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Cuadernos de Economía

Print version ISSN 0121-4772

Cuad. Econ. vol.32 no.59 Bogotá Jan./June 2013

 

EL PROFESOR HOMERO CUEVAS SOBRE MARX Y LOS CLÁSICOS: UNA EVALUACIÓN CRÍTICA

José Félix Cataño Molina1

1 Doctor en Ciencias Económicas. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad de los Andes. E-mail: felixcatano@yahoo.fr. Dirección de correspondencia: Cra 30 N. 45-06. Edificio 311, tercer piso, sala de profesores Facultad de Ciencias Económicas (Bogotá,Colombia).

El autor agradece al profesor Andrés Álvarez por sus inteligentes anotaciones, las cuales permitieron mejorar este artículo; y a Álvaro Gallardo por recordarle la doble función de la medida en Smith.

Este artículo fue recibido el 28 de enero de 2013, la nueva versión el 21 de febrero de 2013 y su publicación aprobada el 11 de marzo de 2013.


Resumen

El profesor Homero Cuevas diagnosticó que la teoría del valor clásica, atribuida a Smith, Ricardo, Marx y Sraffa, estaba incompleta o mal terminada, y que tal problema se solucionaba retomando una idea keynesiana sobre la medida de las magnitudes económicas en términos de trabajo asalariado. En el presente ensayo se muestra que este diagnóstico es equivocado, dado que se tergiversa el contenido de la teoría del valor clásica (una teoría del intercambio y no una macroeconomía), no ayuda a percibir la originalidad de la teoría del valor de Marx (un enfoque monetario y no uno real) y malinterpreta la solución de Sraffa contenida en su mercancía patrón.

Palabras clave: teoría económica en Colombia, teorías de los precios, historia del pensamiento económico.

JEL: B12, B14, B24, B31.

Abstract

Professor Homero Cuevas diagnosed that the content of the classic value theory attributed to Smith, Ricardo, Marx, and Sraffa was incomplete or inadequately finished, and that such problem was addressed by exploring a Keynesian idea about the economic magnitudes in terms of labor wage. In the present essay the veracity of this diagnostic is wrong, given that the content of the classic value theory (an exchange theory and not a macroeconomic theory) is distorted, and it misrepresents Sraffa's solution contained within his commodity standard.

Keywords: Economic theory in Colombia, price theories, history of economic thought.

JEL: B12, B14, B24, B31.

Résumé

Le Professeur Homero Cuevas avait diagnostiqué que la théorie classique de la valeur, attribuée à Smith, Ricardo, Marx et Sraffa, était mal achevée, et que ce problème pouvait être résolu, reprenant une idée de Keynes sur la mesure de l'économie en termes de quantités de travail salarié. Cet essai montre que ce diagnostic est faux, car il dénature le contenu de la théorie classique de la valeur (une théorie de l'échange est différente á une théorie macroéconomique), et il n'aide pas à percevoir l'originalité de la théorie de la valeur de Marx (une approche monétaire et pas une approche réel) et, finalement, sa thèse n'aide pas comprendre l'idée de Sraffa contenue dans sa solution de la marchandise étalon.

Mots clés : théorie économique, théorie des prix, histoire de la pensée économique.

JEL : B12, B14, B24, B31.


INTRODUCCIÓN

En Cataño (2003) se afirmó que:

Homero Cuevas se ha distinguido en Colombia por proponer interpretaciones y algunas soluciones sobre algunos problemas de la teoría económica pura, principalmente aquellos originados en la tradición clásica y marxista (precios de producción, transformación de valores a precios, mercancía patrón, teoría de la renta) [. . .] esta empresa personal y solitaria sólo puede despertarnos un sentimiento de admiración (p. 16).

Tras su lamentable desaparición, hoy se reitera esta posición. En efecto, H. Cuevas se atrevió en un primer momento, además de su enseñanza continua de los principios generales de la economía y de su actividad de consultor en asuntos económicos, a proponer una lectura particular sobre los contenidos de la escuela clásica (incluyendo, también allí, a Marx y a Sraffa) que lo condujeron a formular algunas "soluciones" sobre ciertos "errores" o "malentendidos" que en su diagnóstico sufría esa escuela de pensamiento.

Más adelante, se interesó en dilucidar los posibles puentes entre clásicos y neoclásicos con el fin de encontrar un modelo general unificado, que podría extenderse para incorporar, según su parecer, elementos adicionales como las rentas por recursos especiales, capital humano y selección de técnicas. Indudablemente, su vasta obra merece que sea analizada por varios especialistas, que aprovechen sus reflexiones y que hagan un balance de ella. Este trabajo solo pretende volver sobre las propuestas teóricas que H. Cuevas avanzó sobre los aspectos centrales de la teoría del valor de los Clásicos y Marx, y sobre las cuales tuvimos un desacuerdo general, tal como se conoció en varios ensayos y ahora se presenta en forma de síntesis2.

LA INTERPRETACIÓN DE H. CUEVAS DEL NÚCLEO DE LOS CLÁSICOS Y MARX

Se pueden resumir en siete puntos, lo esencial de la posición de H. Cuevas sobre los clásicos y Marx:

1. La unidad teórica de la escuela clásica se debería establecer alrededor de una problemática presumiblemente anunciada por Adam Smith en el capítulo quinto de la Riqueza de las naciones, es decir, la búsqueda de la medida invariable o "precio real" de la riqueza comercial de la sociedad moderna. Al respecto, H. Cuevas afirmó:

Es uno de los grandes méritos de los economistas clásicos el haber planteado en forma explícita y sistemática la necesidad de una medida de los valores diferentes del dinero, pues las propias variaciones de éste lo incapacitan para actuar como una medida invariable y [. . .] ello no puede sino distorsionar el significado económico de las magnitudes que intervienen en el proceso de medición (Cuevas, 1992, p. 366).

Además, señaló que:

Se trata de [saber] si el valor absoluto [en términos de trabajo] del producto global o producto nacional es relevante como concepto y como magnitud de análisis económico [. . .] que fue el tema dominante de la economía clásica y de Marx (Cuevas, 1986, p. 59).

