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Cuadernos de Economía

Print version ISSN 0121-4772

Cuad. Econ. vol.34 no.64 Bogotá Jan./June 2015

https://doi.org/10.15446/cuad.econ.v34n64.46040 

http://dx.doi.org/10.15446/cuad.econ.v34n64.46040

Estructura productiva desequilibrada: un análisis de las contribuciones de Marcelo Diamand a la teoría económica.

The unbalanced productive structure: An assessment of Marcelo Diamand's contributions to economic theory.

Structure productive déséquilibrée : une analyse des contributions de Marcelo Diamand à la thêorie économique.

Estrutura produtiva desequilibrada: Uma análise das contribuições de Marcelo Diamand à teoria econômica.

Ariel Dvoskina

Germán Feldmanb

a Investigador del Conicet y profesor regular adjunto de la FCE-Departamento de Economía, UBA. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: advoskin@hotmail.com.

bProfesor de Tópicos de Macroeconomía Avanzada. MDE-UNSAM. Buenos Aires, Argentina.

Agradecemos los comentarios de dos árbitros anónimos a una versión preliminar del presente artículo. La responsabilidad del contenido es nuestra.

Sugerencia de citación: Dvoskin, A., & Feldman, G. (2015). Estructura productiva desequilibrada: un análisis de las contribuciones de Marcelo Diamand a la teoría económica. Cuadernos de Economía, 34(64), 5-22. doi: 10.15446/cuad.econ.v34n64.46040.


Resumen

El artículo analiza las contribuciones del economista estructuralista argentino Marcelo Diamand en las décadas de 1970 y 1980. Se examina, en particular, el concepto de estructura productiva desequilibrada y sus implicaciones en la distribución del ingreso, el nivel general de precios y la dinámica de las cantidades producidas en las economías latinoamericanas, con especial foco en el caso argentino. De nuestro trabajo se desprende que la obra de Diamand tiene una notable relevancia para entender los actuales desafíos que enfrenta la economía argentina en su intento de lograr un proceso de crecimiento sostenido.

Palabras clave: Marcelo Diamand, estructura productiva desequilibrada, ciclos stop and go, restricción externa, inflación cambiaria.

JEL: B22, B31, E2, E3.

Abstract

The present article examines the contributions of the Argentine structuralist economist Marcelo Diamand during the 1970s and the 1980s. In particular, it assesses the concept of unbalanced productive structure, and its implications on income distribution, the general price level and output dynamics in Latin American countries, focusing particularly on Argentina. From our contribution emerges that Diamand's work is particularly relevant in understanding the current challenges faced by the Argentine economy in its aim to reach a sustained process of economic growth.

Keywords: Marcelo Diamand, unbalanced productive structure, stop-and-go cycles, external constraint, exchange-rate inflation.

JEL: B22, B31, E2, E3.

Résumé

L'article analyse les contributions de l'économiste structuraliste argentin Marcelo Diamand dans les années 1970 et 1980. Nous examinons en particulier le concept de structure productive déséquilibrée et ses implications dans la distribution du revenu, du niveau général des prix et la dynamique des quantités produites dans les économies latino-américaines, et de l'Argentine en particulier. De notre travail il ressort que le travail de Diamand est d'une importance particulière pour comprendre les enjeux actuels auxquels est confrontée l'économie argentine dans sa tentative de parvenir à un processus de croissance soutenue.

Mots-clés : Marcelo Diamand, structure productive déséquilibrée, cycles stop and go, restriction externe, inflation et taux de change.

JEL : B22, B31, E2, E3.

Resumo

O artigo analisa as contribuiçôes do economista estruturalista argentino Marcelo Diamand nas décadas de 1970 e 1980. É examinado, em particular, o conceito de Estrutura produtiva desequilibrada e as suas implicações na distribuição da renda, o nível geral de preços e a dinâmica das quantidades produzidas nas economias latino-americanas, com especial foco no caso argentino. Do nosso trabalho, infere-se que a obra de Diamand tem uma notável relevância para entender os atuais desafios que a economia argentina enfrenta na sua tentativa de chegar a um processo de crescimento sustentável.

Palavras-chave: Marcelo Diamand, estrutura produtiva desequilibrada, ciclos stop and go, restrição externa, inflação cambial.

JEL : B22, B31, E2, E3.

Este artículo fue recibido el 8 de diciembre de 2013, ajustado el 26 de marzo de 2014 y su publicación aprobada el 29 de abril de 2014.


