SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.30 issue90INTERNALIZATION OF CONFLICT; PEACE AGREEMENT AND POST AGREEMENT PERIOD. EVOLUTION, CONTINUITY AND RUPTURE OF A STRATEGYESTADOS DE EXCEPCIÓN Y DEMOCRACIA LIBERAL EN AMÉRICA DEL SUR:ARGENTINA, CHILE Y COLOMBIA (1930-1990) author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Análisis Político

Print version ISSN 0121-4705

anal.polit. vol.30 no.90 Bogotá May/Aug. 2017

https://doi.org/10.15446/anpol.v30n90.68561 

Democracia

UNA TEORÍA SOCIO-MORFOLÓGICA DEL POPULISMO: EL CASO DEL URIBISMO, 2002-2010

A SOCIO-MORPHOLOGICAL THEORY OF POPULISM: THE CASE OF URIBISMO (2002-2010)

Blendi Kajsiu* 

*Doctor en Análisis del discurso e ideología de la Universidad de Essex, Inglaterra. Magíster en Estudios internacionales de paz y conflicto en la Universidad de Notre Dame. Profesor asistente de la Facultad de Derecho y Ciencia Política, Universidad de Antioquia, Bogotá, Colombia. Correo electrónico: blendi.kajsiu@udea.edu.co


RESUMEN

Este artículo desarrolla una teoría del populismo que combina el análisis morfológico de las ideologías de Michael Freeden (1996) con el análisis sociológico del populismo como proyecto político desarrollado por Jansen (2011). A pesar de sus aportes ninguna de estas dos perspectivas es suficiente por sí sola para identificar el fenómeno populista en su totalidad. Por lo tanto, la combinación de estas dos perspectivas ofrece el mejor marco teórico para identificar el populismo como fenómeno político. Para mostrar las ventajas de una perspectiva socio- morfológica el artículo analiza el Uribismo (2002-2010) desde dicha perspectiva y muestra que no se trata de un proyecto populista ni en su discurso, ni en la movilización social que produjo.

Palabras clave: Análisis morfológico; Populismo; Uribismo; Colombia

ABSTRACT

This article develops a theory of populism that combines the morphological analysis of ideologies developed by Michael Freeden (1996) with the sociological analysis of populism as a political project developed by Jansen (2011). Although both perspectives have contributed substantially to the analysis of populism, neither is sufficient in order to fully understand the populist phenomenon. This is why I argue that a combination of these two perspectives is necessary. In order to show the advantages of a socio-morphological perspective I analyze Uribismo (2002-2010) in order to show that we are not dealing with a populist project neither in terms of discourse nor in terms of social mobilization.

Keywords: Morphological analysis; Populism; Uribismo; Colombia

INTRODUCCIÓN

El propósito principal de este artículo es desarrollar una teoría del populismo que combina el análisis morfológico de las ideologías de Michael Freeden (1996) y el análisis sociológico del populismo como proyecto político desarrollado por Jansen (2011). Desde la perspectiva morfológica el populismo se puede definir como una ideología estrecha que sostiene un número limitado de conceptos esenciales que se combinan con otros conceptos adyacentes y periféricos. Desde la perspectiva sociológica el populismo no es solamente un discurso o ideología sino un proyecto político que moviliza los grupos marginalizados de la sociedad. Ninguna de estas dos perspectivas por si sola puede captar el fenómeno del populismo en su totalidad. A pesar de sus aportes, la perspectiva morfológica ignora una característica básica del populismo que es la movilización y el apoyo de las clases subalternas de la sociedad. La perspectiva sociológica, por el otro lado, mientras enfatiza esta característica no presta suficiente atención a la estructura conceptual del populismo como ideología. Por lo tanto, la combinación de estas dos perspectivas ofrece el mejor marco teórico para identificar el populismo como fenómeno político.

Para evidenciar las ventajas de un marco teórico socio-morfológico se utiliza el mismo para argumentar que el Uribismo (2002-2010) no era un proyecto político populista. Por un lado, el discurso Uribista no articulaba una ideología populista que se erigiera sobre el antagonismo entre la elite y el pueblo, y que valorizara este último como la única fuente de valores y legitimidad política. Por el otro lado, el Uribismo no produjo una movilización o apoyo proporcionalmente más alto en las clases populares que en las clases altas. Por estas dos razones, que son dos elementos esenciales de una definición socio-morfológica del populismo, el Uribismo no se puede categorizar como un proyecto populista.

Con el fin de desarrollar una teoría socio-morfológica del populismo este artículo está organizado en tres secciones. En la primera se presenta un estado del arte sobre el desarrollo histórico del concepto. En la segunda parte se desarrolla una definición socio-morfológica que combina los elementos más importantes de los enfoques clásicos y contemporáneos sobre el populismo. Finalmente, en la tercera parte se utiliza el marco socio-morfológico para mostrar que el Uribismo no constituye un proyecto populista.

ANÁLISIS DEL POPULISMO: DESDE LO SOCIAL HACIA LO POLÍTICO

En vista de la amplitud y complejidad de la literatura sobre el populismo es importante rastrear los elementos centrales del desarrollo del concepto desde los análisis clásicos (Di Tella 1965; Ionescu y Gellner 1969; Germani 1973; Weffort y Quijano 1973; Laclau 1976; Cardoso y Foletto 1977; Canovan 1981) hasta los análisis contemporáneos (Roberts 1995; Canovan 1999; Weyland 2001; Laclau 2005; Aslanidis 2016; Arditi 2010; Mudde y Kaltwasser 2017). Los estudios clásicos del populismo intentaban descubrir el contenido social de los movimientos populistas y las condiciones sociales y económicas que alimentaban su surgimiento. En los estudios contemporáneos el énfasis no es sobre el contenido social sino sobre su dimensión política, discursiva o ideológica. El populismo se analiza como un discurso, ideología, estilo, o como una estrategia política más que como un movimiento social.

Los estudios clásicos del populismo: la dimensión social

Bajo la influencia de las teorías de modernización, dependencia o del Marxismo los estudios clásicos del populismo intentaban identificar el contenido social de los movimientos populistas y las condiciones sociales y económicas que posibilitaban su surgimiento. A pesar de sus diferencias estos estudios comparten una característica esencial; casi todos concuerdan que el populismo es un movimiento social producto de la modernización capitalista. Según Germani (1973, p. 30) los populismos eran “movimientos “nacional-populares” [que] aparecieron y continúan apareciendo puntualmente en todos los países de la América Latina, en cuanto el grado de movilización rebasa la capacidad de los mecanismos de integración”. De manera parecida Ianni (1973, p. 85) define el populismo como “un movimiento de masas que aparece en el centro de las rupturas estructurales que acompañan a las crisis del sistema capitalista mundial y las correspondientes crisis de las oligarquías latinoamericanas.” Para Di Tella (1965) también el populismo en América Latina era “un movimiento político con fuerte apoyo popular” (citado en Moscoso 1990, p. 87). Otros teóricos importantes del populismo lo definían como “un movimiento político que cuenta con el apoyo de la masa de la clase trabajadora urbana y/o del campesinado, pero que no es resultado del poder organizativo autónomo de ninguno de estos sectores” (Canovan 1981, p. 4).