2. En la interpretación de H. Cuevas, la búsqueda de esa medida en unidades de trabajo se constituye, entonces, en el objetivo de la teoría clásica del valor, la cual no sería sino una teoría de la evaluación o contabilización de la riqueza global en términos de las cantidades de trabajo que le dieron origen. En Cuevas (1992) se reiteró este enfoque:

En síntesis, Ricardo como Smith (y más tarde Marx) llega a establecer como fundamento esencial de su teoría la medición de todos los ingresos y de todos los valores en general en términos de trabajo humano, aunque las vías por las cuales llegaron a la misma conclusión estos tres autores pueden haber sido diferentes (p. 399).

Por tanto, Cuevas (1986) reduce la teoría del valor-trabajo a un asunto de medida:

En el fondo, el postulado clásico de la teoría del valor trabajo se reduce a la ecuación [M/T = d]; donde M es la cantidad de dinero y T la cantidad de trabajo vivo]. Es decir, puesto que el valor agregado real es la magnitud de trabajo vivo agregado en el proceso productivo, el deflactor implícito del ingreso nacional es M/T = d (p. 181).

En resumen: un mundo monetario, puesto a priori, debe deflactarse en términos de unidades de trabajo para lograr medir su real dimensión. Las magnitudes en unidades de trabajo no anteceden al dinero sino que son una consecuencia.

3. La reiteración de H. Cuevas por la escogencia del trabajo como la unidad de medida del ingreso nacional se apoya (y este punto es central) en su lectura de la macroeconomía de Keynes. Siguiendo a Cuevas (2003):

Cataño pasa por alto las diferencias con Smith así como la versión de Keynes, cuando en pleno siglo XX adoptó la teoría del valor trabajo en términos macroeconómicos similares a los de Smith. Y la planteó como la única con la precisión requerida para el análisis teórico, utilizando unidades de empleo en oposición a los métodos usuales de deflactación del ingreso nacional monetario por índices de precios. Claro está mi versión sigue a las de Smith y Keynes [. . .] (p. 50).

4. Con estas premisas, el contenido tradicional de la teoría de los precios como determinación de las proporciones entre bienes queda eliminado, para ser sustituido por la teoría de la correcta medida del ingreso nacional

Basta aquí subrayar [. . .] que para la economía política de Adam Smith, Ricardo y Marx el problema de la proporción en que se cambian entre sí las cosas es un problema vacío y en ningún sentido constituye el objetivo específico de la investigación de su teoría de los precios, que no es otro que establecer las leyes que regulan la distribución del producto entre las clases en la economía capitalista (Cuevas, 2003, p. 128, énfasis fuera del original).

O también, en un texto en el cual tuvo la gentileza de responder a una crítica anterior, escribió:

Mi versión es no sólo distinta sino opuesta a la de Ricardo y Marx. Y no podría ser de otra manera porque Ricardo, a pesar de su genialidad y de contar con la impecable versión macro-económica de Smith, optó por unos insostenibles malabares micro-económicos ensamblados en los precios de unos pocos bushells de trigo y unas onzas de oro. Los cuales fueron sustituidos por unas pocas levitas y unas varas de lienzo en la versión de Marx, cuando decidió seguir a Ricardo en sus malabares suicidas (Cuevas, 2003, p, 50, énfasis fuera del original).

Así, más allá de presuntamente explicar el salario o la tasa de beneficio, la teoría del valor clásico no es una teoría del intercambio mercantil entre agentes poseedores de riqueza material, sino la búsqueda de la determinación de la medida real del producto global.

5. Esta posición conduce a una crítica a la otra alternativa formulada en el seno de la teoría clásica: la mercancía patrón de Piero Sraffa.

El conflicto de fondo entre el sistema de precios de Marx y el de Sraffa se produce en el momento mismo de convertir tales precios relativos, que son idénticos en los dos sistemas, a precios absolutos [. . .]. Sraffa, en vez de recurrir, en este paso crucial, a las unidades de trabajo, recurre a la mercancía patrón. [. . .] La mercancía patrón de Sraffa es incoherente en su propia lógica (Cuevas, 1986, p. 164, énfasis fuera del original).

Aquí Sraffa y Marx son lo mismo en el tema de precios relativos, pero distintos en los "precios absolutos" (que dependen de la medida escogida).

6. Al tenerse en cuenta las consideraciones anteriores, se anuncia que están reunidas las condiciones para resolver acertadamente el antiguo problema marxista de la relación entre "el valor" y "los precios", es decir, fácilmente puede obtenerse la transformación "correcta", tan deseada por los marxistas:

Es cierto que los coeficientes técnicos solos determinan la tasa de ganan- cia y los precios relativos. Pero, en cambio, es falso que determinan los precios de producción, los cuales, para poder cumplir su cometido explicativo, tienen que estar medidos en una unidad absoluta, real y con contenido intrínseco: el trabajo, en el caso de Smith, Ricardo y Marx (Cuevas, 1986, p. 162).

7. Existe una unidad central de la evolución del análisis económico:

Cuando los Neoclásicos acepten las once proposiciones básicas formuladas en el primer capítulo de La economía clásica en renovación borrarán las diferencias con los Clásicos. Por otra parte, si el modelo resultante fuese bautizado con un nombre nuevo, o conservase el de Clásico, o el de Neoclásico, es indiferente para la validez teórica de tales proposiciones. Es más, en el mismo capítulo concluí: "Superados esos problemas, y ojalá algún día ello se lograra, tal distinción perdería su utilidad y su significación. En ese caso declinaría cualquier posibilidad de sostener la alternativa aquí propuesta para el término [clásico]" (Cuevas, 2001, p.13).

Al reflexionar sobre estos siete puntos se puede apreciar que ellos comprometen una visión especial sobre cuestiones importantes en la teoría económica general, dado que se reinterpreta el contenido de las teorías del valor, clásica y marxista, para situarlas como una tentativa de medición del ingreso nacional, al cual hay que darle una solución sugerida en la macroeconomía monetaria Keynesiana y aparentemente presente en Smith. Así, Keynes permitiría entender correctamente a los clásicos mientras que el origen de la equivocación de algunos teóricos del valor y los precios como Ricardo, Marx, Sraffa, Arrow y Debreu, se origina en su desvío hacia "malabares microeconómicos" del intercambio de mercancías individuales. Al final, con algunas correcciones, clásicos y neoclásicos, podrían aceptar ser partícipes de una misma teoría, es decir, Smith, Ricardo, Marx, Arrow, Debreu, y por ende, H. Cuevas, podrían ser parte de una misma matriz de pensamiento.

ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS POSICIONES CITADAS DE HOMERO CUEVAS

Las interpretaciones y soluciones que H. Cuevas propuso tienen tanto de desafío intelectual como de equivocación. Desafío porque retaron una visión de la evolución analítica del pensamiento económico clásico y del contenido propio de las teorías del valor, tal como en su tiempo estaban siendo discutidas a nivel internacional. Equivocación, porque como se verá en adelante, no hay bases reales para sostener que las tesis defendidas por H. Cuevas, sobre los clásicos y Marx, sean correctas.

Para explicar esta conclusión, se presentará otra visión que es más adecuada para comprender las cuestiones básicas de la ciencia económica.

Una visión alternativa

La metáfora de "la mano invisible" de Smith indica que para el pensamiento liberal del siglo XVIII es deseable, frente a la supuesta ineficiencia del régimen estatista del mercantilismo, un mundo económico donde los individuos privados e independientes se armonicen o se autorregulen, intercambiando bienes sin intervención del Estado. Los economistas tomaron esta problemática y quisieron darle un fundamento para encontrar las condiciones para construir una economía mercantil viable, que defendiera el interés individual y que no exigiera regulación política en su funcionamiento.

En este orden de ideas, las teorías del valor o de los precios relativos son las conjeturas intelectuales que se van a proponer para racionalizar este mundo ficticio. Su objetivo es dar, en primer lugar, la ley de las proporciones entre bienes: los precios, los cuales determinarían los poderes económicos de los agentes en su actuación en los intercambios libres; y en segundo lugar, sustentar la idea de autorregulación de los mercados.

Sacando al dinero del comienzo del análisis, se crea en la teoría un espacio económico sin el Estado, tal como lo quería Smith, dejando allí a los individuos privados realizar sus intereses por medio de los intercambios en los mercados, que en estos términos toman la forma de relación entre bienes, de acuerdo con unos precios relativos. Esto explica que la teoría del valor se presente como la teoría de la armonización de intereses entre sujetos propietarios de bienes, cuyo estudio se dividirá en dos partes. Primero, determinación de las proporciones entre los bienes (en equilibrio o en desequilibrio), de acuerdo con unas fuerzas o magnitudes económicas (costo de producción, y oferta y demanda) que en su esencia no son monetarias. En segundo lugar, estudio de la técnica de transacción utilizada una vez los precios se han determinado. Así Smith habla de economía del trueque y de economía monetaria, de precios reales y de precios monetarios, dualidad repetida por los neoclásicos y la mayoría de los economistas, excepto Marx y Keynes.

Smith abrió el camino al afirmar que los precios de equilibrio o "naturales" podían determinarse por las condiciones estructurales de la sociedad (salario, ganancias, rentas, a su nivel "natural"). Esta es la "situación natural" de los clásicos, existente por fuera del funcionamiento mismo de los mercados, y por ende, del dinero que solo tendría el papel de facilitar la realización de los intercambios frente a una realidad inicial que sería el trueque.

Por su parte, Ricardo afianzó el enfoque clásico al proponer que el costo o dificultad de producción en trabajo explicaba las proporciones "naturales" que determinaban los precios relativos de equilibrio entre los objetos reproducibles "a voluntad". Al poner el trabajo como el criterio para determinar el costo de producción, el trabajo contenido aparecía como la magnitud económica, que independientemente del dinero, y por ende del Estado, ligaba una mercancía con otra como ley intrínseca del valor de las mercancías. Frente al obstáculo de la desigualdad de composiciones de capital, Ricardo y Marx se enfrentaron a la conclusión lógica de que si los precios de equilibrio eran los de la igualdad de tasas de ganancia para todos los productores, los trabajos incorporados en cada bien no eran las magnitudes adecuadas para determinar esos precios.

Esta fue la crisis analítica e histórica de la teoría del valor-trabajo clásica y marxista. Marx creyó salvar la teoría clásica por medio de su algoritmo de "transformación" de valores en precios de producción. El fracaso de la alternativa marxista rápidamente se diagnosticó (por Bohm-Bawerk, Bortkiewics, Sweesy), pero hubo que esperar la década de 1960 y 1970 para que se hiciera patente3.

Frente a la debilidad intrínseca de la teoría del valor-trabajo, se desarrollaron otras dos grandes alternativas:

1. Los marginalistas y los walrasianos modernos por medio de Arrow y Debreu mostraron que era posible resolver el asunto de las proporciones de equilibrio entre bienes en un modelo, incorporando funciones de oferta y demanda, y un bien o conjunto de bienes como numerario. Las magnitudes monetarias, como en Ricardo, tampoco hacen parte esencial de la relación demostrada entre las mercancías. Por tanto, el estudio analítico de la existencia del dinero, la teoría monetaria básica, se convierte en el tema de la integración del dinero a la teoría del valor, la cual sirve como premisa. Es la tesis antigua, sugerida por Smith en el capítulo IV de La Riqueza de las Naciones: el intercambio de mercancías explica el dinero, pero el dinero no explica el intercambio.

2. Sraffa (1966) presenta un modelo de inspiración clásica, neoricardiano, en el cual se logra demostrar matemáticamente la existencia de precios de equilibrio, a partir de las condiciones producción y distribución. En este caso las magnitudes originales no son monetarias sino físicas. Su numerario es la mercancía patrón o mercancía homotética (aquella que se produce con una cantidad de ella misma) y su introducción se justifica ante la necesidad de medir la variación de los precios frente a los cambios en la distribución en un modelo estático.

Las soluciones anteriores son formulaciones de proporciones entre bienes -los "malabares microeconómicos" despreciados por H Cuevas-, a fin de demostrar que los intercambios no eran arbitrarios y que había fuerzas o magnitudes que las determinaban, por fuera del dinero o de las instituciones. En estas dos soluciones hay siempre dos temas, lo determinante del valor y la expresión "invariante" del valor.

Es respecto del segundo tema que aparece la "medida invariable" de los precios, propuesta por Smith. Además de la ley que rige las proporciones entre objetos dados a priori se estudia la "medida invariable" que exprese correctamente las variaciones eventuales de dichas proporciones. Explicar el nivel y la expresión de los precios son dos cuestiones diferentes, al igual que sucede con los fenómenos del frío o del calor: una cosa es explicar por qué se da una temperatura alta y otra en qué unidades se registra -en grados centígrados o en Fahrenheit, por ejemplo-.

