La creación del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales se concretó a mediados de 1986, cuando el rector de la Universidad Nacional, Marco Palacios, se comunicó conmigo a la Universidad de los Andes -donde yo trabajaba de planta- para que lo visitara. Cuando fui a su oficina, me mostró un breve acuerdo del Consejo Superior de la Universidad, en el que se autorizaba la fundación de una novedosa institución. Me preguntó si estaría interesado en incorporarme a la Universidad para diseñar esta nueva dependencia como lo creyera pertinente y con su total apoyo. Luego de pensarlo y de mi aceptación a este ofrecimiento, presenté renuncia a Los Andes y comencé de ceros a diseñar e implementar los vericuetos de creación del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, IEPRI, como definí su sigla.

Al año siguiente, ya iniciada la gestión del nuevo Instituto, luego de muchos trámites administrativos y un par de convocatorias públicas para una docena de investigadores de planta de la institución en el área de ciencias sociales, aproveché el buen entorno inicial del IEPRI para fundar la revista Análisis Político, con tres números anuales. Fue mi segunda hija de papel (ahora podría ser “hija virtual”), luego del nacimiento, vida y muerte de Estudios Rurales Latinoamericanos.

Luego de la presentación de su primer número (mayo-agosto de 1987) en el Museo Nacional, en ceremonia muy concurrida, la revista continuó nutriéndose de la producción interna de nuestras investigaciones, una vez salían “purificadas” como resultado de las reuniones semanales internas de evaluación de nuestros artículos. Sus autores eran sometidos a fuertes comentarios críticos de sus colegas en tales reuniones, bautizadas -con humor- por nuestro colega Eduardo Pizarro como “el Gólgota”, porque por allí pasábamos por turnos a la crucifixión.

La producción interna de los artículos producto de investigaciones que alimentaban la revista cambió unos años después: supuestamente para mejorar su calidad, establecieron reglas (que aún no me convencen del todo) para categorizar las revistas académicas según la publicación de resultados de investigación de profesores -en su mayoría, de otras instituciones-, además de agregar puntos en la clasificación académica personal de los autores para ascender en el escalafón profesional. Durante el tiempo que operó el antiguo esquema hubo mucha producción, cohesión interna y bastante solidaridad en el equipo de académicos del IEPRI. Pienso que fue una época bien importante y necesaria para consolidar esta institución.

En los cuatro primeros años del IEPRI, cuando fui su director, en la nueva revista Análisis Político se publicaron numerosos artículos y reseñas de investigadores del Instituto sobre diferentes temas. Del número 1, en 1987, al número 8, en 1989, hubo 75 artículos y reseñas. La lista de autores y el número de artículos y reseñas es la siguiente: William Ramírez, 6; Eduardo Pizarro, 6; Alfredo Vázquez, 6; Francisco Leal, 7; Hernando Valencia, 11; Alejandro Reyes, 3; Álvaro Tirado, 1; Orlando Fals Borda, 6; Luis Alberto Restrepo, 5; Gonzalo Sánchez, 4; Pilar Gaitán, 3; Martha Ardila, 2; Andrés Dávila, 2; Ana María Bejarano, 2; Jorge Orlando Melo, 3; Iván Orozco, 2; Enrique Gaviria, 1; Álvaro Camacho, 1; Diego Cardona, 3, y Andrés López, 1 (organizados sucesivamente según la fecha de la primera publicación de cada uno). Sin duda, fue una producción académica notable.

Al final de este ciclo, en 1990, presenté renuncia como director del IEPRI ante Antanas Mockus, vicerrector académico de la Universidad, y quien presidía el Consejo Directivo del Instituto (Antanas sería luego rector de la Nacional), a los cuatro años de fundada esta institución. Nunca permanecí más de ese tiempo en los cargos administrativos que tuve en la academia, pues considero negativo que alguien se apoltrone en tales puestos. Preferí salir siempre en el cenit de mi trabajo administrativo y académico encomendado; por eso, el vicerrector Mockus me pidió que no me retirara, pero ya había aceptado un ofrecimiento reciente como profesor visitante de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Por otra parte, no cabe duda alguna de que hoy Análisis Político -que llega al número 101- representa un sobresaliente avance en el ámbito académico, en la historia de las revistas universitarias, pues sin interrupción, bien posicionada entre sus similares y con destacadas publicaciones de trabajos de investigación, es un símbolo emblemático del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales hacia el exterior en el campo de las ciencias sociales. En este contexto, los retos que se avizoran para las próximas décadas en este campo -y, en particular, en el de los estudios políticos- son enormes. Pero, con seguridad, podrá afrontarlos sin complicaciones, dado su pasado de excelencia en el ambiente que le corresponde.