Esto no quiere decir que los autores clásicos lo definían el populismo sólo en términos de su contenido social: La mayoría también identificaban un discurso o una ideología populista. De hecho, en su obra clásica Populismo: Sus significados y características nacionales, Ionescu y Gellner (1969, p. 10) declaran que uno de los interrogantes principales es “si el populismo es primariamente una ideología (o ideologías) o un movimiento (o movimientos) o ambas cosas a la vez.” Sin embargo, en este volumen incluso autores como MacRae (1969) cuya contribución se titulaba “Populismo como ideología” definían el populismo como un fenómeno que surge cuando:

“...bajo la amenaza de algún tipo de modernización, industrialización [...] un segmento predominantemente agrícola de la sociedad afirma como su estatuto de acción política, su creencia en una comunidad y (generalmente) un Volk como excepcionalmente virtuoso, igualitario y contra toda elite” (p. 209).

Aunque el autor identifica varios rasgos ideológicos del populismo, como el anti-elitismo y el nacionalismo, el énfasis se pone en la base social. Por otra parte, autores como Minogue (1969, p. 255) afirmaban que el populismo “no poseía ideología en ninguno de los sentidos validos del término, sino una retórica”. (Minogue 1969, p. 255). En otras palabras, aunque los análisis clásicos rastreaban la base social y el discurso o la ideología populista, tomaban mucho más en serio la primera que la segunda. Esta relación se invierte en los estudios contemporáneos.

Los estudios contemporáneos: la dimensión política del populismo

Dos elementos definieron el re-surgimiento de la literatura sobre el populismo desde los años 1990 hasta el presente (2017). Primero, el re-surgimiento en los años 1990 de movimientos políticos, principalmente de la izquierda en América Latina y de la extrema derecha en Europa, que utilizaban lo que parecía un discurso populista (Mudde 2004, p. 551). Ninguno de estos casos era fácil de explicar en términos de modernización como hacían las teorías clásicas del populismo. Segundo, el declive de las teorías marxistas, teorías de modernización y de dependencia en los años 1990, combinado con el giro lingüístico de los años 1970 empujó el análisis del populismo desde las categorías sociológicas, como clase o movimiento, hacia categorías cercanas al análisis lingüístico, como discurso, estilo, ideología o lógica.

Por lo tanto, los análisis contemporáneos de populismo son caracterizados por su intento de identificar la esencia política y no social del populismo. El populismo se define como un estilo político (Knight 1998; Moffitt & Tormey, 2014, p. 381), un lenguaje (Kazin 1998), una estrategia política (Weyland 1996; 2001), una lógica política (Laclau 2005), un marco discursivo (Hawkins 2009; Aslanidis 2016), una ideología política estrecha (Stanely 2008; Mudde y Kaltwasser 2017, p. 6), como una forma de “política moral” (Mudde y Kaltwasser 2012, p. 8), o un cierto tipo de liderazgo político (de la Torre 2013). Lo que tienen en común estas definiciones en su enfoque es la dimensión política y no sociológica del populismo. La mayoría de los autores contemporáneos entienden el populismo más como un fenómeno político que un movimiento social. Esta es la característica central de la transformación de los análisis del populismo desde los autores clásicos hasta los contemporáneos.

El trabajo de dos teóricos importantes del populismo, Margaret Canovan y Ernesto Laclau refleja muy bien esta transformación. En 1981 Canovan sostenía que el populismo era “un movimiento político que cuenta con el apoyo de la masa de la clase trabajadora urbana y/o del campesinado” (p. 4). Sin embargo, en 1999 ella define el populismo como producto de la tensión interna entre el aspecto “pragmático” y “redentor” de la democracia (Canovan 1999, p. 2). En otras palabras, el populismo en el trabajo contemporáneo de Canovan es producto de la lógica política de la democracia más que un producto social como sostenía en su trabajo clásico. De la misma manera Laclau pensaba en 1976 que el populismo se definía en parte por su contenido social, esto es,

“. cuando la articulación antagónica de los temas populares se realiza por las clases explotadas el populismo es de índole izquierdista y progresista; cuando se realiza por facciones periféricas de las clases dominantes [...] el populismo es reaccionario (quiere decir fascista). (Laclau 1976 citado en Mouzelis 1985, p. 330-1).

Sin embargo, en 2005 Laclau sostiene que por populismo “no entendemos un tipo de movimiento - identificable con una base social especial o con una determinada orientación ideológica - sino una lógica política” (Laclau 2005, p. 150). La mayoría de los aportes académicos contemporáneos concuerda con la tesis de Laclau que el populismo no se puede definir por un contenido social específico, como sostenían los teóricos clásicos del populismo.

Este nuevo enfoque en la dimensión política del populismo ha producido definiciones bastantes lúcidas y operacionales empíricamente. Una de la más famosas de estas definiciones contemporáneas es la de Mudde y Kaltwasser (2017, p. 6) que lo definen como,

“.una ideología con un centro estrecho la cual considera que la sociedad está últimamente dividida en dos grupos homogéneos y antagónicos, 'el pueblo puro' y 'las elites corruptas', y que sostiene que la política debería ser una expresión de la volonté générale (voluntad general) del pueblo” (cursivas en original).

Según esta definición el populismo es en esencia “una forma de política moral” (cursivas en original) entre un pueblo honesto y una elite corrupta (Mudde y Kaltwasser 2012, p. 8). La ventaja de esta definición es que permite la operacionalización empírica del concepto para comparar entre diferentes casos. Hawkins (2009, p. 1042) desarrolla una definición parecida del populismo como “un discurso Maniqueo que identifica el Bien con una voluntad unificada del pueblo y el Mal con una elite conspirativa” para comparar entre 40 diferentes políticos. El enfoque en la dimensión política ha facilitado una conceptualización más clara y teóricamente sofisticada del populismo que en los estudios clásicos. Laclau (2005, p. 15) con razón notaba en su reseña de algunos de los

trabajos clásicos del populismo que: “Un rasgo característico persistente en la literatura sobre el populismo es la reticencia-o dificultad-para dar un significado preciso al concepto”.

