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Análisis Político

versão impressa ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.28 no.84 Bogotá maio./ago. 2015

https://doi.org/10.15446/anpol.v28n84.54643 

http://dx.doi.org/10.15446/anpol.v28n84.54643

ARQUITECTURA Y PODER: PLANEACIÓN,CONSTRUCCIÓN Y ENSAYO DE "LECTURA" DEL CENTRO ADMINISTRATIVO NACIONAL EN EL GOBIERNO MILITAR DE GUSTAVO ROJAS PINILLA (1953-1957)

ARCHITECTURE AND POWER: PLANNING, CONSTRUCTION, AND AN EXERCISE OF "READING" THE CENTRO ADMINISTRATIVO NACIONAL IN THE MILITARY GOVERNMENT OF GUSTAVO ROJAS PINILLA (1953-1957)

Ramiro Ariza Picón*

Acerca del artículo: El presente artículo recoge aspectos relevantes de la tesis, "El CAN como espacio para la burocracia. Arquitectura y administración pública en el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, (1953-1957)" de la Maestría en Estudios Políticos del IEPRI, dirigida por el doctor José Antonio Amaya, Profesor Asociado del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia.

* Historiador y Magister en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá - Colombia. Correo electrónico rjarizap@unal.edu.co

El texto completo puede consultarse en el Repositorio Institucional de la Universidad Nacional en el enlace, http://www.bdigital.unal.edu.co/39434/


RESUMEN

En diciembre de 1954 el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla (1900-1975) emprendía la construcción del Centro Administrativo Nacional (CAN), articulado alrededor de un palacio presidencial. Hasta entonces y desde los tiempos de la fundación de la República, la burocracia del nivel nacional se hallaba diseminada en el centro histórico de Bogotá; sus oficinas, incluyendo la casa de gobierno, no eran precisamente las más adecuadas para la función pública. Se encargó un diseño arquitectónico con un simbolismo acorde con la índole del gobierno militar y con el talante de su líder. La caída del régimen en 1957 determinó la demolición de los cimientos del palacio y paralizó el resto de la obra. Sin embargo, a mediados de la década de 1960, ésta fue continuada, aunque despojada de su simbología original.

Palabras clave: Arquitectura, urbanismo, burocracia, Gustavo Rojas Pinilla, dictadura, poder político.


ABSTRACT

In December 1954, the government of General Gustavo Rojas Pinilla (1900-1975) began construction of the Centro Administrativo Nacional (National Administrative Center) or CAN, organized around a presidential palace. From the founding of the Republic until that time, national bureaucracy was dispersed throughout the historical center of Bogotá. Its offices, including the Executive Mansion, were not the most appropriate for public functions. An architectural design was commissioned including symbolism in accordance with the nature of the military government and the disposition of its leader. The regime’s fall in 1957 led to the demolition of the palace’s foundations and paralyzed the rest of the construction. However, in the mid-1960s, the project was continued, though stripped of its original symbolism.

Keywords: Architecture, Urban Planning, Bureaucracy, Gustavo Rojas Pinilla, Dictatorship, Political Power.


INTRODUCCIÓN

El Centro Administrativo Nacional (CAN) en Bogotá-Colombia ha sido, durante más de cincuenta años, el espacio que acoge buena parte de administración pública: un complejo de oficinas de gran envergadura y un proyecto insignia del gobierno de Rojas Pinilla. La presente investigación intenta contribuir al estudio de la construcción del Estado colombiano, tomando al CAN como punto focal del análisis a partir del cual se despliegan tres dimensiones temáticas. La arquitectura y el urbanismo permiten valorar su relevancia e impacto en la historia urbana de Bogotá a mediados del siglo XX. Desde el punto de vista de la burocracia y su articulación con las áreas destinadas a su funcionamiento, se busca analizar el espacio físico en el que se desempeñaba, con mira de establecer las condiciones de su actividad y también de justificar la planeación y construcción del complejo. El aspecto político explora la relación entre arquitectura y poder 1, que es relevante a la hora de analizar las construcciones destinadas al ejercicio de la función pública.

No cabe duda de que los edificios públicos están cargados de significados y simbolismos específicos. Sin embargo –como lo señala Deyan Sudjic–, a pesar de su estrecha relación, en la práctica, los vínculos entre arquitectura y política o entre espacio y poder nunca son unívocos.

"Sabemos clasificar edificios por las formas de sus ventanas, o por los detalles que decoran los capiteles de sus columnas. Los consideramos producto de los materiales y las técnicas disponibles. Sin embargo, no nos sentimos igualmente cómodos cuando intentamos entender las dimensiones políticas de un edificio o de un complejo de edificios. La omisión sorprende cuando se considera la proximidad que media entre arquitectura y poder". (Sudjic, 2007, pág. 12).

La arquitectura está inserta en la historia humana y ha sido extensamente utilizada por los gobernantes para establecer, consolidar y reforzar su propia imagen en la mente y en la sensibilidad de sus gobernados. (Elsen, 1978, pág. 13). Como expresiones artísticas, la arquitectura y el urbanismo mantienen una relación íntima con el simbolismo que emana del ejercicio del poder. Así, las construcciones destinadas a la función pública muchas veces han funcionado como sustitutas del soberano y como recordatorio perdurable de su poder. La arquitectura estatal puede verse como un tipo de propaganda que hace el gobernante, y también como el lugar privilegiado de construcción de una comunidad política, de la construcción de lo político, en última instancia. En ese sentido, los edificios públicos pueden entenderse como elementos "[…] difusores de valores éticos y culturales integrados al proyecto histórico y a la conformación de la nación." (Niño Murcia, 2003, pág. 19).

