Kalyvas debe definir la función de los actores armados en una situación de "control total" en donde el uso de la violencia es menor, y la aplicación de su teoría, en consecuencia, es limitada para explicar las formas estatales que utilizan los insurgentes que emergen del control total (Kalyvas, 2010:308-311); del mismo modo, cuando se propone utilizar el concepto en el estudio empírico, se ve obligado a reconocer cierta equivalencia entre insurgentes y titulares del poder en el momento de establecer variaciones en el control4 (Kalyvas, 2010:576-578). En los casos de las "zonas de control pleno" ejercido por los insurgentes presenta cierta simetría con las fuerzas gubernamentales, y aun cuando se pueda hacer referencia a ella, es débil su desarrollo teórico para establecer los límites de acción violenta en la conquista y el inicio de las acciones para el mantenimiento del control (Kalyvas, 2010: 308-311).

b. Los recursos militares y la violencia

La distribución espacial en una guerra civil, en un momento dado, mostraría tanto a insurgentes como a las fuerzas gubernamentales disputándose unos territorios y controlando otros. Tal como está planteada la asimetría, se colige que las diferencias en la capacidad de acción de los contendientes para expandir o mantener su dominio territorial depende de su capacidad militar (Kalyvas, 2010:169), sin embargo, como los recursos son siempre limitados, y aún más para los insurgentes en un contexto de guerra irregular, el uso racional de la violencia es una alternativa para conformar el comportamiento de los civiles (la violencia es una función directa del carácter irregular de la guerra), con lo cual se equiparan las diferencias reales del recurso militar. Frente a la situación de debilidad en uno de los actores, por carecer de la capacidad militar de combate, el actor en desventaja evitará el enfrentamiento de las estructuras militares, pero al mismo tiempo el rol atribuido a las fuerzas insurgentes es el de "evitar el control por parte de los titulares", lo cual significa que para los insurgentes las posibilidades de control serían inexistentes. Aspecto que resulta contradictorio, a menos que los insurgentes en esta situación de debilidad tiendan a compensar los desequilibrios mediante acciones coercitivas contra los civiles para aumentar los costes de la colaboración con el rival. Sin embargo, la carencia no es una explicación suficiente para llevar a los combatientes a hacer uso de la violencia contra los civiles.

La capacidad de los gobiernos nacionales es significativamente mayor en recursos militares disponibles; no obstante, éstos son insuficientes en relación a la totalidad del espacio que debe ser controlado. Por tanto, deben distinguirse los espacios controlados o disputados por organizaciones rivales, es decir, zonas con distinto valor estratégico para los contendientes. En situaciones de escases de medios para hacer creíble el dominio territorial, amenazado por los desafíos a la soberanía, las fuerzas gubernamentales podrán decidirse por concentrar sus fuerzas en función del valor estratégico, sin embargo, esta decisión es difícilmente sostenible durante mucho tiempo. Mientras los recursos pueden determinar mayor capacidad para uno de los actores en el balance general, en la distribución relativa, son equiparables, esto es, más simétricos; las diferencias podrían estar atenuadas por un conjunto de acciones que darían ventajas militares sobre los rivales, razón por la cual se utilizan las emboscadas, los sabotajes, los ataques a la infraestructura, los campos minados, entre otros.

Los insurgentes podrían encontrarse en situaciones con mayores ventajas comparativas que sus rivales en zonas geográficas en donde las fuerzas gubernamentales no tienen presencia regular, incluso, pueden llegar a zonas relativamente cercanas a centros de poder, merced a las carencias estructurales que los titulares del poder pudiesen experimentar para ocupar un territorio de una gran extensión, con recursos escasos o con poca capacidad de reacción. La ocupación de llanuras o zonas rurales, con relieves escarpados lejanos y de difícil acceso para las fuerzas estatales, no puede ser la única razón que explique la distribución espacial del conflicto, pues las carencias son por lo general compensadas con la movilidad de sus estructuras, el dominio del terreno por parte de sus combatientes y el conocimiento de la población. Tal como lo muestra Fernán, la expansión geográfica del conflicto está relacionada con los procesos de poblamiento, formas de cohesión social y organización económica que constituyen la dinámica interna en las regiones, sub regiones y localidades. Se ha de recordar que el propósito de Kalyvas es el estudio de la lógica de la violencia, razón por la cual poco se ocupa de otros procesos asociados a las guerras civiles, sin embargo, es un esquema que por su carácter abstracto puede mostrar los aspectos generales en múltiples casos, pero que en dominios diferentes su alcance descriptivo y explicativo es limitado.

El caso estudiado muestra que son varias las alternativas mediante las cuales los insurgentes buscan obtener ventajas militares, políticas y administrativas comparativamente mayores frente a los titulares del poder. Sus funciones no estarían exclusivamente limitadas a la defensa militar de su posición, sino que se ocuparían de atender otras. Así las cosas, el concepto de control sería una función de la fuerza bruta, (Mampilly, 2011: 52), diferenciándose analíticamente del despliegue de otras acciones ejercidas por los grupos armados en el proceso de consolidación de un espacio soberano. Esta distribución entre acciones violentas de control y acciones no violentas de soberanía, restringe las posibles dimensiones de análisis en el estudio de las guerras civiles, porque no contempla combinaciones estratégicas probables de acciones violentas, ni la influencia de acciones no violentas, y menos sus variaciones, así sea para desafiar, defender, consolidar, mantener un territorio específico, sobre el cual siempre podrá haber disputa.

 

EQUILIBRIOS Y DESIGUALDADES ENTRE ACTORES

Si bien es cierto que los recursos militares son limitados, existen otras posibilidades de acción militar para compensar las debilidades en recursos, de ahí que está limitación no explica necesariamente el uso instrumental de la violencia sobre la población para modelar el comportamiento civil. Aun cuando, es una capacidad importante, no es determinante, pues las posibilidades de acción pueden ser más amplias, dependiendo de las variables geográficas, climáticas, culturales, políticas, económicas. Si la carencia de recursos explica el uso de la violencia por la falta de oportunidades, es porque no se han contemplado las diversas formas de acción que disminuyen las diferencias o, en otro caso, si diferenciamos el recurso propiamente militar de las formas diversas de acción, se debe reconocer que los actores armados cuentan con otras alternativas para asegurar la lealtad civil, y no necesariamente se verían abocados al uso de la violencia para asegurar su colaboración.

