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Análisis Político

versão impressa ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.28 no.84 Bogotá maio./ago. 2015

https://doi.org/10.15446/anpol.v28n84.54638 

http://dx.doi.org/10.15446/anpol.v28n84.54638

CONFIGURACIÓN DIFERENCIADA DE LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DE CÓRDOBA Y URABÁ EN EL URABÁ: Norte de Urabá, Eje Bananero, Sur del Urabá antioqueño y Urabá chocoano*

DIFFERENTIATED CONFIGURATION OF AUTODEFENSAS CAMPESINAS IN CORDOBA AND URABA IN THE URABA REGION: Northern Uraba, Banana-producing Uraba, Southern Uraba in Antioquia, and Uraba in Choco

Julián Eduardo Barbosa Vargas**

* El presente artículo hace parte de la tesis de Maestría en Estudios Políticos, del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, (IEPRI), de la Universidad Nacional de Colombia, dirigida por el Profesor Carlos Mario Perea Restrepo
" Simplemente, váyanse con sus armas a otra parte: Configuración Diferenciada del Paramilitarismo en el Urabá. 1994-1997", y se realizó con el apoyo de la Corporación Educativa Instituto Jean Piaget (Florencia, Caquetá).
** Docente e investigador del Centro de Pensamiento AlaOrilladelRío, adscrito a la Corporación Educativa Instituto Jean Piaget (Florencia, Caquetá, Colombia). Correo electrónico: julian.barbosa@alaorilladelrio.com


RESUMEN

El texto aborda el tema del paramilitarismo en la región del Urabá entre los años de 1994 a 1997. La investigación hace un análisis de la configuración paramilitar en la zona. Se estudió el territorio de acuerdo con tres sub regiones, planteando que en cada una de ellas la configuración paramilitar fue diferenciada. En el Norte de la región hubo una configuración de dominio sin resistencia, en el Eje Bananero se presentó una configuración de dominio con resistencia, y el sur del Urabá y en el Urabá chocoano una invasión con resistencia.

Palabras clave: Actores armados, paramilitarismo, guerrilla, Urabá, Estado.


ABSTRACT

This article addresses the topic of paramilitarism in the Uraba region between 1994 and 1997, offering an analysis of the paramilitary configuration in the region. This study analyzes the territory in three sub-regions and proposes that paramilitary configuration in each was different. In Northern Uraba there was a configuration of domination without resistance; in the Banana-producing Uraba, there was a configuration of domination with resistance; and in Southern Uraba and the Uraba in Choco there was an invasion with resistance.

Keywords: Armed Actors, Paramilitarism, Guerrillas, Uraba, State.


INTRODUCCIÓN

La década de los noventas en Colombia estuvo marcada por una avalancha de violencia en diversas regiones del país. El Urabá, en la esquina noroccidental de Colombia, fue una de las zonas más afectadas. Si bien los actores de la violencia en la región han sido de distinto tipo –Fuerza pública, insurgencia, narcotráfico, paramilitares, delincuencia común- uno de los que llegó a tener mayor poder fueron las autodenominadas Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, (ACCU), sobre quienes se centra el presente artículo. El texto hace una revisión desde el año 1994, fecha de conformación de las ACCU, a 1997, año de conformación de las Autodefensas Unidas de Colombia, (AUC), por ser estos los años de creación y primeras experiencias de consolidación del paramilitarismo en el Urabá.

En el presente texto la región del Urabá está dividida en tres subregiones: el norte, conformado por los municipios de Arboletes, San Juan de Urabá, San Pedro de Urabá, Necoclí y norte de Turbo –casco urbano y corregimientos El Dos, Pueblo Bello, San José de Mulatos, Tié y San Vicente del Congo-; Eje Bananero conformado por Apartadó, Carepa, Chigorodó y sur de Turbo –Corregimientos el Tres, Currulao, Nueva Antioquia y Riogrande-; y el sur del Urabá antioqueño y el Urabá chocoano conformado por Mutatá, el Atrato con Riosucio, Vigía del Fuerte y el Darién chocoano compuesto por Unguía y Acandí (Suarez, 2007: 49).

Debido a la intensidad de la violencia en su territorio, el Urabá y la presencia paramilitar han sido objeto privilegiado de los estudios sobre el conflicto. Sin embargo el tema no se ha agotado. Tradicionalmente se ha visto el paramilitarismo como un fenómeno homogéneo. Este artículo quiere romper con esa visión. Como se verá, el paramilitarismo tuvo que adaptarse a diversos fenómenos que estaban presentes en las zonas que intentaban dominar. La configuración del paramilitarismo en la región varió en las distintas subregiones del Urabá: Norte, Eje Bananero y Sur del Urabá Antioqueño y Urabá Chocoano. A esta variación le llamamos Configuración Diferenciada del Paramilitarismo.

CONFIGURACIÓN DIFERENCIADA DEL PARAMILITARISMO

La forma como el paramilitarismo se implementó en cada subregión fue distinta. La Configuración Diferenciada del Paramilitarismo en el Urabá correspondió con las características de cada territorio. Para esto, se tuvieron en cuenta tres variables:

a)   La primera variable hace referencia a las características económicas de cada subregión.

b)   La segunda variable tiene que ver con las características sociales del territorio. Aquí se consideró la organización social de la población así como la relación del paramilitarismo con los habitantes de la zona.

c)   La tercera variable es la presencia territorial del Estado. Se tuvieron en cuenta dos elementos, uno relacionado con la presencia de las instituciones públicas (provisión de servicios públicos, recaudo fiscal, justicia) y el otro, el papel de la fuerza pública en el contexto del conflicto.

La relación del paramilitarismo con el territorio dio lugar a tres tipos de configuración paramilitar de acuerdo a las variables anteriormente señaladas: 1) Dominio sin resistencia en el Norte de Urabá; 2) Dominio con resistencia en el Eje Bananero y 3) Invasión con resistencia en el sur del Urabá antioqueño y en el Urabá chocoano.

En la siguiente tabla se resume el tipo de configuración paramilitar que hubo en cada territorio dependiendo de las distintas variables.

El artículo está dividido en tres partes que han sido dispuestos como síntesis de la configuración del paramilitarismo en cada subregión y dentro de ellos los hallazgos se ordenan cronológicamente.

1.   Dominio paramilitar sin Resistencia: Norte de Urabá

Variable 1: Características económicas

El Norte de Urabá es el territorio en donde primero se produjo la configuración paramilitar en la década de 1990 pues por allí comenzó su incursión en la región. Económicamente en esta subregión primaba el latifundio ganadero y el narcotráfico. Por el tipo de economía latifundista, con propietarios ausentes y largas extensiones de tierras ociosas, las élites no necesitaban la presencia del Estado (inversión en infraestructura, provisión de servicios públicos etc.) y más bien se beneficiaron de su ausencia, de ahí que el recaudo de impuestos fuera mínimo y la presencia territorial del Estado baja. Allí el papel de la fuerza pública en el marco del conflicto fue de pasividad y omisión en su accionar, el Estado no tuvo interés en hacer mayor presencia y se delegó el uso de la fuerza a paramilitares y guerrilleros.