Por otro lado, la planificación y ordenamiento de las ciudades no solo es la producción más o menos ordenada de edificaciones, sino que involucra de manera esencial a los individuos que componen la sociedad a la cual están destinadas aquellas edificaciones, con el fin de llenarlas de vida. Esta vitalidad sólo es posible cuando los individuos que componen la sociedad comparten el lenguaje de patrones que inspiraron esos edificios. (Alexander, 1981). En nuestro caso, la inculcación y apropiación social de esos patrones trasciende el ámbito propio de la arquitectura y el urbanismo; al ser edificaciones destinadas al ejercicio de la administración pública se hallan investidas de un inconfundible carácter político.

1. ANTECEDENTES ARQUITECTÓNICOS Y URBANÍSTICOS DEL CAN

Los primeros edificios diseñados en Colombia para funciones estatales fueron identificados con el llamado lenguaje republicano (1880-1930), el cual ha sido definido como "[…] el traslado de la arquitectura europea del siglo XIX al medio colombiano, de la cual no se tomaron los presupuestos teóricos sino su cáscara ornamental." (Arango, 1989, pág. 133). El estilo fue fácilmente reconocible y de manera antagónica con lo que pudiera ser o parecer colonial. El estilo republicano de los edificios gubernamentales fue una impronta que se instaló en el imaginario social como el estilo propio de lo estatal, a lo cual contribuyó de forma inequívoca el Capitolio Nacional (1848-1926) (Corradine Angulo, 1989), que se convierte en el mejor ejemplo del estilo neoclásico y su lenguaje arquitectónico se constituyó en derrotero para la construcción de edificios estatales 2.

Este proceso toma los valores de la modernidad (ruptura con el pasado, establecimiento de la relación tradicional/moderno) y lo proyecta al contexto de la ciudad y sus construcciones. Según el arquitecto Alberto Saldarriaga Roa,

"La modernización de la ciudad se puede entender en dos sentidos. Uno de ellos es el de las transformaciones materiales que han alterado la estructura física de un espacio urbano originado en un pasado tradicional o pre moderno. Otro es el de los cambios surgidos en la mentalidad individual y colectiva que han orientado los cambios materiales y al mismo tiempo han asumido sus efectos". (Saldarriaga Roa, 2000, pág. 14)

Lo anterior evidencia dos ideas. En primer lugar, que la modernización arquitectónica y urbana no se expresa a través de un estilo arquitectónico determinado, y en segundo que en arquitectura, lo "tradicional" en gran medida sí se opone a lo "moderno", pues la ruptura con el pasado se manifiesta claramente mediante la utilización de métodos novedosos de planeación y uso de tecnología 3.

"Cuando hablé con López le sugerí algo sencillo y barato: tomar los edificios que habían servido para una exposición en un costado del Parque de los Mártires (acabaron por ser los edificios del Hospital San José). Estaba allí la Facultad de Medicina y no era difícil el traslado de Santa Clara de Derecho, Santa Inés de Medicina, La Candelaria de Ingeniería […] y nítidamente más ambiciosa, y a mi proyecto encogido y rudimentario opuso la que me parecía fabulosa utopía: La Ciudad Blanca, entre fanegadas de prados y jardines". (Arciniegas, 1986, pág. 121)

El plan de concentrar la Universidad Nacional forma parte de las ideas reformistas sobre la educación y, éstas a su vez, de las intenciones modernizadoras del gobierno sobre el conjunto de la sociedad colombiana:

"Pretendemos hacer Universidad, y modesta pero resueltamente nos proponemos empezar por construir un cuerpo armónico de edificios en donde vaya a funcionar ese instituto […] El Gobierno estima que no es mucho pedir que se le concedan tres años para este experimento, después de que el pueblo ha esperado cincuenta años sin impaciencia" (López Pumarejo, 2000, pág. 47)

La Ciudad Universitaria4, logra trascender el ámbito de lo concreto, pensado para convertirse en lo concreto real, constituyéndose en el antecedente más importante y semejante con el proyecto del CAN, que se planeará además en un terreno adyacente, aunque 20 años más tarde y por un gobierno que igualmente manifestaba la pretensión de conducir a Colombia por las sendas de la modernidad.

El otro antecedente importante del CAN, es el conjunto de iniciativas para la centralización y adecuación de funciones urbanas para Bogotá entre 1920 y 1950. Estas iniciativas fueron plasmadas en forma de planes urbanos, algunos de los cuales contaban con el diseño de un Centro Cívico con el fin de albergar y centralizar la administración pública nacional, departamental o municipal. A continuación se presentan los planes más relevantes.

Al crearse el Departamento de Urbanismo de Bogotá en 1933, como dependencia de la Secretaría de Obras Públicas Municipales se plantea un diseño resumido en un "Plano Regulador" reglamentado por medio de un "Código Urbano". (Saldarriaga Roa, 2000, pág. 96). El austríaco Karl Brunner (1887-1960) es el director de este plan a partir de 1933. Se planeó la ampliación de la Calle Real y la construcción de una vía intermedia entre la 7ª y la 8ª, llamada 7-A, que conectaría la Plaza de Bolívar con el Palacio de San Francisco ubicado en el costado norte de la Avenida Jiménez. En este corredor se debían construir una serie de edificios que albergarían las oficinas públicas de la nación y el departamento.

