SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.21 issue37PRESIÓN TRIBUTARIA EN BOGOTÁColombia años 50. Industriales, política y diplomacia author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Cuadernos de Economía

Print version ISSN 0121-4772On-line version ISSN 2248-4337

Cuad. Econ. vol.21 no.37 Bogotá July/Dec. 2002

 

Colombia años 50. Industriales, política y diplomacia

RESEÑA DE S. KALMANOVITZ

Eduardo Sáenz Rovner, Colombia años 50. Industriales, política y diplomacia, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2002.


Este nuevo libro de Eduardo Sáenz continúa su estudio La ofensiva empresarial. Industriales, políticos y violencia en los años 40 en Colombia pero añadiendo el tema de la diplomacia a lo que era el cuidadoso examen de los intereses corporativos y de la política con lo cual le presta un gran peso a ese indiscutible actor que son los Estados Unidos en lo que concierne a la política del hemisferio. Fortalecidos después de la segunda guerra mundial, los Estados Unidos se comprometieron a apoyar gobiernos que defendieran sus intereses anti-comunistas y abrieran sus economías a sus capitales y a sus exportaciones, sin importar su carácter autoritario. ¿Qué tanto influyó este viraje para legitimar al gobierno de Laureano Gómez y cuánto hizo para "liberalizar" sus políticas que seguían de cerca el modelo corporativo franquista, en materia de intervención estatal en la industria, la banca y el comercio exterior?

Sáenz argumenta que las políticas intervencionistas del laureanismo fueron neutralizadas por la presión norteamericana que lo forzó a liberalizar el régimen de capital extranjero. Aceptando que el país se abrió al capital extranjero, aun así ECOPETROL fue nacionalizada y la siderurgia Paz del Río avanzó como proyecto nacional para conquistar la industria pesada, bajo los cánones de un capitalismo cristiano, en oposición al rudo capitalismo protestante, como lo llamara el ideólogo del gobierno Rafael Delgado Barreneche [1952]. Este observaba lo siguiente:

Como conservador y católico no soy partidario del capitalismo liberal, basado en una falsa noción de la libertad económica y de una idea de beneficio exclusivista [...] este capitalismo deshumanizado de tipo clásico es sólo una versión protestante del capitalismo, despejado de todos los elementos que pueden defenderle históricamente: el concepto del bien común, la aplicación de una ética fundamentada en la caridad [y remataba] La Iglesia de Dios [...] no puede ser aliada de Mammón.

Sobre Paz del Río, Delgado expuso la política que seguiría el gobierno, siguiendo las recomendaciones de la CEPAL en contra del criterio de Lauchlin Currie, en ese momento del Banco Mundial:

La reunión demostró [...] que Colombia es uno de los países americanos que puede producir hierro y acero a más bajos costos. Esto demuestra que no puede avanzarse mucho en la vieja concepción –tan ortodoxa entre algunos economistas norteamericanos– de que la industria pesada no tiene perspectivas ni posibilidades en los países subdesarrolladas. La Misión Currie, al condenar los proyectos de la Siderúrgica Paz del Río, y recomendar sólo una pequeña industria transformadora de chatarra, estaba doctrinariamente dominada por ese prejuicio [...] hay industrias que deben montarse aun cuando no sean costeables ni económicas.

La historia le daría toda la razón a Currie: después de 50 años de cambios frecuentes en la naturaleza de la empresa, su parte siderúrgica nunca fue verdaderamente rentable, y a la fecha las inversiones en su planta de cemento fueron las únicas que probaron ser sostenibles en el tiempo. Sin embargo, Sáenz retrata a Currie como estableciendo los nexos de subordinación del país a las instituciones multilaterales -en este caso al Banco Mundial- borrando este incidente que, en mi modo de ver, es frecuente entre los países y este tipo de agencias que les corresponde admitir decisiones soberanas de los países miembros.