Córdoba ha tenido lazos históricos con Antioquia y el norte de Urabá se convirtió en radio natural de influencia del Cartel de Medellín. Esa presencia de narcotraficantes antioqueños aceleró la dinámica de la concentración de la tierra "sin cambiar la tendencia general de desalojo paulatino" (Romero, 1989, p. 16). Dominar este territorio le permitió al narcotráfico tener una base terrestre para la ruta de abastecimiento de pasta de coca así como rutas de exportación de coca refinada. Por esto controlar desde Puerto Escondido en Córdoba hasta San Pedro de Urabá resultaba fundamental para su estrategia (Romero, 1989, p.16). Según recuerda un ex militante del Ejército Popular de Liberación, (EPL).

"El Norte de Urabá es una zona muy ganadera y fuera de eso de presencia del narcotráfico. Si usted mira la cuestión de tierras va a encontrar que desde Necoclí, hasta Arboletes hay grandes compradores de tierras y narcotraficantes. Había un señor al que le decían Pelusa que tenía mucha tierra. Era una zona en donde la actividad del narcotráfico estaba en un crecimiento grande. Para mí eso explica por qué las autodefensas buscaban instalarse allí"1.

La compra de tierras en el norte de Urabá hasta la Serranía del Abibe, por parte de narcotraficantes en la década de 1980, significó entrar en regiones de frontera agrícola y zonas en donde la guerrilla hacia presencia desde décadas atrás (Romero, 1989: 16).

Variable 2: Características sociales

Correspondiendo con las mencionadas características económicas, en el norte se encontró un bajo nivel de organización social, pues por el tipo de distribución de la propiedad primaba la condición de peón por sobre la de campesino. El modelo de Castaño en Córdoba consistió en la compra y despojo de tierras y tener una zona favorable aprovechando la inconformidad que tenían los ganaderos, particularmente con el EPL. Si en el Eje Bananero había una fuerza laboral producto de la agroindustria (como se verá más adelante), en el norte de Urabá y límites con Córdoba no la había pues predominaba la ganadería extensiva. No había sindicatos fuertes, ni organizaciones campesinas, ni lucha por la tierra.

Como la ubicación también permitía que esta zona fuera utilizada como ruta de tráfico de droga, estos procesos dificultaron la construcción de una identidad y el establecimiento de vínculos culturales o identificaciones sociales de parte de los pobladores. Los lazos que se fortalecieron en la región fueron sobretodo de tipo económico y militar (García, Aramburo, Barajas, Valderrama y Espinosa, 2011, p. 297).

En contraste con el Eje Bananero, el Norte fue una zona donde la izquierda, si bien es cierto lograba presencia militar, no logró poder político. Es diciente que en el norte de Urabá la izquierda nunca tuvo una alcaldía. Lo que predominó en el norte fueron los partidos tradicionales, particularmente el Liberal. Ese escenario era más asequible y más permeable a la actividad paramilitar2. TABLA 2

En este sentido, no hubo una fuerza que pudiera resistir el establecimiento del poder paramilitar. El paramilitarismo buscó identificarse con la población de esta subregión, tanto así que se nombraron "Autodefensas Campesinas" y montaron proyectos con fachada social dando origen a una identificación con sectores de la población y de los cuales reclutaban gente.

Así, una característica clave de la configuración paramilitar de dominio que se presentó en el norte de Urabá tiene que ver con ese reclutamiento de gente de la misma zona y cómo eso ayudó a generar un mayor control y "aceptación" por parte de sectores de la población. En contraste, como se verá en las siguientes secciones, en el sur del Urabá y en el Urabá chocoano los paramilitares no van a generar ese nivel de identificación con los pobladores.

Carlos Castaño señaló en medios de comunicación y entrevistas que cuando su grupo hacía presencia en Valencia no lograron grandes éxitos por cuenta de que llevaron a ese lugar a una serie de sicarios que no tenían ninguna relación con la población y por lo tanto no generaron simpatía. Dice un desmovilizado del EPL que "Los paramilitares […] cambian y empiezan a ver cómo más bien logran ganarse la simpatía de la población"3. Como ya se dijo en esta última época a la gente la empiezan a reclutar en el Urabá. El reclutamiento de personas de la región fue un elemento clave en la consolidación del dominio paramilitar en el norte de Urabá.

Además del reclutamiento, en el norte los paramilitares van a buscar crear una identificación con la población aparentando impulsar proyectos sociales en beneficio de la comunidad. En entrevistas, Castaño alardeaba de cómo las autodefensas mantenían las vías en buen estado, construían pozos de agua y escuelas.

El dominio paramilitar en la zona se evidencia en lo dicho por un poblador de Tierralta, "Aquí las autodefensas son fuertes y no estamos dispuestos a ceder un pedazo de tierra a la guerrilla"4. Así se empezó a generar una simpatía por parte de sectores de la población con la idea de usar la violencia paramilitar para defender sus intereses.

Así como en zonas de control guerrillero se les llamaba "muchachos" a los insurgentes, en zonas de influencia paramilitar se les llamaba "muchachos" a los paramilitares como reportan las entrevistas a los pobladores publicadas en prensa5.

La referencia que hacían los pobladores sobre los paramilitares usando el apelativo "los muchachos de nosotros" y el uso de los radios de los paramilitares para comunicarse con las autoridades regionales y de la fuerza pública muestra el grado de presencia en la vida pública y privada por parte de los paramilitares. A diferencia de subregiones como la del Chocó, que se verá más adelante, los paramilitares en el norte buscaron establecer mayor identificación con la población.

Variable 3: Presencia territorial del Estado

Económicamente en esta subregión primaba el latifundio ganadero y el narcotráfico. Por el tipo de economía latifundista, con propietarios ausentes y largas extensiones de tierras ociosas, las élites no necesitaban la presencia del Estado (inversión en infraestructura, provisión de servicios públicos etc.) y más bien se beneficiaron de su ausencia, de ahí que el recaudo de impuestos fuera mínimo y la presencia territorial del Estado baja. Allí el papel de la fuerza pública en el marco del conflicto fue de pasividad y omisión en su accionar, el Estado no tuvo interés en hacer mayor presencia y se delegó el uso de la fuerza a paramilitares y guerrilleros.

Si uno analiza, la articulación del Estado era diferente en cada sub región del Urabá. De cada diez pesos que se invertían en la región de Urabá, ocho estaban destinados al Eje Bananero: los otros dos se repartían en los municipios del Norte y los del Sur6.

Las referencias al abandono del Estado y violencia se cruzaban recurrentemente en la sub región. Así como el llamado "abandono del Estado" se expresaba en las vías e inversión pública, este mismo "abandono" fue el caldo de cultivo para el surgimiento de grupos armados ilegales. Según sostenía la prensa

"Si bien los altos mandos militares y de policía sostienen que el pie de fuerza pública en la zona es insuficiente, la actitud adoptada en el conflicto paramilitares versus insurgentes, parecería ser permisiva frente a las acciones de los primeros y de ineficaces respuestas contra los segundos"7.