Una revisión de la administración de los recursos militares puede mostrar que ésta dependerá de los propósitos y desafíos que se propongan los bandos en contienda, del valor estratégico atribuido a cada uno de los territorios y de la resistencia o aceptación de la población frente a uno u otros de los actores en disputa. Es decir, el uso de la violencia contra los civiles dependería de las condiciones previas a la ocupación, del conocimiento y experiencia de los combatientes y de la población civil, de su posición relativa frente a los actores armados (rechazó a las acciones de uno de los bandos o a los dos)5, de los escenarios disputados, pues no todos los lugares tienen el mismo significado ni valor (Echandía, 1999). La decisión de seleccionar la prioridad en dónde concentrar las operaciones y la magnitud de los recursos utilizados sería relativa, también, a la capacidad y el interés de los rivales para la defensa o la ocupación. En consecuencia, la violencia no es la única opción para sortear las desventajas militares.

a. Variaciones en el control: inicio, desarrollo, desenlace

Tal estado de cosas, sugiere un análisis más fluido de la dimensión espacial de las "zonas de control" y no desde la rigidez sugerida por Kalyvas. No se puede fijar analíticamente una población a un lugar, sin considerar sus movimientos y desplazamientos permanentes a distintas zonas que pueden ser controladas por diferentes actores. En el caso del Norte del Cauca en Colombia, la alta movilidad de las Farc es una opción estratégica que se evidencia en su urgencia por la construcción de vías e interconexión entre diferentes espacios del territorio.

De lo anterior se desprende un problema teórico, en cuanto se sustrae del análisis de la lógica de la violencia, el conjunto de acciones y condiciones que constituyen o influyen en la formación y mantenimiento de una "zona de control". En un escenario en donde el control es plenamente ejercido por un solo actor, éste ya no depende completamente de la violencia como recurso, pues siendo el único no la necesitaría utilizar para someter el comportamiento de los civiles. Dice Kalyvas: cuando se logra el control pleno por parte de uno de los actores políticos, la violencia se vuelve superflua (Kalyvas, 2010: 310). Según esta consideración, existirían dos situaciones en las cuales los actores armados se verían forzados al uso de la violencia contra los civiles para lograr con éxito su colaboración o evitar la oposición. La primera sugiere, el desconocimiento y extrañeza mutua entre armados y civiles del lugar; los actores políticos pueden ser considerados una fuerza "extranjera" que llega a la zona a regir o a exigir, sin tomarse el tiempo de indagar sobre el territorio. La evidencia empírica, al menos para el caso colombiano, mostraría que esta situación es poco frecuente, pues en los territorios periféricos en donde se desarrolla el conflicto armado las poblaciones rurales han estado informadas con anticipación a la experiencia directa o al primer encuentro con los combatientes, por lo tanto, tienen idea de lo que pueden esperar de los grupos armados que han estado vigentes por más de 50 años en el territorio, como en el caso de estudio en el Norte del Cauca; asimismo, los actores armados antes de ocupar una zona buscan siempre acceder a información6 previa de la región con lo cual toman decisiones alrededor de su forma de operar. La segunda posibilidad hace mención a la percepción del actor armado en torno a las dificultades para tomar el control sobre un territorio particular que es de su interés, sea esto por la rivalidad u oposición local de las comunidades o por el dominio del actor rival7, en cuyo caso se vería obligado a utilizar la violencia como elemento más efectivo para neutralizar la oposición y romper con voluntad el rechazo civil, por la vía del temor, de la reducción de las alternativas de respuesta a la única elección de la sobrevivencia, en donde cualquier otra alternativa o preferencia desaparece ante la preeminencia de proteger la vida. Podríamos decir que la teoría de Kalyvas reposa sobre una concepción lineal del proceso que inicia con el cambio del control sobre el territorio y otra de consolidación (Kalyvas, 2010:308), pero su interés está consagrado al estudio de la función de conquista -violento- de un nuevo territorio por parte del actor político, sin que importe demasiado los antecedentes prebélicos o incluso, el dominio previo por los actores rivales.

b. La condición inicial: la conquista o el control

La violencia sobre los civiles es más probable que ocurra cuando los grupos armados carecen de vínculos sociales y las conexiones necesarias con la población local para obtener información valiosa (Weinstein,2009:204-205) Esto es, la teoría de la violencia es valida y universal fundamentalmente bajo condiciones iniciales, cuando los grupos armados llegan a disputar el territorio sin otro apoyo que sus armas y su capacidad de producción de violencia.

Todos los actores armados parecen haber utilizado la violencia como medio para la conquista de territorios, independiente de la asimetría en los recursos militares. Sin embargo, algunas fuentes secundarias, compatibles con algunos testimonios recabados en la investigación que hemos realizado en el Norte del Cauca, muestran una diversidad de acciones por parte de los grupos armados, que son solo marginalmente mencionadas por Kalyvas, para quien la violencia es una acción preeminente: información y conocimiento de la población, vigilancia, muestra de poderío militar a través de la presencia abierta de los combatientes, visitas domiciliarias, amenazas, incentivos, convocatoria a reuniones, suministro de información útil para la seguridad civil (combates, tomas, campos minados), apoyos a obras y acciones comunitarias, negociaciones, acuerdos, sanción y control a ladrones, control del consumo de licor y tránsito vehicular, entre otras acciones que muestran que la violencia es un recurso inicial y final, es decir, es limite, en caso de que otros no sean efectivos. Cuando se controla un territorio la violencia no desaparece del todo -se regula y dosifica-, disminuye o se activa cuando otros mecanismos fallan: es selectiva cuando se cuenta con información para sancionar culpables (Kalyvas,2010:169-174). Así las cosas, la definición de la violencia realizada por Kalyvas cae en cierto reduccionismo al omitir del análisis a contrario la influencia de diversas prácticas no-violentas; aun cuando reconoce su existencia.