En 1944 se propone el llamado El Plan Soto-Bateman, llamado así porque fue presentado durante la administración del Alcalde Jorge Soto del Corral (1904-1955) y su Secretario de Obras Públicas Alfredo Bateman (1909-1988). Propone zonas determinadas de la ciudad destinadas a actividades específicas: zona cívica y comercial en el Centro y Chapinero. Zonas residenciales en el Centro. Zonas estrictamente residenciales. Zonas industriales. Zonas mixtas. Zonas de barrios obreros. Zonas de reserva para áreas verdes. (Saldarriaga Roa, 2000, pág. 102)

La Sociedad Colombiana de Arquitectos (SCA) presentó en 1945 una contrapropuesta al plan Soto-Bateman, que apareció en la Revista Proa, durante 1946. Propuso crear una oficina de Planeación Municipal y enfatizó la necesidad de ampliar la malla vial. (El Bogotá Futuro de Proa, 1946, pág. 20).

A raíz de los hechos del 9 de abril de 1948, el Concejo Municipal creó la "Oficina del Plano Regulador de Bogotá" y autorizó al alcalde para contratar a un urbanista que se hiciera cargo del proyecto. Al suizo Charles Édouard Jeanneret-Gris (1887-1965), más conocido como Le Corbusier, se le encargó la obra; el contrato que suscribió en 1949 lo obligó a entregar trabajos entre los meses de septiembre y octubre de 1950. (Saldarriaga Roa, 2000, pág. 106). El plan se desarrolló en dos etapas. La primera, llamada "Plan Piloto" ("Plan Directeur") (1950), fue propuesta por el propio Le Corbusier. La segunda o "Plan Regulador" (1953) fue realizada por sus discípulos, y también prestigiosos urbanistas, el catalán Josep Lluís Sert (1902-1983) y el alemán nacionalizado estadounidense Paul Lester Wiener (1895-1967). La primera etapa se propuso diseñar una ciudad moderna que contuviera las siguientes partes: un Plan Regional, un Plan Metropolitano, un Plan Urbano y un Plan del Centro Cívico. (Hernández Rodríguez, 2004, pág. 76). Como corazón de la ciudad, el Centro Cívico debía mantenerse en armonía con el entorno y adecuarse para preservar su función histórica.

En resumen, cuando a finales de 1953 el gobierno militar lanzó la propuesta de un Centro Administrativo Nacional, la ciudad y sus administraciones contaban con una experiencia de más de dos décadas en planes reguladores y proyectos de Centro Cívico. Paralelamente, las principales ciudades del mundo habían integrado a sus procesos de modernización la arquitectura y el urbanismo.

2. CENTRO ADMINISTRATIVO NACIONAL PARA LA REPÚBLICA DE COLOMBIA

El primer anuncio del gobierno de mejorar las condiciones locativas de la administración figura en el discurso presidencial de Año Nuevo de 1954: "[…] es de capital importancia la reorganización de las diferentes dependencias oficiales, empezando por el Palacio presidencial, con el objeto de ajustar la burocracia a lo técnicamente aconsejable, para emplear estas economías en obras de progreso." (Colombia, Presidente Gustavo Rojas Pinilla, Mensajes y Discursos, 1955, pág. 14). El Decreto Legislativo Nº 3571 del 10 de diciembre de 1954 ordenó la construcción del Centro Administrativo Nacional. (Colombia Rama Ejecutiva, 1955, pág. 97)

La precaria situación de la planta física de las dependencias públicas del nivel nacional estaba oficialmente diagnosticada al menos desde 1939:

"El desarrollo creciente de la administración pública ha hecho inaplazable la construcción de locales apropiados para las necesidades de las distintas dependencias del Gobierno. […] El desorden en que se hallan alojadas las oficinas nacionales en la capital de la República, lo mismo que de la importancia de las sumas que se pagan por concepto de arrendamientos". (Colombia, Ministerio de Obras Públicas , 1939)

La TABLA 1 muestra la ubicación de los trece ministerios, la Presidencia y Guardia Presidencial en el centro histórico de Bogotá en 1954.

Esta situación revela dos realidades. La primera es el funcionamiento en un mismo inmueble de diversas dependencias; el Capitolio Nacional, sede del Poder Legislativo, albergaba 4 ministerios, y en el edificio del Ministerio de Justicia también funcionaban la Corte Suprema, el Consejo de Estado y la Procuraduría General de la Nación. La segunda es la dispersión de las oficinas en el centro de la ciudad, la cual se muestra en la recreación de la FIGURA 1.

¿Qué puede decirse de un Estado cuya administración pública depende de oficinas arrendadas que no cuentan con adecuadas redes telefónicas, eléctricas, o de ventilación, ni con el espacio

requerido para la instalación de puestos de trabajo, zonas comunes y archivo? ¿En qué nivel de importancia, dentro de las prioridades del Estado colombiano, estaba su propio funcionamiento?

Con estos datos recuperados es posible obtener indicadores medibles y por lo tanto comparables. Según la Tabla 1, el área total de las dependencias del nivel central en el año 1954 es aproximadamente de 180.000 m2, incluyendo las áreas propias y arrendadas, y según estadísticas citadas de la Contraloría General de la República, en 1954 existían 43.000 funcionarios públicos. (Uricoechea, 1986, pág. 126). Así, en el momento de planear la construcción del CAN, había 4.18m2 por funcionario, incluyendo áreas comunes.