En esta visión, el quinto capítulo de la Riqueza de las naciones, que trata del "precio real" de las mercancías, no es el anticipo de una macroeconomía monetaria, como creyó H. Cuevas. Es la continuación de la exclusión del dinero de la teoría del valor, una vez que ésta última se ha postulado. Como se ve al comienzo del capítulo IV de Smith, el punto inicial es una división del trabajo sin dinero. Este último, como medio de cambio general, en su forma de oro, superaría la ineficiencia del trueque planteada en el capítulo IV, es decir, que el dinero está en los intercambios, pero no en la explicación del valor. Por eso, una vez que Smith aparta el dinero de la teoría (y así relega al Estado), abre el estudio de la ley de los precios como mera relación entre bienes:

Pasaré a examinar las reglas que siguen los hombres cuando intercambian sus bienes por dinero y con otros bienes [y define que el valor de cambio] es la capacidad de comprar otros objetos que confiere la posesión de tal objeto. [Y aquí termina diciendo] Para investigar los principios que regulan el valor de cambio de las mercancías, intentaré mostrar: Primero, cuál es la medida del valor de cambio. Segundo, cuáles son las distintas partes integrantes del precio real (Smith, 1776, p. 113).

Viendo lo anterior, con Smith nacen las teorías del valor, el estudio de los "malabares" entre el trigo y el oro, y no de la macroeconomía. En efecto, lo que Smith argumenta es que una riqueza privada (el oro), aunque se usa en la economía real, para el análisis no es conveniente como patrón de los precios de las proporciones entre las mercancías y los contratos de ingreso. En lugar del oro, propone el trabajo, cuyo valor está presente en forma del salario. Es la tesis de la riqueza "real" contra la riqueza "nominal" de los propietarios de riqueza heredada o producida4.

Ricardo le rechaza a Smith tal escogencia con el criterio de que una medida variable, el precio del oro, no puede ser reemplazada razonablemente por otra medida variable, aunque su cambio dependa de otras leyes (la fijación de la canasta de consumo). La historia del análisis conoce lo que siguió: Ricardo propone una mercancía invariable sin demostrar su existencia empírica y teórica y le tocará a Sraffa resolver el asunto con su mercancía patrón, ahora construida como mercancía homotética (los bienes básicos se producen por ellos mismos), elaborada matemáticamente en las buenas proporciones.

Si se sigue esta visión de la evolución de la teoría del valor clásica no se encuentra razón para proponer que un tema de la macroeconomía keynesiana sea la clave para la reconstrucción correcta de las posiciones de Smith, Ricardo, Sraffa y Marx, en los temas de la teoría del valor. En efecto, lo que se identifica es que la teoría del valor clásica inicial se centra efectivamente en los intercambios privados y que la teoría del valor quiere mostrar que las dimensiones económicas que ligan las mercancías se pueden determinar sin incorporar el dinero. Las magnitudes económicas no se dan entonces en términos monetarios, sino en términos físicos. Ahora bien, la vieja teoría del valor-trabajo fue paulatinamente reemplazada, en virtud de la consciencia del fracaso de Marx y los marxistas ortodoxos, por el modelo de precios de Sraffa, en el cual se pueden estudiar a Smith o Ricardo, como casos especiales, o por el modelo walrasiano de Equilibrio General5.

Esta historia tiene un efecto que debió intrigar a H. Cuevas: la magnitud trabajo puesta en Ricardo como elemento de la producción, desaparecía en Sraffa como componente central -como medida y determinante de los precios-, para aparecer solo como unidades que están presentes en la distribución del producto, al recibir salarios. En efecto, el trabajo en Sraffa se convierte en una variable de la distribución y no de la producción, al tiempo que las mercancías tienen una dificultad o costo de producción, sin que para su conocimiento sea necesario acudir al trabajo.

Respecto al asunto de la medida, ella se estudia en el modelo estático frente a los cambios en la distribución y no en la evolución temporal en la que Smith temía la desvaloración del dinero-oro. Aquí la mercancía patrón de Sraffa cumple el papel sin poder ser atacada como injustamente el profesor H. Cuevas se aventuró hacerlo, al no darse cuenta que Sraffa la construye solo a partir del "sistema económico patrón" y no desde un sistema de producción completo que reúne bienes básicos y no básicos6.

Se puede juzgar la distancia de la solución de H. Cuevas frente a la evolución de la teoría clásica de los precios y al marxismo. En primer lugar, mientras los ricardianos perfeccionaban su modelo saliendo con Sraffa en 1960, de la limitación de las diversas composiciones de capital y expulsando el trabajo como determinante o medida de los precios, H. Cuevas se empecinaba, equivocadamente, en enarbolar un argumento keynesiano para denigrar de la microeconomía clásica y reinstalar el trabajo como algo esencial en el modelo clásico.

En otras palabras, mientras Sraffa superaba las dificultades de Smith y Ricardo, por fuera de la óptica neoclásica, guardando la perspectiva ricardiana del predominio de la producción sobre el mercado, H. Cuevas regresaba a Smith para atacar a Sraffa y a Ricardo, con el criterio de que los estudios de los precios individuales era algo "vacío", que había un error en la mercancía patrón y que la clave de la teoría del valor trabajo se limitaba a poner el trabajo como medida de los valores7.

Por otra parte, en la historia del pensamiento económico, se conoce que en un principio, al no discutirse el carácter monetario del valor de Marx, el estatus de la teoría del valor marxista apareció dependiendo de que se propusiera una "correcta" transformación. Los sraffianos como Steedman (1977) le dijeron a los marxistas, en su libro Marx after Sraffa, que la salvación estaba en abandonar el problema y acoger la solución de Sraffa para los precios, dado que estos se determinan sin depender de la magnitud "trabajo general". Muchos marxistas aceptaron: Meek, Dobb, Dumenil, Napoleoni, por ejemplo 8.