Así entonces, el "abandono" del Estado, más que una actitud inherente a su debilidad militar, también podría responder a una estrategia contrainsurgente.

Si no se garantizaba seguridad tampoco justicia. Parte del origen de la impunidad recaía en que el radio de la fiscalía no cubría las áreas rurales y los familiares de los muertos no denunciaban nada por temor a represalias por parte de los actores armados. Por eso no hubo retenidos ni ordenes de captura, ni procesados, ni condenados, solo completa y plena impunidad8. La inoperancia del Estado fue la constante de la violencia en la región. ¿En que medida se puede decir que esta inoperancia, que rayaba en el absurdo, no fue una estrategia de legitimación del uso de la violencia privada?

En este punto retomamos a Serge (2003) quien sostiene que: "… las élites regionales y su Estado han mantenido históricamente, con sus propios grupos armados, una situación de desorden en estas fronteras de la civilización, que le ha permitido lucrarse simultáneamente de las economías legales y las ilegales y para ello las han mantenido como espacios de miedo, incontrolados, que constituyen una verdadera cortina de humo detrás de la que cualquier cosa está permitida" (Serge, 2003, p. 193).

El tipo de configuración del paramilitarismo en el norte tiene que ver con la relación del Estado con la región. Lo que llamamos "presencia territorial del Estado". Una relación en la que el Estado tuvo una inoperancia voluntaria en cuanto a la administración de justicia y seguridad y en los demás servicios públicos. En contraste con las denuncias de violaciones de los derechos humanos ejecutas por la Fuerza Pública en el Eje Bananero, en el Sur de Urabá y en el Urabá Chocoano (como ser verá en los siguientes apartes), en el norte primaban las denuncias sobre la inoperancia de las fuerzas del orden. En la tabla que se muestra a continuación se puede apreciar que en el norte de Urabá los eventos de violencia de la fuerza pública fueron los más bajos del Urabá. A su vez durante el año de más violencia en la subregión, 1995, la fuerza pública tuvo una participación menor. Lo anterior soporta la hipótesis que en el norte la actuación de la fuerza pública se caracterizó por la omisión.

Así, el discurso del "abandono del Estado" es usado como legitimador del accionar paramilitar, principalmente por parte de los sectores ganaderos, sin embargo paradójicamente estos sectores, que por su poder económico y con ello político son responsables del papel del Estado en la región (pues son las élites locales), ni siquiera pagaban el impuesto sobre la tierra. Así lo deja ver Romero quién muestra la poca responsabilidad frente al Estado por parte de las élites terratenientes. Él sostiene que hubo "poca o inexistente tributación de este sector que se ha opuesto tenazmente a toda renta presuntiva sobre la tierra" (Romero, 1989, p. 13).

En definitiva, el dominio paramilitar se confirma con el proceso de desmovilización de la disidencia del EPL. Allí un reducto de la guerrilla decide desmovilizar la tropa y todo el proceso ocurre en la finca de los Castaño con la anuencia del gobierno nacional bajo la representación del ministro del Interior. Tanto militares como ganaderos dieron crédito a la paz "firmada" por parte de la familia Castaño. Rodrigo García, por ejemplo, presidente de la Federación de Ganadero de Córdoba, declaró en su momento que las autodefensas ejercía un cogobierno en la zona norte del Urabá y gracias a ello había llegado la paz9.

El ganadero no dudó en declarar que la tranquilidad se debía a varias razones "Creo que hay varios factores: la acción acordada y combinada entre las gentes del campo, llámense ganaderos, agricultores o campesinos y las autodefensas con la colaboración, a veces muy eficaz, de las Fuerzas Armadas"10. Había tal ambiente de triunfo dentro del proyecto paramilitar que el dirigente ganadero no temía reconocer públicamente la relación con los ejércitos paramilitares.

Por las características anteriores la configuración paramilitar en el Norte de Urabá obedece a un dominio sin resistencia.

2.   Dominio paramilitar con resistencia: Eje Bananero

Variable 1: Características económicas

En el Eje Bananero la variable económica impactó el tipo de presencia de los distintos actores en la región. La fortaleza de la industria bananera hizo que la zona contara con una participación mayor de la institucionalidad frente a las otras subregiones del Urabá, así como una organización social fortalecida por procesos históricos de reclamaciones laborales, alimentadas a su vez por la presencia de agrupaciones guerrilleras.

Las primeras plantaciones de banano aparecieron en 1959 con la frutera de Sevilla en Turbo, subsidiaria de la United Fruit Company, convirtiéndose este en un lucrativo negocio "de la noche a la mañana". Para 1966 se exportaban a Europa entre 30000 y 70000 racimos semanales (Parsons, 1979, p. 105).

El tipo de presencia que el Estado tuvo propició que el desarrollo social quedara en manos de privados que no reinvirtieron los recursos en la zona notándose en bajos salarios y en insuficiente infraestructura para la región. Esto terminó por provocar confrontaciones entre los distintos ­actores de la región.

En el Eje Bananero el Estado fue incapaz de generar un punto de equilibrio entre empresarios, campesinos y trabajadores que les permitieran compartir un territorio sin que mediara la violencia.

Variable 2: Características sociales

Las ACCU entraron desde el norte de Urabá con gente clave en cada una de las zonas. Ellos no montaron estructuras típicas, sino que buscaron un enlace. Uno de estos fue Carlos Correa, en el Totumo, quien era del Frente 58 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (FARC), y que se adhirió a las autodefensas. Con este contacto pudieron formar un primer grupo en Necoclí. El caso de Carlos Correa da cuenta de un patrón de la incursión paramilitar en el Eje Bananero. Mientras que en el norte de Urabá los paramilitares tuvieron aversión a reclutar gente de la zona en un primer momento, en el Eje Bananero fue clave el papel de ex guerrilleros en las filas de las ACCU.

Así mismo en Turbo apareció Éver Veloza alias "HH" que también fue miliciano de las FARC en el corregimiento El Tres y que tras su retiro pidió apoyo a la Casa Castaño, que le delegó una labor en el municipio de Turbo. Un ex guerrillero del EPL así lo documenta,

"Entonces ya tienen a Necoclí y Turbo. Inicialmente operaba en Turbo, en el casco urbano y un poquito hacia Punta de Piedra. Carlos Correa es el que va a dar origen al Bloque Elmer Cárdenas. Que posteriormente lo asume El Alemán. Y éste le va a dar origen al Bloque Bananero. En ese tiempo no era bloque. Ahí empieza a propagarse el paramilitarismo por el Eje Bananero; allí empieza a aparecer Raúl Hasbún que es un empresario. Hasbún es el que desarrolla toda la actividad de El Tres hasta Chigorodó. Los de Necoclí, posteriormente se desplazan hacia el Chocó"11.

El reto principal del paramilitarismo en el Eje Bananero fue saber cómo incursionar en una zona que, a diferencia del norte, contaba con una fuerte organización social y política. El particular ataque a las juntas de acción comunal, la violencia contra sus líderes y el interés por tenerlos bajo su control muestran una característica en la incursión paramilitar en el Eje Bananero. Ahora, como en el norte, el supuesto accionar contrainsurgente se basó sobre la violencia contra la población desarmada.