Con estos antecedentes, el 18 de noviembre de 1954 el gobierno suscribió contrato con la firma de arquitectos e ingenieros Skidmore, Owings & Merrill (SOM) para la elaboración de los "Planos y la maqueta para el Centro Administrativo Nacional". (Colombia, Ministerio de Obras Públicas, 1955, pág. 124). La propuesta expone los motivos para la planeación y diseño del CAN. Sus principales argumentos son, "la necesidad de reemplazar las actuales facilidades anticuadas y descentralizadas del Gobierno Nacional con una concentración decorosa y bien ordenada de las agencias gubernativas que sea digna de la progresiva y muy vital República de Colombia." (Skidmore, Owings & Merrill, 1955, pág. 6). El principal objetivo es ubicar el Palacio Presidencial y todas las unidades administrativas de los Ministerios en un "[…] sitio amplio y no desarrollado y destinar los edificios existentes para acomodar una nueva Casa de Correos Central con facilidades modernas y completas." (Skidmore, Owings & Merrill, 1955, pág. 6). También contempla amplias vías de acceso y prevé que las zonas entre edificios estén libres de vehículos, con la presencia de plazas, fuentes y espejos de agua. La FIGURA 2 muestra el desarrollo del proyecto en su vista general horizontal.

En el proyecto de SOM existe la intención de imprimirle al proyecto del CAN un aura de esplendor y monumentalidad. "La escala y el carácter de este plan reflejan el concepto monumental que dio impulso al diseño de los grandes desarrollos cívicos de los siglos dieciocho y diecinueve […] la grandeza y dignidad que caracterizan los Jardines de Versailles, el diseño de la parte central de París y de la ciudad de Washington, reaparecen en este nuevo centro." (Skidmore, Owings & Merrill, 1955, pág. 12).

¿Cuáles eran las características formales que harían del CAN un elemento urbanístico comparable con los desarrollos cívicos de los siglos XVIII y XIX europeo y norteamericano? No serían la ornamentación o "vestimenta" de los edificios, pues éstos se planteaban limpios, uniformes y dignos del más puro estilo internacional. La clave del diseño era la condición y calidad del espacio público; esta condición no significaba solamente que el espacio estaba destinado al trabajo de la burocracia, quienes iban a ser sus principales "inquilinos" sino que también pretendía ser el más importante punto de referencia urbano para la ciudadanía; la presencia de jardines, fuentes de agua, plazas, la escala y tamaño, el comportamiento de la luz en sus volúmenes pretendían dar una sensación de transparencia y uniformidad, para imprimirle sobriedad al complejo.

El gobierno deseaba un centro administrativo de estilo racional que comunicara ideas de progreso y modernización; al mismo tiempo pretendía que se construyera un espacio que evocara orden, fortaleza y solidez. Entre tradición y modernidad se planteó una relación de coexistencia, deseando evitar un rompimiento total con el pasado, una plataforma de encuentro entre los dos conceptos que revelara lo mejor de ambos, "[…] que constituirá un monumento a la antigua grandeza, a la industria actual, y al brillante porvenir de Colombia", (Skidmore, Owings & Merrill, 1955, pág. 12), integrando a los ciudadanos con su gobierno, acercando a gobernantes y gobernados por medio de un entorno físico y geográfico común

En cuanto a las oficinas ministeriales, estas se diseñaron siguiendo una disposición normalizada, disponiendo un corredor central que divide asimétricamente el ancho del piso. El lado estrecho era de 6 metros y el más ancho se pretendía de 9 metros. Estas dimensiones "permiten flexibilidad y variedad en el plano del arreglo de oficinas, puesto que las pequeñas oficinas se pueden colocar en el lado estrecho mientras que las más grandes pueden aprovechar la anchura adicional al otro lado." (Skidmore, Owings & Merrill, 1955, pág. 12).

Ahora, con el proyecto presentado por SOM se puede modificar la Tabla 1 para comparar lo existente en 1954 y lo pretendido en el proyecto CAN, modificación que se muestra en la TABLA 2.

La información consolidada permite comparar el índice de metros cuadrados por funcionario. La cantidad de funcionarios públicos del nivel central en 1955 se calculaba en 43.000, y el área disponible en 180.000 m2, de donde resulta un índice de 4.18 m2 por funcionario. El diseño del CAN preveía un área construida de 264.000 m2aproximadamente, con un índice de 6.13 m2 por funcionario, lo que representa un crecimiento porcentual de más del 50%. Estas áreas se refieren a los metros cuadrados construidos, y no incluyen las áreas comunes externas tales como plazas y espacio abierto previsto en el proyecto, las cuales eran áreas inexistentes en el entorno del centro histórico.

3. EL PALACIO PRESIDENCIAL

Desde el momento en que el general Rojas Pinilla manifiesta su interés en la construcción de un centro gubernamental, quedó perfectamente claro que el Palacio Presidencial 5 sería el edificio de mayor importancia, tanto desde lo arquitectónico, como desde la simbología del poder asociada a la construcción. Una casa de gobierno aparecía como necesaria por dos motivos. El primero es de orden práctico, pues para ese momento no existía un espacio diseñado específicamente para tal función: el Palacio de la Carrera se hallaba en remodelación, y el de San Carlos no ofrecía las condiciones necesarias en términos espaciales. La segunda y más importante, es de orden simbólico: a la fortalecida figura presidencial en el diseño institucional, se sumaba la pretendida posición suprapartidista del gobierno militar. Es clara la intención de expresar la grandeza que personificaba Rojas Pinilla como segundo libertador de la Patria. Una sede presidencial discreta, poco voluminosa y aislada de los ministerios disonaría con su discurso salvador y grandioso.