Otros, también concluyeron que efectivamente no había solución por la vía de "la transformación", pero que la alternativa marxista no se lograba por medio de la propuesta hecha por el neo-ricardianismo, sino planteando una nueva interpretación a la formación del "trabajo social" de Marx y para lograr una ruptura radical del marxismo con la tradición ricardiana en la concepción del valor. Esto es la base de las posiciones heterodoxas de Benetti y Cartelier en Francia y sobre la cual hemos levantado mucho de nuestros argumentos9. Frente a todo esto, H. Cuevas prefirió obstinarse en que la teoría de la mercancía era un tema sin contenido pertinente, "vacío", y que un deflactor correcto en términos de trabajo, sugerido por Keynes, era la solución, no solo para Marx, sino para corregir la teoría clásica de los precios. La teoría del valor, como teoría de la relación comercial, se despreciaba para enaltecer un tema macroeconómico.

El apoyo en Keynes

Para legitimar su posición contra los "malabares" equivocados de las teorías del valor de Ricardo y Marx, H. Cuevas acude a Keynes en su razonamiento macroeconómico. Se aclarará este punto interrogando al mismo Keynes. En primer lugar, es claro para Keynes que la microeconomía es diferente a la macroeconomía.

[Los tratados de teorías del valor se refieren principalmente a] la distribución de un volumen dado de recursos empleados en diferentes usos y a las condiciones que supuesta esta cantidad de recursos determinan su remuneración relativa y el precio relativo de los productos (1943, p 16).

Por el contrario, Keynes anuncia en su Teoría General que su tema no es teoría del valor sino teoría del ingreso global:

Este libro, por otra parte, se ha convertido en lo que es: sobre todo, en un estudio de las fuerzas que determinan los cambios en la escala de producción y de ocupación como un todo. [. . .] Así nos acercamos a una teoría general, que incluye como caso particular la teoría clásica que conocemos bien (1943, p. 10, subrayados fuera del original).

Como es claro en el texto de Keynes, la "teoría clásica" no es una teoría del precio, sino una macroeconomía anterior a la suya, aquella que indica que el sistema económico capitalista posee y alcanza un equilibrio general que incorpora necesariamente el pleno empleo, dado que se aceptan tres ideas: la Ley de Say, un mercado de trabajo competitivo y la teoría cuantitativa del dinero.

Una conclusión se deriva de inmediato. Keynes, que era de formación marshaliana, no discute ni se apoya en la teoría de los precios clásica, sino que discute la macroeconomía de los que reiteran la fe Smithiana en la fuerza auto-reguladora del sistema capitalista, hacia el producto potencial de pleno empleo cuando no está afectado por fricciones o imperfecciones. Por tanto, explícita o implícitamente en la formulación de Keynes no hay ningún vínculo con la teoría del valor de Smith y, por el contrario, critica la confianza en las virtudes del sistema de mercado proveniente de la metáfora de la Mano Invisible.

Si esto queda claro, entonces se entiende que el tema de la medida en unidades de trabajo proviene de su preocupación macroeconómica y nunca de una discusión de la teoría del valor.

De acuerdo con Keynes:

Cuando con fines descriptivos o de comparación a grandes rasgos deseamos referirnos a un crecimiento de la producción, debemos apoyarnos en el supuesto general de que el nivel de ocupación asociado a cierto equipo productor será un índice productor del total de la producción resultante. [. . .] al tratar de la teoría de la ocupación me propongo, por tanto, usar solamente dos unidades fundamentales de cantidad, a saber, cantidades de valor en dinero y cantidades de ocupación. La primera es estrictamente homogénea y la segunda puede hacerse que lo sea [. . .] tomando una hora de empleo del trabajo ordinario como unidad y ponderando una hora de trabajo especial proporcionalmente a su remuneración (Keynes, 1943, p. 46).

La diferencia de problemáticas es clara: en Smith, y los otros teóricos del valor, se trata de los "malabares microeconómicos" de la teoría del intercambio, en la cual se explica la formación de los valores particulares. En Keynes, se trata de la medición de las variaciones del volumen global de la producción, dada a priori en términos monetarios, en cantidades de empleo creado. La posición de Keynes no depende de alguna teoría del valor y no intenta sustituir la teoría del valor como teoría del intercambio en una economía comercial por una macroeconomía con valor-trabajo. Por tanto, H. Cuevas no tenía autorización analítica para utilizar la idea macroeconómica de Keynes para recomponer los presuntos desvíos de la teoría del valor de Smith, Ricardo, Marx y Sraffa.

Aquí cabe perfectamente una conclusión del historiador francés G. Deleplace:

En el capítulo 4 de la Teoría General, Keynes observa que se puede remplazar las magnitudes medidas en dinero por magnitudes medidas en unidades de empleo. Para lograrlo, basta dividir las magnitudes monetarias por la tasa salarial monetaria por unidad de trabajo. Esto no significa por lo tanto que él adhiera a la teoría del valor trabajo de Smith, Ricardo o de Marx. Se trata simplemente de una medida particular de las magnitudes económicas, algo útil para estudiar ciertos problemas precisos, y no alguna determinación de estas magnitudes por alguna teoría del valor, sobre la cual Keynes no toma posición en su obra (1999, p. 291, énfasis fuera del original)10.

La posición sobre Marx

Cuando H. Cuevas plantea su "transformación correcta", no lo hace para reivindicar una simpatía por el marxismo, como tal vez lo hacía una mayoría de los académicos contestarios en los años 1970 y 198011. Lo hacía, así se cree, para enaltecer la idea de Keynes y criticar a Ricardo y Sraffa. Para mostrarlo, se puede volver al texto citado anteriormente, en el cual H. Cuevas resumió su pensamiento:

Mi versión es no sólo distinta sino opuesta a la de Ricardo y Marx. Y no podría ser de otra manera porque Ricardo, a pesar de su genialidad y de contar con la impecable versión macro-económica de Smith, optó por unos insostenibles malabares micro-económicos ensamblados en los precios de unos pocos bushells de trigo y unas onzas de oro. Los cuales fueron sustituidos por unas pocas levitas y unas varas de lienzo en la versión de Marx, cuando decidió seguir a Ricardo en sus malabares suicidas. [. . .] Claro está, mi versión sigue a las de Smith y Keynes (2003, p. 50).

Lo que ahora se quiere criticar es la interpretación sobre la teoría del valor de Marx que H. Cuevas promovió a lo largo de sus exposiciones y que merece una mención especial. En efecto, con esta interpretación se hace creer que Marx, hundido en los "malabares" microeconómicos, por medio del estudio de la relación entre levitas y lienzos, es un simple repetidor de Ricardo y que por esta vía no se consigue nada interesante.

