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Cuadernos de Economía

Print version ISSN 0121-4772On-line version ISSN 2248-4337

Cuad. Econ. vol.25 no.44 Bogotá June 2006

 


INSTITUCIONALISMO, REALISMO CRÍTICO Y CRÍTICA DE LA ECONOMÍA DOMINANTE

Matthew Wilson*

* Profesor del Departamento de Economía, Universidad de Denver. Publicado en el Journal of Institutional Economics, 1(2), 2005. Se publica con autorización del JOIE, traducción de Alberto Supelano. Enviar los comentarios al correo: matwilson@du.edu. Artículo recibido el 1 de febrero de 2006, aprobada su publicación el 1 de junio.


Resumen

Los realistas críticos han recibido gran apoyo dentro de las comunidades de investigación post-keynesiana y marxista, y es probable que la influencia del realismo crítico en el institucionalismo aumente en los próximos años. Los post-keynesianos y los marxistas mantienen discusiones sobre las fortalezas y las debilidades del realismo crítico. Los institucionalistas deben tener una discusión similar. Este escrito aborda una característica clave del programa realista crítico: su crítica de la economía dominante. En particular, critica el uso de los realistas críticos del concepto de clausura, y argumenta que el realismo crítico se equivoca al considerar que la ontología de la economía dominante es humeana. El propósito del artículo es promover la discusión crítica sobre el papel del realismo crítico en el institucionalismo.

Palabras claves: realismo crítico, institucionalismo JEL: B52.

Abstract

Critical realists have gained substantial support within post-Keynesian and Marxian research communities, and it is likely that critical realism's influence in institutionalism will grow in coming years. Post-Keynesians and Marxists have had ongoing discussions regarding the strengths and weakness of critical realism. Institucionalists should have a similar discussion. This paper addresses a key feature of the critical realist program: its critique of mainstream economics. In particular, it criticizes the use by critical realists of the concept of closure, and argues that critical realism is misleading in its identication of the ontology of mainstream economics as Humean. The purpose of the paper is to promote critical discussion regarding the role of critical realism in institutionalism.

Key words: critical realism, institucionalism. JEL: B52.

Résumé

Les réalistes critiques ont reçus un soutient important au sein des communautés de recherche post-keynésienne et marxiste, et il est probable que l´influence du réalisme critique dans l´institutionnalisme augmente dans les prochaines années. Les post-keynésiens et les marxistes entretiennent des discussions sur les points forts et les points faibles du réalisme critique. Les institutionnalistes doivent avoir une discussion semblable. Cet article aborde une caractéristique clé du programme réaliste critique : sa critique de l´économie dominante. Il critique, en particulier, l´usage du concept de clôture par les réalistes critiques, et argumente que le réalisme critique se trompe quand il considère que l´ontologie de l´économie dominante est humaine. Le but de l´article est de promouvoir la discussion critique sur le rôle du réalisme critique dans l´institutionnalisme.

Mots clés: réalisme critique, institutionnalisme JEL: B52.


La filosofía realista crítica económica se ha desarrollado desde comienzos de la década de 1980 y ha logrado cierta prominencia entre los marxistas y post-keynesianos. Recientemente los realistas críticos han hecho efectivas contribuciones a la economía evolutiva. Es probable que en el futuro el realismo crítico cumpla un papel mayor en el institucionalismo. Así sólo sea por esta razón, los institucionalistas deben saber algo de las doctrinas realistas críticas.

Existen razones adicionales por las que los institucionalistas se deberían interesar en la filosofía realista crítica. En primer lugar, algunos realistas críticos argumentan contra el uso de la modelación formal (principalmente matemática) en economía. No obstante, el “viejo institucionalismo” y el “nuevo institucionalismo” (que no sólo tienen orientaciones diferentes sino que se diferencian internamente) a veces utilizan modelos formales, y ambos han desarrollado tradiciones discursivas que no dependen de la modelación formal. Por ello, todos los institucionalistas se deberían interesar en los argumentos metodológicos que pretenden desacreditar el uso de la formalización en economía.

Segunda, dentro del programa del “viejo institucionalismo”, algunos institucionalistas defienden el conductismo psicológico (aunque no todos). Por ejemplo, a comienzos de la década de 1920 Clarence Ayres y Morris Copeland encabezaron el esfuerzo por introducir el conductismo en la economía institucional, para alejar al institucionalismo de la psicología de los instintos y hábitos que adoptó Veblen (Hodgson 2004a, 263-269, 394). El conductismo es una filosofía esencialmente positivista que se emplea como metodología de investigación en psicología (Taylor 1985, Hodgson 2004a). Además, es quizás el primer ejemplo de una metodología de investigación en las ciencias sociales basada en el positivismo de inspiración humeana, la filosofía más criticada por los realistas críticos. Por ello, el realismo crítico representa una crítica de esta variante histórica del viejo institucionalismo.

Tercera, Mirowski (1989) presenta lo que se puede considerar como una perspectiva alternativa al argumento realista crítico. Él argumenta que los fundamentos filosóficos de la economía neoclásica (un componente clave de la “economía dominante”) tienen un origen newtoniano y cartesiano. Otros autores también han argumentado que la teoría neoclásica es de índole cartesiana (Mini 1974, Koppl 1992). Este punto está potencialmente en conflicto con el argumento realista crítico, que sostiene que la economía dominante tiene origen en las ideas de causalidad de Hume.