Si bien, es razonable que los grupos armados en contienda utilicen la violencia contra los civiles para doblegar la resistencia civil o eliminar la oposición y las preferencias de los rivales, la efectividad de la violencia desde esta perspectiva instrumentalista, presenta un escenario en el cual desaparece la historia local, se diluye cualquier efluvio de cohesión social, las estructuras comunitarias y de organización social parecen no existir, e incluso las relaciones de parentesco, por ejemplo, no tendrían importancia; tampoco se incorporan a la teoría, las instituciones de la vida social, estatales o propias de la actividad económica. La violencia como fuente de dominio, es considerada, no solo como un principio regulador de la conducta, es sobre todo un sistema de referencias que obliga indefectiblemente a los pobladores a someterse, olvidándose de sí, pues se le impone como la elección de mayor valor para asegurar la sobrevivencia, sobre cualquier otra alternativa. Sin embargo, la capacidad de dominio del actor violento está limitada por las acciones de otro actor violento que compite por el control sobre el mismo territorio. Para el poblador civil las oportunidades de elección aumentan con la mayor competencia entre actores rivales, no obstante, será siempre una elección que se basa en la sobrevivencia mediante la colaboración, pese a que esta decisión pueda incrementar el riesgo frente a los rivales o ante los mismos pobladores que puedan resultar afectados. Siempre una mayor colaboración de los pobladores puede llevar, de un estado de mayor seguridad, a uno de menor, con el cambio del dominador sobre el territorio.

c. Consolidación y orden: referencias empíricas sobre el control indirecto

La implementación de una combinación de varias estrategias podría compensar la deficiencia entre los recursos de uno de los actores, a diferencia de las desigualdades que parecen mantenerse desde una concepción asimétrica de las guerras civiles. Aunque no se trata de elegir entre la violencia y las acciones no violentas, propias de "programas políticos" de una formulación dicotómica (Kalyvas, 2010:141), esta Teoría de la Violencia superpone la acción coercitiva como una condición de posibilidad previa a la implementación de un programa o de acciones políticas de administración o de gobernanza por parte de los insurgentes que en condiciones de desventaja no pueden asegurar de manera duradera la seguridad.

Existen formas organizativas de la guerrilla en las zonas de intervención debidas a su presencia más o menos constante en el nororiente del Cauca. Nos referimos a las funciones de mediación, vigilancia y monitoreo realizadas por las estructuras de los milicianos que operan para las Farc en el nororiente del Cauca. Aunque no es posible determinar el grado de complejidad y estructuración que alcanza este sistema, por sus resultados, si podemos inferirla. Aunque consideramos que la conformación de estos dispositivos de vigilancia que tienen en alguna medida su forma institucionalizada, su conformación no fue un propósito deliberado de las Farc, fue el producto, según los testimonios, de un proceso más o menos prolongado que respondía a las demandas comunitarias y a la interacción sostenida con ellas. El proceso inicia como una propuesta de solución comunicativa para evitar una solución violenta de una situación coercitiva hacia la población civil. En sus manifestaciones iniciales, entre los años 1990-1994, esta función comunicativa era realizada por algunas personas de confianza para los comandantes guerrilleros y cercanas a las comunidades que se convierten en "mandaderos" . Fue un flujo de comunicación vertical útil para ambos.

Esta figura de intermediación cumple una función comunicativa, que se mantiene hasta el cierre de la investigación en el año 2013, pese al papel protagónico que comenzaron a cumplir la organización de milicianos en la segunda mitad de los años 90s. Durante este período aparecen las milicias en el escenario local, y se convierten en el elemento más representativo de la relación entre el grupo armado y la población civil. Aunque los grupos de milicianos les permiten a las Farc un control más eficaz, no solo cumplen funciones de comunicación, sino también de permanente vigilancia, de regulación o de policía, en donde ya no solo se ocupan de la población civil, sino de la seguridad sobre el territorio. Una organización como las Farc que, en ocasiones asume la forma de una organización mafiosa abocada al negocio de la protección, siguiendo a Tilly (2006), despliega formas estatales de control que le permiten ejercer un control indirecto (Tilly, 1990 ). Basta con la presencia ocasional de los combatientes que cumplen a veces funciones de vigilancia, de policía, entre otras, para conservar la credibilidad del "eterno retorno" en los poblados, que asegura su lealtad. De este modo, la ausencia de las estructuras militares no significa, una pérdida del control sobre el territorio.

Esta característica de la estructuras de milicianos no es un tema baladí, considerándolos como un grupo de jóvenes ingenuos, obligados por las promesas maliciosas de la guerrilla, o motivados por la ganancia pese a los riesgos en los que pudiese incurrir (Gutierrez, 2004). Según lo observado, su estructura organizativa nos muestra un entramado de vínculos y dependencias, de redes de confianza (Tilly, 2005), un estilo específico en la manera de relacionarse, los sentidos de la acción y una racionalidad práctica que explican los alcances y límites a las relaciones que se establecen con las Farc, con sus combatientes y con los vecinos, de acuerdo a las relaciones de confianza que inspiren.

Los vínculos sociales de los milicianos en sus veredas, permiten a las Farc, acceder a la información particular de cada poblador. El nuevo miliciano conoce a todas las personas de la vereda, a los pobladores, sabe en quien confiar: es la información y el medio mismo a través del cual la guerrilla se enquista en la dinámica social. Tal estrategia política o de control, experimentó, en su conformación varias dificultades.

La delegación de poder a jóvenes y a algunos adultos que de pronto se perciben con autoridad, también es la oportunidad para obtener ventajas personales al no estar bajo la vigilancia y control que supone una estructura jerarquizada. El ejercicio de poder frente a los pobladores lleva a algunos milicianos a abusar de la población. Este hecho se constituyó en el problema fundamental para el establecimiento de un sistema de vigilancia y monitoreo, cuyo lado más débil, fue tal vez la informalidad o el desconocimiento de procedimientos y sus probables consecuencias.