Sin embargo, el desarrollo conceptual en los análisis contemporáneos tiende a reducir el populismo a un fenómeno discursivo o político, ignorando su dimensión de movilización social. Como consecuencia la mayoría de los análisis empíricos contemporáneos se concentran en el discurso del líder o del partido populista ignorando el impacto o la resonancia social de este discurso. Los análisis de Armony y Armony (2005), Jagers y Walgrave (2007), Hawkins (2009), Pauwels (2011) y Rooduijn et al. (2012) son todos ejemplos de análisis empíricos bien sistemáticos que se concentran casi exclusivamente en los discursos de los políticos para determinar si eran populistas o no. Es posible encontrar elementos populistas en los discursos de la mayoría de los políticos, pero esto no quiere decir que los proyectos políticos que ellos o ellas lideran sean populistas. Como vamos a argumentar más adelante un proyecto político populista no es un fenómeno solamente discursivo porque también implica una movilización social muy específica. Por lo tanto, es importante desarrollar un marco teórico que combina el análisis del populismo como una ideología particular con un énfasis en la dimensión social de la movilización populista.

UNA DEFINICIÓN SOCIO-MORFOLÓGICA DEL POPULISMO

Uno de los desarrollos más significantes en el campo de análisis del populismo ha sido la aplicación de la perspectiva morfológica de Michael Freeden en el análisis del populismo como una ideología estrecha que tiene un número limitado de conceptos centrales (Mudde 2004; Stanely 2008; Mudde y Kaltwasser 2012; Mudde y Kaltwasser 2017). Esta perspectiva se llama morfológica porque sostiene que las ideologías “son caracterizadas por una morfología que exhibe conceptos centrales, adyacentes y periféricos” (Freeden 1996, p. 78). Los conceptos centrales constituyen el núcleo conceptual de una ideología que se puede identificar en todas sus diferentes manifestaciones. Los conceptos centrales se definen entre ellos y en relación con los conceptos adyacentes que limitan su sentido dentro de un contexto lógico o cultural. La libertad, por ejemplo, es un concepto central de la ideología liberal, pero su sentido concreto depende si se define en relación con el concepto de “competencia libre” o “derechos humanos”. Este último constituye una constricción cultural sobre el concepto de la libertad dado que la noción “de derechos humanos universales es una convención cultural occidental desarrollada a lo largo de los últimos cuatrocientos años” (Freeden 2013, p. 81). A diferencia de los conceptos adyacentes los periféricos se “encuentran situados en el perímetro exterior de una ideología, entre el pensamiento y la acción.” (Freeden 2013, p. 84). En este punto los conceptos pierden su abstracción y “se entretejen con las prácticas concretas sancionadas o rechazadas por una ideología («la libre entrada de refugiados a un país»)”. (Freeden 2013, p. 84). En otras palabras, los conceptos periféricos son las prácticas o políticas que produce una cierta ideología en un contexto concreto.

Varios autores han utilizado el marco teórico de Freeden para analizar el populismo como una ideología estrecha, dado sus escasos conceptos centrales, que se puede combinar fácilmente con otras ideologías más sólidas de la izquierda o la derecha. Según Stanley (2008, p. 102) populismo es una ideología estrecha que contiene cuatro conceptos esenciales:

  • La existencia de dos unidades de análisis homogéneas: el pueblo y las elites.

  • Una relación antagonista entre el pueblo y las élites.

  • La idea de la soberanía popular.

  • La valorización positiva del pueblo y la denigración de las élites.

La identificación que Stanley (2008) hace de los conceptos centrales del populismo nos parece muy útil por dos razones. Primera, porque identifica unos conceptos centrales del discurso populista que se pueden encontrar en cualquier movimiento populista. Segunda, porque los conceptos centrales que identifica diferencian el populismo de otras ideologías. Es especialmente importante enfatizar que lo que diferencia el populismo de otras ideologías es la articulación del pueblo a través del antagonismo con las élites. Eso quiere decir que no cualquier discurso que produce un antagonismo entre el pueblo y alguna amenaza política o social es populista. Articular el pueblo contra alguna amenaza específica es parte esencial de cualquier proyecto político. Como afirma Mouffe (2007, p. 16): “La vida política nunca podrá prescindir del antagonismo pues atañe a la acción pública y a la formación de identidades colectivas”. La especificidad del populismo reside en su articulación del pueblo contra las élites (políticas, económicas, culturales) a diferencia de otras ideologías que definen el pueblo contra otras amenazas (capitalismo, dictadura, terrorismo, culturas o razas extranjeras).

Conceptos adyacentes y periféricos

En este punto es importante explicar por qué no hemos incluido como características esenciales del populismo algunos elementos que parecen acompañar casi todos los fenómenos populistas, como el carisma del líder populista, personalismo, caudillismo, el discurso anti-institucional y clientelismo. Germani (1978, p. 88) sostenía que el populismo generalmente implicaba una “cierta forma de autoritarismo a menudo bajo un liderazgo carismático”. Según Roberts (1995, p. 88) el neo-populismo en América Latina se defina, entre otras cosas, por “un patrón de liderazgo político personalista y paternalista”, una movilización política que “evita formas institucionalizadas de mediación o las subordinas a una conexión directa entre el líder y las masas” y “un proyecto económico que utiliza de manera extendida métodos redistributivas o clientelistas”. De la misma manera Weyland (1996, p. 9) sostiene que el neo-populismo se caracteriza por “un líder personal... [que] llega a sus seguidores de manera cuasi-personal, disque directa que evita casi completamente organizaciones intermediarias establecidas”. Finalmente, De la Torre (2013, p. 7) también argumenta que “los populismos concentran el poder en el líder”.

Aunque el liderazgo carismático y personalista se asocia a menudo con el populismo no constituye un rasgo esencial del populismo por tres razones. Primera, el carisma es una característica muy subjetiva que a veces sigue el éxito del líder populista más que un elemento que define su proyecto populista. Por ejemplo, Alvaro Uribe Vélez antes de llegar a la presidencia no fue percibido como carismático ni siquiera por su vice presidente Francisco Santos quien en 2002 argumentaba que Uribe era “un político que sin tener el carisma de otros, su trayectoria, la claridad de sus propuestas y la facilidad con que las expone, convencen.” (Santos 2002). Sin embargo, una vez que Uribe llegó al poder sus seguidores empezaron a percibirlo como muy carismático. Segundo, no todos los líderes populistas han sido carismáticos. El análisis comparativo ha mostrado que “no todos los casos de populismo en las democracias modernas involucran liderazgo carismático.” (Girdron y Bonikowski 2016, p. 32). De hecho, es fácil identificar líderes populistas que no eran carismáticos, como Alberto Fujimori en Perú o Nicolás Maduro en Venezuela. Tercero, “los académicos que ven el populismo como un tipo de política personalizada y carismática a menudo lo confunden con el caudillismo” (Jansen 2011, p. 86). Sin embargo, caudillismo es un fenómeno que forma parte del reportorio político-cultural de América Latina, y que, aunque se mezcla a menudo con el populismo es bien diferente de este último. Por lo tanto, el liderazgo carismático y personalista no puede ser una característica esencial del populismo.