La similitud con el autor de Principios estaría en dos aspectos. En primer lugar, que la idea de trabajo como componente del valor, es la misma en los dos autores. En segundo lugar, que Marx y Ricardo parten del estudio de la relación entre bienes. Ambas aseveraciones no son correctas. Con respecto al primer aspecto, centrado en la transformación de valores a precios, tal como se discutía en la década de 1960 y 1970, era normal que el valor económico clásico se considerara dado, como una magnitud establecida por las condiciones de producción, por fuera de lo que sucedía en el mercado. Era la idea de que el trabajo empleado era de inmediato una unidad de valor creada; sin embargo, con respecto al valor de Marx, H. Cuevas en su libro "Valor y sistema de precios", tuvo una duda, dado que afirmó que el autor de El Capital explicaba que:

El valor simplemente encierra el carácter social o colectivo de todo trabajador individual que aparece a primera vista como un trabajo privado e independiente [. . .]. El valor no encierra sino la conciliación del carácter abiertamente privado del trabajo con su carácter inexorablemente social (1986, p. 35).

Esta referencia al valor como una "conciliación" entre lo privado y lo social es de gran importancia para nuestra lectura, ya que en primer lugar, se acepta la existencia de dos trabajos diferentes y, en segundo lugar, abre la posibilidad de pensar que si la conciliación entre ellos no se realiza, algunos trabajos privados no se convierten en "valor", al no transformarse en unidades de trabajo social. Citando el capítulo X de El Capital, del tomo III, H. Cuevas muestra también que Marx evocó las diferencias entre trabajo complejo y trabajo simple, entre trabajo individual y trabajo colectivo, entre trabajo individual y trabajo medio, lo que confirmaría el interés de Marx por plantear que el trabajo constituyente del valor no era algo evidente ni era, mucho menos, el punto de partida del análisis.

Estas anotaciones "heterodoxas", sin embargo, no le sirvieron para nada a H. Cuevas puesto que, en realidad, concluye que sólo la idea de trabajo dado en la producción es lo que importa para el análisis. Para confirmarlo basta citar la interpretación hecha por H. Cuevas cuando afirma que:

Marx se encarga [. . .] de reinstalar en la teoría las cantidades de trabajo que efectivamente entran en la producción de cada mercancía individual, las cuales constituyen la única definición coherente del valor (1986a, p. 286).

De esta manera, el trabajo privado desaparece del escenario de la interpretación de H. Cuevas, y en consecuencia, en adelante solo va existir trabajo homogéneo, el cual debe entenderse como "la suma de todos los trabajos individuales como fuerza de trabajo colectiva" (1986b, p. 425)12.

De esta forma, según H. Cuevas, al igual que Ricardo, Marx considera que las cantidades de trabajo, la base del valor, no son un resultado sino una premisa, contrario a la tesis del autor de El Capital, más interesante y más original, anunciada así:

[En el intercambio de mercancías] no se parte del trabajo de los individuos en calidad de trabajo comunitario, sino, a la inversa, de trabajos particulares de individuos privados, los cuales sólo en el proceso de intercambio, y por suspensión de su carácter originario, se revelan como trabajo social general. De ahí que el trabajo social general no sea una premisa acabada, sino un resultado en devenir (Marx, 1980, p. 29).

Esto significa que antes de proceder a discutir o solucionar la transformación de los valores a precios, era necesario explicar la formación de los valores en el intercambio, en lugar de postularlos13. En lo que se refiere al segundo aspecto, que el intercambio o "malabares suicidas" de Marx es entre bienes, lienzos y levitas, como el de Ricardo, nada puede estar más distante del enfoque de Marx. Esto se revisará a continuación haciendo consideraciones detalladas.

La teoría de la mercancía es para el autor de El Capital el procedimiento para dar cuenta del contenido y la forma de la relación social mínima en una sociedad comercial: el intercambio entre agentes autónomos e independientes realizados por medio del vínculo monetario. En Marx, la circulación de las mercancías no es, como aparece en una perspectiva ricardiana, el traspaso de un bien de manos del productor al consumidor real, bajo la condición de que este entregue otro bien, sino algo diferente. Por el contrario, se trata de la teoría de la relación comercial que explica cómo en una sociedad de productores independientes –sin centralización en la toma de decisiones–, aparece necesariamente estructurada en una red de relaciones monetarias, por medio de la cual, los trabajos privados se socializan, es decir, asumen un estatus social que en un principio no poseían.

Por lo tanto, la idea central que debe retomarse y desarrollarse es la del "salto mortal" de las mercancías –enunciada apenas por Marx en el Capítulo III de El Capital–, con base en la diferencia entre trabajo privado y trabajo social –la cual es desconocida por Ricardo14–, y seguir a Marx cuando afirma que, en razón de la disparidad entre los dos tipos de trabajo (privado y social) el vínculo en el comercio es el dinero15. En el mercado no se encuentran dos poderes sociales frente a frente sino un producto privado y un producto social, que es el dinero. En este sentido, el intercambio no es un traspaso de dos poderes de compra, postulados antes de la relación, entre dos comerciantes. En realidad, es la formación del poder social de los agentes productores de las mercancías privadas, gracias a las compras que los otros, los consumidores, hacen al entregar unidades monetarias al productor. Este es el contenido de la idea marxista del "salto mortal" de los productores, mientras que la tesis del intercambio entre mercancías es la reintegración de la fábula del trueque, inexistente en la teoría de Marx16.

Adicionalmente, Marx se esforzó por mostrar que la relación entre el lienzo y la levita hace parte de su teoría monetaria, esto es de las Formas del valor, algo desconocido por Ricardo y no visto por H. Cuevas. La Forma I del valor, no es una relación entre dos mercancías sino la relación primaria entre una mercancía privada y el dinero, la mercancía social. El párrafo siguiente de Marx es explícito:

Las dos mercancías heterogéneas A y B, en nuestro ejemplo el lienzo y la chaqueta, desempeñan aquí, dos papeles diferentes. El lienzo expresa su valor en la chaqueta; la chaqueta hace las veces de material para dicha expresión del valor. La segunda mercancía funciona como equivalente, esto es, adopta una forma de equivalente (1945, p. 60, énfasis fuera del original).