Las Farc fracasan en el intento de utilizar a los milicianos para exigir "vacunas", razón por la cual, se ven obligadas a retomar directamente ciertas actividades coactivas, para conservar su credibilidad frente a la población civil. Habitualmente cuando eran exigencias expresadas por intermedio de milicianos, la orden no admitía discusión, al contrario, cuando la exigencia era solicitada directamente por el grupo irregular, el poblador tenía la posibilidad de negociar otras condiciones en torno a la exigencia.

Debido a la desconfianza que habían despertado los milicianos en la población, las Farc restringen su rango de acción y grado de autonomía, mediante la consolidación de un jefe, lo cual sirve para especializar a los milicianos en acciones de vigilancia y monitoreo, y acciones coactivas específicas. El "jefe de milicianos" es una figura poco visible para la población pero que se convierte en una alternativa de regulación de éstos, útil para las Farc.

En este sentido, la vinculación del miliciano a la guerrilla define en el proceso de inserción al conjunto de relaciones dentro de las veredas que le permiten a las Farc el acceso a la información sobre la población y los rivales, así como la centralización y monopolio de esa información. Este mecanismo de inserción ofrece a las Farc confiabilidad en la información que recibe sobre la población. De este modo las Farc encuentran en la organización de grupos de milicianos un medio que les permite realmente constituirse en ejército y de otro, mantener vínculos con las poblaciones locales.

Kalyvas queda atrapado en su objeto: la violencia. Su teoría aborda la conformación "milicias y comités" como una expresión institucional (Kalyvas, 2010:157-163) desde la cual se controla la población, sin embargo, el alcance del dispositivo resulta desde su perspectiva de difícil manejo para la insurgencia, cuando se trata de evitar los excesos individuales de estos. En cualquier caso se verían obligados a mantener una presencia militar constante. El dispositivo institucional en su teoría queda reducido entonces a la producción de información de cierta calidad y a la generación de violencia, pero de golpe se descarta la capacidad de la insurgencia para operar bajo esta modalidad. En suma, los argumentos impiden plantear un "control indirecto" por parte de los grupos insurgentes a partir de lo cual se pueda seguir un proceso, o establecer la discontinuidad. De hecho, se debe reconocer que el "control" es un proceso, que supone no solo la presencia militar a través de la cual se tramita el uso de la violencia, sino la conformación de estructuras organizadas de milicianos y redes de apoyo asociadas a estas, con las cuales el control es mayor, y en consecuencia la violencia necesaria tiende a disminuir; algo así como el establecimiento de formaciones institucionales; proceso, por supuesto, no exento de resistencias, conflictos y rechazo. En los casos en los cuales se logra poner en funcionamiento estas estructuras, el desafío para las fuerzas gubernamentales sería aún mayor, pues no es suficiente la presencia militar y acciones de violencia para lograr desarticular dichas estructuras, toda vez que es reconocido por los pobladores y por los militares mismos la dificultad real de permanecer durante largo tiempo en el territorio.

 

UN CASO DE CONTROL CONFISCADO

En Colombia, la implementación de la Política de Seguridad Democrática (PSD), impulsada durante los dos períodos de gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010), es una experiencia apropiada para estimar el alcance de la capacidad predictiva de la Teoría de Kalyvas, en la cual se privilegian los recursos militares y el uso de la violencia, como medios idóneos y más eficaces para lograr el control de territorios en disputa o mantenerlo. El riesgo de apoyarse en eventos que aún exacerban rivalidades en el ambiente político nacional, puede ser una elección poco afortunada, sin embargo, la invitación es a situar la argumentación en un lugar académico, en sentido estricto, para llegar a conclusiones útiles. La PSD8 ofrece un diseño de apuestas estratégicas y conceptuales acordes con los supuestos normativos y de acción que comporta la Teoría de la Violencia. Según la planeación de la PSD:

"La primera condición para cumplir con el objetivo de fortalecer el Estado de Derecho es la consolidación gradual del control estatal sobre la totalidad del territorio. Sin control territorial por parte del Estado no es posible garantizar el buen funcionamiento de la justicia", (Mindefesa, 2003:15).

En efecto, el primer objetivo de la PSD9 dependía de la eficacia de las acciones militares del Ejército para recuperar el "control territorial", lo cual generaría las condiciones idóneas para la posterior intervención coordinada de todas las instituciones estatales con el fin de alcanzar los objetivos restantes.

En el trabajo de investigación realizado en el año 2011, se buscaba determinar los resultados de la PSD en la subregión del nororiente del Cauca, más allá de dedicar esfuerzos a revelar su fundamentación conceptual o asumir la tarea de evaluar una Política de gobierno en toda su magnitud. Se trataba de evaluar en un conjunto de veredas con presencia de grupos armados ilegales por más de seis décadas, su impacto en el cambio de las relaciones entre civiles y armados. En el diseño de la PSD no se establecen diferencias entre regiones, es probable que en la planeación y aplicación puedan existir variaciones de acuerdo a las condiciones particulares a de los territorios; la preferencia por la acción militar es el eje principal, más allá de las especificidades espaciales, sociales o culturales, preexistentes al inicio de las operaciones de recuperación del territorio.

En buena medida la implementación de las acciones militares contempladas en la PSD para recuperar el control territorial en la subregión se iniciaron de manera sistemática desde el año 2005. Es solo hasta el año 2010 (bajo la Política de Prosperidad Democrática del presidente Santos), cuando el Estado decide avanzar hacia la fase de "consolidación, cuyo actor principal fue el Ejército y frente a sus acciones se desencadeno la resistencia del movimiento social indígena y de buena parte de campesinos de la subregión, sobre todo de los municipios de Toribío y Miranda. En el nororiente del Cauca, hasta el año 2010, aún no se habían puesto en marcha las acciones para el logro de los tres objetivos restantes de la PSD, razón por la cual no se contemplaron en dicha investigación.