Con respeto al discurso y las prácticas anti-institucionales y a veces clientelistas del populismo, es importante enfatizar que hay dos razones por las cuales a éstas no se pueden considerar como elementos centrales del populismo. Primera, el anti-institucionalismo no caracteriza todos los proyectos populistas. Mientras el populismo clásico de Perón en Argentina era muy bien institucionalizado, el neopopulismo de Alberto Fujimori en Perú sostenía un discurso anti-institucional (Roberts 1995, p. 115). Segunda, el clientelismo es un fenómeno bien distinto del populismo, porque en los movimientos populistas “es el liderazgo plebiscitario más que las redes complicadas de patronazgo que sostiene el marco básico para la incorporación política”. (Mouzelis 1985, p. 334). De la misma manera Weyland (2001, p. 14) sostiene que el clientelismo y populismo son dos fenómenos excluyentes porque “el dominio político basado en el control sobre gran número de seguidores eventualmente pierde su carácter populista” cuando “el clientelismo que prolifera transforma la relación del líder con los seguidores a un intercambio puramente pragmático”. Aunque el populismo puede tener rasgos clientelistas o anti-institucionalistas, no se puede identificar con estos dos elementos.

Esto no quiere decir que los elementos anteriores no sean parte de la ideología populista. Ellos, junto con varios otros, se deben considerar como conceptos adyacentes que constriñen de manera lógica y/o cultural el sentido de los conceptos centrales. Por ejemplo, la relación directa del líder con el pueblo es una consecuencia lógica del discurso anti-elite y anti-establecimiento que el líder populista encabeza. Otros fenómenos, como xenofobia, caudillismo, anti-colonialismo o anti-imperialismo son conceptos culturales adyacentes. En los países de América Latina el discurso populista se define en relación con conceptos adyacentes como caudillismo, anti-colonialismo o anti-imperialismo por razones históricas y culturales. Por las mismas razones en los países de Europa es más probable que los conceptos centrales del populismo se definan en relación con conceptos adyacentes como nacionalismo, racismo o xenofobia. De esta manera se producen ideologías populistas incluyentes en América Latina e ideologías populistas excluyentes en Europa (Mudde y Kaltwasser 2011, p. 2).

Finalmente, es importante mencionar unos conceptos periféricos del populismo que hacen referencia a prácticas y políticas concretas de los regímenes populistas. Aquí es importante enfatizar que los regímenes populistas no se pueden definir por sus políticas económicas. Mientras Chavez era un populista anti-neoliberal de la izquierda, Fujimori en Perú y Carlos Menem en Argentina eran populistas que implementaron reformas neoliberales (Roberts 1995; Weyland 1996). Por esta razón, aunque unos economistas como Sachs (1990, p. 12) han definido el populismo haciendo referencia a sus políticas económicas expansivas y redistributivas, estas no pueden hacer parte del núcleo conceptual del populismo. Sin embargo, algunas políticas redistributivas, de asistencia social o de protección económica que se encuentran en diversos proyectos populistas podrían ser parte de los conceptos periféricos de la ideología populista siempre y cuando se legitimen a través del núcleo conceptual del populismo.

La tabla 1 resume la discusión anterior de manera simplificada y ofrece una visualización de la perspectiva morfológica sobre la ideología populista. En la primera fila se encuentran los conceptos centrales que forman el núcleo conceptual del populismo. Son conceptos que se hallan en cualquier discurso populista y que diferencian el populismo de otras ideologías. En la segunda fila se registran los conceptos adyacentes que limitan el sentido del núcleo conceptual de manera lógica o según el contexto cultural. Finalmente en la tercera fila se incluyen conceptos periféricos del populismo tal como políticas concretas económicas que se justifican haciendo referencia a su núcleo conceptual.

Tabla 1 La Estructura Morfológica de la Ideológica Populista 

Fuente: elaboración propia.

La dimensión social del populismo

Un análisis que se enfoca exclusivamente en el contenido ideológico del discurso populista corre el riesgo de reducir los fenómenos populistas a la retórica. Es posible que un discurso contenga todos los elementos ideológicos del populismo y aun así no califique como un proyecto populista. El mejor ejemplo serían los Narodniks, un movimiento intelectual de la segunda mitad del siglo XIX en Rusia que exponía todos los elementos centrales del populismo, como el anti-elitismo y la alabanza del pueblo como fuente de valores y legitimidad. Se trataba de un conjunto de ciudadanos urbanos provistos de una creencia romántica en la autenticidad del sentimiento campesino y en el destino de las singulares costumbres colectivistas rusas (en especial el mir) en lo que atañe a crear una nueva clase de sociedad progresista (Minogue 1969, p. 245).

Aun así, los Narodniks “no pudieron formar un movimiento de masa [...] se compusieron en buena medida de élites intelectuales que practicaban un credo hermético.” (Wiles 1969, p. 212). Este movimiento tenía en sus filas miembros importantes de las élites, incluyendo el Zar Nicholas II, pero no pudo movilizar las masas (Fedetov 1942, p. 27). Según Wiles (1969, p. 212) este hecho “para el populismo representa casi una contradicción conceptual”. El ejemplo de los Narodniks nos muestra que un movimiento político o intelectual que expone una ideología populista pero que no produce una movilización social entre las clases marginalizadas de la población, no se puede calificar como populista.

Un elemento común que tienen los movimientos populistas es la movilización de los sectores marginalizados. Jansen (2011, p. 83) sostiene que un proyecto populista implica la movilización política de “sectores sociales marginalizados hacia un acción política contenciosa y públicamente visible”. Él define como populista “cualquier proyecto sostenido a gran escala que movilice sectores sociales ordinariamente marginados hacia acciones políticas contenciosas y visibles públicamente mientras articula una retórica nacionalista y anti-elitista que valora personas del común” (cursivas en original) (Ibid., p. 82). Desde esta perspectiva el análisis no se debería limitar solamente a los discursos de los políticos sino también que debe tener en cuenta la movilización social que producen dichos discursos.

Es necesario reconocer que existen autores importantes como Weyland (2001, p. 11) que sostienen que la movilización de los sectores marginalizados no es un elemento central del populismo, porque “populistas como Mario Vargas Llosa en Perú [.] ganaron más apoyo entre los sectores más acomodados”. Sin embargo, es muy extraño calificar a Mario Vargas Llosa y su proyecto político como populista, dado que su discurso no se construía sobre el antagonismo pueblo-élite. Weyland es el único autor de mi conocimiento que califica a Mario Vargas Llosa como populista, a pesar de que este último ha denunciado el populismo de manera consistente. Hay otros autores que se oponen a la identificación de una dimensión social del fenómeno populista. El más importante entre ellos es Laclau quien sostiene que

“...la necedad de todo el ejercicio de intentar identificar los contenidos universales del populismo....ha conducido a intentos repetidos de identificar la base social del populismo, solo para descubrir un momento después que uno no puede hacer otra cosa que seguir denominando “populistas” a movimientos con bases sociales completamente diferentes entre sí” (2005, p. 29).