Es claro que en lugar de que Marx herede la visión ricardiana de la teoría del valor como relación entre bienes, como afirmó H. Cuevas, Marx postule que la relación de intercambio es asimétrica: por un lado el propietario de un bien privado y el propietario de un poder social, en la forma del objeto monetario. La mercancía dinero no es igual a la mercancía privada: la primera es a priori un poder social de adquirir todas las mercancías, la segunda es solo un valor en potencia, pero no efectivo. Afirmar que el dinero es la condición de la socialización de las mercancías privadas (y, por ende, de los trabajos privados) es la originalidad de Marx con respecto a Smith y a Ricardo y, por eso, en lugar de postular el trabajo social el marxismo necesita desarrollar la formación del aspecto social (el valor), de los objetos mediante el intercambio monetario17.

Por lo tanto, si se acepta –como lo hacía H. Cuevas– que Ricardo y Marx se equivocaron y desviaron la teoría económica en los "malabares suicidas" de la teoría del intercambio, lo que se pierde es algo de gran consideración: no solo la importancia de la teoría del valor para la constitución de la teoría económica desde el siglo XVIII, antes de la macroeconomía keynesiana o clásica, sino también el debate que hace Marx a la teoría del intercambio mercantil de los clásicos, sobre lo que es una sociedad comercial, enfatizando en que el intercambio comercial es una relación monetaria entre sujetos. Es decir, es perderse la idea de que el dinero es la condición de las mercancías y de que el intercambio comercial es por naturaleza una relación monetaria. Nada de esto está ni en Smith y ni en Ricardo, ni tampoco en los neoclásicos. Ahora se puede ver más claro que antes, que H. Cuevas no entendió la crítica de la economía política propuesta por Marx y por eso enroló a Marx a los clásicos y, lo que es peor, lo hizo depender de Smith.

La unificación de la teoría económica

En la "renovación de la teoría clásica" H. Cuevas supuso que la teoría clásica se podía considerar un modelo reducido, apenas un "modelo instrumental", de una primera etapa de la historia de la teoría, el cual al recibir la idea neoclásica de sustitución de factores y de mercado de trabajo, se convirtió en un caso especial de la teoría del equilibrio general walrasiano -repitiendo una idea de Frank Hahn (1983)-. Una vez se logra tal unificación, el modelo general podría ampliarse para dar cabida a rentas derivadas de la propiedad, ya no de la tierra sino de nuevos factores como el conocimiento, la localización, entre otros.

El esquema de formación histórica de una teoría única sería el siguiente: a comienzos del siglo XIX, Ricardo logra el modelo reducido utilizando la teoría de la renta únicamente para el factor tierra. La segunda etapa se realiza a finales del mismo siglo cuando, gracias a la generalización de la teoría de la renta al trabajo y al capital, se logra el modelo neoclásico, en el cual se determinan de manera endógena las cantidades y la explicación de la distribución por las productividades marginales de los factores. La tercera etapa estaría compuesta por dos procesos realizados en el siglo XX, a saber: (i) la crítica y la eliminación paulatina de la función de producción agregada –mérito final de los neo-ricardianos en el debate sobre el capital–, tal como lo hacen los walrasianos en el modelo de Arrow y Debreu18 y (ii) la "corrección" –que H. Cuevas obviamente reivindica– que elimina los numerarios "arbitrarios" y que permite restaurar la teoría del valor trabajo de Smith, Ricardo y Marx.

El desacuerdo con H. Cuevas se estructura en varios argumentos y en parte así se desarrolló en Cataño (2003). En primer lugar, Marx no es la continuidad con Ricardo sino una ruptura. Una visión "monetaria" del intercambio y de la plusvalía no puede asimilarse al análisis "real" de Smith, Sraffa y los neoclásicos. En segundo lugar, los representantes modernos del análisis clásico, Sraffa y Garegnani, por ejemplo, mostraron que la teoría de la renta de Ricardo no es el origen del análisis marginalista, tal como Wicksteed creyó encontrar y que H. Cuevas aceptó a la ligera. En tercer lugar, un clásico nunca podrá aceptar que la ley de los precios explica el mercado de trabajo como H. Cuevas afirmaba. La razón es muy simple. La teoría de los precios, sea la de Ricardo o la de Sraffa muestra que el precio depende de la dificultad de producción, y como los obreros no son producidos en el sistema de producción, sino en una esfera externa a él, su valor, el salario, es exterior a la teoría del precios19.

Por estos motivos básicos, es pertinente aceptar que la historia de la teoría económica no deriva en una teoría unificada, sino en la diversidad de enfoques y teorías. El desconocimiento de las heterodoxias que provienen de Marx y de Keynes es algo que impacta en un espíritu tan curioso como fue el de H. Cuevas y poco sirve para los que desean una diversidad en el pensamiento económico y sobre todo los que creen que el gran desafío analítico es superar (y no aceptar, ya sea con variaciones) el análisis de equilibrio general walrasiano20.

CONCLUSIÓN

H. Cuevas tuvo el mérito de proponer que un economista debía conocer los grandes autores y las grandes corrientes del pensamiento económico para mantener abierta una discusión sobre grandes temas, aún no resueltos, tratados por los economistas. Para hacer efectivo esta concepción propuso discusiones, interpretaciones y soluciones a los temas tratados por los clásicos, Sraffa, Marx, y en los últimos años, por los neoclásicos. Escribió manuales y ensayos críticos sobre las teorías básicas y temas de interés público convencido que tenía que enseñar a su manera y no depender de manuales escritos por otros. Cultivó la figura del profesor autodidacta y sabio que no se adhería a una escuela de pensamiento precisa, sino que construía a partir de sus propias lecturas, convicciones y conclusiones. Esta actitud le dio la valentía para generar posiciones personales en un país sin tradición de discusión teórica y ellas fueron expuestas con argumentos, y sobre todo con brío y con orgullo especial, a veces exageradas, tal como era su talante personal.