INTRODUCCIÓN

Este artículo tiene como objetivo examinar las contribuciones del economista argentino Marcelo Diamand (1972, 1973, 1978, 1985), las cuales se enmarcan en el pensamiento estructuralista latinoamericano surgido en la segunda posguerra a partir de la contribución seminal de Prebisch (1950). En la visión estructuralista, la teoría económica tradicional, tanto en su versión marginalista como keynesiana, se ha concentrado de manera exclusiva en el funcionamiento de las economías industriales desarrolladas y ha pasado de este modo por alto la especificidad de los países de América Latina. Ello la volvería incapaz de entender los problemas particulares que aquejan a la región y sus posibles soluciones. En este sentido, y haciendo foco en la economía argentina de las décadas del sesenta y del setenta, Diamand argumenta que la incapacidad de la teoría económica tradicional de dar una explicación satisfactoria de la dinámica de los precios, cantidades y distribución del ingreso de aquel país se explica por la ausencia de un concepto fundamental dentro de su cuerpo teórico: la noción de estructura productiva desequilibrada (en adelante, EPD), es decir, la existencia de dos o más sectores con niveles de productividad marcadamente diferentes dentro de una misma economía1. Como veremos, en la visión de Diamand dicha diferencia: 1) le impide al sector de menor productividad competir en el plano internacional, 2) enfrenta a las EPD a una limitación crónica de divisas y 3) no puede eliminarse mediante devaluaciones convencionales de la paridad cambiaria.

Antes de adentrarnos de lleno en el pensamiento económico del autor argentino, es conveniente contextualizar su aporte a otros desarrollos teóricos que ocurren en el mismo período. Por un lado, el concepto de EPD encuentra ciertas similitudes con la noción de "enfermedad holandesa"2. Esta, recordemos, hace referencia al efecto negativo de la apreciación cambiaria en la competitividad del sector manufacturero, apreciación a su vez inducida por el descubrimiento de algún recurso natural, o bien por cualquier otro factor que genere un ingreso extraordinario de divisas. Más allá de que tanto de la noción de enfermedad holandesa como del concepto de EPD emerge una preocupación por el efecto negativo que la apreciación del tipo de cambio puede provocar en la industria, las coincidencias entre ambos conceptos terminan allí. En efecto, por un lado, la enfermedad holandesa es un problema típico de economías industrializadas avanzadas que enfrentan cierta tendencia a la reprimarización pero que también puede afectar a las economías en desarrollo. Por el contrario, el problema de las EPD es específico de estas últimas, y se vincula estrictamente con su intento, en pos de sostener el pleno empleo de su fuerza de trabajo, de dejar atrás una estructura productiva en esencia agraria y dar paso a la industrialización. La implicación fundamental de esta diferencia es que mientras en aquellas economías que enfrentan la enfermedad holandesa las recomendaciones de política económica intentan evitar la apreciación del tipo de cambio, en el caso de las EPD, sostendrá Diamand (1972, 1973, 1978), la política cambiaria más adecuada para fomentar el desarrollo industrial consiste en desdoblar el tipo de cambio.

A su vez, el reconocimiento de la existencia de una brecha de productividad entre el campo y la industria en los países en desarrollo, y la consecuente necesidad de introducir un esquema de tipos de cambio múltiples para compensarla, es una idea que también desarrolla Kaldor (1964), que es incluso citado por el propio Diamand en alguno de sus trabajos (por ejemplo, Diamand, 1978). No obstante, es el autor argentino quien logra integrar este rasgo estructural de las economías latinoamericanas en un marco macroeconómico general; esto es, en un marco analítico capaz de dar cuenta de los determinantes de la inflación, la distribución de ingreso y el crecimiento económico en esas economías.

El trabajo se estructura de la siguiente manera: en la segunda sección se desarrolla el concepto de EPD. La tercera y cuarta secciones muestran las implicaciones que, según Diamand, tiene dicho concepto en la distribución del ingreso, el nivel de precios y la evolución de las cantidades producidas en las economías desequilibradas. La quinta sección analiza las posibles soluciones sugeridas por Diamand para superar los problemas específicos que aquejan a las EPD. La sexta sección discute algunos puntos débiles de la posición del autor argentino. La séptima y última sección resume el argumento y presenta las principales conclusiones del artículo.

EL CONCEPTO DE ESTRUCTURA PRODUCTIVA DESEQUILIBRADA

Como anticipamos en la introducción, las contribuciones de Diamand (1972, 1973, 1978, 1985) giran en torno al concepto de EPD y se centran, sobre todo, en la experiencia argentina. Una EPD se caracteriza por presentar al menos dos sectores que operan en condiciones de productividad muy diferentes: por un lado, el sector primario (en el caso argentino, el sector agropecuario), capaz de producir al nivel de precios internacionales gracias a la fertilidad de sus tierras; por el otro, el sector industrial, que opera en un nivel de precios considerablemente mayor que el internacional. El surgimiento de las EPD encuentra su razón, según el autor, en la necesidad de desarrollar la industria en las economías primarias exportadoras como vía para alcanzar el pleno empleo de su fuerza de trabajo, diversificar su producción y explotar las ganancias de productividad asociadas al sector secundario (Diamand, 1972).