La violencia contra las comunidades, la búsqueda de eliminar los liderazgos sociales y el uso de ex guerrilleros tuvo como objetivo romper la confianza y con ello el tejido y la organización social. Así lo dijo un poblador:

"Esa fue una de las primeras estrategias que ellos hicieron. Romper las confianzas para que nadie confiara en nadie. Y ellas pudieran entrar a dominar. La ruptura de las confianzas en las comunidades fue lo que más control le dio a los paramilitares"12.

Sobre la ruptura de los vínculos sociales escriben González, Bolívar y Vásquez. Para ellos empieza a surgir la desconfianza generalizada, el debilitamiento de las solidaridades y el repliegue a las estrategias individuales. Se desconfiaba no sólo del grupo armado sino de los vecinos y hasta de los familiares y se evitaba participar en acciones colectivas, dando inicio a la desarticulación de la organización (González, Bolívar y Vásquez, 2003: 214).

Los paramilitares incursionaban en las veredas con listas en mano. Testigos contaban que agitando la lista los paramilitares afirmaban:

"Aquí estamos para defender al gobierno que ustedes tanto atacan, como hacen con la Fiscalía. Les aseguramos que no tenemos la intención de detener a nadie; el que participe, impulse, apoye u organice protestas, paros o huelgas será ejecutado"13.

Como se dijo anteriormente, el accionar paramilitar estaba enmarcado en cómo incursionar en una región con fuerte movilización social. En la anterior cita se ve que los paramilitares no solo amenazaban a la población por sus supuestos vínculos con la guerrilla. En cambio el interés era fracturar la movilización social en un territorio en el que las luchas laborales habían sido vitales para el mejoramiento de las condiciones de los trabajadores. El paramilitarismo en el Eje Bananero buscó golpear la movilización social.

Cabe anotar que la configuración paramilitar en el Eje Bananero se acento sobre el conflicto político militar que enfrentaba a las FARC y a los desmovilizados del EPL en la zona.

El accionar paramilitar en el Eje se registró en varias fases. Primero el homicidio selectivo y la intimidación individual; luego llegaba la amenaza colectiva y el desplazamiento; y finalmente la masacre o el homicidio colectivo. A pesar de que no hubo mayores registros sobre combates abiertos entre guerrilla y paramilitares a sus víctimas las sindicaron de pertenecer y colaborar con la insurgencia14. Igual al norte lo que primó no fue la acción militar contra la guerrilla, sino el ataque contra población indefensa.

"Combates como tal no hubo contra las FARC. Podríamos decir que desde que llegaron, hasta que se acabaron, que se conozca, así grande no hubo. Un último combate que hubo en el camino de la Llorona, que fue una cooperación entre paramilitares y militares de la XVII Brigada, que ahí sí hubo muchos muertos de la guerrilla"15.

Cabe recordar las palabras de Carlos Castaño según el cual la violencia contra la población desarmada era una estrategia del paramilitarismo para superar la desventaja militar frente a la guerrilla (ACCU, 1997).

Otras de las estrategias en aras de la desarticulación del tejido social fueron promovidas por el Estado. Miembros del Departamento Administrativo de Seguridad, (DAS), rural asesinados eran antiguos integrantes del EPL quienes ingresaron a ese organismo como parte de un acuerdo entre el Gobierno Nacional y el movimiento político de reinsertados del EPL, Esperanza, Paz y Libertad16.

Lo cierto es que la presencia de ex miembros del EPL en las comunidades rurales investidos con la categoría de DAS rural generó más resquebrajamiento de los tejidos sociales al ser fácilmente identificables quienes ofrecían información sobre la población. Los ex miembros del EPL llegaban con sus rostros cubiertos a denunciar población sin considerar que siendo estos ex guerrilleros propios de la región eran fácilmente reconocidos aún con el rostro cubierto. Muchos miembros del DAS rural fueron asesinados por la guerrilla como respuesta a esta iniciativa estatal. Los únicos afectados no fueron los ex miembros del EPL ni la población directamente denunciada, sino toda la comunidad pues de una denuncia se perdían muchas confianzas sociales. Amigos, conocidos, familiares eran colateralmente afectados por esta dinámica. Detrás de eso como ya se planteó, lo que se hizo fue erosionar la confianza y con ello el tejido social. Sin confianza no es posible la organización.

También, en el marco del interés por desarticular la organización social la detención y condena de líderes sociales y políticos de la región fue una estrategia exitosa. Para 1996 los paramilitares ya habían expulsado o asesinado a la mayoría de dirigentes de Sintrainagro que pertenecían a la Unión Patriótica-Partido Comunista Colombiano, (UP-PCC).

La incursión paramilitar en el Eje Bananero tuvo como objetivo acabar con la organización social y política de la región. En este sentido la UP-PCC se convirtió en un objetivo militar fundamental para romper estructuras organizativas opositoras al modelo económico regional.

Se plantea que la configuración paramilitar en el Eje Bananero, a diferencia de la del norte de Urabá, sí tuvo, gracias a la histórica organización social, un grado alto de resistencia que condicionó el comportamiento paramilitar. En el norte hubo campesinos y población que se resistió pero como no hubo organización no tuvieron tanto impacto en el modo de operar paramilitar.

Así, se produjo el exterminio de la UP, siendo asesinado en junio de 1996 el concejal de la UP en Apartadó, Arcenio Novoa. Tras el asesinato, la Unión Patriótica decidió retirarse del consenso "Unidad por la paz".

Para 1997, teniendo en cuenta que era un año electoral, los paramilitares le advirtieron a la UP-PCC que no les permitirían hacer campaña en ningún lugar del territorio nacional17. Así desde un principio se confirmó que como resultado de la desarticulación de la organización social, estaba el interés por controlar el poder político.

Esperanza Paz y Libertad se apoderó de Sintrainagro favoreciendo los intereses de los gremios y también por el aniquilamiento de los dirigentes sindicales pertenecientes a la UP y al PCC a manos del Ejército y los paramilitares. Según un poblador ajeno a la UP y a Esperanza, Paz y Libertad, la relación de los ganaderos y los industriales con la violencia:

"Es una cosa totalmente concertada y la concertación nace en el Sindicato Nacional de Trabajadores Agrarios, Sintrainagro. Allí nace la concertación. Entre los empresarios y el grupo Esperanza, Paz y Libertad. Se apropian del sindicato después de haber exterminado a todos los sindicalistas del Partido Comunista y de la Unión Patriótica. Ellos quedan apoderados del sindicato, cuando tienen la mayoría absoluta empieza esta alianza con los empresarios, ganaderos y comerciantes. Inmediatamente eso repercute en perjuicios para los trabajadores bananeros porque todas las prebendas que se había logrado en luchas contra los empresarios, que había permitido la calidad de vida medianamente buena, se perdieron. Porque estos sindicalistas la perdieron a cambio de dinero en efectivo para ellos, ganado, casas, carros"18.