De la misma manera Barr (2009, p.39) sostiene que el estrato social no es una característica fundamental del populismo; “Si el estrato social [de un movimiento populista] consiste de trabajadores, campesinos o el sector informal depende del contexto”. El problema con esta argumentación es que ignora el denominador común de los diferentes estratos sociales que moviliza un proyecto populista: su marginalización. Ahora, en diferentes contextos diferentes clases o estratos sociales serán marginalizados, a veces los trabajadores, a veces los campesinos y otras veces los informales, esto si que dependerá del contexto especifico. Sin embargo, es posible comprobar de manera empírica que los proyectos populistas movilizan principalmente los sectores más marginalizados. Es decir, aunque los movimientos populistas movilizan gente de diferentes estratos sociales, su apoyo electoral se concentra más en los estratos bajos o sectores excluidos de la sociedad. Esto no es una coincidencia, sino una consecuencia lógica de la ideología anti-elitista populista. Un proyecto populista que goza apoyo principalmente entre las clases medias y altas sería absurdo no solamente en términos empíricos sino también lógicos, porque el populismo moviliza a través de un discurso anti-elite y anti-establecimiento.

Por lo tanto, la movilización o el apoyo de los sectores marginalizados es un elemento fundamental de un proyecto populista. Sin embargo, solamente cuando la movilización de los sectores marginalizados se combina con una ideología o discurso populista podemos hablar de un fenómeno populista. Esta combinación constituye la esencia de un fenómeno populista según nuestro marco teórico socio-morfológico. Desde esta perspectiva un fenómeno populista se caracteriza por una ideología populista combinada con una movilización de, o apoyo en, los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

UN ANÁLISIS SOCIO-MORFOLÓGICO DEL URIBISMO: UN PROYECTO POLÍTICO NO POPULISTA

El Uribismo es un caso importante no solamente por su peso político en Colombia sino también porque no existe un consenso sobre su naturaleza con respecto al populismo. La mayoría de los académicos colombianos concuerdan que Uribe es un político neo-populista (De la Torre, 2005; Patiño, 2007; Patiño & Cardona, 2009; Herrera, 2012; Fierro, 2014; Outtara 2016; Cortes 2016). Sin embargo, una minoría de autores colombianos (Galindo 2007; Rivera 2012) y extranjeros (Dugas 2003; Hawkins 2009) ponen en duda las credenciales populistas de Uribe. Por lo tanto, la aplicación de la definición socio-morfológica del populismo en el caso de Uribe sería importante no solamente para mostrar su utilidad empírica sino para aclarar un fenómeno tan crucial de la política colombiana como el Uribismo.

Según nuestro marco teórico un proyecto populista se caracteriza por una ideología populista que define y valoriza al pueblo como la única fuente de legitimidad, en antagonismo con una elite corrupta combinada con una movilización de, o apoyo en, las clases más desfavorecidas de la sociedad. En consecuencia, para determinar si el discurso Uribista era populista, primero es necesario explorar si articulaba los conceptos esenciales de una ideología populista, como la definición del pueblo contra una élite corrupta y su valorización como la única fuente de la legitimidad política. Segundo, deberíamos determinar si el Uribismo movilizó, o gozaba de mayor apoyo en, los sectores desfavorecidos de la sociedad colombiana comparado con los estratos altos.

La falta de una ideología populista en el discurso Uribista

Un análisis cuantitativo de una muestra representativa de los discursos presidenciales de Alvaro Uribe (2002-2010) muestra que conceptos típicos de un discurso populista, como pueblo, élite, oligarquía, politiquería y corrupción no eran elementos centrales de su discurso. Al contrario, como demuestra la Tabla 2, estos conceptos se utilizaban con una frecuencia baja comparado con otros conceptos como seguridad y terrorismo, que definen el discurso Uribista.

Tabla 2 El porcentaje de uso de las palabras, pueblo, élite, corrupción, politiquería, seguridad y terrorismo, en los discursos de Uribe 2002-2010 

Fuente: (Restrepo 2017).

Como muestra la Tabla 2 Uribe menciona el pueblo con mucho menos frecuencia que el terrorismo o la seguridad (1.49% y 3.07%, 3.93% respectivamente). Es interesante notar que en su discurso la palabra “elite” no apareze para nada, mientras que palabras como la corrupción (0.33%) y politiquería (0.09%) tienen una frecuencia muy baja. Estos son conceptos que uno esperaría encontrar con frecuencia en un discurso populista que se basa en la valoración del pueblo, la denigración de las elites y su corrupción.

Incluso cuando Uribe habla del pueblo raramente lo hace de una manera alabadora. Tabla 3 muestra el porcentaje de veces que Uribe menciona el pueblo de manera valorativa.

Tabla 3 Valorización del pueblo en el discurso de Uribe 2002-2010 

Fuente: (Restrepo, 2017).

Como muestra la Tabla 3 de una totalidad de 1.711 menciones Uribe solamente hace referencia de manera valorativa al pueblo 44 veces (2.6%). Esta es una cifra muy baja por un líder populista. Además, en la mayoría de las veces Uribe alaba el pueblo para resaltar su sufrimiento más que como una fuente de legitimidad y valor. En un Consejo Comunal en Ventaquemada - Boyacá el entonces presidente se refiere a Colombia como “un pueblo con tantas privaciones, un pueblo con tanto dolor y un pueblo con tanta espontaneidad, con tanta fé en la democracia, con tanta alegría” (Uribe 2004a). En otra ocasión nota que “con el sufrimiento que ha tenido este país, debería ser el país con la población más amargada, y es el país con la población más alegre.” (Uribe 2007). De la misma manera recalca que en Colombia hay “una ciudadanía que la tragedia no la ha amargado, una ciudadanía que mantiene placidez en el alma a pesar de su sufrimiento” (Uribe 2010).

Los ejemplos anteriores muestran que en el discurso de Uribe el pueblo no se define contra la elite o la oligarquía sino principalmente contra el sufrimiento causado por el terrorismo y la criminalidad. En un discurso para los oficiales de la policía en Bogota Uribe (2004b) desarrolla esta idea de manera más explícita:

La criminalidad nos tenía desagregados y deteriorados. La derrota de la criminalidad permite la reagrupación del pueblo en todo el concepto de Nación, permite que surjan de nuevo todos los lazos vinculantes que logran que un conjunto de ciudadanos integre un pueblo, una Nación, un Estado.

Está articulación del pueblo contra la amenaza terrorista es una de las características más sobresalientes del discurso Uribista. En su carta de la Política de Defensa y Seguridad Democrática, Uribe (2003, p.6) resalta “la determinación del pueblo colombiano de acabar con el terrorismo”. En otras palabras, es el antagonismo entre el pueblo y el terrorismo de las FARC y no entre el pueblo y las élites lo que domina el discurso Uribista. La falta del antagonismo pueblo-élite, combinado con la escasez del concepto del pueblo y su valorización implican que el discurso Urbista no expone una ideología populista.