Se podrían citar otros argumentos que fundamentarían aún más la relevancia de los argumentos realistas críticos (y de las críticas a estos) para el institucionalismo. Los tres que mencionamos aquí buscan motivar la discusión y no pretenden ser una lista exhaustiva de las conexiones posibles.

La estructura del artículo es la siguiente. La primera sección describe el argumento realista crítico contra la economía dominante y el uso de métodos formales. La segunda sección critica la pretensión de que la economía dominante teoriza clausuras que en realidad no existen. La tercera sección critica la implicación filosófica (a menudo implícita) del argumento realista crítico, es decir, que la economía dominante es de carácter humeano. La sección final presenta las conclusiones.

EL REALISMO CRÍTICO Y SU CRÍTICA DE LA ECONOMÍA DOMINANTE

La filosofía realista crítica económica toma en préstamo diversos términos, conceptos y teorías de la filosofía realista trascendental de Roy Bhaskar. De hecho, el realismo crítico se puede considerar como una forma de realismo trascendental. Lawson (1997, 2003) ha sido el principal exponente y cabeza del desarrollo de una filosofía realista crítica para la economía. Pero hay muchos otros colaboradores. Se han organizado varios simposios y se han publicado ensayos escogidos sobre el realismo crítico en economía, incluidos en el Cambridge Journal of Economics (2002) y el Journal of Post Keynesian Economics (1999) (Fleetwood 1999).

También hay muchas críticas al realismo crítico. Estas se concentran en el modelo transformacional de la acción social de Bhaskar (Baert 1996), en el uso del argumento trascendental de Bhaskar (Parsons 1999, Viskovatoff 2002), en los problemas del concepto realista crítico de “clausura” (Nash 2004) y en las debilidades, problemas e incompatibilidades asociadas con las pretensiones metodológicas del realismo crítico (Parsons 1996; Walters y Young 1999, 2001; Hands 1999; Viskovatoff 1998, 2003; Hodgson 2004b).

Para mantener el enfoque del artículo, me concentraré en un aspecto clave de la filosofía realista crítica económica, el concepto de clausura como origen de la crítica del realismo crítico a la economía dominante y al uso de métodos formales. Esta crítica fue desarrollada principalmente por Tony Lawson (1997, 2003) y contrasta con la opinión de otros realistas críticos que tienen más simpatía por la econometría y los modelos matemáticos en economía (Downward 2003, Wright 1994).

Lawson sostiene que hay un “conjunto generalizado de métodos”, que es responsable de la “incapacidad de la economía ortodoxa para explicar o esclarecer los fenómenos del mundo real” (Lawson 1997, 16). Es útil citarlo extensamente sobre este punto:

El “culpable” principal [ ...] es un modo de explicación que se puede llamar deductivista o, más en particular, la concepción de “leyes” (o de “resultados significativos” o de “formulaciones teóricas”) de la que depende en últimas la explicación deductivista. Esta concepción de las leyes se formula en términos de conjunciones constantes de sucesos [ ...] Es una interpretación de las leyes como (o dependientes de) relaciones constantes que conectan los resultados en el nivel del curso real de los sucesos. En esta concepción, las leyes, que a menudo se denominan “leyes de cobertura”, expresan regularidades de la forma “siempre que el suceso x entonces el suceso y ” [ ...] Es claro que en esta concepción deductivista, la explicación y la predicción equivalen a la misma cosa (ésta es la llamada tesis de simetría) [ ...] Podemos señalar, entre paréntesis, que esta teoría de la explicación también se conoce como el modelo de la ley de cobertura, la teoría de la explicación de Popper-Hempel [ ...] [ es decir] el modelo deductivo-nomológico o para abreviar modelo D–N (1997, 16-17).

Lawson pasa a argumentar que el deductivismo tiene origen en el empirismo de Hume (a veces llamado “realismo empírico”):

Históricamente, el estímulo para la concepción de la ciencia y la explicación en cuestión [ el deductivismo] proviene de una versión del positivismo que se origina en el análisis de la causalidad de Hume [ ...] La concepción positivista en cuestión explica que la realidad está integrada por los objetos de la experiencia o las impresiones que constituyen los sucesos atomistas. De hecho, debido a que en el positivismo la realidad se define esencialmente como lo que es dado en la experiencia, sigo a Bhaskar y a otros llamando realismo empírico a esa perspectiva de la realidad (Lawson 1997, 19).

Estos pasajes contienen los vínculos conceptuales fundamentales que constituyen la crítica realista crítica: (1) la economía dominante depende de los métodos deductivos; (2) el deductivismo es sinónimo de la teoría de la explicación de Popper-Hempel; y (3) el modelo D–N se origina en el empirismo de Hume y, por tanto, en el concepto de causalidad de Hume.