Esta configuración productiva establece un sistema económico en el que el sector externo ejerce una "crónica limitación" sobre el crecimiento económico (Diamand, 1972). Si bien la dinámica del crecimiento y el empleo la encabeza el desarrollo de la industria, continúa el argumento, el crecimiento sostenido de este sector requiere cantidades crecientes de importaciones, y por ende, de divisas. La razón es que la industrialización en los países latinoamericanos es incompleta: existen "agujeros" en la matriz productiva que obligan a recurrir a importaciones de bienes de capital e insumos difundidos para hacer viable el aumento de la producción. Sin embargo, dada la baja productividad de la industria, las divisas solo pueden ser provistas por el sector primario, cuya producción, se encuentra limitada por problemas de oferta, de demanda, o de ambos a la vez (Diamand, 1972). Si bien en la primera etapa del desarrollo industrial se produce de manera paralela -y como consecuencia misma del desarrollo de aquel- un proceso de sustitución de importaciones que permite mantener la estabilidad de pagos en equilibrio, el proceso sustitutivo se hace "cada vez más lento" (Diamand, 1972, p. 25) y eventualmente se cruza un umbral a partir del cual empieza "un proceso de divergencias" (Diamand, 1972, p. 25) entre el consumo de divisas de parte del sector industrial y la capacidad del campo de proveerlas. Las reservas internacionales finalmente se agotan y el país se ve forzado a devaluar su moneda para equilibrar sus cuentas externas.

De acuerdo con la teoría tradicional, la devaluación de la moneda debería permitir alcanzar el equilibrio externo mediante el accionar de un mecanismo "automático" (Diamand, 1973, p. 38), o "efecto precio"; esto es, por medio de una caída suficiente del salario real que induzca tanto a un aumento de las exportaciones como a una reducción de las importaciones. El funcionamiento del efecto precio, continúa el argumento, presume que si bien los niveles de productividad de los distintos países pueden presentar una diferencia considerable, los precios de las mercancías producidas dentro de cada una de estas economías, medidos en función de una moneda común, por ejemplo, el dólar, "resultan ser aproximadamente iguales" (Diamand, 1972, p. 9). La razón es que

el tipo de cambio se sitúa precisamente en un nivel necesario para que el precio de los productos industriales al traducirse en dólares se iguale con el precio internacional. Gracias a este mecanismo de ajuste puede funcionar el comercio internacional y pueden intercambiar su producción países de tan distintas productividades como Corea y Estados Unidos (Diamand, 1972, p. 9).

En otras palabras: la teoría tradicional explica el comercio internacional entre los distintos países mediante la determinación del tipo de cambio por la paridad del poder de compra, o lo que el autor denomina la "paridad del poder adquisitivo interno" (Diamand, 1972, p. 15). Esta condición, continúa el autor,

supone que la relación de tipos de cambio entre dos países debe ser tal que sus precios internos resulten iguales, ya que de no mantener los tipos de cambio esta relación, se produciría un flujo de comercio que desequilibraría su balanza de pagos. El país en cuestión se vería obligado a devaluar, con lo que se llegaría a la situación de equilibrio caracterizada por la igualdad de precios internos. Este es precisamente el mecanismo descripto [sic] antes que permite a los distintos países comerciar entre sí, a pesar de las diferentes productividades (Diamand, 1972, p. 15).

LOS DETERMINANTES DE LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

Pasemos ahora a examinar las críticas de Diamand (1978, p. 21) al "paradigma tradicional de la teoría económica", examinado en la sección anterior. En la visión del autor, la teoría tradicional habría ignorado que el accionar del mencionado efecto precio es válido solo en las estructuras productivas equilibradas (en adelante, EPE) es decir, en economías en las que los distintos sectores presentan niveles similares de productividad.

El hecho de que el equilibrio externo automático es válido únicamente dentro de las estructuras productivas equilibradas no se menciona en los tratados ni libros, escritos prácticamente todos ellos en los países industriales (Diamand, 1973, p. 38).

Diamand (1973) brinda dos tipos de razones para justificar la incapacidad del "mecanismo automático" de hacer sentir sus efectos en las EPD. En primer lugar, sostiene que el desarrollo del sector industrial en estas tiene una característica específica que impide el funcionamiento del efecto precio:

el funcionamiento del mecanismo que lleva a la igualación de poderes adquisitivos internos se basa en la premisa implícita de que no existe ningún régimen de protección, ya que únicamente en este caso la desigualdad de precios se traduce en un aumento de importaciones. En las estructuras productivas desequilibradas, nacidas al amparo de fuertes regímenes de protección, la premisa de libre comercio no se cumple [...]. El desarrollo industrial de los países como la Argentina significa un abandono deliberado de ventajas comparativas, la creación de un desequilibrio dentro de la estructura productiva y la promoción del crecimiento industrial, o sea la promoción del crecimiento del sector de una productividad relativa menor (Diamand, 1973, pp. 15-17).

La segunda crítica tiene un alcance general, pues es independiente del tipo de economía considerada. "La creencia en la capacidad equilibradora de las fuerzas del mercado", argumenta Diamand (1978, p. 21)3 respecto al accionar del denominado efecto precio, "se basa en dos premisas irrealistas implícitamente asumidas" (Diamand, 1978, p. 21). En primer lugar, de acuerdo con el pensamiento tradicional "los salarios reales no son una variable dada sino una variable de ajuste que responde a las fuerzas de mercado" (Diamand, 1978, p. 21). En segundo lugar, la teoría tradicional supone que el ajuste en el nivel de salarios "es lo suficientemente efectivo como para evitar el desempleo" (Diamand, 1978, p. 22).

Es conveniente notar en este punto que de las dos observaciones que componen la segunda crítica de Diamand (1978), la primera es independiente de la teoría considerada: solo se limita a subrayar que el mecanismo automático por medio del cual el tipo de cambio permite equiparar a partir de una moneda común los niveles de costos dentro de cada nación supone que el salario real es una variable endógena, capaz de acomodarse lo suficiente ante una variación en el tipo de cambio nominal como para permitir que este ejerza sus efectos en el equilibrio externo de manera plena. En efecto, tanto en la teoría neoclásica de la distribución del ingreso como dentro del contexto de la teoría clásica moderna formalizada en tiempos relativamente recientes por Sraffa (1960) y sus seguidores4, el salario real puede considerarse una variable determinada de manera endógena5. Por el contrario, de manera implícita la segunda observación apunta específicamente al cuerpo teórico neoclásico, ya que de acuerdo con dicha teoría el salario real no solo reaccionará ante modificaciones en el tipo de cambio, sino que también tenderá a hacerlo de forma de asegurar el pleno empleo de la fuerza de trabajo.

Sin embargo, continúa Diamand (1978), el salario real no debe considerarse una "variable de ajuste", pues

en el mundo real, cualquier intento de disminuir los salaries reales enfrenta una gran resistencia. La presión social que siempre aparece en apoyo de mayores salaries reales se multiplica en intensidad cuando se toman medidas que intentan reducirlos. Psicológicamente, una vez alcanzado determinado nivel salarial, este se convierte en estándar de referencia "normal" y su reducción es interpretada como una violación de los derechos adquiridos. De esta forma, mientras la teoría económica trata a los salaries reales como una variable de ajuste de acuerdo a las fuerzas del mercado, para las sociedades modernas su preservación es un objetivo fundamental (Diamand, 1978, p. 22, bastardilla en el original).

En este punto resulta conveniente hacer dos tipos de consideraciones. La primera, que si bien Diamand (1972, 1973, 1978) nunca lo hace explícito, su explicación de los factores políticos y culturales que determinan la distribución del producto social en las economías modernas se inscribe con claridad en el análisis clásico sraffiano de los precios relativos y la distribución del ingreso6. De acuerdo con la segunda, dado que según el autor el "efecto precio" sí opera de manera satisfactoria en las EPE, parece posible concluir que Diamand (1972, 1973, 1978) identifica el tipo de estructura productiva con la naturaleza del salario real: endógena al sistema de precios en las EPE, exógena en las EPD. Retomaremos ambas consideraciones en la sección correspondiente a la estructura productiva y la distribución del ingreso, donde discutiremos las dos objeciones que componen la segunda crítica de Diamand (1972, 1973, 1978) a la "teoría tradicional" y argumentaremos que tienen implicaciones más generales que las que el propio economista argentino parece considerar.

DINÁMICA DE LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, LOS PRECIOS Y LAS CANTIDADES EN LAS EPD

Debemos ahora considerar que el hecho de que el accionar del efecto precio "solo sea válido" en las EPE tiene importantes consecuencias sobre la dinámica de la distribución del ingreso, del nivel de precios y del nivel de producto que siguen a una devaluación en las EPD. Porque a diferencia de las primeras, en las cuales la devaluación permite aumentar las exportaciones industriales y mediante la sustitución de importaciones también reducir las importaciones -es decir, la devaluación permite aumentar el peso de las exportaciones netas en el producto agregado y, al menos en las EPE con desempleo, tiene también un efecto expansivo sobre el nivel de producción agregada-, en las economías desequilibradas el equilibrio externo se alcanza mediante una contracción del nivel de producto con el accionar de lo que Diamand (1973) denomina "efecto ingreso"7.

Para explicar este mecanismo, debemos primero notar que, de acuerdo con el autor, en las EPD la paridad cambiaria tiende a situarse en un nivel que equipara los precios internos y externos del sector de mayor productividad (véase apartado "Soluciones factibles", abajo). El precio de los productos industriales se encuentra de este modo demasiado alejado del nivel internacional como para que una devaluación provoque un aumento significativo de las exportaciones de manufacturas.

Ahora bien, continúa su argumento, las exportaciones agropecuarias no aumentan de manera significativa porque su oferta es relativamente rígida en el corto plazo o porque enfrentan una demanda mundial inelástica. De este modo, la devaluación se limita a causar un aumento tanto de los precios del sector primario exportador como, por medio del encarecimiento de los insumos importados, de los bienes de consumo manufacturados. En el corto plazo, el aumento en el nivel de precios -incremento que, como que tiene su causa en la devaluación, es denominado por Diamand (1972, p. 5; 1978, p. 26) "inflación cambiaria"8- causa una caída significativa del salario real, generando a su vez una considerable redistribución del ingreso en favor del sector primario exportador. Dado que los trabajadores tienen mayor propensión a consumir que los rentistas, dicha transferencia de ingresos reduce la demanda agregada interna, y así el nivel de producto y las importaciones, hasta un nivel que permite alcanzar el equilibrio externo. En la visión de Diamand (1972, 1978), la demanda agregada también se reduce a causa de la "iliquidez monetaria" que ocasiona el aumento en los precios y los costos y un banco central que no acomoda la oferta monetaria para convalidar el mayor nivel de precios internos. No es claro, sin embargo, el mecanismo por medio del cual dicha iliquidez se traduce en una caída en el nivel de producto. Quizá Diamand (1972, 1978) considera una caída en el nivel de inversión causado por el aumento en la tasa de interés (volveremos sobre este último punto en la sección "La estructura productiva y la distribución del ingreso").

Si bien Diamand (1978) sostiene que, de ser persistente, la caída en el salario real podría tener un efecto positivo sobre el nivel de exportaciones en el largo plazo9, permitiendo de este modo relajar la restricción que la escasez de divisas impone al crecimiento, ello no ocurre en la práctica. El equilibrio externo se vuelve así una situación puramente transitoria: transcurrido cierto período, los trabajadores lograrán recomponer su salario real mediante aumentos en el salario nominal. También se resisten con éxito al aumento del desempleo, clamando por políticas expansivas, con la consecuencia de que "este procedimiento neutraliza el efecto regresivo y recesivo sobre el cual se ha basado el equilibrio externo" (Diamand, 1978, p. 27). De este modo, concluye el autor:

los gobiernos no tienen otra alternativa que inducir (o bien admitir) una mayor devaluación. Los salaries reales caen nuevamente, como así también los niveles de liquidez monetaria, demanda agregada y empleo; resurgen las presiones populares y así sucesivamente, en la lógica del espiral inflacionario-recesivo recién descripto, con tasas de inflación que pueden alcanzar picos de tres dígitos anuales (Diamand, 1978, pp. 27-28).

Notemos entonces que la escasez de divisas desempeña dos papeles complementarios dentro de la dinámica de las EPD, los cuales aparecen de alguna forma entremezclados en la explicación del autor: por un lado, las divisas le imponen el límite máximo al crecimiento, es decir, le marcan el techo a la tasa de crecimiento del producto y el empleo (cfr. también Thirlwall, 1979). Dicho límite, es significativo notar, se alcanza mucho tiempo antes que las economías desequilibradas logren un nivel de producto que permita dar empleo a toda su fuerza de trabajo; de ahí su relevancia práctica. Por otro lado, la misma escasez de divisas permite explicar los ciclos recurrentes de stop and go que aquejan a estas economías (cfr. también Braun y Joy, 1968)10. La Tabla 1 resume las características de las EPE y las EPD en la visión de Diamand (1972, 1973, 1978).

POSIBLES SOLUCIONES A LA ESCASEZ DE DIVISAS

Soluciones no factibles

Antes de pasar a considerar las soluciones factibles propuestas por Diamand (1972, 1978) al problema crónico de la escasez de divisas en las EPD, es conveniente examinar primero algunas posibles soluciones desestimadas por el autor. En primer lugar, Diamand muestra escepticismo acerca del papel potencial de los capitales externos para relajar la restricción externa. En efecto, los influjos de capital tienden a posponer la crisis de balance de pagos y el ulterior ajuste recesivo, pero en general no son capaces de brindar una solución definitiva al problema de las EPD; en efecto, tienden a agravarlo en el largo plazo, ya que la entrada inicial de divisas bajo la forma de inversiones y endeudamiento externo luego se traduce en salida de divisas en concepto de utilidades y dividendos y capital e intereses de la deuda, lo cual obliga a un flujo compensatorio creciente de moneda extranjera que adquiere después una dinámica insostenible (Diamand, 1978)11.

Una segunda alternativa para relajar la restricción externa que Diamand (1985) discute al detalle consiste en la ejecución de controles cambiarios, bajo la forma de límites a las compras de moneda extranjera con fines de atesoramiento de parte del sector privado. Sin embargo, Diamand (1985) también desestima esta segunda alternativa, pues "el circuito financiero interno continúa conectado con el externo a través del mercado de cambios paralelo" (Diamand, 1985, p. 35), cuyo funcionamiento a su vez repercute en el mercado de cambios oficial mediante la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones, pues ambos fenómenos influyen en "el volumen de moneda extranjera que ingresa al banco central" (Diamand, 1985, p. 35). De este modo, si la tasa de interés de mercado determinada por la autoridad monetaria es considerablemente menor que la tasa de interés internacional, continúa el argumento, se producirá una salida de capitales que por fin generará un "incontrolable" (Diamand, 1985, p. 36) aumento del precio de la moneda extranjera. Las expectativas de devaluación serán en consecuencia revisadas al alza, acentuando la fuga de divisas y causando en fin de cuentas la devaluación del tipo de cambio oficial. En vista de tales acontecimientos, no es sorprendente que Diamand (1985, p. 36) concluya su evaluación del control de cambios con la siguiente afirmación: "[I]ncluso con el control de cambios, el margen para bajar las tasas de interés internas respecto al nivel de referencia que provee el mercado internacional no es muy amplio". Notemos por último que si en efecto ocurre la devaluación del tipo de cambio oficial, la consecuencia es el comienzo de los ciclos stop and go estudiados en la sección anterior, esto es, una caída transitoria del salario real y de la actividad económica.

Soluciones factibles

Pasemos por último a considerar las soluciones a la escasez crónica de divisas que sí son factibles, en opinión del autor. Más allá de su forma concreta, la propuesta principal de Diamand (1972), en especial relevante si el sector agrícola enfrenta restricciones de demanda, consiste en establecer un sistema de tipos de cambio múltiples. Hemos anticipado ya (sección anterior) que Diamand (1972) sostiene que en las EPD el tipo de cambio tiende a situarse en un nivel que asegura la equiparación de los costos internos del sector de mayor productividad con los precios internacionales. Dicho criterio de fijación de la paridad cambiaria, sin embargo, "es la expresión consciente o inconsciente, del propósito de asegurar el principio de ventajas comparativas" (Diamand, 1972, p. 17). Pero en las EPD el nivel del tipo de cambio no permite equiparar costos internos con precios internacionales en todos los sectores, con lo cual la fijación de la paridad cambiaria se convierte en "una elección totalmente libre que implica, consciente o inconscientemente, ciertos objetivos económicos" (Diamand, 1972, p. 16). En otras palabras: Diamand (1972, pp. 10-11) sostiene que en las EPD la búsqueda de "pautas objetivas para la fijación del tipo de cambio es ilusoria", pues no existe un tipo de cambio "natural" que tienda a establecerse en el sistema económico con independencia del accionar de la autoridad monetaria. De este modo, Diamand (1972) defiende la posibilidad de establecer el desdoblamiento cambiario como una medida permanente: aboga por el establecimiento de un tipo de cambio relativamente bajo para el sector primario y otro más alto para el sector industrial12. Ello permitiría, por un lado, acercar los costos internos de la producción industrial al nivel internacional, lo cual por último permitiría exportar parte de la producción del sector; por otro, dado que los precios agropecuarios influyen de manera significativa en el salario real, un tipo de cambio relativamente bajo para el sector agropecuario eliminaría la necesidad de pagar los costos sociales de una devaluación.

En caso de que el campo enfrente restricciones de oferta, el autor propone alternativas para fomentar la producción agropecuaria evitando "las transferencias de ingresos gratuitas al agro" (Diamand, 1972, p. 7) que trae aparejada una devaluación convencional. Entre aquellas destacan los subsidios a las inversiones y a la compra de insumos necesarios para aumentar la producción o para la incorporación de tierras marginales, o bien precios agropecuarios más altos combinados con un impuesto sobre la renta diferencial de la tierra y subsidios al consumo de alimentos. Notemos por último que el sostenimiento de un tipo de cambio industrial más alto no es una medida de política necesariamente permanente, ya que, argumenta Diamand (1972, p. 22), el sector industrial puede desarrollar "ventajas comparativas dinámicas"; esto es, la productividad de la industria debería aumentar de forma endógena conforme crece la producción (Kaldor, 1966).

DIAMAND, LA ESTRUCTURA PRODUCTIVA Y LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

En esta última sección dedicada al pensamiento de Diamand nos proponemos sacar a la luz algunos puntos que debilitan el análisis del autor sobre el grado de desequilibrio de la estructura productiva. En particular, argumentaremos que, después que se acepta que la distribución del ingreso emerge como resultado de la interacción de complejos factores políticos y culturales no susceptibles de una representación mecánica, algunas características que el autor argentino concibe como específicas de las EPD, esto es, la naturaleza exógena del salario real y la no validez del mecanismo regulador detrás de la paridad del poder de compra -y por ende la no validez de las ventajas comparativas como principio regulador del comercio internacional y del patrón de especialización dentro de cada país-, son considerablemente más generales; con la implicación de que pueden plausiblemente operar incluso en el caso de las EPE. En otras palabras: lejos de debilitar la posición del autor, las consideraciones de esta sección apuntan a reforzarla, examinando las implicaciones de la observación de Diamand (1978) sobre los factores culturales y políticos que determinan la distribución del ingreso en las economías capitalistas. Dado que esta observación es claramente compatible con el enfoque clásico sraffiano de la distribución del ingreso, como anticipamos en otra sección "Los determinantes de la distribución del ingreso", nos valdremos de este marco teórico para darles mayor transparencia a los puntos aquí discutidos.

Pero antes de adentrarnos en este problema, es conveniente notar un primer aspecto del concepto de EPD que pasa por alto Diamand (1972, 1978): de la explicación del autor parece emerger que las diferencias de productividad de los distintos sectores dentro de una economía determinada, y por ende el grado de desequilibrio de su estructura productiva, son meros datos físicos que pueden determinarse antes de conocerse los precios relativos. Sin embargo, la determinación del grado de desequilibrio es en realidad un concepto que puede definirse solo ex post, es decir, solo después que los precios relativos de las distintas mercancías se han determinado, y por ende es un concepto que depende, en última instancia, de los factores que determinan aquellos.

La consideración anterior nos lleva al punto fundamental que deseamos discutir en esta sección: como se sabe desde la contribución de Sraffa (1960), la determinación de los precios relativos dentro del enfoque clásico requiere tomar como dato, además de los métodos productivos dominantes y la composición y el nivel del producto social, una variable distributiva (el salario real o la tasa de ganancia). Sobre la base de este grupo de factores, la teoría determina los precios relativos y la variable distributiva restante. Notemos que la determinación del salario real como una variable endógena no implica, al contrario de lo que sostiene la teoría neoclásica, que este se determine al mismo nivel de pleno empleo13. Ahora bien, la elección de la variable considerada exógena al sistema de precios, ya sea la tasa de interés o el salario real, depende de las características específicas de la economía bajo estudio. Y dado el nivel de heterogeneidad de las economías que Diamand (1972) incluye en el grupo de EPE (en efecto, incorpora países muy heterogéneos como Italia, Estados Unidos y la Corea del Sur de la década del sesenta en ese grupo), no parece haber bases suficientes para desestimar la posibilidad de que en alguna de ellas sea el salario real la variable exógena.

Pero la naturaleza endógena del salario real requiere que este se encuentre por encima del nivel de la subsistencia de los trabajadores. Y, de nuevo, no parece haber razones suficientes para pensar que en cada una de los países que Diamand (1972) incluye en el grupo de EPE esta condición se satisfaga de manera efectiva. De este modo, y al contrario de lo que supone el autor, si el salario real es exógeno al sistema de precios, en un contexto de plena movilidad de capitales serán las ventajas absolutas, y no las comparativas, las que determinan el patrón de especialización (Brewer, 1985), incluso en el caso de una EPE.

Para finalizar, debemos notar un último aspecto que debilita la explicación de Diamand (1972, 1973, 1978): el hecho de que la distribución del ingreso no emerge como el resultado del accionar de las fuerzas de la oferta y la demanda, sino de la interacción compleja e históricamente determinada de factores políticos y culturales ajenos al sistema de precios, tiene también consecuencias sobre la validez general de parte de la caracterización del proceso de ajuste recesivo que, de acuerdo con el autor, sigue necesariamente a una devaluación. Recordemos en efecto que Diamand (1972) sostiene que existe un mecanismo que opera de forma paralela a la caída de la demanda de consumo cuando cae el salario real: el aumento en la tasa de interés que provoca una caída de la demanda de inversión. Ahora bien, la única forma general de establecer una relación negativa entre demanda de inversión y tasa de interés es, precisamente, aceptar que la distribución del ingreso la determina la escasez factorial, lo cual hemos visto que niega el propio Diamand (1972, 1973, 1978). Más aún, no solo dicha relación negativa no tiene sustento teórico de carácter general, como en definitiva ha salido a luz con posterioridad a las Controversias de Cambridge de la década del sesenta (Garegnani, 1978); dicha relación tampoco cuenta con respaldo empírico (Chirinko, 1993). Debemos de todos modos notar que ninguno de los aspectos fundamentales del sistema de Diamand (1972, 1973, 1978) (el concepto de EPD, la inflación cambiaria, los ajustes contractivos, la restricción al crecimiento por la escasez de divisas, etc.) depende de la existencia de una relación inversa entre demanda de inversión y la tasa de interés.

CONSIDERACIONES FINALES: LA RELEVANCIA ACTUAL DEL PENSAMIENTO DE MARCELO DIAMAND

A lo largo de este trabajo hemos examinado las contribuciones de Marcelo Diamand durante las décadas de 1970 y 1980, las cuales giran en esencia en torno al concepto de estructura productiva desequilibrada. El desarrollo de este concepto le permite a nuestro autor identificar con particular claridad los potenciales límites que las economías latinoamericanas en general y la economía argentina en particular deben indefectiblemente enfrentar en su intento de alcanzar un proceso sostenido de crecimiento económico.

Es claro, sin embargo, que el análisis exegético de la obra del economista de marras no pretende ser un mero ejercicio en la historia del análisis económico, pues aquella, por ejemplo, provee un marco conceptual extremadamente relevante para examinar y discutir los límites que la economía argentina enfrenta hoy tras una década de crecimiento económico sostenido apoyado en el estímulo al mercado interno y en un proceso de industrialización por sustitución de importaciones, ya que la restricción externa ha ganado de nuevo un papel protagónico (para un análisis de la economía argentina en la última década, Abeles, Cuattromo, Mareso y Toledo, 2013; Amico, 2013).

Pero el trabajo de Diamand es también relevante para examinar y evaluar los límites de algunas posiciones neodesarrollistas que han ido ganando consenso entre los economistas no ortodoxos. De acuerdo con esta visión (Frenkel y Ros, 2006; Bresser, 2011), existiría una relación positiva entre el tipo de cambio real y el nivel de producto, con la implicación de que incrementos en aquel llevarían a un aumento en este. En este sentido, las contribuciones de Diamand no solo ayudan a entender por qué un aumento del tipo de cambio real puede, al contrario de lo sostenido por los autores neodesarrollistas, repercutir de manera negativa en los niveles de actividad y empleo. Más importante, tal vez, la insistencia de Diamand en los aspectos culturales y políticos que determinan la distribución del ingreso en las economías de mercado es también central para entender por qué un aumento del tipo de cambio real puede ser una opción simplemente inasequible para quienes construyen política económica.