Con relación a la ideología de Laureano Gómez, Sáenz hace una excelente exposición sobre sus virulentas posiciones en contra del protestantismo, como iniciador de la anarquía que acabó con la seguridad del catolicismo verdadero, contra las ideas liberales y la revolución francesa, y sobre su pretensión de reimponer el hispanismo como fuente de las virtudes de la nación colombiana [p. 127]. Fue notable la persecución contra los protestantes durante La Violencia, lo mismo que las duras críticas del gobierno norteamericano frente a la carencia de garantías de libre ejercicio religioso de las que responsabilizaba al gobierno, algo que la historiografía local no se ha interesado en destacar. No obstante, Sáenz agrega que a Gómez le correspondió tragarse su ideología y someterse a la política norteamericana de varias maneras.

La misma conformación de ECOPETROL, como la relata Sáenz, no es producto de la presión sindical, y la asume el Estado después de haber fracasado la posibilidad de que los empresarios antioqueños participaran en su capital accionario. Aunque Sáenz no lo explicita, es claro que el fervor del nacionalismo conservador es una explicación de la actuación del gobierno para no prolongar la concesión y para asumir plenamente la propiedad de la empresa. Las prebendas económicas ofrecidas a sus trabajadores estaban incorporadas en la filosofía corporativa católica, combinación de la caridad y la despreocupación por la incosteabilidad de las empresas públicas.

Otros elementos fuertemente intervencionistas que Sáenz no reconoce tienen que ver con la reasignación de funciones al Banco de la Republica, que pasó a ser definido como de fomento, minimizando su función de estabilizar los precios. En un ensayo de Mauricio Avella y mi persona afirmamos lo siguiente sobre ese proceso:

"El principal instrumento con que contaba el Banco de la República era la tasa de redescuento, pero ésta [...] se había fosilizado, pues desde 1933 no se variaba su nivel" [Meisel 1990, 423]. La tasa de redescuento sería abandonada como instrumento de política con la reforma de 1951, y se entraría a un sistema de control en el que se afectaban los agregados monetarios por medio de variaciones del encaje, el cual se encargaba de reprimir a los prestamistas de los bancos no favorecidos con créditos de fomento. El mercado interbancario de corto plazo quedó entonces condenado a la atrofia y el Emisor impedido de actuar en él por métodos indirectos. [...] El aumento del crédito de fomento se esterilizaba con encajes altos que reprimían el desarrollo de los mercados monetarios y de capital y aumentaba las tasas de interés no reguladas. Por lo tanto, se constituía en un factor que frenaba el crecimiento económico. La ausencia de mercados profundos privaba a todos los agentes de información fundamental sobre las condiciones de ahorro e inversión de la economía y no se podía medir la rentabilidad de los proyectos individuales contra una tasa de interés de cero riesgo o con distintos grados de riesgo. [De esta manera] las instituciones colombianas tienden a establecer reglas de juego distintas para cada jugador, reflejando una desigualdad estamental que impide el surgimiento de reglas objetivas compartidas por igual entre los ciudadanos, que sirvan de guía para tomar buenas decisiones productivas y financieras [Kalmanovitz y Avella 1998].

Uno podría inferir entonces que a partir de los gobiernos conservadores de Ospina y de Gómez, el país ha sido (es) orientado por un modelo económico que es corporativo, interventor en lo monetario y productivo, pero hay que agregar que es un estado muy pequeño porque se limita a muy bajos y evadibles impuestos. Esto me permite controvertir una de las tesis centrales del libro de Sáenz, a saber:

A pesar de la ideología antinorteamericana y antiliberal de Gómez, las realidades de la Guerra Fría llevaron a un reacomodamiento por el cual el gobierno norteamericano terminó trabajando con Gómez, sirviéndose de su anticomunismo a toda prueba y de sus concesiones para liberalizar la economía colombiana y facilitar la inversión de capitales privados, tal y como querían los Estados Unidos [pp. 18 y 19].

Sáenz incluso se apoya en mi libro Economía y nación, donde le resto peso a los elementos corporativos y muy antiliberales del Partido Conservador de la época.

Esta es una posición que he revisado en un artículo llamado "El modelo anti-liberal colombiano"1 donde reviso el intervencionismo económico y monetario como rasgos poco liberales, y en especial la estructura política del país, para concluir que se trata de un sistema lejano a la democracia liberal: predominio del ejecutivo y debilidad tanto del legislativo como del judicial, por lo tanto ausencia de frenos y balances, tributación sin representación y desequilibrio crónico de las finanzas públicas por la escasa tributación y débil resurgencia de los poderes locales después de 105 años de su sistemática supresión.