En la zona estudiada, tradicionalmente ocupada por las Farc, se puede verificar la presencia institucional de las escuelas públicas, Juntas de Acción Comunal, Centros de Salud, asociación de campesinos, empresas productivas y de servicios legales, un comercio activo, la escrituración de los predios, entre otros, que hacen parte de la vida social cotidiana de las veredas10 Sin embargo, unas parecen marchar independiente de las otras instituciones del Estado, de sus políticas de seguridad y policía, sin claras articulaciones estratégicas del conjunto de recursos institucionales. Por más que se elaboren abstracciones racionales para priorizar la actividad militar, ya existe una historia institucional incorporada en los pobladores, que en grados diferenciados, dinamiza la vida local. Lo cual significa que esta dimensión política de la presencia institucional del Estado existe de manera más menos independiente de las funciones coercitivas de policía, fuerzas militares o justicia del mismo estado. Es decir, la existencia de esta última no es una condición para la presencia activa, objetiva y subjetiva de la primera.

La PSD mostró en este territorio unos pobres resultados a pesar de la intensa actividad militar, el despliegue de enormes recursos logísticos, habida cuenta que no se pudo impedir la presencia de las Farc en el territorio, como tampoco se-acabaron otras actividades ilícitas como la producción de narcóticos y los homicidios.

La actividad paramilitar entre los años 2000 y 2003 fue experimentada por los habitantes de la zona cordillerana de la subregión como el momento de mayor incertidumbre y temor, sumada a las acciones violentas y de vigilancia de los insurgentes para su defensa (Ver Cuadro N°1). Aunque el Ejército siempre ha hecho presencia ocasional, solo desde el año 2005, cuando se da inicio a la PSD en la subregión, se comenzaron a percibir cambios en las rutinas de desplazamiento de los militares. La violencia contra la población se incremento nuevamente entre los años 2007-2009.

Bajo la PSD, las tropas en lugar de llegar a los poblados por las vías públicas, se movilizaban de manera sigilosa por lugares alejados de las viviendas, utilizando los "desechos" que configuran un entramado de trochas no carreteables, desplazándose solamente en horas nocturnas y pernoctando durante el día. Con la renuncia a utilizar las vías transitadas para llegar a la zona, evitaban que sus movimientos y posiciones fueran fácilmente identificables y revelados a los insurgentes. El cambio sin duda resulto significativo pues indicó la emergencia del interés gubernamental por recuperar el territorio plenamente, no solo por la búsqueda de resultados militares exitosos en el ataque sorpresa a la insurgencia, sino porque supone de algún modo el reconocimiento de la capacidad del rival para informarse tempranamente de sus posiciones mediante la colaboración de la población. Esta táctica sirvió al comienzo (2005-2006) para propinar algunos golpes a grupos numerosos de insurgentes que se habían confiado hasta entonces de su predominio local, realizando patrullajes habituales en camperos muy cerca de la cabecera municipal, con exposiciones públicas casi diarias de los combatientes (Ver "Combates" Cuadro N° 2).

Pero la guerrilla se adaptó con facilidad y recobró el antiguo esquema de los focos guerrilleros, que supone la movilización de pequeños grupos de 5 a 10 combatientes, y después en parejas, para evitar un encuentro con las fuerzas gubernamentales. Cabe destacar que la disminución de los combates entre los años 2007 - 2009, que fueron retomados en el año 2010, contrasta con el incremento significativo de las operaciones frente a las actividades ilegales, fundamentalmente contra el narcotráfico, durante este mismo período de tiempo. Con estos nuevos movimientos del Ejército, bajo la PSD, se pone en marcha una dinámica de interacción estratégica frente a la cual los guerrilleros deben renunciar a sus insignias y símbolos distintivos frente a la población civil, cambiando sus uniformes por ropa civil y abandonando el porte de las armas largas. Si bien, la visibilidad y la identificación abierta expresa una dimensión simbólica, cuando el combatiente se pone en escena, se fortalece la percepción de credibilidad en su poder militar entre los pobladores locales. En el contexto de la PSD, surge el ocultamiento y el camuflaje de los insurgentes entre los pobladores locales, para evitar la acción de la fuerza pública. Resulta interesante analizar cómo las fuerzas del Estado evitan la población local para mejorar la probabilidad de éxito militar, y al contrario, la guerrilla renuncia a su distinción frente a los lugareños.

La interacción militar, en el juego estratégico de las estructuras militares, no alteraron los referentes de poder, que exijan un cambio de conducta de la población civil. Bajo el predominio de acciones de combate, la violencia contra la población civil aumentó; cuando se incrementaron el número acciones para reducir las actividades ilegales- narcotráfico, entre otras- las violencia contra la población civil disminuyó. Algunos actos posteriores que se realizaron bajo la PSD, tales como el empadronamiento realizado por los militares en las veredas más altas, buscaba intimidar a los civiles, más que recabar información útil, tal como lo señalaron los afectados; otras acciones arbitrarias combinaban un repertorio amplio de amenazas, asesinatos, capturas ilegales, acusaciones falsas entre otras denuncias hechas por la población civil. Sin embargo, estas acciones de presión directa a los habitantes de las veredas más distantes de la cabecera municipal no parecen haber transformado el comportamiento civil. El resultado fue contraproducente, pues estas formas de actuar asumidas por los militares, quienes se supone deben ser y dar el ejemplo en el cumplimiento de las normas y las leyes, se convirtieron más que en un agravio, en la vivencia de un sentido de injusticia que integró solidariamente a la comunidad en una relación de desconfianza con las fuerzas militares. El sentido de la acción construido desde los esquemas de percepción de los pobladores diferencia las acciones violentas y las elabora según el grupo que las produce.

No siempre la población civil ha sido blanco militar de los actores armados, sin embargo, ha sufrido las consecuencias indirectas de la guerra. En la subregión, el 95,8% de los casos denunciados entre los años 2001-2010, están relacionados a acciones dirigidas contra individuos o colectivos de la población civil (Ver Cuadro N°3). En este periodo y como resultado del enfrentamiento entre combatientes, se desencadenaron desplazamientos, homicidios, daño en bienes, lesiones personales, escudos humanos (11,9%), entre las cuales, se presentaron algunas acciones directas contra pobladores, producto de acciones indiscriminadas de bombardeos y ametrallamientos.

Cuando las acciones violatorias del DIH y DD.HH se originan en combates entre las estructuras militares rivales, el 50% de las denuncias aseguran que la violencia fue provocada por la insurgencia. Al comparar las acciones de los actores armados que fueron responsabilizados por las denuncias de violencia contra la población, el 36.3% se le atribuye a las fuerzas gubernamentales, el 28.8% al paramilitarismo, en menor proporción se encuentra la guerrilla con el 15,6%. De los registros presentados en el Gráfico N°1 se observa que la acción violenta como un correlato de la disputa territorial la inician los paramilitares en el año 2001, cuando también se registra el número más alto de denuncias por parte de la insurgencia. En ese momento las acciones de las fuerzas del Estado muestran los valores más bajos, solo después del año 2007 se registran acciones violentas contra la población.

De acuerdo a la teoría de Kalyvas con el incremento de la violencia hacia la población se produce una mayor colaboración, mejora el acceso a la información que permite a los grupos armados orientar de manera individualizada la acción violenta contra quienes colaboran con los rivales. Cuando el control se hace mayor, disminuye la violencia o ésta se mantiene bajo la forma personalizada orientada a la sanción de culpables. ¿Cuáles son los indicadores que permiten determinar un cambio en el control territorial?. En este punto debemos reconocer que una disminución en el volumen de acciones violentas contra la población civil es un buen indicador de cambio en el grado control. El lugar en donde se registraron los combates indicaría la presencia territorial de insurgentes en una en donde se esperaría estos ya no hicieran presencia por estar recuperada, en otras palabras, los insurgentes aún no han sido expulsados En el Mapa n°1 se ilustra la distribución espacial de los combates sostenidos con la insurgencia por parte de las fuerzas militares desde el año 2005 al 2010. En éste, se aprecia que en los municipios cuyo perímetro se encuentra en color rojo (Miranda, Corinto, Toribio), la guerrilla ha mantenido presencia sostenida desde hace más de cinco décadas (ver zona marcada por las flechas rojas en el mapa). Con el establecimiento de un batallón de alta montaña, en la zona cordillerana, en los límites fronterizos entre Miranda y Florida, se buscó interrumpir la movilidad de la guerrilla hacia el norte (ver lugar señalado por las flechas blancas en el mapa). Los combates en Pradera son muy pocos, y su gran mayoría se concentran en los municipios de Corinto y Toribio, principalmente en las zonas urbanas, excepto en el lugar de Florida en donde el mayor número de combates están situados en las cercanías del Batallón de Alta Montaña.

En el Mapa n°2 se aprecia la distribución espacial de los combates en la subregión según año de ocurrencia. Al comparar la distribución espacial de los combates registrados en la subregión estudiada durante los dos primeros años y los dos últimos de la PSD, se observa un cambio de acciones combate: al inicio se muestra mayor dispersión territorial de los combates, estos llegaron a realizarse incluso en zonas altas de la cordillera, ocupadas tradicionalmente por los insurgentes; al final del período se muestra más concentración de combates en las zonas urbanas y zonas circunvecinas (Corinto y Toribio) en donde se supone es mayor el control por parte de las fuerzas gubernamentales. Los registros espaciales de actividad militar no permiten determinar un repliegue de la insurgencia y menos considerar que ésta fuera derrotada o desterrada del territorio. La dinámica de la acción sugiere que los insurgentes llegan hasta los sitios más cercanos a las zonas urbanas, lugares en los que se tranzan en combate, como ocurre entre el año 2009-2010. De acuerdo a los datos, los lugares en los cuales ocurrieron los combates y los cambios percibidos entre un período inicial y otro final, no indican la recuperación del control territorial.

De igual forma, las denuncias por violaciones al DIH y al DH, según los reportes que reposan en la base de datos de la Revista Noche y Niebla del Cinep, y mediante triangulación con fuentes documentales y primarias, las fuerzas del estado registran (Cuadro N°4) un porcentajes más o menos similar entre los años 2003-2006 y entre 2009-2010; se aprecia que la responsabilidad atribuida a las fuerzas gubernamentales es menor en el período 2001-2002, cuando los Paramilitares están más activos. No obstante, el volumen de acciones violentas, indica que la expulsión de los insurgentes del territorio no ha logrado los resultados esperados en la PSD. Los datos sugieren que la dinámica del conflicto es intensa, sin embargo, el dominio sobre el territorio parece no haber sufrido transformaciones. Es una percepción que se confirma por los mismos pobladores, quienes aseguraron cambios en las formas de comportamiento de los combatientes, quienes ya no se movilizan confiados y seguros.

Una de las estrategias más complejas y efectivas ha sido la Red de Informantes o de Cooperantes, articulada a la estrategia de la PSD, merced de un plan de incentivos para alentar la colaboración de civiles y estimular la deserción de guerrilleros. Con ella, se buscaba el doble propósito de debilitar las estructuras militares y fortalecer la inteligencia militar para dislocar el control de la información de la insurgencia. El Plan es equivalente a la "práctica de la denuncia" sugerida por Kalyvas, pero bajo estas circunstancias estructuradas dentro de una las estrategias de la PSD para acceder a la información. Los denunciantes de la teoría de Kalyvas, son los informantes de la PSD. Esta práctica de la denuncia es uno de los mecanismos más efectivos de colaboración e la población civil, pues permite a los grupos armados el acceso a la información para orientar selectivamente la violencia sobre los civiles que colaboran o son leales a las fuerzas rivales. A diferencia de la PSD que forma un fondo de incentivos para motivar la colaboración de informantes, en Kalyvas esta práctica de la denuncia se asocia más a las escisiones locales endógenas entre pobladores, que en contextos violentos, se da la posibilidad de venganzas o resolver sus diferencias con otros pobladores.