Variable 3: Presencia territorial del Estado

La subregión contó con una mayor presencia institucional frente a las otras subregiones. La actividad de la agroindustria exigió una mayor representación de instituciones públicas e inversiones en infraestructura. Debido a las exigencias de la agroindustria, el papel de la fuerza pública fue mucho más activo en el desarrollo del conflicto representado por la presencia de la Brigada XVII en Carepa.

Dice Bejarano que el Estado se mostró en dos formas: "en primer lugar, como distribuidor de rentas institucionales hacia ellos [los empresarios] como corresponde en una economía de exportación protegida por las regulaciones propias del Estado en ese campo". Y en segundo término, a través del apoyo militar a los propietarios para reprimir los conflictos que desde hace varios años se vienen insinuando en la región" (Bejarano, 1988, p. 58).

La situación era tan crítica en el Eje Bananero que el 20 de septiembre de 1995 el gobierno nacional expidió el Decreto 1590 en el marco de la declaratoria del estado de conmoción interior19.

En el decreto se establecieron restricciones en la circulación por las carreteras de la región, se prohibió el porte de equipos de comunicación sin permiso de las autoridades, se penalizó a quien no denunciara hechos punibles así como se dieron facultades a la fuerza pública para realizar capturas sin orden judicial. En un contexto en el que la fuerza pública actuaba aliada al paramilitarismo es de suponerse que estas medidas no aliviaron la situación.

Si bien el decreto fue declarado inexequible en sentencia C-535-95, lo que muestra es el papel diferenciado del Estado en el Eje Bananero con relación al norte de Urabá. Cabe anotar que la violencia paramilitar en el norte llevaba varios años afectando a la población civil, sin embargo sólo cuando la violencia apareció en el Eje Bananero el Estado decretó estado de conmoción interior. El papel diferenciado del Estado en la región afectó el tipo de configuración que tuvo el paramilitarismo en la zona. Una vez el paramilitarismo empezó a realizar su incursión en el Eje Bananero y empezó la lucha por el poder con las FARC el Estado buscó tener un papel más activo que el que tuvo en el norte. Así en el Eje Bananero fue donde más acciones de la fuerza pública se reportaron en la década de 1990. Por su parte la incursión paramilitar coincidió con uno de los años en donde hubo más eventos de la fuerza pública. TABLA 4

Al igual que para el norte de Urabá, para el Eje Bananero la garantía del éxito paramilitar lo dio el hecho de contar con el respaldo de la Fuerza Pública. Sin embargo, a diferencia del norte donde el apoyo estuvo basado, sobretodo, en una omisión, la fuerza pública en el Eje Bananero, aunque también practicaba una omisión, tuvo un fuerte trabajo apoyando activamente a los comandos paramilitares. Entre estas actuaciones estaba el de limpiar las áreas a las que iban a incursionar los paramilitares, prestar guardia a sus comandos o dar apoyo logístico. Este papel más activo de la fuerza pública se explica por ser esta una región, por un lado con una presencia mayor de la institucionalidad (la sede de la Brigada XVII estaba en Carepa, y era una región donde la economía bananera movía mucho capital) y por el otro, porque al ser un territorio en donde había mayor dominio guerrillero, la incursión paramilitar necesitaba más apoyo del ejército.

Lo cierto es que de acuerdo con las estadísticas de violencia de 1997 dadas por el gobernador de la época, en la región del Urabá se redujo la criminalidad. La genocida entrada del paramilitarismo en el Eje Bananero redujo los secuestros en un 74% y los homicidios en un 19% a expensas de los derechos humanos de la población. La tranquilidad se asociaba con el accionar paramilitar más que con el del Ejército, sin embargo no hay que olvidar que el Ejército sí cumplió una labor muy importante en facilitar el éxito paramilitar. Según funcionarios de las administraciones municipales en 1997:

"Sí ha habido una reducción muy grande. Vivimos con tranquilidad, sobre todo a partir de mayo. Ya no se presentan esa cantidad de muertos de antes, cuando cada fin de semana eran ocho y hasta diez muertos. Ahora, máximo, son dos o tres. Para esa situación de paz, agregaron, ha influido mucho la presencia de los grupos de autodefensa y, en parte, la presencia del Ejército Nacional en la zona"20.

Según cifras concretas, la región tuvo una reducción de homicidios del 28%, pues su índice de asesinatos pasó de 135, en 1996 a 109 en 1997. Las cifras que entregaron en su momento la gobernación y organismos de seguridad del Estado coincidían en la reducción del homicidio y del secuestro. En homicidios las cifras consolidadas pasaron de 914, en 1996, a 744 en 1997. Carepa fue la zona con mayor reducción ya que paso de 119 casos a 47. Turbo seguía en la estadística con una reducción del 55%; Chigorodó tuvo reducción del 31%21.

Es importante señalar que el papel del Ejército también ayudó al resquebrajamiento de la organización social. El General Rito Alejo del Río repetía en medios de comunicación que la guerrilla estaba detrás de todos las movilizaciones sociales en el Eje Bananero.

"La guerrilla está detrás de todo eso (…) los últimos paros armados que convocaron no tuvieron éxito y por eso organizan ahora esta movilización campesina (…) (Apartadó es) el único municipio con receptividad a este tipo de movimientos. Aquí se concentra un gran número de milicianos de las FARC, hay barrios completamente dominados por las Milicias Bolivarianas (…). Saben que tenemos las manos atadas... No es un éxodo! Es una movilización orquestada por las FARC"22.

Esta frase resume el intento deslegitimador de la organización social, y busca convertir décadas de trabajo organizado en Apartadó en una simple iniciativa guerrillera. Como parte de la estrategia de establecer el proyecto paramilitar en el Eje Bananero se encontraba el interés por destruir la organización social e intentar quebrar la resistencia que había frente al nuevo actor armado.

Las condiciones del Eje en relación al Estado, a la organización social y a su modelo económico hicieron que la lógica paramilitar fuera diferente a la del norte.

Allí buscó, romper confianzas, eliminar liderazgos y fortalecer otros, afines a su proyecto. Esa fuerte organización social le ofrecía al dominio paramilitar resistencia. Tras una violencia que tuvo como principal víctima a la población desarmada, el paramilitarismo logró tener el dominio de la región. Sin embargo este dominio fue y sigue siendo resistido.

3.   Invasión paramilitar con resistencia: Sur del Urabá antioqueño y Urabá Chocoano

Variable 1: Características económicas

En el sur del Urabá antioqueño y el Urabá chocoano primaba una economía campesina de subsistencia. A su vez en el territorio los terratenientes y empresas asociadas a megaproyectos ansiaban las tierras de esta sub región. Después de años de presencia paramilitar en la zona, se pudo establecer que uno de sus objetivos se relacionó con la concentración de la tierra y encontraron en el desplazamiento su estrategia para lograrlo. Muchos analistas hablan de la contrarreforma agraria paramilitar.