Un último punto que deseo resaltar es una concepción funcionalista en Sáenz que resulta persistente. Por funcionalismo entiendo -siguiendo a Elster- la forma como algunos investigadores tienden a otorgarle significado a un patrón de eventos que genera un resultado bueno o malo para un agente, y de contera le hallan una explicación. ¿Es aceptable explicar unos eventos mediante sus aparentes consecuencias? Esta forma de pensar está asociada al funcionalismo en ciencias sociales y a la idea de que existen fuerzas obscuras (o resplandecientes) detrás de todos los eventos fenómenos que siniestra (o milagrosamente) regulan la existencia. No hay una aceptación de la posibilidad de que los eventos estén desconectados entre sí, de que sean expresión desordenada de intereses contrapuestos y carentes de significado, de que no exista una finalidad sino una "contra-finalidad" en la historia, concebida como perpetua y aleatoria contradicción de cientos de intereses. Sobre todo, los analistas que encuentran la siniestralidad en las estructuras sociales no se preocupan por establecer los mecanismos de transmisión entre los eventos y sus consecuencias. Existen fines pero sin sujetos que los lleven a cabo. "Se trata de predicados que solamente tienen objetos, nunca sujetos." [Elster 1981].

Esta actitud está presente también en el libro anterior de Sáenz que en su momento reseñé,2 defendiendo su radicalismo como profundidad en el análisis, su seriedad y exhaustividad con las fuentes. No hay casi ninguna afirmación que no esté sólidamente sustentada. Defendí también su correcta apreciación de que el proteccionismo era una política que aparentemente beneficiaba a los productores industriales y agrícolas pero era nociva para el país.3 Ahora se me hace evidente que Sáenz tiene una concepción conspiratoria de la historia que no comparto: ni la ANDI actuó en ningún momento como una fuerza única, operando en un vacío de poder, que lograra alcanzar todos sus objetivos; ni tampoco el gobierno norteamericano pudo imponer sus estrategias e intereses al país, y mucho más lejano de la realidad es que lograra establecer un modelo liberal en lo económico y menos aun en lo político.

Salomón Kalmanovitz

Codirector del Banco de la República

NOTAS AL PIE

1 Kalmanovitz [2001]

2 Sáenz Rovner [1992]

3 Reseña que empieza así: "Eduardo Sáenz ha escrito un libro que se inscribe en una tradición radical. Esta tradición hoy se encuentra un tanto desubicada por la crisis del socialismo que no tiene que ser necesariamente crisis del pensamiento radical que, como su nombre lo indica, va a la raíz de las cosas y esto es un precepto necesario en toda aventura investigativa. Ir al fondo de los problemas es incluso una condición necesaria de aproximarse a la posible verdad que hay detrás de ellos y creo que esa condición la cumple el libro de Sáenz" [Kalmanovitz 1995].


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Delgado Barreneche, Rafael. 1952. Revista del Banco de la República, diciembre, 1291-1297.

2. Elster, Jon. 1981. "Snobs", reseña del libro de Pierre Bordieu, La disticntion: Critique Sociales du Judgement, London Review of Books, noviembre 5.

3. Kalmanovitz, Salomón. 1995. Anuario colombiano de historia social y de la cultura, n. 22. Bogotá, 196-198.

4. Kalmanovitz, Salomón y Avella, Mauricio. 1998. "Barreras al desarrollo financiero: las instituciones monetarias colombianas", Revista del Banco de la República, septiembre.

5. Kalmanovitz, Salomón. 2001. Las instituciones y el desarrollo económico en Colombia, Editorial Norma, Bogotá.

6. Meisel, Adolfo. 1990. "El Banco de la República 1946-1954 y la reforma de 1951", El Banco de la República. Antecedentes, evolución y estructura. Santa Fe de Bogotá, 1990, 423.

7. Sáenz Rovner, Eduardo. 1992. La ofensiva empresarial. Industriales, políticos y violencia en los años 40 Colombia, TM Editores-Ediciones Uniandes, Bogotá.


Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License