Aunque la administración de este recurso ha servido para acertar golpes a las estructuras armadas de la guerrilla, no ha cumplido su propósito de debilitarla lo suficiente como para suprimir su control del territorio. La Red de Cooperantes, a diferencia de la "práctica de denuncia" señaladas por Kalyvas, no es una dimensión endógena intracomunitaria, es decir, la relación de costos - beneficios es diferente. Durante el año 2009, los pobladores de la zona estudiada, comenzaron a identificar que los militares comenzaron a llegar a interrogar algunos vecinos, acompañados por una persona vestida de militar, encapuchada y sin armas, señalando a los milicianos o colaboradores de la guerrilla. Con el tiempo esta actividad resulto inocua frente a las estructuras de milicianos que se mantenían indemnes, y aún más para los civiles que fueron capturados sin los suficientes medios de prueba jurídica. Durante el año 2010, varios testimonios coinciden en la narración sobre hechos que resultan reveladores del impacto que tuvo la PSD y la acción del Ejército en la población civil. Corresponde a dos hechos sucedidos en una operación conjunta de varias fuerzas gubernamentales para capturar en las veredas un supuesto manejador de las finanzas del sexto frente de las Farc. Días antes de esta operación se presenta un hecho de despliegue militar sin precedentes, que tiene mayor valor expresivo, por lo que representa la teatralidad en la puesta en escena, que por la efectividad en el resultado. El hecho es descrito por un poblador así:

"… por aquí es normal que pasen helicópteros del Ejército (sic), pero nunca antes habían llegado tantas ni volando tan cerca a los techos de las casas. Uso fue de buenas a primeras, y uno tras otro pasaban tan cerca al techo de la casa. Llegaron sin aviso, subieron por el cañón, sin ruido hasta que llegaron aquí. Aterrizaron unos en el potrero, uno casi se estrella, cuando se enredó con un cable de la energía. Y nos dejaron sin energía un buen tiempo. Muchos soldados se bajaron preguntando por el inválido, buscaron como en casi todas las casas de la vereda. Algunos días después regresaron de la misma forma pero esta vez sí lograron ubicar en donde se encontraba. La persona que perseguían es inválido, natural de la vereda. Cuando llegaron había un joven, que es su amigo. Ellos son de la vereda, el joven es nuestro. Ellos al ver la situación se asustan y tratan de huir, pero fueron bombardeados desde el helicóptero. Caen con el carro en una alcantarilla, son capturados y retenidos, apartados de la comunidad. Al inválido lo hieren y tal como está lo cuelgan del helicóptero y se lo llevan, mientras el joven yace herido. Cuando la comunidad va por el joven lo encuentran medio desnudo, a punto de ponerle un uniforme camuflado que bajan del helicóptero. Una vecina, apoyada por la comunidad, se opone alegando que el muchacho no es guerrillero. En esas, se forma el alboroto para evitar que le pongan el uniforme. Algunos días más tarde el inválido estaba otra vez en su casa recuperándose de las heridas, después de haber salido como el manejador de las finanzas de la guerrilla"

Esta es una versión que coincide con la recabada por un noticiero en un canal de difusión nacional en el cual se afirma:

"Cuando el joven es herido no dejan pasar a la comunidad, y cuando finalmente logran llegar hasta él, está casi desnudo, le habían quitado su ropa, pues incluso le dispararon a quemarropa y no lo dejaban atender… Según los habitantes, sólo la presencia de la comunidad logró impedir que al herido lo vistieran de camuflado" (Noticias Uno, 2010)11.

Del hecho narrado se pueden sacar varias conclusiones. El balance desde la perspectiva del poblador representa un mayor incremento de la desconfianza sobre la forma de proceder de las Fuerzas Militares. Los resultados negativos en operaciones semejantes, corresponden a un esquema general que se repite, con algunas variantes en el modelo que resultan excepcionales. Seguramente las fuentes de información utilizadas por la Fuerza Pública los lleva a hacer un despliegue militar extraordinario para capturar un inválido, como si éste fuese el "gran cabecilla guerrillero". Son varios los interrogantes que llaman la atención: ¿cuál es la calidad de la información de inteligencia militar?; ¿cuál es el mensaje que se quiere comunicar con la magnitud de la operación?; ¿por qué el hecho es difundido ampliamente como una noticia nacional en los principales medios de difusión?, Logramos registrar los siguientes titulares de la noticias: "Capturado alias el "invalido", del sexto frente de las Farc" (RCN, 2010); "Capturan a guerrillero de las Fare encargado de negocios del narcotráfico"; "Capturado guerrillero de las Farc, muy cercano a alias 'Alfonso Cano'" (Caracolradio, 2010); "Capturado cabecilla del sexto frente de las Farc" (Fac, 2010); En el Cauca capturaron a presunto jefe de finanzas de las Farc. (El Tiempo, 2010). A la fuerza pública parece interesarle más la difusión de operativos exitosos en los medios nacionales, es decir, la "difusión de positivos", aun cuando éstos no sean golpes efectivos a las Farc, soportados sobre pruebas jurídicas sólidas. La evaluación de los resultados de la PSD debería considerar los costos materiales de la pérdida de credibilidad de los habitantes de la localidad, al quedar desprestigiada con un despliegue ostentoso frente a sus pobres resultados para destruir la guerrilla. Desde esta perspectiva, el resultado negativo del operativo militar es contraproducente, por lo tanto, la percepción sobre los insurgentes es de mayor credibilidad toda vez que con menos logran más. En la línea de análisis propuesta, los recursos militares, ni la violencia son condiciones de mayor eficacia y éxito. Sin bien las condiciones de desigualdad pueden ser asimétricas, estas no son determinantes para lograr resultados más efectivos, el resultado puede no corresponder a la asimetría que plantean las condiciones iniciales o estructurales.

 

CONCLUSIÓN

Consideramos que partir de una simplificación teórica, validad ex post mediante una selección de casos, no es posible explicar el conflicto en el nororiente del Cauca. Si los presupuestos fundamentales de la teoría se cumplieran, con la inversión de los cuantiosos recursos militares invertidos en el proceso de recuperación territorial se esperarían mejores resultados de las acciones de la PSD. Desde la lógica abstracta de la elección racional resultarían entonces insuficientes los recursos militares utilizados para acabar con la insurgencia, o haría falta más violencia. No hay límite. La teoría de la lógica de la violencia constituye la realidad en la cual se valida a si misma Todo dependería de los recursos y la violencia. Y la manera de hacer más eficientes los recursos militares es mediante el uso de la violencia, pero no se reconoce en esta teoría propuesta por Kalyvas, más principios de regulación social que ivos que podrían hacer inviable el uso de la violencia.