Esto no quiere decir que Uribe no invocaba el pueblo o sus altos niveles de popularidad en las encuestas para lograr sus fines políticos. Para justificar un segundo mandato presidencial Uribe “y sus asociados electorales argüían que así lo quería el pueblo, blandiendo como misiles informáticos las encuestas de favorabilidad que situaban al presidente [...] en el primer lugar de las preferencias medidas por Gallup” (Herrera 2012, p. 278). Sin embargo, eso no quiere decir que Uribe sostenía que el pueblo, o la voluntad de la mayoría, era la única fuente de legitimidad en la democracia. Al contrario, según Uribe la democracia era “mucho más que el triunfo accidental de una mayoría”. (Uribe 2006). En su segundo discurso de posesión Uribe (2006) entiende la democracia como un derecho que el pueblo tiene, más que como la expresión de su voluntad. Desde esta perspectiva la democracia consiste en el equilibrio entre diferentes poderes y en la superación del antagonismo político, no en la materialización de la voluntad de la mayoría:

La democracia es el derecho del pueblo que demanda el equilibrio en los órganos de poder, entre ellos y en sus relaciones con el ciudadano; equilibrio en el Congreso, en la relación entre bancadas y con el pueblo; equilibrio en la justicia, en el ejercicio de su autonomía, entre equidad y severidad; equilibrio entre protagonistas de ideas encontradas para hallar la síntesis como alternativa al antagonismo insuperable (Uribe 2006).

Por lo tanto, el discurso de Uribe sobre la democracia no expone una ideología populista, a pesar del hecho que él usaba sus altos niveles de popularidad para legitimar sus políticas. En este sentido la popularidad de Uribe en las encuestas y la utilización que él lógicamente hizo de esta popularidad no debería ser confundida con la ideología populista.

La movilización política del Uribismo: El apoyo de los estratos altos

Según una encuesta realizada por Hoskin, Masias y Garcia (2011) en las elecciones presidenciales de 2002 Uribe recibió, proporcionalmente hablando, más apoyo en los estratos altos que en los estratos bajos de la sociedad colombiana. Lo que es interesante es el hecho de que proporcionalmente Uribe tenía un apoyo electoral más fuerte en los estratos altos, y más débil en los estratos bajos, que el candidato del establecimiento Horacio Serpa. Por lo tanto, sería difícil considerar Uribe en estas elecciones como un candidato anti-establecimiento. Vea Tabla 4.

Tabla 4 Encuesta de votación según estrato socioeconómico, en porcentajes, en las elecciones presidenciales 2002 

Fuente: (Hoskin, Masias y Garcia 2011, p. 405).

De la misma manera en las elecciones presidenciales de 2006 Uribe gano más votos en las regiones con bajos niveles de pobreza y menos en las regiones con altos niveles de pobreza. Vea Grafico 1.

El gráfico 1 muestra que en la mayoría de los casos Uribe ganó más apoyo electoral en regiones con bajos niveles de pobreza (Antioquia, Bogotá D.C, Caldas, Cundinamarca, Meta Risaralda, Santander y Valle del Cauca) comparado con las regiones con altos niveles de pobreza (Atlántico, Cauca, Choco, La Guajira y Nariño). Por lo tanto, no se puede hablar de una movilización electoral de los estratos bajos por el Uribismo, especialmente si tenemos en cuenta que la participación en las elecciones presidenciales de 2002 y 2006 estaba por debajo del promedio de los últimos 20 años. Vea Tabla 5.

Tabla 5 Participacion en las elecciones presidenciales en Colombia 1998-2014 

Fuente: Registraduria Nacional Del Estado Civil (2016)

La conclusión de que el Uribismo no movilizó ni recibió más apoyo de los estratos bajos comparado con los estratos altos de la sociedad colombiana se confirma también por los datos de las encuestas de Latinobarometro durante el periodo 2003 - 2010. Con la excepción del año 2003 durante toda su presidencia el Uribismo recibió más apoyo de los estratos más altos. Los ciudadanos que percibían su situación económica como mala o muy mala tenían una aprobación neta (los que aprueban menos los que no aprueban) más baja del gobierno de Uribe que los ciudadanos que percibían su situación económica como buena o muy buena.

Fuente: (Latinobarometro, 2016). 

La falta de un apoyo proporcionalmente más alto en los sectores más desfavorecidos de la sociedad colombiana implica que el Uribismo no se puede categorizar como un proyecto populista. Esta conclusión se hace aún más firme cuando tenemos en cuenta que el discurso Uribista tampoco articulaba los elementos centrales de un discurso populista, como el antagonismo entre el pueblo y las élites o la valorización del pueblo como fuente única de legitimidad política.

CONCLUSIÓN: VENTAJAS DE UN ANÁLISIS SOCIO-MORFOLÓGICA DEL POPULISMO

En este artículo hemos desarrollado un marco teórico que sostiene que un proyecto populista se caracteriza por dos elementos centrales. Primero, una ideología que define y valoriza el pueblo en antagonismo con una élite corrupta y sostiene que el pueblo es la única fuente de legitimidad política. Segundo, una movilización de, o apoyo político en, los estratos más desfavorecidos de la sociedad. Hemos utilizado esta definición para mostrar que el Uribismo (2002-2010) no fue un proyecto populista porque no produjo ni una ideología populista, ni una movilización o apoyo político particular en los estratos bajos de la sociedad colombiana.

Dado que desde nuestra perspectiva socio-morfológica es bastante claro que el Uribismo no era un proyecto político populista, naturalmente surge la pregunta: ¿Por qué la mayoría de los académicos han calificado a Uribe como neo-populista? Desde nuestro marco teórico se pueden identificar dos explicaciones. Primera, porque la mayoría de los análisis se enfocan en el discurso de Uribe y no en el Uribismo como un proyecto político que moviliza específicos sectores de la sociedad colombiana. Sin embargo, incluso si uno encontrara elementos populistas en el discurso de Uribe, esto no transformaría el Uribismo en un proyecto populista en vista de su mayor apoyo en los estratos altos de la sociedad colombiana. Segunda, la mayoría de los analistas que definen a Uribe como populista no diferencian entre los conceptos centrales de la ideología populista y otros conceptos adyacentes o periféricos. Por lo tanto, varios autores han calificado a Uribe como populista enfatizando su caudillismo, paternalismo, personalismo y su relación directa con los votantes (Patiño y Cardona 2009, p. 170), su política carismática, personalismo y anti-institucionalismo (Cortés 2016, p. 86), su uso de los medios de la comunicación (de la Torre 2005), el uso de un lenguaje sencillo (Fierro 2014) o su instrumentalización de altos niveles de popularidad en las encuestas (Herrera 2012, p. 278). Pero, como ya hemos visto, estos son elementos adyacentes o periféricos, y no centrales, de la ideología populista.