NOTAS AL PIE

1 La evaluación de Diamand sobre la teoría neoclásica puede matizarse si se considera que la noción de dualismo productivo ya se encuentra presente en algunos escritos de la posguerra que pueden inscribirse en esta corriente de pensamiento y que se dedican a estudiar los problemas del desarrollo. Cf., e. g., Lewis (1954). De todos modos, parece necesario reconocer que después que deja de examinarse con las anteojeras de las funciones de oferta y demanda, la noción lewisiana de "oferta ilimitada de trabajo" parece encajar mucho mejor en la teoría clásica desarrollada por Smith y Ricardo y perfeccionada luego por Karl Marx.

2 El término "enfermedad holandesa" fue acuñado por The Economist en 1977 para describir la repercusión en la estructura productiva holandesa del descubrimiento de vastos yacimientos de gas natural a finales de la década de 1950. La primera formalización analítica de dicho concepto corresponde a Corden y Neary (1982).

3 Las citas correspondientes Diamand (1978) son traducidas al español por los autores.

4 Cfr. en particular Garegnani (1984). Para un análisis detallado de la determinación endógena del salario real en las economías modernas en un contexto clásico sraffiano, cfr. Pivetti (1991) y Panico (1988).

5 En la teoría clásica, sin embargo, el salario real tiene un límite mínimo por debajo del cual no puede descender, y es el que marca la supervivencia de los trabajadores (la teoría neoclásica evita discutir el problema de la subsistencia suponiendo que el set de canastas de consumo asequibles por el individuo permiten su reproducción social, cfr. Rizvi (1991). La parte del salario real susceptible de determinarse de manera endógena es la que forma parte del excedente social. Notemos por fin que a todas luces el hecho de que el salario real sea una variable endógena en la teoría clásica no implica que dicha determinación endógena permita el pleno empleo de la fuerza de trabajo: la teoría clásica no incluye la existencia de mecanismos de mercado que tengan un papel análogo a los mecanismos de sustitución factorial en la teoría neoclásica que permitan darle justificación a tal resultado. Volveremos sobre este punto en la siguiente sección.

6 El lector puede también referirse a Stirati (1994), para un análisis detallado de los determinantes de la distribución del ingreso en los autores clásicos y Marx.

7 Véanse Díaz (1963) para una discusión de la repercusión regresiva de las devaluaciones en América Latina y Krugman y Taylor (1976) para su efecto contractivo sobre el producto nacional.

8 La inflación cambiaria es un caso particular de inflación estructural que surge como resultado de la aparición de cuellos de botella en el sector externo a causa de la insuficiente provisión de divisas. Diamand (1978, p. 23) emplea también el término "bottleneck inflation" para hacer referencia a ella. Notemos que, como menciona el propio autor, la inflación cambiaria difiere tanto de la inflación de demanda, ya que coexiste con la recesión, como de la inflación de costos, ya que el impulso inflacionario no emerge de la puja distributiva.

9 "Si la sociedad estuviera preparada para soportar indefinidamente el sacrificio de una distribución del ingreso marcadamente regresiva, la producción primaria, y consecuentemente, las exportaciones, podrían incrementarse" (Diamand, 1978, p. 27).

10 Es conveniente notar que, a diferencia de lo que es postulado por la llamada ley de Thirlwall, en la visión de Diamand (citado por Chumbita, 1989) la tasa actual de crecimiento no necesariamente tiende a gravitar en torno a la tasa impuesta por la restricción externa. La razón es que a diferencia de Thirlwall (1979), que considera las exportaciones el único componente de la demanda autónoma (McCombie y Thirlwall, 1994), Diamand (citado por Chumbita, 1989) también considera el papel que tiene el consumo interno, tanto público como privado, como impulsor de la demanda agregada, y le da preponderancia. "El rol de las exportaciones", afirma Diamand en una entrevista concedida a Chumbita (1989), "no es el de sustituir este consumo [interno, A. D. y G. F.], sino el de proveer el 'combustible' necesario para que [este, A. D. y G. F.] pueda mantenerse y crecer".

11 De lógica, ello ocurre en caso de que dichas inversiones no se orienten a sectores con capacidad exportadora o sustitutiva de importaciones.

12 Tal configuración de tipos de cambio efectivos puede alcanzarse de varias formas alternativas: 1) mediante un tipo de cambio nominal que se corresponda con la competitividad industrial más impuestos a las exportaciones agropecuarias o "retenciones", 2) por un tipo de cambio oficial establecido a la productividad del sector agrícola más subsidios a las exportaciones industriales o 3) con el desdoblamiento cambiario formal por medio de un tipo de cambio comercial en el cual se cursen las exportaciones agropecuarias y las importaciones de insumo industriales y bienes de capital y un tipo de cambio financiero más alto en el que se cursen las exportaciones industriales.

13 Notemos que esta consideración es perfectamente compatible con la segunda observación de la segunda crítica de Diamand (1972, 1973, 1978) al "paradigma tradicional" (véase sección "Los determinantes de la distribución del ingreso").


REFERENCIAS

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