La teoría de Kalyvas aborda mecanismos adicionales de control territorial frente a los cuáles hace referencia, pero no se desarrollan. Consideramos que con los mecanismos de protección, eliminación de la oposición, credibilidad en el éxito militar, monitoreo y vigilancia, la dotación de un soporte ideológico y discursivo, entre otros, se puede elaborar un desarrollo teórico más amplio y robusto, que no solo sea útil para abordar el control inicial sobre un determinado territorio a la luz de las acciones violentas, sino que incorpore desde el principio otras formas coercitivas, e incluso, que contemple formas incipientes o elaboradas de consolidación territorial.

La desigualdad entre los titulares del gobierno y los insurgentes es una condición que debe ser diferenciada según los recursos, la capacidad militar y los medios de persuasión y administrativos que favorecen más a los primeros que a los segundos. Sin embargo, la durabilidad del conflicto puede cambiar el orden de las diferencias, toda vez que una disputa inicial por el control del territorio puede dar lugar con el tiempo a formas más elaboradas, y funcionales de ocupación, con procedimientos más afines a la figura de gobierno, ya sea por la gestión propia o por la articulación y complementariedad de los insurgentes a los procedimientos a fines a los rivales. Lo anterior sugiere más el arreglo simétrico de una forma de ocupación del territorio, funcional o complementaria con los procedimientos de las forma de dominio de los titulares del gobierno.

Hace falta en el diseño teórico de Kalyvas el desarrollo más sistemático del conjunto de los mecanismos restantes que sirven para alcanzar y consolidar el control territorial, entre los cuales la violencia es solo uno de ellos, el primero. Significa, entonces, que la violencia es una dimensión de un proceso de control más amplio, sólo que es el medio más efectivo en las fases iniciales de la conquista o confiscación del dominio sobre un territorio que ejerce otro contendor armado o una amenaza, y el recurso limite es la violencia. Conforme avanza el proceso, se mantiene la violencia como un instrumento útil, pero no es necesariamente el más importante ni el más efectivo cuando las circunstancias o condiciones de maduración de las relaciones demandes por protección, la unificación comunitaria alrededor de un solo referente de poder, por medio de la eliminación o expulsión de los opositores, la credibilidad generando creencias en el triunfo, un sistema de vigilancia efectivo, generación de beneficios.

 

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Fecha de recepción: 24/06/2014
Fecha de aprobación: 24/10/2014

 

 

* EI artículo hace parte de la investigación "Tierra en el Norte del Cauca" (Ref.020100362), financiado con recursos de la Pontificia Universidad Javeriana-Cali.
1 En los años recientes muchos de los trabajos empíricos sobre el conflicto armado en Colombia se orientan bajo la propuesta teórica de Stathis Kalyvas. De igual modo, es una referencia frecuente en los artículos de reflexión.
2 Alude a todas las formas coercitivas no homicida, y no necesariamente violenta utilizadas para consolidar o ganar el control del territorio.
3 El carácter irregular de la guerra determina la asimetría, la cual es definida a priori según las diferencias de los recursos de distinto tipo entre los actores políticos que compiten entre sí. La teoría no contempla los equilibrios evidenciados empíricamente en un escenario real de guerra, entre actores que se ingenian formas diversas de contrarrestar sus desventajas. Por tanto, la asimetría específica de las formas de control, limita el análisis de las posibilidades de acción a ciertas capacidades y recursos entre actores regulares e irregulares. El reconocimiento de la pluralidad de estas formas de acción nos ofrece alternativas de estudio más amplias para explicar el conflicto armado.
4 Kalyvas establece cinco variantes del control: zona de pleno control por los combatientes gubernamentales; zona fragmentada, bajo control de los gubernamentales, pero con un desafío permanente y directo por parte de los insurgentes; zona segmentada espacial y temporalmente entre combatientes gubernamentales e insurgentes; zona controlada por insurgentes pero desafiada por organizaciones gubernamentales; zona totalmente controlada por insurgentes.
5 Por ejemplo, el movimiento indígena en Colombia
6 Ver en Grave (2000) la narración sobre la ocupación del M-19 en el norte del Cauca (Grave,2000). Según testimonios diversos la inteligencia militar se destaca como un recurso relevante para la Fuerza Pública. Es difícil determinar la asimetría en la capacidad para recabar información sobre las dinámicas sociales de interés para los grupos armados, toda vez que esta capacidad puede depender de la distancia social y territorial, tanto como de los recursos utilizados para este fin. Está documentado el uso de listados por parte de las organizaciones paramilitares para definir las personas que buscan asesinar.
7 Ana María Arjona (2008) sugiere otras dimensiones de análisis con la categoría de sistemas de autoridad prebélicos en las comunidades locales.
8 La estrategia está definida por las condiciones y capacidades de un actor para emprender acciones de consecución, coordinación y administración de recursos para alcanzar sus objetivos.
9 Son cinco los objetivos estratégicos de la PSD: Consolidación del control del territorio: que se divide en tres: recuperación, mantenimiento y consolidación del control del territorio; Seguridad urbana y protección de la población, que involucra la reducción de los delitos (Secuestro, extorsión, homicidio) y restablecimiento y reincorporación para recuperar condiciones de seguridad, empezando por la población vulnerable; eliminación del negocio de drogar ilícitas; Mantenimiento de las fronteras; y eficiencia y trasparencia. (Mindefensa. 2003:32-33).
10 Las instituciones estatales no fueron articuladas en la PSD, por tanto, no hicieron parte del diseño estratégico de recuperación del control y consolidación territorial, cuyo objetivo se buscó alcanzar a través de la intervención militar.
11 Los pobladores conocen de los canales directos, por su experiencia en una zona de conflicto, que pueden ser aprovechadas de las escisiones del poder, expresadas en las prácticas de dominación, las cuelas capitalizadas a su favor en el momento de transar con los insurgentes. Del mismo modo, acuden al director de noticias uno, Daniel Coronell, quien en su momento fue uno de los mayores críticos del gobierno. El fue contactado directamente por una de las personas de la vereda para contrarrestar la información por los demás medios, pero sobretodo, buscar reducir el riesgo a la vida de los civiles.