Nuestro marco teórico nos permite superar estas limitaciones. Primero porque toma en cuenta la dimensión social de un proyecto populista y no se enfoca solamente en el discurso de los líderes o partidos políticos. Segundo, porque permite distinguir entre el núcleo conceptual de la ideología populista y los conceptos adyacentes y periféricos que son secundarios o se determinan por el contexto cultural donde se desarrolla el proyecto populista. Ambos aspectos son importantes ventajas de un análisis socio-morfológico del populismo.

AGRADECIMIENTOS

Quería expresar mi agradecimiento al profesor Hernando León Londoño Berrio por la valiosa retroalimentación que me dio sobre una versión anterior de este artículo. También quería expresar mi gratitud a la profesora Ana Victoria Vásquez Cárdenas por leer y comentar una versión anterior de este artículo.

BIBLIOGRAFÍA

Arditi, Benjamín. 2010. Review Essay. Populism is Hegemony is Politics? On Ernesto Laclau’s On Populist Reason. Constellations, Volume 17, Issue 3 pp. 488-497. [ Links ]

Armony, A. C., & Armony, V. (2005). Indictments, myths, and citizen mobilization in Argentina: A discourse analysis. Latin American Politics & Society, 47(4), 27-54. [ Links ]

Aslanidis, Paris. 2016. Is Populism a New Ideology: A Refutation and a New Perspective. Political Studies, Vol. 64, No 1-S, pp. 88-104. [ Links ]

Barr, Robert. 2019. Populists, Outsiders and Anti-establishment Politics. Party Politics, 15(1), pp. 29-48. [ Links ]

Canovan, Margaret. 1981. Populism. Londres: Junction Books. [ Links ]

Canovan, Margaret. 1999. Trust the People! Populism and the Two Faces of Democracy. Political Studies, Vol. 47, No. 1, pp. 2-16. [ Links ]

Cardoso, F.H y Faletto, Enzo. 1977. Dependencia y Desarrollo en América Latina. Buenos Aires: Siglo XXI editores. [ Links ]

Cas Mudde and Cristóbal Rovira Kaltwasser. 2011. Voices of the People: Populism in Europe and Latin America Compared. Working Paper #378. The Helen Kellog Institute for International Studies. [ Links ]

Cortés Rodas , Francisco, 2016. Uribe ante la tentación populista. Revista Debates, No 75, Septiembre-Diciembre, pp. 84-89. [ Links ]

De la Torre, Carlos. 2013. El populismo latinoamericano, entre la democratización y el autoritarismo. Nueva Sociedad, Septiembre- Octubre, No. 247, pp. 120-137. [ Links ]

Di Tella 1965. “Populismo y Reforma en América Latina”. Desarrollo Economico, Vol IV, No. 16, Buenos Aires, abril-junio. [ Links ]

Fedetov, G.P. 1942. The Religious Sources of Russian Populism. The Russian Review, Vol. 1, No. 2, pp. 27-39. [ Links ]

Freeden, Michael. 2013. Ideología: Una Brevísima Introducción. Ediciones Universidad Cantabria. [ Links ]

Freeden, Michael. 1996. Ideologies and Political Theories: A Conceptual Approach. Oxford: Clarendon Press. [ Links ]

Fierro, M. (2014). Alvaro Uribe Vélez populismo y neopopulismo. Análisis Político, N° 84,127-147, IEPRI, Bogotá. [ Links ]

Galindo, C. (2007). Neopopulismo en Colombia: el caso del gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Iconos. Revista de Ciencias Sociales, 147-162. [ Links ]

Germani, Gino. 1978. Authoritarianism, Fascism and National Populism. New Brunswick, New Jersey: Transaction Books. [ Links ]

Germani, Gino. 1973. Democracia representativa y clases populares. En Gino, G., Di Tella, T. y Ianni, O. (Eds.)populismo y contradicciones de clase en Latinoamérica. Mexico: Serie Popular Era, pp. 12-37. [ Links ]

Girdron, N. y Bonikowski, b. 2016. Varieties of Populism: Literature Review and Research Agenda. Working paper Series, No 130004. Weatherhead Center for International Affairs, University of Harvard. Disponible en http://scholar.harvard.edu/files/gidron_bonikowski_populismlitreview_2013.pdf (06 Febrero 2017). [ Links ]

Hawkins, Kirk. 2009. “Is Chavez a Populist? Measuring Populist Discourse in a Comparative Perspective.” Comparative Political Studies, Vol 42: No 8, pp. 1040- 1067. [ Links ]

Herrera, M. Á. (2012). (Neo) populismos, democracia y multitudes en Colombia. En Márquez, Restrepo, Martha, Lucia et al. (Eds.) El eterno retorno del populismo en América Latina y El Caribe. Bogota: Clasco, pp. 273-305. [ Links ]

Hoskin, G., Masias, R., & Garcia, M. (2011). La decisión de voto en las elecciones presidenciales del 2002. En F. Botero (Ed.), Partidos y elecciones en Colombia. Bogotá: Ediciones Uniandes, p. 385-445. [ Links ]

Ianni, Octavio. 1973. “Populismo y Relaciones de Clase”. En Gino, G., Di Tella, T. y Ianni, O. (Eds.) populismo y contradicciones de clase en Latinoamérica. Mexico: Serie Popular Era , pp. 83-150. [ Links ]

Ionescu, Ghita y Gellner, Ernest. (eds.) 1969. Populism: its meaning and national characteristics. New York: Macmillan. [ Links ]

Jagers, J., & Walgrave, S. (2007). Populism as political communication style: An empirical study of political parties’ discourse in Belgium. Euro-pean Journal of Political Research, 46, 319-345. [ Links ]

Jansen, Robert S., 2011. Populist Mobilization: A New Theoretical Approach to Populism. Sociological Theory, Vol 29, No. 2, pp. 75-96. [ Links ]

Jaramillo, Laura. 2009. Uribe: “El Estado de Opinión es la fase superior del Estado de Derecho”. La silla vacia, 5 de Junio. Disponible en: http://lasillavacia.com/historia/2296 (9 Marzo 2017). [ Links ]

Kazin, Michael. 1998. The Populist Persuasion: An American History. Cornell University Press. [ Links ]

Laclau, Ernesto. 2005. La Razón Populista. Mexico: Fondo de Cultura Economica. [ Links ]

Latinobarometro 2016. Analisis Online. Disponible en: Disponible en: http://www.latinobarometro.org/latOnline.jsp (24 Febrero 2017). [ Links ]

Macrae, Donald. 1969. “Populism as an ideology”. En Gellner, y Ionescu (eds.) Populismo: Sus significados y características nacionales. Londres: Macmillan. [ Links ]

Minogue, Kenneth. 1969. “El populismo como movimiento político”. En Gellner, y Ionescu (eds.) Populism its meaning and National Characteristics. Londres: Macmillan , pp. 241-257. [ Links ]

Moffitt, Benjamin y Tormey, Simon. 2014. Rethinking Populism: Politics, Mediatisation and Political Style. Political Studies, Vol. 62, No. 2, pp. 381-397. [ Links ]