Para su diseño definitivo, el gobierno militar contrató en 1956 los servicios del arquitecto italiano radicado en Colombia Bruno Violi (1909-1971). Graduado de la Escuela Superior de Arquitectura de Roma (1928-1932) y doctorado en el Regio Politécnico de Milán (1932-1934), el estilo de Violi ha sido catalogado como neoclásico dentro del modernismo 6. Esta particularidad se expresa principalmente en la estructura visible y las características del ornamento: presencia de cornisas, ventanas más altas que anchas encuadradas en marco de concreto, todo inscrito en una composición general simétrica con evocaciones clásicas que no son copia o reminiscencia absoluta de la arquitectura del Renacimiento italiano o de la Grecia y Roma de la Antigüedad, como sí lo es por ejemplo el Capitolio Nacional. La preponderancia de la figura presidencial en Colombia, el discurso salvador de Rojas Pinilla, y el estilo arquitectónico de Violi se complementaron admirablemente y determinaron la selección de este arquitecto para el diseño del Palacio Presidencial, por parte del gobierno o directamente del propio Rojas Pinilla. A pesar de que la edificación llegó a realizarse apenas en sus cimientos, permanece como el diseño más importante de Violi.

La descripción y análisis del edificio se potencian cuando se lo reconstruye infográficamente. Las fuentes pertinentes son los planos de diseño 7 que complementan algunos carboncillos, también de la autoría de Violi. Los acabados y materiales se extrapolaron con información recuperada en repetidas visitas a algunas obras terminadas de Violi 8, contemporáneas o casi del Palacio Presidencial. La infografía resultante es en realidad una nueva fuente primaria para la historia política y arquitectónica del siglo XX colombiano. Fuente primaria, hay que decirlo, intervenida por el historiador a través de la referida extrapolación. El resultado permite visualizar de manera inédita la dimensión arquitectónica y política del palacio, sobre todo para lectores no familiarizados con el lenguaje arquitectónico. Por esta vía se logra además una simulación de visita. (Grille d´analyse du document iconographique, 1996). Para la presente investigación la infografía opera como el dispositivo fundamental para identificar, explorar y analizar un haz de relaciones percibidas entre las construcciones gubernamentales y el simbolismo político asociado a ellas.

La concepción de Violi para el Palacio era imponente y sencilla. Se proyectaba en un área de 30.000m2 formando un rectángulo de 150 metros de frente por 200 metros de fondo. Esta área se distribuía en una Plaza de Armas y el edificio del Palacio propiamente dicho. Las dimensiones de la Plaza de Armas, aproximadamente 12.000m2 inscritos en un rectángulo de 150m de frente por 80m de fondo, la llamaban a convertirse en el principal lugar de concentración pública de la ciudad 9.

Vista como elemento urbanístico, la plaza tiene un significado evidentemente ligado a lo comunitario. Su protagonismo en el CAN es indicio y prueba del carácter público y abierto del complejo. Como lo señala Juan Carlos Pérgolis, "definidas por los muros de la arquitectura, las calles se convierten en el espacio para recorrer, las plazas, en cambio, constituyen los lugares para permanecer y participar. Por la calle se pasa, a la plaza se concurre." (Pérgolis, 2002, pág. 14). La presencia de la Plaza de Armas en el centro del CAN no es un simple elemento del diseño sino que confiere al complejo gubernamental una esencia política que trasciende el mero uso administrativo o tecnocrático.

El Palacio se levantaría sobre esta Plaza de Armas en un lote de 80 metros de frente por 95 metros de fondo; se proyectó por parte de Violi una construcción de tres niveles principales y un subnivel debajo del de la Plaza 10. En la FIGURA 4 se puede ver como el Palacio abre con un pórtico sostenido por columnas de altura considerable, refinadas y esbeltas, que constituyen un elemento estilístico característico del diseño, pues idéntica disposición de las columnas en el pórtico se repite en los espacios interiores del edificio.

Se aprecia la disposición de la serie de columnas, el pórtico y el balcón mirando directamente a la Plaza de Armas. Digitalización de planos y generación de imágenes realizadas por el Arq. Javier Aguilera Rojas.

El pórtico del primer nivel sirve como balcón del segundo nivel hacia la fachada principal, constituyendo un espacio ideal para que el Presidente se dirija a las personas reunidas eventualmente en la Plaza, como burócratas, militares y público convocado a escucharlo.

La configuración del balcón mirando hacia la plaza, constituye un elemento simbólico de gran importancia por su condición inédita en las construcciones gubernamentales colombianas, solamente el Palacio de la Carrera tenía una disposición de balcones, pero el espacio de congregación se limitaba al ancho de la colonial Carrera Séptima, y por otro lado la Plaza de Bolívar no tenía ninguna relación particular con el poder presidencial. Ahora el Presidente de la República tendría la posibilidad material para convocar a la ciudadanía a su propia casa.