Citando a la Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento, (Codhes), Clara Inés Aramburo da cuenta que el 65% de la población desplazada era propietaria de la tierra y el 87% de esta poseía estructura de minifundio y, en su mayoría, esos territorios fueron abandonados o vendidos a muy bajos precios (García et al, 2011, pp. 373-374).

Si bien desde el discurso paramilitar se perseguía una lucha contrainsurgente que buscaba copar el territorio de las FARC, el paramilitarismo detuvo el proceso de titulación de tierras para las comunidades negras. La avanzada paramilitar, como enuncia González, Bolívar y Vásquez, se basó en "extender el proceso de contrarreforma agraria por una vía intensiva de ganaderización y potrerización, desde el municipio de Riosucio hasta el Darién. Por último, se buscaba crear cordones de seguridad para hacer visibles los megaproyectos asociados a los proyectos de explotación de la biodiversidad del Pacífico colombiano" (González et al, 2003, p.142).

Los sacerdotes del Chocó confirmaron esto y dijeron en su momento que la estrategia paramilitar apuntaba a la destrucción de la selva. "Amenazan y pagan a los campesinos para que corten el bosque. Quieren convertir todo el norte del Chocó –desde Riosucio hasta el Darién- en pastizales para la cría del ganado antes del año 2000". El lema de la campaña paramilitar rezaba que "detrás de cada árbol hay un guerrillero"23.

Así es como paralelo a la incursión paramilitar estuvo el interés por despojar a la población de sus territorios ancestrales y establecer una economía alrededor del cultivo de la palma africana principalmente en las cuencas de los ríos Pavarandó y Jiguamiandó. Cabe destacar que estos proyectos no pertenecen a las comunidades afro descendientes e indígenas sino a consorcios foráneos a la región. Según datos del Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (INCODER), en 2005 había 22022 hectáreas de palma sembrada y en menor medida de ganadería en territorios colectivos adjudicados a los consejos comunitarios del Curvaradó y el Jiguamiandó (Flores y Millán, 2007, p. 213).

Así las denuncias de la población hicieron que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, (CIDH), dictara en marzo de 2003 medidas provisionales al Estado colombiano sosteniendo que:

"Desde el año 2001 la empresa Urapalma S.A ha promovido la siembra de palma aceitera en aproximadamente 1500 hectáreas de la zona del territorio colectivo de estas comunidades (ríos Curvaradó y Jiguamiandó), con ayuda de la protección armada perimetral y concéntrica de la Brigada XVII del Ejército y de civiles armados en sus factorías y bancos de semillas" (Flores et al, 2007, p. 213).

La presencia paramilitar no solo estuvo enmarcada por el control de un territorio y la protección de factorías, sino que además tuvieron presencia en los procesos productivos de la sub región por cuenta del despojo y de la concentración de la tierra. Aramburo dice sobre el papel del paramilitarismo en los proyectos económicos "que no es solo un factor más de la ecuación de lo producción sino igualmente el factor de mayor intensidad relativa dentro de una economía rural, el que la torna determinante en la explicación de la nueva situación socioeconómica del campesinado y en la composición de la estructura agrícola" (García et al, 2011, p. 374). Según un entrevistado,

"El Urabá ya es diferente pues el tema de la tierra es porque el golfo les ofrecía inmejorables posiciones para el narcotráfico y para el contrabando de todo tipo de cosas. Armas, insumos químicos, tráfico de personas. Entonces también se vuelven objetivo muy importante por los grandes megaproyectos que habían anunciado para allá. La postura era la de asegurarse las tierras, iban a actuar en esos lugares en donde se iban a aplicar esos megaproyectos. Para ellos era importante tener una postura estratégica ahí. Se disparan los precios de la tierra en zonas en donde van a tener asiento los megaproyectos"24.

La población del Chocó, por su condición de "marginalidad" y por la presencia histórica de la guerrilla fue vista por los ejércitos paramilitares ajenos a la región como población subversiva. Esta condición, similar a la de otras regiones con el mismo estigma como San José de Apartadó, Apartadó o Belén de Bajirá, Mutatá, implicó un accionar de los grupos paramilitares y del Ejército encaminados a controlar a la población, someterla y desplazarla25.

Variable 2: Características sociales

Tanto en el Urabá chocoano como en el Sur del Urabá antioqueño (Mutatá) predominaba una economía campesina e históricamente se había construido una fuerte organización social con una significativa presencia de la guerrilla de las FARC. Por lo demás, los paramilitares provenientes de lugares ajenos a la subregión, en vez de buscar identificarse con la población (como ocurrió en el Norte en donde alcanzaron a ser conocidos por algunos pobladores como nuestros muchachos) estigmatizaron a los habitantes y buscaron desterrarlos. Entre los pobladores y los paramilitares no hubo afinidad. Eran vistos como agentes externos que venían a desplazarlos.

Es importante destacar que en el sur del Urabá, las víctimas en su mayoría fueron campesinos y pobladores urbanos que militaron en la Unión Patriótica, en contraste con el norte de Urabá donde las víctimas fueron campesinos sin militancia política conocida (Suarez, 2007: 53). Con la incursión se pasó de 12 víctimas de la UP entre 1985 y 1995 a 30 solo en 1996. TABLA 5

Fuente: Realizado por el autor con base en, Reiniciar (2006) Historia de un genocidio. El exterminio de la Unión Patriótica en Urabá. El Plan Retorno, Bogotá, Gente Nueva Editorial, Anexo: Caso Unión Patriótica/Universo Provisional de Víctimas (Desapariciones Forzadas Región de Urabá, pp. 189-245). TABLA 6

La movilización política de izquierda había sido fuerte en la zona. En las elecciones de 1986 5 de las 6 curules para el concejo de Mutatá fueron obtenidas por la UP, razón por la cual Virgilio Barco nombró cómo alcalde del municipio a alguien miembro de ese partido. Mostrando su fuerza política en la zona, la UP en Mutatá siguió eligiendo alcalde en 1988, 1990, 1992 y 1994.

En el norte de Urabá, los paramilitares conocidos por muchos como "muchachos" era gente reclutada en la región, lo cual generaba una relación distinta con el territorio. En el Eje Bananero había tanto gente de afuera (del Eje Bananero) como de la zona, por ejemplo los hombres de los Comandos Populares26que terminaron en las filas paramilitares. Sin embargo en regiones del Chocó y el sur del Urabá antioqueño los paramilitares eran claramente foráneos lo cual creó una relación muy diferente con la población y con el territorio. Este carácter foráneo de los paramilitares fue el que primó en la expansión del modelo paramilitar a otras regiones del país en donde al paramilitar se le identificaba fácilmente por ser alguien de características entre costeño y paisa.

Es importante destacar que dentro de la estrategia paramilitar para penetrar en el Chocó estuvo el uso de personas encapuchadas. Los paramilitares necesitaron usar gente de la zona que les sirviera de informantes, al ser una región desconocida para ellos. Amenazando a las personas o simplemente ganándolas para su causa utilizaban a población de la región para que señalaran a otros como guerrilleros. Cómo se vio en el caso del Eje Bananero esta estrategia sirvió para dañar la confianza y romper el tejido social en las comunidades. Al igual que en las otras subregiones, los paramilitares preferían atacar a la población desarmada que entrar en combates con la guerrilla.