Pero qué es específicamente lo que hace que esta cadena de razonamientos sea una crítica? Aquí se pueden mencionar dos líneas de argumentación. Primera, los enunciados (1) a (3) implican que la economía dominante se origina en el concepto de causalidad de Hume. El filósofo Roy Bhaskar ha elaborado una crítica de la tradición humeana dentro de la que incluye a la teoría de la explicación de Popper-Hempel. Por implicación, la crítica del empirismo humeano de Bhaskar es válida contra la economía dominante. Sin embargo, como se señaló antes, no todos los realistas críticos están de acuerdo en que su crítica depende de que se caracterice a la economía dominante como humeana. Además, se ha cuestionado que los realistas críticos caractericen exactamente las concepciones del mismo Hume (Dow 2002).

Segunda, los realistas críticos argumentan que las conjunciones constantes de sucesos (es decir, los enunciados de la forma: siempre que x entonces y ) dependen de condiciones de clausura que normalmente sólo ocurren bajo control experimental. Dicen que fuera de esas condiciones de clausura, la realidad es un “sistema abierto”, donde los sucesos están determinados por mecanismos múltiples que posiblemente se compensan. En esta línea, los realistas críticos sostienen que los métodos matemáticos de análisis que se usan en la economía dominante son métodos de sistemas cerrados, que presuponen una ubicuidad de las clausuras sociales, aunque esas clausuras no existen en la realidad .

Los sistemas cerrados se identifican como “sistemas donde ocurre una conjunción constante de sucesos” (Bhaskar 1975, 14). A la inversa, los sistemas abiertos son “sistemas donde no predomina ninguna conjunción constante de sucesos” (1975, 13). Bhaskar critica el empirismo porque éste supone que las conjunciones constantes son necesarias para las leyes, aunque fuera de la astronomía los sucesos de interés para la ciencia ocurren en sistemas abiertos. Luego dice que las clausuras dependen de la actividad de la ciencia experimental. En palabras de Bhaskar:

El propósito de un experimento es conseguir que un mecanismo actúe aisladamente y registrar sus efectos. Fuera de un sistema cerrado, estos normalmente son afectados por la operación de otros mecanismos [ ...] de modo que no es posible una relación única entre las variables o una descripción precisa del modo de operación del mecanismo (Bhaskar 1975, 53).

Considera entonces que el concepto de sistema abierto quita piso al concepto humeano de causalidad, el cual depende de la conjunción constante de sucesos. Porque “decir que el antecedente es ejemplificado en un sistema abierto es lo mismo que decir [ ...] que dado el antecedente [ el suceso x ] , el consecuente [ el suceso y ] no se materializa” (Bhaskar 1975, 91).

Siguiendo a Bhaskar, Lawson basa su rechazo del concepto humeano de causalidad en el concepto de sistema abierto y, por tanto, en la independencia entre los mecanismos y los sucesos:

La independencia entre los mecanismos y los sucesos en los que ellos se basan es ilustrada por las hojas de otoño que están en fase con la acción de la gravedad porque también están sujetas a mecanismos aerodinámicos, térmicos y otros factores causales (Lawson 1997, 22).

Desde la perspectiva realista trascendental, sólo ocurren conjunciones constantes si esas otras influencias son constantes (normalmente bajo clausura experimental):

La mayoría de los resultados aceptados de la ciencia no son de la forma “siempre que el suceso x entonces siempre se sigue el suceso y ”, sino de la forma “siempre que el suceso x entonces siempre se sigue el suceso y , si se cumplen las condiciones e ”, donde las condiciones e normalmente equivalen a una especificación de la situación experimental (Lawson 1997, 27-28).

Esta línea del razonamiento lleva a la opinión de que “las conjunciones constantes de sucesos son de hecho muy raras, espacio-temporalmente limitadas y usualmente producidas de manera artificial” (Lawson 1997, 27). Por tanto, se piensa que las conjunciones constantes son raras o inexistentes en el dominio real, que rara vez está sometido a control experimental.

EL CONCEPTO DE CLAUSURA LOCAL: UNA EVALUACIÓN CRÍTICA

Los realistas críticos sostienen que los formalismos que se usan en la economía dominante requieren la imposición de condiciones de clausura para “garantizar una regularidad de sucesos del tipo que se busca” (Lawson 1997, 77-78). En oposición a esta práctica, el realismo crítico argumenta que el mundo social no parece ser “susceptible de una clausura local significativa” (1997, 109). Por ejemplo, respecto al análisis econométrico, Lawson dice que:

Una vez pasamos al dominio real, la evidencia indica que es un sistema abierto. Por ejemplo, si los cincuenta años de fracaso econométrico han demostrado algo, es que los aspectos de la realidad social que interesan a los economistas son abiertos y difícilmente susceptibles de clausura local; las regularidades de sucesos del tipo que los economistas buscan descubrir no existen (Lawson 1999, 221).

En contraste con esta pretensión, se puede argumentar que los fracasos de la econometría obedecen, en gran medida, al hecho de que las clausuras que se analizan son locales, mientras que los perímetros de la localización en el espacio-tiempo no se conocen de antemano. Consideremos este argumento en detalle.

Cuando un resultado econométrico se derrumba, hay dos hipótesis genéricas que pueden ser compatibles con el derrumbe observado. Primera, la correlación puede haber sido espúrea desde el comienzo. La correlación era una coincidencia o ambas variables fueron causadas por una tendencia común o quizás por una variable omitida. En ambos casos, se considera que la correlación entre las variables x y y no tenía una conexión causal directa, donde x causó a y .

Segunda, es posible que haya ocurrido lo que los econometristas llaman “cambio estructural”. Por ejemplo, los econometristas suelen aplicar técnicas (como la prueba de Chow o la técnica de variables dummy) ideadas para probar la hipótesis de “cambio estructural”. El cambio estructural implica que las correlaciones que se encontraron en un dominio espacio-temporal no se pueden encontrar en otros.

La primera de estas hipótesis, la correlación espúrea, es precisamente la inexistencia de la relación causal que inicialmente se supuso por hipótesis. La segunda es la hipótesis de la clausura local. Es decir, se encuentra que la hipótesis inicial es válida, pero solamente en un dominio espacio-temporal definido.

Ahora bien, al afirmar que los fracasos de la econometría se deben a la inexistencia de clausuras locales, el realismo crítico argumenta que todos los resultados econométricos son correlaciones espúreas. Tácitamente, este tratamiento no deja ningún papel a la hipótesis de cambio estructural.

No obstante, se puede considerar que la hipótesis de cambio estructural ofrece una explicación alternativa, quizás superior, para muchos de los fracasos de la econometría. Puesto que si la economía es susceptible de “cambios estructurales”, y normalmente esos cambios no se pueden predecir de antemano, entonces los resultados econométricos están expuestos a fallas impredecibles. Es decir, cuando una correlación previamente reportada se derrumba, se puede encontrar en retrospectiva que las conjunciones x-y involucradas dependían de condiciones estructurales (las cuales eran específicas de un dominio espacio-temporal particular). En general, esas condiciones no se pueden conocer de antemano. Por cierto, en el análisis econométrico, los marcadores espacio-temporales se suelen usar como proxies de estas condiciones desconocidas y a veces inobservables.

A pesar del carácter ad hoc de la manera como los econometristas identifican esos cambios estructurales, las clausuras involucradas parecen ser clausuras locales después de todo. Es decir, los fracasos de la econometría se pueden explicar, al menos en parte, como clausuras que se pensaba que eran universales, y que luego se llega a saber que son locales.

Señalemos dos puntos. Primero, toda clausura local se puede replantear idénticamente como una clausura universal. Es decir, una clausura local de la forma: “siempre que x entonces y , a condición de e ” (donde las condiciones de clausura, e , ocurren en algunos dominios espacio-temporales pero no en otros) se puede replantear idénticamente como una clausura universal de la forma: “siempre que x * entonces y”, donde x * = x e .Por supuesto, esas hipótesis de clausura universal son necesariamente conjeturales, porque nadie puede observar todos los casos posibles. A la inversa, la verdad de esas hipótesis no se puede descartar a priori simplemente porque pueden ocurrir evidencias contrarias, pero que aún no se han observado.

Segundo, decir en retrospectiva que una clausura que antes se consideraba universal ha pasado a ser local es decir que, a la luz de nueva evidencia, la clausura que se supuso hipotéticamente no corresponde adecuadamente a los hechos. Esta circunstancia no significa necesariamente que la clausura teorizada inicialmente careciera de la estructura de una clausura local. Tampoco significa que la clausura local teorizada posteriormente carezca de forma incondicional. En tales casos, una clausura local reemplaza a otra clausura local (o una conjunción universal reemplaza a otra conjunción universal, dependiendo de cómo se la mire).

Así, muchos de los fracasos de la econometría se entienden fácilmente como manifestaciones de cambios estructurales combinados con la incapacidad para predecir tales cambios. Es decir, esos fracasos obedecen no tanto a la falta completa de clausuras locales, sino al hecho mismo de que las clausuras sociales son locales, mientras que los perímetros de lo local (es decir, las restricciones espacio-temporales) no se conocen de antemano.

Conectemos ahora este argumento con el análisis de Nash (2004). Nash argumenta que la noción realista crítica de semirregularidad depende tácitamente del concepto de clausura. Parece que el tipo de clausura involucrado toma la forma general de una clausura local. Consideremos que es cierto.

Lawson sostiene que las semirregularidades son comunes en la realidad sociable (1997, 204- 209). Él las define de la siguiente manera:

Una semirregularidad [ ...] es precisamente una regularidad parcial de sucesos que indica, prima facie, la actualización ocasional, pero menos que universal, de un mecanismo o tendencia en una región definida del espacio-tiempo. La pauta no será estricta si los factores que hacen contrapeso dominan a veces o codeterminan con frecuencia los resultados de manera variable (1997, 204).

Así, una semirregularidad es una secuencia x–y que ocurre “en una región definida del espacio-tiempo” pero no en otras. Siendo ese el caso, deben existir algunas condiciones en las que la secuencia x–y ocurre realmente (y sin las cuales no ocurre). Además, no parece irrazonable considerar que el dominio espacio-temporal en el que la secuencia x–y es estable constituye una clausura local .

Para ver esto, recordemos que dichos dominios espacio-temporales son proxies de condiciones estructurales desconocidas. Pues lo que impide la realización universal de la secuencia x–y son los “factores potencialmente compensadores” y no los diferentes dominios espacio-temporales per se .

Esto parece indicar que la semirregularidad toma la siguiente forma general: siempre que x entonces y , a condición de los “factores”. Ahora bien, con esto en mente, planteemos una pregunta clave. ¿Cómo se diferencia una regularidad local de una regularidad de sucesos estricta?

Como se señaló antes, el realismo crítico sostiene que las regularidades de sucesos estrictas ocurren únicamente en raras condiciones de clausura, tales como las que se consiguen bajo clausura experimental:

La mayoría de las conjunciones constantes de sucesos que se consideran significativas en la ciencia sólo ocurre de hecho en las condiciones restringidas de control experimental [ ...] las conjunciones constantes de sucesos son en realidad muy raras, espacio-temporalmente limitadas y por lo general producidas artificialmente (Lawson 1997, 27).

Pero, en vista de este argumento, ¿por qué las regularidades de sucesos estrictas no son clausuras locales? Es decir, si la regularidad de sucesos estricta toma la forma general: “siempre que x entonces y , a condición de e ”, parece entonces que las condiciones ‘ e ' (por ejemplo, la clausura del laboratorio) establecen una clausura local. En efecto, la regularidad de sucesos estricta es justamente la clausura local.

Por qué importa esto? Como discutimos antes, el concepto de semirregularidad depende tácitamente del concepto de clausura. Este concepto es, evidentemente, el mismo concepto de clausura local. Además, se dice que las semirregularidades son comunes, pero que las regularidades de sucesos estrictas son raras. Pero si las semirregularidades y las regularidades de sucesos estrictas toman la misma forma, la de la clausura local, el contraste entre regularidad de sucesos estricta y semirregularidad se derrumba en el nivel de lo que Lawson llama “estructura de enunciados explicativos” (1999, 225).

Aquí surge un problema adicional, que los realistas críticos evidentemente no han identificado. El realismo crítico sigue al realismo trascendental en la distinción entre objetos intransitivos de conocimiento (las cosas que se conocen mediante teorías) y objetos transitivos de conocimiento (las representaciones teóricas mismas). Esta dicotomía plantea un problema al argumento realista crítico, que sostiene que los economistas de la corriente dominante teorizan clausuras que no existen. El problema es que el realismo crítico no ofrece ningún criterio para distinguir entre un objeto inadecuado de conocimiento , es decir, un objeto que teoriza inadecuadamente a un objeto de conocimiento que existe realmente, y un objeto falso de conocimiento , es decir, un objeto que teoriza a un objeto putativo de conocimiento que no existe.

Este problema puede ser importante debido a que parece indicar un conflicto interno al argumento realista crítico. Lawson argumenta que las semirregularidades son comunes (Lawson 1997, 204-213). También argumenta que “ las regularidades de sucesos del tipo que los economistas buscan descubrir no existen ” (Lawson 1999, 221). Pero, como plantea Nash (2004), el concepto de semirregularidad depende tácitamente del concepto de clausura. Si existen semirregularidades por descubrir, es evidente entonces que las clausuras sociables existen después de todo. Admitiendo esto, se puede argumentar, no obstante, que dichas clausuras han sido conceptualizadas deficientemente por la economía dominante, pero el realismo crítico argumenta que, en general, las clausuras que identifican los economistas de la corriente dominante no existen. Este tratamiento parece arbitrario en vista de que se sostiene que las semirregularidades son comunes y de que no se ofrece ningún criterio para distinguir entre teorías inadecuadas y teorías falsas .

EL AMARRE FILOSÓFICO DE LA CRÍTICA DEL REALISMO CRÍTICO

En la sección anterior se desarrolló una crítica a la pretensión realista crítica de que la economía dominante teoriza clausuras que no existen. Esta sección investiga el amarre filosófico que apoya esa pretensión.

Como se señaló antes, los realistas críticos argumentan que la economía dominante es de carácter humeano. Pero por lo general evitan enunciados como “los economistas de la corriente dominante son empiristas humeanos”. La idea parece ser más bien que los economistas de la corriente dominante han sido influidos de manera muy general por una concepción de la ciencia que proviene en últimas de Hume. Por lo tanto, la influencia (putativa) de Hume entra en escena a través de métodos aceptados acríticamente y no por una adhesión consciente a los preceptos.

Esta conexión humeana se ve más fácilmente en la pretensión de que los economistas de la corriente dominante se dedican a teorizar enunciados de la forma “siempre que x entonces y ”. De acuerdo con el realismo trascendental, la preconcepción metafísica que da origen al empirismo de Hume es el “determinismo de la regularidad”. Esta preconcepción se ha descrito como el supuesto de que “la clausura es la regla universal de la naturaleza” (Bhaskar 1975, 67). ¿Qué significa esto? Recordemos que la clausura se identifica con la ocurrencia de una conjunción constante de sucesos. Así, el determinismo de la regularidad significa que la realidad está constituida por una ubicuidad de conjunciones constantes, de la forma “siempre que x entonces y ” (1975, 69), que el “mismo (tipo de) suceso tiene el mismo (tipo de) causa” (1975, 70); y que “todo suceso tiene una y sólo una causa” (1975, 73).

Se advierte cierta ambigüedad en estos enunciados, puesto que “conjunción constante” significa evidentemente que el suceso causal, x , es, respectivamente, causalmente suficiente, causalmente necesario o causalmente necesario y suficiente para el consecuente, y . No me detendré aquí para explorar las causas probables y las consecuencias de esta ambigüedad, excepto para indicar que la interpretación adoptada depende significativamente de que la teoría de la explicación de Popper-Hempel entre en el ámbito del empirismo post-humeano.

Ahora bien, si se fuera a conceptualizar la metodología de investigación humeana, ¿a qué se parecería? Evidentemente, en general (si no universalmente) se aplicaría la fórmula de conjunción constante, como esbozo metafísico o patrón preconcebido para análisis sustantivos. Así es, por cierto, como los realistas críticos definen al “deductivismo”:

Desde esta perspectiva [ del deductivismo] , las leyes, que a menudo se denominan “leyes de cobertura”, expresan regularidades de la forma “siempre que el suceso x entonces el suceso y ” (Lawson 1997, 17).

Así, la preconcepción humeana definitiva (el determinismo de la regularidad) se integra directamente en la definición realista crítica del deductivismo.

En el espíritu de la crítica inmanente, en este punto se pueden registrar dos críticas fundamentales contra la pretensión de que la economía dominante es de carácter humeano. (i) Muchas de las premisas que se usan en las teorías dominantes son premisas a priori, no premisas empíricas. Además, estas premisas a menudo aparecen para postular estructuras causales que no se reducen a realidades. (ii) si los economistas de la corriente dominante fueran deductivistas post-humeanos, entonces cosificarían y universalizarían las condiciones de clausura. En consecuencia, no teorizarían en primer lugar las condiciones de clausura. Consideremos estos argumentos por separado.

(i) Las teorías económicas dominantes, como las teorías neoclásicas, suelen basar sus argumentos en premisas que son a priori, no en premisas empíricas. Ilustremos esta afirmación recurriendo a un estudio de caso incluido en Fleetwood (2001), quien argumenta explícitamente que el deductivismo está enraizado congruentemente en el empirismo humeano. Él da el ejemplo de la teoría de los salarios de eficiencia. De acuerdo con esa teoría, un trabajador elegirá haraganear si y sólo si la utilidad esperada en el período de vida de un empleado haragán ( V es ) excede a la de un empleado no haragán ( V en ).

De acuerdo con Fleetwood, esta afirmación toma la forma de una conjunción constante de sucesos: “siempre que el suceso x ( V es > V en) entonces el suceso y (holgazanear)” (2001, 206).

El problema de este ejemplo es que, hablando estrictamente, una expectativa no es un suceso empírico. En consecuencia, un empirista humeano auténtico no haría ninguna referencia a ella. Por ejemplo, alguien que no sea conductista podría decir que: “el perro de Pavlov ha sido condicionado para esperar un obsequio siempre que suene la campana, y su expectativa lo lleva a salivar siempre que la escucha sonar”. Pero un empirista verdadero, tal como un conductista, reduciría esta proposición a: “siempre que la campana suena, el perro de Pavlov saliva”. Aquí el concepto de “expectativa”, que es ocasionado por el “condicionamiento” del perro, se mantiene como estructura causal inobservable. Las expectativas de otro ser nunca son directamente observables, y las expectativas propias son observables únicamente a través de la introspección y, por tanto, son no “empíricas” en este sentido.

Desde este punto de vista, la interpretación de Fleetwood de este estudio de caso es forzada, por ejemplo, cuando afirma que las premisas a priori involucradas (en análisis tales como el de la teoría de los salarios de eficiencia) se usan para generar “conocimiento científico” mediante ningún otro medio que el modo humeano:

En modelos de juguete [ que tienen premisas a priori] , el conocimiento científico es generado por conjunciones constantes de sucesos, pero puesto que estos últimos se integran implícitamente en el modelo como premisa a priori, no se manifiestan explícitamente como en el caso de las relaciones empíricas de los modelos econométricos. Se podría concluir entonces (incorrectamente) que el conocimiento científico es generado por algo distinto de las conjunciones constantes de sucesos (Fleetwood 2001, 206).

Este argumento pasa por alto el punto clave de que algunos conceptos a priori (como las expectativas probabilísticas) que se usan en las teorías dominantes no se refieren, hablando estrictamente, a sucesos empíricos (ni siquiera a sucesos hipotéticos). Aquí uso el término “empírico” en el sentido específico de que dichos conceptos no se refieren a nada externamente observable. Además, la insistencia general en los conceptos, las teorías y los métodos basados en evidencias externamente observables es el rasgo distintivo de la concepción positivista de la ciencia. Por ejemplo, durante los primeros años del siglo veinte, los psicólogos conductistas “alegaban que la conciencia, la intención, la sensación y la introspección eran conceptos “anticientíficos” porque no se podían observar directamente. El conductismo promovió una visión positivista de la ciencia y se concentró [ ...] en el comportamiento empíricamente manifiesto. Descartaron como anticientífico todo lo que no se podía medir y probar directamente mediante experimentos” (Hodgson 2004a, 265-266).

Además, las expectativas probabilísticas, las curvas de indiferencia y las isocuantas son juzgadas fácilmente como “estructuras” no observables. De hecho, la observación de que los economistas usan ampliamente tales conceptos “a priori” se podría considerar como una excelente razón para rechazar la crítica realista crítica. A este respecto, se puede observar que la duradera retórica del positivismo en economía ha tenido muy poco respaldo, en términos de teorías y prácticas reales (McCloskey 1994).

Se podría responder, como reconoce Taylor (1985), que incluso el proyecto conductista en psicología falló para cumplir totalmente los ideales del positivismo. De acuerdo con Taylor, las preconcepciones positivistas del conductismo lo llevaron a reprimir o a disfrazar sus referencias a estructuras inobservables, en vista de que no se podían eliminar dichas estructuras. Pero no se debe pensar que este fracaso indica que todo en la vida intelectual califica como positivismo fallido. Se puede considerar que los primeros años del conductismo establecieron el estándar (para determinar que las teorías y prácticas de investigación son empiristas) a través de la intensidad de sus esfuerzos para reprimir toda referencia a estructuras inobservables y mediante su inflexible concepción positivista de la ciencia.

En la práctica, los empiristas terminan introduciendo sus preconcepciones metafísicas por la puerta trasera (Viskovatoff 2003). Siendo ese el caso, no es posible decir inequívocamente que una tradición de investigación es totalmente empirista o racionalista (o alguna otra cosa). Sin embargo, es posible y significativo hacer juicios sobre el carácter dominante de una tradición de investigación, por ejemplo, examinando el linaje de sus influencias conceptuales, las motivaciones y circunstancias de sus principales practicantes y el patrón de desarrollo de las preconcepciones y prácticas que predominan dentro de las comunidades de investigación.

No obstante su retórica positivista, los programas de investigación dominantes en economía, como la economía neoclásica, han dependido tradicionalmente de estructuras inobservables, por lo general matemáticas. Se han hecho algunos intentos para purgar a la teoría neoclásica de estas estructuras. Algunos de ellos, como el paso a la teoría de las preferencias reveladas, no tuvieron mucho éxito para reprimir las estructuras inobservables, como se aprecia fácilmente en la misma frase “preferencia revelada”. Además, lejos de eliminar, reprimir o disfrazar sus estructuras matemáticas, conceptos tales como las curvas de indiferencia y las isocuantas han sido celebrados durante mucho tiempo como conceptos fundamentales de la economía neoclásica moderna.

Los realistas críticos a veces han reconocido que la economía dominante da una explicación estructurada de los fenómenos del mercado. Pero hacen la salvedad de que no se puede hacer mucho con este uso de las estructuras:

No niego que los economistas de la corriente dominante pueden emplear la retórica de las estructuras [ ...] Sin embargo, la necesidad de formular resultados de la forma “siempre que esto entonces eso” en términos de realidades, para que siempre se puedan hacer deducciones/predicciones de sucesos o estados de cosas, limita lo que se puede hacer con este análisis. Si se postula una capacidad de esta clase [ como la racionalidad] , entonces, para proceder en la modelación deductivista (normalmente formalista), se debe suponer que siempre se ejerce esta capacidad en una situación dada y que su actividad es invariablemente efectuada o actualizada (Lawson 1999, 224).

El problema de este argumento es que descarta tácitamente una importante interpretación alternativa. En contra de esta opinión, es posible argumentar que la retórica de la economía (en el sentido peyorativo de que carece de sustancia) ha sido durante mucho tiempo la retórica del positivismo. Contra Lawson se puede argumentar que las estructuras postuladas en la teoría neoclásica, como las curvas de la indiferencia y las isocuantas (así como conceptos más elaborados, como la teoría del equilibrio general), figuran de manera más prominente en los hábitos de pensamiento “dominantes” que cualquier supuesto compromiso con el positivismo.

Al ignorar esta perspectiva alternativa, el argumento de Lawson está muy cerca de evadir la pregunta de si la economía dominante es o no realmente “deductivista” en el sentido de Hume. Si los economistas de la corriente dominante siguieran ciega y realmente el deductivismo post-humeano, entonces sí tendrían que suponer que las capacidades son regularmente actualizadas (presumiblemente en un patrón regular) . Porque decir que una estructura se manifiesta regularmente en un patrón invariable es lo mismo que decir, en otras palabras, que la estructura es conceptualmente superflua, es decir, que se reduce a una regularidad de sucesos. Pero, en esta implicación del argumento realista crítico nada establece que los economistas de la corriente dominante realmente intentan hacer esto. Porque si los economistas redujeran las estructuras a regularidades de sucesos, todo su aparato de curvas de indiferencia e isocuantas se tornaría superfluo, puesto que estas estructuras se reducirían a conjunciones invariantes de precios y cantidades observables de artículos comprados y vendidos.

(ii) Como se dijo antes, una práctica difundida en la economía dominante es la de postular condiciones de clausura. Consideremos un ejemplo donde las condiciones de clausura son importantes.

Se dice que la curva de demanda de un consumidor individual, que se deriva de la función de utilidad, depende de la constancia de los determinantes de la demanda distintos del precio. Es decir, para que ocurra una conjunción constante entre las variables observables –el precio y la cantidad demandada– tendría que existir una constancia real de los determinantes distintos del precio (el ingreso, los precios de otros bienes, etc.). Esta formulación parece tener la forma general de una conjunción restringida (o clausura local): siempre que x entonces y , a condición de e ; donde x = precio, y = cantidad demandada y e = indica la constancia de los factores determinantes distintos del precio.

Ahora bien, si la economía dominante fuera de carácter humeano, ¿por qué empezaría postulando condiciones de clausura? Recordemos la premisa que está en la base del determinismo de la regularidad (y, por tanto, del deductivismo), que “la clausura es la regla universal de la naturaleza” (Bhaskar 1975, 67). En forma análoga, “[ sólo una clausura universal es congruente con el concepto empirista de ley como regularidad empírica universal” (1975, 91). En otras palabras, un humeano auténtico está comprometido a cosificar y universalizar las condiciones de clausura. Por tanto, ¿por qué un deductivista post-humeano empieza postulando condiciones de clausura?

Si las condiciones de clausura se postulan como tales, por implicación se entiende que su realidad no es universal. La postulación de condiciones de clausura se puede considerar, por tanto, análoga al reconocimiento de la actividad de la ciencia experimental. Es decir, en el argumento de Bhaskar contra el empirismo de Hume, se sostiene que el empirista está obligado a reconocer la actividad de la ciencia experimental. Pero esa actividad (establecer clausuras experimentales) es ininteligible sobre la base de la ontología humeana, que supone que “la clausura es la regla universal de la naturaleza”. Como dice Bhaskar, “En general, si una clausura ha sido establecida artificialmente tampoco puede ser universal” (ibíd., 91).

Pero se puede considerar que la práctica de postular condiciones de clausura, que no difiere del reconocimiento de la actividad de la ciencia experimental, es un dilema para el empirista. Porque la actividad de teorizar las condiciones de clausura es ininteligible si se supone que “la clausura es la regla universal de la naturaleza”. Al teorizar condiciones de clausura es evidente que el economista de la corriente dominante no está suponiendo que la clausura es la regla universal. Porque se entiende que si las condiciones de clausura teorizadas no se realizan, la conjunción x–y no ocurrirá aunque se repita la condición x . ¿En qué difiere esto de lo que los realistas trascendentales denominan sistema abierto?

Hay una diferencia esencial entre la crítica del empirismo humeano de Bhaskar y la crítica realista crítica de la economía dominante. La primera comienza con enunciados epistemológicos explícitos y deduce la ontología humeana. Cuando el humeano reconoce la actividad de la ciencia experimental tiene un conflicto y está obligado a retractarse de la epistemología empirista. Pero el realista crítico considera dadas las prácticas dominantes y no empieza con enunciados epistemológicos explícitos. Por tanto, cuando dichas prácticas, como la de postular condiciones de clausura, están en conflicto con el empirismo humeano, el realista crítico es el que enfrenta el dilema. Pues los compromisos humeanos (putativos) del economista de la corriente dominante carecen de toda identificación independiente de las prácticas dominantes reales. Además, lejos de establecer que la teoría dominante es esencialmente humeana, la práctica de teorizar condiciones de clausura se puede considerar como un fuerte contrapeso contra esa interpretación.

CONCLUSIONES

Como conclusión me gustaría examinar brevemente un punto de vista alternativo acerca de los temas que se abordan en este escrito. Puede ser que el problema de la teoría social no sea la falta de conjunciones constantes. Los desafíos conceptuales fundamentales provienen de la circunstancia de que al menos algunos sucesos causales no se repiten y quizás no puedan repetirse. En términos más abstrusos, el problema no es la falta de constancia de la conjunción entre sucesos sino la irrepetibilidad de algunos sucesos causales. Kenneth Boulding dijo una vez que algo que ocurrió realmente tiene que haber sido posible. Si aún estuviera entre nosotros, estoy seguro de que estaría de acuerdo en que sucesos que una vez fueron posibles pueden haber dejado de ser posibles. Por ejemplo, el retorno al dominio de los dinosaurios sobre la faz de la tierra no es una posibilidad real. La razón, por supuesto, no es que dadas todas las mismas condiciones causales a veces se siga un resultado diferente. Parece ser más bien que dejan de ser posibles las mismas condiciones. Por tanto, los sucesos causales involucrados no se repiten.

Más allá de esto, defiendo una interpretación crítica alternativa de la economía neoclásica que no depende de la pretensión de que el neoclasicismo reduce las estructuras a realidades. En mi opinión postula, en cambio, una clase errónea de estructuras, estructuras mecánicas en vez de estructuras evolutivas. Comparto la afirmación realista crítica de que esas estructuras mecánicas no dejan un papel importante a las instituciones ni a la “agencia humana”. Pero, en mi opinión esto no es una consecuencia de la reducción de las estructuras a realidades. Es más bien una consecuencia del carácter mecánico de las estructuras descritas. De hecho, lejos de presumir que la realidad observable es apoyada en todas partes por una estructura matemática inobservable, es probable que una metodología auténticamente humeana condene dicha preconcepción ontológica que, en retrospectiva, es quizás más plausiblemente cartesiana en su carácter y en su pedigrí.


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