Aquí se ha mostrado, en primer lugar, que las interpretaciones sobre los clásicos y Marx propuestas por H. Cuevas no son correctas. Las teorías del valor o de los precios tienen un contenido específico con respecto a la macroeconomía. Por tanto, una idea macroeconómica de Keynes no es la clave para resolver los problemas de la teoría del valor de Ricardo y Marx, las cuales tratan el tema de los mercados, los desajustes y el equilibrio, las bases propuestas para entender la economía capitalista. En segundo lugar, no es posible argumentar que se puede llegar a una teoría unificada entre marxistas, clásicos y neoclásicos, dado que hoy ni los clásicos ni Marx se dejan representar en la formulación construida por H. Cuevas, para llevarlos al mundo neoclásico. Sin embargo, se reconoce que la audacia de los planteamientos de Cuevas sacudieron la audiencia de los que convivimos en su momento y nos ayudó a progresar, tal como él quería que se hiciera: por medio de la controversia.

NOTAS AL PIE

2 La polémica que mantuve con H. Cuevas se desarrolló en varios ensayos. En Cataño (1989) se presentó una primera crítica a su "transformación". Cataño (1996) contiene la crítica a la crítica de la mercancía patrón de Sraffa. En Cataño (2003) se desarrolló la crítica sobre la tesis de la "renovación de los clásicos". Cuevas (2003) contiene una gentil respuesta a algunos puntos de la polémica. Estos ensayos serán objeto de un balance general en Cataño (2013) próximo a publicarse.

3 H. Cuevas los estudió y sacó sus conclusiones sobre el "error" de Marx para proponer su "solución".

4 En Smith existe la medidad del valores en términos de trabajo para medir la riqueza moderna. Podría pensarse que esta medida se utiliza dos maneras: la primera, para completar la teoría de los precios naturales. La segunda, para medir cualquier riqueza. Cuevas suprimió la primera para darle a la importancia solo a la segunda, que es la que se puede asimilar a la propuesta de Keynes en su macroeconomía.

5 Tal ha sido la posición de Neo ricardianismo moderno representada por Garegnani, Steedman, Kurz y Salvadori.

6 Supelano (1996) y Cataño (1996) mostraron con claridad las debilidades de la crítica de H. Cuevas con respecto a la mercancía patrón de Sraffa.

7 Debe recordarse en esta discusión lo que afirmaba Schumpeter (1971):

Smith (Libro I, Cap. 5) considera que la cantidad de trabajo de que una mercancía puede disponer en el mercado es el sucedáneo más útil de su precio en dinero, lo que quiere decir que Smith elige el trabajo como numeraire. Tampoco hay en principio nada que objetar a esa elección, lo cual no le obliga por sí misma a profesar una teoría valor-trabajo, del mismo modo que la elección de las reses como numeraire no obliga tampoco a admitir una teoría del valor-buey (p. 359).

8 Aquí vale la pena recordar las palabras de Napoleoni (1972):

Es justo asumir lo que dice Sraffa como el final de la historia del problema de la transformación. Pero ahora está claro en qué sentido este punto final plantea un grave problema. Sucede que. si el problema de la transformación es enfrentado en la línea seguida por el mismo Marx, aquel, por así decirlo, se autodestruye, ya que a lo que se llega no es ya a la transformación de los valores a los precios sino a una determinación de los precios independientemente de los valores (p. 203).
A esto último es a lo que también llegan Paul Samuelson, Pierangelo Garegnani, Ronald Meek y Maurice Dobb, entre otros.

9 Con esta interpretación se le da nueva fuerza a la crítica a la economía política hecha por Marx a Smith y Ricardo, véase Benetti y Cartelier (1980).

10 Uno de los árbitros que leyeron este artículo anotó que algunos simpatizantes de Keynes como Randall Wray comparten la visión de Cuevas. Esta crítica entonces también aplica para estos keynesianos que tampoco entienden lo que se juega en la teoría de los precios.

11 H. Cuevas fue un economista liberal que no tuvo ilusiones sobre el proyecto comunista.

12 H. Cuevas complementó diciendo que cuando se habla de "valor", la adición de trabajos puede, lógicamente, realizarse por el simple hecho de que como "seres humanos, sus unidades de trabajo son absolutamente idénticas" (1986a, p. 283).

13 Es necesario reconocer que no solo H. Cuevas cayó en este error. En efecto, la discusión de la transformación marxista se daba como si el valor de Marx, las unidades de trabajo social, fuesen premisas y no resultados del análisis.

14 Al respecto, Marx afirmó que: "en Ricardo encontramos la confusión entre el labour que se presenta en el valor de uso y el representado en el valor de cambio" (1980, p. 123). Sobre el salto mortal señaló:

El salto que el valor mercantil da desde el cuerpo de la mercancía al del oro [dinero], es el "salto mortale" de la mercancía. Si fracasa, lo que se verá chasqueada (frustrada) no será la mercancía sino su poseedor. La división social del trabajo hace que el trabajo del poseedor sea tan unilateral como multilaterales sean sus necesidades [. . .] Si los tejedores compiten con él ya han saturado las necesidades sociales de lienzo –que como todo lo demás tiene su medida– el producto de nuestro amigo se volverá excesivo, superfluo y por tanto inútil (1975, p. 129).

15 Marx afirmó:

Esta necesidad de que el trabajo individual se represente como trabajo general es la necesidad de representar la mercancía como dinero. Mientras este dinero sirve de medida y de expresión del valor de la mercancía en el precio, obtiene la mercancía esta representación. Solamente por medio de la conversión real en dinero, por medio de la venta, adquiere la mercancía esta su expresión adecuada en cuanto valor de cambio (1945, tomo III, p. 120).

16 Citando a Marx:

[. . .] aquí reside el falso supuesto de Ricardo de que el dinero, en cuanto sirve de medio de circulación, puede cambiarse como una mercancía por otra. Las mercancías se estiman en él, antes que circulen (1945, tomo II, p. 178).

17 Marx afirmó: "a la par que los productos del trabajo se convierten en mercancías, se opera la transformación de la mercancía en dinero" (1980, p. 29). La reivindicación de la primacía en Marx del dinero con respecto al trabajo se le debe a la heterodoxia francesa de C. Benetti y J. Cartelier (1980).

18 Cuevas sólo lo menciona indirectamente mediante la cita de Hahn.

19 Véase en este punto y otros sobre la diferencia imborrable entre clásicos modernos y neoclásicos a Klimovsky, Bidard y Benetti (2006) y Garegnani (1984).

20 Véase Deleplace (1999).


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