Es evidente que la Operación Génesis tuvo como resultado el apoyo a la incursión paramilitar. La arremetida paramilitar acompañada por el Ejército es considerada a los ojos de los pobladores como invasora. La referencia a que "los negros y los campesinos de allá… somos muy pacíficos y no estamos acostumbrados a eso" muestra la gran distancia entre los pobladores y lo que significa la entrada paramilitar. Si bien no se niega la presencia de la guerrilla en esa zona hay una asociación de la guerra por parte de los pobladores con la llegada de los paramilitares. Es claro que la nueva presencia llega a transformar la relación de los armados con la población.

"A esa gente ya la habíamos visto en Riosucio, donde campesino que salía, campesino al que le tiraban los víveres y la plata al agua. A otros los desaparecieron, como a Nilson Osorio, que salió a conseguir ropa, alimento y drogas para su mujer parida y nunca volvió de Riosucio. Allá mismo violaron a varias mujeres de Truandó, entre cinco y diez tipos, y las devolvía todas hinchadas pa ´la vereda"27.

Al igual que en las zonas en donde los paramilitares presuponían dominio guerrillero la población de Riosucio sufrió la estrategia paramilitar de control de su movilidad y suministros. Estaban controlando a una población que asumían como parte del conflicto.

Variable 3: Presencia territorial del Estado

Al igual que el norte, el sur de Urabá también era considerada una cenicienta en términos de inversión social28. Como se expuso anteriormente, de cada 10 pesos invertidos en la región del Urabá en la primera mitad de la década de 1990, ocho se dirigían directamente al Eje Bananero y los otros dos se repartían en los municipios del norte y sur de la región29. Esto lo que nos muestra es el tipo de relación de esta región con el Estado, es decir la presencia territorial del Estado. En términos de presencia institucional puede decirse que hay un nivel bajo. Sin embargo, sí había una fuerte presencia militar.

La economía chocoana era campesina, con una presencia baja por parte de las instituciones del Estado y correspondiente con esto con una histórica organización social ligada a una presencia fuerte de la insurgencia. Estas características hicieron que el papel de la fuerza pública fuera activo en el apoyo dado a la incursión paramilitar ya que esta última fue vista como una invasión que tenía tras de sí intereses ajenos a los de la subregión. De aquí se desprende que la configuración paramilitar en la zona fuera una de invasión con resistencia.

La zona comprendida entre Mutatá, Antioquia y Riosucio, Chocó, era una especie de "Casa Verde" de las FARC. Según prensa, en esta región se concentraban al menos 1500 hombres de los frentes 5, 34 y 57 del Bloque José María Córdoba30. Estas características hicieron que la fuerza pública tuviera un papel activo apoyando la entrada del paramilitarismo pues era una zona desconocida para estos últimos.

Según testigos, los militares amenazaban a los pobladores diciéndoles que no les sorprendiera si, luego de que las tropas salieran, entraran los paramilitares31. Fue el caso del capitán Harvey Londoño que recopiló los nombres de las personas que vivían en Belén de Bajirá (Mutatá) y antes de irse les dijo "me voy. Ahí los dejo a merced de los paramilitares". Según prensa, por una "fatal coincidencia", dos días después llegaron los paramilitares de las ACCU con lista en mano32. Más que "fatal coincidencia" expresión con la que diarios como El Colombiano ocultaban la situación, lo que el periódico dejo de mostrar fue la estrecha relación entre el Ejército y los paramilitares en su incursión a la subregión.

Así, el domingo 3 de marzo de 1996, llegaron las ACCU al municipio, pintaron las paredes con mensajes alusivos a su organización y con lista en mano preguntaron con nombre propio por las personas33.

Tras la incursión paramilitar, la comunidad denunció el secuestro de 8 personas, pero el comandante de la XVII Brigada General Rito Alejo del Río dijo que el hecho no se podía confirmar. Según la población, atacaron la caseta de teléfonos e impidieron que los campesinos sacaran un cargamento de plátanos hacia Chigorodó34.

Por ser el sur del Urabá antioqueño y el Urabá chocoano una zona de fuerte organización social, de histórica presencia guerrillera y de baja institucionalidad estatal, el Ejército tuvo un papel activo en la configuración del proyecto paramilitar en la zona.

Frente a las acusaciones de la complicidad de la población con la guerrilla, los habitantes en Belén de Bajirá denunciaban:

"Se les olvida que allí, en ese apartado pueblo, se conoció primero a la insurgencia que al mismo Estado, por paradójico que parezca35."

Así mismo la población denunciaba que del gobierno nacional sólo conocían la bota militar pues ni inspector de policía tenían. Además, no había agua potable, las vías de penetración eran caminos de herradura, no había servicio de salud y a duras penas tenían una escuela que ofrecía hasta grado noveno36.

Complejizando el discurso de la ausencia del Estado como la causa de la violencia, un poblador de Riosucio sostenía, "Los chocoanos siempre habíamos vivido en medio del abandono y la miseria, y sin embargo, éramos felices porque vivíamos con tranquilidad"37. Otro poblador decía:

"El Ejército y la Policía no ven nada. ¿Para dónde están mirando cuando sacan a nuestros vecinos y familiares de sus casas?¿A quién, entonces, están protegiendo en Unguía y Gilgal?" "Entre ustedes y nosotros no hay sino un Dios. Y en nombre de ese Dios, una sola cosa les pedimos: que no nos ayuden. Simplemente, váyanse con sus armas a otra parte"38.

Lo que estos testimonios muestran lúcidamente es que la violencia es producto del tipo de relación del Estado con la región no de una ausencia del Estado. Lo que se ha visto de la violencia en todas las regiones del Urabá es que el Estado no es ausente, en cada una de las regiones tuvo un papel diferente pero en todas generador de la violencia.

Uno de los crímenes hacia campesinos ejecutados por el Ejército fue el de Marino López. Su cuerpo fue decapitado y desmembrado. Por este caso el General Rito Alejo del Río fue investigado y condenado. Que el comandante General de una Brigada tenga relaciones probadas por la justicia con los paramilitares es una clara evidencia de la relación de la institucionalidad con el accionar paramilitar en el Urabá.

Como parte de su estrategia de expansión, los paramilitares incursionaron en el sur del Urabá, y el Urabá Chocoano. Esa incursión se enfrentó a un escenario diferente al del norte y al del Eje Bananero.

Frente al norte, el sur del Urabá y el Urabá chocoano contaba con una tradición histórica de organización. Frente al Eje Bananero, el sur del Urabá y el Urabá chocoano tenía una menor presencia institucional del Estado. ¿Qué implicaron estas características en términos de la incursión del modelo paramilitar?

Primero, que por su histórica filiación política ligada a la presencia de las FARC en el territorio, su población fue señalada como guerrillera. Esto condicionó el accionar paramilitar frente a la población: asesinatos indiscriminados, control de remesas, amenazas colectivas y masacres.