Mouzelis, Nicos (1985) ‘On the Concept of Populism: Populist and Clientelist Modes of Incorporation in Semi-peripheral Polities’, Politics & Society 14, pp. 329-348. [ Links ]

Moscoso, Carlos ,Perea 1990. El Populismo en América Latina. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales. [ Links ]

Mouffe, Chantal. (2007). En torno a lo político. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Mudde, Cas y Kaltwasser, Rovira. 2017. Populism: A Very Short Introduction. Oxford: Oxford University Press. [ Links ]

Mudde, Cas y Kaltwasser, Rovira (Eds.). 2012. Populism in Europe and the Americas: Threat or Corrective for Democracy? Cambridge: Cambridge University Press. [ Links ]

Mudde, Cas y Kaltwasser, Rovira. 2011. Voices of the Peoples: Populism in Europe and Latin America Compared. Working paper No 378. Helen Kellogg Institute for international Studies. Disponible en: https://kellogg.nd.edu/publications/workingpapers/WPS/378.pdf (22 Febrero 2017) [ Links ]

Mudde, Cas. 2004. The Populist Zeitgeist. Government and Opposition. Vol 39, No 4, pp. 541-563. [ Links ]

Ouattara, Adjera. 2016. Evolución del populismo en América Latina: Venezuela y Colombia en la era del neo-populismo y del populismo neoliberal. Revista de Ciencia Política. Año 9, No 29. Disponible en: http://www.revcienciapolitica.com.ar/num29art8. php (23 Febrero 2017). [ Links ]

Patiño, L. G. (2007). El neopopulismo en el contexto de la democracia latinoamericana. Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Vol. 37, No. 106, pp.239-261. [ Links ]

Patiño, L. G., & Cardona, P. (2009). El neopopulismo: una aproximación al caso colombiano y venezolano. Estudios Políticos, 163-184. [ Links ]

Pauwels, T. 2011. ‘Measuring populism: a quantitative text analysis of party literature in Belgium’, Journal of Elections, Public Opinion and Parties, 21(1), pp. 97-119. [ Links ]

Registraduría Nacional del Estado Civil. 2016. Electoral: Estadísticas Participación Política Elecciones Presidenciales y de Congreso Últimos 20 Años. Disponible en http://www.registraduria.gov.co/IMG/pdf/DATOS_20_ANOS_ELECTORALES-2.pdf (11 Octubre 2017). [ Links ]

Restrepo, Manuela. El Populismo Ausente en Alvaro Uribe Velez. Trabajo de Grado, Programa de Ciencia Política. Universidad de Antioquia. [ Links ]

Roberts, Kenneth. 1995. Neoliberalism and the Transformation of Populism in Latin America: The Peruvian Case. World Politics, Vol. 48, No. 1 (Oct., 1995), pp. 82-116 [ Links ]

Rivera, J. C. (2012). La flexibilización del término populismo y neopopulismo en la categorización de los actores políticos en América Latina. Revista Ciencia Política, No 15. Disponible en: http://www.revcienciapolitica.com.ar/num15art5.php (23 Febrero 2017). [ Links ]

Rooduijn, M, de Lange, S y Brug, W. 2012. ‘A populist zeitgeist? Programmatic contagion by populist parties in Western Europe’, Party Politics, Vol. 20(4), pp. 563-575. [ Links ]

Sachs, Jeffrey. 1990. Social Conflict and Populist Policies in Latin America. Occasional Papers, No. 9. International Center for Economic Growth. Disponible en: http://pdf.usaid.gov/pdf_docs/PNABK770.pdf (22 de Febrero 2017). [ Links ]

Santos, Francisco. 2002. Luz al Final del Túnel. 3 de Febrero, El Tiempo. Disponible en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/ MAM-1332826 (7 de Febrero 2017) [ Links ]

Stanely, Ben. 2008. The thin ideology of populism. Journal of Political Ideologies, Vol. 13, No.1, 95-110. [ Links ]

Stewart, Angus. 1969. “Los raíces sociales del populismo”. En Inoescu y Gellner (eds.) Populismo: Sus significados y características nacionales. Londres: Macmillan , pp. 221-239. [ Links ]

Uribe Vélez , Alvaro2010. Encuentro de Exalumnos de la Academia Nacional de Asociados del FBI. Cartagena, Cartagena 3 de Mayo. [ Links ]

Uribe, Alvaro. 2007. Inauguración de las sesiones extraordinarias de la Corte Interamericana de DD.HH. Bogotá, 17 de Octubre. [ Links ]

Uribe Vélez, Alvaro. 2006. Discurso del Presidente Alvaro Uribe en el acto de posesión de su segundo mandato. Semana, 7 de Agosto. Disponible en: Disponible en: http://www.semana.com/on-line/articulo/discurso-del-presidente-alvaro-uribe-acto-posesion-su- segundo-mandato/80360-3 (9 de Marzo 2017). [ Links ]

Uribe Vélez, Álvaro , 2004a. Consejo Comunal de Gobierno #7. Boyacá, 7 de Agosto. [ Links ]

Uribe, Álvaro. 2004b. Lanzamiento de la Revista “Criminalidad” de la Policía Nacional. Julio 9, Bogotá. Disponible en: Disponible en: http://his- torico.presidencia.gov.co/prensa_new/discursos/discursos2004/julio/lanzamiento.htm (23 Febrero 2016). [ Links ]

Uribe, Alvaro 2003. “Carta del Presidente de la Republica Alvaro Uribe Velez”. Politica de Defensa y Seguridad Democratica. Presidencia de la Republica: Ministerio de Defensa. Disponible en: http://www.oas.org/csh/spanish/documentos/colombia.pdf (20 Diciembre 2016). [ Links ]

Weffort, Francisco y Quijano, Anibal. 1973. Populismo, marginalización y dependencia: ensayos de interpretación sociológica. Editorial Universitaria Centroamericana. [ Links ]

Weyland, Kurt. 2001. Clarifying a Contested Concept: Populism in the Study of Latin American Politics. Comparative Politics, Vol. 34, No. 1 (Oct., 2001), pp. 1-22. [ Links ]

Weyland, Kurt. 1996. Neopopulism and Neoliberalism in America Latina: Unexpected Affinities. Studies in Comparative International Development, Fall 1996, Vol. 31, No. 3, 3-31. [ Links ]

Wiles, Peter. 1969. “Un syndrome, no una doctrina: algunas tesis elementales sobre el populismo”. En Ionescu, G. y Gellner, E. (eds.). Populismo: Sus significados y características nacionales. Buenos Aires: Amorrotu editores. [ Links ]

Worsley, Peter. 1969. “El Conceptio del populismo”. En Gellner, y Ionescu (eds.) Populism its meaning and National Caracteristics. Londres: Macmillan , pp. 258- 304. [ Links ]

Recibido: 02 de Mayo de 2017; Aprobado: 15 de Agosto de 2017

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons