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Cuadernos de Economía

Print version ISSN 0121-4772On-line version ISSN 2248-4337

Cuad. Econ. vol.24 no.45 Bogotá Dec. 2006

 

EL ESTADO SOCIAL DE BIENESTAR, MÁS ALLÁ DE LA IDEOLOGÍA *


Jeffrey D. Sachs

* Tomado de http://progecon.wordpress.com/2006/11/14/jeffrey-sachs-conversion/, 16 de octubre, 2006. Traducción de Alberto Supelano.


Unos impuestos más altos y unas "redes de protección"social fuertes son contrarios a una economía de mercado próspera?

Hoy se dispone de evidencia.

Uno de los grandes desafíos del desarrollo sostenible es el de combinar los deseos de prosperidad económica y de seguridad social de la sociedad. Durante muchas décadas los economistas y los políticos han debatido en torno de cómo reconciliar el innegable poder de los mercados y el reaseguramiento de la seguridad social. Los ofertistas estadounidenses pretenden que la mejor manera de lograr el bienestar para los estadounidenses pobres es alentar el rápido crecimiento económico, y que los mayores impuestos necesarios para financiar altos niveles de seguridad social detendrían la prosperidad. El economista austriaco Friedrich von Hayek, partidario del libre mercado, sugirió en la década de 1940 que una alta tributación sería un "camino a la servidumbre", una amenaza para la misma libertad.

La mayor parte del debate en Estados Unidos se ve oscurecida por los intereses creados y por la ideología. Pero hoy existe un registro empírico abundante para juzgar científicamente estos asuntos. La evidencia se puede encontrar comparando un grupo de economías de mercado relativamente libre que tienen tasas de impuestos y gastos sociales bajos o moderados con un grupo de Estado de bienestar social que tienen tasas de impuestos y gastos sociales altos.

No es coincidencia que los países de bajos impuestos e ingreso elevado sean principalmente de habla inglesa, que comparten un linaje histórico directo con la Gran Bretaña del siglo diecinueve y sus teorías del laissez faire económico, entre ellos Australia, Canadá, Irlanda, Nueva Zelanda, el Reino Unido y Estados Unidos. Los Estados con impuestos altos e ingreso elevado son las democracias sociales nórdicas, en especial Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, que han sido gobernadas por partidos socialdemócratas de centro izquierda durante todo o buena parte del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Estos países combinan un respeto saludable por las fuerzas del mercado con un fuerte compromiso con los programas contra la pobreza. Los gastos presupuestales con propósitos sociales son en promedio de cerca del 27 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en los países nórdicos y de apenas el 17 por ciento del PIB en los de habla inglesa.

FRIEDRICH VON HAYEK ESTABA EQUIVOCADO

En promedio, los países nórdicos superan a los anglosajones en la mayoría de los indicadores de desempeño económico. Sus índices de pobreza son mucho menores y el ingreso nacional por habitante en edad de trabajar es mayor. Las tasas de desempleo son aproximadamente iguales en ambos grupos, sólo ligeramente más altas en los países nórdicos. La situación presupuestal es más sólida en el grupo nórdico, con mayores superávit como porcentaje del PIB.

Los países nórdicos mantienen su dinamismo a pesar de los altos impuestos en diversas formas. Aún más importante, gastan pródigamente en investigación y desarrollo (I&D) y en educación superior. Todos ellos, pero especialmente Suecia y Finlandia, se han dedicado a extender la revolución en la tecnología de la información y las comunicaciones y a utilizarla para ganar competitividad global. Suecia gasta cerca del 4 por ciento del PIB en I&D, el porcentaje más alto del mundo en la actualidad. En promedio, las naciones nórdicas gastan el 3 por ciento del PIB en I&D, en comparación con un 2 por ciento en las naciones de habla inglesa.

Los Estados nórdicos también se han esforzado por mantener unos gastos sociales compatibles con un sistema económico de mercado abierto y competitivo. Las tasas de impuestos al capital son relativamente bajas. Las políticas del mercado de trabajo pagan a los individuos menos calificados y a los que tienen dificultades de empleo para que trabajen en el sector de servicios, en áreas claves para la calidad de vida como el cuidado de los niños, la salud y el apoyo a los ancianos e inválidos.

Los resultados para las familias que están en el nivel inferior de la distribución de ingresos son increíblemente buenos, especialmente en contraste con la negligencia malintencionada por la que hoy pasa la política social estadounidense. Estados Unidos gasta menos que casi todos los países ricos en servicios sociales para los pobres e inválidos, y recibe lo que paga: el índice de pobreza más alto entre los países ricos y una explosión de la población carcelaria. En realidad, mediante la evasión deliberada del gasto público en salud, Estados Unidos recibe mucho menos de lo que paga, debido a que su dependencia de la atención médica privada ha llevado a un sistema destartalado que produce resultados mediocres con costos muy altos.

Von Hayek estaba equivocado. En las democracias sólidas y vigorosas, un Estado social de bienestar generoso no es un camino a la servidumbre sino a la justicia, la igualdad económica y la competitividad internacional.


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