Existe una particularidad inédita en el diseño de esta casa de gobierno, se trata de la planificación de espacios destinados a la vivienda del Presidente y su familia. En ninguna de las anteriores casas de gobierno (Palacio de la Carrera y Palacio de San Carlos) había espacios designados para ello, y los presidentes en ejercicio continuaban viviendo en sus residencias particulares. Desde la casa de gobierno se despachaba: su función era laboral, no residencial. La FIGURA 6 es una vista aérea que evidencia los espacios destinados para la vivienda del Presidente, la cual se puede ver en forma de "C" invertida en el último nivel de la construcción; es pertinente preguntarse si la decisión de construir estos espacios habitacionales son una muestra de la intención de Rojas Pinilla de permanecer en el poder por tiempo indefinido.

Varios rasgos espaciales propios del edificio se quieren transmitir al ciudadano como característica misma del gobierno: la transparencia y la claridad; la fortaleza y la solidez. El edificio se diseñó para que el visitante no tuviera restricción de acceso a sus áreas comunes, tanto en sus espacios internos 7como externos. Como complemento a la figura anterior, la FIGURA 7 evidencia los diferentes accesos que se diseñaron para la ciudadanía, esta vez por su fachada posterior, siendo posible desde la Plaza de Armas rodear el edificio y acceder a sus diferentes niveles sin ningún tipo de restricción.

Se trata de una construcción que invita a ser recorrida, en donde se logra entender la amplitud y la simbología de lo público en el ejercicio de lo político mediante el uso y apropiación del principal edificio gubernamental del país. La sola posibilidad de recorrer el Palacio Presidencial por parte del ciudadano común y corriente resulta un ejercicio efectivo de compenetración entre el gobernante y los gobernados: no hay barreras físicas ni políticas entre el pueblo y su gobierno. El binomio Pueblo-Fuerzas Armadas se expresaba claramente en este edificio. Las áreas abiertas, amplias e iluminadas por la luz natural invitan al visitante a circular por su interior, a observar y a apropiarse del espacio para representar su propio espacio político.

Esto último es especialmente cierto cuando se considera que el edificio tenía en su interior áreas exclusivas para el ejercicio de la función pública de la Presidencia, netamente separadas de los espacios destinados a los visitantes. Al traspasar el pórtico y la puerta principal, el visitante se encuentra con un recibidor amplio e iluminado que le invita a entrar por completo en él. Las FIGURA 8, y FIGURA 9 muestran este recibidor, en donde los elementos neoclásicos, mencionados más arriba, son evidentes en este edificio y se entiende ahora, por medio de la infografía, cuando se hablaba de su evocación: la estructura siempre visible, tanto columnas como vigas, el uso de cornisas y ventanas alargadas con marcos en concreto y la simetría (FIGURA 10).

Se observa el juego de la estructura en columnas esbeltas y vigas a la vista. Digitalización de planos y generación de imágenes realizadas por el Arq. Javier Aguilera Rojas.

Especial atención requiere la escalera principal, la cual desciende del segundo al primer nivel. Las alturas sencillas y dobles del interior se desprenden de ella, convirtiéndola en su máximo articulador espacial. La FIGURA 11 muestra la escalera en todo su esplendor, y es la vista que tendría un visitante mirando hacia la entrada principal donde queda la Plaza de Armas. La escalera en sí misma evoca esplendor y solemnidad; sencillez y pulcritud. Su estructura en dos brazos es típica de los palacios del barroco europeo, aunque ahora con líneas modernas y estilizadas.

Hemos afirmado que este era un edificio que invitaba a ser recorrido por la ciudadanía sin restricciones de acceso, en concordancia con el resto del complejo de edificaciones y espacios, que en el diseño, hacían parte del CAN. Al hablar de la ausencia de estas restricciones, es inevitable remitirnos a lo que actualmente son los edificios gubernamentales en Colombia y las posibilidades que ofrecen dichos espacios para ser recorridos por el público, y darnos cuenta que estas posibilidades son casi nulas.

Pensar hoy en un recorrido, relativamente libre y autónomo por los principales edificios públicos, como el Congreso, la Casa de Nariño, incluso por Palacio Liévano, sede de la Alcaldía Mayor, parece estar fuera del alcance de la ciudadanía. Incluso caminar por los andenes laterales que rodean la Casa de Nariño es imposible para el transeúnte común. Estas medidas de seguridad tienen su explicación y razón de ser en la situación de orden público que vive Colombia, situación en parte heredada de los conflictos políticos de la Violencia y la exclusión política del Frente Nacional.

En este punto cabe preguntarnos quién era el personaje que mandó construir este complejo de oficinas moderno, con un Palacio Presidencial a su medida. Una breve indagación puede darnos pistas. Gustavo Rojas Pinilla nació en Tunja en el año 1900 en una familia profundamente católica de tradición política conservadora. "Nací en un hogar católico; he sido católico practicante, y espero morir en el seno de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana." (Colombia, Senado de la República Comisión Instructora, 1960, pág. 482). En 1919 ingresó a la Facultad de Ingeniería y Matemáticas de la Universidad Nacional de Colombia. Desertó por problemas económicos familiares, consecuencia de la muerte de su padre, don Julio Rojas Jiménez, con lo cual la perspectiva de ingresar al ejército se definió como una posibilidad factible de ascenso social. (Galvis & Donadío, 2002, pág. 30).

Políticamente Rojas Pinilla era una creación del conservatismo. Aunque militar, se consideraba un activo de esa colectividad, específicamente de la facción ospinista. En consecuencia y para efectos de esta investigación puede enfocarse la personalidad de Rojas Pinilla desde tres puntos de vista: ingeniero civil por vocación, militar por la fuerza de las circunstancias, y católico conservador por convicción.

Ya entronizado en la Presidencia, pretendió identificarse con el pueblo pregonando el Binomio Pueblo-Fuerzas Armadas y el lema, la Patria por encima de los partidos. Optó por mostrarse como un personaje preocupado exclusivamente por el bienestar de la sociedad, achacándole las desgracias de la nación a la lucha bipartidista. Así lo manifiesta en su primera alocución como "Presidente de la República", en la madrugada del 14 de junio de 1953:

"No más sangre, no más depredaciones a nombre de ningún partido político. […] Las Fuerzas Armadas, leales a las supremas consignas que desde la Historia les dan el Libertador y la Patria misma, […] todo según los cánones primordiales de Cristo Señor Nuestro y de Bolívar, han determinado hacerse cargo del Gobierno del país." (Pabón Núñez, 1954, pág. 5)

Siendo ingeniero civil, seguramente se hallaba al corriente de los desarrollos técnicos y estilísticos de los años 1950. Entendía que un nuevo gobierno con deseos de presentarse ante el pueblo como salvador y renovador, decidiera que de aquí en adelante la tradición tendría una ruptura y que empezaba una nueva era con su figura, en lo político como en lo arquitectónico y urbanístico.

Todo lo anterior sugiere las intenciones políticas de Rojas para su gobierno, y cómo el proyecto CAN forma parte del modelo político que el General pretendía construir. El CAN y sobre todo el Palacio Presidencial, además de presentarse como obras de progreso que rompen con el pasado, también pretenden erigirse, por sí mismos, en monumentos que representen y contengan a la nación. Una nación representada en unas construcciones limpias, puras, con prescindencia de adornos innecesarios ahora remplazados con el misticismo patrio, fuerza edificadora para constituirse y convertir los espacios de acción administrativa en elementos de comunión nacional, y con la intención de constituir una alianza política del denominado Binomio Pueblo-Fuerzas Armadas.

CONSIDERACIONES FINALES

Los edificios gubernamentales no solamente tienen el destino de ser lugares donde la función pública se ejerce permanentemente, sino que también tienen la función simbólica de "apoyar, difundir y mantener los ideales que aglutinan a los seres sociales y son esencia de las instituciones; así contribuyen a reproducir la ideología legitimadora del Estado, de sus organismos y de su estructura" (Niño Murcia, 2003, pág. 20). De esta manera el CAN además de ser una representación del poder civil y estatal, sería la metáfora de la unión nacional. Reunir la administración pública equivale a reunir a la nación, la cual se presupone pujante y vital, haciendo que los volúmenes y espacios de los edificios funcionen como símbolos de esta vitalidad, transmitiendo y representando su esencia.

La centralidad del Palacio Presidencial dentro del CAN y la simetría con que los edificios ministeriales se disponen alrededor suyo, junto con la fuerte presencia de la Plaza de Armas constituyen una muestra intencional del papel protagónico y determinante de la figura presidencial dentro del orden político establecido, y por extensión del papel salvador de Rojas Pinilla como Segundo Libertador de la Patria.

El poder Ejecutivo en cabeza de Rojas Pinilla estaba designado a regir los destinos del país perdurablemante, conforme a los principios de la Constitución. Los partidos políticos eran la causa de todos los males de la Patria y ya tenían su propio monumento en el Capitolio, el edificio más importante de la ciudad. Era justo y necesario que el Presidente y sus colaboradores, como máxima representación del poder popular, no se quedaran atrás y pudieran contar con un puntal fuerte y duradero en todos los sentidos posibles: en la historia urbana de la ciudad, en la representación política tangible y en el imaginario de los gobernados.

Así, el CAN pretendía soportar todo el simbolismo necesario para reunir a la nación. Pero más allá de lo que Rojas y su gobierno querían transmitir con el CAN, está la cuestión de la capacidad que tendrían los aspectos formales de la construcción para vehicular una infiltración silenciosa hacia los ciudadanos que lo visitarían, desprovistos de las claves formales de lectura de la arquitectura. El nivel de ubicación es claro: las sensaciones y experiencias vividas en relación con los edificios del CAN. Entra en juego entonces lo que se conoce como Architecture parlante (Kaufmann, 1982, pág. 30), la cual pretende simbolizar, representar y transmitir ciertos ideales de una forma tan eficaz como inequívoca, insuflándole grandeza a la exhibición de la liturgia nacional por medio de los edificios públicos, despertando veneración y "elevando al hombre por encima de su trayectoria vital cotidiana" (Mosse, 2005, pág. 72).

Con estos elementos se puede responder la pregunta de por qué, en medio de la hegemonía de las formas puras y lisas de la arquitectura moderna, y de la asimetría en los planos urbanísticos se recurre a la elección de un híbrido entre lo moderno y lo neoclásico. La respuesta está en que, los dos elementos revisten igual importancia a la hora de plantear la metáfora del poder en un conjunto destinado a ser lugar de funcionamiento, de memoria y escenario del poder Ejecutivo.