Segundo, que por el tipo de relación con el "centro" y por poseer una geografía considerada agreste, el papel del Ejército fue mucho más activo en el apoyo a las estructuras paramilitares. Mientras en el norte se denunció en mayor medida la inoperancia de la fuerza pública, en el sur del Urabá y en el Urabá chocoano el Ejército llegó a tener papeles mucho más activos.

El paramilitarismo en esta subregión tuvo la configuración de un ejército invasor, allí no buscó una identificación con la población y a esta la trató como enemiga. El antecedente de organización social hizo a su vez que la población se resistiera al paramilitarismo y en su vulnerabilidad una de las formas de resistencia fue el desplazamiento.

4.  CONCLUSIONES

En el norte de Urabá la economía ganadera de latifundio, las inversiones del narcotráfico, acompañadas de una débil organización social y una presencia institucional marginal dio paso a una configuración paramilitar que se consolidó gracias a una omisión de la fuerza pública y que encontró un grado de respaldo en sectores de la población local.

Todo esto generó un paramilitarismo de dominio sin resistencia, al haber logrado control sobre todos los aspectos de la vida pública e incluso privada convirtiendo esta zona en su fortín.

En el Eje Bananero, la existencia de una industria bananera económicamente activa, una organización social fuerte que acompañó la consolidación de la insurgencia y una presencia institucional mayor que la de otras zonas del Urabá dio origen a una configuración paramilitar de dominio con resistencia. Por ello, la presencia de la fuerza pública en el Eje Bananero fue trascendental para la victoria paramilitar.

Finalmente, la subregión del sur de Urabá y del Urabá chocoano vivió una incursión paramilitar que no fue el resultado de la expansión de la guerra del Urabá antioqueño. Por el contrario detrás de la llegada del paramilitarismo a la subregión estaba un interés por las tierras de la región que se reflejó en elevadas cifras de desplazamiento.

La economía era campesina de subsistencia, con una presencia baja por parte de las instituciones del Estado y correspondiente con esto con una histórica organización social ligada a una presencia fuerte de la insurgencia. Estas características hicieron que el papel de la fuerza pública fuera activo en el apoyo dado a la incursión paramilitar ya que esta última fue vista como una invasión que tenía intereses ajenos a los de la subregión. De aquí se desprende que la configuración paramilitar en la zona fuera una de invasión con resistencia.

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Fecha de recepción: 3/03/2015 Fecha de aprobación: 15/07/2015

Notas

11  Entrevista Número 2.

2 Entrevista Número 2.
* El caso de Turbo es particular, pues el norte de Turbo es considerado norte de Urabá y el sur hace parte del Eje Bananero.

3 Entrevista Número 2.

4 El Colombiano (1995), "Arde la frontera paisa-cordobesa", en El Colombiano, 26 de febrero, pp. 8A – 9A.

5 El Colombiano (1996), "La guerrilla atacó a los muchachos de nosotros", en El Colombiano, 7 de mayo, p. 2C.

6 El Colombiano (1996), "El norte y sur de Urabá somos las cenicientas", en El Colombiano, 10 de mayo, p. 15A.

7 El Colombiano (1995), "Población civil de Urabá, azotada por la violencia", en El Colombiano, 21 de mayo, p. E.

8 El Colombiano (1995), "Misa para un decapitado", en El Colombiano, 21 de mayo, p. 3E.

9 El Colombiano (1996), "Éxito de nueva desmovilización guerrillera depende del gobierno" en El Colombiano, 4 de agosto, p. 14A.

10  El Colombiano (1996), "Éxito de nueva desmovilización guerrillera depende del gobierno" en El Colombiano, 4 de agosto, p. 14A.

11  Entrevista Número 2.

12  Entrevista Número 1.

13  Voz (1995), "Salvajismo paramilitar" en VOZ, 14 de junio, p. 5.

14  El Colombiano (1995), "Los actores armados en Urabá", en El Colombiano, 17 de septiembre, pp. 8 A – 10A.

15  Entrevista Número 1.

16>  El Colombiano (1995), "Los actores armados en Urabá", en El Colombiano, 17 de septiembre, pp. 8 A – 10A.

17  Voz (1997), "El cinismo de la política oficial", en VOZ, 30 de abril,  p. 8.

18  Entrevista Número 1.

19  Presidencia de la República de Colombia. Decreto 1590 del 20 de septiembre de 1995.

20  El Colombiano (1997), "Baja la intensidad del conflicto armado en Urabá" en El Colombiano,  23 de septiembre, p. 9A. Subrayado propio.

21   El Colombiano (1997), "Baja la intensidad del conflicto armado en Urabá" en El Colombiano,  23 de septiembre, p. 9A. Subrayado propio.

22  El Colombiano (1996), "Un general en el laberinto de Urabá", en El Colombiano, 24 de junio, p. 2C.

23  Voz (1996), "La paramilitarización de Urabá", en VOZ, mayo, p. 13.

24  Entrevista Número 1.

25  El Colombiano (1996), "El norte del Chocó sitiado por el hambre", en El Colombiano, 28 de abril, p. 13A.

26  Los Comandos Populares fueron un grupo paramilitar de las milicias del EPL que operaban en las plantaciones que surgió tanto para defenderse de las FARC como para golpear a quienes consideraban sus simpatizantes. Cuando el EPL entró en el proceso de paz en 1991 no desmovilizó a sus milicias obreras quienes se convertirían en Comandos Populares.

27  El Colombiano (1997), "Al Gobierno le avergüenza que nos vean en Mutatá", en El Colombiano, 2 de abril, p. 4B.

28  El Colombiano (1996), "El norte y sur de Urabá somos las cenicientas", en El Colombiano, 10 de mayo, p. 15A.

29  El Colombiano (1996), "El norte y sur de Urabá somos las cenicientas", en El Colombiano, 10 de mayo, p. 15A.

30  El Tiempo (1998), "Tercera batalla por Urabá", en El Tiempo, 20 de noviembre, p. 6A.

31  El Colombiano (1996), "Estamos sitiados, esa es la verdad" en El Colombiano, 20 de marzo, p. C.

32  El Colombiano (1996), "Las listas negras de Bajirá", en El Colombiano, 21 de abril, pp. 1, 14A – 15A.

33  El Colombiano (1996), "Las listas negras de Bajirá", en El Colombiano, 21 de abril, pp. 1, 14A – 15A.

34  El Colombiano (1996), "Regresaron autodefensas a Bajirá" en El Colombiano, 15 de marzo, p. 14A.

35  El Colombiano (1996), "Las listas negras de Bajirá", en El Colombiano, 21 de abril, pp. 1, 14A – 15A.

36  El Colombiano (1996), "Las listas negras de Bajirá", en El Colombiano, 21 de abril, pp. 1, 14A – 15A.

37  El Colombiano (1996), "El norte chocoano entre dos fuegos", en El Colombiano, 1 de mayo, p. ¿  ?

38  El Colombiano (1996), "En nombre de Dios, respeten a la población civil", en El Colombiano, 12 de junio, p. 5C.

 

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