El nuevo orden, el Gobierno de las Fuerzas Armadas, quería fundamentar su naturaleza al mismo tiempo en lo sólido y en lo diáfano, en las virtudes del pasado y en las ventajas del porvenir, en última instancia, en la tradición y en la modernidad. Nada mejor para ello que una construcción desde cero, ubicada en las afueras de la ciudad, y alejada de los poderes Legislativo y Judicial, de un complejo de oficinas y un Palacio Presidencial que tuviera esa doble función desde lo simbólico y que al mismo tiempo lograra un propósito práctico al encauzar la función pública para optimizar el desempeño de la burocracia y del Estado colombiano en general.11

El CAN cumplió con algunos de los objetivos para los cuales se ordenó. Logró descongestionar el centro histórico de Bogotá; permitió el crecimiento del Estado burocrático colombiano durante las siguientes tres décadas en condiciones más favorables de trabajo, y sirvió como uno de los puntales de amarre en que se basó el desarrollo del occidente de la capital, junto con el campus de la Universidad Nacional de Colombia, la Avenida y el Aeropuerto Eldorado.

Sin embargo nunca logró concentrar la totalidad de los ministerios en un solo lugar geográfico, pues a la caída del régimen en 1957 su construcción fue pospuesta, reasignados los edificios ya construidos, y demolidos los avances del Palacio Presidencial. A pesar de esto, la obra estaba lo suficientemente adelantada y a mediados de la década de 1960 algunos ministerios y dependencias

oficiales fueron trasladados allí. Finalmente hoy por hoy el CAN y sus alrededores son la zona de Bogotá con mayor potencial de desarrollo y de mayor valorización de la ciudad.

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Fecha de recepción: 3/03/2015

Fecha de aprobación: 15/07/2015

Notas

1Los ejemplos de edificaciones destinadas a ser símbolo de poder son abundantes. Las construcciones de la Antigüedad en Egipto y Mesopotamia, los circos, baños imperiales y basílicas de Roma; el castillo medieval y las casas consistoriales; los palacios y jardines renacentistas y barrocos. Dentro de las construcciones de los últimos dos siglos, la arquitectura federal de los Estados Unidos con el conjunto en Washington D.C., el plan para Berlín de la Alemania Nazi, las reformas de Roma en la Italia de Mussolini, o la construcción de la capital federal brasilera, representan ejemplos paradigmáticos de la relación entre arquitectura y poder.

2Otras obras importantes de esta fase republicana de la arquitectura colombiana en Bogotá fueron el Parque de la Independencia (1910); el Palacio Presidencial de la Carrera (1915-1918); el Palacio San Francisco (1919-1930), y la Estación de La Sabana (1913-1917).

3Para profundizar en los conceptos de modernidad, modernismo y modernización, su relación y diferencias, así como la forma en que dichos conceptos se incorporaron al discurso "moderno" de la arquitectura y el urbanismo en Colombia, puede consultarse el Capítulo 1 de la tesis base de este artículo. http://www.bdigital.unal.edu.co/39434/

4Para entender la evolución y desarrollo arquitectónico del campus de la Universidad Nacional en Bogotá ver Amorocho (1982).

5En el año 1918 se terminó la construcción de una sede de gobierno en el lote de la casa donde Antonio había vivido algunos años, situada sobre el costado occidental de la carrera 7ª entre calles 7ª y 8ª. Esta obra incluyó la construcción de un segundo piso, ornamentación y fachada de estilo republicano, la cual fue conocida como "Palacio de la Carrera". En 1954 el gobierno militar determinó el traslado de la sede de gobierno al Palacio de San Carlos a causa del deterioro que "La Carrera" sufría, de tal forma que para ese año no existía una sede específicamente diseñada para albergar la cabeza del Poder Ejecutivo de Colombia. La actual "Casa de Nariño", fue producto de un diseño de ampliación del Palacio de la Carrera que ocupó toda la manzana y fue terminado en el gobierno de Julio César Turbay Ayala hacia 1979.

6Para saber más de la obra de Bruno Violi, consultar: (Rother, 1986), (Castellanos Garzón, 2010), (Varini, 1998). Además, el Museo de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia posee una colección inventariada sobre su trabajo que consta de 161 documentos, 116 dibujos arquitectónicos; 17 fotografías (blanco y negro, negativos) y 28 afiches de exposición.

7En la bibliografía general se enlistan los planos del Palacio Presidencial con su localización exacta en el Archivo General de la Nación.

8Edificio Buraglia, (1950), Bogotá, Esquina de la Carrera 7 y Calle 34. Edificio "El Tiempo", Bogotá, (1960), Carrera 7 y Av. Jiménez de Quesada. Templo Israelita, Bogotá, (1970), Esquina de la Av. 94 y la carrera 7ª.

9Es posible hacerse una idea de sus dimensiones haciendo una comparación con la actual Plaza de Bolívar en Bogotá, la cual es un rectángulo de aproximadamente 100m X 70m, y para 1954 no había sido rediseñada como plaza, sino que su conformación obedecía más a la de un parque municipal.

10En el primer nivel los principales espacios dispuestos son: pórtico, atrio, salas de espera y conferencias, información, salas de reuniones, galería de arte, biblioteca y un auditorio semicircular en la parte posterior; en el segundo nivel se encuentran, salón presidencial, antesala, salón amarillo, capilla, salón de recepciones, patio de acceso, comedores, salón azul. En el tercer nivel se dispusieron los apartamentos privados para el Presidente y su familia con vista a los cerros orientales.

11Para ver las polémicas y críticas frente al proyecto CAN en aspectos históricos, jurídicos, económicos y urbanísticos, ver el Capítulo 3 de la tesis base del presente artículo en http://www.bdigital.unal.edu.co/39434/

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